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Denevi, Marco - Ceremonia secreta

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<strong>Marco</strong> <strong>Denevi</strong><strong>Ceremonia</strong> <strong>secreta</strong>—Encarnación: ¿Cómo, perdido?—Anabelí: Habrían perdido la oportunidad de seguir yendo a la casa de Ceciliaa robarse cosas.—Mercedes: ¿En?—Encarnación: No sé qué quiere decir, señora.—Anabelí: Por el contrario, lo sabe muy bien.—Encarnación: Le advierto que si esa chiflada le ha ido con historias...—Anabelí: Ninguna historia. Cecilia no me ha contado nada.—Encarnación: Pero entonces, en concreto, ¿a qué se refiere?—Anabelí: Me refiero, en concreto, a varias chucherías del comedor. Me refiero,en concreto, a una estola de lutre. Me refiero, en concreto, a varios vestidos de Guirlanda.La persona que ayer estaba encerrada en el cuarto de baño era yo.—Encarnación: ¿Usted?—Mercedes: ¿Usted?—Anabelí: Finalmente: me refiero, en concreto, a esta muñeca.—Encarnación: Ah, no, permítame. Esta muñeca me la regaló Belena.—Anabelí: ¿Y con que derecho Belena regala objetos pertenecientes a su primasin el consentimiento de esta? De modo que permiso. Y también este buda.—Encarnación: Eso sí que no se lo voy a permitir. El buda es un regalo de casamientode mi madre.—Anabelí: Me lo llevo lo mismo. Va en lugar de la estola.—Encarnación: Ah, no. Llamaré a la policía.—Mercedes: A la policía.—Anabelí: Llámela. Yo la llamaré antes. Veremos qué le dice usted y que le digoyo.—Encarnación: No levante la voz. Mi madre puede oírla.--Anabelí: Entonces comience por bajarla usted. Y dígale a su hermana que terminecon sus lloriqueos.—Encarnación: ¡Mercedes, callate!—Anabelí: Y ahora, veamos; ¿que mas?—Encarnación: ¿Todavía hay más?—Anabelí: Dinero, también dinero le habrán robado a aquella infeliz. O lehabrán hecho firmar testamento a favor de ustedes, legados falsos por los que puedenir a la cárcel.—Encarnación: ¿Pero que está diciendo?—Mercedes: ¿Qué está diciendo?—Anabelí: Y bien, escúchenme. Les prohíbo volver por la casa de Cecilia. Ahoraestaré yo ahí, vigilando. Si vuelven, con cualquier pretexto que sea, las haré detener.—Encarnación: Basta, señora. Por piedad, basta.—Anabelí: ¿Me han comprendido?—Encarnación: Váyase, se lo ruego.—Mercedes: Váyase, váyase.—Anabelí: Ya me voy. Pero les repito...—Encarnación: No es necesario.—Mercedes: No es necesario.—Anabelí: Entonces, adiós.44

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