impossibilia-8-octubre-2014
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yendo y viniendo por el aire como una mariposa”, Sánchez Ferlosio, 1996: 61-62); táctiles (“por debajo delagua sentía en sus pies un fondo musgoso y resbaladizo con algunos guijaros”, 48); olfativas (“el olor agrioy almizclado [de la niebla] se iba transformando en otro olor más ligero, como de violetas animales”, 19); yauditivas (“la polea era de madera y chilaba como una golondrina”, 48). Quedan fuera las gustativas, lo cualrefrenda el carácter de cuento tradicional de nuestra obra, pues la comida suele estar ausente de lasnaraciones infantiles excepto como elemento prohibido ‒Hansel y Gretel‒ o como rasgo de personajesmalvados ‒brujas y ogros comen niños. De hecho la única comida apetitosa que aparece es el gazpacho queprepara Alfanhuí, pero no lo hace guiado por el paladar, sino por la mirada: “luego entornaba los ojos ymiraba, por el color, cómo iba quedando” (74).Pero hay más. Alfanhuí nos ofrece imágenes de una conmovedora delicadeza: “cuando coincidía quetodos los vecinos colgaban sus sábanas a la vez, quedaba el patio todo espeso de láminas, del suelo al cielo,como un hojaldre” (98); la ola hervía con “grandes, lentas burbujas que explotaban sin ruido, como besosde boca redonda” (80). El lenguaje se usa con precisión, sin elementos superluos, lo que da lugar a una grancondensación signicativa, como esta frase que prepara la muerte de don Zana: “Amaneció por in un díaviolento y sesgado, con un duro cielo de acero y un viento de halcones” (116); o el momento en que se selael vínculo entre Alfanhuí y su maestro:El maestro lamó un día a Alfanhuí para darle el título de oicial. Aquel día le contó sus últimos secretos.Alfanhuí contó, a su vez, cómo había conseguido la sangre del ocaso cuando vivía con su madre. El maestrole dio la mano y le regaló un lagarto de bronce verde (60)La brevedad de las frases, el modo en que se obvian los “secretos” que comunica el maestro o todolo que implica ese apretón de manos es una clara muestra de la extraordinaria seleción del lenguaje: se haelegido muy bien cada término, el lugar que ocupa y las relaciones que establece con los demás.Dificultad en su justa medida. En cuanto a las posibles dicultades de la obra, es cierto que el mundoliteraturizado y fantástico de Alfanhuí deja muchos huecos que el lector ha de completar: lo interpela una yotra vez y lo convierte en cocreador. Lo obliga a adoptar un papel activo, y por elo es idónea, aunquetambién compleja, para un lector incipiente. Tanto para los adultos como para los niños, la dicultad en sujusta medida es un acicate; lo que no entraña ningún reto acaba por aburir. En este sentido, Alfanhuícumple el doble requisito al que debería responder la LIJ de calidad: “ajustarse a las capacidades de loslectores y ayudarles a progresar” (Colomer 2005: 83).El predominio absoluto de lo concreto frente a lo abstracto (“El cascarón era como de tela, como lascamisas de los percebes, y se sentía dentro una cosa, como un pañuelo arugado”, “los huevos empezaron amoverse como hombres dentro de un saco”, Sánchez Ferlosio, 2006: 61), de la experiencia frente a laMorón Olivares, Eva y Martínez Aguilar, Consuelo. “Las dicultades de los futuros maestros ante la LIJ: el ejemplo de Alfanhuí”.Imposibilia Nº8, Págs. 194-207 (Octubre 2014) Artículo recibido el 30/07/2014 – Aceptado el 09/09/2014 – Publicado el 30/10/2014.200
especulación, enlaza con la manera de estar en el mundo de los niños, de aprehenderlo, de hacerlo suyo. Porejemplo, Alfanhuí mira y actúa, habla cuando tiene algo que decir, pero apenas acedemos a suspensamientos, y cuando lo hacemos, como la noche en que, a raíz del trasiego nocturno de la abuela con susarcas, se dice “Eso estaba en la tercera arca, y ahora lo ha metido en la séptima”, vemos que es un personajecentrado en sus “industrias”; la introspeción queda al margen (de nuevo una coincidencia con los cuentosinfantiles).Rasgos propios del mundo infantil. La capacidad de observación, la paciencia cuando algo los absorbepor completo, la despreocupación por las cosas materiales, la conexión con la naturaleza, son atributosinfantiles con los que se construye el personaje de Alfanhuí. En cuanto a los tres primeros, esta novelareivindica de una manera sutil un ritmo de vida más pausado, más respetuoso con los seres vivos, acorde conlos ciclos naturales. Frente al mundo acelerado en el que vivimos y en el que están surgiendo movimientosque reivindican la vuelta a la lentitud (slow city, slow fod…), Alfanhuí se revela como un texto de inusitadaactualidad. En la misma línea encontramos ese interés tan genuino en los niños por escuchar historias: lospersonajes en Alfanhuí se relacionan gracias a los relatos, casi siempre al amor de la lumbre, que constituyenlos momentos de mayor calidez.De la intensa y simbiótica relación que el protagonista establece con la naturaleza es un claro ejemploel modo en que la sila del desván (una sila de cerezo que sigue dando fruto) lo acoge en su regazo:“Alfanhuí se sentó en la sila y vino a poner la cabeza entre las dos ramas de cerezo, que le cercaban las sienescomo una corona, y las cerezas parecían colgar de sus orejas como pendientes de rubíes oscuros junto a supelo castaño” (40).Sin embargo, durante su permanencia en Madrid “estaba como olvidado”, pierde incluso la visiónsimbólicamente, y no se rencuentra consigo mismo hasta que vuelve a tocar la tiera: “Alfanhuí se inclinó atocar el suelo y cogió tiera en sus manos. No eran ya azoteas, sino parcelas de labor. Había salido de laciudad por el camino alto. Alfanhuí se detuvo y comenzó a ver” (122-123).Énfasis en lo lúdico y lo gratuito. En sintonía con el peso que ambos tienen en la infancia, la meta delas industrias a las que se entrega Alfanhuí no es convertirse en lo que solemos lamar un hombre deprovecho, sino que todo su tiempo, esfuerzo e inteligencia se ponen al servicio de la experimentación y de lasatisfacción de la curiosidad por conocer el mundo (“zarandajas” y “enredos de gente caprichosa”, según laabuela Ramona, 144). La vía de conocimiento de Alfanhuí, como la del poeta (lo mencionábamos alprincipio), es la imaginación, la intuición.Búsqueda de la propia identidad. Esta es la meta de Alfanhuí a lo largo de toda la novela: inventa unalfabeto diferente; busca experiencias que le ayuden a ser quien es, y si no las encuentra, se marcha; laestabilidad y el conformismo le son ajenos. No pose nada; “solo” a sí mismo. Esta idea de ganar el propioMorón Olivares, Eva y Martínez Aguilar, Consuelo. “Las dicultades de los futuros maestros ante la LIJ: el ejemplo de Alfanhuí”.Imposibilia Nº8, Págs. 194-207 (Octubre 2014) Artículo recibido el 30/07/2014 – Aceptado el 09/09/2014 – Publicado el 30/10/2014.201
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yendo y viniendo por el aire como una mariposa”, Sánchez Ferlosio, 1996: 61-62); táctiles (“por debajo delagua sentía en sus pies un fondo musgoso y resbaladizo con algunos guijaros”, 48); olfativas (“el olor agrioy almizclado [de la niebla] se iba transformando en otro olor más ligero, como de violetas animales”, 19); yauditivas (“la polea era de madera y chilaba como una golondrina”, 48). Quedan fuera las gustativas, lo cualrefrenda el carácter de cuento tradicional de nuestra obra, pues la comida suele estar ausente de lasnaraciones infantiles excepto como elemento prohibido ‒Hansel y Gretel‒ o como rasgo de personajesmalvados ‒brujas y ogros comen niños. De hecho la única comida apetitosa que aparece es el gazpacho queprepara Alfanhuí, pero no lo hace guiado por el paladar, sino por la mirada: “luego entornaba los ojos ymiraba, por el color, cómo iba quedando” (74).Pero hay más. Alfanhuí nos ofrece imágenes de una conmovedora delicadeza: “cuando coincidía quetodos los vecinos colgaban sus sábanas a la vez, quedaba el patio todo espeso de láminas, del suelo al cielo,como un hojaldre” (98); la ola hervía con “grandes, lentas burbujas que explotaban sin ruido, como besosde boca redonda” (80). El lenguaje se usa con precisión, sin elementos superluos, lo que da lugar a una grancondensación signicativa, como esta frase que prepara la muerte de don Zana: “Amaneció por in un díaviolento y sesgado, con un duro cielo de acero y un viento de halcones” (116); o el momento en que se selael vínculo entre Alfanhuí y su maestro:El maestro lamó un día a Alfanhuí para darle el título de oicial. Aquel día le contó sus últimos secretos.Alfanhuí contó, a su vez, cómo había conseguido la sangre del ocaso cuando vivía con su madre. El maestrole dio la mano y le regaló un lagarto de bronce verde (60)La brevedad de las frases, el modo en que se obvian los “secretos” que comunica el maestro o todolo que implica ese apretón de manos es una clara muestra de la extraordinaria seleción del lenguaje: se haelegido muy bien cada término, el lugar que ocupa y las relaciones que establece con los demás.Dificultad en su justa medida. En cuanto a las posibles dicultades de la obra, es cierto que el mundoliteraturizado y fantástico de Alfanhuí deja muchos huecos que el lector ha de completar: lo interpela una yotra vez y lo convierte en cocreador. Lo obliga a adoptar un papel activo, y por elo es idónea, aunquetambién compleja, para un lector incipiente. Tanto para los adultos como para los niños, la dicultad en sujusta medida es un acicate; lo que no entraña ningún reto acaba por aburir. En este sentido, Alfanhuícumple el doble requisito al que debería responder la LIJ de calidad: “ajustarse a las capacidades de loslectores y ayudarles a progresar” (Colomer 2005: 83).El predominio absoluto de lo concreto frente a lo abstracto (“El cascarón era como de tela, como lascamisas de los percebes, y se sentía dentro una cosa, como un pañuelo arugado”, “los huevos empezaron amoverse como hombres dentro de un saco”, Sánchez Ferlosio, 2006: 61), de la experiencia frente a laMorón Olivares, Eva y Martínez Aguilar, Consuelo. “Las dicultades de los futuros maestros ante la LIJ: el ejemplo de Alfanhuí”.Imposibilia Nº8, Págs. 194-207 (Octubre <strong>2014</strong>) Artículo recibido el 30/07/<strong>2014</strong> – Aceptado el 09/09/<strong>2014</strong> – Publicado el 30/10/<strong>2014</strong>.200