cuadernos bdsm n° 6

CUADERNOS DE BDSM - nº6- ¿Eres tan fiero como te pintan?- En absoluto pero no me molesta esta reputación. Sea real o no, depende con quienhaga una sesión. No puedo ser el mismo con una masoquista empedernida o con unasumisa a quien le encanta el bondage.- ¿Qué te parece que cada vez más locales de intercambio incorporen mazmorras asus servicios?. ¿Es competencia?- Me parece muy bien y creo que responden a un creciente interés por el BDSM. Apesar de no ser mi ambiente preferido puedo entender que haya gente que disfrutepracticando BDSM en el ambiente “Swinger” Creo que la diversidad es buena para elBDSM y para todos los locales.- Has comentado alguna vez que sin dominación mental no puede haberabsolutamente nada. ¿A qué te refieres?.- Cierto, considero que la mente es lo principal para disfrutar del BDSM. El cuerpo meinteresa tan solo para causar impresiones en la mente. Hasta la masoquista másmasoquista tiene algo de sumisa. Si no fuera así todo el esfuerzo que se hace a lo largode una sesión sería inútil. No me gusta dar con el látigo, sino ver las reacciones.- Pero, por ejemplo, no puede existir el bondage sin dominación, sólo como formaartística- Puede que si, pero entonces no lo llamaría BDSM.- En fotos y en la tele te he visto sobre todo haciendo bondage y manejando ellátigo largo. ¿Son tus instrumentos favoritos?- Después de haber practicado BDSM durante unos 35 años no podría decir esto. Hayépocas en las que gustan más unas cosas que otras. También depende mucho de lapareja que uno pueda tener.- Recientemente has estado en Japón para hacer un cursillo de Shibari. ¿Qué tienede especial para ti este arte para que vayas tan lejos a aprenderlo?- Es una evolución natural. En Matthias Grimme he tenido el mejor maestro en Europapara dar mis primeros pasos hace años ya. Luego he ido a ver que es lo que enseñan enlos EE UU, que a pesar de ser de alta calidad, no me satisfacía de por completo. Por loque el único sitio que me quedaba era Tokyo. También tenía la suerte de haber llegado aconocer en mis dos semanas de seminario en Berlín a uno de ellos en persona y que élme llamaba para venir a aprender de él. Dejar pasar esta ocasión hubiera sido mal vistoy quizás no se me hubiera ofrecido una segunda vez.Pag. 36