Giorgione. Víctor Hugo. Girolamo da Santacroce[fig.27]Leon Bonnat, Víctor Hugo, 1879. Museo del Louvre, ParísEl ángel de Durero, sobre el papel, una vez impreso, invertidorespecto a la traza original, usa como reclinatorio la zurza. En eldibujo que había que construir al revés para trasladarlo luego a laplancha de modo que al imprimirlo apareciera al derecho, en el cobreespecular en el que se incrustaría la tinta, en la mente creadoradel artista que concibe la escena, capaz de ver su obra desde todoslos lados y en cualquier posición, el ángel funesto, sin embargo, usabacomo atril de su cabeza la derecha. No siempre la complexión dela imagen corresponde a la realidad de la que parte y de la que luegose abstrae, a la que en ocasiones representa. Hay técnicas gráficas enlas que, como sucede en el grabado, la representación invierte la posiciónde la realidad. También ocurre con el autorretrato cuando escopiado sin correcciones, como era el método habitual, de la propiaimagen reflejada en un espejo. Giorgione (1477-1510), por ejemplo,con la mirada ausente, especular y entristecida, tan melancólico enel sur como Durero en el norte, en la figura del primer plano de suRetrato doble [fig.25], se pintó invertido, vencido hacia el lado contrariodel que posaba porque así se veía reflejado en el cristal, inclinadohacia el flanco opuesto al del oído que, tal vez porque le pitaba y lepalpitaba, se acuna en la palma de su mano izquierda.Los que son retratados a la izquierda del cuadro, muestran superfil derecho: su mano izquierda puede taparles la cara sin entorpecerel que sean contemplados; los retratados a la derecha, el contrario:su mano no debe interferir la visión. El retratista, el fotógrafo prefiereque el que posa no se toque la cara, que coloque sus manos sobre losmuslos si está sentado, que sujete un papel, que sostenga unas gafas oque se agarre al bastón. Prefiere que Víctor Hugo deje de hacer lo que68 69
[fig.28]Girolamo da Santacroce, Saturno, s.XVI. Museo Jacquemart-André, Paríshace siempre que se coloca ante la cámara: arrugarse, mirar hacia unlado, esconder una mano (metiéndosela entre los botones del chalecoo en el bolsillo del pantalón) y tocarse la cara. Prefiere que se erija, queadecue su compostura para la posteridad, que firme en el asiento mirede frente y se quite la mano de la oreja izquierda [fig.26]. Pero VíctorHugo, el dibujante, el diseñador, el pintor de acuarelas, el arquitecto,el coleccionista de cantos rodados, el comprador de vajillas rotas, optapor no hacerle caso al fotógrafo en 1880. Tampoco había obedecidoa León Bonnat en 1879 cuando posó para que lo pintara con el brazoizquierdo acodado sobre un libro, sujetándose la cabeza con el puño,guareciéndose el índice entre las canas [fig.27].El melancólico, tanto en la antigüedad como en la modernidad,tanto el Saturno de Girolamo da Santacroce [fig.28] como el DoctorGachet retratado por Vincent van Gogh en 1890 [fig.29], tanto con lapalma abierta como con la mano contrita, bien sea en la izquierda o enla derecha, tiende a acostar su mejilla en el lecho de la mano. Solo respectoa los que lo hacen en su mano izquierda, tendidos hacia la derechadel espectador, cabe albergar la sospecha de que por ese lado repercuteen ellos un sonido monótono y agrio como el frenar continuo de unasruedas metálicas sobre los raíles de una vía férrea (como oyó FrigyesKarinthy en Budapest al principio del viaje en torno de su cráneo), ocomo el roce de una aguja contra un círculo de acero, o como la denteraque produce el reptar de las cosas ásperas que han perdido el lubricante.Un sonido lateral y cerebral que, como “el rayo que ni cesa ni se agota”del poeta civil de Orihuela, allí tiene residencia y desde allí martiriza a suportador con una insistencia invariable que no mengua, que no concedetregua, que persiste las veinticuatro horas diarias, que se intensificadurante la extensión de la noche sin bordes y que apenas es suplantado,atenuado por los ruidos de la vigilia.70 71
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