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Prólogo Entre aquí y allá. Las familias colombianas transnacionales

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Los vínculos en las <strong>familias</strong> <strong>transnacionales</strong>hasta obligar a hacer cosas malas, entonces ese era uno de los temores que nosotrosteníamos.Igualmente, los y las migrantes experimentan una sensación de pérdida de identidadpersonal, que asocian con el hecho de que deben llegar a un lugar en el que no sonconocidos por nadie ni ellos conocen a nadie, un país en el que no ocupan ningunaposición que sea reconocida, valorada o deseada por los otros. Esto se refleja en relatoscomo el de Irene, quien siente que su personalidad se ha desmoronado; Elena,quien piensa: (…) en España soy una más del montón y nadie me voltea a ver porquenadie me conoce, uno no es nadie (…); o Beatriz, quien nos explicó: (…) en Colombiaera muy segura de mí misma, como que me sentía muy orgullosa de lo que era y de lo quehacía, en cambio acá ha sido totalmente diferente. Esto influye en la manera de llevar acabo su proceso de incorporación en el país de destino, ya que afecta su autoestima,la confianza que tienen en sí mismos y en los demás, y en la capacidad y motivaciónpara entablar nuevas relaciones y tejer redes de apoyo en el nuevo contexto.Todos estos sentimientos despiertan emociones que ocasionan un duelo en los y lasmigrantes y sus familiares. Compartimos con Freud (1924) su afirmación acerca deque en la muerte de un ser querido o en cualquier pérdida, el duelo cumple unafunción, pues permite recuperar la energía emotiva ante la pérdida de un objetopara reinvertirla en otros apegos. Cuando vivimos el duelo sentimos un profundoabatimiento, falta de interés por el mundo exterior, menor capacidad de amar, unainhibición de la actividad según el valor que se le atribuye, es decir, de la inversiónafectiva que se ha tenido por lo perdido. Cuando es inevitable, aparece la nostalgiaque según González V. (2006: 79), es compañera del duelo, “(…) procede del griego‘algia’ provocadas por la necesidad insatisfecha de retornos ‘nostos’”.El duelo y las sensaciones de pérdida en la migración son complejos. Por un lado,como afirma Falicov (2002), es ambiguo, disminuye su efecto ante la esperanza delretorno y se recrudece ante las nuevas despedidas. Además, la nostalgia se convierteen un sentimiento más o menos enternecedor y difuso, que abarca por igual la tierraperdida y el tiempo que se ha dejado atrás, comprende también múltiples duelos provocadosno sólo por el hecho de estar lejos de la familia sino por todo lo que quedóatrás: la cultura, las relaciones de amistad, el territorio, etc.<strong>Entre</strong> los sentimientos que llevan al duelo por la tierra o país de origen podemosdestacar el desarraigo, entendido como “(…) el temor que se siente ante lo desconocido,lo diferente y lo nuevo; es la necesidad y el deseo que se tiene de conservary acariciar lo viejo (…)” (Restrepo, 2006: 106). Esta necesidad se refleja en relatoscomo el de Iván: Yo a mi país lo quiero y lo amo mucho (…). Quiero vivir allí, allí nací,de allí soy y allí están las cosas que yo más amo en la vida. Quiero volver; el de Lucía:115

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