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11.07.2015 Views

lizar, sin corromper, que representa lahumanidad en su estado natural. Eseespejo nostálgico donde la sociedad,desencantada, busca su naturalezaperdida, su inocencia adánica. De lamisma forma, nosotros, lectores enoca siones demasiado domesticados,añoramos ese estado de salvajismodesde el que nacimos a la lectura, esainocencia original.Mi lectora salvaje se relaciona conlos libros de forma natural. Los cogede la estantería, los cambia de sitio, losabre, los hojea, los abandona cuando seaburre. No siente ante ellos reve rencia,ni miedo, ni complejos. No los con sideraalgo extraordinario. Ni mucho menosimprescindibles. Ni fuente de prestigio.No se plantea si tiene po cos libros, siquerría tener más, tenerlos todos.Es tan salvaje que para ella aún nose ha inventado la escritura. Los relatosson orales, son cuentos, son canciones.Cuando me pide que le lea un cuento,cuando sigue las ilustraciones, se iden -ti fica con el relato de forma automática,rutinaria, no por una necesidad deevasión, de sueño, de huida de la realidad,de pretender otras vidas más soportables,más ricas. No es que quieraser la protagonista de los cuentos; esque ella lo es siempre, porque su mundoes pequeño, y de qué otra cosa vaa hablar un libro sino de ella. Los libros,todos, hablan de ella, y de sus cosas.Pues, a esos potenciales lectores, a esosque no han traspasado el umbral de la al -fa betización y ya disfrutan de las historiasque les podamos dar, leer y contar, a ellosles dedicamos en lo fundamental nuestralabor institucional, y al hacerlo, por esoinsistimos en la necesaria vinculación delos actores que inciden en la formación deun lector: la familia, la escuela y la bi -blioteca; o mejor dicho, el mediador fami -liar, el mediador maestro; el mediadorbibliotecario y promotor de la lectura.Así que habría que conciliar la misiónde la biblioteca pública, con el lugar de lafamilia y de los auténticos maestros, quepropician el que niños y jóvenes adquie -ran la afición, el gusto, el vicio de leer.Pero hay que tener presente que todas lasaficiones, como los vicios y como los há -bitos y los oficios, se adquieren y se nutrengradualmente. Siempre, resultan másfortalecidos en la medida en que intervieneun buen mediador, como señalaMont serrat Sartó en Animación a la lecturacon nuevas estrategias:El niño necesita un mediador que leeduque para leer, que sirva de puenteentre él y el libro, le descubra el valorde la lectura y tenga con él un se gui -miento hasta que termine el procesolector, hasta que alcance su auto -nomía.Por todo esto, habría que hacer hinca -pié en el hecho de que en las familias, alos niños, generalmente, se les dote deuna gran variedad de objetos y posibilida -des para la recreación, reduciendo si no esque en algunos casos hasta excluyendo allibro. Al libro que no tiene un sitio en lacurricula escolar, el libro que el niño pide,porque le gustó cuando lo vio en la li -b rería; ese que disfruta que se le lea una yotra vez.Esto es revelador, el que en muchascasas haya una muy escasa o no hay unabiblioteca familiar. Al respecto el maestroAndrés Henestrosa, ese gran lector queentre sus recuerdos entrañables platica delibros, de leyendas y de sus lecturas. Asíse refiere a la necesaria calidad y al apegoque debiera surgir en la propia experiencialectora: “A los veinte años yo ya habíaleído muchos libros; creo poder decir quea los cuatro de haber llegado a Méxicohabía leído ya una biblioteca. Y es queuna biblioteca lo mismo son diez libros yno lo son un millón”Esa afirmación es contundente, comolo es la que hace el poeta y editor JuanDomingo Argüelles en su libro Qué leenlos que no leen. El poder inmaterial de laliteratura, la tradición literaria y el hábitode leer (Paidós/Croma, México, 2003, p.80), cuando opina:…algo que ha faltado en México paraque la adicción al libro y la lectura prosperen;la biblioteca familiar, en la cualdiez libros constituyen el principio deuna tentación, el arranque de una vocacióny la gloriosa oportunidad decaer irremediablemente en un vicio.Estas bibliotecas se forman con loslibros leídos placenteramente, los cua -les se conservan por ese recuerdo degoce.Ese es el sentido último de la tarea per -ma nente de “dar de leer”, hacerlo en todoslos escenarios, en todas las edades,para que de esa forma el niños o el adolescentecualquier día visite con gusto labiblioteca, porque ya sabe que ahí hayuna mina y sabe seleccionar lo que necesitay encontrar lo que le gusta. Y ¿cómolo aprenderá si no es disfrutando de loslibros y la lectura? No importa dónde yhacia dónde. Desde su casa, desde su escuelao desde la biblioteca, para ir por supropia voluntad a la biblioteca pública; allugar en que sabe usar las herramientasque ahí se le brindan para resolver, pararesponder, para aprender.Como señala Michèlle Petit en Nuevosacercamientos a los jóvenes y a la lectu ra(México, SEP-FCE, 1991, p. 166): “To dos:maestros, bibliotecarios o investigadores,podemos interrogarnos más sobre nuestrapropia relación con la lengua, con lalectura, con la literatura. Sobre nuestrapropia capacidad para vernos afectadospor lo que surge, de manera imprevisible,a la vuelta de una frase.”bEste texto fue presentado en la mesa “La literaturapara niños y jóvenes y la promoción de la lectura”,realizada el 25 de octubre de 2006, comoparte de los festejos por el XX Aniversario de laCasa Universitaria del Libro de la UNAM.el BiBliotecario 21

losjÓvenesy la experiencia creativa de la lecturaRocío del Pilar Correa AguilarLeer no es devorar los libros catalogados en las bibliotecas,es permitir que los libros decataloguennuestros paradigmas y nos den alternativas de vida.Adelaida NietoLa juventud ha tenido diferentes con -cep ciones a lo largo de la historia, encada periodo se ha visto adjetivada dedi ferentes maneras, pero es a partirde la segunda mitad del siglo XX cuandolos jóvenes empiezan a crear suspropias imágenes culturales; y con ello, generan estilosde vida muy particulares que representan un símbolode cambio.Tal vez no importa demasiado saber qué leen losjóvenes, importa que lean: que tengan deseos de leer,que hablen sobre lo que leen e interactúen socialmen -te sobre los textos. No olvidemos que principalmenteson ellos los que intervienen activamente en los proce -sos de socialización, construyendo, resignificandoideas, creencias, valores y normas circulantes.La lectura y la escritura son más que un conjuntode destrezas centradas en la manipulación mecáni -ca de elementos aislados del texto, merecen realizarsecomo una práctica social que permita a cada uno aportarconocimientos y saberes y utilizar herramientasculturales, materiales y mentales, para lograr un fin comunicativo.Indudablemente los materiales literarios contri -buyen de manera importante a las imágenes que tie -nen los jóvenes acerca del mundo, de sí mismos y dela condición humana. Pero la mayoría de las veces,acos tumbrados a practicar la lectura a través de métodostradicionales, han aprendido que leer es una acti -vi dad que tiene solamente un carácter instrumental yhas ta utilitario, que poco o nada tiene que ver conellos.En su libro Visiones y versiones. Jóvenes, instituciones ypo líticas de juventud, José Antonio Pérez, señala: “a losjóvenes se les prepara, se les forma, se les recluye, seles castiga y, pocas veces, se les reconoce como otro.En el mejor de los casos, se les concibe como sujetossu jetados, con posibilidades de tomar algunas decisio -nes, pero no todas; con capacidad de consumir perono de producir, con potencialidades para el futuro pe -ro no para el presente”. 1Sin embargo, nuevos planteamientos han salido a laluz producto de la investigación y del interés por comprenderlo juvenil. Carles Feixa 2 , especialista en lascul turas juveniles, define la juventud como una “cons -trucción cultural” 3 , relativa en el tiempo y en el espacio,ya que sus formas son cambiantes según las formasde subsistencia, las instituciones políticas y las cosmovisionesideológicas que predominan en cada tipo de1José Antonio Pérez Islas, “Visiones y versiones. Jóvenes, institu -cio nes y políticas de juventud”, en Umbrales. Cambios culturales, de -sa fíos nacionales y juventud, Corporación Región, Medellín, 2000.2Profesor de Antropología e Historia de la Juventud en la Uni -versidad de Lleida, de Cataluña, España.3Carles Feixa, El reloj de arena, Culturas juveniles en México, Mé -xico, 1998.22 el BiBliotecario

lizar, sin corromper, que representa <strong>la</strong>humanidad en su estado natural. Eseespejo nostálgico don<strong>de</strong> <strong>la</strong> sociedad,<strong>de</strong>sencantada, busca su naturalezaperdida, su inocencia adánica. De <strong>la</strong>misma forma, nosotros, lectores enoca siones <strong>de</strong>masiado domesticados,añoramos ese estado <strong>de</strong> salvajismo<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el que nacimos a <strong>la</strong> lectura, esainocencia original.Mi lectora salvaje se re<strong>la</strong>ciona conlos libros <strong>de</strong> forma natural. Los coge<strong>de</strong> <strong>la</strong> estantería, los cambia <strong>de</strong> sitio, losabre, los hojea, los abandona cuando seaburre. No siente ante ellos reve rencia,ni miedo, ni complejos. No los con si<strong>de</strong>raalgo extraordinario. Ni mucho menosimprescindibles. Ni fuente <strong>de</strong> prestigio.No se p<strong>la</strong>ntea si tiene po cos libros, siquerría tener más, tenerlos todos.Es tan salvaje que <strong>para</strong> el<strong>la</strong> aún nose ha inventado <strong>la</strong> escritura. Los re<strong>la</strong>tosson orales, son cuentos, son canciones.Cuando me pi<strong>de</strong> que le lea un cuento,cuando sigue <strong>la</strong>s ilustraciones, se i<strong>de</strong>n -ti fica con el re<strong>la</strong>to <strong>de</strong> forma automática,rutinaria, no por una necesidad <strong>de</strong>evasión, <strong>de</strong> sueño, <strong>de</strong> huida <strong>de</strong> <strong>la</strong> realidad,<strong>de</strong> preten<strong>de</strong>r otras vidas más soportables,más ricas. No es que quieraser <strong>la</strong> protagonista <strong>de</strong> los cuentos; esque el<strong>la</strong> lo es siempre, porque su mundoes pequeño, y <strong>de</strong> qué otra cosa vaa hab<strong>la</strong>r un libro sino <strong>de</strong> el<strong>la</strong>. Los libros,todos, hab<strong>la</strong>n <strong>de</strong> el<strong>la</strong>, y <strong>de</strong> sus cosas.Pues, a esos potenciales lectores, a esosque no han traspasado el umbral <strong>de</strong> <strong>la</strong> al -fa betización y ya disfrutan <strong>de</strong> <strong>la</strong>s historiasque les podamos dar, leer y contar, a ellosles <strong>de</strong><strong>dic</strong>amos en lo fundamental nuestra<strong>la</strong>bor institucional, y al hacerlo, por esoinsistimos en <strong>la</strong> necesaria vincu<strong>la</strong>ción <strong>de</strong>los actores que inci<strong>de</strong>n en <strong>la</strong> formación <strong>de</strong>un lector: <strong>la</strong> familia, <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> y <strong>la</strong> bi -blioteca; o mejor <strong>dic</strong>ho, el mediador fami -liar, el mediador maestro; el mediadorbibliotecario y promotor <strong>de</strong> <strong>la</strong> lectura.Así que habría que conciliar <strong>la</strong> misión<strong>de</strong> <strong>la</strong> biblioteca pública, con el lugar <strong>de</strong> <strong>la</strong>familia y <strong>de</strong> los auténticos maestros, quepropician el que niños y jóvenes adquie -ran <strong>la</strong> afición, el gusto, el vicio <strong>de</strong> leer.Pero hay que tener presente que todas <strong>la</strong>saficiones, como los vicios y como los há -bitos y los oficios, se adquieren y se nutrengradualmente. Siempre, resultan másfortalecidos en <strong>la</strong> medida en que intervieneun buen mediador, como seña<strong>la</strong>Mont serrat Sartó en Animación a <strong>la</strong> lecturacon nuevas estrategias:El niño necesita un mediador que leeduque <strong>para</strong> leer, que sirva <strong>de</strong> puenteentre él y el libro, le <strong>de</strong>scubra el valor<strong>de</strong> <strong>la</strong> lectura y tenga con él un se gui -miento hasta que termine el procesolector, hasta que alcance su auto -nomía.Por todo esto, habría que hacer hinca -pié en el hecho <strong>de</strong> que en <strong>la</strong>s familias, alos niños, generalmente, se les dote <strong>de</strong>una gran variedad <strong>de</strong> objetos y posibilida -<strong>de</strong>s <strong>para</strong> <strong>la</strong> recreación, reduciendo si no esque en algunos casos hasta excluyendo allibro. Al libro que no tiene un sitio en <strong>la</strong>curricu<strong>la</strong> esco<strong>la</strong>r, el libro que el niño pi<strong>de</strong>,porque le gustó cuando lo vio en <strong>la</strong> li -b rería; ese que disfruta que se le lea una yotra vez.Esto es reve<strong>la</strong>dor, el que en muchascasas haya una muy escasa o no hay unabiblioteca familiar. Al respecto el maestroAndrés Henestrosa, ese gran lector queentre sus recuerdos entrañables p<strong>la</strong>tica <strong>de</strong>libros, <strong>de</strong> leyendas y <strong>de</strong> sus lecturas. Asíse refiere a <strong>la</strong> necesaria calidad y al apegoque <strong>de</strong>biera surgir en <strong>la</strong> propia experiencialectora: “A los veinte años yo ya habíaleído muchos libros; creo po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>cir quea los cuatro <strong>de</strong> haber llegado a Méxicohabía leído ya una biblioteca. Y es queuna biblioteca lo mismo son diez libros yno lo son un millón”Esa afirmación es contun<strong>de</strong>nte, comolo es <strong>la</strong> que hace el poeta y editor JuanDomingo Argüelles en su libro Qué leenlos que no leen. El po<strong>de</strong>r inmaterial <strong>de</strong> <strong>la</strong>literatura, <strong>la</strong> tra<strong>dic</strong>ión literaria y el hábito<strong>de</strong> leer (Paidós/Croma, México, 2003, p.80), cuando opina:…algo que ha faltado en México <strong>para</strong>que <strong>la</strong> a<strong>dic</strong>ción al libro y <strong>la</strong> lectura prosperen;<strong>la</strong> biblioteca familiar, en <strong>la</strong> cualdiez libros constituyen el principio <strong>de</strong>una tentación, el arranque <strong>de</strong> una vocacióny <strong>la</strong> gloriosa oportunidad <strong>de</strong>caer irremediablemente en un vicio.Estas bibliotecas se forman con loslibros leídos p<strong>la</strong>centeramente, los cua -les se conservan por ese recuerdo <strong>de</strong>goce.Ese es el sentido último <strong>de</strong> <strong>la</strong> tarea per -ma nente <strong>de</strong> “dar <strong>de</strong> leer”, hacerlo en todoslos escenarios, en todas <strong>la</strong>s eda<strong>de</strong>s,<strong>para</strong> que <strong>de</strong> esa forma el niños o el adolescentecualquier día visite con gusto <strong>la</strong>biblioteca, porque ya sabe que ahí hayuna mina y sabe seleccionar lo que necesitay encontrar lo que le gusta. Y ¿cómolo apren<strong>de</strong>rá si no es disfrutando <strong>de</strong> loslibros y <strong>la</strong> lectura? No importa dón<strong>de</strong> yhacia dón<strong>de</strong>. Des<strong>de</strong> su casa, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su escue<strong>la</strong>o <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong> biblioteca, <strong>para</strong> ir por supropia voluntad a <strong>la</strong> biblioteca pública; allugar en que sabe usar <strong>la</strong>s herramientasque ahí se le brindan <strong>para</strong> resolver, <strong>para</strong>respon<strong>de</strong>r, <strong>para</strong> apren<strong>de</strong>r.Como seña<strong>la</strong> Michèlle Petit en Nuevosacercamientos a los jóvenes y a <strong>la</strong> lectu ra(México, SEP-FCE, 1991, p. 166): “To dos:maestros, bibliotecarios o investigadores,po<strong>de</strong>mos interrogarnos más sobre nuestrapropia re<strong>la</strong>ción con <strong>la</strong> lengua, con <strong>la</strong>lectura, con <strong>la</strong> literatura. Sobre nuestrapropia capacidad <strong>para</strong> vernos afectadospor lo que surge, <strong>de</strong> manera imprevisible,a <strong>la</strong> vuelta <strong>de</strong> una frase.”bEste texto fue presentado en <strong>la</strong> mesa “La literatura<strong>para</strong> niños y jóvenes y <strong>la</strong> promoción <strong>de</strong> <strong>la</strong> lectura”,realizada el 25 <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong> 2006, comoparte <strong>de</strong> los festejos por el XX Aniversario <strong>de</strong> <strong>la</strong>Casa Universitaria <strong>de</strong>l Libro <strong>de</strong> <strong>la</strong> UNAM.el BiBliotecario 21

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