fotografías proce<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong>l satélite artificial Big Bird y, conjuntamente con la “cuna” y elinstrumental utilizado en el “gran viaje”, nuestro inmediato traslado a los EstadosUnidos..Concretamente, a la base <strong>de</strong> Edwards don<strong>de</strong>, siempre en secreto, había sido previstoel exhaustivo análisis <strong>de</strong> la información y material aportados por los “exploradores”.La primera noticia -la notificación por mi parte al jefe <strong>de</strong>l proyecto <strong>de</strong> la pérdida <strong>de</strong>l micrófono,camuflado la noche <strong>de</strong>l Jueves Santo en la base <strong>de</strong>l farol que alumbraba la llamada “últimacena”, en el piso superior <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> Elías Marcos- cayó como un jarro <strong>de</strong> agua fría. Una <strong>de</strong>las reglas <strong>de</strong> oro <strong>de</strong> la operación establecía precisamente que ninguno <strong>de</strong> los exploradores a“otro tiempo” podía “regresar” con objetos, manuscritos o materiales propios <strong>de</strong> dicha época.Esto era sagrado. Y, <strong>de</strong> la misma forma, los miembros <strong>de</strong> cada expedición estaban obligados avelar por su propio instrumental y equipo, no permitiendo, bajo ningún concepto, que cayera enmanos ajenas o que, simplemente, se perdiera. La rigi<strong>de</strong>z <strong>de</strong> nuestro código moral llegaba atales extremos que, en el supuesto <strong>de</strong> “alta emergencia”, cualquiera <strong>de</strong> los dispositivostecnológicos manipulados en la misión que se viera gravemente comprometido <strong>de</strong>bía ser<strong>de</strong>struido. Sólo aquellas piezas o enseres asociables al momento histórico motivo <strong>de</strong> laexploración -como era el caso <strong>de</strong> las esmeraldas regaladas por mí a Poncio Pilato y alcomandante <strong>de</strong> la fortaleza Antonia, Civilis, o el oro en pepitas <strong>de</strong>stinado a la obtención <strong>de</strong>monedas <strong>de</strong> curso legal en la Palestina <strong>de</strong>l año 30- se hallaban autorizados y podían serincorporados al flujo rutinario <strong>de</strong> dicha sociedad.De ahí que el involuntario extravío <strong>de</strong>l diminuto y sofisticado micrófono –diseñado y construidopor los especialistas <strong>de</strong> la ATT (American Telephone and Telegraph) para esta misiónconmovieralos ánimos <strong>de</strong> Curtiss y <strong>de</strong>l resto <strong>de</strong>l equipo. Y aunque comprendieron que lasconsecuencias <strong>de</strong>l doble seísmo registrado en las primeras horas <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> <strong>de</strong>l viernes, 7 <strong>de</strong>abril <strong>de</strong>l mencionado año 30 en Jerusalén, resultaban <strong>de</strong>l todo imprevisibles para mi y paracualquier otro explorador, la sola i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> haber abandonado una pieza tan específica <strong>de</strong>l sigloXX en un entorno histórico-geográfico tan remoto y ajeno a dicha tecnología, empezó aobsesionar al director <strong>de</strong> la operación.(Sinceramente, ahora doy gracias al cielo por mi involuntario error y, sobre todo, por laobsesiva i<strong>de</strong>a que germinó entonces en el cerebro <strong>de</strong>l general.).Y fue a lo largo <strong>de</strong> aquel primery superficial examen <strong>de</strong> nuestra exploración cuando, casi sin querer y como consecuencia <strong>de</strong>lcomentario sobre el doble movimiento sísmico, varios <strong>de</strong> los directores <strong>de</strong>l proyecto semostraron especialmente interesados en la naturaleza <strong>de</strong> dichos temblores. Lógicamente,hasta que los sismogramas o registros permanentes instalados en la “cuna” no fueran enviadosa Estados Unidos y <strong>de</strong>scifrados por personal cualificado, nuestras apreciaciones sólo tenían elvalor <strong>de</strong> simples hipótesis. Sin embargo, algo sí aparecía claro en aquellos primerosmomentos: el tercer estremecimiento <strong>de</strong>l módulo -cuando los sismógrafos ya habíanenmu<strong>de</strong>cido-sólo podía obe<strong>de</strong>cer a la presencia <strong>de</strong> una onda expansiva. Este rotundoconvencimiento <strong>de</strong> Eliseo, que pa<strong>de</strong>ció los dramáticos 63 segundos –duración estimada <strong>de</strong>ambos seísmos- a bordo <strong>de</strong>l módulo, se vio refrendado por la inconfundible presencia en lossismogramas <strong>de</strong> las ondas “P”, características <strong>de</strong> las explosiones nucleares subterráneas 8 .La sorpresa y el <strong>de</strong>sconcierto en los hombres <strong>de</strong> <strong>Caballo</strong> <strong>de</strong> <strong>Troya</strong>, como digo, fueron talesque, en ese mismo momento, Curtiss abandonó el hangar en el que se había montado laestación receptora <strong>de</strong> imágenes y que nos servía <strong>de</strong> improvisado cuartel general, regresando alos pocos minutos con los registros analógicos y digitales. Estos últimos sólo podían<strong>de</strong>codificarse mediante or<strong>de</strong>nador. Así que, ayudado por los directores y por el propio Eliseo,Curtiss examinó las oscilaciones registradas en el papel térmico. Allí estaba, efectivamente, laserie <strong>de</strong> “culebreos” provocada por las mencionadas ondas “P” o primarias. En la segundasacudida -valorada <strong>de</strong>spués por los expertos en una magnitud situada entre 6,0 y 6,9-, estegrupo <strong>de</strong> ondas aparecía en primer lugar y con extraordinaria claridad.Curtiss, sumido en un profundo mutismo, se <strong>de</strong>jó caer sobre su asiento.Supongo que sus pensamientos eran muy similares a los <strong>de</strong>l resto <strong>de</strong>l equipo:8 La energía liberada en un terremoto se <strong>de</strong>splaza por la roca en forma <strong>de</strong> ondas. Aunque suspatrones resultan muy complejos, constantemente modificados por las propieda<strong>de</strong>s <strong>de</strong>reflexión, difracción, refracción y dispersión <strong>de</strong> las ondas, internacionalmente han sido divididasen tres grupos: ”P”, “S” y “L”. Las" P” o primarias, <strong>de</strong> empuje, compresional o longitudinal,viajan por el interior <strong>de</strong> la Tierra a velocida<strong>de</strong>s muy consi<strong>de</strong>rables: entre 6 y 11,3 kilómetros porsegundo, siendo la primera en llegar a la estación registradora. En las explosiones nuclearessubterráneas, este tipo <strong>de</strong> ondas “P” son características y muy fuertes, comparativamente conlas “L” o superficiales. (N. <strong>de</strong>l m.)
¿Una explosión nuclear subterránea en pleno siglo I? ¿Y justamente en los críticos instantes enque se registraba el fallecimiento <strong>de</strong>l Hijo <strong>de</strong>l Hombre?¿Cómo en ten<strong>de</strong>r aquel absurdo?-A no ser que nos encontremos ante otro tipo <strong>de</strong> fenómeno -murmuró el general casi para simismo.-En cualquier caso -intervino acertadamente otro <strong>de</strong> los miembros <strong>de</strong>l programa-, es precisoaguardar los resultados <strong>de</strong>finitivos.Todos nos mostramos <strong>de</strong> acuerdo. Sin embargo, el viejo general, en cuya mente rondaba yauna nueva y audaz i<strong>de</strong>a, sugirió que tales análisis fueran practicados sin <strong>de</strong>mora.Ahora, con la perspectiva <strong>de</strong>l tiempo, no resulta tan extraño o casual que en esos instantes,cuando Curtiss procedía a guardar los preciosos sismogramas,<strong>de</strong>cididamente dispuesto a enviarlos a Estados Unidos ese mismo 12 <strong>de</strong>.febrero <strong>de</strong> 1973, uno<strong>de</strong> sus ayudantes irrumpiera en el hangar, entregando al general un sobre cerrado. Almanipularlo, todos pudimos distinguir en el reverso el emblema <strong>de</strong> la embajada <strong>de</strong> nuestro paísen Israel.Tras unos segundos <strong>de</strong> atenta lectura, su rostro se ensombreció. Y sus ojos <strong>de</strong> halcónterminarían por clavarse en los míos, pasando <strong>de</strong>spués a perforar los <strong>de</strong> Eliseo. Mi hermano yyo nos miramos sin compren<strong>de</strong>r. No hubo tiempo para más. Curtiss guardó el documento y,levantándose, nos rogó que le disculpásemos.¿Qué había sucedido? ¿A qué obe<strong>de</strong>cía aquel cambio en el semblante <strong>de</strong>l general? ¿Por quésu mirada se había centrado en nosotros?Aquella misiva, proce<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la embajada <strong>de</strong> Estados Unidos en Israel, contenía la segundanoticia que, como señalaba anteriormente, contribuiría –y <strong>de</strong> qué forma!- al cambio <strong>de</strong> planesen la aparentemente concluida Operación <strong>Caballo</strong> <strong>de</strong> <strong>Troya</strong>.Aquella jornada <strong>de</strong>l lunes, 12 <strong>de</strong> febrero, fue especialmente intensa. Pero intentaré or<strong>de</strong>nar misrecuerdos y sensaciones...Esa misma mañana, una vez interrumpida la reunión con el general, los directores <strong>de</strong>lprograma estimaron que nuestra presencia en la mezquita <strong>de</strong> la Ascensión no era necesaria yque, en buena lógica, una vez practicados los obligados y rutinarios exámenes médicos,podíamos disponer <strong>de</strong>l resto <strong>de</strong>l día a nuestro antojo. Si todo discurría como hasta esosmomentos, para el jueves, 15,o lo más tardar el 16 <strong>de</strong> ese mes <strong>de</strong> febrero, el módulo y losequipos auxiliares se hallarían totalmente embalados y dispuestos para su traslado al corazón<strong>de</strong>l <strong>de</strong>sierto <strong>de</strong> Mojave. Nosotros y buena parte <strong>de</strong> los 61 integrantes <strong>de</strong>l proyecto viajaríamoscon el material que, supuestamente, había servido para la instalación y puesta en marcha <strong>de</strong> laestación receptora <strong>de</strong> fotografías.Los israelitas, que seguían vigilando el exterior <strong>de</strong>l octógono, no daban.muestras <strong>de</strong> inquietud onerviosismo alguno. Todo, en fin, parecía sumido en una profunda calma.Los chequeos médicos, no excesivamente rigurosos dado lo precario <strong>de</strong> las instalaciones,apenas si llamaron la atención <strong>de</strong> los médicos. Yo acusaba un grado <strong>de</strong> agotamientoligeramente superior al <strong>de</strong> Eliseo, pero <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> los límites previsibles en una operación <strong>de</strong>aquella naturaleza. Y aunque mi aspecto físico <strong>de</strong>jaba bastante que <strong>de</strong>sear -fruto, sin duda, <strong>de</strong>la tensión y <strong>de</strong> la falta <strong>de</strong> sueño-, los especialistas me <strong>de</strong>spidieron con una amplia sonrisa. Enrealidad, y según lo programado por <strong>Caballo</strong> <strong>de</strong> <strong>Troya</strong>, las pruebas médicas “en profundidad”sólo tendrían lugar en la base <strong>de</strong> Edwards, días más tar<strong>de</strong>.Ahora, al redactar este diario, me estremezco al pensar qué habría sucedido si esos análisismédicos hubieran llegado a practicarse en las fechas previstas inicialmente... Pero el <strong>de</strong>stino,una vez más, tenía otros planes.Fue entonces, al quedarme solo en mi habitación <strong>de</strong>l hotel Ramada Shalom, en la discretazona <strong>de</strong> Beit Vegan, cuando toda la angustia acumulada en mi corazón empezó a aflorar,hundiéndome en un confuso océano <strong>de</strong> sensaciones, recuerdos y sentimientos. No podíaengañarme a mi mismo. A pesar <strong>de</strong> mi escepticismo inicial y <strong>de</strong> todo mi entrenamiento, elcontacto con Jesús <strong>de</strong> Nazaret y, sobre todo, su terrorífica muerte, me habían marcado parasiempre.Yo sabía que a partir <strong>de</strong> aquel “encuentro” con el Maestro <strong>de</strong> Galilea, nada en mi vida sería yaigual. Mi condición humana, mis <strong>de</strong>bilida<strong>de</strong>s y mis múltiples errores no iban a cambiar. Sinembargo, mi forma <strong>de</strong> ver la vida y mis sentimientos más íntimos ya no fueron como antaño.¿Qué me estaba sucediendo? ¿Por qué mi alma se sentía tan abatida? ¿Por qué la figura, laspalabras y hasta los silencios <strong>de</strong> aquel Hombre me asediaban? Yo sólo era un explorador. Unsimple observador... ¿Por qué toda mi inteligencia y pragmatismo parecían flaquear?