10.07.2015 Views

EL OÍDO MELANCÓLICO - Cortijo deEl Fraile

EL OÍDO MELANCÓLICO - Cortijo deEl Fraile

EL OÍDO MELANCÓLICO - Cortijo deEl Fraile

SHOW MORE
SHOW LESS
  • No tags were found...

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

[fig.110]Paul Klee, La mujer y el animal, 1904. British Museum, Londresdejará ras tro… Los síntomas se producen con mayor intensidad queen los momentos de la crisis aguda. Forma ya parte de mi programadiario, junto con el traqueteo de los trenes y el vértigo. Por la tar de,a las seis, este se presenta (en un principio, me ex traña que todo seponga a ondular y dar vueltas sor damente en mi interior, pero luegome acostumbro); a las siete, es la hora de los trenes y luego, porunos instantes, el desmayo. A este último lo recibo ya con humildesumisión al sentir que se acerca. Los amigos que me acompañan enel café me miraban los prime ros días con asombro, pero al ver queno me pasa nada más, que hablo, discuto e improviso chistes, setranquilizan creyendo que la enfermedad es en mí como una malacostumbre cualquiera, como un vi cio. La cosa ha llegado a ser tanregular que, a partir de cierto día, al sentir que el desmayo se acerca,hago una discreta señal al camarero Tibor, el cual ya sabe de qué setrata. Se coloca discretamente detrás de mí, yo me levanto (me notoligero como un globo), recli no la cabeza, él me coge por la cinturay la nuca y, sin llamar la atención, me conduce fuera del establecimiento.Una vez en la calle (aún hace fresco, el aire me sienta bien)me apoyo en la pared y espero. Si pasa por mi lado algún conocido,vuelve la cabeza hacia mí, extrañado; yo le sonrío plácidamente, consencillez y como animándolo; a veces, incluso digo algunas palabras,como quien está hablando en sue ños. Hasta firmo autógrafos entrelos niños, si me re conocen y me saludan. Mi ademán de extender lamano es como el del mendigo que suplica una limos na. Luego, conmuchas precauciones, me llego hasta una calle lateral, en la que hayun banco junto a la acera: me dejo caer en él y pasado el desmayome le vanto -hoy ya no se repetirá el episodio- y entro de nuevo enel café. Los tertulianos están todavía en sus asientos; por un instantese callan. Soy yo quien debe reanudar la conversación, y me acuerdo254 255

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!