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LUJO ARTES N 7 IT ClenlaillY111111,11151" - periodicoadarve.com

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1PEQUEÑA EVOCACIONFlliAZ SJICIE<strong>IT</strong> Y SI EPOMViena era entonces la capital del mundo. Todos loscaminos llevaban a ella allí un hombre astuto y sin escrúpulos,Metternich, dominaba políticamente la maltrechay dolorida Europa. Napoleón, tras largo y agotadorbatallar, está vencido y preso en Santa Elena.Días de lujo y de placer en los salones de la ciudad.Banquetes. borracheras, mujeres hermosas... opio paraadormecer a los príncipes extranjeros que asisten alCongreso: Metternich está consiguiendo la gran jugadapara su nación.Por debajo de esta careta artificial con que el Principeha logrado revestir a su ciudad, lejos de los juegosde artificio y de los rostros pintados, los artistas, insatisfechos,desconformes, sufren y sueñan. El espíritu revolucionario.que un día nació en Francia y que en el espaciode treinta años, poco más o menos, se extendió portoda Europa, ha evolucionado ahora hacia un idealismoindefinido. Melenas y chalinas, voces declamatorias, vidamísera pero ilusionada en las buhardillas inhóspitas;juventud enardecida que ama al pueblo, que adora aBeethoven y cree en la justicia. Mientras tanto los apaciblesburgueses de Viena, que nada les importa todo esto,orondos, repletos de salchicha y cerveza, aplaudenfuriosamente la ópera italiana al tiempo que sonriendesdeñosamente cuando oyen el nombre de Beethoven.Es, en fin, la época de los primeros periódicos con censura;la época en que Viena disimula sus viejas heridascon cosméticos. Nace el romanticismo...Uno de estos jóvenes ilusionados, de que hemos habladoantes, fué Franz Schubert Era hijo de un burgués,el maestro de escuela. Fkrián Schubert, que nuncallegó a <strong>com</strong>prenderlo. Sentía fe de iluminado. Adorabaal Beethoven. Amaba la poesía y casi siempreescribía sus <strong>com</strong>posiciones musicales sobre temas queantes había tratado un amigo suyo —el poeta Mayerhofer,«el de las melenas de leen»— en verso.Acaso sin saberlo Franz Schubert está llamado aelevar el «lied» popular a la más alta jerarquía estéticay musical.Es el año 1814. En Viena, la capital de Europa y dela música, atardece. Es esa hora maravillosa en que enlas casas se enciende el quinqué mientras en el airesuenan, sin saber de donde llegan, las notas de una melodía.Vida de bohemia en las buhardillas. Frío, hambre,registros de la policía de Metterntch. Pero ¿qué buscaránlos esbirros en el estudio de un artista que casi vivemendigando? El espíritu de la Revolución sigue latente.El romanticismo está echando sus primeros brotes. Lavida cs cada día más dificil para Franz. Sin embargo elmilagro miel arte, sin que se sepa cómo, sin que acaso éltampoco lo supiera, se sigue sucediendo. Incontenible ym ravillosa va aunienlando su creación. A la luz de unavela de sebo —y esto cuando su economía se lo permite—va <strong>com</strong>poniendo nuevas obras. Solitario, sin quenadie repare en su belleza, en la paz de la noche vienesa,en el abandono de una buhardilla destartalada, unpiano suena sin cesar. El milagro del arte, repetimos,incontenible y espontáneo, sigue su destino por encimadel inundo y; de los hombres.Su primer amor fué Teresa Grob. Quiza ella, mujersencilla por naturaleza, nunca supo llegar al alma inmensurabledel artista. Quizá sólo apreció su inmensidad,igual que el paseante que mira el mar desde la orilla.Tal vez fuera que el artista verdadero está llamadoa volar entre las estrellas sin que pueda ser aprehendidopor nada en la tierra.La segunda mujer fué Carolina, hija de los condesde Esterhazy. No pudo amarle porque ella era noble yél un pobre músico...Melancolía de una existencia triste. Protesta contrala vida y los hombres, incontenible orgullo que nacíade su conciencia de artista que, sin embargo, aquellosjerifaltes, que lo vejaban y escarnecían —y que él despreciabaen el fondo hasta lo indecible— no sabíanrecenocer.Soledad en la buhardilla. Cada vez menos amigos.Mayerhofer, el poeta de las melenas y el ímpetu delleón, se ha suicidado. Otros trocaron el arte por la colocaciónburocrática. El, sin descanso, sigue <strong>com</strong>poniendo.Los sueños de amor y dolor se mezclan en suvida que ya, en plena juventud, empieza a palidecer.Una tos cansina y pertinaz, que no le abandona, se vallevando tras de si toda aquella juventud, todos aquellosincontenibles ímpetus. Las energías y la ilusión sevan también.Es el año 1828. Mientras Viena, ajena al dolor de suartista, se divierte y ama, Schubert, a los 31 años deedad y después de haber <strong>com</strong>puesto infinidad de obrasmusicales, expira.Su música, <strong>com</strong>o un torrente de estrellas, bella <strong>com</strong>otodo lo inaccesible, eterna, con la difícil perennidadde lo verdadero, sigue inmortalizando a su autor.F. GIL GRAVIOTTO

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