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Denevi, Marco - Ceremonia secreta

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<strong>Marco</strong> <strong>Denevi</strong>8<strong>Ceremonia</strong> <strong>secreta</strong>naval representa un momento de muerte-renacimiento en el cual, a partir de la inversióndel orden jerárquico que domina lo social, pueden liberarse las fuerzas vitalesasociadas con las funciones “bajas” del cuerpo, estableciéndose un “mundo al revés”utópico, en el que lo popular insufla su vitalidad y su risa liberadora en el ordenopresivo y esclerosado oficial. Sin embargo, en <strong>Ceremonia</strong> <strong>secreta</strong> el carnaval, lejos deabrir una dimensión de vitalidad aparece como una instancia de muerte y tragedia,en tanto está despojado de la vida representada por la sexualidad, en favor de unaespiritualización que niega lo material.Asimismo, puede ponerse este desplazamiento del canon propio del cuento dehadas en relación con la incorporación del segundo código literario que aparece en eltexto: el del relato policial. En efecto, tanto como Leonides en un nivel es el príncipesolterona,también es el detective que, a través de una arriesgada investigación consiguerearmar el enigma y descubrir al asesino: Belena. Sólo que, apartándose de laestructura tradicional de la narración detectivesca de enigma que aparecía en Rosauraa las diez, en favor de la propia de la “novela negra”, no se trata ya de un detectivepasivo que intelectualmente desanuda los hilos de la intriga sentado en su gabinete,al estilo del inspector Baigorri, sino de uno activo que pasa de investigador a asesinojusticiero, vengando con sus propias manos la violación y la muerte de Cecilia, almargen de toda intervención policial.En esta reapropiación del esquema del relato detectivesco nos encontramos conel mismo tipo de desplazamiento que se producía en el caso del género popular anterior:el héroe no es ya el duro investigador solitario que empezaron a delinearChandler y Hammet, sino una solterona de mediana edad, un tanto mamarrachescapero entrañable que configura uno de los antihéroes más llamativos de nuestra ficción.En este punto, creo que se impone, aunque sea, una mínima reflexión acerca delpapel que cumplen los personajes femeninos y masculinos en el texto.Según lo hemos visto a partir de la manipulación transgresora que hace el textode los topoi del cuento de hadas y del relato detectivesco “negro”, el lugar que canónicamenteambos géneros le atribuyen al héroe joven y apuesto, aquí es asumido poruna mujer fea, ridícula y madura que, a partir de su soltería y su rechazo horrorizadodel sexo sólo guarda de mujer la posibilidad del amor materno. Al margen del juegoirónico con los estereotipos machistas de larga data que esto entraña, creo que talsustitución apunta a una exclusión deliberada del varón de sus lugares de poder yseducción tradicionales, rasgo que se confirma y adquiere una connotación aún másradical cuando consideramos al resto de los personajes femeninos, pues advertimosque todas las mujeres que han tenido algún contacto con hombres mueren, mientrasque sólo sobreviven aquellas que han eludido dicho comercio funesto: las solteronas,si bien en los dos grupos encontramos tanto mujeres buenas como malas, ordenadassegún el rígido sistema de valores morales del cuento de hadas y el melodrama.Es decir que lo masculino parecería emerger como instancia auténticamente letaldentro de la nouvelle, idea que se confirma cuando consideramos a los dos únicoshombres operantes en el relato: Jan Engelhardt y Fabián. Si bien por medios absolutamenteopuestos —en uno la ascesis espiritual, en el otro la sexualidad y la delincuencia—y con sentidos también contrarios —pues la muerte para la que Jan se hapreparado y ha preparado a su hija es la de la carne, a fin de que el espíritu resplandezca,mientras que Fabián infiere la muerte con y por el sexo y el dinero—, ambosson vehículos de la muerte. Claro que en esa diferencia se dibuja precisamente el

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