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LUJO ARTES N 7 IT ClenlaillY111111,11151" - periodicoadarve.com

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dan, <strong>com</strong>o quien dice, resueltas. No tenemosmás que llegar, sentarnos y esperar. El resto loharán los demás.Los otros motivos, los interiores, son máspersonales, más subjetivos, y por lo tanto nuestraparticipación es más activa, más directa.En <strong>com</strong>pensación, los goces que estos motivosprovocan en nuestra psique, son más agra.dables.La ventaja de estos motivos internos, quea su vez yo divido en dos clases o categoríasdistintas, es que para distraerse con ellos nohace falta nada, o casi nada. No es menesterní salir de casa tan siquiera. Solo es cuestiónde proponérselo y poner en juego cuantas imágenesposeemos cada uno de nosotros en nuestro«almacén» particular. Quiero decir, jugara recordar.El recuerdo, <strong>com</strong>o es sabido, puede ser sur.gído o sugerido, esto es, que puede presentarserepentinamente y hacerse imagen clara y concisa,en nuestra mente o puede ser traído desdelejos por el acto de hacer memoria.La memoria y el recuerdo aunque parecidas,son dos cosas distintas. Recordar es revivificaren nuestra conciencia impresiones registradasy asimiladas anteriormente en nuestro ánimoque surgen, de una manera espontánea porasociación de ideas, semejanzas etc., y en muchosde los casos, aún ajenas a nuestra voluntad.El hecho más inverosímil puede ser motivopara hacer acudir a nuestra imaginación,lejanos momentos de nuestra vida acaecidosen otros tiempos y lugares. Una simple brisa,un perfume, una frase, una canción, un movimiento,un atardecer... son más que suficientespara inundarnos el alma de amables recuerdosque dulcifiquen nuestra existencia.Otras veces el recuerdo es sugerido memorísticamente,o sea, que lo traemos al momentopresente a fuerza de hacer memoria. De ellose deduce que el recuerdo nace y la memoria sehace.La memoria es susceptible de ejercicio, deperfeccionamiento. El ejercicio memorístico essín lugar a dudas, un magnífico benefactor, yel practicarlo puede suponer el mejor y mássignificativo entretenimiento.Ahora bien, para que el acto de hacer memoriasea eficaz, es preciso hacer uso de unatercera facultad anímica: la observación. Apartede que es altamente beneficioso ampliar elsentido de la observación con el ejercicio constante,este es preciso, ya que si no, se observa,no se pueden retener las imágenes en la mente,y sin estas imágenes acumuladas en nuestraconciencia, es imposible hacerlas evocar en sudía por el recuerdo.Observación, memoria y recuerdo, son tressensaciones anímicas que van <strong>com</strong>pletamenteunidas, peso sín la primera difícilmente puedenmanifestarse las otras dos.La observación trae consigo la ampliaciónde nuestros limitados horizontes. Observarcuanto nos rodea, por insignificante y pequeñoque parezca, puede proporcionarnos unos momentosde reconfortable bienestar. Si lo observadoes fruto de la Naturaleza, un monte, unárbol, una flor, las nubes, las estrellas etc., tantomejor. A falta de algunos o de todos estosbellos elementos, podemos valernos de otrosque nos circundan constantemente cuales son,el humo del cigarro, el entrecruzado de lascuerdas de una silla, el desconchado de una pared,un rayo de luz, un reflejo, la nota doradade una copa de vino... en fin, muchos y variadosson los detalles que pueden enumerarse yque nos servirían perfectamente para estosquehaceres anti-aburrimiento.Claro que, la observación, para que sea<strong>com</strong>pleta ha de hacerse con un mínimo de inoterés en aprehender, en retener la imagen de loobservado. No precisamente con carácter deinvestigación y análisis científico sine), <strong>com</strong>osimple y humilde excusa para recrear nuestrossentidos pasando la vista en ellos y dejandoresvalar sobre su superficie las múltiples yfantásticas formas de nuestra imaginación. Ytodo ello, sin contar con la lectura, el escucharmúsica, u otras ocupaciones de elevados valoresespirituales.Hasta aquí la primera parte de las dos enque quedaron divididos los motivos internos,la cual todavía participa hasta cierto punto delas condiciones que prevalecen en los motivosexteriores, o sea, que aún necesita de las cosasque nos rodean. La segunda parte en cambiopuede prescindir de todo. Basta lanzar la miradaal aire y ponerse a pensar.En conclusión, lo importante para no aburrirsees proporcionarse uno mismo sucesivosmotivos para pensar. Algo en que ocupar elpensamiento y hacerle estar en constante movimientoevitando que se empobrezca y se atrofiePues es indudable que el pensamiento y loslatidos del corazón marchan a la par, y al igualque las cuerdas de guitarra, vibran por simpatíaal menor síntoma de manifiesta sensibilidad.Y el corazón, cuanto más joven se conservemejor.Así pues, es conveniente cultivar estas vibracionesde rejuveneciminto psíquico las queademás de enriquecernos espiritualmente nosproporcionan agradables y entretenidos momentos,al tiempo que nos sirven para desterrarel molesto e injustificado aburrimiento.Ilustración del autorManuel Vivó

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