LUJO ARTES N 7 IT ClenlaillY111111,11151" - periodicoadarve.com

Ximeihtea atchiva~aya y e/ autotgaipat Monte/lana.NTRE los distintoshomenajes, convites yagasajos que le fueronofrecidos a Don CarlosValverde López, durantetantos arios de noblesempeños y de acertadas incursiones por larepública de las letras, saco a relucir hoy unoque le fué altamente simpático, por las circunstanciasespeciales "que lo motivaron y porrendírselo, con emocionada sinceridad, ungrupo de próceres malagueños.Corría el. Otoño de 1.922. Eran los primerosdías de Noviembre y acababa mi abuelode publicar su flamante novela «Gaspar deMontellano» en la ciudad de sus ilusiones, enMálaga la bella, donde la edición se daba a laestampa en los talleres tipográficos de Azuaga.Con inusitada rapidez se iban agotandolos ejemplares de la primera tirada, en losdistintos escaparates de las librerías malacitanasy cordobesas, y toda la atención de la crítica—yde las alabanzas—era por entero parael autor de las «Poesías Meridionales».Meses antes, en su casa de Priego nos habíadado cuenta, a mi madre y a mí, de los calladospropósitos que traía entre manos con lafigura de Gaspar y hasta llevándonos al despachonos leyó atentamente el capítulo queacababa de escribir el día anterior sobre «ElCasinillo».¡Con qué gracia leía y sabía matizarel esbozo de aquel simpático y regocijado establecimiento!Y el caso singular era que mi abuelo no sehabía sentido atraído, en tantos arios, por elgénero novelesco y tan solo algunas obras clásicas,como las Novelas Ejemplares de Cervantes,habían caído con interés en sus manos,por más que tuviera una extraordinaria admiraciónpor el Quijote, la novela universal yespañolísima que tanto paladeaba a diario yque, arios despues, le llevó a escribir sus seis tomosen prosa «La resurrección de Don Quijante», donde en forma dialogada y dentro delmás puro estilo cervantino supo volver a laluz las figuras de Don Quijote y Sancho, parahacer una crítica severa, a lo largo de cuanrenta coloquios, de los problemas principalesque acuciaban a España.Decía Fernán Caballero due «La novela nose inventa, se observa», y Don Carlos, fiel aesta consigna se interesa por lo que ve a sualrededor y con indudable fuerza descriptivasabe revivir el pasado, ofreciéndonos tipos yrelatos de ambiente popular y localista, sinarcaísmos retóricos que perjudiquen la espontaneidadde la frase, sirviéndolo en los moldesde un vivo estilo, claro y jugoso, pintoresco ysugestivo.Por instarle a novelar era la razón de SalvadorGonzález Anaya, Narciso Díaz de Escobar,Salvador Rueda Gallardo, entre los compañerosde pluma, y de los próceres del CírculoMalagueño—de cuya aristocrática casaera mi abuelo socio de honor—Don RamónDíaz Petersen, Don Ricardo Gross Orueta,Don Pedro Casado Le Gendrem, Don Juan dela C. Bolín, Don Fernando Mora Figueroa,D. Fernando Jiménez Tellez, Don Carlos LoringMartínez, Don Prosper Lamothe Casta-