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EL OÍDO MELANCÓLICO - Cortijo deEl Fraile

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incrédulo, compruebo que la angustia que me oprimía ha desaparecido,que siento la cabeza libre y ligera y que estoy tan terrible mentecansado como no se puede estar sino después de haber cumplidocon una tarea difícil. Como la gota del líquido salvador vertida enel último instan te en el paladar reseco y amargo del viajero que estámuriendo de sed en el Sáhara, así es como se infiltran en mis oídoslas resonancias serenas, amables y tran quilizadoras de las notas delpiano”. Es el antepenúltimo capítulo, el titulado “La mitad de unperro negro corre hacia Trelleborg”, del Viaje en torno de mi cráneoescrito por Frigyes Karinthy en 1936, publicado con gran éxito deventas y de crítica antes de morirse, dos años antes de su «exitus»latino, de su «exitus» forense, de su «exitus» letal. Es el penúltimocapítulo de su vida, el último silbido de aquellos trenes sonoros quecomenzaron su andadura a las siete de la tarde de un día cualquieraen Budapest; el tren definitivo que, con figura de perro seccionado atodo lo largo, avanza a dos patas sin hacer ruido; el tren desde el queya se avizora la última estación, el que anuncia el silencio.Hieronymus Bosch. infierno de el Jardín de las delicias[fig.115]Hieronymus Bosch, El Jardín de la delicias (tabla de El infierno), h.1500Museo de El Prado, MadridEl acúfeno es un perro malherido que aúlla. La melancolíaes un perro al que le han cortado las cuerdas vocales, como le hicieronen La piel al de Curzio Malaparte. “Aquí y allá aparecen loshocicos abiertos rojos de ira y de melancolía de los perros” cuentaRivera Garza en Nadie me verá llorar: cuenta que en los muros desconchadosde su cuarto Joaquín Buitrago descubre perros ferocescon las fauces dispuestas a dentellear, y que a su alrededor, en elsalitre que asoma entre las capas de pintura desprendida, descubre264 265

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