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Prólogo Entre aquí y allá. Las familias colombianas transnacionales

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<strong>Entre</strong> aquí y allá. <strong>Las</strong> <strong>familias</strong> <strong>colombianas</strong> <strong>transnacionales</strong>4.2.1.1. Hijos e hijas que quedan al cuidado de una familiar diferenteal padre y la madreCuando los dos miembros de la pareja migran, son las abuelas quienes suelen quedara cargo del cuidado y protección de la prole, más aún cuando han estado siempre cercay se les tiene respeto y cariño. No obstante la confianza depositada en ellas, no esposible saber cómo resultará el proceso, en el que pueden surgir problemas, contradiccionesy desacuerdos en el cuidado de los niños y las niñas, lo que genera tensionesy preocupaciones en los padres y madres. Por otra parte, también puede resultarexitosa la escogencia de las abuelas como cuidadoras, lo que tiende a dar tranquilidada los y las migrantes. A continuación describimos los casos de dos abuelas-cuidadorasque muestran procesos disímiles en el cuidado de nietos y nietas.Elena, madre migrante, muy entregada a su familia, que decide reunirse con suesposo en España, tiene dos hijos que estuvieron felices ante la idea de quedarseal cuidado de la abuela paterna, pues consideraban buena su relación con ella. Noobstante, al migrar la madre y mudarse con la abuela, las cosas empezaron a cambiarpara Luisa y Carlos, quienes manifestaron a su madre estar insatisfechos con laforma en que su abuela los criaba. Lo anterior constituyó una gran preocupación paraElena, quien desde España no podía controlar lo que su suegra hacía en Colombia conel dinero que enviaba para sus hijos, ni podía influir en el trato que les estaba dando,situación que debió soportar por un periodo aproximado de tres años, hasta que suhijo mayor tuvo edad para que ella le enviara directamente el dinero, pero a escondidas.Esto es lo que Elena relata con relación a lo que vivían sus hijos:Yo enviaba dinero para que a mis hijos no les faltara nada, se supone que por eso estabaaquí; bueno, entre comillas le agradezco a mi suegra que para ella era primero pagar lasdeudas, pero no tanto como para restringirle a un niño un desodorante o una toalla higiénica,tampoco era hasta allá. Bueno, algo que me marcó muchísimo fue que precisamenteel día que me vine, la niña se desarrolló y luego me decía que la abuela ni para las toallashigiénicas le daba, le hacía poner trapos (llanto), y yo creo que entonces esas eran las peleascon mi marido, y ella, que no (…) El niño, pues igual; mis hijos se bañaban todos los días,el aseo y todo el cuento (llanto), y alguna vez le dijo a mi marido que le habían mandadouna nota del colegio diciéndole que el niño olía a feo; y digo yo, que si no les daba para undesodorante menos les daba para un champú (llanto).De acuerdo a la hija de Elena, la situación era difícil porque la abuela era una personade edad y porque tenía una concepción del ahorro y los gastos distinta a la deellos; es por eso que Luisa afirma: la convivencia me perturbó bastante la vida, sinembargo asumió con su hermano esta situación con la esperanza de que con el ahorroque hacía su abuela, su padre y madre podrían volver más rápido a Colombia,lo que refleja una idea de sacrificio para un futuro común. Los problemas con la202

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