impossibilia-8-octubre-2014

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10.07.2015 Views

pero también para desarolar facetas no menos importantes en una formación integral de los niños yjóvenes, tales como la creatividad, la imaginación, la construción de la propia identidad, etcétera.Una revisión en profundidad de la educación literaria y del devenir lector debería considerar conamplitud no solo en términos cognitivos, sino también todos los procesos emocionales que intervienen enese intercambio o transación que se produce entre un texto determinado y un lector individual. El términotransación fue acuñado por Rosenblat (2002: 53) para designar un proceso selectivo, constructivo, queocure en un tiempo y un contexto particulares:La relación entre el lector y los signos sobre la página avanza como en un movimiento de espiral que va deuno a otro lado, en el cual cada uno es continuamente afectado por la contribución del otro.El lector se aproxima al texto con cierto propósito, ciertas expectativas o hipótesis que guían sus elecionesdesde el residuo de experiencias pasadas. El signicado emerge en ese continuo dar y tomar del lector conlos signos impresos en la página (Rosenblat, 2002: 53).Conjugar literatura y emociones es algo fácil de entender para los lectores habituales de literatura,porque sabemos que el arte de la palabra o emociona o no es nada. Lemos para experimentar cosas, paravivir otras vidas o más intensamente la nuestra. Hemos legado a ser lectores por lo que hemos sentido aller.La dimensión emocional del aprendizaje literario se encuadra dentro de una reivindicación cada vezmás frecuente de la importancia de los factores emocionales del aprendizaje, ya que un estado emocionalfavorable hace más eicaz la organización cognitiva (Bisquera, 2009: 70-72). A pesar de la evidenterepercusión de las emociones en el proceso educativo, las variables afectivas del aprendizaje han sidotradicionalmente menos consideradas que las cognoscitivas. Krathwohl, Bloom y Masia (1973) señalabanuna posible causa: enseñar y evaluar los objetivos cognoscitivos es más fácil que evaluar los intereses,actitudes o las características personales del alumno. Puede haber, además, razones ilosóicas y culturalesmás profundas: el rendimiento, la competencia, la productividad, se consideran problemas del dominiopúblico, mientras que las opiniones, actitudes, valores y características personales se considerangeneralmente del dominio privado. Sin embargo, sostienen estos autores, el ámbito afectivo y elcognoscitivo son inseparables. El no valorar tales componentes afectivos del aprendizaje puede levar inclusoa unos efectos cognoscitivos contrarios a los deseados, por una relación de interferencia entre el dominiocognoscitivo y el afectivo:Por ejemplo, es muy posible que los cursos de literatura que se dan a alumnos de enseñanza media ysuperior les imbuyan grandes conocimientos de la historia de la literatura, mientras que, simultáneamente,Sanjuán Álvarez, Marta. “Leer para sentir. La dimensión emocional de la educación literaria”. Imposibilia Nº8, Págs. 155-178 (Octubre 2014)Artículo recibido el 24/07/2014 – Aceptado el 06/09/2014 – Publicado el 30/10/2014.166

provoquen en los alumnos un clima de aversión, o al menos de indiferencia hacia las obras literarias(Krathwohl, Bloom y Masia, 1973: 36).Pero la dimensión emocional del aprendizaje no tiene solo una función instrumental, sino que debeser por sí misma objeto de atención educativa. La educación debe promover el desarolo integral de losindividuos, que incluye capacidades cognitivas, mas también habilidades sociales, emocionales, estéticas, dedesarolo físico, etcétera. Las competencias emocionales se consideran básicas para la vida, para hacerposible la convivencia y el bienestar personal y social, por lo que deberían estar presentes en la prácticaeducativa de manera planicada y sistemática, según airma Bisquera (2009: 158).Si la dimensión emocional es relevante en cualquier situación de aprendizaje, lo es de una maneraespecial en lo que afecta al lector y literario, y elo en una doble relación mutua:1.La que se reiere al papel que las emociones y características socioculturales del alumno-lectorpueden desempeñar en el aprendizaje literario, en el proceso mismo de lectura literaria, alinteractuar con el texto para producir el sentido.2.La que se reiere al papel que la literatura puede representar en la construción de la identidadpersonal y el desarolo de los individuos en sus múltiples facetas vitales, afectivas, estéticas y éticas.En cuanto al primer aspecto, debemos ser conscientes de que la interación literatura-lector pone enjuego todo lo que el lector es, no solo sus habilidades cognitivas como tal, sino lo que hemos dado en lamarsu intertexto vital (Sanjuán, 2013): sus experiencias personales, sus miedos, sus deseos, su capacidad deimaginar, sus recuerdos., y todo elo a través de un uso peculiar del lenguaje que pretende, sobre todo,afectarle, legarle a lo más íntimo. Para que se dé esta peculiar comunicación entre el lo literario y el lector,este debe estar dispuesto a emprender esa transformación que el texto puede ejercer en su visión del mundo,en su sentido de la realidad, en sus valores. Parece fundamental que el docente formule las preguntasadecuadas para estimular la conexión entre los textos y los intertextos lectores y vitales de los alumnos. Soloal estimular esas respuestas lectoras personales y creativas se puede aspirar a construir competencias lectorasy lectores autónomos.El aprendizaje literario, además, supone una disposición en el alumno para superar las dicultadesinherentes a los procesos de interpretación. Por mucho que queramos resaltar el placer de ler, el lenguajeliterario no siempre resulta transparente, y los referentes culturales, intertextuales o simplemente léxicos quelos textos encieran pueden hacer ardua la labor de construir un sentido, incluso supericial. Factoresemocionales del aprendizaje como la ansiedad o la autoestima, analizados en profundidad en el aprendizajede lenguas (cfr. Arnold, 2006), podrían tener un claro corelato con respecto al aprendizaje literario, enespecial en la educación secundaria, tanto por la mayor dicultad de los textos y de los niveles exigibles deSanjuán Álvarez, Marta. “Leer para sentir. La dimensión emocional de la educación literaria”. Imposibilia Nº8, Págs. 155-178 (Octubre 2014)Artículo recibido el 24/07/2014 – Aceptado el 06/09/2014 – Publicado el 30/10/2014.167

pero también para desarolar facetas no menos importantes en una formación integral de los niños yjóvenes, tales como la creatividad, la imaginación, la construción de la propia identidad, etcétera.Una revisión en profundidad de la educación literaria y del devenir lector debería considerar conamplitud no solo en términos cognitivos, sino también todos los procesos emocionales que intervienen enese intercambio o transación que se produce entre un texto determinado y un lector individual. El términotransación fue acuñado por Rosenblat (2002: 53) para designar un proceso selectivo, constructivo, queocure en un tiempo y un contexto particulares:La relación entre el lector y los signos sobre la página avanza como en un movimiento de espiral que va deuno a otro lado, en el cual cada uno es continuamente afectado por la contribución del otro.El lector se aproxima al texto con cierto propósito, ciertas expectativas o hipótesis que guían sus elecionesdesde el residuo de experiencias pasadas. El signicado emerge en ese continuo dar y tomar del lector conlos signos impresos en la página (Rosenblat, 2002: 53).Conjugar literatura y emociones es algo fácil de entender para los lectores habituales de literatura,porque sabemos que el arte de la palabra o emociona o no es nada. Lemos para experimentar cosas, paravivir otras vidas o más intensamente la nuestra. Hemos legado a ser lectores por lo que hemos sentido aller.La dimensión emocional del aprendizaje literario se encuadra dentro de una reivindicación cada vezmás frecuente de la importancia de los factores emocionales del aprendizaje, ya que un estado emocionalfavorable hace más eicaz la organización cognitiva (Bisquera, 2009: 70-72). A pesar de la evidenterepercusión de las emociones en el proceso educativo, las variables afectivas del aprendizaje han sidotradicionalmente menos consideradas que las cognoscitivas. Krathwohl, Bloom y Masia (1973) señalabanuna posible causa: enseñar y evaluar los objetivos cognoscitivos es más fácil que evaluar los intereses,actitudes o las características personales del alumno. Puede haber, además, razones ilosóicas y culturalesmás profundas: el rendimiento, la competencia, la productividad, se consideran problemas del dominiopúblico, mientras que las opiniones, actitudes, valores y características personales se considerangeneralmente del dominio privado. Sin embargo, sostienen estos autores, el ámbito afectivo y elcognoscitivo son inseparables. El no valorar tales componentes afectivos del aprendizaje puede levar inclusoa unos efectos cognoscitivos contrarios a los deseados, por una relación de interferencia entre el dominiocognoscitivo y el afectivo:Por ejemplo, es muy posible que los cursos de literatura que se dan a alumnos de enseñanza media ysuperior les imbuyan grandes conocimientos de la historia de la literatura, mientras que, simultáneamente,Sanjuán Álvarez, Marta. “Leer para sentir. La dimensión emocional de la educación literaria”. Imposibilia Nº8, Págs. 155-178 (Octubre <strong>2014</strong>)Artículo recibido el 24/07/<strong>2014</strong> – Aceptado el 06/09/<strong>2014</strong> – Publicado el 30/10/<strong>2014</strong>.166

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