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Caballo de Troya 2 JJ BENÍTEZ - IDU

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¿Una explosión nuclear subterránea en pleno siglo I? ¿Y justamente en los críticos instantes enque se registraba el fallecimiento <strong>de</strong>l Hijo <strong>de</strong>l Hombre?¿Cómo en ten<strong>de</strong>r aquel absurdo?-A no ser que nos encontremos ante otro tipo <strong>de</strong> fenómeno -murmuró el general casi para simismo.-En cualquier caso -intervino acertadamente otro <strong>de</strong> los miembros <strong>de</strong>l programa-, es precisoaguardar los resultados <strong>de</strong>finitivos.Todos nos mostramos <strong>de</strong> acuerdo. Sin embargo, el viejo general, en cuya mente rondaba yauna nueva y audaz i<strong>de</strong>a, sugirió que tales análisis fueran practicados sin <strong>de</strong>mora.Ahora, con la perspectiva <strong>de</strong>l tiempo, no resulta tan extraño o casual que en esos instantes,cuando Curtiss procedía a guardar los preciosos sismogramas,<strong>de</strong>cididamente dispuesto a enviarlos a Estados Unidos ese mismo 12 <strong>de</strong>.febrero <strong>de</strong> 1973, uno<strong>de</strong> sus ayudantes irrumpiera en el hangar, entregando al general un sobre cerrado. Almanipularlo, todos pudimos distinguir en el reverso el emblema <strong>de</strong> la embajada <strong>de</strong> nuestro paísen Israel.Tras unos segundos <strong>de</strong> atenta lectura, su rostro se ensombreció. Y sus ojos <strong>de</strong> halcónterminarían por clavarse en los míos, pasando <strong>de</strong>spués a perforar los <strong>de</strong> Eliseo. Mi hermano yyo nos miramos sin compren<strong>de</strong>r. No hubo tiempo para más. Curtiss guardó el documento y,levantándose, nos rogó que le disculpásemos.¿Qué había sucedido? ¿A qué obe<strong>de</strong>cía aquel cambio en el semblante <strong>de</strong>l general? ¿Por quésu mirada se había centrado en nosotros?Aquella misiva, proce<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la embajada <strong>de</strong> Estados Unidos en Israel, contenía la segundanoticia que, como señalaba anteriormente, contribuiría –y <strong>de</strong> qué forma!- al cambio <strong>de</strong> planesen la aparentemente concluida Operación <strong>Caballo</strong> <strong>de</strong> <strong>Troya</strong>.Aquella jornada <strong>de</strong>l lunes, 12 <strong>de</strong> febrero, fue especialmente intensa. Pero intentaré or<strong>de</strong>nar misrecuerdos y sensaciones...Esa misma mañana, una vez interrumpida la reunión con el general, los directores <strong>de</strong>lprograma estimaron que nuestra presencia en la mezquita <strong>de</strong> la Ascensión no era necesaria yque, en buena lógica, una vez practicados los obligados y rutinarios exámenes médicos,podíamos disponer <strong>de</strong>l resto <strong>de</strong>l día a nuestro antojo. Si todo discurría como hasta esosmomentos, para el jueves, 15,o lo más tardar el 16 <strong>de</strong> ese mes <strong>de</strong> febrero, el módulo y losequipos auxiliares se hallarían totalmente embalados y dispuestos para su traslado al corazón<strong>de</strong>l <strong>de</strong>sierto <strong>de</strong> Mojave. Nosotros y buena parte <strong>de</strong> los 61 integrantes <strong>de</strong>l proyecto viajaríamoscon el material que, supuestamente, había servido para la instalación y puesta en marcha <strong>de</strong> laestación receptora <strong>de</strong> fotografías.Los israelitas, que seguían vigilando el exterior <strong>de</strong>l octógono, no daban.muestras <strong>de</strong> inquietud onerviosismo alguno. Todo, en fin, parecía sumido en una profunda calma.Los chequeos médicos, no excesivamente rigurosos dado lo precario <strong>de</strong> las instalaciones,apenas si llamaron la atención <strong>de</strong> los médicos. Yo acusaba un grado <strong>de</strong> agotamientoligeramente superior al <strong>de</strong> Eliseo, pero <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> los límites previsibles en una operación <strong>de</strong>aquella naturaleza. Y aunque mi aspecto físico <strong>de</strong>jaba bastante que <strong>de</strong>sear -fruto, sin duda, <strong>de</strong>la tensión y <strong>de</strong> la falta <strong>de</strong> sueño-, los especialistas me <strong>de</strong>spidieron con una amplia sonrisa. Enrealidad, y según lo programado por <strong>Caballo</strong> <strong>de</strong> <strong>Troya</strong>, las pruebas médicas “en profundidad”sólo tendrían lugar en la base <strong>de</strong> Edwards, días más tar<strong>de</strong>.Ahora, al redactar este diario, me estremezco al pensar qué habría sucedido si esos análisismédicos hubieran llegado a practicarse en las fechas previstas inicialmente... Pero el <strong>de</strong>stino,una vez más, tenía otros planes.Fue entonces, al quedarme solo en mi habitación <strong>de</strong>l hotel Ramada Shalom, en la discretazona <strong>de</strong> Beit Vegan, cuando toda la angustia acumulada en mi corazón empezó a aflorar,hundiéndome en un confuso océano <strong>de</strong> sensaciones, recuerdos y sentimientos. No podíaengañarme a mi mismo. A pesar <strong>de</strong> mi escepticismo inicial y <strong>de</strong> todo mi entrenamiento, elcontacto con Jesús <strong>de</strong> Nazaret y, sobre todo, su terrorífica muerte, me habían marcado parasiempre.Yo sabía que a partir <strong>de</strong> aquel “encuentro” con el Maestro <strong>de</strong> Galilea, nada en mi vida sería yaigual. Mi condición humana, mis <strong>de</strong>bilida<strong>de</strong>s y mis múltiples errores no iban a cambiar. Sinembargo, mi forma <strong>de</strong> ver la vida y mis sentimientos más íntimos ya no fueron como antaño.¿Qué me estaba sucediendo? ¿Por qué mi alma se sentía tan abatida? ¿Por qué la figura, laspalabras y hasta los silencios <strong>de</strong> aquel Hombre me asediaban? Yo sólo era un explorador. Unsimple observador... ¿Por qué toda mi inteligencia y pragmatismo parecían flaquear?

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