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11.07.2015 Views

se hiere de muerte para hacer morir. Pero si hay en esto un valor triste, no es menospositivo y cierto que envenenará y matará por la proyección sola de su voluntadperversa.Pueden existir amores que maten lo mismo que el odio, y los hechizos de labenevolencia son la tortura de los malvados. Las oraciones que se dirigen a Dios para laconversión de un hombre, llevan la desgracia a ese hombre si el no quiere convertirse.Hay, como hemos dicho, fatiga y peligro en luchar contra las corrientes fluiditasexcitadas por cadenas de voluntades unidas.Existen, pues, dos clases de hechizos: el hechizo voluntario y el hechizo involuntario.Pueden también distinguirse el hechizo físico y el hechizo moral. La fuerza atrae lafuerza; la vida atrae la vida; la salud atrae la salud; esta es una ley de naturaleza.Si dos niños viven juntos, y sobre todo se acuestan juntos, y de ellos son el uno fuerte yel otro débil, el fuerte absorberá al débil, y éste perecerá. Por esta sola causa, esimportante que los niños se acuesten solos.En los colegios, ciertos alumnos absorben la inteligencia de sus demás condiscípulos, yen todo circulo de hombres, pronto se encuentra un individuo que se apodera de lavoluntad de los demás.El hechizo por corrientes es una cosa muy común, como ya lo hemos hecho advertir; sesiente uno impulsado por la muchedumbre en lo moral como en lo físico. Pero lo quevamos a hacer constar más particularmente en este capítulo es el poder casi absoluto dela voluntad humana sobre la determinación de sus actos y la influencia de todademostración exterior de una voluntad sobre las cosas hasta externas.Los hechizos voluntarios son todavía frecuentes en nuestras campiñas porque lasfuerzas naturales, entre personas ignorantes y solitarias, obran sin ser debilitadas porninguna duda o por ninguna diversión. Un odio franco, absoluto y sin ninguna mezclade pasión rechazada o de concupiscencia personal, es un decreto de muerte para aquelque es objeto de él en ciertas y determinadas condiciones. Digo sin mezcla de pasiónamorosa y de concupiscencia, porque un deseo, siendo una pasión, contrabalancea yanula el poder de proyección. Así, por ejemplo, un celoso no hechizará nunca a su rival,y un heredero concupiscente no abreviará, por el solo hecho de su voluntad, los días deun lío avaro y miserable. Los hechizos ensayados en estas condiciones caen sobre aquelque los opera, y son más bien saludables que novicios para la persona que es objeto deellos, porque se desprenden de una acción odiosa que se destruye por sí misma alexaltarle.Las palabras envoûtement o hechizo, muy enérgica en su sencillez, gala, manifiestaadmirablemente la misma cosa que envoultement, acción de tomar, por decirlo así, yenvolver a alguien en un voto, en una voluntad formulada.El instrumento de los hechizos no es otro que el gran agente mágico, que bajo unavoluntad perversa, se convierte, real y positiviamente, en el demonio.El maleficio propiamente dicho, es decir, la operación ceremonial para el hechizo, noobra más que sobre el operador, y sirve para fijar y confirmar su voluntad, formulándolacon perseverancia y esfuerzo, condiciones ambas que hacen la voluntad eficaz.Cuanto más difícil u horrible es la operación, más eficaz resulta, porque obra mayorfuerza sobre la imaginación y confirma el esfuerzo en razón directa con la resistencia.Esto es lo que explica la bizarría y la atrocidad de las operaciones de la magia negraantre los antiguos y en la Edad Media, las misas del diablo, los sacramentosadministrados a reptiles, las efusiones desangre, los sacrificios humanos y otras100

monstruosidades que son la esencia misma y la realidad de la goeciayla nigromancia.Son semejantes prácticas las que han atraído sobre las brujas en todas los tiempos lajusta represión de las leyes. La magia negra no es realmente más que una combinaciónde sacrilegios y de crímenes graduados para pervertir para siempre una voluntadhumana y realizar en un hombre vivo el fantasma repugnante del demonio. Es,propiamente hablando, la religión del demonio, el culto de las tinieblas, el odio hacia elbien llevado al paroxismo; es la encamación de la muerte y la creación permanente delinfierno.El cabalista Bodin, que como se supondrá fue un espíritu débil y supersticioso, no hatenido otro motivo para escribir su Demonomanía que la necesidad de prevenir a losespíritus contra la peligrosísima incredulidad. Iniciado por el estudio de la Cábala en losverdaderos secretos de la magia hábía templado a pensar en los peligros a los cuales seexpondría la sociedad abandonando ese poder a la maldad de algunos hombres. Intentó,pues, lo que ahora acaba de ensayar entre nosotros Eudes de Mirville; recogió hechossin explicarlos, y denunció alas ciencias desatentas o preocupadas, la existencia deinfluencias ocultas y de operaciones criminales de la mala magia. Bodin no fueescuchado en su tiempo, como tampoco lo será ahora Eudes de Mirville, porque nobasta indicar fenómenos y prejuzgar la causa para impresionar a los hombres serios;esta causa es preciso estudiarla, explicarla, demostrar su e~iistencia, y esto es lo quetratamos de hacer. ¿Tendremos nosotros mejor éxito?Puede morirse por amor de ciertos seres, como puede morirse por su odio; existenpasiones absorbentes bajo cuya aspiración se siente uno desfallecer como lasprometidas de los vampiros. No son únicamente los malvados los que atormentan a losbuenos, sino que es a su vez los buenos quienes atormentan a los malvados. La dulzurade Abel era uu. amplio y penoso hechizo debido a la ferocidad de CaIn. El odio al bienentre los malvados, procede del mismo instinto de conservación Por otra parte,mostrarse tranquilos, desafiando y justificando el mal; Abel, ante CaIn, era un hipócritay un cobarde que deshonraba la fiereza humana por sus escandalosas sumisiones a ladivinidad. ¡Cuánto no ha debido sufrir el primero de los asesinos antes de proceder alespantoso asesinato contra su hermano! Si Abel hubiera podido comprenderle, se habríaquedado asombrado.La antipatía no es otra cosa que el presentimiento de un probable hechizo; hechizo quemuy bien pudiera ser de amor o de odio, porque se ve con frecuencia suceder al amor laantipatía. La luz astral no advierte acerca de las influencias venideras por medio de unaacción ejercida sobre el sistema nervioso, más o menos sensible y más o menos viva.Las simpatías instantáneas, los amores fulminantes, son explosiones de luz astralmotivadas tan exactamente y no menos matemáticamente explicables y demostrablesque las descargas eléctricas de fuertes y poderosas baterías. Puede verse por todas partescuántos y cuán graves son los peligros que amenazan al profano que juega sin cesar confuego sobre pólvoras que no ve.Nos hallamos saturados de luz astral y la proyectamos sin cesar para dar lugar a nuevasimpresiones. Los aparatos nerviosos destinados sea para la proyeccion, sea para laatracción, tiene particular asiento en los ojos y en ls manos. La polaridad de éstas resideen el pulgar y es por esto por lo que siguiendo la tradición másgic conservada aun ennuestros campos cuando uno se halla en compañía sospechosa, se coloca el dedo pulgarreplegado y oculto en la palma de la mano, a fin de evitar de que nadie nos fije, ytratando de ser el primero en mirar a aquellos de quienes algo tenemos que temer y de101

monstruosida<strong>de</strong>s que son la esencia misma y la realidad <strong>de</strong> la goeciayla nigromancia.Son semejantes prácticas las que han atraído sobre las brujas en todas los tiempos lajusta represión <strong>de</strong> las leyes. La <strong>magia</strong> negra no es realmente más que una combinación<strong>de</strong> sacrilegios y <strong>de</strong> crímenes graduados para pervertir para siempre una voluntadhumana y realizar en un hombre vivo el fantasma repugnante <strong>de</strong>l <strong>de</strong>monio. Es,propiamente hablando, la religión <strong>de</strong>l <strong>de</strong>monio, el culto <strong>de</strong> las tinieblas, el odio hacia elbien llevado al paroxismo; es la encamación <strong>de</strong> la muerte y la creación permanente <strong>de</strong>linfierno.El cabalista Bodin, que como se supondrá fue un espíritu débil y supersticioso, no hatenido otro motivo para escribir su Demonomanía que la necesidad <strong>de</strong> prevenir a losespíritus contra la peligrosísima incredulidad. Iniciado por el estudio <strong>de</strong> la Cábala en losverda<strong>de</strong>ros secretos <strong>de</strong> la <strong>magia</strong> hábía templado a pensar en los peligros a los cuales seexpondría la sociedad abandonando ese po<strong>de</strong>r a la maldad <strong>de</strong> algunos hombres. Intentó,pues, lo que ahora acaba <strong>de</strong> ensayar entre nosotros Eu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Mirville; recogió hechossin explicarlos, y <strong>de</strong>nunció alas ciencias <strong>de</strong>satentas o preocupadas, la existencia <strong>de</strong>influencias ocultas y <strong>de</strong> operaciones criminales <strong>de</strong> la mala <strong>magia</strong>. Bodin no fueescuchado en su tiempo, como tampoco lo será ahora Eu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Mirville, porque nobasta indicar fenómenos y prejuzgar la causa para impresionar a los hombres serios;esta causa es preciso estudiarla, explicarla, <strong>de</strong>mostrar su e~iistencia, y esto es lo quetratamos <strong>de</strong> hacer. ¿Tendremos nosotros mejor éxito?Pue<strong>de</strong> morirse por amor <strong>de</strong> ciertos seres, como pue<strong>de</strong> morirse por su odio; existenpasiones absorbentes bajo cuya aspiración se siente uno <strong>de</strong>sfallecer como lasprometidas <strong>de</strong> los vampiros. No son únicamente los malvados los que atormentan a losbuenos, sino que es a su vez los buenos quienes atormentan a los malvados. La dulzura<strong>de</strong> Abel era uu. amplio y penoso hechizo <strong>de</strong>bido a la ferocidad <strong>de</strong> CaIn. El odio al bienentre los malvados, proce<strong>de</strong> <strong>de</strong>l mismo instinto <strong>de</strong> conservación Por otra <strong>parte</strong>,mostrarse tranquilos, <strong>de</strong>safiando y justificando el mal; Abel, ante CaIn, era un hipócritay un cobar<strong>de</strong> que <strong>de</strong>shonraba la fiereza humana por sus escandalosas sumisiones a ladivinidad. ¡Cuánto no ha <strong>de</strong>bido sufrir el primero <strong>de</strong> los asesinos antes <strong>de</strong> proce<strong>de</strong>r alespantoso asesinato contra su hermano! Si Abel hubiera podido compren<strong>de</strong>rle, se habríaquedado asombrado.La antipatía no es otra cosa que el presentimiento <strong>de</strong> un probable hechizo; hechizo quemuy bien pudiera ser <strong>de</strong> amor o <strong>de</strong> odio, porque se ve con frecuencia suce<strong>de</strong>r al amor laantipatía. La luz astral no advierte acerca <strong>de</strong> las influencias veni<strong>de</strong>ras por medio <strong>de</strong> unaacción ejercida sobre el sistema nervioso, más o menos sensible y más o menos viva.Las simpatías instantáneas, los amores fulminantes, son explosiones <strong>de</strong> luz astralmotivadas tan exactamente y no menos matemáticamente explicables y <strong>de</strong>mostrablesque las <strong>de</strong>scargas eléctricas <strong>de</strong> fuertes y po<strong>de</strong>rosas baterías. Pue<strong>de</strong> verse por todas <strong>parte</strong>scuántos y cuán graves son los peligros que amenazan al profano que juega sin cesar confuego sobre pólvoras que no ve.Nos hallamos saturados <strong>de</strong> luz astral y la proyectamos sin cesar para dar lugar a nuevasimpresiones. Los aparatos nerviosos <strong>de</strong>stinados sea para la proyeccion, sea para laatracción, tiene particular asiento en los ojos y en ls manos. La polaridad <strong>de</strong> éstas resi<strong>de</strong>en el pulgar y es por esto por lo que siguiendo la tradición másgic conservada aun ennuestros campos cuando uno se halla en compañía sospechosa, se coloca el <strong>de</strong>do pulgarreplegado y oculto en la palma <strong>de</strong> la mano, a fin <strong>de</strong> evitar <strong>de</strong> que nadie nos fije, ytratando <strong>de</strong> ser el primero en mirar a aquellos <strong>de</strong> quienes algo tenemos que temer y <strong>de</strong>101

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