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Prólogo Entre aquí y allá. Las familias colombianas transnacionales

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El antes y el después de las <strong>familias</strong> <strong>transnacionales</strong>. Cambios a partir de la migraciónA la par, los hijos e hijas recuperan la confianza y la complicidad que tenían con elpadre antes de los desacuerdos vividos, por lo que añoran constantemente su presencia,como nos contó Catalina: yo le dije que ojalá pudiera venir pronto para que habláramos,que tuviéramos las cosas igual que antes porque me hacía mucha falta, mucha,mucha falta, y de hecho todas mis noches han sido muy duras. Por otro lado, tambiénagradecen que a pesar la lejanía sus progenitores mantengan el interés en ellas yellos y se preocupen por buscar alternativas para conservar el vínculo, así como afirmóCarla: yo lo quiero porque de otra persona se hubiera ido por allá, a España, y noshubiera dejado a nosotras botadas y no hubiera respondido. Sin embargo, en ocasioneslos hijos e hijas les reprochan su ausencia durante los momentos especiales que hanvivido mientras ellos no estaban: Un día, yo le dije a mi papá que yo quería más a mipadrino que a él, porque él no había estado conmigo y había preferido irse para allá, yse puso bravo y me colgó el teléfono (Carla).Por otra parte, las relaciones entre padres, hijos e hijas que aún se encuentran enla infancia, se caracteriza por la imposibilidad que tienen los migrantes para participaractivamente en la crianza, limitándose únicamente a una vinculación económica,como relató Henry: (…) en la distancia, en la forma de la educación no intervengopara nada, sólo en la parte económica (…) y sólo hablo con ellas cosas que notienen nada que ver con su educación. Esto genera un sentimiento de insatisfacciónen los padres, pues su rol queda reducido a la proveeduría y los excluye de otrasdecisiones que usualmente tomaban, teniendo acceso únicamente al conocimientode cómo están sus hijos e hijas. Además, el establecimiento de vínculos entrañablescon los hijos e hijas de corta edad se dificulta ya que para ellos y ellas no es fácilconcentrarse ni apropiarse de los espacios de comunicación, como ocurre con lashijas de Henry:Estábamos hablando de su cumpleaños, yo le preguntaba que qué quería (…), y dijo: “elsábado tengo mi piñata”, y yo: “mi amor, ¿me vas a invitar?”, y ella me dice: “no papi, nopuedes venir porque estás muy lejos”, y yo: “bueno, mi amor, entonces entiendes que estoymuy lejos pero, de corazón, voy a estar contigo, ¿bueno?”, y luego me dice: “papi, es que yame voy a ir, tengo que ir a jugar, te voy a pasar a mi hermanita” (risas).Este acontecimiento es interpretado por los padres como una situación normal y consecuentecon la edad de los niños y las niñas, por lo que no incide directamente en elamor que pueda existir entre ellos o el grado de empatía que puedan tener, tal comonos comentó Henry: (…) el hecho de que tal vez ella no quiera pasar al teléfono, nosignifica nada, simplemente que es una niña, que está jugando y que tal vez tiene otrasideas en la cabeza, pero mi amor por ella nunca va a cambiar, entonces no pasa nadacon eso.199

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