EL OÃDO MELANCÃLICO - Cortijo deEl Fraile
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[fig.117]Hieronymus Bosch, Seis galgos en la tabla de El infierno de El Jardín de la delicias, h.1500Museo de El Prado, Madridconvalecencia que acompañó a Frigyes Karinthy, el espectro conmedia lengua y media garganta que no puede ladrar con su bocadividida, antes fue también soñado por otros. Hay un gran cuchillocon el que Frigyes no sueña porque está antes del sueño, antesde que sus neuronas profanadas se hubieran puesto de acuerdo enla composición de la escena y comenzara la proyección; hay unacuchilla más afilada y mucho más precisa que cualquier bisturí queen las antecámaras del sueño ha seccionado justo por su plano desimetría a un perro teórico para que luego pudiera ser visto desdeel costado que mantiene en su sitio adherida la piel. Ese cuchillo,que puede incluso tener alguna mella sin que por ello mengue sueficacia, fue pintado doblemente por El Bosco en el ala izquierdade su Jardín de las delicias, en la parte superior de la tabla llamada Elinfierno [fig.115]. En ese jardín placentero y en sus alas, en ese paraísozoológico y ese infierno glacial está todo; solo es preciso buscarlocon detenimiento para encontrarlo: hay incluso, trasparentada enun cilindro de vidrio, una adolescente melancólica aplacándose elacúfeno siniestro [fig.116]. Hay, por ejemplo, un cuchillo con unaeme incisa en la hoja sobre cuyo filo hace funambulismo un discorojo en el que siete galgos voraces le devoran el vientre a un soldadoque está aún vivo: donde hay siete criaturas caninas dispuestasen semicírculo que se afanan en desentrañar al portaestandarte delsapo, al que de nada le sirve la armadura que viste; siete mandíbulasdentadas eviscerando al dueño del cáliz áureo, a la víctima tendidaen línea con el cuchillo que la sostiene en vilo mientras apunta haciaabajo [fig.117]. La hoja diagonal de este cuchillo dotado de unmango de madera está en relación de homotecia inversa con otraque brilla más arriba, al otro lado del rostro fúnebre de la acidia, quetambién tiene grabada la marca literal del mismo fabricante. En este268 269
[fig.118]Hieronymus Bosch, det. tabla de El infierno de El Jardín de la delicias, h.1500Museo de El Prado, Madridinfierno hay dos cuchillos girando alrededor de una mirada lacia,mustia y retrospectiva.En la zona superior izquierda del cuadro hay dos orejas cosidaspor una flecha; a lomos de una de ellas hay una criatura simiescaque se asoma por el borde de donde debiera comenzar el conductoauditivo con la intención de agarrar a uno de los que han sido arrolladospor este carro de guerra, por este ariete tajante, por estos fierosgenitales [fig.118]. Entre las dos orejas oclusas emerge ascendiendola hoja puntiaguda de un cuchillo sin mango; de los dos pabellones,sujeto por ellos, surge el instrumento de corte que las ha privado dela cabeza a la que pertenecieron en la tierra; de ellas, aún carnales,brota fálica la herramienta con la que se han recortado y compuestotodas las figuras alucinadas que conforman este colage precoz. Lahoja de este cuchillo apunta hacia una vejiga roja, hacia una gaitaexplosiva que sopla y que suena sin que nadie la oprima, alrededorde la cual danzan ocho figuras religiosas y zoológicas, cuatro parejasextravagantes que juegan al corro de la patata alrededor del fol, bajolas boquillas erizadas. Alguien embozado de blanco sujeta el punteroy hace de músico. Este instrumento aéreo está en equilibrio inestablesobre la lenteja hialina que le sirve de sombrero al hombre huecodel centro, al árbol albino en el que, como un cráter, se precipita lanegrura del sitio. Aunque en el cuadro está a la altura de las aurículasamputadas, en la realidad del infierno de El Bosco la gaita frutal estásituada más alta, por encima de los palos mayores de los dos barcosque trasladan al hombre taciturno que vuelve la cara y mira haciaafuera, al hombre leñoso que mira hacia atrás melancólicamente. Elmedio cuerpo del hombre desentrañado, desventrado y desorejadoes una caja acústica (la caja de resonancia de los instrumentos decuerda, de un contrabajo partido al que le falta la mitad inferior);270 271
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[fig.118]Hieronymus Bosch, det. tabla de El infierno de El Jardín de la delicias, h.1500Museo de El Prado, Madridinfierno hay dos cuchillos girando alrededor de una mirada lacia,mustia y retrospectiva.En la zona superior izquierda del cuadro hay dos orejas cosidaspor una flecha; a lomos de una de ellas hay una criatura simiescaque se asoma por el borde de donde debiera comenzar el conductoauditivo con la intención de agarrar a uno de los que han sido arrolladospor este carro de guerra, por este ariete tajante, por estos fierosgenitales [fig.118]. Entre las dos orejas oclusas emerge ascendiendola hoja puntiaguda de un cuchillo sin mango; de los dos pabellones,sujeto por ellos, surge el instrumento de corte que las ha privado dela cabeza a la que pertenecieron en la tierra; de ellas, aún carnales,brota fálica la herramienta con la que se han recortado y compuestotodas las figuras alucinadas que conforman este colage precoz. Lahoja de este cuchillo apunta hacia una vejiga roja, hacia una gaitaexplosiva que sopla y que suena sin que nadie la oprima, alrededorde la cual danzan ocho figuras religiosas y zoológicas, cuatro parejasextravagantes que juegan al corro de la patata alrededor del fol, bajolas boquillas erizadas. Alguien embozado de blanco sujeta el punteroy hace de músico. Este instrumento aéreo está en equilibrio inestablesobre la lenteja hialina que le sirve de sombrero al hombre huecodel centro, al árbol albino en el que, como un cráter, se precipita lanegrura del sitio. Aunque en el cuadro está a la altura de las aurículasamputadas, en la realidad del infierno de El Bosco la gaita frutal estásituada más alta, por encima de los palos mayores de los dos barcosque trasladan al hombre taciturno que vuelve la cara y mira haciaafuera, al hombre leñoso que mira hacia atrás melancólicamente. Elmedio cuerpo del hombre desentrañado, desventrado y desorejadoes una caja acústica (la caja de resonancia de los instrumentos decuerda, de un contrabajo partido al que le falta la mitad inferior);270 271