<strong>2013</strong> © Juan José López Amador (lopezama@ono.com) - Enrique Pérez Fernández http://www.traianvs.net/mucho, más de lo que parece, en los últimos milenios, por la acción de la naturaleza yla del hombre. Y hay que tener presente que este paisaje es el espacio en el que a finesdel s. I a.C. Estrabón decía que las poblaciones de los márgenes de las hoy marismasbajas del Guadalquivir –nombraba a Asta y Nabrissa (Lebrija)– habían abierto en susesteros canales artificiales: “La serie de canales que han sido abiertos por doquier ayudanal tráfico y a las relaciones, tanto entre ellos mismos como con los forasteros. Delmismo modo también en la pleamar se utilizan los brazos confluentes [de los esteros]cuando los istmos que los separan se hacen navegables al quedar anegados. Las naospasan entonces de los ríos a los esteros y viceversa.” 475La conexión del Tabajete con el inmediato arroyo del Gallo –o acaso, apuntamosnosotros, con el de Campín, que queda frente al de Tabajete– quedó cortada en 1877,cuando se construyó la vía férrea entre Jerez–Sanlúcar–Bonanza. De cualquier manera,dejamos consignada la vieja creencia de la unión por vía fluvial de la bahía de Cádiz, através del Salado de Rota y la campiña oeste portuense, con el estero marismeño dondeestuvo emplazada la romana y prerromana Asta, del mismo modo que existió la comunicaciónterrestre, por el <strong>Portus</strong> Gaditanus, a través del Camino de los Romanos.El conocimiento arqueológico de la ocupación romana en la campiña próxima al Saladoes muy limitado. Se ciñe, básicamente, al material cerámico prospectado por el MuseoMunicipal en la década de los 80, que marca la localización de once hábitats rurales (Figura75, n os 1–5, 7–10 y 12). Entre ellos, destacaremos tres.Las tierras del cortijo de Villarana siempre conformaron un núcleo agrícolamuy destacado, secularmente dedicado a la explotación cerealística. Aquí existió una delas alquerías andalusíes que fueron repartidas en 1268 a los repobladores cristianos. 476Hacia el año 1320, por compra a Sancho IV, sus tierras pasaron a manos de doña MaríaAlfonso Coronel 477 (entonces viuda de Guzmán ‘el Bueno’), y posteriormente a los duquesde Medinaceli, señores jurisdiccionales de El Puerto, que las mantuvieron comopropias una vez que dejaron de serlo (1729), hasta 1910. Al menos desde el bajomedievoVillarana fue la despensa de trigo de El Puerto. Si durante siglos fue así, y si los productosagrícolas se siembran en los suelos que les son más propicios y rentables, probablementeen época romana las tierras de Villarana fueron productoras de parte del trigo exportadodesde el <strong>Portus</strong> Gaditanus.Los únicos materiales romanos del entorno del Salado que han sido estudiadosy publicados –por Lázaro Lagóstena– 478 proceden de Pocito Chico, junto a la laguna delGallo, exhumados durante las excavaciones realizadas entre 1997–2001 en este antiguohábitat ya ocupado a fines de la Edad del Cobre. No se hallaron estructuras edilicias romanas,debiendo proceder el conjunto cerámico excavado de un establecimiento rústicoemplazado en el frontero cerro de Campín, donde luego se fundó la alquería andalusí deCampix. Los fragmentos anfóricos exhumados, escasos, remiten a formas Mañá C2 (salazonera)y Dressel 1a (vinaria, importada del mar Tirreno), ambas del s. I a.C.), corres-475Geographia, III, 2, 5.476González Jiménez, 2002: 59-65. Se repartieron entonces 10.380 aranzadas. En el s. XVIII sustierras las formaban 1.081 ar.477Memorial Histórico Español, Real Academia de la Historia, Madrid, 1851, t. IX, pp. 111-112.4782001: 193-201.183
<strong>2013</strong> © Juan José López Amador (lopezama@ono.com) - Enrique Pérez Fernández http://www.traianvs.net/pondiendo las más abundantes a la familia Dressel 7/11 (de salazón, años augusteos alos flavios, en sus variantes 9–10 y 14), y Haltern 70 (de aceite, del valle del Guadalquivir).Es significativa la ausencia de la Beltrán II, la forma salazonera más característicade la bahía gaditana, elaborada hasta mediados del s. II d.C. Y destacan en número losgrandes dolias, seguramente contenedores de cereales. Entre la vajilla de mesa se documentaronpáteras y cuencos de barniz negro (Campaniense B e imitaciones locales), sigillatasitálicas, sudgálicas y norteafricanas (clara A), de paredes finas y una lucernadecorada con un delfín. Lagóstena fecha el conjunto cerámicoentre los años finales del s. II a.C. o comienzos del Ia.C. hasta los primeros decenios del II d.C. Esta cronologíaes la que según los materiales prospectados marca la ocupaciónromana de toda la campiña, salvo los yacimientosdetectados en La Atalaya, Casa Rocío y Vaina (donde estuvola alquería andalusí de Bayna), hábitats que siguieronocupados hasta los siglos IV–V d.C. 479Figura 87. Ara funeraria inacabada de la villa del yacimientoLa Atalaya. La pieza está fracturada, causa por la que probablementeno se terminó.En La Atalaya, paraje situado muy próximo al arroyoHondo y al término sanluqueño, debió existir una villa romanade cierta importancia. En las prospecciones que realizamosen los 80 fue llamativo el hallazgo de cientos de fragmentos de terra sigillataen todas sus variantes. Aquí hallamos la pieza que reproducimos en la Figura 87. Enépoca andalusí su espacio lo ocupó la alquería de Poblanina.Ciertamente, el conocimiento arqueológico de la campiña portuense en épocaromana es corto. Están localizadas la mayor parte de las villae que ocuparon su espacio,pero poco más. Tendrán que llegar tiempos mejores para que se practiquen excavacionesarqueológicas que en conjunto determinen las señas de identidad de su poblamiento rural,la organización territorial, la parcelación y la diversificación de las explotaciones agropecuariasde las tierras que se extienden entre el <strong>Portus</strong> Gaditanus, Hasta y la desembocaduradel Betis. Sin duda, las políticas agrarias del Estado romano estaban presentesy controlaron la estructuración del territorio, su centuriación y los censos de los fundi.Esto lo apunta el sanluqueño ‘Bronce de Bonanza’, 480 un texto jurídico censatario referidoal “fundus Baianus, qui est in agro qui Venerensis vocatur, pago Olbensi”. Tierras propiasde dos ciudadanos de nombre Seyo y Titio, que toponímicamente probablemente hayade ponerse en relación con la Maina sanluqueña arriba citada, donde la historiografía dela Edad Moderna emplazaba el enlace de la bahía de Cádiz con el Guadalquivir a travésdel curso del Arroyo Salado de Rota.479Lagóstena et al., 1996: 110.480CIL II, 5042. González, 1982: 268-270. Se conserva en el Museo Arqueológico Nacional.184