<strong>2013</strong> © Juan José López Amador (lopezama@ono.com) - Enrique Pérez Fernández http://www.traianvs.net/Y se han excavado materiales cerámicos de los siglos IV al VI en la Casa del Obispo yde fines del V o comienzos del VI en el teatro romano, más los hallazgos de áreas de necrópolisdel III y IV. 315 Pero poco más. Ni sombra de lo que en siglos pasados fue Gades.La rotunda sentencia de Avieno tiene toda la apariencia de que encierra una descripciónreal que la arqueología tendrá que seguir matizando.No obstante de la decadencia de Gades, bajo el poder del último emperador ilirio,Diocleciano (284–305), sofocadas ya las invasiones bárbaras, se inaugura un nuevosiglo de paz y de renovada prosperidad, pero que nunca alcanzó –reiteramos– el desarrollode los siglos altoimperiales. Este nuevo despegue económico, que alcanzará suapogeo entre mediados de los siglos V y VI –en la órbita de la única provincia bizantinade Hispania– se refleja, a través de las cerámicas, en las intervenciones arqueológicasrealizadas en El Puerto (Figuras 39 y 60). La ocupación continúa en los espacios habitadosen el siglo III, salvo la ausencia de materiales en los sondeos de la calle Alquiladoresy del Ayuntamiento de la plaza Peral, al tiempo que en el entorno de ésta seexcavaron dos nuevos puntos con cerámicas del IV: en la calle Santa María esquina aSan Bartolomé 316 y en Nevería n os 10–12 (inédita). En cualquier caso, más allá de loshallazgos o la falta de ellos, se trata de un espacio, desde el Castillo de San Marcos, ríoadentro, que marca la presencia de un hábitat desde fines del siglo I a.C. a mediados delVI. De lo que vino después algo diremos más abajo.Un camposantoFrente al Castillo de San Marcos se estableció en el siglo IV un cementerio, arqueológicamentedetectado en dos solares fronteros de la calle Santo Domingo, n os 12 y9, donde se realizaron sondeos de urgencia en 1994 y 1998 bajo la dirección, respectivamente,de Francisco Giles (inédita) y Esperanza Mata 317 (Figura 60 n os 8 y 9). La ubicaciónde esta necrópolis podría indicar que en el Castillo existiera algún recinto religioso,en tiempos en que el cristianismo, introducido en la Península desde el Norte de Áfricaa fines del s. II, ya se había consolidado en la Bética. De cualquier manera –como sostuvimosen otras páginas– es probable que el entorno de San Marcos mantuviera, comoreflejo de tiempos pasados, un marcado carácter sacro.Ya nos referimos al hallazgo en ambos solares de materiales culturales fechadosentre mediados de los siglos II y I a.C. (cerámicas tardías de Kouass y ánforas de salazonesMañá C2 y de vino Dressel 1) y los restos –en el nº 12– de una probable pileta salazonera(Figura 63 n os 1 y 2). En el nº9, en un nivel de duna y a cota de –3’20 m sedescubrieron (en una cuadrícula de 2’50 x 9 m) siete enterramientos, todos con el ritode la inhumación: tres niños, un joven y tres adultos. Dos de los infantes fueron depositadosen una urna –con un fragmento de ánfora por tapadera– (Figura 62) y en una ánfora(forma Keay XXV, producto norteafricano del s. III que alcanzó su mayor difusión afines del s. IV y comienzos del V), en ambos casos trasladados a ellas tras un primer entierro.El tercer niño y un adulto fueron sepultados bajo dos estructuras de tégulas dispuestasa dos aguas en sus lados mayores y verticales en los menores, con orientación315Bernal, 2008: 297-298.316Mata Almonte, 1995.317Mata Almonte, 1999.139
<strong>2013</strong> © Juan José López Amador (lopezama@ono.com) - Enrique Pérez Fernández http://www.traianvs.net/este–oeste y norte–sur. En dos fosas simples excavadas en la arena fueron depositadosun joven y un adulto, en decúbito supino y orientación norte–sur. El último enterramientolocalizado apareció en la arena con los huesos dispersos y junto a ellos tres clavos dehierro que probablemente formaron parte de un ataúd de madera. En ningún caso se descubrieronajuares asociados a los enterramientos, salvo una moneda –no identificablepor su mal estado de conservación– en la tumba del ánfora, que indica que fue gentehumilde de escasos recursos económicos la enterrada en este camposanto. Acaso lo másdestacable del conjunto funerario fue el hallazgo, junto al niño depositado bajo tégulas,de un betilo, una cabeza humana toscamente tallada en un bloque de arenisca con funciónapotropaica, protectora ante genios malignos. Este descubrimiento apunta a la conservaciónen el siglo IV de nuestra era de un ritual prerromano,púnico, probablemente traído del norte de África. 318Figura 62. Vasija fechada entre los siglos III–IVd.C., procedente del sondeo de la calle SantoDomingo nº9. En su interior se halló unenterramiento infantil.Se desconoce la extensión de la necrópolis,pero existe algún indicio que indica que espacial y cronológicamentepudo extenderse, al menos, al noreste,hacia la calle Palacio y el río. En 1764 Ruiz de Cortázardejó escrito que halló un fragmento de una lápida sepulcralreutilizada en un sumidero de aguas residuales de laantigua Aduana ducal, en la calle Micaela Aramburu esquina a Palacio, pero no podemosprecisar si se extrajo del lugar o sus inmediaciones. La grafía de la inscripción no se conservabacompleta, ni nosotros hemos sabido completarla. Su formulación es claramentetardía, acaso de los siglos VI o VII. Sobre ella dijo el historiador portuense 319 : “En lascasas Aduanas del duque de Medinaceli en la ribera, vimos una losa de mármol en cuadroque tapaba un sumidero, con cuatro taladros para recibir el agua llovediza, lo quedemostraba haberse cortado de otra mayor, en que estaba una entera inscripción sepulcralde alguna ilustre romana, y solamente se podían distinguir algunas letras en laforma que sigue:LARISIMA QUID QUNESC QUANDO MORI ELAM QUID TEEM SEGUETUR318Paralelos cercanos se hallaron en Baelo (Bolonia) –mediados del s. I d.C.- y en la necrópolisde Cádiz, en las antiguas excavaciones de Pelayo Quintero. J. Remesal Rodríguez, 1979: La necrópolissureste de Baelo. Excavaciones Arqueológicas en España nº104, pp. 42-44; P. Quintero,1934: Excavaciones en Cádiz. Memorias de la Junta de Excavaciones y Antigüedades nº134.319Op. cit: 130.140