11.07.2015 Views

Denevi, Marco - Ceremonia secreta

Denevi, Marco - Ceremonia secreta

Denevi, Marco - Ceremonia secreta

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>Marco</strong> <strong>Denevi</strong><strong>Ceremonia</strong> <strong>secreta</strong>Siempre disfrazada de Anabelí Santos, exhausta, desmembrada, con todas susfuerzas consumidas por la larga representación delante de las dos viejas bribonas(sobre todo por aquella escena final, cuando le pareció que con un bastón de hierroquebraba y quebraba infinitas formas de barro), la señorita Leonides se desplomósobre su angosta camita y, sin ánimo ni para pestañear, miraba con ojos de laca unrosetón del cielo raso. En el suelo, descoyuntada en una postura inverosímil, la muñecagemía. Más lejos, el buda sonreía y meditaba.Se fue la tarde, vino la noche, las sombras borraron el rosetón del techo, y la señoritaLeonides seguía inmóvil como un tronco talado.Hasta que —quizá fue un sueño, quizá no lo fue— se le figuró que Anabelí Santosdejaba de ser una criatura fingida, cobraba dimensiones reales, estaba ahí, viva, yle dirigía una suerte de larga admonición.Sí, Anabelí Santos le decía:—Leonides, está bien. Has descubierto que Cecilia tuvo un embrollo de esos quetanto te disgustan. Las oíste, ¿eh?, a las dos cotorras. Y ahora tú trazas una raya y escribesel resultado: Cecilia es esto, Cecilia es aquello, no merece mi afecto, y en consecuencia,lo mismo que Belena, la abandono, no vuelvo más por allá, el juego ha terminado.Leonides, haces como los demás. Como la madre, como Fabián, como Belena,como todos. Se acercan a Cecilia, abusan de ella (unos de una manera, otros deotra) y luego huyen (la madre huyó al otro mundo, pero en el fondo es lo mismo). ¿Ytú, por qué? La historia de Fabián te ha golpeado en los dientes. Lo comprendo. Creíasque la ruina de aquella casa, que el desvarío de Cecilia, eran la obra del dolor delángel, y ahora han venido las dos momias a murmurarte al oído que no, que estabasequivocada, que todo ha sido una tramoya de la bestia, una inmunda mixtura desexo, lujuria, violación y robo. Y tú, asqueada, te alejas de ese mico sarnoso. Estábien, pero reflexionemos. No compararás a Cecilia, me supongo, con esas mujeresque se besan con hombres en los paseos públicos y cuando te ven con tu soledad y tusombrero se ríen provocativamente. Esas mujeres son siempre bellas, altas, dueñasde sí mismas (todo lo contrario de Cecilia). Esas mujeres no se encierran en sus casasa cuidar enfermos, no se atan al lecho de un moribundo que tarda tres años en morirse(ni tres años ni tres días). Sus muertos se mueren solos, maldiciéndolas, mientrasellas corren a abrazarse con un joven apuesto que las espera en un parque, dentro deun automóvil, en un lujoso departamento. En cambio, Cecilia es tu semejante, tuhermana de timidez y de martirio. Después de aquellos tres años junto a la madredesahuciada, ¿qué supones que le reservaría el mundo? Las mismas emboscadas quea ti. A ti solfear con los mosaicos, hablar sola y poner una rama de ortiga en la puertade Natividad González. Y a ella caminar por la calle con un aspecto de inmigrantepolaca, y que un muchacho de las esquinas la vea y la siga. Y ya está. La trampa seabre, y Cecilia, sin darse cuenta, tiene un pie en el cepo. Habrá creído hallar, por fin,un camarada, un amigo joven, risueño, con quien pasearse tomados de la mano, bajolos árboles, como habrá visto a tantos muchachos y muchachas de su edad. Y sobretodo, alguien sano, alguien fuerte, alguien que está libre de la mordedura del horriblecangrejo, y no huele a remedios, ni a vejez, ni a muerte, sino a carne limpia y a juventudy a salud. Todo eso habrá sido Fabián para Cecilia. Y cuando Belena, esa mujer46

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!