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impossibilia-8-octubre-2014

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de Walt Disney (Beauty and the Beast, 1991) es, en buena parte, deudora de la versión de Jean Cocteau (lajoven recibe el nombre de Bele, los criados son transformados en objetos personicados y se perpetúa lasubtrama del pretendiente arogante y presuntuoso, que en Cocteau se lama Avenant y en Disney, Gaston).Ahora bien, la Factoría Disney añade ingredientes de su cosecha, como el nombre otorgado al padre deBela (Maurice), la condición de hija única (a diferencia de lo que ocure en la versión literaria y en laversión cinematográica de Cocteau, donde la presencia de otros hermanos servía, como en Cenicienta, paraenfatizar, por contraste, el carácter bondadoso de la Bela) y el hecho clave de que la Bestia no sea, como elbuen salvaje rouseauniano que vive al margen de la civilización, bueno por naturaleza, sino un ser malvadocuyos demonios, con mano izquierda, logra exorcizar Bela. 13Desde una perspectiva meramente historicista, el cuento se ha interpretado como una relexión sobrelos matrimonios de conveniencia entre muchachas muy jóvenes y hombres mucho mayores que elas. En elentorno social elevado al que pertenecían las autoras del Ancien Régime francés, a quienes debemos lasprimeras versiones de la historia, tales uniones eran habituales. Cada vez más inluidas por la iciónromántica, hubo mujeres que se negaron a participar en los matrimonios concertados y reivindicaron suderecho a elegir esposo por sí mismas (Ros, 2004: 55), pero, desde 1750, el cuento de hadas literario actuócomo heramienta de refuerzo del status quo. Aunque el relato de “La Bela y la Bestia” no deja de mostraruna actitud crítica para con estas prácticas, transmite al mismo tiempo a las jóvenes esposas el mensaje deque, buscando en el interior de sus maridos o, simplemente mediante su amor, pueden hacer alorar al serbondadoso que se oculta tras la apariencia de la Bestia.De una idea similar parten las interpretaciones psicoanalíticas de la historia. En el argumento de “LaBela y la Bestia” puede apreciarse, de acuerdo con Betelheim (1976), la legada de la protagonista a lamayoría de edad y el acceso al mundo de la sexualidad, simbolizado en la rosa cortada del jardín. Entre laBela y su progenitor existe un vínculo de carácter edípico. Al no haber superado este complejo, la niñapercibe la sexualidad como perversión y ve a todo hombre que experimenta deseo sexual hacia ela comouna bestia. Solo en el momento en que rompe el vínculo edípico y descubre la sexualidad como facetaintrínseca de la vida adulta deja de percibir a la Bestia como tal y puede alcanzar la felicidad. Siconsideramos que la Bestia, a su vez, es un símbolo de la animalidad integrada en la condición humana ytenemos en cuenta el hecho de que solo el amor de una doncela puede neutralizar el hechizo, podríaargumentarse, además, en términos freudianos, que el matrimonio entre la Bela y la Bestia representaría lahumanización y socialización del elo por el superyó. Desde la perspectiva de Jung, que sigue von Franz13Sobre el mito de la Bela y la Bestia desde sus orígenes hasta la película de Jean Cocteau, cf. Gasparo (2002).Martínez Sariego (2012) considera las diferentes versiones del mito en el marco de un estudio general sobre el motivodel monstruo y la doncela.Martínez Sariego, Mónica María. “Lo que los adultos encontraron en los libros para niños: (sobre)interpretación de los cuentos de hadas en lacrítica contemporánea”. Imposibilia Nº8, Págs. 64-85 (Octubre <strong>2014</strong>) Artículo recibido el 09/08/<strong>2014</strong> – Aceptado el 11/09/<strong>2014</strong> – Publicado el 30/10/<strong>2014</strong>.76

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