Prólogo Entre aquà y allá. Las familias colombianas transnacionales
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<strong>Entre</strong> aquí y allá. <strong>Las</strong> <strong>familias</strong> <strong>colombianas</strong> <strong>transnacionales</strong>De esta forma, algunas madres comparan la partida de su prole con el desgarramientode alguna parte de su cuerpo; manifiestan sentir un dolor muy profundo, pues sentíana sus hijos como parte de ellas. Así lo expresan Ruth: Es como si le faltara a uno algo dela mano (…) es como si a uno le quitan un brazo (…); Susana: Yo soy muy sentimental,a mí por todo se me parte el corazón y duré tres meses mal, muy mal. Cuando vuelvenuno siente que se muere y cuando se van otra vez, también se me rompe el corazón. Enestos casos se expresa la continuidad del duelo, la recurrencia del mismo, ocasionadopor la migración y los reencuentros entre madre e hija/o. En realidad, el dolor afectael cuerpo, la salud mental y física de estas madres: apenas se recuperan de la primeradespedida, vienen las visitas, y cuando se vuelven a ir, se reabren las heridas generandotristezas profundas y hasta depresión. Por esto, en varios relatos se consideraba másagudo el dolor ocasionado por la segunda visita y la consecuente partida.Para estas mujeres, lo que se llama dolor de madre se convierte en una imagen positivacuando la asocian con la religión: las vírgenes sufrientes en la iconografía colombiana,llorosas ante la muerte de su hijo. En este sentido, el llanto se legitima através de la cultura y se repite como forma de expresión de estos sentimientos. Así serefiere al respecto Nora, madre de migrante: En un principio era terrible porque cadavez que él llamaba yo no aguantaba el llanto; él me decía: “no te preocupes mamá queyo acá estoy bien” (llanto), pero no sé, uno no puede fingir el dolor (...). Katia, por suparte, lo relata así: Es algo como tan duro para mí como mamá, y sobre todo hay díasque está uno como más sensible a las cosas y yo tengo que hacerme la fuerte, por misotras dos hijas, porque de pronto ellas vayan a pensar que es que uno lo quiere más a él.De nuevo se menciona la nostalgia ante la imposibilidad de lograr un contacto físico,como afirma Leticia: (...) esas ganas de poderle abrazar, tenerlo personalmente, es algoque ¡uf! le pone a uno, como se dice, la piel de gallina.Los sentimientos de soledad de las madres se acentúan cuando su proyecto único devida ha sido los hijos/hijas y estos han migrado. Como afirma Alicia: (…) me aburrosola, digamos; yo no volví a tener otro hombre, una pareja, sino que yo viví sola; ahorame hacen más falta ellos, me siento más sola. La mayoría de las madres relatan sindificultad que les expresan sus sentimientos de dolor a sus hijos e hijas, y algunassienten que ahora se comunican más cariñosamente que antes. La siguiente reflexiónde Alicia, madre de migrante, ilustra esta situación:Yo soy muy seca en eso; me he acostumbrado, que es otra cosa; pero de pronto los sufrimientosy las cosas me han hecho como decir: “antes de que pueda suceder algo, antes de esto, yopuedo estar dándole un abracito o un besito o que quede como una palabra de cariño o talcosa”, porque ya tantas cosas que le han sucedido a uno (…).Estas últimas reflexiones indican hasta qué punto ahora está en boga el mandato culturalfavorable a la expresión de sentimientos, no siempre común en nuestra cultura,122