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impossibilia-8-octubre-2014

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otorgado ler cualquier página actual –esta, por ejemplo– como la lerán el año dos mil, yo sabría cómoserá la literatura el año dos mil (Borges, 1984: 125).En España, la controversia sobre el lugar de la historia literaria en la educación está lejos de haberseresuelto. Para García Posada (1982), no parece válida la posición de quienes rechazan el historicismo en elplano de la especulación crítica, pero piensan que para la enseñanza es apropiado. En su opinión, la misióndel profesor de literatura no es explicar historia de la cultura, sino crear buenos lectores, fomentar el amor ala palabra creadora y hacer posible el “placer del texto” (García Posada, 1982: 10).Hace casi tres décadas, Sánchez-Enciso y Rincón alertaban del eror de trasladar el modelouniversitario de enseñanza de la literatura, más o menos “rebajado”, a los niveles anteriores a ese gradoacadémico:La rebaja opera sobre todo a nivel cualitativo (el número de conocimientos que son asequibles para cadafase), sin embargo, el tipo de lenguaje, las concepciones culturales subyacentes, los objetivos didácticosgenerales, siguen siendo sustancialmente los mismos (Sánchez-Enciso y Rincón, 1985: 15).El resultado de esta metodología machacona podía levar a situaciones como la que elos, profesoresde secundaria, relataban de su experiencia personal:Tardaba uno en entender cómo era posible que tras aquela clase tan bonita y trabajosamente preparadasobre Antonio Machado, la mayoría de los alumnos de COU 1 A te siguieran mirando lejanos, opacos, comosi la cosa no fuera con elos, legando incluso alguno a golpear con su dedo índice la esfera de su reloj, conuna expresión de hondo sufrimiento; precisamente cuando explicabas aquelo del tiempo íntimo, de la“durée bergsoniana” (1985: 9).Como consecuencia de esta falta de “conexión” entre los procesos de enseñanza y los resultados delaprendizaje, ya desde la década de los setenta se habla de crisis en la enseñanza de la literatura, sobre cuyascausas Lázaro Careter (1973) hizo un acertado diagnóstico que conserva aún plena vigencia: estamos anteuna sociedad muy distinta a la que hizo surgir la historia de la literatura como sucesión de autoresconsagrados a los que hay que admirar; cada vez es más evidente que los textos que iguran en los programasy las explicaciones culturales que se dan sobre elos no coresponden a las inquietudes de los alumnos. Habíaque hacer un plan didáctico que orientara esos gustos conforme a las necesidades de su edad, no segúnnuestros gustos maduros. La más difícil tarea del docente era la seleción de los textos más adecuados: se1Curso de Orientación Universitaria. En el sistema educativo español, entre 1970 y 1990, era el último curso de lasecundaria, antes del ingreso en la universidad.Sanjuán Álvarez, Marta. “Leer para sentir. La dimensión emocional de la educación literaria”. Imposibilia Nº8, Págs. 155-178 (Octubre <strong>2014</strong>)Artículo recibido el 24/07/<strong>2014</strong> – Aceptado el 06/09/<strong>2014</strong> – Publicado el 30/10/<strong>2014</strong>.159

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