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La historia secreta de un doble asesinato - Fernando Butazzoni

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<strong>La</strong> <strong>historia</strong> <strong>secreta</strong> <strong>de</strong> <strong>un</strong> <strong>doble</strong> <strong>asesinato</strong><strong>Fernando</strong> <strong>Butazzoni</strong> • UruguayDurante los días 2, 3 y 4 <strong>de</strong> j<strong>un</strong>io se realizó en Cuba <strong>un</strong> encuentro <strong>de</strong>intelectuales <strong>de</strong> todo el m<strong>un</strong>do, quienes fueron invitados a reflexionaracerca <strong>de</strong>l terrorismo y sus secuelas. A propósito <strong>de</strong> ello, en la siguientenota se cuenta <strong>un</strong>a tenebrosa <strong>historia</strong> <strong>de</strong> espionaje y <strong>asesinato</strong>s que fueescamoteada durante más <strong>de</strong> dos décadas. Curiosamente, <strong>un</strong> antiguo<strong>de</strong>saparecedor <strong>de</strong> personas, oficial <strong>de</strong>l Ejército argentino para másdatos, ha brindado alg<strong>un</strong>as pistas que pue<strong>de</strong>n resultar claves paraexplicar la muerte <strong>de</strong> los periodistas Richard Cross y Dial Torgerson,ocurrida en j<strong>un</strong>io <strong>de</strong> 1983 en <strong>un</strong> polvoriento camino <strong>de</strong> la frontera entreHonduras y Nicaragua. Más allá <strong>de</strong> lo azaroso <strong>de</strong>l episodio y <strong>de</strong> sulaberíntica peripecia narrativa, los hechos sirven para ilustrar losmecanismos empleados por los artífices <strong>de</strong>l actual movimiento terroristainternacional.<strong>La</strong> que voy a narrar es apenas <strong>un</strong>a pequeña <strong>historia</strong> <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la gran<strong>historia</strong> <strong>de</strong> conspiraciones y crímenes terroristas contra América <strong>La</strong>tina.Es <strong>un</strong>a <strong>historia</strong> que recién ahora puedo contar en su totalidad, porquehace muy pocos días me fue brindada, en ban<strong>de</strong>ja <strong>de</strong> plata, la últimapieza <strong>de</strong> <strong>un</strong> complicado rompecabezas que trataré <strong>de</strong> <strong>de</strong>scribir <strong>de</strong> lamanera más clara posible. Es, a<strong>de</strong>más, <strong>un</strong>a <strong>historia</strong> que tiene que vercon mis experiencias personales durante 25 años, como combatienteprimero, como corresponsal <strong>de</strong> guerra <strong>de</strong>spués y también como autor <strong>de</strong><strong>un</strong>a novela sobre el terrorismo <strong>de</strong> Estado en la Argentina <strong>de</strong> Vi<strong>de</strong>la. Es,entonces, <strong>un</strong>a <strong>historia</strong> <strong>de</strong> vida con la que me siento <strong>doble</strong>mentecomprometido: con la verdad, para que termine <strong>de</strong> saberse qué pasó ycon la justicia que, por añadidura, <strong>de</strong> aquella se <strong>de</strong>riva.Los acontecimientos que voy a relatar ocurrieron, como digo, hace más


<strong>de</strong> 20 años y, sin embargo, siento que todavía hay cuentas que saldar yque, por lo tanto, es pertinente traerlos a la luz porque ellos vienen a<strong>de</strong>mostrar <strong>de</strong> manera palmaria cómo la verdad es sólida y dura<strong>de</strong>ra pormás que en muchas ocasiones sea licuada, conf<strong>un</strong>dida y distorsionadahasta volverla irreconocible. A veces viene el olvido, la niebla que todolo cubre. Y enseguida, la insoportable vergüenza <strong>de</strong> la imp<strong>un</strong>idad. Peroal final, siempre, más tar<strong>de</strong> o más temprano, la verdad reaparece.NegroponteEsta es <strong>un</strong>a <strong>historia</strong> <strong>de</strong> represión, <strong>asesinato</strong>s y mentiras. Una más, escierto, pero paradigmática en su economía interna, en su eficacia y ensus sorpren<strong>de</strong>ntes ramificaciones. Involucra a militares argentinos, aperiodistas in<strong>de</strong>pendientes norteamericanos, a gobiernos <strong>de</strong> AméricaCentral y a John Negroponte, esa especie <strong>de</strong> Dart Va<strong>de</strong>r <strong>de</strong> ladiplomacia m<strong>un</strong>dial.Uno <strong>de</strong> los actores <strong>de</strong> esta <strong>historia</strong> es <strong>un</strong> ciudadano argentino llamadoHéctor Francés García. Su caso fue bastante conocido en su momento.Este hombre fue reclutado por los servicios <strong>de</strong> inteligencia <strong>de</strong> ladictadura argentina en 1980 y pasó a revistar en el «Batallón <strong>de</strong>Inteligencia 601», con se<strong>de</strong> en Campo <strong>de</strong> Mayo, en Buenos Aires, lugarque fue <strong>un</strong>a verda<strong>de</strong>ra fábrica <strong>de</strong> conspiraciones internacionales<strong>de</strong>dicadas al espionaje, el tráfico <strong>de</strong> drogas y el <strong>asesinato</strong> durante lasdécadas <strong>de</strong> 1970 y 1980.Héctor Francés —y esto es sabido por su propia confesión— fueadiestrado en técnicas <strong>de</strong> espionaje, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> na<strong>de</strong>rías como laintervención clan<strong>de</strong>stina <strong>de</strong> teléfonos y la violación <strong>de</strong> correspon<strong>de</strong>nciahasta los métodos más brutales <strong>de</strong> interrogatorio y eliminación <strong>de</strong>personas. El entrenamiento <strong>de</strong> este agente fue <strong>de</strong> primera calidad: duro,exigente, sin miramientos. Lo obligaron a torturar con picana eléctrica a<strong>un</strong> compañero, lo hicieron apuñalar <strong>un</strong>a bolsa <strong>de</strong> arpillera llena <strong>de</strong> gatosvivos, lo tuvieron encerrado en <strong>un</strong> ataúd durante 16 horas. Sussuperiores le dieron látigo. A veces lo alimentaban con excrementoshumanos. Literalmente tuvo que comer mierda en Campo <strong>de</strong> Mayo.Héctor Francés recibió excelentes calificaciones, se graduó <strong>de</strong> agente yfue enviado a su primera misión. Destino: Costa Rica.En ese país, que como se compren<strong>de</strong> era ajeno a toda vinculacióngeopolítica y a cualquier interés genuino <strong>de</strong> Argentina en la regióncentroamericana, Héctor Francés hizo <strong>de</strong> todo: sobornó aparlamentarios y periodistas, coordinó tareas logísticas para la contranicaragüense (que se alimentaba por aquellos días <strong>de</strong> la mano <strong>de</strong>


Ronald Reagan y Oliver North), mató a alg<strong>un</strong>as personas y reportó a sucomando, que no era por cierto la jefatura <strong>de</strong>l Batallón 601 ni lasautorida<strong>de</strong>s diplomáticas argentinas en Costa Rica ni la cancillería ni elgobierno. Era la CIA, más concretamente dos agentes reclutados enBuenos Aires, ambos militares. Uno se llamaba José Ollas (conocido porel nombre <strong>de</strong> «Villegas») y el otro Osvaldo Ribeiro (alias «Balita»). Puesbien, el «Balita» Ribeiro y José Ollas integraban el comando <strong>de</strong> lasoperaciones encubiertas que la CIA, a través <strong>de</strong> las Fuerzas Armadasargentinas, ejecutaban en toda América Central. Su base estaba enTegucigalpa y sus activida<strong>de</strong>s eran coordinadas con otro comandohondureño formado nada menos que por el Jefe <strong>de</strong> las FFAA <strong>de</strong>Honduras, el general Gustavo Álvarez Martínez (posteriormentesustituido en <strong>un</strong>a especie <strong>de</strong> «golpe <strong>de</strong> Estado interno» por el aviador ycantante melódico Walter López) y por el Jefe <strong>de</strong> las Fuerzas Especiales<strong>de</strong> Seguridad Pública <strong>de</strong> ese país. ¿Quién era el enlace superior <strong>de</strong> estas«activida<strong>de</strong>s» <strong>secreta</strong>s? Un tal Nat Hammerick (o Hammerich), oficial <strong>de</strong>la Agencia Central <strong>de</strong> Inteligencia <strong>de</strong> EE.UU. que tenía base enTegucigalpa con rango diplomático. ¿Y quién era el embajador <strong>de</strong> EE.UU.en Honduras en esa época? John Negroponte, <strong>un</strong> hombre que «nonecesita presentación» y cuyo currículo es más <strong>un</strong> prontuario que otracosa.Surgido <strong>de</strong>l riñón mismo <strong>de</strong> la CIA, experto en operaciones terroristas<strong>de</strong> toda índole, Negroponte es ahora <strong>un</strong> factor clave en el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong>la política exterior norteamericana. Ya lo era por aquella época. Fueembajador en Honduras, creador intelectual y financiero <strong>de</strong> la base <strong>de</strong>«El Aguacate» y responsable por <strong>de</strong>cenas <strong>de</strong> <strong>de</strong>sapariciones y muertesen ese país. De Honduras a Iraq hay <strong>un</strong>a ristra <strong>de</strong> cadáveres queenseñan su rastro.Hay <strong>un</strong> dato curioso que quiero ap<strong>un</strong>tar aquí: si <strong>un</strong>o busca a través <strong>de</strong>Internet datos acerca <strong>de</strong> estas <strong>historia</strong>s, encontrará ab<strong>un</strong>danteinformación sobre Negroponte, sobre José Ollas (en alg<strong>un</strong>os casosaparece como Hoyas y en otros figura como José Oyas), sobre Ribeiro,sobre Héctor Francés y sobre toda la caterva <strong>de</strong> criminales vinculados aestas operaciones. Pero en ningún lado aparece ning<strong>un</strong>a referencia aHammerick, el agente <strong>de</strong> la CIA a cargo <strong>de</strong> la supervisión. Alg<strong>un</strong>osespecialistas en lo que se ha dado en llamar «Internet prof<strong>un</strong>da» que heconsultado, me han dicho que resulta poco creíble que alguien con suscaracterísticas exista o haya existido y que su nombre no figure ni <strong>un</strong>asola vez en el billón largo <strong>de</strong> páginas disponibles en Internet. Otrosamigos, algo torpes para la informática pero viejos expertos en as<strong>un</strong>tos<strong>de</strong> inteligencia y espionaje, no dudan en señalar que su inexistenciavirtual en la red <strong>de</strong> re<strong>de</strong>s es la confirmación más rot<strong>un</strong>da acerca <strong>de</strong> su


carácter <strong>de</strong> oficial operativo <strong>de</strong> la CIA. También me han dicho queseguramente ese no era su verda<strong>de</strong>ro nombre. Se trataría <strong>de</strong> <strong>un</strong>aespecie <strong>de</strong> James Bond norteamericano, <strong>un</strong> tipo entrenado para lastareas más sucias <strong>de</strong> la guerra sucia, con licencia para matar y paratraficar cocaína.Sobre esta <strong>historia</strong>, hasta aquí bien conocida, se han escrito muchoslibros y artículos. Por citar solo alg<strong>un</strong>os, diré que John Pradospublicó Presi<strong>de</strong>nts' Secret Wars: CIA and Pentagon Covert Operationsfrom World War II Through Iran-contra (New York: William Morrow,1988. 560 pages); Peter Dale Scott y Jonathan Marshall CocainePolitics: Drugs, Armies, and the CIA in Central America (Berkeley:University of California Press, 1991. 279 pages); Ariel C. Armony <strong>La</strong>Argentina, los EE.UU. y la Cruzada Anti-Com<strong>un</strong>ista en América Central,1977-1984 (Editorial Universidad Nacional <strong>de</strong> Quilmes, 1999), entreotros.Hay <strong>de</strong>cenas <strong>de</strong> nombres, todos ellos vinculados a la <strong>historia</strong> <strong>de</strong>represión y terror en el Río <strong>de</strong> la Plata, que aparecen también en la lista<strong>de</strong> oficiales argentinos que trabajaron en Honduras. Gente vinculada a lacoordinación represiva que secuestró y <strong>de</strong>sapareció a más <strong>de</strong> 200uruguayos en Buenos Aires, que estuvo en la Escuela <strong>de</strong> Mecánica <strong>de</strong> laArmada, que cruzó varias veces el río hacia Montevi<strong>de</strong>o y que fuepremiada con misiones encubiertas en el exterior, formando parte <strong>de</strong>lllamado «Plan Cóndor». Ellos manejaban también <strong>de</strong> maneradiscrecional fondos reservados, <strong>de</strong>stinados supuestamente a tareas <strong>de</strong>«seguridad <strong>de</strong>l Estado», pero que en realidad terminaron siendo usadospara comprar droga, traficarla con imp<strong>un</strong>idad garantizada, reven<strong>de</strong>rlacon astronómicas ganancias y con ese dinero financiar estilos <strong>de</strong> vidarumbosos y pagar al contado por crímenes y conspiraciones diversos,<strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>un</strong>a ejecución a balazos <strong>de</strong> <strong>un</strong> opositor en algún país hasta laf<strong>un</strong>dación <strong>de</strong> <strong>un</strong> partido político «<strong>de</strong>mocrático».El <strong>doble</strong> crimenPero quiero <strong>de</strong>tenerme en otro personaje oscuro <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> esta oscura<strong>historia</strong>: <strong>un</strong> oficial <strong>de</strong> la Policía Fe<strong>de</strong>ral Argentina cuyo nombre, alparecer, era Roberto Alfieri González, a<strong>un</strong>que también circuló por elm<strong>un</strong>do con los nombres <strong>de</strong> Carlos Alberto Durich, Francisco Díaz,Francisco Mendoza, Carlos Chacón y Dr. Murcia. Este hombre, <strong>un</strong>a piezamás <strong>de</strong>l disparatado rompecabezas que armaron —a pedido <strong>de</strong> la CIA—los militares argentinos en América Central, vivía en Tegucigalpa,colaboraba con la Central <strong>de</strong> Inteligencia <strong>de</strong> los EEUU y <strong>de</strong>sapareciómisteriosamente en 1988. Su esposa hizo la <strong>de</strong>n<strong>un</strong>cia correspondiente,


en Tegucigalpa primero y ante el relator especial <strong>de</strong> la OEA para losDerechos Humanos, en Buenos Aires. Que yo sepa, el caso n<strong>un</strong>ca seaclaró.Ahora bien, abusando <strong>de</strong> la paciencia <strong>de</strong> los lectores quiero retrotraer la<strong>historia</strong> a 1983, cuando las Fuerzas Armadas argentinas se habían«distanciado» <strong>de</strong> EE.UU. a causa <strong>de</strong>l apoyo yanqui a Gran Bretaña en laguerra <strong>de</strong> las Malvinas. Nos ubicamos, entonces, en j<strong>un</strong>io <strong>de</strong> 1983, en<strong>un</strong>a zona montañosa <strong>de</strong> la frontera entre Honduras y Nicaragua. Dosperiodistas norteamericanos, llamados Richard Cross y Dial Torgerson,circulaban en <strong>un</strong>a camioneta Toyota por <strong>un</strong> camino <strong>de</strong> tosca, enterritorio hondureño, cuando fueron muertos por <strong>un</strong>a explosión <strong>de</strong>origen <strong>de</strong>sconocido. <strong>La</strong> versión más creíble, surgida en aquel momento,indicaba que los sandinistas habían minado ese camino y que losperiodistas fueron víctimas inocentes <strong>de</strong> la guerra no <strong>de</strong>clarada entreambos países, durante el conflicto entre el Ejército Sandinista y laContra financiada por EEUU. Alg<strong>un</strong>os rumores poco verosímiles <strong>de</strong>cíanque había sido <strong>un</strong> obús, o <strong>un</strong> cañón <strong>de</strong> 75 mm disparado <strong>de</strong>s<strong>de</strong>Nicaragua, el que había provocado las muertes <strong>de</strong> Cross y <strong>de</strong> Torgerson.En <strong>un</strong> momento, hasta los mismos sandinistas creyeron que ellos habíancometido <strong>un</strong> imperdonable error bélico. Después lo negaron con énfasis,pero tengo para mí que n<strong>un</strong>ca terminaron <strong>de</strong> saber lo que pasóexactamente aquella mañana <strong>de</strong> j<strong>un</strong>io <strong>de</strong> 1983 en el camino <strong>de</strong>Cifuentes.Yo estaba allí ese día, a <strong>un</strong>os cuatro kilómetros <strong>de</strong>l lugar <strong>de</strong>l hecho, pero<strong>de</strong>l otro lado <strong>de</strong> la frontera. Estaba en <strong>un</strong>a al<strong>de</strong>a llamada Teotecacinte,<strong>un</strong> pueblo perdido en las montañas <strong>de</strong>l norte <strong>de</strong> Nicaragua. Y estabahaciendo lo mismo que Cross y Torgersen: trabajando comocorresponsal <strong>de</strong> guerra. Jamás me olvidaré <strong>de</strong>l afligido estupor <strong>de</strong>l jefemilitar nicaragüense que me contó en secreto el episodio. En mi caso,había <strong>un</strong>a vieja amistad con este militar, a quien conocía <strong>de</strong> la época <strong>de</strong>la lucha insurreccional. Esa amistad lo habilitaba a él a <strong>de</strong>sahogarseconmigo, pero me obligaba a mí a cumplir estrictamente con la palabraempeñada y no revelar <strong>de</strong>talles <strong>de</strong>l hecho. Él, a quien no menciono aquíporque no he podido contactarlo aún, era <strong>un</strong>o <strong>de</strong> los convencidos <strong>de</strong> supropia culpabilidad, en tanto jefe militar <strong>de</strong> la zona <strong>de</strong> operaciones, <strong>de</strong>esas dos muertes <strong>de</strong>sgraciadas.Pues bien, aquí se atan las moscas por el rabo. Un ex oficial <strong>de</strong>l ejércitoargentino, quien revistó en el campo <strong>de</strong> exterminio <strong>de</strong> <strong>La</strong> Perla, enCórdoba, me ha asegurado hace pocos días que los dos periodistasnorteamericanos fueron asesinados mediante la colocación <strong>de</strong> <strong>un</strong>abomba lapa en la camioneta en que viajaban. También me hizo saber


que la operación <strong>de</strong> <strong>asesinato</strong> <strong>de</strong> Cross y Torgersen fue or<strong>de</strong>nada por laEmbajada norteamericana en Tegucigalpa. El comando que actuó en laocasión estaba integrado por <strong>un</strong> tal Jolla, oficial <strong>de</strong> inteligenciahondureño al parecer, y por el posteriormente <strong>de</strong>saparecido RobertoAlfieri, el oficial <strong>de</strong> la Policía Fe<strong>de</strong>ral Argentina ya mencionado. Es más,a Alfieri se lo acusó en su momento <strong>de</strong> haber asesinado a su compadreJolla en Tegucigalpa.Como se compren<strong>de</strong>rá, esta revelación me exonera a mí <strong>de</strong>l secretopactado, exonera a mi viejo amigo sandinista <strong>de</strong> <strong>un</strong>a concienciaatormentada durante dos décadas por esas muertes inocentes y, sobretodo, contribuye a abrir líneas <strong>de</strong> investigación que lleven a conocer<strong>de</strong>talladamente la verdad <strong>de</strong> este suceso. Hay gente a la cual se lepue<strong>de</strong> requerir información al respecto. John Negroponte es <strong>un</strong>a <strong>de</strong> esaspersonas, pues él estaba al frente <strong>de</strong> todos los as<strong>un</strong>tos —tanto loslegales como los encubiertos— <strong>de</strong> los EE.UU. en Honduras. El generalBuaso, <strong>un</strong> la<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> Gustavo Álvares Martínez que fue agregado militar<strong>de</strong> Honduras en Chile, es otro candidato a ser consultado. <strong>La</strong> esposa <strong>de</strong>Alfieri, <strong>un</strong>a argentina <strong>de</strong> apellido Martell, acaso también sepa algo. Y lafamilia <strong>de</strong> Jolla en Tegucigalpa. Los archivos <strong>de</strong>l FBI <strong>de</strong>ben tenerinformación al respecto, porque Buaso fue <strong>de</strong>tenido e interrogado por elFBI mucho <strong>de</strong>spués, a causa <strong>de</strong> <strong>un</strong> negocio <strong>de</strong> drogas que tenía comopantalla <strong>un</strong>a conspiración para asesinar a Suazo Córdoba, el presi<strong>de</strong>nte<strong>de</strong> Honduras.¿Por qué?Los familiares y amigos <strong>de</strong> Cross y <strong>de</strong> Torgerson, antes que nadie, semerecen conocer la verdad, a<strong>un</strong>que sea 22 años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> ocurridoslos hechos y a<strong>un</strong>que todavía que<strong>de</strong>n p<strong>un</strong>tos oscuros en la <strong>historia</strong>. Ellos<strong>de</strong>berían pedir explicaciones al Departamento <strong>de</strong> Estado, a la CIA y alFBI.Alg<strong>un</strong>as preg<strong>un</strong>tas me he formulado en estos días: ¿Por qué dos tiposque trabajaban para la CIA habrían <strong>de</strong> asesinar a dos periodistasnorteamericanos en la frontera entre Honduras y Nicaragua? <strong>La</strong>maquinación, como dice mi fuente, surgió <strong>de</strong> la propia Embajada <strong>de</strong>EE.UU. en Tegucigalpa. <strong>La</strong> causa: <strong>un</strong>a inminente <strong>de</strong>rrota militar <strong>de</strong> lacontra en el Valle <strong>de</strong> Jalapa (justo <strong>de</strong>l otro lado <strong>de</strong> la frontera don<strong>de</strong>murieron los dos periodistas). <strong>La</strong> consecuencia <strong>de</strong>l <strong>doble</strong> homicidio <strong>de</strong>los periodistas: <strong>un</strong>a gigantesca operación mediática, <strong>un</strong>a fuerteacusación al Ejército <strong>de</strong> Nicaragua, <strong>un</strong> escándalo internacional yenseguida <strong>un</strong>a presencia más significativa <strong>de</strong> tropas hondureñas ynorteamericanas en el terreno y, quizás, <strong>un</strong>a «pequeña invasión» por


todo el valle <strong>de</strong> Jalapa susceptible <strong>de</strong> ser ampliada luego a la regiónnorte <strong>de</strong>l país.Por algún motivo que <strong>de</strong>sconozco <strong>un</strong>a parte <strong>de</strong>l plan se cumplió, pero<strong>de</strong>spués los hechos ocurrieron <strong>de</strong> otra manera, la contra fue <strong>de</strong>salojada<strong>de</strong> aquellas montañas y las muertes <strong>de</strong> Cross y Torgerson fueronanotadas en la lista <strong>de</strong> bajas <strong>de</strong> la guerra en Nicaragua. El as<strong>un</strong>to hasido recogido en alg<strong>un</strong>os libros, pero n<strong>un</strong>ca se aclaró lo sucedido. Alparecer, la eficacia <strong>de</strong> Alfieri y Jolla al ejecutar su parte <strong>de</strong>l plan no lossalvó <strong>de</strong> ser ellos mismos víctimas <strong>de</strong> sus contratistas, preocupados porla posibilidad <strong>de</strong> que algún día contaran la verdad. Tanto Jolla comoAlfieri fueron muertos en Honduras.En realidad, en ese juego <strong>de</strong> espejos que es el espionaje y lasoperaciones encubiertas, quizás n<strong>un</strong>ca se conozca la verdad completasobre este episodio. Pero el hecho <strong>de</strong> que tantos años <strong>de</strong>spués alguiense haya animado a informar <strong>de</strong> alg<strong>un</strong>os <strong>de</strong>talles <strong>de</strong>l as<strong>un</strong>to me hacetener ciertas esperanzas, sobre todo teniendo en cuenta que elinformante perteneció a la máquina <strong>de</strong>saparecedora <strong>de</strong> personasmontada por Vi<strong>de</strong>la y su pandilla en la República Argentina. Es la mismamáquina que secuestró y asesinó a Zelmar Michelini, Héctor GutiérrezRuiz, William Withelaw y Rosario Barredo en 1976; la que mató aRodolfo Walsh, la que <strong>de</strong>sapareció a Claudia García <strong>de</strong> Gelman y le robóla i<strong>de</strong>ntidad a su hija.Debo <strong>de</strong>cir que aprecio el gesto <strong>de</strong> este hombre ya <strong>de</strong>rrotado por lavergüenza <strong>de</strong> su propia vida: enterado <strong>de</strong> que yo viajaría a <strong>La</strong> Habanapara participar en <strong>un</strong> encuentro convocado «Contra el terrorismo, porverdad y justicia», él contactó conmigo <strong>un</strong>a vez más (ya lo había hechoen <strong>un</strong> par <strong>de</strong> ocasiones en 1987, a raíz <strong>de</strong> la publicación <strong>de</strong> mi novela Eltigre y la nieve, (en la que aparece mencionado) para darme esos<strong>de</strong>talles sobre Alfieri y Jolla. Me pidió que los hiciera públicos. Tambiénme ha aportado otros datos que quizá, algún día, sean <strong>de</strong> utilidadrevelar.Sé que muchos pensarán que he sido víctima <strong>de</strong> <strong>un</strong>a «operación <strong>de</strong> losservicios», como gustan llamar los periodistas porteños a las maniobrasdiversionistas <strong>de</strong>stinadas a sembrar pistas falsas y confusión. Deboap<strong>un</strong>tar que, a riesgo <strong>de</strong> parecer ingenuo, creo firmemente en esosdatos aportados <strong>de</strong> manera libre y espontánea. Por la información queme han brindado alg<strong>un</strong>os compañeros, tanto en Montevi<strong>de</strong>o como enBuenos Aires, esta fuente es fiable, ya ha servido para aclarar otroshechos <strong>de</strong> la guerra sucia y, a<strong>de</strong>más, los nombres y fechas que manejase compaginan con exactitud en la maraña <strong>de</strong> hechos que aquí intenté


elatar con la mayor claridad posible. Esta es, pues, la <strong>historia</strong> <strong>secreta</strong><strong>de</strong> <strong>un</strong> <strong>doble</strong> <strong>asesinato</strong> cometido hace 22 años.Una última precisión: las víctimas no fueron solamente Cross yTorgersen, los dos periodistas asesinados. <strong>La</strong> lista es enorme: losfamiliares <strong>de</strong> los periodistas, sus memorias; los sospechosos <strong>de</strong> culpaque, me consta, han cargado con la pesada cruz <strong>de</strong> la responsabilidaddurante 22 años; los que investigaron <strong>de</strong> buena fe y se encontraron condatos falsos aportados por agencias oficiales, tanto <strong>de</strong> los gobiernos <strong>de</strong>Honduras como <strong>de</strong> EE.UU.; la opinión pública, engañada como tantasotras veces por apariencias manipuladas y relatos sesgados <strong>de</strong> loshechos. Todos fueron víctimas.Y la verdad. También la verdad fue <strong>un</strong>a gran víctima <strong>de</strong> esa tramoya.Ahora, con estos datos, quizá pueda abrirse el camino para terminar <strong>de</strong>clarificar <strong>de</strong> forma <strong>de</strong>finitiva el episodio. Entonces sí, <strong>un</strong>a vez conocida laverdad <strong>de</strong> este acto terrorista, podrá recorrerse el camino <strong>de</strong> la Justicia,que es el único digno <strong>de</strong> transitar.

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