Fernanda Villeli es una leyenda en la industria de la telenovela ...

FOTO: JAIME NAVARROy Muchacha de barrio, entre otros, considera que labase de estas historias son el suspenso, el melodramay su dosis de romanticismo.Quién mejor que ella sabe lo que la gente quierever. De su pluma han salido historias con una característicaprincipal: “En todas mis historias hay villanos, lamayoría de los actores quieren el papel del galánbueno, pero la realidad es que el villano es el que selleva la historia siempre”.El mal que sí triunfóLa mejor representación del mal, sin duda, es El maleficio,historia de su inspiración que llegó a la pantallachica en 1983. Todo inició como parte de una peticióndel actor y productor Ernesto Alonso, con quien Villelitrabajó casi toda su vida.Recuerda cuando Alonso le dijo: “Yo quiero que meescribas algo, a todos les escribes menos a mí”. A la escritora,que ya tenía una larga lista de éxitos telenoveleros, nole fue fácil pensar en un buen argumento para su amigo.“No nos poníamos de acuerdo con la historia. Tuvimosalgunas propuestas y a nadie convencían”, recuerda.“Ni siquiera a mí me gustaba lo que estaba escribiendo”,reconoce. Después de reposar el proyecto, dioal clavo. “Él quería encarnar a un hombre encantadorque se enamoraba perdidamente de una mujer y a míno se me daba eso con él, por su cara. Él era muy guapo,pero tenía una dureza en sus rasgos y eso me frenabapara escribir. Entonces le dije que no iba a funcionar,porque me daba un aire de villano. Y eso a Ernesto no leagradó nada. ¿Cómo me vas poner de villano?, me dijo”.La idea de ese personaje oscuro que creó para Alonso,surgió de un cuadro que el actor poseía. “Era la pintura deun soldado, que reflejaba un hombre malo, algo misterioso.Todos le decíamos que se parecía mucho al del cuadro,era idéntico”. Y así fue como nació El maleficio.La autora justifica su historia: “No era mostrar a la genteque existía el diablo, sino que existía gente con maldad”.Al igual que Silvia Derbez, Ernesto Alonso no queríaencarnar a un villano de ese alcance.“No estaba nada convencido. Una vez que nos pusimosde acuerdo, accedió”. Villeli sonríe al recordar queErnesto Alonso sólo le pidió no aparecer tan malo.Reconoce que tuvo miedo al arriesgarse con unahistoria tan oscura. Ya que nunca antes se había abordadotan abiertamente el tema de una persona que seinventa tratos con el diablo. La influencia de la tramano sólo impactó en la sociedad. La misma autora, cuyotrabajo la obligaba a salir a horas inesperadas, temíasalir en su coche, de noche, sola.El mismo Ernesto Alonso sabía el peso de su personaje.“Dudaba si le haría daño cuando lo vieran en lacalle. La sorpresa fue que la gente se le acercaba parafelicitarlo y lo saludaban con respeto. Esto reafirma loque siempre he dicho: los villanos son quienes se llevanla historia”, dice Villeli.Es común que la gente se apasione por un melodrama.La historia sobrepasa la ficción. Muchos famososhan padecido la euforia, le pasó a Silvia Derbez enSenda prohibida. Pero para Villeli esto ya es pasado.“La telenovela, como todas las cosas, se convirtió engénero y la gente sabe que es sólo ficción”.El éxito: un misterioLas telenovelas mexicanas están bien posicionadas anivel mundial. Prueba de ello es que compiten en 20 o30 países al mismo tiempo. Sin embargo, se critica lafalta de historias originales. Se tiene la sensación deque ya no se innova. Las historias siempre se repiten.Pero la realidad es que a la gente le siguen gustando.¿Por qué?, le pregunto a Fernanda Villeli. Ella responde:“Quién sabe. Yo decía ya basta, ya no puede30 DÍA SIETE 382