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Marie__Raymond____Yves__Klein.__Herencias_(3647)

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40 Robert FleckEl joven pintor que escribe estas palabras parece estar muy seguro de sí mismo. Las citas,las referencias, las distintas maneras en que se polemiza sobre las diferentes expresionesde la pintura contemporánea le resultan muy familiares. Tiene sólo treinta años cuandoredacta y publica este texto, aunque podríamos pensar que se trata del balance hecho porun gran maestro al final de su obra y de su vida, o incluso un pastiche del famoso Diario deEugène Delacroix, en quien se inspira el pintor desde sus inicios. Se trata, más que de unverdadero manifiesto, de un intento tan hábil como «refinado» que parece tener por objetoasestar un golpe fatal a la pintura abstracta, en boga en el año 1958. Al retomar el temadel «combate entre la línea y el color», tema que funda el modernismo desde la pinturaromántica a comienzos del siglo diecinueve, el joven pintor se rebela contra la estéticade la Escuela de París de posguerra y contra el Expresionismo abstracto americano. EnParís, la construcción del cuadro abstracto mediante líneas, cuya composición se inspiraen la regla del número de oro, prevalece sobre el empleo del color. La línea actúa comofactor dominante; el color interviene de forma secundaria, una vez la composición a basede líneas ha quedado establecida. El mismo principio obra en la mayor parte de los pintoresde la Escuela de Nueva York. En Jackson Pollock la línea se convierte, de hecho,en el único elemento del cuadro. El rechazo incondicional de la línea –su exclusión enbeneficio del color– implica una revolución estética de la que se siente portador el jovenpintor, quien parece llevarla hasta sus últimas consecuencias. La emancipación del colorse había iniciado con el Romanticismo y Eugène Delacroix. El joven pintor se proponeconsumar un movimiento que es consustancial al arte moderno. Quiere realizar de unavez por todas los principios y las utopías, y es por esta razón por la que denuncia a lospintores abstractos de su época, a los que reprocha haberse desviado de los objetivos quese habían fijado. Hay otro elemento que da a este texto una connotación existencialista.Con respecto a los cuadros abstractos, el pintor utiliza una expresión: «ventana de prisión».Asimila la linealidad a la finitud, mientras que el color, pura sensibilidad, se leaparece como infinito, cósmico e inmaterial. Esta idea básica constituye todo un programaque el joven pintor no dejará de desarrollar, lo que llevará a cabo con un sentido de laconsecuencia y una determinación sorprendentes.Lo que también sorprende en este texto es la virulencia de la polémica contra una pinturaabstracta basada en la composición y en la línea, o dicho de otro modo, la Abstracción líricade la Escuela de París de posguerra. Pues la pintura a la que alude <strong>Yves</strong> <strong>Klein</strong> no es otra quela de su madre, <strong>Marie</strong> <strong>Raymond</strong>. En la primavera de 1958, un parisino aficionado al artetenía mil veces más oportunidades de conocer la obra de <strong>Marie</strong> <strong>Raymond</strong> que la de su hijo.Ella es una de las pintoras más reconocidas y punteras del momento. Sólo los especialistassabían que su hijo se había lanzado, a su vez, a una carrera artística desde hacía tres años.Por el contrario, los periódicos franceses evocan la obra de <strong>Marie</strong> <strong>Raymond</strong> para saludarel reconocimiento internacional y francés, rindiendo de este modo honor a la Escuela deParís. <strong>Marie</strong> <strong>Raymond</strong> ya había obtenido el prestigioso Premio Kandinsky en 1949. Desdela primera Bienal de San Pablo, en 1951, participa en la mayor parte de las citas del artecontemporáneo. En enero de 1957, el Stedelijk Museum de Ámsterdam, convertido, bajoel impulso de su director Willem Sandberg, en uno de los lugares determinantes para la

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