10.07.2015 Views

relaciones entre Juárez y el Congreso - Acceso al sistema - Cámara ...

relaciones entre Juárez y el Congreso - Acceso al sistema - Cámara ...

relaciones entre Juárez y el Congreso - Acceso al sistema - Cámara ...

SHOW MORE
SHOW LESS
  • No tags were found...

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

~(aciones <strong>entre</strong>.<strong>Juárez</strong>!1 e(<strong>Congreso</strong>


Martín Quirarte~(aciones <strong>entre</strong>:<strong>Juárez</strong>!J e(<strong>Congreso</strong>EDICiÓN FACSIMILARMÉXICO 2006


Coeditores de la presente ediciónH. CÁMARA DE DIPUTADOS, LIX LEGISLATURAMIGUEL ÁNGEL PORRL!A, librero-editorPrimera edición, abril de 1973la. Facsimilar, agosto de 2006© 2006H. C\MARA DE DIPUTADOS, UX LEGISLATURA©2006Por características de ediciónf\.lIGUEL ÁNGEL PORRÚA, librero-editorImágenes de portada:la. de forros: óleo en mazonite d<strong>el</strong> maestro MOGERS,re<strong>al</strong>izado en <strong>el</strong> t<strong>al</strong>ler "David Alfaro Siqueiros".4a. de forros: Facsímil d<strong>el</strong> comunicado de la Secretaría d<strong>el</strong>a <strong>Cámara</strong> de Diputados d<strong>el</strong> estado de Oaxaca, en quese informa <strong>al</strong> Secretario d<strong>el</strong> Despacho de Gobierno, lainst<strong>al</strong>ación de la H. <strong>Cámara</strong> de Diputados de Oaxaca y<strong>el</strong> nombramiento de presidente de esa instituciónparlamentaria d<strong>el</strong> señor licenciado D. Benito <strong>Juárez</strong>.Oaxaca, mayo 23 de 1834.Derechos reservados conforme a la leyISBN 970-701-813-5Queda prohibida la reproducción parci<strong>al</strong> o tot<strong>al</strong>, directa o indirectad<strong>el</strong> contenido de la presente obra, sin contar previamentecon la autorización por escrito de los editores, en términos de laLey Feder<strong>al</strong> d<strong>el</strong> Derecbo de Au tor y, en su caso, de los tratadosinternacion<strong>al</strong>es aplicables.IMPRESO EN MÉXICOPRlNTED IN MEXICOvv ,-V" v_ rl: '1 .. t r'< > 1'- 1'-- t., -I,¡l ~ .'-e: > 1 '} '1 _ ••• xAmargura 4, San Áng<strong>el</strong>, Álvaro Obregón, 01000 México, D.F.


Textosintroductorios


PresentaciónQuisiera quese mejuzgara nopormis dichossino por mis hechos. Mis dichos son hechos.BENITO )UÁREZ GARCÍALA FIGURA de don Benito <strong>Juárez</strong> García constituye un referente históricode v<strong>al</strong>ores y principios aún vigentes, no sólo para los mexicanos sinotambién para mujeres y hombres de todos los pueblos. Por <strong>el</strong>lo es que laLIX Legislatura de la H. <strong>Cámara</strong> de Diputados y <strong>el</strong> Grupo Editori<strong>al</strong> Migu<strong>el</strong>Áng<strong>el</strong> Porrúa, en <strong>el</strong> seno de la Comisión Nacion<strong>al</strong> de Comisiones y RepresentantesJuaristaspara los Festejos d<strong>el</strong> Bicentenario d<strong>el</strong> Nat<strong>al</strong>icio deDon Benito <strong>Juárez</strong> García, presidida por <strong>el</strong> rector de la Universidad Nacion<strong>al</strong>Autónoma de México, doctor Juan Ramón de la Fuente, unen esfuerzosy se honran en presentar esta edición facsimilar d<strong>el</strong> libro R<strong>el</strong>aciones<strong>entre</strong>juárezy <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>.Esta obra, fruto de la investigación d<strong>el</strong> destacado historiador MartínQuirarte, estudia la trayectoria política d<strong>el</strong> presidente Benito <strong>Juárez</strong> ensu r<strong>el</strong>ación con <strong>el</strong> Legislativo feder<strong>al</strong>, en una época caracterizada por labúsqueda de nuestra identidad republicana; adicion<strong>al</strong>mente, la documentaciónde los informes presidenci<strong>al</strong>es y la repuesta que los presidentesd<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> dieron a cada uno de <strong>el</strong>los, refleja <strong>el</strong> profundo sentidode estabúsqueda. Gracias a este trabajo, <strong>el</strong> lectortendrá la oportunidadde profundizar en la aportación política y soci<strong>al</strong> de este gran estadistamexicano.Sea pues esta edición facsimilar un sincero homenaje a nuestroprócer, para mantener viva la obra de un personaje identificado como <strong>el</strong>más univers<strong>al</strong> de los mexicanos, ejemplo a seguir para nuestros contemporáneos.Consejo Editori<strong>al</strong>H. CÁMARA DE DIPUTADOSLIX LEGISLATURA


1{qtayreviaEn 1972, con motivo d<strong>el</strong> centenario d<strong>el</strong>f<strong>al</strong>lecimiento de don Benitojuárez, numerosas fueron las publicaciones aparecidas para recordarlos trabajos y los días d<strong>el</strong> fundador de nuestra sociedad civil.Igu<strong>al</strong>mente merecieron estudios sus colaboradores y antagonistas enlajustamente llamada Gran Década Nacion<strong>al</strong>.De ese cúmulo depáginas, res<strong>al</strong>ta <strong>el</strong>proyecto de la Gran Comisiónde la <strong>Cámara</strong> de Diputados, que llevó a cabo la reedición de obrasfundament<strong>al</strong>es que por una u otra razón, habían dejado de ser defácil acceso. Asimismo, se trataba de que cada libro tuviera abundantesnotas y un estudio pr<strong>el</strong>iminar. En ese tenor, aparecieron ]uárezdiscutido como dictador y estadista de Carlos Pereyra; An<strong>al</strong>es mexicanosde la Reforma y la Intervención de Agustín Rivera; M<strong>el</strong>chor Ocampo,reformador de México de josé C. V<strong>al</strong>adés y La expedición de Méxicode Emille Olivier. Igu<strong>al</strong>mente lo hizo la edición, profusamente anotaday con un vasto estudio introductorio, de ]uárez. Su obra y su tiempode justo Sierra. Al examinar <strong>el</strong>proyecto en su conjunto y visto con laperspectiva d<strong>el</strong> tiempo, puede apreciarse <strong>el</strong> amplio espectro de susprotagonistasy estudiosos.La coordinación académica d<strong>el</strong> proyecto fue encomendada <strong>al</strong>maestro Martín Quirarte, profesor de la Facultad de Filosofía y Letrase investigador d<strong>el</strong> Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UniversidadNacion<strong>al</strong> Autónoma de México. Su ascendiente prestigio yautoridadprovenían de que en ambos lugares había insistido en profundizaren ese rico, complejo y apasionanteperiodo de nuestra histo-


Con p<strong>al</strong>abras d<strong>el</strong> maestro terminan las presentes:Los que combatían con tanto ahínco por derribar <strong>el</strong> régimen liber<strong>al</strong>,por derrocar a un hombre que encarnaba <strong>el</strong> ide<strong>al</strong> republicano deMéxico, no sospecharon que, a la postre, todos sus esfuerzos acabaríanpordarle solidez, coherencia y prestigio univers<strong>al</strong> a ese gobiernoque anatematizaban. El pueblo que no era juarista, que no era liber<strong>al</strong>sino en sus capas superfici<strong>al</strong>es, recibiría con la intervención europeauna lección suprema. Cuando vio a un príncipe que decía sercatólico defender ideas liber<strong>al</strong>es; cuando sintió los atrop<strong>el</strong>los de Dupin,de Berth<strong>el</strong>in, de Castagny; los asesinatos cometidos en nombre d<strong>el</strong>a ley de 3 de octubre; entonces, porconvicción profunda o por instinto,sintió quién representaba de verdadla aspiración hacia la unidaddefinitiva de los mexicanos. Ese día dejó de serjuárez <strong>el</strong> representantede un grupo político, para convertirse en símbolo de una nación.[Ciudad de México, julio de 2006]VICENTE QUIRARTEXl


~acsími(N'K


Martín QuirarteRELACIONES ENTREJUAREZy EL CONGRESOCAMARA DE DIPUTADOSMEXICO, 1973


INfRODUCCIONQuien hace la biografía de un gran hombre, escribe la historia deuna nación, decía José MartÍ. El estudio biográfico de Benito J uárezreclamaría, en t<strong>al</strong> caso, <strong>el</strong> análisis de más de medio siglo de historia mexicana.Ninguno de nu~stros hombres públicos tuvo una vida tan ricaen triunfos. Le tocó vivir la etapa más dramática a la vez que másb<strong>el</strong>la de la historia d<strong>el</strong> siglo XIX. Nació en la década en que la Américaespañola comenzaba a sentir sus primeros ensueños de emancipaciónpolítica. Fue testigo presenci<strong>al</strong> de la independencia de México y contempló<strong>el</strong> desastre d<strong>el</strong> Imperio de Iturbide y los primeros <strong>al</strong>bores de laRepública. Más tarde, como actor, militó en las filas d<strong>el</strong> liber<strong>al</strong>ismo ytuvo <strong>el</strong> tacto de mostrar un espíritu pleno de moderación, mientrasllegaba <strong>el</strong> instante de la bat<strong>al</strong>la definitiva. Cuando ésta se planteó, comouna necesidad imperiosa, <strong>Juárez</strong> aceptó <strong>el</strong> puesto de la responsabilidadsuprema y lo supo desempeñar con tacto, con t<strong>al</strong>ento político y conuna energía sin dobleces. Durante la Guerra de Tres Años y su luchacontra la intervención extranjera y <strong>el</strong> Imperio, fue <strong>el</strong> hombre de lasderrotas parci<strong>al</strong>es, pero logró <strong>al</strong> fin ser <strong>el</strong> ad<strong>al</strong>id d<strong>el</strong> triunfo definitivo,como lo ha dicho atinaclamente José Fuentes Mares.La guerra contra la agresión extranjera dio a México un lugarprominente en la historia d<strong>el</strong> mundo ya su caudillo un prestigio univers<strong>al</strong>.Pero a J uárez no lo dominó la vanidad. En vida, le tributaronhonores muchos países de América, que él agradeció con sincera deferencia.Int<strong>el</strong>ectu<strong>al</strong>es y políticos de Europa le expresaron una gran admiración.Sin recurrir a la leyenda, la propia re<strong>al</strong>idad daba materi<strong>al</strong>suficiente para trazar <strong>el</strong> bosquejo de uno de los hombres más destacadosde su siglo. Pero quien taQ.tos homenajes recibía, no hizo nada de suparte para levantar <strong>el</strong> pedest<strong>al</strong> de su gloria. Odiaba la afectación, la simulacióny la lisonja como a enemigos person<strong>al</strong>es. Pocos hombres deEstado mexicanos han sido tan inmunes a la adulación.<strong>Juárez</strong> se expresó <strong>al</strong>guna vez de Guillenno Prieto en términosexcesivamente severos, que no ocultaban la indignación que le habíanprovocado las lisonjas con que <strong>el</strong> poeta pretendió ganar su benevolencia.Se ve también, <strong>al</strong> mismo tiempo, cuán c<strong>el</strong>oso era <strong>Juárez</strong> de su autoridady cómo sabía imponerla, por encima de cu<strong>al</strong>quier consideración deamistad.v


· ..En cuanto a Guillermo Prieto, poco antes de que yo me retirara deChihuahua, fue a verme con pretexto de empeñarse a que se accediera a lasolicitud de Ruiz. Me dijo que me quería mucho, que era mi cantor y mi biógrafoy que si yo quería que él seguiría escribiendo lo que yo quisiera; ¿quét<strong>al</strong>? Yo le di las gracias compadeciendo tanta debilidad y no haciendo casode sus f<strong>al</strong>sedades. Parece que se ha ido para <strong>el</strong> Presidio o a <strong>al</strong>gún otro punto deese Estado. He leido la carta que le escribió a usted y que me adjuntó usted.No dice p<strong>al</strong>abra de verdad. Todo su encono contra Lerdo depe'nde de queéste le desprecia sus lisonjas y de que le iba a la mano en los negocios d<strong>el</strong>correo, pues esta oficina está sujeta <strong>al</strong> Ministerio de Gobernación y no <strong>al</strong>de Hacienda como estaba antes. A propósito de la oficina de correos diré austed que Prieto se pegó un buen chasco, porque deseando inde'penderse d<strong>el</strong>Ministerio de Hacienda y d<strong>el</strong> de Fomento, luego que entró Doblado en <strong>el</strong> Ministeriode Gobernación en 1862 trabajó porque <strong>el</strong> correo quedara dependiendoúnica y exclusivamente d<strong>el</strong> Ministerio de Gobernación. Creyó que Dobladoiba a perpetuarse en <strong>el</strong> ministerio y que nunca entraría un ministro que lohiciera andar derecho. En fin, este pobre diablo, lo mismo que Ruiz y Negrete,están ya fuera de combate. Ellos han v<strong>al</strong>ido <strong>al</strong>go porque <strong>el</strong> gobierno los hahecho v<strong>al</strong>er. Ya veremos lo que pueden hacer con sus propios <strong>el</strong>ementos...'1Otro contemporáneo de ]uárez fue <strong>el</strong> español Pedro Pruneda quienen 1867 publicó un libro titulado Historia de la guerra de México de1861 a 1867. En él mostró una gran admiración <strong>al</strong> presidente de Méxicoy a los republicanos. Su autor demuestra tener un conocimiento muyprofundo de los hechos. Su poder de información se puede aquilatarmejor si se toma en cuenta que la obra fue publicada <strong>el</strong> mismo año d<strong>el</strong>a caída d<strong>el</strong> Imperio y <strong>el</strong> fusilamiento de Maximiliano. No hay datosque hagan suponer un empeño de <strong>Juárez</strong> por divulgar un libro que contanto <strong>el</strong>ogio se expresaba de él. 2Mucho se ha comentado <strong>el</strong> auxilio económico prestado por ]uáreza Eugenio Lefevre para la publicación de una obra sobre la Intervenciónfrancesa. El personaje es de t<strong>al</strong> importancia para la historia deJ uárez y de México, que bien merece la pena abrir un pequeño paréntesis.En Eugenio Lefevre hay que ver <strong>al</strong> defensor de la causa republicana.El insigne periodista era adversario de Napoleón III y había abandonadoFrancia por cuestiones de orden político. Fue redactor en jefede La Tribune du Mexique. En 1862 publicó una obra titulada Le Mexiqueet rintervention européenne. Después estuvo <strong>al</strong> servicio d<strong>el</strong> gobiernorepublicano de México, desempeñando en Europa funciones comoagente secreto. Estando en Londres publicó en 1869 una obra que titulóDocuments offici<strong>el</strong>s recueillis dans la secretairie privée de M aximilien.Histoire de l'Intervention franf$aise au Mexique. Tradujo él mismo lareferida obra <strong>al</strong> español. A causa de esta historia fue duramente atacadoen Europa, particularmente en Francia. Después de la publicación de su1 Carta de J uáreza Pedro Santacilia.Transcrita por JorgeL. Tamayo en: Epistolariode Benito <strong>Juárez</strong>oMéxico, Fondo deCultura Económica,1967, pp. 337-339.2 Pedro Pruneda,Historia de la guerrade México, desde 1861a 1867, con todos losdocumentos diplomáticosjustificativos. Madrid,Editores Eliz<strong>al</strong>dey Cía., 1867.VI


libro, permaneció en varios países, europeos prestando siempre servicios<strong>al</strong> gobierno de <strong>Juárez</strong>.Las fuentes empleadas por Lefévre para redactar su historia fuerontan variadas como ricas. Nunca he podido comprender las razones qu<strong>el</strong>levaron a Lefevre a escribir como título de su obra: Documents offi­C'i<strong>el</strong>s recueillis dans la secretairie privée de Maximilien. Independientementede que <strong>el</strong> título pudo ser <strong>el</strong> nombre d<strong>el</strong> subtítulo, ¿qué se propusocon esta <strong>al</strong>usión? Si de verdad se encontraron documentos en la secretaríaprivada de Maximiliano, éstos no hubieran sido suficientes para<strong>el</strong>aborar su historia. Es indudable que pocos hombres de aqu<strong>el</strong> tiempodispusieron d<strong>el</strong> materi<strong>al</strong> histórico que pasó por las manos de Lefevre.Desde <strong>el</strong> año de 1861 en su c<strong>al</strong>idad de periodista le fue dable tener unainformación vastísima sobre los orígenes de la Intervención. Posteriormente,su condición de agente de <strong>Juárez</strong> le permitió estar enterado <strong>al</strong>dedillo de la política internacion<strong>al</strong> de México, Estados Unidos y lospaíses europeos.Lefevre conocía también con profundidad la hemerografía de laépoca, lo mismo la de criterio republicano que la favorable <strong>al</strong> Imperio.Tenía asimismo noticia de las obras que se habían publicado sobre estaetapa histórica. Los trabajos de Kératry, Testory, Domenech, Basch,S<strong>al</strong>m S<strong>al</strong>m le eran familiares.Ahora bien, tomando en consideración las circunstancias en quefue escrito <strong>el</strong> trabajo de Lefévre y la ideología de su autor, fácilmente secomprenderá que no se trata de una obra imparci.<strong>al</strong>. Pero de ningunamanera estamos en presencia de un panfleto. El escritor es un hombreque an<strong>al</strong>iza, que razona con lucidez pasmosa; no lo dominan las pasionesvulgares.La H istoire de l'1ntervention fra1u;;aise au M exique fue traducida<strong>al</strong> español por <strong>el</strong> propio Lefevre. Se han dicho <strong>al</strong>gunas cosas sobre <strong>el</strong>autor. Es preciso pasar <strong>al</strong> estudio de la obra. En <strong>el</strong>la se hace uso frecuentede la historia comparada. Lefevre pondera la intensidad d<strong>el</strong>sentimiento patriótico de México, y lo considera tan sublime como <strong>el</strong> qu<strong>el</strong>ate bajo <strong>el</strong> pecho de un francés. No escribe bajo <strong>el</strong> influjo d<strong>el</strong> odio, perosí con la energía viril de quien sabe que combate por la justicia.La obra de Lefévre es particularmente v<strong>al</strong>iosa por la gran documentaciónque contiene. El método de trabajo seguido gener<strong>al</strong>mentepor <strong>el</strong> autor conSiste en transcribir <strong>el</strong> documento, para después procedera formular su reflexión crítica. El libro atrae por la multitud de temasque aborda. Las cuestiones políticas, militares, económicas, soci<strong>al</strong>es ydiplomáticas son objeto de atención p.ara <strong>el</strong> autor. Considera desde luegoque aqu<strong>el</strong>la guerra fue contraria a los intereses de Francia, independientementede que constituyó un atentado contra la independencia yla dignidad de un pueblo libre. Sólo un archiduque iluso y arruinado,VII


COl11D Maximiliano, pudo haber aceptado las proposiciones que le hizoun grupo de mexicanos.Denuncia Lefevre todas las bribonadas cometidas a la sombra d<strong>el</strong>Tratado de Miramar. Con igu<strong>al</strong> agudeza señ<strong>al</strong>a multitud de irreguLaridadesque tuvieron lugar durante la administración de MaxÍJniliano.El clero de México y La Santa Sede no escapan a los dardos de su finaironía.Albert Duchesne dice que Lefevre estaba <strong>entre</strong>gado «en cuerpo y<strong>al</strong>ma» a <strong>Juárez</strong>. 3Al expresarse en estos términos, <strong>el</strong> distinguido historiadorb<strong>el</strong>ga quiere destacar <strong>el</strong> grado de fervor que <strong>el</strong> pensador francéssentía hacia <strong>el</strong> presidente de México.Si <strong>el</strong> gobierno de <strong>Juárez</strong> compró una cantidad considerable deejemplares de La Intervención francesa en México de Lefevre, y ademáses seguro que en múltiples formas prestó ayuda económica <strong>al</strong> antiguodirector de La Tribune du Mexique, esta ayuda estaba justificadatomando en cuenta los servicios que prestaba a la causa de la República.Algún día tendremos un conocimiento más a fondo de ese personajefrancés, todavía hasta ahora poco estudiado y conocido. Baste decirsin embargo, para honra de él y para acreditar también la memoria de<strong>Juárez</strong>, que en La Intervención francesa en México, obra de cercade mil páginas, no llegan a una decena las dedicadas <strong>al</strong> presidente deMéxico y ciertamente en <strong>el</strong>las no campea la improbidad, ni hay <strong>el</strong> menorvestigio de una apología.Después de reflexionar sobre dos autores extranjeros de la épocade J uárez, pasemos a examinar los nuestros. Uno de <strong>el</strong>los fue José MaríaIglesias, autor de la obra titulada Revistas históricas sobre la Intervenciónfrancesá en México, en que resume casi todas las publicacionesperiódicas, hechas por él durante cuatro años.A reserva de hablar de este trabajo en páginas posteriores, diremosque fue un órgano de información d<strong>el</strong> gobierno de J uárez durante <strong>el</strong>periodo de la Intervención francesa. Se hace en él referencia <strong>al</strong> presidentede la República, pero sólo en escasas páginas. Iglesias respetó yadmiró a J uárez, pero lo hizo siempre dentro de los límites de lo decoroso.Otro funcionario de la época fue Matías Romero, autor de más deuna treintena de libros imprescindibles para <strong>el</strong> conocimiento de nuestrahistoria y muy particularmente de los sucesos que van de 1861 a 1867.Su obra más importante fue la Correspondencia diplomática de la Legaciónmexicana en Washington, que constituye, sin duda <strong>al</strong>guna, lafuente document<strong>al</strong> más rica para <strong>el</strong> conocimiento de la época.De Matías Romero se ha dicho, con justa razón, que había crecidoa la sombra de Benito J uárez, quien le había sugerido la convenienciade estudiar idiomas, lo inició para <strong>el</strong> servicio exterior, enviándolo comos Albert Duchesne,L'expédition des volontairesbeiges au M e­xique. 1864-1867. Brux<strong>el</strong>les,Musée roy<strong>al</strong> d<strong>el</strong>'année e t d'histoiremilitaire, 1967, t. 1, p.316.VIII


4 Rectificaciones ,aclaraciones a las Me·morias d<strong>el</strong> gener<strong>al</strong>Porfirio Diaz. Notasde Guillermo Vigil yRob 1e s. Acotacionescríticas d<strong>el</strong> ingenieroFrancisco Bulnes. México,Biblioteca hist6­rica de "El Univers<strong>al</strong>",1922.G Justo Sierra yCarlos Pereyra, ]uárez,su obra y su tiempo.Pr6logo y notas deMartín Quirarte. México,<strong>Cámara</strong> de Diputados,pp. 263-261.representante de México en Washington. Tenía entonces múltiples motivosde agradecimiento hacia <strong>Juárez</strong>, y sin embargo nunca, <strong>al</strong> hablarde él, recurrió a la menor adulación.Más tarde, Porfirio Díaz en <strong>el</strong> periodo de consolidación de su dictadura,accedió a que Matías Romero, con los datos que él le proporcionó,publicase sus llamadas Memorias. 4Jamás en la mente de <strong>Juárez</strong>hubo <strong>el</strong> menor propósito de pedirle otro tanto a don Matías.Accedió, sin embargo, <strong>el</strong> gobierno de J uárez a que se publicasenmás de 3,000 páginas de la Correspondencia diplomática de la Legaciónmexicana en Washington. Además, en vida d<strong>el</strong> mismo presidente, sepublicó también <strong>el</strong> libro denominado Contratos hechos en los EstadosUnidos por los comisionados d<strong>el</strong> gobierno de México durante los añosde 1865-1866. En ambas obras se habla de la época con gran extensión,pero apenas si se hacen breves <strong>al</strong>usiones a <strong>Juárez</strong>. Abundan laspáginas en que se dicen cosas, que los detractores d<strong>el</strong> presidente y de surepresentante diplomático han tratado de utilizar para ensombrecer sumemoria. Pero uno y otro tuvieron <strong>el</strong> suficiente v<strong>al</strong>or civil, para no ocultarningún repliegue de su vida política, por oscuro que éste fuera.El propio <strong>Juárez</strong> redactó los Apuntes para mis hijos, una obra quetiene una importancia más sicológica que histórica. J uárez no teníauna gran inspiración literaria, otras eran sus virtudes. Además no hayque olvidar que tampoco era hombre dispuesto a decir todo lo que sentía.Su carácter reservado le vedaba incurrir en las efusiones propiasde un extrovertido.Pero si los datos autobiográficos que nos proporciona <strong>Juárez</strong> noarrojan torrentes de luz, en cambio su correspondencia nos permiteiluminar muchos intersticios de su vida pública y doméstica. Justo Sierra,con su maravillosa intuición, percibió la trascendencia que tendríapara la historia la publicación d<strong>el</strong> epistolario de J uárez.Si <strong>al</strong>gún día se llega a formar, en parte por 10 menos, la colección d<strong>el</strong>as cartas auténticas d<strong>el</strong> señor <strong>Juárez</strong>, innumerables de <strong>el</strong>las escritas de su puñoy letra (esperamos que se haga <strong>al</strong>guna vez este gran servicio a nuestra historia),<strong>el</strong>las dirán todo 10 que este hombre ponía de patriótico y recto criterioen la dirección práctica de los negocios; por todas partes tocaba la fibra, <strong>el</strong>sentimiento que sabía que' debía vibrar: en unos, la conveniencia, <strong>el</strong> interés;en otros, la abnegación, <strong>el</strong> deber; en todos, la conciencia, <strong>el</strong> mexicanismo, ladevoción por la República y la Reforma...GCorrespondió a Jorge L. Tamayo <strong>el</strong> <strong>al</strong>to mérito de publicar quincevolúmenes en los cu<strong>al</strong>es recoge documentos, cartas y discursos d<strong>el</strong> propio<strong>Juárez</strong> o de personajes muy conectados con su vida pública y privada.Tamayo es una especie de segundo Matías Romero, tan oaxaqueño, tanlaborioso y tan pertinaz como <strong>el</strong> ilustre ministro de J uárez.IX


No podría dudarse que sobre la Reforma, la Intervención francesay <strong>el</strong> Imperio, <strong>el</strong> materi<strong>al</strong> de que se dispone ahora es sencillamente abrumador.Sin embargo, los grandes trabajos de síntesis, los que nos danla visión completa de la época se han hecho aprovechando fuentes fundament<strong>al</strong>mentebibliográficas y hemerográficas. El estudio en los archivos,complementario de una visión histórica, reclama imperiosamente <strong>el</strong>interés de los investigadores.No sería, sin embargo, incurrir en una hipérbole si se afirmase quea pesar de todo cuanto se ha escrito, <strong>Juárez</strong> no abunda en biógrafos deprimera c<strong>al</strong>idad. ]uárez discutido como dictador y estadista de CarlosPereyra, ]uárez, su obra y su tiempo de Justo Sierra y<strong>el</strong> mismo Pereyra,y ]uárez y su México de R<strong>al</strong>ph Roeder, son quizás las únicas tres gran·des obras de conjunto sobre <strong>Juárez</strong>, de mérito excepcion<strong>al</strong>, que se hanpublicado hasta la fecha.Desde 1906, o sea después de las publicaciones de Sierra y Pereyra,<strong>entre</strong> nosotros, sólo Jorge L. Tamayo y José Fuentes Mares han hechoesfuerzos titánicos para estudiar a fondo a <strong>Juárez</strong> y su época.Precisemos ahora los motivos que inspiraron a nuestra <strong>Cámara</strong> deDiputados para la publicación de las obras, con las cu<strong>al</strong>es quiso conmemorar<strong>el</strong> primer centenario de la muerte de <strong>Juárez</strong>. Desde <strong>el</strong> primermomento privó la convicción de que los libros publicados no debían detener ningún matiz apologético.Para su reedición se escogieron cinco obras: ]uárez, su obra y sutiempo de Justo Sierra y Carlos Pereyra, ]uárez discutido como dictador')J estadista de Carlos Pereyra, An<strong>al</strong>es Mexicanos de Agustín Rivera, Laexpedición de México de Emilio Ollivier y M<strong>el</strong>chor Ocampo, reformadorde México de José C. V<strong>al</strong>adés.Los motivos de esta s<strong>el</strong>ección se expresaron en las respectivas presentacionesque hizo la <strong>Cámara</strong> de Diputado~.Con excepción de ]uárez, su obra y su tiempo, todos los demás librosestaban agotados. Si de la obra citada, había multitud de ediciones, sehacía indispensable una nueva, que tuviera no sólo una amplia informacióncrítica sino las anotaciones necesarias para la mejor comprensiónd<strong>el</strong> lector. Justo Sierra y Carlos Pereyra escribieron esta obra en unaépoca en que los sucesos que narraban los autores, eran muy familiarespara sus contemporáneos. Hoy resulta difícil entender estos libros, si nose tiene un conocimiento gener<strong>al</strong> de la época.Se contó siempre con <strong>el</strong> noble estímulo d<strong>el</strong> Licenciado Luis H. Ducoing,presidente de la Gran Comisión de la <strong>Cámara</strong> de Diputados d<strong>el</strong>H. <strong>Congreso</strong> de la Unión y d<strong>el</strong> Licenciado y Diputado Mario Colín,x


coordinador d<strong>el</strong> Programa Editori<strong>al</strong>. Tengo una deuda de reconocimientocon ambos, respetaron mi libertad de pensamiento, en todoslos momentos y en todas las circunstancias.Hay otras deudas a las que debe hacerse una justa mención. Encada una de las obras se precisaron <strong>al</strong>gunos créditos, pero en <strong>al</strong>gunasno se hizo referencia a ciertas aportaciones. El índice de la obra deJosé V<strong>al</strong>adés sobre M<strong>el</strong>chor Ocampo fue hecho por los señores Guad<strong>al</strong>upeVictoria Vicencio y Francisco Rivera Vázquez. Los índices de}uárez, su obra y su tiempo y }uárez discutido como dictador y estadistase encomendaron a los jóvenes Vicente y Javier Quirarte.La parte de dirección técnica y artística estuvo bajo la atinadadirección de Adam Rub<strong>al</strong>caba, espíritu cordi<strong>al</strong> y hombre de juventudeterna. El difícil y siempre ingrato trabajo de corrector de imprenta,de los cuatro primeros libros, fue confiado a una persona que puso adisposición de su tarea una laboriosidad infatigable y un entusiasmoconstante. Por modestia pidió que su nombre no figurase en esta listade colaboradores, respetemos su discreción.El sentido de responsabilidad de los señores Porfirio y FernandoLoera, <strong>al</strong>ma y <strong>al</strong>iento de la Editori<strong>al</strong> Libros de México, se puso siemprede manifiesto para lograr la más <strong>al</strong>ta perfección desde <strong>el</strong> punto de vistatipográfico. No podemos olvidar a cada uno de los empleados que conun entusiasmo no común, pusieron cuidado y amor en la confección d<strong>el</strong>as obras. A todos damos las gracias, pero en la imposibilidad de dar losnombres de cada uno, escogemos sólo <strong>el</strong> de los correctores: PasienteHernández Esquinca y Carlos Martínez Chávez. En la ingrata tareade cotejo de textos d<strong>el</strong> presente libro, pusieron un gran empeño mis<strong>al</strong>umnos Enrique García y Martha Martínez de Andrade. El primerolleno de preocupaciones por la historia soci<strong>al</strong>, la segunda tan sensible<strong>al</strong> arte; mis mejores votos porque sus anh<strong>el</strong>os se cumplan con creces. Deuna manera particular, doy un testimonio de agradecimiento <strong>al</strong> aúnjoven Manu<strong>el</strong> Ochoa que durante tantos años, en sus ratos libres, hasido para mí no sólo un útil y eficiente secretario, sino un amigo cordi<strong>al</strong>y un colaborador que ha puesto <strong>al</strong>go de su vida y pasión, por las cosasque he estudiado y escrito.Pero hagamos <strong>al</strong>gunas reflexiones sobre <strong>el</strong> presente libro. Fue undeseo de la Gran Comisión de la <strong>Cámara</strong> de Diputados que se publicaseuna obra más sobre las <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> <strong>entre</strong> <strong>Juárez</strong> y <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>. Eltrabajo me fue encomendado y debo <strong>al</strong> ingeniero Jorge L. Tamayo<strong>el</strong> honor de que me hubiese propuesto para t<strong>al</strong> distinción.No puedo negar que he padecido desde los primeros días la torturaque producen todas las cosas que se hacen de prisa. Aunque a veces setrate de cuestiones largamente meditadas subleva <strong>el</strong> tener que redactarlascon apresuramiento. Estos trabajos conmemorativos, en los que noXI


se cuenta con <strong>el</strong> tiempo indispensable, producen siempre un impactode inconformidad que no es fácil dominar. Precisa aclarar que parahablar de las <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> <strong>entre</strong> <strong>Juárez</strong> y <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> <strong>el</strong> tema debe quedarubicado en <strong>el</strong> contexto nacion<strong>al</strong> e internacion<strong>al</strong> de su tiempo. Es necesarioan<strong>al</strong>izar no sólo hechos de orden político, sino también soci<strong>al</strong> yeconómico. No podría tampoco entenderse <strong>el</strong> acontecer histórico si nose estudiasen las cuestiones de orden diplomático.El primer capítulo llamado «Trasfondo histórico», tiene comoobjeto dar una visión somera sobre <strong>el</strong> momento inmediato anterior aaqu<strong>el</strong> en que <strong>Juárez</strong> se hizo cargo de la presidencia de la República.Se explica <strong>el</strong> drama de Comonfort y las razones que lo llevaron adar <strong>el</strong> golpe de Estado contra la Constitución, para poder así comprendermejor la grandeza de <strong>Juárez</strong> haciendo de la ley fundament<strong>al</strong>de la República, una bandera de lucha.Se da un interés especi<strong>al</strong> para interpretar <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> que juega <strong>Juárez</strong>como fundador de una sociedad civil, ésta fue, sin duda, la másgrande lección política que dio <strong>al</strong> mundo hispano de su tiempo.Si se estudian las vicisitudes políticas, soci<strong>al</strong>es y económicas d<strong>el</strong>México de entonces, en sus grandes lineamientos, es fácil comprender <strong>el</strong>espíritu que orienta a J uárez cuando se presenta por primera vez ante<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>. Al explicar su conducta durante la Guerra de Tres Añosaceptó la responsabilidad de sus actos en <strong>el</strong> tiempo en que, como élmismo declaraba, las circunstancias lo habían hecho vivir a veces fuerade la órbita estrictamente constitucion<strong>al</strong>.Al abordar <strong>el</strong> tema de la oposición parlamentaria, no basta conexaminar los debates en <strong>el</strong> seno de la <strong>Cámara</strong>, es preciso estudiar lasactividades de los ministros de <strong>Juárez</strong>. Sólo así puede comprendersequé sentido tiene la conducta de los diputados, adversos o favorables <strong>al</strong>jefe d<strong>el</strong> poder EjecutivoCapítulo especi<strong>al</strong> merecerá <strong>el</strong> estudio de las ideas políticas de <strong>Juárez</strong>,r<strong>el</strong>ativas a parlamentarismo. Durante más de medio siglo <strong>el</strong> debateen tomo a estos problemas ha sido muy intenso y es merecedor de unagran atención.Se precisará de qué manera <strong>el</strong> presidente de la República, tratóde lograr por medio de la persuasión de convencer a sus adversarios d<strong>el</strong>a buena voluntad que orientaba sus actos y de la entereza con quedefendió sus principios.De la fecha en que <strong>Juárez</strong> dio <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> su primer informe presidenci<strong>al</strong><strong>al</strong> mes de mayo de 1863, en que fue investido con <strong>el</strong> atributode la dictadura leg<strong>al</strong>, <strong>el</strong> país fue víctima de la presión diplomática y laagresión armada extranjera. Las circunstancias que determinaron la conductad<strong>el</strong> Ejecutivo, necesitan ser examinadas en sus coordenadas gener<strong>al</strong>es,para comprender mejor la r<strong>el</strong>ación <strong>entre</strong> <strong>el</strong> presidente de laRepública y <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>.XII


Antes de entrar en <strong>el</strong> análisis de la última etapa de la vida políticade J uárez y de sus <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> con la <strong>Cámara</strong> de Diputados, se impone lanecesidad de estudiar cuál fue la conducta d<strong>el</strong> presidente de la Repúblicadurante la guerra contra la Intervención francesa y <strong>el</strong> Imperiode Maximiliano. Se estudiará cómo dispuso J uárez de las facultadesomnímodas que le fueron otorgadas por <strong>el</strong> poder Legislativo.Deben an<strong>al</strong>izarse también las modificaciones a la Constitución,propuestas por <strong>Juárez</strong> <strong>al</strong> regresar de nuevo a la capit<strong>al</strong> de la República.Fin<strong>al</strong>mente en la última fase de la vida de J uárez o sea durante <strong>el</strong>periodo de consolidación de la República, no se entendería <strong>el</strong> espírituque guiaba a sus adeptos y opositores, si no se estudian las inquietudespolíticas que movían a los caudillos d<strong>el</strong> momento y las aspiracionespopulares.Se precisará natur<strong>al</strong>mente cuál es la obra de cimentación definitivaque deja <strong>Juárez</strong> y en qué sentido sus actos lo colocan en un sitio dedistinción, <strong>entre</strong> los estadistas capaces no sólo de gobernar sino de crearinstituciones políticas perdurables.Respecto d<strong>el</strong> criterio de s<strong>el</strong>ección d<strong>el</strong> apéndice document<strong>al</strong> cabedecir que, la presente obra tiene fines de divulgación y no propósitoseruditos. Poco interés podrá entonces merecer <strong>al</strong> lector especi<strong>al</strong>izado, ysí, en cambio, proporcionará información suficiente a quien aspire <strong>al</strong>conocimiento de hechos esenci<strong>al</strong>es.La antología crítica recoge juicios que dan una visión gener<strong>al</strong> d<strong>el</strong>tema que es objeto de nuestro estudio. El lector interesado podrá asíampliar sus conocimientos. Los autores escogidos son historiadores ojuristas tan conocidos, que no necesitan presentación. Los resp<strong>al</strong>da unsólido prestigio, expliquemos simplemente <strong>el</strong> porqué de la s<strong>el</strong>ección.De Justo Sierra se,escogió <strong>el</strong> capítulo «La era actu<strong>al</strong>». Pocos autorescomo él han sido capaces, en una docena de páginas, de darnos un..!visión tan sintética de la última administración de <strong>Juárez</strong>.Para comprender múltiples aspectos sobre las <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> <strong>entre</strong>J uárez y <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, y para explicamos <strong>el</strong> mecanismo de los poderesla Constitución y la dictadura de Emilio Rabasa tiene páginas insuperables.D<strong>el</strong> autor se ha dicho que es por antonomasia <strong>el</strong> maestro dederecho constitucion<strong>al</strong>. En esta obra se propuso hacer un estudio de laConstitución d<strong>el</strong> 57, con <strong>el</strong> propósito no de ponderar sus exc<strong>el</strong>encias, sinode estudiar los defectos que habían impedido su estricta observancia.Había desde luego en él un noble propósito de transformación política,deseaba para su país un régimen de instituciones prácticas.Si por su formación jurídica más que histórica, Rabasa tuvo grandeslagunas en <strong>el</strong> conocimiento d<strong>el</strong> pasado, en muchos aspectos históricospenetró con tanta agudeza, que pocas veces se han logrado aciertos tanluminosos.XIII


D<strong>el</strong> ]uárez y su México de R<strong>al</strong>ph Roeder se escogieron dos fragmentos,uno referente a los sucesos de 1861, <strong>el</strong> otro sobre los últimosdías d<strong>el</strong> presidente <strong>Juárez</strong>. Hay, desde luego, cierta desigu<strong>al</strong>dad en susjuicios. La última apreciación me parece marcadamente injusta. Esuna acumulación de cargos sin tratar de explicar plenamente la conductad<strong>el</strong> hombre público. Esto nos hace reflexionar c6mo hasta investigadoresde tanto prestigio, como R<strong>al</strong>ph Roeder, son capaces de formularjuicios tan dispares.De don Dani<strong>el</strong> Cosío Villegas se publica <strong>el</strong> estudio que él designó:Vida re<strong>al</strong> y vida historiada de la Constitución d<strong>el</strong> 57. Este folleto fueescrito cuando su autor no tenía aún la poderosa musculatura críticaque hoy posee y <strong>el</strong> acervo document<strong>al</strong> que le ha sido posible reunirdurante tres lustros de paciente investigaci6n. Seguramente él mismomirará este tema desde un ángulo 6ptico un poco diferente, con laexperiencia y <strong>el</strong> afinamiento que dan los años. Y sin embargo, hemosescogido <strong>el</strong> ensayo por varias razones. Apuntan ya en él los futurosrasgos combativos d<strong>el</strong> crítico, está lleno de sugerencias y es todavía hast<strong>al</strong>a fecha un trabajo que no ha superado él mismo, por haber dedicadosu laboriosidad a otros temas de la historia mexicana.La antología pecaría de parci<strong>al</strong>idad si recogiera s610 juicios favorablesa <strong>Juárez</strong>. Deben figurar también aqu<strong>el</strong>las apreciaciones que leson adversas, siempre y cuando quien las formule sea poseedor de ciertaprobidad y honradez int<strong>el</strong>ectu<strong>al</strong>, de <strong>al</strong>lí que no podamos excluir a JoséFuentes Mares. Se tomaron de él <strong>al</strong>gunos párrafos de su libro ]uárez yla República. Esta obra sobre la última administración de <strong>Juárez</strong> es, sinduda <strong>al</strong>guna, <strong>el</strong> trabajo de investigación más serio que se ha hecho <strong>al</strong>respecto. Podemos discrepar en muchos aspectos de sus apreciaciones,pero no podemos negar que un poderoso <strong>al</strong>iento crítico campea en todaslas páginas de ]uárez y la República. Muchos son los <strong>el</strong>ogios que tributaa <strong>Juárez</strong>, a quien en <strong>el</strong> fondo admira, a pesar de los cargos que hadirigido contra él a lo largo de una década.De José V<strong>al</strong>adés cabría decir que en varios de sus libros ha trazadocon rasgos vigorosos la person<strong>al</strong>idad política de J uárez. Se escoge <strong>el</strong>último capítulo de su libro El pensamiento político de Benito ]uárez,porque muestra con gran objetividad los <strong>el</strong>ementos característicos de suautoridad y señ<strong>al</strong>a las semejanzas y diferencias que existen <strong>entre</strong> él yPorfirio Díaz.Una antología crítica sin las reflexiones de Jorge Tamayo quedaríatrunca. Ya hemos explicado que como fuente document<strong>al</strong> es lo máscompleto que poseemos.Al s<strong>el</strong>eccionar la parte document<strong>al</strong>, no puedo ocultar que más de<strong>al</strong>guna vez sentí lo abrumador de una tarea que reclamaba mayor esfuerzode análisis. Se me ocurría pensar y lo pienso aún, que los periodosen que <strong>Juárez</strong> tuvo <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> con <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> reclaman todavía largosXIV


6 F<strong>el</strong>ipe Buenrolltro,Historia d<strong>el</strong> primer<strong>Congreso</strong> consti.tucion<strong>al</strong> de la RepúblicaMexicana qutlfuncionó en tll año dtl1857. Extracto de todaslas sesiones y documentosr<strong>el</strong>ativos d<strong>el</strong>a época. México, 1m·prenta de IgnacioCumplido, 1874, t. I Yn. A partir d<strong>el</strong> tomoIII, Buenrostro designóa la obra con <strong>el</strong> nombrede: Historia d<strong>el</strong>primero y segundo<strong>Congreso</strong>s constitucion<strong>al</strong>esde la República.Uexicana. Extracto detodas las sesiones ydocumentos r<strong>el</strong>ativos.MéJllico, TipografíaLiteraria de FilomenoMata, 1881, 6 vols.d<strong>el</strong> III <strong>al</strong> VIII.7 Diario dtl los debates.Sexto <strong>Congreso</strong>constitucion<strong>al</strong> de laUnión. México. Imprentade F. Díaz deLeón, 1871.y acuciosos estudios. Los libros, folletos y periódicos que hay sobre <strong>el</strong>tema forman montañas imponentes.Piénsese simplemente en la tarea de cotejo de fuentes que hay qu<strong>el</strong>levar a cabo para explicar las <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> <strong>entre</strong> J uárez y <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>de 1861, y para hablar de las d<strong>el</strong>iberaciones de los diputados en estetormentoso periodo de nuestra historia.Los debates d<strong>el</strong> segundo <strong>Congreso</strong> constitucion<strong>al</strong> no han podido aúnser expuestos con un espíritu metódico, como <strong>el</strong> empleado por FranciscoZarco cuando redactó la Historia d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> extraordinario Constituyente1856-1857, y la Crónica d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> extraordinario Constituyente1856-1857.El t<strong>al</strong>ento y la dedicación de Zarco, le pennitieron llevar a cabouna labor de análisis y de síntesis de la más <strong>al</strong>ta c<strong>al</strong>idad. La obra creóescu<strong>el</strong>a, suscitó émulos, pero ninguno de los adeptos o admiradores deZarco pudo igu<strong>al</strong>ar <strong>al</strong> mod<strong>el</strong>o y mucho menos superarlo.Quienes poco después de él hicieron s<strong>el</strong>ección de materi<strong>al</strong> document<strong>al</strong>,sobre los <strong>Congreso</strong>s de la época presidenci<strong>al</strong> de <strong>Juárez</strong>, no siguieron<strong>el</strong> riguroso método expositivo que habría sido necesario par<strong>al</strong>ograr un exc<strong>el</strong>ente resultado.Quizás nadie trabajó con tanto cariño e intensidad sobre <strong>el</strong> temacomo F<strong>el</strong>ipe Buenrostro, pero los resultados no correspondieron a susesfuerzos. En su Historia d<strong>el</strong> primero y segundo <strong>Congreso</strong>s constitucion<strong>al</strong>es,6abundan las páginas de poca importancia y en cambio f<strong>al</strong>tandocumentos fundament<strong>al</strong>es. A esta obra, por lo anárquico de la exposiciónde los asuntos, podía aplicárs<strong>el</strong>e la frase de Emile Faguet: «es uncaos de ideas claras». Y, sin embargo, precisa confesar que a pesar desus limitaciones es una fuente imprescindible para <strong>el</strong> estudio de la época.Constituyó un serio problema la s<strong>el</strong>ección de los debates parlamentarios.Algunos son tan grandes, que solamente las discusiones de 1871sobre las facultades extraordinarias solicitadas por <strong>el</strong> presidente <strong>Juárez</strong>,comprenden unos dos centenares de páginas. 7De estas d<strong>el</strong>iberacionesse recogieron solamente <strong>al</strong>gunos fragmentos d<strong>el</strong> discurso de Manu<strong>el</strong>María de Zamacona, como ejemplo d<strong>el</strong> espíritu de tolerancia quemostró <strong>Juárez</strong> ante las actitudes más agresivas de los miembros d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>.La transcripción de páginas en las que se habla de facultades extraordinariassolicitadas por <strong>el</strong> Ejecutivo de 1861, es para <strong>el</strong> lector muchomás ilustrativa, ya que permite interiorizarse en <strong>el</strong> conocimientode las ideas de los miembros d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> favorables y adversas <strong>al</strong>presidente de la República, así como de las respectivas defensas quehicieron los ministros de J uárez.Los discursos pronunciados por J uárez en <strong>el</strong> recinto d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>fueron treinta y cinco. Se han transcrito todos. Si se procede a su revisiónse encontrará en <strong>el</strong>los una gran congruencia literaria e ideológica.xv


TRASFONDO HISTORICONo puede de ninguna manera estudiars<strong>el</strong>a historia de las <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> <strong>entre</strong> <strong>Juárez</strong>y <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, si no se les sitúa a unoy otro en <strong>el</strong> contexto nacion<strong>al</strong> e internacion<strong>al</strong>de su tiempo.MARTÍN QUIRARTELa sociedad mexicana que en 1821 se emancipaba políticamentede España, cuando Benito <strong>Juárez</strong> tenía apenas quince años de edad,aún no tenía <strong>el</strong> cuerpo de un Estado.Fracasada la primera tentativa imperi<strong>al</strong>, los gobiernos que sucedieron<strong>al</strong> de Iturbide no podían gozar aún de la plenitud de la autoridad.Para que hubiera un Estado mexicano era necesario destruir <strong>el</strong> podertempor<strong>al</strong> de la Iglesia, vencer <strong>el</strong> ejército pretoriano que se había creado<strong>al</strong> compás de la guerra civil e impedir la ingerencia de la diplomaciaextranjera en la vida interna de México. Para lograr todo eso, fueronnecesarios largos años de lucha.Cuando una gran parte d<strong>el</strong> país político sintió <strong>el</strong> deseo de formarun país republicano, f<strong>al</strong>taba <strong>entre</strong> otras cosas una experiencia parlamentariay se carecía de clases directoras.La nación que había surgido a la vida independiente había estadogobernada durante trescientos años por virreyes, corregidores e intendentesespañoles. Los miembros de la Audiencia, los representantes d<strong>el</strong><strong>al</strong>to clero habían sido casi siempre peninsulares. El criollo que era <strong>el</strong>hombre privilegiado de la época, <strong>entre</strong> los hijos natur<strong>al</strong>es d<strong>el</strong> país, nohabía ejercido cargos políticos de significación, sino sólo excepcion<strong>al</strong>mente.México tuvo que ensayar, durante medio siglo, múltiples fonnasde organización política, antes de constituirse como Estado moderno. Lafuerza de la Iglesia en 10 espiritu<strong>al</strong> y en lo tempor<strong>al</strong> era tan grande,que propiamente constituía un Estado dentro d<strong>el</strong> propio Estado, conscientesde esto los liber<strong>al</strong>es mexicanos se prepararon para la gran bat<strong>al</strong>la.XVII


Dos fueron los momentos culminantes d<strong>el</strong> progresismo. Uno se inici6 en1833 dirigido por José María Luis Mora y V<strong>al</strong>entín G6mez Farías. Elmovimiento fracas6 en 1834 por la intervención decisiva d<strong>el</strong> gener<strong>al</strong>Santa Anna. El otro, iniciado en 1854, termin6 triunf<strong>al</strong>mente en 1860.Existe desde luego una diferencia fundament<strong>al</strong> <strong>entre</strong> los progresistasd<strong>el</strong> 33 Y los liber<strong>al</strong>es triunfantes d<strong>el</strong> 60. Los primeros pretendieronllevar a cabo una reforma tratando de influir en la vida interna de laIglesia misma. Los segundos, respetando la organización de la· Iglesia,simplemente establecieron la separaci6n <strong>entre</strong> <strong>el</strong>la y <strong>el</strong> Estado. Esta era,sin duda <strong>al</strong>guna, la única reforma viable en un país como México.Desde la fecha en que Santa Anna suprimió la legislaci6n reformista(1834) <strong>al</strong> momento en que tuvo lugar <strong>el</strong> fin de su último gobierno( 1855 ), transcurrieron exactamente veintiún años.¿Qué hizo durante <strong>el</strong>los la Iglesia en México para conjurar losp<strong>el</strong>igros que la amenazaban? ¿Hubo un intento serio de reforma ortodoxapara depurar la vida de tantos r<strong>el</strong>igiosos seculares y regulares tannecesitados de <strong>el</strong>la? ¿Entre los laicos y los r<strong>el</strong>igiosos fi<strong>el</strong>es a su ortodoxia,surgieron grandes caudillos capaces de comprender <strong>el</strong> problema soci<strong>al</strong>de su tiempo? ¿Hubo quién pensara en la necesidad de grandes refor·mas que hubieran impedido una revoluci6n ya en perspectiva? La contestaci6na todas estas interrogaciones debe darse un día, pero apoyándolano en los prejuicios de partido sino en la inflexible 16gica de broncede los hechos.Examinando las obras hist6ricas de sacerdotes como Jesús GarcíaGutiérrez, Mariano Cuevas, Francisco Banegas G<strong>al</strong>ván y Regis Planchetnotamos en estos autores un punto de afinidad: todos coinciden enhacer <strong>el</strong> blanco de sus ataques a los hombres d<strong>el</strong> partido liber<strong>al</strong>. Todosse lamentan con mayor o menor c6lera de esa revolución que priv6 a laIglesia de su poder y de sus privilegios. Ninguno ha mostrado ya no digamosafecto, sino siquiera una comprensión generosa hacia los caudillosd<strong>el</strong> liber<strong>al</strong>ismo que pusieran las bases de una sociedad civil emanci·pada d<strong>el</strong> clero y d<strong>el</strong> ejército. Examinando <strong>al</strong>gunos de estos mismosautores vemos que la documentaci6n que les sirve para fundamentar susjuicios y condenar a sus adversarios, la mayor parte procede de fuentesliber<strong>al</strong>es. Ni siquiera se han querido tomar la molestia de revisar supropia documentación, de hurgar con paciencia en los archivos eclesiásticos.¿Quién <strong>entre</strong> estos apasionados clérigos ha sabido reconocer tod<strong>al</strong>a c<strong>al</strong>idad apostólica, <strong>el</strong> espíritu moderador y la grandeza mor<strong>al</strong> de unpr<strong>el</strong>ado tan ilustre como Juan Cayetano Portug<strong>al</strong>? i Grandiosa figurade la Iglesia mexicana que debi6 inspirar a tanto clérigo que en l<strong>al</strong>ucha de 1854 a 1860 no supo mantener la ecuanimidad!Es curioso leer con qué inquina y con cuánta profusión hablan d<strong>el</strong>os liber<strong>al</strong>es estos pr<strong>el</strong>ados convertidos en historiadores y en escritoresXVIII


1 Martín Quirarte,El problema r<strong>el</strong>igiosoen México. México,Instituto Nacion<strong>al</strong> deAntropología e Historia,1967, pp. 233.234.2 José C. V<strong>al</strong>adés,Don M<strong>el</strong>chor Ocampo,reformador deMéxico. México, <strong>Cámara</strong>de Diputados,1972, p. 20.3 José C. V<strong>al</strong>adés,losé María Gutiérrezde Estrada. Diplomáticoe historjiador.1800-1867. EnciclopediaYucatanense. México,Edición ofici<strong>al</strong>d<strong>el</strong> gobierno de Yucatán,1944.políticos. Y en cambio ¡qué pocas Hneas dedican a sus propios caudillosespiritu<strong>al</strong>es 1Historiadores de filiación liber<strong>al</strong> como Justo Sierra, Francisco Bulnesy Carlos Pereyra, han escrito, <strong>al</strong> juzgar <strong>al</strong> partido vencido, innumerablesfragmentos asombrosos por su equilibrio y justicia. Mas d<strong>el</strong> ladoliber<strong>al</strong>, fuera de excepciones honrosas, i cuántos odios y cuántas pasionesno se han externado!Si <strong>al</strong>gunos historiadores han estudiado -aunque con notorio ammo deparci<strong>al</strong>idad política- <strong>el</strong> poder y v<strong>al</strong>imiento de la Iglesia Católica en la vidade México, no por esto se ha cerrado <strong>el</strong> juicio para determinar <strong>el</strong> v<strong>al</strong>imientoy <strong>el</strong> poder d<strong>el</strong> Estado mexicano en la historia de la Iglesia a partir de laguerra de independencia. De mucho interés científico y patriótico sería unaobra de esa natur<strong>al</strong>eza que, lejos de riv<strong>al</strong>idades, estableciese a dónde está laarmonía y a dónde lo inarmónico en fuerzas tan desemejantes como son la civily la eclesiástica. 2En las dos décadas que separan la primera tentativa refonnistade la Revolución de Ayuda, muchos intentos se habían hecho por consolidarinstitucion<strong>al</strong>mente a México. Mas se llegó a creer que la f<strong>el</strong>icidadd<strong>el</strong> país dependía de una cuestión esenci<strong>al</strong>mente política.¿Quién, en ese entonces, se ocupaba de buscar remedio a los graves m<strong>al</strong>esque aquejaban <strong>al</strong> país y que, por cierto, no dependían de determinada fórmulade institución autoritaria?De los ocho millones de habitantes de México, apenas si <strong>el</strong> cincuenta porciento producía con un promedio que no pasaba de un re<strong>al</strong> por día. De lostrescientos sesenta y cinco días d<strong>el</strong> año, ciento treinta eran festivos. Entre<strong>al</strong>cab<strong>al</strong>as y diezmos, la producción nacion<strong>al</strong> tenía una merma de veinticincopor ciento. La industria d<strong>el</strong> país no <strong>al</strong>canzaba a surtir a más de la quintaparte de la población. En la ciudad de México, los s<strong>al</strong>arios fluctuaban <strong>entre</strong>veinte y treinta y cinco centavos. Las rentas públicas ascendían escasamentea seis millones de pesos; la moneda circulante era, en un cuarenta por ciento,de cobre. Las minas que en otros tiempos habían constituido una fuente deriqueza, estaban par<strong>al</strong>izadas. Las cap<strong>el</strong>lanías, desde 1835, habían suspendidoparci<strong>al</strong>mente sus préstamos a los agricultores. Los caminos estaban infestadosde bandidos; la inseguridad y <strong>el</strong> temor, se habían enseñoreado d<strong>el</strong> país.j Cuán tristes eran los paisajes soci<strong>al</strong> y económico de México <strong>al</strong> comienzod<strong>el</strong> segundo tercio d<strong>el</strong> siglo XIX! Recorriéndolos con la vista y con <strong>el</strong> pensamiento,se explican todas aqu<strong>el</strong>las escenas desgarradoras ocurridas desde laguerra de Texas hasta la caída d<strong>el</strong> último gobiernó santanista, pasando porlos sucesos de 1847. 3¿Cabría preguntar si fueron las Revoluciones de Ayuda y de Reforma,movimientos que contaron con <strong>el</strong> apoyo de las mayorías? Asíse ha sostenido en discursos con fin<strong>al</strong>idades demagógicas y en libros deXIX


tendencia liber<strong>al</strong> documentados <strong>al</strong> margen de la historia, sin embargohay que reconocer que la re<strong>al</strong>idad es más apasionante que todas lasficciones. Quienes han hablado de <strong>Juárez</strong> como <strong>el</strong> caudillo que, resp<strong>al</strong>dadopor su pueblo, llevó <strong>al</strong> triunfo la Revolución de Reforma hanempequeñecido la figura d<strong>el</strong> héroe. ¿Por qué en México tenemos latendencia a <strong>el</strong>aborar mitos cuando nuestra re<strong>al</strong>idad histórica es másapasionante que todas las ficciones?Emilio Rabasa decía que a la p<strong>al</strong>abra pueblo se le daban variossignificados.La p<strong>al</strong>abra pueblo tiene en los idiomas occident<strong>al</strong>es tres connotaciones qu<strong>el</strong>a ignorancia y muchas veces <strong>el</strong> simple descuido confunden: la de masa soci<strong>al</strong>en conjunto, ,la de suma de individuos capaces de ejercitar los derechospolíticos y la de pueblo bajo, por contraposici6n a la parte culta y acomodadade la sociedad. De esta confusión han nacido todas las teonaa f<strong>al</strong>sas y todaslas vociferaciones perversas de que se <strong>al</strong>imenta la demagogia.La Refonna no fue popular en México en su periodo inici<strong>al</strong>, y nolo fue si aceptamos cu<strong>al</strong>quiera de las connotaciones de Rabasa paradefinir <strong>el</strong> concepto pueblo.Justo Sierra ha dado una explicación sobre la p<strong>al</strong>abra democracia,en <strong>el</strong> sentido en que puede ser aplicada <strong>al</strong> grupo de combatientes quecon una audacia revolucionaria, hasta entonces sin ejemplo, intentabatransformar política y soci<strong>al</strong>mente a México.¿La democracia mexicana? Sí, esa democracia. No era en re<strong>al</strong>idad ni todo<strong>el</strong> pueblo mexicano (ése que en teoría era dueño de todos los derechos d<strong>el</strong>ciudadano), ni siquiera su mayoría re<strong>al</strong>, pero era su representación; era esaparte, mínima si se quiere, y que por consiguiente... se sentía representantede todas las aspiraciones obscuras, indecisas, infonnes d<strong>el</strong> inmen!O grupoignorante y esclavo que respiraba congojosamente bajo <strong>el</strong>la. ISólo en este sentido puede llamarse a la Reforma un movimientodemocrático.Cuando en 1854 se supo que un brote revolucionario había est<strong>al</strong>ladoen <strong>el</strong> sur d<strong>el</strong> país, no se le dio en un principio toda la importanciaque iba a tener. Cuando se examinó <strong>el</strong> Plan de Ayuda que sirvió debandera a los revolucionarios, se vio que contenía una vaga promesade transformaci6n política sin definir ninguna tendencia. Por eso lamayoría de los mexicanos vieron en <strong>el</strong> comienzo de la revolución un simpl<strong>el</strong>evantamiento armado, como otros tantos que habían conmovido <strong>al</strong>país desde la consumación de la Independencia!' S610 más tarde se pudoapreciar la profunda significaci6n d<strong>el</strong> movimiento.Al iniciarse los triunfos de los revolucionarios de Ayuda acaudilla·dos por Juan Alvarez e Ignacio Comonfort, comenzaría la era másxx40 Emilio Rabasa,La Constitución 'Y ladictadura. ~bdco,Tip. de Revista deRevistas, 1912, pp.11·12.s Justo Sierra yCarlos Pereyra, Judrez,su obra 'Y su tiem·po. Prologo y notasde Martin Quirarte.~éxico, <strong>Cámara</strong> deDiputados, 1972, p.248.e Véase <strong>el</strong> interesantetrabajo de donEdmundo O'Gormansobre <strong>el</strong> Plan de Ayu·tla. Seis estudios his·16ricos de lema me%i·no. J<strong>al</strong>apa, UniversidadVeracruza.na,1960, pp. 99·145.


illante de la vida política de M<strong>el</strong>chor Ocampo. Sus grandes ide<strong>al</strong>esiban a transformarse en actos. Su pensamiento de reformador crist<strong>al</strong>izaríaen creaciones imperecederas. Pero la más grande obra de Ocampofue su influencia en J uárez, cuya ment<strong>al</strong>idad había definitivamentetransformado. Ocampo era un hombre de gobierno, esto es innegable,pero lo fue sólo por momentos. Su terrible individu<strong>al</strong>ismo y su afánde libertad casi s<strong>el</strong>vática, unido a una feroz intransigencia, no resistiónunca la rutina d<strong>el</strong> que hace d<strong>el</strong> ejercicio d<strong>el</strong> gobierno su ocupación(mica. Tenía <strong>el</strong> temple de un iconoclasta, era un revolucionario de razapura, pero le f<strong>al</strong>taba la tenaz perseverancia que fue una de las grandesvirtudes de J uárez.Vencido y expatriado Santa Anna, ex<strong>al</strong>tado Juan Alvarez a lapresidencia de la República, un nuevo periodo de la historia mexicanaiba a iniciarse. No bastaba haber derribado un régimen, era precisoefectuar una reforma. Había llegado <strong>el</strong> momento de la lucha definitiva,<strong>el</strong> porvenir no pertenecía a los moderados. Los dos bandos políticosque se habían disputado <strong>el</strong> dominio d<strong>el</strong> país durante tres décadas, noestarían dispuestos a tolerar transacciones.Alvarez sabía que su paso por la presidencia tenía que ser breve.Designó un gabinete d<strong>el</strong> que formaron parte Benito <strong>Juárez</strong>, M<strong>el</strong>chorOcampo, Guillermo Prieto e Ignacio Comonfort. Fundament<strong>al</strong>mentehabía una incomprensión <strong>entre</strong> Ocampo y Comonfort.Apenas nombrado ministro de la Guerra ya sentía Comonfort lazozobra que le inspiraban los desórdenes que según carta de GarcíaConde, se decía que habían tenido lugar en la capit<strong>al</strong> de la República.T<strong>al</strong> actitud hizo exclamar a Ocampo: «¿ Cómo, señor, se asusta cuandole, dicen que hay un toro de petate, usted que ha combatido <strong>al</strong> loborabioso cuando tenía las garras afiladas?».Más taroe, cuando Comonfort sostuvo que <strong>el</strong> pertenecer a la GuardiaNacion<strong>al</strong> debía ser sólo un derecho, fue refutado por Ocampo paraquien no sólo debía constituir un derecho sino también una obligaciónd<strong>el</strong> ciudadano. Pero la exasperación d<strong>el</strong> Reformador llegó <strong>al</strong> colmocuando se habló de formar un consejo de gobierno dentro d<strong>el</strong> cu<strong>al</strong> deberíahaber dos eclesiásticos. Aqu<strong>el</strong>la política de componendas fuerechazada por Ocampo. Allí donde actuase Comonfort no podía habersitio para Ocampo, quien prefirió presentar su renuncia que no erauna retirada. El Reformador entraba en un paréntesis de meditación,mientras llegaba la hora de volver a bregar por sus propósitos de transformaciónpolítica.Antes de que Juan Alvarez abandonara la presidencia de la República,<strong>Juárez</strong> como ministro de Justicia y Negocios Eclesiásticos dab<strong>al</strong>a ley que lleva su nombre (noviembre 22 de 1855). La nueva disposiciónleg<strong>al</strong> no lograba la completa supresión de los fueros, pero sí daba<strong>el</strong> primer gran paso para enfrentarse a las clases privilegiadas de laXXI


época: clero y ejército. Los anatemas, las amenazas, las reb<strong>el</strong>ionesarmadas que vinieron como consecuencia de esta disposición, pruebanhasta qué grado ejerció un profundo impacto en los grupos a quienesafectaba.Juan Alvarez renunció <strong>al</strong> cargo político d<strong>el</strong> país y designó a Comonfortpresidente interino, quien comenzó su gestión gubernament<strong>al</strong><strong>el</strong> 11 de diciembre de 1855. El nuevo jefe de Estado por su carácter,por sus escrúpulos mor<strong>al</strong>es no podía ser <strong>el</strong> primer caudillo de la revoluciónreformista.Quería Comonfort dar impulso a la construcción de vías férrea~,proteger proyectos de colonización, impulsar la educación pública. Enlo político sus propósitos eran buenos pero impracticables. «Orden, perono destrucción, progreso pero no violencia», t<strong>al</strong> era <strong>el</strong> contenido de sudoctrina. Mas se había llegado a un momento en que ni <strong>el</strong> orden ni l<strong>al</strong>ibertad serían respetados, y sí, en cambio, la violencia y los excesos seríanpracticados por liber<strong>al</strong>es y conservadores.No es desacertado declarar que las actividades políticas de Comonfortcomo presidente se caracterizaban por su incongruencia. Conserv<strong>al</strong>a Ley <strong>Juárez</strong> que <strong>entre</strong> otras cosas constituía un desafío <strong>al</strong> ejércitopretoriano, pero trata de captar la buena voluntad de ese ejército quepor su natur<strong>al</strong>eza y su historia no puede inclinarse <strong>al</strong> lado de las ideasreformistas. Considera que <strong>el</strong> gran error de Ocampo había consistidoen tratar de re<strong>al</strong>izar la Reforma «a brincos» y, sin embargo, permite <strong>al</strong>ministro de Hacienda Migu<strong>el</strong> Lemo de Tejada dar <strong>el</strong> decreto paradesamortizar los bienes eclesiásticos, una de las disposiciones más auda·ces contra <strong>el</strong> clero de la época.El Plan de Ayuda pedía la formación de un <strong>Congreso</strong> Constituyenteque debía dar <strong>al</strong> país una ley fundament<strong>al</strong> adecuada a sus necesidades.La asamblea legislativa inició sus actividades <strong>el</strong> 18 de febrero de1856. Después de un año de d<strong>el</strong>iberaciones, <strong>el</strong> código fue jurado <strong>el</strong> 5de febrero de 1857.Varias disposiciones leg<strong>al</strong>es precedieron 10 que iba a ser la leyfundament<strong>al</strong> de México. EllO de abril de 1856 se dio la Ley Iglesiaspara eximir d<strong>el</strong> pago de derechos y obvenciones parroqui<strong>al</strong>es a las clasesmenesterosas. El 26 se declaró que cesaba la coacción civil para exigirlos votos r<strong>el</strong>igiosos. El 5 de junio d<strong>el</strong> mismo año se dio un decreto parasuspender la Compañía de Jesús. ¿ Era ésta una ley apoyada en la justicia?No. Justo Sierra, con esa honradez que campea en tantas de susapreciaciones históricas, ha demostrado que se trataba de una medidade prevención.XXIIComo de costumbre, los opositores a la medida, que nada tenía de liber<strong>al</strong>por cierto, acudieron a los argumentos de estilo; uno irrefutable: si predicáisla libertad, ¡ por qué no toleráis a esos hombres? Si han d<strong>el</strong>inquido contra <strong>el</strong>


7 1u6rez, SU obra 'Ysu tiempo. Ob. cit., p.97.8 José C. V<strong>al</strong>adés.Ocampo. .. Ob. cit, p.154.Estado, castigadJos como d<strong>el</strong>incuentes; pero no se castiga a las instituciones,se castiga a los individuos. Ahora bien, y éste era <strong>el</strong> segundo argumento: estoshombres no son d<strong>el</strong>incuentes, hacen <strong>el</strong> bien, emplean sus energías en la caridadd<strong>el</strong> <strong>al</strong>ma que es la educación; son admirables educadores; tienen <strong>el</strong>testimonio univers<strong>al</strong> en su favor. No era una medida de libertad, era unamedida de represión y de preservación. Los jesuitas, efectivamente, son yserán siempre un p<strong>el</strong>igro para las ideas modernas de emancipación y libertadde pensamiento, porque, infrangibles y flexibles como la seda, cumplen sumisión y Su deber, disciplinando con un <strong>sistema</strong> de educación, no admirableen sí, todo lo contrario, pero maravilloso para su objeto, a la sociedad entera,orientándola dulcemente hacia la doctrina fundament<strong>al</strong>mente contrarrevolucionarlade la incompatibilidad <strong>entre</strong> ,la supremacía humana de la razón en quese funda <strong>el</strong> liber<strong>al</strong>ismo y la supremacía divina de la Iglesia y su' Sacerdotesumo. A todo se someten, todo lo obedecen por necesidad, pero encienden unide<strong>al</strong> d<strong>el</strong>ante de los espíritus, que está precisamente en <strong>el</strong> polo opuesto d<strong>el</strong> ide<strong>al</strong>de emancipación int<strong>el</strong>e'ctu<strong>al</strong>. 7Todavía no se s<strong>al</strong>ía d<strong>el</strong> estupor producido por la supresión de laCompañía, cuando Migu<strong>el</strong> Lerdo de Tejada daba la disposición leg<strong>al</strong>que lleva su nombre y que tenía como fin<strong>al</strong>idad primordi<strong>al</strong> poner encirculación los bienes de manos muertas, como se decía en <strong>el</strong> lenguajede la época. Las fincas rústicas y urbanas pertenecientes a la Iglesiapasarían a poder de los particulares, los que pagarían a esta institución<strong>el</strong> importe de dichas propiedades.¿Quién, en racion<strong>al</strong>idad pudo creer que la desamortización iba a transformarla economía y la política de un país desértico? ¿De qué magia excepcion<strong>al</strong>estaban poseídos los bienes eclesiásticos para que <strong>el</strong> solo anuncio de sutraspaso produjese <strong>el</strong> bienestar de los mexicanos?8Pero an<strong>al</strong>izando <strong>el</strong> p<strong>el</strong>.í.3amiento de nuestros liber<strong>al</strong>es desde JoséMaría Luis Mora hasta Migu<strong>el</strong> Lerdo de Tejada, en lo referente a losbienes eclesiásticos, se ve que hay una línea de pensamiento congruente.Todos estos políticos piensan que la circulación de una parte de losbienes d<strong>el</strong> clero servirá para estimular la riqueza d<strong>el</strong> país.La verdad es que no hubo un solo político mexicano durante laprimera mitad d<strong>el</strong> siglo XIX, que percibiera las verdaderas condicioneseconómicas de México. Era casi un dogma la creencia gener<strong>al</strong> en lafabulosa riqueza d<strong>el</strong> país. Sólo que se creía que estaba m<strong>al</strong> distribuiday que era necesario explotar los grandes recursos natur<strong>al</strong>es. Liber<strong>al</strong>es yconservadores incurrieron en gravísimos errores. Y no es que person<strong>al</strong>idadestan ilustres como José María Luis Mora, Lucas Atamán y Lorenzode Zav<strong>al</strong>a no hubieran an<strong>al</strong>izado, con mirada penetrante, <strong>al</strong>gunos d<strong>el</strong>os más graves problemas políticos y económicos de México. Los entendieron,los dieron a conocer con insistencia y lucharon tenazmente paraXXIII


esolverlos. Pero no acertaron a mirar, sino un perfil de las necesidadesde la patria.Lucas Alamán, caudillo ideológico de los conservadores, pensabaque había que defender la herencia coloni<strong>al</strong>, industri<strong>al</strong>izar <strong>al</strong> país,formar un núcleo de resistencia a todo intento que aspirase a re<strong>al</strong>izarla transformación política e ideológica de la nación de una maneraradic<strong>al</strong>.Lorenzo de Zav<strong>al</strong>a, con una fe profunda en la organización políticade los Estados Unidos, creía en la necesidad de que México se sacu~diese de hábitos y vicios españoles. Inspirándose sobre todo en la vidad<strong>el</strong> vecino pais, poniendo en circulación los bienes d<strong>el</strong> clero, dando ungran impulso <strong>al</strong> programa agrario, la República <strong>al</strong>canzaría <strong>el</strong> pináculode la prosperidad.Mora -aunque exagerando conscientemente <strong>el</strong> v<strong>al</strong>or de las propiedadeseclesiásticas- había hablado de la urgente necesidad de disponerde <strong>el</strong>las.Durante más de tres décadas Lerdo de Tejada había sido testigopresenci<strong>al</strong> de los acontecimientos políticos y soci<strong>al</strong>es de ese México singular,con su gobierno casi «divorciado d<strong>el</strong> dinero». Ante sus ojos decontemplativo se había presentado <strong>el</strong> espectáculo de la bancarrota perenned<strong>el</strong> Estado. «Nada era estable con excepción d<strong>el</strong> déficit fisc<strong>al</strong>». Muchospolíticos de la época creyeron en la desamortización como unapanacea que corregiría los m<strong>al</strong>es económicos de México. ¿Fue Lerdouna de las últimas víctimas de este sofisma de observación? El ministrode Hacienda en su decreto de 30 de junio de 1856 dijo que con losbienes desamortizados se perseguía un doble objetivo: sanear la economíad<strong>el</strong> país, y poner los fundamentos de un buen <strong>sistema</strong> hacendarío.Dos son los aspectos bajo los cu<strong>al</strong>es debe considerarse la providencia queenvu<strong>el</strong>ve dicha ley; primero, como una solución que va a hacer desapareceruno de los errore's económicos que más han contribuido a mantener <strong>entre</strong>nosotros estacionaria la propiedad e impedir <strong>el</strong> desarrollo de las artes e industriasque de <strong>el</strong>la dependen; segundo, como una medida indispensable para<strong>al</strong>lanar <strong>el</strong> princip<strong>al</strong> obstáculo que hasta hoy se ha presentado, para <strong>el</strong> establecimientode un <strong>sistema</strong> tributario. vAlguna vez yo mismo llegué a creer que <strong>el</strong> punto de vista de Lerdoparecía brotado de una profunda convicción. Mas ¿cómo podía sanears<strong>el</strong>a economía d<strong>el</strong> país por <strong>el</strong> solo hecho de pasar las propiedades de laIglesia a poder de los particulares, si éstos se veían en la obligaciónde pagar <strong>el</strong> importe de las mismas y pocos eran los que se atrevían atocarlas?El resultado práctico en lo económico no pudo de inmediato sermás desastroso. La mayor parte de los arrendatarios de fincas rústicasv Circular con quedon Migu<strong>el</strong> Lerdo deTejada, ministro deHacienda y CréditoPúblico, acompañó <strong>al</strong>a ley sobre desamortizaciónde fincas rústicasy urbanas propiedadde corporacionesciviles y r<strong>el</strong>igiosas,28 de jumo de 1856.Tomado de L?)'es deReforma. Gobiernosde Ignacio Comonforty Benito <strong>Juárez</strong>. 1856­1863. México, EmpresasEdit., 1955, pp.37-38.XXIV


y urbanas no se atrevieron a denunciar las propiedades eclesiásticas y aproceder a adjudicárs<strong>el</strong>as. El temor de las excomuniones de la Iglesiapesaba demasiado sobre sus conciencias. Quienes carecían de él -muchosde <strong>el</strong>los extranjeros- fueron los únicos beneficiados. A la sombrade la ley se incrementó <strong>el</strong> poderío de los latifundistas.1{) La Iglesia. no dirigi6la guerra civilpero sí contribuy6 aprovocarla y a fomen·tarla.11 José C. V<strong>al</strong>adés.Ocampo. .. Ob. cit., p.323.].2 Francisco Zarco,Cr6nica d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>extraordinario Constituyente.1836-1857.México, El Colegio deMéxico, 1957, p. 319.Lo que llevaría los ánimos <strong>al</strong> último grado de ex<strong>al</strong>tación serí<strong>al</strong>a Constitución política que <strong>al</strong> fin fue promulgada <strong>el</strong> cinco de febrerode 1857.Los preceptos constitucion<strong>al</strong>es que afectaban a la Iglesia, en re<strong>al</strong>idaderan pocos y si hubiera habido pr<strong>el</strong>ados previsores y de gran penetración,seguramente que su intervención habría podido evitar la guerracivil que se aproximaba. loMas de ninguna manera ante la historiapuede considerarse culpable de aqu<strong>el</strong>la contienda a una sola de lasfacciones. Tanto liber<strong>al</strong>es como conservadores tuvieron una gran partede responsabilidad. Y sin embargo, aqu<strong>el</strong>la guerra civil resultaría fecundaen resultados, porque <strong>entre</strong> otras cosas «aparte de robustecer <strong>el</strong>cuerpo d<strong>el</strong> Estado dotaría de razón a la República».:llUna media docena de artículos exasperaba <strong>al</strong> clero. Entre <strong>el</strong>los <strong>el</strong>tercero que establecía la libertad de enseñanza, <strong>el</strong> quinto que se manifestabacontrario a los votos monásticos ya que los consideraba opuestosa la libertad d<strong>el</strong> hombre, y <strong>el</strong> séptimo que declaraba la libertad deimprenta. En cuanto a los principios sobre la supresión d<strong>el</strong> fuero y laprohibición a la Iglesia para poseer o administrar bienes raíces, quedabanconvertidos en preceptos constitucion<strong>al</strong>es en virtud de los artículos13 y 27 respectivamente. Mas <strong>el</strong> artículo que puesto a discusión habíacausado mayor ex<strong>al</strong>tación en los ánimos fue <strong>el</strong> r<strong>el</strong>ativo a la libertad decultos.El martes 29 de julio de 1856 los miembros d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> Constituyentese reunieron a discutir <strong>el</strong> artículo 15 d<strong>el</strong> proyecto de Constitución,redactado origin<strong>al</strong>mente en los siguientes términos:No se expedirá en la República ninguna ley ni orden de autoridad queprohiba o impida <strong>el</strong> ejercicio de ningún culto r<strong>el</strong>igioso; pero, habiendo sidola r<strong>el</strong>igión exclusiva d<strong>el</strong> pueblo mexicano la católica, apostólica, romana, <strong>el</strong><strong>Congreso</strong> de la Urüón cuidará, por medio de leyes justas y prudentes, de protegerlaen cuanto no se perjudiquen los intereses d<strong>el</strong> pueblo ni los derechosde la soberanía nacion<strong>al</strong>. uSe habló d<strong>el</strong> artículo durante seis sesiones a las que asistieron nosolamente diputados. Personas d<strong>el</strong> pueblo en c<strong>al</strong>idad de espectadoresocuparon las g<strong>al</strong>erías. Muchos diputados mostraron serenidad en losxxv


debates, moderación en la exposición de sus doctrinas y respeto a las ideasajenas. Hubo ex<strong>al</strong>tación de parte d<strong>el</strong> público que asistía a las d<strong>el</strong>iberaciones,que lo mismo gritó i mueran los impíos! que i abajo los sacristanes!De acuerdo con las costumbres de la época iniciáronse los debatesinvocando <strong>el</strong> nombre de Dios. T<strong>al</strong> actitud en la mayor parte de losmiembros d<strong>el</strong> Constituyente no debe de c<strong>al</strong>ificarse de hipócrita. Aqu<strong>el</strong>loshombres eran creyentes, cristianos casi todos. Ciertamente que <strong>entre</strong>los hombres d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> Constituyente <strong>al</strong>gunos se habían apartadode las creencias r<strong>el</strong>igiosas de su niñez. Otros se mostraban vacilantesy no se atrevían ni a volver a la más severa ortodoxia, ni se lanzabantampoco en <strong>el</strong> campo de una franca apostasía r<strong>el</strong>igiosa. Mas aqu<strong>el</strong><strong>Congreso</strong> no estaba integrado por conservadores, aun los que no votaronpor la libertad de cultos eran hombres de espíritu liber<strong>al</strong>, muchos de<strong>el</strong>los tan partidarios como los radic<strong>al</strong>es de las ideas modernas, peroconsideraban que <strong>el</strong> pueblo mexicano no estaba preparado para recibirestas refonnas.El cinco de agosto se sujetó a votación <strong>el</strong> proyectado artículo 15.Lo aprobaron 44 diputados, lo rechazaron 64.En su fonna de redacción origin<strong>al</strong> <strong>el</strong> artículo 15 había sido rechazado.En su fonna definitiva dicho artículo en <strong>el</strong> texto constitucion<strong>al</strong>pasó a ser <strong>el</strong> 123 y quedó redactado así.Corresponde exclusivamente a los Poderes Feder<strong>al</strong>es ejercer, en materiasde culto r<strong>el</strong>igioso y disciplina externa, la intervención que designen las leyes. laNo f<strong>al</strong>taron entonces ciertos espíritus suspicaces que quisieron darle<strong>al</strong> texto d<strong>el</strong> artículo una interpretación que defonnaba <strong>el</strong> pensamientoy las intenciones de los legisladores. Clemente de Jesús Munguíaasí hablaba de lo que él llamaba la intervención d<strong>el</strong> Estado enmateria de cultos: «El objeto d<strong>el</strong> artículo 123, en <strong>el</strong> culto r<strong>el</strong>igioso yla disciplina externa es la tot<strong>al</strong>idad de la acción administrativa de laIglesia en <strong>el</strong> orden exterior y <strong>el</strong> público. En <strong>el</strong> culto r<strong>el</strong>igioso estáncomprendidos los <strong>el</strong>ementos dogmáticos d<strong>el</strong> culto, sus fonnas litúrgicas,sus instituciones propias, la r<strong>el</strong>igión por entero: culto r<strong>el</strong>igioso es lomismo que r<strong>el</strong>igión: r<strong>el</strong>igión es lo mismo que culto r<strong>el</strong>igioso. La r<strong>el</strong>igión,pues, de la República Mexicana será la que la ley decrete: la acciónministeri<strong>al</strong> y administrativa d<strong>el</strong> sacerdocio será la que <strong>el</strong> gobiernofonnule. Quítese de toda la grande institución de Jesucristo a la r<strong>el</strong>igióny sus fonnas externas, o lo que es lo mismo, <strong>el</strong> culto r<strong>el</strong>igioso yla disciplina, ¿qué queda? Nada, absolutamente nada».HJamás pensaron los constituyentes de 1856-1857 que, en virtud deeste artículo <strong>el</strong> gobierno mexicano estaba autorizado a detenninar laforma d<strong>el</strong> culto, hubiera sido llevar sus refonnas hasta un grado más13 Francisco Zarco,Historia d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>Constituyente de 1857.México, Imprenta Esc<strong>al</strong>ante,1916, p. 862.a Clemente de JesúsMunguía fue in·dudablemente una d<strong>el</strong>as figuras más ilustresd<strong>el</strong> conservadurismo.Pero su gran in·t<strong>el</strong>igencia y vastísimacultura se ven ensom·brecidas por su intransigenteultramontanismo.XXVI


avanzado de aqu<strong>el</strong> a que se habían atrevido a proponer los más audacesradic<strong>al</strong>es en las discusiones de 1856 y que habían sido rechazadas porlas mayorías.Esto lo sabía perfectamente Munguía, pero <strong>el</strong> obispo hacía de unerror de redacción o de la oscuridad de un artículo, <strong>el</strong> motivo de lamás violenta disputa.El asunto de la libertad de cultos ha sido tratado con enorme pasiónaun por espíritus tan equilibrados como Justo Sierra..0 Colección de documentosinéditos om uy raros r<strong>el</strong>ativos <strong>al</strong>a Reforma de México.México, InstitutoNacion<strong>al</strong> de Antropologíae Historia, 1958,t. 1, pp. 18·88.i Y la unidad r<strong>el</strong>igiosa d<strong>el</strong> pueblo mexicano! Si se hubiese dicho unidaden la an<strong>al</strong>ogía de supersticiones, se habría estado en la verdad; en la r<strong>el</strong>igiónd<strong>el</strong> mexicano no entraba para nada <strong>el</strong> Evang<strong>el</strong>io; era una mixtura compuesta,desde los días de la conquista y d<strong>el</strong> siglo que la sucedió, con devociones absolutamenteidolátricas y fetichistas hacia las imágenes, que no eran más qu<strong>el</strong>a prolongación de los antiguos cultos lavados de la sangre por <strong>el</strong> agua lustr<strong>al</strong>,y de una fe apretada e invencible en la Providencia, la consoladora de todoslos dolores, la prometedora de todas las recompensas; en <strong>el</strong> templo, <strong>el</strong> mexicanono se sentía un hombre que piensa, razona y <strong>el</strong>ige, sino un niño desv<strong>al</strong>idoque pide amparo y misericordia... Pero esta unidad en <strong>el</strong> querer y en <strong>el</strong>sentir, ¿qué tenía que temer de la libertad de cultos? i Si era nuestra idiosincrasia,si era nuestro atavismo, si era la voz de los muertos perpetuosamenteresonando en <strong>el</strong> fondo de nuestras <strong>al</strong>mas, si era la r<strong>el</strong>igión de Comonfort yde Zarco y de Arriaga y de <strong>Juárez</strong>, como era la de los obispos Garza y Munguíay Labastida p~Por la formación r<strong>el</strong>igiosa que había tenido Sierra en su juventud,por su sólida cultura no podía de ninguna manera incurrir enerrores tan graves si no era bajo <strong>el</strong> influjo de un arrebato pasion<strong>al</strong>.Revisando las ideas por Sierra expuestas en ]uárez, su obra y su tiempo,se ve que en <strong>el</strong>las predomina <strong>el</strong> buen sentido, la cordura, la comprensión.Mas precisa confesar que por excepción da interpretacionesque son contrarias a la más <strong>el</strong>ement<strong>al</strong> justicia y opuestas a la verdad,cuando tiene que hablar de cuestiones r<strong>el</strong>igiosas. j Decir que en la r<strong>el</strong>igiónd<strong>el</strong> mexicano no entraba para nada <strong>el</strong> Evang<strong>el</strong>io! Dar a entenderque <strong>entre</strong> la manera de concebir la r<strong>el</strong>igión por parte de Zarco, deMata, de Labastida, de Comonfort, de <strong>Juárez</strong> no había una diferencia,es deformar completamente los hechos.Hay una sólida base document<strong>al</strong> para probar que <strong>Juárez</strong> no eraya un católico. Por otra parte, sólo un espíritu influenciado por ErnestoRenan puede concebir que a la iglesia un creyente va a pensar, a razonar,a <strong>el</strong>egir. Los católicos de todas partes d<strong>el</strong> mundo cuando asistena un templo sienten la necesidad de pedir amparo y protección a laProvidencia. Sólo teniendo una ment<strong>al</strong>idad como la de Renan se puedeentonar una plegaria cristiana en la Acrópolis y pensar como un paganoen un templo cristiano.XXVII


Es indudable que en <strong>el</strong> Sierra de la madurez, <strong>al</strong> tratar cuestionesr<strong>el</strong>igiosas, había aún hu<strong>el</strong>las de los arrebatos jacobinos de su juventud.Promulgada la Constitución, fue jurada solemnemente por losmiembros d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> y por <strong>el</strong> propio presidente de la República.Se procedió después a obligar a los funcionarios y a los empleados públicosa prestar también <strong>el</strong> juramento, bajo pena de perder sus cargosen caso de que no lo hicieran. Era desde luego una medida que nadatenía de democrática. Quienes fi<strong>el</strong>es a sus convicciones prefirieron perdersus empleos, antes que jurar un código que detestaban, merecen <strong>el</strong>más <strong>al</strong>to respeto. Tan respetable es un hombre de ideas liber<strong>al</strong>es comoun conservador cuando los guía una convicción sincera. ¿Pero era prudentede parte de la Iglesia excomulgar a todos los que juraran laConstitución y que no se retractaran, sin considerar que <strong>entre</strong> los afectadoshabía muchos sumamente pobres y otros que por su extrema ignoranciaeran incapaces de comprender hasta <strong>el</strong> sentido y la significaciónde aqu<strong>el</strong>la reyerta? El lenguaje de la cordura y de la toleranciaresultaba inint<strong>el</strong>igible para las dos facciones que se preparaban par<strong>al</strong>a lucha.En una colección de documentos publicada por <strong>el</strong> Instituto Nacion<strong>al</strong>de Antropología e Historia queda plenamente demostrado queen Estados como San Luis Potosí, Zacatecas, J<strong>al</strong>isco, Michoacán, Guanajuato,Puebla, Veracruz y Tlaxc<strong>al</strong>a hubo violentas protestas contr<strong>al</strong>a Constitución, que se expresaron en forma de manifestaciones públicas.T<strong>al</strong>es documentos también demuestran que reprimió <strong>el</strong> gobiernoen varios lugares estas protestas con energía sanguinaria. 16Casi resulta innecesario decir que la Constitución de 1857 no podíaser de momento popular. A un pueblo acostumbrado durante más detres siglos a la mayor obediencia a sus pr<strong>el</strong>ados, educado mor<strong>al</strong> e int<strong>el</strong>ectu<strong>al</strong>mentepor <strong>el</strong>los, no era posible que le cambiasen de inmediatosus costumbres por <strong>el</strong> solo hecho de haberse publicado un código político.Como la gran jornada <strong>el</strong>ector<strong>al</strong> se aproximaba, se invitó a los conservadoresa la lucha cívica. Estos se abstuvieron de participar en <strong>el</strong>la,porque de haberlo hecho, habría equiv<strong>al</strong>ido a reconocer v<strong>al</strong>idez a laConstitución, tan anatematizada por la Iglesia. El resultado de las <strong>el</strong>eccionesfue favorable a Comonfort, que s<strong>al</strong>ió designado presidente y<strong>Juárez</strong> obtuvo <strong>el</strong> puesto de vicepresidente.El primero de diciembre de 1857 tomó Comonfort posesión de sucargo como presidente constitucion<strong>al</strong> y prometió solemnemente respetarla Constitución. Sus propósitos no estaban acordes con su juramento.No es, por otra parte, <strong>el</strong> único <strong>entre</strong> los liber<strong>al</strong>es que no creyó .en lasexc<strong>el</strong>encias d<strong>el</strong> nuevo código. Hasta <strong>al</strong>gunos puros, como don Juan JoséBaz, desconfiaban de la eficacia de la Constitución y estaban dispues-16 La Constitucióny la dictadura, Ob.cit., pp. 133-138.:XXVIII


tos a secundar a Comonfort para reb<strong>el</strong>arse con él y dar un golpe deEstado contra la ley fundament<strong>al</strong>.El drama de Comonfort va a llegar a su último acto. Zuloaga,con su fuerza militar, lo incita y lo apoya para desconocer todo <strong>el</strong> ordenleg<strong>al</strong>. El presidente de la República es declarado dictador. Al día siguiented<strong>el</strong> golpe de Estado, Comonfort hubiera deseado sobreponeriea los partidos, pero no era <strong>el</strong> momento en que t<strong>al</strong> actitud podía adoptarse.La gran masa d<strong>el</strong> liber<strong>al</strong>ismo condena la conducta d<strong>el</strong> primermagistrado de la nación. Sólo había un camino a seguir: acaudillar <strong>al</strong>os conservadores. El presidente de la República no estaba dispuestoa llevar su defección hasta este extremo y prefirió renunciar a su <strong>al</strong>tocargo. En <strong>el</strong> mes de enero de 1858, Comonfort tomaba <strong>el</strong> camino d<strong>el</strong>destierro.Emilio Rabasa ha descrito con gran agudeza la significación deComonfort como presidente de la República y la importancia que<strong>Juárez</strong> tuvo como abanderado de la gran Revolución.Comonfort no era caudillo, había sido <strong>el</strong> segundo jefe militar de una revoluciónque no tuvo más propósito concreto que <strong>el</strong> abatimiento de un tiranomonstruoso y la aspiración vaga de conquistar libertades, cuya extensión sedejaba sin condiciones ni programa imperativo a un <strong>Congreso</strong> Constituyente.Para encabezar una revolución así, bastaba ser soldado de v<strong>al</strong>or y ciudadanodigno, y Comonfort era lo uno y lo otro en la más llena medida; pero paraseguir hasta donde era necesario las consecuencias de la revolución que setornó reformista y había de llegar hasta arrancar las raíces con que vivíauna sociedad nutrida de tradiciones, se requería mucha más ambición, másaudacia que las suyas; Se requería la pasión d<strong>el</strong> sectario convencido que élno sabía tener, la voluntad de sacrificar todos los bienes actu<strong>al</strong>es, todos losintereses de momento de la sociedad con la fe de que <strong>el</strong> fin, <strong>el</strong> triunfo de unaidea fundament<strong>al</strong>, v<strong>al</strong>dría para <strong>el</strong>la mucho más que los hombres muertos,la riqueza destruida, <strong>el</strong> crédito aniquilado en <strong>el</strong> exterior.Es imposible ser a la vez Comonfort y <strong>Juárez</strong>, y ya es mucho ser unode los dos. Para organizar la Nación y para fundar las tradicione's de gobiernoque pudieran encaminarlo por <strong>el</strong> sendero d<strong>el</strong> civismo <strong>al</strong> través de las sucesionesperson<strong>al</strong>es, nadie ha mostrado las <strong>al</strong>tas dotes d<strong>el</strong> Presidente de Ayutla;pero no era aqu<strong>el</strong> <strong>el</strong> momento de nuestra historia que las necesitaba; la primerajornada era la de la Reforma, y los apremios de la necesidad históric<strong>al</strong>o arrojaron d<strong>el</strong> puesto que debía ocupar <strong>el</strong> hombre necesario...Creía, pues, posible la fusión de dos credos antagónicos y extremistas enuno nuevo, hecho de concesiones, que no declarada la fe de ningún dogma,como si pudiese haber credo sin dogmas y sin fe. Este error de criterio le hizorepugnar la Constitución como obstáculo para la concordia, y su acierto parajuzgarla como de imposible observación en lo r<strong>el</strong>ativo a la organización d<strong>el</strong>gobierno, sirvió para empujarlo con más fuerza en <strong>el</strong> camino que no se resolvíaa tomar. Breves días bastaron para cambiar absolutamente su posición,llevándolo d<strong>el</strong> prestigio más notorio a la impopularidad más completa, y <strong>al</strong>XXIX


s<strong>al</strong>ir d<strong>el</strong> territorio nacion<strong>al</strong>, lo acompañaban los rencores, las injurias y hast<strong>al</strong>a befa de los partidos que él quiso reconciliar.En política, dice Le Bon, los verdaderos grandes hombres son los quepresienten los acontecimientos que preparó <strong>el</strong> pasado y enseñan los caminosen que es necesario empeñarse. Pero Comonfort no era un grande hombre;era <strong>al</strong>go mucho más modesto, pero no menos respetable': un gran ciudadano.El grande hombre era <strong>Juárez</strong>. Presintió los acontecimientos que en laincubación d<strong>el</strong> pasado tenía una vida latente, pronto a convert.ine en fuerzay en acción, y para dominarlos, comenzó a obedecer a la necesidad que habíade .producirlos. Comonfort interpretaba la Revolución de Ayuda con fid<strong>el</strong>i·dad de jurista probo que respeta la ley; se atenía a sus tibias promesas ya sus modestas autorizaciones; creía que <strong>el</strong> plan revolucionario era un comopromiso inviolable <strong>entre</strong> sus autores, representados por <strong>el</strong> Gobierno, y los queen la lucha habían tomado participación; es decir, la Nación entera. <strong>Juárez</strong>vio en la revolución un síntoma y en la obra d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> Constituyente unaaspiración ahogada; tomó <strong>el</strong> ~lan de Ayuda como promesa cumplida, queuna vez satisfecha había extinguido todo compromiso para <strong>el</strong> porvenir••.La Constitución, que para <strong>Juárez</strong> no podía ser más que título de legitimidadpara fundar su mando, y bandera para reunir parci<strong>al</strong>es y guiar huestes,era inútil para todo lo demás. La invocaba como principio, la presentabacomo objeto de la lucha, pero no la obed.e'cÍa, ni podía obedecerla y s<strong>al</strong>varlaa la vez. Como jefe de una sociedad en p<strong>el</strong>igro, asumió todo <strong>el</strong> poder, searrogó todas las facultades, hasta la de darse las más absolutas, y antes dedictar una medida extrema, cuidaba de expedir un decreto que le atribuyes<strong>el</strong>a autoridad para <strong>el</strong>lo, como para fundar siempre en una ley <strong>el</strong> ejercicio de supoder sin límites.Así gobernó de 1858 a 1861, con la autoridad más libre que haya habidoen jefe <strong>al</strong>guno de gobierno, y con la más libre aquiescencia de sus gobernados,puesto que sólo se le obedecía por los que tenían voluntad de sometersea su imperio; y así llegó <strong>al</strong> triunfo, y restableció <strong>el</strong> orden constitucion<strong>al</strong>cuando entró en la capit<strong>al</strong> de la República. 17J 1 La Constitución'Y la dictadura, pp.133-135.xxx


JUAREZ ¡"UNDADOR DE UNA SOCIEDAD CIVILHaber establecido la.primera sociedadcivil de América después de la estadouni.dense, constituyó la gran lección que dio<strong>Juárez</strong> <strong>al</strong> mundo hispano de su tiempo.MARTÍN QUIRARTE<strong>Juárez</strong> fue <strong>el</strong> único hombre civil d<strong>el</strong>siglo XIX, que fue capaz de vencer a militares.VICENTE MAGDALENOCuando <strong>el</strong> 11 de enero de 1858 don Ignacio Comonfort dejaba enlibertad a don Benito <strong>Juárez</strong>, <strong>al</strong> que había tenido que sujetar a prisiónpor negarse a secundar <strong>el</strong> golpe de Estado, <strong>el</strong> ex gobernador de Oaxacapartió hacia <strong>el</strong> interior de la República. Su carácter de vicepresident<strong>el</strong>o convertía en primer magistrado de la nación <strong>al</strong> defeccionar<strong>el</strong> presidente Comonfort. Cuatro días más tarde <strong>al</strong> anochecer, acom·pañado de un escribiente y de Manu<strong>el</strong> Ruiz, llegaba a la ciudad deGuanajuato. El día 19 era declarado presidente constitucion<strong>al</strong>. Ningúnliber<strong>al</strong> se reb<strong>el</strong>ó contra <strong>el</strong> procedimiento. Leg<strong>al</strong>mente era <strong>el</strong> jefesupremo de la nación en su c<strong>al</strong>idad de vicepresidente, <strong>al</strong> tener lugar<strong>el</strong> golpe de Estado contra la Constitución.Aqu<strong>el</strong>la guerra civil que iba a iniciarse sería fecunda en resultados.Tiene razón quien asegura que durante treinta años los gobiernos deMéxico no habían tenido idea de lo que era la autoridad. Lo que J uá·rez sacó triunfante después de la Guerra de Reforma «fue la conde·nación d<strong>el</strong> motín militar» y estableció «la diferencia fundament<strong>al</strong> en·tre la violencia, pasion<strong>al</strong> e infecunda, y la fuerza que es reflexiva ycreadora».La política de Comonfort intentando detener la guerra fratricidapor medio de la tolerancia, de la concordia y d<strong>el</strong> perdón había fracasado.No quedaba otra solución que una lucha sin cuart<strong>el</strong>. Liber<strong>al</strong>esy conservadores percibieron que se aproximaba no una bat<strong>al</strong>la vulgarXXXI


sino una brega de principios. Pro aris et loeis -por los <strong>al</strong>tares y loshogares- había dicho don José María Roa Bárcena, y con él todoslos representantes de la reacción. Mientras que <strong>el</strong> grupo de los inn::>vadorestenía como aspiración suprema constituir una sociedad civil.Singular situación la d<strong>el</strong> presidente <strong>Juárez</strong>. El ministro de Guerray de R<strong>el</strong>aciones de su gobierno lo era M<strong>el</strong>chor acampo, <strong>el</strong> hombrecivil que pugnaba por la destrucción d<strong>el</strong> antiguo ejército <strong>al</strong> que pretendíasustituir por la Guardia Nacion<strong>al</strong>. Los jefes militares d<strong>el</strong> liber<strong>al</strong>ismoestaban por formarse, adquirirían r<strong>el</strong>ieve <strong>al</strong> compás de la luchaarmada, a fuerza de derrotas. Migu<strong>el</strong> Blanco era un licenciado, Zara~goza, un civil y González Ortega, un poeta desbordante de lirismo.Ni J<strong>al</strong>isco, ni Michoacán, ni Guanajuato tenían recursos v<strong>al</strong>iosos.La esperanza de los reformistas estaba en los contingentes que podíafacilitar <strong>el</strong> Norte. Las tropas fronterizas <strong>al</strong> mando de Juan Zuazua, deAramberri, de Migu<strong>el</strong> Blanco y de Ignacio Zaragoza estaban listas parasu bautiw de fuego.La juventud iba a dar jefes importantes a la lucha. En la cuartadécada d<strong>el</strong> siglo XIX, Leandro V<strong>al</strong>le, Migu<strong>el</strong> Miramón y Luis G. Osollohabían iniciado estudios en <strong>el</strong> Colegio Militar. Allí, impulsados por unamor intenso a la gloria, se habían hecho hombres en <strong>el</strong> más noblesentido d<strong>el</strong> vocablo. Cuando llegó la hora de la prueba en <strong>el</strong> año 47,habían mostrado su temple militar y un <strong>al</strong>to sentido de responsabilidadluchando contra la invasión americana.Al triunfo de la Revolución de Ayuda se decidió la suerte de estosantiguos cadetes. Luis G. Osollo, muy poco devoto <strong>al</strong> clero, no podía,sin embargo, concebir que la clase militar, a la que él pertenecía, fuesereducida a la igu<strong>al</strong>dad de las otras en virtud de la Ley <strong>Juárez</strong>.Lerdo de Tejada y Comonfort que conocían la ideología d<strong>el</strong> jovenmilitar, habían tratado de atraerlo a las filas d<strong>el</strong> liber<strong>al</strong>ismo. Osol1odeclinó amablemente todas las ofertas. Inaccesible a las bajas pasiones,generoso, sereno y reflexivo, fue en <strong>el</strong> comienzo de la Guerra de TresAños <strong>el</strong> más brillante caudillo de los conservadores.La primera fase de la campaña militar comenzó con una est<strong>el</strong>a detriunfos favorables a los conservadores. El primer choque tuvo lugaren S<strong>al</strong>amanca donde Osollo venció las fuerzas d<strong>el</strong> ejército de la Co<strong>al</strong>ición<strong>al</strong> mando d<strong>el</strong> gener<strong>al</strong> Parrodi. En esta bat<strong>al</strong>la perdió la vida <strong>el</strong>coron<strong>el</strong> reformista C<strong>al</strong>derón. Osollo decretó para <strong>el</strong> soldado enemigolos honores militares correspondientes a su grado y ordenó tambiénexequias r<strong>el</strong>igiosas para <strong>el</strong> heroico soldado. Natur<strong>al</strong>mente todo esto conescánd<strong>al</strong>o de los cleric<strong>al</strong>es.<strong>Juárez</strong> emprendió <strong>el</strong> viaje a Manzanillo con <strong>el</strong> propósito de llegara Veracruz por mar siguiendo la vía de Panamá, pensó en ,Un jefe quepudiera reUE.ir las cu<strong>al</strong>idades de abnegación, heroísmo, desinterés paraXXXII


hacerse cargo d<strong>el</strong> mando supremo d<strong>el</strong> ejército liber<strong>al</strong>. Santos Degolladofue ese caudillo.Cautivó Degollado a los suyos con su grandeza, su pasión por l<strong>al</strong>ibertad, su sinceridad, la fe en sus principios, la confianza en <strong>el</strong> triunfofin<strong>al</strong> de su causa. Era un espíritu vibrante de emoción y de patriotismo.Amaba <strong>al</strong> soldado, conocía sus pobrezas y sus necesidades. Don Santosfue <strong>el</strong> primero en <strong>el</strong> momento d<strong>el</strong> p<strong>el</strong>igro y <strong>el</strong> último a la hora de lasretiradas. No tenía una oratoria de vu<strong>el</strong>os muy <strong>al</strong>tos y su estilo literariono se destacaba por su c<strong>al</strong>idad estética, pero sabía tocar la fibra queconmovía a sus subordinados. Los rancheros improvisados militares loadoraban.A don Santos Degollado correspondió ser <strong>el</strong> gener<strong>al</strong> en jefe, durante<strong>el</strong> periodo de las grandes derrotas d<strong>el</strong> liber<strong>al</strong>ismo. Pero él fue <strong>el</strong>que preparó, fogueó y veteranizó ese mismo ejército que un día obtuvola victoria fin<strong>al</strong>.Es necesario reconocer que los caudillos civiles y militares d<strong>el</strong> liber<strong>al</strong>ismo,en su afán de lograr <strong>el</strong> triunfo de sus ide<strong>al</strong>es, no fueroninsensibles <strong>al</strong> huracán de las más violentas pasiones. Una lucha sordahabía est<strong>al</strong>lado <strong>entre</strong> los ministros Migu<strong>el</strong> Lerdo de Tejada y M<strong>el</strong>chorOcampo. Entre <strong>Juárez</strong> y Lerdo no había tampoco una gran afinidadsicológica. En cambio, <strong>el</strong> presidente de la República y Ocampo estabanligados por los lazos humanos de la simpatía y de la comprensión.A Lerdo y a Ocampo los identificaba un propósito común: <strong>el</strong> deseode efectuar la Reforma. Diferían completamente en lo r<strong>el</strong>ativo a losprocedimientos de aplicación de los principios y sobre <strong>el</strong> momento enque se creía que debería proclamarse la legislación reformista. Si <strong>al</strong>guienfue jacobino <strong>entre</strong> los próceres reformistas residentes en Veracruz,ese hombre fue Migu<strong>el</strong> Lerdo de Tejada. Su inmenso odio a laIglesia contrastaba con la actitud ponderada de <strong>Juárez</strong> y Ocampo, quedemostraron, aun en los momentos más agudos de la guerra, sorprendentescu<strong>al</strong>idades como hombres de gobierno. Su aspiración supremano era aniquilar <strong>el</strong> clero, sino vencerlo como poder civil.J uárez fue un sicólogo de indiscutible penetración, que supo aquilatarlas luces y las sombras de sus ministros. Lerdo, que tenía de símismo un <strong>al</strong>to concepto, poseía grandes dotes como hombre de Estado.Era en suma un colaborador de gran importancia para <strong>Juárez</strong>. El presidentede la República no desconocía las eminentes virtudes de suémulo; no ignoraba tampoco sus defectos, pero ponderó todo esto,se sobrepuso <strong>al</strong>gunas veces y en otras cedió a ciertos puntos de vistade su ministro.«Si usted no decreta la Reforma -había dicho Lerdo a J uárezcon su habitu<strong>al</strong> suficiencia- la Reforma se decreta sola». Lo que deteníaa <strong>Juárez</strong> era la necesidad de unificar los procedimientos de aplicaciónde las leyes. Por otra parte, tanto <strong>el</strong> presidente de la RepúblicaXXXIII


como acampo deseaban retardar la publicación de la legislación reformista,para dictarla en <strong>el</strong> momento en que se lograra la victoriacontra los conservadores. acampo previó <strong>el</strong> p<strong>el</strong>igro de que <strong>al</strong> decretarsedisposiciones como la ley de nacion<strong>al</strong>ización de bienes eclesiás·ticos, sólo sirvieran «para enriquecer a una cuadrilla de bribones».Unos cuantos meses bastaron para justificar la opinión d<strong>el</strong> insignereformador.acampo anh<strong>el</strong>aba que la nacion<strong>al</strong>ización produjese en México resultadossemejantes a los que tuvieron lugar en Francia <strong>al</strong> triunfo d<strong>el</strong>a Revolución iniciada en 1789, esto es, la creación de una clase mediaposeedora de una riqueza agraria. La visión de acampo <strong>al</strong> respectotenía que ser más amplia que la de Lerdo de Tejada. Don M<strong>el</strong>chorhabía viajado en su juventud por Europa y conocía la vida rur<strong>al</strong> deIt<strong>al</strong>ia y Francia. Era además un campesino. Quiso durante toda suvida, como ya lo he dicho <strong>al</strong>guna vez, ser dueño de su existencia ysometerla a las normas de su propia voluntad. Este exc<strong>el</strong>so individu<strong>al</strong>ismolo deseaba para los demás, para todos los mexicanos.Lerdo en cambio era de un temperamento burocrático, un hombrede gabinete acostumbrado a manejar cifras y estadísticas; tenían queparecerle las ideas de acampo absurdas o irre<strong>al</strong>izables. Era ademásun ex<strong>al</strong>tado <strong>entre</strong> los ex<strong>al</strong>tados, de los que ya no querían esperar, d<strong>el</strong>os que deseaban la promulgación de la Reforma lo antes posible, ysobre todo de los que exigían la nacion<strong>al</strong>ización de los bienes eclesiásticos.Desde <strong>el</strong> punto de vista de lo más conveniente a la luz de larazón, <strong>Juárez</strong> y acampo tenían la solución correcta. Pero soci<strong>al</strong>mentehabía una fuerza muy poderosa. Santos Degollado la personificaba.No era lo mismo discutir en Veracruz, que enfrentarse día a día a loscañones de la reacción. Era indispensable que <strong>el</strong> gobierno aceptase lapromulgación de la Reforma y, con <strong>el</strong>la, la nacion<strong>al</strong>ización de los bienesd<strong>el</strong> clero, para que los constitucion<strong>al</strong>istas consiguieran recursos.En medio de la lucha los principios reformistas se iban convirtiendoen ley. El jefe d<strong>el</strong> ejército liber<strong>al</strong>, <strong>el</strong> infatigable don Santos Degollado,sintió la necesidad de que <strong>el</strong> gobierno procediese a leg<strong>al</strong>izar lo quemuchos gobernadores y jefes militares ya habían autorizado: la nacion<strong>al</strong>izaciónde los bienes eclesiásticos. No solamente esto. El matrimoniocivil, la separación de la Iglesia d<strong>el</strong> Estado, y otras muchas medidasimportantes que habían sido decretadas por las autoridades loc<strong>al</strong>es.Degollado había emprendido una marcha llena de p<strong>el</strong>igros para dirigirsea Veracruz, sede d<strong>el</strong> gobierno constitucion<strong>al</strong>ista, para pedirle a<strong>Juárez</strong> que su autoridad convirtiese en ley los principios más avanzadosd<strong>el</strong> grupo liber<strong>al</strong>. El presidente de la República pulsó la gravedadde la situación y cedió ante lo inminente, proclamando la legislaciónreformista.Entre <strong>el</strong> 12 de julio y <strong>el</strong> 6 de agosto se dieron varias disposicionesXXXIV


1 Manifestaci6n quehacen <strong>al</strong> venerableclero y fi<strong>el</strong>es de susrespectivas diócesis ya todo <strong>el</strong> mundo ca·tólico los ilustrísimosarzobispos de Méxicoy obispos de Michoacán,Linares, Guad<strong>al</strong>ajaray <strong>el</strong> Potosí. Endefensa d<strong>el</strong> clero y d<strong>el</strong>a doctrina católica,con motivo d<strong>el</strong> mani·fiesta y los decretosexpedidos por <strong>el</strong> Lic.D. Benito <strong>Juárez</strong> en laciudad de Veracruzen los días 7, 12, 13Y 23 de julio de 1859.Imprenta de Andradey Esc<strong>al</strong>ante. México,1859. Firmaban laM a n ¡testaci6n: Eldoctor don Lázaro d<strong>el</strong>a Garza y B<strong>al</strong>lesteros,arzobispo de México;licenciado don Clementede Jesús Munguía,obispo de Mi·choacán; doctor donFrancisco de P. Verea,obispo de Linares;doctor don PedroBarajas, obispo d<strong>el</strong>Potosí, y doctor donFrancisco Serrano, cornorepresentante d<strong>el</strong>a Mitra de Puebla.2 Ob. cit., pp. 5-6.leg<strong>al</strong>es para nacion<strong>al</strong>izar los bienes eclesiásticos, establecer <strong>el</strong> registrocivil y secularizar los cementerios. El 3 de agosto se dio orden paraque la legación de México en R0I1la desapareciese por haberse declaradola absoluta separación <strong>entre</strong> la Iglesia y <strong>el</strong> Estado.En virtud d<strong>el</strong> artículo tercero d<strong>el</strong> decreto de <strong>Juárez</strong> dado <strong>el</strong> 12de julio de 1859, se proclamaba la libertad de conciencia.El gobierno se limitará a proteger con su autoridad <strong>el</strong> culto público de lar<strong>el</strong>igión católica, así como <strong>el</strong> de cu<strong>al</strong>quiera otra.Mas para tratar <strong>el</strong> asunto con mayor precisión, <strong>el</strong> 4 de diciembrede 1860 se dio la ley sobre libertad de cultos, la cu<strong>al</strong> se hizo acompañarde una circular d<strong>el</strong> entonces ministro de Justicia e InstrucciónPública don Juan Antonio de la Fuente. Contra todas estas disposicionesla protesta de la Iglesia se hizo bien pronto manifiesta.Ya desde <strong>el</strong> 30 de agosto de 1859 estando reunidos en la capit<strong>al</strong>de la República los obispos de México y <strong>el</strong> representante de la Mitrade Puebla procedieron a redactar una Manifestación 1para protestarcontra las Leyes de Reforma publicadas por <strong>Juárez</strong> en Veracruz. Se declarabaque aqu<strong>el</strong>la reunión no había obedecido a un acuerdo previo,sino que accident<strong>al</strong>mente en ese momento los pr<strong>el</strong>ados estaban en laciudad de México.El Episcopado comenzó por hacer una breve r<strong>el</strong>ación de los conflictos<strong>entre</strong> la Iglesia y <strong>el</strong> Estado en las últimas cuatro décadas. Declarabanlos obispos que aquélla nunca había hecho oposición a éste «sinoen clase de defensa canónica y cuando ha sido provocada por leyes ymedidas que atacan a su institución, su doctrina y sus derechos; segundo,que siempre se ha defendido exclusivamente con sus armas,que son las espiritu<strong>al</strong>es; y por último, que aun esto lo ha hecho conprudencia y caridad heroica»2Recordaban los pr<strong>el</strong>ados con devoción <strong>el</strong> Plan de Igu<strong>al</strong>a por veren él un escudo de defensa de la r<strong>el</strong>igión. Mas desde <strong>el</strong> comienzo d<strong>el</strong>México independiente percibían la existencia de un plan de ataquecontra la Iglesia. En la crisis de los años 33-34, veían que regularesy seculares habían conjurado una tormenta. Mas aseguraban que losliber<strong>al</strong>es ante tamaño desastre de sus planes, se propusieron llegar <strong>al</strong>os mismos fines por una ruta diversa y con métodos diferentes. Rechazaban<strong>el</strong> cargo de que la Iglesia no había respondido en 1847 <strong>al</strong> imperativode sus deberes patrióticos.La verdad es que si la Iglesia se había reb<strong>el</strong>ado contra las disposicionesde la ley d<strong>el</strong> 11 de enero de 1847, después, <strong>al</strong> regresar SantaAuna a la ciudad de México, contribuyó a los gastos de la guerra.No dio todo lo que pudo, es cierto, pero no es justo acusar de f<strong>al</strong>ta depatriotismo únicamente a la Iglesia. Muchos hombres de la época, dexxxv


todas las tendencias políticas, no estuvieron a la <strong>al</strong>tura de su responsabilidadcívica.No se expresaban los obispos en ténninos severos con respecto <strong>al</strong>os gobiernos de los gener<strong>al</strong>es José Joaquín Herrera y Mariano Arista.Pero si hubieran tenido profundidad de sociólogos, habrían comprendidoque no habían sabido reformar la Iglesia bajo <strong>el</strong> gobierno de estasadministraciones moderadas. No le había bastado <strong>al</strong> clero mexicano laterrible lección d<strong>el</strong> año 33. Pudo haber contrarrestado la reforma heterodoxaprecipitando una reforma ortodoxa. Pero le f<strong>al</strong>taron caudillosa la <strong>al</strong>tura d<strong>el</strong> mo-"nento. Hubo hombres buenos pero carecían d<strong>el</strong>temperamento que deben poseer los grandes apóstoles. Juan CayetanoPortug<strong>al</strong> sin duda <strong>al</strong>guna fue una de las grandes glorias de la Iglesiade aqu<strong>el</strong> tiempo. Como él ha de haber habido <strong>al</strong>gunos grandes pr<strong>el</strong>adosdotados de muy nobles intenciones. Mas dos o tres golondrinasno hacen primavera.No conozco ningún historiador que <strong>al</strong> hacer referencia a la épocade los presidentes Arista y Herrera, diga que hubo entonces un impulsomor<strong>al</strong>izante, un propósito de refonna soci<strong>al</strong>, de esos que re<strong>al</strong>izadosforman los episodios más sublimes de la historia de la Iglesia.En vano he buscado en las páginas de autores como Mariano Cuevas,Francisco Regis Planchet, José Bravo Ugarte, Jesús García Gutiérrezla narración de una de esas campañas católicas en <strong>el</strong> periodo de 1848­1853, dignas de parangonarse a la noble activid~d de cristianos de lac<strong>al</strong>idad de Federico Ozanam, Juan Bautista Lacordaire y Carlos deMont<strong>al</strong>embert. 3No explica esta f<strong>al</strong>ta de verdadero fervor cristiano, esta incapacidadpara colocarse a la <strong>al</strong>tura de las necesidades de su siglo, <strong>el</strong> porquéde <strong>al</strong>gunos excesos de la Revolución de Reforma. ¿Hay que culpar d<strong>el</strong>as violencias y de los crímenes exclusivamente a los adeptos d<strong>el</strong> liber<strong>al</strong>ismo?La Revolución debía de producir forzosamente violencias departe de los dos bandos. Los pr<strong>el</strong>ados miraban los sucesos desde <strong>el</strong> puntode vista unilater<strong>al</strong>.En 1853 Lucas Alamán previó la tormenta que se desencadenaríacontra la Iglesia católica. Vio en Ocampo <strong>el</strong> adversario más temiblede los ultramontanos. No se equivocó. Los acontecimientos confirmaronsus más serios temores. Pero si fue hábil para percibir <strong>el</strong> p<strong>el</strong>igro,le f<strong>al</strong>tó penetración para encontrar los medios de evitar <strong>el</strong> golpe. Noquiso o no supo ver que había un fondo de nobleza en las tendenciasrefonnistas de Ocampo, independientemente de sus ideas heterodoxas.y los pr<strong>el</strong>ados de la Iglesia católica, menos hábiles que Alamán, noh<strong>al</strong>laron la solución d<strong>el</strong> difícil problema que se planteaba. Cuando latormenta se desencadenó mostraron todavía mayor incomprensión. Nopudieron percibir que si <strong>entre</strong> la Revolución d<strong>el</strong> 33 y <strong>el</strong> movimientoacaudillado por <strong>Juárez</strong>, habían muchos rasgos de similitud, también3 Este grupo de católicosfueron en Francia<strong>el</strong> <strong>al</strong>ma de unareforma ortodoxa yacaudillaron una campañasoci<strong>al</strong>ista que dejóhu<strong>el</strong>las profundasen <strong>el</strong> campo de la acción.XXXVI


, Joaquín. RamírezCabañas, Las <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong><strong>entre</strong> México y<strong>el</strong> Vaticano. México,Imprenta de la Secretaríade R<strong>el</strong>acionesExteriores, 1928, p.80.5 Ezequi<strong>el</strong> Montesdistaba mucho demantener la moderacióny la sumisión deun católico, ante <strong>el</strong>Vaticano, t<strong>al</strong> actitudtenía que conducir aun distanciamiento.existían grandes discrepancias. En los dos casos se trataba de llevar acabo un ataque contra <strong>el</strong> dogma, la disciplina y la organización de laIglesia. ¿Pero cuántas veces la Iglesia ante situaciones semejantes hasido previsora y comprensiva? Es necesario reconocer estas verdades,cu<strong>al</strong>quiera que sea <strong>el</strong> credo r<strong>el</strong>igioso o político que se profese. En <strong>el</strong>siglo XIX la Iglesia católica, ante los golpes que recibió de sus adversarios,supo no pocas veces mantener una actitud de tolerancia y decomprensión. Es claro que la Iglesia no podía negar la inf<strong>al</strong>ibilidad de sudogma, porque si t<strong>al</strong> cosa hubiera hecho, habría sido tanto como aniquilarsea sí misma. No podía dejar de afirmar que por encima de todoslos poderes tempor<strong>al</strong>es estaba su autoridad. ¿Pero cuántas veces terminópor aceptar determinadas situaciones, considerándolas como unm<strong>al</strong> menor, para evitar otros mayores? Muchas cosas más radic<strong>al</strong>esque las que se habían hecho bajo los gobiernos de Comonfort y <strong>Juárez</strong>,habían sido toleradas y aun autorizadas por la Santa Sede a otrospaíses d<strong>el</strong> mundo. ¿ Por qué en <strong>el</strong> caso de México no se tuvo una actitudde comprensión semejante?En los tiempos de Comonfort, éste había enviado a don Ezequi<strong>el</strong>Montes para que <strong>entre</strong>vistándose con <strong>el</strong> Papa le explicase la situaciónde México. Pío IX no lo recibió, pero sí lo hizo <strong>el</strong> carden<strong>al</strong> Anton<strong>el</strong>li,secretario de Estado de la Santa Sede, quien declaró que la CuriaRomana «se manifestaba dispuesta a pasar por las Leyes de Reformaque hasta entonces se habían promulgado, ofrecía mandar retirar todaslas órdenes y circulares que los obispos habían expedido fulminandoexcomuniones y <strong>entre</strong>dichos contra los que se habían adjudicado fincas,o habían jurado la Constitución y no pulsaba dificultad <strong>al</strong>guna en laextinción de las comunidades regulares, de cuya antigua y constanter<strong>el</strong>ajación estaba muy instruida; pero en cambio exigía como condiciónnecesaria que se devolviera <strong>al</strong> clero <strong>el</strong> voto pasivo; que se le devolviera<strong>el</strong> derecho de adquirir bienes raíces en lo sucesivo, y que <strong>el</strong>concordato, una vez ajustado, fuera ratificado por sólo <strong>el</strong> presidentede la República». ~El enviado de Comonfort rechazó las pretensiones d<strong>el</strong> carden<strong>al</strong>Anton<strong>el</strong>li declarando, «que siendo contrarias a las leyes de la República,a sus particulares instrucciones y aun a los mismos cánones de laIglesia, no las podía aceptar desde luego como fundamento de arreglo<strong>al</strong>guno, añadiendo que en <strong>el</strong> caso daría conocimiento de todo <strong>al</strong> gobiernode la República, y esperaría <strong>el</strong> resultado».5Mas si había habido de parte d<strong>el</strong> Papa <strong>el</strong> propósito de tener unentendimiento con <strong>el</strong> gobierno mexicano, <strong>el</strong> representante de Comonfortno se mostró muy flexible. Tampoco los pr<strong>el</strong>ados mexicanos estabaninclinados hacia la comprensión y hacia la paz; y ya en la épocade <strong>Juárez</strong> los odios se habían intensificado aún más. El presidente de hXXXVII


República no se manifestaba dispuesto a transigir con los obispos, niéstos querían ceder ante los propósitos d<strong>el</strong> Estado. Ser más intransigentes,más intolerantes que <strong>el</strong> mismo Papa, ésta fue la regla de conductaque se propusieron seguir los obispos.¿Hasta qué grado hubo persecuclOn r<strong>el</strong>igiosa <strong>entre</strong> los años d<strong>el</strong>858-1860? ¿Es <strong>el</strong> término persecución r<strong>el</strong>igiosa <strong>el</strong> más adecuado?Se trata en todo caso de disposiciones que vulneraban los derechos y laslibertades de la Iglesia. Señ<strong>al</strong>ar desapasionadamente en qué medid<strong>al</strong>as disposiciones y los actos d<strong>el</strong> Estado atacaron <strong>el</strong> dogma, la disciplinay la mor<strong>al</strong> católica, constituye un estudio que está aún por hacerse.Los obispos mexicanos de 1859 hablaban de los excesos de la Revoluciónde Reforma mexicana comparándolos a los excesos de laRevolución francesa. No podía hacerse este par<strong>al</strong><strong>el</strong>o. En México huboexpatriación y muerte de sacerdotes, pero en número muy limitado.Se ridiculizó a los ministros d<strong>el</strong> <strong>al</strong>tar, pero nunca se llegó a los grandesexcesos de la Francia de 1789-1793. Los obispos cometieron un errorde perspectiva <strong>al</strong> examinar los crímenes de los liber<strong>al</strong>es. Era sin duda<strong>al</strong>guna una manera unilater<strong>al</strong> de an<strong>al</strong>izar las cosas. No se f<strong>al</strong>ta a laverdad si se declara que riv<strong>al</strong>izaban en cru<strong>el</strong>dad liber<strong>al</strong>es y conservadores.Los obispos afirmaban que la Iglesia era una sociedad perfecta loque, de acuerdo con sus dogmas, era irrefutable.La Santa Iglesia católica, apostólica, romana, es una sociedad perfecta, unasociedad constituida, una sociedad visible, y por tanto, reúne, por la dispensaciónde su Divino Fundador, cuantos <strong>el</strong>ementos son esenci<strong>al</strong>es a una sociedadde legítima filiación para sus miembros, todos los vínculos soci<strong>al</strong>es qu<strong>el</strong>igan a éstos <strong>entre</strong> sí, todos los <strong>el</strong>ementos de orden, conservación y estabilidad,todos los medios eficaces para llegar <strong>al</strong> supremo fin de su institución. Obrapredilecta d<strong>el</strong> mismo Dios, es lo más sabio, lo más fuerte, lo más fecundo,lo más augusto, lo más univers<strong>al</strong>, lo más constante, lo más acabado y perfectoque puede presentar la historia de las sociedades desde <strong>el</strong> principio hasta <strong>el</strong>fin d<strong>el</strong> mundo. Es por lo mismo esta Iglesia, soberana e independiente: pen!¡arlo contrario es renunciar a la fe, decir lo contrario es f<strong>al</strong>sear la doctrina, obraren sentido contrario es levantarse reb<strong>el</strong>de contra <strong>el</strong> mismo Dios.oMas si la Iglesia como cuerpo místico, como representante de Jesucristosobre la tierra era inf<strong>al</strong>ible y perfecta, ni dogmáticamente podríadecirse que sus pr<strong>el</strong>ados también lo fueran. Los obispos mexicanos noeran muy severos en su autocrítica.6M4ni/".t a e i 6 n • Ob.cit., pp. 21·22.¿Cómo, pues, cuando se ha visto a los pr<strong>el</strong>ados tan sobrios, y prudentes,en vez de reconocer aquí la benignidad pastor<strong>al</strong>, y la caridad heroica de laXXXVIII


1 Ibid., p. 18.Santa Iglesia para con sus más cru<strong>el</strong>es perseguidores, y la extrema solicitudnuestra para evitar en lo posible las grandes conmociones que de otra suertehabrían sucedido, se nos ha hecho figurar como reb<strong>el</strong>des a los gobiernos,conspiradores contra <strong>el</strong> orden, instigadores y apoyos de los que se lanzan <strong>al</strong>as revoluciones políticas?1Declaraban los miembros d<strong>el</strong> <strong>al</strong>to clero que no abusaban de lasmedidas de disciplina canónica y, sin embargo, habían excomulgado,l)in distinciones, a todos los empleados d<strong>el</strong> gobierno que habían juradola Constitución de 1857, sin tomar en cuenta la situación económicay <strong>el</strong> grado de cultura de los mismos.Sin exagerar los términos, hay que reconocer que se trataba fundament<strong>al</strong>mentede una lucha sorda e implacable, <strong>entre</strong> <strong>el</strong> clero quedefendía su predominio en <strong>el</strong> orden r<strong>el</strong>igioso, político y mor<strong>al</strong>, y <strong>el</strong>gobierno liber<strong>al</strong> que aspiraba a poner las bases de una sociedad civil.El Episcopado mexicano declaraba que era injusta la censura que<strong>Juárez</strong> hacía a los pr<strong>el</strong>ados de conspirar contra <strong>el</strong> gobierno. Mas encartas pastor<strong>al</strong>es d<strong>el</strong> arzobispo don Lázaro de la Garza y en la M anifestaciónde los obispos, como en otros muchos documentos se desconocíaa <strong>Juárez</strong> como presidente de la República. ¿No constituía estouna reb<strong>el</strong>ión? ¿No era incitar a la guerra c<strong>el</strong>ebrar con Te Deums lasvictorias de los conservadores? ¿No mantenían los miembros d<strong>el</strong> clero<strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> amistosas hasta con hombres de la c<strong>al</strong>idad mor<strong>al</strong> de LeonardoMárquez?Justo Sierra se ha preguntado cuál debió ser <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> de la Iglesia,si hubiera querido que se le considerase neutr<strong>al</strong> en la contienda.8 ]uárez, SU obra ysu tiempo, p. 171.¿Cuál era la conducta racion<strong>al</strong> d<strong>el</strong> clero, en estas circunstancias, refiriéndonos,no a su conducta mor<strong>al</strong>, que debió se'r eminentemente pacificadora ycristiana, sino a su conducta cívica? Una sola, la neutr<strong>al</strong>idad. No dar ni unpeso ni cantar un Te Deum; ceder sólo a la fuerza y emplear <strong>el</strong> Non Possumusde que hacía g<strong>al</strong>a <strong>el</strong> arzobispo, en resistir estoicamente a las exigencias de unosy otros; hasta morir, como los mártires. Pero no, <strong>el</strong> razonamiento d<strong>el</strong> clero, <strong>el</strong>positivo, <strong>el</strong> que no decía, era este otro: <strong>el</strong> gobierno reaccionario sostiene,defiende, acaricia a la Iglesia; <strong>el</strong> partido reaccionario va en procesión <strong>al</strong>Corpus y besa la mano de los ministros d<strong>el</strong> Altísimo; luego ése es <strong>el</strong> gobiernolegítimo. Pero, entonces, <strong>el</strong> gobierno de Veracruz hacía bien en considerarlopronunciado en Tacubaya y echarle encima a los adjudicatarios, como echabaa las bandas de Rojas y Carbaj<strong>al</strong> sobre las tropas de los secuaces de Wramón. 8Mas no desconoció don Justo que los obispos mexicanos tuvieran<strong>al</strong>tas cu<strong>al</strong>idades mor<strong>al</strong>es. Lo que les negó fue perspicacia política:El clero, <strong>el</strong> <strong>al</strong>to, sobre todo, había acogido <strong>el</strong> manifiesto de <strong>Juárez</strong> y la leyde nacion<strong>al</strong>ización y las otras de la misma cepa con una protesta que fue laXXXIX


más completa justificación de la ley. Nada más venerable que aqu<strong>el</strong>los varones;un Garza, un Espinosa, un Barajas, un Munguía eran dechado de virtudescristianas: bondad, caridad, piedad, eran vocablos que resumían <strong>el</strong> significadode su vida mor<strong>al</strong>. Menos buenos y más previsores, más capaces de acertarcon las condiciones inmodificables que las necesidades de la evolución humanahan in1puesto a la Iglesia, y habrían hEcho' a ésta menos m<strong>al</strong> y habríanexpuesto a su patria a menos temerosos siniestros. 99 Ob. cit" p. 170.<strong>Juárez</strong> no quería ni patronato ni concordato, sino la separaclOn<strong>entre</strong> <strong>el</strong> poder civil y <strong>el</strong> eclesiástico. Los obispos se negaban a reconocercomo legítima la separación de la Iglesia y <strong>el</strong> Estado.Siendo, pue's, dependiente de Dios así la Iglesia como <strong>el</strong> Estado, claro es,que ambas instituciones poseen la independencia y scberanía para gobernarseconforme a la Ley Divina, tienen deberes mutuos que' llenar, y por lomismo, ni <strong>el</strong> ser la Iglesia independiente y soberana la exonera d<strong>el</strong> cargode prestar aqu<strong>el</strong>la cooperación que conduce a la conservación d<strong>el</strong> ordenpúblico y cumplimiento de las leyes, ni <strong>el</strong> ser <strong>el</strong> Estado independiente de laIglesia r<strong>el</strong>aja las obligaciones d<strong>el</strong> gobierno tempor<strong>al</strong>, consiguientes a los derechosde la verdad, de la r<strong>el</strong>igión católica y de la Iglesia. Proclamar puesla independencia recíproca <strong>entre</strong> la Iglesia y <strong>el</strong> Estado para emancipar a éstede la r<strong>el</strong>igión, dar puerta franca indistintamente a todos los cultos hacia unpueblo exclusivamente católico y creerse libn~ de toda obligación en <strong>el</strong> ordenr<strong>el</strong>igioso, es, no proceder con los derechos de un Estado independiente ysoberano, sino abolir <strong>el</strong> principio r<strong>el</strong>igioso, y substituir <strong>el</strong> ateísmo en la constituciónde la sociedad civil y en su marcha administrativa: es declararsecontra Dios y decirle con descaro inaudito: «Nada tienes que ver con lasociedad, nada con su marcha política, nada con Su legislación, ni <strong>el</strong> gobiernotiene que' ver nada contigo».10[Señor] la pretendida independencia <strong>entre</strong> la Iglesia y <strong>el</strong> Estado y la pomposapromesa de protección a todos los cultos son cosas para los cuitas f<strong>al</strong>sos." Todo para <strong>el</strong> error, nada para la verdad; todo para la herejía, nadapara <strong>el</strong> dogma; todo para la iniquidad, nada para la justicia; todo para lasIlectas de Satanás, nada para la Iglesia de jesucristo.J.'110 M a n i f e s ­taci6n. Ob. cit., pp.22-23.11 Ob. cit., p. 31.Los obispos no autorizaban <strong>el</strong> matrimonio civil por considerarlosinónimo de concubinato. Por otra parte, no podía <strong>el</strong> Estado limitarlos derechos económicos de la Iglesia, pero en cambio debía ser un instrumentodócil de la misma, cuando fuese necesario exigirlos a losfi<strong>el</strong>es.XLCuando <strong>el</strong> señor <strong>Juárez</strong> dice: que como la resolución mostrada sobreesto por <strong>el</strong> Metropolitano, prueba que <strong>el</strong> clero puede mantenerse en México,como en otros países, sin que la ley civil arregle sus cobros y convenios conlos fi<strong>el</strong>es, olvida que aqu<strong>el</strong>la disposición diocesana tuvo por objeto, no <strong>el</strong> daruna prueba práctica de lo que' dice <strong>el</strong> señor <strong>Juárez</strong>, pues nunca ha preten-


12 Ibid., pp. 33.34.dido la Iglesia que la ley civil arregle sus cobros y convenios con los fi<strong>el</strong>es,sino s<strong>al</strong>var la dignidad de la Iglesia y <strong>el</strong> decoro de sus ministros de las vejacionestiránicas a que les condenaba la ley de obvenciones, manifestandoser preferible a todas luces perecer de hambre, si esto fuese necesario, queconsentir en este vilipendio ignominiosísimo d<strong>el</strong> ministerio católico. Mas aquíconfunde <strong>el</strong> señor <strong>Juárez</strong> dos ideas que no deben confundirse nunca; <strong>el</strong> pretendidoderecho de intervención d<strong>el</strong> gobierno tempor<strong>al</strong> en lo que es propiode la Iglesia, intervención que <strong>el</strong>la jamás ha querido consentir, ya que siemprese ha resistido, con <strong>el</strong> deber que todo gobierno católico tiene de impartira la Santa Iglesia la protección debida para que sus derechos sean cumplidosy no defraudados, cosas diametr<strong>al</strong>mente opuestas. Por lo cu<strong>al</strong> declaramos:primero, que ningún derecho tienen los gobiernos tempor<strong>al</strong>es para intervenira la Santa Iglesia en los objetos de su autoridad y jurisdicción; segundo,que aunque la independencia respectiva d<strong>el</strong> Estado es un derecho, no se siguede aquí que <strong>el</strong> gobierno tempor<strong>al</strong>, fundado en t<strong>al</strong> independencia, esté libred<strong>el</strong> deber que tiene de auxiliar y proteger a la Iglesia de Dios, como lo hanhecho tantos príncipes cuya fid<strong>el</strong>idad a la Ley divina no ha quitado nadani a su independencia ni a su grandeza; tercero, que siendo otra protecciónun deber, ni está <strong>al</strong> arbitrio de los gobiernos <strong>el</strong> dispensarla o no, ni es unagracia suya, sino una obligación cumplida, cuando disponen y ejecutan afin de proteger los derechos de la Iglesia. 12Era la vieja pugna que no había tenido solución, los pr<strong>el</strong>ados seindignaban porque un civil pretendiera resolver <strong>el</strong> problema de las obvenciones,pero les parecía en cambio propio de su dignidad que porconducto d<strong>el</strong> Estado se exigiese a sus f<strong>el</strong>igreses cuando éstos se negabana pagar. Desde los tiempos en que MeIchor Ocampo planteara la necesidadde modificar <strong>el</strong> aranc<strong>el</strong> de Michoacán en sentido favorable <strong>al</strong>as clases pobres, nada se había hecho <strong>al</strong> respecto. En un país como r.lMéxico de entonces en que había considerable número de familias deposición económica muy humilde, se imponía la necesidad de que laIglesia modificase sus aranc<strong>el</strong>es en favor de <strong>el</strong>las. No supo hacerlo.Lo que en un principio se trató de lograr por medios pacíficos, ahoraera exigido con los más violentos medios.El Episcopado protestaba también contra la ley de nacion<strong>al</strong>izaciónde bienes eclesiásticos.Declaramos: primero, que es una f<strong>al</strong>sa y atroz c<strong>al</strong>umnia decir que <strong>el</strong>clero es enemigo de la República, que le esté haciendo la guerra y empleandocomo armas para sostener esta lucha los bienes eclesiásticos; segundo, queaun cuando <strong>el</strong> clero no fuese inocente, aun cuando <strong>al</strong>gunos o muchos de susmiembros hubiesen cometido los d<strong>el</strong>itos que se les atribuyen, esto no justificaría<strong>el</strong> despojo que le hace a la Iglesia ese' decreto d<strong>el</strong> 13 de: julio, queimporta un saqueo univers<strong>al</strong> de la propiedad más sagrada; un golpe a lar<strong>el</strong>igión católica, apostólica, romana y <strong>al</strong> pueblo que la profesa, con. <strong>el</strong> establecimientode la libertad de cultos; un atentado contra la autoridad de laXLI


Iglesia, su jurisdicción y SWl instituciones más respetables; una coacción queimpone a las conciencias r<strong>el</strong>igiosas de ambos sexos. u13 Ibid., pp. 35.35.J uárez había dado a entender que la única manera de dar fin <strong>al</strong>a contienda, no podía ser otra, que logrando la separación <strong>entre</strong> <strong>el</strong>Estado y la Iglesia, sometiendo a ésta en lo tempor<strong>al</strong> <strong>al</strong> poder civil.La Iglesia protestaba contra todas las disposiciones de <strong>Juárez</strong> conocidascon <strong>el</strong> nombre de Leyes de Reforma. No había por tanto otrasolución que la guerra, dado <strong>el</strong> grado de ex<strong>al</strong>tación que dominaba <strong>al</strong>os bandos liber<strong>al</strong> y conservador. Tenían la solución los cañones de laguerra civil.Promulgadas las Leyes de Reforma, <strong>el</strong> fi<strong>el</strong> de la b<strong>al</strong>anza comenzóa inclinarse de modo favorable <strong>al</strong> gobierno reformista.El ejército constitucion<strong>al</strong>ista preparado, fogueado, veteranizadopor don Santos, dirigido por jefes como Ignacio Zaragoza, José LópezDraga, González Ortega y Pedro Ogazón había obtenido las importantesvictorias de Peñu<strong>el</strong>as, Loma Alta y Silao. Con la toma de Guad<strong>al</strong>ajaray la bat<strong>al</strong>la de C<strong>al</strong>pul<strong>al</strong>pan terminaría aqu<strong>el</strong>la campañatriunf<strong>al</strong>.El 23 de diciembre, un día después de la acción d<strong>el</strong> C<strong>al</strong>pul<strong>al</strong>pan,<strong>entre</strong>vistaron a González Ortega dos ministros extranjeros, un ofici<strong>al</strong>reaccionario y otro liber<strong>al</strong>, con <strong>el</strong> objeto de pedir para los vencidos <strong>el</strong>perdón y la amnistía. <strong>Juárez</strong> había prohibido terminantemente que losmilitares o cu<strong>al</strong>quier funcionario público, por m'ás <strong>al</strong>ta que fuese sujerarquía, entablase negociaciones con <strong>el</strong> adversario a esp<strong>al</strong>das d<strong>el</strong> gobiernoconstitucion<strong>al</strong>ista. González Ortega, siempre generoso pero irreflexivo,entró en plática con <strong>el</strong> enemigo. Ignacio Zaragoza, José JustoAlvarez, Leandro V<strong>al</strong>le, en actitud respetuosa pero enérgica, se presentarona González Ortega para convencerlo de que nada debía hacercontra las disposiciones dadas por J uárez. Pacheco, <strong>el</strong> ministro de España,consideraba que la actitud de los gener<strong>al</strong>es de inferior jerarquíaante González Ortega era un acto de indisciplina. Mas aqu<strong>el</strong>los hombresrepresentaban <strong>el</strong> tipo de un soldado nuevo en México: la probidadmilitar respetuosa de la autoridad civil.<strong>Juárez</strong> entró a la capit<strong>al</strong> de la República en enero de 1861. Un<strong>al</strong>abor más complicada que la dirección de la guerra debería resolver<strong>el</strong> presidente de la República. Precisaba organizar la victoria. La reacciónhabía muerto para siempre. Lo que sobrevivió de <strong>el</strong>la «fue unespectro y lo que murió en Querétaro en 1867 fue <strong>el</strong> ensayo de unirla Reforma con <strong>el</strong> Imperio».XLII


EL DESPUNTAR DEL A~O 61<strong>Juárez</strong> lleg6, y agradable o desagradable,poética o prosaicamente, aqu<strong>el</strong> indiode p6rfido y bronce traía la re<strong>al</strong>idad en susmanos; con él era preciso pasar de la ilusi6na la verdad.JUSTO SIERRAEl primero de enero de 1861, <strong>el</strong> gener<strong>al</strong> Jesús González Ortega <strong>al</strong>a cabeza d<strong>el</strong> ejército liber<strong>al</strong> hacía su entrada solemne en la ciudadde México. Sobre los campos de C<strong>al</strong>pul<strong>al</strong>pan la reacción había sidovencida como poder político. Diez días después de la entrada triunf<strong>al</strong>de González Ortega, <strong>el</strong> presidente <strong>Juárez</strong> llegaba a la capit<strong>al</strong> de laRepública para iniciar una labor gubernament<strong>al</strong> fecunda en vicisitudes.Por anticipado se puede decir y sin temor a equivocarse, que:; en <strong>el</strong>siglo XIX ningún hombre de Estado mexicano, se había visto frente aproblemas tan múltiples y tan graves como aqu<strong>el</strong>los a los que <strong>Juárez</strong>hizo frente en 1861.En la historia de los hombres y de las naciones hay años que puedenconsiderarse cruci<strong>al</strong>es. El de 61 lo fue para <strong>Juárez</strong> y para México.De aqu<strong>el</strong>la época confusa y anárquica, sacaría <strong>el</strong> presidente una expe~riencia fundament<strong>al</strong>. De ahí s<strong>al</strong>ió definitivamente formado como hombrede gobierno. Los acontecimientos políticos y soci<strong>al</strong>es que tuvieronlugar en ese año son tantos y tan complejos, que es difícil agruparlosen una visión de síntesis. Hay que hacer un gran esfuerzo de ponderacióncrítica, para no perderse en la s<strong>el</strong>va d<strong>el</strong> det<strong>al</strong>le, si se quiere comprenderlo esenci<strong>al</strong> de aqu<strong>el</strong>la época trágica.Si es verdad que <strong>el</strong> liber<strong>al</strong>ismo había logrado un triunfo militar,era difícil para sus hombres de gobierno reorganizar la victoria, todohabía sido desquiciado durante <strong>el</strong> periodo de la guerra civil.El ejército conservador había sido derrotado en C<strong>al</strong>pul<strong>al</strong>pan, perosobrevivían bandas dispersas d<strong>el</strong> mismo, muy audaces y muy resu<strong>el</strong>tas,bajo <strong>el</strong> mando de jefes como Leonardo Márquez, Félix Zuloaga y LindaraCajiga.XLIII


Los caminos estaban infestados de guerrilleros y bandidos, <strong>el</strong> comercioera víctima d<strong>el</strong> fisco feder<strong>al</strong> y d<strong>el</strong> loc<strong>al</strong>, la minería y la agricultura;;.se encontraban en un estado de gran abandono. Unos veinticincomil soldados y dos mil empleados demandaban un su<strong>el</strong>do.Existían gener<strong>al</strong>es, gobernadores, caciques que no habían gobernadocon otra ley que la de su voluntad. Era indispensable hacer entraresa masa enorme de políticos dentro d<strong>el</strong> orden constitucion<strong>al</strong>.Los gener<strong>al</strong>es vencedores no podían retirarse a la vida privada. Algunosde <strong>el</strong>los, impulsados por los demagogos o por cuenta propia, eranuna amenaza para <strong>el</strong> gobierno de <strong>Juárez</strong>. El presidente de México pronunci6entonces una de esas frases que sintetizan <strong>el</strong> estado soci<strong>al</strong> deuna época. En conversaci6n íntima con <strong>el</strong> gener<strong>al</strong> Ignacio Mejía leconfes6: «El gobierno está en una situaci6n desesperante, tiene en lasmanos todas las facultades y no logra hacerse obedecer».Sin embargo, no todo era desgobierno y f<strong>al</strong>ta de colaboración.Ignacio Zaragoza, Leandro V<strong>al</strong>le, Santos Degollado eran, como <strong>el</strong> gener<strong>al</strong>Ignacio Mejía, ejemplo de pundonor militar. Su patriotismo lesseñ<strong>al</strong>aba una línea inflexible de conducta: ser <strong>el</strong> brazo armado <strong>al</strong> serviciode la autoridad civil.Una creencia muy divulgada sostenía que México era uno de lospaíses más ricos d<strong>el</strong> mundo. Era frecuente oír decir que sus cIases gobernantesno hacían nada para regenerar <strong>al</strong> pueblo, y que s6lo una in·tervención extranjera podía hacer <strong>el</strong> milagro de conducirlo a la cumbred<strong>el</strong> bienestar y de la prosperidad.La verdad era que si México poseía <strong>al</strong>gunas riquezas potenci<strong>al</strong>es,f<strong>al</strong>taba impulsar un desarrollo económico, tenía además inmensas zonasinhospit<strong>al</strong>arias o muy pobres. Las injusticias soci<strong>al</strong>es eran muy marcadas.México a pesar de cierta riqueza met<strong>al</strong>úrgica era aún un paísesenci<strong>al</strong>mente rur<strong>al</strong>. Los beneficios de la Revolución industri<strong>al</strong> apenassi los había disfrutado. Pero con la fama de sus riquezas tentaría lacodicia de los Estados Unidos y de <strong>al</strong>gunos pueblos europeos. Víctimade un sofisma de observaci6n, lo iba a ser también d<strong>el</strong> juego de lasgrandes potencias económicas d<strong>el</strong> mundo.Después de cuatro décadas de vida política independiente, <strong>el</strong> paísno tenía una economía mexicana. «Cuando Inglaterra y Francia, acu·sando <strong>al</strong> gobierno de la nación de incumplimiento por <strong>el</strong> pago de lasdeudas a sus súbditos residentes en su<strong>el</strong>o mexicano, proyectaron, a manerade repres<strong>al</strong>ia, bomb.ardear los puertos de Veracruz y Tampico;desistieron, porque la destrucci6n de ambas poblaciones no dañabatanto a los mexicanos, cuanto a españoles y otros intereses extranjeros».En un afán de desprecio a lo español, se había perdido hasta <strong>el</strong>recuerdo d<strong>el</strong> <strong>sistema</strong> impositivo de la Colonia. Bajo <strong>el</strong> dominio peninsu·lar se recaudaban veinte millones de pesos. Efectuada la independenciase suprimieron muchos impuestos con <strong>el</strong> resultado de que los ingresosXLIV


fisc<strong>al</strong>es se habían reducido a la mitad. i Para <strong>al</strong>go debía servir la emanocipación política de México! A parti:- de entonces, <strong>el</strong> país para cubrirsus gastos recurrió <strong>al</strong> agio ya los empréstitos y así hasta los tiempos muyavanzados d<strong>el</strong> porfirismo.Mucho se habló de la riqueza fabulosa de la Iglesia, capaz decontribuir a resolver los problemas económicos de México. Bien prontose p<strong>al</strong>pó la re<strong>al</strong>idad. Se había exagerado <strong>el</strong> v<strong>al</strong>or de los mismos, y <strong>el</strong>gobierno que los nacion<strong>al</strong>izó se mostraba más pobre que las administracionesque lo habían precedido. Parte considerable de estos bienes sehabían m<strong>al</strong>baratado. Liber<strong>al</strong>es y conservadores habían dispuesto de propiedadeseclesiásticas.Por otra parte la Constitución de 57 no había favorecido la condi·ción de las clases pobres. No f<strong>al</strong>taron doctrinarios que denunciaron en<strong>el</strong> Constituyente Las profundas injusticias soci<strong>al</strong>es de México. No formabanlegión, fueron una minoría que desgraciadamente no pudo s<strong>al</strong>irtriunfante en sus propósitos. Ignacio Ramírez, cuando se trató d<strong>el</strong> temar<strong>el</strong>ativo <strong>al</strong> trabajo, hizo un luminoso estudio sobre <strong>el</strong> campesino y <strong>el</strong>obrero.1 Ver en la Crónicad<strong>el</strong> Constituyentede Francisco Zarcola discusión de IgnacioRamírez y suscompañeros de diputación,respecto de lacuestión de la libertadde trabajo. Ob. cit.,p. 275 Y sigtes.Pues bien, <strong>el</strong> jorn<strong>al</strong>ero es esclavo; primitivamente lo fUe d<strong>el</strong> hombre...En diversas épocas <strong>el</strong> hombre productor, emancipándose d<strong>el</strong> hombre rentista,siguió sometido a la servidumbre de la tierra; <strong>el</strong> feud<strong>al</strong>ismo de la Edad Mediay <strong>el</strong> de Rusia y <strong>el</strong> de la tieIJa c<strong>al</strong>iente, son bastante conocido¡¡ para que seanecesario pintar sus horrores... El grande, <strong>el</strong> verdadero problema soci<strong>al</strong>, esemancipar a los jorn<strong>al</strong>eros de los capit<strong>al</strong>istas: la resolución es muy sencilla,y se reduce a convertir en capit<strong>al</strong> <strong>el</strong> trabajo. Esta operación, exigida impe'riosamentepor la justicia, asegurará <strong>al</strong> jorn<strong>al</strong>ero no solamente <strong>el</strong> s<strong>al</strong>ario queconviene a su subsistencia, sino un derecho a dividir proporcion<strong>al</strong>mente lasganancias con todo empresario... i Sabios economistas de la Comisión!, envano proclamaréis la soberanía d<strong>el</strong> pueblo mientras privéis a cada jorn<strong>al</strong>erode todo <strong>el</strong> fruto de su trabajo, y lo obliguéis a comerse su capit<strong>al</strong>, y le pongáisen cambio una ridícula corona sobre la frente. Mientras <strong>el</strong> trabajadorconsuma sus fondos bajo la forma de s<strong>al</strong>ario, y ceda sus rentas con todas lasutilidades de la empresa <strong>al</strong> socio capit<strong>al</strong>ista, la caja de ahorros es una ilusión,<strong>el</strong> banco d<strong>el</strong> pueblo es una metáfora, <strong>el</strong> inmediato productor de todas lasriquezas no disfrutará de ningún crédito mercantil en <strong>el</strong> mercado, no podráejercer los derechos de ciudadano, no podrá instruirse, no podrá educar asu familia, perecerá de miseria en su vejez y en sus enferrnedades. 1Ponciano Arriaga no era menos agudo en sus observaciones.Mientras que pocos individuos están en posesión de inmensos e incultosterrenos, que podrían dar subsistencia para muchos millones de hombres,un pueblo numeroso, crecida mayoría de ciudadanos, gime en la más horrendapobreza, sin propiedad, sin: hogar, sin industria ni trabajo.XLV


Ese pueblo no puede ser libre, ni republicano, y mucho menos venturoso,por más que cien constituciones y millares de leyes proclamen derechosabstractos, teorías b<strong>el</strong>lísimas, pero impracticables, en consecuencia d<strong>el</strong> absurdo<strong>sistema</strong> económico de la sociedad.Poseedores de tierras hay en la república mexicana, que en fincas decampo o haciendas rústicas, ocupan (si puede llamarse ocupación lo quees inmateri<strong>al</strong> y puramente imaginario) una supedicie de tierras mayor que laque tienen nuestros Estados soberanos, y aún más dilatada que la que <strong>al</strong>canzan<strong>al</strong>guna o <strong>al</strong>gunas naciones de Europa.&Fue necesario que pasase más de medio siglo, para que la Constituciónde 1917 estableciese preceptos favorables a las clases obrera ycampesina.Se hablaba en <strong>el</strong> 61 de hacer entrar <strong>al</strong> país en los cauces d<strong>el</strong> ordenleg<strong>al</strong>. Se sentía la necesidad de convertir la Constitución en un códigode vida re<strong>al</strong> y no sólo en un símbolo de lucha. Era, sin duda, un anh<strong>el</strong>ogener<strong>al</strong> <strong>el</strong> propósito de pasar de una era anárquica a un régimen deinstituciones. Se escuchaban p<strong>al</strong>abras de perdón y de fraternidad. j Curiosaparadoja! Si <strong>al</strong> iniciarse <strong>el</strong> año de 61, los militares como GonzálezOrtega abrigaban esperanzas de paz y de concordia, los civiles como<strong>Juárez</strong> procedían de t<strong>al</strong> manera, que con sus actos hacían temer, y conrazón, la continuación de la lucha. La Reforma debía seguir su marcha.Entre los actos d<strong>el</strong> gobierno de <strong>Juárez</strong> que más impacto produjeronen los comienzos d<strong>el</strong> año de 1861, podría citarse la expulsión de <strong>al</strong>gunosde los <strong>al</strong>tos jerarcas de la Iglesia. La orden de expulsión dada por<strong>Juárez</strong> comprendió <strong>al</strong> nuncio d<strong>el</strong> Papa en México, monseñor Luis Clementi,<strong>al</strong> arzobispo Garza y a los obispos Espinosa, Barajas, Madrid yMunguía. Se dio como razón para su destierro, que todos <strong>el</strong>los habíanconspirado y ayudado a los reb<strong>el</strong>des durante la guerra civil contra <strong>el</strong>gobierno reformista.Cinco eran entonces, los miembros d<strong>el</strong> <strong>al</strong>to clero mexicano los únicosafectados por la expulsión, sin perjuicio de que la Santa Sede pudierasustituirlos por los que estimase adecuados. Por otra parte, <strong>el</strong>presidente de la República no se negaba a tener <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> con la CuriaRomana, siempre y cuando éstas fueran de Estado a Estado y no decarácter r<strong>el</strong>igioso.Cuando se piensa que un siglo antes (1767), <strong>el</strong> «cristianísimo» reyCarlos III había decretado la expulsión en masa de los jesuitas, se puedeponderar la natur<strong>al</strong>eza de las determinaciones de <strong>Juárez</strong>. Miles de miembrosde la Compañía de Jesús, s<strong>al</strong>ieron para siempre de los dominiosd<strong>el</strong> imperio español, y <strong>el</strong> Papa tuvo que resignarse con las disposicionesd<strong>el</strong> monarca. Como explicación de los actos d<strong>el</strong> rey, <strong>el</strong> marqués deCroix, braw ejecutante de sus órdenes en la Nueva España, declaró.2 Desde los <strong>al</strong>bore¡;de la Independencia,pensadores como JoséJoaquín Femández deLizardi habían denunciadola injusticia d<strong>el</strong>os latifundistas, queacaparaban la mayorparte de la extensi6nterritoria1.XLVI


De una vez para lo venidero deben saber los súbditos d<strong>el</strong> Gran Monarcaque ocupa <strong>el</strong> trono de España que nacieron para c<strong>al</strong>lar y obedecer y no paradiscurrir ni opinar en los <strong>al</strong>tos asuntos d<strong>el</strong> gobierno.3 Manu<strong>el</strong> Dublán yJosé Maria Lozano,Legislación mexicanao Colección completade las disposicionesLegislativas expedidasdesde la Independenciade la República.México, Imprenta deDublán y Chávez, acargo de M. Lara,1877, t. VIII, pp. 675Y sigtes.En contraste con la actitud despótica d<strong>el</strong> monarca español, debemeditarse en la forma como J uárez llevó a cabo la Reforma mexicana.Revísense los manifiestos d<strong>el</strong> propio presidente, las ideas extemadas porsus ministros M<strong>el</strong>chor Ocampo, Juan Antonio de la Fuente y Manu<strong>el</strong>Ruiz, para comprender hasta qué grado la moderación campea en l<strong>al</strong>egislación a la que <strong>Juárez</strong> dio vida en Veracruz. 3No lo creyeron así<strong>al</strong>gunos de los grandes pr<strong>el</strong>ados católicos de la época, y prefirieron recurrir<strong>al</strong> auxilio de las armas extranjeras para cimentar un imperio, creyendoque <strong>el</strong> príncipe designado seguiría una línea de conducta enteramenteretrógrada.Gran desengaño será para <strong>el</strong> futuro arzobispo P<strong>el</strong>agio Antoniode Labastida y Dáv<strong>al</strong>os persuadirse que bajo <strong>el</strong> Imperio, la Iglesia seríatratada con mayor dureza que bajo la administración de <strong>Juárez</strong>. Hacia<strong>el</strong> año 61 en que don P<strong>el</strong>agio luchaba con tanto ahínco a favor de lamonarquía j qué lejos estaba entonces de comprender la perspectiva d<strong>el</strong>os hechos! No podía ni remotamente imaginar que Maximiliano enmuchos aspectos pretendería ser más exigente que los reformistas representadospor J uárez. Tampoco pudo Labastida imaginar que un día, élmismo, sería instrumento de un presidente que lo convertiría en unade las columnas de su poder dictatori<strong>al</strong>. Ese presidente sería <strong>el</strong> gener<strong>al</strong>Díaz que permitiría los progresos d<strong>el</strong> protestantismo por la misma razónque consintió.a la Iglesia católica en violar las Leyes de Reforma, <strong>al</strong>mismo tiempo que veía con benevolencia a las logias masónicas. Nobuscaría dar protección a las libertades sino robustecer la fuerza de suautoridad. Y <strong>el</strong> Estado sería <strong>el</strong> dueño de las propiedades de la Iglesia,los institutos de enseñanza superior y las escu<strong>el</strong>as de estudios <strong>el</strong>ement<strong>al</strong>estendrían orientación laica. Con razón se ha dicho que los conservadoresno eran tan intransigentes como <strong>el</strong>los mismos se creían y que muchosdemostraron ser «suficientemente dúctiles y flexibles con t<strong>al</strong> de lograr unaparte d<strong>el</strong> poder y los honores».Mas la presencia de una pareja imperi<strong>al</strong> en México estaba aúnlejana. Lo apremiante, la obsesión d<strong>el</strong> momento era la presión diplomática.Apenas llegado <strong>el</strong> presidente J uárez a la ciudad de México, yaestaban listos los representantes de los países extranjeros, con sus respectivospaquetes de reclamaciones para protestar contra daños re<strong>al</strong>es oficticios que habían sufrido sus connacion<strong>al</strong>es durante la guerra civil.y en verdad que <strong>el</strong> momento no era para tranquilizarse.XLVII


Uno de los primeros actos d<strong>el</strong> gobierno de <strong>Juárez</strong> consistió en expulsar<strong>al</strong> ministro español Francisco Pacheco, que durante la Guerrade Tres Años habia tomado ingerencia en la vida interna de México.En <strong>el</strong> mes de marzo los ministros Alfonso Dubois de S<strong>al</strong>igny y EnriqueWagner, representantes de Francia y Pru::.ia respectivamente, habíanotorgado su reconocimiento <strong>al</strong> gobierno de <strong>Juárez</strong>, pero sin disminuirsu hostilidad ni cesar en sus reclamaciones contra México.El presidente J uárez había iniciado su gestión gubernament<strong>al</strong> en1861, no contando con <strong>el</strong> reconocimiento de ninguna nación europea,pero teniendo <strong>el</strong> de los Estados Unidos. Al fin<strong>al</strong>izar la administraciónde James Buchanan, designó a JoOO B. W<strong>el</strong>ler para sustituir a MacLane.<strong>Juárez</strong> sabía perfectamente que Buchanan distaba mucho de serun amigo de México. No podía olvidar que <strong>el</strong> primer magistrado d<strong>el</strong>os Estados Unidos había pedido la intervención armada <strong>al</strong> Senadode su país, para perseguir a Migu<strong>el</strong> Miramón y para restablecer lapaz en México, con o sin autorización d<strong>el</strong> gobierno de <strong>Juárez</strong>.El ascenso de Abraham Lincoln a la presidencia de los EstadosUnidos <strong>el</strong> 4 de marro de 1861, hizo pensar en la posibilidad de unamejoría de las <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> internacion<strong>al</strong>es <strong>entre</strong> México y Estados Unidos.¿Desaparecería la política negrera de Buchanan para dar paso auna administración de miras más <strong>el</strong>evadas? Así lo creyó por un momentodon Matías Romero, representante de México en Washington.Lincoln poseía una int<strong>el</strong>igencia más abierta que la de Buchanan yera desde <strong>el</strong> punto de vista mor<strong>al</strong> incomparablemente superior.Pero la guerra civil norteamericana se aproximaba ya, y, con <strong>el</strong>la,las amenazas de feder<strong>al</strong>es y confederados que no olvidaban que másabajo d<strong>el</strong> río Bravo había un país que se llamaba México y que no podía,aunque quisiera, ser un simple testigo mudo de la contienda armada d<strong>el</strong>país vecino. Nuevamente la geografía política nos hacía pasar un m<strong>al</strong>rato y volvía a causar la obsesión de nuestros hombres de Estado. Laintegridad territori<strong>al</strong> de México podía p<strong>el</strong>igrar.No es posible, dentro de los límites de este trabajo, seguir paso apaso las vicisitudes de nuestra diplomacia en <strong>el</strong> curso d<strong>el</strong> 61. Tratándosede los Estados Unidos como de otras naciones, en sus <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> conMéxico, nos concretaremos a los rasgos culminantes.Los Estados fronterizos de México, particularmente los d<strong>el</strong> Noroeste,eran objeto de codicia tanto de los partidarios de la esclavitudcomo de los abolicionistas.El gobierno de Lincoln, por razones de estrategia, fijaba su atenciónen <strong>el</strong> Estado de Baja C<strong>al</strong>ifornia e hizo lo que estuvo de su partepara lograr que México no reconociera a la confederación insurrecta.El gobierno de <strong>Juárez</strong>, ponderando los p<strong>el</strong>igros de la situación, pudoXLVIII


percibir que un entendimiento con <strong>el</strong> gobierno feder<strong>al</strong> entrañaba menosriesgos que una <strong>al</strong>ianza con los confederados, y podía a la postre sermás ventajoso a México.Hacia <strong>el</strong> mes de marzo la Secretaría de Estado norteamericana determinóque Thomas Corwin iría a México en c<strong>al</strong>idad de representanted<strong>el</strong> gobierno de Lincoln. El viaje de Mr. Corwin como agente diplomáticoequiv<strong>al</strong>ía aparentemente <strong>al</strong> envío de un mensaje de amistad ybuena voluntad de parte de los Estados Unidos. Si <strong>el</strong> nuevo funcionariose había reb<strong>el</strong>ado en 1847, contra la guerra que su país hacía a México,¿no era <strong>el</strong> personaje ide<strong>al</strong>? Aun cuando se hubiese sabido que la conductade Corwin se explicaba por razones de conveniencia política yno por sentimientos generosos, <strong>el</strong> gobierno de <strong>Juárez</strong> se hubiera tranquilizado,si Corwin desde su llegada a México no hubiera ocultado queWilliam H. Seward, secretario de Estado norteamericano, aspiraba <strong>al</strong>a compra de Baja C<strong>al</strong>ifornia.Afortunadamente para nuestro país, las ambiciones de Lincoln respectoa Baja C<strong>al</strong>ifornia cesarían bien pronto, cuando las condicionesestratégicas de la Guerra de Secesión hicieron innecesaria la adquisiciónde este territorio.En los primeros meses d<strong>el</strong> 61, de las potencias de Europa, fue Inglaterr<strong>al</strong>a que se manifestó más comprensiva con México y hasta diríamosque tuvo momentos de simpatía sincera. Gran Bretaña era lanación a la que se le debía la mayor suma de dinero, y la que se mostrómenos exigente. Durante la Guerra de Tres Años, su representante diplomáticoGeorge B. Mathew había intentado <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> de mediador<strong>entre</strong> las facciones mexicanas que se disputaban <strong>el</strong> predominio políticod<strong>el</strong> país. El propio lord Russ<strong>el</strong>l, ministro de Asuntos Extranjeros de Inglaterra,había tratado también en ese tiempo, con cierta ingenuidad,de reconciliar a los bandos b<strong>el</strong>igerantes. El secretario d<strong>el</strong> ForeignOffice y con él Mr. Mathew, propusieron a liber<strong>al</strong>es y conservadores unconvenio de pacificación, que <strong>entre</strong> otras cosas inutilizaba a Juáretcomo presidente de la República. Este deshizo la maniobra, con <strong>el</strong> solohecho de permanecer invulnerable en <strong>el</strong> recinto de la leg<strong>al</strong>idad. Declaróque había llegado <strong>al</strong> puesto político más <strong>al</strong>to de su país, en virtud deun precepto constitucion<strong>al</strong> que así lo autorizaba. No podría entrar encomponendas con Miramón, porque sería tanto como despojarse así mismo de un mando leg<strong>al</strong>, para descender a la condición de facciosoque llega <strong>al</strong> poder en virtud de un cuart<strong>el</strong>azo.Sin duda <strong>al</strong>guna que esa advertencia cortés pero digna, causaríabuena impresión en lord Russ<strong>el</strong>l. Aún seguiría insistiendo <strong>el</strong> represen-XLIX


tante de su majestad británica en sus proposiciones, y <strong>Juárez</strong> continuaríamanteniendo la misma inflexibilidad.Después las negociaciones <strong>entre</strong> México y Gran Bretaña siguen loscauces de un buen entendimiento. Primeramente Mr. Russ<strong>el</strong>1 se muestradeseoso de que su gobierno inicie negociaciones con <strong>el</strong> de J uárez.Esto naturahnente partiendo de la base que se aceptarán por parte d<strong>el</strong>as autoridades mexicanas las reclamaciones inglesas que se estimanjustas. El 22 de febrero anuncia Mr. Mathew a Francisco Zarco, secretariode R<strong>el</strong>aciones Exteriores, que tiene autorización de su gobiernopara reconocer <strong>al</strong> de <strong>Juárez</strong>. Cinco días más tarde se hace este reconocimientoy se recibe ofici<strong>al</strong>mente <strong>al</strong> representante de su majestad británica.Zarco h<strong>al</strong>aga de mil maneras a Mathew, ofreciendo lo que puedecumplir, <strong>entre</strong> otras cosas respeto a la libertad de cultos para los extranjerosy atender las demandas inglesas.Si en <strong>el</strong> curso d<strong>el</strong> año 60 no f<strong>al</strong>taron las amenazas de Russ<strong>el</strong>1 aMéxico, y las protestas de Mathew por los atrop<strong>el</strong>los que sufrían losingleses durante la guerra civil, en los comienzos d<strong>el</strong> 61 todo parecióencaminarse hacia un buen entendimiento.Exanúnense los documentos escritos por Mr. Mathew dirigidos <strong>al</strong>gobierno de <strong>Juárez</strong> y a Mr. Russ<strong>el</strong>1, en los primeros meses de 1861, paraque pueda comprenderse todo <strong>el</strong> tacto y la moderación con la quecomenzó a proced~r <strong>el</strong> representante de la Gran Bretaña.La actitud de Leonardo Márquez obedeciendo órdenes de Miramón,para apoderarse por medio de la violencia de los fondos de l<strong>al</strong>egación británica, había exasperado a las autoridades inglesas. Esteatrop<strong>el</strong>lo sirvió indirectamente para precipitar <strong>el</strong> reconocimiento d<strong>el</strong>gobierno de <strong>Juárez</strong>, de parte de Iñglaterra. Las frases de Russ<strong>el</strong>l cambiaronde acento y creo que su actitud fue sincera.No poco había contribuido para un buen entendimiento, la sutilezay la <strong>al</strong>ta c<strong>al</strong>idad mor<strong>al</strong> de Francisco Zarco, en su condición de secretariode R<strong>el</strong>aciones Exteriores d<strong>el</strong> gobierno de <strong>Juárez</strong>, quien habíasabido concluir las negociaciones con Mathew empleando la mayor caut<strong>el</strong>ay la mayor prudencia.Parecía que en ese momento estaría a punto de convertirse enre<strong>al</strong>idad la política que hubiera deseado Justo Sierra, de parte de Inglaterraen sus <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> con México.Si hubiese habido un grande hombre de Estado <strong>al</strong> frente d<strong>el</strong> gobiernoinglés en cuyas manos nos ponía la suerte in<strong>el</strong>uctable, ~obre todo desde qu<strong>el</strong>os Estados Unidos eran considerados como impotentes para resguardarse,sirviéndose de nosotros como reparo: si John Russ<strong>el</strong>l hubiese sido un sectariode menos estrechas miras; si P<strong>al</strong>merston, geni<strong>al</strong> y excéntrico, hubiese fijado sumirada penetrante en los asuntos'de la América, más abajo de los par<strong>al</strong><strong>el</strong>osde Luisiana y Texas, más abajo, donde se extendía <strong>el</strong> continente de la guerra


4 ] uárez, SU obra 'Jsu tiempo. Ob. cit., p.237.6 Gloria Grajaks,México y la Gran Bretañadurante la Intervención.1861-1862.México, Secretaría deR<strong>el</strong>aciones Exteriores.1962, pp. 52-57.civil perenne, profundamente despreciable para <strong>el</strong> a,ristócrata liber<strong>al</strong> queconsideraba fuera de la cultura humana a todo pueblo que no supiese, que nopudiese ir por <strong>el</strong> orden a la libertad; si Gladstone, superior a sus colegasen <strong>al</strong>teza de miras, levantando los ojos de las combinaciones financieras,hubiese entrado en <strong>el</strong> periodo en que su patria tuvo para él, además de lamisión de ser rica, otro pap<strong>el</strong> exc<strong>el</strong>so, <strong>el</strong> de ser humana y hacer servir su grandezaa enderezar las injusticias seculares en Irlanda, en la península b<strong>al</strong>cánica,en Armenia; si los tres se hubiesen unimismado para dar a su intervención<strong>el</strong> carácter de una ayuda, interesada, sin duda, todo lo interesada que sequisiese (dominar nuestro comercio exterior y crear y aperar nuestras industriasy servir de garantía a las corrientes colonizadoraS), pero sin un soloamago a nuestro patriotismo, sin una sola mancha en nuestra dignidad, esohabría sido <strong>el</strong> principio de una era nueva para América. 4Mas si las <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> <strong>entre</strong> Inglaterra y México se habían encaminadopor buenos senderos, en los primeros meses de 1861, en virtud d<strong>el</strong>tacto d<strong>el</strong> diplomático inglés y de la buena voluntad d<strong>el</strong> gobierno de <strong>Juárez</strong>,bien pronto habrían de enturbiarse, cuando lord Russ<strong>el</strong>l cometió<strong>el</strong> error de nombrar comisionado especi<strong>al</strong> ante <strong>el</strong> gobierno de México asir Charles Lennox Wyke.Precisa decir, sin embargo, que en <strong>el</strong> momento de dar instrucciones<strong>al</strong> nuevo funcionario, lord Russ<strong>el</strong>l estaba aún bajo <strong>el</strong> influjo de ideasfavorables a México y <strong>al</strong> gobierno de <strong>Juárez</strong>.El 30 de marzo en carta dirigida por <strong>el</strong> secretario d<strong>el</strong> ForeignOffice a Mr. Wyke, encargado de sustituir a Mr. Mathew, le da indicacionesprecisas sobre la línea de conducta que debe seguir en México. DEl estadista inglés, fi<strong>el</strong> a la tradición más noble de su raza, se mantuvoen un plano de dignidad y de cordura. Un espíritu reflexivo campea entodo <strong>el</strong> documento. Wyke debía dirigirse a México <strong>el</strong> 2 de abril. Se considerabaque <strong>al</strong> llegar a su destino, no sería difícil que Mathew estuvieraya en buenas condiciones con <strong>el</strong> gobierno constitucion<strong>al</strong>, accediendoéste a los exc<strong>el</strong>entes propósitos que guiaban a la Gran Bretaña.El gobierno de J uárez debería partir de la base de que era necesarioque México reconociera sus responsabilidades con respecto a losingleses. No era <strong>el</strong> deseo d<strong>el</strong> gobierno de la reina Victoria «prejuzgarla reyerta <strong>entre</strong> los partidos que durante largo tiempo habían bat<strong>al</strong>ladouno contra <strong>el</strong> otro en México, ni de ponerse d<strong>el</strong> lado d<strong>el</strong> uno en contrad<strong>el</strong> otro». Si <strong>el</strong> gobierno de Miramón hubiera manifestado respeto a losderechos de los súbditos ingleses y sentido de responsabilidad para cumplircon sus <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> internacion<strong>al</strong>es, «jamás la legación británicahabría sido retirada de la ciudad de México». En cambio, si <strong>el</strong> gobiernode <strong>Juárez</strong> estaba dispuesto a actuar sobre bases distintas, Inglaterramantendría con él sentimientos amistosos, eso a pesar de los daños qu<strong>el</strong>os súbditos ingleses habían sufrido. La política inglesa con respecto aLI


México se caracterizaba por sus propósitos de no intervención. El espírituque la guiaba no era de tut<strong>el</strong>a, sino de amistad.Russ<strong>el</strong>l pedía <strong>al</strong> comisionado inglés no mezclarse en las reyertas internasde México y que en lo referente a ciertos arreglos ya concertadoscon este país se cumplieran fiehnente. Las reclamaciones inglesas porrobos cometidos por bandoleros o por miembros d<strong>el</strong> partido conservador,no debían ser rechazadas por <strong>el</strong> gobierno de <strong>Juárez</strong>. Cabría decir, comentandolas ideas de J ohn Russ<strong>el</strong>l, que en este aspecto las autoridadesconstitucion<strong>al</strong>istas se habían mostrado ya anuentes <strong>al</strong> cumplimiento deestas exigencias. Se trataba de los actos de un gobierno <strong>al</strong> que se considerabausurpador pero que «había funcionado de hecho». Y en cuantoa los actos d<strong>el</strong>ictuosos, se partía de la base de que un gobierno es responsablede la seguridad d<strong>el</strong> territorio sujeto a su autoridad.Agregaba Mr. Russ<strong>el</strong>l que <strong>el</strong> gobierno de la reina Victoria, considerabaque resPecto a los plazos en que se debían pagar las deudasmexicanas, conveIÚa guardar cierto espíritu de tolerancia. Precisabano olvidar que las reyertas civiles habían causado grandes daños <strong>al</strong>país y lo habían empobrecido.Corría <strong>el</strong> rumor de que en México se intentaban dar disposicionespara sacar ventaja de los bienes eclesiásticos. En t<strong>al</strong> virtud se decía aMr. Wyke, que no sugiriese ninguna idea <strong>al</strong> respecto. Pero que si <strong>el</strong> gobiernomexicano se beneficiaba económicamente con estas expropiaciones,había que recordarle que los súbditos británicos debían obtener 10más pronto posible <strong>el</strong> pago de sus reclamaciones.Mr. Russ<strong>el</strong>l insistía también sobre las ventajas de la libertad decultos. Este era <strong>el</strong> único aspecto en que <strong>el</strong> gobierno de S. M. sugeríaa su agente diplomático que podía dar consejos <strong>al</strong> gobierno mexicano.«Haciendo a un lado todas las consideraciones de carácter mor<strong>al</strong>, quetanto influyen en pro de una libertad gener<strong>al</strong> de conciencia, es imposibledudar que México tendría gran ventaja política si se derrumbar<strong>al</strong>a barrera que ahora impide a los cristianos de diversas sectas establecerseen <strong>el</strong> país, estimulando <strong>al</strong> hacerlo, la inmigración de personas deotros países, cuya actividad y habilidad podrían contribuir a mejorarlos recursos d<strong>el</strong> país».En las <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> con la poblaci6n de México debía de emplearsetacto y moderación. S6lo en caso de que <strong>el</strong> gobierno se mostrase dispuestoa no escuchar las justas reclamaciones que se le presentasen, eraaconsejable hacerle comprender que las fuerzas nav<strong>al</strong>es inglesas existentesen costas mexicanas podían hacer efectiva la demanda.No había de parte de Inglaterra ninguna mira de expansión territori<strong>al</strong>.Todo lo contrario. Afirmaba lord Russ<strong>el</strong>l que su gobierno estabadispuesto a tratar la cuesti6n de fronteras con <strong>el</strong> mayor espíritu decomprensi6n. No deseaba, sin embargo, que los ingleses fueran víctimasLII


de . los préstamos forzosos. El secretario d<strong>el</strong> Foreign Office concluíasus instrucciones con una frase, que precisaba cuál era la pauta queguiaba en lo internacion<strong>al</strong> los designios de Inglaterra: «Con los representantesde estados extranjeros acreditados ante la República, trataráusted de vivir con annonÍa. Siempre tendrá en mente que ni en México,ni en ninguna otra parte d<strong>el</strong> mundo, <strong>el</strong> gobierno de S. M. busca influenciapolítica exclusiva, ni ventajas comerci<strong>al</strong>es que no pueda compartircon todas las naciones de la tierra. El único objeto que pretende, esasegurar a su país un lugar dentro de la familia de las naciones, y su únicodeseo, ejercer cu<strong>al</strong>quier influencia que pueda tener la Gran Bretañapara promover la paz gener<strong>al</strong> y <strong>el</strong> desarrollo de la industria comerci<strong>al</strong>».Russ<strong>el</strong>l había rev<strong>el</strong>ado en su carta a Wyke una conducta digna detodo <strong>el</strong>ogio. Era uno de esos ejemplos de honradez en grado exc<strong>el</strong>so, pococomunes en la historia de las naciones.Si la int<strong>el</strong>igencia de Wyke hubiera sido muy aguda, desde loscomienzos de su gestión diplomática en México, habría dado <strong>al</strong> pensamientode Russ<strong>el</strong>l una posibilidad de aplicación práctica. Fue una lástimaque no hubiera escogido lord Russ<strong>el</strong>l, como sucesor de Mathew,a un diplomático más hábil para tratar la cuestión mexicana. Sólo lasaguas lustr<strong>al</strong>es de la política de 1862 pudieron absolver a Wyke d<strong>el</strong>os pecados cometidos en 1861 en sus tratos.con <strong>el</strong> gobierno mexicano.Sin duda <strong>al</strong>guna, que en más de un momento <strong>el</strong> espíritu un tantocandoroso de Wyke pudo ser atrapado fácilmente en la red de intrigasde S<strong>al</strong>igny, poseedor de una astucia de la que carecía su colega ingléspero con una c<strong>al</strong>idad mor<strong>al</strong> muy turbia.La historia diplomática de Francia en sus <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> con México,durante los' primeros meses de 1861, en lo que tiene de esenci<strong>al</strong> puedenarrarse en pocas líneas e historiarse en unas cuantas páginas.No es propiamente compleja s<strong>al</strong>vo que no ha f<strong>al</strong>tado humoristaque haya querido mezclar la historia a la leyenda.Alfonso Dubois de S<strong>al</strong>igny, aún antes de ser reconocido ofici<strong>al</strong>mentepor <strong>el</strong> gobierno de <strong>Juárez</strong>, trataba de intervenir en la vida domésticade México. Si escasos dos millones de pesos se debían <strong>al</strong> gobiernofrancés, él se había vu<strong>el</strong>to defensor d<strong>el</strong> crédito Jecker, contra México, unode los fraudes más escand<strong>al</strong>osos de la historia d<strong>el</strong> siglo. El protector máspoderoso d<strong>el</strong> «affaire» era <strong>el</strong> duque de Morny, medio hennano d<strong>el</strong> emperadorNapoleón. Entre él, S<strong>al</strong>igny y <strong>el</strong> mexicano Juan Almonte, segúncontaba Francisco Bulnes, habían hecho lo posible y lo imposible paraque Napoleón In no comprendiera la re<strong>al</strong>idad mexicana.Gracias a esta ignorancia d<strong>el</strong> emperador francés, se preparó laintervención que serviría a la vez para amparar un gran fraude. Si Juá-LIII


ez hubiera tenido t<strong>al</strong>ento para entenderse directamente con Morny, porun precio irrisorio, según Bulnes, habría comprado <strong>al</strong> duque, a la vezque hubiera convencido a Napoleón para desistir de sus propósitos deestablecer un imperio en México.Al buen humor de Bulnes, se opuso la fina ironía de Pereyra. Enesa ironía, sin embargo, se <strong>entre</strong>mezcla la reflexión d<strong>el</strong> sicólogo y <strong>el</strong>t<strong>al</strong>ento d<strong>el</strong> crítico.El autor de El verdadero <strong>Juárez</strong>, como todo <strong>el</strong> que siga los pasos de l<strong>al</strong>iteratura histórica contemporánea, ha visto desacreditados hasta desaparecerde la historia crítica, los anatemas apoc<strong>al</strong>ípticos de Víctor Rugo, que tambiénhizo su Verdade'To Napoleón. El señor BulneS es un espíritu fuerte queno se sustenta de metáforas, y sin embargo, <strong>el</strong> Napoleón culto, bondadoso,int<strong>el</strong>igente y pasivo que presenta en los capítulos que voy a estudiar no esun ser re<strong>al</strong>, ni verosímil. Estoy por decir que eS un personaje de Sardou.Ciertamente, Napoleón III no sólo era bondadoso, sino dulce; no sólo eraun hombre culto, sino un hombre de letras por oficio; no sólo era int<strong>el</strong>igente,sino un intrépido explorador de ideas. Pero en <strong>el</strong> hombre hay resortes quedeterminan toda su actividad, y <strong>el</strong> señor Bulne's deja en la sombra lo que explic<strong>al</strong>a conducta de Napoleón, la unidad de su vida desde la adolescenciaambiciosa hasta la ,muerte miserable en <strong>el</strong> destierro, en <strong>el</strong> refugio, diré másbi;n, de la isla hospit<strong>al</strong>aria. ¿Por qué desdeña, por qué olvida, por qué quiereignorar la psicología d<strong>el</strong> protagonista? Porque en <strong>el</strong> interés de su tesis antijuaristaestaba construir un drama incongruente, y como la vida no ofrecemateri<strong>al</strong>es para f<strong>al</strong>sificaciones, fue a buscarlos en <strong>el</strong> t<strong>al</strong>ler en que Sardouconstruye personajes artificiosos. Pudo haber hecho una tragedia a la Racine,y fabric6 <strong>al</strong>go infinitamente menos verosímil que un m<strong>el</strong>odrama histórico deCasimir D<strong>el</strong>avigne: un cuento de Perrault. El artista que hay en <strong>el</strong> señorBulnes, pidió la p<strong>al</strong>abra para hacer una historia emocionante, nueva, y maravillosasobre todo. Napole6n es <strong>el</strong> príncipe cautivo; Morny <strong>el</strong> ogro quecome carne tierna de niños, y <strong>Juárez</strong>, un zafio pechero que no acierta conlos medios de embriagar <strong>al</strong> ogro para desencantar después <strong>al</strong> príncipe ys<strong>al</strong>var a los niños que han de' ser manjares d<strong>el</strong> festín. 8En verdad <strong>el</strong> tema de los orígenes d<strong>el</strong> segundo Imperio mexicanonecesita explicaciones más detenidas, y <strong>el</strong> desarrollo de la idea imperi<strong>al</strong>,en la mente de Napoleón III, debe ser objeto de un estudio más serio yriguroso que <strong>el</strong> expuesto por Bulnes.Volviendo de nuevo a S<strong>al</strong>igny, cabría decir que si desde los primerosmeses mostró una gran insolencia ante las autoridades mexicanas,posteriormente las molestias que causaría su conducta serían aún máscensurables. Sobre todo a partir de julio, ejercerá una gran influenciasobre <strong>al</strong>gunos otros miembros d<strong>el</strong> cuerpo diplomático. Wyke desde sullegada a México aceptó muchos de los consejos de S<strong>al</strong>igny.Mientras las exigencias extranjeras se multiplicaban y <strong>el</strong> panoramae ]uárez discutidocomo dit:tador '1 estadista.Ob. cit., p. 26.LIV


internacion<strong>al</strong> se hacía más sombrío, tienen lugar las <strong>el</strong>ecciones paradiputados <strong>al</strong> segundo <strong>Congreso</strong> constitucion<strong>al</strong> y las que convierten aJuáre:z; en presidente constitucion<strong>al</strong>. Durante tres años había ejercidola dict'l-dura, aunque una dictadura muy singular: «neutr<strong>al</strong>izada por laacción de gener<strong>al</strong>es, gobernadores y caciques».En los pueblos de ha1?la hispana es muy frecuente que a un hombrearbitrario se le designe con <strong>el</strong> nombre de dictador. Conviene precisarla connotación de los términos. Arbitrario es un hombre que actúa sinapego a la razón, que se deja gobernar por sus caprichos o apetitos.La dictadura supone, como lo creía Unamuno, una gran dosis de capacidadment<strong>al</strong> y cálculo para sobreponerse a los demás. Un hombrearbitrario puede ser cu<strong>al</strong>quier tonto. El dictador puede ser bueno om<strong>al</strong>o, pero en todo caso es un ser dotado de gran int<strong>el</strong>igencia política.Dictador tuvo que ser J uárez por una necesidad imperiosa de lascircunstancias. Si <strong>el</strong> presidente Comonfort defeccionaba, después dehaber disu<strong>el</strong>to <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, tocaba <strong>al</strong> vicepresidente por precepto leg<strong>al</strong>asumir la presidencia y con <strong>el</strong>la toda la plenitud de la autoridad, a f<strong>al</strong>tade la existencia de los otros poderes.<strong>Juárez</strong> respetuoso siempre de las fórmulas leg<strong>al</strong>es, por medio d<strong>el</strong>ministerio de Justicia, hizo la convocatoria d<strong>el</strong> 6 de noviembre, par<strong>al</strong>a <strong>el</strong>ección de diputados y presidente constitucion<strong>al</strong>. Ante <strong>el</strong> nuevo <strong>Congreso</strong>,<strong>Juárez</strong> dio noticia de sus actividades, durante la Guerra de Reforma.El 9 de mayo de 1861, <strong>al</strong> iniciarse solemnemente las sesiones d<strong>el</strong>tercer <strong>Congreso</strong> constitucion<strong>al</strong>, se convertía en re<strong>al</strong>idad una de las aspiracionesque más habían preocupado <strong>al</strong> presidente <strong>Juárez</strong>. Ante élpudo explicar cuál había sido su conducta como jefe de Estado, durant<strong>el</strong>os tres años de la guerra civil. «Su voz, gener<strong>al</strong>mente débil y opaca,pareció una gran voz ese día». Declaró, sin eufemismos, que uno desus mayores anh<strong>el</strong>os había sido que se lograse la restauración d<strong>el</strong> ordenconstitucion<strong>al</strong>. Las condiciones d<strong>el</strong> momento, contrastaban con aqu<strong>el</strong>lasque privaron en México, <strong>al</strong> tener lugar <strong>el</strong> golpe de Estado de Comonfortcontra la ley fundament<strong>al</strong>.No encontráis, señores diputados, <strong>al</strong> país en la misma situación en qu<strong>el</strong>o dejó <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> disu<strong>el</strong>to la funesta noche d<strong>el</strong> 17 d~ diciembre de 1857, nivenís, por lo mismo, a presenciar y terminar la restauraci6n de aqu<strong>el</strong> estadode cosas, <strong>al</strong> desencadenarse la guerra con todas sus c<strong>al</strong>amidades en tod:3. laextensi6n de la República, y que caus6 m<strong>al</strong>es profundos, hondas heridas,que aún no pueden restañarse. Pero en <strong>el</strong> mismo ardor de la contienda <strong>el</strong>pueblo sintió la imperiosa necesidad de no limitarse a defender sus legítimasinstituciones, sino de mejorarlas, de conquistar nuevos principios de libertad,para que <strong>el</strong> día d<strong>el</strong> vencimiento de sus enemigos no volviese <strong>al</strong> punto departida de 1857, sino que hubiera dado grandes pasos en la senda d<strong>el</strong> progre-LV


so, y afianzando radic<strong>al</strong>es reformas, que hicieran imp<strong>al</strong>ible <strong>el</strong> derrumbamientode sus instituciones. El gobierno juzgó que era de su deber ponerse<strong>al</strong> frente de ese sentimiento nacion<strong>al</strong> y desplegar una bande'ra que fuese a untiempo la extirpación de los abusos de lo pasado y la esperanza d<strong>el</strong> porvenir.De aquí nacieron las Leyes de Reforma, la nacion<strong>al</strong>ización de los bienesde manos muertas, la libertad de cultos, la independencia absoluta de laspotestades civil y espiritu<strong>al</strong>, la secularización, por decirlo así, de la sociedad,cuya marcha estaba detenida por una bastarda <strong>al</strong>ianza en que se profanaba<strong>el</strong> nombre de Dios y se ultrajaba la dignidad humana. La Reforma prestó<strong>al</strong>iento a los denodados defensores de la Constitución; la Reforma hasido sancionada por <strong>el</strong> voto unánime de los pueblos y las leyes que la decretaronson parte esenci<strong>al</strong> de nuestras instituciones. 7Había tenido lugar una lucha que de ninguna manera podía considerarseinfecunda. Aún se notaba en las frases d<strong>el</strong> primer magistradode la República, <strong>el</strong> acento de guerra con que había definido la Reformaen <strong>el</strong> año 59, pero debe comprenderse que esa actitud de energía, eranecesario mantenerla dadas las condiciones d<strong>el</strong> momento. El conservadurismoaún constituía una amenaza para la seguridad d<strong>el</strong> Estado liber<strong>al</strong>.Algunos de sus caudillos trabajaban tenazmente ante las cortes europeassolicitando la intervención extranjera en los asuntos de México.<strong>Juárez</strong> explicó que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> disu<strong>el</strong>to por Como~ort no habí<strong>al</strong>ogrado reunirse durante la Guerra de Tres Años, y dada la situacióndominante, no había sido posible gobernar con apego completo a l<strong>al</strong>ey, pero estaba dispuesto a reconocer con entero civismo, todas las obligacionesinherentes a su cargo, durante <strong>el</strong> tiempo que había gobernado<strong>al</strong> margen d<strong>el</strong> orden leg<strong>al</strong>.Acepto ante esta Asan1blea, ante mis conciudadanos todos y ante la posteridad,la responsabilidad de todas las medidas dictadas por mi administracióny que no estaban en la estricta órbita constitucion<strong>al</strong>, cuando la Constituciónderrocada y tenazmente combatida había dejado de existir y era, no <strong>el</strong> mediode combate', sino <strong>el</strong> fin que se proponía <strong>al</strong>canzar la República. 87 <strong>Juárez</strong> )' <strong>el</strong> Con.greso, p. 163. Con estadenominación ha.remosreferencia a las ci·tas contenidas en <strong>el</strong>apéndice d<strong>el</strong> present<strong>el</strong>ibro.8 Ob. cit., p. 164.<strong>Juárez</strong> consideraba que había pasado <strong>el</strong> país por una era de dificultadesy conflictos, se imponía por tanto la necesidad de comenzaruna obra de reparación y reconstrucción. La empresa no era fácil: «quedabancomplicaciones y dificultades en todos los ramos de la administraciónpública, desde las instituciones municip<strong>al</strong>es, hasta las <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong>exteriores. R<strong>el</strong>ajado <strong>el</strong> hábito de obediencia, confundidas las atribucionesdurante la lucha, parecía difícil restaurar la unidad nacionah>.Sin embargo, no obstante las dificultades expuestas, mantenía suconfianza en <strong>el</strong> porvenir.Uno de los aspectos d<strong>el</strong> informe d<strong>el</strong> presidente <strong>Juárez</strong>, que mereciósu particular atención fue <strong>el</strong> r<strong>el</strong>ativo a las <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> exteriores. ExplicóLVI


las razones que había tenido su gobierno, para llevar a cabo la expulsiónde ciertos diplomáticos de países extranjeros. No se trataba de inferir unagravio a las naciones que representaban, pero sí de no admitir a quieneshabían tenido ingerencia en las contiendas civiles de México.De parte d<strong>el</strong> gobierno constitucion<strong>al</strong> no había inconveniente enmantener <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> con Roma, pero sólo sería en todo caso en <strong>el</strong> ordentempor<strong>al</strong>. La nación seguía manteniendo <strong>el</strong> principio de la libertad decultos.Existía un entendimiento con los Estados Unidos y se habían reanudado<strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> con la Gran Bretaña, Francia y Prusia.No ocultó <strong>el</strong> presidente que había ciertas dificultades internacion<strong>al</strong>es,pero expresó también que <strong>el</strong> poder Ejecutivo estaba dispuesto asuprimir asperezas, siempre de acuerdo con la Constitución, sin desdoropara México y dando en todo caso noticia <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>.El presidente hizo notar también que la federación se había mostradorespetuosa de la soberanía de los Estados y si por un momentohabía hablado de su propósito de lograr la unidad nacion<strong>al</strong>, no ocultólos trastornos que las disensiones estat<strong>al</strong>es producían <strong>al</strong> país. En Sonor<strong>al</strong>a guerra de castas producía graves daños. Además, en Yucatán lacondición era más deplorable.11 Ibid., p. 166.10 El asunto de losindios mayas en <strong>el</strong> sigloXIX ha sido estudiadopor Moisés GonzálezNavarro en su libroRaza y Tierra. Laguerra de castas y <strong>el</strong>henequén. México, ElColegio de México,1971.Su territorio se ha dividido en dos Estados, y, por desgracia, <strong>al</strong>lí la razaindígena ha sido vendida por ávidos especuladores y reducida a esclavituden país extranjero. El gobierno, para lavar esa mancha, ha dictado cuantasmedidas cabían en sus facultades.\}El caso de Yucatán no era sólo <strong>el</strong> problema d<strong>el</strong> día, había sido <strong>el</strong>problema de ayer y sería <strong>el</strong> problema de mañana. Con <strong>el</strong> asunto d<strong>el</strong>tráfico de esclavos mayas y con las reb<strong>el</strong>iones de indígenas contra blaIÍcoshabría materi<strong>al</strong> para escribir millares de páginas.10El problema de los esclavos de Yucatán representaba para <strong>Juárez</strong>un asunto de t<strong>al</strong> gravedad, que hacía pensar en las dificultades quesuscitaba en Lincoln la abolición de la esclavitud negra en Norteamérica.Aunque en planes distintos y con diferentes medios para la acción,ambos presidentes se enfrentaban a una crisis soci<strong>al</strong> de las más agudaspara sus respectivos países.Una de las preocupaciones cardin<strong>al</strong>es de <strong>Juárez</strong> era <strong>el</strong> fomentode la instrucción pública. Pero por más nobles que fueran sus propósitosse aplazaban sus sueños de reforma educativa. Aún no había llegadola hora de Gabino Barreda, destinado a ser uno de los fi<strong>el</strong>es intérpretesd<strong>el</strong> pensamiento de <strong>Juárez</strong>.Ante los diputados reunidos <strong>el</strong> 9 de mayo, <strong>el</strong> presidente de la Repúblicatrazó en breves p<strong>al</strong>abras <strong>el</strong> esbozo de un vasto plan de reformasadministrativas: hacer cumplir las Leyes de Reforma, reorganizar laLVII


administración de justicia, suprimir las costas judici<strong>al</strong>es, impulsar la construcciónde vías férreas.Cuando abordó <strong>el</strong> asunto de la hacienda pública, no ocultó <strong>el</strong> estadodesastroso en que ésta se encontraba. Pero no hubo en sus p<strong>al</strong>abras<strong>el</strong> menor acento de demagogia cuando hizo referencia a la cuestión denacion<strong>al</strong>ización de bienes de la Iglesia. Aunque no habló de cifras,precisó que con estas propiedades no se había resu<strong>el</strong>to ni se resolverí<strong>al</strong>a bancarrota fin<strong>al</strong>lciera. Encontró un recurso hábil para no explicar <strong>el</strong>complicado problema de las propiedades eclesiásticas. Dijo una partede la verdad, pero no pudo ni podía explicar toda la verdad. No siendoentonces los bienes de la Iglesia la panacea con la que habían soñado<strong>al</strong>gunos ilusos liber<strong>al</strong>es, era necesario buscar una solución que trajeseun <strong>al</strong>ivio a la hacienda pública. Para sanear <strong>el</strong> erario precisaba hacerestrictas economías, y establecer métodos que hicieran factible una mejordistribyción de los fondos públicos. Se habían aminorado los gastosde la fuerza armada d<strong>el</strong> país. Muchos de los soldados que combatieronpor los principios liber<strong>al</strong>es regresaban a sus hogares.A los ojos de los contemporáneos de <strong>Juárez</strong>, resultaba evidenteque no sólo Estados como Yucatán, Sonora, Guerrero y J<strong>al</strong>isco eranfoco de insurrecciones contra <strong>el</strong> gobierno. El país estaba infestado debandoleros y de guerrilleros, supervivientes estos últimos d<strong>el</strong> ejércitoconservador disu<strong>el</strong>to, pero fragmentado después en pequeños gruposque hacían más difícil su persecución. Nada de esto se podía ocultar, y<strong>el</strong> presidente de la República reconocía <strong>el</strong> hecho, <strong>al</strong> mismo tiempo queseñ<strong>al</strong>aba las disposiciones que se habían dado para hacer entrar <strong>al</strong> paísen los cauces de la paz.Si <strong>Juárez</strong> no era afecto <strong>al</strong> abuso de la retórica, tampoco se solíamostrar enemigo de <strong>el</strong>la y entonces, como después, supo recurrir a ciertosgiros que tenían como fin<strong>al</strong>idad enardecer <strong>el</strong> sentimiento de susconciudadanos:LVIIIDemos gracias a la Providencia, señores diputados, por haber ayudado<strong>al</strong> pueblo mexicano a reconquistar sus libertades y sus instituciones, y porhaber coronado sus esfuerzos permitiendo que hoy se restablezca <strong>el</strong> ordenleg<strong>al</strong> que le ha de asegurar la paz, <strong>el</strong> bienestar y la prosperidad.j Oj<strong>al</strong>á y hoy comience una era nueVa que no tenga término, en quereine sólo la leg<strong>al</strong>idad, y en que sujetándose las autoridades todas a los preceptosd<strong>el</strong> Código fundament<strong>al</strong>, no sólo sea imposible sino innecesario <strong>el</strong>renacimiento de toda dictadura!Así lo espera <strong>el</strong> pueblo d<strong>el</strong> buen sentido, de la ilustración, d<strong>el</strong> patriotismode sus representantes, y <strong>el</strong> '<strong>Congreso</strong> puede estar seguro de que <strong>el</strong> ciudadanoque durante tres años ha sido en medio de los mayores p<strong>el</strong>igros y de los másterribles desastres, guardián constante de la Constituci6n, cumpliendo asícon sus deberes, no f<strong>al</strong>tará a <strong>el</strong>los jamás y mientras ejerza provision<strong>al</strong>mente<strong>el</strong> Ejecutivo por ministerio de la ley, no omitirá sacrificio por cumplir,


11 fuárez y <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>,p. 169.acatar y hacer que sean respetadas cuantas disposiciones emanen d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>de la Unión, conforme a los preceptos d<strong>el</strong> Código fundament<strong>al</strong> de laRepública Mexicana. uAun cuando <strong>Juárez</strong> declaraba que en fonna somera había explicadosu actuación y <strong>el</strong> estado que guardaban los asuntos públicos d<strong>el</strong> país,fue aqu<strong>el</strong> <strong>el</strong> discurso más preciso, más exacto y más completo de sucarrera política. Hombre de acción más que de pensamiento, encauzaba<strong>el</strong> raud<strong>al</strong> de sus frases buscando siempre la claridad y la precisión en losconceptos.A nombre d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> contestó <strong>el</strong> diputado José María Aguirre,externando conceptos que nadie podía prever que pocos días después,estarían en oposición abierta con los más violentos ataques que <strong>el</strong> mismofuncionario enderezaría contra <strong>el</strong> presidente de la República. En aqu<strong>el</strong>día de mayo de 1861, sin brillantez literaria y con cierta cortesanía<strong>el</strong>ogió la obra d<strong>el</strong> presidente J uárez. Declaraba que <strong>el</strong> inicio solemnede las sesiones d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, sería recordado como uno de los más memorablesde la historia nacion<strong>al</strong>. Acusaba a los hombres que habíansido responsables d<strong>el</strong> golpe de Estado contra la Constitución d<strong>el</strong> 57, Yen cambio <strong>el</strong>ogiaba <strong>al</strong> ciudadano que había dado las Leyes de Reforma,que contenían principios más avanzados que <strong>el</strong> propio código supremode la República.Siempre en tono enfático, Aguirre agregó que ante <strong>el</strong> estado dedesquiciamiento d<strong>el</strong> momento, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, respetando la Constitución,lucharía por dar «estabilidad a los principios conquistados». Ahorabien, la existencia misma d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> era ya una «garantía de ordenleg<strong>al</strong>». Pueblo y gobierno sometían su vida a los principios de la leyfundament<strong>al</strong> d<strong>el</strong> país. El más <strong>al</strong>to cuerpo legislativo de la nación encontrabaen la obra d<strong>el</strong> Ejecutivo constancia y patriotismo; veía en <strong>el</strong>primer magistrado de la República un ciudadano que había difundidocon «brillo la bandera de la democracia» y un funcionario capaz deconsolidar la paz.A partir d<strong>el</strong> momento en que existía un <strong>Congreso</strong>, era de suponerseque cesaban las atribuciones dictatori<strong>al</strong>es, que <strong>Juárez</strong> había asumidodurante la Guerra de Tres Años y los primeros meses de 1861. Perounos cuantos días bastaron para comprender que aun con la mejorbuena voluntad d<strong>el</strong> mundo, no era posible vivir dentro d<strong>el</strong> orden constitucion<strong>al</strong>.La crisis financiera no tenía solución inmediata. Se retrasaban lospagos de la deuda extranjera y <strong>el</strong> gobierno tenía dificultades hasta paracubrir los gastos más indispensables de la administración. Como si estoLIX


no bastase, <strong>el</strong> bandolerismo y las guerrillas cons<strong>el</strong>Vadoras se manteníanen continua actividad y aun amenazaban la capit<strong>al</strong> de la República.El presidente J uárez se vio en la necesidad inmediata de solicitarfacultades extraordinarias. Por lo pronto logró que se le autorizase paraobtener un préstamo de un millón de pesos.E! procedimiento a que se recurrió para obtener dinero da ideade la intensidad de la penuria financiera. Demos la p<strong>al</strong>abra aJustoSierra.El nUlllstro (de Hacienda) Castaños no se anduvo por las ramas. El<strong>Congreso</strong> lo había autorizado para proporcionarse un millón de pesos, ¿porqué medios? Al Ejecutivo tocaba excogitarlos y <strong>el</strong> préstamo forzoso latía enesa autorización. Así fue: se asignaron <strong>al</strong> Estado de J<strong>al</strong>isco 250,000 pesos ylos 750,000 restantes <strong>al</strong> Distrito Feder<strong>al</strong>, sobre todo, es decir, a la ciudadde México. En seis quincenas deberían estar cubiertas las cuotas; publicóse l<strong>al</strong>ista de los causantes con las conminaciones correspondientes y la promesade otorgarles escrituras sobre bienes nacion<strong>al</strong>izados a deudores d<strong>el</strong> erario. Enesa lista figuraban casi todos los próceres de la burguesía conservadora concuotas próximas a cincuenta mil pesos o de treinta o veintiuno o doce. AhíSe leían los nombres de Mier y Terán, Iturbe, Pérez Gálvez, EscaÍldón,Pacheco; luego los de Goríbar, Buch, Rojas, Echeverría, Portilla, GutiérrezEstrada (familia yucateea, íntimamente enlazada con <strong>el</strong> padre de la intervenciónmonarquista y recientemente radicada en México), Rul, RincónG<strong>al</strong>lardo, Bringas, Moneada, Rubio, etc. Entre estas ciento treinta o cuarentavíctimas, no figuraban otros extranjeros que unos cuantos españoles;<strong>al</strong>gunos liber<strong>al</strong>es d<strong>el</strong> partido moderado y dos o cuatro adjudicatarios figurabantambién en <strong>el</strong>las. Imaginarse la polvareda de protestas, de súplicas, deamenazas, de prome'sas que levantó aqu<strong>el</strong>la medida sería vano ahora; se ne..cesitaría revivir aqu<strong>el</strong>la atmósfera de miserias, de encono, de rapiñas y deindiferencia absoluta de las clases acomodadas por <strong>el</strong> bien procomun<strong>al</strong>, paratener una pálida idea de la ira lívida que produjo en nuestra seudoaristocraciaaqu<strong>el</strong> atentado. ¿ Pero, se recogió <strong>el</strong> dinero? Algo; entendemos queno llegó a la mitad lo recaudado. Así era siempre; las medidas extremasaquí se estr<strong>el</strong>laban, por fortuna quizás, en <strong>el</strong> compadrazgo, en la camaradería,en los lloros de la señora, en las deprecaciones d<strong>el</strong> enemigo implacable que enaqu<strong>el</strong>los momentos forraba la zarpa con guantes de terciop<strong>el</strong>o, en las recomendacionesde los mismos autores de las medidas draconianas. uMedidas corno éstas hicieron pensar a no pocos europeos, que nohabía una diferencia radic<strong>al</strong> <strong>entre</strong> un atraco corno <strong>el</strong> de Márquez, paradisponer de los fondos de la legación británica y las medidas d<strong>el</strong> gobiernoconstitucion<strong>al</strong> para arbitrarse recursos.La cuestión de las facultades extraordinarias constituy6 desde <strong>el</strong>primer momento, un motivo de tensión 'pennanente <strong>entre</strong> <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>y <strong>el</strong> presidente de la República.Después de una serie de discusiones que habían tenido lugar sobre12 ]uárez, su obra ysu tiempo. Ob. cit.,pp. 261-262.LX


la posibilidad de suprimir <strong>al</strong>gtmas garantías constitucion<strong>al</strong>es, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>continuó tratando <strong>el</strong> mismo asunto <strong>el</strong> 29 de mayo. En esta sesión<strong>el</strong> diputado José María Aguirre declaró que de acuerdo con la Constitución,sólo podían suspenderse las garantías individu<strong>al</strong>es, en casos gravesde perturbación de la paz pública. Negó que t<strong>al</strong> fuera la situaciónd<strong>el</strong> momento. En seguida procedió a formular un ataque directo contra<strong>el</strong> primer magistrado de la nación.18 <strong>Juárez</strong> ')1 <strong>el</strong> COftogreso. Ob. cit., p. 319.El presidente no merece <strong>el</strong> voto de confianza que quiere dárs<strong>el</strong>e; que <strong>el</strong>mismo jefe de su gabinete le ha tachado de f<strong>al</strong>ta de iniciativa y que aun sinesto bastaría recordar que <strong>el</strong> actu<strong>al</strong> encargado d<strong>el</strong> Ejecutivo olvidó <strong>el</strong> decoronacion<strong>al</strong> hasta <strong>el</strong> punto de ponerlo a los pies de los norteamericanos por mediod<strong>el</strong> Tratado Mac Lane, en que se permitía la introducción de tropas extranjeras<strong>al</strong> territorio nacion<strong>al</strong> y se autorizaba <strong>al</strong> gobierno de Washington para <strong>el</strong>arreglo de los aranc<strong>el</strong>es mexicanos. lBManu<strong>el</strong> Ruiz protestó con energía, contra las inculpaciones hechas<strong>al</strong> presidente <strong>Juárez</strong> y se propuso refutar con base document<strong>al</strong> los argumentosde Aguirre.Dos días más tarde, se continuó la sesión para discutir sobre <strong>el</strong>mismo tema. Pidió Aguirre que la Secretaría de R<strong>el</strong>aciones enviasecopia íntegra d<strong>el</strong> tratado, así como la documentación necesaria quesirviese para complementar la visión d<strong>el</strong> asunto.No fue necesario esperar, <strong>el</strong> ministro de Gobernación, Manu<strong>el</strong>Ruiz, traía copia d<strong>el</strong> tratado y documentación anexa, proporcionadapor la Secretaría de R<strong>el</strong>aciones Exteriores. Declaró que J uárez habí<strong>al</strong>legado a Veracruz, cuando las condiciones no eran favorables para lacausa reformista.El Tratado Mac Lane se inició en días de adversidad extrema para lacausa liber<strong>al</strong> y, con todo, <strong>el</strong> gobierno no accedió a las exigencias de los EstadosUnidos, sino dentro de los límites de lo justo y de lo equitativo. El gobiernoconstitucion<strong>al</strong> llegó a Veracruz en estado de verdadera derrota y, en t<strong>al</strong>escircunstancias, se le hicieron por conducto d<strong>el</strong> gobernador de aqu<strong>el</strong> Estado ypor <strong>al</strong>gunQs patriotas que creían que todo era lícito para s<strong>al</strong>var los principiosliber<strong>al</strong>es, se le hicieron, digo, grandes ofrecimientos de dinero y tropas, acondición de pagar <strong>el</strong> uno con terrenos b<strong>al</strong>díos, y de que las otras vendríana combatir bajo nuestra bandera. El gobierno, que creyó que a los mexicanos ysólo a los mexicanos tocaba reconquistar su usurpada libertad, desechó esasseductoras ofertas contra <strong>el</strong> voto de muchos miembros culminantes d<strong>el</strong> partidoliber<strong>al</strong>. El gobierno, señor, y los ministros que t<strong>al</strong> hicieron, tienen derechohoy, que se les hace <strong>el</strong> cargo de haber prostituido <strong>el</strong> honor nacion<strong>al</strong>, derechazarlo con toda la indignación que debe inspirarle la memoria d<strong>el</strong> propósitoen que estuvieron siempre de sucumbir bajo ,las ruinas de Veracruz, antesque llegar a t<strong>al</strong> extremo. Insistiendo en SUS pretensiones <strong>el</strong> gobierno de losLXI


Estados Unidos, <strong>el</strong> de México accedió a la c<strong>el</strong>ebración de un tratado queno puede ser motivo de rubor para la República. El Senado norteamericano serehus6 (a) aprobar <strong>el</strong> convenio, cab<strong>al</strong>mente porque no llenaba las exigenciasde aqu<strong>el</strong>la nación; posteriormente se renovaron las pretensiones queriendoresucitar <strong>el</strong> tratado y <strong>el</strong> pre'sidente constitucion<strong>al</strong>, desoyendo a su gabinete, seopuso a secundar las pláticas. Este hecho se olvidó completamente por sus detractores,cuando para <strong>al</strong>gunos miembros d<strong>el</strong> partido liber<strong>al</strong> ha se"rvido comotítulo de gloria la idea de traer tropas auxiliares de los Estados Unidos,14.H Ob. cit., p. 321.Veracruz no s6lo había sido víctima de la presión norteamericana,sino también de la española y la francesa.Este gobierno, desconocido y c<strong>al</strong>umniado, ha tenido la energía de nodoblegarse ante los amagos de la escuadra francesa que pretendió estableceruna oprobiosa intervención en nuestras aduanas. El gobierno constitucion<strong>al</strong>,Jin más armas que su patriotismo y resu<strong>el</strong>to a sucumbir, se mantuvo en unaactitud digna ante las baterías francesas. La misma actitud guardó ant<strong>el</strong>a escuadra española que pretendió interrumpir <strong>el</strong> juicio r<strong>el</strong>ativo a la barcaMaría Concepción. No obstante que la marina española pretendi6 atacar <strong>al</strong>a plaza de Veracruz, de acuerdo con la reacci6n, <strong>el</strong> gobierno contestó a susamagos que rep<strong>el</strong>ería la fuerza con la fuerza; se hizo una intimación para<strong>entre</strong>gar dentro de 24 horas la barca en disputa y, por toda respuesta, losjefes de la guarnici6n, <strong>al</strong>gunos de los cu<strong>al</strong>es se sientan en esta asamblea,fueron a tomar sus puestos, en las mur<strong>al</strong>las, y los magistrados continuaron<strong>el</strong> juicio comenzado. Para quien ha sido testigo de esta entereza heroica, esprofundamente .sensible una imputación como la que ha oído <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>.En <strong>el</strong> presidente constitucion<strong>al</strong> y en sus ministros, durante <strong>el</strong> periodo de laguerra civil, habrá habido errores, pero no f<strong>al</strong>ta de dignidad ni de patriotismo.1515 Ibid., p. 322.Con mayor extensión, en artículo publicado <strong>el</strong> 5 de junio de 1861,Francisco Zarco confirmó y amplió <strong>al</strong>gunos de los puntos de vista expresadospor Manu<strong>el</strong> Ruiz.LXIIEl país entero recuerda, sin duda, las aflictivas circunstancias que rodearon<strong>al</strong> gobierno constitucion<strong>al</strong> en los primeros días de llU permanencia enVeracruz, cuando <strong>el</strong> des<strong>al</strong>iento reinaba en los puntos sometidos a la reacción,donde en verdad, los liber<strong>al</strong>es no abundaban tanto como hoy. Era congojos<strong>al</strong>a situación interior de la República, era desesperada su situación exteriordespués de haber sido reconocido <strong>el</strong> simulacro de poder que creó la faccióntacubayista, como gobierno legítimo d<strong>el</strong> país, gracias a las intrigas y a losintereses de un diplomático europeo de inolvidable memoria. Entonces sevio, como una esperanza, como una ventaja, que <strong>el</strong> gobierno constitucion<strong>al</strong>lograra <strong>el</strong> ser reconocido por los Estados Unidos de América, prometiéndose<strong>el</strong> partido liber<strong>al</strong> que <strong>el</strong> ascendiente mor<strong>al</strong> de la vecina República, su interés


mercantil y aun su apoyo físico fueran auxiliares de la causa nacion<strong>al</strong> yapresuraran <strong>el</strong> triunfo de los buenos principios.De esta aspiración que llegó a ser gener<strong>al</strong> en los liber<strong>al</strong>es más patriotase ilustrados, hubo uno que no participó de <strong>el</strong>la, que se negó abiertamente <strong>al</strong>lamar en su auxilio tropas extranjeras, ya fuesen d<strong>el</strong> ejército regular de losEstados Unidos, ya voluntarios que <strong>al</strong> pisar <strong>el</strong> territorio mexicano renunciasena su nacion<strong>al</strong>idad y recibieran, terminada la campaña, terrenos b<strong>al</strong>díosen qué establecerse en recompensa de los servicios que prestaran a su patriaadoptiva. El hombre que creía que este arbitrio era contrario <strong>al</strong> decoronacion<strong>al</strong>; <strong>el</strong> hombre que previó p<strong>el</strong>igros para la independencia en este recursoextremo, <strong>el</strong> que no desesperó d<strong>el</strong> pueblo mexicano, creyendo que 0010y sin extraño auxilio, había de reconquistar su libertad y sus instituciones,fue <strong>el</strong> presidente de la República, y gracias a su resistencia tenaz y obstinadaentonces, fracasó la idea de todo tratado de gobierno a gobierno y de todocontrato con particulares que tuviera por objeto la venida a la Repúblicade fuerzas extranjeras que s~guieran las banderas constitucion<strong>al</strong>es. D<strong>el</strong> mismomodo combatió toda idea de empréstitos si, para contratarlos, había cu<strong>al</strong>quieraestipulación que acarrease grandes compromisos internacion<strong>al</strong>es.Lo que acabamos de asentar e'stá probado' por hechos notorios y es deuna verdad auténtica e incontrovertible. El señor <strong>Juárez</strong> mereció entoncesde muchos de sus amigos la c<strong>al</strong>ificación de obstinado y pertinaz, que serepitió más tarde cuando, con <strong>el</strong> mismo tesón, se negó a aceptar la conciliaciónde los reaccionarios y la mediación con las potencias extranjeras en <strong>el</strong>arreglo de nuestras cuestiones interiores. Dos ideas capit<strong>al</strong>es inspiraban <strong>el</strong> ánimod<strong>el</strong> señor presidente, un c<strong>el</strong>o escrupuloso por la independencia, por lanacion<strong>al</strong>idad de su país y por la integridad de su territorio y una confianzailimitada en <strong>el</strong> triunfo de la opinión pública y en que <strong>el</strong> pueblo por sí solo,había de recobrar sus derechos, sin la mengua d<strong>el</strong> auxilio extranjero.Decimos que casi solo <strong>el</strong> presidente rechazaba las ideas que entoncesabrigaban muchos liber<strong>al</strong>es y ·<strong>al</strong> hablar así, damos lo suyo a cada uno. Muchosjefes militares declaraban que era indispensable <strong>el</strong> enganche de voluntariosextranjeros; otros querían que no sólo vinieran tropas sino ofici<strong>al</strong>es; <strong>el</strong>señor Lerdo de Tejada y <strong>el</strong> gobernador Zamora participaban de estas ideas,que lo decimos sin embozo, pues no tememos la responsabilidad de nuestrasopiniones, eran las nuestras en aqu<strong>el</strong>las aciagas circunstancias. En vano sehacían insistencias <strong>al</strong> presidente, en vano se proponían las más estudiadasprecauciones para no comprometer ni la independencia ni la dignidad d<strong>el</strong>a República, en vano se combinaba la idea con otros proyectos, enlazándolacon la necesidad de la colonización, de hacer efectiva la libertad decultos, de mantener después d<strong>el</strong> triunfo un <strong>el</strong>emento de fuerza materi<strong>al</strong>que completara la pacificación d<strong>el</strong> país. El señor <strong>Juárez</strong> rechazó todasestas ideas, tuvo desavenencias hasta con muchos de sus amigos íntimos; ensu correspondencia contrarió sierppre <strong>el</strong> proyecto y, perseverando en la lucha,los acontecimientos le han dado la razón y, gracias a él, la Repúblicavenci6 a sus opresores, sin más auxilio que sus propios recursos y <strong>el</strong> deno-LXIII


dado esfuerzo de sus hijos. Existen multitud de cartas d<strong>el</strong> señor <strong>Juárez</strong>que comprueban nuestros asertos. 16No es deshonroso para Francisco Zarco, <strong>el</strong> haber tenido <strong>el</strong> v<strong>al</strong>orcívico de confesar cuál había sido su debilidad y la de <strong>al</strong>gunos de loshombres de su tiempo, en contraste con la entereza, la fe y la perseveranciade <strong>Juárez</strong>.Hemos escuchado la voz de los contemporáneos. Juzguemos ahoradesde la perspectiva de nuestro tiempo, pero tratando de comprenderlas necesidades de la época. Conviene hacer una declaración previa. Seolvidan gener<strong>al</strong>mente las cuestiones capit<strong>al</strong>es, los antecedentes d<strong>el</strong> problema.El Tratado Mac Lane-Ocampo no puede ser explicado comoun suceso aislado de la diplomacia mexicana. ¿Cómo hablar de él sinhacer referencia <strong>al</strong> Tratado de La Mesilla? ¿Cómo abordar <strong>el</strong> asuntode las responsabilidades de <strong>Juárez</strong> y de Ocampo, sin hacer mención d<strong>el</strong>as responsabilidades d<strong>el</strong> presidente Antonio López de Santa Anna, yde su secretario de R<strong>el</strong>aciones Exteriores, Manu<strong>el</strong> Díez de Bonilla?Además no es un problema sólo méxico-norteamericano, sino que tieneperspectivas planetarias. Y si hemos de ser precisos, <strong>el</strong> problema de Tehuantepecno arranca de la época de Santa Anna, sino que sus antecedentesson seculares.El deseo de aprovechar la zona ístmica mexicana, para facilitarde <strong>al</strong>guna manera la travesía de personas y cosas d<strong>el</strong> Atlántico <strong>al</strong> Pacíficoy viceversa, se había ya sugerido desde los tiempos coloni<strong>al</strong>es.Antes de la apertura d<strong>el</strong> Can<strong>al</strong> de Panamá, Tehuantepec habíasido objeto de la codicia de varios países. Los Estados Unidos e Inglaterramostraron un interés particular por la zona ístmica. Existen datossuficientes para probar que antes de <strong>Juárez</strong> y d<strong>el</strong> último gobierno deSanta Anna hubo administraciones liber<strong>al</strong>es y conservadoras mexicanas,que estuvieron dispuestas a conceder concesiones más graves de las quese estuvieron a punto de conceder en virtud d<strong>el</strong> Tratado Mac Lane­Ocampo, y que para fortuna de México no tuvo aplicación práctica.En 1853 los Estados Unidos necesitaban construir un ferrocarrilque comunicara sus puertos d<strong>el</strong> Atlántico con los d<strong>el</strong> Pacífico. Paraabreviar la ruta y hacerla menos costosa, sólo había un medio: cruzar<strong>el</strong> territorio mexicano. Se presionó a Santa Anna en un momento enque aún no estaban determinados correctamente los límites <strong>entre</strong> los dospaíses. Se envió como comisionado para tratar con <strong>el</strong> gobierno mexicanoa James Gadsden. El representante de los Estados Unidos dio aentender que su país deseaba adquirir la Baja C<strong>al</strong>ifornia y parte de losEstados de Sonora, Chihuahua, Coahuila y Tamaulipas. A cambio detodo se daría una indemnización.El ministro de R<strong>el</strong>aciones Exteriores, don Manu<strong>el</strong> Díez de Bonilla,se negó a acceder a las exorbitantes pretensiones d<strong>el</strong> vecino anglosajón.u Ibid., pp. 323.324,.LXIV


Pero no pudo negarse a la <strong>entre</strong>ga d<strong>el</strong> territorio de La Mesilla. Méxicoera un país demasiado débil, para arrostrar las consecuencias de unanueva guerra a que lo hubieran llevado las exigencias norteamericanas.Lo grave no fue s610 la venta de territorio, sino la promesa de qu<strong>el</strong>os Estados Unidos gozarían la posibilidad de transitar por <strong>el</strong> Istmo deTehuantepec. Al firmarse <strong>el</strong> Tratado de La Mesilla, aparte de los preceptosque establecían las condiciones de la cesión territori<strong>al</strong>, una parted<strong>el</strong> artículo VIIi garantizaba un derecho de tránsito a través de territoriomexicano:H Tratado de amistad,límites y arreglodefinitivo <strong>entre</strong> Méxicoy los Estados Uni.dos de América. Firmadoen la ciudad deMéxico. 30 de diciembrede 1853. Mesilla.0-1-2-23. Secretaríade R<strong>el</strong>aciones Exteriores.:18 Tratado de lími.tes <strong>entre</strong> México y losEstados Unidos. 20 deabril de 1936. 0-1-2.16. Secretaria de Re.laciones Exteriores.Los dos gobiernos c<strong>el</strong>ebrarán un arreglo para <strong>el</strong> pronto tránsito de tropasy municiones de los Estados Unidos, que este gobierno tenga ocasión de enviarde una parte de su territorio a la otra, situada en partes opuestas d<strong>el</strong> continente.Habiendo convenido <strong>el</strong> gobierno mexicano en proteger con todo su poderla construcción, conservación y seguridad de la obra, los Estados Unidos de suparte podrán impartirle su protección, siempre que fUere apoyado y arreglado<strong>al</strong> derecho de genteS.:lJConforme <strong>al</strong> derecho internacion<strong>al</strong>, las administraciones que sucedierana la de Santa Anna, no podian negarse <strong>al</strong> cumplimiento de esteartículo. Sólo hasta la época de Franklin D<strong>el</strong>ano Roosev<strong>el</strong>t y de LázaroCárdenas, <strong>el</strong> gobierno americano consintió en suprimir la vigencia deun derecho cuyo cumplimiento pudo haber exigido en cu<strong>al</strong>quier momento.uDurante la Guerra de Reforma, los Estados Unidos y <strong>al</strong>gunos paiseseuropeos trataban de intervenir en los asuntos de México, pero deninguna manera querían hacerlo guiados por impulsos filantrópicos.<strong>Juárez</strong>, aunque reconocido por <strong>el</strong> gobierno estadounidense desde <strong>el</strong> mesde abril de 1859, en re<strong>al</strong>idad no era visto con simpatia por parte deJames Buchanan, presidente de la República vecina. Su gobierno se sentiaademás amenazado por España. Fue entonces cuando <strong>Juárez</strong>, envirtud d<strong>el</strong> Tratado Mac Lane-Ocampo, estuvo a punto de otorgar privilegiosmuy p<strong>el</strong>igrosos para México a beneficio de los Estados Unidos.Concema a perpetuidad <strong>el</strong> derecho de tránsito por <strong>el</strong> Istmo de Tehuantepec.Además, se autorizaba también <strong>el</strong> derecho de via de Guayrnasa Nog<strong>al</strong>es, o por <strong>al</strong>guna otra ruta cercana a la frontera de México conlos Estados Unidos. El gobierno mexicano se comprometia a vigilarpor la seguridad y protección de las personas y bienes norteamericanosque pasasen por las referidas rutas. Pero si nuestro país careciera deposibilidades para garantizar esta protección, los Estados Unidos podíanutilizar la fuerza militar indispensable para lograrlo.En rigor <strong>el</strong> Tratado Mac Lane-Ocampo significaba una amplia-LXV


ción d<strong>el</strong> fragmento d<strong>el</strong> artículo octavo, d<strong>el</strong> Tratado de La Mesilla <strong>al</strong>que hemos hecho ya mención.Es innegable que ningún pueblo fuerte cede lo que México estabadispuesto a ceder, o lo que <strong>Juárez</strong> y Ocampo estaban dispuestos a cederen virtud d<strong>el</strong> Tratado Mac Lane-Ocampo. Mas no debe olvidarseque si en <strong>al</strong>gún tiempo pudo llegar a creerse que aún había puntososcuros en <strong>el</strong> asunto de Mac Lane-Ocampo, podemos tener ya la pretensiónde creer que poseemos una documentación lo suficientementesólida para profundizar en <strong>el</strong> tema. No navegamos actu<strong>al</strong>mente en unmar de conjeturas. Poseemos <strong>el</strong>ementos que nos permiten fundamentarnuestros juicios en terreno firme. Desde los tiempos de Alejandro Villaseñory Villaseñor, Justo Sierra y Francisco Bulnes a nuestro momento,la crítica hist6rica ha hecho progresos notables. Nuestros autores contemporáneosno sobrepasan a la generaci6n d<strong>el</strong> porfirismo en <strong>el</strong>eganciade forma, pero sí la superan en riqueza de informaci6n y rigor crítico.No se pueden reconstruir aquí todas las peripecias d<strong>el</strong> debate <strong>entre</strong>Robert Mac Lane y M<strong>el</strong>chor Ocampo. El lector que quiera profundizarpuede recurrir a los exc<strong>el</strong>entes estudios de Agustín Cué Cánovas; JoséC. V<strong>al</strong>adés y Jorge L. Tamayo."l9Ante las exigencias de Mac Lane como enviado d<strong>el</strong> presidente Buchanan,<strong>Juárez</strong> opuso una tenaz resistencia que motiv6 en varios momentos<strong>el</strong> enojo de los dos funcionarios norteamericanos.El presidente de México tuvo <strong>el</strong> tacto de nombrar <strong>al</strong> secretario deR<strong>el</strong>aciones Exteriores, M<strong>el</strong>chor Ocampo, para enfrentarlo a Mac Lane.Se ha dicho con bastante razón, qué hubiera sido de México si en vez d<strong>el</strong>levar la discusión con Mac Lane <strong>el</strong> ministro M<strong>el</strong>chor Ocampo, la hubierasostenido Migu<strong>el</strong> Lerdo de Tejada, tan dispuesto a la aceptaciónde la intervenci6n norteamericana. Sin duda <strong>al</strong>guna <strong>el</strong> presidente <strong>Juárez</strong>tuvo la noción exacta de la ponderaci6n d<strong>el</strong> hombre que designópara representarlo ante <strong>el</strong> ministro norteamericano.En la larga disputa sostenida <strong>entre</strong> Mac Lane y Ocampo, no hubonunca, de parte d<strong>el</strong> funcionario mexicano, <strong>el</strong> menor momento de flaquezatendiente a conceder a los Estados Unidos la menor extensi6nde territorio nacion<strong>al</strong>. S6lo se autorizaron derechos de tránsito que deninguna manera hubiera podido evadir ni <strong>el</strong> gobierno de <strong>Juárez</strong> ni cu<strong>al</strong>quierotro gobierno, existiendo, como existían, los preceptos <strong>al</strong>usivos aeste asunto en <strong>el</strong> artículo VIII d<strong>el</strong> Tratado de La Mesilla. Pero afortunadamentepara México <strong>el</strong> Senado de los Estados Unidos no acept6 <strong>el</strong>proyecto de Tratado Mac Lane-Ocampo.Es indudable, que de gran utilidad para la verdad hist6rica hubierasido la presencia de Ocampo en <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>. Habría contribuidopara aclarar ciertas dudas y para precisar conceptos. Un mes más tarde,de aqu<strong>el</strong> día en que Aguirre denunciaba <strong>el</strong> Tratado Mac Lane-Ocampo,<strong>el</strong> Reformador caía en las manos de las guerrillas reaccionarias.18 Todo <strong>el</strong> tomo mde Documentos, discursos'Y correspondenciade <strong>Juárez</strong>, estádestinado por Tamayo<strong>al</strong> asunto d<strong>el</strong> TratadoMac Lane-Ocampo.De V<strong>al</strong>adés puedeconsultarse: M<strong>el</strong>chorOcampo, reformadorde México, México,<strong>Cámara</strong> de Diputados,1972, pp. 180 Y sigtes.Agustín Cu~ Cánovaspublicó El TratadoMac Lane-Ocampo.<strong>Juárez</strong> }' los EstadosUnidos. México, 1959,2a. edición.LXVI


Ya hemos dicho que <strong>el</strong> ejército conservador había sido derrotadoen C<strong>al</strong>pul<strong>al</strong>pan, pero <strong>al</strong>gunos gru;>os no disu<strong>el</strong>tos d<strong>el</strong> mismo cruzaban <strong>al</strong>país en todas direcciones. Una gavilla se apoderó de la persona deOcampo. El Reformador estaba condenado a muerte. Se ha discutidomucho sobre quién fue <strong>el</strong> responsable de la ejecución d<strong>el</strong> prócer liber<strong>al</strong>.Félix Zuloaga y Leonardo Márquez se acusaron mutuamente y trataronde evadir su responsabilidad hablando de un m<strong>al</strong> entendimiento, de unaequivocación lamentable. El hecho sangriento, cu<strong>al</strong>quiera que hayasido <strong>el</strong> cerebro inspirador d<strong>el</strong> asesinato, mancha a todos los <strong>al</strong>tos jefesde aqu<strong>el</strong>la guerrilla que lo aprehendió y sacrificó. El cuerpo de Ocampob<strong>al</strong>anceándose en <strong>el</strong> pirul a donde se le colgó como a un crimin<strong>al</strong> despuésd<strong>el</strong> fusilamiento, es un argumento más fuerte que cu<strong>al</strong>quier silogismo.Para Zuloaga y para Márquez, Ocampo era un reo de muerte. Elfusilamiento después de someterlo a juicio era un trámite que no deseabade verdad ninguno de aqu<strong>el</strong>los jefes.Don M<strong>el</strong>chor, poco antes de ser tomado prisionero, había consideradoque su existencia no p<strong>el</strong>igraba. Cuando se estudia la vida d<strong>el</strong>prócer liber<strong>al</strong>, se tiene a veces la impresión, en cierta manera, de quevivió y murió en sueños. Si comprendió toda la importancia que teníansus medidas reformistas, careció en cambio de agudeza, para percibir <strong>el</strong>p<strong>el</strong>igro que sobre él desencadenaba.Ocampo y <strong>Juárez</strong> fueron civiles que tuvieron <strong>el</strong> v<strong>al</strong>or de enfrentarse<strong>al</strong> militarismo. Habían destruido los fueros de una clase privilegiaday los hombres que representaban esa clase no perdonarían <strong>el</strong>atentado. El v<strong>al</strong>or de <strong>Juárez</strong> se puede estimar mejor si se juzga quetuvo siempre la noción exacta d<strong>el</strong> p<strong>el</strong>igro que le rodeaba. Sabía que losmilitares reaccionarios eran tan p<strong>el</strong>igrosos como <strong>al</strong>gunos de los gener<strong>al</strong>esque dentro d<strong>el</strong> grupo liber<strong>al</strong> eran sus adversarios políticos. Ocampo nocaptó la re<strong>al</strong>idad de los hechos con la agudeza de <strong>Juárez</strong>, pero poseíaun v<strong>al</strong>or que no era inferior <strong>al</strong> d<strong>el</strong> presidente de la República. i Cuandotuvo ya la evidencia de su muerte redactó su testamento sin un soloreproche, sin una sola vacilación y sin la menor sombra de miedo!Con la misma entereza supo enfrentarse a los fusiles de sus adversarios<strong>el</strong> 3 de junio de 1861.Al tenerse conocimiento de la muerte de Ocampo, los ánimos seex<strong>al</strong>taron, los odios se intensificaron y un grito de venganza brot6de los labios d<strong>el</strong> partido reformista. Mas <strong>el</strong> supremo magistrado de lanación tenía la firme convicción de que era necesario hacer prev<strong>al</strong>ecersu criterio de justicia y expresó su pensamiento por boca de suministro Ruiz:El pueblo mexicano, olvidado por un momento de su buena índole, hagritado venganza; toca <strong>al</strong> poder judici<strong>al</strong> desannar su justo enojo, castigandoLXVII


ejemplannente a los que turban la tranquilidad; que sea la aplicación inexorablede las leyes <strong>el</strong> correctivo de su ex<strong>al</strong>tación. 20El cuerpo diplomático influenciado por S<strong>al</strong>igny estaba temeroso deque dada la condición de efervescencia, que se había apoderado de lasmultitudes azuzadas por los demagogos, pudieran atentar contra la vidade los presos políticos conservadores, se dirigió a J uárez solicitando para<strong>el</strong>los la protección. Según testimonio d<strong>el</strong> propio ministro francés,<strong>Juárez</strong> afirmó que «estaba resueIto a no ceder ante la violencia y a noapartarse de la leg<strong>al</strong>idad, que tenía la voluntad y los medios para hacerrespetar <strong>el</strong> derecho a la justicia de la humanidad».21 Y no se concretóa formular promesas, sino que unió la acción <strong>al</strong> pensamiento. «Mediahora después -dice <strong>el</strong> mismo S<strong>al</strong>igny-, las guarniciones de la ciudadse habían duplicado y fuertes destacamentos protegían las prisiones dondeestaban los prisioneros políticos».22Muy noble fue en aqu<strong>el</strong> tiempo la conducta asumida por <strong>el</strong> gener<strong>al</strong>Leandro V<strong>al</strong>le, que desafiando las iras de la multitud s<strong>al</strong>vó la vidade los presos políticos. No pudo imaginar que antes de tres semanas,prisionero de sus adversarios, éstos no guardarían con él la misma generosidad.Ante un <strong>Congreso</strong> ex<strong>al</strong>tado que había declarado fuera de la ley <strong>al</strong>os caudillos militares de la reacción y que ofrecía diez mil pesos porla cabeza de cada uno de <strong>el</strong>los, se presentó <strong>el</strong> gener<strong>al</strong> Santos Degolladopara solicitar permiso a fin de ir a combatir a las fuerzas reb<strong>el</strong>des.Los diputados y <strong>el</strong> público lo recibieron con una ovación inmensa. Se leautorizó para partir.La expedición punitiva se prepara tan deficientemente que sólo unhombre como Degollado podía haber tenido <strong>el</strong> v<strong>al</strong>or y la audacia paraacaudillarla. S<strong>al</strong>e de México <strong>el</strong> 7 de junio de 1861. Podría hablarsede una marcha pintoresca si aqu<strong>el</strong>la aventura no hubiera tenido undesenlace trágico. El patetismo de este viacrucis hace dolorosos aunlos det<strong>al</strong>les humorísticos. El jefe y su comitiva se presentan en Toluca.Allí hay refuerzos. j Pero qué refuerzos! Los rifleros de San Luis y loslanceros de la Libertad no tienen pertrechos suficientes. Los demássoldados de don Santos no están mejor dotados; «las b<strong>al</strong>as que hanvenido en las paradas existentes, vienen muy forza.das, y a los tres ocuatro tiros ya no entran, por <strong>el</strong> sarro que se forma dentro d<strong>el</strong> cañón».No hay dinero para pagar <strong>al</strong> ejército ni <strong>el</strong> su<strong>el</strong>do de una semana.Degollado pide <strong>al</strong> ministro de la Guerra armamento y hombres.Armas y municiones serán enviadas por <strong>el</strong> gobierno. ü'Horan será <strong>el</strong>jefe d<strong>el</strong> convoy militar. Debe Degollado tomar las medidas estratégicasindispensables, para lograr que este auxilio llegue a su destino y no seataque a la fuerza encargada de conducirlo.Don Santos no necesitaba sugerencias de nadie para proteger la20 Citado por JustoSierra en juárez, suobra )' su tiempo, pp.261-262.21 Versí6n francesade México. Informesdiplomdticos. 1858­1862. Traducd6n yprologo de Lilia Díaz.México, El Colegio deMéxico, 1964, t. JI, p.245.22 Ob. cit., p. 245.LXVIII


llegada de Q'Horan. El día 15 de junio abandona Toluca, pasa a Lerma,penetra en los llanos de S<strong>al</strong>azar, asciende <strong>al</strong> Monte de las Cruces.Los guerrilleros conservadores ocultos en <strong>el</strong> bosque vigilan sus pasos.El convoy de Q'Horan no aparece. Degollado es sorprendido. Se escuchanlos primeros disparos. El gener<strong>al</strong> en jefe no se desconcierta, nopierde la sangre fría y muestra <strong>el</strong> v<strong>al</strong>or singular que lo caracterizó siempre.Alienta a los soldados <strong>al</strong> combate pero las municiones se van agotandoy <strong>el</strong> enemigo cada vez se acerca más. Las bayonetas suplen laf<strong>al</strong>ta de parque. Mas la derrota es completa. Degollado pistola en manodesciende a cab<strong>al</strong>lo una eminencia. Una b<strong>al</strong>a que le ha herido en lacabeza y una lanzada en <strong>el</strong> cu<strong>el</strong>lo acaban con aqu<strong>el</strong>la noble vida.La agonía mor<strong>al</strong> d<strong>el</strong> caudillo había terminado. «Este hombre <strong>al</strong> morir,<strong>al</strong> morir su trágica muerte de redentor, debió haber sentido la claridadde una <strong>al</strong>borada de dicha en tomo de su ensangrentada frente. Es lahistoria militar de Degollado como la victoria de Samotracia: sin cabeza,pero con <strong>al</strong>as».Con la destrucción de Santos Degollado <strong>el</strong> conservadurismo asestabasu segundo gran golpe <strong>al</strong> gobierno liber<strong>al</strong> y todo esto en <strong>el</strong> curso de laprimera mitad d<strong>el</strong> mismo mes.El 15 de junio, <strong>el</strong> mismo día de la muerte de don Santos Degollado,se presentó <strong>Juárez</strong> en <strong>el</strong> recinto d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> para protestar solemnementecomo presidente constitucion<strong>al</strong>. Declaró que sólo las circunstanciaslo habían llevado a esc<strong>al</strong>ar <strong>el</strong> puesto más <strong>al</strong>to de la República.Agregaba que no ambicionaba <strong>el</strong> cargo, pero que no había rehusadouna <strong>al</strong>ta responsabilidad. La lucha no estaba concluida y no había porqué forjarse demasiadas ilusiones respecto de los medios de que se disponíapara restablecer <strong>el</strong> orden.28 ]U4TU 'Y sI Con­Veso, p. 172.No ~e me oculta que la situación actu<strong>al</strong> es complicada, difícil y t<strong>al</strong> vezp<strong>el</strong>igrosa. Sé muy bien que hay necesidad de seguir luchando con inconvenientesde todo género; sé que los medios de acción con que cuenta <strong>el</strong> poderpúblico, están embotados unos, degenerados otros, y casi desquiciadas en todassus partes la máquina soci<strong>al</strong>; sé que la fe y la confianza, bases indispensablesde todo gobierno, están r<strong>el</strong>ajadas, y que para restablecerlas se necesita une~fuerzo vigoroso y supremo. Pero mi conciencia me dice que debo luchar contodas las dificultades, porque t<strong>al</strong> es la obligación que <strong>el</strong> voto popular ha queridoimponenne; porque <strong>el</strong> patriotismo no debe medir <strong>el</strong> tamaño de los sacrificio~,sino afrontarlos con resignación, y porque ante la s<strong>al</strong>ud de la República<strong>el</strong> hombre no debe pensar en sí mismo ni tener en cuenta sus conveniencias.!SEl presidente agregó que su aspiración era hacer respetar las leyesy <strong>el</strong> principio de autoridad. Afirmaba que la Constitución d<strong>el</strong> 57 era laexpresión de la voluntad nacion<strong>al</strong> y consideraba que en virtud de lasLeyes de Reforma, México iba a la vanguardia de las naciones civilizadas.LXIX


Hablando de cuestiones internacion<strong>al</strong>es si bien no mostró un panoramamuy optimista, tampoco le parecía patético. Había que limarasperezas y cumplir compromisos. El gobierno, sin embargo, estaba dispuestoa buscar la comprensión con los países extranjeros y tenía feen que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> ayudaría <strong>al</strong> Ejecutivo para llevar a cabo ~a obra debuena voluntad.No ocultó <strong>el</strong> estado anárquico que seguía predominando en <strong>el</strong> país.Para· doblegar resistencias se recurriría a la fuerza annada siempresubordinada a los preceptos leg<strong>al</strong>es.Al referirse a la hacienda pública dijo que ésta sufría las consecuenciasde siete años de guerra civil. Pudo haber dicho sin temor aequivocarse que <strong>el</strong> país había sufrido cuatro décadas de contiendas civilesy lógicamente, había tenido también cuatro décadas de bancarrotahacendaria permanente. Desde los tiempos de la insurrección de Hid<strong>al</strong>go,México no había gozado de un solo año de paz.A! contestar <strong>al</strong> presidente de la República, <strong>el</strong> diputado Gabino F.Bustamante afirmó que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> tenía fe en <strong>el</strong> primer magistradode la República y estaba segúro de que no traicionaría la ley fundament<strong>al</strong>con un golpe de Estado. La confianza que en él se depositabahacía recordar por contraste, acontecimientos no muy lejanos. Aún estabamuy viva en la conciencia de los hombres de la época la defecciónde Comonfort.El presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, interpretando o tratando de interpretar<strong>el</strong> sentimiento popular, declaraba que la «nación quería paz y justicia».Para obtener lo primero era necesario aún hacer la guerra conenergía. Prometía <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> su apoyo <strong>al</strong> presidente de la República,a fin de devolver la paz a la sociedad mexicana, para cimentar sobrebases sólidas la hacienda pública y para lograr las mejores' <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong>con <strong>el</strong> mundo extranjero.LXX


EL MOMENTO ALGIDO DE LA CRISISEstá todavía por escribine la interpretaciónmilagrosa de la historia de México;la más penetrante, quizá, de cuantas puedanintentarse, porque verdaderamentenunca un pueblo se ha s<strong>al</strong>ido tantas veceScon la vida, tan a contrap<strong>el</strong>o de todos losdictados de la humana sabiduría política.Pero ¿no será esa, precisamente, la másfecunda lección que tenemos para ofrecer<strong>al</strong> mundo?EnMtJNOO ü'GORMANUna semana después de haber hecho su protesta como presidentede la República Benito <strong>Juárez</strong>, tuvo lugar <strong>el</strong> fusilamiento d<strong>el</strong> gener<strong>al</strong>Leandro V<strong>al</strong>le que había caído prisionero en manos de las gavillas deMárquez.El acontecimiento luctuoso ex<strong>al</strong>tó más los ánimos. Se tomaba encuenta, sobre todo, que si <strong>el</strong> prócer liber<strong>al</strong> había sido generoso con losconservadores, éstos pagaban la generosidad con <strong>el</strong> asesinato.Volvió de nuevo <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> a d<strong>el</strong>iberar para discutir aqu<strong>el</strong>losacontecimientos. Ello. de julio se habló de la necesidad de una ley deamnistía. No f<strong>al</strong>tó quien sostuvo que si los guerrilleros reaccionarios semantenían como fieras en acecho, era debido a que <strong>el</strong> gobierno les habíanegado <strong>el</strong> perdón <strong>al</strong> día siguiente de la victoria d<strong>el</strong> ejército reformista.Debía otorgarse la amnistía a los fragmentos d<strong>el</strong> ejército de lareacción vencida. Contra t<strong>al</strong> punto de vista se reb<strong>el</strong>ó <strong>el</strong> diputado IgnacioManu<strong>el</strong> Altamirano, diciendo: «Nosotros debemos tener un principioen lugar de corazón. Yo tengo muchos conocidos reaccionarios,con <strong>al</strong>gunos he cultivado en otro tiempo <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> amistosas; pero protestoque <strong>el</strong> día en que cayeran en mis manos les haría cortar la cabeza,porque antes que la amistad está la patria; antes que <strong>el</strong> sentimientoestá la idea; antes que la compasión está la justicia... La amnistíaes <strong>el</strong> arco triunf<strong>al</strong> de Comonfort. Si <strong>al</strong>gún día voto por <strong>el</strong>la, quieroLXXI


que se me arroje de este s<strong>al</strong>ón, y estoy seguro que don Juan Alvare2me esperará d<strong>el</strong> otro lado d<strong>el</strong> Mexc<strong>al</strong>a para ahorcarme».En medio de la tempestad se distinguía, sin embargo, <strong>el</strong> mástil dfla autoridad de J uárez. Equilibrado y sereno, <strong>el</strong> representante supremode la nación hacía esfuerzos inauditos para restaurar la c<strong>al</strong>ma.Como siempre <strong>el</strong> problema fundament<strong>al</strong> era económico más quepolítico. Si había dinero podría formarse un ejército para exterminara las guerrillas reaccionarias, se lograría organizar la hacienda pública,se cubrirían los gastos d<strong>el</strong> Estado y la restauración de la paz vendríapor añadidura.Pero la solución de los problemas financieros se volvía cada vezmás difícil para <strong>el</strong> gobierno de <strong>Juárez</strong>. Uno de los asuntos más gravesera la liquidación de la deuda pública. Urgía tomar una determinaciónradic<strong>al</strong>, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> en este aspecto estaba de acuerdo con <strong>el</strong> Ejecutivo,vino así fin<strong>al</strong>mente la ley d<strong>el</strong> 17 de julio que suspendía por <strong>el</strong>ténnino de dos años <strong>el</strong> pago de la deuda nacion<strong>al</strong>. Fue sin duda <strong>al</strong>gunaun acto de suprema energía, <strong>el</strong> último eslabón de una cadena de vicisitudesfinancieras. Don José María Iglesias para justificar la detenninación,diría más tarde que primero era vivir que pagar.El temor de producir la ira de los ministros extranjeros había idoaplazando la detenninación. Desde los días d<strong>el</strong> ministerio de León Guzmánse pensó seriamente en la necesidad de promulgar la ley de suspensiónde pagos. Entre <strong>el</strong> 18 de junio y <strong>el</strong> 12 de julio, <strong>el</strong> presidente<strong>Juárez</strong> estuvo sin secretario de R<strong>el</strong>aciones Exteriores. El 13 de julio sehizo cargo d<strong>el</strong> puesto don José María de Zamacona, hombre int<strong>el</strong>igente,dúctil, de gran t<strong>al</strong>ento diplomático.Se había dado un paso decisivo y de momento no se pensaba daruna marcha atrás. La disposición produjo un gran impacto en <strong>el</strong> cuerpodiplomático, princip<strong>al</strong>mente en los representantes de las potencias europeas.El conde Dubois de S<strong>al</strong>igny y sir Charles Wyke establecieronun plazo perentorio: si no se derogaba la disposición d<strong>el</strong> 17 de julioantes d<strong>el</strong> 25 d<strong>el</strong> mismo mes, suspenderían las <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> diplomáticascon México. El gobierno de <strong>Juárez</strong> permaneció inflexible. Cortadas las<strong>r<strong>el</strong>aciones</strong>, los dos ministros dejaron en manos de Enrique Wagner,representante de Prusia, <strong>el</strong> cuidado de asuntos civiles de ingleses yfranceses radicados en México.Uno de los reproches más enérgicos que se hacían a las autoridadesmexicanas, era <strong>el</strong> haber dado una determinación tan drástica, sin haberconsultado previamente con los representantes diplomáticos de los paísesafectados por la ley de suspensión de pagos. El gobierno había meditadopreviamente la medida que se proponía dar y sabía de antemanoque ministros como Wyke y S<strong>al</strong>igny de ninguna manera la habríanaceptado. Quizás <strong>el</strong> punto de mayor resistencia habría estado de parteLXXII


d<strong>el</strong> representante de Francia, que ante sus colegas, ejercía una influencianefasta. Sus informes no sólo a Francia, sino a funcionarios extranjeroscomo <strong>el</strong> marisc<strong>al</strong> Francisco Serrano, capitán gener<strong>al</strong> de Cuba,crearon grandes enemistades a México e intensificaron <strong>el</strong> odio contra <strong>el</strong>gobierno de <strong>Juárez</strong>.La carta d<strong>el</strong> 27 de julio enviada por S<strong>al</strong>igny <strong>al</strong> ministro de AsuntosExtranjeros de Francia, se encontró con un terreno de antemanopreparado por comunicaciones anteriores. Declaraba <strong>el</strong> conde, que todose podía esperar de un m<strong>al</strong> gobierno como <strong>el</strong> de México. Infonnabaque <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> mexicano había votado en sesión secreta, por unamayoría abrumadora de 112 votos contra 4, una ley, que <strong>entre</strong> otrascosas suspendía durante dos años <strong>el</strong> pago de la deuda de México, contraídacon lo~ países extranjeros. Le parecía que t<strong>al</strong> acto equiv<strong>al</strong>ía aun verdadero suicidio.El ministro se decidía en favor de la violencia y aconsejaba quese ocuparan los puertos de Tampico y Veracruz. Consideraba que <strong>el</strong>gobierno, dado su «desprestigio y la indignación univers<strong>al</strong>» que producía,posiblemente caería antes de la llegada de las fuerzas invasoras.Pero de no ser así, estaba seguro de que no opondría ninguna resistencia.S<strong>al</strong>igny sugería también la ocupación de los puertos d<strong>el</strong> Pacífico,«de los cu<strong>al</strong>es <strong>el</strong> gobierno no tiene ningún ingreso, y cuyas aduanasserían muy productivas si estuviesen en nuestras manos».El representante de Francia consideraba inútil toda discusión conlas autoridades mexicanas, de no ser contando con un apoyo armado.Tenía por otra parte, conocimiento de que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> mexicano clausuraríasus sesiones <strong>el</strong> 31 de julio y las deseaba reanudar <strong>el</strong> 16 de septiembrede 1861. Tanto era <strong>el</strong> escepticismo d<strong>el</strong> ministro que llegaba aconsiderar que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> no volvería a reunirse nunca.Menos profuso en sus notas que S<strong>al</strong>igny, sir Charles Wyke, despuésde poner en conocimiento d<strong>el</strong> Foreign Office, que <strong>el</strong> gobierno mexicanohabía dado una ley de suspensión de pagos, aconseja medidas derigor que lo obliguen a cubrir sus compromisos.Desde su llegada a México, Mr. Wyke tenía la convicción de que<strong>el</strong> país contaba con recursos suficientes para cubrir sus deudas; y eneste sentido mandó varios infonnes a su gobierno.. . .Animado por un odio ciego hacia <strong>el</strong> partido de la Iglesia, <strong>el</strong> actu<strong>al</strong> gobiernosólo ha pensado en destruir y m<strong>al</strong>gastar la inmensa propiedad que pertenecíaanteriormente <strong>al</strong> clero, sin haber utilizado la riqueza que se encuentraa su disposición para liquidar las muchas deudas que <strong>al</strong> presente le' aquejan yperjudican sus recursos.La propiedad de la Iglesia se ha estimado glob<strong>al</strong>mente en un v<strong>al</strong>or des<strong>el</strong>enta a ochenta millones de dólares [?] españoles, <strong>el</strong> tot<strong>al</strong> d<strong>el</strong> cu<strong>al</strong> parece queha lido dilapidado sin que <strong>el</strong> gobierno haya hecho nada por oponerse. UnaLXXIII


cantidad considerable, sin duda, ha sido gastada en reembolsar anticipos conintereses exorbitantes (cantidad dada <strong>al</strong> partido liber<strong>al</strong>, cuando se encontrab<strong>al</strong>uchando por <strong>el</strong> poder). Pero, no obstante debería aún de haber quedado suficientedinero <strong>al</strong> gobierno después de haber pagado a sus acreedores, paraquedar en una mejor posici6n pecuniaria que cu<strong>al</strong>quiera de los anterioresgobiernos...1...Por lo visto, hasta ahora, no tenemos ninguna oportunidad de obtenerjusticia de ninguna de las partes contendientes mientras sigamos limitándonosa acceder, en lugar de emplear la fuerza.Bajo t<strong>al</strong>es circunstancias, me parece que s610 tenemos dos <strong>al</strong>ternativas,o sea: retirar tot<strong>al</strong>mente la misión de un país en donde su dignidad se encuentracomprometida y, en consecuencia, ha negado a ser inútil; o bien, dartodo <strong>el</strong> apoyo a la misma para que utilice su influencia y consiga que cumplanCOn nuestras justas demandas y obtenga la indemnizaci6n sobre daños y perjuicioscometidos contra los súbditos británicos, misma a la que tienen derecho. 21 Gloria Graj<strong>al</strong>es,M¡xieo 'Y la Gran Bretaña." Ob. cit., p.65.2 Ibid., p. 73.De acuerdo con estas convicciones, no debe sorprender que de lamisma manera que su colega francés recomendase una acción violentacontra <strong>el</strong> gobierno de <strong>Juárez</strong>.. . .En tanto que la presente administración, deshonesta e incapaz continúeen <strong>el</strong> poder, las cosas irán de m<strong>al</strong> en peor, pero con un gobierno formado porhombres respetables, si es que pudieran h<strong>al</strong>larse, los recursos d<strong>el</strong> país son tangrandes que podrían cubrir sus compromisos y aumentar tres veces la cantidadde exportación, no solamente de los met<strong>al</strong>es preciosos, sino de aqu<strong>el</strong>los productospor los cu<strong>al</strong>es <strong>el</strong>los reciben, a ~bio, productos británicos manufacturados.México da 2/3 partes de la plata ahora en circulación, y podría seruno de los países más ricos y prósperos d<strong>el</strong> mundo, de <strong>al</strong>lí <strong>el</strong> interés de laGran Bretaña de poner fin, por la fuerza si fuere necesario, a este presenteestado de anarquía, insistiendo de su gobierno <strong>el</strong> pago de lo que adeuda <strong>al</strong>os súbditos británicos.El señor S<strong>al</strong>igny, ministro francés aquí, e.'!tá de acuerdo conmigo en esteasunto, aunque los intereses que él defiende resultan una nadería. en comparaci6ncon los nuestros; él ha usado un lenguaje más duro que <strong>el</strong> mío, yaque él no solamente ofrece, sino de hecho rompe todo intercambio ofici<strong>al</strong> coneste gobierno, a menos de que <strong>el</strong>los rescindan <strong>el</strong> decreto d<strong>el</strong> 17 de los corrientes.. . 8• Ibid., pp. 92·93.Por parte de S<strong>al</strong>igny no se hablaba todavía de una intervenci6ncon fines de establecer un trono en México. El monarquismo no <strong>al</strong>canzabaaún su pleno desarrollo y en todo caso desde México, otra era laperspectiva de los acontecimientos. Se ha dicho que la idea imperi<strong>al</strong>pas6 por tres fases. «A fines de septiembre la intervenci6n era un programa,en octubre fue un plan, en diciembre un hecho».LXXIV


Muy ardua había sido la tarea desempeñada por <strong>el</strong> presidente d<strong>el</strong>a República y la <strong>Cámara</strong> de Diputados. Al mediar <strong>el</strong> año la crisisnacion<strong>al</strong> e internacion<strong>al</strong>, en lo político y en lo económico, llegaba a superiodo álgido.Durante los meses de junio y julio <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> había tenido momentosde gran dramatismo. Muy tormentosas habían sido las primerasd<strong>el</strong>iberaciones d<strong>el</strong> segundo <strong>Congreso</strong> constitucion<strong>al</strong>. Al terminarse <strong>el</strong>primer periodo de sesiones ordinarias <strong>el</strong> 31 de julio de 1861, <strong>el</strong> presidenteJ uárez se presentó en <strong>el</strong> recinto legislativo para rendir su informe.Fue muy parco en sus juicios. Declaró que estaba convencido de quesi <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> no había dado todas las disposiciones tendientes a consolidarlas instituciones y a impulsar "la Reforma, como <strong>al</strong>gunos lo desearan,se debía a que los trastornos políticos y las agitaciones soci<strong>al</strong>eslo habían impedido. Agregó que tenía fe en que muy pronto podrí<strong>al</strong>ograrse la prosperidad y la paz de la nación. Se había puesto particularinterés en impulsar las operaciones militares. Abrigaba la esperanzade que «tras ese receso espontáneo de la <strong>Cámara</strong>, que por sí solo era unsíntoma de la regularidad en la vida pública de México, la representaciónnacion<strong>al</strong> reanudaría sus sesiones bqjo mejores auspicios».A nombre d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> contestó José Linares, con un discurso, en<strong>el</strong> que comenzó por examinar lo que a su juicio significaban las revolucionesen la historia de los pueblos. La de Reforma en México, leparecía que por no .haber llegado hasta su culminación, hacía aún sufrir<strong>al</strong> país los m<strong>al</strong>es de la guerra. Pasó en seguida a examinar los problemasd<strong>el</strong> momento. Declaró que <strong>al</strong> iniciarse <strong>el</strong> ministerio presididopor León Guzmán, se habían concedido <strong>al</strong> Ejecutivo facultades extraordinarias.Estas, sin embargo, se habían otorgado después de una largad<strong>el</strong>iberación. Además se había dado una ley de hacienda con la quese creía poder corregir <strong>el</strong> m<strong>al</strong>estar soci<strong>al</strong>. Se refería a las disposicionesd<strong>el</strong> 17 de julio para suspender <strong>el</strong> pago de la deuda pública. Estabaconvencido de la buena fe que había inspirado las determinaciones d<strong>el</strong>gobierno nacion<strong>al</strong>. También creía en la probidad que guiaba a nuestropaís en su trato con las naciones extranjeras. Pero consideraba que«quizá la fat<strong>al</strong>idad que pesaba sobre México», haría que la ley de suspensiónprovocara dificultades con los países extranjeros. i Aún lo dudaba!... Para terminar, Linares recobraba su completo optimismo ydeclaraba tener la esperanza de que con la ley de suspensión de pagos,podrían hacerse muchos milagros, <strong>entre</strong> otras cosas se evitaría la anarquíay se restablecería t<strong>al</strong> vez <strong>el</strong> orden. El pensamiento d<strong>el</strong> diputadoLinares era un buen propósito, pero la re<strong>al</strong>idad distaba de poder correspondera sus anh<strong>el</strong>os.En <strong>el</strong> curso d<strong>el</strong> mes de agosto tuvieron lugar varios sucesos, quecausaron serios temores <strong>al</strong> gobierno liber<strong>al</strong>. Con <strong>el</strong> permiso de Vidaurri,Ignacio Comonfort, que se encontraba desterrado en los Estados Unidos,LXXV


egresó a territorio mexicano y se refugió en Monterrey. Había <strong>el</strong> temorde que pudiera reb<strong>el</strong>arse, para lograr ocupar la presidencia de la República.En los comienzos de agosto las fuerzas de Leonardo Márquez estuvierona punto de apoderarse de la ciudad de México. Penetraron porla c<strong>al</strong>le de San Cosme hasta la plazu<strong>el</strong>a de Buenavista. La oportunaintervención de Porfirio Díaz e Ignacio Mejía pudo lograr <strong>el</strong> rechazode la acometida de los reaccionarios.Días después, <strong>el</strong> 14 d<strong>el</strong> mismo mes de agosto, <strong>el</strong> gener<strong>al</strong> Jesús GonzálezOrtega, secundado por Porfirio Díaz, ganaba a Márquez <strong>el</strong> encuentrode J<strong>al</strong>atlaco. La acción militar mereció a don Porfirio la bandade gener<strong>al</strong> de división.Mas la victoria de J<strong>al</strong>atlaco tuvo más de orop<strong>el</strong>esco que de importanciatécnica. Pocos días después, cobraban vigor las fuerzas de Márquezy de nuevo constituían una amenaza para la capit<strong>al</strong> de la República.La gravedad de los sucesos hizo indispensable la apertura de unperiodo de sesiones extraordinarias <strong>el</strong> 30 de agosto. Al presentarse <strong>el</strong>primer magistrado de la República ante <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, an<strong>al</strong>izó los acontecimientoscon pasmosa serenidad.El gobierno ha tenido y tiene que luchar con dificultades de todo género;pero se siente sostenido contra esas dificultades por la fe que tiene en <strong>el</strong> programad<strong>el</strong> orden y de probidad que proclamó hace días. Se 5iente <strong>al</strong>entadopor la conciencia de que sus esfuerzos se encaminan <strong>al</strong> bien público, y seguiráafrontando las exigencias y aun las c<strong>al</strong>umnias, con <strong>el</strong> v<strong>al</strong>or y decisión que leinspiran sus deberes y la pureza de sus intenciones. El gobierno tiene ademásun estímulo en ver que aUn a pesar de los inconvenientes que acompañansiempre a los pr<strong>el</strong>iminares de una gran reforma, los principios que constituyensu programa han dado ya <strong>al</strong>gunos frutos, y que los recursos que de pronto pusoen sus manos la ley de 17 de julio último, si no han bastado para la pacificacióncompleta de la República, han servido para <strong>al</strong>canzar <strong>el</strong> triunfo que hacedos semanas cubrió de gloria a los defensores de la Constitución y de la Reforma,y para ir expeditando las princip<strong>al</strong>es vías de comunicación que los facciosostenían sistemáticamente obstruidas.'No podían f<strong>al</strong>tar, natur<strong>al</strong>mente, las frases de cortesía de <strong>Juárez</strong> <strong>al</strong>a <strong>Cámara</strong> de Diputados, que eran <strong>al</strong> mismo tiempo una petición deayuda. Mirmó que sólo con <strong>el</strong> apoyo d<strong>el</strong> poder Legislativo, podía continuar<strong>el</strong> cumplimiento de su tarea.Contestó en esta ocasión, a nombre de la <strong>Cámara</strong>, <strong>el</strong> diputadoSebastián Lerdo de Tejada, destinado a tener un lugar prominente enla historia política de México. Con su carácter de presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>,hizo la apología de la causa reformista.4. <strong>Juárez</strong> , <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>,pp. 183-184.LXXVI


11 Oh. cit., p. 184.Después de la lucha de tres años, la nación s<strong>al</strong>udó con inmenso júbilo<strong>el</strong> triunfo de la causa de la Constitución y de la Refonna. Era la victoriasobre todos los errores profundamente arraigados; sobre todas las antiguaspreocupaciones; sobre todos los intereses de las clases, que siempre habíanconspirado por sobreponerse a los derechos de la naci6n.La nueva generación que nació y ha crecido bajo <strong>el</strong> influjo de las ideasde la civilizaci6n moderna, vio en <strong>el</strong> triunfo de la Constitución <strong>el</strong> de losprincipios de la autoridad civil y de la libertad individu<strong>al</strong>, y en las conquistasde la Reforma <strong>el</strong> triunfo defInitivo de los principios d<strong>el</strong> progresoy de la libertad soci<strong>al</strong>!Lerdo de Tejada reconocía que a pesar de la victoria liber<strong>al</strong>, lapaz y <strong>el</strong> orden leg<strong>al</strong> no habían podido restablecerse. Los restos de lafacción vencida contribuían aún a mantener aqu<strong>el</strong>la situación anárquica.Al igu<strong>al</strong> que <strong>Juárez</strong>, declaraba que tenía plena confianza de que<strong>el</strong> país entraría pronto en los cauces de la nonn<strong>al</strong>idad, lo que haríaposible la protección de la justicia y <strong>el</strong> respeto a la ley.La situación se volvía cada vez más complicada para <strong>el</strong> jefe supremode la nación. Los apremios de los países extranjeros afectadospor la ley de suspensión de pagos eran cada vez más imperiosos. Haciafines de agosto, para todo buen observador, la tormenta parlamentariaestaba próxima a desencadenarse. La Constitución de 57 daba <strong>al</strong> poderLegislativo una fuerza tan grande, que prácticamente <strong>el</strong> presidente d<strong>el</strong>a República y sus ministros estaban constantemente expuestos <strong>al</strong> p<strong>el</strong>igrode una interrogación inquisitiva de parte de la <strong>Cámara</strong> de Diputados.Si no hubiese sido <strong>Juárez</strong> un estadista, dotado de tan grandescu<strong>al</strong>idades para <strong>el</strong> mando de los hombres y de una capacidad asombrosacomo conciliador, no habría podido resistir las agresividades qu<strong>el</strong>e mostró una gran parte d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, que en un momento llegó aconstituir la mitad de sus miembros.Se ha hecho frecuentemente la comparación <strong>entre</strong> dos jefes deEstado americanos, que hacia aqu<strong>el</strong>la época afrontaron situaciones máso menos similares: <strong>Juárez</strong> y Lincoln. Hay sin duda cierto par<strong>al</strong><strong>el</strong>ismoen sus vidas y en su acción política. Las circunstancias mismas de sutiempo los mantuvieron en planos que no permitieron una comprensióníntima, pero sí cierto entendimiento cordi<strong>al</strong>. Hay en <strong>el</strong>los condicionessimilares que se muestran en <strong>el</strong> empleo de la autoridad, los dossolicitaron facultades extraordinarias. Sin embargo, como lo ha hechonotar Carlos Pereyra, los medios de acción de que dispusieron ambospresidentes contrastaban notablemente.i Extraña y <strong>el</strong>ocuente coincidencia! En 1861, dos hombres ilustres, doscolosos americanoc, Lincoln y <strong>Juárez</strong>, sentían a la vez que eran insufIcientesLXXVII


las facultades que les otorgaban. las sendas leyes constitucion<strong>al</strong>es que debíanacatar, para s<strong>al</strong>ir <strong>al</strong> frente de inmensas dificultades y p<strong>el</strong>igros. Los dos asumieronla dictadura, por d<strong>el</strong>egación d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, y por necesidad en loimprevisto. Pero la diferencia era tan grande, <strong>entre</strong> los medios con que unoy otro contaba, como la que puede haber <strong>entre</strong> <strong>el</strong> Mississippi y <strong>el</strong> llamadorío d<strong>el</strong> Consulado. La Constitución de los Estados Unidos, que tenía setentay dos años de no interrumpido imperio sobre <strong>el</strong> pueblo norteamericano,era deficiente para reprimir una revolución doméstica, contra la cu<strong>al</strong> necesitaba<strong>el</strong> presidente, facultades, confianza, una amplitud de conducta, enfin, que no era compatible con las limitaciones que se le imponían por lospoderes de la Unión. Y eso a pesar de que <strong>el</strong> Legislativo se componía dehombres do'tados de aptitud política desarrollada por la experiencia. Y estoa pesar de que en <strong>el</strong> Ejecutivo estaban representadas las más infrangiblesconvicciones d<strong>el</strong> partido republicano.'Si en un país de tradición constitucion<strong>al</strong> tan poderosa como era lade los Estados Unidos, un hombre como Lincoln tenía serias dificultadespara hacerse obedecer, cuáles no serían los obstáculos a los quedebía hacerle frente J uárez, en un pueblo que por primera vez practicabasu primer ensayo serio de parlamentarismo.En nuestra vida de nación independiente, varios <strong>Congreso</strong>s habíancoexistido, con <strong>el</strong> emperador Iturbide o con <strong>el</strong> presidente de la República,pero muchos habían sido disu<strong>el</strong>tos por <strong>el</strong> jefe d<strong>el</strong> Ejecutivo. En nopocas veces se enfrentaron <strong>al</strong> supremo magistrado de la nación (emperadoro presidente), con razón o sin <strong>el</strong>la, con buen o con m<strong>al</strong> éxito,sin embargo, había f<strong>al</strong>tado lo que Vicente Magd<strong>al</strong>ena podría llamar«una armonía de tensiones opuestas». i Pero los tiempos nuevos llegaban,y venían cargados de promesas! En la vida institucion<strong>al</strong> de Méxicose iba a operar un progreso político en <strong>el</strong> orden práctico. Sería unensayo sincero de vida constitucion<strong>al</strong>, por parte de los dos poderes.Si habrá una reyerta, ésta se mantendrá en planos de <strong>al</strong>ta dignidad.Procedamos a examinar <strong>el</strong> fondo de uno de los debates.En las discusiones sobre facultades extraordinarias que habían tenidolugar durante varias sesiones, <strong>el</strong> siete de septiembre se llegó <strong>al</strong>momento de mayor intensidad dramática. El diputado Quevedo dio esedía un voto de censura <strong>al</strong> poder Ejecutivo. No le f<strong>al</strong>tó un fondo derazón y de justicia cuando condenó <strong>el</strong> <strong>sistema</strong> de las levas. Se sabíaque éstas, como siempre, recaían en la parte más desv<strong>al</strong>ida y más pobrede la población. Pero había, en cambio, cierta incomprensión <strong>al</strong> juzgar<strong>al</strong> presidente de la República cuando pedía la prórroga de facultadesextraordinarias.Varias razones a juicio de Quevedo justificaban la negativa.El Ejecutivo carecía de programa y no se distinguía por su actividad.No negaba que a <strong>Juárez</strong> lo adornaban exc<strong>el</strong>entes virtudes, éstas lascreía adecuadas para tiempos de paz, pero no para situaciones tan tur-6 ]uárez discutidocomo dictador '1 estadista.Ob. cit., pp. 84­85.LXXVIII


ulentas como las que estaba atravesando <strong>el</strong> país. Nada había hecho<strong>el</strong> Ejecutivo para arreglar <strong>el</strong> problema hacendario. Por otra parte, seargumentaba que las garantías y las libertades públicas para <strong>el</strong> pueblosólo eran una teoría. ¿Cómo podían otorgarse facultades extraordinariasa un gobierno que nada había organizado?Altamirano por su parte se mostró como siempre <strong>el</strong> ad<strong>al</strong>id máspoderoso <strong>entre</strong> los opositores a la obra política y administrativa d<strong>el</strong>presidente <strong>Juárez</strong>. Unía a un poder di<strong>al</strong>éctico de primera línea, una<strong>el</strong>egancia retórica que comenzaba ya a darle un puesto de distinciónen las letras mexicanas. F<strong>al</strong>taba en él, sin embargo, sentido de la ponderación.Se dejaba arrebatar por <strong>el</strong> ímpetu tribunicio y <strong>el</strong> vigor desus 27 años.Al examinar la condición mexicana de su momento, Altamiranono podía disimular su pesimismo y su f<strong>al</strong>ta de confianza. Juzgaba que<strong>el</strong> día de la pacificación estaba aún muy lejano. Denunciaba la f<strong>al</strong>ta d<strong>el</strong>ibertad de imprenta, tan necesaria <strong>al</strong> desarrollo de los pueblos y se dolíad<strong>el</strong> estado de ruina en que se encontraban las comunicaciones y<strong>el</strong> comercio.Sin desconocer que en <strong>el</strong> exterior los conservadores desprestigiaban<strong>al</strong> gobierno liber<strong>al</strong>, censuraba a los ministros Francisco Zarco yManu<strong>el</strong> María de Zamacona por las condescendencias que suponía habíantenido con los diplomáticos extranjeros. En lo interno encontrabaque <strong>el</strong> poder Ejecutivo carecía de fuerza para imponerse, lo que contribuíaa que se rompiera <strong>el</strong> vínculo feder<strong>al</strong>.Procedió Altamirano en seguida a juzgar a los ministros. Censuraba<strong>al</strong> de Gobernación, licenciado Manu<strong>el</strong> Ruiz, por considerar queno se había castigado a Santiago Vidaurri, gobernador de Nuevo León,que había permitido <strong>el</strong> regreso de Ignacio Comonfort <strong>al</strong> país y que despuésde haberlo hecho, desobedecía las órdenes d<strong>el</strong> Ejecutivo en <strong>el</strong>sentido de aprehenderlo y mandarlo a la ciudad de México.Con respecto a Zaragoza, ministro de la Guerra, se mostraba comprensivo,pero diciendo en todo caso que sus buenas intenciones teníanque estr<strong>el</strong>larse ante la f<strong>al</strong>ta de recursos. Mas condenaba la campañamilitar a cargo d<strong>el</strong> gener<strong>al</strong> González Ortega para perseguir a las guerrillasconservadoras, por no haberlas extenninado.Hay la reacción armada que acaudillan Márquez, Mejía, Zuloaga y Robles,que después de J<strong>al</strong>atlaco han tenido tiempo más que necesario parareorganizar sus fuerzas y continuar eSa guerra de asesinatos y depredacionesque ya cansa; hay en los <strong>al</strong>rededores de México y en todos los caminosre<strong>al</strong>es a muchas leguas de circunferencia de la capit<strong>al</strong>, mil hordas de bandidosque no dejan a un solo pasajero sin desv<strong>al</strong>ijar; que asesinan a losextranjeros y a las libertades; que interceptan todos los correos y que hacenLXXIX


creer a los viajeros, que este pros está abandonado de Dios a las fieras y <strong>al</strong>os bandidos. 1Si <strong>al</strong> p<strong>el</strong>igro de las gavillas conservadoras, se agregaba que <strong>el</strong> ejércitoencargado de perseguirlas no recibía sus haberes, bien podría temerseque lógicamente se r<strong>el</strong>ajase la disciplina militar.Objeto de una amonestación especi<strong>al</strong> fue para Altamirano <strong>el</strong> ministrode Hacienda, don Higinio Núñez, a quien consideraba inepto.A su juicio éste no estimulaba <strong>el</strong> comercio, no había hecho cesar <strong>el</strong>déficit, no s<strong>al</strong>vaba <strong>al</strong> país d<strong>el</strong> agio y cometía la desvergüenza de recurrira los servicios de Manu<strong>el</strong> Payno después de que la <strong>Cámara</strong> de Diputadoslo había procesado y condenado como culpable de complicidaden <strong>el</strong> golpe de Estado de Comonfort.j Curiosos tiempos aqu<strong>el</strong>los en que no siendo fácil encontrar técnicosen <strong>el</strong> ramo de Hacienda, don Higinio Núñez recurría <strong>al</strong> remediode orientarse en cuestiones fisc<strong>al</strong>es visitando a Payno en la cárc<strong>el</strong>, ensolicitud de sus consejos!Procedió en seguida Altamirano a dar un voto de censura contra<strong>el</strong> presidente de la República.No habiendo, pues, s<strong>al</strong>vado la situación <strong>el</strong> gobierno, desmerece nuestraconfianza y le desarmamos. Este es un voto de censura, y no sólo <strong>al</strong> gabinetesino también <strong>al</strong> presidente de la República, porque en medio de tanto desconciertoha permanecido firme, pero con esa firmeza sorda, muda, inmóvilque tenía <strong>el</strong> Dios Término de los antiguos.La nación no quiere esto, no quiere un guarda cantón, sino una locomotiva.El señor <strong>Juárez</strong>, cuyas virtudes privadas soy <strong>el</strong> primero en acatar,siente y ama las ideas democráticas; pero creo que no las comprende, y locreo porque no manifiesta esa acción vigorosa, continua, enérgica que demandanunas circunstancias t<strong>al</strong>es como las que atravesamos. 81 juórez 'Y <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>,pp. 329-330.8 Ob. cit., p. 332.Pero si se consideraba que <strong>Juárez</strong> y sus ministros distaban muchode tener las dotes ide<strong>al</strong>es, ¿era posible mejorar la situación cambiando<strong>el</strong> ministerio? A juicio de Altamirano una transformación de t<strong>al</strong> natur<strong>al</strong>ezano produciría un cambio. Sólo <strong>el</strong> abandono d<strong>el</strong> poder por partede <strong>Juárez</strong> podría ser la solución adecuada.LXXXy estamos convencidos de que ni con un nuevo gabinete reanimará suadministración, porque <strong>al</strong> estado a que ha llegado <strong>el</strong> desprestigio d<strong>el</strong> person<strong>al</strong>de la administración toda trasfusión política es p<strong>el</strong>igrosa. Se necesita otrohombre eh <strong>el</strong> poder. El presidente haría <strong>el</strong> más grande de los servicios a supatria retirándose, puesto que es un obstáculo para la marcha de la democracia.No queremos hechos revolucionarios, no abrigamos tendencias subversiva"ni aspiraciones person<strong>al</strong>es, no: trabajamos aquí por un programa y no por


11 lbid., pp. 332­333.10 Correspondenciaparticular de don SantiagoVidaurri, gobernadorde Nuevo Le6n.1855-1864. Prologaday anotada por <strong>el</strong> licenciadoSantiagoRoe!. Monterrey, N.L., 1946, t. 1, p. 77Y sigtes.11 <strong>Juárez</strong> y <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>,p. 334.una persona. Por eso ap<strong>el</strong>amos <strong>al</strong> patriotismo d<strong>el</strong> señor <strong>Juárez</strong>, y por eso d~moscomo una lección severa para cu<strong>al</strong>quiera que llegue <strong>al</strong> poder, este votode censura. Pronto hablará la prensa libremente, y esa gran indicadora de laopinión pública, dirá lo mismo que yo. Querer permanecer en un puestopara ser una decepción continua, es obstinarse, es perder <strong>al</strong> país llevando<strong>el</strong> principio leg<strong>al</strong> hasta <strong>el</strong> sofisma; retirarse para que sea f<strong>el</strong>iz. " eso es ierpatriota. 9Habiendo atacado AltaplÍrano a los ministros, tocaba a éstos procedera dar explicaciones. El de Gobernación, Manu<strong>el</strong> Ruiz, hizo supropia defensa, la d<strong>el</strong> presidente de la República y de paso tambiénla de sus compañeros de ministerio. Su réplica es un ejemplo de buenadi<strong>al</strong>éctica: escueta, desprovista de g<strong>al</strong>as retóricas, pero robustecidapor un fondo de buen sentido. Si Altamirano «humillaba y escarnecía»a los ministros, él estaba dispuesto a no contestar con insultos, ni condiatribas, sino con razonamientos.No estaban a discusión ---decía Ruiz- las cu<strong>al</strong>idades person<strong>al</strong>esd<strong>el</strong> presidente de la República. «Se trataba de saber tan sólo si eraoportuno establecer las garantías que la ley mandó suspender en circunstanciasdemasiado críticas para la nación».Le asistía a Ruiz la razón cuando declaraba que en <strong>el</strong> caso deComonfort, <strong>el</strong> ministerio de Gobernación había mandado órdenes aVidaurri para aprehender a aquél. Posiblemente desconocía Ruiz todoslos antecedentes d<strong>el</strong> asunto y t<strong>al</strong> vez ciertas cartas cruzadas <strong>entre</strong> <strong>Juárez</strong>y Vidaurri. Hoy poseemos materi<strong>al</strong> suficiente para reconstruir <strong>el</strong> hechohistórico y fijar responsabilidades. loAltamirano había atacado <strong>al</strong> ministro Higinio Núñez por haberdecretado la contribución d<strong>el</strong> 170 sobre capit<strong>al</strong>es. Manu<strong>el</strong> Ruiz explicóque la determinación respondía a una situación desesperada y qu<strong>el</strong>os resultados no habían sido negativos.El señor ministro de Hacienda, si tuvo que imponer la contribución d<strong>el</strong>uno por ciento en momentos en que fracasaban otras combinaciones, nopor su causa, como lo tiene ya manifestado, fue porque no se quiso reincidiren préstamos forzosos y en las exacciones de que se le acusa, y porque unacontribución por injusta que sea, es mil veces menos onerosa que 106 t<strong>al</strong>espréstamos. Y a nadie se le oculta que <strong>el</strong> dinero es <strong>el</strong> único medio de conservarla tranquilidad y restablecer <strong>el</strong> orden, por lo que dio tan buenos frutosesa ley. Sólo en <strong>el</strong> mes pasado hizo entrar <strong>el</strong> ministro en las arcas de lanación 540,000 pesos, y eSto prueba su honradez...11A su vez, <strong>el</strong> propio ministro de Hacienda protestó contra los ataquesde Altamir,ano, diciendo no haber habido derroches en su administracióny que en <strong>el</strong> ministerio estaban los expedientes que lo probaban.A las censuras de Altamirano respecto a que <strong>el</strong> Estado recurríaLXXXI


a los agiotistas, contestó Higinio Núñez con <strong>el</strong> tono de quien ignorab<strong>al</strong>a historia económica de México, pero cuyo encanto person<strong>al</strong> no habríadeshonrado a Sancho Panza como funcionario público.Que respecto a los agiotistas que revoloteaban <strong>al</strong> derredor d<strong>el</strong> ministerio,le decía: que no había de ir a buscar dinero <strong>entre</strong> los cargadores; qu<strong>el</strong>o reprobado sería que hubiese hecho con <strong>el</strong>los negocios escand<strong>al</strong>osos; que nonecesitaba vivir de la hacienda pública; que si había entrado <strong>al</strong> ministerio,fue por obsequiar los deseos d<strong>el</strong> primer magistrado de la República y creyendoque podría serle útil <strong>al</strong> país. u12 Ob. cit., p. 340.En cerca de medio siglo de vida independiente, casi nada habíacambiado en materia hacendaria. Se exigían d<strong>el</strong> ministro facultades detaumaturgo.El ministerio de este ramo era la cueva d<strong>el</strong> brujo de la tribu. Allí sehacía <strong>el</strong> sortilegio de los números, que re<strong>al</strong>izaban <strong>el</strong> hecho imposible de tenerun gobierno divorciado d<strong>el</strong> dinero. En esa tarea se habían probado losgrandes cerebros y Se habían quebrantado los grandes prestigios. Existía yauna especie de tradición que vinculaba en <strong>el</strong> ministro de Hacienda una primacíad<strong>el</strong> t<strong>al</strong>ento. Zav<strong>al</strong>a había sacado de <strong>al</strong>lí lo más amargo de la experienciaque vertió en sus magistr<strong>al</strong>es páginas de historia. Alamán, otro gran ministro,era otro historiador insuperable. Payno, que dejó en El fistol d<strong>el</strong> Diabloy en Los bandidos de Río Frío los espasmos de una época agitada, era unnov<strong>el</strong>ista más vibrante y ameno cuando narraba las grandes bribonadas de lausura en sus Gastos, cuentas y acreedores. Guillenno Prieto, <strong>el</strong> Romancero,<strong>el</strong> autor festejado de la Musa c<strong>al</strong>lejera, conoció los desv<strong>el</strong>os y responsabilidadesde la cueva. Gorostiza, que estrenaba comedias en Madrid, que peroraba enla Fontana de oro, que representaba a su patria en Washington y que sebatía por <strong>el</strong>la contra <strong>el</strong> invasor en Churubusco, hizo como hacendista un cuadromaravilloso para dar a conocer las ocultas miserias de un <strong>sistema</strong> enruma. Don Migu<strong>el</strong> Lerdo de Tejada compilaba sabiamente las estadísticasd<strong>el</strong> comercio nacion<strong>al</strong>. Don Manu<strong>el</strong> Dublán figuraba <strong>entre</strong> lo más conceptuadode las capacidades. Y Romero, <strong>el</strong> último ministro, llevaba a cuestasun libro de mil páginas en folio, que es la historia de México reducida acifras, y otra serie de tomos imponentes, donde según su secretario donIgnacio Marisc<strong>al</strong>, podía encontrarse desde <strong>el</strong> T<strong>al</strong>mud hasta las recetas de lacocina poblana. 13Los agiotistas eran gente indispensable, sin <strong>el</strong>los era casi imposibl<strong>el</strong>a vida d<strong>el</strong> gobierno mexicano, y por su pap<strong>el</strong> de hombres providenci<strong>al</strong>esse creían merecedores de un trato distinguido de parte de lasautoridades.13 Carlos Pereyra,Historia de la Américaespañola. Madrid,Editori<strong>al</strong> SaturninoC<strong>al</strong>leja, 1924, t. III, p.357.Sin embargo, <strong>el</strong> ministro de Hacienda era siempre un hombre de probi.dad, s<strong>al</strong>vo dos o tres excepciones. Era un hombre de capacidad, s<strong>al</strong>vo tambiénLXXXII


u Oh. cit., p. 950.excepciones muy raras. Todo presidente subía <strong>al</strong> poder acompañado de unbuen ministro para <strong>el</strong> ramo de Hacienda. Su conservación en <strong>el</strong> mandoestaba en gran parte condicionada a las facultades inventivas, y sobre todo,<strong>al</strong> prestigio mor<strong>al</strong> de su colaborador financiero, que era <strong>el</strong> mártir de todasituación.En <strong>el</strong> despacho d<strong>el</strong> ministro había siempre otras personas a la hora d<strong>el</strong>acuerdo matin<strong>al</strong> con <strong>el</strong> tesorero. Sin <strong>el</strong>las <strong>el</strong> acuerdo era imposible. Esas personasjanlás f<strong>al</strong>taban. El ministro acababa por ventura de ocupar <strong>el</strong> puesto,o estaba recogiendo los pap<strong>el</strong>es de la mesa para dejar <strong>el</strong> despacho <strong>al</strong> sucesor.Sus interlocutores tenían sobre él la ventaja de ser de casa. Estos hombresformaban en re<strong>al</strong>idad todo lo que había de estable y de gobierno en <strong>el</strong> gobierno.Eran los usureros. Uno de <strong>el</strong>los, don Antonio Garay, jefe de la bandaprivilegiada, llegó a ser ministro, llevado a ese puesto por los arrebatos dedon V<strong>al</strong>entín Gómez Farías. Pero Garay comprendió bien pronto que supap<strong>el</strong> y su fuerza estaban d<strong>el</strong> otro lado de la mesa ministeri<strong>al</strong>.Bien pronto los usureros empezaron una nueva y fructuosa práctica. Detrásde cada crédito, bueno o m<strong>al</strong>o o dudoso, se situaba un extranjero, y<strong>el</strong> extranjero, apadrinado por <strong>el</strong> representante' de su nación, reducía la bribonadaa convención diplomática, exigible con cañones en San Juan de Ulúa.Así fue como México tuvo que pasar por la escu<strong>el</strong>a de los bombarde'QS mor<strong>al</strong>izadorescon que las escuadras de la civilización estafadora llevan su disciplinaa las reacias barbaries. uAqu<strong>el</strong> debate sobre facultades extraordinarias no terminó en p<strong>al</strong>abras,sino que se dejó constancia escrita de una petición. Cincuentay un diputados formularon una solicitud, para sugerirle <strong>al</strong> licenciado<strong>Juárez</strong> que renunciara a la primera magistratura d<strong>el</strong> país. Es un curiosodocumento de los más singulares que se han hecho en nuestrahistoria, carece de una estructura lógica y da la impresión de que susautores quisieran y no quisieran acusar <strong>al</strong> presidente de la Repúblicade los m<strong>al</strong>es d<strong>el</strong> país.En <strong>el</strong> documento de los cincuenta y uno se habla de la necesidadde s<strong>al</strong>var a México de los m<strong>al</strong>es que lo aquejan. Se dice que se hanroto los lazos de la federación y que la autonomía de la nación está enp<strong>el</strong>igro. Se quiere que se continúe la marcha de la Revolución de Reforma,pero que hay un hombre que imposibilita esa marcha: <strong>el</strong> actu<strong>al</strong>presidente de la República. Afirman también que <strong>el</strong> país está amena·zado de sufrir las consecuencias de una guerra extranjera.Los peticionarios declaraban que la Revolución de Reforma habí<strong>al</strong>ogrado <strong>el</strong> triunfo gracias a los esfuerzos de las poblaciones fronterizasy d<strong>el</strong> centro. Las fuerzas victoriosas, según <strong>el</strong>los, no se habían enseñoreadod<strong>el</strong> mando, sino que habían abdicado sus derechos en <strong>el</strong> depositariod<strong>el</strong> supremo poder de la Unión. De él habían expresado que s<strong>al</strong>dríaorganizada la administración pública «sobre los <strong>el</strong>ementos de mor<strong>al</strong>idady de justicia». Los resultados, a juicio de los diputados de laLXXXIII


oposición, habían defraudado las esperanzas que la Reforma triunfantese había forjado.Mas, por desgracia, todas esas esperanzas han s<strong>al</strong>ido f<strong>al</strong>lidas; la revoluciónSe ha detenido en su marcha, puesto que no ha ad<strong>el</strong>antado un solo paso en laesfera administrativa; la desmor<strong>al</strong>ización se ha entronizado en todas las direccionesy luchando <strong>el</strong> Ejecutivo con la f<strong>al</strong>ta absoluta de recursos,_ se ve <strong>el</strong> paísamenazado por la guerra extranjera, devastado por bandidos que, sin invocarun principio o un preteXto político <strong>al</strong> menos, todo lo destrozan a su paso. Estoes porque ha f<strong>al</strong>tado vida y acción en <strong>el</strong> centro, que ha visto desaparecer enmenos de 100 días inmensas riquezas acumuladas por <strong>el</strong> clero en tres siglos dedominación absoluta; que no ha podido cumplir una sola de las promesas milque ha hecho <strong>al</strong> país; que ha tenido la desgracia de ver levantar en la puertade la capit<strong>al</strong>, por pequeñas hordas de bandidos, cad<strong>al</strong>sos en que han perecidolos hombres más prominentes de la revolución; que con <strong>el</strong> poder omnímodono ha podido destruir unas cuantas bandas de forajidos, ni <strong>al</strong>canzar siquieraasegurar la vida y las haciendas de los ciudadanos en <strong>el</strong> centro mismo de lacapit<strong>al</strong>; que, por último, se ha visto obligado a los cuatro meses de existencia,a buscar los medios de sostenerla en las fuentes mismas a que ocurrió la reaccióncaduca y moribunda, en los últimos instantes de su agonía.El Ejecutivo, ciudadano presidente, no procuró extender su acción leg<strong>al</strong>,benéfica y conciliadora, en los Estados y éstos, temiendo por <strong>el</strong> porvenir de lacausa en favor de la que habían luchado, se han encerrado en sus propias individu<strong>al</strong>idades,dando por ~su1tado, todo <strong>el</strong>lo, la rotura de los vínculosfeder<strong>al</strong>es?5Después de formular un juicio tan categórico se quería dar la impresiónde que no se trataba de hacer una censura.Lejos de nosotros la idea de imputar como un d<strong>el</strong>ito, como un crimen ocomo un error, los hechos que hemos referido; no venimos hoy con <strong>el</strong> carácterde acusadores, ni en nuestra c<strong>al</strong>idad de ciudadanos queremos abrogamos losderechos de jueces. u15 ]uár<strong>el</strong> )' <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>,p. 352.1( Ob. cit., p. 352.Buscando una justificación para pedir <strong>al</strong> presidente <strong>Juárez</strong> queabandonara su <strong>al</strong>to cargo, se sostenía que lo había desempeñado conacierto en los grandes días de la Revolución, pero que ahora su acciónse había vu<strong>el</strong>to infecunda.El actu<strong>al</strong> presidente de la República, a quien nos dirigimos, no es posibleque s<strong>al</strong>ve la situación y su separación d<strong>el</strong> <strong>al</strong>to puesto que ocupa es una necesidadtan imperiosa para la s<strong>al</strong>vación d<strong>el</strong> país, como fue importante su presenciaen él, en los primeros días de la revolución. Durante <strong>el</strong>la y en los deprueba, usando de ese poder siempre ominoso que se llama dictadura, se gastólo más noble ql,le poseía, su prestigio y su poder mor<strong>al</strong>, que en vano se hapretendido reconquistar por medio de dive'rsas combinaciones ministeri<strong>al</strong>es queLXXXIV


17 Ibid., p. 352.no han hecho más que sacrificar otras tantas reputaciones, esterilizando noblesy fecundas int<strong>el</strong>igencias. l7¿Podía haber <strong>al</strong>go más injusto que pedirle <strong>al</strong> hombre a quien s<strong>el</strong>e habían otorgado facultades extraordinarias, que a los tres meses de suotorgamiento hubiera extirpado m<strong>al</strong>es crónicos, contra los que se habíacomhatido durante más de medio siglo?Los diputados de la oposición no podían razonar serenamente sobr<strong>el</strong>a perspectiva de los hechos. Incurrían en multitud de contradicciones.Se expresaban fin<strong>al</strong>mente en términos corteses, como si pretendierancon frases amables hacer olvidar los golpes que ya habían dado.A los ataques de los cincuenta y un diputados contestaron cincuentay dos, declarando que hacían uso d<strong>el</strong> mismo derecho que los oposicionistashabían usado para pedirle <strong>al</strong> presidente J uárez que renunciara.Ellos en cambio pedían su permanencia. Refutaban a sus adversariosdiciendo «que no eran órganos de la opinión pública, ni habían contribuidoa sostener <strong>el</strong> orden leg<strong>al</strong>». Venía luego un ataque a fondo contraaqu<strong>el</strong>la censura, infecunda que carecía de un programa.18 Ibid., p. 354.Lejos de eso, ustedes guardan silencio en la tribuna, nada proponen, nadainician y, prescindiendo de sus derechos como representantes y de sus obligacionespara con <strong>el</strong> pueblo, se reúne'n como simples particulares a promoverun cambio violento, sin tener en cuenta que <strong>el</strong> ciudadano <strong>Juárez</strong> es <strong>el</strong> escogidod<strong>el</strong> pueblo; olvidando que ni siquiera hay un presidente constitucion<strong>al</strong> de laSuprema Corte, ni es justo que 51 ciudadanos contraríen <strong>el</strong> voto libre de'la mayoría de la nación.Rogamos, pues, a ustedes, ciudadanos diputados, que retiren la peticiónque han presentado y que se limiten a ejercer <strong>el</strong> cargo que <strong>el</strong> pueblo les haconferido, para consolidar la paz y la Refonna y no para suscitar dificultades<strong>al</strong> Ejecutivo, ni para provocar divisiones en <strong>el</strong> gran partido liber<strong>al</strong>. lBLa declaración de los 52 no pecó de profusa, despachó en unaveintena de líneas <strong>el</strong> contenido de su pensamiento invitando a los oponentesde J uárez para que retirasen su propuesta.Altamirano, la figura más prominente de los diputados de la oposición,estaba secundado pur hombres de gran prestigio que bien prontodejaron honda hu<strong>el</strong>la en la vida política de México. Entre <strong>el</strong>los podíancitarse Manu<strong>el</strong> Romero Rubio, Pant<strong>al</strong>eón Tovar, Justino Fernándezy Vicente Riva P<strong>al</strong>acio.Los le<strong>al</strong>es <strong>al</strong> presidente contaban también <strong>entre</strong> sus filas a figuraseminentes como F<strong>el</strong>ipe Buenrostro, Manu<strong>el</strong> Ruiz, Juan José Castañosy Porfirio Díaz.Aqu<strong>el</strong>la controversia parlamentaria tuvo hondas repercusiones enLXXXV


<strong>el</strong> país. Se puso de manifiesto, como pocas veces, <strong>el</strong> grado de simpatíay de animadversión que despertaba <strong>el</strong> presidente <strong>Juárez</strong>.La crítica más seria que se formuló contra la oposición fue señ<strong>al</strong>arl<strong>el</strong>a carencia de un programa político.¿Qué habia en <strong>el</strong> fondo de esta campaña contra <strong>el</strong> presidente de laRepública? Muchos diputados simpatizadores de Migu<strong>el</strong> Lerdo de Tejada(que de no haber muerto, lo hubieran hecho su candidato a laprimera magistratura d<strong>el</strong> país), no se habían identificado con <strong>Juárez</strong>.Grandes intereses y ambiciones movían también a los adeptos d<strong>el</strong> gener<strong>al</strong>González Ortega que de vicepresidente de la República queríanhacerlo presidente. Otros diputados fueron desde entonces sus grandesadversarios políticos y volverían a mostrar su oposición sincera y abiertaen la época de la República triunfante.<strong>Juárez</strong> resistió la oposición de la mitad de los miembros d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>,con un civismo que no tiene par<strong>al</strong><strong>el</strong>o en nuestra historia política,sino en los actos de Mor<strong>el</strong>os ante <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> de Chilpancingo.Pero debe advertirse que nuestros diputados aun los más ex<strong>al</strong>tadosnunca incurrieron en los grandes excesos de los caudillos de la Revoluciónfrancesa. Algunos de aqu<strong>el</strong>los hombres admiraban a Danton y Robespierre,pero estaban muy lejos de imitarlos.Podemos partir de un principio. <strong>Juárez</strong> y los miembros de la <strong>Cámara</strong>estaban identificados en su propósito de hacer triunfar la Reforma;de resolver los problemas políticos y soci<strong>al</strong>es d<strong>el</strong> país, pero diferianen cuestión de método.México no había tenido un presidente como <strong>Juárez</strong>, tan hábil paracontemporizar con los miembros de un <strong>Congreso</strong>. Este, en <strong>el</strong> fondo, semostró dispuesto a la concordia, a pesar de la agresividad de la mitadde los diputados que no eran juaristas. Allí estuvo <strong>el</strong> secreto d<strong>el</strong> triunfoliber<strong>al</strong>. En <strong>el</strong> periodo que va de 1861 a 1867, nadie intentó <strong>entre</strong> losliber<strong>al</strong>es desposeer a <strong>Juárez</strong> por medio de la violencia d<strong>el</strong> puesto queocupaba. Existía un respeto profundo <strong>al</strong> orden leg<strong>al</strong>, por lo menos enlo que éste tenía de esenci<strong>al</strong>. Una minoría s<strong>el</strong>ecta d<strong>el</strong> país habia dadouna legislación que creía necesaria y estuvo dispuesta a someterse a <strong>el</strong>la.Por su parte J uárez se mostró respetuoso ante sus adversarios d<strong>el</strong><strong>Congreso</strong>, ninguno fue perseguido y d<strong>el</strong> más combativo de <strong>el</strong>los -IgnacioManu<strong>el</strong> Altamirano-, se expresaria dos años más tarde en términosque demostraban que estaba exento de iras person<strong>al</strong>es. u El presidentede la República en su trato con los hombres empleó siempre supenetrante capacidad sicológica. T<strong>al</strong> vez en la lucha d<strong>el</strong> 61 percibió<strong>el</strong> fondo de nobleza y sinceridad que guiaba los actos de Altamirano.El impetuoso tribuno podria equivocarse, pero sus actitudes eran productode la inexperiencia política y no inspiración de la m<strong>al</strong>dad. Más19 Muchas son lascartas en las que <strong>Juárez</strong>se mostró simpatizadorde Altarnirano.LXXXVI


20 En carta enviada<strong>el</strong>la de diciembre de1863, por Altamiranoa <strong>Juárez</strong> se expresabaen ténninos <strong>el</strong>ogiososd<strong>el</strong> presidente de bRepública. «Así, cuandolas f<strong>al</strong>sas <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong>públicas en <strong>el</strong> extranjerohan dicho que ha·bía usted s<strong>al</strong>ido o pensados<strong>al</strong>ir d<strong>el</strong> territorioy <strong>al</strong>gunos crédulos handudado, yo he sonreidode cólera y de desdény les he dicho:"más fácil es que latierra se s<strong>al</strong>ga de sueje, que ese hombre d<strong>el</strong>a República; ese hombreno es un hombre,es <strong>el</strong> deber hecho carne".Pero ¿d6nde está?me han replicado."Yo no sé cómo se llam<strong>al</strong>a línea de tierraque ocupa en este momento;pero él está enla República, piensaen la República, trabajapor la Repúblicay morirá en la Repúblicay si un rinc6nquedase solo en la patria,en ese jir6n estaríauno seguro deh<strong>al</strong>lar <strong>al</strong> presidente".En eso no he hechomás que justicia y meavergonzaría si un soloinstante hubiese yodudado de su virtud yde su f<strong>el</strong>>. Benito ]u4­reto Documentos• ••Ob. cit., t. IX, pp. 811.812.tarde, <strong>el</strong> mismo Altamirano reconocería en <strong>el</strong> presidente la personificaciónd<strong>el</strong> sentido de la responsabilidad. 20<strong>Juárez</strong> pudo sobreponerse a esta crisis, pero su ambición y su convenienciade político no podían considerarse satisfechas con este solotriunfo. Necesitaba acrecentar su autoridad y no descansaría hasta lograrque los diputados que se habían mostrado sus adeptos y muchosde los que lo habían combatido dentro de la más estricta leg<strong>al</strong>idad, lerenovaron constantemente su voto de confianza y le siguieron otorgandofacultades extraordinarias.Existe una carta escrita por <strong>Juárez</strong> en 1864, dirigida a su yernoPedro Santacilia en la que se pone de manifiesto su gran habilidadpara tratar generosamente hasta a sus enemigos políticos, cuando creyóque podían ser útiles <strong>al</strong> país. Pero <strong>al</strong> mismo tiempo rev<strong>el</strong>a que era unhombre incapaz de perdonar cuando <strong>al</strong>guien franqueaba la línea de loque ya no podía tolerarse. El documento fue escrito días antes d<strong>el</strong> encuentro<strong>entre</strong> <strong>Juárez</strong> y Vidaurri, que habría de producir <strong>el</strong> rompirÍlientodefinitivo <strong>entre</strong> los dos personajes. El presidente de la República aúnllevaba en sus manos la oliva de la paz. No fue culpa de él si Vidaurrino supo comprender su lenguaje de sensatez y conciliación.La carta a que hacemos referencia, es uno de esos documentos querev<strong>el</strong>an todo un conjunto orgánico y que trazan en dos plumadas lasicología de un hombre. Estas son las razones que nos impulsan a transcribirlo esenci<strong>al</strong>.Sr. Don Pedro Santacilia,S<strong>al</strong>tillo.Mi estimado Santa: Recibí las dos gratas de usted d<strong>el</strong> día 3 d<strong>el</strong> corriente,cuyo contenido me ha llenado de gusto por la buena acogida que ustedeshan tenido de esas buenas gentes y por la fineza y cab<strong>al</strong>lerosidad con que seha portado <strong>el</strong> señor Vidaurri. He visto la carta que dirigió a Margarita y queme remitió usted. Este rasgo de aprecio y atención a la familia me deja nosólo contento, sino profundamente agradecido. Hágame usted favor de pasara Monterrey a hacerle una visita a mi nombre <strong>al</strong> señor Vidaurri y darle lasgracias más expresivas por sus bondades que no olvidaré en mi gratitud.Cuando vea usted a dicho señor Vidaurri manifiést<strong>el</strong>e usted si se presentauna oportunidad, que no hay ni ha habido en mi administración una decididaprotección a ciertos hombres porque son sus enemigos. Si han sido ocupadoses sólo en consideración <strong>al</strong> servicio público y nunca me' he prestado a ser instrumentode sus venganzas contra él. Que no extrañe <strong>el</strong> que los haya yo ocupadocuando se han juzgado útiles sus servicios, cuando por esta consideración heocupado aun aqu<strong>el</strong>los hombres que más me han agraviado en mi honor yreputación. Que recuerde que <strong>el</strong> señor Aguirre, don José María, me acusóde traidor a la patria gratuitamente, que <strong>el</strong> señor don León Guzmán me injurióen una sesión pública d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, que los señores Linares, Careaga yMont<strong>el</strong>lano, jefes de los 51 diputados con sus votos y con sus escritos minaronLXXXVII


mi reputación de funcionario público para lanzamle d<strong>el</strong> puesto que ocupo,que don Manu<strong>el</strong> Y. Gómez fue uno de los que con más encarnizamiento meatacó en <strong>el</strong> último <strong>Congreso</strong>, y sin embargo, a cada uno de esos hombres los h<strong>el</strong>lamado a puestos importantes porque se han creído útiles sus servicios y enefecto los han prestado y siguen prestándolos muchos de <strong>el</strong>los. En fin, ustedes testigo d<strong>el</strong> modo como trato a mis enemigos y podrá pintar mi carácter <strong>al</strong>señor Vidaurri.Respecto de la fri<strong>al</strong>dad con que Zarco publicó la muerte d<strong>el</strong> desgraciadoseñor Comonfort, yo también lo he sentido y censurado; pero yo no podíaobligar a este señor a obrar de otra manera porque ni Zarco ejerce influencia<strong>al</strong>guna sobre mí, como equivocadamente creen o fingen creer <strong>al</strong>gunos, ni yola ejerzo sobre él, ni me gusta ni quiero hacer indicación <strong>al</strong>guna a éste, ni aninguno de los escritores públicos sobre sus escritos, porque no quiero contraercompromisos que me priven de la libertad de obrar contra <strong>el</strong>los cuando cometan<strong>al</strong>guna f<strong>al</strong>ta en su profesión. Creo que si <strong>el</strong> señor Vidaurri oye conc<strong>al</strong>ma estas reflexiones y las pesa con sangre fría, se convencerá de que de mínada tiene de qué quejarse.Estoy de acuerdo con usted en que a Vidaurri es necesario atraérs<strong>el</strong>o o<strong>el</strong>iminarlo. Estoy por <strong>el</strong> primer extremo. Sólo que no baste esto para utilizarloen bien de la nación, debe recurrirse <strong>al</strong> último. Trabaje, pues, en lo primero...21Cabría hacer <strong>al</strong>gunas meditaciones sobre <strong>Juárez</strong> y los hombres desu tiempo. Si <strong>al</strong>guna vez en la vida d<strong>el</strong> prócer hubo un intento seriopara hacer de México un país demócrata, fue en <strong>el</strong> año 61. Pero en eseaño sufrió <strong>el</strong> presidente de la República los mayores ataques y no desus adversarios ideológicos, sino que de las propias filas d<strong>el</strong> liber<strong>al</strong>ismosurgió la oposición más violenta contra su obra gubernament<strong>al</strong>.Nunca en la historia de <strong>Juárez</strong> se hizo mayor esfuerzo de voluntad,de pertinacia y de buena fe para encauzar <strong>al</strong> país por los senderos d<strong>el</strong>orden, de la paz, d<strong>el</strong> respeto a la ley. Y nunca en la historia d<strong>el</strong> prócersus intenciones se vieron tan censuradas y poco comprendidas como enaqu<strong>el</strong>los dramáticos días.Al fin<strong>al</strong>izar <strong>el</strong> verano de 61, los problemas eran de t<strong>al</strong> magnitudque hubieran sido capaces de desquiciar la cabeza más sólida. <strong>Juárez</strong>no perdió <strong>el</strong> control de sí mismo, pero tampoco encontró la solucións<strong>al</strong>vadora. Ni un hombre de genio hubiera podido hacerle frente a loscomplicados problemas d<strong>el</strong> momento.Carlos Pereyra dice que según Francisco Humes «la responsabilidadde <strong>Juárez</strong> nacería de no haber sabido pasear en carroza por una avenidasin baches ni tropiezos». Pero refutándolo, <strong>el</strong> mismo don Carlos,con la habilidad di<strong>al</strong>éctica en él característica, afirma que J uárez eramás bien «<strong>el</strong> explorador en un país enemigo y de noche, que buscasendas que se pierden <strong>entre</strong> abismos y rocas . . . J uárez tenía <strong>el</strong> v<strong>al</strong>orde la rigidez, no la fuerza de la flexibilidad. ¿Hubiera habido, f<strong>al</strong>tandoél, otro hombre con todas las cu<strong>al</strong>idades que requería <strong>el</strong> pro-21 Ob. cit., t. VID,pp. 414-415.LXXXVIII


22 ] uá r ez discutido... Ob. cit., pp. 65Y 71.blema de dar continuidad no interrumpida y autoridad robusta a ungobierno legítimo, y que a la vez tuviera genio diplomático y facultadesorganizadoras de estadista? La posteridad no puede ser ingratacon J uárez. México le debió una consagración devota de exc<strong>el</strong>sas yheroicas virtudes, que lejos de ser estériles, sirven de cimiento a la instituciónde la República».22Hacia la época que estamos examinando <strong>el</strong> presidente <strong>Juárez</strong> nopodía percibir con precisión los grandes lineamientos de la políticaeuropea. Carente de información por f<strong>al</strong>ta de agentes en Europa, apenassi acertaría a explicarse los sucesos políticos estadunidenses y lasperipecias de la vida nacion<strong>al</strong> mexicana.Entretanto <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> reanudaba su periodo de sesiones ordinarias<strong>el</strong> 16 de septiembre. El presidente de la República hizo <strong>al</strong>usión, en <strong>el</strong>recinto legislativo, a los graves sucesos que días antes habían tenidolugar:23 ]uárez y <strong>el</strong> Con·greso, p. 181.Al cerrar <strong>el</strong> soberano <strong>Congreso</strong> <strong>el</strong> primer periodo de sus sesiones, <strong>el</strong> espíritupúblico se h<strong>al</strong>laba impresionado profundamente por <strong>el</strong> incremento queparecían tomar los restos armados de la facción reaccionaria. Después de perpetrarexecrables atrocidades, la subexcitación que su<strong>el</strong>en producir los grandescrímenes había reanimado a 10:8 enemigos de la paz pública, hasta <strong>el</strong> punto, sino de poner en p<strong>el</strong>igro la revolución progresista, sí de venir a perturbarlahasta las puertas de la capit<strong>al</strong> en sus trabajos reorganizadores. Por medio deviolencias sin ejemplo, los cabecillas reb<strong>el</strong>des habían aumentado sus hordas,hasta un número inverosímil. Algunas ventajas casu<strong>al</strong>es obtenidas sobre losdefensores d<strong>el</strong> orden constitucion<strong>al</strong>, obrando en la imaginación pública, fácilde impresionarse, hacían flaquear la confianza en la situación política, y nulificabanlos princip<strong>al</strong>es medios de acción d<strong>el</strong> gobierno. 23Ante la amenaza de las guerrillas reaccionarias, <strong>el</strong> gobierno habíaprocedido con energía y serios quebrantos se habían causado a las fuerzasreb<strong>el</strong>des.Frente a los problemas d<strong>el</strong> momento y los escasos medios con losque contaba, muy poco podía hacerse y para dar explicaciones, J uárezno tenía otro remedio que recurrir a las frases trilladas que había empleadoen otras sesiones cuando hacía referencia a los triunfos militaresque se habían obtenido y que sin embargo no resolvían radic<strong>al</strong>mente <strong>el</strong>problema de la anarquía crónica, y cuando hablaba d<strong>el</strong> futuro plan decampaña militar, reiteraba una vez más su confianza en <strong>el</strong> porvenir yexpresaba sus anh<strong>el</strong>os por reparar «<strong>el</strong> desconcierto soci<strong>al</strong>, político y administrativo».El presidente <strong>Juárez</strong> sabía <strong>el</strong> enorme p<strong>el</strong>igro que en esos momentosamenazaba a la República, con motivo de la ley de suspensión de pagosd<strong>el</strong> 17 de julio. Optó, sin embargo, por no dar una tónica demasiadopatética a sus afirmaciones. Para un observador int<strong>el</strong>igente de los acon-LXXXIX


tecimientos sus frases eran suficientemente claras y podía columbrarcon cierta precisión la intensidad de la crisis.Para llegar <strong>al</strong> importante objeto de concentrar las rentas feder<strong>al</strong>es y arreglarsu distribución metódica, <strong>el</strong> gobierno tuvo que iniciar a mediados de juliouna medida, cuya te'ndencia de orden y mor<strong>al</strong>idad fUe comprendida por <strong>el</strong>soberano <strong>Congreso</strong> y dio origen a la ley de 17 d<strong>el</strong> mismo mes. Pero los representantesde las naciones cuyo interés materi<strong>al</strong> resultaba ligeramente afectadopor aqu<strong>el</strong> decreto, no hicieron justicia ni a las circunstancias que lo hacíannecesario hacia las miras que entrañaba, y suspendieron a causa de esa disposición,sus <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> con la República. El soberano <strong>Congreso</strong> tuvo conocimientode este incidente, desde antes de declararse en receso, y nada ha<strong>al</strong>terado posteriormente <strong>el</strong> estado de esta cuesti6n. Se está tratando de arreglarlacon los gobiernos respectivos, y <strong>el</strong> de México tiene razones para creer queterminará por una solución satisfactoria, ne s610 porque ninguna de las potenciasde Europa quiera suscitar dificultades a una nación, que después de tantasconvulsiones e'stá haciendo esfuerzos supremos por consolidar su organizaciónpolítica y su administración, sino también porque <strong>el</strong> gobierno de la Repúblicaestá apurando todos sus arbitrios, a fin de que se abrevie todo lo posible lasuspensión a que s610 por la imperiosa ley de la necesidad sujeta la deudapública. uu Ob. cit., p. 187.En ese memorable 16 de septiembre de 1861, <strong>Juárez</strong> tuvo acentosde <strong>el</strong>ocuencia sublime:La dificultad princip<strong>al</strong> con que a JUICIO d<strong>el</strong> gobierno luchan en estosmomentos la Constitución y la Reforma, viene de <strong>al</strong>gunos .espíritus bien intencionadospero impacientes o de poca fe, que se <strong>al</strong>arman por las ligerasfluctuaciones que su<strong>el</strong>e experimentar aún la nave de la revolución. El actu<strong>al</strong>encargado d<strong>el</strong> Ejecutivo a quien cupo <strong>el</strong> honor de empuñar <strong>el</strong> tim6n en losdías de verdadera borrasca, declara solemnemente que su fe en llevar a buenpuerto la Reforma y la Constitución, no ha flaqueado ni un instante con lasdificultades de la situación, y que seguirá afrontándolas con ayuda de la nacióny de sus legítimos representantes. Esta sucesi6n regular con que <strong>el</strong> soberano<strong>Congreso</strong> deja y reasume a su <strong>al</strong>bedrío o conforme a la Constituci6n <strong>el</strong> ejerciciode Su soberanía, es un síntoma de que la revoluci6n fructifica ya en <strong>el</strong>orden político, y de que comienzan a tener solidez y consistencia las instituciones.El Ejecutivo procurará siempre que a la sombra de <strong>el</strong>las conserve la representaciónnacion<strong>al</strong> toda su majestad y todo su poder, y que en nada semenoscabe la inviolabilidad d<strong>el</strong> pueblo personificado en sus representantes. 23José María Bautista pudo contestar, a nombre d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, quesi durante tres siglos de vida coloni<strong>al</strong> y cuatro décadas de lucha por l<strong>al</strong>ibertad, <strong>el</strong> país no lograba aún la meta de sus aspiraciones, marchaba,sin embargo, venciendo obstáculos por <strong>el</strong> camino d<strong>el</strong> buen éxito. El25 Ibid., pp. 187­168.XC


H Ibid., p. 189.enemigo implacable era la facción retrógrada que «no pedía ni dabacuart<strong>el</strong>». El m<strong>al</strong>estar que afectaba <strong>al</strong> país no podía impedirse de inmediato.«Enseñoreada por <strong>al</strong>gún tiempo de los destinos de México, barrid<strong>al</strong>a riqueza pública, destruida la mor<strong>al</strong> y fomentado <strong>el</strong> vicio en todassus deformidades, era imposible que <strong>el</strong> gobierno vencedor pudiera de ungolpe remediar tan graves m<strong>al</strong>es, por más que los deseos humanos pidanla consolidación d<strong>el</strong> orden público y <strong>el</strong> bienestar de la sociedad, obrasólo d<strong>el</strong> tiempo y de la constancia y firmeza en los principios».:28El diputado Bautista no desconocía que en <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> había surgidouna división; sin embargo estaba seguro de que a pesar de todo,movía a ambos grupos un ide<strong>al</strong> común: los dos aspiraban a consolidarla libertad y la Reforma. Si existía una du<strong>al</strong>idad, no era motivo dedesesperanzas, sobre todo si la discrepancia tenía miras <strong>el</strong>evadas y se podíametodizar <strong>el</strong> debate. Si <strong>el</strong> Ejecutivo daba pruebas de ser dignode la responsabilidad que se le había conferido, y su acción comprendí<strong>al</strong>as necesidades d<strong>el</strong> momento, la discusión terminaría por <strong>el</strong>evarse.Agregó que no se trataba de satisfacer los gustos de un partido de oposición,sino de dar garantías a la nación mexicana necesitada de justicia.Precisaba ser enérgico con los «trastornadores d<strong>el</strong> orden público». Quese dieran garantías a los ciudadanos, que se impulsara la administración,y se llevara ad<strong>el</strong>ante la Reforma. Logrados estos ide<strong>al</strong>es cesarí<strong>al</strong>a divergencia que por <strong>el</strong> momento dividía <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>, y éste sería <strong>el</strong>más firme apoyo «de la Constitución y de las leyes».En las frases d<strong>el</strong> presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, no había denuestos niamenazas para <strong>el</strong> primer magistrado de la República, pero sí se traducíaen <strong>el</strong>las un estado de inquietud y se formulaba una advertencia cortés,pero enérgica.El presidente <strong>Juárez</strong> vivió entonces uno de los instantes más dramáticosy más dolorosos de su vida política, y no porque lo arredras<strong>el</strong>a intensidad de la crisis nacion<strong>al</strong> e internacion<strong>al</strong>, sino porque se debatíaen su mente un problema de conciencia. Por sereno que fuese, no dejabade atormentarlo <strong>el</strong> solo hecho de pensar, que una gran parte d<strong>el</strong>país desconfiaba que él pudiera lograr la restauración d<strong>el</strong> orden y de lapaz.La verdad es que desde entonces comenzó probablemente a caer inadvertidaen <strong>el</strong> seno de su organismo la gota lenta destinada a cavar la roca de unanatur<strong>al</strong>eza que parecía destinada a ser secular. Y no que en medio de aqu<strong>el</strong>horizonte negro, que se cerraba y se reducía en tomo suyo, perdiese un soloinstante la visión clara d<strong>el</strong> triunfo, no, nunca; ésa fue su fuerza, porque era sufe. No, su congoja era otra: <strong>el</strong> concepto que luego se repitió tanto, de que él,su persona, era <strong>el</strong> obstáculo insuperable para la unión definitiva d<strong>el</strong> partidoliber<strong>al</strong>, para la sumisión de los disidentes reaccionarios, para impedir la intervencióneuropea, lo hacia sufrir más, sin duda, que todas las amenazas d<strong>el</strong>XCI


ci<strong>el</strong>o y la tierra, que las excomuniones de la Iglesia y los cañones de Napo~león III,2727 ]uárez, su obray su tiempo. (Parte es·crita por Justo Sierra.)Ob. cit., p. 300.Hemos dejado a España un poco en <strong>el</strong> olvido. Es necesario que laincorporemos ahora <strong>al</strong> hilo de los acontecimientos. Se recordará queen los primeros días de enero, de 1861, <strong>el</strong> presidente <strong>Juárez</strong> había dadoorden para que fuese expulsado <strong>el</strong> embajador español Joaquín FranciscoPacheco. Se esforzó en dar a entender que se trataba de un acto contra<strong>el</strong> ministro y no de una ofensa a la nación española. Pero la f<strong>al</strong>ta de unenviado especi<strong>al</strong> de parte de México, que explicase directamente <strong>al</strong> gobiernoespañol los buenos deseos que guiaban a las autoridades mexicanas,hicieron imposible una labor de convencimiento.Desde mucho tiempo atrás <strong>el</strong> gobierno de <strong>Juárez</strong> veía casi comoinevitable una guerra con España. La posibilidad de un conflicto armadose vio cada vez más probable en <strong>el</strong> curso d<strong>el</strong> año 61, sobre todo si setoma en cuenta la cercanía de Cuba, posesión aún española, bajo <strong>el</strong> mandod<strong>el</strong> capitán gener<strong>al</strong> Francisco Serrano, militar con arrestos de conquistadory nada simpatizador d<strong>el</strong> gobierno de <strong>Juárez</strong>.Gran parte d<strong>el</strong> pueblo mexicano tenía un sentimiento antiespañolmuy pronunciado, de <strong>al</strong>lí que <strong>Juárez</strong> y muchos liber<strong>al</strong>es no temiesen unaguerra con España. Es más, llegó a pensarse que de tener lugar esteconflicto, habría de contribuir a robustecer la unidad nacion<strong>al</strong>.Desde meses antes de que se promulgase la ley de suspensión depagos, <strong>el</strong> gobierno de <strong>Juárez</strong> pensó en <strong>el</strong> envío de agentes diplomáticosante las cortes europeas, a fin de explicar la condición de México y dargarantías de que cumpliría con sus compromisos internacion<strong>al</strong>es. Yadesde <strong>el</strong> mes de abril habían sido designados Juan Antonio de la Fuente,José López Draga, José María Mata y Benito Gómez Farías, como ministrosde México en París, Washington, Londres y Berlín respectivamente.La f<strong>al</strong>ta de recursos económicos impidió <strong>el</strong> envío de los ministrosdesignados. <strong>Juárez</strong>, apremiado por las circunstancias, se ve en la necesidadde mandar una sola persona en representación de su gobierno ant<strong>el</strong>as cortes europeas. Para este cargo fue <strong>el</strong>egido Juan Antonio de laFuente, quien pudo <strong>entre</strong>vistarse <strong>el</strong> tres de septiembre con EdouardThouven<strong>el</strong>, ministro de Asuntos Exteriores de Francia. El orgulloso hombrede Estado francés no quiso ni oír los motivos que pretendió dar <strong>el</strong>ministro mexicano para explicar qué razón había tenido su gobierno paradar la ley d<strong>el</strong> 17 de julio. Escuchemos <strong>al</strong> propio De la Fuente.XCII«No recibiremos ningunas explicaciones, añadió M. Thouven<strong>el</strong>, <strong>entre</strong>gándosea la mayor ex<strong>al</strong>tación: hemos aprobado enteramente la conducta de M.


28 ¡u¡frez discutido... Ob. cit., p. 43.de S<strong>al</strong>igny; hemos dado nuestras órdenes, de acuerdo con Inglaterra, paraque lUla escuadra compuesta de buques de ambas naciones, exija <strong>al</strong> gobiernomexicano la debida satisfacción; y vuestro gobierno sabrá por nuestro ministroy nuestro <strong>al</strong>mirante, cuáles son las demandas de Francia»... «Pero es muysensible, dije a mi vez, que se dé semejante contestación a una demanda tanjusta y tan sencilla como ésta que acabo de hacer a usted en nombre de migobierno. Mas por buena que <strong>el</strong>la sea, después de las p<strong>al</strong>abras que ustedme ha dirigido, no debo instarle un momento para que me escuche, ni haymotivo para continuar esta conversación». Y la corté, retirándome sin demora. 28Fracasada su misión en Francia, De la Fuente partió a Inglaterray pudo <strong>entre</strong>vistar a lord Russ<strong>el</strong>l <strong>el</strong> 24 de octubre. Los tiempos habíancambiado. El secretario d<strong>el</strong> Foreign Office no se encontraba en estadode ánimo favorable con respecto a México, como lo había estado en losprimeros meses de 1861, mostró sin embargo <strong>al</strong> ministro mexicano lacortesía que no había tenido para él M. Thouven<strong>el</strong>.De la Fuente comenzó por explicar a Mr. Russ<strong>el</strong>l qué motivos sehabían tenido para dar la ley de suspensión de pagos. Precisó que no obstant<strong>el</strong>as vicisitudes financieras por las que había atravesado <strong>el</strong> país,<strong>el</strong> gobierno había hecho grandes esfuerzos por mantener una <strong>al</strong>ta mor<strong>al</strong>idady cumplir con sus compromisos. Se necesitaba un poco de comprensión,«era necesario convenir en la necesidad de una e~pera; quesobre la f<strong>al</strong>ta de protección a los súbditos británicos, los agravios veníancasi en su tot<strong>al</strong>idad d<strong>el</strong> partido reaccionario, y <strong>el</strong> gobierno tratabasiempre de repararlos hasta donde le era posible; que la misma guerrasostenida sin descanso por <strong>el</strong> gobierno contra la facción enemiga de losextranjeros, era una prueba p<strong>al</strong>pitante de la protección que éstos recibían;que <strong>el</strong> gobierno marchaba por una senda irreprochable, y que si nohabía podido restablecer la paz, no era seguramente por f<strong>al</strong>ta de resolución,ni <strong>el</strong> remedio podía consistir en suscitarle dificultades, sino en darleun respiro con que, cobrando fuerzas, pudiese llenar más regularmentesus obligaciones internacion<strong>al</strong>es; que en rigor, ninguna de estas cosas ofrecíauna razón suficiente para tratar a México de una manera hostil; antesbien se recomienda por sí solo un arreglo pacífico, y tanto más cuantoera muy probable que los Estados Unidos aceptasen por un tiempodilatado la responsabilidad de la deuda externa de México, y de estemodo la Inglaterra no tendría nada que perder y cesaría la causa deestos disgustos».Aunque lord Russ<strong>el</strong>l escuchó con atención las ideas expuestas porDe la Fuente, según lo explica <strong>el</strong> mismo ministro mexicano, su negativaa tomarlas en cuenta fue rotunda.«México ha f<strong>al</strong>tado a sus obligaciones dando una ley que suspende <strong>el</strong> pagode su deuda exterior durante dos años. Inglaterra no ha aceptado la mediaciónXCIII


y ofertas de los Estados Unidos, porque, aparte d<strong>el</strong> interés de su deuda, neneque hacer a México otras demandas t<strong>al</strong>es como la d<strong>el</strong> dinero que Miram6nsacó por la fuerza de la casa de la legaci6n británica donde estaba depositado».Me preguntó si Francia había desechado tambien la mediaci6n americana;díj<strong>el</strong>e que así era la verdad, y continu6 qiciendo: «Que Inglaterra, Franciay España se unirían pronto para presentar a México sus proposiciones, a finde hacerle consentir en <strong>el</strong> cumplimiento de su deber, y que esperaba queMéxico las aceptaría». Di6me a entender que él mismo redactaría esas proposiciones,porque, añadi6, no las había formado todavía para someterlas aFrancia y España. Entonces le pregunté si no quería que yo tuviese con él<strong>al</strong>gunas explicaciones r<strong>el</strong>ativamente a las proposiciones antedichas, y me contestóque eso no era posible hasta que no estuviesen convenidos los ténninosen que aquéllas habían de presentarse '<strong>al</strong> gobierno federa1. 2929 Ibid., p. 45.Mientras en Europa se estr<strong>el</strong>laban los esfuerws de Juan Antoniode la Fuente ante las resistencias de Thouven<strong>el</strong> y Russ<strong>el</strong>l, en México <strong>el</strong>ministro Zamacona hacía esfuerzos desesperados por lograr un entendimientocon Wyke.'Había una dosis de buen sentido en Zamacona, <strong>al</strong> tratar de lograra toda costa la comprensión inglesa y norteamericana a favor de México.El explicó más tarde con claridad meridiana los propósitos que lohabían inspirado.La política natur<strong>al</strong> -escribía Zamacona a fines de noviembre-, la políticanatur<strong>al</strong>, sensata y patriótica, por parte' de México, consiste, pues, en hacera estas dos potencias (Inglaterra y los Estados Unidos) <strong>el</strong> punto de apoyo denuestra diplomacia, en estrechar nuestros lazos con <strong>el</strong>las, en crearles interesescomunes con la República y en contar con su concurso más o menos eficazen <strong>el</strong> evento de un conflicto con las otras naciones que tienden asechanzas anuestra independencia o ven con antipatía nuestra revoluci6n. soso Ibid., p. 66.Desgraciadamente para México esta política sólo hubiera sido factibleen los comienzos d<strong>el</strong> año, cuando lord Russ<strong>el</strong>l se manifestaba tandispuesto a un buen entendimiento.De parte de los Estados Unidos no hubo agresión a México conmotivo de la ley de suspensión de pagos. Es más, se habló de una tentativade mediación. Era una oferta de ayuda a México aunque comosiempre en condiciones onerosas. Se propuso por parte d<strong>el</strong> gobiernonorteamericano <strong>el</strong> pago de los intereses de la deuda exterior mexicana arazón d<strong>el</strong> 30/0, mediante la obligación de que éste efectuara <strong>el</strong> reembolsosobre la base de un 6%.Además durante muchos meses se habló de un posible préstamo devarios millones de pesos, hecho por Estados Unidos a México. Si ésteno se efectuó, fue debido a las vicisitudes a que t<strong>al</strong>es asuntos estabansujetos dado <strong>el</strong> <strong>sistema</strong> congresion<strong>al</strong> imperante en los Estados Unidos.XCIV


81 En Versión francesade México, de Li·lia Díaz se transcribenlos anteproyectos de laConvención de Londresy <strong>el</strong> texto de lapropia Convención.Ob. cit., pp. 304 ysigtes.~ En <strong>Juárez</strong>. Documentos..., Ob. cit.,t. v, p. 193 Y sigtes.se reproducen los jui.cios de Carlos Marx80bre las miras ingle·sas con respecto aMé·xico.Además, <strong>el</strong> Ejecutivo norteamericano trataba <strong>el</strong> asunto con infinitasprecauciones, haciendo todo lo que estaba de su parte para no provocarla ira de ninguna potencia europea, <strong>al</strong> menos mientras la guerracivil no se decidiera en favor de la Unión. Una actitud de agresividadde parte de un país europeo en esos momentos, podría ser extremadamentep<strong>el</strong>igrosa para la causa de los feder<strong>al</strong>es.Francia y España marchaban siguiendo planes en cierta forma similares,pero a la vez opuestos, dados sus particulares intereses. Ambasnaciones aspiraban a establecer un imperio en México, pero diferíanrespecto a la designación d<strong>el</strong> príncipe. El candidato de Francia era Maximilianode Austria, Isab<strong>el</strong> 11 aspiraba natur<strong>al</strong>mente a que un miembrode la familia re<strong>al</strong> española se ciñera la corona de México.Francia, en <strong>el</strong> punto soberano de su gloria y de su poder económico,encontraba factible la posibilidad de establecer una monarquía en México.Aún no se hacía ostensible en <strong>el</strong> horizonte de Europa <strong>el</strong> poderde Prusia. Los designios de Bismarck todavía no se dibujaban con absolutaprecisión.Inglaterra, caut<strong>el</strong>osa, no tenía fines propiamente intervencionistascon respecto a México. Amenazaría militarmente, cobraría y regresaría.Aqu<strong>el</strong>las naciones con fines opuestos pudieron <strong>al</strong> fin llegar a unacuerdo aparente <strong>el</strong> 31 de octubre de 1861. Se firmó así <strong>el</strong> pacto quese conoce con <strong>el</strong> nombre de la Convención de Londres. s1 En virtud deeste arreglo Inglaterra, Francia y España declararon que buscaban unagarantía para <strong>el</strong> pago de los compromisos económicos que México teníacontraídos con estas naciones. Se respetaría la integridad territori<strong>al</strong> d<strong>el</strong>a República Mexicana y de ninguna manera se trataba de cambiar laforma de su gobierno. Se decía fin<strong>al</strong>mente, que sabiendo que los EstadosUnidos tenían también motivos de queja contra México, se les invitaríaa formar parte de una convención idéntica a la que se había firmadoen Londres.Al margen de lo que se estableció en forma escrita, en <strong>el</strong> sentido deque se respetaría la forma de gobierno mexicano, Napoleón III e Isab<strong>el</strong>11 no renunciaban a sus proyectos de monarquía.Se ha tratado de deformar los acontecimientos, con propósitos másbien políticos que historiográficos. El escritor soviético A. B<strong>el</strong>enki presentauna Inglaterra dispuesta a intervenir a todo trance en México:«Aspiraba -según él- a derrocar <strong>al</strong> gobierno progresista de <strong>Juárez</strong>».Si t<strong>al</strong> punto de vista fuera auténtico cuántas apreciaciones caerían portierra derribadas por <strong>el</strong> ímpetu de su~ razonamientos.Debe aclararse que sus fuentes de consulta para <strong>el</strong> estudio de esteasunto, fueron princip<strong>al</strong>mente las apreciaciones de Carlos Marx y Lenin,así como unos artículos d<strong>el</strong> Times. 82 En la época en que por primeravez apareció en Rusia <strong>el</strong> libro de B<strong>el</strong>enki (1959), nuestra SecretaríaXCV


de R<strong>el</strong>aciones Exteriores había ya publicado multitud de documentossobre los orígenes de la Intervención.Gracias a las investigaciones de Genaro Estrada y Antonio de laPeña y Reyes, se pudieron examinar con precisión multitud de sucesosde nuestra historia, que confirman que Inglaterra no había tenidodeseos de intervenir hacia esta fecha en la vida política de México yque sir Charles Wyke, con un gesto de nobleza, acabaría por adherirsea los buenos propósitos d<strong>el</strong> gener<strong>al</strong> Prim, que deseaba respetar la soberaníamexicana. La exactitud de estos razonamientos ha sido confirmadapor investigaciones recientes. Gloria Graj<strong>al</strong>es llevó a cabo un sondeoy una s<strong>el</strong>ección de los documentos que se encuentran en los archivosingleses referentes a México y que han sido también publicados.a 8Por otra parte Lilia Díaz, de El Colegio de México, tradujo ypublicó una v<strong>al</strong>iosa colección de documentos cuyos origin<strong>al</strong>es están en<strong>el</strong> Ministerio de Asuntos Extranjeros de Francia. ¿Será posible que ladocumentación existente en nuestra Secretaría de R<strong>el</strong>aciones Exteriores;la de Inglaterra y la d<strong>el</strong> Ministerio de Asuntos Extranjeros deFrancia, coincidan en embustes y que sólo sean auténticas las afirmacionesde B<strong>el</strong>enki apoyadas en las hipótesis de dos contemporáneos y.de un periódico?Multitud de documentos franceses demuestran que, a raíz de habersefirmado la Convención de Londres, los planes de Francia para estableceruna monarquía en México eran la idea dominante d<strong>el</strong> emperadorfrancés.Una carta que ilumina hasta <strong>el</strong> fondo <strong>el</strong> asunto, es la comunicacióndirigida <strong>el</strong> 11 de noviembre de 1861 por <strong>el</strong> secretario de Asuntos Extranjerosde Francia <strong>al</strong> <strong>al</strong>mirante E. Jurien de la Gtaviere, encargadode las fuerzas nav<strong>al</strong>es francesas con destino a México.S3 Gloria Graj<strong>al</strong>es,México y la Gran BrtJtaña." Ob. cit., p.111 Y sigtes.XCVILas instruccionei'l ofici<strong>al</strong>es que tengo <strong>el</strong> honor de enviarle en esta fecha,determinan, tanto como sea posible hacerlo a distancia, la acción que usteddeberá ejercer de acuerdo con los comandantes en jefe y los comisionados porlas potencias <strong>al</strong>iadas para re<strong>al</strong>izar <strong>el</strong> objeto de la convención d<strong>el</strong> 31 de octubre.En efecto, perseguir en común la reparación de los agravios y obtener garantíascapaces de poner a los residentes extranjeros <strong>al</strong> amparo de nuevas afrentas,t<strong>al</strong> es, si puedo hablar así, <strong>el</strong> terreno leg<strong>al</strong> d<strong>el</strong> acuerdo d<strong>el</strong> emperador, sinembargo, movido por un interés de humanidad y de civilización, se ha proyectadomás lejos, y es necesario que usted sea infonnado de <strong>el</strong>lo.No sabría hacer otra cosa mejor a este respecto que comunicarle a títuloestrictamente confidenci<strong>al</strong>, una carta que S. M. escribió a su embajador enLondres, y un despacho que yo mismo dirigí <strong>al</strong> conde de Flahault para invitarloa llamar la atención d<strong>el</strong> gabinete británico sobre las eventu<strong>al</strong>idades que podránresultar de una demostración de fuerza contra México y sobre <strong>el</strong> partido qu<strong>el</strong>os intereses de este infortunado país y los de Europa nos aconsejan sacar.Usted verá, por la respuesta igu<strong>al</strong>mente anexa aquí, que <strong>el</strong> gobierno inglés


considera muy justas las ideas d<strong>el</strong> emperador, pero no ha creído deber prometersu concurso activo para ejecutarlas.El gabinete de Madrid, <strong>al</strong> contrario, está mejor dispuesto a no negarse,pero hay razones para suponer que él rio se inclina muy fervientemente haci<strong>al</strong>a candidatura eventu<strong>al</strong> d<strong>el</strong> archiduque Maximiliano. Sea lo que fuere, nome parece dudoso que si aparece' un partido considerable bajo la influenciade las fuerzas combinadas, y trabaja en favor d<strong>el</strong> restablecimiento de la monarquía,ni Inglaterra ni España pondrán obstáculos a sus progresos. ¿Existe esepartido, y re<strong>al</strong>mente se encuentra en condiciones de expresar sus intencionescon probabilidades más o menos seguras de éxito? Es éste, mi querido <strong>al</strong>mirante,<strong>el</strong> punto que deberá ser enseguida motivo de vuestras <strong>entre</strong>vistas con<strong>el</strong> señor Dubois de S<strong>al</strong>igny, y de vuestras más serias investigaciones. Tan generosoy útil es ayudar a U:na nación a s<strong>al</strong>ir d<strong>el</strong> abismo, como sería temerarioy contrario a nuestros intereses arriesgamos en una aventura. Nuestros esfuerzosdeben tender a inspirar a la parte honesta y pacifica d<strong>el</strong> pueblo mexicano<strong>el</strong> v<strong>al</strong>or de expresar sus deseos. Si la nación permanece inerte, si <strong>el</strong>la no sienteque nosotros le ofre'ceremos una tabla de s<strong>al</strong>vación inesperada, si no se da a 'símisma un sentiBo y una mor<strong>al</strong>idad y los aplica con nuestro apoyo, es evidenteque nosotros no tendremos más que atenernos a los términos de la convenciónd<strong>el</strong> 31 de octubre y no intentar otra cosa que ocupamos de los interesesprecisos en vista de los cu<strong>al</strong>es ésta ha sido concluida. La experiencia no serácompleta sino hasta que la ocupación de los puertos haya sido efectuada, yse dirija una expe'dición <strong>al</strong> interior, esto es, hasta México.El gobierno inglés ha abordado esta eventu<strong>al</strong>idad con una extrema repugnancia,y me ha parecido, reservándome frente a él nuestro derecho de hacer10 que exigiera la seguridad de nuestros conciudadanos, que sería imprudentetratar de presionarlo a pronunciarse anticipadamente. Consideraciones parlamentariaslo habrán decidido teóricamente por la negativa, sin duda. Pero anosotros nos basta con que los términos d<strong>el</strong> artículo 10. de la Convenciónque dejan a los comandantes en jefe <strong>el</strong> cuidado de adoptar en <strong>el</strong> terreno lasmedidas más propias para <strong>al</strong>canzar <strong>el</strong> fm de la expedición, sean suficientementeamplios como para justificar la interpretación que queremos darle.Es más importante saber si <strong>el</strong> gobierno español, que proporciona <strong>el</strong> másfuerte contingente militar de tierra, acepta esta interpretación, y nuestroembajador en Madrid, a quien yo pedía una respuesta categórica, me ha quitadotoda duda a este respecto. El marisc<strong>al</strong>, duque de' Tetuán, ha referidoen los mismos términos <strong>al</strong> señor Barrot, que serían dirigidas <strong>al</strong> comandante enjefe español, instrucciones de una <strong>el</strong>asticidad más o menos discrecion<strong>al</strong>, y queél le remitiría además una carta particular autorizándolo a entenderse conusted para efectuar una marcha sobre México, siempre que las circunstanciasles parezcan favorables a ambos. Natur<strong>al</strong>mente, hará lo que dependa deusted para comprometer <strong>al</strong> comandante en jefe británico a participar en <strong>el</strong>lemovimiento en la proporción que considere más conveniente, y si éste nocreyera poder unirse a usted, le ofrecerá como signo de confianza recíproca,ocupar sólo los fuertes de Veracruz.Según los informes que poseo, la popularidad de España en México diataXCVII


mucho de ser igu<strong>al</strong> a la nuestra. Este hecho se explica por antiguos acuerdosque hay que tener en cuenta, y sin herir ninguna susceptibilidad, sería necesarioen mi opinión, que nuestras tropas ocupase'n <strong>el</strong> frente de la columna expedicionariay que fuera distribuida una proclama, con <strong>el</strong> fin de tranquilizar <strong>al</strong>a nación mexicana contra toda idea de conquista y todo ataque a su independenciaen cuanto a la <strong>el</strong>ección y forma de su gobierno, antes d<strong>el</strong> comienzode las operaciones en <strong>el</strong> interior.El señor Dubois de S<strong>al</strong>igny, como lo digo en mis instrucciones ofici<strong>al</strong>es,no podrá en toda esta parte de la tarea que le ha sido confiada a usted, nisubsistir su responsabilidad a la vuestra, ni motivar ningún conflicto. No obstante,este agente superior de mi departamento ha dado demasiadas pruebasde capacidad y de buen juicio como para que no crea deber recomendarle austed le transmita los testimonios de mi mayor confianza y aproveche las opinionesque podrá sugerirle un conocimiento exacto de los hombres y de lascosas de' México. 34Muy diferentes eran, en cambio, las instrucciones giradas por lordRuss<strong>el</strong>l a sir Charles Wyke, <strong>el</strong> primero de noviembre de 1861.Usted deberá tener mucho cuidado en observar estrictamente <strong>el</strong> artículo20. de la Convención finnada ayer, por <strong>el</strong> cu<strong>al</strong> se previene que' no deberáintentarse ninguna intervención en los asuntos internos de México en perjuiciode esa nación, la que tendrá además <strong>el</strong> derecho de escoger y establecer libre·mente su propia forma de gobierno.A toda pregunta que se le haga pidiéndole su opinión, deberá responderque cu<strong>al</strong>quier forma regular de gobierno recibirá <strong>el</strong> apoyo mor<strong>al</strong> británicosiempre que respete las vicias de los nacion<strong>al</strong>es y extranjeros y no permita qu<strong>el</strong>os súbditos británicos sean atacados ni molestados por motivo de sus ocupacioneS,sus derechos de propiedad o su r<strong>el</strong>igión. 8 &El secretario de Estado norteamericano, William H. Seward, <strong>al</strong>tener conocimiento de los planes de los países signatarios de la Convenciónde Londres, a nombre d<strong>el</strong> presidente Lincoln precisó cuáles eransus propósitos:u Lília Diaz, V.r·lión franc/1sa d/1 MI...:Mico. Ob. cit., t. TI, pp.311-313.8ft Ibid., t. XI, pp.305-306.10. El primer magistrado de los Estados Unidos no discutía si lospaíses signatarios de la Convención de Londres, tenían o no derechode llevar sus quejas contra México hasta <strong>el</strong> grado de provocar unainvasión armada.20. Los Estados Unidos miran con beneplácito, que los soberanosque habían c<strong>el</strong>ebrado la Convención de Londres no aspiraban a cambiarla forma de gobierno establecida en México.30. Si bien los Estados Unidos habían sido agraviados por México,no por esa razón estaban dispuestos a exigirle satisfacciones sumándosea la política de la Convención.XCVIII


De conformidad con estas rarones inferían su norma de conducta.10. Se mantendría hasta donde les fuese posible fid<strong>el</strong>idad a lastradiciones establecidas por <strong>el</strong> presidente Washington, «que les prohibíaentrar en <strong>al</strong>ianzas con naciones extranjeras».20. Siendo México un país republicano vecino de los Estados Unidos,era un motivo para que lo vieran con simpatía y tomasen medidas«para proteger su interés, seguridad y prosperidad». Estos eran los motivosque impulsaban a los Estados Unidos a no recurrir a medidasextremas a fin de obligar a México a dar satisfacción por los agraviosque hubiera podido inferir. Estas razónes impedían <strong>al</strong> gobierno norteamericanoa no agredir militarmente a México.30. Habiendo fin<strong>al</strong>mente, <strong>el</strong> deseo de vigilar por la prosperidad deMéxico, se habían dado órdenes <strong>al</strong> ministro Corwin, para que hicieseun tratado con <strong>el</strong> gobierno de este país con <strong>el</strong> propósito de auxiliarle ensus necesidades a fin de que pudiera hacer frente a los compromisos quetrataran de exigir los representantes de los países de la Convención.Mientras Wyke y S<strong>al</strong>igny no tuvieron conocimiento de la Convenciónde Londres y los designios de los gobiernos inglés y francés, permanecieronaún en la ciudad de México.El representante de su majestad británica, bajo <strong>el</strong> influjo de Zamacona,comenzó a sacudir la tut<strong>el</strong>a de S<strong>al</strong>igny que no acertaba a hilarbien los sucesos, pero que columbraba que la conducta de su colegaresultaba un tanto irregular. Irregular en todo caso con respecto a losplanes comunes que los habían unido durante tanto tiempo.Las negociaciones <strong>entre</strong> Zamacona y Wyke culminaron en un arregloque desde <strong>el</strong> punto de vista de su forma y de su fondo era catastróficoy humillante para México. Al presentarse para su discusión ante <strong>el</strong><strong>Congreso</strong>, fue objeto de fuertes ataques y fin<strong>al</strong>mente de una repulsadefinitiva. Leamos <strong>el</strong> juicio de un testigo presenci<strong>al</strong> de aqu<strong>el</strong>los sucesos.El convenio, que parecía <strong>al</strong> ministerio de obvia aceptación, porque suponíaa la <strong>Cámara</strong> penetrada hasta la médula de la inminencia d<strong>el</strong> riesgo que íbamoscorriendo en aqu<strong>el</strong>los momentos mismos, encontró un obstáculo re'pentino:la <strong>Cámara</strong> le cerró <strong>el</strong> paso. D<strong>el</strong>ante d<strong>el</strong> ministro Zamacona surgió <strong>el</strong> diputadoLerdo de Tejada, y en una húmeda y fría noche de noviembre, en medio d<strong>el</strong>silencio de la asamblea amodorrada en la sombra y en la tristeza de una sesiónsecreta, aqu<strong>el</strong> hombrecillo lampiño y blanco, de penetrante voz que se encaramabasin esfuerzo sobre <strong>el</strong> silencio circunstante, de mirada escrutadora quesolía r<strong>el</strong>ampaguear de ironía y espíritu, pareció una especie de agente misteriosode los destinos de la patria, que en aqu<strong>el</strong>los momentos la empujaba porsendas nuevas. Era Lerdo, sin quererlo, sin conocerlo, <strong>el</strong> tipo de orador nuevo.Frecuentemente enfático, sus discursos eran bajorr<strong>el</strong>ieves de bronce. El bronceera la lógica, una inflexible lógica de que se servía a maravilla para censurarXCIX


<strong>el</strong>os textos y para desarmar y vencer a las personas. No envolvía su idea engrandes metáforas sonoras como los retóricos o los poetas de tribuna j iba <strong>al</strong>grano; no citaba a los clásicos como su frecuente adversario <strong>el</strong> licenciadoMontes, que hacia discurso en latín con notas en cast<strong>el</strong>lano, ni hacía de lahistoria una espada de fuego como Altamiranoj citaba las p<strong>al</strong>abras de las iniciativaso proposiciones a discusión, las comparaba, las an<strong>al</strong>izaba con su poderdi<strong>al</strong>éctico de primera fuerza. Y no era frío; su p<strong>al</strong>abra y su voz se enardecíany su concepto fulguraba en cada conclusión. Se empeñó en probar que laintervención europea que nos amenazaba con las armas, quedaba re<strong>al</strong>izadadiplomáticamente con <strong>el</strong> convenio Wyke-Zamacona; <strong>el</strong> controle de los cónsulesingleses en nuestras aduanas era, decía, la Intervenciónj quedaba, pues, sacrificad<strong>al</strong>a dignidad de la patria. Una patria sin dignidad era indiferente ant<strong>el</strong>os ojos de la conciencia y d<strong>el</strong> mundo; lo mismo significaba viva que muerta.Si Lerdo hubiese sido un convencion<strong>al</strong>, en aqu<strong>el</strong> momento pudo haber dichocomo Barrere contestando una interrupción: «¿Habéis hecho un pacto con lavictoria? -Lo hemos hecho con la muerte.:'Zamacona habló muy bien, como solía; fUe difuso y amplificador, era sudefecto; tenía entonces otro que casi perdió después: tartamudeaba un poco,lo que hacía trastabillar su frase en los momentos de mayor esfuerzo. No lefue difícil, sin embargo, demostrar que <strong>el</strong> sacrificio que se imponía <strong>el</strong> país, noera, por pasajero, deshonroso, cuando tenía un puñ<strong>al</strong> en <strong>el</strong> cu<strong>el</strong>lo j cuando sepide la bolsa o la vida, se da la bolsa. Mostró que la intervención en nuestrasaduanas, puramente tempor<strong>al</strong>, de'sconcertaba y desbarataba probablemente laotra, la co<strong>al</strong>ición, la tentativa monárquica, <strong>el</strong> ensayo de protectorado, todoaqu<strong>el</strong>lo que no podíamos contrarrestar solos y que solos teníamos que contrarrestar.La mayoría de la <strong>Cámara</strong>, seducida por Lerdo, rechazó <strong>el</strong> tratado, loque natur<strong>al</strong>mente acarreaba la caída d<strong>el</strong> gabinete en aqu<strong>el</strong>los tiempos de parlamentarismoadherido facticiamente' a nuestra no comprendida Constitución.Pero decía un gran servidor d<strong>el</strong> país a un diputado de la mayoría: «Deeste voto va a resultar la guerra que Inglaterra podía conjurar. -Sí, lo creo»,contestaba <strong>el</strong> diputado, «mas no siento temor ninguno ante la guerra». Esteera <strong>el</strong> estado de ánimo de los representantes d<strong>el</strong> pueblo mexicano.¿Tuvo Lerdo la clara visión d<strong>el</strong> porvenir en aqu<strong>el</strong> momento? Habría sidoun milagro; <strong>el</strong> porvenir le dio la razón, sin embargo. Pero <strong>el</strong> momento en que serechazó <strong>el</strong> tratado parecía, para los que reflexionaban serenamente, la premisade la ruina in<strong>el</strong>uctable de la República. Para no creerlo así, se necesitabaprever la resistencia de' cinco años, en un país agotado, de un grupo pequeñode combatientes; se necesitaba prever la firmeza sobrehumana de <strong>Juárez</strong>; lascomplicaciones de la política europea maniatando a Francia; las peripeciasmilitares de la guerra civil en los Estados Unidos, precipitando su desenlace, yla resu<strong>el</strong>ta actitud d<strong>el</strong> gobierno para quien resucitaba la doctrina Monroe de latumba de la guerra secesionista. Lerdo y sus amigos sólo previeron que podíamorir la República y se resignaron a <strong>el</strong>lo, resu<strong>el</strong>tos a morir por <strong>el</strong>la, quizás.Zamacona se esforzó en hacer volver <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> sobre sus pasos; todofUe inútil. El <strong>Congreso</strong> derogó la ley de suspensión de pagos. ¿ Creyó que,quitando <strong>el</strong> pretexto a la Intervención, la conjuraba? Creyó m<strong>al</strong>j pero despuésde todo, ni Zamacona, ni Lerdo, ni Wyke, que furioso y desconcertado s<strong>al</strong>ió de


<strong>al</strong> Juár~zJ su obra )'su tiempo. (Parte escritapor Justo Sierra.)Oh. cit., pp.,321-323.87 <strong>Juárez</strong> discutidocomo dictador )' estadista.Oh. cit., p. 54.México con S<strong>al</strong>igny que se burlaba de él, ni Corwin, que deploro <strong>el</strong> actolegislativo, se imaginaban que todo aqu<strong>el</strong>lo era perfectamente inútil. La intervenciónera un hecho ya; uno de esos hechos infecundos, de esos que jamásengendran un derecho. 86La derrota de Zamacona ante <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, produjo su caída par~lamentaria. Fue la única ocasión que la <strong>Cámara</strong> de Diputados derribóa un ministro de R<strong>el</strong>aciones Exteriores, o para ser más exactos dada laagresividad que mostró <strong>el</strong> cuerpo legislativo con Zamacona, <strong>Juárez</strong>«consintió en su retirada, pero cerró con dos vu<strong>el</strong>tas de llave la entradad<strong>el</strong> ministerio <strong>al</strong> jefe de la mayoría parlamentaria que lo había derribado»'"Para sustituir a Zamacona como ministro de R<strong>el</strong>aciones Exteriores<strong>Juárez</strong> design6 a Manu<strong>el</strong> Doblado.Al clausurarse las sesiones d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> <strong>el</strong> 15 de diciembre de 1861,<strong>el</strong> problema internacion<strong>al</strong> era de t<strong>al</strong> gravedad, que cuando se presentó <strong>el</strong>presidente de la República, ante <strong>el</strong> más <strong>al</strong>to cuerpo legislativo de la naci6n,consider6 que su deber le obligaba a no ocultar ni c<strong>al</strong>lar nada. Nohabía eufemismo en las p<strong>al</strong>abras de <strong>Juárez</strong>, cuando declaraba que laresponsabilidad que cargaba sobre sus hombros le pareda excesiva, peroque consideraba que su deber le obligaba a cumplir con <strong>el</strong>la.Váis a suspender vuestras funciones legislativas en medio de las circunstanciasmás difíciles que han rodeado a México desde su independencia. Vuestrasúltimas resoluciones ocurren, sin embargo, a la grande necesidad d<strong>el</strong> momento,puesto que <strong>al</strong> retiraros habéis concedido <strong>al</strong> Ejecutivo todas las facultades quenecesita para hacer frente <strong>al</strong> p<strong>el</strong>igro que nos amenaza.El gobierno, que ve en e'sas facultades un aumento de inmensa responsabilidad,y que las va a ejercer solo en nombre de la representación nacion<strong>al</strong>, sinmás título que la emergencia apremiante de las circunstancias ni más objetoque la s<strong>al</strong>vación de la República, siente tanto temor <strong>al</strong> aceptarlas, comodeseo de devolverlas <strong>al</strong> poder soberano de quien derivan.El carácter supremo de estos momentos no hace flaquear, con todo, laesperanza que <strong>el</strong> gobierno ha manifestado en otra ocasi6n, como ahora, de conjurarlos p<strong>el</strong>igros que amenazan a nuestra nacion<strong>al</strong>idad, y de re!tablecer lapaz a la sombra de la ley y de la libertad. En empresa tan ardua <strong>el</strong> gobiernotiene como garantías de buen éxito <strong>el</strong> patriotismo de los mexicanos y <strong>el</strong> eSpíritude razón y de equidad de las otras nacione's.El gobierno mexicano permanece fi<strong>el</strong> a sus sentimientos de paz y de sim·patía para los otros pueblos, y de le<strong>al</strong>tad y de moderaci6n para sus representantes,y espera conseguir que los gobiernos europeos, cuyo juicio han procuradoextraviar los enemigos de nuestra libertad, con respecto a la situación de laCI


República, lleguen a ver en lo que <strong>al</strong>egan como agravios una consecuenciainevitable de una revolución <strong>al</strong>tamente humanitaria que <strong>el</strong> país inició haceocho años, y que comienza a re<strong>al</strong>izar sus promesas, no sólo para los mexicanos,sioo aun para los mismos extranjeros.S8No hubo en las p<strong>al</strong>abras de <strong>Juárez</strong> ni jactancia, ni vituperios. Semostró inaccesible a la ira y a los odios. Agregó que su gobierno manifestab<strong>al</strong>a entereza de siempre, «ante los graves p<strong>el</strong>igros que amenazabannuestra nacion<strong>al</strong>idaci». Confiaba en <strong>el</strong> patriotismo de los mexicanos ycreía en la equidad de las naciones. Con gran sinceridad declaró queno desconocía los daños que había causado la Revolución de Reforma aciertos intereses, pero estaba convencido también «de que iba a colocarsobre una base sólida cuanto hay de más precioso en <strong>el</strong> orden mor<strong>al</strong> ymateri<strong>al</strong> para todos los habitantes de una nación». Los bienes logradoseran de inc<strong>al</strong>culable v<strong>al</strong>or: la libertad r<strong>el</strong>igiosa, las franquicias <strong>al</strong> comercio,las garantías para los emigrados de otras naciones. No se equivocaba<strong>al</strong> decir que los pueblos mismos que más agredían a México enese momento, acabarían por reconocer los resultados de la revoluciónmexicana. El amago por lo tanto sería pasajero.Tenía aún una mínima esperanza de conjurar la tormenta queamenazaba a México, haciendo que las potencias extranjeras escucharanla voz de «la razón, la justicia y la equidad». Pero cu<strong>al</strong>quier arreglo conpaíses extranjeros tenía que ser, en todo caso, partiendo de la base d<strong>el</strong>respeto <strong>al</strong> honor y a la dignidad de México. Pero si la guerra no podíaevitarse se haría frente a <strong>el</strong>la con entereza.El gobierno hará su deber, y si, como no lo duda, México, por un supremoesfuerzo de sus hijos, se s<strong>al</strong>va de la guerra extranjera, si logra ver restablecid<strong>al</strong>a paz, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> en su próximo periodo vendrá a utilizar esa conquistadictando leyes sabias que consoliden la independencia, la libertad y la Reforma.a~18 JUÁTlZ 1 11' CongTlIso,pp. 190-191.88 Ob. cit., p. 190.Era necesario en esos momentos una voluntad capaz de resistir atodos los embates de la tempestad que se aproximaba. No bastaba lavoluntad. Era indispensable una gran penetración política, y hasta ciertosatisbos de profeta. En aqu<strong>el</strong>los momentos de crisis, <strong>el</strong> partido liber<strong>al</strong>dio hombres capaces de resistir todas las pruebas y d~ unir a su espíritude sacrificio, una capacidad sin igu<strong>al</strong> en toda la historia d<strong>el</strong> siglo XIX.A las p<strong>al</strong>abras d<strong>el</strong> presidente de la República contestó, a nombred<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, Vicente Riva P<strong>al</strong>acio que bren pronto desempeñaría unpap<strong>el</strong> fundament<strong>al</strong> en las filas de los cil;ldadanos armados, que lucharona favor de la República contra la Intervencióh francesa. Los pueblos--dijo- recorrían rutas inhóspitas antes de. llegar a la cumbre d<strong>el</strong> buenéxito.cn


40 Ibid., p. 193.No era aún, en esos momentos, Vicente Riva P<strong>al</strong>acio <strong>el</strong> gran nov<strong>el</strong>istay versificador que tan hondamente penetraría en <strong>el</strong> <strong>al</strong>ma de laclase popular mexicana, pero se dibujaban ya los rasgos literarios de susfuturas creaciones. Se perfilaba también en él su c<strong>al</strong>idad humana qu<strong>el</strong>o distinguiría, aun en los momentos más dramáticos de la guerracontra la Intervención francesa. Era un hombre de corazón, en la acepciónmás noble d<strong>el</strong> vocablo.Declaró Riva P<strong>al</strong>acio que se sentía satisfecho de que <strong>el</strong> Con,gresohubiere dado una ley que amparaba las garantías individu<strong>al</strong>es consignadasen la Constitución de 1857. Sentíase satisfecho también por habertenido lugar la firma de un tratado con la Unión Americana y que protegí<strong>al</strong>a libertad d<strong>el</strong> negro. Se solidarizaba así México a la causa d<strong>el</strong>os feder<strong>al</strong>es en su propósito de perseguir la esclavitud.Hizo también referencia a que <strong>el</strong> Ejecutivo había presentado unproyecto de convenio con Inglaterra. Se refería <strong>al</strong> Tratado Wyke-Zamacona.Explicó que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> lo había rechazado porque humillaba ladignidad nacion<strong>al</strong> y atrop<strong>el</strong>laba su condición de pueblo libre. De haberseaceptado aqu<strong>el</strong>lo hubiera equiv<strong>al</strong>ido <strong>al</strong> comienzo de una intervencióneuropea. y no había que olvidar que: «La soberanía de las nacionesno puede conservarse desde <strong>el</strong> momento mismo que <strong>el</strong>la no tiene absolutaindependencia en <strong>el</strong> más pequeño de sus actos, porque <strong>el</strong> individuoen sociedad puede ser libre y depender de una autoridad y tener unjuez; pero una nación no puede depender de nadie, no debe tenermás juez de sus acciones que la Providencia. El <strong>Congreso</strong> tambiénquiere la paz, la quiere en nombre de la República, la quiere a todacosta y con cu<strong>al</strong>quier sacrificio; pero nunca con mengua de la honranacion<strong>al</strong> ni de la soberanía e independencia de México».~Pero <strong>al</strong> mismo tiempo que se rechazaba <strong>el</strong> convenio Wyke-Zamacona,se decretaba la no vigencia de la ley de suspensión de pagos,«mandándose pagar además los dividendos que no se hubiesen satisfechoen <strong>el</strong> tiempo que duró la suspensión de la ley».Pero a pesar de la buena int~nción d<strong>el</strong> gobierno de México, laguerra se perfilaba ya en <strong>el</strong> horizonte. Para Riva P<strong>al</strong>acio <strong>el</strong> conflictoarmado era inminente.La España apresta una escuadra, <strong>el</strong> ministro d<strong>el</strong> emperador de los francesespide su pasaporte y se retira, y la amenaza de una liga <strong>entre</strong> Francia, Españae Inglaterra contra México, se presenta en <strong>el</strong> Oriente como una tempestad: enestos momentos solemnes la <strong>Cámara</strong> creyó necesario que la República se aprestasepara <strong>el</strong> combate; México no es una naci6n débil y enfenna como la hanquerido pintar las naciones europeas, y si bien las sangrientas guerras civilesle han quitado una parte de su fuerza, la unión de sus hijos todos la puedenpresentar poderosa. Hija de este convencimiento, la ley de amnistía viene aeIlI


preocupar la \Uli6n de todos los mexicanos con <strong>el</strong> olvido de los d<strong>el</strong>itos políticos.U41 Ibid., p. 194.Con gran sinceridad creía Riva P<strong>al</strong>acio que aqu<strong>el</strong> era un b<strong>el</strong>lomomento, para olvidar odios y resentimientos.No dejaba de ponderar Riva P<strong>al</strong>acio las inmensas responsabilidadesde <strong>Juárez</strong>, en su c<strong>al</strong>idad de presidente de la República, pero estabaseguro de que merecía la confianza. que en él depositaba <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>.Inc<strong>al</strong>culable es <strong>el</strong> peso que lleva sobre sus hombros <strong>el</strong> Ejecutivo; terriblees la responsabilidad que de hoy en ad<strong>el</strong>ante va a reasumir él solo; perotambién inmensos son los reeUI'llOS que se ponen a su disposici6n, y omnímodaslas facultades que se le <strong>entre</strong>gan.La consideración sola de la necesidad de s<strong>al</strong>var <strong>al</strong> país, decidieron <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>a dar este' paso; d<strong>el</strong> Ejecutivo depende, y nada más de él, s<strong>al</strong>var a laRepública o precipitarla en un abismo.La asamblea nacion<strong>al</strong> suspende hoy sus trabajos legislativos, pero estarásiempre en expectativa como <strong>el</strong> centin<strong>el</strong>a de' las libertades públicas, y prontapara reunirse en <strong>el</strong> momento en que su presencia sea necesaria para <strong>el</strong> biende su patria; entonces recibirá d<strong>el</strong> Ejecutivo cuenta de ese poder que hoy<strong>entre</strong>ga en sus manos con tan ciega. confianza.u42 Ibid., p. 194.<strong>Juárez</strong> <strong>al</strong> abandonar <strong>el</strong> recinto parlamentario obtenía una de lasvictorias más espléndidas de su vida. Y todo lo había logrado por mediode la persuasión, con sensatez política y sin <strong>el</strong> abuso de su autoridad.¿Qué tenía aqu<strong>el</strong> hombre que en <strong>el</strong> momento de presentarse <strong>al</strong><strong>Congreso</strong> lo respetaban hasta sus propios enemigos? ¿Qué había en eseestadista que aun opositores tan agresivos como Altamirano deponíansu hostilidad en momentos decisivos, en que la necesidad de la defensa d<strong>el</strong>a patria obligaba a apretar las filas d<strong>el</strong> liber<strong>al</strong>ismo en tomo <strong>al</strong> presidentede la República?Pero haciendo un poco de justicia distributiva, ¿no es digna de<strong>el</strong>ogio también la noble actitud de Vicente Riva P<strong>al</strong>acio? Se solidarizaba<strong>al</strong> presidente de la República, por una razón de Estado, por <strong>al</strong>go queestaba por encima de preocupaciones subjetivas.CIV


LA DICTADURA LEGAL Y LA CONSOLIDACIONDE LA REPUBLICA<strong>Juárez</strong> comprendió que la Constituciónera <strong>el</strong> arCa santa de sus peregrinaciones yque destrozarla sería suicidarse; comprendióque reformarJa ante una asambleahostil -y sería hostil la asamblea- eraimposible. Gobernar con <strong>el</strong>la~ ni que in·tentarlo, mientras no diera medios de acción<strong>al</strong> Ejecutivo. <strong>Juárez</strong> ap<strong>el</strong>ó <strong>al</strong> puebloen su famosa Ley-convocatoria tan m<strong>al</strong>comprendida por la crítica chabacana yverbosa, y tan c<strong>el</strong>ebrada hoy por la críticaseria. Fue la última siembra cuyos frutosno había de recoger. Pero su obra deprecursor, como su obra de creador, estabaconcluida; constituido eh lo fundament<strong>al</strong>un Estado sólido y respetable.CARLOSPEREYRASe ha dicho que a México le hizo mucho daño su f<strong>al</strong>sa reputaciónde país rico. Y esto podría decirse con·mayor precisión si hacemos referenciaa los acontecimientos d<strong>el</strong> siglo XJX.Una nación a la que se creía poseedora de una riqueza fabulosa,tenía que excitar la codicia de los pueblos capaces de emprender aventurasultramarinas.Fue <strong>el</strong> barón Alejandro de Humboldt, sin proponérs<strong>el</strong>o, <strong>el</strong> fundadorde la leyenda de la riqueza mexicana.Cuando Humboldt comenzó a cautivar y sorprender a la Europay a la América cultas de su tiempo, poseía dos grandes cu<strong>al</strong>idades que lohadan <strong>al</strong>tamente estimable: era una de las autoridades científicas másrespetables de su siglo y poseía una fonna literaria tan precisa como<strong>el</strong>egante. Humboldt habló con gran entusiasmo en su Ensayo políticosobre <strong>el</strong> reino de la Nueva España de las riquezas de México, sus ad<strong>el</strong>antosc~ltur<strong>al</strong>es, la b<strong>el</strong>leza de sus paisajes. A 10 largo d<strong>el</strong> siglo XIX y aun enlas dos primeras décadas d<strong>el</strong> xx, la obra de nuestro viajero inquietó lamente d<strong>el</strong>os hombres europeos. Blasco Ibáñez, en su libro El militarismomexicano, constituye un ejemplo <strong>el</strong>ocuente d<strong>el</strong> influjo que todavía teníacv


en Europa la obra de Humboldt, después de un siglo de haber sidopublicada por primera vez.La influencia d<strong>el</strong> Ensayo político sobre <strong>el</strong> reino de la Nueva España,en la ment<strong>al</strong>idad mexicana d<strong>el</strong> siglo XIX, es indudable. Hasta nuestrosgrandes clásicos como Lucas Alamán, Lorenzo de Zav<strong>al</strong>a y JoséMaría Luis Mora fueron atraídos por la fascinación, que sobre <strong>el</strong>losejercieron las apreciaciones de Humboldt. Se ha dicho que <strong>el</strong> baróncon sus hipérboles caus6 mucho daño a México, desPertando <strong>el</strong> apetitode las naciones extranjeras y creando en los mexicanos un conceptoequivocado de su propio país. Cierto que Humboldt habl6 de la riquezaminera de México y de la fecundidad agrícola de <strong>al</strong>gunas regiones; perono dejó de señ<strong>al</strong>ar los aspectos negativos que contribuirían a frenar suprogreso. Habló de la escasez de lluvias, la f<strong>al</strong>ta de ríos navegables,insisti6 en la necesidad de mejorar <strong>el</strong> <strong>sistema</strong> de riegos y no ocult6 lacondición servil d<strong>el</strong> indio y de las castas. No fue culpa de Humboldt,si multitud de mexicanos y extranjeros, m<strong>al</strong> interpretando sus escritos,sólo tomaron en cuenta la parte generosa y optimista de sus afirmaciones.No poseyendo <strong>el</strong> rigor científico de Humboldt y careciendo d<strong>el</strong>amor que lo lig6 a México, otros viajeros d<strong>el</strong> siglo XIX contribuyeron arobustecer la leyenda de la riqueza mexicana. Tuvieron los francesesen esta actividad un pap<strong>el</strong> eminente. :Margarita Martínez Le<strong>al</strong> de H<strong>el</strong>gueraha <strong>el</strong>aborado un v<strong>al</strong>ioso trabajo <strong>al</strong> resPecto; en él campea unas61ida crítica aunada a un estilo diáfano y preciso. 1Inicia su trabajopartiendo de una hipótesis: muchas de las ideas de los viajeros francesespudieron haber contribuido para que Napoleón se decidiera a interveniren la vida política mexicana.¿Qué clase de personajes eran estos viajeros? Los había de diferentec<strong>al</strong>idad mor<strong>al</strong> e int<strong>el</strong>ectu<strong>al</strong>. Hubo quien se sinti6 atraído s6lo por lab<strong>el</strong>leza d<strong>el</strong> paisaje y las costumbres d<strong>el</strong> país. Pero no f<strong>al</strong>taron los hombresde ciencia, empresarios y agricultores que aspiraron a dar unavisión soci<strong>al</strong>, política y econ6mica d<strong>el</strong> México de su tiempo.No se llenarán estas páginas abusando de los nombres, tampoco serecurrirá a la narración de los det<strong>al</strong>les intrascendentes. Bastan los rasgosesenci<strong>al</strong>es, para poder apreciar <strong>el</strong> influjo que pudo haber tenido est<strong>al</strong>iteratura en <strong>el</strong> ánimo de los contemporáneos.La mayor parte de los viajeros hablan de México como un país deensueño: a su extraordinaria b<strong>el</strong>leza agregan que tiene la virtud de poseertodos los climas. Cuenta con importantes minas de oro y plata,muchas de <strong>el</strong>las no aprovechadas aún. El su<strong>el</strong>o es fecundo para diversoscultivos. La caza y la pesca son abundantes.Mathieu de Fossey declara que diez años de estancia en Méxicoson suficientes para crear una fortuna. El mismo agrega, que si susminas explotadas son ricas, su prosperidad es mínima comparada a lade aqu<strong>el</strong>las que no han sido explotadas.1 Margarita. MartinezLe<strong>al</strong> de H<strong>el</strong>guera,Posibles antecedent.sde la Intervenciónfrancesa di 1862, IJtravh de las obras d.viajeros franceses. Mé·xico, 1963, 256 pp. Setrata de una tesis profesion<strong>al</strong>digna de serpublicada. Una visiónsintética d<strong>el</strong> trabajoapareció en la revistaHistoria Mexicana.México, El Colegio d.México, julio-septiembre,1965, pp. 1.24.CVI


Mich<strong>el</strong> Chev<strong>al</strong>ier cree que México es un país dotado de enormesriquezas, ocupado por una población que no logra los beneficios debidos.No tienen los mexicanos <strong>el</strong> espíritu emprendedor de los norteamericanos,son «diez veces más ricos que <strong>el</strong>los y cien veces menos activos». Y comosi esta hipérbole no fuese suficiente, aún agrega: «No existe sobre latierra un país cuya configuración física sea tan provechosa». Si de estamanera se expresa un hombre que tenía reputación científica, ¿quépueden pensar los demás viajeros? Así se sigue abonando la leyenda d<strong>el</strong>a riqueza mexicana. Así continúa hablándose d<strong>el</strong> país mejor dotado, <strong>el</strong>que tiene todos los climas, todos los productos, todas las riquezas.Pero hay una región más rica que las otras: Sonora, poderoso centrode atracción que ejercerá toda la sugestión de un Eldorado. Su climaes ide<strong>al</strong>, posee las mejores minas de oro y plata, su flora y fauna superana cuanto pueda imaginarse. No debe extrañamos que <strong>al</strong> enterarseNapoleón de aqu<strong>el</strong>las narraciones fantásticas, haya dirigido su miradacodiciosa hacia esa región noroccident<strong>al</strong> de México.Pero éste es <strong>el</strong> aspecto positivo de la narración. Los viajeros incurrenen multitud de exageraciones <strong>al</strong> examinar <strong>el</strong> perfil negativo. Elpueblo es vicioso y apático. Es claro que <strong>el</strong> mexicano no podía ser <strong>el</strong> prototipode los siete vicios, pero en él predominaban la ostentación, <strong>el</strong>orgullo, la avaricia, la disipación y la pereza. Poseyendo México unapoblación con t<strong>al</strong>es lacras a juicio de sus censores, no era extraño quehubiera sido incapaz de cimentar la paz y <strong>el</strong> orden. Carecía de clasesdirectoras y no había logrado <strong>el</strong> equilibrio de sus finanzas. El militarismoy un clero corrupto e ignorante, contribuían <strong>al</strong> acrecentamiento de losm<strong>al</strong>es d<strong>el</strong> país. Es curioso notar que en las observaciones de los viajeros,sólo se habla de los grandes defectos de los ministros de la Iglesia, sinreconocer las cu<strong>al</strong>idades y la extraordinaria cultura de muchos de <strong>el</strong>los.Esta manera unilater<strong>al</strong> de juzgar <strong>al</strong> clero sobreviviría aún después d<strong>el</strong>desastre d<strong>el</strong> segundo Imperio mexicano. Espíritus tan penetrantes comoEmile Ollivier no serían capaces de sustraerse a este prejuicio.Ante <strong>el</strong> criterio de los viajeros franceses, México ha llegado <strong>al</strong> últimoextremo de la degradación y la miseria. Sus minas no se explotan debidamente.El país es importador de <strong>al</strong>godón cuando posee un su<strong>el</strong>o quepodía no sólo satisfacer sus necesidades sino aun exportar un excedente.Los extranjeros son víctimas de los préstamos forzosos. Los caminosestán infestados de bandoleros. México no podrá progresar por sí mismo.Si en sus asuntos no intervenía Europa lo harían los Estados Unidos.¿Existe <strong>al</strong>go que pueda justificar la intervención? A juicio de los escritoresfranceses, la ingerencia europea en los ~suntos de México beneficiaráa esta nación ya los países d<strong>el</strong> Viejo Mundo.Napoleón se consideraba como <strong>el</strong> árbitro de los destinos de Europa,¿no podía aspirar a ser también <strong>el</strong> árbitro d<strong>el</strong> equilibrio americano? ¿Enqué grado la literatura viajera de los franceses pudo haóer influido enCVII


la mente de Napole6n, para impulsarlo a emprender una aventuraen América? Es difícil contestar de una manera satisfactoria a estapregunta. Margarita Martínez Le<strong>al</strong> no ha querido comprometerse paradar un juicio categ6rico, pero transcribe una carta d<strong>el</strong> emperador de losfranceses <strong>al</strong> conde de Flahault, quien debía en su c<strong>al</strong>idad de ministrodiplomático presentarse a lord P<strong>al</strong>merston a fin de dárs<strong>el</strong>a a conocer.Es inútil que yo me extienda aquí sobre <strong>el</strong> interés común, que nosotrostenemos en Europa, en ver a México pacificado y gozando de un gobiernoestable. Por una parte este país, dotado de todas las ventajas de la natur<strong>al</strong>eza,ha atraído muchos de nuestros capit<strong>al</strong>es y de nuestros compatriotas cuyaexistencia se encuentra sin cesar amenazada, pero además, <strong>al</strong> regenerarseformaría una barrera infranqueable a las usurpaciones de América d<strong>el</strong> Norte.Ofrecerá una s<strong>al</strong>ida importante <strong>al</strong> comercio inglés, español y francés, explotandosus propias riquezas, en fin, haría un gran beneficio a nuestras fábricasextendiendo sus cultivos de <strong>al</strong>godón. El examen de estas diversas ventajas, asíco:.no <strong>el</strong> espectáculo de uno de los más b<strong>el</strong>los países d<strong>el</strong> mundo <strong>entre</strong>gado <strong>al</strong>a anarquía y amenazado de una ruina proxima, son las razones que me haninteresado vivamente en la suerte de México. JILos franceses no eran los únicos en ex<strong>al</strong>tar la b<strong>el</strong>leza y <strong>el</strong> poderíoeconómico de Mhico. Un grupo considerable de mexicanos se habíaengañado a sí mismo y hablaba de un país de riqueza fabulosa que teníanecesidad de ser intervenido.Inglaterra no muy susceptible a dejarse conmover por los entusiasmoslatinos, había sido víctima de aqu<strong>el</strong> d<strong>el</strong>irio colectivo. Para la patriade lord Russ<strong>el</strong>l, México era indudablemente un país privilegiado por lanatur<strong>al</strong>eza. Si no pagaba sus deudas era porque estaba regido por ungobierno de facinerosos. La prensa británica contribuía a la difusiónde t<strong>al</strong> sofisma.2 Carta transcritapor Egon César ComteCorti en <strong>el</strong> apéndicedocument<strong>al</strong> de BUobra: M a)limilien <strong>el</strong>Charlotte du Mexique.1860-1865. Paris, LibrairiePlon, 1927, t.1, p. 273.CVIIIMéxico es un país de inc<strong>al</strong>culable riqueza (The Post). Gracias á la debilidad,a la volubilidad, y sobre todo a la corrupción d<strong>el</strong> gobierno mexicano (siaqu<strong>el</strong>lo puede llamarse gobierno), un hermoso país que posee acaso másriquezas que ningún otro, ha vivido en bancarrota permanente, y más aún vade m<strong>al</strong> en peor (The Morning Advertiser). No hay excusa posible para losactos crimin<strong>al</strong>es, para la f<strong>al</strong>ta persistente de honradez y fraudes d<strong>el</strong> gobiernomexicano, <strong>el</strong> cu<strong>al</strong> dispone de un país mucho más rico que otros en todo aqu<strong>el</strong>loque puede producir la prosperidad de un pueblo... La negativa para satisfacerlas justas deudas de los extranjeros, no proviene de f<strong>al</strong>ta de recursos, nidebe recaer sobre la gener<strong>al</strong>idad d<strong>el</strong> pueblo mexicano: es <strong>el</strong> resultado de la conductanefanda de los gobiernos (The Morning Chronicle). La inmensa variedadde sus productos y los recursos miner<strong>al</strong>es que forman las siete octavaspartes de sus exportaciones, son sacrificados gustosamente a animosidadespolíticas despreciables y sin objeto (The Time:s). Ningún país podría ser máspoderoso que México por estar formado de llanuras y montañas, y singularmentesituado <strong>entre</strong> <strong>el</strong> Atlántico y <strong>el</strong> Pacífico... Tiene dentro de sus fronteras


1I Citas hecha. porCarlos Pereyra en Judr~zdiscutido comodictador 'Y estadista.Oh. cit., pp. 47-48.todos los climas d<strong>el</strong> mundo y facultades de producción casi incomprensibles.A pesar de la pobreza e ins<strong>al</strong>ubridad de ciertas regiones, son todas <strong>el</strong>las tanfáciles de explotar que nadie puede morir de hambre en México, pues aun <strong>el</strong>más ocioso obtiene <strong>el</strong>ementos de la'tierra tThe DaiIy T<strong>el</strong>egraph) ,sPara un hombre como Napole6n III, tan sensible a los encantosde la fantasía, un país como se suponía que era México, tenía queejercer en su mente la sugestión de un nuevo Eldorado.Napoleón III ha sido víctima de los forjadores de leyendas y demitos. Se le compara con frecuencia a Napoleón 1, con fines que desd<strong>el</strong>uego no son de estricta justicia. Víctor Hugo, con sus reflexiones consignadasen su libro Napoleón <strong>el</strong> pequeño, dejó un campo admirablementeabonado para las defonnaciones históricas. Es innegable que <strong>el</strong>hombre d<strong>el</strong> Dos de diciembre trató, en múltiples momentos de su vida,de imitar,a su ilustre antecesor, pero también no es menos cierto, queposeyó <strong>al</strong>tas cu<strong>al</strong>idades person<strong>al</strong>es. Distaba mucho de ser ese personajezafio y ridículo que han dibujado sus detractores. Quien examine concuidado sus cu<strong>al</strong>idades y defectos, quien estudie las vicisitudes de suazarosa existencia, encontrará en él a uno de los personajes más significativosy apasionantes d<strong>el</strong> siglo XIX.Antes de esc<strong>al</strong>ar las gradas d<strong>el</strong> trono, aún antes de ocupar <strong>el</strong> puestocomo presidente de la República, una tentativa fracasada para derribara Luis F<strong>el</strong>ipe, lo lleva a la prisión de Ham. Allí, lejos de pennanecerinactivo, aprendió cuestionec; que fueron decisivas en su vida. Meditósobre <strong>al</strong>gunos de los problemas de América, estudió asuntos de tácticamilitar, reflexionó sobre la re<strong>al</strong>idad política y económica de la Europade su tiempo. Soñó con la construcción de un can<strong>al</strong> en América quecomunicaría <strong>el</strong> Océano Atlántico con <strong>el</strong> Pacífico. Estaba convencidode que la influencia preponderante de Estados Unidos en <strong>el</strong> NuevoMundo era nefasta para éste y para Europa. De las meditaciones hechasen la prisión s<strong>al</strong>ió materi<strong>al</strong> para publicar ciertos folletos. En <strong>el</strong>los segastaron <strong>al</strong>gunos de los principios que defendió cuando volvió a la vidapolítica. Se ha dicho con razón que todo lo que hizo más tarde, estáya en gennen en los escritos y las meditaciones d<strong>el</strong> cautiverio.Cuando Napoleón as<strong>al</strong>ta <strong>el</strong> poder en 1852 tiene la intuición políticapara comprender <strong>el</strong> momento de Francia y la sicología de sus habitantes.Conquistando <strong>el</strong> mando, puede ya <strong>entre</strong>garse a ÚDa actividad creadora.Podrá así efectuar una obra de mejoramiento soci<strong>al</strong> y económico.Francia es llevada <strong>al</strong> pináculo de la prosperidad y de la fama. Con susempresas militares h<strong>al</strong>aga a los franceses. Se afinna que <strong>el</strong> amor a lagloria colmó <strong>el</strong> orgullo francés, pero que se sacrificó la libertad a cambiode esa gloria y de cierta bonanza económica.Bajo la dominación napoleónica se trazan ferrocarriles y líneast<strong>el</strong>egráficas, se fundan centros de beneficencia. Hay en Napole6n unaCIX


indudable preocupación soci<strong>al</strong>. Desde muchos puntos de vista los francesespodrían sentirse orgullosos de su soberano. En los primeros años desu reinado tuvo una popularidad indudable. Pero ni él ni sus súbditospodían imaginar hasta dónde podía llegar Francia en sus sueños degrandeza.Si <strong>el</strong> César comenzó deseando ser <strong>el</strong> árbitro d<strong>el</strong> equilibrio europeo,no le bastará t<strong>al</strong> designio para colmar su ambición, y habrá deaspirar a ser también <strong>el</strong> árbitro d<strong>el</strong> equilibrio americano. ¡Protegerí<strong>al</strong>a raza latina e impediría <strong>el</strong> crecimiento desorbitado de los EstadosUnidos!Cedidas a Inglaterra las Indias Orient<strong>al</strong>es, urgía buscar otros horizontes.Hay ensueños de expansión trasatlántica. El deseo de interveniren México, de establecer un imperio latino, surgió primero en <strong>el</strong> cerebrode Eugenia de Montijo. Pero cuando esta idea convenció a Napoleón,<strong>el</strong> soberano la hizo suya. i Era la gran idea! i Era la obra más gloriosade su reinado! La expresión se repitió muchas veces, se declamó envarios tonos. Pocas veces un concepto h<strong>al</strong>agó tanto la sensibilidad y lavanidad de un monarca. La atmósfera era propicia para divulgar <strong>el</strong> pensamiento.Muchos franceses sintieron <strong>el</strong> magnetismo de la frase y experimentaronlos estremecimientos d<strong>el</strong> exotismo. Napoleón no sólo era' unhombre de Estado, sino un brillante escritor capaz de redactar con precisióny <strong>el</strong>egancia su pensamiento político.Jamá! obra a mis ojos habrá sido más grande en sus resultados. Porquese trata de arrancar todo un continente a la anarquia y a la miseria; de dar <strong>el</strong>e'jemplo a toda la América de un buen gobierno, en fin de levantar enfrentede las utopías y de los desórdenes sangrientos, la bandera de la monarquíafundada sobre una prudente libertad y sobre un sincero amor <strong>al</strong> progre60. 4Napoleón era un puñado de proyectos y de utopías. Se ha dichoque era un hombre contradictorio. Lo fue, en efecto, en sus actos comoen su pensamiento, «creyendo en <strong>el</strong> orden creó <strong>el</strong> desorden». Pensandoser árbitro de América y creador de un dique que impediría <strong>el</strong> avance deEstados Unidos, acabaría por implorar <strong>el</strong> reconocimiento de este paísen favor de Maximiliano. Quiere contrarrestar la influencia austriaca yofrece un trono a uno de los miembros de la re<strong>al</strong> casa de FranciscoJosé. De la fe intensa y candorosa en él, cuando lo escoge como <strong>el</strong> hombrecapaz de ser <strong>el</strong> brazo ejecutante de su pensamiento pasará <strong>al</strong> extremoopuesto de considerarlo un incapaz en <strong>el</strong> orden político y administrativo.No ama a Inglaterra ni a España, pero busca su colaboración en lacausa de México.Napoleón mantuvo su ejército en It<strong>al</strong>ia para proteger <strong>al</strong> Papa,pero en muchos aspectos en <strong>el</strong> orden político y mor<strong>al</strong>, está <strong>al</strong> margende la catolicidad y es generoso con la masonería. Era aquélla unaex4 Fragmento de unacarta de Napole6n aMaximiliano. EgonCésar Comte Corti.Ob. cit., p. 278.


<strong>al</strong>ianza de razón y no de amor o, como decía Mont<strong>al</strong>embert, una <strong>al</strong>ianza<strong>entre</strong> <strong>el</strong> cuerpo de guardia y la sacristía.¿En los asuntos de México se trató de una conquista? No pocasveces se ha contestado a esta pregunta en forma afirmativa, pero t<strong>al</strong>manera de juzgar los hechos carece de fundamentación histórica. Habíancambiado las formas d<strong>el</strong> imperi<strong>al</strong>ismo. No se trataba de emprenderaventuras ultramarinas, para doblegar pueblos, bastaba ejercer sobre<strong>el</strong>los un protectorado. Cabe decir que los mismos que aconsejaban laempresa, no acertaban a comprender todas las aristas d<strong>el</strong> problema.Mas <strong>el</strong> emperador de Francia,. <strong>al</strong> meditar sobre la cuestión mexicana,apoyaba sus lucubraciones sobre principios f<strong>al</strong>sos. Creía que Méxicoera un país de riqueza fabulosa, tenía la certidumbre que la UniónAmericana no volvería a rehacerse y desestimó la resistencia que opondríanlos republicanos acaudillados por <strong>Juárez</strong>. Napoleón, pretendiendoencauzar los destinos d<strong>el</strong> mundo europeo y americano, terminaría porprovocar su propia caída y la derrota de Francia.Si Francia y España, a pesar de lo dispuesto en la Convención deLondres, deseaban establecer en México un sist.ema monárquico, eraporque se sentían resp<strong>al</strong>dadas por un grupo de mexicanos que lo pedíancon insistencia. Entre <strong>el</strong>los los de mayor importancia fueron José MaríaGutiérrez de Estrada, José Manu<strong>el</strong> Hid<strong>al</strong>go y Juan Almonte. Tuvieronmenos influencias Francisco de Paula de Arrangoiz, <strong>el</strong> padre FranciscoJavier Miranda y <strong>el</strong> obispo P<strong>el</strong>agio Antonio Labastida y Dáv<strong>al</strong>os.A la distancia de cien años de la fecha en que tuvieron lugar losacontecimientos que estamos narrando, todavía es muy común ver en<strong>al</strong>gunas historias, cómo se sigue juzgando a los intervencionistas conun odio, un rencor y una inquina que no tiene justificación. Fueronciertamente esos políticos autores de un d<strong>el</strong>ito contra la soberanía y laindependencia de México, pero los jueces <strong>al</strong> examinar los cargos inicianlas d<strong>el</strong>iberacioneS con <strong>el</strong> propósito preconcebido de condenarlos sin ap<strong>el</strong>ación.No se les permite hacer su defensa ni se les escucha, no se intentaexplicarlos, ni se aspira a seguirlos por los senderos de su vida pública,tratando de comprender con exactitud los móviles que inspiraron susactos.Cabe sin embargo, preguntarse antes de examinar estos personajes:¿hubo propiamente un partido monárquico? Indudablemente no. Aqu<strong>el</strong>loshombres que pedían en Europa la protección de <strong>al</strong>gunos países paraestablecer un imperio en México no constituían un grupo compacto, notomaron decisiones conjuntas, no formularon un programa político.¿Para qué un programa, si todos los· m<strong>al</strong>es de México podía resolverlos<strong>el</strong> hombre providenci<strong>al</strong> que escogieron como soberano?Lo que sorprende <strong>al</strong> examinar <strong>el</strong> pensamiento de los imperi<strong>al</strong>istas,es la diversidad de sus convicciones. Hubo <strong>entre</strong> <strong>el</strong>los quienes defendíaneXI


con vehemencia los intereses y los fueros de la Iglesia. Pero los hubotambién con tendencias liber<strong>al</strong>es.Nadie hasta entonces había luchado con tanta intensidad a favord<strong>el</strong> establecimiento de un imperio mexicano, como José María Gutiérrezde Estrada. Era un católico ingenuo de los tiempos viejos. Defendía contanto ardor la causa de la Iglesia, que fue visto con desprecio por NapoleónIII, por José Manu<strong>el</strong> Hid<strong>al</strong>go y por la propia emperatriz Eugeniaquien declaraba que era un hombre que creía vivir atm en la épocade F<strong>el</strong>ipe 11.José Manu<strong>el</strong> Hid<strong>al</strong>go, aunque católico, era un acomodaticio, de losque no se escand<strong>al</strong>izaban ante las disposiciones liber<strong>al</strong>es de Napoleón 111.En 1847 se había batido con g<strong>al</strong>lardía y v<strong>al</strong>or en Churubusco contr<strong>al</strong>os norteamericanos. Muy joven pasó a Europa y se hizo partidariode las ideas monárquicas, no tanto por convicción política, sino porqueh<strong>al</strong>agaban su vanidad y veía en la creación d<strong>el</strong> imperio la posibilidadde obtener un puesto encumbrado. Leyendo sus escritos, se percibe quefue <strong>entre</strong> los intervencionistas uno de los que menos comprendían lare<strong>al</strong>idad mexicana.Almonte había figurado en las filas d<strong>el</strong> liber<strong>al</strong>ismo. Se le considerabahombre de terribles pasiones. Bajo la segunda administración deAnastasio Bustamante, condenó enérgicamente siendo ministro de Guerr<strong>al</strong>as ideas monárquicas de Gutiérrez de Estrada. Pero como teníagrandes ambiciones y pocos escrúpulos, no vaciló en abjurar de unaparte de sus ideas. Renegó de su pensamiento republicano, pero se mantuvofi<strong>el</strong> a su credo liber<strong>al</strong>. La cultura, la distinción de Almonte, susideas liber<strong>al</strong>es, <strong>el</strong> profundo conocimiento que tenía de la historia de supaís le merecieron la protección de Napoleón 111. El emperador francéscreyó ver en él <strong>al</strong> político ide<strong>al</strong> que podría fundar un partido que nosería ni rojo ni retrogrado, pero que no renunciaría en todo caso a lasconquistas logradas por <strong>el</strong> liber<strong>al</strong>ismo.Francisco de Paula de Arrangoiz era un egoísta sin grandes ide<strong>al</strong>es.Bien claro lo había mostrado cuando <strong>al</strong> cobrar en Estados Unidos lossiete millones de pesos que este país pagó a México por <strong>el</strong> territoriode La Mesilla, con gran desenvoltura se guardó $ 68,000.00.El padre Miranda era un hombre de poderosa int<strong>el</strong>igencia y degran poder para la intriga, enemigo de las ideas reformistas y partidariode la violencia, con t<strong>al</strong> de lograr los fines que se proponía. Interesantefigura la suya, que está esperando <strong>al</strong> historiador que lo estudiesin prejuicios. Fue <strong>el</strong> único que no se hizo ilusiones respecto a Maximiliano.Unas cuantas p<strong>al</strong>abras cruzadas con <strong>el</strong> archiduque, le hicieroncomprender que los intervencionistas habían hecho una m<strong>al</strong>a <strong>el</strong>ección.Don P<strong>el</strong>agio Antonio Labastida y Dáv<strong>al</strong>os representaba <strong>el</strong> <strong>al</strong>to clero,intransigente entonces ante las tentativas d<strong>el</strong> liber<strong>al</strong>ismo. Expulsado deCXII


G Apud Manu<strong>el</strong> Ri.vera Cambas, Historiade la Int erl/enC'i6nfrancesa 'Y norteamericana'Y d<strong>el</strong> Imperio d,M aximiliano. Prólogode Leonardo Pasqu<strong>el</strong>.México, Editori<strong>al</strong> AcademiaLiteraria, 1961,t. 1 B, pp. 405 Ysigtes.México en la época de Comonfort, creyó sinceramente que Maximilianoacaudillaría una reacción cleric<strong>al</strong>.Fue <strong>el</strong> año de 1861 decisivo para los fines que perseguían los imperi<strong>al</strong>istas.Hid<strong>al</strong>go había convencido a la emperatriz Eugenia; y ésta asu vez influyó en <strong>el</strong> ánimo de Napoleón III.Cuando la idea monárquica ha logrado su pleno desarrollo, cuandoya no es sólo José María Gutiérrez de Estrada quien toca a las puertasde las cancillerías europeas sino un grupo de mexicanos, las esperanzasde los imperi<strong>al</strong>istas se orientan en <strong>el</strong> sentido de pedir ayuda aNapoleón III, México vivía uno de los instantes más dramáticos de suhistoria.En su mensaje de diciembre de 1859, James Buchanan, presidentede los Estados Unidos, había hablado de la situación mexicana. Denunciabaante <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> los atrop<strong>el</strong>los que habían sufrido sus conciudadanosen México, víctimas de los préstamos forzosos. Decía que las vidasy los intereses de los norteamericanos se encontraban en p<strong>el</strong>igro, <strong>al</strong>gunoshabían sido sujetos a prisión sin someterlos a proceso ni permitirles hacersu defensa. Buchanan aseguraba que México no entraría en la senda d<strong>el</strong>os países civilizados, sin <strong>el</strong> auxilio de una potencia extraña. Esa potenciapodían ser los Estados Unidos. La intervención sería posible llegando aun acuerdo con <strong>el</strong> gobierno de don Benito J uárez.Cuando Buchanan sugería la acción interventora, sostenía que laaplicación de esta medida era contraria a la conducta tradicion<strong>al</strong> deneutr<strong>al</strong>idad, observada por <strong>el</strong> gobierno estadunidense, pero en todo casoconsideraba que no había otra solución más acertada.Este mensaje afectó a los políticos de ambos mundos. Una cartaatribuida a Gutiérrez de Estrada y dirigida por éste a Napoleón III,señ<strong>al</strong>aba los p<strong>el</strong>igros que representaba para Europa y América la actitudasumida por <strong>el</strong> presidente Buchanan. El estilo literario enfático -en queestaba redactada-, lleno de repeticiones, pletórico de hipérboles, denuncia<strong>el</strong> s<strong>el</strong>lo person<strong>al</strong> de su autor. El documento es <strong>al</strong>tamente importantepara quien pretenda juzgar la ideología que inspiraba la conductade Gutiérrez de Estrada. 1iDecía que los Estados Unidos habían injuriado a Europa en múltiplesocasiones y las naciones de este continente habían actuado en unaforma t<strong>al</strong> que daban la impresión de tener miedo. Han permitido a losEstados Unidos que mutile en 1848 <strong>el</strong> territorio de México. Por otraparte habían cruzado los Dardan<strong>el</strong>os violando un tratado internacion<strong>al</strong>.Recientemente un americano capitán de navío, había insultado en <strong>el</strong>Mediterráneo a la nación austriaca.Consideraba que las amenazas de Buchanan externadas en su mensaje<strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> eran una bofetada a Europa en las dos mejillas. Las miradascodiciosas d<strong>el</strong> presidente de los Estados Unidos se dirigían haciaMéxico y Cuba. Costa Rica, Honduras, <strong>el</strong> S<strong>al</strong>vador y Guatem<strong>al</strong>a es-CXIII


taban dentro de la esfera de sus pretensiones. Pero la mirada codiciosade Estados Unidos no se concretaría a llevar su impulso imperi<strong>al</strong>istahasta la zona de Centroamérica y detenerlo <strong>al</strong>lí. Les era necesaria laAmérica entera. Su mirada iba más <strong>al</strong>lá d<strong>el</strong> Istmo de Panamá, de eseistmo «que vuestra majestad estudió hace tiempo, con la <strong>el</strong>evación demiras que os han constituido <strong>el</strong> primer hombre de la época».Los Estados U nidos -agregaba-, podrían hacer vibrar la cuerdad<strong>el</strong> patriotismo ofendido de los mexicanos, para obligarlos a combatircontra España y esto produciría la pérdida de Cuba.La escuadra española tenía un pap<strong>el</strong> fundament<strong>al</strong> en América, perono debía actuar sola sino acompañada por la de Francia. Luego angustiado,sostenía que <strong>el</strong> día en que cesara la unidad católica en México yen Cuba, sería <strong>el</strong> comienzo d<strong>el</strong> desquiciamiento de la América Latina.El principio católico p<strong>el</strong>igraba en ambos continentes. Por otra parte,cuatro mil franceses en México, sin contar con los que ocupaban <strong>el</strong> restod<strong>el</strong> continente americano, reclamaban la protección de Napoleón. El emperadordebía auspiciar una <strong>al</strong>ianza de los países latinos.Francia, nación poderosa a la vez que magnánima, tenía que interveniren América. El catolicismo estaba predestinado a lograr la uniónde la raza latina. Sólo Francia podía ser la encamación de la justiciay de la verdad defendiendo los intereses de la humanidad. La Providenciamisma determinaba que Napoleón III «fuese <strong>el</strong> árbitro de la reconstituciónde los pueblos latinos». La <strong>al</strong>ianza latina destruiría los EstadosUnidos. Este país constituía <strong>el</strong> símbolo de la Revolución, de lasfuerzas destructivas. Napoleón en cambio representaba <strong>el</strong> orden r<strong>el</strong>igiosoy político.Ya no se trataba de un programa nacion<strong>al</strong>ista. No era un ide<strong>al</strong> decampanario. Se querían dar a un plan político perfiles continent<strong>al</strong>es.La perspectiva de los acontecimientos escapaba sin embargo <strong>al</strong> análisisde quienes como Gutiérrez de Estrada, de buena o de m<strong>al</strong>a fe, luchaban afavor de un imperio mexicano. i Ironía d<strong>el</strong> destino! Los que combatíancon tanto ahínco por derribar <strong>el</strong> régimen liber<strong>al</strong>, por derrocar a un hombreque encarnaba <strong>el</strong> ide<strong>al</strong> republicano de México, no sospecharon quea la postre, todos sus esfuerzos acabarían por darle solidez, coherencia yprestigio univers<strong>al</strong> a ese gobierno que anatematizaban. El pueblo queno era juarista, que no era liber<strong>al</strong>, sino en sus capas superfici<strong>al</strong>es, recibiríacon la intervención europea una lección suprema. Cuando vio aun príncipe que decía ser católico defender ideas liber<strong>al</strong>es, cuando sintiólos atrop<strong>el</strong>los de Dupin, de Berth<strong>el</strong>in, de Castagny; los asesinatoscometidos en nombre de la ley d<strong>el</strong> 3 de octubre; entonces por convicciónprofunda o por instinto, sintió quién representaba de verdad la aspiraciónhacia la unidad definitiva. Ese día dejó de ser <strong>Juárez</strong> <strong>el</strong> representantede un grupo político, para convertirse en <strong>el</strong> símbolo de unanación.CXIV


Desembarcadas en las playas de Veracruz las fuerzas de los paisessignatarios de la Convención de Londres, en los meses de diciembre de1861 y enero de 1862, las autoridades mexicanas no hicieron ningunamanifestación de hostilidad contra <strong>el</strong>las. Gracias a esta prudencia y <strong>al</strong>tacto diplomático de Manu<strong>el</strong> Doblado, ministro de R<strong>el</strong>aciones de México,pudo convencerse a los representantes de Inglaterra y España de labuena fe que inspiraban los actos d<strong>el</strong> gobierno de <strong>Juárez</strong>. El gener<strong>al</strong>Juan Prim y sir Charles Lennox Wyke retiraron los contingentes militaresde sus respectivos países. No sucedió lo mismo con <strong>el</strong> ejércitofrancés que permaneció en México dispuesto a continuar los planes deNapoleón 111.A pesar de haberse conjurado multitud de p<strong>el</strong>igros, la RepúblicaMexicana entraba en una etapa de nuevas vicisitudes y <strong>el</strong> año de 1862vaticinaba también grandes tormentas.Reconozcamos que fue <strong>al</strong>tamente significativa la lucha que sostuvo<strong>Juárez</strong> contra los enemigos d<strong>el</strong> liber<strong>al</strong>ismo, digna de admiración subat<strong>al</strong>la contra la intervención extranjera, pero no menos admirablesresultaron los encuentros que libró contra los oponentes políticos quemilitaban en las propias huestes d<strong>el</strong> liber<strong>al</strong>ismo. Estos combates fueronle<strong>al</strong>es, honrados, cab<strong>al</strong>lerescos, y en <strong>el</strong>los no aspiraba a derrotar a susadversarios sino más bien a convencerlos, aunque dispuesto a descargar<strong>el</strong> golpe definitivo, cuando se hubiesen agotado todos los recursos d<strong>el</strong>entendimiento.J uárez se mostró muy hábil en su trato con los caciques. Algunoscomo Juan Alvarez y Luis Terrazas le fueron le<strong>al</strong>es. Otros como SantiagoVidaurri eran extremadamente difíciles de controlar y destinados asublevarse, pero mientras constituyeron una esperanza para la Repúblicacontemporizó con <strong>el</strong>los.Como hombre civil tuvo que guardar un gran tacto con los caudillosmilitares d<strong>el</strong> liber<strong>al</strong>ismo. Si <strong>entre</strong> <strong>el</strong>los abundaban los adictos nof<strong>al</strong>taban los turbulentos. j Cuánto sería <strong>el</strong> t<strong>al</strong>ento político de J uárezy su magnetismo person<strong>al</strong> para meter en <strong>el</strong> puño de su autoridad apersonajes tan difíciles como Jesús González Ortega y Manu<strong>el</strong> Doblado!Las dotes de J uárez como conciliador se mostraron también en sus<strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> con los diputados miembros de la oposición contra su gobierno.Sería largo referir todos los recursos de que se v<strong>al</strong>ió para entrar en <strong>el</strong><strong>al</strong>ma de sus adversarios, para convencerlos de la necesidad de una colaboracióncomún, en aqu<strong>el</strong>los momentos de crisis suprema para México.El <strong>Congreso</strong>, en sus <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> con J uárez en <strong>el</strong> curso d<strong>el</strong> año de1862 y en los cinco primeros meses de 1863, se manifestará cada díamás dispuesto a la comprensión. <strong>Juárez</strong> a su vez asume cada vez másautoridad, hasta un grado t<strong>al</strong> que no es desacertado decir que acabarápor convertirse en dictador leg<strong>al</strong>.CXV


Cuando <strong>el</strong> 15 de abril de 1862 <strong>el</strong> presidente de la República pronunció.su discurso ante <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> <strong>al</strong> tener lugar la apertura de sesiones,no podía <strong>al</strong>bergar en su mente la menor sombra de esperanza conrespecto a la posibilidad de lograr la paz con Francia. Declar6 que lossucesos que habían tenido lugar durante <strong>el</strong> receso de la <strong>Cámara</strong> erande tanta gravedad y tan <strong>el</strong>ocuentes que era inútil todo comentario.<strong>Juárez</strong> daba <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> todo género de parabienes por la abnegaci6ny la cordura que había manifestado en aqu<strong>el</strong> instante tan difícilpara la causa de México. No podía menos que hacer patente su reconocimientoa la asamblea legislativa que lo había honrado con pruebasde confianza, otorgándole facultades extraordinarias.El presidente de la República declaraba sentirse satisfecho d<strong>el</strong>comportamiento de todos los Estados que, respondiendo <strong>al</strong> llamadod<strong>el</strong> deber, habían mandado sus contingentes militares para luchar contr<strong>al</strong>as fuerzas extranjeras.<strong>Juárez</strong> recordaba que <strong>al</strong> tener lugar la clausura de sesiones d<strong>el</strong><strong>Congreso</strong> <strong>el</strong> 15 de diciembre de 1861, lo había honrado con un votode confianza inspirado por <strong>el</strong> momento crítico y previniendo las dificultadesque sobrevendrían. Estas se habían intensificado frente a los acontecimientos.Confiaba en que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> llevaría a cabo una acci6nfecunda, que haría sentir su influencia para inspirar hasta «en los ciudadanosmás oscuros <strong>el</strong> espíritu de sacrificio».El presidente hacía declaraciones que precisa examinar sin odiosde partido y con espíritu crítico, si nos guía <strong>el</strong> propósito de reconstruir lahistoria y <strong>el</strong> no hacer una obra demagógica. El país lo mismo en sus capashumildes que en sus capas superiores carecía de unidad, de esa unidadque pennite tener un concepto cab<strong>al</strong> de patria. México no era todavíaun pueblo con la plena conciencia de su ser y su nacion<strong>al</strong>idad. Mas <strong>el</strong>presidente de la República y los caudillos liber<strong>al</strong>es tenían <strong>el</strong>· deber deencender la llama d<strong>el</strong> entusiasmo cívico.Sebastián Lerdo de Tejada, a nombre d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, contestó <strong>al</strong>presidente con frases menos vehementes, como si quisiera que no lo traicionaransus emociones. Conden6 también la violaci6n de los tratadosde La Soledad con tanta energía como <strong>Juárez</strong>. Hizo la solemne promesaa nombre de la <strong>Cámara</strong> de Diputados para decirle <strong>al</strong> presidente de laRepública, que no le f<strong>al</strong>tarían todas las facultades extraordinarias indispensablesa fin de hacerle frente a la invasi6n extranjera.En vísperas de la contienda armada, las <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> <strong>entre</strong> <strong>Juárez</strong> y<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> comenzaban a mejorar. Se percibía ya que la Repúblicatenía <strong>al</strong> frente de sus destinos a un hombre de grandes dotes para <strong>el</strong>mando y de <strong>al</strong>to sentido de responsabilidad.i Qué diferente resultaba <strong>el</strong> panorama de abril de 1862, respectode la visi6n que se tenía de los acontecimientos mexicanos d<strong>el</strong> recienteCXVI


pasado diciembre! El día 11 de ese mes, Zaragoza, en carta dirigida <strong>al</strong>gener<strong>al</strong> Ignacio Mejía, se quejaba de la oposici6n sistemática que se hacía<strong>al</strong> presidente de la República. Hablaba también de las düicultadesque frecuentemente había tenido <strong>el</strong> jefe d<strong>el</strong> Ejecutivo, para preparartropas y para arbitrarse los demás <strong>el</strong>ementos necesarios para sostener laguerra. En las reflexiones de Zaragoza podemos percibir también <strong>el</strong> espíritude contemporizaci6n y de tacto empleado por <strong>el</strong> presidente <strong>Juárez</strong>en sus <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> con la <strong>Cámara</strong> de Diputados. La pieza document<strong>al</strong> esde t<strong>al</strong> manera importante que no se puede resistir la tentaci6n de transcribirlacasi íntegra.Señor Gener<strong>al</strong> don Ignacio Mejía.Muy estimado amigo y compañero:La oposición sistemática que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> declaró <strong>al</strong> Ejecutivo, no cesó nicon <strong>el</strong> amago de una guerra extranjera que amenaza hundir a la Repúblicae'n un insondable abismo: no parece sino que <strong>al</strong>gunos de los individuos deaquél están completamente desposeídos de amor patrio, y que les interesa pocoque la nación se pierda, si nos atenemos a los mismos hechos que' en una cadenano interrumpida de obstinación han presentado constantemente.Para s<strong>al</strong>var las inmensas dificultades con que <strong>el</strong> gobierno tropezaba a cadapaso para <strong>al</strong>istar y preparar las tropas y demás <strong>el</strong>ementos de guerra con quehacer frente a la agresión europea, ocurrió <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> que lo facultase poruna solicitud, para obrar de una manera decisiva, según lo demandaban lasexigencias públicas, o bien que él dictara las medidas conducentes a la s<strong>al</strong>udde la patria, promulgándolas oportuna y debidamente; lejos de esto no escuchóla <strong>Cámara</strong> la voz d<strong>el</strong> Ejecutivo rehusando de una manera poco dignaadoptar cu<strong>al</strong>quiera de los extremos propuestos <strong>al</strong> grado de causar un graveescánd<strong>al</strong>o dejando vacíos los asientos y marchándose d<strong>el</strong> s<strong>al</strong>ón de' las sesionescuatro o cinco diputados <strong>al</strong> tiempo de emitir los votos sobre una cuestión detan vit<strong>al</strong> importancia, agregando a unos actos tan insensatos otra chicanade baja ley.El señor presidente' que comprende hasta dónde nos podría conducir tantaf<strong>al</strong>ta de cordura y que deseaba conjurar m<strong>al</strong>es de grave trascendencia enperjuicio de la patria ofreció las carteras ministeri<strong>al</strong>es a individuos de -la oposici6n,para que contribuyeran a plantear <strong>el</strong> programa más conveniente <strong>al</strong>país y sus circunstancias; y aunque les h<strong>al</strong>agó t<strong>al</strong> proposición, porque con pocodisimulo demostraron su aspirantismo a los puestos con que se les brindaba,como pretendieran cosas que no se les podía conceder sin hacer a un lado yabandonar la senda trazada por -la Revolución y la Reforma fue imposiblesu colocación.Se propuso entonces por <strong>al</strong>gunos y aun yo mismo le' escribí <strong>al</strong> efecto llamar<strong>al</strong> señor Doblado: este señor tuvo la bondad de venir: y después de <strong>al</strong>gunasconferencias con <strong>el</strong> señor <strong>Juárez</strong> se resolvió aceptar la cartera de R<strong>el</strong>acionesfijando como condición <strong>el</strong> tot<strong>al</strong> cambio d<strong>el</strong> gabinete, exceptuando tan sólo<strong>el</strong> person<strong>al</strong> d<strong>el</strong> Ministerio de Hacienda que actu<strong>al</strong>mente desempeña <strong>el</strong> señorCXVII


González Echevarría t<strong>al</strong> condición fue recibida de buen grado porque erauna pesada carga para los que ocupábamos las carteras continuar <strong>al</strong> frente de<strong>el</strong>las y sólo <strong>el</strong> patriotismo y los deseos de servir a la patria nos imponían<strong>el</strong> deber de sobr<strong>el</strong>levarla, sacrificando por esto hasta nuestro propio nombreaunque pequeño.El señor Doblado y <strong>el</strong> nuevo gabinete, cuentan con las simpatías de la<strong>Cámara</strong> y de esta manera juzgo que mejorará la difícil situación en que lascircunstancias y una oposición infundada habían colocado <strong>al</strong> gobierno, a los Estadosy a los hombres a quienes ha costado <strong>al</strong>go <strong>el</strong> triunfo de la Revolución,nos toca estar <strong>al</strong>ertas para que <strong>el</strong> camino demarcado por aquélla no seextravíe con mengua de la leg<strong>al</strong>idad y la Reforma.Doce vapores españoles han fondeado en Antón Lizardo <strong>el</strong> dia ocho d<strong>el</strong>presente mes a las cuatro de la tarde: pronto, muy pronto <strong>el</strong> est<strong>al</strong>lido d<strong>el</strong> cañónextranjero resonará en <strong>el</strong> territorio de la República y su eco será <strong>el</strong> toquede reunión de los soldados d<strong>el</strong> pueblo y la señ<strong>al</strong> de verdadera fraternidad detodos los mexicanos.Yo estoy nombrado gener<strong>al</strong> en jefe de la División de San Luis la cu<strong>al</strong>por orden suprema forma parte de la fuerza de Oriente que a las órdenesd<strong>el</strong> gener<strong>al</strong> Draga se encuentra ya en <strong>el</strong> Estado de Veracruz...6Para fortuna de la causa liber<strong>al</strong> identificada con la República habíanllegado los buenos tiempos. Se respiraba una de esas atmósferasde entusiasmo que preceden a las grandes victorias. «Corrían los treintadías más b<strong>el</strong>los de la historia de México. De los primeros de abril hastaprincipios de mayo de 1862. Un b<strong>el</strong>lo sueño en <strong>el</strong> que permanecieronjuntos, como en una estrecha familia la int<strong>el</strong>igencia, la justicia, <strong>el</strong> honory la gloria,>.7Ni <strong>Juárez</strong> ni Zaragoza creían en los milagros, pero sí en <strong>el</strong> poderd<strong>el</strong> heroísmo, d<strong>el</strong> sacrificio y de la tenacidad. Si la idea de la victoriainefable de las fuerzas mexicanas hubiera formado parte de las conviccionesde Zaragoza, una o dos semanas antes d<strong>el</strong> cinco de mayo, habríatenido <strong>el</strong> derecho de parangonarse <strong>al</strong> gener<strong>al</strong> Lorencez en fanfarronadasbélicas. Todo lo contrario, si <strong>al</strong>go caracterizó <strong>al</strong> gener<strong>al</strong> mexicano fu<strong>el</strong>a capacidad para penetrar en todos los p<strong>el</strong>igros de la situación. Zaragozatenía la noción exacta d<strong>el</strong> v<strong>al</strong>or d<strong>el</strong> soldado mexicano. Conocí<strong>al</strong>os defectos y las virtudes d<strong>el</strong> ejército nacion<strong>al</strong> y podía ponderar comonadie <strong>el</strong> límite de resistencia, abnegación y heroísmo d<strong>el</strong> guerrero me­Xicano.El día tres de mayo está en <strong>el</strong> terreno que va a ser <strong>el</strong> teatro de suepopeya y de la epopeya de un pueblo. Ese mismo día escribe <strong>al</strong> ministrode la Guerra:6 Ignacio Zaragoza,eartas <strong>al</strong> gener<strong>al</strong> I g­nacia ¡1¡[ejia. México,Instituto Nacion<strong>al</strong> deAntropología e Historia,1962, pp. 28-30.7 José Fuentes Mares,<strong>Juárez</strong> :Y la Intervención,México, JU!,1962, p. 160.CXVIIILlegué hoy a esta ciudad con 3 000 hombres que componen la retaguardiad<strong>el</strong> ejército de Oriente. El enemigo está todavía en Acatzingo y probablementeseguirá su marcha mañana; muy temprano s<strong>al</strong>en mañana dos brigadascon una batería sobre Cobos que, parece, ha llegado a Atlixco con su fuerza.


s Ignacio Zaragoza,Cartas 'Y documentos.México, Fondo dee 111 t 11 r a Económica,1962, p. 87.M Zaragoza habíaapenas reunido pocomás de cuatro milhombres, que enfrentóa I1n ejército de unosseis mil soldados manodados por <strong>el</strong> gener<strong>al</strong>Lorencez.He mandado ocupar los cerros de San Juan y Loreto, que están pasajeramentefortificados, y con la guarnición de esta plaza cubriré los fortines.El resto d<strong>el</strong> ejército listo para cu<strong>al</strong>quier cosa. Si <strong>el</strong> gobierno, haciendo unesfuerzo supremo, me mandara violentamente, esto es, de preferencia, 2000infantes, yo le asegurarla hasta con mi vida que la división francesa sería derrotadaprecisamente <strong>el</strong> día seis. 8Las fuerzas anh<strong>el</strong>osamente pedidas no llegaron, pero en cambio sederrotaría <strong>al</strong> enemigo un días antes de la fecha predicha.El jefe d<strong>el</strong> ejército de Oriente convocó <strong>el</strong> mismo tres de mayo asus gener<strong>al</strong>es. Se lamentó ante <strong>el</strong>los a causa de que un pueblo de ochoo diez millones de habitantes no haya podido preparar una mejor resistenciaarmada <strong>al</strong> invasor. 9Tomando además en cuenta que <strong>el</strong> armamentode sus hombres era inferior <strong>al</strong> d<strong>el</strong> ejército francés, creía que no debíacombatirse hasta un grado t<strong>al</strong> que se inmolase <strong>al</strong> ejército en caso de noobtener la victoria. De todas maneras era necesario causarle estragos<strong>al</strong> adversario y procurar la unidad d<strong>el</strong> ejército mexicano, para poderseguir luchando en defensa de la independencia nacion<strong>al</strong>.Zaragoza había c<strong>al</strong>culado con prudencia de buen soldado los <strong>el</strong>ementosde que podía disponer y la posible agresividad d<strong>el</strong> adversario.No podía adivinar <strong>el</strong> resultado d<strong>el</strong> choque ni la ineptitud que mostraría<strong>el</strong> gener<strong>al</strong> en jefe d<strong>el</strong> ejército francés. Ante los soldados y ofici<strong>al</strong>es podíahaberse expresado como un jefe que cree indefectiblemente en la victoria.Pero d<strong>el</strong>ante de sus gener<strong>al</strong>es tenía la obligación de discutir <strong>el</strong> posibledesarrollo de los sucesos.No vamos a reconstruir aquí las peripecias de la bat<strong>al</strong>la d<strong>el</strong> cincode mayo. Para los fines d<strong>el</strong> presente trabajo puede bastar <strong>el</strong> impactoque produjo <strong>el</strong> triunfo en los mexicanos de la época.La victoria d<strong>el</strong> cinco de mayo tuvo repercusiones positivas y negativas.Sirvió para ex<strong>al</strong>tar <strong>el</strong> sentimiento nacion<strong>al</strong>ista, pero por otraparte resultó contraproducente. Al tenerse conocimiento de la victoriad<strong>el</strong> ejército mexicano en Puebla, si la oposición' francesa censuró la políticad<strong>el</strong> emperador y si en <strong>el</strong> seno d<strong>el</strong> Cuerpo Legislativo, Jules Favrecondenó enérgicamente la conducta de Napoleón, éste abandonó <strong>el</strong> recintoparlamentario <strong>entre</strong> las ovaciones de la mayoría. Se le autorizópara disponer de hombres y dinero destinados a la aventura mexicana.Se consideró que era un deber vengar la afrenta recibida.Entretanto en México, a raíz d<strong>el</strong> triunfo d<strong>el</strong> cinco de mayo, sesintió la necesidad de crear un órgano de infonnación gener<strong>al</strong>, parahacer d<strong>el</strong> conocimiento de mexicanos y extranjeros <strong>el</strong> desarrollo de losacontecimientos. Manu<strong>el</strong> Doblado, ministro entonces de R<strong>el</strong>acionesExteriores, tuvo una intuición doblemente f<strong>el</strong>iz cuando encontró la manerade lograr ese fin; se publicarían una serie de revistas para dar aconocer <strong>al</strong> público mexicano y a los países extranjeros la grave situaciónCXIX


por la que atravesaba la Rcpública. Pero era indispensable que quicnredactara esas revistas tuviera no sólo un patriotismo superior a las ofuscacionesde partido y una sólida cultura. Se necesitaba una de esas individu<strong>al</strong>idadescapaces de penetrar en todos los secretos de la crisis soci<strong>al</strong>de su momento, uno de esos hombres que poseen <strong>el</strong> instinto que lespermite vislumbrar <strong>el</strong> porvenir. Doblado que vivía en esos momentosen <strong>el</strong> punto meridiano de su gloria, tuvo <strong>el</strong> supremo acierto de escoger adon José María Iglesias como la persona ide<strong>al</strong> para la redacción de esasrevistas.Desde abril de 1862 Iglesias estuvo encargado de explorar <strong>el</strong> horizonte,como «diestro que era para descubrir por <strong>el</strong> vu<strong>el</strong>o de las aves <strong>el</strong>secreto de los dioses, o, sin metáfora, para ver por dónde podía comenzar·a levantarse <strong>el</strong> nublado».lO Las Revistas Históricas sobre la Intervenciónfrancesa en México fueron publicadas sin interrupción por 10menos una vez <strong>al</strong> mes desde abril de 1862 hasta julio 31 de 1864.Las vicisitudes por las que atravesó <strong>el</strong> gobierno de <strong>Juárez</strong> en superegrinación de Monterrey a Paso d<strong>el</strong> Norte impidieron la publicaciónmensu<strong>al</strong> de las revistas, pero de una manera irregular siguieron apareciendohasta octubre 30 de 1866. Ha sido <strong>el</strong> mismo Iglesias <strong>el</strong> que mejorha precisado las condiciones en que fueron publicadas las Revistas Históricas:Redactadas éstas a medida que iban desarrollándose los sucesos de quetrataban, llevan <strong>el</strong> s<strong>el</strong>lo de la vehemencia propia de la época de la lucha;carecen de una coordinación imposible en aqu<strong>el</strong>los momentos; no hablan d<strong>el</strong>os acontecimientos importantes, desconocidos para mí entonces, y bien sabidosdespués; c<strong>al</strong>lan intencion<strong>al</strong>mente hechos, cuya rev<strong>el</strong>ación prematura podríahaber sido provechosa <strong>al</strong> enemigo. llIglesias dijo en 1867 que se proponía escribir una historia sobre laIntervención francesa y <strong>el</strong> Imperio de Maximiliano. T<strong>al</strong> historia quehabría sido escrita desde una perspectiva más serena y con todas lasexigencias críticas que reclamaba la historiografía no pudo redactarla.En cambio lo que sí logró fue la publicación de las Revistas Históricas enforma de libro <strong>el</strong> año de 1867.«Cuando se examinan las ideas d<strong>el</strong> gener<strong>al</strong> Prim, de J uárez y deIglesias, lo que pasma es la agudeza con que comprendieron su presentey vislumbraron su poryenir. Y la profundidad de sus aciertos se destacamás comparando esta profundidad a las limitaciones de sus adversarios.José María Gutiérrez de Estrada, José Manu<strong>el</strong> Hid<strong>al</strong>go, Juan Almontc,<strong>el</strong> obispo Labastida, <strong>el</strong> periodista Masseras/ 2<strong>el</strong> gener<strong>al</strong> Bazaine, sóloven un sector de la gran aventura y éste es <strong>el</strong> rasgo fundament<strong>al</strong> quedistingue a aqu<strong>el</strong>los políticos d<strong>el</strong> presidente indio y d<strong>el</strong> autor de lasRevistas Hist6ricas.exx10 ] uárez, su obra 'Ysu tiempo. (Parte escritapor Carlos Pereyra).Ob. cit., p. 417.11 José Maria Iglesias,Reviltas H illóri·cas sobre la Intervenciónfr<strong>al</strong>lcesa en México.Pr61ogo y notasde Martin Quirarte.México, Editori<strong>al</strong> Porrúa,segunda edici6n,1972, p. 1.1: Periodista y pol[­tico francés autor deEl programa d<strong>el</strong> Imperio.


lS Prólogo a las R,­vistas Históricas sol1"la ]ntITv,nción ¡ran<strong>el</strong>sa.Ob. cit., p. XIV.»<strong>Juárez</strong> fue un hombre de pocas p<strong>al</strong>abras y en su correspondenciase manifestaba siempre muy sobrio en sus juicios. Mas quien consulta suscartas percibe en <strong>el</strong>las la profunda fe en México hasta en los momentosmás dramáticos de la época de la Int<strong>el</strong>Vención.»Se podría argumentar que J uárez e Iglesias razonaban con tantacordura por haber vivido durante muchas décadas obs<strong>el</strong>Vando las re<strong>al</strong>idadesde su país. Quienes así piensan tienen razón en parte. i Pero cuántosmexicanos liber<strong>al</strong>es y cons<strong>el</strong>Vadores, republicanos e imperi<strong>al</strong>istas quenunca abandonaron su país caminaban a tientas y eran incapaces depercibir <strong>el</strong> destino de su patria» psAhora bien, puede afirmarse en términos gener<strong>al</strong>es que <strong>el</strong> año de1862 no resultó fat<strong>al</strong> para la causa de la República y sí mantuvo <strong>al</strong> enemigoextranjero replegado en la región orient<strong>al</strong> d<strong>el</strong> país, sin permitirle<strong>el</strong> ascenso hacia la <strong>al</strong>tiplanicie.El 18 de mayo de 1863 a pesar d<strong>el</strong> heroísmo desplegado por <strong>el</strong>ejército mexicano <strong>al</strong> mando d<strong>el</strong> gener<strong>al</strong> González Ortega, la plazade Puebla fue tomada por <strong>el</strong> gener<strong>al</strong> Forey. Para <strong>Juárez</strong>, para los caudillosmilitares y civiles d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> aqu<strong>el</strong> incidente no era sino unsimple episodio de la gran contienda.A punto de abandonar <strong>Juárez</strong> la capit<strong>al</strong> de México, amenazado sugobierno por <strong>el</strong> avance d<strong>el</strong> ejército francés, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> d<strong>el</strong>iberaba sobr<strong>el</strong>as facultades extraordinarias que se pedían para <strong>el</strong> primer magistradode la República. No se desconfiaba de su patriotismo ni de sus <strong>al</strong>tasvirtudes como hombre de Estado, pero aqu<strong>el</strong>la dictadura leg<strong>al</strong>, que s<strong>el</strong>e iba a otorgar producía-escrúpulos de conciencia en muchos diputados,que tomaban muy en serio su pap<strong>el</strong> de representantes d<strong>el</strong> poder Legislativo.El 31 de mayo de 1863 tuvo lugar la última sesión d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>en la ciudad de México. Se volvió a dar un voto de confianza <strong>al</strong> presidentede la República. Ya podía <strong>Juárez</strong> emprender su peregrinaciónhacia San Luis Potosí, sede provision<strong>al</strong> d<strong>el</strong> gobierno constitucion<strong>al</strong>ista,tenía las facultades extraordinarias por las que siempre había luchado,pero <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> las había <strong>entre</strong>gado «como depósito y no como abdicación».Algunos diputados lo siguieron. El <strong>Congreso</strong> tuvo aún d<strong>el</strong>iberacionesen la capit<strong>al</strong> provision<strong>al</strong> de la República. No f<strong>al</strong>taron losdiputados como Ignacio Manu<strong>el</strong> Altamirano y Vicente Riva P<strong>al</strong>acioque cambiando la pluma por la espada marcharon <strong>al</strong> campo de bat<strong>al</strong>la.Los sucesos se precipitaban. En la capit<strong>al</strong> de la República, recientementeocupada por <strong>el</strong> invasor francés, y bajo <strong>el</strong> influjo d<strong>el</strong> gener<strong>al</strong>Forey había funcionado una Junta de Notables, que escogía para Méxicola forma de gobierno republicana y proponía como soberano a FernandoMaximiliano de Austria.CXXI


El príncipe escogido como «regenerador» de México, era una mezclacuriosa de cu<strong>al</strong>idades y defectos. Hombre muy culto, distinguido,con sensibilidad de artista, pero tenía muy pocos escrúpulos mor<strong>al</strong>es, pormás que sus admiradores traten de destacar como una de sus grandesvirtudes <strong>el</strong> sentido d<strong>el</strong> honor. Antes de aceptar la corona de México seatreve ya a comprometer <strong>el</strong> crédito de la nación. Da su aprobacióna un empréstito negociado por Napoleón y con la más grande tranquilidadd<strong>el</strong> mundo se guarda ocho millones de francos <strong>entre</strong>gados a cuentade este préstamo. La audacia se explica: cuando los emigrados mexicanostocaron a las puertas de su p<strong>al</strong>acio para ofrecerle un imperio, <strong>el</strong>archiduque estaba <strong>al</strong> borde de la ruina.No obstante haber dispuesto de ocho millones de francos, estuvo apunto de no aceptar la corona de México. No quería renunciar a susevcntu<strong>al</strong>es derechos a la sucesión <strong>al</strong> trono de Austria. Después de un<strong>al</strong>arga y penosa discusión, acabará por firmar un pacto que lo obligaa renunciar a estos derechos, tan caros a su orgullo y a sus miras ambiciosas.EllO de abril de 1864, acepta solemnemente la corona d<strong>el</strong> Imperiomexicano y firma los Tratados de Mir.amar. ¿De verdad fue aquél unImperio? Desde la perspectiva de nuestro tiempo bien podemos ya decirlo.De 1864 a 1867 coexistieron dos formas de gobierno: la Repúblicay <strong>el</strong> Imperio.¿Los que con Maximiliano se comprometieron a crear un <strong>sistema</strong>monárquico cometieron un acto de traición a la patria? ¿Atentaroncontra la independencia y soberanía de México? La patria mexicana,identificada con la República, iba a surgir plena y definitivamente dcaqu<strong>el</strong>la p<strong>el</strong>igrosa crisis.Hid<strong>al</strong>go, Gutiérrez Estrada, Labastida comprometieron la independenciay la soberanía de México, pero sólo transitoriamente. LosTratados de Miramar no hablaban de una ocupación permanente d<strong>el</strong>ejército francés y jamás estuvo en la mente de Napoleón III mantenersus fuerzas en México indefinidamente.El Tratado de Miramar determinaba <strong>el</strong> monto de los gastos quepor motivo de la ocupación debía pagar México, incluyendo intereses.Fijaba un su<strong>el</strong>do de mil francos anu<strong>al</strong>es para cada soldado francés. Elmando supremo d<strong>el</strong> ejército era bicéf<strong>al</strong>o, esto es Maximiliano y <strong>el</strong> marisc<strong>al</strong>Bazaine lo compartirían. Tratándose de aqu<strong>el</strong>los lugares dondehubiese fuerzas de varias nacion<strong>al</strong>idades mandaría un comandante francés.Para <strong>el</strong> pago de perjuicios justificados que hubieran sufrido losfranceses, se establecía una comisión mixta de reclamaciones.En la parte secreta d<strong>el</strong> tratado se declaraba que en cu<strong>al</strong>quier circunstanciano le f<strong>al</strong>taría apoyo <strong>al</strong> gobierno de Maximiliano. Ademásse aprobaban los principios liber<strong>al</strong>es defendidos por Forey en su pro-CXXII


u Por medio de estaproclama dio a e~tender Forey que losadquirentes de bienesd<strong>el</strong> clero podian considerarsetranquilos yque su majestad NapoleónIII, vena congusto <strong>el</strong> establecimientoen México de la libertadde cultos.clama d<strong>el</strong> 12 de junio de 1863. u Por lo que se refería a la permanenciad<strong>el</strong> ejército, declaraba que éste iría disminuyendo hasta ser de 28,000hombres en 1865, de 25,000 en 1866 y de 20,000 en 1867.Don José María Iglesias en sus Revistas Históricas sobre la Intervenciónfrancesa en México, órgano ofici<strong>al</strong> de información d<strong>el</strong> gobiernode <strong>Juárez</strong>, 51 días después de haberse firmado <strong>el</strong> Tratado de Miramar,y antes de que Maximiliano llegara a México, con precisión matemáticaseñ<strong>al</strong>aba las causas por las cu<strong>al</strong>es aqu<strong>el</strong> imperio estaba destinado <strong>al</strong>fracaso:10. Una guerra europea que obligase a Francia a tomar una participaciónimportante y que la hiciese llamar <strong>al</strong> ejército empleado e'n la aventura deUltramar.20. La necesidad de retirar <strong>el</strong> cuerpo expedicionario francés, porque no sepodría sostener con los fondos propios d<strong>el</strong> tesoro imperi<strong>al</strong> mexicano.30. El triunfo de los Estados Unidos, que seguramente en nombre de la doctrinade Monroe no tolerarían <strong>el</strong> establecimiento d<strong>el</strong> Imperio mexicano.40. Fin<strong>al</strong>mente, la resistencia republicana sería un obstáculo pennanente atoda te'ntativa monárquica.Además con visión no menos profética declaraba Iglesias que surgiríaun conflicto <strong>entre</strong> <strong>el</strong> marisc<strong>al</strong> Bazaine y Maximiliano, originadopor <strong>el</strong> mando bicéf<strong>al</strong>o d<strong>el</strong> ejército.No podemos trazar en este bosquejo las vicisitudes de la aventuraimperi<strong>al</strong>, pero no sería inadecuado volver a insistir en que fue la clarividenciade la clase directora de los republicanos la que contribuyó deuna manera decisiva <strong>al</strong> triunfo de su causa.Uno de los panegiristas más fervorosos de Maximiliano, de los quecon mayor pasión ha tratado de ex<strong>al</strong>tar sus virtudes, reconoce, sin embargo,sus limitaciones.1;; Charles d'Hericault.Maximilún .,le Mexique. Histoiredes derniers mois d,l'Empire mexicain. Paris,Garnier, 1869, pp.47-48.En la política no era un hombre práctico sino un ideólogo. Era un granartista en todo, aun en filosofía gubernament<strong>al</strong>. Sólo que si era re<strong>al</strong>menteprofundo y poderoso en las teorías, le f<strong>al</strong>taba en grado extremo esa otra partede la filosofía que eS <strong>el</strong> conocimiento de los hombres.15Se ha dicho también que J uárez es ciencia y Maximiliano es arte.En la lucha de aqu<strong>el</strong>los dos hombres acabó por dominar <strong>el</strong> que mirab<strong>al</strong>os hechos con una intuición de político, frente <strong>al</strong> que examinaba lare<strong>al</strong>idad mexicana a través d<strong>el</strong> prisma d<strong>el</strong> artista.Cabría decir que todavía en nuestro tiempo se sigue incurriendoen inexactitudes en las que incurrieron muchos liber<strong>al</strong>es republicanos d<strong>el</strong>a época que estamos an<strong>al</strong>izando. En 1867 yen los años inmediatamenteposteriores se habló d<strong>el</strong> «llamado imperio» y se hizo referencia a la «repúblicarestaurada» sin reparar en la paradoja que t<strong>al</strong> afirmación entraña-CXXIII


ao Si no había habido imperio, propiamente no podía hablarse derestauraci6n de la República. Es curioso ver c6mo <strong>el</strong> vocablo repúblicarestaurada, es usado <strong>el</strong> propio día de la entrada de <strong>Juárez</strong> a México.Cien años después d<strong>el</strong> triunfo de la República <strong>el</strong> término sigue circulandocomo moneda corriente, aun <strong>entre</strong> los profesores de historia y <strong>al</strong>gunoshistoriadores de muy grande fama.Es preciso una aclaraci6n. ¿Qué entendemos por imperio? Si seentiende por imperio lo que crey6 Napole6n III, un país capaz de vivirpor sí mismo y de hacer frente <strong>al</strong> desarrollo gigantesco de los EstadosUnidos, entonces no hubo imperio mexicano. En este sentido sí es válid<strong>al</strong>a frase de Carlos Pereyra: «El Imperio 11exicano naci6 muerto, <strong>el</strong>jefe d<strong>el</strong> Estado francés, <strong>el</strong> primer soberano de su siglo, puso un fetoen las manos disipadoras d<strong>el</strong> archiduque».No hay documentos que prueben que entrase en los propósitos deNapole6n III permanecer indefinidamente en 11éxico. Quiso protegerla formaci6n de un gobierno monárquico y una vez que éste tuviese vidapropia, dar 6rdenes para proceder a la retirada d<strong>el</strong> ejército francés. Esmás, estuvieron fijados de acuerdo con los Tratados de Miramar los plazosde retirada de las fuerzas expedicionarias. Si an<strong>al</strong>izamos <strong>el</strong> pensamientonapole6nico en su forma más estricta, hay que llegar a la conclusi6nde que la «gran idea» no se convirtió jamás en re<strong>al</strong>idad. Masnunca hay que olvidar que en aqu<strong>el</strong>los tiempos, no existía aún <strong>el</strong> cuerpode un Estado mexicano. Había, eso sí, dos grupos que se disputaban lapreeminencia política d<strong>el</strong> país, unos luchaban por la república, los otrospor la monarquía. En ese sentido no puede negarse la existencia d<strong>el</strong>imperio, y hay que hablar d<strong>el</strong> triunfo de la República y no de su restauraci6n.Al caer prisionero Maximiliano en manos de los republicanos, <strong>el</strong>15 de mayo de 1867, qued6 rota para siempre la posibilidad de vidade un <strong>sistema</strong> monárquico. Fusilado <strong>el</strong> archiduque <strong>el</strong> 19 de junio enQuerétaro, <strong>Juárez</strong> emprende la marcha hacia la capit<strong>al</strong> de México.En la mañana d<strong>el</strong> 15 de julio de 1867, <strong>el</strong> presidente de la Repúblicapenetro en la capit<strong>al</strong> de México; había logrado vencer para siempre<strong>el</strong> poder imperi<strong>al</strong> y consolidar además las instituciones reformistas.<strong>Juárez</strong>, después de escuchar la bienvenida que se le hacía porparte d<strong>el</strong> Ayuntamiento, oy6 las p<strong>al</strong>abras emotivas de Antonio Martínezde Castro. El orador <strong>el</strong>ogi6 la entereza con que <strong>el</strong> primer magistrado d<strong>el</strong>a República había combatido contra la intervenci6n extranjera. Al fin l<strong>al</strong>ibertad estaba asegurada, en lo sucesivo era preciso luchar para consolidarla paz. Para lograr t<strong>al</strong> propósito -dijo <strong>el</strong> oradof-, será preciso«que renazcan la confianza y la seguridad perdidas y que haya unaverdadera reconciliaci6n <strong>entre</strong> los mexicanos».<strong>Juárez</strong>, nada afecto a frases ampulosas, contest6 con parquedad.CXXIV


Declar6 que no haría sentir <strong>el</strong> terror a los vencidos. Asegurada la independenciade México, era preciso luchar para conservar la paz, peropara obtener este propósito se necesitaba <strong>el</strong> concurso d<strong>el</strong> país entero. Ensu manifiesto dirigido a la naci6n, <strong>el</strong> presidente de la República fue másexplícito. Se había luchado contra la invasi6n extranjera para defenderlos derechos, la independencia y las institucienes polítiCas de México.En lo sucesivo, s6lo una labor de cooperación <strong>entre</strong> pueblo y gobiernopodría conducir <strong>al</strong> buen éxito. No hacía ofrecimientos demagógicos, ysí, en cambio, hablaba de hacer entrar <strong>al</strong> país en los cauces d<strong>el</strong> ordeny d<strong>el</strong> respeto a la ley.Las frases de <strong>Juárez</strong> eran insuficientes para c<strong>al</strong>mar los ánimos, habíaaún cierta inquietud en las conciencias. Muchos liber<strong>al</strong>es veían conrencor a los vencidos, y quienes habían sido imperi<strong>al</strong>istas temían los excesosde los republicanos.Bien pronto demostr6 <strong>Juárez</strong>, por medio de los actos más bien quecon las p<strong>al</strong>abras, que sus propósitos de paz y orden no eran una promesavaga. Hacía poco más de un lustro que <strong>al</strong> dirigirse <strong>al</strong> gener<strong>al</strong> Mejía, <strong>el</strong>presidente de la República se quejaba de no poder hacer sentir <strong>el</strong> influjode su autoridad. El mismo gener<strong>al</strong> le había dado su promesa de queahora sí se haría respetar.El gobierno se encontraba ante una situaci6n difícil a la que habíaque hacer frente con habilidad y entereza. Por una parte precisabarehacer <strong>el</strong> crédito nacion<strong>al</strong> y reorganizar la hacienda pública. Impulsar<strong>el</strong> desarrollo económico d<strong>el</strong> país era la condici6n indispensable paracimentar la paz y <strong>el</strong> orden. El presidente de la República tenía la mirade llevar a cabo una reforma educativa trascendent<strong>al</strong>, y no escapaba a suanálisis la necesidad de volver a tener <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> con las nacione..europeas que las habían suspendido con <strong>el</strong> gobierno republicano <strong>al</strong> establecerse<strong>el</strong> Imperio de Maximiliano.Para llevar a cabo sus propósitos, <strong>el</strong> presidente <strong>Juárez</strong> contaba coneminentes colaboradores. Algunos como Sebastián Lerdo de Tejada,José María Iglesias y Matías Romero, eran de la vieja guardia. Otroscomo Gabino Barreda y Francisco Díaz Covarrubias eran nuevos adeptos,pero igu<strong>al</strong>mente deseosos de prestar su más amplia colaboraciónpara llevar a cabo la obra reconstructiva que se proyectaba.<strong>Juárez</strong> contaba también con un <strong>el</strong>emento armado profundamentefi<strong>el</strong>. Los gener<strong>al</strong>es Ignacio Mejía, S6stenes Rocha e Ignacio Alatorre eranuna garantía de disciplina y de sometimiento <strong>al</strong> orden constitucion<strong>al</strong>restablecido.El presidente de la República no devolvió de inmediato <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>las facultades omnímodas que se le habían otorgado en 1863, por lasencilla raz6n de que no había <strong>Congreso</strong>. Procedi6 entonces a convocara <strong>el</strong>ecciones para integrar una nueva <strong>Cámara</strong> de Diputados.cxxv


J uárez recurrió a la Convocatoria d<strong>el</strong> 14 de agosto de 1867, queha sido objeto de una y mil polémicas. Si en su tiempo provocó tempestades,todavía sigue siendo motivo de discusiones apasionantes.Sin desestimar <strong>el</strong> v<strong>al</strong>or de Sebastián Lerdo de Tejada como <strong>el</strong>redactor y promulgador de la Convocatoria d<strong>el</strong> 14 de agosto, en su c<strong>al</strong>idadde ministro de R<strong>el</strong>aciones Exteriores y de Gobernación, no puedenegarse que <strong>el</strong> espíritu de <strong>Juárez</strong> estuvo presente en <strong>el</strong>la. Tenía comofin<strong>al</strong>idad establecer la base para las próximas <strong>el</strong>ecciones y proponercambios constitucion<strong>al</strong>es. Las innovaciones sugeridas suscitaron unaoleada de protestas. Sublevó la conciencia de numerosns ad<strong>al</strong>ides d<strong>el</strong>liber<strong>al</strong>ismo, no la iniciativa para efectuar cambios a la Constituciónd<strong>el</strong> 57, sino <strong>el</strong> procedimiento a que se pretendía recurrir.La Convocatoria hablaba de cinco modificaciones <strong>al</strong> orden constitucion<strong>al</strong>:10. Creación de un <strong>sistema</strong> bicamer<strong>al</strong>, lo que suponía <strong>el</strong> establecimientode un Senado.20. Facultad d<strong>el</strong> presidente de la República para vetar resolucionesd<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>.30. Que los informes d<strong>el</strong> Ejecutivo sean por escrito y no verb<strong>al</strong>es,determinándose si los hará directamente <strong>el</strong> presidente de la Repúblicao los secretarios d<strong>el</strong> Despacho.40. Que la diputación o fracción d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> que quede funcionandoen sus recesos, tenga restricciones para convocar <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> asesiones extraordinarias.50. Determinar cómo será provista la jefatura provision<strong>al</strong> d<strong>el</strong> poderEjecutivo, en caso de que f<strong>al</strong>taren a la vez <strong>el</strong> presidente de laRepública y <strong>el</strong> presidente de la Suprema Corte de Justicia.Los ciudadanos en <strong>el</strong> momcnto de proceder a votar declararían siestaban o no de acuerdo con las enmiendas constitucion<strong>al</strong>es que se proponían.Otros preceptos de la Convocatoria explicaban las razones que habíapara sugerir las enmiendas a la Constitución, precisaban las normasa que se sujetarían las próximas <strong>el</strong>ecciones y hablaban de las fcchas enque los nuevos funcionarios entrarían en ejercicio de sus cargos.Ante las vivas protestas que surgieron en virtud de aqu<strong>el</strong> proyecto,que pretendía modificar la Constitución siguiendo cauces contrarios <strong>al</strong>os que establecía <strong>el</strong> propio código fundament<strong>al</strong> de la República para serreformado, <strong>el</strong> presidente J uárez consintió en renunciar de momento asus propósitos.José Fuentes Mares se sorprende, y le asiste un gran fondo de razón,de que un hombre de tanta habilidad política como <strong>Juárez</strong> hubieseCXXVI


16 Juáre: 'Y <strong>el</strong> COftogreso, p. 5.recurrido <strong>al</strong> procedimiento sugerido por la Convocatoria para la proposiciónde cambios <strong>al</strong> orden constitucion<strong>al</strong>.Fuera d<strong>el</strong> procedimiento que era inadecuado, no constituían undesacierto las innovaciones sugeridas por <strong>Juárez</strong>. Tantos problemas habíatenido <strong>el</strong> presidente con <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, sobre todo en 1861, que eracomprensible y legítimo que tratase de crear un Senado capaz de moderarlos excesos de la <strong>Cámara</strong> de Diputados y permitir un equilibrio d<strong>el</strong>os poderes.Ya en plenas funciones la nueva <strong>Cámara</strong> de Diputados, <strong>el</strong> proyectopara crear <strong>el</strong> Senado será objeto de largas discusiones, pero no seríahasta los tiempos de la presidencia de Sebastián Lerdo de Tejada cuandopodría establecerse.Dentro de los preceptos de la Convocatoria, había uno que sublevóla conciencia de muchos jacobinos: «podían ser <strong>el</strong>ectos diputados tantolos ciudadanos que pertenezcan <strong>al</strong> estado eclesiástico, como también losfuncionarios a quienes excluia <strong>el</strong> artículo 34 de la ley orgánica <strong>el</strong>ector<strong>al</strong>».¿Qué se propoIlÍá. <strong>Juárez</strong> con dar <strong>el</strong> derecho de voto <strong>al</strong> clero? Nohaya mi juicio más que dos respuestas: actuaba con espíritu demagógicohaciendo ofertas sobre <strong>al</strong>go que no sentía, o re<strong>al</strong>mente hizo propuestasque le brotaban desde <strong>el</strong> fondo de una sincera convicción. Ante estadisyuntiva me inclino por la segunda interpretación. No era una ofertademagógica. <strong>Juárez</strong> pensaba que era una suprema necesidad. Su actitud,en todo caso, hubiera sido un avance hacia un liber<strong>al</strong>ismo re<strong>al</strong>, yno hacia <strong>el</strong> predominio absoluto d<strong>el</strong> grupo liber<strong>al</strong> triunfante.Hay actos de <strong>Juárez</strong> que comprueban su política de tolerancia. En<strong>el</strong> periodo de la consolidación de la República tuvo amigos sacerdotes,pero que no eran adversarios d<strong>el</strong> nuevo orden leg<strong>al</strong>. Permitió inclusociertas violaciones a la Constitución y a las Leyes de Reforma, con escánd<strong>al</strong>ode liber<strong>al</strong>es como Ignacio Ramírez. Y es que estaba persuadidode que no siempre era posible una aplicación estricta d<strong>el</strong> orden leg<strong>al</strong>.Don Justo Sierra, comentando las iniciativas propuestas por <strong>Juárez</strong>,declara que todas eran aceptables, menos <strong>el</strong> deseo de concederle <strong>el</strong> voto<strong>al</strong> clero.l~ El eminente crítico e historiador no concibe que contradice suspropias teorías. El propuso desde <strong>el</strong> siti<strong>al</strong> d<strong>el</strong> <strong>al</strong>to porfirismo una verdaderapolítica liber<strong>al</strong>.Si las sociedades católicas se decidieran a procurar la refonna soci<strong>al</strong>; siaceptasen los resultados de la Revolución irrevocable de la Refonna comoacepta ya un gran grupo d<strong>el</strong> clero francés la obra soberana de' la Revolución.Si en lugar de seguir a ciegas la corriente ultramontana de los cleros it<strong>al</strong>oespañolesse identificase <strong>el</strong> ~íritu de los que dirigen la conciencia de la mujermexicana con <strong>el</strong> de los grandes sacerdotes católicos americanos; que se unena los protestantes en toda obra de regeneración mor<strong>al</strong>. Al de un Ir<strong>el</strong>and,ens<strong>al</strong>zando la utilidad de las escu<strong>el</strong>as laicas desde su cátedra de obispo, <strong>al</strong> deCXXVII


un Gibbons, proclamando desde su trono carden<strong>al</strong>icio que los dos libros mássantos que existen son uno divino, <strong>el</strong> Evang<strong>el</strong>io, y otro humano, la Constituci6nde Jos Estados Unidos. j Cuántas heridas se restañarlan entonces... cuánacorde sería esta obra con la d<strong>el</strong> sumo sacerdote que de pie en. la zozobrantebarquilla de Pedro pretende como Cristo cahnar con sus manos temblorosasde ancianidad y de amor <strong>el</strong> espantoso ciclón soci<strong>al</strong> d<strong>el</strong> siglo que despunta!l1Don Justo Sierra, sin embargo, no se ponía a reflexionar que paraque los sacerdotes mexicanos fueran adeptos de la Constitución y pudieranimitar <strong>el</strong> espíritu cívico de los norteamericanos, necesitaban gozarcomo <strong>el</strong>los de la plenitud de sus derechos cívicos.Cabe sin embargo decir, que si <strong>Juárez</strong> consideraba prudente queciudadanos que pertenecieran <strong>al</strong> estado eclesiástico pudieran ser <strong>el</strong>ectosdiputados, de ninguna manera se proponía adoptar una actitud de retroceso.Aspiraba a que actuasen como ciudadanos y no como representantesde la Iglesia. Preparaba <strong>al</strong> mismo tiempo un plan de refonnaeducativa laica. La misma ley de instrucción pública de 2 de diciembrede 1867, promulgada por <strong>Juárez</strong> y que <strong>entre</strong> otras cosas dio origen a laEscu<strong>el</strong>a Preparatoria, tenía miras inconfundiblemente refonnistas.17 Justo Sierra,Obras completas. Discursos.México, UNAM,t. V., p. 111.No podríamos estudiar con gran amplitud dentro de las dimensionesde este ensayo, las <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> <strong>entre</strong> <strong>Juárez</strong> y <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>. Tampoconos sería posible seguir paso a paso los debates de la <strong>Cámara</strong> de Diputadosa lo largo d<strong>el</strong> periodo que va de 1867 a 1872. Nos perderíamosen una s<strong>el</strong>va de det<strong>al</strong>les, sin la posibilidad de encontrar un hilo conductor.Resignémonos entonces a formular juicios gener<strong>al</strong>es.D<strong>el</strong> 8 de diciembre, en que <strong>Juárez</strong> se presenta en la inauguraciónsolemne de las sesiones d<strong>el</strong> tercer <strong>Congreso</strong> constitucion<strong>al</strong>, <strong>al</strong> 18 de juliode 1872, en que tuvo lugar su muerte, <strong>el</strong> presidente de la Rc:públic<strong>al</strong>eyó 24 infonnes <strong>al</strong> poder Legislativo. En <strong>el</strong>los no se podría ver toda laverdad. El presidente se hizo cada vez más caut<strong>el</strong>oso y cada vez másparco en la expresión de su pensamiento. Por otra parte <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>,en sus recepciones <strong>al</strong> primer magistrado, guardó siempre las fórmulas d<strong>el</strong>a cortesía. Cu<strong>al</strong>esquiera que hubiera sido <strong>el</strong> estado de ánimo d<strong>el</strong> presidentey de los diputados, la severa dignidad de <strong>Juárez</strong> imponía respetoaun a sus propios adversarios políticos.Es claro que no nos basta pennanecer en <strong>el</strong> recinto d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>o no abandonar <strong>el</strong> P<strong>al</strong>acio Nacion<strong>al</strong>. Tenemos que pulsar las inquietudesy las necesidades de la época. Es preciso hablar a los políticos, platicarcon <strong>el</strong> hombre de la ciudad, interrogar <strong>al</strong> campesino.El país estaba urgido de paz y orden, de justicia y libertad, teníaansia de prosperidad y anh<strong>el</strong>os de concordia. Estos conceptos se <strong>entre</strong>-CXXVIII


18 ]uárez y <strong>el</strong> CongTeso,p. 110.cruzaban en los mensajes d<strong>el</strong> presidente, que se convertía así en unintérprete de las necesidades públicas. Pero por más nobles que fueransus intenciones no era posible corregir m<strong>al</strong>es crónicos en <strong>el</strong> curso de doslustros.La <strong>el</strong>ección de <strong>Juárez</strong> en 1867 tenía su explicación y aun su justificación,por lo menos ante los liber<strong>al</strong>es de su tiempo. Era como unpremio a su labor durante <strong>el</strong> periodo de lucha contra <strong>el</strong> Imperio y laIntervención francesa.Se ha dicho que en <strong>el</strong> periodo de la consolidación de la Repúblicay bajo <strong>el</strong> mando de <strong>Juárez</strong>, <strong>el</strong> país vivía anticonstitucion<strong>al</strong>mente. Estono es rigurosamente justo. Es verdad que durante los cinco años de suvida pública, J uárez no pudo gobernar sin recurrir constantemente <strong>al</strong>uso de las facultades extraordinarias. Entre un hombre que obedeceun precepto leg<strong>al</strong> y solicita a un <strong>Congreso</strong> la ampliación de su poder, envirtud de las circunstancias de su momento, y un presidente arbitrarioque no reconoce más ley que su voluntad, hay un progreso políticonotable.Él presidente J uárez, por otra parte, trata hasta donde le es posiblede no abusar de la fuerza de su autoridad. Además no hay de ningunamanera un atrop<strong>el</strong>lo constante <strong>al</strong> orden constitucion<strong>al</strong>. La necesidadde sofocar las reb<strong>el</strong>iones armadas obliga <strong>al</strong> gobierno <strong>al</strong> uso de procedimientosde violencia que afectan la libertad o la vida de <strong>al</strong>gunas personas,pero de ninguna manera significaban un amago a las garantíasy a los derechos de la mayoría de la población mexicana. Está porhacerse una historia que determine de qué manera dispuso J uárez d<strong>el</strong>as facultades extraordinarias.que le otorgó <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>.Precisa decir que a pesar de las facultades extraordinarias de quegozó <strong>el</strong> presidente <strong>Juárez</strong>, se respiró siempre una atmósfera de libertad.Frente a sus más encarnizados enemigos, no recurrió a ninguna presiónque coartase la libre expresión de su pensamiento. Ahogó en sangre, esverdad, las tentativas armadas que surgieron contra su autoridad, perose mostró respetuoso de las libertades públicas. Revísense los periódicosde la época para que pueda comprenderse hasta qué grado susadversarios se atrevieron a condenar su gobierno con la completa toleranciade éste. Una lectura cuidadosa también d<strong>el</strong> Diario de los Debates,ilustra <strong>al</strong> lector sobre la libertad de que gozaban los diputados paraexpresar sus ideas y para lanzar los más violentos reproches <strong>al</strong> presidentede la República.No debe olvidarse tampoco la libertad de acción, de que gozósiempre la Suprema Corte de Justicia y los demás representantes d<strong>el</strong>poder Judici<strong>al</strong>, que tan cálidos y merecidos <strong>el</strong>ogios les ha tributado Dani<strong>el</strong>Cosío Villegas. 18La mayor parte de los biógrafos de J uárez están acordes en recono-CXXIX


cer que su actividad como ad<strong>al</strong>id durante la Guerra de Tres Años ycomo defensor de México ante la agresión extranjera, es muy superiora su obra como hombre de Estado, durante <strong>el</strong> periodo de la Repúblicatriunfante.Frecuentemente se ha censurado en J uárez su ambición de mando.Pero debe reflexionarse respecto a los móviles de esa ambición. No eradesde luego <strong>el</strong> amor <strong>al</strong> poder por <strong>el</strong> poder mismo. J uárez había re<strong>al</strong>izadouna actividad grandiosa de reformador y quería completarla. No creíasu obra acabada. Deseaba sobrepujar en la paz lo que había hecho en <strong>el</strong>periodo militante de su vida. ¿Podemos reprochárs<strong>el</strong>o? Ni Washingtonmismo c<strong>el</strong>ebrado por su retiro en M9nte Vernon, despojado de todomando político resistió ciertas tentaciones que precedieron a su retiro.¿No ocupó <strong>el</strong> poder presidenci<strong>al</strong> durante dos periodos consecutivos?Que <strong>Juárez</strong> luchó mejor de lo que sabría gobernar es una de las verdadesque se imponen por su propia fuerza... Para su desgracia, <strong>Juárez</strong> no quisover que había sonado la hora en que <strong>el</strong> hombre y la bandera recobraran suantigua independencia. Supuso que <strong>el</strong> hombre de la lucha erae1 mismo de laconsolidación, y no advirtió que la política es una rara agricultura: que unosaran la tierra, y la cultivan, y otros recogen los frutos. Una amarga verdadque no quiso ver. A eso llegaba Porfirio: a recoger la cosecha de la luch<strong>al</strong>iber<strong>al</strong> y la educación positivista. 11lPero eso es, en todo caso, lo que se puede decir desde la perspectivade nuestro tiempo. ¿Podía pensar así un presidente que fue guerrero apesar de él? Por temperamento <strong>Juárez</strong> no era b<strong>el</strong>icoso. Su vida internaaparece admirablemente ordenada. Sus <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> con su familia son unmod<strong>el</strong>o de buen entendimiento. Como funcionario público se necesitabaque <strong>al</strong>go muy poderoso lo aguijoneara, para hacerle brotar <strong>el</strong> espíritu deguerra; era, como diría Rodó, intransigente sólo frente a los intransigentes.Su natur<strong>al</strong>eza era de conciliador. ¿Qué de extraordinario tieneentonces que en vísperas de las <strong>el</strong>ecciones, <strong>al</strong> iniciarse la década de lossetenta pensara en la posibilidad de una primera re<strong>el</strong>ección? ¡Teníaapenas sesenta y cuatro años de edad y su aparente natur<strong>al</strong>eza físicaprometía ser longeva! Era lógico que aspirase a re<strong>al</strong>izar una obra administrativabajo condiciones pacíficas. No estoy tratando de justificaruna conducta, aunque sí aspiro a comprender a un hombre, y no niegoque, dada la f<strong>al</strong>ta de una preparación política d<strong>el</strong> México de entonces,se tuviese que recurrir <strong>al</strong>gunas veces a procedimientos fraudulentos par<strong>al</strong>ograr <strong>el</strong> triunfo d<strong>el</strong> presidente <strong>Juárez</strong>.J osé Fuentes Mares ha organizado una campaña en toda regla paraencontrar pruebas de fraude en las actividades <strong>el</strong>ector<strong>al</strong>es de 1871. Ycon su espíritu crítico y su laboriosidad infatigable es claro que las haencontrado. Ha podido demostrar, de una manera irrefragable, cómo19 José Fuentes Mares,/ uárez )' la República.México, Jus,1965, p. 18.CXXX


20 Josl: Fuentes Mares,Ob. cit., pp. 117Y sigtes.hasta hombres de la <strong>al</strong>ta c<strong>al</strong>idad mor<strong>al</strong> de Mariano Riva P<strong>al</strong>acio seprestaron <strong>al</strong> fraude <strong>el</strong>ector<strong>al</strong> en beneficio de <strong>Juárez</strong>. 20 ¿Pero qué pruebaen todo caso esto? Los recursos de los que echan mano hasta los políticoshonrados, en países no preparados aún para <strong>el</strong> ejercicio de la democracia.Los riv<strong>al</strong>es de <strong>Juárez</strong> en las <strong>el</strong>ecciones presidenci<strong>al</strong>es habían sidomuy poderosos. Sebastián Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz gozaban deuna inmensa popularidad. Re<strong>el</strong>ecto presidente de la República, <strong>Juárez</strong>se presentó <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> para rendir su protesta, <strong>el</strong> primero de dicicmbrede 1871. En condiciones muy difíciles le tocaba asumir <strong>el</strong> cargo quese le había conferido para un nuevo periodo constitucion<strong>al</strong>. Tuvo nociónclara de las dificultades d<strong>el</strong> momento y la autocrítica suficiente parareconocerlo.Volvía nuevamente a hablar de democracia. Una vez más estabaseguro de la victoria. Mas precisa declarar que <strong>al</strong> fin<strong>al</strong>izar <strong>el</strong> año 71,si la voluntad de <strong>Juárez</strong> estaba tan entera como siempre, en cambio sehabía aminorado su lucidez ment<strong>al</strong>. A un paso de la muerte, <strong>el</strong> presidentede la República no había resu<strong>el</strong>to <strong>el</strong> problema de la sucesión presidenci<strong>al</strong>.¿Cabría preguntar cuál era <strong>el</strong> estado de ánimo de J uárez, cuál erasu verdadera convicción? ¿Hasta qué grado podía considerar que élrepresentaba la leg<strong>al</strong>idad y que era <strong>el</strong> abanderado de un pueblo qu<strong>el</strong>uchaba por su libertad? Cuando dijo que debería predominar «la preferenciade las instituciones y los intereses nacion<strong>al</strong>es sobre <strong>el</strong> mérito d<strong>el</strong>os hombres que <strong>al</strong>¡:1;una vez los sirvieron», la frase podía v<strong>al</strong>er paracaudillos militares como Porfirio Díaz y no para <strong>el</strong> propio presidente.¿Tan profundamente había entrado en <strong>el</strong> cerebro la creencia de ser <strong>el</strong>hombre indispensable? Es indudable que en la historia d<strong>el</strong> siglo XIX logróser «<strong>el</strong> único presidente civil mexicano que había sido capaz de vencera militares».(~Tenía <strong>Juárez</strong> la certidumbre de ser superior, incomparablementesuperior a los políticos de su tiempo? Era un hombre inaccesible a l<strong>al</strong>isonja, de esto creo que dio en su vida innumerables pruebas y <strong>al</strong> respectohe hablado ya suficientemente en otros fragmentos de este ensayo.Declaró que <strong>el</strong> Ejecutivo tenía <strong>el</strong> deber de emplear la mayor energíapara restablecer la paz y <strong>el</strong> orden, aun a costa de otras atenciones.Insistió con mucha frecuencia en la necesidad de sofocar la reb<strong>el</strong>iónarmada, como si no bastase <strong>el</strong> haber hecho <strong>al</strong>usión <strong>al</strong> respecto una ados ocasiones.Ahora bien, si en <strong>el</strong> seno d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> la opinión estaba muy dividida,<strong>el</strong> presidente de la <strong>Cámara</strong>, don Alfredo Chavero, se mostró afína los propósitos de <strong>Juárez</strong>. Condenaba la reb<strong>el</strong>ión armada diciendoque habían pasado los tiempos en que los destinos de la República sedecidían en <strong>el</strong> campo de bat<strong>al</strong>la. El lenguaje de Chavero era suficiente-CXXXI


mente claro, para probar que su pensamiento estaba acorde con lospropósitos de <strong>Juárez</strong>.Muy afecto Chavero <strong>al</strong> verb<strong>al</strong>ismo, no recató sus recursos líricospara condenar a Porfirio Díaz como jefe de una revu<strong>el</strong>ta.El m<strong>al</strong>, que ha de luchar siempre hasta <strong>el</strong> último momento contra <strong>el</strong> bien,se levanta hoy en la forma de reb<strong>el</strong>ión, reb<strong>el</strong>ión que no puede llamarse revolucionaria,porque no proclama ninguna idea de redención, ninguna emancipación,ningún sacrificio; reb<strong>el</strong>ión que tan sólo pide <strong>el</strong> sillón presidenci<strong>al</strong>,quitando todo lo que estorba en <strong>el</strong> camino: <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, la Suprema Corte, laConstitución misma; reb<strong>el</strong>ión que encabeza un antiguo caudillo, tanto másculpable, cuanto más <strong>al</strong>to lo había levantado la República en su estimacióny en su gloria. uAnunció Chavero que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> otorgaba <strong>al</strong> presidente facultadespara vencer la reb<strong>el</strong>ión armada y anunció una era de dicha y debonanza.El <strong>Congreso</strong>, que no ha podido menos que ver con inquietud esa revudta,está autorizando <strong>al</strong> Ejecutivo para que, armado suficientemente de facultades,pueda terminar en corto tiempo ese motín, llamado ya con razón la última denuestras revoluciones.El fin de la guerra llegará, estableceréis la paz, y entonces tendréis todavíaque llenar un deber más importante: dotar a la República de una sólida ysencilla administración. El <strong>Congreso</strong> sin duda tomará parte muy activa en tangrandiosa tarea, pues la paz no será posible, y menos la f<strong>el</strong>icidad de nuestrapatria, sino cuando los presupuestos de egresos y de ingresos se hayan equilibrado,nuestro crédito se haya restablecido, nuestro territorio esté cruzado porferrocarriles, y todos los ramos administrativos puedan funcionar sin trabasdentro de la órbita de la ley. Cumplir esto es <strong>el</strong> sagrado compromiso quehabéis contraído, y <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> ha oído Con gran satisfacción que demandáisla cooperación de todos los mexicanos, comprendiendo que sois no <strong>el</strong> jefe deun partido, sino <strong>el</strong> presidente de la República.Habéis consumado la Reforma, y en <strong>el</strong>la habéis regenerado la parte mor<strong>al</strong>de la nación; habéis sostenido la segunda guerra de Independencia, haciendotriunfar nuestras ideas republicanas y s<strong>al</strong>vando <strong>el</strong> honor mexicano: ahora coronadvuestra obra; robusteced <strong>el</strong> cuerpo de la República con las medidasadministrativas que sean necesarias para darle fuerza, y entonces, poniendopor base instituciones sabias, podrá la nación levantar sobre cimientos seguros<strong>el</strong> templo de la paz. n21 <strong>Juárez</strong> 'Y <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>,p. 302.22 Ob. cit., p. 303.Pero <strong>el</strong> primero de diciembre de 1871, sólo se habían escuchado lasp<strong>al</strong>abras corteses de los discursos ofici<strong>al</strong>es. Quien lee únicamente estosdocumentos no puede tener idea de los debates que en días anterioreshabían agitado <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>.Al fin<strong>al</strong>izar <strong>el</strong> año de 1871, la oposición contra <strong>Juárez</strong> en <strong>el</strong> Con-CXXXII


greso se había hecho más acre y más violenta. Los miembros de estaoposición constituían un fuerte grupo en <strong>el</strong> que hubo hombres eminentesque tenían un histori<strong>al</strong> glorioso.Figura destacada de la oposición fue la d<strong>el</strong> diputado Manu<strong>el</strong> Maríade Zamacona, posiblemente <strong>el</strong> orador parlamentario más poderoso deese tiempo. Pocas veces un presidente de México ha sido objeto de tantascensuras, como las enderezadas por Zamacona contra <strong>Juárez</strong>, sin quese le haya causado ningún daño y sin que en ningún momento su seguridadperson<strong>al</strong> hubiera estado en p<strong>el</strong>igro.Declaró Zamacona que si durante tantos años se había luchado :lfavor de la Constitución, esta lucha tenía que tener un objetivo.:.8 Ibid., pp. 372.373.La suspensión de garantías y la escand<strong>al</strong>osa d<strong>el</strong>egación d<strong>el</strong> poder legislativo,han venido siendo de 57 acá una cosa tan usu<strong>al</strong> y frecuente, que las iniciativas,los dictámenes y hasta los discursos sobre la materia, hubieran podido estereotiparsepara ahorrar trabajo <strong>al</strong> Ejecutivo, <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>, a sus comisiones y asus oradores. El saJus populi suprema lex esto, <strong>el</strong> caveant consules ne quidrespublica detrimentum capiat, han sido durante catorce años temas le'gislativos,variados en todos los metros y en todas las modulaciones posibles, reglasaplicadas con más frecuencia que las prescripciones de la ley fundament<strong>al</strong>. Lospartidarios de ésta, mientras tanto, nos hemos visto obligados a clamar incesantemente,que cuando una Constituci6n se redacta, se promulga y se defiendeen diez años de lucha sangrienta, es para que rija, no para que esté en perpetuasuspensi6n; que cuando un pueblo conquista garantías para sus libertadesnatur<strong>al</strong>es y políticas, es para gozar de <strong>el</strong>las y no para renunciarlas cada seismeses. Sin embargo, la declamación gastada y trivi<strong>al</strong> sobre <strong>el</strong> tema de la s<strong>al</strong>udpública, se ha sobrepuesto <strong>al</strong> amor d<strong>el</strong> país por su carta de derechos, ladictadura se ha convertido en nuestro modo mor<strong>al</strong> de ser, y los poderes públicosy los partidos políticos se han habituado <strong>al</strong> despotismo hipócrita que seemboza en la nomenclatura y en las fonnas externas de la Constitución,'23Si la situación tenía perfiles desagradables, <strong>el</strong> responsable no podíaser otro que <strong>el</strong> presidente de la República.La fábula nos habla de un monstruo voraz que existió en la isla de Creta,y para cuyo pasto tenían los atenienses que sacrificflJ', en ciertos periodos, 10más florido de su juventud. El juarismo es un monstruo de esta especie; parasaciar su hambre de poder y de absorción, la República ha tenido que estarsacrificando año por año, lo más precioso, 10 más florido de' sus libertades; yeste tributo lleva trazas de durar eternamente, si no es que viene a emanciparnosde él un Teseo libertador.La abultada colecci6n de nuestras leyes sobre facultades extraordinarias,prueba que no exagero. Siempre que <strong>el</strong> pueblo ha dado indicios de sublevarsecontra la tiranía embozada y ejercida en nombre de la Constitución, se' havenido a pedimos la suspensión de garantías como se pide un látigo para castigar<strong>al</strong> cab<strong>al</strong>lo que se encabrita hostigado por la mano que 10 sofrena. YCXXXIlI


aun sin este pretexto, por la frecuencia d<strong>el</strong> robo y d<strong>el</strong> plagio, por d<strong>el</strong>itos que nodeben escapar <strong>al</strong> <strong>al</strong>cance de una buena policía, <strong>al</strong> orden constitucion<strong>al</strong>, <strong>al</strong>as garantías que de él emanan, han sido interrumpidas y siempre con <strong>el</strong> baboseadoargumento de la s<strong>al</strong>ud pública, de la solicitud por la sociedad, y d<strong>el</strong>sacrificio que a <strong>el</strong>la debe hacerse de los derechos individu<strong>al</strong>es. u2. Ibid., p. 373.Zamacona hanía sido ministro de <strong>Juárez</strong> durante <strong>el</strong> difícil año de1861, para él había pedido facultades extraordinarias en una época enque creía que éstas se justificaban. Mas en <strong>el</strong> año de 1871 <strong>el</strong> hombrede Paso d<strong>el</strong> Norte le parecía un magistrado carente de grandeza mor<strong>al</strong>.El asunto sobre que <strong>el</strong>los versan, no es una cuestión especulativa y absoluta,sino por <strong>el</strong> contrario, r<strong>el</strong>ativa y práctica. Las graves medidas para que autoriza<strong>el</strong> artículo 29 de la Constitución, estarán bien o m<strong>al</strong> dictadas, según que lascircunstancias lo exijan o no, según que merezca o no d Ejecutivo la confianzade la <strong>Cámara</strong>. Yo he votado la supensión de garantías cuando un Ruiz, unZaragoza, un De la Fuente, se sentaban en los consejos de la presidencia, yno sólo he apoyado esa medida con mi voto, sino que, en una ocasión solemne,cuando <strong>el</strong> ejército francés avanzaba de Puebla sobre la capit<strong>al</strong>, cuando nuestroorden público se desquiciaba, la representación nacion<strong>al</strong> se disolvía y <strong>el</strong> presidenteiba a emigrar a la frontera con un corto número de funcionarios, yo,en unión d<strong>el</strong> m<strong>al</strong>ogrado Zarco, he arrancado a la <strong>Cámara</strong> de 63 la ley de 28 demayo, sosteniendo la necesidad de las facultades extraordinarias contra los mismesque entonces no querían otorgarlas para s<strong>al</strong>var la independencia, y quehoy las consultan para s<strong>al</strong>var <strong>al</strong> despotismo.Llamé entonces la atención d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> sobre que <strong>el</strong> depositario d<strong>el</strong>Ejecutivo iba a ser <strong>el</strong> único poder nacion<strong>al</strong> durante un largo periodo; trajea la tribuna documentos diplomáticos desconocidos, de que podía deducirseque con las autorizaciones extraordinarias, iba ligada a la probabilidad de unarreglo honroso en la cuestión extranjera. Si mil veces se repitieran las mismascircunstancias, mi conciencia patriótica me dictaría mil veces la misma conducta.Pero pasó la intervención, y <strong>el</strong> hombre que había emigrado a la fronteraseguido de la confianza pública, volvió a México convertido en un cadáverpolítico. El país no lo percibió de pronto, porque ese cadáver venía envu<strong>el</strong>toen la bandera nacion<strong>al</strong> llena de gloria. Yo fui quizá uno de los primeros qu<strong>el</strong>evantaron aqu<strong>el</strong> ropaje. Pocos días después de reinst<strong>al</strong>arse los poderes legítimosen su residencia constitucion<strong>al</strong>, se me invitó a hacenne cómplice de unatentado; se me propuso que suplantara en la Corte de Justicia, mediantesimple nombramiento d<strong>el</strong> Ejecutivo, a un magistrado de <strong>el</strong>ección popular, aun funcionario inviolable e inmune por la Constitución, y a quien no obstantese trataba de destituir. Al mismo tiempo se me inducía indirectamentea apoyar la política de la Convocatoria, próxima a expedirse, presentándome <strong>el</strong>incentivo de tres o cuatro comisiones simultáneas y lucrativas: la direcciónd<strong>el</strong> Museo, la redacción d<strong>el</strong> Diario Ofici<strong>al</strong>, la incorporación a una de lascomisiones de Códigos. Yo lo rehusé todo, no volví a poner un pie en la presidencia,enarbolé en la prensa y en la tribuna la bandera de la oposición contraCXXXIV


z,; Ibid., pp. 381·382.<strong>el</strong> hombre desfigurado en Paso d<strong>el</strong> Norte, y desde entonces no he vu<strong>el</strong>to avotar una sola ley sobre suspensión de garantías o facultades extraordinarias.Sí, señores, ese' poder que está esperando de nuestras manos la dictadura,no tiene ni merece ya la confianza de la nación. No la tiene, porque ha perdidotodas las nociones de política, de economía y de mor<strong>al</strong>; porque ha traído <strong>al</strong>a República a un extremo de postración y abatimiento, junto <strong>al</strong> que la obra deotras administraciones memorables por odiosas y estériles, pudiera ser un timbrede orgullo nacion<strong>al</strong>.20i Lástima que Zamacona, tan c<strong>el</strong>oso defensor de la libertad en laúltima administración de J uárez, hubiera acabado después por sorne·terse <strong>al</strong> gener<strong>al</strong> Díaz, como tantos otros que fueron personajes destacadosen las filas d<strong>el</strong> liber<strong>al</strong>ismo!No le f<strong>al</strong>ta una gran dosis de razón a quien sostuvo que bajo lajefatura d<strong>el</strong> gener<strong>al</strong> Díaz claudicó miserablemente <strong>el</strong> liber<strong>al</strong>ismo. Siexcepcion<strong>al</strong>mente personajes como José María Iglesias, Ricardo GarcíaGranados, y Fernando Iglesias C<strong>al</strong>derón no se doblegaron ante donPorfirio, ciertos liber<strong>al</strong>es acabaron por quedar sometidos <strong>al</strong> puño de suautoritarismo.Hombres como Matías Romero, Ignacio Manu<strong>el</strong> Altamirano, GuillermoPrieto, Manu<strong>el</strong> Romero Rubio y muchos más, acabaron por serfi<strong>el</strong>es servidores de don Porfirio. A muchos de aqu<strong>el</strong>los liber<strong>al</strong>es les quedósu odio jacobino <strong>al</strong> clero, su desprecio a los próceres d<strong>el</strong> conservadurismo,su culto a los héroes de la Reforma y de la lucha contra laIntervención francesa, pero se olvidaron de sus juramentos de respetoa la ley, de sus viejos cantos a la libertad y a la democracia, o sinolvidarlos los siguieron entonando, cuando ya estaban en plena dictadura,sumisos y obedientes a las órdenes d<strong>el</strong> gener<strong>al</strong> Díaz.Es un error muy gener<strong>al</strong>izado suponer que <strong>el</strong> 1\Iéxico de PorfirioDíaz vi"ió bajo la influencia de un perpetuo terror. El m<strong>al</strong> que hizo <strong>el</strong>dictador fue más grave: contribuyó a extirpar <strong>al</strong>gunos <strong>el</strong>e los pocos''estigios de espíritu cívico que aún había, no por medio de la violenciacomo medio princip<strong>al</strong>, sino recurriendo fundament<strong>al</strong>mente a la corrupción.Pero es incuestionable, que por grandes que ,hayan sidos los erroresde don Porfirio, por graves que resulten sus defectos como hombre deEstado, no es lógico pensar que todos sus errores y todos sus defectosfuesen practicados de una manera consciente y con un espíritu de m<strong>al</strong>dad.Por otra parte, Porfirio Díaz no es <strong>el</strong> único responsable de las imperfeccionesde su régimen. Martín Luis Guzmán, con la agudeza críticacon la cu<strong>al</strong> ha an<strong>al</strong>izado <strong>al</strong>gunos de nuestros problemas soci<strong>al</strong>es y políticos,ha hecho una brillante apreciación sobre <strong>el</strong> dictador y su tiempo.Ha señ<strong>al</strong>ado también que las raíces de muchos m<strong>al</strong>es d<strong>el</strong> régimen hayCXXXV


que buscarlas en una época anterior <strong>al</strong> momento en que Porfirio Díazocupó <strong>el</strong> mando supremo.Los directores de la vida soci<strong>al</strong> mexicana, a partir d<strong>el</strong> 70, ignoraron <strong>el</strong>sentido histórico de su época y mataron en su cuna la obra fundament<strong>al</strong> queiba a hacene. Después de la Reforma y la lucha contra la intervención francesa,que dio a aquélla un v<strong>al</strong>or nacion<strong>al</strong>, la única labor poütica honrada era laobra reformadora, <strong>el</strong> esfuerzo por dar libertad a los espíritus y mor<strong>al</strong>izar <strong>al</strong>as clases gobernantes, criolla y mestiza. El régimen de la paz hizo crimin<strong>al</strong>mentetodo lo contrario. Instituyó la mentira y la ven<strong>al</strong>idad como <strong>sistema</strong>, <strong>el</strong>medro particular como fin, la injusticia y <strong>el</strong> crimen como anna...Ante esta acusación, en quien menas ha de pensarse es en Porfirio Díaz.¿Qué v<strong>al</strong>e <strong>el</strong> error o la incapacidad de un solo hombre comparados con laincapacidad y <strong>el</strong> error de la nación entera que lo glorificaba? No. Piénseseen <strong>el</strong> amplio grupo que vivía a la sombra d<strong>el</strong> caudillo, y que creyó entender lasnecesidades de la patria, o lo flOgió <strong>al</strong> menos, de modo propicio <strong>al</strong> enriquecimientoperson<strong>al</strong>. Piénsese en toda la clase dirigente de entonces, en los jóvenesde veinte años d<strong>el</strong> 70, en los int<strong>el</strong>ectu<strong>al</strong>es maduros de 1890, en los venerablessesentones que rec<strong>al</strong>entaron sus carnes <strong>al</strong> sol d<strong>el</strong> Centenario...¿Qué esfuerzo hicieron <strong>el</strong>los para acabar con la abyección política nacion<strong>al</strong>,con la ruindad política y la mentira política nacion<strong>al</strong>es, con la injusticianacion<strong>al</strong>, con la profunda, profundísima inmor<strong>al</strong>idad política mexicana? Tiempoy ocasiones les f<strong>al</strong>taron para sonreír <strong>al</strong> dictador y sumirlo más en su creenciamiope de que s<strong>al</strong>vaba a la patria; tiempo le's f<strong>al</strong>tó para cortejar a los hombresde la camarilla presidenci<strong>al</strong>, o a sus amigos, o a sus criados, a caza de concesiones,favores y empleos. ¿Habrá nada más definitivo, para un v<strong>al</strong>oramientode la inmor<strong>al</strong>idad política de mestizos y criollos, que' <strong>el</strong> espectáculo de aqu<strong>el</strong>loscientos y cientos de ciudadanos que durante siete lustros no f<strong>al</strong>taron nunca<strong>al</strong> dictador para colmar los asientos de las cámaras y las legislaturas? i Legionesde ciudadanos conscientes y distinguidos, la flor de la int<strong>el</strong>ectu<strong>al</strong>idadmexicana, prestándose a la más estéril de las pantomimas políticas que hanexistido! Entre estas glorias mexicanas que no tienen siquiera la disculpa d<strong>el</strong>a cobardía, pues lejos de ser obligados, f<strong>al</strong>taban puestos para los solicitantes-<strong>entre</strong> estas glorias figuraban nuestros maestros. •.-Mucho se ha especulado respecto a que <strong>Juárez</strong> no pudo darle aMéxico instituciones democráticas, en <strong>el</strong> sentido más <strong>el</strong>evado d<strong>el</strong> término.¿Estaba dentro de las condiciones soci<strong>al</strong>es, políticas d<strong>el</strong> tiempollevar <strong>al</strong> país hasta un grado t<strong>al</strong> de perfeccionamiento?Es necesario comprender que no debemos pedir a <strong>Juárez</strong> lo que nopodía dar, son demasiados sus méritos para tratar de imponerle deseosformulados desde la perspectiva de nuestro tiempo.En sólo tres lustros de lucha contra <strong>el</strong> enemigo interior y exteriorhabía logrado consolidar la República, habia vencido a las clases privi-18 Martín LuisGtumin, La quer<strong>el</strong>lade México 4 orill4rfi<strong>el</strong> Hudson. 0110.1 pá.ginas. México, CompañIaGener<strong>al</strong> de Ediciones.1959, pp. 23.25.CXXXVI


21 Sobre <strong>el</strong> tem<strong>al</strong>éase a GaslÓn GarciaCantú. Historia d<strong>el</strong> soci<strong>al</strong>ismoen México.Siglo XIX. México, EdicionesEra, 1969. Elautor dedica una partede su libro <strong>al</strong> estudiode las inquietudea !lOci<strong>al</strong>istasen la épocade la consolidaci6n d<strong>el</strong>a República.legiadas, destruyendo sus fueros y obteniendo con esto la creaci6n de unasociedad civil. Estableci6 además los fundamentos d<strong>el</strong> Estado, acab6para siempre con la tut<strong>el</strong>a diplomática y traro las bases de un <strong>sistema</strong>educativo destinado a tener una duraci6n semisecular.No concibi6 quizá que cierto desgaste político se había operadoen él, y además que había surgido, <strong>al</strong> compás de la lucha y los primerosaños de la República triunfante, una élite liber<strong>al</strong> apta y deseosa depoder. Tampoco sospech6 la importancia d<strong>el</strong> entonces incipiente soci<strong>al</strong>ismomexicano.Para entender las inquietudes soci<strong>al</strong>istas en la época de <strong>Juárez</strong>, hayque hacer un esfuerzo de comprensi6n hist6rica que nos permita viviren aqu<strong>el</strong> momento y no tratar de juzgarlo con los prejuicios de nuestrotiempo.11T<strong>Juárez</strong> había vivido en esa encrucijada de las ideas que fue laNueva Orleáns de los 50, tan abierta a las grandes corrientes d<strong>el</strong> soci<strong>al</strong>ismode su época. Fue en cierta manera discípulo de M<strong>el</strong>chor Ocampo,uno de los proudhonianos más sinceros que ha tenido México. Pero<strong>Juárez</strong> fue inmune a las sacudidas d<strong>el</strong> soci<strong>al</strong>ismo de su tiempo. Es innegabletambién que su visi6n geopolítica fue limitada. No tuvocomo Sarmiento, Martí o Bolívar la visi6n de un teatro americano.Sus lucubraciones políticas no rebasaron los linderos de un estrechonacion<strong>al</strong>ismo. No pudo v<strong>al</strong>orar con la precisi6n de José María Iglesiaslos grandes lineamientos políticos y soci<strong>al</strong>es de los Estados Unidos. Perotuvo, también como él, la intuici6n necesaria para ver con nitidez, queMéxico lograría su emancipación, aunque los Estados Unidos continuasenfi<strong>el</strong>es a la vieja política de Washington «que les impedía tenerfilantropías con los pueblos sudamericanos».No perdamos <strong>el</strong> sentido de las proporciones. Veamos la silueta deJ uárez en su dimensi6n re<strong>al</strong>. Se movi6 en un ámbito exclusivamentemexicano. S610 a México <strong>entre</strong>gó su amor, sus afanes y su tenacidadcreadora. Después hubo países de América que lo declararon Benemérito,muchas naciones d<strong>el</strong> mundo le admiraron por lo que tenía de univers<strong>al</strong>su obra. Pero digamos como dijo Mauricio Magd<strong>al</strong>eno hablandode Justo Sierra: «su efusiva lecci6n nacion<strong>al</strong> trascendería <strong>el</strong> puro recintode su tierra, y escarparía como las estr<strong>el</strong>las un ci<strong>el</strong>o común amuchos pueblos».MARTÍN QUIRARTEMéxico, Primavera de 1973.CXXXVII


1ANTOLOGIACRITICA


JUSTO SIERRA*LA ERA ACTUAL•••Definitivamente libre de la presión exterior que, iniciada <strong>al</strong> díasiguiente de la Independencia, había de concluir en una intervenciónresu<strong>el</strong>ta en nuestra vida interior para marcarle e imponerle detenninadossenderos, la República en <strong>el</strong> año de 67 había aquistado <strong>el</strong> derechoindiscutible e indiscutido de llamarse una nación. Fuerte en <strong>el</strong>exterior, gracias <strong>al</strong> prestigio que había logrado por su energía en la luchacontra Francia y <strong>el</strong> Imperio, prestigio que crecía en razón directad<strong>el</strong> descrédito que había arrojado sobre <strong>el</strong> gobierno de Napoleón In<strong>el</strong> triple inmenso error diplomático, político y militar que se llamó«la cuestión de México»; firme con <strong>el</strong> apoyo de los Estados Unidos,interesado o no, pero re<strong>al</strong> y seguro, <strong>el</strong> país no tenía que pensar másque en su problema interior. ¿Cómo se organizaría la República rediviva?Las condiciones políticas parecían inmejorables: <strong>el</strong> partido reformista,heredero d<strong>el</strong> liber<strong>al</strong>, era dueño incondicion<strong>al</strong> d<strong>el</strong> país político;tenía su programa en la ley suprema, la Constitución d<strong>el</strong> 57, a laque se incorporarían pronto las Leyes de Reforma; tenía por jefe <strong>al</strong>hombre que había encamado ante <strong>el</strong> mundo la causa triunfante, y esejefe era <strong>el</strong> presidente mismo de la República, era <strong>Juárez</strong>; sus individuospoblaban casi exclusivamente los puestos públicos feder<strong>al</strong>es y los gobiernosde los Estados, y no tenía enemigos; <strong>el</strong> partido contrarrevolucionario,que había identificado su suerte con la invasión francesa y<strong>el</strong> Imperio, había muerto con <strong>el</strong>los y sólo con <strong>el</strong>los podía resucitar: noresucitaría jamás. El ejército nacion<strong>al</strong> reducido, pero s<strong>el</strong>eccionado despuésde la lucha, se agrupaba, ardiente de admiración por <strong>el</strong> granciudadano que con su incontrastable fe le había permitido rehacerse ytriunfar, vibrante de heroísmo y de odio a los enemigos de la patria,en torno d<strong>el</strong> gobierno y de la ley.Factores eran éstos de primera importancia para producir un estadosoci<strong>al</strong> caracterizado por la entrada definitiva d<strong>el</strong> pueblo mexicanoen <strong>el</strong> periodo de la disciplina política, d<strong>el</strong> orden, de la paz, si no* Justo Sierra [y Carlos Pereyra] ]uárez, 5lI obra y su tiempo, B<strong>al</strong>lescá 1905-1906, pp.~75-485.1


tot<strong>al</strong>, sí predominante y progresi\'a, y para acercarse así a la soluciónde los problemas económicos que preceden, condicionan y consolidanla re<strong>al</strong>ización de los ide<strong>al</strong>es supremos: la libertad, la patria...Colonización, brazos y capit<strong>al</strong>es para explotar nuestra gran riqueza,vías de comunicación para hacerla circular, t<strong>al</strong> era <strong>el</strong> desiderátumsoci<strong>al</strong>; se trataba de que la República (gracias princip<strong>al</strong>mente <strong>al</strong>a acción d<strong>el</strong> gobierno, porque nuestra educación, nuestro carácter,nuestro estado soci<strong>al</strong> así lo exigían) pasase de la era militar a la industri<strong>al</strong>,y pasase ac<strong>el</strong>eradamente, porque <strong>el</strong> gigante que crecía a nuestrolado y que cada vez se aproximaba más a nosotros, a consecuenciad<strong>el</strong> auge fabril y agrícola de sus Estados fronterizos y <strong>al</strong> incremento desus vías férreas, tendería a absorbemos y disolvernos si nos encontrabadébiles.Para poner en vía de re<strong>al</strong>ización <strong>el</strong> desiderátum, <strong>Juárez</strong> y sus ministrosconcibieron <strong>el</strong> único programa posible: reforzar a todo trance<strong>el</strong> poder centr<strong>al</strong> dentro d<strong>el</strong> respeto a las formas constitucion<strong>al</strong>es de que<strong>Juárez</strong>, por su historia y su educación jurídica, era devoto sin llevaresa devoción hasta <strong>el</strong> fetichismo, como lo demostró siempre que creyóver en p<strong>el</strong>igro la s<strong>al</strong>us populi; reforzarlo porque <strong>el</strong> poder centr<strong>al</strong> era<strong>el</strong> responsable ante <strong>el</strong> mundo, a quien íbamos a pedir los <strong>el</strong>ementosactivos de nuestra transformación económica, d<strong>el</strong> orden, de la paz,de la justicia, es decir, de la solvencia de nuestro erario, d<strong>el</strong> poder d<strong>el</strong>gobierno en todos los ámbitos d<strong>el</strong> país, d<strong>el</strong> respeto <strong>al</strong> derecho, de todocuanto fuese indicio cierto de organización y progreso.Temerosa, inmensurable era la tarea; se trataba de volver a sucauce un río desbordado y poner diques perpetuos a las inundacionesfuturas. Toda la gente de acción d<strong>el</strong> país había tomado parte en l<strong>al</strong>ucha, por patriotismo los menos, por espíritu de aventura y de revu<strong>el</strong>t<strong>al</strong>os más, no pocos por miras interesadas y para explotar, expoliar ydefender los abusos a cuya sombra medraban y exprimían <strong>al</strong> pueblo.No era ésta labor de un día, y J uárez jamás pensó en poder darlecima, pero estaba decidido a crearla cimientos de granito. Un ejército,un instrumento de hierro, capaz de imponer respeto y miedo, era lourgente, <strong>el</strong> ministro de Guerra era <strong>el</strong> hombre ad hoc: conocedor penetrantede las person<strong>al</strong>idades importantes en la enorme masa armadaque había triunfado, afable y persuasivo, accesible a la adulación,.aunque inflexible y duro en <strong>el</strong> fondo, comenzó inmediatamente su laborde s<strong>el</strong>ección, agrupando, casi siempre con acierto, los <strong>el</strong>ementosde verdadera fuerza en derredor d<strong>el</strong> gobierno, y disponiéndose, porqueera capaz de decisiones, pero no de ilusiones, a combatir y a vencer;2


sabía que la guerra civil era inevitable y no la temía; 10 que deseabaera vencer a la revu<strong>el</strong>ta rápidamente y dar esa prueba de fuerza.Para lograr tener en la mano y hacer suyo <strong>al</strong> ejército, había unobstáculo casi insuperable: los gener<strong>al</strong>es vencedores, los héroes de laguerra reciente. Todos <strong>el</strong>los aspiraban a situaciones privilegiadas, a especiesde autonomías militares de honor, de consideración y de poder,no sólo para <strong>el</strong>los, sino para los grupos guerreros que se habían formadoa su sombra. La masa armada, la que no era propiamente un<strong>el</strong>emento militar, vu<strong>el</strong>ta a sus hogares o a sus guaridas, había quedadolicenciada o dispersa, lista para las futuras revu<strong>el</strong>tas o disu<strong>el</strong>ta en gavillasde bandoleros que mantenían en toda la extensión d<strong>el</strong> país la<strong>al</strong>arma, la inquietud y la desconfianza; de 10 que se originaba un estadonervioso que indicaba que la República no volvería a la s<strong>al</strong>udsino en tiempos indefinidamente lejanos.La habilidad d<strong>el</strong> ministro de J uárez consistió en desarmar a los<strong>el</strong>ementos hostiles, cuando eran útiles, h<strong>al</strong>agándolos, colmándolos deconsideraciones y esperanzas; y en donde las primeras person<strong>al</strong>idadeseran de un temple bastante fuerte para resistir a estos h<strong>al</strong>agos, entonceslas otras, los gener<strong>al</strong>es de segunda fila, los coron<strong>el</strong>es -y <strong>entre</strong> <strong>el</strong>loshabía magníficos soldados-, eran solicitados, atraídos, afiliados, desligadosde sus jefes: <strong>el</strong> gran prestigio de <strong>Juárez</strong> hacía 10 demás.El jefe más conspicuo d<strong>el</strong> ejército, <strong>el</strong> que gozaba, 10 mismo <strong>entre</strong>las legiones d<strong>el</strong> Norte que d<strong>el</strong> Occidente o d<strong>el</strong> Centro, de gran simpatíay de incontrastable ascendiente en <strong>el</strong> antiguo ejército de Oriente,que se mantenía a sus órdenes person<strong>al</strong>mente adicto, y huraño, casihostil <strong>al</strong> gobierno, que desconocía sus méritos y despreciaba sus servicios-hemos nombrado <strong>al</strong> gener<strong>al</strong> Porfirio Díaz-, era <strong>el</strong> p<strong>el</strong>igro, lapreocupación y <strong>el</strong> obstáculo; aconsejado por un patriotismo extraviado,pero intensamente enérgico, era apto para provocar una revolución,pero incapaz de dirigir un pronunciamiento. Entretanto <strong>el</strong> jefede la 2· división, desprendido y rigido ante <strong>el</strong> h<strong>al</strong>ago, se retiró tranquilo,descontento y fuerte.Con él perdió su escudo de acero la resistencia a la acción niv<strong>el</strong>adorad<strong>el</strong> gobierno, y la transfonnación fue rápida: <strong>el</strong> ejército norm<strong>al</strong>de la República, bravo, disciplinado, le<strong>al</strong>, nació de <strong>al</strong>lí; <strong>el</strong> ejército novolvió a pronunciarse; pudo dejar caer en <strong>el</strong> abismo de las revu<strong>el</strong>tas.<strong>al</strong>gunos de sus fragmentos, pudo en horas de desorganización d<strong>el</strong> gobiernoquedar sin brújula y diseminarse, siguiendo pasivamente diversasbanderas; pero tomar en masa la iniciativa de la guerra civil comolos Echávarri, los Bustamante, los Santa Anna, los Paredes, los Zuloaga,ya esto no volvió a ser; j no volverá a ser nunca!3


La obra gubernament<strong>al</strong> era, empero, irre<strong>al</strong>izable sin finanzas, y lacreación de <strong>el</strong>las parecía más irre<strong>al</strong>izable aún por la dificultad tremendade la reorganización d<strong>el</strong> país y nuestra f<strong>al</strong>ta absoluta de créditoen <strong>el</strong> exterior producida no sólo por la inmensa desconfianza y <strong>el</strong> invenciblerec<strong>el</strong>o con que se veía nuestra tentativa de fundar un verdaderogobierno, indiscutido en sus principios, consentido en sus medios y nacion<strong>al</strong>menteaceptado en sus fines (cosa que puede decirse era insólitaen nuestra historia), sino por la entera y legítima actitud que habíamostomado frente a nuestros acreedores extranjeros, considerandounos créditos como nulos de origen y otros sujetos a revisión y a pactosnuevos. La considerable merma de la riqueza pública, consecuencia deonce o doce años de guerra no interrumpida; la imposibilidad de definirsin estadística, ni incipiente siquiera, <strong>el</strong> asiento d<strong>el</strong> impuesto; laseguridad de encontrar obstáculos en dondequiera que se intentara reintegrara la federación en <strong>el</strong> aprovechamiento de sus recursos leg<strong>al</strong>es,retenidos por las administraciones loc<strong>al</strong>es, que necesitaban vivir y que,en re<strong>al</strong>idad, administraban la bancarrota y capitulaban con la anarquía,autorizaban todos los pronósticos pesimistas y mostraban <strong>el</strong> puntonegro que pronto se convertiría en <strong>el</strong> fin<strong>al</strong> desastre de nuestra nacion<strong>al</strong>idad:nuestro pueblo, que, como decía por entonces un preclaropoeta mexicano, mandar no sabe, obedecer no quiere, iba fat<strong>al</strong>mente <strong>al</strong>a impotencia y a la absorción norteamericana.Los ministros de <strong>Juárez</strong> formularon un programa financiero, que,sin excluir en la práctica (lo que era imposible por la brega cerradacon las necesidades de la vida cotidiana) <strong>el</strong> expediente premioso y <strong>el</strong>llamamiento <strong>al</strong> agio, <strong>el</strong> cáncer de nuestro erario, <strong>el</strong> parásito invasorque nos había impedido vivir, y las transacciones ruinosas con lasavideces de los partidarios, trazaba <strong>el</strong> plan racion<strong>al</strong> de las reformasviables de nuestro <strong>sistema</strong> hacendario, plan que todavía es, en sus líneasdirectrices, <strong>el</strong> que nos ha permitido aprovechar y fomentar, cadavez más norm<strong>al</strong>mente, nuestra transformación económica: recoger yconcentrar la recaudación y administración de los impuestos; hacer usode una política de transacciones perennemente revisables en materia detarifas; crear <strong>el</strong> timbre con la tendencia de transformar la base de nuestrasrentas haciéndola interior princip<strong>al</strong>mente; buscar una niv<strong>el</strong>aciónposible d<strong>el</strong> presupuesto (sin lograrlo nunca, aunque en la práctica emparejab<strong>al</strong>os ingresos con los egresos <strong>el</strong> implacable niv<strong>el</strong> de la necesidad),organizar la cuenta d<strong>el</strong> Tesoro y perseguir <strong>el</strong> peculado y <strong>el</strong> fraudehasta donde fuera posible; t<strong>al</strong> fue, sustanci<strong>al</strong>mente, <strong>el</strong> programa.Un hombre dotado de paciente energía, de increíble laboriosidad y dehonradez intachable, más bien gran oficinista que gran financiero,don Matías Romero, tuvo princip<strong>al</strong>mente a su cargo la re<strong>al</strong>ización deuna obra que sólo profundas modificaciones económicas han podidosacar con <strong>el</strong> transcurso d<strong>el</strong> tiempo de la órbita de lo ide<strong>al</strong>.


La situación política facilitaba cada día menos tamaña empresa.Desde la víspera d<strong>el</strong> triunfo, los estadistas que formaban <strong>el</strong> Consejoofici<strong>al</strong> de <strong>Juárez</strong>, todos resu<strong>el</strong>tos a aplicar la Constitución, pero dccididosa sobreponer a <strong>el</strong>la (así lo habían hecho en Paso d<strong>el</strong> Norte) !as<strong>al</strong>ud de la República, comprendieron que urgía modificarla para hacerlaviablc. Y perfectamente seguros de que estas modificaciones no seobtendrían de los congresos ex<strong>al</strong>tados que debían preverse, sino muytarde y muy deficientemente, creyeron que debían, dado <strong>el</strong> carácterprofundamente anorm<strong>al</strong> de aqu<strong>el</strong> momento histórico, llamar <strong>al</strong> paísvotante a una manifestación plebiscitaria que reformase la ley fundament<strong>al</strong>desde los colegios <strong>el</strong>ector<strong>al</strong>es: tratábase de reforzar <strong>el</strong> poderEjecutivo por medio d<strong>el</strong> veto; de impcdir <strong>el</strong> despotismo neurótico d<strong>el</strong>a <strong>Cámara</strong> popular obligándola a compartir su podcr con un Senado,y, seguros de que <strong>el</strong> partido liber<strong>al</strong> triunfante, <strong>al</strong> encontrarse solo con<strong>el</strong> cadáver d<strong>el</strong> partido retrógrado a los pies, se dividiría en banderíasperson<strong>al</strong>istas, trataron de dar vida leg<strong>al</strong> a un partido conservador sometidoa las instituciones, pero aspirando a modificarlas por los mediosleg<strong>al</strong>es, y para <strong>el</strong>lo creyóse lo más eficaz devolver <strong>el</strong> voto <strong>al</strong> clero,excluido por la Constitución.La idea que informaba este audacísimo plan, menos en lo r<strong>el</strong>ati\·o<strong>al</strong> clero, era acertada en conjunto; <strong>el</strong> procedimiento plebiscitario fueun funesto error. Los descontcntos, los antiguos adversarios de <strong>Juárez</strong>,los más o menos disimuladamente enemigos de Lerdo (a quien seatribuía toda la tentativa), levantaron <strong>el</strong> guante, lo convirtieron en unabandera constitucion<strong>al</strong> y <strong>el</strong> plebiscito fracasó lastimosamente; tUH) yarazón de ser una oposición que se reclutó <strong>entre</strong> lo más florido y <strong>el</strong>ocuented<strong>el</strong> partido constitucion<strong>al</strong>ista, y hasta la candidatura de <strong>Juárez</strong>,que era una necesidad de honra nacion<strong>al</strong>, h<strong>al</strong>ló opositores en todoslos grupos que acababan de obtener la victoria.En la formación de la <strong>Cámara</strong> aseguró <strong>el</strong> gobierno una mayoría;pero una mayoría poco sumisa y asaz indisciplinada, que hizo g<strong>al</strong>a derepudiar solemnemente la frustránea política plebiscitaria, y que másbien h<strong>al</strong>laba ocasiones de aplaudir que de combatir la ardiente y <strong>al</strong>gunasveces la grandilocuente y soberbia tribuna de la oposición.Todo <strong>el</strong> prestigio de <strong>Juárez</strong>, toda la influencia que daba a Lerdosu t<strong>al</strong>ento, que se comparaba <strong>al</strong> d<strong>el</strong> gran canciller Bismarck, todo <strong>el</strong>respeto que inspiraba Iglesias con su p<strong>al</strong>abra formidablemente armadade cifras y datos, todo <strong>el</strong> crédito de la infatigable laboriosidad deRomero y <strong>el</strong> temor por la acción cada vez más firme de Mejía sobre<strong>el</strong> <strong>el</strong>emento armado, se aplicó a disciplinar y a gobernar plenamente lamayoría parlamentaria, y así comenzó a vivir la República en su segundaera.No la seguiremos paso a paso. Pero sí haremos constar que, a pesarde los obstáculos que hemos apuntado y "de la sorda resistencia que5


oponía a la evolución gubernativa una buena parte de la sociedadmexicana en los grandes centros, sobre todo en México, Puebla, Guad<strong>al</strong>ajara,San Luis, Mérida -resistencia compuesta de retraimiento d<strong>el</strong>os ricos desconfiados y rec<strong>el</strong>osos, de resentimientos de los grupos conspicuosque habían quedado heridos y ensangrentados a la caída d<strong>el</strong>Imperio, y de miedo de los que veían en la Reforma, encamada en<strong>Juárez</strong>, una empresa antirr<strong>el</strong>igiosa, en vez de una arma anticleric<strong>al</strong>-;a pesar de todo <strong>el</strong>lo, <strong>el</strong> gobierno marchó y la República se sintió gobernada;una garantía superior para <strong>el</strong> trabajo apareció en la firmevoluntad d<strong>el</strong> presidente de hacer respetar su autoridad y de mantenera todo trance <strong>el</strong> orden, y <strong>el</strong> país volvió a la vida norm<strong>al</strong>.Como por ens<strong>al</strong>mo, los ánimos comenzaron a serenarse, los capit<strong>al</strong>esa entrar en circulación, y la solvencia d<strong>el</strong> erario y <strong>el</strong> pago casisiempre regular d<strong>el</strong> ejército de empleados, que constituye importantísimo<strong>el</strong>emento soci<strong>al</strong> y mercantil, dieron cohesión creciente <strong>al</strong> poder.Este estado de cosas se reflejó en <strong>el</strong> exterior; los intereses extranjerosaquí radicados, ejercieron su fuerza de atracción sobre los que fuerade aquí estaban en conexión con <strong>el</strong>los, y <strong>el</strong> gran problema de las vías decomunicación tuvo un principio de solución <strong>al</strong> organizarse definitivament<strong>el</strong>os trabajos que iban a unir por medio de un gran ferrocarrilla capit<strong>al</strong> política y mercantil de la República con <strong>el</strong> princip<strong>al</strong> de nuestrospuertos.En otro orden de actividades puso <strong>el</strong> gobierno la mano con impulsadoraenergía: <strong>Juárez</strong> creía de su deber, deber de raza y de creencia,sacar a la familia indígena de su postración mor<strong>al</strong>, la superstición;de la abyección r<strong>el</strong>igiosa, <strong>el</strong> fanatismo; de la abyección ment<strong>al</strong>, la ignorancia;de la abyección fisiológica, <strong>el</strong> <strong>al</strong>coholismo, a un estado mejor,aun cuando fuese lentamente mejor, y <strong>el</strong> princip<strong>al</strong> instrumentode esta regeneración, la escu<strong>el</strong>a, fue su anh<strong>el</strong>o y su devoción; tododebía basarse <strong>al</strong>lí. Un día dijo <strong>al</strong> autor de estas líneas, estudiante impacientede la re<strong>al</strong>ización repentina de ide<strong>al</strong>es y ensueños: «Desearíaque <strong>el</strong> protestantismo se mexicanizara conquistando a los indios; éstosnecesitan una r<strong>el</strong>igión que les obligue a leer y no les obligue a gastarsus ahorros en cirios para los santos». Y comprendiendo que las burguesías,en que forzosamente se recluta la dirección política y soci<strong>al</strong> d<strong>el</strong>país, por la estructura misma de la sociedad moderna, necesitabanre<strong>al</strong>mente una educación preparadora d<strong>el</strong> porvenir, confió a dos eximioshombres de ciencia (uno de los cu<strong>al</strong>es tenía toda la magnitudde un fundador) la reforma de las escu<strong>el</strong>as superiores; la secundaria,o preparatoria, resultó una creación imperecedera, animada por <strong>el</strong> <strong>al</strong>made Gabino Barreda.Flor de aqu<strong>el</strong>las horas de esperanza y de reposo, cuyo perfumeera <strong>el</strong> espíritu mismo de la patria resucitada, la literatura tuvo su epifaníatriunf<strong>al</strong>. Tomó la República a oír las voces amadas de sus gran-6


d~s oradores, de sus grandes poetas: Ramírez, Altamirano, Prieto, Zamacona,Zarco, y, a su sombra refrigerante y fecunda, la de los diosesmenores y d<strong>el</strong> enjambre sonoro de los nuevos, de los que tenían veinteaños. A <strong>el</strong>los vinieron los vencidos, y parecía que <strong>al</strong> son de la lira unanueva República de concordia y de amor iba a levantarse en la aurorade la era nueva.Por desgracia, las nubes m<strong>al</strong>as se <strong>al</strong>zaban en <strong>el</strong> horizonte; ya lohemos dicho, jamás había habido en la República, a pesar de habersesucedido sin interrupción las guerras civiles y los estados anárquicos,una masa de gente armada semejante a la que estaba en pie en todoslos ámbitos d<strong>el</strong> país, de Yucatán a Sonora, <strong>al</strong> día siguiente d<strong>el</strong> triunfo;los Estados, <strong>al</strong> reabsorber una gran mayoría de esas fuerzas, cuandohubo sido hecha la s<strong>el</strong>ección d<strong>el</strong> ejército nacion<strong>al</strong>, se encontraron conque aqu<strong>el</strong>los hombres acostumbrados a la aventura, <strong>al</strong> merodeo, <strong>al</strong> pillaje,<strong>al</strong> combate, desdeñaban <strong>el</strong> trabajo industri<strong>al</strong> o agrícola, tan pocoremuneratorio que parecía irrisión ofrecérs<strong>el</strong>o; les era más ventajosa laguerrilla por cuenta de cu<strong>al</strong>quier plan político, o la gavilla por cuentapropia, y no era fácil distinguir los matices que diferenciaban unosgrupos de otros. Esta era la sustancia, <strong>el</strong> plasma que debía aglutinarseen torno de núcleos que a toda prisa se constituían a la vista d<strong>el</strong> gobierno,cuyos prohombres los vigilaban y se preparaban a deshacerlos.Los ofici<strong>al</strong>es excluidos d<strong>el</strong> ejército, injustamente no pocos, por necesidadmuchos, otros por razones claras de dignidad y conveniencia;los que, aunque republicanos, resultaban excomulgados políticos, porqueestuvieron a punto de desintegrar en las horas más rudas de laprueba <strong>al</strong> partido republicano, y los excomulgados de la patria comotraidores, que aunque estaban bien penetrados de la imposibilidad derestaurar <strong>el</strong> Imperio, eran víctimas de la imposibilidad de llevar otravida que la militar, éstos eran los <strong>el</strong>ementos irreductibles de los focosde la revu<strong>el</strong>ta futura. Y como con <strong>el</strong>los confinaba <strong>el</strong> ejército mismo,resultaba éste accesible a la tentación, <strong>al</strong> soborno, a la indisciplina y <strong>al</strong>a reb<strong>el</strong>ión, no en su cuerpo mismo, pero sí en muchos de sus componentesviciados, aqu<strong>el</strong>los, sobre todo, que intentaban, bajo la influenciade las tendencias loc<strong>al</strong>es, resistir la acción cada vez más concentradorad<strong>el</strong> gobierno feder<strong>al</strong>.A raíz de la <strong>el</strong>ección de <strong>Juárez</strong>, que fue, como hemos dicho, ungran acto de honra nacion<strong>al</strong>, las manifestaciones esporádicas de laanarquía latente comenzaron; pero a todas se sobreponía un gran esfuerzod<strong>el</strong> país para vivir en paz y un gran esfuerzo d<strong>el</strong> gobierno pormantenerla. Desde entonces esta idea entró en lo más hondo d<strong>el</strong> cerebronacion<strong>al</strong>, fue una obsesión: la paz es nuestra condición primera7


de vida; sin la paz marchamos <strong>al</strong> estancamiento definitivo de nuestrodesenvolvimiento interior y a una irremediable catástrofe internacion<strong>al</strong>.Pero <strong>el</strong> gobierno agotaba sus recursos a medida que hacía sentirsu acción a mayor distancia: ya en Sonora y Sin<strong>al</strong>oa, en donde lasenconosas rencillas loc<strong>al</strong>es encendían la lucha; ya en Yucatán, en donde<strong>el</strong> imperi<strong>al</strong>ismo había tenido gran séquito, y en donde, si ya habíamuerto como programa, vivía como rencor, y ya en <strong>el</strong> Centro mismo,en Puebla, de que estuvo a punto de adueñarse un voluble y quiméricocondotiero de nuestras reyertas fratricidas, aqu<strong>el</strong> que tuvo la suertede retener un día, en los bordados de su kepí de gener<strong>al</strong>, un dest<strong>el</strong>lo d<strong>el</strong>Sol de Mayo de 62, y que fraguó <strong>el</strong> as<strong>al</strong>to de una «conducta de caud<strong>al</strong>es»con <strong>el</strong> mismo desplante con que tramaba un plan político.Todo <strong>el</strong>lo era sintomático de un estado agudo que precisaba transformara todo trance: las medidas conducentes a precipitar la evoluciónment<strong>al</strong> d<strong>el</strong> pueblo mexicano por medio de la escu<strong>el</strong>a, y la evolucióneconómica por medio de la vía férrea, no se descuidaron, sin embargo,un momento; pero eran de resultados muy lentos, y henrían los <strong>el</strong>ementosm<strong>al</strong>os.El ejército mismo, m<strong>al</strong> retribuido con frecuencia, resistente a todotrabajo severo de reorganización, minado por las ambiciones de losjefes, tradicion<strong>al</strong>mente habituados a encontrar <strong>el</strong> premio d<strong>el</strong> ascensoen la lotería d<strong>el</strong> pronunciamiento, y complicado en las contiendas políticasde los Estados, en que había un grupo siempre dispuesto a emplearla violencia para arrancar d<strong>el</strong> poder y de la caja d<strong>el</strong> erario <strong>al</strong>grupo gobernante, <strong>el</strong> ejército mismo comenzó a ser una amenaza.Pero esto sirvió para probarlo, rehacerlo y disciplinarlo mejor; pordondequiera <strong>el</strong> gobierno se sobreponía y castigaba rudamente a losreb<strong>el</strong>des, yeso que <strong>al</strong>guna vez la asonada fue formidable y envolvióa los Estados más importantes d<strong>el</strong> interior, como San Luis, Zacatecas,J<strong>al</strong>isco. La represión solía ser muy sangrienta; mas <strong>el</strong>la indujo a lamasa soci<strong>al</strong> a comenzar a creer que <strong>el</strong> gobierno se sobrepondría a todarevu<strong>el</strong>ta; era una esperanza.Pero llegó la época <strong>el</strong>ector<strong>al</strong> en pleno trabajo de reconstitución,en lo más d<strong>el</strong>icado y difícil de una labor penosísima; ni en la <strong>Cámara</strong>,ni en la prensa, ni en la opinión aparecía un caudillo capaz de hacercontrapeso a <strong>Juárez</strong>; Lerdo, a pesar d<strong>el</strong> gran prestigio de su int<strong>el</strong>igenciay d<strong>el</strong> grupo de hombres importantes que le rodeaba, no era populary no podía aspirar a la suprema magistratura sin <strong>el</strong> apoyo de .<strong>Juárez</strong>;<strong>el</strong> gener<strong>al</strong> Porfirio Díaz, que con sus laur<strong>el</strong>es inmarchitos y gloriososhabía pasado de la victoria <strong>al</strong> retraimiento, era <strong>el</strong> centro de los anh<strong>el</strong>os,de los despechos, de los resentimientos d<strong>el</strong> <strong>el</strong>emento militar ex-8


cluido d<strong>el</strong> presupuesto o excomulgado de la vida pública; su ascendiente,su entereza, su probidad lo habían transfonnado de caudillomilitar en caudillo político, y era temible, y era popular, como lo sonsiempre los hombres de espada cuando se les cree capaces de acometeruna gran empresa y triunfar; mas había gran desconfianza <strong>el</strong>e sus aptitudesde estadista y su popularidad propia no se trasmitía a sus amigosciviles, que todos señ<strong>al</strong>aban y a quienes parecía irremediablementesub<strong>al</strong>ternado.La brevedad d<strong>el</strong> periodo presidenci<strong>al</strong>, copiada de la Constituciónde los Estados Unidos, pueblo en que los factores de estabilidad tieneninc<strong>al</strong>culable potencia, nos condenaba, o a obras gubernativas diminutasy fragmentarias, o a renovar periódicamente, con las re<strong>el</strong>ecciones,<strong>el</strong> argumento de la violación d<strong>el</strong> sufragio, bastante ridículo en un paíscuya inmensa mayoría no votaba, pero que tenía que producir granefecto, porque precisamente por nuestros hábitos y nuestra educación,será siempre quizás un argumento jurídicamente irrefutable. ¿Cómoprobará nunca un gobernante que se hace re<strong>el</strong>egir, que no ha violadoclandestinamente <strong>el</strong> voto público? y como las violaciones d<strong>el</strong> sufragioen los pueblos latinos, aun cuando sean sancionadas por <strong>el</strong> juicio d<strong>el</strong>poder constitucion<strong>al</strong> a <strong>el</strong>lo destinado, no tienen, por corolario, com')en los pueblos sajones, un aplazamiento para la nueva lucha <strong>el</strong>ector<strong>al</strong>,sino la protesta a mano annada y la revu<strong>el</strong>ta, era claro que la decisiónde J uárez de hacerse re<strong>el</strong>egir (decisión acertada, porque, de lo contrario,habría sido irremediable la anarquía) sería cl prefacio de laguerra civil.La actitud d<strong>el</strong> gener<strong>al</strong> Díaz, la escisión <strong>entre</strong> <strong>Juárez</strong> y Lerdo, cosatenida por imposible, tanto así parecían unimismados en propósitosestos hombres, y a consecuencia de esto, la fonnación de una oposiciónparlamentaria que se acercaba a la mayoría, sostenida en la prensacon un t<strong>al</strong>ento, una pasión y un exceso de lenguaje temibles, señ<strong>al</strong>aronmuy a las claras la importancia de la crisis. El presidente, firme en sUpropósito, resolvió afrontarlo todo; estimulado por una ambición, perfectamentehumana, de conservar <strong>el</strong> poder, d<strong>el</strong> que creía que podríahacer buen uso en favor de la consolidación de las instituciones y d<strong>el</strong>a paz, a costa ciertamente de una guerra interior, que, lo repetimos,consideraba como la prueba suprema de la fort<strong>al</strong>eza d<strong>el</strong> poder centr<strong>al</strong>;convencido de que su renuncia a la candidatura, único modo acaso deevitar la re<strong>el</strong>ección, parecería una retractación de sus miras o unadeserción de sus deberes, cuando en re<strong>al</strong>idad ninguna de las otras candidaturaspodía aspirar <strong>al</strong> triunfo sino por <strong>el</strong> peso d<strong>el</strong> grupo juaristayuxtapuesto a <strong>el</strong>las, asumió, a la cara de la tonnenta deshecha queamenazaba, su ya clásica imperturbabilidad; volvió a mostrarse <strong>el</strong> bronceque los huracanes llegan a hacer vibrar, pero que no <strong>al</strong>canzan aconmover.9


y vino la tonnenta, y furiosa, mayor sin duda de lo que se creía;en vís~ras d<strong>el</strong> periodo <strong>el</strong>ector<strong>al</strong>, una asonada militar se hizo dueñade uno de los más importantes puertos d<strong>el</strong> Golfo; <strong>el</strong> gobierno pasósobre la resistencia de la liga parlamentaria a concederle facultadesextraordinarias, y ahogó en sangre la asonada. Las <strong>el</strong>ecciones se verificaron;<strong>el</strong> pueblo, soci<strong>al</strong>mente considerado, se abstuvo, como de costumbre,u obedeció en pasivos rebaños a los comités políticos que loencaminaban a las urnas; <strong>el</strong> país político, <strong>el</strong> interesado en la gran bat<strong>al</strong>lad<strong>el</strong> presupuesto, mostró inusitada actividad, pero los <strong>el</strong>ementosde sedición y revu<strong>el</strong>ta lo complicaban todo con su levadura de sangrey desolación. En la <strong>Cámara</strong>, por la voz de <strong>el</strong>ocuentísimos tribunos, con<strong>el</strong> tono de los grandes días de los conflictos patrios, en los despachosmismos de <strong>al</strong>gunos gobernadores, se anunciaba la ap<strong>el</strong>ación indefectiblea la revolución. La sociedad burguesa de <strong>al</strong>gunas capit<strong>al</strong>es, aquien era profundamente antipático <strong>Juárez</strong>, que personificaba la Refonnay <strong>el</strong> desenlace trágico d<strong>el</strong> Imperio, o que, en su parte reflexiva,veía con incertidumbre y espanto la guerra civil, era secretamentehostil; yeso fue muy grave, pero estaba hasta cierto punto compensadocon la devoción y la fid<strong>el</strong>idad casi tot<strong>al</strong> d<strong>el</strong> <strong>el</strong>emento burocrático, que,por interés y miedo a la enonne mrba de despojantes que militaba enlas filas de los contrarios, o por adhesión re<strong>al</strong> <strong>al</strong> presidente, a pesarde la f<strong>al</strong>ta frecuentísima de los su<strong>el</strong>dos, no extremó esta vez, por ventura,<strong>el</strong> trabajo terrible de disgregación y disolución que opera en loscimientos de todo gobierno insolvente. Detrás, como fonnando <strong>el</strong> t<strong>el</strong>ónde fondo de esta escena en que empezaban a desenvolverse anh<strong>el</strong>ososlos episodios primeros d<strong>el</strong> drama fratricida, los viejos cacicazgos tradicion<strong>al</strong>es,a donde no podía llegar aún la acción d<strong>el</strong> gobierno y que sedeclaraban neutr<strong>al</strong>es, pero que en re<strong>al</strong>idad servían de reparo a larevu<strong>el</strong>ta, los viejos cacicazgos de las sierras d<strong>el</strong> Nayarit, de Guerrero,de Querétaro, de Tamaulipas, de Puebla, semejantes a enormes monolitosde granito embadurnados de sangre, que recordaban las piedrasde los sacrificios...El resultado de la <strong>el</strong>ección, en que <strong>el</strong> <strong>el</strong>emento ofici<strong>al</strong> tomó partedescaradamente, era in<strong>el</strong>udible; <strong>el</strong> presidente <strong>Juárez</strong> obtuvo mayoríaabsoluta, y Díaz y Lerdo compartieron con él, en proporciones distintas,<strong>el</strong> sufragio. No se había hecho la declaración, cuando est<strong>al</strong>ló enMéxico mismo un motín que, si como fue desacertadamente combinado,hubiera sido dirigido por una cabeza medianamente previsora,habría tenido consecuencias decisivas y terribles. Por fortuna, nadasupieron organizar los amotinados, y la represión fue fulminante.Todo era, en suma, un tristísimo pródromo de la lucha encarnizadaque se anunciaba.Después de la <strong>el</strong>ección, la insurrección de todos los <strong>el</strong>ementos militaresy políticos de descontento tomó temerosa importancia; de Oaxa-10


ca a la frontera d<strong>el</strong> Norte todas las sierras se pusieron en pie, todasobedecieron a un plan concertado de antemano; muchos de los hombresmás conspicuos de la guerra de Intervención s<strong>al</strong>taron a la p<strong>al</strong>estra,y, no sin vacilaciones y escisiones, <strong>el</strong> Estado nat<strong>al</strong> de J uárez vio formarseen su seno <strong>el</strong> núcleo princip<strong>al</strong> de la protesta armada. Como.Oaxaca, <strong>el</strong> gener<strong>al</strong> Díaz vaciló mucho en poner en la b<strong>al</strong>anza su autoridadmor<strong>al</strong> sobre sus conciudadanos, sólo inferior a la de J uárez, y<strong>el</strong> inmaculado prestigio de su vida de soldado y de patriota, <strong>al</strong> serviciode la revu<strong>el</strong>ta: creyó, sin duda, que <strong>el</strong> país necesitaba renovacionesprofundas que sólo podía obtener por la fuerza; sus desilusiones, susamargos resentimientos con <strong>el</strong> rec<strong>el</strong>oso gabinete de <strong>Juárez</strong>, que habíacerrado fría e indefinidamente la puerta <strong>al</strong> ascendiente a que teníaderecho quien había prestado los servicios que él; la sugestión perennede las ambiciones y rencores inextinguibles que lo rodeaban premiosos,arrastrándolo a compromisos irreparables; todo <strong>el</strong>lo, probablemente,constituyó <strong>el</strong> <strong>el</strong>emento primordi<strong>al</strong> de su decisión que, una vez tomada,fue irrevocable. Desde entonces, en su conciencia de republicano y dehombre de gobierno, se incrustó con tenacidad persistente y dolorosaesta idea, que podía parecer un d<strong>el</strong>irio entonces, que ahora vemos bienque no lo era: «Sólo puedo compensar <strong>el</strong> deservicio inmenso que hagoa mi país <strong>al</strong> arrojarlo a una guerra civil, poniéndolo <strong>al</strong>guna vez encondiciones que hagan definitivamente imposible la guerra civil».Esta fue empeñadísima; una red roja podía marcar, sobre la cartade la República, los itinerarios de la revu<strong>el</strong>ta en tomo de los grandescentros militares, hábilmente escogidos por <strong>el</strong> gobierno; en todas partesla resistencia fue desorganizada, yugulada, vencida. Cuando mediaba1872, no quedaban más que jirones de la tormenta enredados en lospicos de las más lejanas serranías: la revolución, herida de muerte yfugitiva, buscaba refugios, ya no reparos para apoyar nuevos ataques.La autoridad y la fuerza mor<strong>al</strong> d<strong>el</strong> gobierno habían cobrado energíasnuevas en la brega: obligar <strong>al</strong> país político, educado en la revu<strong>el</strong>taperpetua, a la paz a todo trance; ahogar en sangre <strong>el</strong> bandolerismo yla inseguridad; empujar la gran mejora materi<strong>al</strong> de que dependíanlas otras; entrar en <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> diplomáticas con las naciones europeaspara dar pábulo y seguridad <strong>al</strong> comercio internacion<strong>al</strong>; poner en estudiotodas las grandes soluciones prácticas posibles de nuestro estadoeconómico: la colonización, la irrigación sistemática d<strong>el</strong> país agrícola,la libertad interior de comercio, y conjugar con esto <strong>el</strong> avance constanteen la reorganización de nuestro régimen hacendario; aumentarlos <strong>el</strong>ementos de educación para trasmutar <strong>al</strong> indígena y <strong>al</strong> mestizoinferior en v<strong>al</strong>ores soci<strong>al</strong>es: t<strong>al</strong> era <strong>el</strong> programa de la paz con tan cruent<strong>al</strong>abor reconquistada. Pero no por eso descuidaba <strong>Juárez</strong> la mejorapolítica: sus dos miras fin<strong>al</strong>es, ansiosas, persistentes, convertidas enhierro por su voluntad, eran la creación de un Senado para equilibrar11


la acción legislativa, sin contrapeso <strong>al</strong>guno en nuestra ley fundament<strong>al</strong>,y la constitucion<strong>al</strong>ización de los principios de Reforma, para hacerde ésta la regla norm<strong>al</strong> de nuestra vida política y soci<strong>al</strong>...En los primeros capítulos de este grandioso programa, la sorpresatraidora de la muerte truncó la nueva labor. .. Fue una gran desgracia... Había <strong>el</strong>ementos eternos en su obra, que él ansiaba transformarde pasiva en activa; logró mucho, habría logrado más; cuandoJuárcz murió, un soplo de clemencia y de concordia oreaba ya todoslos campos de bat<strong>al</strong>la, los antiguos, los recientes. .. Eran las ráfagasprecursoras de la primavera, d<strong>el</strong> renacimiento; con él comenzó la eranueva, la era actu<strong>al</strong>.12


EMILIO RABA5A*LA CONSTITUCION y SU MODELOComo este estudio no se propone la crítica gener<strong>al</strong> de la Constitución,sino <strong>el</strong> análisis de los vicios que, estando dentro de <strong>el</strong>la, imposibilitansu observancia, la enumeración de sus aciertos estaría fuera de lugary sería impertinente; pero ya que hemos llamado la atención sobre lascausas perturbadoras de la serenidad y rectitud d<strong>el</strong> criterio de los legisladoresconstituyentes, como fuente princip<strong>al</strong> de que dimanaron suserrores, vamos a llamarla también sobre cargos gener<strong>al</strong>es que se le~han hecho y que han pasado a la categoría de verdades que sin examense admiten y que nadie cree útil discutir.Don Ignacio Ramírez dijo de la Constitución de 1824 que no erasino una m<strong>al</strong>a traducción de la norteamericana, y varias veces censuróa la comisión de 57 por su apego <strong>al</strong> mod<strong>el</strong>o que presentaba un paísen que «se usa la ley Lynch y se habla m<strong>al</strong> <strong>el</strong> inglés»; pero Ramírez,aunque fuese insigne hombre de letras, no parece haber estado muyprovisto en materia de instituciones políticas, y aunque pronto para<strong>el</strong> ataque, que era su natur<strong>al</strong> inclinación, poco ayudó en la obra debien público que los miembros de la comisión procuraban.Sea por aqu<strong>el</strong>la opinión, que no fue sólo de Ramírez <strong>entre</strong> losconstituyentes, sea porque las clasificaciones y comparaciones vulgaresse hacen siempre a bulto y groseramente, quedó desde entonces sentadoque la Constitución de 57 es una copia, con ligeras modificaciones,de la norteamericana. Este cargo (si por cargo se da) es enteramentegratuito, porque nuestros legisladores no cometieron <strong>el</strong> desaciertode copiar instituciones que habrían sido en mucho opuestas a lo querequerían nuestros antecedentes, nuestras propensiones y nuestros vicios.Ni la Constitución de 57 ni la de 24, de que aquélla tomó la mayorparte de la organización política, son copias de su mod<strong>el</strong>o.Si los legisladores mexicanos de una y otra época tenían que constituiruna república representativa, popular y feder<strong>al</strong>, bases de la na-* Emilio Rabasa. La Constitución y la dictadura. Estudio sobre la úlgani:acirÍll política.de Mhico. México, Tipográfica de Redsta de Re\"jstas, 1912, pp. 1¡C;·IHB.13


clOn d<strong>el</strong> Norte, natur<strong>al</strong> era y hasta racion<strong>al</strong> y aun obligatorio queestudiaran las leyes de los Estados Unidos; propio era que sintieranla inclinación de tomarlas por mod<strong>el</strong>o, dado <strong>el</strong> buen éxito que habíantenido, y sobre todo, su obra no podía menos que resultar en muchospuntos igu<strong>al</strong>, supuesto que igu<strong>al</strong> era <strong>el</strong> propósito que se perseguía. Sóloun prurito vanidoso de origin<strong>al</strong>idad podía haber aconsejado a los autoresde la ley de 57 <strong>el</strong> esfuerzo bien difícil de hacerlo todo nuevo,fin que no habrían conseguido sino haciendo mucho m<strong>al</strong>o. Puesto quehabía que constituir una república, con la base de la representación d<strong>el</strong>pueblo, era indispensable un parlamento <strong>el</strong>ectivo de que emanasen lasleyes, un poder Ejecutivo con sus funciones propias de acción guber~nativa y de administración, tribun<strong>al</strong>es independientes encargados de laaplicación de las leyes que mantienen <strong>el</strong> orden soci<strong>al</strong> establecido; ycomo se imponía <strong>el</strong> <strong>sistema</strong> feder<strong>al</strong>, precisaba establecer la separacióne independencia de los Estados con su libertad interior y su subordinación<strong>al</strong> pacto feder<strong>al</strong> para los intereses comunes. En estos puntos gener<strong>al</strong>esla semejanza forzosa podía llegar a la identidad y en muchospreceptos que son corolarios de aqu<strong>el</strong>los principios tenía que sucederlo mismo; pero sólo desconociendo la idea capit<strong>al</strong> que guía y la importanciade los det<strong>al</strong>les que la rev<strong>el</strong>an, e ignorando su trascendenciapráctica, se puede creer, por aqu<strong>el</strong>las semejanzas, que <strong>el</strong> orgarusmo quecreó nuestra Constitución es igu<strong>al</strong>, ni por asomo, <strong>al</strong> que instituyó laamencana.La concepción de una y otra difieren absolutamente. Prev<strong>al</strong>ecíanen <strong>el</strong> espíritu de los legisladores mexicanos la idea abstracta de unaconstitución y la supuesta virtud de los principios gener<strong>al</strong>es para hacerlabuena. Colocados en un punto de vista superior y fuertes con lospoderes que ejercían en nombre de un pueblo de antemano sometido,dictaban preceptos de organización para que fuesen declarados, no paraser discutidos; tenían, en consecuencia, una libertad amplia para echarsepor <strong>el</strong> campo de las teorías y una tendencia fácil a considerar sutarea como la resolución de un problema abstracto. Como <strong>el</strong>la abarcaba<strong>el</strong> conjunto d<strong>el</strong> poder, que se ponía en sus manos con la autoridadsin límites d<strong>el</strong> árbitro <strong>el</strong>egido <strong>entre</strong> la autoridad anónima y <strong>el</strong> pueblopasivo, su labor era como de simple distribución: partir la fuerza directiva<strong>entre</strong> los departamentos d<strong>el</strong> poder, adjudicando funciones y enumerándolas;asignar a las personas garantías inviolables, para formarla fuerza y <strong>el</strong> tipo individu<strong>al</strong>es que no existían; dar derechos políticosa los mayores de edad para armarlos ciudadanos; conferir la person<strong>al</strong>idadjurídica a las provincias para hacerlas Estados libres. Así la obrase resolvía en aplicación de la justicia distributiva y los problemas eransimplemente de cantidad: ¿debe darse <strong>al</strong> individuo t<strong>al</strong> facultad hasta14


diez o hasta veinte?; <strong>el</strong> sacrificio de t<strong>al</strong> otra para <strong>el</strong> orden soci<strong>al</strong> ¿debeser de treinta o de cuarenta?, ¿los Estados deben ceder cinco a la federacióno es ésta la que ha de perder seis en favor de aquéllos? En t<strong>al</strong>tarea, quien la cumple se contenta con llevar la conciencia tranquila,que es <strong>el</strong> g<strong>al</strong>ardón de los jueces; pero los legisladores no llenan la suyaa tan poca costa, porque la tranquilidad de su conciencia no organiz<strong>al</strong>as sociedades ni satisface la necesidad de armonía de los pueblos.En tanto que los legisladores de México estaban investidos depoder absoluto para imponer una ley suprema a sus pueblos, los norteamericanostenían <strong>el</strong> encargo de proponer un proyecto de unión a lascolonias libres. Las colonias vivían con vida propia, que no tomabande sus débiles gobiernos, sino de la energía individu<strong>al</strong>, que era como <strong>el</strong>protoplasma de aqu<strong>el</strong>los organismos acabados; habían c<strong>el</strong>ebrado su primera<strong>al</strong>ianza en los artículos de confederación, y mientras <strong>el</strong> p<strong>el</strong>igrod<strong>el</strong> ataque exterior las inducía a concertar unión más estrecha, <strong>el</strong> temorde la tiranía interior las hacía rec<strong>el</strong>osas para admitir la unidad. Laconcepción de la ley fundament<strong>al</strong> tenía así <strong>el</strong>ementos re<strong>al</strong>es a que habíade someterse y que quitaban a la tarea toda libertad, <strong>al</strong>ejándola, porlo mismo, de ensayos de teorías y de subordinación a principios abstractos.La re<strong>al</strong>idad áspera de las necesidades que tenían que satisfacer,obligaba a aqu<strong>el</strong>los hombres, ya de por sí prácticos, a no atenerse sinoa los datos concretos, materi<strong>al</strong>es, que les presentaban los casos y loshechos, y sólo sobre <strong>el</strong>los debía laborar su sabiduría sin me)strarse, paraquedar en su obra como una fuerza latente. Los representantes de losEstados que concurrieron a la convención, eran ~omo plenipotenciariosque concertaban un compromiso ad referendum, y aun era menor suautoridad, puesto que podía un artículo aprobado por la mayoría habersido rechazado por la d<strong>el</strong>egación de un Estado. La ley debía, pues, estarconcebida de modo que se llegara a la unidad de gobierno; pero enforma t<strong>al</strong> que los Estados pudiesen aceptarla sin rec<strong>el</strong>os para su cuerpopolítico ni para la libertad individu<strong>al</strong>, que era su fuerza de cohesión.Este era <strong>el</strong> punto de vista de los constituyentes de la convención americana;su idea fundament<strong>al</strong> tuvo que ser, constituir la menor cantidadposible de gobierno centr<strong>al</strong> para restar a los E~tados y a los individuo~la menor suma posible de autonomía y, dentro d<strong>el</strong> gobierno feder<strong>al</strong>, ladislocación d<strong>el</strong> poder de los departamentos d<strong>el</strong> gobierno, llevada hastadonde fuese dable sin imposibilitar la annonía de funciones, a finde impedir tanto la colusión como la subordinación, que funden lasfuerzas autoritarias y constituyen la tiranía.Tomar semejante base para la Constitución mexicana habría sidoun absurdo, y nuestros legisladores, a pesar de la tentación d<strong>el</strong> mod<strong>el</strong>o,no incurrieron en tan craso error. El cuerpo político norteamericano15


se fonnó y subsiste por la acción de fuerzas moleculares; <strong>el</strong> de los puebloslatinos, en gener<strong>al</strong>, por una fuerza de presión que tiende a reunirlas moléculas dispersas. Nuestros pueblos, por historia, por herencia ypor educación descansan en la vieja concepción d<strong>el</strong> Estado y se derivande esta noción abstracta que no corresponde a ninguna entidad re<strong>al</strong>,en tanto que <strong>el</strong> americano, que partió de la re<strong>al</strong>idad d<strong>el</strong> individuo y desu rudo derecho para constituir <strong>el</strong> township, <strong>el</strong> bourg, <strong>el</strong> condado, noha llegado, después de siglos de progreso institucion<strong>al</strong>, <strong>al</strong> concepto d<strong>el</strong>Estado, ni es probable que a él llegue, porque <strong>al</strong>canzó <strong>el</strong> concepto re<strong>al</strong>de la nación, que basta para explicar todos los fenómenos políticos ypara fundar todos los deberes d<strong>el</strong> individuo para con <strong>el</strong> conjunto d<strong>el</strong>os pueblos que liga un gobierno.Al revés de la ley americana, la nuestra tenía necesidad de constituirun gobierno centr<strong>al</strong> fuerte en su acción, para lo cu<strong>al</strong> era indispensableno escasear las facultades a sus departamentos ni privarlosde una r<strong>el</strong>ación frecuente, capaz de mantenerlos ligados para una tendenciacomún. La dislocación de los diversos órganos de gobierno, <strong>al</strong>a americana, habría producido, <strong>entre</strong> nosotros, una anarquía inmediatade todas las fracciones d<strong>el</strong> poder; facultades mínimas en cada departamentode los gobiernos feder<strong>al</strong> y loc<strong>al</strong>es, habrían llevado a ladisolución d<strong>el</strong> cuerpo político y a la dispersión de sus <strong>el</strong>ementos puestoque no tenían la fuerza individu<strong>al</strong> que los une y estrecha. Eranestas necesidades superiores que debían satisfacerse aun a costa d<strong>el</strong> p<strong>el</strong>igrode recaer en los gobiernos absolutos y centr<strong>al</strong>izados, y así lo estimaronnuestros legisladores, acudiendo a la precaución hasta dond<strong>el</strong>o creyeron posible por la garantía d<strong>el</strong> derecho individu<strong>al</strong> y la instituciónindependiente de los gobiernos loc<strong>al</strong>es.En los pueblos americanos <strong>el</strong> problema era llegar lentamente a lasolidaridad; para los nuestros, llegar lentamente a la emancipación.Ambos sobre constituciones escritas, invariables, de las que propiamentese han llamado rígidas, tenían que obrar por la transfonnación d<strong>el</strong>as tendencias y la fuerza de las costumbres para forzar la flexión yllegar <strong>al</strong> fin; los americanos han caminado mucho, y sin <strong>al</strong>terar la letrade sus instituciones, han fort<strong>al</strong>ecido a su gobierno; nosotros no hemospracticado las nuestras sino en parte y hemos caminado muy poco.La diferencia de situación en los legisladores de ambos países, qu<strong>el</strong>es dio distintos puntos de vista y bases diversas para sus leyes, se tradujoen diferencias de det<strong>al</strong>le que produjeron instituciones sin semejanzaen la práctica efectiva. Por vía de ejemplo, pero también comomuy princip<strong>al</strong>, vamos a señ<strong>al</strong>ar un punto. Los legisladores y los pueblosamericanos tenían terror de todo <strong>el</strong> poder centr<strong>al</strong>, pero especi<strong>al</strong>mented<strong>el</strong> Ejecutivo, en <strong>el</strong> que veían una tendencia monárquica irremedia-16


le; nuestros constituyentes veían en <strong>el</strong> Ejecutivo a Santa Anna en persona,<strong>el</strong> despotismo sin freno. Unos y otros quisieron conjurar <strong>el</strong> p<strong>el</strong>igroque igu<strong>al</strong>mente los espantaba; los americanos, como precaución, redujeronlas facultades d<strong>el</strong> Ejecutivo y lo aislaron enteramente d<strong>el</strong> Legislativo,negándole <strong>el</strong> derecho de hacer iniciativas; los mexicanos, queno podían hacerlo débil, lo llenaron de todas las atribuciones que lohacen director de los negocios públicos; pero por precaución lo sometieron<strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>, destruyendo así toda su fuerza y toda su autoridad.Nuestros legisladores tenían una fe ciega en <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, nacida de lasteorías puras de la representación popular; los americanos desconfiaronde todo poder superior y buscaron siempre <strong>el</strong> equilibrio de lasdebilidades.Nuestros legisladores no acertaron siempre que copiaron preceptosde la Constitución americana, ni siempre tuvieron tino cuando se apartaronde <strong>el</strong>la; pero si <strong>al</strong>guna vez sintieron la necesidad de reparar enque su obra no era de filosofía especulativa, sino de adaptación de mandamientosa un pueblo de existencia re<strong>al</strong> y carácter propio; si <strong>al</strong>gunavez estuvieron plenamente en las re<strong>al</strong>idades de su labor, fue cuandoabandonaron la organización política americana, hecha adrede de fraccionesinconexas, y adoptando <strong>el</strong> <strong>sistema</strong> opuesto, establecieron la corr<strong>el</strong>aciónde las funciones y <strong>el</strong> engranaje de las partes que hacen de losdistintos <strong>el</strong>ementos de autoridad un gobierno coherente para una naciónsólida.Pero este acierto, ya se deba a la observación justa d<strong>el</strong> pueblo paraquien se trabajaba la ley, ya a que <strong>el</strong> camino adoptado era también <strong>el</strong>de las teorías de la ciencia política, de la cu<strong>al</strong> se apartaban los legisladoresd<strong>el</strong> Norte, se m<strong>al</strong>ogró por <strong>el</strong> error inverso, que marca todavíamás la diferencia de organización establecida por ambas constituciones.La nuestra no sólo rebajó la fuerza que en facultades había dado <strong>al</strong>Ejecutivo, sometiéndolo <strong>al</strong> Legislativo, sino que, <strong>al</strong> depositar éste enuna sola <strong>Cámara</strong> y expeditar sus trabajos por medio de dispensas detrámites que de su sola voluntad dependían, creó en <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> un poderformidable por su extensión y p<strong>el</strong>igrosísimo por su rapidez en <strong>el</strong>obrar. Pero nuestros constituyentes creían que los diputados reunidosen <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> pueden tener todos los derechos d<strong>el</strong> pueblo que representan;que <strong>el</strong> pueblo no se equivoca ni se tiraniza a sí mismo, o quese equivoca y tiraniza porque tiene <strong>el</strong> derecho de hacer cuanto quiera,hasta de cometer errores y de ser su propio tirano; de modo que, censurandoa los conservadores que habían inventado <strong>el</strong> poder conservadoren 1836, instituían <strong>el</strong>los por jacobinismo, y sin darse cuenta, un podermás absoluto y más p<strong>el</strong>igroso en su <strong>Cámara</strong> unitaria. i Cuán lejos estáeste <strong>sistema</strong> d<strong>el</strong> <strong>sistema</strong> rec<strong>el</strong>oso y desconfiado de la Constitución americana!17


No insistiremos más en este punto. Las opiniones que llegan a hacersegener<strong>al</strong>es y pasan a verdades indiscutibles se convierten en preocupacionesnocivas para <strong>el</strong> criterio en asuntos en que importa muchoque sea sano; pero, por ventura, basta señ<strong>al</strong>ar la preocupación, cuandono afecta <strong>el</strong> sentimiento, para que se desvanezca su engaño. Compárens<strong>el</strong>as facultades de los órganos d<strong>el</strong> poder público en las dos constituciones;considérese juiciosamente la trascendencia de los puntos enque se separan y aun se oponen, y se verá que nuestra ley fundament<strong>al</strong>no es una copia, ni buena ni m<strong>al</strong>a, de la d<strong>el</strong> Norte, y que nuestros legisladoreserraron <strong>al</strong>gunas veces en lo que tomaron, erraron otras porno tomar lo que debieron y acertaron mucho por imitar con tino o porpensar con sabiduría. El cargo de copiar sin discernimiento, que es <strong>el</strong>que se ha hecho siempre a nuestros legisladores, es <strong>el</strong> más duro detodos, porque implica ignorancia, sumisión int<strong>el</strong>ectu<strong>al</strong> vergonzosa y f<strong>al</strong>tade patriotismo. Sus mismos errores desmienten tan gratuita imputación.La Constitución americana se <strong>el</strong>aboró en circunstancias y con procedimientossingulannente favorables. La convención reunida diez añosdespués de adoptados los artículos de unión perpetua, trabajó en mediode la paz, a la vista de un pueblo que esperaba su obra para examinarlay juzgarla; los d<strong>el</strong>egados eran sólo cincuenta y cinco, cuya serenidadno turbaba pasión <strong>al</strong>guna. Las sesiones, a puerta cerrada, se llenabancon la discusión d<strong>el</strong> bien público, no con disputas de partido.Compárense esas condiciones con las d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> de 57, reunidopor convocación de una revolución triunfantf'" que trabajó en mediode la lucha annada, rodeado de p<strong>el</strong>igros y cargado de pasiones. El entusiasmotenía <strong>el</strong> lugar d<strong>el</strong> reposo; la audacia proponía los principiosy en la discusión le contestaban <strong>el</strong> rencor o la preocupación. Las g<strong>al</strong>eríasrepletas tomaban participación en los debates, no sólo con aplausosy siseos, sino con injurias y amenazas, influyendo en las votaciones. Nopodía exigirse ni de los más distinguidos diputados un acierto contra<strong>el</strong> cu<strong>al</strong> conspiraban las circunstancias todas.Hasta aquí la Constitución t<strong>al</strong> cu<strong>al</strong> s<strong>al</strong>ió d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> de 57. Nuestroestudio no se contrae a <strong>el</strong>la, sino a la Constitución nacion<strong>al</strong> comorige hoy, después de mejorada por <strong>al</strong>gunas de las reformas que se lehan hecho. Debíamos examinar sus orígenes y su fonnación; pero noentra en nuestro propósito la crítica gener<strong>al</strong> de la obra primitiva, sinoen cuanto puede ser útil para <strong>el</strong> examen de las instituciones vigentes, enlo que tienen de obstruccionistas para <strong>el</strong> desenvolvimiento de la democraCIa.18


COMONFORTLa obra de los constituyentes en 1856 comprendía dos tareas biendeterminadas, aunque <strong>al</strong>gunas veces se confundieran en un objeto común:la una, de destrucción y demolición, consistía en aniquilar <strong>al</strong> bandoconservador, acabar con la influencia d<strong>el</strong> clero en los asuntos políticos,hacer la reforma soci<strong>al</strong>, como tantas veces lo dijeron en susdiscursos los progresistas; la otra, de reconstrucción y organización, consistíaen establecer <strong>el</strong> gobierno nacion<strong>al</strong> con <strong>el</strong> mecanismo más adecuadopara un funcionamiento armonioso, tan automático como fueseposible. Las condiciones person<strong>al</strong>es para acabar una y otra empresas,eran casi incompatibles: la primera requería convicciones absolutas, voluntadresu<strong>el</strong>ta a todos los extremos, acción enérgica y hasta pasiónde sectario; la segunda necesitaba reflexión serena, espíritu previsor,más inclinación a los consejos de la experiencia que a la lógica de losprincipios, severidad de criterio para sojuzgar <strong>el</strong> entusiasmo, haciendQprev<strong>al</strong>ecer un patriotismo adusto.Los progresistas de Ayuda, nuestros grandes jacobinos, tenían loS'<strong>el</strong>ementos person<strong>al</strong>es para la obra de demolición; pero ya hemos vistoque en <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> no pudieron <strong>al</strong>canzar sino lo que moderados y conservadoreshubieron de ceder por transacciones que redujeron <strong>el</strong> éxitopara descontentar a todos. Arriaga, Mata, Zarco, lamentaban en susdiscursos que la Reforma se hubiese m<strong>al</strong>ogrado, en tanto que la Iglesi<strong>al</strong>anzaba sus anatemas sobre la Constitución por reformistas y empujabaa sus parci<strong>al</strong>es a la lucha contra <strong>el</strong>la.Las aptitudes de los progresistas para destruir los hacían pocoidóneos para organizar, y sería pedir un absurdo exigir que cambiarande criterio <strong>al</strong> pasar de la discusión de un artículo demoledor a un preceptode equilibrio gubernament<strong>al</strong>. Para <strong>el</strong>lo hab:t;"ía sido necesario, nosólo una flexibilidad inconcebible de espíritu en cada progresista, sinouna mutación de escena en la situación d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, de todo <strong>el</strong> gobierno,de toda la sociedad, como por un cambio de decoración merceda la prevista máquina d<strong>el</strong> teatro. Y en la parte de organización los progresistasno encontraban resistencias, porque los moderados, en no tratándosede principios que afectaran a la idea r<strong>el</strong>igiosa, solían ser tanjacobinos como sus adversarios. De esta suerte, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, en conjunto,resultó moderado en lo que debió ser extremista, y jacobino en loque debió trabajar sobre las re<strong>al</strong>idades de la experiencia.La confusión de los dos objetos de la ley fundament<strong>al</strong> ha dado a19


la obra un carácter de unidad dañoso para <strong>el</strong> buen discernimiento desus cu<strong>al</strong>idades y sus errores. Durante muchos años, sobre todo despuésde que <strong>Juárez</strong> la identificó con la Reforma y la ide<strong>al</strong>izó con <strong>el</strong> triunfo,señ<strong>al</strong>ar un defecto en la organización constitucion<strong>al</strong> d<strong>el</strong> gobierno erahacerse sospechoso de cleric<strong>al</strong>ismo, y por su parte los católicos no veíanni siquiera <strong>el</strong> juicio de amparo sin escrúpulos de conciencia.El presidente Comonfort encontró m<strong>al</strong>as ambas partes. Creyó qu<strong>el</strong>a reforma soci<strong>al</strong> r<strong>el</strong>igiosa se había llevado demasiado lejos, que lastimab<strong>al</strong>a conciencia de la mayoría o casi de la tot<strong>al</strong>idad de la nación;y si en la aceptación d<strong>el</strong> hecho estaba en la verdad, erraba en la apreciaciónpolítica (porque no era caudillo), <strong>al</strong> creer que en un puebloen formación es <strong>el</strong> sentimiento de la mayoría la pauta de las evoluciones.<strong>Juárez</strong> demostró bien pronto que las minorías son fuertes paravencer cuando traen <strong>el</strong> espíritu nuevo, y que la victoria fort<strong>al</strong>ece esteespíritu, lo prestigia y lo difunde hasta la conquista de la concienciapública. No es fácil atribuir a Comonfort la sumisión a preocupacionesr<strong>el</strong>igiosas que le estorbaran para aceptar las reformas de este orden;a él que había sostenido las que precedieron a la Constitución, y queésta no superó, de abolición de fueros y nacion<strong>al</strong>ización de bienes de laIglesia; a él que decretó la intervención de los bienes d<strong>el</strong> clero de Puebla,y que muchas veces dictó órdenes o aprobó las dictadas, incompatiblescon <strong>el</strong> escnípulo r<strong>el</strong>igioso. Hay que creer que la moderación qu<strong>el</strong>e hacía reprobar las reformas, provenía de una convicción política,basada en <strong>el</strong> juicio que d<strong>el</strong> pueblo tenía y en <strong>el</strong> criterio que lo guiaba.Pero para nuestro propósito, esta discusión sería inútil, porque no nosproponemos juzgar la obra reformista, que está concluida, sino la deorganización que aún no da muestras de <strong>al</strong>canzarse.En las discusiones de la Constitución <strong>el</strong> gobierno de Comonfortobjetó no sólo las reformas soci<strong>al</strong>es, sino también varios puntos de oroganización y casi siempre fue desoído. Promulgó la nueva ley con laperplejidad de quien se h<strong>al</strong>la <strong>entre</strong> una convicción y un deber antagónicos,y corriendo los días turbulentos y trabajosos que se sucedieronhasta la reunión d<strong>el</strong> primer <strong>Congreso</strong> constitucion<strong>al</strong>, durante aqu<strong>el</strong>lasituación penosa y extraña en que <strong>el</strong> jefe de la nación era dictador ytenía encima una constitución casi vigente, llegó a la plena convicciónde que «la observancia (de la nueva Carta) era imposible, su impopularidadun hecho p<strong>al</strong>pable» y de que «<strong>el</strong> gobierno que ligara su suertecon <strong>el</strong>la era un gobierno perdido».A pesar de que sus opiniones no eran un secreto para la nación(pues si desmintió los propósitos que se le atribuían de echar abajo laConstitución, nunca negó su inconformidad con <strong>el</strong>la, ni tuvo para e.1laun <strong>el</strong>ogio hipócrita), su popularidad no rebajó. Al llegar <strong>el</strong> momento20


1 M ¡)Cico a través.e los siglos. T. V. ca·pítulo XV.de las <strong>el</strong>ecciones gener<strong>al</strong>es, la imposición mor<strong>al</strong> de la revolución habíatenido tiempo de desvanecerse; dentro d<strong>el</strong> partido liber<strong>al</strong>, que era <strong>el</strong>único en los comicios, se levantó una candidatura acreedora <strong>al</strong> másgrande prestigio y que daba plena garantía a los progresistas: la dedon Migu<strong>el</strong> Lerdo de Tejada; sin embargo, Comonfort, lleno de lassimpatías y la admiración que le conquistaban sus prendas de hombre,sus cu<strong>al</strong>idades de gobernante y sus victorias de soldado, tuvo en su favortodos los <strong>el</strong>ementos, y quizá niás que ninguno <strong>el</strong> popular, y fue <strong>el</strong>egidopresidente de la República.Cuando <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> se reunió y comenzaba la vigencia de la nuevaCarta, aqu<strong>el</strong> hombre que parecía ser un esclavo de sus conviccionesllegó a lo más cru<strong>el</strong> d<strong>el</strong> conflicto que lo ahogaba. El desorden revolucionarioque se extendía por mil puntos d<strong>el</strong> país, hacía la situaciónmás apremiante y más grave la responsabilidad; la Constitución, combatidapor la prensa conservadora, era discutida por la liber<strong>al</strong> misma,<strong>al</strong>guno de cuyos órganos reclamaba la suspensión de la ley y su reformainmediata; la Hacienda siempre exhausta había agotado sus mediospara procurarse fondos; <strong>el</strong> ejército, excitado por jefes conservadores,se decía descontento, y <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, mientras tramitaba <strong>el</strong> proyecto defacultades extraordinarias, no ocultaba su desconfianza respecto <strong>al</strong> Ejecutivo.Comonfort acude <strong>al</strong> consejo de liber<strong>al</strong>es notorios, y <strong>el</strong>los le dicenterminantemente que es imposible gobernar en aqu<strong>el</strong> momento con laConstitución, que es un estorbo. Zuloaga, su mejor amigo, opina lo mismoy habla d<strong>el</strong> p<strong>el</strong>igro de la sublevación de las tropas de su mando.Las conferencias con Doblado determinan a Comonfort a dimitir, resolucióndigna de un hombre que encuentra odioso <strong>el</strong> golpe de Estadoe indigna la traición a sus convicciones; pero <strong>el</strong> mismo Doblado le hacedesistir, y presentándole las graves consecuencias que para <strong>el</strong> país tendrí<strong>al</strong>a renuncia, le aconseja que pida <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> la inmediata reformade la Constitución, y aprueba y aun apoya <strong>el</strong> golpe de Estado para <strong>el</strong>caso de que la <strong>Cámara</strong> rechace las iniciativas que en t<strong>al</strong> sentido hande proponérs<strong>el</strong>e. Habla, por último, a <strong>Juárez</strong> de sus proyectos, y <strong>el</strong>gran liber<strong>al</strong> se limita a decirle que él no le seguirá en ese camino, yencierra en su silencio de esfinge todo consejo, todo reproche, que Comonfortdebía esperar de él como corr<strong>el</strong>igionario, como amigo y comO"ministro suYO.1 Ni <strong>Juárez</strong> ni Doblado quedaron libres de sospecha enla opinión de sus contemporáneos por la actitud que guardaron en aqu<strong>el</strong>las<strong>entre</strong>vistas.Comonfort aceptó <strong>el</strong> plan de Tacubaya, reprochándos<strong>el</strong>o a sí mismocomo un acto miserable, empujado a ese abismo por amigos y enemigos,y puesto a <strong>el</strong>egir <strong>entre</strong> varios caminos desastrosos. Lo que nopensó fue violar la Constitución fingiendo acatarla. Para él no había,respecto a la ley, más que dos extremos: u obedecerla o destruirla. T<strong>al</strong>21


ectitud, que en tiempos norm<strong>al</strong>es habría hecho de él <strong>el</strong> más grandede los presidentes de México, debe merecer nuestros respetos y nuestraadmiración. Después de medio siglo de experiencia, la opinión de Comonfortha sido justificada por todos sus sucesores, J uárez <strong>el</strong> primero:<strong>el</strong> gobierno es imposible con la Constitución de 1857; «<strong>el</strong> gobierno qu<strong>el</strong>igue a <strong>el</strong>la su suerte es gobierno perdido». <strong>Juárez</strong>, Lerdo de Tejada y<strong>el</strong> gener<strong>al</strong> Díaz antepusieron la necesidad de la vida nacion<strong>al</strong> a la observanciade la Constitución, e hicieron bien; pero no corrigieron l<strong>al</strong>ey que amenaza la organización y hace imposible la democracia efectiva.Y esto era precisamente lo que Comonfort se proponía con incontestable<strong>el</strong>evación de patriotismo y desinterés.Al concluir su última conferencia con Doblado, en la que probablement<strong>el</strong>legaron a det<strong>al</strong>les sobre las reformas que eran necesarias,Comonfort hizo un apunte de las materias que deberían afectar lasiniciativas que se dirigían <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>. Este documento, precioso paraquien haya de estudiar él carácter, las ideas dominantes y las notoriasfacultades de hombre de gobierno de Comonfort, rev<strong>el</strong>a sus opinionesconcretas sobre la nueva Carta en las dos fases de reformadora y deorganizadora. 2No nos referimos sino a las notas que importan para losfines de este estudio; es decir, a las que señ<strong>al</strong>an defectos re<strong>al</strong>es de laorganización nacion<strong>al</strong>, en las que hay que admirar <strong>el</strong> acierto de unhombre que no había recibido una educación que lo preparara par<strong>al</strong>a ciencia política, y la buena fe, la le<strong>al</strong>tad con que trataba de establecerre<strong>al</strong>idades democráticas, desde un puesto en que los presidenteslatinoamericanos no han solido preocuparse por cerrar <strong>el</strong> camino d<strong>el</strong>os abusos de poder.Para fort<strong>al</strong>ecer <strong>al</strong> Ejecutivo, cuya debilidad, en su concepto, hacíaimposible <strong>el</strong> gobierno, quería Comonfort «extensión de facultades <strong>al</strong> podercentr<strong>al</strong> Ejecutivo feder<strong>al</strong>» y «extensión d<strong>el</strong> veto»; es decir, pedíaque se diera más fuerza <strong>al</strong> Ejecutivo, a la vez que se rebajara la d<strong>el</strong><strong>Congreso</strong>, comprendiendo que la Constitución había creado una <strong>Cámara</strong>con <strong>el</strong>ementos de convención, de la que no iba a surgir un gobiernoparlamentario, sino la dictadura desordenada y demagógica d<strong>el</strong>as asambleas omnipotentes. Pretendía añadir <strong>el</strong> p<strong>al</strong>iativo de «reduci.r<strong>el</strong> número de diputados», sin duda porque comprendía la imposibilidadde establecer <strong>el</strong> Senado, que por fuerte mayoría y <strong>entre</strong> aplausos habíaproscrito pocos meses antes <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> Constituyente. Si lo que solicitabano era bastante para <strong>el</strong> perfecto equilibrio de los dos poderes,cuya disparidad constituía t<strong>al</strong> vez <strong>el</strong> más grave error de la ley fundament<strong>al</strong>,la verdad es que acertaba mucho en lo que pedía y se mostrabamás penetrado que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> Constituyente de lo que deben serlas instituciones fundament<strong>al</strong>es.Las notas r<strong>el</strong>ativas <strong>al</strong> poder Judici<strong>al</strong> son éstas: «Inamovilidad d<strong>el</strong>a Corte de Justicia y requisito de abogacía. Elección de los magistra-2 El apunte íntegrodice así: Juramento.R<strong>el</strong>igión d<strong>el</strong> país. Consejode gobierno. Extensiónde facultades <strong>al</strong>poder centr<strong>al</strong> Ejecutivogener<strong>al</strong>. Elecciónde los clérigos. Elecciónpor voto univers<strong>al</strong>d<strong>el</strong> presidente. Tierraspara los indígenas.Aclaración d<strong>el</strong> artículo123. Votos monásticos.Enseñan:za libre.Munguía. Costas judicia1e s. Inamovilidadde la Corte de Justiciay requisitos deabogada. Represiónde excesos en los Estados.Alcab<strong>al</strong>as. Clasificaciónde rentas.Elección de magistradosde la Corte. Comandanciasgener<strong>al</strong>es.Bagajes y <strong>al</strong>ojamien­\tos. Prisión militar.Movilidad de juecesinferiores. Extensiónd<strong>el</strong> veto. Cartas de na·tur<strong>al</strong>eza y pasaportes.Capacidad de los extranjerosresidentes,después de cinco años,para obtener cargospú b licos. Reducciónd<strong>el</strong> número de diputados.Regla)s paraevitar que la <strong>el</strong>ecciónpública sea f<strong>al</strong>seada.Requisito de saber leery escribir para ser-<strong>el</strong>ector. Curso gradu<strong>al</strong>.J.ibertad de imprenta.22


dos de la Corte. Movilidad de jueces inferiores». Indudablemente lasegunda debería desarrollarse en <strong>el</strong> sentido de modificar <strong>el</strong> modo de<strong>el</strong>ección que la nueva Carta confería <strong>al</strong> pueblo. La concepción d<strong>el</strong><strong>sistema</strong> judici<strong>al</strong>, en la forma que estas notas denuncian, no se ha <strong>al</strong>canzadotodavía en nuestra época, a pesar de una experiencia queComonfort no tenía; y cuenta que ni podía imaginarse entonces la extensióny la fuerza d<strong>el</strong> recurso de amparo que, puesto <strong>al</strong> <strong>al</strong>cance d<strong>el</strong>Ejecutivo por magistrados complacientes, puede dar <strong>al</strong> gobernante <strong>el</strong>arma más p<strong>el</strong>igrosa sobre los intereses de la sociedad. Comonfort, <strong>al</strong>pretender la inamovilidad de los magistrados, sí sabía que iba en buscade su independencia, y esto importaba la denuncia a una influenciaque de seguro tuvo por odiosa.Por aqu<strong>el</strong>los días, cuando en <strong>el</strong> gobierno centr<strong>al</strong> ni la dictadura erafuerte, no preocupaba a los hombres públicos la independencia· de losEstados. Teníanla éstos por virtud de las circunstancias, por las luchasconstantes que obligaban a concentrar energías en cada gobierno loc<strong>al</strong>,y que requerían en cada gobernador v<strong>al</strong>or, audacia e iniciativa person<strong>al</strong>es.Comonfort no tenía por qué buscar medios constitucion<strong>al</strong>es paraasegurar la independencia de los Estados, ni sospechaba, quizá, que yaproveía uno de los medios de protegerla en la independencia d<strong>el</strong> poderJudici<strong>al</strong> de la federación. Pero no olvidó en sus notas <strong>el</strong> interés de lasentidades feder<strong>al</strong>es y puso <strong>entre</strong> <strong>el</strong>las las siguientes: Represión de excesosen los Estados. Alcab<strong>al</strong>as. Clasificación de rentas.No es claro <strong>el</strong> <strong>al</strong>cance d<strong>el</strong> primer punto; pero si se tiene en cuentaque las notas suponen reformas o adiciones en la Constitución, y porconsiguiente, la represión de excesos, no se debió de referir a un proyectode ley común, ni a medidas de gobierno; si se considera que eneste género de apuntes, puramente person<strong>al</strong>es, no nos importa poner laidea, sino la frase o p<strong>al</strong>abra que en nosotros la despierta, debemos suponerque <strong>el</strong> hábil organizador había concebido, por sugestiones desu experiencia, medios de moderar la dictadura loc<strong>al</strong> de los gobernadores,o bien había presentido <strong>el</strong> desequilibrio que los gobiernos loc<strong>al</strong>es,independientes y vigorosos, podían traer <strong>al</strong> <strong>sistema</strong> feder<strong>al</strong> cuando <strong>el</strong>poder centr<strong>al</strong> estuviera sometido a las trabas constitucion<strong>al</strong>es. Es. Josegundo lo que debe admitirse, dada la penetración fácil y la clarividenciad<strong>el</strong> estadista; y de ser esta suposición exacta, convengamos enque los años posteriores han demostrado la· sabiduría d<strong>el</strong> propósito,puesto que hemos visto en <strong>el</strong>los que cuando <strong>el</strong> poder centr<strong>al</strong> no absorb<strong>el</strong>a independencia de los Estados, los Estados llegan a un exceso de<strong>al</strong>tivez, en nombre de su soberanía constitucion<strong>al</strong>, que los avecina <strong>al</strong>a autonomía reb<strong>el</strong>de.La nota sobre las <strong>al</strong>cab<strong>al</strong>as no admite suposición; es claro queComonfort veía <strong>el</strong> m<strong>al</strong> de la supresión de una fuente de ingresos loc<strong>al</strong>es,que dejaría a los Estados sin su princip<strong>al</strong> recurso de subsistencia.23


Los dueños d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> Constituyente no embargaban <strong>el</strong> sentido prácticode gobierno de aqu<strong>el</strong> hombre sereno y equilibrado.En cuanto a la clasificación de rentas, ya vimos que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>aprobó <strong>el</strong> artículo que la establecía, pero que fue olvidado por la comisiónde estilo; tan olvidado que, cuando años después se inculpó <strong>al</strong>constituyente Guzmán la supresión, en la minuta, de artículos aprobadospor <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, ni se señ<strong>al</strong>ó éste <strong>entre</strong> los omitidos, ni él en sudefensa lo mencionó. La nota r<strong>el</strong>ativa de Comonfort v<strong>al</strong>e, en todo caso,una demostración de su empeño en precaver fricciones <strong>entre</strong> los Estadosy la federación, y quizá su solicitud por la independencia efectivade aquéllos, aun a precio de restricciones para la autoridad que él ibaa ejercer; sacrificio que no hemos visto repetirse en cincuenta años.Las notas que se refieren a <strong>el</strong>ecciones son una prueba más de 1<strong>al</strong>e<strong>al</strong>tad de Comonfort, de la fe con que se proponía llevar a la re<strong>al</strong>idadpráctica los principios democráticos, la primera: «<strong>el</strong>ección por votounivers<strong>al</strong> d<strong>el</strong> presidente», tiene un error de expresión, muy explicableen un hombre poco versado en <strong>el</strong> lenguaje de la ciencia política, y enapuntes hechos para él mismo y de prisa. Si la Constitución establecía<strong>el</strong> sufragio univers<strong>al</strong>, era por demás pedirlo como refonna para la <strong>el</strong>ecciónde presidente. Nosotros no ponemos en duda que quiso establecer<strong>el</strong> voto directo y que <strong>el</strong> imaginar a todos los ciudadanos votando porsí mismos <strong>al</strong> presidente, por contraposición a los grupos reducidos d<strong>el</strong>os colegios <strong>el</strong>ector<strong>al</strong>es secundarios, trajo a su mente la idea de univers<strong>al</strong>idad.Pudiera contra esto decirse que pedía <strong>el</strong> voto univers<strong>al</strong>, comoexcepción d<strong>el</strong> restringido que proyectaba en otro lugar de sus notas;pero a esto se oponen dos consideraciones de gran fuerza: sería extravagante,no sólo en un cerebro como <strong>el</strong> de Comonfort, sino en cu<strong>al</strong>quieranonn<strong>al</strong>, que la excepción ocurriese antes que la regla e independientementey aun a distancia de <strong>el</strong>la, y t<strong>al</strong> sería <strong>el</strong> caso, puesto que,<strong>entre</strong> la nota primera y la que se refiere a restricción d<strong>el</strong> voto, medianotras muchas sobre asuntos que le son extraños; por otra parte, no puedesuponerse, en quien tan sabiamente juzgaba de las instituciones querestringiese <strong>el</strong> voto para hacerlo conciente en la <strong>el</strong>ección de diputadcsy lo dejase a los an<strong>al</strong>fabetos en la de presidente, que está menos <strong>al</strong><strong>al</strong>cance de los ignorantes. Además, parece que por entonces era usu<strong>al</strong>llamar sufragio univers<strong>al</strong> <strong>al</strong> voto directo, como puede verse en un discursode Arriaga que extracta Zarco en la sesión de 16 de octubre.Cuando vemos que Comonfort apuntaba «reglas para evitar que h<strong>el</strong>ección pública sea f<strong>al</strong>seada», y enseguida por una corr<strong>el</strong>ación deideas, <strong>el</strong> «requisito de saber leer y escribir para ser <strong>el</strong>ector», nos sentimosa punto de tenerle por un hombre extraño, que como legisladorno cree en aqu<strong>el</strong>la época en la igu<strong>al</strong>dad ni en la inf<strong>al</strong>ibilidad de losciudadanos, y como dictador no siente las tentaciones d<strong>el</strong> poder, cuan-24


do se lo aseguran la ignorancia d<strong>el</strong> pueblo y la amplitud de las instituciones<strong>el</strong>ector<strong>al</strong>es.Esto por lo que acusa la le<strong>al</strong>tad de su intención democrática yla generosa rectitud de sus miras; pero <strong>el</strong> conjunto de las notas quehemos señ<strong>al</strong>ado, muestra un fondo de previsión en la ciencia d<strong>el</strong> gobiernoque hay que poner en la cuenta de la sabiduría para no atribuirloa coincidencia casu<strong>al</strong>. Las condiciones que procura para hacerde la <strong>el</strong>ección efectiva la base d<strong>el</strong> gobierno y una conquista en los derechosy los hábitos de los ciudadanos, van a proponerse a la representaciónnacion<strong>al</strong>, juntamente con las condiciones que <strong>al</strong> equilibrio detodo <strong>el</strong> <strong>sistema</strong> es indispensable; porque sin <strong>el</strong> equilibrio de los poderesfeder<strong>al</strong>es, sin la acción consistente y contrapesada d<strong>el</strong> gobierno centr<strong>al</strong>y los gobiernos loc<strong>al</strong>es, la libertad <strong>el</strong>ector<strong>al</strong> lleva <strong>al</strong> desastre y amenaz<strong>al</strong>o esenci<strong>al</strong> de la vida de la República. Entre la dictadura y laanarquía, los pueblos han propendido a la anarquía, y los hombresde gobierno, para s<strong>al</strong>varlos, han preferido la dictadura. Comonfortpone en sus notas su programa de hombre público que va <strong>al</strong> fin más<strong>al</strong>to y que se condensa en su expresión favorita: «conciliar la libertadcon <strong>el</strong> orden».Comonfort no era caudillo; había sido <strong>el</strong> segundo jefe militar deuna revolución que no tuvo más propósito concreto que <strong>el</strong> abatimient'J'de un tirano monstruoso y la aspiración vaga de conquistar libertade."cuya extensión se dejaba sin condiciones ni programa imperativo a un<strong>Congreso</strong> Constituyente. Para encabezar una revolución así, bastaba sersoldado de v<strong>al</strong>or y ciudadano digno, y Comonfort era lo uno y lo otroen la más llena medida; pero para seguir hasta donde era necesariolas consecuencias de la revolución que se tornó reformista y había d<strong>el</strong>legar hasta arrancar las raíces con que vivía una sociedad nutridade tradiciones, se requería mucha más ambición, más audacia que lassuyas; se requería la pasión d<strong>el</strong> sectario convencido que él no sabíatener; la voluntad de sacrificar todos los bienes actu<strong>al</strong>es, todos los interesesde momento de la sociedad con la fe de que <strong>el</strong> fin, triunfo deuna idea fundament<strong>al</strong>, v<strong>al</strong>dría para <strong>el</strong>la mucho más que los hombresmuertos, la riqueza destruida, <strong>el</strong> crédito aniquilado en <strong>el</strong> exterior.Las dos tareas que imponía la necesidad política en la obra de laConstitución d<strong>el</strong> país, eran imposibles de re<strong>al</strong>izar a la vez, porque debíantrabajarse por un solo espíritu predominante, fuese individu<strong>al</strong> ()colectivo, y no caben para la mezquindad humana, en un solo hombre,la serenidad práctica y la pasión jacobina. Es imposible ser a la vezComonfort y <strong>Juárez</strong>, y ya es mucho ser uno de los dos. Para organizarla nación y para fundar las tradiciones de gobierno que pudieran encaminarlopor <strong>el</strong> sendero d<strong>el</strong> civismo <strong>al</strong> través de las sucesiones person<strong>al</strong>es,nadie ha mostrado las <strong>al</strong>tas dotes d<strong>el</strong> presidente de Ayuda; pero25


no era aqu<strong>el</strong> <strong>el</strong> momento de nuestra historia que las necesitaba; la primerajornada era la de la Reforma, y los apremios de la necesidadhistórica lo arrojaron d<strong>el</strong> puesto que debía ocupar <strong>el</strong> hombre necesario.Quería Comonfort «conciliar todos los derechos y todos los intereseslegítimos por medio de la tolerancia, de la fraternidad y de la concordia»,para que no fuesen «enemigas ideas que deben ser hermanas:<strong>el</strong> orden y la libertad, la tradición y la reforma, <strong>el</strong> pasado y <strong>el</strong> porvenir»,y para hacer que «se abrazaran como hermanos los hombres debuena fe que militaban bajo las dos banderas».3 Creía, pues, posibl<strong>el</strong>a fusión de dos credos antagónicos y extremistas en uno nuevo, hechode concesiones, que no declararía la fe de ningún dogma, i como sipudiese haber credo sin dogmas y sin fe! Este error de criterio le hizorepugnar la Constitución como obstáculo para la concordia, y su aciertopara juzgarla como de imposible observancia en lo r<strong>el</strong>ativo a la organizaciónd<strong>el</strong> gobierno, sirvi6 para empujarlo con más fuerza en <strong>el</strong> caminoque no se resolvía a tomar. Breves días bastaron para cambiarabsolutamente su posición, llevándolo d<strong>el</strong> prestigio más notorio a laimpopularidad más completa, y <strong>al</strong> s<strong>al</strong>ir d<strong>el</strong> territorio nacion<strong>al</strong>, lo acompañabanlos rencores, las injurias y hasta la befa de los partidos queél quiso reconciliar.«En política, dice Le Bon, los verdaderos grandes hombres sonlos que presienten los acontecimientos que preparó <strong>el</strong> pasado y enseñanlos caminos en que es necesario empeñarse». Pero Comonfort noera un grande hombre; era <strong>al</strong>go mucho más modesto, pero no menosrespetable: un gran ciudadano.3 Manifiesto publicadoen New York1858.LA DICTADURA DEMOCRATICAEl grande hombre era <strong>Juárez</strong>. Presinti6 los acontecimientos que enla incubación d<strong>el</strong> pasado tenían una vida latente, pronta a convertirseen fuerza y en acción, y para dominarlos, comenzó por obedecer a 1''1necesidad que había de producirlos. Comonfort interpretaba la revoluciónde Ayutla con fid<strong>el</strong>idad de jurista probo que respeta la ley; seatenía a sus tibias promesas y a sus modestas autorizaciones; creía que<strong>el</strong> plan revolucionario era un compromiso inviolable <strong>entre</strong> sus autores,representados por <strong>el</strong> gobierno, y los que en la lucha habían tomado participación;es decir, la nación entera. <strong>Juárez</strong> vio en la revolución unsíntoma y en la obra d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> Constituyente una aspiración ahogada;tomó <strong>el</strong> plan de Ayuda como promesa cumplida, que una vez26


satisfecha, había extinguido todo compromiso para lo porvenir; entendi6que la evolución soci<strong>al</strong>, fuerza oculta de la victoria sobre SantaAnna, era una imposición d<strong>el</strong> desenvolvimiento histórico; que habíafuerzas capaces de re<strong>al</strong>izarla, y en lugar de obedecer <strong>al</strong> plan, tuvo pormás obligatorio servir a la Constitución, que era <strong>el</strong> compromiso nuevoy que había reemplazado ventajosamente a los artÍCulos incoloros d<strong>el</strong>pacto de Ayutla, y servir a la Reforma, que era ya una consecuenciade los debates d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>.J uárez no par6 mientes en los errores de la Constitución que imposibilitabanla buena organización d<strong>el</strong> gobierno; no trataba de gobernar,sino de revolucionar; no iba a someterse a una ley que para él ylos reformistas era moderada e incompleta, sino a integrar la Reformaque apenas d<strong>el</strong>ineaba; iba a satisfacer <strong>el</strong> espíritu innovador, regenerador,de la minoría progresista a quien tocaba toda la gloria de las conquistas<strong>al</strong>canzadas en la Constitución, y cuyas derrotas no habían hechomás que atizar <strong>el</strong> ardor de todos sus corr<strong>el</strong>igionarios. Juzgar los det<strong>al</strong>lesde la ley como base de gobierno, habría sido una puerilidad en momentosen que era imposible organizar y se necesitaba destruir.La Constitución, que para J uárez no podía ser más que título d<strong>el</strong>egitimidad para fundar su mando, y bandera para reunir parci<strong>al</strong>es yguiar huestes, era inútil para todo lo demás. La invocaba como prin'cipio, la presentaba como objeto de la lucha; pero no la obedecía, nipodía obedecerla y s<strong>al</strong>varla a la vez. Como jefe de una sociedad enp<strong>el</strong>igro, asumi6 todo <strong>el</strong> poder, se arrogó todas las facultades, hasta lade darse las más absolutas, y antes de dictar una medida extrema, cuidabade expedir un decreto que le atribuyese la autoridad para <strong>el</strong>lo,como para fundar siempre en una ley <strong>el</strong> ejercicio de su poder sin límites.Así gobern6 de 1858 a 1861, con la autoridad más libre quehaya habido en jefe <strong>al</strong>guno de gobierno, y con la más libre aquiescenciade sus gobernados, puesto que s6lo se le obedecía por los que teníanvoluntad de someterse a su imperio; y así llegó <strong>al</strong> triunfo, y restableci6<strong>el</strong> orden constitucion<strong>al</strong> cuando entró en la capit<strong>al</strong> de la República.Ya desde Veracruz, en noviembre de 1860, había expedido convocatoriapara la <strong>el</strong>ecci6n de diputados y de presidente de la Repúblicaque debía hacerse en enero siguiente. Se retiran a los gobernadoreslas facultades extraordinarias que habían tenido. Las <strong>el</strong>ecciones hechas,<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> se inst<strong>al</strong>a; J uárez, que no tuvo mayoría absoluta enla <strong>el</strong>ecci6n, por haberse distribuido los votos <strong>entre</strong> Lerdo de Tejada,González Ortega y él, es <strong>el</strong>egido por la asamblea. El gobierno está constituido;ya puede comenzar plenamente <strong>el</strong> reinado de la Constitución.No lo permitieron las necesidades de la lucha contra la reacción:<strong>el</strong> decreto de 4 de junio dio facultades extraordinarias <strong>al</strong> presidente enHacienda; <strong>el</strong> d<strong>el</strong> día 7 suspendi6 garantías individu<strong>al</strong>es y puso en manos27


d<strong>el</strong> gobierno facultades de rigor que volvían a darle un poder formidable,y declaró que la ley de 6 de diciembre de 56, para castigar latraición y reprimir reb<strong>el</strong>iones, estaba y había estado vigente; ley cuyarigidez se comprende por su sola fecha, que denuncia <strong>el</strong> objeto que sepropuso y las circunstancias que la produjeron. Hecho <strong>al</strong> ejercicio d<strong>el</strong>poder amplio, <strong>Juárez</strong> extendió <strong>el</strong> suyo cuanto convenía a las exigenciasde la situación, aun cuando <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> estuviese reunido: por un:lcircular autorizó a los gobernadores para aprehender «a las personasde quienes les constara que fomentaban la reacción o maquinasen decu<strong>al</strong>quier modo en contra de la paz», y dar después aviso <strong>al</strong> ministeriorespectivo. La ley de suspensión de garantías fue derogada en octubre;pero <strong>el</strong> decreto d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> expedido <strong>el</strong> 11 de diciembre restableciósu vigencia, determinando que continuase en vigor hasta treinta díasdespués de la siguiente reunión d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>; agregó dos artículos másde las garantías individu<strong>al</strong>es a las ya comprendidas en la suspensión,y le otorgó facultades omnímodas, «sin más restricciones que la de s<strong>al</strong>varla independencia e integridad d<strong>el</strong> territorio nacion<strong>al</strong>, la formade gobierno establecida en la Constitución y los principios y Leyes deReforma».Al expirar <strong>el</strong> término de la nueva ley, las hostilidades se habíanroto con las tropas francesas; la situación era más difícil que nunca,y <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> prorrogó las leyes de facultades extraordinarias y desuspensión de garantías, hasta que la asamblea que debía <strong>el</strong>egirse se reunieseen septiembrede 62 o cuando fuese posible. El <strong>Congreso</strong> se reunióen efecto, y decretó en octubre la prórroga de las leyes mencionadas entérminos semejantes a los establecidos por la ley de 3 de mayo. Por último,caída Puebla en poder d<strong>el</strong> invasor tras su glorioso sitio, imposibilitado<strong>el</strong> funcionamiento de los poderes públicos, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, antes deretirarse, otorgó otra vez las autorizaciones y ratificó la suspensión dt'garantías hasta treinta días después de que pudiera volver a reunirse.No es posible asumir poder más grande que <strong>el</strong> que <strong>Juárez</strong> ~earrogó de 63 a 67, ni usarlo con más vigor ni con más audacia, ni emplearlocon más <strong>al</strong>teza de miras ni con éxito más cab<strong>al</strong>. Fundado en<strong>el</strong> decreto de 11 de diciembre que le concedió facultades omnímodas,sin más restricción que encaminarlas a la s<strong>al</strong>vación de la patria, ningúnobstáculo encontró en su áspero camino que no fuera <strong>al</strong>lanable; sustituyó<strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>, no s610 para dictar toda clase de leyes, sino en susfunciones de jurado para deponer <strong>al</strong> presidente de la Corte Suprema;y fue más <strong>al</strong>lá: sustituyó no sólo <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>, sino <strong>al</strong> pueblo, prorrogando<strong>el</strong> término de sus poderes presidenci<strong>al</strong>es por todo <strong>el</strong> tiempo quefuese menester; pero se atuvo a lo que la ley de diciembre le prescribíacomo restricción, y que era sólo en verdad la razón de ser de aqu<strong>el</strong>lad<strong>el</strong>egación sin ejemplo: s<strong>al</strong>v6 a la patria.28


El gobierno volvió a la capit<strong>al</strong> de la República y convocó a <strong>el</strong>ecciones;<strong>el</strong> 8 de diciembre de 1867 <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> abría sus sesiones, yen la d<strong>el</strong> 20 declaraba presidente constitucion<strong>al</strong> a J uárez, que habíaobtenido la mayoría de votos de la nación. El orden constitucion<strong>al</strong> estabarestablecido y <strong>el</strong> gobierno lo declaró así <strong>el</strong> 12 de abril de 68 enuna circular que previno <strong>el</strong> respeto a las garantías individu<strong>al</strong>es; perodesde enero <strong>el</strong> Estado de Yucatán había sido declarado bajo <strong>el</strong> gobiernomilitar de estado de sitio, y en 8 de mayo <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> decretaba otravez la suspensión de artÍCulos constitucion<strong>al</strong>es, sometiendo a juicio sumariomilitar a los que de cu<strong>al</strong>quier modo trastornasen <strong>el</strong> orden. Volvía,pues, <strong>el</strong> Ejecutivo a tener facultades fuera de la Constitución, y ya erasabido cómo solía usarlas <strong>el</strong> severo presidente. La ley se las conferíahasta <strong>el</strong> 31 de diciembre.En <strong>el</strong> año que siguió (1869), para no pasarlo en blanco, hay suspensiónde garantías para los plagiarios y s<strong>al</strong>teadores; pero, a juzgarpor las leyes de 1870, no habían f<strong>al</strong>tado ni un día facultades de importancia<strong>al</strong> presidente de la República. En efecto, la d<strong>el</strong> 17 de enerodeclara que ha estado siempre vigente la de Comonfort de 6 de diciembrede 56; y no obstante estar reunido <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, <strong>Juárez</strong> pone 'losEstados de Querétaro, Zacatecas y J<strong>al</strong>isco en estado de sitio, en usode las facultades que le confería la ley de 21 de enero de 1860. Esta,pues, había estado en vigor siempre, y no podía ser más poderosa paradestruir <strong>el</strong> orden constitucion<strong>al</strong>, puesto que sometía la suerte de losEstados soberanos a la voluntad sin condiciones d<strong>el</strong> Ejecutivo. Habíasido dictada por <strong>el</strong> mismo J uárez en ejercicio de facultades extraordinarias,y autorizaba <strong>al</strong> presidente para declarar un Estado o Territorioen estado de guerra o de sitio, declaración que daba a la autoridadmilitar facultades que importaban suspensiones de garantías, y despojabaa los gobiernos loc<strong>al</strong>es de muchas de sus funciones.La ley de 17 de enero de 70 es notable por <strong>el</strong> número e importanciade las garantías que suspendió; además, confirió facultades extraordinariasen Hacienda y Guerra <strong>al</strong> Ejecutivo. Parece increíble quetodavía en <strong>el</strong> orden constitucion<strong>al</strong>, definidas las garantías que quedabanen suspenso y los ramos que las facultades abarcaban, se declaraseexpresamente que <strong>el</strong> Ejecutivo no podía, en virtud de a'qu<strong>el</strong>las autorizaciones,gravar ni enajenar, <strong>el</strong> territorio, cambiar la forma de gobiernoni contrariar <strong>el</strong> título IV de la Constitución, que se refiere a laresponsabilidad de los funcionarios. El <strong>Congreso</strong> tenía presente queJ uárez sabría sustituirlo hasta para hacer veces de gran jurado; perono tenía derecho para desconfiar de su patriotismo.No se hizo esperar la manifestación enérgica de la acción habitu<strong>al</strong>d<strong>el</strong> presidente. Sirviéndose de sus facultades en Hacienda, con un pocode violencia en <strong>el</strong> modo de aplicarlas, dictó un decreto <strong>el</strong> 31 de enero,29


mandando que los primeros funcionarios d<strong>el</strong> ramo procediesen a «asegurarlos bienes de las personas que notoriamente estuviesen comprendidasen la ley de 22 de febrero de 1832», para asegurar la responsabilidadcivil de los sublevados contra <strong>el</strong> gobierno, por los perjuiciosque causaran <strong>al</strong> fisco y a los particulares. La ley de 32, invocada comovigente, hacía responsables in solidum a los que tuviesen parte en ullarevu<strong>el</strong>ta, de lo que <strong>el</strong>los o sus jefes tomasen de propiedades privadas.El decreto de J uárez la amplió, restableció <strong>el</strong> procedimiento de las leyesde 56 y 58; pero, sobre todo, dejó <strong>al</strong> arbitrio de los funcionarios <strong>el</strong>eHacienda la c<strong>al</strong>ificación de los comprendidos en sus disposiciones, comouna amenaza contra <strong>el</strong> espíritu revolucionario.La ley que tan ampliamente armó <strong>al</strong> jefe d<strong>el</strong> gobierno debía durarhasta julio de 1870; pero ya hemos dicho que la que lo facultaba paradeclarar <strong>el</strong> estado de guerra y de sitio, estm"o en vigor hasta mayo eJe71 en que pareció necesario, para anularla, que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> la declaraseinconstitucion<strong>al</strong> expresamente.En 71 debían hacerse nuevas <strong>el</strong>ecciones gener<strong>al</strong>es. J uárez, que contabacon la mayoría d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, hizo reformar la ley <strong>el</strong>ector<strong>al</strong> en lassesiones de mayo, con visible propósito de preparar su triunfo. Entr<strong>el</strong>as modificaciones se hizo la d<strong>el</strong> artículo que prevenía <strong>el</strong> voto por diputacionesen caso de que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> tuviese que <strong>el</strong>egir <strong>al</strong> presidentede la República, y se dispuso que <strong>el</strong> voto fuese individu<strong>al</strong>. Sabía .Juárczque la <strong>el</strong>ección 110 iba a darle mayoría absoluta, desconfiaba de losgobernadores, que habían de ser los <strong>el</strong>ectores efectivos, y preferíaatenerse a la mayoría de representantes que esperaba de los Estadosde mayor población.En efecto, sus dos adversarios juntos, Lerdo de Tejada y <strong>el</strong> f];ener<strong>al</strong>Díaz, <strong>al</strong>canzaron más de la mitad de los votos expresados. La minoríaoposicionista d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> pretendió en vano diferir la solución,con motivo de que "eintisiete distritos no habían votado; se atacó <strong>al</strong>gobierno mdamente, atribuyéndole manejos ileg<strong>al</strong>es para violar la libertadd<strong>el</strong> sufragio, como la destitución d<strong>el</strong> ayuntamiento de la capita1;pero <strong>al</strong> fin prev<strong>al</strong>eció la mayoría y Juárcz fue declarado presidentepara <strong>el</strong> nuevo periodo. No se necesitaba más para motivo de revolución,y est<strong>al</strong>ló la de Oaxaca en noviembre, ni J uárez había menester otr.tcosa para volver a las facultades extraordinarias. Así fue que se lasconfirió amplias <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> en Hacienda y Guerra en 1Q de diciembre,declarando vigente en su mayor parte la ley de 70, con la suspensiónde garantías para los sublevados, y otra vez la de Comonfort dediciembre de 1856. Al expirar <strong>el</strong> término de la ley, no obstante qu<strong>el</strong>a revolución estaba vencida, otro decreto prorrogó su vigencia hastaoctubre. Durante la contienda, <strong>al</strong> presidente le hacía f<strong>al</strong>ta la ley de 21de enero de 60, que lo autorizaba para declarar <strong>el</strong> estado de sitio e30


imponer <strong>el</strong> gobierno militar, pues <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> la había declarado inconstitucion<strong>al</strong>en mayo de 71; pero para él la fuente d<strong>el</strong> poder erainagotable; y como la d<strong>el</strong> 1Q de diciembre lo facultaba en <strong>el</strong> ramo deGuerra, tomó de <strong>el</strong>lo base para declarar vigente la de 1860, y de ésta,fundamento para establecer <strong>el</strong> gobierno militar, durante <strong>el</strong> primer semestrede 72, en los Estados de Tlaxc<strong>al</strong>a, Aguasc<strong>al</strong>ientes, Hid<strong>al</strong>go yZacatecas. <strong>Juárez</strong> murió en julio con <strong>el</strong> poder formidable de las facultadesextraordinarias con que gobernó siempre; los breves periodosen que por excepción no las tuvo, contó con la ley de estado de sitioque, cuando no estaba en ejercicio actu<strong>al</strong>, se <strong>al</strong>zaba como un amagosobre los gobernadores. Con la Constitución no gobernó nunca.¿Era sólo porque le parecía más cómoda la dictadura? De ningúnmodo: era resultado de su convicción de que, con la ley de 57, <strong>el</strong> Ejecutivoquedaba a merced d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> y de los gobernadores. Cumplióla obra reformista iniciada por la Constitución y bajo <strong>el</strong> programa d<strong>el</strong>os liber<strong>al</strong>es d<strong>el</strong> 57; pero de la organización que aquélla establecieratenía tan m<strong>al</strong>a opinión como <strong>el</strong> caudillo de Ayuda. Había visto enseptiembre de 1861, apenas restablecido <strong>el</strong> orden leg<strong>al</strong>, que cincuentay un diputados le pedían su abdicación en favor de González Ortega,de aqu<strong>el</strong> gener<strong>al</strong> victorioso que, <strong>al</strong> prestar la protesta como presidentede la Corte Suprema, pronunciaba un discurso censurando la políticad<strong>el</strong> gobierno sancionada por <strong>el</strong> triunfo; y había visto que cincuenta ycuatro representantes lo sostenían con la pobre mayoría de tres votos.¿Qué habría de esperar de un <strong>Congreso</strong> así, que él mismo c<strong>al</strong>ificó deconvención? Bien sabía, por otra parte, que los gobernadores no podríansometerse democráticamente a las constituciones loc<strong>al</strong>es sin convertirseen juguete de los agitadores o de las legislaturas; que teníanque obrar de suerte que todo <strong>el</strong> poder estuviese en sus manos, y frentea jefes de Estado dictadores, era indispensable un presidente dictador.<strong>Juárez</strong> empleó aqu<strong>el</strong>las fuerzas, que no podía destruir; se apoyó en losgobiernos loc<strong>al</strong>es, apoyándolos a su vez, y se mantuvo con una mayoríad<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> de que los gobernadores lo proveían.Dos veces manifestó <strong>el</strong> gobierno de J uárez su opinión adversa <strong>al</strong>a organización constitucion<strong>al</strong>, y <strong>al</strong> través de <strong>el</strong>la <strong>el</strong> propósito de mejorarlapara hacer posible la estabilidad de los poderes. Lo hizo las dosveces en ocasión d<strong>el</strong> restablecimiento d<strong>el</strong> régimen leg<strong>al</strong>, <strong>al</strong> concluir losdos largos periodos de lucha que tuvo que resistir. En julio de 1861,cuando J uárez acababa de tomar posesión de la presidencia en virtud d<strong>el</strong>a <strong>el</strong>ección, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> expidió un decreto que no tenía sino efecto deprograma; según él, la asamblea ocuparía de preferencia su periodode sesiones siguiente «en acordar y decretar, conforme a la Constitución,todas las reformas que ésta necesita», y prevenía <strong>al</strong> Ejecutivofeder<strong>al</strong> y a las legislaturas que enviasen sus iniciativas <strong>al</strong> hacerse la31


apertura de las sesiones. Esto rev<strong>el</strong>a la necesidad que <strong>Juárez</strong> sentía deprontas y numerosas refonnas, a las que deseaba dar preferente atención,a pesar de las graves que le imponían las agitaciones d<strong>el</strong> momento.El propósito se m<strong>al</strong>ogró por las dificultades políticas que envolvieronotra vez <strong>al</strong> país en la guerra; pero no bien ésta concluyó y <strong>el</strong>gobierno nacion<strong>al</strong> volvió a la capit<strong>al</strong> de la República, <strong>el</strong> intento deJ uárez se expuso otra vez eficazmente en la convocatoria de 14 de agostopara las <strong>el</strong>ecciones de los dos <strong>al</strong>tos funcionarios. En la parte expositivadecía la convocatoria que la experiencia demostraba la necesidadurgente de refonnas constitucion<strong>al</strong>es para afianzar la paz yconsolidar las instituciones, estableciendo <strong>el</strong> equilibrio de los poderessupremos y <strong>el</strong> ejercicio norm<strong>al</strong> de sus funciones; y tan urgentes lasveía <strong>el</strong> gobierno, que detenninaba, <strong>entre</strong> las disposiciones r<strong>el</strong>ativas <strong>al</strong>acto <strong>el</strong>ector<strong>al</strong>, que <strong>al</strong> votar los <strong>el</strong>ectores expresaran si conferían autoridad<strong>al</strong> nuevo <strong>Congreso</strong> para refonnar la ley suprema sin los requisitosconstitucion<strong>al</strong>es dilatados, en los puntos y <strong>el</strong> sentido siguientes: establecimientode dos <strong>Cámara</strong>s; veto d<strong>el</strong> presidente, sólo subordinado ¿tivoto de dos tercios de representantes; informes por escrito, y nuncaverb<strong>al</strong>es, d<strong>el</strong> Ejecutivo ante las <strong>Cámara</strong>s, restricción a la facultad d<strong>el</strong>a comisión permanente para convocar a sesiones extraordinarias; sustituciónprovision<strong>al</strong> d<strong>el</strong> presidente en caso de f<strong>al</strong>tar también <strong>el</strong> de laSuprema Corte.Estas modificaciones en la ley fundament<strong>al</strong> van de acuerdo con<strong>al</strong>gunas de las que imaginaba Comonfort; pero J uárez y su ilustre consejeroLerdo de Tejada no pedían sino las que se necesitaban pararobustecer <strong>al</strong> Ejecutivo, en tanto que <strong>el</strong> presidente derrocado queríatambién las que había menester <strong>el</strong> establecimiento de la democracia.La dictadura de <strong>Juárez</strong> continuó bajo <strong>el</strong> gobierno de su sucesor,ac<strong>el</strong>erando <strong>el</strong> <strong>sistema</strong> cuando tenía que suavizarlo en la aparienciaexterior y en los medios preferidos, <strong>el</strong> pulso d<strong>el</strong> diplomático de educaciónrefinada, y <strong>el</strong> orgullo d<strong>el</strong> hombre esenci<strong>al</strong>mente culto y seguro d<strong>el</strong>a superioridad de su entendimiento.En la época de J uárez, los gobernadores eran fuertes, se sosteníanpor sí solos apoyados en sus adictos, tenían plenamente la responsabilidadde su posición, eran dueños de enfrentarse con <strong>el</strong> poder centr<strong>al</strong> yde reb<strong>el</strong>arse si era preciso; pero, ligados a él, eran capaces de prestarleuna ayuda eficaz o por lo menos de dominar su jurisdicción encaso de revu<strong>el</strong>tas gener<strong>al</strong>es, sin distraer ni rebajar por su necesidadde auxilio las fuerzas que <strong>el</strong> gobierno feder<strong>al</strong> debía emplear sobre <strong>el</strong>grueso de una revolución. Eran o habían sido caudillos con antecedentesen su loc<strong>al</strong>idad, mandaban por derecho propio, a semejanza de loscaciques inferiores que prev<strong>al</strong>ecían en los distritos, y se re<strong>el</strong>egían sinnecesidad de autorización superior. <strong>Juárez</strong> los dejaba en libertad de32


ejercer su poder omnímodo, y cuando se reb<strong>el</strong>aban o amenazaban desconocerlo,los echaba abajo con la fuerza armada y con la d<strong>el</strong> estadode sitio.Los gobernadores adictos a J uárez no tenían igu<strong>al</strong>es motivos paraserlo <strong>al</strong> que poco antes combatieran en las <strong>el</strong>ecciones gener<strong>al</strong>es. Lerdode Tejada, que no podía confiar en todos <strong>el</strong>los, aprovechó varias veceslos movimientos políticos iniciados por los descontentos en un estadopara apoyarlos contra <strong>el</strong> gobernador juarista, y <strong>al</strong>gunos fueron depuestospor las legislaturas que contaban con <strong>el</strong> beneplácito d<strong>el</strong> presidentey aun con <strong>el</strong> auxilio de la fuerza feder<strong>al</strong>. El sustituto no traía ya lascondiciones de origen ni de fuerza d<strong>el</strong> antiguo gobernador; <strong>el</strong> ejemplodebilitaba a todos los demás y <strong>al</strong>entaba a sus enemigos; pero Lerdonecesitaba la sustitución de los caudillos de Estado, que eran la llavede la <strong>el</strong>ección, la seguridad en <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> gener<strong>al</strong> y <strong>el</strong> equilibrio de~ gobierno.Las circunstancias habían cambiado en <strong>el</strong> país por <strong>el</strong> momento;pero las condiciones d<strong>el</strong> gobierno, dependientes de la organización constitucion<strong>al</strong>,eran las mismas. Desde 1870 se discutían en <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> lasreformas propuestas para establecer <strong>el</strong> <strong>sistema</strong> de dos <strong>Cámara</strong>s; peroLerdo de Tejada no llegó a ver reunido <strong>el</strong> Senado sino hasta septiembrede 1875, en vísperas de la revolución que había de deponerlo. Porotra parte, no es de suponer que tuviese gran fe en aqu<strong>el</strong> remedio aisladopara equilibrar <strong>el</strong> gobierno, puesto que la convocatoria de 67había considerado necesarias todas las propuestas, y sólo se <strong>al</strong>canzabauna.En consecuencia, fue <strong>al</strong> mismo fin que su predecesor (asegurar laestabilidad de su gobierno), por medios exteriores distintos, pero queen esencia eran igu<strong>al</strong>es: apoderarse d<strong>el</strong> poder Legislativo para desarmarlo,y subordinar a los gobernadores para evitar reb<strong>el</strong>días posiblesy dominar todas las <strong>el</strong>ecciones. El resultado fue una dictadura menosostensible, pero tan cab<strong>al</strong> como la anterior.Desde mediados de 75, la dictadura recobra hasta los procedimientosabandonados; se suspenden las garantías individu<strong>al</strong>es, restableciendo<strong>el</strong> vigor de la última que sirvió a <strong>Juárez</strong>; <strong>el</strong> presidente vu<strong>el</strong>vea las facultades extraordinarias; un decreto de noviembre prorroga lade mayo, y añade la autoridad para declarar en estado de sitio los Estadosen que <strong>el</strong> gobierno lo crea necesario; y <strong>al</strong> hacerlo a principiosde 76, respecto a Oaxaca, J<strong>al</strong>isco y Chiapas, los decretos presidenci<strong>al</strong>esdeclaran otra vez vigente la famosa y usada ley de <strong>Juárez</strong> de enerode 60, que había declarado inconstitucion<strong>al</strong> <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> de 71.De la convicción de Lerdo sobre la ineficacia de la Constituciónpara <strong>el</strong> gobierno estable y eficiente, tenemos, no sólo testimonio, sinoexpresión razonada en la circular con que acompañó la convocatoriade 67 de que ya hablamos; circular que es un capítulo acabado de33


ciencia política, bastante a demostrar las <strong>al</strong>tas dotes de su autor, su conocimientoexcepcion<strong>al</strong> de la materia y <strong>el</strong> pulso d<strong>el</strong>icado con que eracapaz de hacer la censura de lo que él quería parecer respetuoso. De uncriterio que así se ensaña, no puede ponerse en duda qu~ juzgab<strong>al</strong>o mismo la obra de 57 como re<strong>al</strong>izadora de la democracia, y si deésta no habló ni sobre <strong>el</strong>la propuso reformas, fue quizá porque su finu~ra de político experto le vedaba herir <strong>el</strong> sentimiento populista que es laest<strong>el</strong>a de las revoluciones victoriosas. Sin embargo, es preferible creer,para llevar menor número de probabilidades de desacierto, que nojuzgó la Constitución por esa fase, porque la democracia no entrabaen sus preocupaciones.Tocar la Constitución cuando acababa de entrar triunf<strong>al</strong>menteen la capit<strong>al</strong> de la República, consagrada como emblema de la nacióny bandera ensangrentada d<strong>el</strong> pueblo, era herir la víscera más noble;Lerdo comienza por ens<strong>al</strong>zarla, hablando con admiración de los principiosde progreso que proclama, de las garantías que consigna y de«la forma de gobierno que establece, consagrada ya por la experienciade <strong>al</strong>gunos años de sacrificios»; pero después, <strong>entre</strong> c<strong>al</strong>ificativos de sabiay previsora, expresa que <strong>el</strong>la misma admite la posibiiidad de lasreformas. La ataca en seguida a fondo, rev<strong>el</strong>ando que «según en <strong>el</strong>laestán constituidos los poderes, <strong>el</strong> Legislativo es todo y <strong>el</strong> Ejecutivo carecede autoridad propia frente <strong>al</strong> Legislativo», para concluir que <strong>el</strong>remedio es necesario y urgente.Pero <strong>el</strong> hábil ministro necesitaba defender <strong>el</strong> error antes de combatirlo:«<strong>el</strong> gobierno, dice, no censura que se formase así en su épocaesa parte de la Constitución. Para <strong>al</strong>gunos pudo ser esto un efecto desentimientos políticos de circunstancias, mientras que, para otros, pudoser muy bien un pensamiento profundo, político y regenerador». El pensamientoprofundo era de él y no de los constituyentes; pero, <strong>al</strong> ponerloen la defensa de éstos, quiso atribuírs<strong>el</strong>os para disculparlos primero yatacar su obra después. He aquí <strong>el</strong> razonamiento: se necesitaba la reformasoci<strong>al</strong>, y puesto que no podía obtenerse en las circunstancias d<strong>el</strong>año 57, los constituyentes quisieron encomendarla a la marcha norm<strong>al</strong>de los poderes públicos para no renunciar a <strong>el</strong>la; un dictador se habíavisto ya que era impotente para re<strong>al</strong>izarla, pues un hombre solo «podíacarecer de <strong>el</strong>evación de miras, o de prudente energía en los medios,o de rectitud de intenciones, o de convicción de la necesidad o de resoluciónpara conmover a la sociedad».4Los constituyentes no podían confiar la reforma a la guerra; perotampoco debían esperarla ya de un hombre, dada aqu<strong>el</strong>la experiencia,y quisieron encomendarla <strong>al</strong> impulso y ardor más fácil de encontraren la responsabilidad colectiva y audaz de una convención; «esto inspiróa los constituyentes la idea de crear una convenci6n permanenteen lugar de un <strong>Congreso</strong>».4 Completa justiciaen esta noble <strong>al</strong>usióna Santa Anna y Comonfort,respectivamente.34


Así queda <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> Constituyente levantado y la Constituciónvenerada, mientras <strong>el</strong> golpe ha herido rudamente la entraña noble.y luego, de la misma disculpa surge <strong>el</strong> motivo incontestable para cambiar10 que los constituyentes hicieron: la convención no tenía másobjeto que la reforma soci<strong>al</strong>; hecha la reforma soci<strong>al</strong>, la convenciónera un p<strong>el</strong>igro, lo que se necesitaba era un <strong>Congreso</strong>. «La marcha norm<strong>al</strong>de la administración exige que no sea todo <strong>el</strong> poder Legislativo yque ante él no carezca de todo poder <strong>el</strong> Ejecutivo... Para tiempos norm<strong>al</strong>es<strong>el</strong> despotismo de una convención puede ser tan m<strong>al</strong>o o más que<strong>el</strong> despotismo de un dictador. Aconseja la razón, y enseña la experienciade los países más ad<strong>el</strong>antados, que la paz y <strong>el</strong> bienestar de la sociedaddependen d<strong>el</strong> equilibrio conveniente y de la organización de lospoderes públicos».Esto, cuanto a los principios de la ciencia política. Por lo que vea la experiencia de los hechos vividos, Lerdo de Tejada se refería a dosque contaban por mucho en la necesidad de las reformas. Hablandod<strong>el</strong> predominio congresion<strong>al</strong> que podía intentarse con pretensiones deparlamentarismo, decía: «Todos pueden recordar en México <strong>al</strong>gunasescenas deplorables en que han padecido, a la vez, la dignidad y <strong>el</strong> créditod<strong>el</strong> Legislativo y d<strong>el</strong> Ejecutivo con ocasión de <strong>al</strong>gún interés particulary con grave perjuicio d<strong>el</strong> interés público». En otro párrafo d<strong>el</strong>atauna conspiración congresista que nadie ignoraba entonces: «Asísucedió en fines de julio de 1861. Estuvo entonces a punto de re<strong>al</strong>izarse<strong>el</strong> proyecto de hacer un cambio de gobierno, encausando <strong>al</strong> presidentede la República y toda la nación se preocupó con <strong>el</strong> inminente p<strong>el</strong>igrode graves trastornos públicos».Quien estaba convencido por las teorías científicas de t<strong>al</strong> modo y<strong>al</strong>eccionado por la experiencia de t<strong>al</strong> suerte, era imposible que de gradose sometiera a obedecer y servir a una Constitución que lo llevaría <strong>al</strong>fracaso; imposibilitado para establecer <strong>el</strong> equilibrio de los poderes, cargópor su extremo <strong>el</strong> peso de la b<strong>al</strong>anza y los puso todos en manos d<strong>el</strong>Ejecutivo; es decir, continuó la dictadura.La revolución que depuso a Lerdo de Tejada y <strong>el</strong>evó a la presidencia<strong>al</strong> gener<strong>al</strong> don Porfirio Díaz dio a éste una posición más libreque la que asumió su antecesor <strong>al</strong> subir <strong>al</strong> poder; no recogió, como él,.una herencia que debiera respetar, ni una tradición con que fuera necesariotransigir; llevado <strong>al</strong> gobierno por la violencia revolucionaria,.no tenía cc~~ <strong>el</strong> pasado compromiso <strong>al</strong>guno, sino que sentía <strong>el</strong> apremiO'de la lógica para destruirlo. Llegaba, sí, <strong>al</strong> poder rodeado de héroe.!>que tenían derechos superiores a los que da la tradición en la sucesiónleg<strong>al</strong> y pacífica; pero además de los fueros que le daba la jefatura deuna revolución que se había hecho en su nombre y que tenía muchomás de person<strong>al</strong>ista que de reivindicadora, ninguno de sus cabos leigu<strong>al</strong>aba en historia ni se le acercaba en popularidad ni en presti-35


gio. Gobernó con <strong>el</strong>los, pero no compartió con <strong>el</strong>los <strong>el</strong> poder; su acciónfue, en los comienzos, embarazada, pero siempre dominadora; se apoderóde los Estados por la cohesión de sus amigos que se habían hechogobernadores, y una evolución política re<strong>al</strong>izada en 1880 exigió <strong>el</strong> cambiode la cohesión revolucionaria en adhesión person<strong>al</strong> como títulopara estar unido a su suerte.Entró a sustituirlo <strong>el</strong> gener<strong>al</strong> don Manu<strong>el</strong> González en la administración;pero la dirección política permaneció, durante aqu<strong>el</strong> periodo,en manos d<strong>el</strong> gener<strong>al</strong> Díaz. Al recobrar <strong>el</strong> poder en 1884 habíaya preparado la nueva y trascendent<strong>al</strong>. evolución que transformaría sugobierno, y que se re<strong>al</strong>izó dando entrada en la política y en la administracióna los <strong>el</strong>ementos poderosos que con <strong>Juárez</strong> y Lerdo se habíanejercitado en las luchas y educado en <strong>el</strong> manejo de los negocios públicos.Libre de principios extremos, repugnando la intolerancia y dotadode un espíritu de benevolencia para <strong>el</strong> que no había f<strong>al</strong>ta imperdonableni error que imposibilitara <strong>el</strong> olvido, planteó una política deconciliación que no tuvo la aprobación de todos; pero con <strong>el</strong>la quitólas barreras a los tradicion<strong>al</strong>istas d<strong>el</strong> nacimiento, de la creencia y de lahistoria y los hizo entrar en <strong>el</strong> campo neutr<strong>al</strong> o promiscuo de su politica,en que, si no se fundían, se mezclaban todas las convicciones.Desde entonces su poder, que había sido siempre dominador, pero noexento de violencia, no encontró obstáculo <strong>al</strong>guno en un camino que dinterés común le <strong>al</strong>lanaba. Guardó siempre las formas, que son la cortesiade la fuerza. Todas las clases, todos los grupos que clasifica unaidea, un estado soci<strong>al</strong> o un propósito estaban con él, no como vencidos,sino cobijados; asi, cuando <strong>el</strong> <strong>el</strong>emento soci<strong>al</strong> estaba de su parte, <strong>el</strong>politico no podia ser ya objeto de preocupaciones.La dictadura benévola podia desenvolverse entonces en medio d<strong>el</strong>asentimiento gener<strong>al</strong>, formado de respeto y de admiración, de temory desconfianza, de sugestión trasmitida, hasta de costumbre aceptada yaun de preocupación contagiosa. El régimen d<strong>el</strong> gener<strong>al</strong> Díaz era transitoriopor person<strong>al</strong>; para re<strong>al</strong>izar <strong>el</strong> absurdo de un gobierno sin partidos,lo fundó sobre un programa sin principios; logró borrar prontola revolución y estuvo a punto de borrar los credos, y por no ser obrade partido, la suya se desenvolvió como amplia y noblemente nacion<strong>al</strong>.Durante los veintiséis años de su segunda administración, México vivióbajo la dictadura más fácil, más benévola y más fecunda de que hayaejemplo en la historia d<strong>el</strong> continente americano.La extraordinaria duración de su gobierno fue resultado d<strong>el</strong> buenéxito, y no es presumible que fuese un propósito d<strong>el</strong>iberado desde <strong>el</strong>primer día; los procedimientos seguidos venían aconsejados por las circunstanciassucesivas y dictados por una habilidad suma; pero <strong>el</strong> <strong>sistema</strong>de gobierno, implantado desde <strong>el</strong> principio a pesar de los obstáculos,de asumir todo <strong>el</strong> poder, era producto de la convicción y fruto de36


la experiencia. El gener<strong>al</strong> Diaz, por <strong>el</strong> <strong>al</strong>to sentido práctico con quejuzgaba la historia que habia vivido, sabia quizá tanto como Lerdo deTejada por sus estudios de ciencia política; conocia los p<strong>el</strong>igros constitucion<strong>al</strong>esd<strong>el</strong> gobierno, los amagos de los gobiernos loc<strong>al</strong>es, las asechanzascongresistas; por cierto que perteneció <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> de 61 quequiso deponer <strong>al</strong> presidente autor de la Reforma, y fue de los que losostuvieron contra los cincuenta y un disidentes que le pidieron su dimisión.Sabia, como <strong>Juárez</strong> y Lerdo, que Comonfort tenia razón <strong>al</strong> declararimposible <strong>el</strong> equilibrio de los poderes públicos que la Constituciónestablecía.Desde 1857 acá hemos tenido una Constitución venerada, idolatrada,cuyo <strong>el</strong>ogio se han trasmitido las generaciones, como pasan depadres a hijos las laudatorias a los dioses que dan <strong>el</strong> pan, <strong>el</strong> sol y <strong>el</strong>aire, y que pueblos enteros repiten después con maquin<strong>al</strong> constanciae invencible superstición. Este sentimiento extravagante, adoración deidolo sagrado a una ley que sólo debe ser estimada por su utilidad yacatada para <strong>el</strong> bien común, tuvo su utilidad como fuerza fanática enun pueblo hecho a desconocer la autoridad de las leyes y a revolversecontra todas. Ya hemos observado que la victoria de la Constitucióndeterminó una etapa nueva en nuestro progreso político: antes de 67,todas las revoluciones tenían por base <strong>el</strong> desconocimiento de la Constituciónvigente; de entonces acá, todas las revu<strong>el</strong>tas han invocado laConstitución ultrajada. Esto quiere decir que s<strong>al</strong>imos, merced a la obrade 57 y las luchas que provocó, d<strong>el</strong> periodo caótico en que se buscab3una forma de gobierno, y ésta se fijó mediante la refonna soci<strong>al</strong> que losliber<strong>al</strong>es d<strong>el</strong> Constituyente, derrotados en <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, dejaron planteada,necesaria e inevitable. En este sentido, todo encomio es' pálido enhonor de los progresistas de 57.Durante la guerra de Tres Años, los conservadores combatían paradestruir la Constitución y los liber<strong>al</strong>es para abrirle brechas. Cada leyde J uárez era una reforma o adición que desgarraba un articulo de l<strong>al</strong>ey que tenía por bandera y que reformaba a cañonaws. Las Leyes deReforma fueron superiores a la Constitución, puesto que la modificabansin los requisitos necesarios, hasta que en 1873 entraron en <strong>el</strong>lapara no seguir ofendiéndola. Después de su época de legislador supremo,depuesta ya la autoridad que lo mantuvo sobre la Constitución,J uárez pidió <strong>al</strong> pueblo, con discreta cortesía, que le pennitiera hac<strong>el</strong>en la organización d<strong>el</strong> gobierno profundas modificaciones, opuestas diametr<strong>al</strong>mentea las teorías y a las convicciones d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> Constituyente.Y sin embargo de esas demostraciones contra la ley suprema,<strong>el</strong> sentimiento de adoración por <strong>el</strong>la seguía firme en <strong>el</strong> pueblo, incap<strong>al</strong>37


de darse cuenta de las opiniones ni de los actos de sus hombres deprimera línea.Este sentimiento dejó de ser útil desde hace tiempo y es hoy gravementeperjudici<strong>al</strong>. Después de más de medio siglo de experiencia, ycuando una serie de presidentes, todos hombres superiores de que podríamosenorgullecemos, han hecho aparte la Constitución y hanestablecido la dictadura, <strong>el</strong> criterio, extraviado por la adoración d<strong>el</strong>a ley que se supone perfecta, culpa ciegamente a la codicia de losgobernantes.Todos los presidentes han sido acusados de dictadura y de apegarse<strong>al</strong> poder perpetuamente; pues bien, la dictadura ha sido unaconsecuencia de la organización constitucion<strong>al</strong>, y la perpetuidad de lospresidentes una consecuencia natur<strong>al</strong> y propia de la dictadura. En laorganización, <strong>el</strong> poder Ejecutivo está desarmado ante <strong>el</strong> Legislativo,como lo dijo Comonfort y lo repitieron <strong>Juárez</strong> y Lerdo de Tejada; laacción constitucion<strong>al</strong>, leg<strong>al</strong>mente correcta d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, puede convertir<strong>al</strong> Ejecutivo en un juguete de los antojos de éste, y destruirlo nulificándolo.La acción m<strong>al</strong> aconsejada de la Suprema Corte podría atar<strong>al</strong> Ejecutivo, detener sus más necesarios procedimientos, subordinar :lpropósitos políticos la independencia de los Estados, y aun embarazarlas facultades d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>. Los gobiernos loc<strong>al</strong>es pueden y han podidoresolver de la suerte de la nación a poco que <strong>el</strong> gobierno centr<strong>al</strong> secomplique en dificultades, y tienen <strong>el</strong> poder, cuando menos, de crearlasmuy serias.Si los presidentes, ante estas amenazas, han procurado sometertodas las funciones públicas a su voluntad en defensa de su interés propio,lo cierto es que, <strong>al</strong> guardar <strong>el</strong> suyo, s<strong>al</strong>varon <strong>el</strong> de la nación, yno hay derecho para asegurar que no lo tuvieron en cuenta. La dictadurase habría impuesto en <strong>el</strong> espíritu más moderado como una necesidad,o habría aparecido <strong>al</strong> fin como resultante de las fuerzas desencadenadas,después de todos los estragos propios d<strong>el</strong> desorden y laanarquía.Hecha la dictadura, que es <strong>el</strong> poder único y omnipotente, su primeracondición intrínseca es la perpetuidad. La omnipotencia a términofijo es un absurdo, y ya que la dictadura no puede contar con laeternidad, que la haría divina, se ampara en lo indefinido, que no dejacomo fin posible sino la incertidumbre de la muerte o la incertidumbrede la abdicación, que es también un acto de autoridad suprema. La voluntadde ejercer <strong>el</strong> poder sin límites indefinidamente, que han mostradolos presidentes mexicanos, no puede <strong>el</strong>ogiarse como una virtud;pero es irremediablemente humana, y es insensato pretender que lasinstituciones se corrijan con <strong>el</strong> ejercicio de virtudes excepcion<strong>al</strong>es y tenerlaspor sabias cuando exigen en los funcionarios cu<strong>al</strong>idades de superhombre.38


Si según la concepClOn de .Emerson, la humanidad puede representarsepor unos cuantos de sus grandes hombres que la sintetizan, conmás razón las épocas de los pueblos pueden representarse por ¡os pocoshombres que las han presidido. La historia de México independiente,en lo que tíene de trascendent<strong>al</strong>, cabe en las biografías de tres presidentes:Santa Anna, <strong>Juárez</strong> y Díaz. El primero parece deparado paraseguir en todos sus vaivenes, merced a su flexibilidad desconcertante,los movimientos contrarios de un periodo sin orientación; época deanarquía de partidos, de infidencia en los principios, de gobiernos querevolucionan, de ejércitos que se reb<strong>el</strong>an, de vergüenzas que no sonrojany de humillaciones que no ruborizan. <strong>Juárez</strong>, <strong>el</strong> dictador de bronce,reúne escogidas las cu<strong>al</strong>idades d<strong>el</strong> caudillo de la Reforma; tiene laserenidad para <strong>el</strong> acierto, la tenacidad para la perseverancia, la intoleranciapara <strong>el</strong> triunfo sin concesiones; hace la reforma soci<strong>al</strong>, consagrauna Constitución definitiva, fija la forma de gobierno y encauz<strong>al</strong>a administración. El gener<strong>al</strong> Díaz, soldado con temperamento de organizador,hace dos revoluciones para establecer la paz, impone <strong>el</strong> ordenque garantiza <strong>el</strong> trabajo a que aspiraban los pueblos cansados de revu<strong>el</strong>tas,favorece <strong>el</strong> desarrollo de la riqueza pública, comunica los extremosd<strong>el</strong> país, pone en movimiento las fuerzas productivas y re<strong>al</strong>iza laobra, ya necesaria y suprema, de la unidad nacion<strong>al</strong>.La vista sola de estas tres etapas de un pueblo que no tenía en1821 ninguna vida política y que estaba condenado a comenzar su historiatan tarde, demuestra que se ha avanzado mucho en la transformaciónde las sociedades. Los escritores extraños, que atribuyen nuestroatraso en la práctica de las instituciones y en la educación políticaa ineptitud e inferioridad de raza, tanto como a inmor<strong>al</strong>idad y perversiónde sentimientos, se olvidan de que hablan desde la cima de sustreinta siglos de historia. Nosotros parece que nos damos prisa a compendiarla nuestra, y nos sentimos necesitados a resumir en lustros lossiglos de la historia humana.La impaciencia de los pueblos cultos no sufren la torpeza de nuestrosprimeros pasos, ni h<strong>al</strong>la disculpa a los errores de una nación nuevaque se erige sobre la trabajosa transformación de una raza. Nosotros,sometidos por sugestión a t<strong>al</strong> injusticia, en lugar de acudir a los razonamientosque la demuestren, nos contentamos con buscar excusas qu<strong>el</strong>a aplaquen. Sin embargo, la única nación autónoma y nueva que pudieramostrarse como ejemplo de organización tranquila y pronta, losEstados Unidos, se hizo, no por la transformación de un pueblo, sinopor <strong>el</strong> trasplante de Europa a América de una raza que venía <strong>al</strong> continenteoccident<strong>al</strong> a continuar su vieja historia.La nuestra, en la época constitucion<strong>al</strong>, tiene de notable que nuestrosgrandes presidentes han ejercido la dictadura favoreciendo las evo·luciones que cada etapa requería. No ha sido que un despotismo brut<strong>al</strong>39


haya hecho estragos en los pueblos; es que la desproporción <strong>entre</strong> lasinstituciones prometidas y las posibilidades de re<strong>al</strong>ización, ha irritadola impaciencia de los hombres que han puesto sus pasiones y sus fuerzas<strong>al</strong> servicio de los que prometen de nuevo la vida popular libre yactiva. En vez d<strong>el</strong> quietismo de las tiranías, hemos tenido con las dictadurasdemocráticas un movimiento de avance y una evolución continuos.Pero bajo t<strong>al</strong> régimen, lo que no puede progresar y ha tenido quepennanecer estacionario, es la práctica de las instituciones, sin la queserán siempre una quimera la paz pennanente, <strong>el</strong> orden asegurado,que son <strong>el</strong> objeto de la organización nacion<strong>al</strong>, para conjurar p<strong>el</strong>igrosexteriores y re<strong>al</strong>izar los fines de la vida en <strong>el</strong> seno de las sociedades.Quizá examinando a fondo los hechos y las circunstancias, nos convenciéramosde que <strong>el</strong>lo no era posible antes de que concluyera la obrade la unidad nacion<strong>al</strong>, que es apenas de ayer, dado <strong>el</strong> <strong>al</strong>ejamiento enque los pueblos de la República vivieron; pero cuando esa obra estáre<strong>al</strong>izada en las condiciones princip<strong>al</strong>es que la rev<strong>el</strong>an y la hacen sentir,nada más necesario ni más eficaz, para llevarla hasta <strong>el</strong> fondo d<strong>el</strong>sentimiento gener<strong>al</strong>, que <strong>el</strong> cumplimiento de las instituciones comunesque juntan las aspiraciones y suman los esfuerzos en favorde propósitos y de ide<strong>al</strong>es también comunes. Si la dictadura fue necesariaen la historia, en lo porvenir no será sino un p<strong>el</strong>igro; si fue inevitablepara sostener <strong>el</strong> gobierno, que no puede vivir con la organizaciónconstitucion<strong>al</strong>, es urgente despojarla de sus fueros de necesidad,poniendo a la Constitución en condiciones de garantizar la estabilidadde un gobierno útil, activo y fuerte, dentro de un círculo amplio, peroinfranqueable.LA ELECCION1Cuando por primera vez un adolescente se da cuenta de lo quees una <strong>el</strong>ección popular y <strong>el</strong> fin que tiene, la idea se presenta a su espírituen la forma más simple, y es para él como una rev<strong>el</strong>ación de justiciaque lo seduce y que conquista su voluntad. La idea choca princip<strong>al</strong>mentepor su sencillez, y es que tiene la simplicidad de la teoríainmaculada. Las vísperas de la <strong>el</strong>ección, cada ciudadano medita sobre <strong>el</strong>individuo más idóneo para <strong>el</strong> cargo de que se trata, excluye a unos, reser-40


va otros, s<strong>el</strong>ecciona y clasifica, hasta fijar su preferencia en aqu<strong>el</strong> quereúne las mejores dotes y más promete por sus virtudes cívicas y privadas.¿Cómo no ha de hacerlo así, cuando en <strong>el</strong> acierto va su propio interésy en <strong>el</strong> error su propia responsabilidad? Llegada la hora d<strong>el</strong> acto,los ciudadanos desfilan ante la urna, depositando sus cédulas; los escrutadoresleen y cuentan; <strong>el</strong> presidente declara los números y proclama<strong>al</strong> <strong>el</strong>egido d<strong>el</strong> pueblo. Nada más justo, ni más natur<strong>al</strong>, ni más simple.Aunque esta noción supone ya un gran número de virtudes en <strong>el</strong>ejercicio, mucho mayor es <strong>el</strong> que suponen todavía sus consecuencias.El candor d<strong>el</strong> adolescente, desenvolviendo tras la teoría de la <strong>el</strong>ecciónla d<strong>el</strong> gobierno emanado d<strong>el</strong> pueblo, piensa que cada <strong>el</strong>egido, ya virtuosode por sí, siente la fuerza de la opinión pública, justamente susostén y su amenaza, y no podrá menos que ser guardián c<strong>el</strong>oso de losintereses gener<strong>al</strong>es y activo promovedor d<strong>el</strong> bien común. El hombreinvestido de la dignidad que la <strong>el</strong>ección le confiere y <strong>el</strong>evado con lad<strong>el</strong>egación d<strong>el</strong> poder popular, que es <strong>el</strong> único poder legítimo, se desprendede las pasiones comunes, se inspira en la justicia, olvida o desde<strong>el</strong> principio ignora quiénes le dieron su voto y quiénes se lo rehusaron, ycon sólo <strong>el</strong> cumplimiento d<strong>el</strong> deber y la subordinación de sus actosa las leyes, llena <strong>el</strong> más amplio programa d<strong>el</strong> bien en <strong>el</strong> gobiemo yde la equidad en la administración. Así tiene que ser; pero si así nofuere, si por un error bien remoto de los <strong>el</strong>ectores <strong>el</strong> designado de lamayoría defraudare la confianza pública, la fuerza de la opinióno la acción de la ley puesta en ejercicio, le arrojarán d<strong>el</strong> puesto parareemplazarlo por otro más digno.No es una novedad que haya menester demostración que los pueblos,cuanto menos cultos, más se asemejan a los niños en <strong>el</strong> modo depensar; hay <strong>entre</strong> <strong>el</strong>los de común un espíritu simple y sin m<strong>al</strong>icia, quede buena fe va <strong>al</strong> error y honestamente produce fracasos en <strong>el</strong> individuoy catástrofes en los pueblos. La uniformidad, para la que basta un<strong>al</strong>ógica embrionaria, parece propia d<strong>el</strong> estado de natur<strong>al</strong>eza; hace enlos niños todos los verbos regulares y en los pueblos nuevos todas lasconcepciones políticas silogismos; aquéllos nos llevarían, si se los permitiéramos,<strong>al</strong> esperanto más duro, como éstos han ido, siempre quehan podido imponerse, <strong>al</strong> jacobinismo más desastroso.El modo de concebir una <strong>el</strong>ección y c<strong>al</strong>cular sus consecuencias,que hemos demostrado en <strong>el</strong> adolescente, es también <strong>el</strong> de nuestro pueblo;<strong>el</strong> de la reducida parte de la nación que es capaz de darse cuentade su derecho <strong>el</strong>ector<strong>al</strong>, si deducimos de <strong>el</strong>la <strong>el</strong> número escasísimo d<strong>el</strong>os ciudadanos de especi<strong>al</strong> educación que medita sobre los problemasde nuestra existencia política. El resumen de esta concepción se encierraen dos supuestos enteramente f<strong>al</strong>sos: <strong>el</strong> primero, que la <strong>el</strong>ecciónpopular es sencillamente re<strong>al</strong>izable; <strong>el</strong> segundo, que la <strong>el</strong>ección efec-41


tiva pondrá orden en todo <strong>el</strong> organismo político. Y si ya es bien corto<strong>el</strong> número de los que por excepcion<strong>al</strong>es no aceptan <strong>el</strong> primero, todavíahay <strong>entre</strong> <strong>el</strong>los muchos que creen en la virtud extraordinaria de la<strong>el</strong>ección efectiva.La concepción vulgar a que primero <strong>al</strong>udimos, produce, comogran error, graves consecuencias. Si hay la convicci6n de que con 0010no estorbar la libertad d<strong>el</strong> sufragio los ciudadanos harán la <strong>el</strong>eccióncon orden, sin interés y hasta con sabiduría, y de que t<strong>al</strong> <strong>el</strong>ección produceseguramente <strong>el</strong> bien público, toda intervención que estorbe aqu<strong>el</strong>l<strong>al</strong>ibertad debe justamente estimarse como un atentado crimin<strong>al</strong> queno tiene atenuaciones ni más explicación que <strong>el</strong> egoísmo despótico dequien dispone de <strong>el</strong>ementos de fuerza. Cuando de principio f<strong>al</strong>sose hace una inferencia lógica, la legitimidad de la consecuencia da aésta brillos de verdad bastantes para deslumbrar <strong>al</strong> vulgo; y <strong>el</strong> vulgoes la gran mayoría. Cu<strong>al</strong>quier periódico m<strong>al</strong> pensado y peor escrito,obra por lo gener<strong>al</strong> de tendencias m<strong>al</strong>sanas, se sirve de la lógica de lasconsecuencias aplicada a los principios que de la ley fundament<strong>al</strong> seinvocan, para adquirir, por la voz de publicistas anónimos, a fuerzade ignorados, mayor prestigio en las masas, que <strong>el</strong> gobierno más sensatoy de mejor mostrado patriotismo. Pero como <strong>el</strong> principio f<strong>al</strong>so esnada menos que un precepto constitucion<strong>al</strong> que funda un derecho en <strong>el</strong><strong>sistema</strong> democrático establecido por la Constituci6n, las quer<strong>el</strong>las aparecenleg<strong>al</strong>mente justas, por más que satisfacerlas sea llevar <strong>al</strong> país apeores trances.Esta situación determina <strong>el</strong> perpetuo conflicto <strong>entre</strong> la aspiraciónpopular y la acción de los gobiernos que han de atenerse a las necesidadesy no a los principios, porque los principios no obedecieron a lasnecesidades, ni se inspiraron en las re<strong>al</strong>idades que dominan <strong>al</strong> fin porencima de todas las quimeras. Todas las revu<strong>el</strong>tas han invocado <strong>el</strong>derecho <strong>el</strong>ector<strong>al</strong>, buscando fundir su acción en las tendencias de lasmasas y para desprestigiar a los hombres d<strong>el</strong> poder; pero todas, <strong>al</strong> convertirseen gobierno, han obedecido a la necesidad suprema de la estabilidady han tenido que burlar la aspiración d<strong>el</strong> pueblo, que, re<strong>al</strong>izada,haría imposible la vida nacion<strong>al</strong>. Mientras <strong>el</strong> pueblo tenga <strong>el</strong>derecho de hacer lo que <strong>el</strong> gobierno tiene la necesidad de resistir,<strong>el</strong> país vivirá en un estado de revoluci6n latente, capaz de rev<strong>el</strong>arse encu<strong>al</strong>quier momento de debilidad d<strong>el</strong> organismo.Es inútil intentar la conciliación de dos extremos contradictorios;por esto es perdido todo esfuerzo consagrado a tranquilizar la concienciapública, es decir, a hacer la única paz verdadera, ni por medio d<strong>el</strong>a <strong>el</strong>ección, ni por <strong>el</strong> de la represión. Si en México se diera <strong>el</strong> casode una <strong>el</strong>ección re<strong>al</strong>izada por <strong>el</strong> sufragio univers<strong>al</strong>, <strong>el</strong> primer cuidadod<strong>el</strong> gobierno de <strong>el</strong>la emanado (si pudiera subsistir), sería impedir quesemejante fenómeno pudiese repetirse; porque <strong>el</strong> sufragio univers<strong>al</strong> es42


<strong>el</strong> enemigo necesario de todo gobierno establecido, <strong>el</strong> desorganizadorde todo mecanismo ordenado, por una necesidad que brota de losartículos de nuestra Constitución que crearon la incompatibilidad.En cuanto a la represión, puede hacer la paz, pero no constituirla;porque puede constituirse <strong>al</strong>go aún sobre asiento movible, con t<strong>al</strong> quesea permanente, y la represión es un estado, pero no una sustancia; yeste estado es, si se nos permite la figura, la resultante inquieta de dosfuerzas variables.Todos los <strong>el</strong>ementos conservadores de una sociedad se ponen departe d<strong>el</strong> gobierno que asegura <strong>el</strong> orden, porque <strong>el</strong> orden de vivir; prefierenla autoridad <strong>al</strong> ejercicio de derechos que, cuando más, los conduciríana la tranquilidad de que ya disfrutan sin necesidad de procurárs<strong>el</strong>ani de ponerla en p<strong>el</strong>igro; pero los <strong>el</strong>ementos conservadores, quese encuentran siempre en las capas <strong>al</strong>tas de los pueblos, si son exc<strong>el</strong>entescomo pasividad y resistencia, son poco menos que inútiles en la actividadde las contiendas políticas, en las que tienen mucho que perder ypoco o nada que ganar. Tan gener<strong>al</strong> es esta verdad, que en pueblotan inmensamente demócrata y tan ampliamente institucion<strong>al</strong> como <strong>el</strong>norteamericano, la corrupción <strong>el</strong>ector<strong>al</strong> que vicia <strong>el</strong> parlamento y pudr<strong>el</strong>os tribun<strong>al</strong>es, se debe princip<strong>al</strong>mente a la abstención de las clasessuperiores, que fingen desdén para esconder su egoísmo.En cambio, la ap<strong>el</strong>ación <strong>al</strong> derecho y a las verdades absolutas,que se muestran como ide<strong>al</strong>es para agitar a los pueblos, conmueven yex<strong>al</strong>tan a la mayoría conciente, que vive de aspiraciones, porque lasre<strong>al</strong>idades de la existencia hacen propender a los impacientes a un estadonuevo que siempre suponen mejor.He aquí un nuevo m<strong>al</strong> que se descubre: <strong>el</strong> campo soci<strong>al</strong> se divideen dos fracciones que deberían tener los mismos intereses y que nochocan en los países bien constituidos, por lo menos con motivo de laidea gener<strong>al</strong> d<strong>el</strong> sufragio como base de la estabilidad de la nación.El remedio consiste en hacer que la <strong>el</strong>ección no sea una amenaza d<strong>el</strong>orden, sino la base de la seguridad; así, los <strong>el</strong>ementos conservadores ylos que proclaman <strong>el</strong> derecho tendrán un interés común en garantizar<strong>el</strong> sufragio. Y en cuanto a los gobiernos, tendrán un <strong>al</strong>ivio de tareas,cuando emanados de la <strong>el</strong>ección, sepan que en <strong>el</strong> sufragio popularencuentran <strong>el</strong> descargo de muchas responsabilidades y en la fuerzade los partidos una base sólida de sustentación.IILejos de ser fácil y sencillo, <strong>el</strong> acto <strong>el</strong>ector<strong>al</strong> es <strong>el</strong> paso más difícilde los pueblos regidos por un <strong>sistema</strong> más o menos democrático o que43


a ese régimen aspira. La <strong>el</strong>ección sincera y simple que hemos supuestoen la sección precedente, es imposible en cu<strong>al</strong>quiera sociedad, porqueen toda agrupación humana, grande o chica, hay intereses distintosque luego se hacen antagónicos, pugnan por prev<strong>al</strong>ecer y lleganforzosamente a la contienda y a la lucha. Cuando no hay oposición deideas de gobierno, los intereses que se mueven son, por lo menos, tendenciasa poner la autoridad en manos propicias, y a f<strong>al</strong>ta de partidosde programa, se llega a los partidos de personas que son estériles para<strong>el</strong> bien. La lucha de los intereses opuestos no se hace sino ganando partidarios,convenciendo, seduciendo, imponiendo y cohechando; es decir,privando a cuantos se pueda de la libertad absoluta y paradisíaca qu<strong>el</strong>es da la teoría pura. Entre los solicitados, unos resisten porque tienenideas person<strong>al</strong>es, que son boletas blancas en la contienda; ceden otros;los tímidos se esconden, los soberbios se abstienen, y los pocos que iniciarono que tomaron la parte activa y eficaz d<strong>el</strong> movimiento, hanesbozado así los partidos políticos, aunque sea sólo de modo accident<strong>al</strong>y pasajero. Cuando la repetición de actos <strong>el</strong>ector<strong>al</strong>es sucesivos y losresultados d<strong>el</strong> gobierno que establecen caracterizan las ideas de una yotra parte y deslindan sus tendencias; cuando, por otro lado, los gruposdirectores se clasifican y toman una individu<strong>al</strong>idad neta, cada parci<strong>al</strong>idades un <strong>sistema</strong> y cada <strong>sistema</strong> es un partido organizado. Llegadosa este punto, la libertad ide<strong>al</strong> d<strong>el</strong> ciudadano en la <strong>el</strong>ección, prácticamentese reduce a la libertad de escoger <strong>el</strong> partido en que quiera inscribirsey a quien ha de someterse; conserva <strong>el</strong> derecho de votar, peroha perdido <strong>el</strong> de <strong>el</strong>egir.La creación de los partidos es una necesidad que surge de la natur<strong>al</strong>ezade las cosas; no es una invención d<strong>el</strong> ingenio, sino un productonatur<strong>al</strong> e inevitable de la libertad <strong>el</strong>ector<strong>al</strong>; por lo mismo, inventarpartidos políticos simplemente <strong>el</strong>ector<strong>al</strong>es para llegar por <strong>el</strong>los a l<strong>al</strong>ibertad de <strong>el</strong>ección es pretender que la natur<strong>al</strong>eza invierta sus procedimientos,y la natur<strong>al</strong>eza no se presta a semejantes inversiones. Si todavíapuede ser dudoso <strong>el</strong> principio gener<strong>al</strong> de que la necesidad crea<strong>el</strong> órgano, no lo es que hay absurdo en crear <strong>el</strong> órgano para producir lanecesidad de la función. Imposible la invención d<strong>el</strong> ferrocarril si antesno hubiese existido <strong>el</strong> comercio; y en <strong>el</strong> orden soci<strong>al</strong>, es inútil inventarla unión centroamericana que, sin embargo, se constituiría espontáneamentesi Colombia o México trataran de absorber por violenci<strong>al</strong>as cinco pequeñas repúblicas.Las obras que se re<strong>al</strong>izan por efecto de las fuerzas natur<strong>al</strong>es, sonimposibles para <strong>el</strong> esfuerzo humano; la intervención d<strong>el</strong> hombre es útilen t<strong>al</strong>es casos, sólo para poner a las fuerzas natur<strong>al</strong>es en condiciones deobrar; así, por ejemplo, si para que dos cuerpos se combinen químicamentese requiere una temperatura <strong>el</strong>evada, es inútil querer forzar <strong>al</strong>44


fenómeno, en tanto que éste se re<strong>al</strong>izará inevitablemente si <strong>el</strong> químicointerviene c<strong>al</strong>entando <strong>el</strong> matraz para hacer posible la acción de lasmisteriosas fuerzas d<strong>el</strong> átomo.Crear un partido para fines <strong>el</strong>ector<strong>al</strong>es en México, es mero diletantismopolítico; lo que importa es hacer posible la <strong>el</strong>ección, suprimirlas causas perturbadoras que imposibilitan la acción espontánea de lasfuerzas soci<strong>al</strong>es; éstas se encargarán de producir los partidos, de crearlessu mecanismo, de darles movimientos y de armarlos para la eficaciade sus funciones. Las causas perturbadoras están en la misma Constituciónque se trata de cumplir, y no en los gobiernos a quienes siemprese ha inculpado.La organización de los partidos políticos, en los países democráticos,es complicadísima, aun en aqu<strong>el</strong>los en donde parece más simplesólo porque no muestra, en <strong>el</strong> acto de la <strong>el</strong>ección, la trama de los hilosa la simple vista; y no puede ser de otro modo, supuesto que todaacción uniforme de <strong>el</strong>ementos múltiples y complejos supone subordinacionesy disciplinas que no se obtienen sino en virtud de procedimientosaceptados, de reglas fijas, de sanciones reconocidas; y requierenunidad que necesita directores y aun casi la abdicación de ideasperson<strong>al</strong>es.Ninguna organización ha sido inventada, sino <strong>el</strong> proceso de unaevolución y como urgida por una necesidad d<strong>el</strong> funcionamiento de lospartidos. Tomemos la más característica, y que nosotros, por razonespoderosas, propendemos a imitar: la de los partidos norteamericanos.Sabido es que <strong>al</strong> retirarse Washington de la vida pública, por <strong>el</strong>movimiento de patriotismo civil más <strong>al</strong>to que se conoce en la historia,se marcaron las grandes líneas de los dos partidos nacion<strong>al</strong>es: <strong>el</strong> feder<strong>al</strong>ista(hoy republicano) y <strong>el</strong> republicano (hoy demócrata); <strong>el</strong> primero,con Hamilton, aspirando a la unidad feder<strong>al</strong> para dar fuerzaa la nación; <strong>el</strong> segundo, con Jefferson, defendiendo la independenci<strong>al</strong>oc<strong>al</strong> contra una absorción p<strong>el</strong>igrosa para los Estados y para <strong>el</strong> <strong>al</strong>tivoderecho d<strong>el</strong> individuo. Sabido es también que estos dos <strong>el</strong>ementos, representantesde las fuerzas centrípeta y centrífuga que hacen <strong>el</strong> equilibriod<strong>el</strong> <strong>sistema</strong>, y que tan maravillosamente sirvieron para constituira la nación sobre sus principios constitucion<strong>al</strong>es, han llegado a borrarsus diferencias cuando <strong>el</strong> equilibrio feder<strong>al</strong>, definitivamente establecido,las desvaneció como por acción automática; pero la vida de losdos partidos quedó como parte integrante de las instituciones, y se mantienen,a pesar de la evolución que ha venido a confundir sus credos,por mera necesidad de renovación d<strong>el</strong> poder, con miras princip<strong>al</strong>men..te person<strong>al</strong>es de sus adeptos; pero en <strong>el</strong> fondo, y sobre todo, comoruedas indispensables de la maquinaria política. j Tan necesaria asíes la constitución de partidos para la vida constitucion<strong>al</strong>!45


En 1796 fueron candidatos de ambos partidos Adams y J efferson,por un sentimiento espontáneo que no hubo menester de declaracionesexpresas. Cuatro años después los entonces republicanos, unánimes enla candidatura de J efferson, no lo estaban respecto a la designaciónde vicepresidente, y para concertarla, se reunieron los diputados y senadoresd<strong>el</strong> partido en la primera asamblea de nominación. Este <strong>sistema</strong>se continuó sin gran obstáculo hasta 1816; en 1820, <strong>el</strong> nominatingcaucus de los diputados y senadores, que venía siendo atacado porusurpador d<strong>el</strong> derecho d<strong>el</strong> pueblo, aunque se reunió, no se atrevió anominar un candidato, yen 1824 <strong>el</strong> nominado sólo obtuvo tercer lugaren los comicios, lo que acabó de desprestigiar <strong>el</strong> <strong>sistema</strong>. Había quecambiarlo, y así, en 1828, la candidatura de Jackson fue recomendadapor la legislatura de Tennesee y por asambleas populares, dando origena que un año antes de la <strong>el</strong>ección siguiente se reuniesen convencionescompuestas, para uno y otro partidos, de d<strong>el</strong>egaciones de los Estados;y para la misma <strong>el</strong>ección, una convención de jóvenes, aceptando la nominaciónde los nuevos republicanos nacion<strong>al</strong>es, adoptó diez resolucionesque constituyeron la primera plataforma de partido. En 1836sólo hubo convención d<strong>el</strong> partido demócrata, hasta que en 1840 lahubo de ambas partes y se regularizó <strong>el</strong> procedimiento. Bryce, a quicnseguimos en csta r<strong>el</strong>ación, añade: «Este precedente se ha seguido entodas las luchas subsecuentes, de t<strong>al</strong> modo, que las convenciones nacion<strong>al</strong>esnominativas de los grandes partidos son parte hoy de la maquinariaregular política tanto como las reglas que la Constituciónprescribe para la <strong>el</strong>ección. El establecimiento d<strong>el</strong> <strong>sistema</strong> coincide (yla rcpresenta) con la completa democratización soci<strong>al</strong> de la políticaen <strong>el</strong> tiempo de J ackson».Cuarenta y cuatro años se consumieron y doce ejercicios <strong>el</strong>ecto·r<strong>al</strong>es se emplearon para llegar a la organización d<strong>el</strong> <strong>sistema</strong> que prcparaa cada partido y lo pone de acuerdo para la campaña; esto enun pueblo sajón que venía preparándose para la vida democrática desdeantes de pensar en su independencia. Ya en lo expuesto se ve lacomplicación d<strong>el</strong> mecanismo, y sólo nos hemos concretado' a la <strong>el</strong>ecciónpresidenci<strong>al</strong>, suponiendo formada la convención nominativa; peropara reunir la convención se necesita un mecanismo preparado en cadapartido, y como hay que <strong>el</strong>egir, además de los diputados, los funcionariosd<strong>el</strong> Estado, los d<strong>el</strong> distrito, los d<strong>el</strong> condado y los de la ciudad,todo lo cu<strong>al</strong> pone en actividad frecuentísima <strong>el</strong> mecanismo; éste necesitatener un comité permanente en cada loc<strong>al</strong>idad, y un procedimientoperfectamente definido, consuetudinario, más conocido aún qu<strong>el</strong>as lcyes <strong>el</strong>ector<strong>al</strong>es de orden público, para que la base de toda <strong>el</strong>ección,y por consiguiente, de toda nominación de candidatos, sea lavoluntad de -los <strong>el</strong>ectores primarios.46


El cOllÚté permanente convoca en cada caso a la asamblea primaria,que en teoría se compone de todos los ciudadanos aptos para<strong>el</strong> voto en la más pequeña circunscripción; la primaria <strong>el</strong>ige los candidatosd<strong>el</strong> partido para funcionarios de su propia loc<strong>al</strong>idad y nombrad<strong>el</strong>egados para que concurran en su representación a convenciones decircunscripción más amplia y que comprende d<strong>el</strong>egados de varias primarias,convención ésta de <strong>el</strong>ectores secundarios que deben designarcandidatos para puestos superiores d<strong>el</strong> Estado. Pero todavía hay más:la convención secundaria tiene, a veces, la tarea de nombrar nuevosd<strong>el</strong>egados a una convención terciaria y superior, la convención nacion<strong>al</strong>,que hace la nominación de candidatos a la presidencia y vicepresidenciade la República. Considérese la complicación de este mecanismocon todos los det<strong>al</strong>les que cada etapa requiere, y téngasepresente que la tarea principia en la reunión de la asamblea primaria,en la cu<strong>al</strong> se discute <strong>el</strong> derecho de cada concurrente para votar suc<strong>al</strong>idad de miembro d<strong>el</strong> partido, su conducta para con éste en precedentes<strong>el</strong>ecciones; trabajos que dan coyuntura para que comience desd<strong>el</strong>a iniciación <strong>el</strong> p<strong>el</strong>igro d<strong>el</strong> fraude, d<strong>el</strong> cohecho, de la influencia de losprofesion<strong>al</strong>es y <strong>el</strong> <strong>al</strong>ejamiento de los hombres de buena fe que no quierenexponer a juego t<strong>al</strong> su circunspección.Este <strong>sistema</strong> no es rigurosamente uniforme en todo <strong>el</strong> país; perolas modificaciones loc<strong>al</strong>es no <strong>al</strong>teran su esencia. No fue inventado, sinoque se formó en medio siglo por experiencias y trabajos de acomodación;no es emanación de la raza, por mucho que las condiciones deésta ayudaran a su desenvolvimiento, sino derivación de la vit<strong>al</strong>idadde los partidos; pero los partidos se iniciaron y se fort<strong>al</strong>ecieron porquehabía, desde <strong>el</strong> principio, derecho <strong>el</strong>ector<strong>al</strong> respetado, campo de acciónlibre.Por aquí debemos comenzar nosotros. Cuando haya confianza enla libertad <strong>el</strong>ector<strong>al</strong>, se pensará en ir a los cOllÚcios; se irá a <strong>el</strong>los; habráque reportar los m<strong>al</strong>es de los primeros ensayos, que no serán leves; lospartidos se constituirán sobre <strong>el</strong> modo americano, porque no habráotro, dada nuestra forma de gobierno, y los partidos descansarán en unmecanismo tan complicado, difícil y expuesto <strong>al</strong> fraude y a la corrupción,como <strong>el</strong> de los Estados Unidos. La democracia y <strong>el</strong> gobiernofeder<strong>al</strong> son muy difíciles. Su base fundament<strong>al</strong>, la <strong>el</strong>ección popular,está muy lejos de responder <strong>al</strong> sueño de purezas d<strong>el</strong> adolescente y <strong>el</strong><strong>el</strong>os pueblos niños.IIICuando la libertad en la <strong>el</strong>ección está asegurada, en <strong>el</strong> sentido deque <strong>el</strong> poder público no la coarta con persecuciones ni la estorba con47


influencias decisivas, los ciudadanos van espontáneamente a los comicios,y a poco con creciente interés, pero mediante dos condiciones:que tengan conciencia d<strong>el</strong> objeto d<strong>el</strong> acto, y que supongan un v<strong>al</strong>orre<strong>al</strong> en su voto para <strong>el</strong> resultado de la <strong>el</strong>ección. Contra ambas condicionesestableció la Constitución, por respeto a los manu<strong>al</strong>es francesesde democracia, <strong>el</strong> sufragio univers<strong>al</strong> y <strong>el</strong> voto indirecto; <strong>el</strong> primero,porque todos los hijos d<strong>el</strong> país tienen derecho a intervenir en la designaciónde sus mandatarios, puesto que todos son igu<strong>al</strong>es; y <strong>el</strong> segundo,porque los ciudadanos mexicanos, con esa univers<strong>al</strong>idad, eran incapacesde <strong>el</strong>egir bien y hasta de <strong>el</strong>egir m<strong>al</strong>.La comisión proyectista de 57 no había incurrido en t<strong>al</strong> error:con <strong>el</strong> buen sentido que la colocó siempre tan por encima d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>en conjunto, terminaba <strong>el</strong> artículo que expresaba las condiciones de laciudadanía con este inciso: «Desde <strong>el</strong> año de 1860 en ad<strong>el</strong>ante, ademásde las c<strong>al</strong>idades expresadas, se necesitará la de saber leer y escribir».Pero <strong>el</strong> diputado Peña y Ramírez «se declaraba en contra d<strong>el</strong> requisitode saber leer y escribir, porque no le parece muy confonne con losprincipios democráticos, y porque las clases indigentes y menesterosasno tienen ninguna culpa, sino los gobiernos que con tanto descuido h<strong>al</strong>lvisto la instrucción pública». Arriaga, a quien parece que los continuosataques de sus mismos corr<strong>el</strong>igionarios desde las conferencias d<strong>el</strong>a comisión, habían hecho dudar de su propio criterio, contestó «queno encontraba qué contestar a' las objeciones d<strong>el</strong> preopinante», conferenciócon sus compañeros de comisión, y ésta retiró <strong>el</strong> inciso fin<strong>al</strong>d<strong>el</strong> artículo. 5 Así, tan sencilla y brevemente, sin conciencia de la gravedadde la resolución y por unanimidad de votos, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> cerrólas puertas a la democracia posible en nombre de la democracia teórica.El gobierno no tenía la culpa de que los indigentes no supieranleer y escribir; aqu<strong>el</strong> gobierno que en treinta y cinco años de independencia,de revu<strong>el</strong>tas y de penuria no había difundido la instrucción portodas partes; y la exclusión de los an<strong>al</strong>fabetos se veía por la unanimimidadde los diputados, no como una medida de orden político, sinocomo un artículo de código pen<strong>al</strong> que castigaba la ignorancia injustamente.El sufragio no es simplemente un derecho, es una función; y requiere,como t<strong>al</strong>, condiciones de aptitud que la sociedad tiene <strong>el</strong> derechode exigir, porque la función es nada menos que la primordi<strong>al</strong> par<strong>al</strong>a vida ordenada de la República. Es tan función como la d<strong>el</strong> vecinoque sirve como jurado, y que dentro de las instituciones libres tiene<strong>el</strong> derecho de ser inscrito en las listas de los jueces populares; peroque debe reunir, para que la tarea se le confíe, detenninadas condicionesque aseguren su idoneidad. El voto no se ejerce en perjuiciod<strong>el</strong> ciudadano, sino a cargo de la suerte d<strong>el</strong> cuerpo soci<strong>al</strong>, y sólo un• Zarco. Op. Cit.Sesión d<strong>el</strong> 10. de septiembre.48


extravío incomprensible de criterio y d<strong>el</strong> sentido común puede haberpuesto <strong>el</strong> derecho de cada hombre encima de los intereses de la naci6npara abrumarla, agobiarla y aplastarla.El sufragio univers<strong>al</strong> produce en todos los países la aparici6n de<strong>el</strong>ementos perturbadores; es decir, de <strong>el</strong>ementos que obstaculizan laexpresi6n genuina de la voluntad conciente en la <strong>el</strong>ecci6n popular;pero en los ad<strong>el</strong>antados, aunque t<strong>al</strong>es <strong>el</strong>ementos son perjudici<strong>al</strong>es, sedominan por la poblaci6n activamente libre, que está en mayoría, ocausan, <strong>al</strong> fin, un m<strong>al</strong> tolerable. En los Estados Unidos, los negrosy los imnigrantes nuevos y pobres son <strong>el</strong>ectores que gana <strong>el</strong> cohechode los profesion<strong>al</strong>es de la política o <strong>el</strong> engaño de los juglares de loscomicios: son una minoría; pero ya se señ<strong>al</strong>an como muy p<strong>el</strong>igrosospor todos los tratadistas americanos. En Inglaterra, la influencia de losgrandes terratenientes hace <strong>el</strong>emento perturbador a los arrendatariosy cultivadores. En Francia lo son los obreros de las grandes fábricasmediante la intervención de los patrones bien quistos; pero estos grupossubordinados no llegan a prev<strong>al</strong>ecer en lo gener<strong>al</strong> de la <strong>el</strong>ecci6n, y,por lo tanto, son simplemente perturbadores. Para nosotros <strong>el</strong> setentapor ciento de an<strong>al</strong>fabetos no es un <strong>el</strong>emento perturbador en la expresiónde la voluntad d<strong>el</strong> pueblo, sino destructor de la <strong>el</strong>ecciónmisma. Si se exceptúan las ciudades de importancia, que son bien pocas,<strong>el</strong> resto d<strong>el</strong> país da distritos <strong>el</strong>ector<strong>al</strong>es en que la gran mayoría esde iletrados que desconocen por completo <strong>el</strong> <strong>sistema</strong> de gobierno; y noes aventurado asegurar que, d<strong>el</strong> tot<strong>al</strong> de circunscripciones, en unaquinta parte <strong>el</strong> mayor número de los llamados ciudadanos pertenecena la raza indígena y no tienen siquiera las nociones de ley, nación, presidente,congreso ni estado. Para que haya la voluntad d<strong>el</strong> pueblo, quees la expresi6n obligada de todo teorizante conocido, es precisoque cada ciudadano tenga voluntad, y la voluntad es imposible sin <strong>el</strong>conocimiento d<strong>el</strong> asunto que ha de moverla.En estas condiciones, <strong>el</strong> setenta por ciento de los <strong>el</strong>ectores no sonsino materia disponible para la violación de la voluntad de los ciudadanosque en re<strong>al</strong>idad la tienen; y como aquéllos son, por vicio secular,sumisos y obedientes a la autoridad que de cerca los manda, han sido,sin excepción de lugar ni tiempo, la fuerza de que los gobiernos se hanservido para evitar la <strong>el</strong>ección libre y hacerla en provecho de sus propósitos.El arma es de dos filos: cuando la emplea <strong>el</strong> poder centr<strong>al</strong>,somete a los Estados; cuando la usa <strong>el</strong> gobierno loc<strong>al</strong>, <strong>el</strong> feder<strong>al</strong> nocuenta con la opini6n de sus partidarios en <strong>el</strong> Estado para equilibraro rebajar la fuerza agresiva d<strong>el</strong> poder loc<strong>al</strong> reb<strong>el</strong>de. La <strong>el</strong>ección haestado siempre (con rarísimas excepciones que sólo ocurren duranteperiodos revolucionarios) en manos d<strong>el</strong> gobierno gener<strong>al</strong> o en la d<strong>el</strong>gobernador; pero todavía se invocan hoy las teorías de la democraciapara sostener este estado vergonzoso y lamentable; y se culpa <strong>al</strong> poder49


de emplear t<strong>al</strong> procedimiento, sin meditar que es lo menos m<strong>al</strong>o quepuede resultar de la institución absurda, puesto que mucho peor seríapara <strong>el</strong> país que los agitadores codiciosos, siempre de mezquina condición,sustituyeran <strong>al</strong> poder en <strong>el</strong> privilegio de hacer y deshacer gobiernos,congresos y tribun<strong>al</strong>es.El principio verdaderamente democrático de sufragio univers<strong>al</strong>,consiste en extender <strong>el</strong> derecho de voto <strong>al</strong> mayor número de miembrosd<strong>el</strong> cuerpo soci<strong>al</strong>, c<strong>al</strong>ificados por su aptitud, y sin hacer exclusiones pormotivos de nacimiento, condición soci<strong>al</strong> o pecuniaria o cu<strong>al</strong>quiera otroque constituya .privilegio. Como no hay signos exteriores que rev<strong>el</strong>en laaptitud <strong>el</strong>ector<strong>al</strong> y las leyes' tienen que dar reglas gener<strong>al</strong>es, se hanbuscado cu~lidades que hagan presumir la probabilidad de la aptitud,considerándose dentro de la condición de aptitud, no sólo <strong>el</strong> conocimientod<strong>el</strong> acto y su objeto, sino <strong>el</strong> interés de desempeñarlo bien.En Francia la cultura gener<strong>al</strong> y <strong>el</strong> espíritu democrático han llevadola ley hasta <strong>el</strong> sufragio de todos los varones mayores de edad; <strong>el</strong> númeroreducido de an<strong>al</strong>fabetos no puede influir sensiblemente en la<strong>el</strong>ección. En Inglaterra, que hizo <strong>el</strong>ecciones durante cinco siglos par<strong>al</strong>legar en <strong>el</strong> XIX a su estado democrático actu<strong>al</strong>, se requieren condicionesbasadas en la renta; pero ésta es tan baja, que <strong>el</strong> Reino Unidocuenta con cerca de siete millones de <strong>el</strong>ectores. En Estados Unidos,la enmienda constitucion<strong>al</strong> que dio <strong>el</strong> voto a los negros se considera yapor propios y extraños tratadistas por un error grave que ha de ponera la gran nación bajo la amenaza de p<strong>el</strong>igros muy serios, y desde luegoha impuesto la necesidad, a los políticos d<strong>el</strong> Sur, de acudir a juegos decubiletes para engañar a la gente de color y burlar su derecho de <strong>el</strong>egir.El requisito de saber leer y escribir no garantiza <strong>el</strong> conocimientod<strong>el</strong> acto <strong>el</strong>ector<strong>al</strong>; pero da probabilidades de él y facilidades de adquirirlo;y de todas maneras <strong>al</strong>entará a los <strong>el</strong>ectores y animará a los políticosla certeza de que la lucha es posible por la exclusión de la masa ignorante;en quien sólo puede obrar la acción de la fuerza para <strong>el</strong> desempeñode su función mecánica. Cuando la <strong>el</strong>ección libre y posible dé nacimientoa partidos, aunque sean en <strong>el</strong> fondo person<strong>al</strong>istas, <strong>el</strong>los se encargar'ánde la enseñanza d<strong>el</strong> <strong>el</strong>ector por medio de publicaciones que no sólo lopondrán <strong>al</strong> corriente de la función y su objeto, sino que le llevaráncon sus discusiones, aun exageradas y violentas, noticias de sus propósitos,conocimiento de sus medios y la fisonomía de sus hombres.Ninguna c<strong>al</strong>idad restrictiva más liber<strong>al</strong> que ésta a que nos referimos,puesto que puede adquirirse con facilidad y en unos cuantosmeses; y si no hay que esperar en pueblo negligente para <strong>el</strong> derechopolítico, que cada hombre se proponga aprender a leer y escribir por<strong>el</strong> afán de ser <strong>el</strong>ector, no es ilusión suponer que <strong>el</strong> interés de aumentar<strong>el</strong> número de votos induzca a los partidos a acrecentar <strong>el</strong> de lasescu<strong>el</strong>as de adultos en regiones que les sean adictas. El progreso de laso


instrucción que en los últimos veinte años ha sido notable, aumentaráde día en día <strong>el</strong> cuerpo <strong>el</strong>ector y ampliará <strong>el</strong> régimen democráticonatur<strong>al</strong> y espontáneamente. Así pasó en Inglaterra con <strong>el</strong> requisitode la renta, mucho menos dependiente de la voluntad d<strong>el</strong> individuo:en <strong>el</strong> siglo xv, <strong>el</strong> monto de la renta anu<strong>al</strong> requerida era de veinte ch<strong>el</strong>ines;pero <strong>el</strong> aumento de la riqueza en numerario y <strong>el</strong> desarrollo de laagricultura y de las industrias rebajaron <strong>el</strong> v<strong>al</strong>or de la moneda gradu<strong>al</strong>y constantemente, y la renta de veinte ch<strong>el</strong>ines fue siendo menos importantey acabó por ser irrisoria, haciendo crecer notablemente <strong>el</strong> númerode los rentistas <strong>el</strong>ectores. Aseguran escritores ingleses que los veintech<strong>el</strong>ines d<strong>el</strong> siglo xv significaban entonces tanto como ochenta librasen la actu<strong>al</strong>idad.La expresión «sufragio univers<strong>al</strong>» es una de tantas hipérboles que<strong>el</strong> lenguaje político ha inventado con perjuicio de la sanidad de lasdemocracias; escogió la p<strong>al</strong>abra «univers<strong>al</strong>» a f<strong>al</strong>ta de otra de mayoramplitud, y sin embargo, en todos los países se establecen requisitosd<strong>el</strong> <strong>el</strong>ector que no consienten, para <strong>el</strong> sufragio, <strong>el</strong> adjetivo menos prometedorde «gener<strong>al</strong>». P<strong>al</strong>abras como aquélla, como «soberanía» de losEstados fracciones dentro d<strong>el</strong> Estado feder<strong>al</strong>, enferman a los pueblosde <strong>al</strong>ucinación, los llevan a los sacudimientos desconcertados d<strong>el</strong> d<strong>el</strong>irioy dañan <strong>el</strong> criterio aun de buena parte de la clase directora d<strong>el</strong>país. El sufragio que los principios democráticos implican, no es <strong>el</strong> sufragioderecho d<strong>el</strong> hombre, atribuido a todos los habitantes, ni a todoslos nativos, ni siquiera a todos los varones, ni, por último, a todos losvarones mayores de edad; sino <strong>el</strong> sufragio derecho y función política,garantía de la comunidad, que debe extenderse a todos los que, y sóloa los que tengan <strong>el</strong> conocimiento de la función bastante para sentir laresponsabilidad de ejercerla. A esta condición se acerca en lo posibl<strong>el</strong>a restricción de saber leer y escribir, que tiene la ventaja de abrir laspuertas de la ciudadanía re<strong>al</strong> a todo <strong>el</strong> que quiera franquearlas; estono es excluir a nadie, ni establecer un sufragio menos univers<strong>al</strong> que<strong>el</strong> de los pueblos más demócratas.Ociosas parecerán, si no las viere insensatas, las precedentes <strong>al</strong>egaciones,a cu<strong>al</strong>quiera que sea extraño <strong>al</strong> medio en que se desenvu<strong>el</strong>vennuestras ideas políticas. Increíble parecerá que sea menesterdiscutir la exclusión de los comicios de hombres que están por su ignoranciatan incapacitados para <strong>el</strong> voto como los locos y los idiotas; dehombres que no han entrado en la comunidad de la vida conciente; paraquienes no hay época; que no han sentido ninguna evolución, por culpao sin culpa d<strong>el</strong> gobierno; <strong>entre</strong> los que hay pueblos enteros que, ignorando<strong>el</strong> idioma nacion<strong>al</strong>, no se han puesto aún en contacto siquieracon <strong>el</strong> mundo civilizado, y tienen hoy tanta no'Ción de un gobiernonacion<strong>al</strong> como la tuvieron en <strong>el</strong> siglo XVI de los privilegios de la Corona.y nada, sin embargo, más urgente que la necesidad de esta di~-51


cusión, porque hombres de gobierno, personas llamadas a ejercer influenciaen <strong>el</strong> orden de las ideas políticas, se declaran aún, o porresabios jacobinos, o por democratismo convencion<strong>al</strong>, o por supercheríam<strong>al</strong>évola mantenedores de buena fe d<strong>el</strong> sufragio univers<strong>al</strong>, cuya modificaciónquiere ver como un atentado a los derechos d<strong>el</strong> pueblo.La democracia no tiene peores enemigos que los hombres de lasclases superiores que, cortesanos de los errores d<strong>el</strong> pueblo, adulanlas preocupaciones vulgares que son <strong>el</strong> medio de especulación en aplausoy obediencia. Así la fe r<strong>el</strong>igiosa no tiene más dañoso enemigo que <strong>el</strong>sacerdote sin conciencia que, para asegurar la fe de los adeptos máshumildes, <strong>al</strong>imenta en vez de combatir las preocupaciones más miserablesy predica p<strong>al</strong>abras que no cree, pero que contribuyen a asegurarl<strong>el</strong>a sumisión estúpida que explota.Los verdaderos ciudadanos deben desconfiar de todo hombre públicoque combata y de todo gobierno que objete la restricción d<strong>el</strong>sufragio. La defensa de la univers<strong>al</strong>idad d<strong>el</strong> voto rev<strong>el</strong>a <strong>el</strong> propósitosolapado de excluir a todo <strong>el</strong> pueblo de los intereses públicos.IVLa sucesión en <strong>el</strong> supremo poder ha sido <strong>el</strong> problema capit<strong>al</strong> d<strong>el</strong>a constitución de los pueblos, a contar de los primitivos. Las tribuserrantes, los pueblos nómadas, reconocen como jefe <strong>al</strong> que los guíaen la guerra y se consagra con la victoria; vencidos, se someten <strong>al</strong>mando d<strong>el</strong> jefe vencedor. La sucesión se determina por <strong>el</strong> asesinatod<strong>el</strong> caudillo o por su derrota en la reb<strong>el</strong>ión atrevida de un grupo conspirador,y entonces <strong>el</strong> pueblo tiene por gener<strong>al</strong> y rey <strong>al</strong> asesino o <strong>al</strong>reb<strong>el</strong>de que se impone y a quien se aclama por admiración y miedo, yporque su misma acción rev<strong>el</strong>a que reúne las condir:3ones de v<strong>al</strong>or yfiereza que son las que la horda necesita en su capitán. Cuando <strong>el</strong> jefe<strong>al</strong>canza <strong>el</strong> prestigio bastante para <strong>el</strong>evarse sobre sus tribus hasta hacersever como de especie superior, establece la sucesión hereditaria, que esla primera forma de trasmisión pacífica d<strong>el</strong> poder; <strong>el</strong> reb<strong>el</strong>de, parasuplantarlo, lo mata y acaba también con sus hijos, pero con esto confirmaen <strong>el</strong> sentimiento popular <strong>el</strong> derecho de sucesión, puesto quehace desaparecer a los herederos para establecer su derecho ya secundariode feroz y fuerte.Más tarde se inician las nacion<strong>al</strong>idades y los jefes conquistadoresy prestigiados ligan su autoridad y su derecho <strong>al</strong> mando con <strong>el</strong> principior<strong>el</strong>igioso, que le da un prestigio nuevo y un origen sagrado; lasucesión toma lugar en las leyes d<strong>el</strong> pueblo y comienzan las familiasreinantes; las reb<strong>el</strong>iones no se hacen ya contra un hombre, ni basta la52


desaparición de los descendientes directos; se necesita derrocar a la dinastía.De todas maneras, la constitución de las sociedades políticasha entrado en una nueva etapa que v<strong>al</strong>e un progreso importante: lasucesión es leg<strong>al</strong>; <strong>el</strong> usurpador se acoge a la ley, se ampara con <strong>el</strong> principior<strong>el</strong>igioso y funda en ambas su propia dinastía. La evolución quese opera después con respecto <strong>al</strong> poder re<strong>al</strong> hasta llegar a las limitacionesde las modernas monarquías, no importa para <strong>el</strong> objeto de lasucesión en <strong>el</strong> jefe supremo, que sigue siendo mera y puramente leg<strong>al</strong>,puesto que no obedece sino a las reglas preestablecidas para encontrar<strong>al</strong> titular de la Corona.En la tercera y última etapa, <strong>el</strong> poder supremo se confiere por<strong>el</strong>ección popular y periodo determinado; la ley no da reglas para definira quién toca la sucesión d<strong>el</strong> poder, sino para establecer por quiénesy en qué forma debe designarse <strong>el</strong> sucesor. La sucesión entra en unnuevo periodo que perfecciona <strong>el</strong> <strong>sistema</strong> constitucion<strong>al</strong>, conduciéndoloa obtener las ventajas de la renovación y la firmeza que debe dar <strong>al</strong>jefe d<strong>el</strong> gobierno la opinión pública que lo consagra y ha de sostenerlo.T<strong>al</strong> ha sido, en <strong>el</strong> movimiento gener<strong>al</strong> d<strong>el</strong> mundo, la evoluciónsucesion<strong>al</strong> d<strong>el</strong> poder, y por más que la historia humana cuenta ya muc~ossiglos, las formas de sucesión se reducen esenci<strong>al</strong>mente a las quecaracterizan las tres grandes etapas: la usurpación por la fuerza, ladesignación por la ley, la <strong>el</strong>ección por <strong>el</strong> pueblo.Como sucede con todas las clasificaciones gener<strong>al</strong>es que procedende la observación an<strong>al</strong>ítica de la historia, no es la expuesta uniforme entodas las épocas ni en todos los pueblos d<strong>el</strong> mundo, si ha de buscarseen casos especi<strong>al</strong>es y pretendiendo encontrar <strong>el</strong> tipo puro de cada etapa.Hay en la Antigüedad pueblos de régimen <strong>el</strong>ectivo, pero incompletoy sobre todo pasajero, que se pierde después como para que <strong>el</strong> puebloexcepcion<strong>al</strong> obedezca a la ley necesaria de la evolución progresiva.En los tiempos modernos sucede también con ésta lo que con todaslas grandes clasificaciones: hay hibridación, como la de los idiomasen las fronteras de los pueblos que los hablan distintos; hay matices,como los de los colores en contacto; por último, hay confusiones queextravían <strong>el</strong> criterio de análisis, <strong>entre</strong> las leyes y las prácticas, <strong>entre</strong> losupuesto y lo re<strong>al</strong>izado y <strong>entre</strong> lo accident<strong>al</strong> y lo permanente. La observaciónatenta y sin preocupación descubre siempre los caracteresesenci<strong>al</strong>es de la etapa.En los pueblos latinos de América, que no tienen un de!envolvimientoespontáneo, sino que fueron influidos por otros de historiamás ad<strong>el</strong>antada y se vieron sujetos a una forma de gobierno anóm<strong>al</strong>ano producto de su propia evolución, <strong>el</strong> movimiento de avances sufrióperturbaciones que aún persisten, después de haberlos hecho romperla marcha regular de los pueblos tipos de Europa. Durante los siglos53


d<strong>el</strong> virreinato, no pasaron a la segunda etapa, sino que, anulada sufuerza de crecimiento, permanecieron sin acción evolutiva, y <strong>al</strong> conquistarsu independencia, se encontraron llenos de las ideas más avanzadasde los pueblos transformados; pero f<strong>al</strong>tos d<strong>el</strong> desarrollo armónicoque da fuerza y equilibrio a quien ha ejercitado en las luchas norm<strong>al</strong>esde la natur<strong>al</strong>eza todos los músculos d<strong>el</strong> cuerpo y todas las facultadespsíquicas. De aquí que las naciones latinas d<strong>el</strong> continente tengan leyesde la última etapa y no hayan s<strong>al</strong>ido aún, para la re<strong>al</strong>idad de la sucesiónd<strong>el</strong> gobierno, d<strong>el</strong> periodo de los pueblos primitivos.Apenas si la Argentina, Brasil y Chile, van logrando dar a la trasmisiónd<strong>el</strong> poder un tipo menos ajustado <strong>al</strong> de la primera forma, porqu<strong>el</strong>os cambios debidos a la violencia son en las tres naciones menosfrecuentes. Una modificación brusca, y por lo mismo poco digna deconfianza, ha mostrado en <strong>el</strong> Perú la sucesión legítima de los últimospresidentes, no sin ensayos de revu<strong>el</strong>ta que amenacen <strong>el</strong> orden constitucion<strong>al</strong>.Sólo la pequeña República de Costa Rica, por causas que paranosotros no tiene explicación suficiente, presenta una excepción que nopodría tomarse en cuenta sino estudiando a fondo su historia y <strong>el</strong> procedimientoíntimo de sus prácticas y costumbres políticas.En cuanto a México, está clara y plenamente en la primera etapa.Para no ir hasta <strong>el</strong> embrollo de la época de las revoluciones semanariastomemos la serie de gobiernos de 55 acá: Santa Anna fue arrojadopor la revolución de Ayuda; Comonfort fue derribado por larevolución de Tacubaya; <strong>Juárez</strong>, atacado por la revolución de la Noriaque fracasó; Lerdo de Tejada depuesto por la revolución de Tuxtepec;<strong>el</strong> gener<strong>al</strong> Díaz depuesto por la revoluci6n d<strong>el</strong> Norte. Después de cadarevolución triunfante, es presidente de la República <strong>el</strong> jefe de la reb<strong>el</strong>ión.Mudados los procedimientos por <strong>el</strong> tiempo que ha corrido de laera cristiana, <strong>el</strong> hecho es, en <strong>el</strong> fondo, <strong>el</strong> mismo que ocurría hace másde veinte siglos en las s<strong>el</strong>vas d<strong>el</strong> Norte de Europa. En la sucesión d<strong>el</strong>poder, <strong>el</strong> pueblo no expresa su voluntad para <strong>el</strong>egir un nuevo presidente,sino para deponer <strong>al</strong> que gobierna, y la expresa tomando las armasy batiéndose; una vez obtenida la victoria, la <strong>el</strong>ecci6n es innecesaria,porque no hay más candidato que <strong>el</strong> jefe d<strong>el</strong> movimiento subversivo;en estos casos la <strong>el</strong>ección es libre de coacción física, precisamente porquenadie tiene libertad mor<strong>al</strong>.El hombre que asume en estos casos <strong>el</strong> poder, no porque se lo dan,sino porque lo toma, no llega <strong>al</strong> mando con ideas vivas de democraciani menos las siente como reglas de gobierno. Los vicios de origen trasciendende continuo a la ment<strong>al</strong>idad y a la conducta, por necesidadque parece lógica y que s610 un espíritu más que superior, excepcion<strong>al</strong>,capaz de infringir las leyes de la natur<strong>al</strong>eza humana, puede romper.El que derroca a un presidente y se impone en su lugar, no se sientemandatario ni jefe d<strong>el</strong> gobierno: se siente señor de las leyes y jefe de


6 Barthélemy. LeRole du Pouvoir Executifdans les républiquesmodemes, p. 204.la nación, porque no es natur<strong>al</strong> que sobreponga las teorías jurídicasa la impresión profunda que dejan los hechos de que se cleriva suautoridad. Brota de él espontáneamente la imposición, no tolera obstáculos,le irritan las limitaciones, y como consecuencia va subordinandoa su voluntad todos los <strong>el</strong>ementos que han de intervenir en <strong>el</strong> manejode los negocios públicos, y antes de mucho llega, si no comenzópor <strong>el</strong>la, a una dictadura tanto menos benévola cuanto más resistenciasse le opongan. Viene en seguida la perpetuidad, que es la supremacondición de la fuerza dictatori<strong>al</strong>, y por consiguiente, su necesaria compañía,y con la perpetuidad establecida sin ley la sucesión d<strong>el</strong> poder nopuede operarse sino por la violencia. Henos, pues, en <strong>el</strong> primer periodode la teoría sucesion<strong>al</strong>, condenados a tener por forma de gobierno ladictadura, y por término de cada dictadura una revolución.No pretendemos negar de un modo absoluto los cargos que se hacena nuestra raza y a nuestra educación de ser causa de nuestro estadopolítico deplorable y atrasado; quizá sea cierto que ponemos «en laconquista d<strong>el</strong> poder <strong>el</strong> mismo ardor exento de escrúpulos que los compañerosde Pizarra ponían en la conquista d<strong>el</strong> oro», 6obedeciendo a impulsioneshereditarias; pero hay menos observación y clemencia en condenarnossin atenuación, cuando estamos dentro de leyes históricas aque han obedecido durante largas centurias los viejos pueblos de Europa.Vamos a llegar a la tercera etapa de la evolución sucesion<strong>al</strong> sinhabernos preparado en la segunda; se nos obligó a forzar la ley de desenvolvimientogradu<strong>al</strong>, y la violación de las leyes natur<strong>al</strong>es tienen sancionesinevitables y duras. Todo <strong>el</strong> esfuerzo de los hombres públicos deconciencia patriótica debe consagrarse con le<strong>al</strong>tad y desinterés a ayudar<strong>al</strong> movimiento evolutivo para que se re<strong>al</strong>ice en la práctica, ya que estáoperado en las teorías y en <strong>el</strong> sentimiento público. La perspectiva de laRepública se presenta en este dilema sencillo, y duro: o <strong>el</strong>ección o revolución.VPara impedir la perpetuidad en <strong>el</strong> poder se ha ideado la no re<strong>el</strong>ecciónd<strong>el</strong> presidente de la República, que es más bien un modo de tranquilizara los pueblos <strong>entre</strong>teniéndolos con una esperanza. No hay paraqué recurrir a remedios artifici<strong>al</strong>es cuando hay siempre medios natur<strong>al</strong>espara evitar <strong>el</strong> m<strong>al</strong>; pero sobre todo, si la perpetuidad es sólo unaconsecuencia de la dictadura, y consecuencia forzosa, es inútil querer estorbarlos efectos si se dejan vivas y fecundas las causas. El poder fuerteno admite trabas y tiene que romperlas por una necesidad de su propiaesencia; si la prohibición lo permite, se <strong>el</strong>ude, y si no, se rompe. La no55


e<strong>el</strong>ección llega fat<strong>al</strong>mente a anularse o se burla por la sucesión ficticiaque quizá sea peor, porque es probable que renueve codicias sin evitar <strong>el</strong>cansancio público que <strong>al</strong>imenta las revoluciones.Si se establece la práctica <strong>el</strong>ector<strong>al</strong>, la prohibición no sólo es inútil,sino atentatoria; bajo <strong>el</strong> régimen de presión <strong>el</strong>la no tiene por mira prohibir<strong>al</strong> pueblo que re<strong>el</strong>ija, sino <strong>al</strong> presidente que se haga re<strong>el</strong>egir. Hayque ir directamente <strong>al</strong> origen d<strong>el</strong> m<strong>al</strong> y hacer efectiva la función d<strong>el</strong>pueblo en la sucesión d<strong>el</strong> poder supremo.Para re<strong>al</strong>izar este fin superior, es preciso tener en cuenta que <strong>el</strong>derecho <strong>el</strong>ector<strong>al</strong> es uno solo, aunque se ejerza en las diversas condicionesque asume <strong>el</strong> ciudadano, y que lo mismo se viola cuando se estorb<strong>al</strong>a libertad de designar <strong>al</strong> presidente de la República, que cuando seimpone <strong>el</strong> nombramiento de un regidor municip<strong>al</strong>. Para que <strong>el</strong> ciudadanosienta la posesión d<strong>el</strong> derecho, es indispensable que éste sea siemprerespetado, y para que una <strong>el</strong>ección sea libre, se requiere que en todaslo sea <strong>el</strong> <strong>el</strong>ector, y que <strong>el</strong> ejercicio de su derecho haya llegado a seren él un hábito adquirido en la frecuencia de la práctica constante.La razón capit<strong>al</strong> que hay para considerar de necesidad absolutapara la <strong>el</strong>ección gener<strong>al</strong> de presidente, que los ciudadanos sean libresen las <strong>el</strong>ecciones parci<strong>al</strong>es, es que es absurdo querer que un <strong>el</strong>ector seadigno, libre y viril cada seis años, después de ser humillado cada añoen la <strong>el</strong>ección municip<strong>al</strong>, y cada dos en las <strong>el</strong>ecciones de diputados loc<strong>al</strong>esy feder<strong>al</strong>es; que sea c<strong>el</strong>oso de su derecho cuando acaece la designaciónde presidente, después de haber sido sumiso largo tiempo, o dehaberse retirado con desdén de las ánforas d<strong>el</strong> fraude. Así, la soluciónd<strong>el</strong> problema se complica, porque no basta la buena voluntad d<strong>el</strong> gobiernod<strong>el</strong> centro para <strong>el</strong>evar la situación mor<strong>al</strong> y cívica d<strong>el</strong> <strong>el</strong>ector,sino que es preciso que para <strong>el</strong>lo contribuya la le<strong>al</strong>tad democrática d<strong>el</strong>os gobiernos loc<strong>al</strong>es.Como educación práctica y procedimiento de enseñanza gradu<strong>al</strong>,es evidente que la <strong>el</strong>ección debiera comenzar por ser efectiva en <strong>el</strong> municipio,extenderse después <strong>al</strong> distrito <strong>el</strong>ector<strong>al</strong> d<strong>el</strong> Estado, en seguida<strong>al</strong> distrito para comicios feder<strong>al</strong>es, y por último a las <strong>el</strong>ecciones en queha de resumirse <strong>el</strong> voto gener<strong>al</strong> de la nación. Pero en nuestra historiay en nuestras instituciones todo ha conspirado a impedir la educaciónd<strong>el</strong> pueblo <strong>el</strong>ector, como por d<strong>el</strong>iberado propósito de perversidad y justamenteen nombre de la democracia. Hemos tenido <strong>el</strong> sufragio univers<strong>al</strong>,que destruye todo sentimiento de leg<strong>al</strong>idad y de verdad, <strong>el</strong> votoindirecto, que des<strong>al</strong>ienta a los hombres concientes y desorienta a losque pudieran llegar a serlo, porque no saben <strong>el</strong> objeto de la <strong>el</strong>ección;las constituciones loc<strong>al</strong>es, forzadas a copiar los <strong>sistema</strong>s de la feder<strong>al</strong>, lasiguieron en ambos errores; los gobiernos de Estado, bajo un perpetuo56


égimen de dictadura, han tenido que someterse a la uniformidad qu<strong>el</strong>es impide ensayar nuevas fórmulas y probar libertades.El régimen de libertad <strong>el</strong>ector<strong>al</strong> no es <strong>el</strong> paraíso soñado por losilusos; viene cargado de sus propios inconvenientes y tiene que produciren sus comienzos, no sólo agitaciones, violencias e inquietudes, sino losfrutos consiguientes a los primeros ensayos; pero todo hay que sufrirlosin exasperación y sin impaciencia. Los intereses conservadores de lasociedad tenderán a establecer <strong>el</strong> poder person<strong>al</strong> que asegura de pronto<strong>el</strong> orden, y sólo cuando la persistencia d<strong>el</strong> <strong>sistema</strong> libre los persuada deque es inútil combatirlo, se consagrarán a hacerlo propicio para <strong>el</strong> bien;entonces tomarán la parte princip<strong>al</strong> en la lucha, con sus poderosos <strong>el</strong>ementos,como sucede en todos los países cultos y habituados a la vidademocrática, y sólo cuando <strong>el</strong>los equilibren las fuerzas puestas en acción,entrará la República en la vida regular de los pueblos libres.57


RALPH RüEDER*LA PETICION DE LOS 51L as <strong>el</strong>ecciones presidenci<strong>al</strong>es plantearon un problema que <strong>el</strong> triunfode <strong>Juárez</strong> dejaba sin resolución. A pesar de la plur<strong>al</strong>idad indisputablecon que <strong>el</strong> país --<strong>el</strong> país quieto e inarticulado a diferencia de la agitaciónsuperfici<strong>al</strong> fomentada por los círculos políticos y la prensa partidaristade la capit<strong>al</strong>- se declaró en favor de <strong>Juárez</strong>, la decisión no fuerecibida sin impugnación d<strong>el</strong> candidato derrotado; sus adictos hicieronuna distinción sutil <strong>entre</strong> <strong>el</strong> <strong>el</strong>egido y <strong>el</strong> predilecto d<strong>el</strong> pueblo, y parainv<strong>al</strong>idar <strong>el</strong> voto se dedicaron a minar la confianza en <strong>el</strong> veredicto. Comoprimer paso, se aseguraron la sucesión. El <strong>Congreso</strong> nombró a GonzálezOrtega, presidente interino de la Suprema Corte. La <strong>el</strong>evación de unmilitar <strong>al</strong> tribun<strong>al</strong> y de un candidato derrotado a una posición que llevab<strong>al</strong>a sucesión a la presidencia en <strong>el</strong> caso de una emergencia, era unamaniobra cuya intención, ya suficientemente evidente, estaba subrayadapor su irregularidad, siendo la <strong>el</strong>ección d<strong>el</strong> presidente de la SupremaCorte una prerrogativa no d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, sino d<strong>el</strong> pueblo votante;pero la infracción constitucion<strong>al</strong> pasó sin resistencia visible. «El señor<strong>Juárez</strong> puso en juego todo su poder para contrariar mi nombramiento,escribió Ortega a su esposa, porque está vacilando en la silla presidenci<strong>al</strong>y teme caer con mi ascenso a la Corte de Justicia. Yo no le hehecho oposición <strong>al</strong>guna y desprecio las ruindades d<strong>el</strong> gobierno, que estádesprestigiado hasta lo sumo». El marido se descubría con su esposa,y <strong>entre</strong> casados nada era más natur<strong>al</strong>; pero no supo observar la mismadiscreción con <strong>el</strong> público. Nombrado en vísperas de s<strong>al</strong>ir a la campañaen contra de Márquez, González Ortega regresó a la capit<strong>al</strong> en agostocon los laur<strong>el</strong>es de un nuevo triunfo militar, más prestigiado, más popularque nunca; y <strong>al</strong> tomar posesión de la presidencia d<strong>el</strong> tribun<strong>al</strong> supremo,pronunció un discurso notable por su dudoso tacto político.Reconociendo su f<strong>al</strong>ta de preparación profesion<strong>al</strong> para ocupar <strong>el</strong> puesto,y <strong>al</strong>udiendo a las interpretaciones infundadas que pudiera provocar sunombramiento <strong>al</strong> tribun<strong>al</strong>, <strong>el</strong> flamante magistrado declaró que, si <strong>al</strong>gunavez su posición resultara incómoda para <strong>el</strong> señor presidente de la• R<strong>al</strong>ph Roeder. ]uárez y su México. MExico, [Secretaria de Hacienda] t. 1, pp.465.472, t. u, pp. 465-474, 475-479.59


República, renunciaría desde luego. «Prever semejante antagonismo esreconocer que ya existe», comentó un periódico. Pero si su propia discreciónera dudosa, sus adictos, carecían por completo de tacto. En losprimeros días de septiembre, la oposición en <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> presentó <strong>al</strong>presidente de la República una petición, firmada por cincuenta y undiputados, solicitando su renuncia.La petición era, en efecto, un pronunciamiento leg<strong>al</strong>, un motínparlamentario que impugnaba <strong>el</strong> voto mayoritario, y que fue concertadaen un periodo de emergencia creciente que aumentaba su gravedad; yque no era menos subversiva por ser la presión mor<strong>al</strong> <strong>el</strong> arma empleada.La iniciativa estaba destinada a desacreditar <strong>al</strong> presidente ante la opiniónpública, y más p<strong>el</strong>igrosamente <strong>al</strong>lll, ante la suya propia. Los peticionariosdisputaron su derecho <strong>al</strong> poder y su capacidad comprobadacon las mismas imputaciones de incompetencia e inercia que sirvieronpara combatir su <strong>el</strong>ección, y lanzaron <strong>el</strong> ataque en vísperas de unainvasión internacion<strong>al</strong>, que exigía la dirección más firme e indisputablepara armar la resistencia. «El hecho es que <strong>el</strong> actu<strong>al</strong> presidente d<strong>el</strong>a República, a quien nos dirigimos», declaró la oposición,


cuyas virtudes privadas soy <strong>el</strong> primero en acatar, siente y ama las ideasdemocráticas; pero creo que no las comprende, y lo creo porque nomanifiesta esa acción vigorosa, continua, enérgica que demandan unascircunstancias t<strong>al</strong>es como las que atravesamos... Se necesita otro nombreen <strong>el</strong> poder. El presidente haría <strong>el</strong> más grande de los servicios asu patria, retirándose, puesto que es un obstáculo para la marcha de lademocracia. .. Querer permanecer en un puesto para ser una gran decepcióncontipua, es perder <strong>al</strong> país, llevando <strong>el</strong> principio leg<strong>al</strong> hasta <strong>el</strong>sofisma; retirarse para que sea f<strong>el</strong>iz, eso es ser patriota».Entre esa juventud radic<strong>al</strong> brotaba una doctrina que oponía <strong>el</strong>espíritu libre y creador de la revolución a la leg<strong>al</strong>idad par<strong>al</strong>izante en lacu<strong>al</strong> quedaba inmovilizado: t<strong>al</strong> era la significación profunda de uncargo que traducía en términos ideológicos la insurrección person<strong>al</strong> contraun funcionario cuyo credo, cuyo carácter y cuya conducta se habíancodificado. «j La letra de la ley mata !», era <strong>el</strong> texto tocado una y otravez por los reb<strong>el</strong>des; y a pesar de la manipulación partidarista, representabaun grito de angustia sincera, norm<strong>al</strong> en toda revolución en p<strong>el</strong>igrode detención por dentro y de derrota por fuera. La protesta erainstintiva; revu<strong>el</strong>ta frenética contra problemas insolubles, confusión dehombres y condiciones, búsqueda ciega de una panacea person<strong>al</strong>, inspiradapor <strong>el</strong> pánico apremiante de los días críticos, los reb<strong>el</strong>des clamabanpor un autócrata porque se creían perdidos por un burócrata.La opinión pública respondió <strong>al</strong> reto. El ataque fracasó. Contestandoa la petición de los 51, cincuenta y dos diputados redactaron unadeclaración en apoyo d<strong>el</strong> presidente; pero <strong>el</strong> margen escaso era sintomáticode su inseguridad. La prensa se solidarizó con <strong>el</strong> presidente,en defensa de la leg<strong>al</strong>idad; pero subordinando la defensa person<strong>al</strong> <strong>al</strong>principio que representaba, y aunque la defensa no carecía de c<strong>al</strong>or,<strong>el</strong> cargo fundament<strong>al</strong> fue concedido por <strong>al</strong>gunos de sus más le<strong>al</strong>es apologistas.«El ciudadano Benito <strong>Juárez</strong> no es a propósito para gobernar.Esto se ha dicho mucho tiempo y nosotros convenimos en <strong>el</strong>lo. El ciudadanoBenito J uárez es hombre de buena fe y principios firmes, demócrata,firme en sus resoluciones, honrado, de exquisito sentido, y amademasiado a su patria». Pero muy deficiente en dotes políticas. Accediendo,empero, a la demanda de los,51, «la anarquía sería <strong>el</strong> frutode un paso tan f<strong>al</strong>so como m<strong>al</strong> meditado, y la debilidad en estos momentosd<strong>el</strong> C. J uárez sería un crimen imperdonable». Lo <strong>al</strong>evoso de lapetición era, precisamente, la ap<strong>el</strong>ación ad hominem. «T<strong>al</strong> vez la partemás diestramente tejida de t<strong>al</strong> documento es la ap<strong>el</strong>ación a los sentimientospatriotas d<strong>el</strong> ciudadano presidente; pero en t<strong>al</strong> manera decolocar la cuestión no hay generosidad, ni justicia, ni conveniencia pública.Pretender que un hombre, por firme que sea, comprenda que es<strong>el</strong> obstáculo para la f<strong>el</strong>icidad de todo un pueblo por quien ha expuesto61


como <strong>el</strong> señor <strong>Juárez</strong> tantas veces su vida, es pretender que se despojede toda libertad en la suprema d<strong>el</strong>iberación que se le impone». La mismaproposición le habían hecho los ingleses durante la guerra civil; y«no hay justicia en tratar así a un ciudadano tan eminente, cuya vidapública es sin tacha y a quien debemos en gran parte <strong>el</strong> no h<strong>al</strong>larnossubyugados por Zuloaga, Miram6n y Márquez. Nosotros lo hemos vistoen los momentos supremos, que de seguro no han probado los que le impugnan;y ese magistrado cuyo estoicismo nada puede igu<strong>al</strong>ar, se haconmovido únicamente, no de su propio p<strong>el</strong>igro, sino d<strong>el</strong> que corríansus compañeros y ha propuesto, estando preso en Guad<strong>al</strong>ajara con otros28 servidores de la causa liber<strong>al</strong>, que se <strong>entre</strong>gase su persona a los reb<strong>el</strong>des,sacando por única garantía la libertad de los demás». Pero másque una vileza, la petición de los reb<strong>el</strong>des era un contrasentido. «Noes conveniente <strong>al</strong> bien público la separación de un hombre que, comopocos, es <strong>el</strong> tipo perfecto de lo que quiere la Constitución en <strong>el</strong> person<strong>al</strong>d<strong>el</strong> Ejecutivo; no hombres de laboriosa iniciativa, dispuestos par<strong>al</strong>as luchas, sino ejecutores de leyes, dispuestos como lo ha sido siempre<strong>el</strong> señor J uárez, a recibir la inspiración de la <strong>Cámara</strong>, de la cu<strong>al</strong> hasacado sus ministros desde que se inst<strong>al</strong>ó». La identificación absolutad<strong>el</strong> hombre con <strong>el</strong> <strong>sistema</strong> planteaba la cuestión fundament<strong>al</strong> por resolver:a saber, la compatibilidad d<strong>el</strong> procedimiento democrático con<strong>el</strong> progreso revolucionario: un <strong>sistema</strong> estaba a prueba en su persona,y la fusión fisiol6gica d<strong>el</strong> hombre con sus funciones políticas constituíaun hecho soci<strong>al</strong>, un dato científico, una simbiosis tan orgánica que resultabaimposible separar <strong>al</strong> uno d<strong>el</strong> otro. Emergiendo gradu<strong>al</strong>mentede la controversia apasionada en la capít<strong>al</strong>, donde estaba oscurecidopor las controversias d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> y de la prensa, <strong>el</strong> problema se perfilabaclaramente a distancia, y <strong>el</strong> lector de un periódico de provinci<strong>al</strong>o presentó en los términos más sencillos y sensatos.62«El ciudadano <strong>Juárez</strong> es <strong>el</strong> hombre mod<strong>el</strong>o para ejecutar las leyes. Dénseéstas y si no las ejecuta, entonces representen, pero no lastimen sin causa lad<strong>el</strong>icadeza d<strong>el</strong> virtuoso ciudadano. Sensación profunda ha causado en <strong>el</strong> ánimode todos un fenómeno hasta ahora desconocido en <strong>el</strong> gran catálogo de nuestrasaberraciones: la petición de los 51». Y an<strong>al</strong>izándolo punto por punto; «suponiendo--dijo- que la renuncia hubiese sido hecha y admitida, y que <strong>el</strong> C.González Ortega, como presidente de la Suprema Corte, se encargase d<strong>el</strong>supremo gobierno; supongamos también que este ciudadano superase <strong>al</strong> C.<strong>Juárez</strong> en virtudes cívicas y mor<strong>al</strong>es; que tuviese más abnegación, más energía,más conocimiento en política, mayor prestigio en <strong>el</strong> cuerpo diplomático,más circunspección, ¿podrían ser útiles todas estas prendas recomendablespara <strong>el</strong> país durante <strong>el</strong> interregno? Sin duda <strong>al</strong>guna, no. Porque se le encerraríaen un círculo de las mismas personas y dificultades con que se haninutilizado las grandes cu<strong>al</strong>idades d<strong>el</strong> C. <strong>Juárez</strong>. Chocaría con <strong>el</strong> sentidocomún querer suponer que <strong>el</strong> señor <strong>Juárez</strong> no está <strong>al</strong> tanto de todos los


m<strong>al</strong>es que afligen a la nación y sería la mayor injusticia creer que no tuviera<strong>el</strong> deseo de remediarlo. Si no los remedia, es porque ni él ni ningún mort<strong>al</strong>en sus circunstancias es capaz de hacerlo. Sería en extre'mo interesante tenerun diario de todo lo que él dice y lo que le dicen y le piden, entonces sabría<strong>el</strong> mundo 10 que hay de verdad y le haría justicia. Así es que llegará <strong>el</strong> tiempocn que su mayor gloria consistirá en lo que ha dejado de hacer y en haber hecholo que ahora no se quiere que haga. Se necesita, sin disputa, mayor energíade carácter y más v<strong>al</strong>or civil para mantenerse en la vida leg<strong>al</strong> que parausar de las facultades extraordinarias y para atrop<strong>el</strong>lar y barrenar las leye's,que será lo que se entiende por tacto político. Ese tacto político lo han tenidoSanta Anna y Comonfort y todos los gobiernos de la República, y por élnos vemos en <strong>el</strong> estado en que estamos. La grandeza de <strong>Juárez</strong> consistecab<strong>al</strong>mente en la f<strong>al</strong>ta de ese tacto político, en ese sublime ejemplo de leg<strong>al</strong>idadque nos da». Y la última p<strong>al</strong>abra de la polémica fue también d<strong>el</strong>mismo observador <strong>al</strong>ejado y nada ofuscado: «El señor <strong>Juárez</strong> ha de ser <strong>el</strong>chivo expiatorio sobre quien se cargan los pecados sin número de todos, yde los que él es enteranlente inocente y <strong>el</strong> único inocente».Anticipando las protestas, los 51 ap<strong>el</strong>aron directamente a los gobernadorescon una carta circular, solicitando su apoyo, pero los Estadosreaccionaron en <strong>el</strong> mismo sentido que la capit<strong>al</strong>; con tres o cuatroexcepciones, los gobernadores se solidarizaron con <strong>el</strong> presidente, declarándoseresu<strong>el</strong>tos a desconocer a todo poder que no emanara d<strong>el</strong> ordenleg<strong>al</strong>; y en ninguna entidad encontró <strong>el</strong> atentado constitucion<strong>al</strong> másfirme oposición que en <strong>el</strong> Estado nat<strong>al</strong> de González Ortega. En <strong>el</strong> cursode la controversia se procuró desasociar <strong>al</strong> héroe de la polémica, y después,sus adictos y sus contrarios convinieron en exonerarlo, en unaconspiración tácita y patriótica. Sus contrarios eran, quizá, sus mejoresapologistas; pronunciaron su nombre sólo para aplaudir su probidad yseñ<strong>al</strong>ar cuán poco provecho habría en comprometer su gloria. «Su époc<strong>al</strong>legará -decía uno- pero jamás con intrigas de gabinete. Estamosseguros de que no ha tenido ninguna parte en cuantas se forman en sufavor, que agradece pero no acepta». No todos sus contrarios, empero,manifestaron un tacto tan llamativo. «j Qué heroísmo, qué grandeza de<strong>al</strong>ma, <strong>el</strong> no haber sido traidor! --comentó otro. i Nos pasmamos de tantavirtud, de tanta abnegación, de tanta fid<strong>el</strong>idad! Pero ¿saben los 51diputados peticionarios por qué <strong>el</strong> soldado victorioso <strong>entre</strong>gó <strong>el</strong> puesto<strong>al</strong> depositario supremo de la nación? ¿ Saben si esto fue un acto espontáneode su voluntad o si fue una necesidad inevitable? Si por la primeravez en la historia de nuestro país <strong>el</strong> soldado victorioso acató la leyy no se colocó en <strong>el</strong> poder supremo, es porque la ilustración ha hechoconocer que <strong>el</strong> ganar una bat<strong>al</strong>la no es título suficiente para gobernar,sino que, conquistando <strong>el</strong> principio de que <strong>el</strong> pueblo es <strong>el</strong> único soberano,debe gobernarlo <strong>el</strong> que <strong>el</strong> pueblo nombre». Por su parte, Gonzá-63


lez Ortega mantuvo un silencio irreprochable, y lo mismo hizo <strong>el</strong> otroprotagonista de la disputa.El presidente rechaz6 la petici6n, como un incidente regular de lavida política, <strong>al</strong> parecer sin concederle mayor importancia. Ni siquieraen su diario -en aqu<strong>el</strong> diario que se suponía lleno de rev<strong>el</strong>aciones d<strong>el</strong>a verdad íntima, t<strong>al</strong> y como s6lo ·élla conoCÍa- lo crey6 digno de recordar.Sea que la omisi6n fuera una abstención sensible o sensata, nadarev<strong>el</strong>aba a la saz6n la impresi6n que le dej6 la discusi6n pública de susméritos y deficiencias; pero para un hombre cuyos méritos reconocidoscomprendieron un sentido exquisito, la experiencia no pudo menos deser una de las ord<strong>al</strong>ias más dura de su vida pública. Sus capacidadesnegadas, sus limitaciones denunciadas, lo más íntimo de su ser exhibidoy nulificado, no se le escatim6 mortificación <strong>al</strong>guna para expulsarlode su puesto y perderlo en su propio concepto; pero a t<strong>al</strong>es humillacionesya estaba curtido por herencia y sufri6 la prueba sin manifestar laherida. En <strong>el</strong> fondo, la vivisecci6n psico16gica a la que fue sometidoera una prueba de sangre. Durante la campaña <strong>el</strong>ector<strong>al</strong> se verificaronvarios intentos de explotar los prejuicios de raza y de identificar susdeficiencias con las características de un pueblo apático, fat<strong>al</strong>ista e inferior.T<strong>al</strong>es imputaciones provocaron protestas en la prensa: <strong>el</strong> racismoera tabú en México, y por ser propio d<strong>el</strong> extranjero, era de tanm<strong>al</strong>a ley que se denunciaron desde luego los golpes en f<strong>al</strong>so. Entre otrasprotestas s<strong>al</strong>i6 la declaraci6n de un colegio de indígenas que aprovechóla ocasi6n para ens<strong>al</strong>zar la figura de J uárez y expresar <strong>el</strong> orgullo queexperimentaba la raza c<strong>al</strong>lada <strong>al</strong> saber que «por primera vez desde nuestraemancipación de España la mayoría de los moradores de México,compuesta de sus auténticos natur<strong>al</strong>es, vean que nuestros destinos seránregidos por uno de sus hermanos de sangre; que México será representadoante los ojos de los demás Estados t<strong>al</strong> y como está en verdad;porque <strong>Juárez</strong> es su misma encamaci6n, porque <strong>Juárez</strong> representa susvirtudes por su modestia, su afán de progresar por las leyes progresistasque ha expedido, y su amor <strong>al</strong> terruño por su patriotismo preeminente».Su propio pueblo, por lo menos, no ignoraba quién era <strong>Juárez</strong>, ya todos los otros motivos, públicos y privados, que tenía para conservarsu posición, vino a sumarse la obligaci6n de vindicar la reputación desu raza y de corresponder a la fe que <strong>el</strong> indio tenía depositada en él.El golpe a la confianza en sí mismo, que era lo más artero de la maniobrade los 51, quedó embotado <strong>al</strong> chocar con la roca de su cometidosecular. Pero una responsabilidad mucho más profunda que la cosanguinidadle obligaba a defender su derecho <strong>al</strong> poder. Para <strong>el</strong> presidentede México su raza no podí.-a ser su pueblo; su patriotismo personificab<strong>al</strong>a nación entera, y <strong>el</strong> fracaso en aqu<strong>el</strong> momento le estaba vedado poruna lucha que sólo a medias se había ganado. Confiaba como siempreen <strong>el</strong> tiempo, que todo lo vence, pero como siempre los tiempos corñen-64


tes le eran contrarios, y los pronósticos corrían a razón de cincuentacontra uno que marchaba a la derrota, porque <strong>el</strong> ataque no era ningúnincidente regular de la vida política. Era la culminación d<strong>el</strong> terror latenteen <strong>el</strong> año d<strong>el</strong> cometa. El epigeo provocó <strong>el</strong> pánico, y por insignificanteque fuera la agitación, <strong>el</strong> efecto era funesto, porque fomentab<strong>al</strong>a desmor<strong>al</strong>ización en los momentos mismos en que la nación, <strong>el</strong> partidoy <strong>el</strong> hombre necesitaban la confianza más recia e inquebrantablepara hacer frente a la prueba inminente. El margen precario d<strong>el</strong> apoyopúblico no bastaba para inmunizar <strong>al</strong> mandatario impugnado y disiparla duda de sí mismo d<strong>el</strong> hombre humillado; nadie sino él era capaz d<strong>el</strong>ograrlo; y él era <strong>el</strong> uno contra cincuenta que hizo inclinar <strong>el</strong> fi<strong>el</strong>de la b<strong>al</strong>anza vacilante y enderezar a la nación entera. Apremiado arev<strong>el</strong>ar lo más recóndito de su ser, y a ser supremamente <strong>el</strong> mismo, <strong>el</strong>indio manifestó <strong>el</strong> temple de su raza desechando <strong>el</strong> ataque en silencio,pasando la prueba con paciencia y sufriendo la sangría con serenidad.Conjurada la crisis, nadie sabía lo que le había costado, pero nadieignoraba que las disensiones internas d<strong>el</strong> partido se vencieron gracias <strong>al</strong>a voluntad firme d<strong>el</strong> hombre que representaba a la nación, y dondemayor era <strong>el</strong> p<strong>el</strong>igro --dentro de sí mismo y con sólo sus propios recursosinternos.Disipada la agitación, Zarco se apresuró a minimizar la importanciad<strong>el</strong> revu<strong>el</strong>o y a f<strong>el</strong>icitar <strong>al</strong> partido por la disciplina manifestada.«Esta c<strong>al</strong>ma, después de tanto empeño para producir agitación, esta publicidady este choque de las opiniones más divergentes, la dignidadcon que ha procedido <strong>el</strong> Ejecutivo y la misma polémica que ha estadososteniendo la oposición, nos parecen síntomas de buen augurio y unaclara demostración de que en México van echando raíces las institucionesdemocráticas y las costumbres republicanas». La leg<strong>al</strong>idad, lejosde inmovilizar <strong>el</strong> movimiento y dejarlo atrófico, le había servido deabrazadera, ciñendo sus miembros y asegurando la consolidación de susmúsculos para <strong>el</strong> día de prueba. Al llegar <strong>el</strong> día crítico y materi<strong>al</strong>izars<strong>el</strong>a intervenci6n extranjera, <strong>el</strong> presidente y <strong>el</strong> partido estabanaparentemente unidos. La manifestación de los 51 había tenido comoresultado, la comprensión sobria y gener<strong>al</strong> de que <strong>Juárez</strong> era una institución,y por lo tanto, inviolable. Por <strong>al</strong>eatorias que fuesen sus otrasconquistas, la revolución había logrado, por lo menos, la fusión --o laconfusión- de sus militantes, y la solidaridad <strong>al</strong>canzada era <strong>el</strong> tributomás patente a la capacidad d<strong>el</strong> caudillo constitucion<strong>al</strong>. Su carácter imperson<strong>al</strong>,su abnegación ejemplar, la conciencia colectiva que inspirabasu conducta, la identificación absoluta con sus funciones que demostrabasu idoneidad para <strong>el</strong> oficio y que facilitaba <strong>el</strong> funcionamientode una democracia, constituían un foco y una fuerza cohesiva que obligabana todos a conformarse con un criterio que nadie podía desconocer,so pena de perder casta y sacrificar todo lo que, como revolu-65


cionario, daba razón a su vida y mérito a su muerte. La inspiraciónr<strong>el</strong>igiosa de la revolución quedó a s<strong>al</strong>vo; y la presencia d<strong>el</strong> presidentese apreciaba cuando la única defensa con que contaba la nación, frentea una invasión que amenazaba con arrebatarle todas sus otras ganancias,era la fuerza mor<strong>al</strong> de un solo haz de voluntades.JUAREZ y LA OPOSICION1Lincoln f<strong>al</strong>leció a tiempo; J uárez sobrevivió a su misión y <strong>el</strong> tiempofue su asesino. La revivificación de su gloria, por luminosa que fuera,resultó breve y fugaz rayos de gloria reflejados de otros mundos, <strong>el</strong>ocaso de un día que tocaba a su término, <strong>el</strong> resplandor vespertino iluminando<strong>el</strong> cúmulo negro d<strong>el</strong> pasado con los últimos c<strong>el</strong>ajes de unavisión vanagloriosa pero crepuscular; pues, <strong>el</strong> día había de terminar,después de todo, en una cerrazón ominosa.El día siguiente despuntó sombrío. A principios d<strong>el</strong> año 1871, <strong>Juárez</strong>perdió a su esposa. La muerte, que casi <strong>al</strong>canzó <strong>al</strong> presidente nuevemeses antes, le hirió muy de cerca la segunda vez; pues, la suya fue unaunión tan íntima que a conocimiento de todo <strong>el</strong> mundo, y <strong>al</strong> decir de laprensa, <strong>el</strong> presidente había perdido la mejor parte de su propio ser.El mundo prodigó a la desaparecida los honores correspondientes. Losobituarios rindieron tributo a la compañera ejemplar y ens<strong>al</strong>zaron <strong>al</strong>a esposa, la madre, la patriota le<strong>al</strong> que compartió su vida pública yprivada con abnegación constante; conmemorándola como <strong>el</strong> paradigmade la mujer mexicana, dotada de la dignidad y de la modestia propiasde la buena crianza, pasando los días adversos y prósperos conigu<strong>al</strong> serenidad, <strong>al</strong>ejada de los negocios públicos, rehuyendo las intrigasp<strong>al</strong>aciegas, tan res<strong>el</strong>Vada que apenas si conociera a los ministros,tan recatada que muchos de sus admiradores no la conocieron de vista,pero siempre accesible a los menesterosos y socorriendo sus necesidadescon discreta caridad, y acompañando a su marido con una vida tanreticente que su presencia pasó desapercibida y sólo <strong>al</strong> morir se le echóde menos para siempre. T<strong>al</strong> fue su c<strong>el</strong>ebridad y t<strong>al</strong>, la norma tradicion<strong>al</strong>de una primera dama de la República. Pero <strong>el</strong> idilio doméstico norepresentaba más que un lado de la med<strong>al</strong>la, y t<strong>al</strong>es atributos rev<strong>el</strong>abansólo una mitad de la verdad. Durante su permanencia en los Estados66


Unidos Doña Margarita se había granjeado <strong>el</strong> respeto y la admiraciónde Seward y Johnson; ambos la recibieron en Washington con miramientosofici<strong>al</strong>es en los días aciagos en que sus atenciones contaban políticamente,y Seward, asociándole con su marido en la hora d<strong>el</strong> triunfo,puso a su disposición un navío de guerra americano para solemnizarsu regreso <strong>al</strong> país, que <strong>el</strong>la supo representar con v<strong>al</strong>or y decoro muy mexicanosen los días de privaciones y penas pasadas en tierra ajena. Nohabía reverso de la med<strong>al</strong>la: la figura era idéntica por ambos lados,en <strong>al</strong>to y en bajorr<strong>el</strong>ieve. El único enterado de la verdad entera fue suesposo, que conoció la paz inapreciable de la comprensión mutua, d<strong>el</strong>a confianza e identidad que le dieron ánimo y fuerza para su tareadurante veintiocho años, sin f<strong>al</strong>tarle un solo día. <strong>Juárez</strong> llevaba veinteaños más que <strong>el</strong>la y la llamaba cariñosamente la viejecita, a pesar d<strong>el</strong>a disparidad de edad que mediaba <strong>entre</strong> <strong>el</strong>los, porque la separaciónenvejecía a los dos por igu<strong>al</strong>; y <strong>al</strong> separarse de <strong>el</strong>la para siempre, <strong>el</strong>viudo entraba ya en <strong>el</strong> invierno de la vida. La muerte de la bienamad<strong>al</strong>e prestó su último servicio supremo: todo <strong>el</strong> mundo se descubrió ante <strong>el</strong>presidente afligido. Vulnerables <strong>al</strong> sentimiento, los mexicanos respondieronunánimemente con una manifestación espontánea de simpatíapopular, y las hostilidades políticas se suspendieron por común acuerdo.La prensa sin excepción, y la prensa oposicionista más sinceramente, lamentóla pena d<strong>el</strong> presidente, porque se le vio muy destrozado por <strong>el</strong>du<strong>el</strong>o. Se notó que, <strong>al</strong> llegar la hora de las pompas fúnebres, aunqueaparentaba su acostumbrada fort<strong>al</strong>eza y quiso acostar <strong>el</strong> cadáver en <strong>el</strong>féretro con sus propias manos, no pudo dominar su dolor, y volviendoa tientas a la antes<strong>al</strong>a, se dejó caer, agobiado, en un sofá. Se notó también,como seña de la tregua política, que dos cabecillas de las recientesrevu<strong>el</strong>tas, Migu<strong>el</strong> Negrete y <strong>el</strong> pobre Aur<strong>el</strong>iano Rivera, ambos indultadospor <strong>el</strong> presidente, montaron la guardia fúnebre y que uno de<strong>el</strong>los, práctico d<strong>el</strong> oficio, s<strong>al</strong>dó <strong>el</strong> féretro. T<strong>al</strong>es síntomas eran <strong>el</strong>ocuentes;y <strong>el</strong>ocuente asimismo fue la multitud que llenaba las c<strong>al</strong>les parademostrar que <strong>el</strong> corazón d<strong>el</strong> pueblo latía todavía con <strong>el</strong> suyo, y queacompañó <strong>al</strong> cortejo hasta <strong>el</strong> panteón en que <strong>el</strong>la debía descansar conlos héroes de la nación, en espera de su llegada.Pero la presencia de la multitud no llenaba <strong>el</strong> lugar de la única.La tregua política fue corta.El periodo presidenci<strong>al</strong> expiraba en 1871 y <strong>el</strong> año se inició ominosamente.El viudo, <strong>al</strong> que <strong>el</strong> mundo compadecía, se veía reducido ahoraa los pobres consu<strong>el</strong>os d<strong>el</strong> poder y no parecía dispuesto a abandonar laotra existencia con la que había convivido durante trece años. Por <strong>el</strong>contrario, se postuló una vez más para la re<strong>el</strong>ecci6n. La noticia provocóun clamor de protestas en la prensa, y la oposición recapituló todos losmotivos consabidos para imponerle un <strong>al</strong>to sonoro. Se censuraba a lare<strong>el</strong>ección en principio, por ser una infracción de la fe republicana y67


una violación d<strong>el</strong> espíritu, si no de la letra, de la Constitución. En teoría,se denunció la re<strong>el</strong>ección como un abuso d<strong>el</strong> precepto tácito, indispensablepara <strong>el</strong> desarrollo de la democracia; y en la práctica, como laperpetuación p<strong>el</strong>igrosa en <strong>el</strong> poder de una persona propensa a creerseinsustituible e indispensable <strong>al</strong> bienestar de la nación. Para una generacióndoctrinaria, que había consagrado sus dogmas con su sangre,los principios suscitaban una <strong>al</strong>aITIla profunda y sincera, que se hizosentir ya en 1867 y que fue sofocada por respeto a su reputación, peroque se manifestaba ahora sin consideración por su persona. Se le recordabaque en los trece años en que había ejercido <strong>el</strong> poder una nuevageneración había surgido a la vida política: que 1858 y 1871 eran épocasdistintas con distintos problemas que necesitaban de nuevoS' hombrespara su resolución; y que ningún hombre, por grandes que fuesensus méritos, estaba a propósito para todas las situaciones. Se le había<strong>el</strong>egido en 1861, según los an<strong>al</strong>istas, no en recompensa de sus labores,sino en atención a la debilidad de la RefoITIla, que necesitaba de unexponente intransigente <strong>al</strong> frente d<strong>el</strong> gobierno; se le había re<strong>el</strong>egido en1867, no en premio de sus servicios, aunque se les apreciaba en su debidov<strong>al</strong>or, sino porque la dignidad de la República exigía una reprensióna los bandidos derrotados; todos estos motivos habían dejado de existir,y ningún motivo de interés público justificaba su re<strong>el</strong>ección en 1871.¿Qué motivo podía <strong>al</strong>egarse, pues, sino su ambición person<strong>al</strong>? ¿Quétítulo podía exhibir <strong>el</strong> candidato para un cuarto periodo? Cuatro añosde paz; pero una paz de estancamiento, fecunda en esplín, en abatimientoy en desórdenes recurrentes, en tanto que <strong>el</strong> país presentaba <strong>el</strong>espectáculo paradójico de le<strong>al</strong>tad a un gobierno en que andaba perdiendoconfianza. ¿Qué apoyo podía invocar sino <strong>el</strong> resp<strong>al</strong>do de unaburocracia ven<strong>al</strong>, resu<strong>el</strong>ta a defender sus puestos sin que les importara<strong>el</strong> costo <strong>al</strong> país? Repetir, reincidir (se le amonestaba) sería provocarla revolución latente, levantar <strong>el</strong> brazo justiciero de todo pueblo oprimido(<strong>el</strong> mismo brazo que acabó con Santa Anna, Miramón, Maximiliano,y <strong>al</strong>lende los mares, con Napoleón). Se pronosticaron <strong>el</strong>eccionesapoc<strong>al</strong>ípticas; <strong>el</strong> clamoreo era fuerte y no quedó limitado a las filas d<strong>el</strong>a oposición. El Siglo se sumó <strong>al</strong> coro. Zarco acababa de morir (otrapérdida sensible para <strong>el</strong> presidente) pero dejando en su lugar un grupode discípulos bien enseñados en sanidad y adiestrados para descifrarlos augurios con exactitud exegética. Los consejeros más ponderados, losamigos más sinceros d<strong>el</strong> presidente, le encarecieron a que repensara <strong>el</strong>paso, que consultara su corazón, que apreciara sus verdaderos interesesy que manifestara su geni<strong>al</strong> prudencia antes de provocar a la Providencia.De s<strong>al</strong>ir re<strong>el</strong>ecto, provocaría indefectiblemente la acusación de fraude;pero les pareció segura su derrota,


patriotismo, para no confundirse después de una derrota vergonzosa conlos ambiciosos vulgares. Nosotros queremos que <strong>el</strong> señor <strong>Juárez</strong> se sostengasiempre a la <strong>al</strong>tura en que se ha colocado; deseamos que le prestea su patria <strong>el</strong> último y más esclarecido servicio, retirándose de unpuesto que ha ocupado con honor, dejando a sus sucesores un ejemplodigno de imitarse, un recuerdo de abnegación republicana que es loque más necesita nuestro país, minado y corrompido por aspiracionesbastartadas; queremos, en suma, verlo colocado <strong>entre</strong> las heroicas figurasde Washington y Bolívar, de esos dos gloriosos libertadores de América.i Qué diga como Bolívar <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> de Venezu<strong>el</strong>a: legisladores,empezad vuestras funciones, yo he terminado las mías, y la posteridady la patria agradecida colocarán su nombre en <strong>el</strong> templo de la inmort<strong>al</strong>idad!»A la voz de los agüeros contestó <strong>el</strong> eco. Ni la comparación con suspares, ni la equiparación con él mismo, hicieron m<strong>el</strong>la en <strong>el</strong> ánimo d<strong>el</strong>presidente. Siguió ad<strong>el</strong>ante, imperturbable frente a la oposición y lasprotestas, inconmovible ante las advertencias y la <strong>al</strong>arma, insensible <strong>al</strong>a adulación, insobornable por la inmort<strong>al</strong>idad. Surgieron voces inspiradas,asegurando que ya había abandonado su candidatura y pensabaretirarse a las escenas de su primera infancia, en la Sierra de Ixtlán;pero surgieron otras, más autorizadas, asegurando que t<strong>al</strong>es suposicionescarecían de fundamento y que <strong>el</strong> presidente no era <strong>el</strong> autor de t<strong>al</strong>esconceptos.Tan <strong>al</strong>ejada de su pensamiento estaba la Sierra de Ixtlán como lahumildad con que <strong>el</strong> hijo de Gu<strong>el</strong>atao empuñó <strong>el</strong> bastón por vez primeraen 1858, O' <strong>el</strong> deseo de abandonarlo luego que le permitiera laconquista de la paz. Desde entonces <strong>al</strong>go había intervenido (<strong>al</strong>go másfuerte que la guerra civil y extranjera y <strong>el</strong> resultado inevitable de tantosaños de lucha): una fundada confianza en sí mismo que desvaneciótoda duda de su derecho <strong>al</strong> poder y desechaba la oposición d<strong>el</strong> mundo,que tanta vida le había costado vencer y convencer. No fue con impunidadcomo había triunfado. Su espíritu, creciendo con la contienda,era indomable: retroceder ante <strong>el</strong> porvenir era inconcebible para quienno había vacilado en dar <strong>el</strong> primer paso. La vida pública se había convertidoen una costumbre inquebrantable, una función indispensable,orgánica, fisiológica, que siguió operando mucho después de haber desaparecidola necesidad, o la demanda, que la originaron. Más aún, lanecesidad crecía, a medida que desaparecía la demanda, y un nuevoimperativo vino a intensificar <strong>el</strong> afán fisiológico, sustituyéndose <strong>al</strong> mandatoque f<strong>al</strong>taba y suministrando la razón de Estado. El poder era ladroga anodina para la pérdida de su esposa. El poder era <strong>el</strong> trabajo,<strong>el</strong> yugo que aseguraba su marcha, y que le restituía su razón de ser; <strong>el</strong>poder era <strong>el</strong> solaz d<strong>el</strong> solitario; <strong>el</strong> poder era la paz; y por último, <strong>el</strong> poderera <strong>el</strong> derecho que le devengaba su abnegación durante la lucha, la69


eivindicación de la natur<strong>al</strong>eza en compensación de una vida de serviciodesinteresado y de deber le<strong>al</strong>mente cumplido. Un periodo más, otrotérmino de vida, era la vindicación de su virtud, su vit<strong>al</strong>idad, sus privaciones,su triunfo; abandonar <strong>el</strong> poder era sucumbir <strong>al</strong> poder; despojarsed<strong>el</strong> hombre viejo y volver a su cuña era, más que morir, nuncahaber existido. De t<strong>al</strong> manera, quizás, un apologista hubiera podidointerpretar su temeridad; pero <strong>el</strong> mundo no <strong>al</strong>canzó a penetrar su taciturnidad.Cuáles fueron los motivos de su obcecación <strong>al</strong> menospreciarlos m<strong>al</strong>augurios, y desafiar a los profetas, nadie lo sabía sino él, y t<strong>al</strong>vez nadie menos que él. Los adivinadores no estaban iniciados en losarcanos de su ser; sólo sabía que sus motivos ya no eran de carácterpúblico y que con su determinación de vindicar su gloria, estaba destinadoa anonadarla.La agitación siguió fermentando durante nueve meses y con acritudcada vez más virulenta a medida que se acercaban las <strong>el</strong>ecciones. Nuncafueron tan violentas las fluctuaciones de su fama en los días espaciososde la lucha nacion<strong>al</strong> como en aqu<strong>el</strong> lapso, precisamente porque laagitación quedó comprimida dentro de los límites estrechos de una campaña<strong>el</strong>ector<strong>al</strong>. La bat<strong>al</strong>la se libraba con sus principios contra su personay la carga se acumulaba con un rencor condensado que amenazabaest<strong>al</strong>lar en su cara; pero <strong>el</strong> candidato dirigió <strong>el</strong> experimento y probóla presión arteri<strong>al</strong> que la opinión pública era capaz de sostener con suacostumbrada confianza en <strong>el</strong> sentido común d<strong>el</strong> país. Las contiendaspolíticas, en <strong>el</strong> sentido estricto de una lucha <strong>el</strong>ector<strong>al</strong>, tenían la mismar<strong>el</strong>ación con la re<strong>al</strong>idad que los deportes con la guerra: ventilacióninofensiva d<strong>el</strong> instinto combativo, bat<strong>al</strong>la simulada librada con furiay estrépito convencion<strong>al</strong>es, y pugna profesion<strong>al</strong> que, a pesar d<strong>el</strong> ardorde la lucha, los jugadores no tomaban en serio. Las abjuraciones de laoposición no pasaban de ser la retórica de las controversias políticas ylas objeciones a su re<strong>el</strong>ección, pretextos tan insustanci<strong>al</strong>es que nadie,sino sus autores, las acreditaban como razones atendibles. El juego, sinembargo, era p<strong>el</strong>igroso, porque los argumentos, aunque ficticios, erandados cargados. Los competidores eran los mismos que en 1867, perono así las condiciones: Lerdo y Díaz ya habían sufrido la derrota queexacerba la ambición, y uno de los dos sucumbió a los vapores volátilesemitidos por la prensa. Las fumarolas eran venenosas: día tras día setocaba <strong>al</strong>arma, mes tras mes se indoctrinaba a los crédulos con la mor<strong>al</strong>eja:<strong>el</strong> pecado llevaba en sí la penitencia, la re<strong>el</strong>ección, la revolución;<strong>el</strong> du<strong>el</strong>o anticipaba la c<strong>al</strong>amidad, la presión p<strong>al</strong>pitaba siempre másfuerte, y los utores de esos sombríos presagios fueron los primeros enponer <strong>el</strong> grito en <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o y en repudiar su responsabilidad <strong>al</strong> sobrevenirla explosión.70


En vísperas de las <strong>el</strong>ecciones est<strong>al</strong>ló en <strong>el</strong> Norte una reb<strong>el</strong>ión quesublevó a cuatro Estados, conquistó <strong>el</strong> puerto de Tampico y obligó <strong>al</strong>gobierno a emprender una campaña en regla para dominarla. La campañamilitar estaba en marcha cuando se c<strong>el</strong>ebraron las <strong>el</strong>ecciones, y ent<strong>al</strong>es condiciones la votación no podía menos que resultar cuestionable.Los cargos de fraude y violencia lanzados en 1867 se repitieron conmayor verosimilitud en 1871. Díaz fue defraudado, según los cálculosde sus partidarios, de un voto dos veces mayor que <strong>el</strong> tot<strong>al</strong> <strong>al</strong>canzado porsus contrincantes. La oposición, definitivamente derrotada en las casillas,tachó las <strong>el</strong>ecciones de form<strong>al</strong>idad cínica y farsa escand<strong>al</strong>osa. Todo<strong>el</strong> mundo tenía una historia que contar; todo <strong>el</strong> mundo (y su mujer)sabían lo que pasó a <strong>el</strong>los o <strong>al</strong> vecino; cada vecindario daba fe, porexperiencia propia o a fe de fulano, de la corrupción que aseguró lare<strong>el</strong>ección d<strong>el</strong> presidente; quien la declaró peor que la anterior, quiendecía que <strong>Juárez</strong> había convertido las urnas d<strong>el</strong> pueblo en depósito deinmundicias, quien aseguraba que «ese día, 25 de junio, fue un SanQuintín en toda la República... Por todas partes se redujo a prisióna cuantas personas eran consideradas de influencia en <strong>el</strong> partido porfirista.. . por todas partes las casillas custodiadas por la fuerza armada,<strong>el</strong> pueblo suplantado descaradamente por los empleados, por los militaresy por todos los demás que recibían un premio sacado de las arcaspúblicas. En la misma capit<strong>al</strong> las bayonetas s<strong>al</strong>ieron a r<strong>el</strong>ucir como ensu día de g<strong>al</strong>a. El gener<strong>al</strong> Téllez Girón en mi manzana nos dijo, porser de sus amigos, que tenía instrucciones d<strong>el</strong> mismo <strong>Juárez</strong> para ganarla mesa a todo trance, aun haciendo uso de la fuerza, aun con facultadesde mandar a la cárc<strong>el</strong> a cu<strong>al</strong>quiera, aun para hacer fuego sobrenosotros con pretexto de guardar <strong>el</strong> orden. Esto mismo se repitió en lasdemás casillas <strong>el</strong>ector<strong>al</strong>es por órdenes de J uárez. Algunos quisieron resistir<strong>al</strong> poder, yesos fueron muertos o encarc<strong>el</strong>ados. Yo me conformocon citar esta <strong>el</strong>ección como <strong>el</strong> argumento más terrible contra <strong>el</strong> espíritudemocrático de <strong>Juárez</strong> que hoy se le atribuye». El mismo Siglo refrendóla impugnación, afirmando que «se ha violado la ley, se ha puestola mano sobre <strong>el</strong> poder municip<strong>al</strong>, se ha derramado la sangre, se haap<strong>el</strong>ado a todo, <strong>al</strong> oro y <strong>al</strong> fusil, a la arbitrariedad y a la corrupción»,y planteó la cuestión que quedaba por resolver: «O bien <strong>Juárez</strong> es derrotadopor la nación o los juaristas obtienen <strong>el</strong> triunfo sobre la voluntadnacion<strong>al</strong>, violando la ley con la fuerza, y de hecho continuará J uárezen <strong>el</strong> puesto, sin título leg<strong>al</strong> y sólo en virtud de un golpe de Estado y porderecho de conquista. Entonces ya no será <strong>el</strong> presidente constitucion<strong>al</strong>de una República, sino <strong>el</strong> dictador, <strong>el</strong> usurpador que, olvidando las <strong>el</strong>eccionesd<strong>el</strong> pasado, creerá como Enrique IV en su estr<strong>el</strong>la y no recordaráque esas estr<strong>el</strong>las se eclipsan en México, como sucedió con las de SantaAnna, Miramón y Maximiliano. Muy poco honroso será para <strong>el</strong> candidatode sí mismo ir a colocarse en esa cohorte, pero parece que todo le71


importa muy poco con t<strong>al</strong> de reinar. En <strong>el</strong> segundo caso, <strong>el</strong> resultadode la <strong>el</strong>ección sería por <strong>Juárez</strong>, pero un resultado de superchería, ileg<strong>al</strong>,absurdo, y que la nación haría a un lado desdeñosamente con <strong>el</strong> pie».Como ninguno de los candidatos obtuvo una mayoría absoluta, la detenninaciónpasó <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>, y en vísperas d<strong>el</strong> veredicto, est<strong>al</strong>ló unaasonada en la capit<strong>al</strong>. Un grupo de amotinados, encabezados por <strong>el</strong>pobre Aur<strong>el</strong>iano Rivera, provocó un tumulto en las c<strong>al</strong>les céntricas;<strong>el</strong> gobernador d<strong>el</strong> Distrito Feder<strong>al</strong> cayó asesinado; trescientos policíasabrieron las puertas de las prisiones y concitaron a los presos a combatirpor la libertad; y los desafectos de la guarnición capit<strong>al</strong>ina se hicieronfuertes en la Ciudad<strong>el</strong>a. En la ausencia d<strong>el</strong> ministro de Guerra, <strong>el</strong> presidentedirigió la represión, que fue rápida y fulminante: las tropas le<strong>al</strong>esbombardearon la Ciudad<strong>el</strong>a y para la medianoche <strong>el</strong> motín quedósofocado. Los consejos de guerra comenzaron a funcionar inmediatamente,y <strong>al</strong> amanecer se computaban ya las ejecuciones antes de tenerconfinnadas las noticias. El ministro de la Guerra, compareciendo ante<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, las negó rotundamente; con que las g<strong>al</strong>erías le abuchearoncon lill tremendo gemido de incredulidad. Al día siguiente las ejecucionesconfinnadas llegaban a setenta, y la prensa hostil estimó <strong>el</strong> s<strong>al</strong>dotot<strong>al</strong> d<strong>el</strong> motÚl, en casi mil vidas. «Sea lo que sea, ya basta (protestóun mediador, implorando <strong>al</strong> gobierno que se diera por satisfecho) losconsejos de guerra continúan, ya basta. .. ¡Clemencia! Mucha sangrese ha derramado ya, y es sangre mexicana».El 12 de octubre <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> ratificó la re<strong>el</strong>ección d<strong>el</strong> presidentepor una mayoría de 105 votos. Su prestigio quedó vindicado a costade su popularidad, y se le concedió otro término de vida en circunstanciassumamente lúgubres. La oposición, s<strong>al</strong>udando su triunfo con <strong>el</strong>suspiro desesperanzado de i Dios s<strong>al</strong>ve la República!, se confonnó con<strong>el</strong> hecho consumado, pero con <strong>el</strong> presentimiento tétrico de que


abandonado por las suyas, y dirigiéndose hacia <strong>el</strong> Norte se confundiócon <strong>el</strong> foco de reb<strong>el</strong>ión en la frontera.A Díaz le pasó lo mismo que a muchos políticos verdes, que interpretaronla costumbre de imputar todos los m<strong>al</strong>es d<strong>el</strong> pueblo <strong>al</strong> gobiernocomo un mandato revolucionario, y que, <strong>al</strong> m<strong>al</strong>ograr la quiromancia,quedaron en ridículo. Las emanaciones de la prensa le subieron <strong>al</strong>a cabeza y con <strong>el</strong>las se evaporó <strong>el</strong> adivinador nov<strong>el</strong>. Al pescar en ríorevu<strong>el</strong>to, no logró más que rev<strong>el</strong>ar <strong>el</strong> trasfondo tranquilo y sacar a luzla determinación d<strong>el</strong> país de tolerar cu<strong>al</strong>quier abuso menos la <strong>al</strong>teraciónde la paz. La violación de las <strong>el</strong>ecciones (<strong>el</strong> cargo consabido de losderrotados y que quedó sin comprobación) era un m<strong>al</strong> menor que laviolación de la paz pública, y <strong>el</strong> sentido común d<strong>el</strong> país repudió a la oposiciónirresponsable que provocó la crisis y que sólo se s<strong>al</strong>vó conformándosecon <strong>el</strong> f<strong>al</strong>lo d<strong>el</strong> árbitro. La prensa, sin embargo, no dejó de señ<strong>al</strong>arque la facilidad con que Díaz fue derrotado no representaba untriunfo para <strong>el</strong> presidente ni mucho menos para la fuerza de sus armas,sino única y exclusivamente para la fuerza de la opinión pública; yresultó un triunfo pírrico. La prueba dejó un residuo de rescoldos turbiose inapagables. La oposición se sometió a contrap<strong>el</strong>o <strong>al</strong> imperativode la paz, achacando <strong>al</strong> gobierno la responsabilidad que le correspondía<strong>al</strong> provocar los trastornos que reprimía con mano de hierro, y reprochándol<strong>el</strong>a ventaja vil que aprovechaba <strong>al</strong> ampararse con <strong>el</strong> instintopopular de la conservación propia. La reb<strong>el</strong>día quedó proscrita; peroeso no quitaba que la responsabilidad recayera sobre <strong>el</strong> presidente, qu<strong>el</strong>a provocó <strong>al</strong> buscar pertinazmente su re<strong>el</strong>ección, y eso no se le perdonaba.Un solo paso en f<strong>al</strong>so <strong>al</strong> fin d<strong>el</strong> día fue suficiente para deshacerla obra de toda una vida; y los más rencorosos de sus detractores sededicaron a revisar su fama a la luz de las <strong>el</strong>ecciones de 1871. «¡ <strong>Juárez</strong>,s<strong>al</strong>vador de la República! Lo único que procuró siempre don Benito<strong>Juárez</strong> fue poner a s<strong>al</strong>vo su persona», protestó uno. «Enérgico y v<strong>al</strong>ienteúnicamente contra cu<strong>al</strong>quiera pretendiente a su silla presidencia!»,prorrumpió otro. «Hoy no es la Constitución lo que <strong>el</strong> gobierno defiende,puesto que <strong>el</strong> gobierno es quien la viola (declaró un tercero ante <strong>el</strong><strong>Congreso</strong>), lo que defiende es <strong>el</strong> sillón presidenci<strong>al</strong>. Ante la idea deconservarse en <strong>el</strong> poder, <strong>el</strong> actu<strong>al</strong> presidente no vacila en sacrificarla independencia y la dignidad de la patria». Y <strong>el</strong> denuesto más colos<strong>al</strong>lo lanzó <strong>el</strong> iconoclasta más encarnizado. «¡ Alegráos, naciones extranjeras!Cuando abandonasteis los campos de bat<strong>al</strong>la, levantamos frentea vuestros reyes y caudillos <strong>al</strong> más despreciable de nuestros personajes,como un insulto. Lo fuimos a buscar <strong>al</strong> confín de la nación, donde sehabía ocultado en cuclillas, p<strong>al</strong>pitante bajo los pliegues de una banderaextranjera, mientras los buenos mexicanos medían sus armas contr<strong>al</strong>os invasores --escribió Ignacio Ramírez. ¿Qué cosa puede saber J uárez73


que no sepan mil, diez mil, cien mil en la nación? Los insensatos querecomiendan a J uárez como un hombre necesario no tienen <strong>el</strong> instintode que, procediendo de este modo, se degradan a sí mismos. Es estimarseen muy poco, no digamos ya como republicano, sino como hombre, <strong>el</strong>creerse incapaz de hacer lo que ha hecho <strong>Juárez</strong>». Sin duda; pero quienlo hizo fue <strong>Juárez</strong>, yeso tampoco se le perdonaba. El equipo de demoliciónrebajó todo <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de su vida hasta <strong>el</strong> punto en que se sentían,<strong>al</strong> fin, sus igu<strong>al</strong>es y sus sepultureros.11Así, aunque con razones rebuscadas, dolencias adulteradas, arte debirlibirloque y aciertos de nigromancia, la oposición acabó por provocaruna verdadera crisis en 1871. La reb<strong>el</strong>i6n en <strong>el</strong> Norte resultaba tenaz,y <strong>el</strong> gobierno tuvo que recurrir a una prolongada e implacablecampaña para dominarla. El presidente acudió a los grandes remedios,pidiendo <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> los poderes omnímodos y la suspensión de garantíasindividu<strong>al</strong>es concedidas s610 en los días de emergencia nacion<strong>al</strong>;<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> los acordó; la prensa protestó. «Estamos ya en plena revolucióny en guerra civil», declaró El Siglo, denunciando una concesi6nque facultaba <strong>al</strong> presidente para imponer una mordaza a la prensa,suspender los derechos de propiedad, designar arbitrariamente los d<strong>el</strong>itospolíticos, y sujetar <strong>al</strong> país a una dictadura sin freno y sin remediomás que la reb<strong>el</strong>i6n que burlaba sus annas y que cundía en consecuenciade las providencias adoptadas para sofocarla. Para reclutar soldados,<strong>el</strong> gobierno recurrió a la leva: <strong>sistema</strong> odioso deplorado por <strong>el</strong>mismo gobierno que lo empleaba, abominado por la prensa, indefensiblebajo todos los conceptos y temido, sobre todo, por la clase obrera,la que casi exclusivamente sufría sus rigores y que tenía voz y concienciade clase en 1871. Las columnas de un pequeño periódico, El Soci<strong>al</strong>ista,abundaban en denuncias de los atrop<strong>el</strong>los cometidos con impunidadcontra los artesanos, temerosos de s<strong>al</strong>ir a la c<strong>al</strong>le de noche y caer en lasredadas de la policía que los llevaba <strong>al</strong> cuart<strong>el</strong> o ante <strong>el</strong> tribun<strong>al</strong> devagos, que les sentenciaba <strong>al</strong> servicio militar; de la angustia de sus mujeres,congregadas ante los cuart<strong>el</strong>es y las cárc<strong>el</strong>es en busca de sus hombres;d<strong>el</strong> terror en la campiña, donde los campesinos abandonaban suslabores y los indígenas se mutilaban para evitar <strong>el</strong> secuestro; todo bajola encabezada de M orituri JCésar. El Siglo abrió sus columnas paraampliar la voz d<strong>el</strong> pueblo, protestando que «la existencia d<strong>el</strong> tribun<strong>al</strong> devagos es casi inconcebible, es absurda: un tribun<strong>al</strong> especi<strong>al</strong> en <strong>el</strong> queno hay fónnulas, ni defensa, ni trámite ninguno, parece un sarcasmosangriento, cuando se nos está diciendo que estamos en un país libre, y74


sin embargo <strong>el</strong> actu<strong>al</strong> gobernador, que ha dado muestras de su amor <strong>al</strong>a democracia, preside ese tribun<strong>al</strong> y <strong>el</strong> ministro y <strong>el</strong> presidente lo autorizany lo animan, la prensa clama en contra de él, y nadie le hace caso.Todos los días, multitudes de honrados artesanos son conducidos <strong>al</strong>lí yjuzgados en dos minutos: en seguida se les consigna a los cuerpos deejército, es decir, la leva: pero más horrorosa, más repugnante, porquehiere en su honra a esos desdichados que no tienen más patrimonio quesu trabajo. Los revolucionarios piden gener<strong>al</strong>mente empleos y riquezas;los artesanos piden que se les deje trabajar, y nadie les hace caso». Losfolletines sensacion<strong>al</strong>es propagaron <strong>el</strong> grito; las clases acomodadas lodivulgaron. La leva era la liga y <strong>el</strong> lazo común, y la p<strong>al</strong>abrita <strong>al</strong>canzóuna c<strong>el</strong>ebridad siniestra. Volando de boca en boca, se la aplicaba atodos y cada uno de los motivos de queja y a todas las variedades depublicidad. Leva se llamaba <strong>al</strong> catarro, leva, la moda de amplias capasostentadas por los polizontes; los peinados de las mujeres se confeccionabana la leva; todo llevaba <strong>el</strong> estigma popular y <strong>el</strong> modismo trasmitíauna propaganda contagiosa. La p<strong>al</strong>abra era una advertencia, una censura,una reconvención enderezada <strong>al</strong> gobierno, pero no un amparocontra la práctica, que siguió sin freno, y la impopularidad d<strong>el</strong> gobiernoaumentaba con cada concesión hecha a su defensa.El gobierno impulsó la campaña en <strong>el</strong> Norte con vigor y tesón, ycon informes <strong>al</strong>ternantes de triunfos decisivos y de represiones sanguinarias,pero la sedición siguió <strong>el</strong>udiendo la persecución y la sangría in·terminable agravaba <strong>el</strong> descrédito y la desafección que acompañaronla triste inauguración d<strong>el</strong> cuarto periodo d<strong>el</strong> presidente. Sus monitorc..,;;c<strong>el</strong>ebraron su onomático en 1872 como día de luto y solemnizaron lafecha en un tono <strong>entre</strong> condoliente y acusatorio. «No es hoy <strong>el</strong> día deregocijo ni de las esperanzaS', es la hora de las amargas reminiscenciasd<strong>el</strong> año que acaba de pasar la inquieta existencia d<strong>el</strong> señor J uáre7-rezaba la acusación. D<strong>el</strong>ante de sus ojos están los restos insepultos detanto mexicano como ha perecido en la lucha fratricida. Los prisionerosyacen hidrópicos con loS' desgraciados a quienes se acusa de complicidaden los movimientos revolucionarios, y sus procesos van conuna lentitud horrorosa, mientras que <strong>el</strong> hambre y la miseria devoran <strong>al</strong>os prisioneros. i Terrible responsabilidad que pesa sobre loS' hombrosd<strong>el</strong> jefe de la nación!» Más cru<strong>el</strong> aún era la condolencia. «El señor<strong>Juárez</strong> siente hoy más que nunca <strong>el</strong> vacío que ha dejado en su corazónla pérdida de una esposa querida. Nosotros evocamos esa sombra queaún sienten sobre la frente los desgraciados, <strong>el</strong>la vendrá con su túnicablanca y su p<strong>al</strong>ma verde de mártir a murmurar p<strong>al</strong>abras que oiga en<strong>el</strong> fondo de su <strong>al</strong>ma <strong>el</strong> hombre que hoy decide de los destinos de la nación».Pero la presencia tut<strong>el</strong>ar se había ido para siempre y los profanosinvocaron su recuerdo en vano: las súplicas conmovieron sólo a lossolicitantes. El presidente siguió dirigiendo los destinos de la nacióni5


con la confianza de un veterano solitario. Al rendir su informe <strong>al</strong> Con 4greso, un mes más tarde, sobre <strong>el</strong> estado de la nación, su aparición, quepor ser tan rara resultaba portentosa, provocó una concurrencia extraordinariad<strong>el</strong> público y una apreciación cru<strong>el</strong> de la prensa. La asistenciaenmudeció cuando <strong>el</strong> presidente hiw su entrada en la s<strong>al</strong>a, «con suinmutable semblante, su turbia mirada y esa sonrisa que parece habersecuajado en sus labios desde veinte años, y subió con ligereza, a pesarde sus dos tercios de siglo, las gradas de la plataforma y tomó asientoen <strong>el</strong> sillón de honor d<strong>el</strong> parlamento. El murmullo que se había levantadoa su entrada se ac<strong>al</strong>ló como por encanto, y la voz d<strong>el</strong> primer magis·trado se dejó oír de una manera perceptible. Comenzó refiriendo losgraves p<strong>el</strong>igros que habían amagado la paz de la República, hablód<strong>el</strong> esfuerzo de sus soldados, de las bat<strong>al</strong>las ganadas a la revolución, d<strong>el</strong>tacto público de la <strong>Cámara</strong> <strong>al</strong> haberle concedido las facultades extraordinariaspara afrontar la situación y echar por tierra los proyectosde los revoltosos, y proclamando, a voz en cu<strong>el</strong>lo, que merced a lo yareferido, y <strong>al</strong> uso prudente que había hecho de las autorizaciones, la reb<strong>el</strong>iónquedaba vencida enteramente»... y terminó d<strong>el</strong> mismo modoque comenzó. El auditorio, atento <strong>al</strong> hilo d<strong>el</strong> discurso, quedó en esperade <strong>al</strong>go más, de <strong>al</strong>guna promesa, <strong>al</strong>gún recuerdo, <strong>al</strong>guna inspiraciónconmensurable con la gravedad de la situación; pero no hubo más. Loúnico que se dejó oír de una manera perceptible, demasiado perceptible,era la voz de un magistrado sordo a la tensión que le rodeaba,<strong>el</strong> informe de un funcionario que desde tiempo atrás había <strong>entre</strong>gado <strong>el</strong>mensaje que llevaba para <strong>el</strong> mundo, y que ya no tenía nada más quedecir; y se le dio oídos con <strong>el</strong> corazón destrozado.Por triste, negro y desesperanzado que pareciera <strong>el</strong> destino de lanación a los ojos de la oposición, y <strong>Juárez</strong> <strong>el</strong> portento más tétrico d<strong>el</strong>porvenir, no había s<strong>al</strong>ida d<strong>el</strong> empate. Se había llegado <strong>al</strong> punto en dond<strong>el</strong>a única <strong>al</strong>ternativa <strong>al</strong> c<strong>al</strong>lejón sin s<strong>al</strong>ida era <strong>el</strong> abismo. La paz eraimperativa a cu<strong>al</strong>quier precio, y se conservó la paz a fuerza de disciplinarigurosa y gracias a la resolución firme de anteponer la seguridadpública a toda otra consideración; pero la paciencia tocaba a sus límites.No había promesa <strong>al</strong>guna para <strong>el</strong> futuro, no había nada por d<strong>el</strong>antesino la rutina inexorable d<strong>el</strong> pasado y la voluntad inflexible d<strong>el</strong> presidentede sobrevivir a todo trance, la que reducía <strong>al</strong> gobierno a las funcionesde un cuerpo de policía y le revestía de la autoridad de unadictadura, indispensable para conservar la paz de los sepulcros. La sanciónpragmática fue otorgada, y se toleraba como un m<strong>al</strong> necesario <strong>al</strong>autócrata, caduco e incapaz de comprender que se pudría y que la frutapasada se convertía en gusanera de corrupción, que necesitaba de lapodadera y que desafiaba <strong>al</strong> secador. Día tras día se anunciaba <strong>el</strong> finde la sedici6n, y sin embargo siguió floreciendo y ramificando. El esta-76


do de ánimo de la naci6n, t<strong>al</strong> y como lo reflejaba <strong>el</strong> estado de ánimod<strong>el</strong> presidente, fue sintetizado por la oposici6n en una frase: El Estadosoy yo. ¿Hasta cuándo? é' hasta cuándo? era la letanía incansable de laprensa hostil. Se arrastraba la carga; pero no sin respiro ni recreo. S<strong>el</strong>a <strong>al</strong>igeraba con una cantilena mon6tona, cu<strong>al</strong> <strong>el</strong> esclavo <strong>al</strong>iviando suslabores, y con burlas sangrientas, cu<strong>al</strong> <strong>el</strong> condenado sacudiendo sus cadenas.Los satíricos compusieron parodias, a la manera azteca, de unpueblo primitivo rindiendo tributo a su majestad Benito 1 o <strong>al</strong> ídolode la tribu, Huitzilopochtli. La caída de un candil en <strong>el</strong> p<strong>al</strong>acio erauna oportunidad perdida pero no por los chanzoneteros:Si a <strong>Juárez</strong> tocado hubieraEl candil que se cayó,Se hubiera roto <strong>el</strong> candil,Pero la cabeza no.Pero ni <strong>el</strong> ridículo acre ni <strong>el</strong> lamento letárgico aflojaron la cuerda.El capataz qued6 insensible, y sordo, y siempre inaccesible, presenciaperpetua, íncubo cotidiano, pesadilla aplastante, que oblig6 a la oposici6na buscar refugio subterráneo, no por temor a la persecuci6n, porqu<strong>el</strong>a única era su propia manía persecutoria, sino en pos de resentimientosmás profundos. Y desde los bajos fondos, donde <strong>el</strong> despechosofocado se volvía desesperaci6n, surgieron voces incitando <strong>al</strong> asesinatod<strong>el</strong> déspota. Más de una voz clamaba por un Bruto: «Siendo necesariosacar a b<strong>al</strong>azos de la presidencia a J uárez, se debe acudir a este remedioy sin tardaD>. «Julio César era más grande que <strong>Juárez</strong> y todos bendicena Bruto, porque lo mató». «Cuando una nación no tiene másesperanza que la muerte de un individuo, es un héroe <strong>el</strong> que levanta lamano armada de un puñ<strong>al</strong>; es un semidios <strong>el</strong> que s<strong>al</strong>va a su patria,cu<strong>al</strong>quiera que sea <strong>el</strong> medio de que se v<strong>al</strong>ga». Al llegar a t<strong>al</strong>es profundidades,la oposición se acercaba a la reacción, que también trabajabasubterráneamente, pero caminando a la zapa ambas recularon <strong>al</strong> establecer<strong>el</strong> contacto. Ningún republicano respondió <strong>al</strong> estímulo y <strong>al</strong> igu<strong>al</strong>que la instigaci6n a la guerra civil, la instigación <strong>al</strong> atentado fue repudiada,luego que se adivinara su origen y antes de llegar a las vías dehecho. La sublevación subterránea se nulific6; y <strong>al</strong> mentir los indicios,la oposición recurrió a su mejor arma, <strong>el</strong> asesinato mor<strong>al</strong>. Día tras día,mes sobre mes, se labraba la materia, comparando <strong>al</strong> presidente con lasombra de lo que fue. El día 18 de junio se le administró la dieta porúltima vez. «Estamos en pleno retroceso... don Benito <strong>Juárez</strong> es <strong>el</strong>mesías de las lechuzas y de los cuervos. Marcha a pasos agigantadosen <strong>el</strong> camino d<strong>el</strong> retroceso. Vu<strong>el</strong>ve hacia <strong>el</strong> pasado. Y <strong>el</strong> pasado es lareacción. Ya se escuchan los siniestros graznidos de las lechuzas de sa-77


cristÍa. El hombre d<strong>el</strong> frac negro y gorro rojo ha convertido <strong>el</strong> gorro enbonete. Que no se impacienten los cleric<strong>al</strong>es. Su hora se acerca. DonBenito <strong>Juárez</strong>, <strong>el</strong> presidente perpetuo, en su época triunf<strong>al</strong>, rodeadoestaba de liber<strong>al</strong>es puros. Hoy ha llamado a los moderados. Sólo f<strong>al</strong>taque se ponga en manos de los conservadores. En la atmósfera se nota<strong>al</strong>go que indica la proximidad de un cadáver: hu<strong>el</strong>e a muerte. Y lospuros se van. j Adiós Constitución, adiós mamá Carlota!» El públicoestaba aburrido, saciado, la dieta era rancia, los mismos chupatintas secansaban d<strong>el</strong> oficio, y la bilis se secó. Entonces, la muerte asestó <strong>el</strong>golpe de gracia.78


JORGE L. TAMAYO*INSTALACION DEL SEGUNDO CONGRESOCONSTITUCIONAL; JUAREZ ENJUICIADOMayo a junio de 1861De acuerdo con lo dispuesto en la convocatoria a <strong>el</strong>ecciones de diputadosy de presidente de la República, de noviembre de 1860, éstastuvieron lugar <strong>el</strong> 5 de febrero en la mayor parte d<strong>el</strong> país, aunque origin<strong>al</strong>mentese había señ<strong>al</strong>ado la primera semana de enero, pero se modificópor los acontecimientos que se presentaron después de la convocatoria.Se fijó como fecha para que se reuniera <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> la tercera semanade abril inmediata, pero no fue posible iniciara sus trabajosporque los diputados se trasladaron a la capit<strong>al</strong> con demora.A principios de mayo se logró reunir un número suficiente de diputadosque permitió su inst<strong>al</strong>ación <strong>el</strong> 9 de ese mes. <strong>Juárez</strong> comparecióante la representación nacion<strong>al</strong> para infonnar sobre las actividades d<strong>el</strong>poder Ejecutivo a partir de


Respecto a la hacienda pública reconoce que la situación es gravey que la nacion<strong>al</strong>ización de los bienes de manos muertas no la ha podidoremediar; informa que se han hecho ahorros pero que es necesario«dictar medidas enérgicas y de un carácter demasiado grave para arreglarla deuda pública...»Examinó los princip<strong>al</strong>es ramos de la administración y señ<strong>al</strong>ó losproblemas y los avances logrados en su solución. Destacó su propósito,mientras ejerza provision<strong>al</strong>mente <strong>el</strong> poder Ejecutivo por ministerio d<strong>el</strong>a ley, de «acatar y hacer que sean respetadas cuantas disposicionesemanen d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> de la Unión...»El presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, José María Aguirre, contestó <strong>al</strong> presidente<strong>Juárez</strong>, en un discurso de <strong>al</strong>to contenido doctrinario; señ<strong>al</strong>ó queen medio de la lucha por restaurar <strong>el</strong> orden constitucion<strong>al</strong>, <strong>el</strong> pueblo«proclamó principios que, nu1ificando <strong>el</strong> poder de sus enemigos, dejaronmuy atrás a la Constitución de la República. Esos principios queson los que comprenden las Leyes de Reforma fueron, desde entonces,<strong>el</strong> estandarte a cuyo rededor se agruparon los defensores de la democracia...»<strong>Juárez</strong>, en su informe, no apuntó la necesidad de incorporar esasleyes a la Constitución. En cambio <strong>el</strong> diputado Aguirre, acaso por primeravez, insinúa que los principios de las Leyes de Reforma, reconocidospor <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> en cuyo nombre habla, obligarán a poner «en armoníacon <strong>el</strong>los las leyes fundament<strong>al</strong>es d<strong>el</strong> país. Esta es la primeranecesidad de la situación, ésta es la exigencia más importante de larevolución».Señ<strong>al</strong>ó la urgencia de dar fin a la dictadura que fue necesaria enla etapa de la lucha pero ya no 10 será en <strong>el</strong> futuro, porque se esperaque «todas las autoridades arreglen sus actos a la Constitución de laRepública».Elogió a J uárez por su conducta en los años de la guerra de Reformay c<strong>el</strong>ebró los esfuerzos para «borrar las hu<strong>el</strong>las sangrientas de larevolución, c<strong>al</strong>mando pasiones aún conmovidas y haciendo apreciar <strong>al</strong>pueblo mexicano los beneficios de la paz, bajo las instituciones máslibres de la tierra».Aunque la Constitución de 1857 no era parlamentaria, en <strong>el</strong> ambientede los hombres de la Reforma había una tendencia extr<strong>al</strong>eg<strong>al</strong>en ese sentido, que Justo Sierra explica como una influencia de «nuestraeducación francesa».Veamos cómo Sierra apunta la situación en esos agitados días demayo de 1861:80Empezó a funcionar <strong>el</strong> segundo Congre·so -porque <strong>el</strong> primero, muerto <strong>al</strong>golpe de Estado cuando apenas nacía, se declaró por <strong>el</strong> asentimiento gener<strong>al</strong>,extinguido en la hoguera de la guerra refonnista- y <strong>Juárez</strong> no tuvo otro peno


samiento que tnarchar perfectamente de acuerdo con él; t<strong>al</strong> COSa exigía deconsuno nuestra situación tanto interior como exterior: o la dictadura imposibleen aqu<strong>el</strong> trance o la ecuanimidad de los poderes supremos; fuera deeste dilema no había s<strong>al</strong>vación para la patria.Los ministros, que casi desde la restauración d<strong>el</strong> gobierno constitucion<strong>al</strong>istahabían ejercido <strong>el</strong> poder, llevaban la idea -de <strong>el</strong>la también <strong>Juárez</strong> estabaprofundamente penetrado-- de que su responsabilidad los obligaba a ciertaespecie de independencia de acción semejante a la de los ministros parlamentariU5y <strong>el</strong> presidente era, en re<strong>al</strong>idad, <strong>el</strong> consejero de sus consejeros. Deaquí una inesperada consecuencia: la popularidad de los ministros estaba,<strong>al</strong> mediar <strong>el</strong> año de setenta y uno, mucho más gastada que la de <strong>Juárez</strong> y<strong>al</strong> reunirse <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> se: vio regocijadamente glosado y comentado por lamurmuración pública <strong>el</strong> hecho curioso de que unos ministros que renunciabanporque se creían en la obligación de ocupar sus curules de diputados,eran incontinenti reemplazados por otros diputados.Por <strong>el</strong>lo renuncia <strong>el</strong> gabinete y tiene que reestructurarse ocupandoLeón Guzmán las secretarías de R<strong>el</strong>aciones y Gobernación; JoaquínRuiz, la de Justicia e Instrucción Pública; Zaragoza continuó en la deGuerra; pero, en cambio, la de Hacienda quedó a cargo d<strong>el</strong> ofici<strong>al</strong> mayorFrancisco P. Gochicoa y la de Fomento también atendida por <strong>el</strong>ofici<strong>al</strong> mayor Manu<strong>el</strong> Orozco y Berra.En esos días de angustia por la f<strong>al</strong>ta de recursos económicos, loscobros, muchos de <strong>el</strong>los Justos, ponían en aprieto a J uárez. Como ejemplotípico de él reproducimos la correspondencia en <strong>el</strong> caso de Agustin19uera, liber<strong>al</strong> que facilitó dinero para la lucha en 1854 y que, arruinadoy urgido, reclamaba su pago en 1861. <strong>Juárez</strong> le da una serie de explicacionesy excusas que deben dolerle mucho, pero la verdad es queno hay con qué pagar.Desde luego <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> comienza a actuar; hemos s<strong>el</strong>eccionado<strong>al</strong>gunos decretos de importancia como aqu<strong>el</strong> en que declara que Comonfortcesó como presidente <strong>el</strong> 17 de diciembre de 1857, día en quese adhirió <strong>al</strong> plan de Tacubaya.Otro más, patético por su lacónica <strong>el</strong>ocuencia, autoriza <strong>al</strong> Ejecutivoque consiga un millón de pesos como pueda y lo emplee exclusivamentepara extirpar las guerrillas de reaccionarios y <strong>el</strong> bandolerismo que asue"lan <strong>al</strong> país.Con sentimiento y dolor, descubrimos hace ya <strong>al</strong>gunos años doscartas de M<strong>el</strong>chor Ocampo fechadas <strong>el</strong> 14 Y 17 de mayo, dirigidas aJ uárez, desde su retiro de Pomoca. Seguramente son de las últimas queescribió, cuando menos no se conocen otras, pues él mismo apunta qu<strong>el</strong>os bandidos están as<strong>al</strong>tando <strong>al</strong> correo.Hemos leído y r<strong>el</strong>eído su texto en <strong>el</strong> origin<strong>al</strong> amarillento y no podemosnegar la emoción, dolor y respeto que su lectura nos produjo.Pensamos que <strong>el</strong> lector tendrá similar reacción. Destilan bondad, sen-81


cillez, ingenio, fina iroIÚa, <strong>el</strong>egante bonhomía. Por <strong>el</strong>lo las hemos re·producido en facsímil.j Qué ingenua y sencilla descripción de las cu<strong>al</strong>idades d<strong>el</strong> vino fabricadocon la uva silvestre d<strong>el</strong> volcán de San Andrés, cercano a Tajimaroa,hoy ciudad Hid<strong>al</strong>go! Algunas veces, cuando hemos recorrido esamontaña y cerca de los «chilladores» que arrojan vapores de aguacargados de azufre, arrancamos la uva silvestre, <strong>al</strong> percibir su saboragridulce y semiamargo, hemos recordado que Ocampo decía a <strong>Juárez</strong>en una de estas cartas que esa fruta tenía «un gusto s<strong>al</strong>vaje».Mathew, encargado de negocios de la Gran Bretaña, apremia a<strong>Juárez</strong> para que pague <strong>el</strong> s<strong>al</strong>do que aún se debe por intereses británicosd<strong>el</strong> dinero tomado a la conducta de Laguna Seca; le advierte queWyke, <strong>el</strong> nuevo ministro que ya está en <strong>el</strong> país, no presentará sus credenci<strong>al</strong>esmientras esta cuestión no se resu<strong>el</strong>va.Afortunadamente <strong>el</strong> 25 de mayo sir Charles Lennox Wyke presentósus credenci<strong>al</strong>es acreditándose como ministro de la reina Victoria,pronunciando un discurso amistoso, deseando la paz para México.<strong>Juárez</strong> contesta asegurando que la Constitución y las Leyes de Reformason bases sólidas para <strong>al</strong>canzar <strong>el</strong> orden y la libertad. ¡Parecía que esteflanco de la ofensiva internacion<strong>al</strong> estaba cubierto!Vidaurri, mientras tanto, continúa en sus expresiones de adhesióny simpatía por <strong>Juárez</strong> y sus quejas porque se siguen nombrando empleadosfeder<strong>al</strong>es que, <strong>al</strong> ocupar sus cargos, limitan las faculté;l.des que indebidamenteejercía Vidaurri. <strong>Juárez</strong> contesta con ejemplar paciencia,casi benedictina.El <strong>Congreso</strong> se erige en colegio <strong>el</strong>ector<strong>al</strong> <strong>el</strong> 23 de mayo para c<strong>al</strong>ificarlas <strong>el</strong>ecciones de presidente de la República y resu<strong>el</strong>ve aplazar <strong>el</strong>escrutinio por 10 días en vista de que aún no llegan todas las actas quese esperan,El grupo minoritario de la comisión escrutadora presentó un dictamen,sobre <strong>el</strong> que no se votó, proponiendo se declare que ningún candidatoobtuvo mayoría de votos y que procede que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> <strong>el</strong>ija <strong>entre</strong>los que tuvieron mayor cantidad de sufragios.Los grupos reaccionarios día a día adquirían mayor fuerza, por lacarencia de tropas que los combatieran; la f<strong>al</strong>ta de recursos económicosmaniataba <strong>al</strong> gobierno. Los caminos estaban infestados de gavillasde ladrones y las guerrillas reaccionarias asolaban <strong>el</strong> centro d<strong>el</strong> país.La comisión de s<strong>al</strong>ud pública d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> propone la suspensiónde garantías para que <strong>el</strong> Ejecutivo tenga mayor libertad de acción enla lucha contra los reb<strong>el</strong>des y la anarquía. En un ambiente de ampli<strong>al</strong>ibertad desusada en México, se inicia la discusión de esa propuesta en<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, <strong>el</strong> 28 de mayo o sea a las dos semanas de inst<strong>al</strong>ado. Se llama<strong>al</strong> gabinete y frente a los ministros se exhibe la desconfianza encuanto <strong>al</strong> uso que <strong>el</strong> Ejecutivo haga de esas facultades.82


Al día siguiente continúa la discusión, terciando en <strong>el</strong>la, contra lainiciativa, los diputados Suárez Navarro y Linares. El presidente d<strong>el</strong><strong>Congreso</strong>, José María Aguirre, abandonando su siti<strong>al</strong> va a la tribunapara pronunciarse contra la propuesta que considera un voto de confianza<strong>al</strong> presidente <strong>Juárez</strong>; con notoria pasión lo acusa de f<strong>al</strong>ta deiniciativa y de que, con olvido d<strong>el</strong> decoro nacion<strong>al</strong>, lo puso «a los piesde los norteamericanos por medio d<strong>el</strong> Tratado Mc Lane, en que se permitirí<strong>al</strong>a introducción de tropas extranjeras <strong>al</strong> territorio nacion<strong>al</strong> y seautorizaba <strong>al</strong> gobierno de Washington para <strong>el</strong> arreglo de los aranc<strong>el</strong>esmexicanos».Grave y p<strong>el</strong>igrosa acusación d<strong>el</strong> diputado Aguirre que es aún annade quienes pretenden atacar la memoria y actuación de <strong>Juárez</strong>. Conocen<strong>el</strong> cargo, pero ignoran la fonna en que se lanzó y la reacción d<strong>el</strong><strong>Congreso</strong> y de la opinión pública contemporáneos.Por <strong>el</strong>lo se reproducen las copias de las actas de las sesiones enque se examinó este asunto y podrá constatarse cómo Manu<strong>el</strong> Ruiz yJuan José Baz rechazan de inmediato la imputación y, <strong>al</strong> pretenderAguirre insistir en su cargo, ante <strong>el</strong> rechaw gener<strong>al</strong> d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, dej<strong>al</strong>a tribuna y vu<strong>el</strong>ve a su sillón de la presidencia.El 31 de mayo la <strong>Cámara</strong> recibe, por boca de Manu<strong>el</strong> Ruiz, unaamplia explicación; da lectura d<strong>el</strong> texto d<strong>el</strong> tratado, lo comenta y, además,hace una det<strong>al</strong>lada explicación de la situación, presiones y luchasque <strong>el</strong> gobierno constitucion<strong>al</strong> tuvo que sostener en VeraCTuz.Ruiz habla por sí y con autorización d<strong>el</strong> presidente <strong>Juárez</strong>. Sus p<strong>al</strong>abrasson de gran utilidad para entender la situaci6n y la génesis d<strong>el</strong>mencionado tratado desde <strong>el</strong> ángulo de la re<strong>al</strong>idad política.El diputado Aguirre va a la tribuna y aclara que conocía <strong>el</strong> textod<strong>el</strong> tratado por una nota publicada en La Crónica de Nueva York yacaba proponiendo se pida <strong>al</strong> Ejecutivo envíe <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> <strong>el</strong> tratadoy todos los documentos conexos para que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> los conozca.No hubo, pues, decisión de ese cuerpo frente a la temeraria opiniónd<strong>el</strong> diputado Aguirre y en <strong>el</strong> mismo <strong>Congreso</strong> se señ<strong>al</strong>ó esa acusacióncomo una maniobra para obligar a <strong>Juárez</strong> a dejar la presidencia.Al día siguiente se pide a la secretaría de R<strong>el</strong>aciones <strong>el</strong> expediente ydos días después <strong>el</strong> ministro León Guzmán lo remite, como puede leerseen las comunicaciones que se insertan más ad<strong>el</strong>ante.Los graves acontecimientos posteriores distrajeron la atención d<strong>el</strong><strong>Congreso</strong> y <strong>el</strong> asunto no volvió a tratarse, pero <strong>el</strong> expediente continuóen <strong>el</strong> archivo d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> y en <strong>el</strong> incendio que éste sufrió en 1872 sequemó, junto con numerosos documentos de importancia. M<strong>al</strong>iciosamentese dijo que <strong>el</strong> gobierno lo ocultaba, cuando la verdad de los hechosfue la mencionada.La opinión pública reaccionó y surgieron numerosas protestas contr<strong>al</strong>a opinión d<strong>el</strong> diputado Aguirre <strong>entre</strong> la que se destaca <strong>el</strong> magní-83


tico articulo de Francisco Zarco, que nOS parece uno de los mejoresanálisis que conocemos de la situación política de ese momento y de lagénesis d<strong>el</strong> célebre tratado.A mediados de mayo se designa a Joaquín Ruiz, distinguido abogadopoblano, como ministro de Justicia y de Fomento y casi a fin demes a José María Castaño para <strong>el</strong> ministerio de Hacienda.JUAREZ DECLARADO PRESIDENTE CONSTITUCIONALCasi la mitad de los miembros d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> estaban en contra de<strong>Juárez</strong>; unos por ser partidarios de González Ortega, otros, antiguossimpatizantes de Migu<strong>el</strong> Lerdo de Tejada y, otros más, porque pretendíanun mayor radic<strong>al</strong>ismo en la acción gubernament<strong>al</strong>.Por <strong>el</strong>lo m la sesión d<strong>el</strong> 24 de mayo se aprobó la creación de uncomité de s<strong>al</strong>ud pública, encargado de presentar proposiciones paraadoptar las medidas necesarias para dar fin a la guerra de guerrillasde los conservadores y preparar un proyecto de suspensi6n de garantías.Más tarde se pretendió que <strong>el</strong> Ejecutivo, <strong>al</strong> poner en vigor esasdecisiones, debería consultar <strong>al</strong> comité de s<strong>al</strong>ud pública. Ello demostró10 ahsuroo n~ la situación y <strong>el</strong> 12 ne junio se resolvió hacer desaparecer<strong>el</strong> comité.En los primeros días de junio, <strong>al</strong>gunos miembros de la oposiciónen <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, pretendieron que <strong>el</strong> poder Legislativo declarara que <strong>el</strong>periodo para <strong>el</strong> que <strong>Juárez</strong> había sido <strong>el</strong>egido, era <strong>el</strong> mismo que Comonfortno había concluido y, por ende, debería terminar <strong>el</strong> 10. de diciembrede 1861 o sea unos meses después. Por lo absurdo d<strong>el</strong> plan..teamiento no tuvo ambiente y fue abandonado.Según <strong>el</strong> artículo 76 de la Constitución, la <strong>el</strong>ección d<strong>el</strong> presidmtese hacía en forma indirecta. Popularmente se designaban <strong>el</strong>ectores, unopor cada 500 habitantes y éstos a su vez se reunían en cada distrito<strong>el</strong>ector<strong>al</strong> formado por 40 000 habitantes o fracciones mayores a 20 000.Cada junta de distrito <strong>el</strong>ector<strong>al</strong> según los artículos 35 y 43 se designabapor mayoría absoluta de votos de <strong>el</strong>ectores <strong>al</strong> presidente de laRepública.Aunque la <strong>el</strong>ección primaria se había c<strong>el</strong>ebrado <strong>el</strong> 5 de febrerode 1861, por la deficiencia de las vías de comunicación y la inseguri..dad de los caminos, las <strong>el</strong>ecciones secundarias se llevaron a cabo condemora y también la remisión de las actas respectivas <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> d<strong>el</strong>a Unión:.


Para mayo no había sido posible disponer de suficientes actas, por10 que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> informado de <strong>el</strong>lo por la comisión especi<strong>al</strong>, resolvióaplazar <strong>el</strong> hacer <strong>el</strong> cómputo, como puede verse en <strong>el</strong> acta de lasesión de fecha 23 de ese mes.Fin<strong>al</strong>mente en la sesión d<strong>el</strong> 11 de junio resolvió <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> abordarla cuestión, <strong>al</strong> erigirse en colegio <strong>el</strong>ector<strong>al</strong>. El acta que se reproducemás ad<strong>el</strong>ante, muestra cómo la comisión dictaminadora se fraccionóen dos grupos de criterios antitéticos. El mayoritario, formadode once diputados, consideraba que sobre los 9 636 votos emitidoshabía que hacer <strong>el</strong> cómputo y juzgaba que <strong>Juárez</strong> había obtenido lamayoría absoluta, <strong>al</strong> recibir 5 289 sufragios de <strong>el</strong>ectores.En cambio, <strong>el</strong> grupo minoritario de la comisión, por boca d<strong>el</strong>diputado Vicente Riva P<strong>al</strong>acio, pretendía que se tomara como base <strong>el</strong>tot<strong>al</strong> de <strong>el</strong>ectores que deberla haber actuado (15000) y, en t<strong>al</strong> caso,consideraba no había obtenido <strong>Juárez</strong> la mayoría y debía <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong><strong>el</strong>egir <strong>entre</strong> los candidatos que hubiesen obtenido mayoría r<strong>el</strong>ativa.Esta era una maniobra para buscar la oportunidad de escoger <strong>entre</strong><strong>Juárez</strong> y González Ortega.No estaban en lo justo los diez diputados disidentes de la comisióny sólo un injustificado apasionamiento pudo llevarlos a la absurdaposición que adoptaron. El artículo 51 de la ley orgánica <strong>el</strong>ector<strong>al</strong> expedidapor <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> extraordinario constitucion<strong>al</strong> en 1857, era precisoy categórico, pues decía lo siguiente:Artículo 51. El <strong>Congreso</strong> de la Unión se erigirá en colegio <strong>el</strong>ector<strong>al</strong> todulas veces que hubiere <strong>el</strong>ección de presidente de la República: procederá ahacer escrutinio de los votos emitidos y, si <strong>al</strong>gún candidato hubiere reunidola mayoría absoluta, lo declarará <strong>el</strong>ecto. En <strong>el</strong> caso de que ningún candidatohaya reunido la mayoría absoluta de votos, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, votando por diputaciones,<strong>el</strong>egirá por escrutinio secreto, mediante cédulas, de <strong>entre</strong> los candidatosque hubieren obtenido la mayoría r<strong>el</strong>ativa y se sujetarán para esteacto.••Se discutieron estos pU'lltos de vista y se aprobó por 61 votos afavor y 55 en contra, <strong>el</strong> dictamen de la mayoría de la comisión, desuerte que <strong>el</strong> colegio <strong>el</strong>ector<strong>al</strong> se limitó a declarar, como procedía,que Benito <strong>Juárez</strong> era presidente constitucion<strong>al</strong>, por haber obtenido enla <strong>el</strong>ección la mayoría absoluta de votos de los <strong>el</strong>ectores.Comentando esto, <strong>al</strong>gunos historiadores, como José María Vigil,cometen <strong>el</strong> error de confundir la votación sobre <strong>el</strong> dictamen con laconsulta popular o <strong>el</strong>ección. En cambio era notorio e indiscutible que,poco menos de la mitad de los miembros d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> estaban contra<strong>Juárez</strong> y, cegados por un sectarismo inexplicable, en momentos difícilesde la vida nacion<strong>al</strong>, provocaron innecesarios problemas o exageraronotros.85


Al divulgarse la noticia en los Estados, éstos, con toda energía, seopusieron a la maniobra y ratificaron la designación de J uárez. Se reproducenvarios de los decretos de los gobiernos loc<strong>al</strong>es.El <strong>Congreso</strong> ratifica una decisión d<strong>el</strong> Ejecutivo <strong>al</strong> restablecer lasseis secretarías tradicion<strong>al</strong>es, que <strong>el</strong> presidente J uárez, por buscar econOIIÚas,y en uso de las facultades extraordinarias que había tenido,redujo a cuatro unos cuantos meses antes.El 15 de junio <strong>Juárez</strong> se presentó <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> para tomar posesiónde la presidencia constitucion<strong>al</strong>. En la ceremonia pronunció unenjundioso discurso en que ratifica su respeto a la Constitución y esperaque la «revolución democrática y regeneradora que la naciónestá ejecutando, siga su camino de conquistas soci<strong>al</strong>es y humanitarias».Pide la cooperación de la asamblea nacion<strong>al</strong> así como la de los Estados.La respuesta d<strong>el</strong> presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, diputado Gabino F.Bustamante, es de firme apoyo a <strong>Juárez</strong>; le llama «guardián incorruptibIe»;ofrece ocuparse de «restablecer bajo bases sólidas la haciendapública» y que «continuará desechando las maquinaciones de los anarquistaspara dividir a los supremos poderes feder<strong>al</strong>es».Lamentablemente seguían las maquinaciones de la oposición y sepretendió <strong>el</strong>iminar a <strong>Juárez</strong>, separándolo de la presidencia y sustituyéndolopor un triunvirato formado por los gener<strong>al</strong>es Manu<strong>el</strong> Doblado,Jesús González Ortega y José López Uraga. Instigadores de esto fueronlos diputados José Linares y Juan Ortiz Careaga.Mientras tanto, los reaccionarios seguían actuando ya no conguerrillas sino con grupos militares que asolabm amplias zonas d<strong>el</strong>país.Un mílite amnistiado en Puebla, F<strong>el</strong>ipe M. Chacón, en diciembreanterior, vu<strong>el</strong>ve a las armas a las órdenes de Zuloaga y Márquez y sepermite invitar a González Ortega a defeccionar, pensando que snpropuesta podría tener eco a causa de la crisis polítiCa gubernament<strong>al</strong>.Es digna, conceptuosa y patriótica la razonada respuesta d<strong>el</strong> gener<strong>al</strong>zacatecano.La guerra civil en los Estados Unidos repercutió sobre México endiversas fonnas; una de sus consecuencias fue aislamos de la partenorte de Estados Unidos. No podía cruzarse <strong>el</strong> sur de ese país y losbarcos 1110 visitaban nuestrOs puertos d<strong>el</strong> Golfo con regularidad.El diligente Romero, negocia, discute y firma un tratado postaJque establece <strong>el</strong> mecanismo para financiar <strong>el</strong> establecimiento de un<strong>al</strong>ínea de vapores que una directamente Nueva York con Veracruz. Ladiscusión, según <strong>el</strong> r<strong>el</strong>ato de Romero y, por <strong>el</strong> cambio de notas, mues·tra cómo <strong>el</strong> gobierno d<strong>el</strong> presidente J uárez, no obstante la oposici6pparlamentaria y los problemas internacion<strong>al</strong>es europeos, se daba tiempopara ocuparse de la solución de problemas apremiantes de admi-86


nistraci6n pública, como <strong>el</strong> correo y <strong>el</strong> transporte de pasajeros y carga<strong>entre</strong> Veracruz y Nueva York.El tono de la discusión exhibe cómo <strong>el</strong> gobierno de Lincoln dabaun trato amistoso a México y no imponía su criterio; en este caso concretolas ideas y sugestiones d<strong>el</strong> ministro mexicano Romero predominaronen gran parte <strong>al</strong> formularse <strong>el</strong> tratado post<strong>al</strong>.<strong>Juárez</strong>, no obstante de que estaba convencido de que nuestro régimenera y sigue siendo presidenci<strong>al</strong>ista, consideró necesario reforzarsu gobierno con <strong>el</strong> apoyo d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> y actuó como si fuera parlamentario<strong>el</strong> mecanismo para designar los colaboradores d<strong>el</strong> Ejecutivo.León Guzmán siente la f<strong>al</strong>ta de apoyo parlamentario y, angustiadopor los problemas hacendarios e internacion<strong>al</strong>es, en dos ocasionespresenta su renuncia <strong>al</strong> ministerio de R<strong>el</strong>aciones, por lo que J uáreztilene que buscarle sucesor.Piensa en Doblado y le invita a jefaturar <strong>el</strong> gabinete; pero <strong>el</strong>guanajuatense rehusa, considerando que no se siente «con los tamañosque demanda una empresa tan ardua» y prefiere seguir <strong>al</strong> frente d<strong>el</strong>gobierno de Guanajuato, «donde se sostiene lo conquistado por la Constitucióny las Leyes de Reforma».José Maria Mata, patriota y republicano cab<strong>al</strong>, no está de acuerdocon la conducta de la oposici()n que ha forzado se tomen decisionesindebidas; resu<strong>el</strong>ve renunciar a su cargo de diputado porque «los actosd<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> no van de acuerdo con los preceptos de la ConstitucióID>.El documento en que plantea la situación es singularmente importanteporque t<strong>al</strong> vez sea <strong>el</strong> único caso en la historia de México: un diputadoacusando <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> de obrar contra la Constitución.El <strong>Congreso</strong> tiene que estudiar <strong>el</strong> caso y, en re<strong>al</strong>idad, lo <strong>el</strong>ude yno se examina <strong>el</strong> fondo de la cuestión.Según la Constitución en vigor, los miembros de la Suprema Cortedebían ser designados también en <strong>el</strong>ección popular indirecta, de primergrado, en forma similar <strong>al</strong> presidente de la República.Con <strong>el</strong> fin de dar una solución inmediata <strong>al</strong> problema de la f<strong>al</strong>tade ese tribun<strong>al</strong>, se resolvió designar por <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> a sus miembrosen forma interina, a reserva de convocar a <strong>el</strong>ecciones.El 2 de julio se hizo la designación nombrando como presidentede <strong>el</strong>la <strong>al</strong> gener<strong>al</strong> Jesús González Ortega.Esto tuvo grandes repercusiones políticas; se entendió ,una maniobramás para <strong>el</strong>iminar a J uárez. Según la Constitución, <strong>el</strong> presidentede la República podía ser sustituido por <strong>el</strong> presiüente de la SupremaCorte. El ministro de los Estados Unidos, CoIWÍn, informó a su gobiernode este plan y consideró que la presión ejercida sobre <strong>Juárez</strong> loobligarla a retirarse.Vidaurri continúa con sus plañideras cartas, quejándose contra ladesignación de empleados feder<strong>al</strong>es dentro de su feudo. Un nuevo mo-87


tivo de controversia se inicia, Vidaurri comunica a <strong>Juárez</strong> que ha dadoasilo a Comonfort, menospreciando <strong>el</strong> hecho de que esta persona estásujeta a jUicio.Después de muchas peripecias y esfuerzos, logra <strong>al</strong> fin integrar sugabinete con Manu<strong>el</strong> María de Zamacona, como ministro de R<strong>el</strong>aciones;de Fomento, BIas B<strong>al</strong>cárc<strong>el</strong>; interinamente encargados de losministerios de Justicia y Guerra, respectivamente, Joaquín Ruiz y <strong>el</strong>gener<strong>al</strong> Zaragoza, quedando vacante <strong>el</strong> puesto de ministro de Haciendaque días después, <strong>el</strong> 16, se cubre con José Higinio Núñez.El <strong>Congreso</strong> decreta la supresión de los tratamientos protocolariosa funcionarios y corporaciones y, erigido en gran jurado, juzga aManu<strong>el</strong> Payno por su participación en <strong>el</strong> golpe de Estado de 1857. Eldiscurso pronunciado por <strong>el</strong> diputado Ignacio Manu<strong>el</strong> Altamirano, sereproduce en las siguientes páginas. Payno fue absu<strong>el</strong>to después dehaberse oído su defensa.El presidente Lincoln <strong>al</strong>armado por los informes d<strong>el</strong> ministro Corwinsobre la situación m~cana, examina la posibilidad de hacer <strong>al</strong>gúnpréstamo <strong>al</strong> gobierno de J uárez. Aparece en <strong>el</strong> gabinete estadounidenseuna vez más la i(lea de comprar Baja C<strong>al</strong>ifornia.Un comisionado d<strong>el</strong> gobierno de los confederados visita a Vidaurriy pretende negociar con él; afortunadamente <strong>el</strong> gobernador de NuevoLeón y CoahuiJa maneja <strong>el</strong> asunto con habilidad.El <strong>Congreso</strong> de México concedió, a solicitud d<strong>el</strong> gobierno estadounidense,permiso para que tropas de la nación vecina desembarcaranen Guayrnas y, cruzando por territorio nacion<strong>al</strong>, penetraran en Arizona.Véanse las comunicaciones r<strong>el</strong>ativas y los informes de Matías Romerosobre posibles repercusiones.88


DANIEL CaSIO VILLEGAS*VIDA REAL Y VIDA HISTORIADA DE LA CONSTITUCIONDE 57A ndan rodando por la c<strong>al</strong>le voces extrañas acerca de esta recordacióncentenaria que ahora hacemos. Las engendra <strong>el</strong> temor de querenazcan viejas polémicas y de que se les dé un sentido de actu<strong>al</strong>idad;pero producen la consecuencia inevitable de frenar <strong>el</strong> libre discurrir d<strong>el</strong>as gentes y de presentar una interpretación d<strong>el</strong> liber<strong>al</strong>ismo dictada porconveniencias transitorias y quizás imaginarias.Una de esas voces, acogida ya por <strong>el</strong> público como ofici<strong>al</strong>, trinaque sólo puede admirarse a <strong>Juárez</strong> con una buena dosis de jacobinismo,o que apenas puede admirarlo <strong>el</strong> liber<strong>al</strong> jacobino. Esto, políticamentehablando, equiv<strong>al</strong>e a una autorización para borrar a J uárez de la brevísim<strong>al</strong>ista de héroes nacion<strong>al</strong>es sin comprometer por <strong>el</strong>lo la rectitudpatriótica de quien lo haga; y equiv<strong>al</strong>e también a una generosa autorizaciónpara que <strong>el</strong> pobre y descarriado jacobino siga adorándolo atítulo de manía person<strong>al</strong>. Históricamente hablando, significa que apenaspuede admirárs<strong>el</strong>e de un modo irracion<strong>al</strong>, a-histórico, o, para usar<strong>el</strong> lenguaje de BuInes, que <strong>Juárez</strong> es una de las grandes mentiras denuestra historia.Otra de las voces que van y vienen por las c<strong>al</strong>les suena menos destemplada,pero desafina tanto como la otra. Quien la modula, se hacepasar por partidario de <strong>Juárez</strong>, y para protegerlo justamente, proponeun plan. Canta esta voz que <strong>Juárez</strong> no es, ni ha podido ser, un héroepopular genuino porque la iglesia católica lo ha presentado aviesamootecomo ateo, o, por lo menos, como anticleric<strong>al</strong>. En consecuencia, hayque jugar contra la iglesia católica de un modo también siniestro vistiéndolocomo hombre tolerante con <strong>el</strong> clero y, en <strong>el</strong> fondo de sucorazón, r<strong>el</strong>igioso hasta <strong>el</strong> arrobamiento místico. Políticamente quieredecirse que no hay que usar a <strong>Juárez</strong> para combatir a la iglesia católica,primero, porque ésta ha vu<strong>el</strong>to a ser intocable, y, segundo, porquequien la toca, pierde, como ha perdido <strong>el</strong> gran <strong>Juárez</strong>. Históricamentesignifica <strong>al</strong>go muy serio, pues se cree que la m<strong>al</strong>eabilidad «natur<strong>al</strong>»* El Liber<strong>al</strong>ismo y la Reforma en Mixico. Varios Autores. México, U.N.A.M., 1957,(parte escrita por Dani<strong>el</strong> Cosío Villegas), pp. 524-566.89


de la Historia permite desleir <strong>el</strong> púrpura encoodido con que hastaahora estaba tocado un personaje, para repintarlo con <strong>el</strong> ingenuo azulc<strong>el</strong>este.En fin, una tercera voz se ha escuchado también, y no por quebradadeja de ser sentenciosa. Concierta con gran aplomo que la Reformano fue tan sólo un movimiento anticleric<strong>al</strong>, sino muchas otras cosas,más importantes y duraderas que una fobia irracion<strong>al</strong> cu<strong>al</strong>quiera.Políticamente se exige que en este centenario se recuerde lo importantey lo duradero y que se pase por <strong>al</strong>to lo epidérmico y fugaz, es decir, loanticleric<strong>al</strong>. Históricameute, se sugiere que la Historia puede a su arbitriollevar <strong>al</strong> primer plano las cosas que estaban en <strong>el</strong> quinto, situarlas d<strong>el</strong> primero en <strong>el</strong> último, o escamotearlas de una vez, como en losactos de magia o enc<strong>al</strong>Iltamiento.La Historia debería poner todo esto en su punto, pues t<strong>al</strong> es sufunción y tiene los medios para hacerlo; por desgracia, nuestros historiadoresse han desinteresado hace tiempo d<strong>el</strong> tema de la Reforma,y, así, <strong>el</strong> centenario que c<strong>el</strong>ebramos ahora nos sorprende viviendo d<strong>el</strong>ibros y estudios viejos, particularmente de La Constitución y la dictadura,de Emilio Rabasa.Este libro es, sin duda <strong>al</strong>guna, <strong>el</strong> mejor estudio sobre <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>Constituyente d<strong>el</strong> 56 y sobre la Constitución de 57, a menos que hayasido superado en la intimidad de la cátedra o de la conversación decafé; pero se publicó hace cuarenta y cuatro años y apenas acaba dereeditarse por la primera vez, no obstante que su tirada inici<strong>al</strong> debióser muy limitada y que apareció en 1912, en la víspera de hundirse <strong>el</strong>país en <strong>el</strong> caos d<strong>el</strong> que habría de s<strong>al</strong>ir la Revolución Mexicana. T<strong>al</strong>esdatos indican que <strong>el</strong> libro no ha sido muy usado, y esto a despecho deasegurarse que ejerció una influencia decisiva en la composición de laCarta revolucionaria de 1917. Es un hecho, pues, que <strong>el</strong> estudio deRabasa fue publicado en 1912 y que hemos vivido hasta ahora de losmil ejemplares que de él se imprimieron entonces; a pesar de <strong>el</strong>lo,no ha sido superado y ni siquiera se ha hecho de él un juicio críticode fondo para aquilatar permanentemente sus méritos excepcion<strong>al</strong>es ysus f<strong>al</strong>las indudables.Se ve, así, que la historia mexicana no está en este momento muybien armada para concertar tanta voz disonante y tanto silencio sospechoso,y menos todavía para cimentar con firmeza UlI1 r<strong>el</strong>ato y unaexplicación de nuestro liber<strong>al</strong>ismo de hace un siglo, de los frutos quedejó y de cuál y cuánta es nuestra deuda actu<strong>al</strong> con éLTodo esto causa una pena tanto mayor cuanto que <strong>el</strong> libro deRabasa es, decididamente, un gran libro; y lo es por una plur<strong>al</strong>idadde motivos. Era su autor hombre de una int<strong>el</strong>igencia muy poco común;un buen escritor, de tantos h<strong>al</strong>lazgos verb<strong>al</strong>es como Justo Sierra, porejemplo, pero más sobrio y convincente en <strong>el</strong> mismo grado. Era, ade-90


más, hombre de gran integridad mont<strong>al</strong>, de fuertes convicciones, preocupadomuy sinceramente por los m<strong>al</strong>es d<strong>el</strong> país y ansioso de contribuira remediarlos. Y por sobre todas las cosas, en Rabasa se dieronlo que parece obvio y que, sin embargo, resulta raro en México: <strong>el</strong>conocimiento jurídico y <strong>el</strong> conocimiento histórico, la condición esenci<strong>al</strong>para discurrir con acierto sobre cuestiones de derecho constitucion<strong>al</strong>.Rabasa, en efecto, sabía derecho y sabía historia.Por ser excepcion<strong>al</strong> en nuestro medio esta coincidencia, y por ser,en sí misma, difícil de lograr, me temo mucho, sin embargo, que enRabasa no se dieran <strong>el</strong> derecho y la historia en <strong>el</strong> grado y con la simultaneidadque son apetecibles y aun necesarios. Me parece que cuandopublicó en 1912 La ConstiJtución y la dictadura, no había <strong>al</strong>canzadosu conocimiento histórico la madurez que logró ocho años después,cuando en 1920 publica su magnífica Evolución histórica de México.Luego, Rabasa no parece haber logrado trasponer las fuentes secundarias,cosa perfectamente explicable si se piensa que los libros mexicanosde historÍ'a se cuentan por millares. Otra circunstancia más leimpidió lograr una visióq mejor de nuestros tiempos modernos, con lacu<strong>al</strong> su libro hubiera ganado muchísimo: aun cuando nació en 1856,justamonte cuando en la ciudad de México, tan lejana de su Chiapasnat<strong>al</strong>, se reunía este <strong>Congreso</strong> Constituyente que ahora recordamos; auncuando no vino a radicarse a la capit<strong>al</strong> hasta los treinta años de edad;a pesar de todo <strong>el</strong>lo, <strong>el</strong> juicio y la visión de Rabasa no pudieron dejarde nutrirse en la atmósfera porfirista, ni <strong>al</strong>canzaron a dudar de los supuestospolíticos d<strong>el</strong> porfiriato.Ocho años más joven, y <strong>al</strong>ejado, además, de la ciudad de México,Rabasa no participó, como Justo Sierra, en <strong>el</strong> último desgajamientod<strong>el</strong> partido liber<strong>al</strong>, en la contienda de 1876 <strong>entre</strong> Sebastián Lerdo deTejada, José María Iglesias y Porfirio Díaz. Se s<strong>al</strong>vó por eso de caeren la furia anti-lerdista que desquició tanto <strong>el</strong> juicio histórico de Sierra.Aun así, <strong>el</strong> respeto y la admiración de Rabasa por Sebastián Lerdo deTejada son un tanto form<strong>al</strong>es; le atrae <strong>el</strong> jurista, <strong>el</strong> hombre de t<strong>al</strong>entoy de finura, pero no <strong>el</strong> gobernante; y ciertamente su admiración por<strong>Juárez</strong>, como la de Sierra, tiene una deformación porfirista ind<strong>el</strong>eble.Rabasa ve en <strong>Juárez</strong> <strong>al</strong> héroe de la Reforma y de la Intervención, <strong>al</strong>revolucionario y <strong>al</strong> demoledor, a la figura granítica que resiste y desafía<strong>el</strong> vendav<strong>al</strong>; pero <strong>el</strong> <strong>Juárez</strong> tolerante, conciliador, que consumehasta <strong>el</strong> último <strong>al</strong>iento de su vida en encauzar <strong>al</strong> país después de lavictoria de 1867, ese <strong>Juárez</strong> se le escapa hasta <strong>el</strong> punto de confundirlocon Porfirio Díaz bajo la triste denominación de dictador involuntario,a quien obliga a serlo la ley, m<strong>al</strong>a sin remedio, con que gobernaban.Queda por señ<strong>al</strong>ar una última circunstancia que ayuda a estimar<strong>el</strong> v<strong>al</strong>or de este gran estudio. Parece que Rabasa lo escribió en 1910,concluyéndolo a tiempo de darle una copia d<strong>el</strong> primer borrador a Por-91


firio Díaz antes de que éste abandonara, en mayo de 1911, <strong>el</strong> poder y<strong>el</strong> país; se sabe más fijamente que en agosto de 1911 <strong>el</strong> manuscrito había<strong>al</strong>canzado su fonna fin<strong>al</strong> y que la edición apareció en los primerosmeses de 1912. 7Es posible que <strong>el</strong> origen lejano de esta obra fueran las declaracionesde Porfirio Díaz <strong>al</strong> periodista norteamericano Cre<strong>el</strong>man asegurandoque México estaba ya preparado para una vida política norm<strong>al</strong>, pues<strong>el</strong>las dieron la posibilidad de tratar públicamente <strong>el</strong> tema de cómo podíapasar <strong>el</strong> país de un régimen tiránico a otro institucion<strong>al</strong>. Francisco I.Madero, Manu<strong>el</strong> C<strong>al</strong>ero, Querido Moheno, Francisco de P. Sentíes,Alejandro Prieto, Ricardo García Granados, etc., publicaron sus opinionesen libros y folletos que fueron comentados con interés visibley antes desconocido.Este antecedente pudo haber sido también la razón por la cu<strong>al</strong>redactó su libro, no con <strong>el</strong> ánimo de estimar toda la Constitución de57, sino con <strong>el</strong> de señ<strong>al</strong>ar sus defectos e impresionar con la gravedadde <strong>el</strong>los y la urgencia de remediarlos. Rabasa, en efecto, concluyó <strong>el</strong>manuscrito de su libro cuando se desplomaba <strong>el</strong> régimen en <strong>el</strong> cu<strong>al</strong>vivió su edad madura; se hizo obvia entonces la predicción de quese venía encima una profunda transfonnación política, pues con nada secontaba para sustituir una tiranía de treinta y cuatro interminables años.Por si <strong>al</strong>go f<strong>al</strong>tara, Rabasa presenció las primeras manifestaciones deapoyo popular tumultuoso que la revolución maderista tuvo <strong>al</strong> día siguientede su victoria; acostumbrado <strong>al</strong> gobierno d<strong>el</strong> hombre fuerte,temió que un desbordamiento popular, natur<strong>al</strong> e inevitable compensación<strong>al</strong> gobierno tiránico, impusiera <strong>el</strong> rumbo que la anunciada transfonnaciónpolítica habría de tomar.Estas circunstancias condujeron a Rabasa a descubrir, enumerar yc<strong>al</strong>ibrar todas las piezas de la Constitución de 57 que ponía en movimientola participación popular, a tenerlas invariablemente como defectuosasy a exagerar los p<strong>el</strong>igros que representaban para la vida futurad<strong>el</strong> país. Por eso, su conclusión fin<strong>al</strong> es recomendar para la nuevaera de México un régimen presidenci<strong>al</strong>ista, claro sustituto d<strong>el</strong> tiránicode Porfirio Díaz. Y todo esto can una consecuencia re<strong>al</strong>mente fantástica:los constituyentes de 17, que debieron ser y sentirse representantesde un movimiento inequívocamente popular, democrático, se inspiraronen Rabasa para crear un régimen presidenci<strong>al</strong>ista, que jurídicamenteno dista mucho de la dictadura, y que en la práctica lo ha sido de unmodo completo. BAparte de este desenlace extraordinario, es decisivo darse cuentad<strong>el</strong> momento en que Rabasa escribió su libro y d<strong>el</strong> fin que se propuso<strong>al</strong> escribirlo. Lo compuso cuando ya era inaplazable sustituir <strong>al</strong> régimentiránico de Díaz, pues la decrepitud de éste había llegado <strong>al</strong> límite enque <strong>el</strong> hedor de su cadáver infestaba todos los pulmones d<strong>el</strong> país. Lo7 Información d.don Oscar Rahasa.8 Parece haber unacuerdo gener<strong>al</strong> <strong>entre</strong>los constituyentes d<strong>el</strong>17 Y los constitucion<strong>al</strong>ist<strong>al</strong>lmexicanos encuanto a que la Constitucióny la dictadurade Rabasa ejerció unainfluencia decisiva lomismo en <strong>el</strong> proyectode constitución presentadapor Carranza, <strong>al</strong><strong>Congreso</strong> de Queréta.ro como en las modificacionesque en élsufrió. Debe entenderse,por supuesto, queesa influencia se limi·tó a la forma de gobierno,y no a lo quese ha dado en llamarla parte "soci<strong>al</strong>" de laConstitución de 17.92


escribi6, además, cuando era tan grande la probabilidad de que 10 sustituyerauna «dictadura democrática», como él la llama significativamente,que a nada podía temérs<strong>el</strong>e tanto como a <strong>el</strong>la, <strong>entre</strong> otrascosas porque para pasar de un extremo <strong>al</strong> otro, de la tiranía a la de..mocracia, <strong>el</strong> país debía dar un s<strong>al</strong>to mort<strong>al</strong>, y no llegar <strong>al</strong> otro ladole podía costar, en efecto, la vida. No escribió, pues, su libro para estimaren. su conjunto la Constitución de 57, sino para aconsejar lasupresión de sus piezas p<strong>el</strong>igrosas, y p<strong>el</strong>igrosas porque <strong>el</strong> movimientode <strong>el</strong>las estaba confiado <strong>al</strong> pueblo o sus representantes.Rabasa IIlO dice nada acerca d<strong>el</strong> cuándo de su obra; pero no puedeser más explícito en cuanto <strong>al</strong> fin que perseguía con escribirlo:Como este libro no se propone la crítica gener<strong>al</strong> de la Constitución, sinosólo <strong>el</strong> análisis de los vicios que... imposibilitan su observancia, la enumeraciónde sus aciertos estaría fuera de lugar y sería impertinente.Dados todos estos antecedentes, no debiera ser extraño que LaConstitución y la dictadura deje la impresión de ser, y que sea, en re<strong>al</strong>idad,tremendamente adversa a. la Constitucián d<strong>el</strong> 57, Y <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>de 56 que la hizo. En cuanto a aquélla, quizás <strong>el</strong> juicio de conjuntomás representativo d<strong>el</strong> pensamiento de Rabasa sea éste:Así se formó la Constitución mexicana, y medio siglo de historia nos domuestraque no acertaron sus autores con una organización política adecuadaa nuestras condiciones peculiares.Sobre este juicio volveremos más tarde; <strong>entre</strong>tanto, veamos laopinión que Rabasa tiene de los constituyentes d<strong>el</strong> 56. Sólo distinguea tres, y, en rigor, a dos nada más: Ponciano Arriaga, a quien concede<strong>el</strong> primer lugar, y José María Mata, a quien da <strong>el</strong> segundo; M<strong>el</strong>chorOcampo es su tercera preferencia, aun cuando no haga eIIl su obraninguna mención especi<strong>al</strong> de él. En los demás, Rabasa encontraba <strong>al</strong>~gunos hombres de t<strong>al</strong>ento; pero todavía hace la s<strong>al</strong>vedad de que sibien es cierto que de ningún otro congreso mexicano ha s<strong>al</strong>ido unaconst<strong>el</strong>ación de hombres tan distinguidos y a quienes la patria debatanto,otra confusión de ideas ha atribuido gran superioridad de legisladores <strong>al</strong>os diputados d<strong>el</strong> Constituyente por lo que muchos de <strong>el</strong>los hicieron después,ilustrando sus nombres en época diversa y en tareas de otro género.Tengo la impresión de que en esto Rabasa acierta, pero sólo entérminos muy gener<strong>al</strong>es. Las razones de su predilección son bastantediscutibles, si bien esclarecen mucho <strong>el</strong> origen de sus prejuicios; ade­'óIlás, la lista de los predilectos tiene que ampliarse si la justicia ha de93


teinar también en este mundo. Rabasa destaca a AITIaga y a Mataporqueconocían bien las instituciones americanas, que en más de una ocasión explicaroncon facilidad y exactitud, y rev<strong>el</strong>aron siempre una instrucción rarapor entonces en materia política.y a los otros los condena porque en <strong>el</strong>los prev<strong>al</strong>ecía<strong>el</strong> estudio de la historia y de las leyes constitucIon<strong>al</strong>es francesas, sus divisionessimétricas y sus ampliaciones deductivas, que llegaban a la conclusiónprevista de la f<strong>el</strong>icidad pública.Rabasa distingue a Arriaga porque citaba a Jefferson, Story y deTocqueville, y condena a los otros porque citaban a Voltaire, Rousseau,Bentham, Locke, Montesquieu, Mont<strong>al</strong>ambert, Constant y Lamartine.Los hombres que participaron re<strong>al</strong>mente en <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> Constituyentede 1856 y que resultaron de <strong>al</strong>guna estatura, son bien pocos,aun cuando no pueden quedar reducidos a tres, como lo quiere Rabasa.Para mí, son éstos: Ponciano Arriaga, José María Mata, FranciscoZarco, Me1chor Ocampo, León Guzmán, Santos Degollado, V<strong>al</strong>entínGómez Farías, Ignacio Ramírez, Guillermo Prieto, Isidoro Olvera,Joaquín Ruiz, Ignacio V<strong>al</strong>larta, BIas Ba1cárc<strong>el</strong>, José María Castillo V<strong>el</strong>asco,Ignacio Marisc<strong>al</strong>, Simón de la Garza M<strong>el</strong>o, y, por sus intervencionescomo ministros de Comonfort, Luis de la Rosa, Ezequi<strong>el</strong> Montesy José María Lafragua. Entre los liber<strong>al</strong>es moderados, pues tuvieronun pap<strong>el</strong> decisivo, habrá que contar a Mariano Arizcorreta, Marc<strong>el</strong>inoCastañeda, Prisciliano Díaz González, Antonio Aguado y Juan B. Barragán.El <strong>Congreso</strong> Constituyente de 1856, visto más de cerca, da laimpresión de una asamblea norm<strong>al</strong>: una grm masa de gente que contribuyea la obra con <strong>el</strong> nombre, con la presencia o una intervencióninsustanci<strong>al</strong>, y una veintena de desesperados que hacen la obra. Y siRabasa, como todo hombre sensato y bien nacido, tiene gran admiraciónpor esos fanáticos, es porque, grandes, medianos o pequeños, comoquiera c<strong>al</strong>ificárse1es, hicieron una gran obra y ro circunstancias singularmentedifíciles. Y en esto conviene cotejar de nuevo las opiniones deRabasa con los hechos históricos.Rabasa, en una serie de brillantísimos capítulos, pinta persuasivament<strong>el</strong>os negros antecedentes que pesaron como lastre inconmoviblessobre <strong>el</strong> Constituyente, y <strong>al</strong>gunos -no todos- propios ya de éste o desu época. En cuanto <strong>al</strong> desprestigio de la ley escrita, dice:!94En los veinticinco años que corren de 1822 ad<strong>el</strong>ante, la nación mexicanatuvo siete congresos constituyentes que produjeron como obra una Acta Constitutiva,tres Constitucione's y una Acta de Reformas, y, como consecuencia,


dos golpes de estado, varios cuarte1azos en nombre de la soberania popular,muchos planes revolucionarios, multitud de asonadas e infinidad de proteStas,peticiones, manifiestos, declaraciones y de cuanto <strong>el</strong> ingenio descontentadi.zo ha podido inventar para mover <strong>el</strong> desorden y encender los ánimos. Y a estaporfía de la revu<strong>el</strong>ta y <strong>el</strong> desprestigio de las leyes, en que los gobiernos solíanser más activos que la soldadesca y las facciones, y en que <strong>el</strong> pueblo no erasino materia disponible, llevaron aquéllos <strong>el</strong> contingente más poderoso paraaniquilar la fe de la nación con la disolución de dos congresos legítimos yla consagración como constituyentes de tres asambleas sin poderes ni aparienciasde legitimidad.El desprestigio de la ley escrita, la influencia adversa de la iglesiay d<strong>el</strong> clero católicos y la carga de los moderados, se dejaron sentircon fuerza singular en <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> Constituyente de 1856; fuerzas eranéstas, sin embargo, que obraban desde mucho antes. Otros factores adversos~en cambio, fueron propios d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, y aun cuando Rabas<strong>al</strong>os señ<strong>al</strong>a y los explica con su maestría habitu<strong>al</strong>, es visible su inclinaci6na imputarlos a los constituyentes como si fueran pecados inventadosy cultivados por <strong>el</strong>los, y no impuestos por circunstancias fuerade su dominio. De todos modos, fueron factores perturbadores que hicieronpenosa la obra d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, y, en coosecuencia, que re<strong>al</strong>zan <strong>el</strong>v<strong>al</strong>or de <strong>el</strong>la.Rabasa, se ha dicho ya, considera que uno de los signos nefastosbajo los cu<strong>al</strong>es naci6 <strong>el</strong> Constituyente de 56 y la Constituci6n de 57,fue la influencia d<strong>el</strong> partido moderado, pues produjo la natur<strong>al</strong> confusi6nde quien se planta en <strong>el</strong> centro de una contienda para obsequiarlos deseos de todos como medio de acabar con <strong>el</strong>la. Sin duda estas re·flexiones a posteriori son acertadas; por desgracia, poco tienen que ver<strong>el</strong>las con las circunstancias hist6ricas re<strong>al</strong>es en que los hechos se suceden.La verdad es que México pasó por una de las peores crisis de desorientaciónen los años de 1850 a 1858. Cada día se definían más lospartidos y sus tendencias; pero ninguno <strong>al</strong>canzaba todavía la firmezanecesaria para soportar, no ya la obra, por definici6n perdurable, deuna Contitución, pero ni siquiera un gobierno transitorio. El gener<strong>al</strong>Arista, en efecto, cay6 en 1852 por descansar exclusivamente en losmoderados; Santa Arma cay6 en 1855 por depender tan s610 de los conservadores;<strong>el</strong> gener<strong>al</strong> Juan N. Alvarez tuvo que dejar <strong>el</strong> gobierno por<strong>el</strong> dominio que en él ejercím los liber<strong>al</strong>es puros; y Comonfort cayóen 1858 por conciliar grupos tan antagónicos para gobernar con todos<strong>el</strong>los.Medio siglo después, cuando Rabasa reflexionaba acerca de estasituaci6n, no resultaba muy difícil desear que hubiera habido más purosque moderados; pero <strong>el</strong> clima re<strong>al</strong> <strong>al</strong> reunirse <strong>el</strong> Constituyente de 56era éste: <strong>el</strong> país desconfiaba de los conservadores porque, como se decíaentonces tan exactamente, formaban <strong>el</strong> partido d<strong>el</strong> retroceso, es95


decir, porque caminaban hacia atrás; <strong>el</strong> país también desconfiaba d<strong>el</strong>liber<strong>al</strong> puro por la razón inversa, porque se disparaban <strong>al</strong> caminarpara ad<strong>el</strong>ante.Rabasa en su tiempo y nosotros en <strong>el</strong> nuestro, sabemos que losmoderados dominaron en <strong>el</strong> Constituyente de 56 y que por eso resultómoderada la Constitución que hicieran; pero lo cierto es que Ans<strong>el</strong>mode la Portilla, cuyo testimonio person<strong>al</strong> es uno de los poquísimos quenos han venido de esa época, nos trasmite fi<strong>el</strong>mente la sensación coetáneacuando asegura que <strong>al</strong> Constituyente fueron «las personas másex<strong>al</strong>tadas d<strong>el</strong> partido liber<strong>al</strong>», y que en <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> «prev<strong>al</strong>ecieron lasmás avanzadas teorías de la escu<strong>el</strong>a revolucionaria». Comonfort, <strong>el</strong>liber<strong>al</strong> moderado por antonomasia, creyó recoger <strong>el</strong> sentimiento nacion<strong>al</strong>cuando dijo que <strong>el</strong> país quería entonces «reparar todos los inforluniospasados, conciliar todos los intereses presentes y proteger todaslas esperanzas futuras».El clima histórico re<strong>al</strong> de la época, era, pues, un clima moderado,y de ahí la natur<strong>al</strong>, la inevitable influencia de los moderados en lafactura de la Constitución; pero lo era tambi6n porque hasta los liber<strong>al</strong>espuros se rehusaban a consentir en la fat<strong>al</strong>idad de un rompimientodefinitivo con la iglesia, haciéndose la ilusión de g,ue la transaccióncon <strong>el</strong>la evitaría <strong>el</strong> extremo de la guerra. Esta actitud conciliadora d<strong>el</strong>os liber<strong>al</strong>es -tanto de los moderados como de los puros-- prev<strong>al</strong>ecía,desde luego, en <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>; perl) también en <strong>el</strong> ámbito mucho másdilatado de la vida política nacion<strong>al</strong>.El ministro Luis de la Rosa llevó la voz d<strong>el</strong> gobierno <strong>al</strong> discutirseen lo gener<strong>al</strong> <strong>el</strong> proyecto de Constitución, y buena parte de sus obser..vaciones se enderezaron contra <strong>el</strong> artículo sobre la libertad de cultos;José María Lafragua l otro de los ministros" exeres6 la misma oeosicióncuando se discutió ese artículo en lo particular; y todavía otro ministro"Ezequi<strong>el</strong> Mootes, volvió a criticarlo asegurando que la tolerancia r<strong>el</strong>igiosa«conmoveria a la sociedad hasta sus cimientos y sería contraria <strong>al</strong>a voluntad de la mayoría absoluta de la nacióm>.La iglesia católica org<strong>al</strong>Ilizó y financió en Puebla la primera sublevaciónarmada contra <strong>el</strong> gobierno de Comonfort; vencida, éste aplicóa los reb<strong>el</strong>des castigos re<strong>al</strong>mente leves. Aun así, <strong>el</strong> 16 de abril de 56,durante un gran banqueteen la Alameda, hecho justamente para c<strong>el</strong>ebrarla victoria ofici<strong>al</strong>, Guillermo Prieto, un liber<strong>al</strong> bien puro, pidióen su brindis <strong>al</strong> presidente Comonfort clemencia para los vencidos, y asu petición se agregaron las d<strong>el</strong> gener<strong>al</strong> Parrodi y otros concurrentes.El gobierno había ordenado <strong>el</strong> cierre d<strong>el</strong> convento de San Franciscopor haberse organizado en él y por miembros de él una de las milconjuras que la iglesia organizaba; poco tiempo después, un grupo numerosode personas redactó un escrito pidiendo <strong>al</strong> presidente <strong>el</strong> le-96


vantamiento d<strong>el</strong> castigo. En él se ven las firmas de muchos liber<strong>al</strong>esmoderados, pero también las de puros muy conspicuos: las de FranciscoZarco y Guillermo Prieto; las de José María Castillo V<strong>el</strong>asco yBenito Gómez Farias; las de Pedro Baranda y Manu<strong>el</strong> Payno, etcétera.Zarco, que sobre ser liber<strong>al</strong> puro era bat<strong>al</strong>lador puro, no cejabaen su propósito de convencer a la Iglesia y <strong>al</strong> partido conservador deque <strong>el</strong> camino de la violencia era m<strong>al</strong>o; por eso era tema de sus editori<strong>al</strong>eséste:Si hay <strong>al</strong>gún partido que, por respeto a las tradiciones, cree de buena feque nuestro pueblo aún no está maduro para la libertad ni para la librediscusión de sus negocios; si hay un partido que quiera robustecer más <strong>el</strong>poder, restringiendo las libertades loc<strong>al</strong>es y limitando ciertos derechos; esepartido aceptará con gusto <strong>el</strong> orden constitucion<strong>al</strong> y ap<strong>el</strong>ará a las armas leg<strong>al</strong>es,a la prensa, a las <strong>el</strong>ecciones, a la tribuna, para sostener y propagar susideas con franqueza y le<strong>al</strong>tad.Esta actitud conciliatoria se tuvo hasta <strong>el</strong> día mismo en que sejuró la Constitución <strong>el</strong> 5 de febrero de 1857. Zarco, en su discurso pr<strong>el</strong>iminarde ese día, declaraba francamente a nombre de su grupo qu<strong>el</strong>a Constitución distaba mucho de ser perfecta, como toda obra humana,y que por eso <strong>el</strong>la misma ofrecía los medios para su reforma.Y, de nuevo, daba la nota pacífica y conciliatoria cuando agregaba:•..si queréis libertades más amplias que las que os otorga <strong>el</strong> código ftmdament<strong>al</strong>,podéis obtenerlas por medios leg<strong>al</strong>es y pacíficos; si creéis, por <strong>el</strong>contrario, que <strong>el</strong> poder de la autoridad necesita de más extensión y robustez,pacíficamente también podéis llegar a ese resultado.. Está por hacerse UIIla historia informada e imparci<strong>al</strong> de la oposiciónde la iglesia católica <strong>al</strong> movimiento liber<strong>al</strong>. Hay muchas denunciasde los jacobinos, sobre todo después de est<strong>al</strong>lar la Guerra de Reforma,o de <strong>el</strong>ementos radic<strong>al</strong>es de épocas posteriores. Se basan, en<strong>el</strong> mejor de los casos, en hechos indiscutibles, pero conocidos exteriormentey explicados sólo en parte, pues como las autoridades civiles deentonces no se adueñaron de <strong>el</strong>los, los archivos eclesiásticos siguen siendohasta <strong>el</strong> día de hoy inaccesibles <strong>al</strong> investigador laico. Aun así, nopuede dudarse ni de que esa oposición existió, ni de que tomó formasviolentas y hasta crimin<strong>al</strong>es.El estudio de esta fase fin<strong>al</strong> de la lucha <strong>entre</strong> <strong>el</strong> poder civil y <strong>el</strong>poder eclesiástico <strong>entre</strong>ga varias conclusiones de suma importancia. Unade <strong>el</strong>las es que la iglesia católica estaba metida hasta <strong>el</strong> cogote en lapolítica nacion<strong>al</strong> y que en <strong>el</strong>la gastaba lo mejor de su int<strong>el</strong>igencia, susmayores recursos y casi todo su tiempo. Otra es que la iglesia católicajuzgaba sencillamente incOncebible que su posición en la vida política97


nacion<strong>al</strong> pudiera dejar de ser <strong>al</strong>guna vez la centr<strong>al</strong> y más encumbradade todas. Y la tercera, lógica derivación de las anteriores, es que laiglesia católica puso en la lucha un ardor, una rudeza y una impiedadextremos, más una enorme int<strong>el</strong>igencia, sobre todo la m<strong>al</strong>iciosa y artera;pero le f<strong>al</strong>tó la forma suprema d<strong>el</strong> t<strong>al</strong>ento político, la que sab<strong>el</strong>eer <strong>el</strong> mensaje de los tiempos con suficiente aIIlticipación para transar,para ceder en lo accesorio y proteger lo fundament<strong>al</strong>.El simple hecho de que un movimiento nacido de la nada, comofue <strong>el</strong> de Ayutla, hubiera triunfado d<strong>el</strong> poder tiránico, fuerte y rico,de Santa Anna, debió haber sido para la iglesia católica un presagio deque <strong>el</strong> país podía cambiar. También fueron anuncios d<strong>el</strong> cambio lainst<strong>al</strong>ación ordenada d<strong>el</strong> gobierno de Alvarez, <strong>el</strong> retiro de éste y la sucesiónpacífica de Comonfort; la convocación y la apertura regularesd<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> Constituyente. El hecho mismo de que <strong>el</strong> liber<strong>al</strong> moderadodominara tan patentemente en <strong>el</strong> nuevo ambiente y <strong>el</strong> de queaun los puros rehuyeran un rompimiento irreparable con <strong>el</strong>la, debieronconducirla a deshacerse de los conservadores y reaccionarios más extremistasy a pasarse <strong>al</strong> campo liber<strong>al</strong> para fortificar con su enormeinfluencia a los moderados, pues sólo de <strong>el</strong>los podía esperar una soluciónbenigna a sus intereses. No lo entendió así, y resolvió luchar contratodo <strong>el</strong> grupo liber<strong>al</strong>, contra moderados y contra puros.En marzo de 56 organiza en Puebla la primera sublevación armada;fracasa pronta y cab<strong>al</strong>mente, y <strong>el</strong> gobierno <strong>al</strong> cu<strong>al</strong> combatía, compuestocasi por completo por los liber<strong>al</strong>es moderados de mayor moderación,resu<strong>el</strong>ve castigarla con la intervención de los bienes de la diócesisde Puebla. La Iglesia no supo siquiera explicarse <strong>el</strong> carácter parci<strong>al</strong>de esa repres<strong>al</strong>ia: lejos de ver que daba a los jerarcas de las otras diócesisla ocasión de seguir una conducta distinta a los de Puebla, juzgódébil <strong>al</strong> gobierno por no curarse en s<strong>al</strong>ud interviniendo todos susbienes. Tampoco supo leer la Iglesia los signos d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, pues side esa ·asamblea, dominada por los moderados, s<strong>al</strong>ían <strong>al</strong>gunas reformasvacilantes, la disyuntiva de aceptar éstas prontamente o de oponerseaun a <strong>el</strong>las, tenía que conducir fat<strong>al</strong>mente a una posición en que podíaganarse todo, pero también podía perderse todo.Tómese como ejemplo <strong>el</strong> caso de la Compañía de Jesús, tratadoen la sesión d<strong>el</strong> 6 de junio de 56. La Comisión de Negocios Eclesiásticosd<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, compuesta de tres miembros, presentó un dictamenproponiendo la revocación de un decreto de Santa Anna que restablecióla Compañía de Jesús y le devolvió sus bienes. El dictamen nonació de un espíritu jacobino combativo, sino de la tarea revisora d<strong>el</strong>os actos ofici<strong>al</strong>es de Santa Anna, tanto más susceptible de revisiónéste cuanto que <strong>el</strong> decreto d<strong>el</strong> dictador fue dado «en uso de las facultadesque la nación se ha servido conferirme», facultades cuya exis-98


tencia leg<strong>al</strong> tenían que negar los hombres de Ayuda. Otro signo d<strong>el</strong>a f<strong>al</strong>ta de un jacobinismo agresivo fue que sólo dos miembros de laComisión suscribieran <strong>el</strong> dictamen, pues <strong>el</strong> tercero se opuso a él enun voto particular que presentó. Luego, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> resolvió examinar<strong>el</strong> asunto en sesión secreta para que la discusión no cayera en la fácildemagogia a que tan admirablemente se prestaba. Además, <strong>el</strong> diputadoMarc<strong>el</strong>ino Castañeda hizo sin traba <strong>al</strong>guna un canto apologéticode la Compañía; y un diputado tan puro como José María Mata, pudodecir que ser intolerante con <strong>el</strong>la no era muy liber<strong>al</strong>. Es más: un grupode seis diputados propuso, aprobado ya <strong>el</strong> dictamen por la clara mayoríade 78 votos contra 14, una adición para permitir a los jesuitasseguir dedicados a la enseñanza. La adición fue rechazada, pero porrazones de procedimiento y no de fondo.El 16 de junio se leyó en <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> <strong>el</strong> Proyecto de Constitucióny la Iglesia Católica tampoco supo estimar las fuertes ventajas quepara <strong>el</strong>la representaba. El artículo que más la afectaba, era <strong>el</strong> 15, cuyaredacción origin<strong>al</strong> fue ésta:No se expedirá en la República ninguna ley, ni orden de autoridad, queprohiba o impida <strong>el</strong> ejercicio de ningún culto r<strong>el</strong>igioso; pero habiendo sidola r<strong>el</strong>igión exclusiva d<strong>el</strong> pueblo mexicano la católica, apostólica, romana, <strong>el</strong><strong>Congreso</strong> de la Unión cuidará, por medio de leyes justas y prudentes, de protegerlaen cuanto no se perjudiquen los intereses d<strong>el</strong> pueblo ni los derechosde la soberanía nacion<strong>al</strong>.Grandes eran las probabilidades de que un <strong>Congreso</strong> liber<strong>al</strong> ~asífuera predominantemente moderado- aprobara <strong>el</strong> principio de tolerar<strong>el</strong> ejercicio de otros cultos; pero con esto la iglesia católica no quedaba,ni muchísimo menos, en una situación perdida, pues tras decontar con la ventaja incomparable de un monopolio absoluto de másde tres siglos, la Constitución le reconocía una situación preferente. Nolo entendió así la Iglesia: <strong>el</strong> arzobispo de México presentó <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>un <strong>al</strong>egato exigiendo la prohibición de cu<strong>al</strong>quiera otro culto que nofuera <strong>el</strong> católico.La Iglesia siguió recibiendo avisos de aqu<strong>el</strong> ejecutivo y de aqu<strong>el</strong>legislativo moderados. El presidente Comonfort, usando de facultadesconcedidas por <strong>el</strong> Plan de Ayuda, decretó la desamortización de losbienes de las corporaciones civiles y eclesiásticas <strong>el</strong> 25 de junio de 1856,y en <strong>el</strong> Coogreso se pidió <strong>al</strong> día siguiente la dispensa de trámites paratratar la ratificación de ese decreto. Todas las corporaciones r<strong>el</strong>igiosasd<strong>el</strong> mundo occident<strong>al</strong> habían pasado ya por la experiencia de la desamortización,y ciertamente a la iglesia católica no era la primera qu<strong>el</strong>e ocurría.99


El decreto, redactado por Migu<strong>el</strong> Lerdo de Tejada, uno de losliber<strong>al</strong>es puros de mejor cepa, no podía ser más favorable a la Iglesia,pues aun cuando dejaba de ser propietaria de sus fincas rústicas y ur·banas, se le reconocían las inversiones hechas en <strong>el</strong>las, asegurándos<strong>el</strong>eun interés d<strong>el</strong> seis por ciento sobre <strong>el</strong> monto de los arrendamiantos.La situación de hecho en que se encontraban sus bienes era esa: habíainvertido su capit<strong>al</strong> en bienes raíces que <strong>al</strong>quilaba a terceros, aUlllcuando <strong>el</strong> interés d<strong>el</strong> capit<strong>al</strong> invertido llegaba <strong>al</strong> diez por ciento. Cuandose discutía en <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> aqu<strong>el</strong>la dispensa de trámites, no dejó dehaber un diputado oscuro que hiciera la reflexión de que la ley «pecabapor defecto», pues «<strong>el</strong> clero asegura sus capit<strong>al</strong>es, queda comocensu<strong>al</strong>ista y puede conspirar contra la libertad».La Iglesia jamás enderezó sus gestiones a los puntos puramenteeconómicos de la medida, t<strong>al</strong>, por ejemplo, la de conseguir un réditomayor, o la de que la estimación d<strong>el</strong> v<strong>al</strong>or de sus propiedades fuera<strong>el</strong> precio comerci<strong>al</strong> de <strong>el</strong>las y no <strong>el</strong> monto d<strong>el</strong> arrendamiento. Su interésera conservar la propiedad absoluta, y no como una medida deseguridad o de protección, sino por <strong>el</strong> poder económico y político qu<strong>el</strong>e daba en la sociedad mexicana ser <strong>el</strong> propietario más fuerte de bienesraíces. Por eso, no resultó sorprendente que <strong>el</strong> arzobispo de México, Lázarode la Garza y B<strong>al</strong>lesteros, se dirigiera ofici<strong>al</strong>mente <strong>al</strong> Ministro deJusticia Ezequi<strong>el</strong> Montes anticipándole que su conciencia le impediríacumplir con la ley, pues había jurado defender los bienes de la Iglesiay sólo ésta podía r<strong>el</strong>evarlo de su juramento. Ezequi<strong>el</strong> Montes, por supuesto,además de producir un formidable <strong>al</strong>egato para justificar jurídicament<strong>el</strong>a medida, terminó declarando que la autoridad d<strong>el</strong> gobiernono podía reconocer, ni reconocería superior <strong>al</strong>guno en cuestiones·tempor<strong>al</strong>es.La iglesia, ajena enteramente a re<strong>al</strong>idades políticas que poco apoco iban plasmando hasta ganar firmeza, se lanzó a una campañapolítica de descrédito d<strong>el</strong> gobierno en que no se dio reposo, y lejos deplantear la lucha en <strong>el</strong> terreno de la discusión pública, acudió <strong>al</strong> viejoy hasta entonces eficaz recurso d<strong>el</strong> cuart<strong>el</strong>azo para derribar <strong>al</strong> gobierno,sea ap<strong>el</strong>ando a los,sentimientos r<strong>el</strong>igiosos de las tropas para minarsu le<strong>al</strong>tad, sea cohechándolas con dinero que llovía a manos llenas.Ans<strong>el</strong>mo de la Portilla, testigo presenci<strong>al</strong> de los hechos y nada sospe·choso de jacobinismo, dice:100Trabajaba con actividad incansable y sus pap<strong>el</strong>es clandestinos no tienencuento. Unas veces eran proclamas incendiarias, atribuidas <strong>al</strong> partido triunfante(<strong>el</strong> liber<strong>al</strong> moderado), en que se hablaba de puñ<strong>al</strong>es y guillotinas paraacabar con los ricos y los sacerdotes; otras eran excitaciones <strong>al</strong> pueblo paraque se levantara a defender la r<strong>el</strong>igión, limpiando la tierra de impíos; otraseran cartas dirigidas <strong>al</strong> presidente (Comonfort) llenas de injurias atroces;


otras, en fin, decretos de ex-comunión que se fijaban en las esquinas d<strong>el</strong>as c<strong>al</strong>les y en las puertas de los templos a manera de pasquines. Nada omi.tieron, en suma, para concitar <strong>el</strong> odio público contra <strong>el</strong> gobierno existente,para inquietar las conciencias y enardecer las pasiones.La Iglesia, sin embargo, no confin6 su oposici6n a una campañ<strong>al</strong>iteraria, así fuera tan persistente, tan variada y tan eficaz como la pintade la Portilla. La ampli6 a la conjura militar hecha directamente pormiembros suyos y en loc<strong>al</strong>es suyos. T<strong>al</strong> la llamada «Conjura de laProfesa», cuyos princip<strong>al</strong>es directores fueron <strong>el</strong> can6nigo Cadena y <strong>el</strong>padre Zub<strong>el</strong>día, quienes contaron con la pronta ayuda d<strong>el</strong> gener<strong>al</strong>Vega, recién regresado a la Capit<strong>al</strong> después de cumplir en Perote supena de confinamiento por haber participado en la sublevación dePuebla. Cuando <strong>el</strong> gobierno se resolvi6 a desbaratada, los conjuradoshabían logrado ya la adhesión de los gener<strong>al</strong>es Francisco Pacheco yMigu<strong>el</strong> Blanco.En la Capit<strong>al</strong>lleg6 a crearse <strong>el</strong> Directorio Conservador Centr<strong>al</strong> d<strong>el</strong>a República, cuya figura princip<strong>al</strong> era <strong>el</strong> presbítero Francisco JavierMiranda, d<strong>el</strong> Sagrario de Puebla. Desterrado por <strong>el</strong> gobierno d<strong>el</strong> ge·ner<strong>al</strong> Juan N. Alvarez por sus actividades subversivas, regresó <strong>al</strong> paísdisfrazado de paisano, y de paisano, cambiando continuamente de disfraz,de habitación y de oficinas, mantendría ahora una actividad subversivacontinua. Al poco tiempo de desplegarla, comenzó a recogerlos primeros frutos: los Vicarios sostenían fuertes guerrillas en <strong>el</strong> surd<strong>el</strong> país; Ignacio Gutiérrez era dueño de los Llanos de Apam, sobretodo después de incorporárs<strong>el</strong>e José María Cobas; en la sierra de Querétarooperaba cómodamente Tomás Mejía, en fin, las guerrillas semultiplicaban en los Estados de Puebla, México y Michoacán.La segunda sublevación en la ciudad de Puebla, en octubre de 56,es también fruto de los trabajos d<strong>el</strong> padre Miranda, quien logra lanzara <strong>el</strong>la <strong>al</strong> jefe de las fuerzas fedcr<strong>al</strong>es, coron<strong>el</strong> Joaquín Orihu<strong>el</strong>a, ya su segundo, <strong>el</strong> coron<strong>el</strong> Migu<strong>el</strong> Miramón. Fue planeada mucho máscuidadosamente que la primera, pues se la hizo coincidir con la situaciónmás adversa en que se había h<strong>al</strong>lado hasta entonces <strong>el</strong> gobiernode Comonfort: las mejores tropas feder<strong>al</strong>es estaban en <strong>el</strong> norte, parasometer a Vidaurri; Gutiérrez y Cabos se habían apoderado de Pa·chuca; Tomás Mcjía de la ciudad de Querétaro y Eulogio V<strong>al</strong>donarde Tampieo. Y cuando, a pesar de esto, <strong>el</strong> gobierno pOJIle cerco a Pueblay sus fuerzas están a punto de estrangular a las reb<strong>el</strong>des, <strong>el</strong> gobernadorde la Mitra, Antonio Reyero y Lugo, lanza una inflamada pastor<strong>al</strong>incitándolos a resistir hasta la muerte. En <strong>el</strong>la sostenía que debíanegárs<strong>el</strong>e obediencia <strong>al</strong> gobierno y combatirlo, pues se componía deenemigos de101


la r<strong>el</strong>igión que atacaban la independencia y la soberanía de la Iglesia, queriéndolasubyugar <strong>al</strong> poder tempor<strong>al</strong> despojándola de sus bienes legítimamenteadquiridos, y obligando, con prisiones y destierros, so pretexto de reb<strong>el</strong>ión, <strong>al</strong>os ministros d<strong>el</strong> Santuario a adorar a otro ídolo (<strong>el</strong> poder humano sostenidopor las bayonetas que ha inventado la impiedad).El mismo Directorio d<strong>el</strong> padre Miranda logró otra hazaña, la deseducir, «derramando oro por todos lados», a casi todas las fuerzasfeder<strong>al</strong>es que regresaban de su campaña en <strong>el</strong> Norte, exhaustas y sinhaberes y que se encClJltraban entonces en San Luis Potosí.La conducta d<strong>el</strong> gobierno de Comonfort con la Iglesia y con losmilitares a su servicio fue de una generosidad rara vez igu<strong>al</strong>ada en lahistoria mexicana. Tómese, por ejemplo, <strong>el</strong> caso d<strong>el</strong> coron<strong>el</strong> Luis G.Osollo, <strong>el</strong> mejor <strong>el</strong>emento militar <strong>al</strong> servicio de la reacción. Osollo participóen la primera sublevación de Puebla; fracasada, huyó, a Cubaprimero y a Estados Unidos después, sin entrar en las capitulacionespactadas con <strong>el</strong> gobierno; en consecuencia, estaba sujeto <strong>al</strong> juicio sumariode una corte militar que lo hubiera condenado a la pena capit<strong>al</strong>según las leyes en vigor. Osollo regresó de su destierro, pero fuedescubierto <strong>al</strong> desembarcar en Veracruz, y en lugar de aprehenderloy juzgarlo militarmente, <strong>el</strong> gobierno se conformó con devolverlo en <strong>el</strong>barco en que había venido. Fue a dar a Nueva Orleans, en donde pasabaapuros económicos que <strong>el</strong> Presidente Comonfort quiso <strong>al</strong>iviar ofreciéndolede su peculio person<strong>al</strong> mil pesos. Osollo regresó disfrazadopor Tampico, se dirigió <strong>al</strong> Centro d<strong>el</strong> país, y pronto se le vio <strong>al</strong> frentede una guerrilla respetable corriendo desde los Llanos de Apam enauxilio de los reb<strong>el</strong>des sitiados en Puebla. Se suma a los sublevados deSan Luis, y después de la derrata de éstos, cae prisionero, sin capitulary en c<strong>al</strong>idad de reincidente contumaz. El gobierno, sin embargo, nolo enjuicia siquiera.Nada de extraño ni de inexacto tiene la conclusión a que llegabaun extranjero que presenció todos estos hechos, y que expresa así:...si entonces los mexicanos no depusieron sus eternas rencillas en <strong>el</strong> <strong>al</strong>tarde la Patria., no fue por culpa d<strong>el</strong> partido liber<strong>al</strong>, que echó en olvido susresentimientos para ser generoso, sino d<strong>el</strong> conservador, que aviv6 los suyospara ser implacable.El <strong>Congreso</strong> Constituyente de 1856 trabajó, pues, en circunstanciasexcepcion<strong>al</strong>mente difíciles, y es menester tomarlas en cuenta paraacertar en la tarea de entender la natur<strong>al</strong>eza de su obra y en atribuira <strong>el</strong>la su justo v<strong>al</strong>or.El descrédito de la ley escrita, hijo natur<strong>al</strong> de tanto intento f<strong>al</strong>lidode organizar constitucion<strong>al</strong>mente <strong>al</strong> país, le robaba la certidumbre de102


que en su obra se incorporarían principios más sanos de gobierno, yle robaba también su v<strong>al</strong>or mágico, la creencia de que con <strong>el</strong>la <strong>el</strong> país<strong>al</strong> fin conquistaría la paz y <strong>el</strong> orden públicos, más la tranquilidad person<strong>al</strong>de cada ciudadano. La preponderancia d<strong>el</strong> partido moderado, sibien aseguraba <strong>al</strong>guna conciliación <strong>entre</strong> las opiniones opuestas más extremas,haría difícil o imposible la necesaria unidad en su obra.La heterogeneidad de los fines d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> Constituyente: redactarla Constitución, revisar los actos d<strong>el</strong> dictador depuesto y aprobar losd<strong>el</strong> presidente s<strong>al</strong>ido de Ayutla, lo distrajeron de su tarea princip<strong>al</strong>, haciéndolamás lenta y penosa, además de crear nuevas diferencias <strong>entre</strong>sus miembros y de enfr<strong>el</strong>I1tar hasta <strong>el</strong> encono <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> y <strong>al</strong> Presidente,separados ya por una apreciación muy distinta de las necesidades,de la conveniencia y de los gustos d<strong>el</strong> país.Y, por sobre todas las cosas, la oposición resu<strong>el</strong>ta, cerrada y desaprensivade la iglesia católica y d<strong>el</strong> partido conservador, que creó unclima de zozobra cuando no de verdadero terror.11En la segunda parte de su libro, en la cu<strong>al</strong> hace un examen jurídico-form<strong>al</strong>de <strong>el</strong>la, Rabasa se tira a fondo contra la Constitución de57; pero las convicciones políticas y la preocupación d<strong>el</strong> constitucion<strong>al</strong>istaansioso de ver a su país mejor encaminado, privan aquí francamentesobre los hechos históricos y las enseñanzas que <strong>entre</strong>gana quien quiere aprovecharlas. Hay casos en que Rabasa construye, consobrada int<strong>el</strong>igencia, con no escasa pasión y con gener<strong>al</strong> sapienciajurídica, un enorme edificio destinado a probar la necesidad imperiosay la urgencia mort<strong>al</strong> de t<strong>al</strong> o cu<strong>al</strong> reforma constitucion<strong>al</strong>; perose ve, o debiera verse, que en esa construcción, grande, arrogante yatractiva, no se usó la plomada histórica, pues de otro modo <strong>el</strong> edificiojamás habría pasado de los cimientos o d<strong>el</strong> primer piso.La edificación crítica acerca de la Suprema Corte de Justicia lahace arrancar Rabasa de la afirmación espectacular de que <strong>el</strong> poderjudici<strong>al</strong> «nunca es poder», porque la administración de justicia no dependede la voluntad nacion<strong>al</strong> de un país; sus resoluciones toman encuenta lo que esa administración debe hacer en nombre de la ley, y noen nombre d<strong>el</strong> deseo, d<strong>el</strong> bien o de la voluntad d<strong>el</strong> pueblo; en fin,porque «la voluntad libre, que es la esencia d<strong>el</strong> órgano poder, sería ladegeneración y la corrupción de la justicia». Rabasa, sin embargo,limita en seguida <strong>el</strong> <strong>al</strong>cance, en apariencia tremendo, de aqu<strong>el</strong>la afirmación,<strong>al</strong> asegurar que la justicia emana ciertamente d<strong>el</strong> poder po-103


pular, cuya expreslOn, sin embargo, es la ley que establece reglasgener<strong>al</strong>es, pero no la sentencia que resu<strong>el</strong>ve un caso concreto.Rabasa da <strong>el</strong> tercer paso pintando la excepcion<strong>al</strong> importancia d<strong>el</strong>a Suprema Corte de Justicia, cuya función, dice, es «la más importanteque pueda conferirse en <strong>el</strong> interior de UIIla república»: con suautoridad única de intérprete de la Constitución, la corte restablece <strong>el</strong>equilibrio <strong>entre</strong> «las fuerzas activas d<strong>el</strong> gobierno», si bien en esta tareaha de ceñirse <strong>al</strong> caso concreto que le presentan los intereses privadosde los ciudadanos. Rabasa todavía agrega que ninguna de las otrasdos ramas d<strong>el</strong> gobierno «tiene una libertad más completa ni una independenciamás absoluta» que <strong>el</strong> que nosotros llamamos habitu<strong>al</strong>mentepoder judici<strong>al</strong>, pero que él llama «departamento» judici<strong>al</strong>; en efectoninguna autoridad puede leg<strong>al</strong>mente estorbar, y menos impedir, <strong>el</strong>cumplimiento de una ejecutoria de la Corte; por eso, concluye, loesenci<strong>al</strong> es asegurar a los tribun<strong>al</strong>es la independencia necesaria paraque dicten libremente sus f<strong>al</strong>los; esto, a su vez, requiere la independenciad<strong>el</strong> magistrado, d<strong>el</strong> ser humano que los dicta.Llegado a este punto, Rabasa se pregunta cómo ensayó la Constituciónde 57 asegurar la libertad d<strong>el</strong> magistrado, y contesta con unasoma visible:Por <strong>el</strong> medio de s<strong>al</strong>ud univers<strong>al</strong> proclamado por las teorías revolucionarias:la <strong>el</strong>ección popular. Con atribuir <strong>al</strong> sufragio d<strong>el</strong> pueblo todas las virtudesposibles, forjar la ley suprema resulta ya tan fácil como re<strong>al</strong>izar enun cuento de niños las maravillas más estupendas.La Constitución de 1857, en efecto, disponía que los magistradosde la Suprema Corte, <strong>el</strong> fisc<strong>al</strong> y <strong>el</strong> procurador gener<strong>al</strong>, fueran <strong>el</strong>ectospopularmente en una <strong>el</strong>ección indirecta d<strong>el</strong> primer grado. Rabasa, poreso, censura con apasionada porfía este <strong>sistema</strong>, asegurando, por unaparte, que la <strong>el</strong>ección popular sirve para confiar los puestos públicosa los representantes de las opiniones mayoritarias de una comunidad,con la consecuente contradicción de que un magistrado no puede expresarni seguir la voluntad mayoritaria «sin prostituir la justicia»;por otra parte, Rabasa repasa los procedimientos seguidos para nombrarmagistrados de la Corte en cada uno de los países de la EuropaOccident<strong>al</strong> y los de América, y concluye que, «en todo <strong>el</strong> mundo civilizado,sólo están con nosotros Guatem<strong>al</strong>a y Honduras, y no podemoslisonjeamos de que t<strong>al</strong> compañía justifique nuestro <strong>sistema</strong>».Para fundar más todavía la conclusión que persigue, usa ahor<strong>al</strong>o que, con exageración, pero sin mentira, pudiera llamarse <strong>el</strong> procedimientoad terrendum, o sea, contar los excesos inconcebibles quepuede cometer una Corte cuyos miembros han sido tan m<strong>al</strong> <strong>el</strong>egidos,y para <strong>el</strong>lo, r<strong>el</strong>ata con una extensión desproporcionada <strong>el</strong> zig-zag de104


las ejecutorias de la Corte en <strong>el</strong> famoso problema de la competenciade origen, zig-zag que se inició en 1871 para no terminar hasta diezaños después. Desencadenado <strong>el</strong> terror, como en <strong>el</strong> caso d<strong>el</strong> aprendiza hechicero, Rabasa no puede contenerlo ya: a pesar de que escribetreinta y un años después, todavía concluye temeroso: «no hay queconfiar en que (esta) p<strong>el</strong>igrosa cuestión está definitivamente muerta».Rabasa hace otras censuras importantes a la organización y funcionesque dio a la Corte la Constitución de 57. Una de <strong>el</strong>las, la deque su presidente sustituyera <strong>al</strong> presidente de la República en sus f<strong>al</strong>tastempor<strong>al</strong>es y absolutas, con la consecuencia de hacer de la presidenciade la Corte un puesto político, y d<strong>el</strong> presidente de la Corte un «aspirante»,es decir, un intrigante. Y a Rabasa se le olvidó <strong>al</strong>go quizá másgrave todavía, y es que <strong>el</strong> artículo 93 de la Constitución de 57 dejaba«<strong>al</strong> juicio de los <strong>el</strong>ectores» la c<strong>al</strong>ificación de si un candidato a magistradocumplía <strong>el</strong> requisito de «estar instruido en la ciencia d<strong>el</strong> Derecho».Ahora bien, desde un punto de vista jurídico-form<strong>al</strong>, es incuestionableque Rabasa está en lo jlistO: la <strong>el</strong>ección popular es un m<strong>al</strong>ísimo<strong>sistema</strong> para designar a los magistrados de la Corte; es gravísimohacer d<strong>el</strong> presidente de ésta <strong>el</strong> vice-presidente de la República porqu<strong>el</strong>o lanza, y con él puede lanzar a la Corte toda, <strong>al</strong> torb<strong>el</strong>lino de lapolítica; y ciertamente <strong>el</strong> pueblo puede no resultar <strong>el</strong> mejor juez paradeterminar si una persona es tan buen jurista que merezca su ex<strong>al</strong>tación<strong>al</strong> más <strong>al</strong>to tribun<strong>al</strong> de la República. Todo esto es enteramenteatinado, y sin embargo, las críticas de Rabasa y sus temores no puedenfundarse en los diez años de 1867 a 1876, únicos durante los cu<strong>al</strong>es laConstitución se puso a prueba cotidiana, sincera y le<strong>al</strong>mente.En las primeras <strong>el</strong>ecciones de la República Restaurada resultaron<strong>el</strong>ectos magistrados Pedro Ogazón, no m<strong>al</strong> jurista; José María Iglesias,jurista extraordinario; Vicente Riva P<strong>al</strong>acio, no m<strong>al</strong> jurista; Ezequi<strong>el</strong>Montes y José María Lafragua, juristas extraordinarios; PedroOrdaz, Manu<strong>el</strong> María de Zamacona y Joaquín Cardoso, buenos juristas; José María Castillo V<strong>el</strong>asco, gran jurista y Migu<strong>el</strong> Auza, nom<strong>al</strong> jurista. Fue <strong>el</strong>ecto fisc<strong>al</strong> Ignacio Altamirano, no m<strong>al</strong> jurista, yprocurador León Guzmán, jurista muy entendido. En las <strong>el</strong>eccionesparci<strong>al</strong>es de junio de 68 s<strong>al</strong>ieron <strong>el</strong>ectos Juan José de la Garza, IgnacioMarisc<strong>al</strong> e Ignacio Ramírez, no m<strong>al</strong>os juristas; en las extraordinariasde 1870, José Simón Arteaga y Manu<strong>el</strong> Castañeda y Nájera, no m<strong>al</strong>osjuristas. En las <strong>el</strong>ecciones gener<strong>al</strong>es de 1873, Migu<strong>el</strong> Auza, no m<strong>al</strong> jurista; José María Lafragua, jurista extraordinario; Pedro Ordaz, IgnacioRamírez e Ignacio Altamirano, no m<strong>al</strong>os juristas; y Ezequi<strong>el</strong>Montes, extraordinario jurista; Isidro Monti<strong>el</strong> y Duarte, fisc<strong>al</strong>, no m<strong>al</strong>jurista, y León Guzmán, muy entendido jurista, procurador.A la vista de estos nombres no puede dejarse de concluir que los105


<strong>el</strong>ectores, después de todo, no resultaron tan m<strong>al</strong>os jueces de la sapienciajurídica y de las prendas mor<strong>al</strong>es e int<strong>el</strong>ectu<strong>al</strong>es de los candidatosa magistrados, fisc<strong>al</strong> o procurador gener<strong>al</strong>, pues en esos diez años -yaun <strong>al</strong>go después- no se coló a la Corte un hombre marcadamenteestúpido, o un ignorante en grado sumo y ni siquiera un ente puramentepolítico. Todos los miembros de <strong>el</strong>la, a buen seguro, habían participadoen la vida pública d<strong>el</strong> país de los diez años anteriores; pero esque en esa década todo <strong>el</strong> mundo participó en <strong>el</strong>la por necesidad, puesfue la gran época de la Revolución de Ayutla, d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> Constituyentede 56 y de las guerras de Reforma y de Intervención.Sebastián Lerdo de Tejada, <strong>el</strong> primer presidente de la Corte enla República Restaurada, había sido poco menos que <strong>el</strong> <strong>al</strong>terego de<strong>Juárez</strong> durante los cinco años de la Guerra de Intervención; PedroOgazón, quien lo sustituyó en la presidencia de la Corte mientras Lerdofue <strong>el</strong> jefe d<strong>el</strong> gabinete de <strong>Juárez</strong>, era primera figura en la polític<strong>al</strong>oc<strong>al</strong> de J<strong>al</strong>isco; Ignacio Ramírez, Vicente Riva P<strong>al</strong>acio, Ezequi<strong>el</strong>Montes, José María Castillo V<strong>el</strong>asco, Migu<strong>el</strong> Auza, León Guzmán eIgnacio Marisc<strong>al</strong>, habían sido constituyentes en 56; Ogazón, Riva P<strong>al</strong>acio,Auza y León Guzmán ostentaban <strong>el</strong> grado de gener<strong>al</strong>es de brigadapor su participación militar en la Guerra de Intervención, e IgnacioAltamirano tenía <strong>el</strong> de coron<strong>el</strong> por <strong>el</strong> mi~mo motivo; Migu<strong>el</strong> Auzahabía sido una figura importante en la vida pública de Zacatecas; etc.Pero ninguno de <strong>el</strong>los era, repito, un anim<strong>al</strong> puramente político, ni eratonto, ni ignaro en cuestiones jurídicas.Antes <strong>al</strong> contrario: <strong>el</strong> propio Rabasa c<strong>al</strong>ifica la Corte <strong>el</strong>ecta en1873 como «compuesta de hombres probos, que contaba con t<strong>al</strong>entosde primer orden, con juristas de reconocida instrucción, probidad ynotoria buena fe». Y la primera no era en nada inferior, en parte porquevarios miembros de <strong>el</strong>la habían sido re<strong>el</strong>ectos para la segunda, yen parte porque los que no coincidieron en las dos tenían su propiav<strong>al</strong>ía. Puede decirse, en rigor, que la primera vez que <strong>el</strong> artículo 93 d<strong>el</strong>a Constitución de 57 f<strong>al</strong>la en la re<strong>al</strong>idad y da, en consecuencia, un m<strong>al</strong>resultado, resultado tan negro como los que Rabasa pinta en su crítica,es en 1884, cuando se <strong>el</strong>ige magistrado a Porfirio Díaz, un ente puramentepolítico y un hombre muy próximo <strong>al</strong> an<strong>al</strong>fabetismo; pero, paraentonces, la Constitución de 57 comenzaba a operar en <strong>el</strong> vacío de lasconvenciones externas y mentirosas, y no ya en <strong>el</strong> ambiente verdaderamentedemocrático, de vida política re<strong>al</strong>, que tuvo México de 1867 a1876.No hay, en efecto, un solo caso de <strong>el</strong>ección francamente equivocadaen esos años; antes bien, se <strong>el</strong>igieron los mejores hombres disponibles.Dos <strong>el</strong>ecciones de presidente de la Corte hubo en esa década,una en 1867 y otra en 1872; contendieron en la primera Sebastián106


Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz, y fue <strong>el</strong>ecto <strong>el</strong> mejor hombre, Lerdode Tejada; en la segunda contendieron, princip<strong>al</strong>mente, José MaríaIglesias, Vicente Riva P<strong>al</strong>acio y Porfirio Díaz, y en la <strong>el</strong>ección quedaronen ese orden preciso: con unos cuantos votos, desechado, en re<strong>al</strong>idad,Porfirio Díaz; en segundo lugar, con un buen número de sufragios,Vicente Riva P<strong>al</strong>acio, que era un jurista estimable, un genioliterario y un hombre irresistiblemente pintoresco; pero en primer lugarquedó José María Iglesias, <strong>el</strong> mejor jurista de los tres y un estadistacuajado.Este fenómeno ocurrió tratándose de la presidencia de la Corte(posición ésta necesariamente política, según Rabasa) y en la <strong>el</strong>ecciónde Magistrados. Justo Benítez, compañero de escu<strong>el</strong>a de Porfirio Díazy su numen político de entonces, abogado recibido y con un bufete decierta fama en la ciudad de México, pero un anim<strong>al</strong> puramente político,se presentó dos veces como candidato a magistrado en esos diezaños, y en ambas fue vencido. En cambio, llegaron a la Corte hombresde la t<strong>al</strong>la de José María Iglesias, Ezequi<strong>el</strong> Montes, José María Lafragua,José María Castillo V<strong>el</strong>asco, León Guzmán e Ignacio Marisc<strong>al</strong>.Es muy posible que, aun así, Rabasa, más conocedor y exigente,argumentara que detrás de los nombres literariamente deslumbradoresde Ignacio Ramírez y de Ignacio Altamirano, por ejemplo, estabandos simples aficionados <strong>al</strong> derecho. Rabasa destaca con razón <strong>el</strong> hechode que Ignacio Rarnírez discurría con mucho tupé sobre cuestionesjurídicas que no entendía o acerca de las cu<strong>al</strong>es estaba m<strong>al</strong> informado;a buen seguro que recordaría aqu<strong>el</strong>la su desafortunada intervenciónen <strong>el</strong> Constituyente en que manifestó sorpresa ante la función interpretativade la Constitución que debía tener, justamente, la Corte,argumentando que equiv<strong>al</strong>dría a darle <strong>al</strong> poder judici<strong>al</strong> la facultadde revisar las decisiones d<strong>el</strong> legislativo, <strong>al</strong> cu<strong>al</strong> Rarnírez, como buenjacobino, le daba la primacía y cierto aire de intocable.Pero aparte de que en diez años Ramírez pudo aprender muchascosas que ignoraba cuando fue constituyente, y aparte también de que<strong>el</strong> único camino sería <strong>el</strong> de seguir paso a paso su actuación en la Cortepara averiguar si entonces era, en efecto, incompetente, queda unaconsideración que muchos tomaríamos como decisiva: admitiendo queIgnacio Ramírez tuviera <strong>al</strong>gunas f<strong>al</strong>las en SIl preparación jurídica, meparece que este país sería muy distinto de lo que ha sido y es hoy, sitodos sus magistrados de la Corte hubieran tenido <strong>el</strong> c<strong>al</strong>ibre int<strong>el</strong>ectu<strong>al</strong>y mor<strong>al</strong> de Ignacio Ramírez.La historia, en cambio, confirma sobradamente una de las censurasde Rabasa, la de que hacer vice-presidente de la República <strong>al</strong> presidentede la Corte era empujarlo a una actividad política adversa <strong>al</strong>107


jefe d<strong>el</strong> poder ejecutivo. Sebastián Lerdo de Tejada hizo política desd<strong>el</strong>a presidencia de la Corte en contra d<strong>el</strong> presidente <strong>Juárez</strong>; José MaríaIglesias hizo política desde la presidencia de la Corte contra <strong>el</strong> presidenteSebastián Lerdo de Tejada; y cuando Ignacio L. V<strong>al</strong>larta es<strong>el</strong>ecto presidente de la Corte en 1877, condiciona la aceptación de sucandidatura a que Porfirio Díaz, presidente de la República, promuev<strong>al</strong>a Reforma constitucion<strong>al</strong> para proveer a la sustitución presidenci<strong>al</strong> enuna forma distinta, tan ansioso estaba así V<strong>al</strong>larta de que Díaz supieraque él no imitaría a sus antecesores y que podía, pues, dormir tranquilo.Otra de las formas de probar históricamente las opiniones de Rabasasobre la Constitución de 57, es c<strong>al</strong>ibrar los remedios que proponepara subsanar las deficiencias de ésta. En <strong>el</strong> caso d<strong>el</strong> poder judici<strong>al</strong>,aboga, de una parte, por hacer inamovible <strong>al</strong> magistrado para asegurarsu independencia, y, por otra parte, porque la designación demagistrados la haga <strong>el</strong> Presidente de la República con aprobación d<strong>el</strong>Senado.Se ha hablado ya de los resultados re<strong>al</strong>es que se obtuvieron con<strong>el</strong> <strong>sistema</strong> de <strong>el</strong>ección previsto por la Constitución; sujetemos a la pruebade la Historia la independencia d<strong>el</strong> magistrado que, según Rabasa,sólo puede asegurarse con una designación vit<strong>al</strong>icia; en efecto,así, argumenta su caso:Sobre un <strong>al</strong>to juez vit<strong>al</strong>icio no tienen ya su fat<strong>al</strong> influencia ni <strong>el</strong> temorni la esperanza; aun para <strong>el</strong> mismo que nombra, la inamovilidad confiere<strong>al</strong> ministro una posición digna, que no impone deberes de sumisión, aunqu<strong>el</strong>os conserve de agradecimiento; la designación ha sido leg<strong>al</strong> y decorosa,limpia de connivencias bastardas.Rabasa concluye, por eso, que «la inamovilidad d<strong>el</strong> magistrado es<strong>el</strong> único medio de obtener la independencia d<strong>el</strong> tribun<strong>al</strong>».La inamovilidad no estaba prevista en la Constitución de 57, pueslos magistrados eran <strong>el</strong>ectos popularmente para un período de seis años,notoriamente mayor éste, sin embargo, que los d<strong>el</strong> presidente y los diputados,cuyos períodos eran, respectivamente, de cuatro y de dos años.Hoy los magistrados de la Corte son inamovibles y además puedenretirarse con una pensi6n muy sustanciosa a los sesenta y cinco añosde edad y diez años de servicios. A pesar de todo, dudo de que nadieestuviera dispuesto a gastar siquiera cinco minutos de su vida arguyendoque nuestra Corte es independiente y buena, tan sabida parece asísu condición de mediocre y de cautiva. En cambio, aqu<strong>el</strong>la en que <strong>el</strong>magistrado era <strong>el</strong>ecto popularmente y por s610 seis años, se dio unaCorte independiente de los otros dos poderes y de cu<strong>al</strong>quier grupo depresión en que pueda pensarse, <strong>el</strong> militar, <strong>el</strong> cleric<strong>al</strong> o <strong>el</strong> de la burguesíaadinerada. No s610 fue independiente la Corte de 1867 a 1876, siJno108


que sentía <strong>el</strong> orgullo, hasta la soberbia de su independencia, la Cortecomo cuerpo y cada magistrado como individuo.Hoy no podemos entender, sencillamente, cómo Ignacio Manu<strong>el</strong>Altamirano, candidato a fisc<strong>al</strong> de la Suprema Corte de 1867, dirigíaEl Correo de México, periódico dedicado a la campaña presidenci<strong>al</strong>de Porfirio Díaz en oposición a Benito <strong>Juárez</strong>, Presidente éste de laRepública y con facultades omnímodas que lo hací<strong>al</strong>ll dueño y señorde vidas y haciendas. Hoy no podemos entender, sencillamente, cómoLeón Guzmán, candidato a procurador en la misma época y gobernadory comandante militar de Guanajuato, se niega a publicar en esteEstado la convocatoria a <strong>el</strong>ecciones de poderes feder<strong>al</strong>es porque la juzgabacontraria a la Constitución, desafiando así, pública e irrevocablemente,<strong>al</strong> Presidente <strong>Juárez</strong> y a su Ministro de Gobernación, SebastiánLerdo de Tejada. Hoy no podemos entender, sencillamente, cómo IgnacioRamírez, ya Magistrado de la Corte, se encarga de la direcciónd<strong>el</strong> periódico El Mensajero y publica en él sus famosos «Diálogos», enlos que hace una campaña tenaz, m<strong>al</strong>évola e int<strong>el</strong>igentísima contr<strong>al</strong>a re<strong>el</strong>ección d<strong>el</strong> Presidente <strong>Juárez</strong> en 1871, Ramírez, que anunciabasu propósito de «seguir <strong>el</strong> camino de la moderación», concluía su primerartículo con una nota subversiva bien clara, <strong>al</strong> decir:...<strong>el</strong> pueblo, por su s<strong>al</strong>ud y por su dignidad, necesita triunfar en las<strong>el</strong>eccione.s, o en los campos de bat<strong>al</strong>la.En otro de sus artículos volvía a la idea de que él y los porfiristasestaban «decididos a triunfar de grado o por fuerza», y <strong>el</strong> primerpunto de su estrategia <strong>el</strong>ector<strong>al</strong> era, desde luego, derrocar <strong>al</strong> gobierno.En otro artículo Ramírez pintaba así <strong>al</strong> partido jua~ista:...es <strong>el</strong> verdadero baratillo de la política. Espadas mohosas, o, aunquenuevas, muy frágiles; un derecho constitucion<strong>al</strong> comido por las ratas; unacaja sin fondos; ferrocarriles descompuestos para los muchachos; puñ<strong>al</strong>es yganzúas; libreas de lacayos; unas ánimas benditas; caretas usadas; toda clasede trastos, toda clase de anim<strong>al</strong>es y toda clase de léperos, y un ídolo fabricadohace pocos días para admiración de <strong>al</strong>gún papanatas extranjero.El ídolo recién fabricado era, por supuesto, <strong>el</strong> Presidente <strong>Juárez</strong>.Cuando se habían hecho las <strong>el</strong>ecciones presidenci<strong>al</strong>es de 1871, perotodavía se desconocían sus resultados, Ramírez, Magistrado de la Corte,quiero repetirlo, decía en su periódico cosas de este c<strong>al</strong>ibre:No pueden encubrir las hu<strong>el</strong>las de la violencia y de la corrupción lasurnas <strong>el</strong>ector<strong>al</strong>es que aparecen vendidas <strong>al</strong> gobierno... Treinta mil hombreshan dirigido sus bayonetas sobre los ciudadanos indefensos; una brigada de109


empleados ha recibido la misión de transformarse en <strong>el</strong>ectores secundarios;quinientos agentes d<strong>el</strong> cohecho re<strong>el</strong>eccionista han derramado los fondos públicossobre las puertas que ha deshora se les abrían; doscientos periódicos sehan publicado con <strong>el</strong> visto bueno d<strong>el</strong> ministerio; no obstante, de nueve millonesde habitantes, seis, por lo menos, tienen la resolución de sostener <strong>el</strong>f<strong>al</strong>lo que su indignación acaba de dictar contra la violencia. j No habráre<strong>el</strong>ección!Pero no era Ramírez <strong>el</strong> único hombre de ese temple: Vicente RivaP<strong>al</strong>acio de pronto envía <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> su renuncia como Magistrado d<strong>el</strong>a Corte porque no estaba de acuerdo con la política de <strong>Juárez</strong>; SebastiánLerdo de Tejada, siendo presidente de la Corte, decide rompercon J uárez cuando éste resu<strong>el</strong>ve buscar la re<strong>el</strong>ección, y dirige contra éluna lucha parlamentaria que deja en minoría <strong>al</strong> Presidente. Y JoséMaría Iglesias, como Presidente de la Corte, no tiene empacho <strong>al</strong>gunoen presentar a sus colegas un proyecto de ejecutoria, que la Corte aprueba,cuya consecuencia inmediata era sacar de la gubernatura d<strong>el</strong> Estadode Mor<strong>el</strong>os <strong>al</strong> gener<strong>al</strong> Francisco Leyva, uno de los punt<strong>al</strong>es políticosd<strong>el</strong> Presidente Lerdo.No debiera sorprender que si los magistrados eran independientes,la Corte, como cuerpo, lo fuera. En plena revu<strong>el</strong>ta de La Noria, unade cuyas cabezas más visibles era <strong>el</strong> gener<strong>al</strong> Manu<strong>el</strong> González se leocurre a un vivillo cu<strong>al</strong>quiera denunciar los bienes raíces de éste fundándoseen <strong>al</strong>guna ley excepcion<strong>al</strong> dictada durante la Guerra de Intervención;la esposa de Manu<strong>el</strong> Gomález, que residía en la ciudad deMéxico, libre y sin vigilancia siquiera, acude <strong>al</strong> amparo de la justiciafeder<strong>al</strong>, <strong>el</strong> juez de Distrito da una sentencia que la favorece, y la Cort<strong>el</strong>a confirma. i Qué fácil hubiera sido castigar así a un reb<strong>el</strong>de cuyosactos hacían p<strong>el</strong>igrar la existencia misma d<strong>el</strong> gobierno!Para combatir <strong>el</strong> bandolerismo y la reb<strong>el</strong>ión armada que se desatandurante su gobierno, inquietando <strong>al</strong> país y mermando su prestigiode hombre capaz, <strong>Juárez</strong> acudió <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> para pedir la suspensiónde <strong>al</strong>gunas garantías individu<strong>al</strong>es otorgadas por la Constitución. Pusotanto empeño en conseguirla, que <strong>Juárez</strong> se hizo vulnerable <strong>al</strong> ataquede ser un gobernante poco constitucion<strong>al</strong>ista. Pues bien, no hay un solocaso a lo largo de los diez años de la República Restaurada en qu<strong>el</strong>a Corte no haya manejado con absoluta independencia d<strong>el</strong> Ejecutivolos miles de amparos que surgieron con motivo de esa suspensión degarantías. Para convencerse de <strong>el</strong>lo, es menester, por supuesto, leer ElSemanario Judici<strong>al</strong> de la Federad/m; <strong>al</strong>lí se comprueba la libertad perfectano sólo de la Corte, sino de los jueces de Distrito y de los agentesd<strong>el</strong> Ministerio Público.La larga historia que hace Rabasa de las ejecutorias de la Cortesobre la debatida cuestión de las competencias de origen, puede demostrar,como él lo cree, un desacierto jurídico; pero no puede dejar110


de demostrar también la absoluta independencia de la Corte. De acuerdocon la jurisprudencia establecida entonces, ésta se consideraba facultadapara c<strong>al</strong>ificar la legitimidad de todas las autoridades de laRepública, lo mismo las municip<strong>al</strong>idades que las de los Estados o lasFeder<strong>al</strong>es. Y cuando se inicia esta jurisprudencia con <strong>el</strong> célebre «amparode Mor<strong>el</strong>os», <strong>el</strong> gobernador afectado se niega a cumplir la sentenciad<strong>el</strong> Juez de Distrito; la Corte pide <strong>al</strong> Presidente de la República <strong>el</strong>auxilio de la fuerza feder<strong>al</strong> para hacerlo respetar; <strong>el</strong> Presidente loniega, y la Corte, sin medios coercitivos, sólo puede ordenar <strong>al</strong> gobernadoracatar <strong>el</strong> f<strong>al</strong>lo; y éste, <strong>el</strong> más cercano y predilecto d<strong>el</strong> PresidenteLerdo de Tejada, inclina la cabeza y lo acata, y acatarlo significabapara él dejar la gubernatura d<strong>el</strong> Estado.La Corte de entonces era independiente frente <strong>al</strong> poder ejecutivo,frente <strong>al</strong> legislativo y frente a los dos juntos. Alguna vez la estrechezd<strong>el</strong> erario impidió <strong>al</strong> Presidente J uárez pagar a todo <strong>el</strong> person<strong>al</strong> de laFederación oportuna y simultáneamente; se vio obligado entonces ahacer una lista de preferencias en la cu<strong>al</strong> tenía <strong>el</strong> primer lugar <strong>el</strong> ejército(<strong>el</strong> país estaba pobre porque había revu<strong>el</strong>ta), después la <strong>Cámara</strong> deDiputados, enseguida <strong>el</strong> Ejecutivo y a la cola <strong>el</strong> poder judici<strong>al</strong>. j Habíaque ver la que armó entonces la Corte! En un pleno abierto aprobólos términos de sendas comunicaciones <strong>al</strong> Presidente, a su Secretario deHacienda Matías Romero y <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>, reclamando en la jerarquíaofici<strong>al</strong> una posición exactamente igu<strong>al</strong> a la de los otros dos poderes, yen consecuencia, <strong>el</strong> derecho de compartir con éstos <strong>el</strong> mucho o pocodinero que la Federación tuviera.¿Por qué eran independientes esos magistrados de aqu<strong>el</strong>las cortes?No lo eran, ciertamente, porque tuvieran, como lo quiere Rabasa, niun buen su<strong>el</strong>do ni un puesto vit<strong>al</strong>icio: ganaban trescientos treinta ytres pesos mensu<strong>al</strong>es y su encargo duraba sólo seis años. Eran independientes,fiera, <strong>al</strong>tanera, soberbia, insensata, irracion<strong>al</strong>mente independientesporque tenían las c<strong>al</strong>idades mor<strong>al</strong>es que <strong>el</strong> diario íntimo de uno de<strong>el</strong>los, de Ignacio Altamirano, rev<strong>el</strong>a tan patética y desoladoramentecuando dice:No tengo <strong>el</strong> pecho henchido de suspiros. En cambio, no tengo remordimientos.Yo no he tenido <strong>el</strong> antojo de hacer m<strong>al</strong>, y si lo he hecho a <strong>al</strong>guno,ha sido a mí mismo. Estoy pobre porque no he querido robar. Otros me vendesde lo <strong>al</strong>to de sus carruajes tirados por frisones, pero me ven con vergüenza.Yo los veo desde 10 <strong>al</strong>to de mi honradez y de mi legítimo orgullo.Siempre va más <strong>al</strong>to <strong>el</strong> que camina sin remordimientos y sin manchas. Estaconsideración es la única que puede endulzar <strong>el</strong> cáliz, porque es muy amargo.y si a Altamirano le parecía amarga, intragablemente amarga lapobreza, era tan sólo porque le impedía publicar sus propios libros y111


comprar los de los grandes escritores europeos. i Era lo único -por loúnico de esta larga y miserable vida- por lo que Altamirano lamentabaser pobre!Los hombres de t<strong>al</strong> época eran eso y sólo eso: j hombres! Hombres,sin embargo, de quienes ha dicho admirativamente Antonio Casoque parecían gigantes; pero sus prendas mor<strong>al</strong>es e int<strong>el</strong>ectu<strong>al</strong>es, conser de excepción, no <strong>al</strong>canzan a explicar su independencia insobornable.La otra parte de la explicación la da la sociedad en que vivían,una sociedad que, por otra parte, fue creación de <strong>el</strong>los. Era una sociedadliber<strong>al</strong>, creada por liber<strong>al</strong>es, vivida por liber<strong>al</strong>es; una sociedaden que la libertad, lejos de ser la p<strong>al</strong>abra hueca y sin sentido que h<strong>al</strong>legado a ser, era una re<strong>al</strong>idad vivida y gozada cotidianamente.La libertad no es d<strong>el</strong> reino miner<strong>al</strong>, un reino en que la roca, yertae inmóvil, no necesita de luz ni de c<strong>al</strong>or, ni d<strong>el</strong> viento ni d<strong>el</strong> agua; l<strong>al</strong>ibertad, como criatura d<strong>el</strong> hombre, pertenece <strong>al</strong> mundo de los seresvivos, y la vida sólo aparece y subsiste cuando hay todo un clima, todauna atmósfera propicia a la vida. Abandonada a sí misma, la libertadse marchita y acaba por morir como la planta que no recibe lluvia ysol; de ahí que quepa decir que la gran obra d<strong>el</strong> Constituyente d<strong>el</strong> 56no fue la Constitución d<strong>el</strong> 57, sino la atmósfera propicia a la libertady <strong>al</strong> hombre libre que creó.Por eso eran independientes los magistrados de aqu<strong>el</strong>las Cortes.Si Ignacio Rarnírez e Ignacio Altamirano dijeron y escribieron los horroresque dijeron y escribieron contra <strong>el</strong> Presidente J uárez; si VicenteRiva P<strong>al</strong>acio y Justo Sierra dijeron y escribieron los horrores que dijerony escribieron contra <strong>el</strong> Presidente Lerdo; era porque decirlo yescribirlo no representaba para <strong>el</strong>los un deber o una obligación, es decir,un sacrificio, sino porque, sintiendo y pensando diferentemente de Juá~rez y de Lerdo, expresar su inconfonnidad era para <strong>el</strong>los una funcióno un ejercicio tan natur<strong>al</strong> como caminar y respirar.A J uárez y a Lerdo debió herirlos entrañablemente <strong>el</strong> disentimientode hombres tan v<strong>al</strong>iosos como Rarnírez, Altamirano, Riva P<strong>al</strong>acioo Sierra, sobre todo porque en los cuatro casos era injusto; a buenseguro que nada hubieran deseado tanto como contarlos como partidarios,como amigos y aun como admiradores; pero J uárez y Lerdo,como gobernantes, sentían tanto la libertad como sus adversarios; sabíanque su propia libertad tenía como condición la libertad de losenemigos, y que la de todos era la condición de la libertad d<strong>el</strong> país.En fiJn, para esos dos presidentes, como para sus enemigos políticos, l<strong>al</strong>ibertad era un mérito, <strong>al</strong>go que distinguía a los hombres y que no loshundía en <strong>el</strong> olvido o los hacía presa de la persecución.¿Es posible que un hombre tenga y deje de tener razón <strong>al</strong> mismotiempo? ¿Cómo explicar que la historia desmienta a Rabasa y, <strong>al</strong>112


mismo tiempo, que Rabasa tenga razón <strong>al</strong> c<strong>al</strong>ificar de equivocadas lasdisposiciones constitucion<strong>al</strong>es r<strong>el</strong>ativas a la Suprema Corte? No creoque haya ni contradicción ni tragedia de ninguna especie.Esta brevísima incursión en la historia demuestra, no que los constituyenteshubieran sido prudentes y sabios en cuanto <strong>al</strong> <strong>sistema</strong> de escogera los magistrados, en cuanto a dejar <strong>al</strong> pueblo la c<strong>al</strong>ificación d<strong>el</strong>a sapiencia jurídica de los candidatos y en cuanto a hacer Vice-Presidentede la República <strong>al</strong> Presidente de la Corte. Esa incursión históricademuestra simplemente que la libertad genuina y <strong>el</strong> interésgener<strong>al</strong> en la cosa pública son capaces de contener las m<strong>al</strong>asconsecuencias de una m<strong>al</strong>a ley y hasta hacerlas favorables. De la mismamanera, una incursión a la historia nacion<strong>al</strong> desde 1912, cuando Rabasapublica su libro, hasta <strong>el</strong> día de hoy, demostraría que las disposicionesconstitucion<strong>al</strong>es más sabias y prudentes, como las que aconsejóentonces Rabasa, resultan incapaces de dar buenos frutos si las condicionesambientes son adversas. A Rabasa le parecía enteramente puerilconfiar <strong>al</strong> pueblo una <strong>el</strong>ección sabia de magistrados; a nosotros, cuarentay cuatro años después de escuchar <strong>el</strong> consejo de Rabasa, nosparece igu<strong>al</strong>mente pueril suponer que un presidente y un senado mexicanos<strong>el</strong>ijan magistrados sabios, independientes y honrados, y máspueril todavía nos parece que declarar vit<strong>al</strong>icio <strong>el</strong> encargo hago honradoe independiente a un hombre que no lo ha sido desde su nacimiento.111Para Rabasa, <strong>el</strong> defecto mayor de la Constitución de 57 es <strong>el</strong> desequilibriode los poderes públicos, o, más concretamente, <strong>el</strong> que laConstituci6n creó <strong>entre</strong> <strong>el</strong> legislativo y <strong>el</strong> ejecutivo, pues ya sabemos queRabasa desconoce <strong>el</strong> carácter de «poder» <strong>al</strong> judici<strong>al</strong>. De todas sus críticas,ninguna tan grande ni tan fundada como ésta; pero es curiosoque no la sustanciara con det<strong>al</strong>le y amplitud. Con <strong>el</strong>lo, su tesis habríaganado enormemente, presentando, de paso, un gran servicio a la historia,a la ciencia d<strong>el</strong> derecho y hasta a los señores constituyentes de1917. Es tanto más curiosa su abstención, cuanto que Rabasa explicacan. acierto histórico indudable <strong>el</strong> origen de ese enfoque erróneo de losconstituyentes, además de <strong>el</strong>ogiar con gran c<strong>al</strong>or un documento de SebastiánLerdo de Tejada, que puede tomarse como <strong>el</strong> mejor apoyo desu tesis, pues los hombres de aqu<strong>el</strong>la época (los únicos que sufrieronen carne viva los defectos de la Constitución, ya que a los otros les hatocado comentarlos en la apacible soledad de sus gabinetes de trabajo)113


admitieron <strong>el</strong> desequilibrio <strong>entre</strong> los poderes legislativo y ejecutivo yquisieron remediarlo con urgencia.Rabasa, en efecto, explica que pesó tanto en <strong>el</strong> ánimo de <strong>el</strong>los laacongojada historia nacion<strong>al</strong>, COll1 su escenario dominado siempre porla figura abrumadora d<strong>el</strong> tirano irresponsable, cru<strong>el</strong> y hasta sanguinario,que los constituyentes d<strong>el</strong> 56 quisieron acabar aun con la posibilidadteórica de que la tiranía resucitara <strong>al</strong>guna vez en este su<strong>el</strong>o tanpródigo para engendrar tiranos. Y, lógicamente, lo intentaron reduciendo<strong>al</strong> mínimo las facultades d<strong>el</strong> poder ejecutivo, d<strong>el</strong> Presidente d<strong>el</strong>a República. Lerdo de Tejada da una razón más sutil y tan ciertacomo la de Rabasa: los liber<strong>al</strong>es puros fueron muy conscientes de qu<strong>el</strong>a Constitución de 57 no haría la transformación política d<strong>el</strong> país, la«revolución soci<strong>al</strong>» que <strong>el</strong>los anh<strong>el</strong>aban y que así llamaban; entoncesconfiaron que la hiciera un poder legislativo con facultades amplísimasy que funcionaría como una convención revolucionaria a la francesa.Lerdo de Tejada concluía de ahí que, hecha ya la «revolución soci<strong>al</strong>»con las leyes de Reforma, aqu<strong>el</strong>la cámara única y omnímoda no teníarazán de ser, y que por eso había sonado la hora de rebajar sus facuItadesy de aumentar las d<strong>el</strong> Ejecutivo para llegar a un verdadero equilibrio<strong>entre</strong> ambos.Ni Sebastián Lerdo de Tejada en su tiempo, ni Rabasa en <strong>el</strong> suyo,<strong>al</strong>uden a una circunstancia que hubiera pesado mucho para fundar laurgencia de restaurar ese equilibrio. M<strong>el</strong>chor Ocampo la vio, y la expresó,además con precisión, y <strong>el</strong>egancia cuando dijo que <strong>el</strong> «poderejecutivo es la acción, es <strong>el</strong> movimiento». El dicho de Ocampo resultabamás acertado todavía cuando México, tras la victoria sobre <strong>el</strong>imperio, necesitaba reconstruir toda su vida, en especi<strong>al</strong> la económica,pues de lo contrario la victoria se tomaría en derrota. Era claro quea la hora de la reconstrucción, y de un país que cargaba sobre sus esp<strong>al</strong>dasun atraso de siglos, se requería una iniciativa <strong>al</strong>erta y una acciónexpedita. Para épocas de esa natur<strong>al</strong>eza, <strong>el</strong> centro nervioso debió ser <strong>el</strong>órgano de la ejecución y no <strong>el</strong> de la d<strong>el</strong>iberación. Nunca como entonces,en efecto, se hubiera apetecido que <strong>el</strong> legislativo tuviera la funciónimport<strong>al</strong>lltísima, pero estrictamente limitada, de dictar las reglas gener<strong>al</strong>esde una política cu<strong>al</strong>quiera: la fisc<strong>al</strong>, la educativa, la de obraspúblicas, etc., y que <strong>el</strong> ejecutivo tuviera toda la amplitud de acciónpara negociar, convenir y vigilar la ejecución de lo convenido.Y aquí, en este punto, es en donde <strong>el</strong> libro de Rabasa f<strong>al</strong>la máshistóricamente, pues, en efecto, su autor no estudió <strong>el</strong> funcionamientore<strong>al</strong>, <strong>el</strong> de la re<strong>al</strong>idad histórica, de ese desequilibrio de los poderes quetanto condenó. De haberlo hecho, su tesis de que la Constitución de57 creó un poder legislativo <strong>al</strong>taneramente fuerte y un ejecutivo desmedradoy vacilante, hubiera encontrado un apoyo firmísimo, y ade-114


más habría resultado limpia de toda sospecha de reaccionarismo. Enlugar de haber procedido así, vu<strong>el</strong>ve a su método favorito d<strong>el</strong> ad terrendum,<strong>el</strong> método de demostrar un disparate legislativo pintando sombría,negra, tétricamente, las colos<strong>al</strong>es, irreparables consecuencias quetendría su subsistencia. En este caso refiere aqu<strong>el</strong>la famosa petición decincuenta y UJIl diputados d<strong>el</strong> III <strong>Congreso</strong> Constitucion<strong>al</strong> para quitarde la presidencia a <strong>Juárez</strong> y poner en <strong>el</strong>la a González Ortega en 1861.Rabasa saca d<strong>el</strong> episodio la siguiente mor<strong>al</strong>eja:...se verá en este hecho lamentable de qué errores de criterio, y de quéf<strong>al</strong>tas de le<strong>al</strong>tad y aun de patriotismo, es capaz de la colectividad de hombresde buen criterio y patriotas cuando los <strong>al</strong>ucina la omnipotencia de las facultadeslegislativas.La verdad de las cosas es que esa petición desconsiderada y absurdanada tiene que ver con las facultades d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, ni la engendr6<strong>el</strong> desequilibrio de los poderes públicos. A Rabasa le parece 10 contrariosimplemente porque los signatarios eran diputados; pero pudieronhaber sido periodistas, y ninguna norma de la Constitución de 57 podíadarle a la primera un carácter que no pudiera tener la segunda.No. El <strong>Congreso</strong> tenía facultades excesivas porque debía ocuparsede cosas para cuya solución carecía de aptitud especi<strong>al</strong>; porque seocupaba de cosas insignificantes, cuya atención traía consigo <strong>el</strong> abandonode las fundament<strong>al</strong>es; porque se ocupaba de negocios que, aunsiendo capaz de conocer, requerían una solución pronta que no podíadar UJIl 6rgano de gobierno cuya natur<strong>al</strong>eza d<strong>el</strong>iberativa le imponíauna marcha complicada y torpe; y las tenía excesivas -yen esto nosacercamos a Rabasa- porque se creía y obraba como superior d<strong>el</strong>poder ejecutivo, poder éste que no puede ser en la re<strong>al</strong>idad de lascosas muy inferior a nadie porque es <strong>el</strong> único 6rgano d<strong>el</strong> gobierno quefunciona las veinticuatro horas d<strong>el</strong> día, porque time en sus manos <strong>el</strong>dinero y los medios de represión, <strong>el</strong> ejército y la policía.¿Qué aptitud especi<strong>al</strong> podía tener una asamblea legislativa parajuzgar de una patente que ofrece un procedimiento nuevo para tratarlos mantos carboníferos de Oaxaca? Sin embargo, los congresos derivadosde la Constitución de 57 resolvían todas las peticiones de patente,o de «privilegio», como entonces se decía, y una solicitud de patentefue la de Guillermo Pritchard para explotar esos mantos carboníferos.Si <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> debía resolver todos los casos de rev<strong>al</strong>idación y deequiv<strong>al</strong>encia de estudios, es evidente que no tendría tiempo, o lo tendríainsuficiente, para ocuparse de los presupuestos, éste sí un asuntopropio y digno de la importancia de un <strong>Congreso</strong> con tantas facultades.y así era, en efecto: El Diario de los Debates de los <strong>Congreso</strong>s 111 aVIII están llenos de peticiones, dictámenes, discusiones y resoluciones115


sobre si se dispensa a Mariquita Pérez d<strong>el</strong> estudio de la botánica envista de que en la escu<strong>el</strong>a particular donde estudió antes, cursó un añode latín que no se da en la escu<strong>el</strong>a ofici<strong>al</strong> a la que pretende ingresarahora.La manifestación más grave de sus facultades excesivas era, sin embargo,la disparidad em.tre la urgencia de resolver <strong>al</strong>gunos problemas yla lentitud y la complicación con que los acometía <strong>el</strong> Coogreso. <strong>Juárez</strong>quiso rebajar ese poder excesivo y, <strong>entre</strong> varias formas de hacerlo, sugirióla creación de un Senado que lo compartiera con la <strong>Cámara</strong> deDiputados, única que había previsto la Constitución de 57; presentóla iniciativa de ley en enero de 1868, y casi ocho años después, enseptiembre de 1875, se inst<strong>al</strong>ó <strong>el</strong> primer senado de la nueva República.La lentitud tiene una justificación sobrada en este ejemplo, pues setrataba de una reforma constitucion<strong>al</strong> y en un país de régimem. feder<strong>al</strong>;además de que toda constitución está hecha para que se reforme sólode manera excepcion<strong>al</strong>, en <strong>el</strong> caso d<strong>el</strong> régimen feder<strong>al</strong> debe aprobarla<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> de la Unión por Ullla mayoría que nunca es simple, yla mayoría de las legislaturas de los Estados.Pero era distinto en otros casos tan importantes, o, más, que ése.<strong>Juárez</strong>, por ejemplo, impresionado tanto por la importancia de la obracomo por la m<strong>al</strong>a suerte con que había corrido por años de años, resu<strong>el</strong>ve,haciendo uso de facultades extraordinarias que entonces tenía,renovar la concesión a la compañía constructora d<strong>el</strong> ferrocarril de Méxicoa Veracruz. El <strong>Congreso</strong> revoca la concesión presidenci<strong>al</strong> <strong>al</strong> reunirse,y se propone dar una ideada y aprobada por él; pero hacerlo l<strong>el</strong>levó un año largo. Lo más grave, después de todo, no es que la <strong>Cámara</strong>discutiera con exceso un asunto que clamaba una soluci6n pronta, sinoque su discusión no se confinaba a lo que uno supondría <strong>el</strong> campo legítimode interés y de autoridad de los representantes d<strong>el</strong> pueblo, esdecir, a los grandes principios gener<strong>al</strong>es a los cu<strong>al</strong>es debía conformars<strong>el</strong>a concesión, sino a todos y cada uno de los det<strong>al</strong>les de <strong>el</strong>la.La <strong>Cámara</strong>, en efecto, no se limitaba a discutir y resolver cuestionescomo la de si <strong>el</strong> financiamiento de la obra debía ser por fuerzainterior, o si <strong>el</strong> país necesitaba acudir a un financiamiento exterior, osi v<strong>al</strong>ía la pena ensayar uno mixto. La <strong>Cámara</strong> no se limitaba a discutiry resolver sobre si la obra debía recibir o no. un subsidio ofici<strong>al</strong>, y si lorecibía, cuál debía ser su natur<strong>al</strong>eza, su monto y la forma de su pago.O sobre cuestiones más concretas, pero de un evidente interés nacion<strong>al</strong>,como si <strong>el</strong> concesionario podía o no hipotecar la vía como garantía de<strong>al</strong>gún préstamo, y si podía hipotecarla a un gobierno extranjero, porejemplo. La <strong>Cámara</strong> examinaba, discutía y aprobaba las tarifas específicas,los pesos y centavos que debía pagar <strong>el</strong> transporte de una arrobade maíz o una de frijol, o si las tarifas debían ser mayores en <strong>el</strong>116


viaje de bajada a Veracruz que en <strong>el</strong> de subida a la ciudad de México.y día llegó en que la <strong>Cámara</strong> se enfrascó en un debate interminablesobre las ventajas y desventajas, técnicas y económicas, de las víasancha y angosta. Y esto se repetía a propósito de las solicitudes deconcesiones ferrocarrileras, de t<strong>el</strong>égrafos, obras portuarias, etc.Las facultades excesivas d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> tenían otra manifestaciónseria, porque su ejercicio solía crear conflictos o <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> ásperas con<strong>el</strong> poder ejecutivo; surgía entonces una desarmonía <strong>entre</strong> los dos poderes,de la que muy difícilmente podía beneficiarse <strong>el</strong> país. T<strong>al</strong>, porejemplo, la situación curiosísima de si la Constitución de 57 había creadoun régimen parlamentario de gobierno, y si por eso la derrota d<strong>el</strong>Presidente en <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> debía traer consigo la renuncia de su gabinetey su sustitución con otro más acorde Icon la opinión d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>.En todo caso, era un hecho de ocurrencia diaria pedir perentoriament<strong>el</strong>a presencia de uno o varios ministros que informaran <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>sobre t<strong>al</strong> o cu<strong>al</strong> hecho o iniciativa de ley; y en ningún caso dejó decomparecer <strong>el</strong> ministro requerido y en ningún caso dejó de dar los informessolicitados. Cu<strong>al</strong>quier acto d<strong>el</strong> Ejecutivo podía caer dentro d<strong>el</strong>conocimiento y d<strong>el</strong> escrutinio d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, así fueran los actos administrativosrutinarios, como los movimientos de tropas d<strong>el</strong> ejército olas operaciones contables de la tesorería.El haberle dado la Constitución a la <strong>Cámara</strong> única facultadestan numerosas y de una importancia tan varia, fue, sin duda, un desaciertocuyas consecuencias pueden medirse por <strong>al</strong>go a lo que no <strong>al</strong>udesiquiera Rabasa. La Constitución de 57, como toda Constitución, debíacomplementarse con una serie de leyes orgánicas que varios de susartículos exigían para que las disposiciones princip<strong>al</strong>es quedaran seguramentedefinidas. Pues bien, en esta tarea, necesarísima porque, d<strong>el</strong>o contrario, la Constitución quedaba trunca y tenía que funcionar cojamente,los congresos de la República Restaurada avanzaron bienpoco: durante esos diez años sólo se aprobaron dos leyes orgánicas,la d<strong>el</strong> 4 de febrero de 1868, sobre libertad de prensa, reglamentariade los artículos 6~ y 7~ de la Constitución, y la d<strong>el</strong> 20 de enero de 69,sobre <strong>el</strong> recurso de amparo. Otros dos grandes retoques a su textoorigin<strong>al</strong> se dieron en esa época: la ley d<strong>el</strong> 14 de diciembre de 1874,que incorporó a la Constitución las leyes de Reforma, y la d<strong>el</strong> 13 denoviembre d<strong>el</strong> mismo año, que creó <strong>el</strong> Senado.Pero quedaron sin reglamentar artículos importantísimos, t<strong>al</strong>, porejemplo, <strong>el</strong> 116, que obligaba <strong>al</strong> Ejecutivo feder<strong>al</strong> a prestar <strong>el</strong> auxiliode su ejército a los Estados en caso de trastornos o sublevaciones interiores,artículo a través d<strong>el</strong> cu<strong>al</strong> los presidentes <strong>Juárez</strong> y Lerdo comenzarona intervenir en la política loc<strong>al</strong> de los Estados para fortificar <strong>el</strong>poder centr<strong>al</strong> a expensas d<strong>el</strong> loc<strong>al</strong>. También quedó sin reglamentar117


-para citar un solo caso más- la fracción XIX d<strong>el</strong> artículo 72, quedeclaraba, justamente, ser facultad d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> reglamentar la guardianacion<strong>al</strong>: la f<strong>al</strong>ta de esa ley reglamentaria permitió a Félix yPorfirio Díaz, a Jerónimo Treviño y Francisco Naranjo, organizar, enOaxaca y Nuevo León, respectivamente, la revu<strong>el</strong>ta de La Noria contra<strong>el</strong> presidente <strong>Juárez</strong>, pues no había disposición leg<strong>al</strong> <strong>al</strong>guna que lesimpidiera, bajo <strong>el</strong> pretexto de organizar la guardia nacion<strong>al</strong> de susEstados, crear verdaderos ejércitos loc<strong>al</strong>es que lanzaron después contra<strong>el</strong> feder<strong>al</strong>.y no he citado esos dos casos <strong>al</strong> azar; <strong>al</strong> contrario, los <strong>el</strong>ijo parasubrayar <strong>el</strong> daño que la f<strong>al</strong>ta de leyes orgánicas hizo a un funcionamientonorm<strong>al</strong> de la Constitución: mientras la f<strong>al</strong>ta de reglamentaciónd<strong>el</strong> artículo 116 permitía <strong>al</strong> poder feder<strong>al</strong> intervenir indebidamenteen <strong>el</strong> campo d<strong>el</strong> poder loc<strong>al</strong>, la f<strong>al</strong>ta de una ley reglamentaria d<strong>el</strong>a fracción XIX d<strong>el</strong> artículo 72 pennitía <strong>al</strong> poder loc<strong>al</strong> invadir laesfera d<strong>el</strong> poder feder<strong>al</strong>. Así, las <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> <strong>entre</strong> uno y otro se plantearon,no en <strong>el</strong> terreno leg<strong>al</strong>, sino en <strong>el</strong> de los hechos, con grave dañode todos.La crítica de Rabasa, pues, de que la Constitución de 57 creód<strong>el</strong>iberadamente un desequilibrio <strong>entre</strong> los poderes públicos, dandofacultades en exceso <strong>al</strong> legislativo y en defecto <strong>al</strong> ejecutivo, es enteramentecierta y tiene una comprobación hist6rica abundante; pero Rabasano estudió <strong>el</strong> funcionamiento re<strong>al</strong> de ese desequilibrio, ni lo juzg6con imparci<strong>al</strong>idad, señ<strong>al</strong>ando sus ventajas indudables, además de c<strong>al</strong>larlos correctivos que aplicaron y que intentaron aplicar los hombres quevieron funcionar re<strong>al</strong>, cotidianamente, la Constituci6n, y que quisieronle<strong>al</strong>mente mejorarla.Hemos dado ya ejemplos re<strong>al</strong>es, hist6ricos, de cómo operaban defectuosament<strong>el</strong>as facultades excesivas d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>; debemos referirnosahora a las ventajas que, de todas maneras, tuvo ese exceso de facultades,para concluir con una menci6n de los correctivos aplicados,o sea, <strong>el</strong> progreso indudable que hubo en equilibrarlas mejor.La verdad, la verdad es que la Constituci6n de 1857 no funcionóre<strong>al</strong>mente sino de los años de 1867 a 1876, o, un poco complacientemente,hasta 1880; es decir, en <strong>el</strong> primer caso, s610 oper6 diez años, yen <strong>el</strong> segundo, durante trece. No pudo operar antes, porque las Guerrasde Tres Años, de Intervenci6n y <strong>el</strong> Imperio, lo impidieron; y no pudooperar después de 1876, o de 1880, porque, cuando Porfirio Díaz se sienteseguro en <strong>el</strong> poder, la hace a un lado hasta convertirla en una p<strong>al</strong>abravana y sin sentido. Rabasa jamás hace referencia a este hecho hist6ricodecisivo, pues si diez años pueden ser suficientes para loc<strong>al</strong>izar y estimarsus defectos, ciertamente no bastan para corregirlos. Y quizá seaninsuficientes también para estimar sus cu<strong>al</strong>idades.118


Rabasa dice que la Constitución de 57 impidió toda vida democráticaen México; pero la verdad histórica no es esa, sino la más modesta,pero igu<strong>al</strong>mente trágica, de que resultó incapaz de impedir ladictadura de Porfirio Díaz, en cuyas férreas manos la pobre Constituciónexh<strong>al</strong>ó <strong>el</strong> último suspiro.La Constitución de 57 fue, <strong>el</strong>la misma, lUl fruto de la vida democrática,vigorosa y <strong>al</strong>entadora, que entonces existía en México. Elescepticismo y la aversión de Rabasa por la democracia, le impidióver y admitir aqu<strong>el</strong> hecho, cuya existencia, por otra parte, bien puedededucirse de su propio libro. ¿No admite que la Revolución de Ayudafue lUl movimiento hecho por todo <strong>el</strong> sector liber<strong>al</strong>, desde <strong>el</strong> más tímidohasta <strong>el</strong> más extremoso, aqu<strong>el</strong> que tenía ya sus ribetes de soci<strong>al</strong>ismoo anarquismo? ¿No admite que esa participación se amplió en laGuerra de Reforma y que en la de Intervención llegó a ser genuina yampliamente popular? La conclusión de estas admisiones debió habersido una admisión más, la de que <strong>el</strong> interés d<strong>el</strong> pueblo en lUla guerradeja la herencia de su interés en las causas de la guerra y en los frutosde la victoria.Rabasa admite también, y habla d<strong>el</strong> asunto con reiteración, laexistencia y <strong>el</strong> predominio d<strong>el</strong> partido moderado en esos tiempos; pero¿no era este partido <strong>el</strong> síntoma más claro de lUl espíritu democrático?La democracia no es otra cosa sino la regla de las mayorías, y no s<strong>el</strong>lega a esa regla ni a esas mayorías sin la tolerancia, sin la transaccióno <strong>el</strong> compromiso <strong>entre</strong> las opiniones en conflicto. Y <strong>entre</strong> las opinionesde la iglesia católica y d<strong>el</strong> partido conservador en lUl extremo, y las d<strong>el</strong>partido liber<strong>al</strong> puro en <strong>el</strong> otro, <strong>el</strong> partido moderado tuvo la flUlciónesenci<strong>al</strong>mente democrática de conciliar, o de querer conciliar, los extremos.La historia mexicana tiene páginas negras, vergonzosas, que daríamosmucho por poder borrar; tiene páginas heroicas, que quisiéramosver impresas en letra mayor; pero nuestra historia tiene lUlasola página, una página única, en que México da la impresión de unpaís maduro, plenamente enclavado en la democracia y en <strong>el</strong> liber<strong>al</strong>ismode la Europa Occident<strong>al</strong> moderna. Y esa página es <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>Constituyente de 1856. A él concurrieron hombres de las más variadastendencias; hombres, además, de convicciones muy definidas; de fuertespasiones <strong>al</strong>gunos y otros con lUl temperamento combativo que fácilmente<strong>al</strong>canzaba a tocar la temperatura d<strong>el</strong> fuego; pero en ningúnmomento, ni siquiera usando inocentes triquiñu<strong>el</strong>as parlamentarias,nadie quiso imponerse por la violencia o la sorpresa, o desconocer, osiquiera regatear las resoluciones de la mayoría.Las cosas cambiaron, por supuesto, con la Guerra de Tres Añosy las leyes de Reforma, pues entonces la dirección d<strong>el</strong> país quedó en119


las manos de uno de los grupos extremos; y fue entonces cuando lasdesventajas d<strong>el</strong> desequilibrio de los poderes públicos se hicieron patentes.Pero, aun así, distaban mucho esas desventajas de carecer decompensaciones s<strong>al</strong>udables. Una de <strong>el</strong>las, grande, inestimable, fue <strong>el</strong>mantenimiento de un clima de la más completa libertad, no la libertadperson<strong>al</strong>, de orden civil, que de esa, <strong>al</strong> fin y <strong>al</strong> cabo, se gozó tambiénen <strong>el</strong> régimen de Díaz, sino de la libertad pública o política. La habíaplena, plenísima, en <strong>el</strong> parlamento y en la prensa, y fuera de aquél yde ésta, cada hombre se sentía un ciudadano libre.Ese <strong>Congreso</strong> de facultades excesivas mantenía la libertad, condiciónesenci<strong>al</strong> y primera de la democracia. Ese <strong>Congreso</strong> de facultadesexcesivas hizo estéril mucha de la acción d<strong>el</strong> poder ejecutivo, peroobligó a éste, quizás por la primera vez en la historia de México, aidear sus planes de acción, no conforme a la caprichosa voluntad d<strong>el</strong>dictador, sino según la voluntad de una mayoría parlamentaria, comoocurre en toda democracia. Ese <strong>Congreso</strong> de facultades extraordinariastuvo otra ventaja: impidió que aun las grandes figuras de <strong>Juárez</strong>y de Sebastián Lerdo de Tejada se transformaran en soles <strong>al</strong>rededorde los cu<strong>al</strong>es giraría todo <strong>el</strong> <strong>sistema</strong> planetario, como giró, en perpetuoeclipse, durante <strong>el</strong> porfiriato. Había más hombres en la escena nacion<strong>al</strong>;eran más variados, y <strong>entre</strong> unos y otros no había descomun<strong>al</strong>esdiferencias. De nuevo, por esta otra razón, México tenía más <strong>el</strong> aspectomediocre de una democracia, en la cu<strong>al</strong> cuentan poco muchos hombres,y no <strong>el</strong> aire majestuoso de la tiranía, en la que un solo hombrecuenta todo y los demás son meras sabandijas.Rabasa pasa en silencio estas u otras compensaciones que teníaun poder legislativo poderoso; c<strong>al</strong>la también los progresos indudablesque en los diez años de la República Restaurada se hicieron para restablecer<strong>el</strong> equilibrio perdido. No da todo <strong>el</strong> v<strong>al</strong>or que tuvo <strong>el</strong> gestode <strong>Juárez</strong> de querer someter a un plebiscito popular una serie de reformascanstitucion<strong>al</strong>es enderezadas <strong>al</strong> mejor equilibrio de esos poderes.<strong>Juárez</strong> propuso en 1867 limitar las facultades de la DiputaciónPermanente para convocar a sesiones extraordinarias <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>, justamentepara impedir que éste pudiera sesionar sin interrupción, comopodía hacerlo según la Constitución de 57. Propuso asimismo la creaciónde un senado que compartiera con la <strong>Cámara</strong> de Diputados <strong>el</strong>poder legislativo, rebajando así la influencia de éste, no sólo porquecada cámara tendría sus propias y distintas facultades, sino porque ambastendrían que aprobar las leyes. <strong>Juárez</strong> propuso entonces que <strong>el</strong>Ejecutivo pudiera vetar las leyes aprobadas por <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, y que<strong>el</strong> veto subsistiera durante un año o mientras <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> no aprobarade nuevo la ley vetada por una mayoría de dos tercios. Y <strong>Juárez</strong> propuso,en fin, que se definiera si los informes d<strong>el</strong> Ejecutivo <strong>al</strong> Legisla-120


tivo debían ser d<strong>el</strong> Presidente o de sus ministros, si por fuerza debíanser dados verb<strong>al</strong>mente, o si podían ser escritos.Es, pues, incuestionable que los hombres que vieron funcionar laConstitución sabían bien qué defectos tenía y cómo podían remediarse.y aun cuando <strong>Juárez</strong> fracasó en todas sus iniciativas excepto en la d<strong>el</strong>senado, <strong>el</strong> tiempo, la experiencia y la buena fe de esos hombres fueronlogrando concesiones, muchas de las cu<strong>al</strong>es partieron d<strong>el</strong> mismísimo<strong>Congreso</strong>. Una de las facultades más inverosímiles de éste era la deestudiar y resolver las peticiones de habilitación de edad de los menores;de modo que en <strong>el</strong> IV <strong>Congreso</strong> Constitucion<strong>al</strong>, <strong>el</strong> de 1867 a1869, se encuentran, en verdad, muchas de esas solicitudes estudiadasy resu<strong>el</strong>tas; pero <strong>el</strong> V <strong>Congreso</strong> resolvió en enero de 70 autorizar <strong>al</strong>Ejecutivo para habilitar de edad a los mayores de dieciocho años ymenores de veintiuno.Con <strong>el</strong>lo, ciertamente, renunciaba <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> a una facultadminúscula; pero también supo renunciarlas en casos de una importanciamuchísimo mayor. Convencidísimo de que la redacción de todo uncódigo civil era tarea ardua, complicada y fina, que requería conocimientosjurídicos especi<strong>al</strong>es, unidad de pensamiento y continuidad deesfuerzo, renuncia a que s<strong>al</strong>ga de su seno, acepta que <strong>el</strong> Ejecutivo nombreuna comisión encargada de redactar un proyecto, y <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>se limita a examinarlo en bloque y a aprobarlo <strong>el</strong> 13 de diciembre' de1870. El 9 de diciembre d<strong>el</strong> año siguiente resu<strong>el</strong>ve facultar <strong>al</strong> ejecutivoa poner en vigor provision<strong>al</strong>mente los códigos de procedimientosciviles y crimin<strong>al</strong>es, que <strong>el</strong> Ejecutivo había reda~tado y que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>ni siquiera examinó.y <strong>el</strong> 10 de diciembre de 1871 dio un paso de una magnitud extraordinaria:facultó <strong>al</strong> Ejecutivo a recibir proposiciones sobre construcciónde vías férreas, convenir con los interesados los términos d<strong>el</strong>as concesiones y reservarse él su aprobación finaL Este simple cambiode procedimiento, que importaba, sin embargo, una clara renuncia aconsiderarse como un poder omnímodo, sin riv<strong>al</strong> ni colaborador posible,produjo buenos frutos que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> y <strong>el</strong> Ejecutivo supieronapreciar: bien pronto pudo éste someter a aquél dos contratos con laempresa d<strong>el</strong> Ferrocarril Mexicano; uno con <strong>el</strong> Interoceánico de Texas;otros dos para la construcción de un ferrocarril interoceánico que conectaríapuertos d<strong>el</strong> Golfo con los d<strong>el</strong> Pacífico; otro para <strong>el</strong> ferrocarrilde Mérida y Progreso; uno más de 1\1éxico a León y de este lugara uno situado en <strong>el</strong> Río Bravo; otro de Puebla a Matamoros; otro deVeracruz a Med<strong>el</strong>lín y otro más de la Capit<strong>al</strong> a Pachuca.Rabasa, se ha dicho ya, pinta los inconvenientes mort<strong>al</strong>es de unpoder legislativo con facultades excesivas contando <strong>el</strong> episodio de loscincuenta y un diputados que firman una petición para que <strong>el</strong> presi-121


dente <strong>Juárez</strong> deje <strong>el</strong> poder; y saca la conclusión de que un grupo dediputados de buen criterio y patriotas son capaces, <strong>al</strong>ucinados por laomnipotencia de las facultades legislativas, de cometer errores de criterioy f<strong>al</strong>tas de le<strong>al</strong>tad y aun de patriotismo; pero los casos que acabode r<strong>el</strong>atar, como meros ejemplos, pues no son los únicos, rev<strong>el</strong>an a unpoderoso de buen sentido, que renuncia poco a poco su poder convencidode que otros pueden usarlo con mayor eficacia y para <strong>el</strong> bienmejor de la nación.Rabasa dice que la Constitución de 57 nació sin prestigio, queparecía inútil y destinada a «ir a aumentar <strong>el</strong> montón de constitucioneshacinadas en los archivos d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>», pues para darle vida y prestigio,h,abría sido necesario envejecerIa en la observancia estricta, basando en <strong>el</strong>l<strong>al</strong>a pacificación d<strong>el</strong> país y <strong>el</strong> establecimiento d<strong>el</strong> orden; mas esto era precisament<strong>el</strong>o que no habría de lograrse.Aquí está la f<strong>al</strong>la mayor d<strong>el</strong> libro de Rabasa, la f<strong>al</strong>la de su conocimientohistórico y de su prejuicio porfirista. De acuerdo en que laConstitución de 57 nació sin prestigio, que parecía inútil y sin mejordestino que <strong>el</strong> archivo d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>; de acuerdo en que su prestigionace con las Leyes de Reforma y que la guerra de Intervención lahace un emblema nacion<strong>al</strong>. Pero en lo que no se puede estar de acuerdoes en que esa Constitución no hubiera principiado su proceso de envejecimiento,de ejercicio re<strong>al</strong>, de prueba verdadera, de 1867 a 1876.La verdad es que Rabasa ignora enteramente esta época, que echaun borrón sobre <strong>el</strong>la, la pega <strong>al</strong> Porfiriato y declara que <strong>Juárez</strong>, SebastiánLerdo de Tejada y Porfirio Díaz, es más, de hecho la lista arrancacon Comonfort, fueron lo mismo: buenos hombres a quienes una m<strong>al</strong>aconstitución convirtió en dictadores. En una parte, Rabasa declara:La Constitución de 57 no se ha cumplido nunca en la organización d<strong>el</strong>os poderes públicos, porque, de cumplirse, se haría imposible la estabilidadd<strong>el</strong> gobierno, y <strong>el</strong> gobierno, bueno o m<strong>al</strong>o, es una condición primera y nece.saria para la vida de un pueblo. Siendo incompatibles la existencia d<strong>el</strong> gobiernoy la observancia de la Constitución, la ley superior prev<strong>al</strong>eció, y laConstitución fue subordinada a la ne'cesidad suprema de existir.En otra parte dice:<strong>Juárez</strong>, Lerdo de Tejada y <strong>el</strong> gener<strong>al</strong> Díaz, antepusieron la necesidad d<strong>el</strong>a vida nacion<strong>al</strong> a la observancia de la Constitución, e hicieron bien...yvu<strong>el</strong>ve a insistir:122


(Porfirio Díaz) sabía, como <strong>Juárez</strong> y Le'rdo, que Comonfort tenía razón<strong>al</strong> declarar imposible <strong>el</strong> equilibrio de los poderes públicos que la Constituciónestablecía.y dice una vez más:Con la Constitución no gobernó nunca (<strong>Juárez</strong>).Hay en todo esto una espantosa confusión, en cuyo origen d<strong>el</strong>iberadono quisiera yo creer. En primer lugar, sólo como una licencia d<strong>el</strong>enguaje puede decirse que Porfirio Díaz tuvo <strong>al</strong>guna vez opinionessobre la Constitución, y que podía tenerlas <strong>al</strong> mismo título que Lerdode Tejada, <strong>Juárez</strong> y Comonfort. En segundo lugar, las opiniones deesos personajes (cuando las tuvieron re<strong>al</strong>mente), o los actos suyos quepodían rev<strong>el</strong>ar <strong>el</strong> sentido de esas opiniones, ocurrieron en circunstanciashistóricas tan distintas, que es imposible igu<strong>al</strong>arlas o confundirlas,o fundirlas en una sola.Comonfort tuvo y expresó opiniones adversas a la Constitución de57, y él fue <strong>el</strong> único que pudo haber dicho que era incompatible la observanciade <strong>el</strong>la y la estabilidad d<strong>el</strong> gobierno; Comonfort, además,llegó a escribir una lista de posibles reformas a la Constitución, cuyosentido exacto, por desgracia, no es siempre posible descubrir. Peroa Rabasa no se le ocurre reflexionar que Comonfort, de los cuatro gobernantesque cita, justamente fue <strong>el</strong> único que no tuvo experiencia<strong>al</strong>guna con la Constitución, pues a unos cuantos meses de haberla jurado,dejó de ser Presidente para convertirse en caudillo revolucionano.Las opiniones de Comonfort sobre la Constitución se derivaroníntegramente de la ingrata experiencia de sus <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> con <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>Constituyente, un <strong>Congreso</strong> que por <strong>al</strong>go llevaba <strong>el</strong> nombre de«extraordinario», pues era, en verdad, anorm<strong>al</strong>. Tampoco reflexionaRabasa que mucho d<strong>el</strong> temor -que no la experiencia- de Comonfortacerca de la imposibilidad de gobernar con la Constitución, no procedíade ésta en sí, sino de la resistencia gener<strong>al</strong> que Comonfort suponíaiba a encontrar en la iglesia católica y <strong>el</strong> partido conservador. Así 10rev<strong>el</strong>an sus apuntes sobre las reformas constituciOlIl<strong>al</strong>es que él considerabanecesarias, apuntes en los cu<strong>al</strong>es se ve claramente que lospuntos marcados «juramento», «r<strong>el</strong>igión d<strong>el</strong> país», «<strong>el</strong>ección de clérigos»,«votos monásticos» y «enseñanza libre», nada tienen que vercon <strong>el</strong> problema d<strong>el</strong> equilibrio de los poderes públicos y sí con la resistenciareaccionaria a la Constitución.En rigor, Comonfort no dijo jamás que fuesen incompatibles laobservancia de la Constitución y la estabilidad d<strong>el</strong> gobierno, sino estootro~ bien distinto:123


Con (la Constitución) quedaba desarmado <strong>el</strong> poder frente a sus enemigos,y en <strong>el</strong>la encontraban éstos un pretexto formidable para atacar <strong>al</strong> poder: suobservancia era imposible, su impopularidad un hecho p<strong>al</strong>pable; <strong>el</strong> gobiernoque ligara su suerte con <strong>el</strong>la, era un gobierno perdido.Con esto, Com(lllfort quería decir que la Constitución carecía deadeptos para darle fuerza <strong>al</strong> gobierno, y que, en cambio, sus enemigosencontraban en <strong>el</strong>la d mejor pretexto para combatir <strong>al</strong> gobierno; era,en suma, tan impopular, que <strong>el</strong> gobierno que la tomara como banderasería repudiado por <strong>el</strong> país, y, en consecuencia, se perdería. Todo estono quiere decir, por supuesto, que Rabasa desacierte <strong>al</strong> decir que Comonfortjuzgaba débil <strong>al</strong> poder ejecutivo frente <strong>al</strong> legislativo, pues asílo demuestran sus apuntes para reformar la Constitución.Luego, <strong>Juárez</strong> y Lerdo de Tejada, que yo sepa, jamás dijeronque era imposible gobernar con la Constitución, quizás porque con<strong>el</strong>la gobernaron, <strong>Juárez</strong> seis años y Lerdo de Tejada cuatro. 9Tampoco,que yo sepa, Porfirio Díaz dijo nunca que no podía gobernar con laConstitución, quizás porque gobernó sin <strong>el</strong>la veintisiete años, y seguramenteporque lo único que le f<strong>al</strong>taba a la pobre Constitución es quePorfirio Díaz le hubiera echado en cara que no lo dejó gobernar. Enseguida, <strong>Juárez</strong> y Lerdo expresaron muy clara y reiteradamente susopiniones acerca de los m<strong>al</strong>es d<strong>el</strong> desequilibrio de los poderes públicos,propusieron remedios concretos para corregirlos y corrieron <strong>el</strong> riesgod<strong>el</strong> desprestigio y de la impopularidad para hacerlos aceptar. PorfirioDíaz, en cambio, nunca dijo una p<strong>al</strong>abra sobre este problema, jamáspropuso reformas constitucion<strong>al</strong>es encaminadas para resolverlo; peroen <strong>al</strong>guna forma se las arregló para solucionarlo de hecho, si biencreando de paso <strong>el</strong> problema inverso: un poder ejecutivo tiránico y unpoder legislativo servil.Tampoco cabe poner a <strong>Juárez</strong>, a Lerdo de Tejada y a PorfirioDíaz como héroes resignados que antepusieron la vida nacion<strong>al</strong> a laobservancia de la Constitución, y menos todavía repartir indiscriminadamente<strong>el</strong> <strong>el</strong>ogio d<strong>el</strong> «hicieron bien» que Rabasa les cu<strong>el</strong>ga a lostres. <strong>Juárez</strong> y Lerdo de Tejada sí se vieron ante la necesidad de esco·ger <strong>entre</strong> mantener la paz y <strong>el</strong> orden públicos o gobernar con la Constitución;pero la reb<strong>el</strong>ión armada y <strong>el</strong> desorden no tuvieron su origenen <strong>el</strong> desequilibrio de los poderes públicos, sino en la natur<strong>al</strong> herenciade anarquía que dejaron <strong>al</strong> país los ocho años anteriores de guerrasciviles e internacion<strong>al</strong>es.Luego, <strong>Juárez</strong> y Lerdo, para gobernar sin la Constitución, procedieronconstitucion<strong>al</strong>mente: acudieron <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> pidiendo por tiempolimitado la suspensión de <strong>al</strong>gunas garantías individu<strong>al</strong>es y facultadesextraordinarias en los ramos de Hacienda y Guerra; y <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>,9 Rabasa se refiere,sin duda, a las leyesde excepción que <strong>Juárez</strong>y Lerdo solicitarond<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>; perocreo haber demostradoque <strong>el</strong> <strong>al</strong>cance de<strong>el</strong>las fue limitado yque en <strong>el</strong> peor d<strong>el</strong>os casos crearon en<strong>el</strong> país una dictaduratempor<strong>al</strong> y circunscri·tao (Ver Historia Modernade México. 1,230-353).124


después de largas, apasionadas y libérrimas discusiones, concedió desu propia voluntad lo que se le pidió. El caso de Díaz es muy otro: ja~más se vio ante la necesidad de s<strong>al</strong>var <strong>al</strong> país de un p<strong>el</strong>igro inminentey mort<strong>al</strong>; simplemente creyó que era más cómodo y expedito gobernarsin la Constitución, y para gobernar sin <strong>el</strong>la, no le pidió permiso a nadie.No pueden, pues, ponerse en boca de todo <strong>el</strong> mundo opinionesacerca de la imposibilidad que hubo de gobernar con la Constituciónde 1857; ni cabe presentar esas opiniones sin interpretarlas según <strong>el</strong>momento y las circunstancias en que se dijeron. Rabasa no tenía paraqué llegar a esos extremos si su fin hubiera sido demostrar que la Constituciónde 57 creó d<strong>el</strong>iberadamente un desequilibrio <strong>entre</strong> los poderespúblicos y que era menester corregir ese error. Por eso, temo muchoque <strong>el</strong> verdadero fin que perseguía era demostrar que <strong>el</strong> pobre dePorfirio Díaz fue un dictador a pesar suyo, que la Constitución de 57lo forzó a serlo, yeso durante <strong>el</strong> breve lapso de treinta y cuatro años,<strong>al</strong> cabo de los cu<strong>al</strong>es, <strong>al</strong> fin, la Constitución venció en su empeño dehacer de Porfirio Díaz un tirano.125


JOSE FUENTES MARES*EXPLICACION PREVIA••• He COiIlvivido durante tantos años con <strong>Juárez</strong>, que ahora sientocordi<strong>al</strong>mente su muerte. Cuando se tiene <strong>el</strong> propósito de hacer historiaviva, se ha de lograr primero que vivan los personajes d<strong>el</strong> r<strong>el</strong>ato,para con-vivir luego a su lado. Es <strong>el</strong> único medio, <strong>al</strong> <strong>al</strong>cance de loshombres ordinarios, para superar <strong>el</strong> concepto de la historia como tiempoido y vivido por una sola vez. Entre los riesgos graves que se ciernensobre la tarea de reconstruir la historia, acecha sobre todo <strong>el</strong> de convertirlaen pasado estéril, o cuando menos en pura prehistoria con baseen fémures y molares de especies liquidadas. La historia es más que esociertamente, más que un paisaje triste de volcanes apagados. Es secretodolor de impotencia reincidente, y a la vez victoria sobre la muerte.Es, en pocas p<strong>al</strong>abras, vida incesante en <strong>el</strong> orden d<strong>el</strong> tiempo...UNA CONVOCATORIA INOCENTEHabían terminado las guerras de Reforma, Intervención e Imperio,hermosa década iluminada por la esperanza. Junto a paredonesimprovisados o en combate cayeron, diestros en <strong>el</strong> arte de morir, Arteagay Miramón, Mejía y Leandro V<strong>al</strong>le, Robles Pezu<strong>el</strong>a y S<strong>al</strong>azar,Ocampo y Santos Degollado. Una generación entera se consumió enla lucha a partir d<strong>el</strong> funesto diciembre de 1857, cuando Comonfort,inferior a su responsabilidad, atentó por primera vez contra la Constituciónrecién nacida. Pero esa década terminó: la que se iniciaba exigíaotra diversa versión d<strong>el</strong> hombre, adecuada <strong>al</strong> arte d<strong>el</strong> gobiernodemocrático, y <strong>Juárez</strong>, por extraño que parezca, no era de esa clase.El caudillo de una lucha de diez años terminó inclinado a la dictadura,un destino que pudo caber a otro cu<strong>al</strong>quiera después de tan larga campaña.<strong>Juárez</strong> pudo llevar la bandera de su partido como un Presidentea s<strong>al</strong>to de mata, por <strong>el</strong> trópico o <strong>el</strong> desierto; como 1Jl[1 dictador civilcuyo frac ocultaba apenas <strong>el</strong> m<strong>al</strong>quisto levitón castrense, pero sólo eso.* José Fuentes Mares. ]uárez 'Y la República. México, Jus, 1965.127


A todos <strong>el</strong>los, s<strong>al</strong>vo t<strong>al</strong> vez a Sebastián Lerdo, la guerra les habíaincapacitado para la paz. Que <strong>Juárez</strong> luchó mejor de lo que sabríagobernar es una de las verdades que se imponen por su propia fuerza.Si durante diez años importó sobre todo batirse, llegaba <strong>el</strong> momentode norm<strong>al</strong>izar la vida política, de volver a los cauces de la ley, derecoger la esperada cosecha de la vida constitucion<strong>al</strong>. Sonaba la horade satisfacer las aspiraciones de la élite, más o menos anónima, quedurante esos años luchó por la supervivencia de la Constitución, identificada,en la hora d<strong>el</strong> p<strong>el</strong>igro, con la s<strong>al</strong>vación de la patria misma.La cosa parecía sencilla, y se reducía sobre todo a poner fin <strong>al</strong> gobiernode un solo hombre; a olvidar <strong>el</strong> <strong>sistema</strong> de las «facultades extraordinarias»,un modo de gobernar por encima de la Constitución, o sea unaforma de la tiranía. Poner término a una década militar, e inaugurarla paz, era dar a la Constitución una oportunidad que iba a ser justament<strong>el</strong>a primera, ya que no había llegado a imperar. Jurada <strong>el</strong> 5de febrero de 1857, entró en vigor <strong>el</strong> 1Q de diciembre, pero su observanciase interrumpió <strong>al</strong> terminar ese mes, con <strong>el</strong> Golpe de Estado deComonfort, que desató la guerra de Reforma por añadidura. <strong>Juárez</strong>y la Constitución volvieron a la ciudad de México <strong>al</strong> comenzar enerode 1861, y en junio se c<strong>el</strong>ebraron <strong>el</strong>ecciones para sujetar la vida políticaa la ley fundament<strong>al</strong>, pero en diciembre de ese año, <strong>al</strong> principiar laguerra de Intervención, la Carta d<strong>el</strong> 57 cedió nuevamente <strong>al</strong> régimende «facultades extraordinarias», una dictadura virtu<strong>al</strong> que se prolongabahasta hoy, cuando <strong>Juárez</strong>, en la capit<strong>al</strong>, izaba la bandera que leofreció Porfirio.El triunfo de los que lucharon por la Constitución se había consumadosin lugar a dudas, mas la Constitución continuaba inédita sinembargo. No había casi mexicano activo que no hubiera luchado por<strong>el</strong>la o contra <strong>el</strong>la, mas nadie, empero, había conocido en la prácticasus yerros o sus aciertos. Nadie. La Constitución había sido nadamás que un código teórico, b<strong>el</strong>lo y noble para los unos, diabólico engendropara los demás. Se recordaba todavía que Comonfort dijo queno se podía gobernar con <strong>el</strong>la, pero también era cierto que hasta hoy,<strong>al</strong> cumplir diez años aqu<strong>el</strong>la frase, nadie lo había intentado. Nadiehasta J uárez, <strong>el</strong> primero en <strong>el</strong> privilegio y la responsabilidad. El tendríaque gobernar con <strong>el</strong>la por primera vez, sin «facultades extraordinarias»,sin decretos castrenses. Con la Constitución solamente, unavieja ilusión emb<strong>el</strong>lecida por tantos muertos.Todos llevaban prisa. Establecido apenas <strong>el</strong> gobierno en la capit<strong>al</strong>,y reorganizado <strong>el</strong> Ministerio con Lerdo en R<strong>el</strong>aciones, B<strong>al</strong>cárc<strong>el</strong> enFomento, Iglesias en Hacienda y Mejía en Guerra, la prensa exigíavolver a la Constitución. «Pasadas las circunstancias que crearon <strong>el</strong>poder discrecion<strong>al</strong> ~ecía El Siglo XIX <strong>el</strong> 22 de julio-, debe acabar128


10 Editori<strong>al</strong> sin firma;El Siglo XIX, de22 de julio de 1867.T. v. No. 8.11 Pant<strong>al</strong>eón Tovar,"Necesidad Imperiosa";editori<strong>al</strong> en El SigloXIX, de 5 deagosto de 11l67. T. v.No. 22.12 El Siglo XIX, de31 de julio de 1867T. v. No. B.13 Antonio G. Pérez:"La Convoc<strong>al</strong>oria"editori<strong>al</strong> en ElSiglo XIX, de 31 deagosto de 1867. T. v.No. 38.14 El texto de laConvocatoria en <strong>el</strong>Diario Ofici<strong>al</strong> de 17de agosto de 1867. T.J. No. 1. También enA. G. P. D., T. IV, p.329, edic. cit.éste, y la mayor gloria d<strong>el</strong> C. <strong>Juárez</strong> consiste en devolver a la Repúblic<strong>al</strong>as autorizaciones que le concedió para s<strong>al</strong>varla de la invasión extranjera».10El 5 de agosto, también en El Siglo, reiteraba eso mismo Pant<strong>al</strong>eónTovar:Se desea s<strong>al</strong>ir de ese estado violento, en que todo se espera con inquietud;se quiere que acabe la dictadura, y que comience <strong>el</strong> orden constitucion<strong>al</strong>,y <strong>el</strong> único medio natur<strong>al</strong> que se tiene para conseguir ese cambio exigidopor <strong>el</strong> derecho y por la opinión es que <strong>el</strong> gobierno, en quien confía <strong>el</strong> pueblo,expida pronto la Convocatoria para que la nación <strong>el</strong>ija sus mandatarios.uEl gobierno, mientras tanto, guardaba silencio. Se ignora la participaciónque pudo caberle en una «Asociación Zaragoza», que seformó en esos días para reclamar una serie de reformas a la Constitución,<strong>entre</strong> otras la división d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> en dos cámaras,t2 peroofici<strong>al</strong>mente no se decía una p<strong>al</strong>abra. Hasta que en la tarde d<strong>el</strong> 17de agosto, en <strong>el</strong> primer número d<strong>el</strong> Diario Ofici<strong>al</strong>, se publicó la Convocatoriapara <strong>el</strong>egir Presidente de la República, diputados <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>de la Unión, y Presidente y Magistrados de la Suprema Corte deJusticia, y la noticia corrió «como una chispa <strong>el</strong>éctrica» por todos loscírculos. J uárez se disponía a cumplir con «<strong>el</strong> deber sagrado» de <strong>entre</strong>gar<strong>el</strong> gobierno, un deber que contrajo <strong>el</strong> 8 de noviembre de 1865en los famosos decretos de Paso d<strong>el</strong> Norte, pero no era eso todo: ademásde llamar a <strong>el</strong>ecciones, la Convocatoria encerraba una serie denovedades. Los redactores de El Siglo XIX habían creído, «insensatos»,que la Convocatoria habría de ser sólo tmllamamiento a la ciudadaníapara <strong>el</strong>egir a sus nuevos mandatarios, mas ahora, ante la re<strong>al</strong>idad, nose asombraban «d<strong>el</strong> mucho tiempo que se gast6 en confeccionar es<strong>al</strong>ey, ya que contiene porción de combinaciones viciosas que era precisomeditar».1S Los políticos, y todos cuantos sabían leer y escribir eran eso,r<strong>el</strong>eían <strong>el</strong> documento, y no daban crédito a sus ojos. Los artículos 9'y 15 9 , sobre todo, desataban la tormenta:Artículo 9 9 • En <strong>el</strong> acto de votar los ciudadanos para nombrar e1ectOl'Ollen las <strong>el</strong>ecciones primarias expresarán, además, su voluntad acerca de si podrá<strong>el</strong> próximo <strong>Congreso</strong> de la Unión, sin necesidad de observar los requisitosestablecidos por <strong>el</strong> artículo 127 de la Constitución feder<strong>al</strong>, reformarlao adicionarla sobre los puntos siguientes:Primero: Que <strong>el</strong> Poder Legislativo de la Federación se deposite en doscámaras, fijándose y distribuyéndose <strong>entre</strong> <strong>el</strong>las las atribuciones d<strong>el</strong> poderlegislativo.Segundo: Que <strong>el</strong> Presidente de la República tenga la facultad de ponerveto suspensivo a las primeras resoluciones d<strong>el</strong> poder legislativo, para queno se puedan reproducir sino por dos tercios d<strong>el</strong> voto de la cámara o cámarasen que se deposite <strong>el</strong> poder legislativo. H 129


i Reformarla o adicionarla! La Convocatoria, lejos de favorecer<strong>el</strong> restablecimiento d<strong>el</strong> orden constitucion<strong>al</strong>, era un ataque a la Constituciónmisma. i Menuda sorpresa, que para volver a la Constitución sequisiera reformarla! Y ni siquiera como la Constitución mandaba quese le hicieran reformas, o sea conforme <strong>al</strong> artículo 127, sino como <strong>al</strong>Presidente y su Ministro daba la gana, sustituyendo una norma expresapor una ap<strong>el</strong>aci6n directa <strong>al</strong> pueblo que, siendo lo democrática quese quiera, no era leg<strong>al</strong> en modo <strong>al</strong>guno. Y reventó <strong>el</strong> debate constitucion<strong>al</strong>más honroso de la historia mexicana. Una revolución sin sangre,fruto de aqu<strong>el</strong> minuto en que la política fue ide<strong>al</strong> y sacrificio, no artebajo de cortesanos.Todos advirtieron que, con las reformas, <strong>Juárez</strong> perseguía <strong>el</strong> fort<strong>al</strong>ecimientode su poder. Crear dos cámaras donde había una solamente,era un medio de dominar sobre la representación nacion<strong>al</strong>, siniestropropósito que se perfeccionaba con <strong>el</strong> derecho de veto, que<strong>el</strong> Presidente reclamaba para frenar las decisiones d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>. Unminuto de~pués de la victoria, era como volver a los días de Comonforten <strong>el</strong> mejor de los casos; a su desgraciada convicción en <strong>el</strong> sentido deque no se podía gobernar con la Constitución. 8610 que cuando Comonfortdijo eso no se mataba nadie por <strong>el</strong>la todavía, y ahora estabande por medio diez años de muertos. Mucha sangre plebeya, y otra pocaazul. Todavía estaban las manchas sobre la tierra cuando <strong>Juárez</strong>, nadamenos que él, daba por cierto que no se podía gobernar con la Constitución.Y a empezar otra vez con la misma historia vieja, con la sospechade la traición, y con la verdad de la guerra y de la muerte.En medio de la tormenta, <strong>el</strong> cónsul de los Estados Unidos, Mr.Otterbourg, daba una -opini6n sensata:Si <strong>el</strong> gobierno ofrece <strong>el</strong> primer ejemplo de f<strong>al</strong>ta de respeto a la ley, <strong>el</strong>.pueblo no adquirirá jamás hábitos constitucion<strong>al</strong>es. " El entusiasmo con quese recibió a <strong>Juárez</strong> en la capit<strong>al</strong>, hace poco más de un mes, se· ha trocadoen desconfianza, y la opinión pública, ya prejuiciada por medidas anteriores,recéla que cada acto d<strong>el</strong> gobierno sea un paso más hacia la dictadura. uPara colmo, no se reducían las reformas <strong>al</strong> propósito de crear doscámaras, e introducir <strong>el</strong> veto d<strong>el</strong> Ejecutivo sobre iniciativas aprobadaspor la una o la otra. Había <strong>al</strong>go más todavía, y no menos grave: <strong>el</strong>artículo 15 9 , en su última parte sobre todo:u M. Olh~rh()urg aWilliam 11. Seward,México, 21 dt: agostode 1867, en G. R. ofS. n., vol. SI.Podrán ser <strong>el</strong>ectos diputados, tanto los ciudadanos que pertenezcan <strong>al</strong>estado eclesiástico, como también los funcionarios a quienes excluía <strong>el</strong> artículo34 de la ley orgánica <strong>el</strong>ector<strong>al</strong>.J uárez consideraba que no debían subsistir «las restricciones opuestas<strong>al</strong> libre ejercicio de la soberanía d<strong>el</strong> pueblo en la <strong>el</strong>e


10 Pant<strong>al</strong>eón 1'0­var: "El Voto d<strong>el</strong>Clero", editori<strong>al</strong> en ElSiglo XIX, de 28 deagosto de 1867. T. v.No. 45, También, d<strong>el</strong>mismo Tovar, "La¡Reformas a la Constitución",en op. cit. BUpra;2I de agosto de1867. T. v. No. 38.11 T. G. B,rita:"Cuatro P<strong>al</strong>abras",editori<strong>al</strong> en El SigloXIX, de 10 de septiembrede 1867. T. v.No. 58.18 Manu<strong>el</strong> Márqueza Porfirio Díaz j Mazatlán,23 de octubrede 1867, en A.G.P.D.T. v. p. 261, México,1950.19 Pant<strong>al</strong>eón Tovar:"Perplejidad",editori<strong>al</strong> en El SigloXIX, de 19 de agostode 1867. T. v. No. 36.representantes», pero 10 cierto fue que en los clubes politicos se recibi6agriamente la posibilidad de que sacerdotes y funcionarios públicos feder<strong>al</strong>espudieran ser <strong>el</strong>ectos diputados, puntos en que la oposicióncentró inmediatamente sus ataques. 16 Si <strong>el</strong> liber<strong>al</strong>ismo vencedor acusabaa los sacerdotes, y a la Iglesia misma, de haber sidQ promotores e instrwnentosd<strong>el</strong> Imperio ¿cómo pretendía ahora <strong>Juárez</strong> concederles <strong>el</strong>voto pasivo? Y por otra parte, <strong>al</strong> permitirse que funcionarios de la federaciónocuparan curules en <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> ¿no se buscaba --como decíaun editori<strong>al</strong> de El Siglo XIX- «que <strong>el</strong> Ejecutivo tuviera servidores en<strong>el</strong> Cuerpo Legislativo»rEl M O11itor, El Globo, El BO,letín Republicano, todos clamabancontra la Convocatoria, sin otra excepción que la d<strong>el</strong> Diario Ofici<strong>al</strong>,donde se la justificaba con base en las facultades extraordinarias qu<strong>el</strong>a ley d<strong>el</strong> 27 de mayo de 1863 concedió <strong>al</strong> Ejecutivo. <strong>Juárez</strong> y Lerdoparecían responsables de <strong>al</strong>entar siniestros designios contra la Constitución,con <strong>el</strong> doble propósito de centr<strong>al</strong>izar los poderes en <strong>el</strong> Ejecutivoy de intentar un as<strong>al</strong>to sobre la soberaIÚa de los Estados. La desilusióncundía por la República y la oposición se fort<strong>al</strong>ecía con <strong>el</strong>la:«Todo se ha perdido en un día; <strong>Juárez</strong> nos ha traicionado como nostraicionó Comanfort, y como siempre nos traicionó Santa Anna», escribíade Mazatlán Manu<strong>el</strong> Márcp.1ez, un amigo c;le Porfirio Díaz. 18Hoy parece extraño cuanto resultaba entonces natur<strong>al</strong>. La supremacíade la Constitución era un principio soci<strong>al</strong>mente vivo, en <strong>el</strong> aireque respiraban todos. Con diversos conceptos, mas con idéntica vehemenciareaccionaban <strong>el</strong> periodista, <strong>el</strong> antiguo soldado, <strong>el</strong> político fogueadoen lides parlamentarias. La Constitución era un b<strong>el</strong>lo sueño,atacado de improviso por las m<strong>al</strong>as artes de <strong>Juárez</strong>. Como un pedazO'de paraíso arrebatado a quienes lo conquistaron con su sangre.Pero sorprende, además, la capacidad de grandes jurJstas que exhibierontodos, como si se hubieran familiarizado con los graves problemasd<strong>el</strong> derecho público para convertirse en guardianes de las instituciones.Un editori<strong>al</strong> de PantaIe6n Tovar, en El Siglo XIX, exhibiaesa capacidad extraordinaria:¿Diremos <strong>al</strong> Ministerio que estamos verdaderamente asombrados con laConvocatoria que ha expedido, porque resu<strong>el</strong>ve con <strong>el</strong>la puntos que sólo<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> puede decidir, en los términos que señ<strong>al</strong>a <strong>el</strong> Código fundament<strong>al</strong>de la República? .. No se trata ahora de si las reformas a la Constituciónque contiene la Convocatoria son o no convenientes. Se trata d<strong>el</strong> trastornoque sufre nuestro derecho constitucion<strong>al</strong>... He ahí lo que nos preocupaa nosotros, amigos d<strong>el</strong> gobierno, pero antes que todo amigos de nuestrosprincipios.uEl editori<strong>al</strong> distinguía magistr<strong>al</strong>mente los dos problemas que laConvocatoria planteaba, <strong>el</strong> de forma y <strong>el</strong> de fondo. Más importante131


que averiguar si las refonnas eran o no convenientes resultaba admitirque la Constitución, «que en ese largo periodo (de diez años) nadieha visto reinaD>, fracasaba en <strong>el</strong> momento de llevarla a la práctica.Nadie podría haberlo dicho mejor, y con menos p<strong>al</strong>abras, ya que <strong>el</strong>problema no radicaba en saber si <strong>el</strong> Código de 1857 debía o no reformarse,y en qué puntos, sino en ajustar sus refonnas <strong>al</strong> procedimientoestablecido por la Constitución misma, y no mediante aqu<strong>el</strong>la extrañaap<strong>el</strong>ación directa <strong>al</strong> pueblo que la Convocatoria introducía, que podíaser lo democrática que se quisiera pero que no era constitucion<strong>al</strong>.Que <strong>Juárez</strong> y Lerdo no las tenían todas consigo en punto a lasconsecuencias de la Convocatoria, resulta de las cartas person<strong>al</strong>es que<strong>el</strong> Presidente dirigió a los Gobernadores de los Estados, en la confianzade que se haría justicia «a las intenciones d<strong>el</strong> Gobierno, <strong>al</strong> examinarsin prevención de ninguna especie las indicaciones sobre reformas quecontiene aqu<strong>el</strong> documento»,20 y se prueba sobre todo con la circularque Lerdo de Tejada les envió con la Convocatoria. Aquí, <strong>el</strong> Ministroesgrimía una serie de argumentos, int<strong>el</strong>igentes sin duda, que dejabanno obstante intacto <strong>el</strong> problema fundament<strong>al</strong>:Según están organizados en la Constitución -decía la circular-, <strong>el</strong> legislativoes todo y <strong>el</strong> ejecutivo carece de autoridad propia enfrente d<strong>el</strong> legislativo.Esto puede oponer muy graves dificultades <strong>al</strong> ejercicio norm<strong>al</strong> d<strong>el</strong>as funciones de ambos poderes. " La marcha nonn<strong>al</strong> de la administraciónexige que no sea todo <strong>el</strong> poder legislativo, y que ante él no carezca de todopoder propio <strong>el</strong> ejecutivo... Para tiempos norm<strong>al</strong>es, <strong>el</strong> despotismo de unaconvención puede ser tan m<strong>al</strong>o, o más, que <strong>el</strong> despotismo de un dictador...La paz y <strong>el</strong> bienestar de la sociedad dependen d<strong>el</strong> equilibrio conveniente enla organización de los poderes públicos. A este grave e importante objetose refieren los puntos de refonna propuestos en la Convocatoria, cuatro (d<strong>el</strong>os cu<strong>al</strong>es) estaban en la Constitución de 1824, y los cinco restantes en lasinstituciones de los Estados Unidos de América.co lleuilo <strong>Juárez</strong> aIgnacio I'es,!lIcira;México, 2:.1 de octubrede 1ll67, en: A.J.B.N.,cana suplementaria2U5. Aunque eu <strong>el</strong> archivono se cncucnlranminulas de lascartas a todos los gobernadores,<strong>el</strong> hechode h<strong>al</strong>larse tres o cuatro,concebidas en esostérminos, autoriza asuponer que <strong>el</strong> Presidenteadopló esle sislemap.ara comunicarlessu propio comentarioa lá Convoc<strong>al</strong>oria.Así argumentaba Lerdo en punto a las reformas propiamentedichas, o sea en cuanto <strong>al</strong> fondo de la cuestión. Pero era también explícitoen cuanto <strong>al</strong> procedimiento empleado para llevarlas a cabo:132El gobierno ha preferido <strong>el</strong> medio de ap<strong>el</strong>ación directa e inmediata <strong>al</strong>pueblo por muchas y graves consideraciones... En la <strong>el</strong>ección d<strong>el</strong> mediomejor para proponer las refonnas no había ni podía haber cuestión de leg<strong>al</strong>idad,porque la voluntad libremente manifestada de la mayoría d<strong>el</strong> puebloes superior a cu<strong>al</strong>quier ley, siendo la fuente de toda ley... La nación haaprobado que se hayan hecho reformas a la Constitución, sin que antes nidespués se sujetasen a los requisitos establecidos en <strong>el</strong>las para aprobarlas (serefería aquí Lerdo a las Leyes de Refonna)... Sin embargo de estos ejemplos,no ha pretendido ahora <strong>el</strong> gobierno decretar ningunos puntos de refor-


21 La circular deSebastián Lerdo deTejada a los gobernadoresde los Estados,de fecha 14 de agostode 1867, en: A.G.P.D.T. IV, pp. 336·347. Lacursiva nos pertenece.22 El manifiesto de<strong>Juárez</strong>, en: DiarioOfici<strong>al</strong>, de 22 de agostode 1867. T. l. No.3.ma, sino que se ha limitado a hacer una ap<strong>el</strong>ación <strong>al</strong> pueblo, que es <strong>el</strong>verdadero soberano. 21La circular r<strong>el</strong>lllÍa todos los sofismas que se creyeron útiles, singuardarse uno solo. Lerdo separaba pu1cramente los argumentos defondo y los de fonna, pero en tanto que destinaba la mayor parte d<strong>el</strong>texto a la justificación de los primeros, <strong>al</strong> tocar los últimos se acogía<strong>al</strong> argumento de que, puesto que la Constitución declaraba soberano<strong>al</strong> pueblo, y fuente exclusiva de la ley, <strong>el</strong> pueblo podía hacer lo qu<strong>el</strong>e pareciera con la Constitución, y HACERLO ADEMÁS COMO LE VINIERAEN GANA. Al asentar que la Convocatoria no establecía «ningún punto dereforma», limitándose a dirigir una ap<strong>el</strong>ación directa <strong>al</strong> pueblo, «únicoverdadero soberano», Lerdo, en un acto magistr<strong>al</strong> de prestidigitación,hacía desaparecer en su sombrero <strong>al</strong>to de mago un hecho fundament<strong>al</strong>,o SEA QUE LA REFORMA SE DECRETABA POR EL HECHO DE APELAR DIREC­TAMENTE AL PUEBLO, sin sujetarse a lo dispuesto por <strong>el</strong> artículo 127constitucion<strong>al</strong>.También <strong>Juárez</strong>, en un manifiesto d<strong>el</strong> 22 de agosto, echaba sucuarto a espadas:He cumplido con mi deber, convocando <strong>al</strong> pueblo para que, en <strong>el</strong> ejerciciode su soberanía, <strong>el</strong>ija los funcionarios a quienes quiera confiar sus destinos.Asimismo he cumplido también con otro deber, inspirado por mirazón y mi conciencia, proponiendo <strong>al</strong> pueblo <strong>al</strong>gunos puntos de reforma <strong>al</strong>a Constitución, para que resu<strong>el</strong>va sobre <strong>el</strong>lo '10 que fuere de su libre y soberanavoluntad... 2lIJ uárez pudo comprender que <strong>el</strong> deber que le dictaba «su razóny su conciencia» chocaba con <strong>el</strong> que debió inspirarle su carácter dePresidente de la República, evitando de ese modo que en <strong>el</strong> manifiestod<strong>el</strong> 22 de agosto se confundieran dos deberes excluyentes, <strong>el</strong> uno dirigido<strong>al</strong> acatamiento, y <strong>el</strong> otro a la violación de la Constitución, puessi bien correspondía <strong>al</strong> pueblo designar a los funcionarios «a quienesquiera confiar sus destinos» no le competía, en cambio, refonnar laConstitución en la vía de una consulta directa. i Qué derroche de t<strong>al</strong>entopara introducir en <strong>el</strong> mágico sombrero la Constitución democráticade 1857, y extraer un instante después, de <strong>al</strong>lí mismo, la Constitución«presidenci<strong>al</strong>ista» que J uárez deseaba!Apenas si <strong>el</strong> editori<strong>al</strong>ista d<strong>el</strong> Diario Ofici<strong>al</strong> tomaba la pluma,«con timidez», para intentar una defensa. Con apoyo en <strong>el</strong> argumentode que la Convocatoria era una consecuencia de las «facultades extraordinarias»d<strong>el</strong> Presidente, decretadas por <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> <strong>el</strong> 27 de mayode 1863 con motivo de la guerra con Francia, concluía que aquéllassubsistían en virtud de que <strong>el</strong> conflicto no tenninaba todavía, ofici<strong>al</strong>-133


mente por lo menos. Pero sobre <strong>el</strong> hecho irrebatible de que la guerracon Francia sí había cesado, aunque <strong>entre</strong> ambos países no mediaraun tratado de paz, era cierto también que las «facultades extraordinarias»,que pudieron servir <strong>al</strong> Presidente para suspender <strong>el</strong> ejercicio deciertos derechos constitucion<strong>al</strong>es, y aun la vigencia tempor<strong>al</strong> de laConstituci6n, no le <strong>al</strong>canzaban para introducir en <strong>el</strong>la reformas permanentes.El argumento de las Leyes de Reforma, cuya promulgaciónnada constitucion<strong>al</strong> empleaba <strong>el</strong> gobierno en favor de la Convocatoria,no era por cierto aplicable <strong>al</strong> caso, a pesar de la di<strong>al</strong>éctica de Lerdo,y a pesar también de que <strong>el</strong> Diario Ofici<strong>al</strong> se cogiera de él como deun clavo ardiendo. Las leyes de Reforma fueroH. una medida de guerraen tiempos de guerra. Un verdadero «golpe de Estado», como lo llamabaEl Siglo XIX, d<strong>el</strong> que se sirvió <strong>el</strong> gobierno «para dar muerte<strong>al</strong> partido cleric<strong>al</strong> y sus secuaces». Ahora eran otras las circunstancias,pues no había guerra de por medio, ni partido cleric<strong>al</strong>.No había enemigo <strong>al</strong> frente, s<strong>al</strong>vo que por enemigo se tuviera <strong>al</strong>a Constitución.EL TEXTO Y SU PRETEXTONo cabe duda en cuanto <strong>al</strong> propósito que <strong>Juárez</strong> y Lerdo perseguíancon las reformas: fort<strong>al</strong>ecer <strong>al</strong> Ejecutivo a costa d<strong>el</strong> Legislativopor un lado, y por <strong>el</strong> otro, <strong>al</strong> <strong>el</strong>iminar restricciones <strong>al</strong> ejercicio de derechos<strong>el</strong>ector<strong>al</strong>es por parte de sacerdotes y funcionarios públicos feder<strong>al</strong>es,consumar una jugada de <strong>al</strong>cances extraordinarios. Si <strong>al</strong> rehabilitarpolíticamente a los sacerdotes <strong>Juárez</strong> pretendía, como dice JustoSierra, «dar vida leg<strong>al</strong> a un partido canservador sometido a las instituciones,pero aspirando a modificarlas por los medios leg<strong>al</strong>es»,23 <strong>al</strong>hacer posible que funcionarios feder<strong>al</strong>es fueran <strong>el</strong>ectos diputados, <strong>el</strong>Presidente se proponía inst<strong>al</strong>ar en <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> a sus dependientes.<strong>Juárez</strong> no fue hombre de lecturas, y <strong>el</strong> hecho de haber «leído ymeditado a Roscio» no le sitúa por cierto <strong>entre</strong> los eruditos. Por otraparte, basta la lectura de su nutrida correspondencia, en ocasiones deuna ramplonería desconcertante, para comprobar que tampoco fue unpolítico de ideas. Bien dotado en cambio para actuar en <strong>el</strong> marco de.la re<strong>al</strong>idad política mexicana, aprendió en <strong>el</strong> contacto con sus problemas,y evolucionó <strong>al</strong> ritmo de sus experiencias. Entre <strong>el</strong> <strong>Juárez</strong> de 1858,que ocupa la Presidencia de la República por primera vez, y <strong>el</strong> <strong>Juárez</strong>que entra en la capit<strong>al</strong> <strong>el</strong> 15 de julio de 1867, media <strong>el</strong> abismo que cavósu amargo aprendizaje de diez años.Las duras f<strong>el</strong>pas que le propinó <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> de 1861, por unaparte, y por otra la lección d<strong>el</strong> Norte, que le enseñó a desconfiar de los28 Justo Sierra,Evolución Política d<strong>el</strong>Pueblo Mexicano, terceraparte, p. 421 ;México, 1940.134


«hombres fuertes» region<strong>al</strong>es, fomentaron su convicción en <strong>el</strong> sentidode superar la minusv<strong>al</strong>ía presidenci<strong>al</strong>, consagrada en la Constitución de1857. El riesgo de hombres como Pesqueira, Vidaurri, Terrazas y tantosotros, sumado <strong>al</strong> de <strong>Congreso</strong>s ardientes y combativos, le hicieronurdir la solución de acabar con los unos y los otros, aunque en <strong>el</strong> primercaso fuera preciso convertir en letra muerta <strong>el</strong> <strong>sistema</strong> feder<strong>al</strong>, y en<strong>el</strong> segundo viciar <strong>el</strong> <strong>sistema</strong> de la democracia parlamentaria. Que enjulio de 1867 volvió <strong>Juárez</strong> a la capit<strong>al</strong> con la idea de la supremacíapresidenci<strong>al</strong> en la cabeza, es <strong>al</strong>go que necesita apenas probarse. Basterecordar que volvió <strong>el</strong> 15 de julio, y que la Convocatoria para reformarla Constitución es d<strong>el</strong> 14 de agosto.Acabar con caudillos region<strong>al</strong>es que no fueran hechura suya, e imponergobernadores mediante <strong>el</strong> <strong>sistema</strong> de las «facultades extraordinarias»,fueron procedimientos destinados a labrar las futuras gloriasnegras de la democracia mexicana. Porfirio Díaz llevó <strong>el</strong> <strong>sistema</strong> aun grado de perfección sólo comparable con <strong>el</strong> actu<strong>al</strong>, tan depuradoque ya parece imposible restaurar <strong>el</strong> <strong>sistema</strong> por <strong>el</strong> que los liber<strong>al</strong>esmexicanos lucharon encarnizadamente durante medio siglo. Entre losfeder<strong>al</strong>istas, soñadores combativos, se h<strong>al</strong>laba un empirista -<strong>Juárez</strong>queacabó con <strong>el</strong> sueño. El de Gu<strong>el</strong>atao acabó con <strong>el</strong> sueño, y Porfirioy los hombres de Agua Prieta acabaron con <strong>el</strong> combate. Entre todoshicieron d<strong>el</strong> presidente de la República lo que hoyes, legislador supremo,máximo <strong>el</strong>ector y g<strong>al</strong>lardo ejecutor. La definitiva liquidaciónde dos ilusiones que sangran todavía: la d<strong>el</strong> feder<strong>al</strong>ismo y la democraciaparlamentaria.Definitiva, ya que no es razonable suponerlas viables nuevamente.La historia no ha corrido en vano, sobre todo cuando un siglo de interesescreados garantiza su supervivencia. Para que <strong>el</strong> feder<strong>al</strong>ismo mexicanopudiera renacer, y vencer la inercia d<strong>el</strong> siglo en contra, seríaprecisa la intervención de estímulos radic<strong>al</strong>es, tan poderosos como losque se pusieron en juego para sepultarlo. Si la «unidad nacion<strong>al</strong>» esla premisa en que se funda la dictadura presidenci<strong>al</strong>, no cabría otrasolución que reducir sus <strong>al</strong>cances mediante <strong>el</strong> fomento de las peculiaridadesregion<strong>al</strong>es, étnicas y cultur<strong>al</strong>es de cada estado o grupo de estados,hasta reintegrarles de ese modo la conciencia de sus diferenciascomo «miembros» de la federación. Una dosis de secesion<strong>al</strong>ismo serías<strong>al</strong>udable para devolver, a los estados, los derechos políticos usurpados.Sería la única posibilidad~ aunque remota, de regresar <strong>el</strong> r<strong>el</strong>oj <strong>al</strong>minuto en que <strong>Juárez</strong> echó las bases de la dictadura presidenci<strong>al</strong>.Por otra parte, nadie, que yo sepa, ha señ<strong>al</strong>ado un hecho de inc<strong>al</strong>culablesconsecuencias en la evolución de México, consistente en <strong>el</strong>vu<strong>el</strong>co que se operó en las normas de acción política a partir de 1867.Cierto que, <strong>al</strong> sonar la hora de la paz, <strong>Juárez</strong> contaba con un acervode experiencias superior <strong>al</strong> de cu<strong>al</strong>quier otro presidente hastanuestros135


días, pero es también evidente que la política mexicana, a partir d<strong>el</strong>momento en que los liber<strong>al</strong>es se hicieron d<strong>el</strong> poder, distaba de serproducto de la experiencia. La misma Constitución de 1857, banderaa través de una década militar, nada tenía que ver con <strong>el</strong>la. Que laConstitución de 1857 no expresaba los factores re<strong>al</strong>es de poder; queera una norma sin correspondencia con la re<strong>al</strong>idad soci<strong>al</strong>, cultur<strong>al</strong> ypolítica d<strong>el</strong> país, es <strong>al</strong>go que difícilmente puede ser puesto en t<strong>el</strong>a dejuicio. La Constitución fue una norma de guerra, producto de mino~rías, políticamente activas, que se proponían mudar la fisonomía d<strong>el</strong>país y hacer de él lo que los int<strong>el</strong>ectu<strong>al</strong>es liber<strong>al</strong>es pretendían quefuera: una posibilidad por encima de lo que <strong>el</strong> país era en re<strong>al</strong>idad.Fue este carácter de norma superadora de la re<strong>al</strong>idad, que tuvola Constitución de 1857, lo que <strong>Juárez</strong> traicionó <strong>al</strong> sonar la hora de lapaz, o sea <strong>al</strong> llegar <strong>el</strong> momento de ponerla en práctica. Si México nopodía ser regido por las instituciones de la democracia parlamentaria,tendría que volver a ser lo que siempre fue, un país sujeto a la manodura de un dictador, aunque por esta vez <strong>el</strong> dictador se cubriera conlas formas de un presidente constitucion<strong>al</strong>. Frente a instituciones políticastrazadas por ideólogos, <strong>Juárez</strong>, un hombre con los pies en latierra, encontraba soluciones prácticas que dejaban a s<strong>al</strong>vo <strong>el</strong> problemade forma. La idea de un presidente de la República, fuerte y permanentea la vez, parecía corresponder a las exigencias de la historia. Noera <strong>el</strong> renacimiento de los antiguos tiranos, por supuesto, y para evitarese riesgo <strong>el</strong> presidente quedaba sujeto a la Constitución. Pero no <strong>al</strong>a Constitución de 1857, que hacía imposible un espécimen como ese,sino a una Constitución en cierta forma semejante a aquélla: a unaConstitución como la que <strong>Juárez</strong> pretendió mediante las reformasplanteadas en la convocatoria de 1867.Así nació <strong>el</strong> proyecto de dividir <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> en dos cámaras, con<strong>el</strong> objeto de facilitar <strong>el</strong> control político, y así nació sobre todo la idead<strong>el</strong> derecho de veto, que <strong>el</strong> presidente reclamaba para frenar las decisionesparlamentarias. <strong>Juárez</strong> gobernó como Dios le dio a entender,sin cortapisas, de 1858 a 1860, y de 1862 a 1867, es decir, durante ~sidiez años. Mas llegaba <strong>el</strong> momento de aprovechar las amargas leccionesde esa década, y no vaciló para dar <strong>el</strong> paso -la convocatoria-, sólola primera piedra, aunque sólida, en <strong>el</strong> camino de la dictadura constitucion<strong>al</strong>,dos conceptos nada idóneos que no obstante perviven juntoshasta nuestros días. T<strong>al</strong> vez sea éste uno de los aspectos más ostensiblesde la herencia juarista, la que fraguó la fórmula d<strong>el</strong> porfiriato, y<strong>el</strong> actu<strong>al</strong> <strong>sistema</strong> «institucion<strong>al</strong>» de la revolución mexicana. La Constituciónde 1857 terminaría por perder su fuerza ide<strong>al</strong>. Ella, y la siguiente,v<strong>al</strong>drán más como límite inferior de la conducta política quecomo normas supremas fundament<strong>al</strong>es.136


2{ Benito <strong>Juárez</strong> aClemente L6pez; Mé.xico, 30 de agosto de1867; en: A.J.B.N.:caja 20, doc. 135.En su larga peregrinación <strong>Juárez</strong> comprobó, además, que <strong>el</strong> paísno era liber<strong>al</strong>, ni reformista, ni siquiera democrático, por la razón muysiOlple que la democracia liber<strong>al</strong> y refonnista era entonces la posiciónaudaz, y los pueblos, en tanto y como pueblos, nWlca son audaces. Ningúnpolítico re<strong>al</strong>ista ha desconocido esta fuerza de oposición que fren<strong>al</strong>as audacias políticas, y que sin tinte peyorativo puede llamarse «conservadora».Es la fuerza que desconocen los revolucionarios que sonademás ideólogos iluminados o demagogos cretinos, disyWltiva que para<strong>el</strong> caso lo mismo da, ya que ambos ignoran las fuerzas de oposición,o simplemente admiten su existencia para pasarles por encima. Pero<strong>Juárez</strong> no era Wl revolucionario iluminado ni un demagogo adocenado.Era simplemente Wl político ubicado en su circunstancia. El gruporadic<strong>al</strong> centró inmediatamente sus ataques en las reformas propuestasen <strong>el</strong> artículo 150. de la convocatoria, pero <strong>Juárez</strong> contaba con unadoble razón que justificaba <strong>el</strong> paso: razón jurídica, ya que si <strong>el</strong> votoactivo d<strong>el</strong> clero lo consagraba la Constitución misma, <strong>el</strong> voto pasivovenía a ser Wla consecuencia lógica de aquél, «atendida la natur<strong>al</strong>ezade muchas doctrinas republicanas», según dijo él mismo,2{ amén de <strong>al</strong>gWlapoderosa razón política que andaba de por medio: la d<strong>el</strong> hombrepúblico que busca Wla fórmula de transacción con la re<strong>al</strong>idad.De transigir ,con <strong>el</strong> país mismo, ya que <strong>el</strong> antiguo partido conservadorno iba a desaparecer por arte de birlibirloque, sólo por haberperdido una guerra. Y tampoco iba a desaparecer <strong>el</strong> pueblo, conservadorpor natur<strong>al</strong>eza en todas sus partes, aWlque no forme un partido.Que J uárez no tenía Wl p<strong>el</strong>o de revolucionario lo demuestra esomismo, su proyecto de someter la oposición a la ley, como dice JustoSierra, en vez de dejarla conspirando en la sombra. Y es tan actu<strong>al</strong><strong>Juárez</strong> en este pWlto, que resulta precursor de la última Reforma a laConstitución feder<strong>al</strong> -artículo 54-, que instituye los llamados diputadosde partido. La Reforma se consumó en beneficio de los partidospolíticos registrados que logren por lo menos Wl dos y medio por cientode votos en la votación nacion<strong>al</strong>. Estos partidos tendrán derecho a cincodiputados en <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, y por <strong>el</strong> mismo camino a Wl máximo deveinte, <strong>al</strong> asegurar <strong>el</strong> diez por ciento de la votación tot<strong>al</strong>.La inspiración política que asigna un puesto en <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> <strong>al</strong>os «diputados de partido» es estrictamente juarista. Son diputados llamadospor Wla parte a adorar la corteza institucion<strong>al</strong> d<strong>el</strong> país, paraconsumo extranjero sobre todo, y por otra a dar a la oposición unpoco de aire respirable, una ventana abierta a la vida política, unatribWla de lucha sujeta a la ley. ¿No es Wl medio de contener <strong>el</strong> descontento,incluso la conspiración, permitir que los vencidos se expresenlibremente en <strong>el</strong> foro de la representación nacion<strong>al</strong>? <strong>Juárez</strong>quiso llevar <strong>al</strong>lí a los sacerdotes, lo único que, como fuerza organizada,quedaba entonces de la oposición. La Reforma constitucion<strong>al</strong> de 1963137


lleva <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> a los representantes de partidos políticos siempre vencidos.Allí <strong>al</strong>imentarán la ilusión de haber sido vencedores, y en ciertaforma lo fueron: vencedores "r<strong>el</strong>ativos. Una forma piadosa de acostumbrarlosa la derrota permanente.LA OLA REVOLUCIONARIA... No era fácil ya frenar la historia, ni <strong>el</strong> proceso <strong>al</strong>imentadopor los errores de <strong>Juárez</strong>, que principiaron con la Convocatoria. Noterminaba 1867, <strong>el</strong> año de la victoria, cuando la revolución yucatecadesvanecía las recientes ilusiones. En la sesión d<strong>el</strong> 18 de diciembre-secreta a petición d<strong>el</strong> Ministro de la Guerra-, se leyó en <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>un t<strong>el</strong>egrama recién llegado de Veracruz: un grupo de «traidores»,procedente de La Habana, desembarcó en Sis<strong>al</strong> y «sedujo» a la guarniciónde Mérida, proclamando <strong>el</strong> restablecimiento d<strong>el</strong> Imperio. El20 se ordenó a Alatorre que marchara a Yucatán con su brigada, ypoco más de un mes después, <strong>el</strong> 31 de enero, don Ignacio dio buenacuenta de los sublevados en Maxcanú, «pueblo en <strong>el</strong> que <strong>el</strong> enemigohabía hecho situar sus mejores fuerzas y construir buenas obras defortificación». Pero <strong>el</strong> gener<strong>al</strong> Alatorre, aunque dueño de Mérida, nose hacía ilusiones. Yucatán era una extraña tierra como quiera: «Aquí,para sostener <strong>el</strong> principio democrático, es indispensable hacer grandessacrificios de hombres y dinero, y aún así habría que vivir como enpaís conquistado», escribió a <strong>Juárez</strong>. 2If1868 principiaba m<strong>al</strong>, no sólo con la solicitud de facultades extraordinariasque <strong>el</strong> Presidente dirigió <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>, sino, lo que era peor,con la iniciativa para que se declarara nuevamente en vigor la sangrient<strong>al</strong>ey d<strong>el</strong> 25 de enero de 1862. Como si otra vez desembarcaranen Veracruz los soldados de España, Francia e Inglaterra. Como si<strong>Juárez</strong> no hubiera ganado, con la victoria, la paz y la vu<strong>el</strong>ta <strong>al</strong> ordet1constitucion<strong>al</strong>. En <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, Ezequi<strong>el</strong> Montes combatía la concesiónde facultades <strong>al</strong> Presidente, y argumentaba más o menos en los términosempleados cuando se objetó la Convocatoria:Nunca. podremos tener la convicci6n de que la Constituci6n es buenao m<strong>al</strong>a porque nunca la hemos practkado, puesto que a la primera perturbación<strong>el</strong> gobierno pide facultades extraordinarias. Hagamos un ensayo verdaderode la Carta feder<strong>al</strong>; si es buena dejémosla como está, si es m<strong>al</strong>a,reformémosla. 26Mas no recibía todavía J uárez la noticIa d<strong>el</strong> fracaso reb<strong>el</strong>de enYucatán cuando una carta d<strong>el</strong> gobernador de Sin<strong>al</strong>oa, d<strong>el</strong> 4 de enero,le anunció, «con profundo sentimiento», la nueva sublevación que25 Ignacio Alatorrea Benito ]uárez; Mérida,4 de febrero de1868; en: op. cit. supra,caja 23, doc. 22.2~ Dani<strong>el</strong> Cosío Villegas,Historia Modernade México. T. 1, p.232, edic. cito138


21 Domingo Rubí aBenito Tuárez; Mazatlán,4- de enero de1363; en: A. J. B. N.,caja 23, doc. 176.28 Benito <strong>Juárez</strong> aAng<strong>el</strong> Martínez; Mé.xico, 12 de febrero de1363; en: op. cit. sujJra,carta suplementaria349.211 !vlariano Escobedoa llenito <strong>Juárez</strong>;San Luis, 24 de febrerode 1363; en: op.cit. mprll, caja 25,doc. '17.:10 Dnblán y Loza­110, op cit. supra, T.x, p. 2:1:1, edic. cit.acababa de ocurrir en Culiacán. Se trataba ciertamente de llll conflictoloc<strong>al</strong>, provocado por los amigos d<strong>el</strong> gener<strong>al</strong> Ang<strong>el</strong> Martínez,candidato derrotado por Domingo Rubí en las recientes <strong>el</strong>eccionespara gobernador d<strong>el</strong> Estado. 21 Martínez era además jefe de las fuerzasfeder<strong>al</strong>es en Sin<strong>al</strong>oa, y a él acudió Rubí en busca de apoyo contraquienes, lógicamente, eran sus amigos y colaboradores en la intentonarevolucionaria. De aquí que Martínez, amque <strong>al</strong> principio procurócubrir las apariencias, terminara por declararse gobernador provision<strong>al</strong>de Sin<strong>al</strong>oa, llevando su aturdimiento hasta solicitar <strong>el</strong> apoyo deJ uárez contra <strong>el</strong> gobernador constitucion<strong>al</strong>. El Presidente, claro estaba,no podía prestarse a tan burda maniobra. «Sean cu<strong>al</strong>es fueren las razonesque se hayan tenido para efectuar <strong>el</strong> movimiento revolucionarioque usted me participa -le contestó-- siempre es un hecho inc<strong>al</strong>ificable<strong>el</strong> que ha tenido lugar en ese Estado. El gobierno no puede ni debeaprobar ese paso, porque la aprobación de m acto semejante estableceríadesde luego un precedente fat<strong>al</strong>, que nos ocasionaría grandesm<strong>al</strong>es en <strong>el</strong> pOIvenir». 28Negar su apoyo a los pronunciados no bastaba sin embargo, yJ uárez confió a Corona <strong>el</strong> restablecimiento de la paz en Sin<strong>al</strong>oa. Masno paraban aquí sus desventuras, pues <strong>el</strong> 18 de febrero se descubrióen la capit<strong>al</strong> una conspiración en la que sonaba <strong>el</strong> nombre de Migu<strong>el</strong>Negrete, un ex-héroe a s<strong>al</strong>to de mata, «aqu<strong>el</strong> que tuvo la suerte deretener un día, en los bordados de su kepí de gener<strong>al</strong>, un dest<strong>el</strong>lo d<strong>el</strong>sol de mayo de 1862», dijo de él Justo Sierra. Apenas coronada l<strong>al</strong>arga lucha con la victoria, <strong>Juárez</strong> se encontraba rodeado de adversarios.Con norteño desparpajo, Escobedo le aconsejaba golpear sin misericordia.Mientras actuara con lenidad, sus enemigos aprovecharían«las más ligeras circunstancias favorables que se les presenten paracolgamos». El comprador de Querétaro estaba resu<strong>el</strong>to a tomar lad<strong>el</strong>antera:Yo, por mi parte, me cuidaré mucho, y antes de que me cu<strong>el</strong>guen colgaréa todos los que me vengan a las manos, cierto como estoy de que <strong>el</strong> díaen que me agarren no me han de perdonar. 29En <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, mientras tanto, las cosas no marchaban satisfactoriamente,y lejos de concederse <strong>al</strong> Presidente las facultades extraordinariasque pedía, los diputados exigieron su presencia para querindiera cuentas de las que dispuso en otro tiempo, con motivo de laguerra extranjera. so V<strong>al</strong>larta se hizo cargo en esos días d<strong>el</strong> Ministeriode Gobernación, y aunque retiró la iniciativa para que se declararanuevamente en vigor la ley de 25 de enero de 1862, no logró <strong>el</strong> decretode facultades que reclamaba <strong>el</strong> Ejecutivo para contener la crecienteola revolucionaria.139


En aparente conexión con <strong>el</strong> complot descubierto en la capit<strong>al</strong>,también a fines de febrero reventó en la sierra de Puebla un nuevomovimiento revolucionario, en <strong>el</strong> que sonó otra vez <strong>el</strong> nombre de Migu<strong>el</strong>Negrete. <strong>Juárez</strong> no tenía punto de reposo. Las noticias de Sin<strong>al</strong>oaeran m<strong>al</strong>as, y peores las de Guerrero, donde se h<strong>al</strong>laban enemistados,y a un paso de llegar a las manos, <strong>el</strong> gobernador Arce y <strong>el</strong> gener<strong>al</strong> VicenteJiménez. También en esos días tul conflicto loc<strong>al</strong> más, ahora enTamaulipas, colmó la paciencia d<strong>el</strong> Presidente. «Parece que los eternosagitadores de aqu<strong>el</strong> Estado proyectan nuevamente sublevarse, yes necesario tomar cuantas medidas sean convenientes para atajar <strong>el</strong>m<strong>al</strong>», advirtió <strong>al</strong> gener<strong>al</strong> Escobedo. 31La revolución poblana cobrabaímpetus mientras tanto, y <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, c<strong>el</strong>oso de las garantías constitucion<strong>al</strong>es,no acababa de conceder <strong>al</strong> Presidente las facultades quereclamaba para dominar la situaci6n. <strong>Juárez</strong> se h<strong>al</strong>laba seguro d<strong>el</strong> ca-. .mmo a segUIr:Hoy los revoltosos, sea cu<strong>al</strong> fuere <strong>el</strong> pretexto que tomen para <strong>al</strong>terar <strong>el</strong>orden, deben ser considerados como bandidos, y castigados como t<strong>al</strong>es. 82Era ya imposible mantener actitudes teóricas; a la oposición nole quedaba más que ceder, y <strong>el</strong> 8 de mayo aprob6 <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> un<strong>al</strong>ey sobre conspiradores, concediendo facultades extraordinarias <strong>al</strong> Ejecutivohasta <strong>el</strong> 31 de diciembre de ese año. La bat<strong>al</strong>la parlamentariahabía sido larga, y todos cuantos en <strong>el</strong>la participaron tenían la convicciónde que sólo <strong>el</strong> angustioso estado d<strong>el</strong> país podía justificar <strong>el</strong>sacrificio tempor<strong>al</strong> d<strong>el</strong> orden constitucion<strong>al</strong>. Zarco escribió entoncescon su maestría habitu<strong>al</strong>:El <strong>Congreso</strong> de 1868 no ha seguido <strong>el</strong> ejemplo de sus predecesores, quesuspendieron todas las garantías, ni ha creado una dictadura ilimitada. Hacemosnotar esta importante diferencia, porque <strong>el</strong>la marca un verdaderoprogreso en la práctica d<strong>el</strong> <strong>sistema</strong> constitucion<strong>al</strong>, y un desarrollo plausiblede la libertad política. 83<strong>Juárez</strong> era nuevamente Presidente-dictador por la fuerza de lascirctUlstancias, mas <strong>el</strong>lo no obstante la revolución progresaba como uncontagio inevitable...HACIA UNA DEMOCRACIA DIRIGIDA31 Benito <strong>Juárez</strong> aMariano Escobedo;México, 18 de marzode 1868; en: A. J. B.N., caja 25, doc. 52.82 Benilo <strong>Juárez</strong> aJusto Mendoza; México,14 de abril de1868; en: op. cit. supra,caja 27, doc. 179bis.83 Dani<strong>el</strong> Cosía Villegas,op. cit. supra.T. 1, p. 249, edic. cit.El decreto d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>,suspendiendo lasgarantías Constitucion<strong>al</strong>es;en: Dublán yLozano, op. cit. supra.T. x, p. 319, edic. cit.El día en que una autopsia de las instituciones políticas mexicanasdeje a descubierto su espectacular entraña de violencias y corrupt<strong>el</strong>as,se verá que en la época de <strong>Juárez</strong> fraguó buena parte d<strong>el</strong> pos-140


tenor instrument<strong>al</strong> y de la técnica. No quiero decir, por supuesto, quefraudes, violaciones y corrupt<strong>el</strong>as se hayan puesto en práctica entoncespor primera vez, sino que después de la Constitución de 1857, osea <strong>al</strong> adoptar México <strong>el</strong> carácter de una democracia parlamentaria,se produjo, ahora sí que por primera vez, la desnatur<strong>al</strong>ización de lasinstituciones. Que Santa Anna no haya mostrado ninguna fonna derespeto hacia prácticas norm<strong>al</strong>es en un Estado constitucion<strong>al</strong> y democráticoparece natur<strong>al</strong>, y no ha de sorprender a nadie, pero tampocodebe menospreciarse la circunstancia de que la revolución de Ayutla,y la Constitución con la que culminó la lucha annada, se produjeronjustamente para que no fueran ya posibles gobiernos como los de SantaAnna. Sólo de precisarse estos conceptos, apartándonos de la garruleríaque priva en la mayor parte de los textos ofici<strong>al</strong>es mexicanos,podremos llegar a comprender <strong>el</strong> dramático mensaje de nuestra historiapolítica.Tengo por cierto que México sólo puede ser llamado una naciónmoderna, en <strong>el</strong> sentido jurídico y político d<strong>el</strong> término, a partir d<strong>el</strong>a Constitución de 1857, y también que de esa circunstancia resulta lagran responsabilidad histórica de <strong>Juárez</strong>, centrada en <strong>el</strong> hecho de habersido <strong>el</strong> primero en gobernar a un país institucion<strong>al</strong>mente democrático,logro conquistado, para colmo, <strong>al</strong> cabo de un largo y sangrientoconflicto. Probar que <strong>Juárez</strong> trató de modificar esas institucionesfue objeto de la primera parte de esta obra, y que las f<strong>al</strong>seó en suaspecto más importante --en punto <strong>al</strong> ejercicio de los derechos políticos-,es lo que queda pendiente. Fue aquí también <strong>el</strong> primero -vinierondespués Porfirio y los políticos de la Revolución- que se sirvióde las deficiencias d<strong>el</strong> país para justificar sus actos de gobernante.Que México no pueda ser una democracia será t<strong>al</strong> vez cierto, pero loes también que ni J uárez ni Porfirio, ni la Revolución mexicana, hanpennitido intentarlo. Y por <strong>el</strong>lo cáb<strong>el</strong>es <strong>el</strong> reproche de que si Méxicoes culpable de que la democracia no funcione ¿para qué entonces llenarde sangre tantos años, en <strong>el</strong> siglo pasado y <strong>el</strong> actu<strong>al</strong>, para darleinstituciones que no merece?Tocamos aquí una historia, larga ya, de actos destinados a desnatur<strong>al</strong>izarlas instituciones que, teóricamente, constituyen la urdimbrejurídico-política d<strong>el</strong> país. La gran mayoría de nuestros historiógrafosrechaza, por supuesto, esta fonna de plantear <strong>el</strong> problema, y sobretodo que <strong>Juárez</strong> haya sido gestor de situación tan lamentable. Ellosno abandonan su madero de s<strong>al</strong>vación: que <strong>Juárez</strong> luchó durante diezaños por <strong>el</strong> triunfo de la Constitución, y que cuando venció la llevóa la práctica. Pero es por otra parte natur<strong>al</strong> que piensen de ese modo,ya que, de lo contrario, buena parte d<strong>el</strong> monumento nacion<strong>al</strong> a <strong>Juárez</strong>se desmoronaría ante sus propios ojos. Entre <strong>el</strong>los se distingue porsu t<strong>al</strong>ento e infonnación don Dani<strong>el</strong> Cosío Villegas, cuyos argumentos141


para probar la pureza de los procedirrúentos <strong>el</strong>ector<strong>al</strong>es d<strong>el</strong> hombre deGu<strong>el</strong>atao son dignos de consideración. Refiriéndose <strong>al</strong> cargo de fraudey corrupción que «voces destructoras, agudas y apasionadas» lanzaroncon motivo de las <strong>el</strong>ecciones de 1871, razona de este modo:El resultado de las <strong>el</strong>ecciones de 1861 dio a <strong>Juárez</strong> <strong>el</strong> primer lugar, con 5,289votos, o sea un 55% d<strong>el</strong> tot<strong>al</strong>. .. No vu<strong>el</strong>ve a haber <strong>el</strong>ecciones presidenci<strong>al</strong>eshasta octubre de 1867, tres meses después de consumado <strong>el</strong> triunfo de laRepública sobre <strong>el</strong> Imperio. <strong>Juárez</strong> está en <strong>el</strong> apogeo de su gloria, y auncuando comete <strong>el</strong> error de la Convocatoria d<strong>el</strong> 14 de agosto, y, aun cuandoesta vez su riv<strong>al</strong> es <strong>el</strong> joven gener<strong>al</strong> Porfirio Díaz, obtiene 7,422 votos deun tot<strong>al</strong> de 10,381, es decir <strong>el</strong> 72%... Las siguientes <strong>el</strong>ecciones ocurren en1871. <strong>Juárez</strong> lleva en <strong>el</strong> poder catorce años, y pretende sumar cuatro máspara llegar a dieciocho; se ha disipado la euforia d<strong>el</strong> triunfo republicano;<strong>el</strong> país ha llevado durante cuatro años una vida pobre, penosa compensaci6nde tantos sacrificios para <strong>al</strong>canzar <strong>el</strong> bienestar; no ha conseguido lapaz; para dominar las reb<strong>el</strong>iones annadas se han sacrificado las garantíasindividu<strong>al</strong>es, que parecían Ja conquista más preciosa de la Constitución de57, y se consumen los pobres recursos d<strong>el</strong> erario en mantener un ejército cuyasupresión completa fue soñada por <strong>el</strong> liber<strong>al</strong> puro. <strong>Juárez</strong>, además, tiene enesas <strong>el</strong>ecciones un riv<strong>al</strong> d<strong>el</strong> mismo grupo de los «inmaculados» de Paso d<strong>el</strong>Norte, civil como él y experimentado como él, pero notoriamente máscultivado e int<strong>el</strong>igente. Y también a Porfirio Díaz, quien a sus glorias militaresañade ya <strong>al</strong>guna como poütico. El resultado es que <strong>Juárez</strong> baja vertic<strong>al</strong>mented<strong>el</strong> 72% de los votos que logra en la anterior, <strong>al</strong> 47% en esta<strong>el</strong>ección; no sólo pierde <strong>el</strong> 35% de los votos emitidos, sino que no logr<strong>al</strong>a mayoría absoluta, y por eso la <strong>el</strong>ección definitiva queda confiada <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>."En su Historia. Moderna de México, <strong>al</strong>udiendo también a las <strong>el</strong>eccionesde 1871, Cosío atribuye <strong>el</strong> cargo de fraude <strong>al</strong> natur<strong>al</strong> resquemorde lerdistas y porfiristas, una vez que perdieron las <strong>el</strong>ecciones. Sus vocesfueron «tan destructoras, agudas y apasionadas», agrega, que lahistoria las recogi6, a pesar de serIes adversas consideraciones lógicas«tan <strong>el</strong>ement<strong>al</strong>es» como la de que, puesto <strong>Juárez</strong> a f<strong>al</strong>sificar votos¿por qué no los f<strong>al</strong>sificó en <strong>el</strong> número necesario para llegar a la mayoríaabsoluta? «El no obtenerla (la mayoría absoluta) significabadejar la decisión en manos d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, cuyo color politico no podíaanticipar», concluye. 8GLas razones d<strong>el</strong> distinguido Maestro son agudas por supuesto, comoobra de su t<strong>al</strong>ento, mas nada convincentes sin embargo, ya queoponer la 16gica a las voces que recogió la historia no parece un procedimientorecomendable. No hay objeci6n a poner en cuarentena lostestimonios porfíricos, poco de fiar tomados individu<strong>al</strong>mente, ya quecabe la sospecha de su escasa ponderación por causa d<strong>el</strong> reciente fracaso<strong>el</strong>ector<strong>al</strong>, pero esos mismos testimonios, no obstánte 10 «agudos y apa-8' Dani<strong>el</strong> Casio Villegas,La Constituciónd, 1857 7 sus criticas,pp. 130-132, Máico,1957.S~ Dani<strong>el</strong> Casio Vi·llegas, Historia Modernade México. T. 1,p. 428, México, 1956.142


sionados» que a primera vista parezcan, resultan importantes si se ubicanen <strong>el</strong> cuadro de la opini6n pública de la época, en abierto cotejocon otros más, oriundos éstos de un campo digno de todo crédito, comoes la correspondencia privada d<strong>el</strong> Presidente. S6lo así, mediante unav<strong>al</strong>oraci6n cuidadosa de abonos y cargos, resultará inobjetable la conclusi6nde que <strong>Juárez</strong> no reparó en los medios, desde las diversas presionesd<strong>el</strong> poder hasta <strong>el</strong> cohecho, para asegurar <strong>el</strong> éxito de sus prop6­sitos políticos.No queda hu<strong>el</strong>la de sus procedimientos en Estados donde su triunfoo <strong>el</strong> de sus -candidatos pareció seguro, sea por contar en <strong>el</strong>los con gobernadoresde fiar, sea porque la opini6n gener<strong>al</strong> se inclinara <strong>al</strong>lí ostensiblementeen favor de sus intereses, pero en cambio es posible reconstruirlas corrupt<strong>el</strong>as donde su candidatura --() la de sus candidatos<strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>- h<strong>al</strong>ló resistencias más o menos poderosas, como en loscasos de Puebla y Guanajuato en 1867. Aquí <strong>el</strong> <strong>sistema</strong> que <strong>Juárez</strong>puso en práctica fue <strong>el</strong> destinado a labrar las futuras glorias negras d<strong>el</strong>a política <strong>el</strong>ector<strong>al</strong> mexicana, o sea la intromisión de agentes confidenci<strong>al</strong>esdotados con «los medios» indispensables para asegurar <strong>el</strong>triunfo de las candidaturas ofici<strong>al</strong>es. En 1867 los agentes de <strong>Juárez</strong>fueron José G. Lobato, en Guanajuato, y Julio H. González, en Puebla.Al principiar octubre, <strong>al</strong> c<strong>al</strong>or de las <strong>el</strong>ecciones primarias en <strong>el</strong> primerode esos Estados, escribía Lobato <strong>al</strong> Presidente:so José G. Lobato aBenito J uárez; Guanajuato,6 de octubre de1867, en: A. J. B. N.,caja 20. do(:. 1I ~I.31 José G. Lobato aBenito <strong>Juárez</strong>; Guana·juato, 25 de octubrede Hl67, en: op. cit.¡"pTa, carta 8uplementaria261.Una semana de trabajos nos ha costado triunfar en la capit<strong>al</strong>. A tiempoconveniente pondré a usted la cuenta de los auxilios y de los gastos de nuestrosagentes... Estamos confeccionando <strong>el</strong> gran proyecto de que los diputadostodos sean gente útil, y que comprendan sus deberes, para no ir a poner·trabas <strong>al</strong> Ejecutivo de la Nación. Está comprometido nuestro orgullo juaristaen la re<strong>el</strong>ecci6n de nuestro candidato. 88Unos días después rendía Lobato <strong>al</strong> Presidente «la cuenta de losauxilios y los gastos» invertidos en <strong>el</strong> «gran proyecto» de que resultaran<strong>el</strong>ectos como diputados <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> de la Uni6n s6lo «gente útil», osea señores que, comprendiendo «sus deberes», no fueran a «poner trabas<strong>al</strong> Ejecutivo»:El r<strong>el</strong>ultado de Jas <strong>el</strong>ecciones ha sido <strong>el</strong> que usted verá en las adjuntaslistas. De los 1,500 pesos que he recibido por su cuenta, 1,400 se han gastadoen comisionados para los catorce distritos, dándoles cien pesos a cadauno para gastos. .. Quedan igu<strong>al</strong>mente gastados 400 pesos en gratificacionesde propios, de a pie y de a cab<strong>al</strong>lo, que conducían la correspondencia reservadade mis comisionados, de suerte que tengo un f<strong>al</strong>tante a nú favor de lacantidad. referida. 87Lobato había gastado más de lo previsto, pero <strong>el</strong> resultado de las<strong>el</strong>ecciones en Guanajuato fue absolutamente f<strong>el</strong>iz. Cierto que no le ha-143


ia <strong>al</strong>canzado <strong>el</strong> dinero, y que ahora reclamaba a <strong>Juárez</strong> ese «f<strong>al</strong>tante»,pero seguramente tampoco resintió perjuicios por ese concepto, ya quenadie, que sepamos, acusó nunca <strong>al</strong> Benemérito de haber quedado adeber un solo centavo...EL DESTINO MARAVILLOSO... Libre ya de 'una oposición organizada y poderosa, logró <strong>Juárez</strong><strong>el</strong> 17 de mayo que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> declarara nuevamente en vigor lasfacultades extraordinarias que le fueron concedidas en 1870, con motivode las reb<strong>el</strong>iones de San Luis y Zacatecas. «Ahora podrá <strong>el</strong> gobiernoseguir dictando las medidas conducentes <strong>al</strong> restablecimiento yconsolidación de la paz», advertía <strong>al</strong> gobernador de Hid<strong>al</strong>go. Y <strong>al</strong> clausurars<strong>el</strong>as sesiones ordinarias d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> volvió a su vieja lucha porlas reformas constitucion<strong>al</strong>es. Sentía que hubiera f<strong>al</strong>tado tiempo a losdiputados para ocuparse de <strong>el</strong>las, mas confiaba, también, que en laspróximas sesiones dedicarían <strong>al</strong> asunto su atención preferente, sobretodo si la paz r,einaba por fin en la República:El Ejecutivo no perdonará esfuerzo para lograrlo -concluía-, puesdesea corresponder a las reiteradas muestras de confianza que le habéis dado,invistiéndolo de facultades que le petmitieron sobreponerse <strong>al</strong> espíritu de reb<strong>el</strong>ióny de anarquía.38J uárez vencía nuevamente. Había desaparecido <strong>el</strong> riesgo de laoposición parlamentaria. La paz era un hecho inminente, ya que la reb<strong>el</strong>ión<strong>al</strong>entaba apenas en apartadas comarcas. Los diputados aplaudíancuando <strong>el</strong> presidente! muy sereno! abandonó <strong>el</strong> recinto d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>.Pero él, <strong>Juárez</strong>, pronunciaba ese 31 de mayo su último discurso.En Chihuahua, mientras tanto, Donato Guerra cosechaba los laur<strong>el</strong>espostreros y modestos de la revolución. El gobernador Luis Terrazasse había mantenido fi<strong>el</strong> a <strong>Juárez</strong>, a pesar de h<strong>al</strong>larse rodeado caside reb<strong>el</strong>des: Treviño y Naranjo por <strong>el</strong> oriente; Donato Guerra y Garcíade la Cadena por <strong>el</strong> sur. De aquí que cuando <strong>el</strong> desastre de LaBufa y la persecución de Rocha obligaron a Donato a entrar en <strong>el</strong>Estado de Chihuahua, con aproximadamente mil hombres, Terrazas seaprestara a recibirlo. El jefe porfirista se apoderó de Parr<strong>al</strong> y avanzóen la dirección de Santa Ros<strong>al</strong>ía, donde lo esperaba <strong>el</strong> gobernador, peroGuerra, militar ducho, evitó <strong>el</strong> lance; torció de improviso a la izquierda,y cayó sobre la ciudad de Chihuahua mientras las fuerzas d<strong>el</strong>gobernador continuaban en Santa Ros<strong>al</strong>ía. Volvió éste sobre sus pasosapenas advirtió la estratagema, y <strong>el</strong> 17 de julio, a extramuros, enta-38 El discurso de<strong>Juárez</strong> en <strong>el</strong> acto decla us lira d<strong>el</strong> sexto<strong>Congreso</strong>, <strong>el</strong> 31 demayo de 11172, en <strong>el</strong>Diario Ofici<strong>al</strong> de esafecha. T. VI. No. 162.144


39 Thomas H. N<strong>el</strong>.son a Hamilton Fish,Despacho 597; México,16 de julio de1872; en: G. R. of S.D., vol. 46..0 Thomas H. N<strong>el</strong>.son a Hamilton Fish,op. cit., loe. cit., supra.blaron breve combate en <strong>el</strong> que se impuso la pericia d<strong>el</strong> jefe podirista,ahora sí dueño indiscutible de la capit<strong>al</strong> d<strong>el</strong> Estado.Fue un éxito explicable por <strong>el</strong> desc<strong>al</strong>abro que cerca de Monterreysufrieron las tropas feder<strong>al</strong>es de Cor<strong>el</strong>la, Carrillo y Cepeda a fines demayo, ya que en su auxilio se llamó a Sóstenes Rocha. De haber vencidoen Monterrey los gener<strong>al</strong>es juaristas, obviamente Rocha en lugarde haber s<strong>al</strong>ido de Durango <strong>el</strong> 7 de junio para S<strong>al</strong>tillo, habría tomado<strong>el</strong> camino d<strong>el</strong> Norte, y Donato Guerra nunca se habría apoderado deChihuahua. Mientras Ceb<strong>al</strong>los se desprendía d<strong>el</strong> Río Grande, sobreMonterrey, Rocha llegaba a S<strong>al</strong>tillo <strong>el</strong> 5 de julio. Terminar con la revoluciónera cuestión de días: «Estoy fuerte, y puedo abarcar a untiempo con todas las fracciones enemigas», escribió Rocha <strong>el</strong> 8, <strong>al</strong> s<strong>al</strong>irpara Monterrey.Pero hubo otro flanco en que <strong>el</strong> desc<strong>al</strong>abro juarista de Monterreytuvo resonancias importantes, ya que prestó ánimo a los reb<strong>el</strong>des paranegociar la paz. El Ministro de los Estados Unidos recogió ese rumor<strong>el</strong> 15 de julio, y <strong>al</strong> siguiente día confirmó la noticia <strong>al</strong> presentarse ensu casa una comisión formada por los señores G<strong>al</strong>indo, Zambrano y Villarre<strong>al</strong>,con una carta d<strong>el</strong> cónsul americano en Monterrey. Pretendíanque N<strong>el</strong>son hiciera v<strong>al</strong>er sus oficios para que <strong>Juárez</strong> aceptara las proposicionesde Treviño y demás jefes, consistentes en rendir las armas,renunciar los puestos ofici<strong>al</strong>es y volver a la vida privada, sin másgarantía que la de no sometérs<strong>el</strong>es a juicio, ni molestarlos por la partIcipaciónque tomaron en la revu<strong>el</strong>ta. 39.El Ministro se prestó de buena gana, habló con Lafragua, y ésteconsultó <strong>el</strong> caso con <strong>Juárez</strong>. Los reb<strong>el</strong>des exigían demaSiado ciertamente,y aWlque <strong>el</strong> presIdente convino en exceptuar a los jetes de comparecerante cortes marci<strong>al</strong>es, no podría evitar que residieran en lugaresasignados, ni que respondieran ante los tribun<strong>al</strong>es civiles por los perjuiciosque causaron a los particulares durante la revolución.40 No eraacceder a todo, pero era ceder en buena parte. .E.n otras circunstancias<strong>Juárez</strong> habría sido inflexible, como se mostró con Maximiliano, Miramóny Mejía, con Vidaurri y O'Horan, con los amotinados de 'fampico,y con los reb<strong>el</strong>des d<strong>el</strong> 10. de octubre anterior. Hoy parecía casicondescendiente. ¿Es que Porfirio, Treviño, Guerra y Naranjo merecíanconducta diferente?No, seguramente no la merecían. T<strong>al</strong> vez fuera cosa d<strong>el</strong> estado deánimo presidenci<strong>al</strong>, ese 16 de julio de 1872.Los capit<strong>al</strong>inos despertaron sobres<strong>al</strong>tados <strong>al</strong> romper <strong>el</strong> día 19. Primerouna s<strong>al</strong>va de artillería, y luego un cañonazo cada cuarto de hora,parecían presagiar nuevos disturbios. Pero no se trataba esta vez demotines o pronunciamientos. Los cañones anunciaban la muerte d<strong>el</strong>presidente de la República, a las once y media de la noche anterior.145


tI 17 de julio, por la mañana, <strong>Juárez</strong> escribió a Rafa<strong>el</strong> Craviotola última carta de su vida:«Esperamos de un momento a otro saber la ocupación de Monterrey porlas fuerzas unidas de los gener<strong>al</strong>es Rocha, Ceb<strong>al</strong>los y Revu<strong>el</strong>tas», terminaba 41Por la tarde de ese día leyó en <strong>el</strong> Diario Ofici<strong>al</strong> un t<strong>el</strong>egrama deTampico, que reproducía <strong>el</strong> que Sóstenes Rocha depositó <strong>el</strong> 9 en Monterrey.El enemigo se había retirado sin probar combate, y la plazaestaba en sus manos. Monterrey, <strong>el</strong> foco norteño de la revolución, se<strong>entre</strong>gaba sin combatir. Victoria absoluta, esta vez sin sangre. <strong>Juárez</strong>dejó <strong>el</strong> periódico sobre <strong>el</strong> escritorio, y descansó la cabeza en <strong>el</strong>resp<strong>al</strong>do de la silla. No se sentía bien. Posiblemente <strong>el</strong> ajetreo de losúltimos tiempos. T<strong>al</strong> vez los sesenta y seis años cumplidos, y la f<strong>al</strong>tade Margarita.Margarita murió año y medio antes, <strong>el</strong> 2 de enero de 1871, conapenas cuarenta y cinco años encima. Murió cuando <strong>Juárez</strong> no podíaintentar ya la aventura de una vida nueva, ni siquiera la de ir aOaxaca en busca de un viejo c<strong>al</strong>or, <strong>el</strong> de la mujer que tantos añcsantes le dio a Teresa y a Susana, sus dos hijos natur<strong>al</strong>es. Ya no. A losveinticinco, es fácil para <strong>el</strong> hombre s<strong>al</strong>ir en busca de una mujer, peroa los sesenta y seis ha de h<strong>al</strong>larla en casa todos los días. <strong>Juárez</strong> llevabaun año y medio sin Margarita, y tenía que afrontar la re<strong>al</strong>idad inevitablede no encontrarla en casa. En pésima combinación, <strong>el</strong> triunfo yla viudez le llegaron casi a un tiempo. Se preguntaría por qué la vidatrae comúnmente apareado lo contradictorio. Por qué <strong>el</strong> bien con <strong>el</strong>m<strong>al</strong>. Por qué la <strong>al</strong>egría con <strong>al</strong>guna pena. Por qué esa limitación <strong>al</strong>goce y <strong>al</strong> dolor. El había ganado la guerra. Triunfaba de nuevo, comoen 1860, como en 1867. Pero Margarita no estaba en casa. T<strong>al</strong> vez sindamos cuenta llevamos dentro <strong>al</strong>gún barómetro fid<strong>el</strong>ísimo, con agujaoscilante <strong>entre</strong> <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o claro y la tormenta. Benito se sentía m<strong>al</strong> esedía, y se retiró a sus habitaciones.El 18 de julio amaneció peor, con agudos dolores en la pierna derecha.El médico le puso en reposo absoluto, mas esa noche, hacia lasocho, como si diez pequeños rayos le partieran <strong>el</strong> pecho sin matarlo,<strong>el</strong> enfermo se agravó de pronto. Fueron tres horas de infinito sufrimiento.Paños hirvientes más dolorosos que <strong>el</strong> dolor, y cien remediosestériles. Hasta que a las once y media expiró <strong>Juárez</strong>. Su rostro quedótranquilo, y su pecho inmóvil. D<strong>el</strong> dolor quedaba sólo humedad h<strong>el</strong>adajunto <strong>al</strong> cuerpo.Veinticuatro horas antes supo que los últimos contingentes reb<strong>el</strong>desabandonaban Monterrey, sin combatir. La caída de Monterrey er<strong>al</strong>a victoria absoluta, <strong>el</strong> triunfo tot<strong>al</strong> antes de capitular él mismo frentea la muerte, un enemigo <strong>al</strong> fin y <strong>al</strong> cabo de todos, e irreconciliable.41 Benito <strong>Juárez</strong> aRafa<strong>el</strong> Cravioto; México,17 de julio de1872; en: A.J.B.N.,Copiador II, doc. 343.Se reproduce en:l:;pistolario, p. 575,edic. cit.146


43 Editori<strong>al</strong> "El C.Benito <strong>Juárez</strong>, Presí·dente de la República",de J. M. Vigil,J. Zárate, E. V<strong>el</strong>ascoy otros, en El SigloXIX d<strong>el</strong> 19 de juliode 1872, t. 54, No.10,055.El Ayuntamiento decretó un luto de siete días, y la prensa, aunla que más encarnizadamente lo combatió, guardó silencio. No hubovoces enemigas en tomo d<strong>el</strong> caído. Mientras <strong>el</strong> cuerpo estuvo expuestoen <strong>el</strong> S<strong>al</strong>ón de Embajadores, ningún periódico se ocupó de política.«Ante esa tumba que se acaba de abrir, todas las pasiones enmudecen»,decía El Siglo XIX.Al fondo d<strong>el</strong> S<strong>al</strong>ón de Embajadores, en un cataf<strong>al</strong>co, con su fracinevitable y la banda tricolor 'en <strong>el</strong> pecho, colocaron <strong>el</strong> cadáver emb<strong>al</strong>samado.Mr. N<strong>el</strong>son c<strong>al</strong>culó en cien mil personas <strong>el</strong> número de visitantes,cifra muy <strong>el</strong>evada si se piensa que la ciudad no debió tener másde doscientos mil habitantes. Nadie h<strong>al</strong>laba en su fisonomía los rasgosque distinguieron «<strong>al</strong> hombre de las luchas y de las tempestades políticas»,hacía notar <strong>el</strong> Diario Ofici<strong>al</strong>. Su rostro era una roca, y en <strong>el</strong>l<strong>al</strong>a acción d<strong>el</strong> tiempo dejó apenas leves cisuras. S<strong>al</strong>vo por <strong>el</strong> color grispálido, nadie podía creerlo muerto: era <strong>el</strong> mismo gesto sin pathos d<strong>el</strong>indio que no tuvo descanso.El funer<strong>al</strong> fue magnífico. A las nueve de la mañana d<strong>el</strong> 22 dejulio se bajó <strong>el</strong> féretro <strong>al</strong> patio princip<strong>al</strong>, donde esperaba <strong>el</strong> cochefúnebre. Otra vez una carroza negra cargaba, en paz por fin, <strong>al</strong> burladorde tantos riesgos, <strong>al</strong> demonio para los unos, a la institución par<strong>al</strong>os otros. Las c<strong>al</strong>les y las plazas estaban llenas de hombres y de mujeres,hechos a la idea de que <strong>Juárez</strong> no podía desaparecer de pronto.La carroza marchaba lentamente, con pompa ofici<strong>al</strong>, citadina. Ausente<strong>el</strong> contorno cenit<strong>al</strong>, f<strong>al</strong>taba la miseria d<strong>el</strong> desierto, <strong>el</strong> polvo y la sed d<strong>el</strong>os cab<strong>al</strong>los. F<strong>al</strong>taban zopilotes azorados. F<strong>al</strong>taban las víctimas d<strong>el</strong> sol.F<strong>al</strong>taba Paso d<strong>el</strong> Norte en <strong>el</strong> horizonte. Ahora era un presidentemuerto, nada más. El demonio o la institución quedaba para siempreen <strong>el</strong> <strong>al</strong>ma de la gente.En silencio de banderas inclinadas, México abría un compás en lasecular contienda. «La person<strong>al</strong>idad política d<strong>el</strong> señor <strong>Juárez</strong> pertenecea la historia, cuyo buril severo le asignará <strong>el</strong> lugar que de derecho lecorresponda, siendo incuestionable que su recuerdo vivirá siempre enMéxico, por h<strong>al</strong>larse ligado con dos de las épocas más importantes denuestra vida pública», escribían los redactores de El Siglo XIX. 42El cortejo tardó dos horas en llegar <strong>al</strong> Panteón de San Fernando.De la carroza negra tiraban tres parejas de cabaHos blancos. Encima,muy visibles, llevaba las insignias masónicas.No hubo ceremonias r<strong>el</strong>igiosas en <strong>el</strong> funer<strong>al</strong>.147


JOSE VALADES*Si Benito <strong>Juárez</strong> fue incuestionablemente sustancia y esencia d<strong>el</strong> principiode autoridad, se hace necesario inquirir, siguiendo los cánoneshist6ricos, qué usos dio a esa facultad originada no tanto en su carácterimperturbable e impermeabilizado y en su mando indefectibledentro d<strong>el</strong> gobierno civil, cuanto en su intuitiva formación en la quesigui6 los pasos de la natur<strong>al</strong>eza; porque <strong>Juárez</strong>, <strong>al</strong> igu<strong>al</strong> de todos losseres humanos, no pudo desprenderse d<strong>el</strong> influjo de las cosas que lecircundaran durante su tierna edad. El examen hist6rico pone de manifiestoque lo proyectado sobre la infancia se hace ind<strong>el</strong>eble en <strong>el</strong>correr de las edades.y si se pregunta qué uso dio <strong>Juárez</strong> <strong>al</strong> principio de autoridad, sedebe a que en <strong>el</strong> hombre no s6lo se distinguen desemejantes movimientos,antes por haber ejercido esa autoridad dentro de los lineamientosde sus ide<strong>al</strong>es liber<strong>al</strong>es, expresadas por él tan vivamente.Además, <strong>Juárez</strong> se orden6 políticamente dentro de una Constituci6na la que jur6 cumplir y hacer cumplir. Así, asociado a las prescripcionesleg<strong>al</strong>es, queda abierto un ángulo de muchos grados a finde determinar los derechos de otorgamiento, y saber si dentro de t<strong>al</strong>ángulo hubo abusos autoritarios, y equívocos de jurisprudencia o verdaderascaus<strong>al</strong>es.De mayor responsabilidad política y mor<strong>al</strong> qued6 revestido <strong>Juárez</strong>,si se sigue <strong>el</strong> curso de su historia que señ<strong>al</strong>a como motivo de suascenso <strong>al</strong> poder nacion<strong>al</strong>, su propio p<strong>al</strong>adinazo constitucion<strong>al</strong>; porqueestá historiado que de la espontánea certidumbre de ser <strong>el</strong> ad<strong>al</strong>id d<strong>el</strong>a Ley suprema, se origin6 su primer presidenciado; de dudosa procedenci<strong>al</strong>os siguientes. De todas maneras es posible hablar y confirmarla existencia de un gobierno eminentemente juarista.Para esto, se presentaron a la vista de la naci6n mexicana dosinstrumentos, equiv<strong>al</strong>entes a un par de potestades, mediante las cu<strong>al</strong>esse hizo inequívoco <strong>el</strong> v<strong>al</strong>er de la autoridad juarística. T<strong>al</strong>es instrumentosfueron <strong>el</strong> derecho leg<strong>al</strong> y <strong>el</strong> derecho popular significado en un partido,d<strong>el</strong> que s6lo logr6 conocerse <strong>el</strong> equipo de cabecera; porque <strong>el</strong>país no comprendía hacia los años juarísticos <strong>el</strong> espíritu de asociaci6n,no obstante <strong>el</strong> peso que empezaba a proporcionar <strong>el</strong> principio de auto-• Jos~ V<strong>al</strong>ad~s. El pensamiento polftico de /uárez. Nueva edici6n revisada, corregida,aUIllentada y prologada. México, Librería de Manu<strong>el</strong> Porma, S. A., pp. 143-159.149


idad. De aquí, la fuerte corriente de individuaciones que oblig6 a laorganización de una autoridad nacion<strong>al</strong> fragmentaria. De aquí también<strong>el</strong> mérito de <strong>Juárez</strong> <strong>al</strong> usar de su imantable person<strong>al</strong>idad de caudillocivil; person<strong>al</strong>idad de suyo partidaria de la obediencia, para dar cuerpoy sangre a una potestad política. De aquí, por último, la arduatarea de construir los cimientos d<strong>el</strong> Estado, sirviéndose de la poderosap<strong>al</strong>anca que es <strong>el</strong> patriotismo.Anterior a J uárez, la idea de patria era una nebulosa; y si bienes cierto que a los p<strong>el</strong>igros de una patria acudían los mexicanos quehacían opinión, también se h<strong>al</strong>la <strong>entre</strong> lo innegable <strong>el</strong> hecho de que lomayoritario de la población nacion<strong>al</strong> se exceptuaba por sí misma d<strong>el</strong>as lides patrióticas, 10 cu<strong>al</strong> no entrañaba desdén y menos desle<strong>al</strong>tad.Advertía eso sí ignorancia, desintegración, incivilidad e inacción molecular.<strong>Juárez</strong> y la política juarista atrajeron a una abúlica, amorfay desentida masa a la idea de patria; ahora si de esa masa quedaronresiduos postergados o discriminados, se debió a que no podía exigirseque en <strong>el</strong> discurso de una década y media se obtuviese resultados f<strong>el</strong>icescomo.<strong>el</strong> de una milagrosa conversión.Hay que convenir históricamente, que dejando a su parte la voluntaddominadora d<strong>el</strong> caudillo, que la intervención francesa sirvi6 amanera de instrumento a las empresas juarísticas. Los ríos de supuestosque produjo ese acantecimiento, acercaron <strong>al</strong> gobierno de México auna mayor unión nacion<strong>al</strong>, que gracias a su principio de autoridad, <strong>Juárez</strong>convirtió a la unidad que es la reunión de todas las fuerzas en unsolo mando. Sin esa unicidad, la idea de patria se hubiese evaporadocomo sucedió en la guerra de 1847.Bastarían estas consideraciones históricas para admitir que <strong>Juárez</strong>colocó con paciencia meritoria, los pilotes que iban a proporcionar solidez<strong>al</strong> edificio que se proponía erigir; ahora que tan mayúscula erasu autoridad que en la fábrica de t<strong>al</strong> aparato más brilló su nombre que<strong>el</strong> de la República Mexicana. ¿Quién, dentro de la re<strong>al</strong>idad, puedehacer referencia a la formación d<strong>el</strong> Estado nacion<strong>al</strong> omitiendo <strong>el</strong> ap<strong>el</strong>lidod<strong>el</strong> caudillo? Y en ese camino, ¿le guió la doctrina de lo incoosultoo esto sólo tuvo los caracteres de lo circunstanci<strong>al</strong>?T<strong>al</strong> es <strong>el</strong> proceso de la vigencia juarística. ¿Avanzó <strong>el</strong> caudillomás <strong>al</strong>lá de la razón práctica correspondiente a la política? ¿Traspasólos linderos d<strong>el</strong> derecho? ¿Condujo su ser autoritario <strong>al</strong> través de can<strong>al</strong>esconstitucion<strong>al</strong>es u obró conforme a sus caprichos?Caen estas cuestiones bajo la claridad de la luz histórica y por lomismo <strong>al</strong>ejadas de obligaciones políticas, que en ocasiones y gracias <strong>al</strong>a di<strong>al</strong>éctica poseen intangibilidad cósmica.Pero antes de singularizar los capítulos historiabIes de la epopeyajuarística, establezcamos que ya echados los cimientos d<strong>el</strong> Estado, lleg6la hora de <strong>el</strong>egir: o se construía una entidad permanente y por lo150


mismo ajena <strong>al</strong> cambio de personas y contraria a poderes políticoscompetitivos, o quedaba constituida una unidad integrada por un grupode individuos afines. A lo primero colegía lo inváriable; a lo segundolo mutable.El principio de autoridad innato en <strong>Juárez</strong> no tenía los atributospara discernir. Para <strong>el</strong> caudillo, autoridad significaba hacerse obedecer.El cómo y por qué de esta premisa requería las consideraciones queno son dables a los individuos de pulso vigoroso, o de muchos a parde abrumadores cascab<strong>el</strong>eos ment<strong>al</strong>es. A los de firmeza de mano, debidoa que tienen las características de lo primitivo; a los <strong>al</strong>borotadores deesperanzas lisonjeras y vanas, por ser improvisados y por lo tanto ajenosa las re<strong>al</strong>idades.<strong>Juárez</strong> correspondía a los primeros. De aquí que se hubiese rodeadode individuos de juicio capaz de definir las desemejanzas de una cosaa la otra; <strong>entre</strong> aqu<strong>el</strong> y este pensamiento; mas como no existía en Méxicouna clase tradicion<strong>al</strong>mente gobernadora, que a par de poseer lasfacultades d<strong>el</strong> entendimiento tuviese las cu<strong>al</strong>idades d<strong>el</strong> saber mandar,las manifestaciones de la autoridad juarística dieron la idea de loburdo y vulgar, y no merecieron <strong>el</strong> análisis de sus coetáneos, dejandoa la posteridad <strong>el</strong> examen de una obra incomprensible <strong>al</strong> través de unapotegma estrecho e incierto, ni por la negación de la irreversible, nidebido <strong>al</strong> ejercicio de una perseverancia, ni siguiendo <strong>el</strong> hilo de las<strong>r<strong>el</strong>aciones</strong>, ya diplomáticas, ya familiares, ya políticas, ya soci<strong>al</strong>es.Si esto todo sobres<strong>al</strong>e a lo historiable, ¿en qué fue fundada laautoridad juarística, y cuál la virtud primera de Benito <strong>Juárez</strong>?Estribó ésta en la firmeza y constancia person<strong>al</strong> auxiliada por lacompactada fuerza d<strong>el</strong> poder; ahora que procurando <strong>el</strong> estímulo requeridopor las especulaciones, especi<strong>al</strong>mente si corresponden a los d<strong>el</strong>iriosque en ocasiones se posesionan de la politicología, se acudió a un des:gniotangible: crear instituciones públicas capaces de proporcionartorre de mando retribuido a los individuos catequizados.Pero como <strong>Juárez</strong> estaba hecho de una materia específica, no armóun edificio ide<strong>al</strong>. Demasiado pragmatismo corría por sus venas. Esposible distinguir <strong>al</strong> zapoteca por su f<strong>al</strong>ta de imaginación; y siendo<strong>Juárez</strong> de t<strong>al</strong> origen no se le podía exigir la inventiva para <strong>el</strong> desarrollode su propósito; tampoco demandar que dejase un testamento políticoexplic~do que su régimen presidenci<strong>al</strong> sería perenne a condiciónde ser evolucionado para hacerlo menos imperfecto, sobre todo por loque atañía <strong>al</strong> abuso de autoridad a que se presta la omnipotencia d<strong>el</strong>os presidentes.Cierto que estaba en vigor una Constitución que garantizaba ide<strong>al</strong>ment<strong>el</strong>a paz, y de la que era factible servirse para los trazos destinadosa la edificación d<strong>el</strong> Estado; pero la Constitución no se h<strong>al</strong>laba dentrode los <strong>al</strong>cances autoritarios juarísticos.151


Bullían en <strong>Juárez</strong> los resultados de los ensayos políticos d<strong>el</strong> gener<strong>al</strong>Antonio López de Santa Anna; y no quería' incurrir en los errores deéste. Bien sabía que las llamadas dictaduras de Santa Anna sólo ocupabanun renglón en la literatura política de una época d<strong>el</strong> resurgimientode una nacion<strong>al</strong>idad. Sobradamente conocía la ausencia de unaánima de verdadera autoridad en Santa Anna. Las v<strong>el</strong>eidades de ésteacusaban una debilidad de pulso, una incertidumbre de miras y unadesle<strong>al</strong>tad consigo mismo; y ese concepto equivocado d<strong>el</strong> santanismode seguir <strong>el</strong> curso de. los vientos, no debería repetirse. Los ad<strong>el</strong>antossoci<strong>al</strong>es y económicos d<strong>el</strong> país exigían los deberes de un politicólogo;y fue así que <strong>el</strong> organicismo autoritario de <strong>Juárez</strong> anunció y definió unpresidenci<strong>al</strong>ismo puro, sin necesidad de dictadura ni f<strong>al</strong>sedades autonómicas.Lo que requería la República era una autoridad sin ap<strong>el</strong>lido.Las doctrinas que llevan nombre anexo, indican que están sojuzgadasa una idea princip<strong>al</strong> inconfesada.Al instaurar <strong>el</strong> presidenci<strong>al</strong>ismo se presentó a J uárez una cuestiónde mucha envergadura. Si <strong>al</strong> <strong>sistema</strong> político derivado de su ment<strong>al</strong>idadindígena no se le podía asociar ningún vocablo que riñese con laconstitucion<strong>al</strong>idad, ¿cómo proceder para la <strong>el</strong>ección d<strong>el</strong> sucesor? Esposible conjeturar que escaso de imaginación para contestar a estagrave interrogación, haya seguido <strong>el</strong> camino más fácil: <strong>el</strong> de continuaren <strong>el</strong> mando y gobierno de México.Abortado J uárez de una comunidad de ignorancias y pobrezas,sabía que esa presociedad estaba marginada d<strong>el</strong> funcion<strong>al</strong>ismo político;y con mayor razón d<strong>el</strong> autoritario. Así debió haberse preguntado denuevo, ¿cómo proceder a una integración nacion<strong>al</strong> de los filamentosajenos a una conciencia civil? ¿Cómo incorporarlos a los ordenamientosd<strong>el</strong> sufragio univers<strong>al</strong>, régimen que sólo correspondía a Europa y aEstados Unidos?Desglosar la Constitución a fin de fijar la preceptiva de un pueblocuya manifestación magna estaba en <strong>el</strong> propio <strong>Juárez</strong>, derivaba aun nuevo episodio guerrero en <strong>el</strong> país; y no era ése <strong>el</strong> molde políticode una juarística; porque es documento histórico <strong>el</strong> que <strong>Juárez</strong> vivía<strong>entre</strong>gado a las ensoñaciones de la paz, y no dudó en aterrar a losgobernantes mexicanos de la primera mitad d<strong>el</strong> siglo XIX acusándolesde todas las violencias ni de señ<strong>al</strong>ar las ambiciones políticas de SantaAnna, no obstante que sabía que <strong>el</strong> teatro de la santanística correspondíaa una edad de mesianismo político. Lo que sí temió fue reblandecer<strong>el</strong> principio de autoridad haciendo nuevos movimientos a las normasconstitucion<strong>al</strong>es, no obstante que éstas sólo tenían v<strong>al</strong>er extrat<strong>el</strong>ón. Deesta manera procedió a exornar la forma y a violar <strong>el</strong> fondo constitucion<strong>al</strong>es.No podía proceder <strong>el</strong> caudillo de otra suerte. El refonnismo <strong>al</strong>que le llevaron sus colaboradores, puesto que su amado principio de152


autoridad se oponía a la reforma violenta y atrop<strong>el</strong>lada, estuvo lejosde las recomendaciones de los politicólogos franceses a quienes conocióen sus lecturas neorleanesas: hay que gobernar con las mismas leyesd<strong>el</strong> predecesor, pero a condición de introducir reformas poco a poco.Esta sabia lección no estuvo a la mano de sus colegas ni subordinados.Históricamente, <strong>Juárez</strong> tuvo tres etapas transformativas. La primera,perdurable <strong>al</strong> través de su vida, durante su infancia. La segundaen <strong>el</strong> gobierno de Oaxaca, donde vivió -bajo la inspiración de donManu<strong>el</strong> Ruiz y en complacencias cleric<strong>al</strong>es. La tercera, cuando Me1chorOcampo, caudillo de la pléyade revolucionaria d<strong>el</strong> 1854, lo introdujoa los ideólogos europeos, a pesar de lo cu<strong>al</strong> no se convirtió <strong>al</strong> revolucionarismoque era tan adverso a su espíritu autoritario.En esta última etapa, su autoritarismo se apontocó en un liber<strong>al</strong>ismoizquierdista; se olvidó de sus circunstanci<strong>al</strong>es manifestacionestomísticas que le condujeron en Oaxaca a un gobierno cercano a loteocrático. Olvidó también <strong>el</strong> sentido de una gobernación pura, paraempezar a vislumbrar <strong>el</strong> Estado, aunque reducida esta visión a formasy adaptaciones gener<strong>al</strong>es.y se dice que comenzó a hacer conjeturas de lo que es <strong>el</strong> Estado,porque no es posible descubrir con claridad una cosa inmateri<strong>al</strong>. ElEstado sólo aparecía en la juarística en su faz de gobierno. De aquíque <strong>Juárez</strong> creyese que autoridad equiv<strong>al</strong>ía a Estado. Y no era así,porque ¿qué es <strong>el</strong> Estado? El Estado es la manera de vivir de unasociedad y no <strong>el</strong> mero modo de mandar a la sociedad.¿y tenía <strong>el</strong> caudillo aptitudes para fijar las reglas de vida de lacomunidad mexicana, llevando <strong>el</strong> bienestar a los hogares, amparandoa los hombres especi<strong>al</strong>mente a los que no caminaban de prisa, y dilatandouna idea de libertad y f<strong>el</strong>icidad? Teniendo documentos históricosa la mano, estamos en posibilidad de responder que no; porque sument<strong>al</strong>idad rústica sólo hacía concepto de la autoridad; y de una autoridaddefinida como es la de hacerse obedecer.Precisamente a ese pensamiento inexpresado o expresado muy débilmente,se debió la organización d<strong>el</strong> presidenci<strong>al</strong>ismo llevada a loabsoluto, aunque sin despreciar las fórmulas constitucion<strong>al</strong>es, es decir,haciendo d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> y Corte de Justicia meros oficios de servidoresd<strong>el</strong> presidente, para quedar un mando y gobierno únicos, reunidosen la presidencia de la República. De esta suerte no fue negada laconstitucion<strong>al</strong>idad, pero no se cumplía con la Constitución. Bien marcadoquedó en <strong>Juárez</strong> la oposición en <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> que estuvo a puntode derrocarle; hecho que merece un estudio específico. Con esto quedaríaincontrovertiblemente establecido qué quería y cuál era <strong>el</strong> pensamientopolítico de <strong>Juárez</strong>.El gener<strong>al</strong> Ignacio Comonfort, en días anteriores <strong>al</strong> golpe de Estado,quiso coger <strong>el</strong> camino que ya señ<strong>al</strong>aba <strong>el</strong> juarismo; pero ¿cómo153


ir tan lejos y de modo desafiante cuando no existía un partido comonfaristay además Comonfort tenía un pulso desemejante <strong>al</strong> de J uárez?¿Cómo un presidente podía maniobrar si a sus esp<strong>al</strong>das no h<strong>al</strong>labaun apoyo firme y sólido, y carecía de propósitos inmutables como losque <strong>Juárez</strong> llevaba en sí?Este para desarrollar <strong>el</strong> <strong>sistema</strong> presidenci<strong>al</strong>, procuró dar vida <strong>al</strong>os órganos acordes a su autoridad; ahora para <strong>el</strong>lo se requería presentarun poderoso incentivo, que vino a ser la cuestión sucesion<strong>al</strong>. Dosmotivos, pues, esgrimió <strong>Juárez</strong> para proporcionar redondez a tan d<strong>el</strong>icadonegocio. Uno, excitar a sus colaboradores con la prolongación desu mandato, puesto que si~ndo así t<strong>al</strong>es colaboradores sentirían satisfacciónde acompañar <strong>al</strong> presidente continuando en sus ministerios. Otro,evitar las contingencias que acarrean los descontentos populares en lasriv<strong>al</strong>idades de los candidatos que se disputan <strong>el</strong> poder.Surgió de aqtú un segundo capítulo d<strong>el</strong> presidenci<strong>al</strong>ismo, que deberíatener las mismas normas de éste: exornar a la Constitución porun lado; burlar a la Constitución d<strong>el</strong> otro lado. Y si es verdad queeso equiv<strong>al</strong>ía a establecer la aconstitucion<strong>al</strong>idad, ¿no era preferible untrasp<strong>al</strong>ar que la emisión de voces capaces de conducir a la <strong>al</strong>teraciónd<strong>el</strong> orden público? La lección de Santa Anna volvió a llenar <strong>el</strong> ambiented<strong>el</strong> México que hacía opinión; y creyóse que dentro de ese pecadopolítico sería fácil pres<strong>el</strong>Iltar un <strong>el</strong>ucidario, mediante <strong>el</strong> cu<strong>al</strong> <strong>el</strong> mundonacion<strong>al</strong> quedase si no conforme, cuando menos tranquilo.Este principio que se hizo parte de una aconstitucion<strong>al</strong>idad constitucion<strong>al</strong>izada,construyó un nuevo capítulo histórico desarrollado entomo a las re<strong>el</strong>ecciones de <strong>Juárez</strong>. Sin embargo, ese toque re<strong>el</strong>eccionistafue de menor cuantía, considerándolo <strong>el</strong> mundo político nacion<strong>al</strong>como intrascendente después de aceptar <strong>el</strong> régimen presidenci<strong>al</strong>.No obstante la c<strong>al</strong>ma lograda por <strong>Juárez</strong> gracias a su impenetrabilidadque daba esperanzas de <strong>al</strong>go nuevo, hizo que <strong>el</strong> caudillo perdieseamigos. 1'1as, ¿qué interés tenía para la autoridad conservaramistades, cuando la paz y <strong>el</strong> orden estaban glorificados? Así, <strong>Juárez</strong><strong>al</strong>ejó <strong>al</strong> intachable M<strong>el</strong>chor Ocampo a quien envió <strong>al</strong> suicidio, puesde qué otra manera puede llamarse <strong>al</strong> apartamiento que <strong>el</strong> gran ad<strong>al</strong>idh<strong>al</strong>ló en Pomoca, hacienda circundada por fanáticos de la r<strong>el</strong>igión yd<strong>el</strong> conservadurismo que no abandonaban su espíritu vengativo. Asíperdió también a su sin igu<strong>al</strong> consejero Manu<strong>el</strong> Ruiz y <strong>al</strong> poeta GuillermoPrieto. Así igu<strong>al</strong>mente riñó con <strong>el</strong> sobres<strong>al</strong>iente gener<strong>al</strong> JesúsGonzález Ortega y con <strong>el</strong> ínclito gener<strong>al</strong> Antonio Ros<strong>al</strong>es.Pero de haber conservado a sus amigos ¿J uárez instaura <strong>el</strong> régimenpresidenci<strong>al</strong>? ¿Por seguir <strong>el</strong> hilo de la amistad, desequilibra lacontinuidad de mando y gobierno que caracteriza <strong>al</strong> meollo d<strong>el</strong> presidenci<strong>al</strong>ismo?Sin desm<strong>al</strong>ezar <strong>al</strong> equipo que se agrupaba en tomo a él,J uárez trepana su autoridad; y muy acentuado estaba <strong>el</strong> autoritarismo154


juarista, que no tuvo medida para externarlo o aplicarlo. Su cesarismoestuvo siempre a la vista, no obstante que se trataba de un aparentecesarismo benigno.En ocasiones la autQridad de <strong>Juárez</strong> ascendió <strong>al</strong> entendimiento;pero dominaba en él lo áspero, no de su carácter, sino de su voluntad.Esto era herencia de sus ascendientes. Para <strong>el</strong> zapoteca existe una disyuntiva:o sabe mandar o sabe obedecer. De aquí que Oaxata hadado los soldados más disciplinados; y la disciplina es una virtudque instruye, pero también impone. De esto mismo proviene <strong>el</strong> individuosolemne y ceremonioso. El oaxaqueño cuanto mayor es su afectaciónen obsequio de una persona, mayor la sumisión que exige, demanera que frente a una leve desobediencia experimenta profundacontrariedad. Así se explica en <strong>Juárez</strong> la adustez de su mando y laimpenetrabilidad en su pensamiento. Con esas expresiones, sólo cont<strong>al</strong>es expresiones, se hacía temer.Temeroso de que a la victoria de la República en <strong>el</strong> 1867, no sólose le desgranara su <strong>el</strong>enco, sino que se <strong>al</strong>zase contra él, ordenó sin titubeos<strong>el</strong> fusilamiento d<strong>el</strong> emperador Maximiliano. No fue tanto lavenganza contra un príncipe extranjero, cuanto la advertencia a loslíderes guerreros y civiles reformistas y antiintervencionistas, la causade la ejecución. México confirmó con largueza y oportunidad las ag<strong>al</strong>lasd<strong>el</strong> presidente manifestadas desde los sucesos d<strong>el</strong> 1858.Ese ánimo tan esforzado y resu<strong>el</strong>to que tenía <strong>Juárez</strong>, lo aplicó sinreticencias a su régimen presidenci<strong>al</strong>, no obstante saber que lo sobreponíaa los preceptos constitucion<strong>al</strong>es, pues dejó establecida la responsabilidaddirecta y única d<strong>el</strong> mando y gobierno de la nación en <strong>el</strong>presidente de la República.Como individuo extraño a las facultades que esplenden con laimaginación, <strong>el</strong> instaurar ese régimen, no previó lo futuro; pues siposeía rasgos de saber aparejar y disponer con anticipación las cosasnecesarias para la seguridad y continuidad d<strong>el</strong> Estado, era muy aprensivohacia todo aqu<strong>el</strong>lo que podía degenerar en imágenes ide<strong>al</strong>mentetrazadas, por lo cu<strong>al</strong> y asociando a eso <strong>el</strong> amor que sentía por <strong>el</strong> poder,no gustaba de los ensayos aunque fuesen muy democráticos y preferíamandar y responsabilizarse a sí mismo. De esta suerte, no toleró a ministroscon mayor capacidad que él; y cuando <strong>al</strong>gún miembro d<strong>el</strong> gabinetesobres<strong>al</strong>ía buscaba la manera, siempre ceremoniosa y aparentementecordi<strong>al</strong>, para deshacerse de él. A la inferioridad que queríapara sus ministros, se debió que conservara siempre a su lado <strong>al</strong> gener<strong>al</strong>Ignacio Mejía, gener<strong>al</strong> con secundaria hoja de servicios y político anodino.Mejía, <strong>al</strong> efecto, no desempeñó otra función que la de reunirdía a día los partes de los jefes guerreros y pasarlos a su lectura yacuerdo a <strong>Juárez</strong>.155


Sin poder acercarse, pues, <strong>al</strong> porvenir, <strong>Juárez</strong> no previó los abusosde autoridad que se podían suceder en <strong>el</strong> país. La autoridad que sedio a sí propio y que legaría a otros presidenciados en nombre de lapaz y estabilidad d<strong>el</strong> Estado, no pudo ser más efectiva.T<strong>al</strong> insistir sobre <strong>el</strong> principio de autoridad que constituyó una p<strong>al</strong>mariaenajenación de los derechos democráticos, se acentuó <strong>al</strong> pasar<strong>el</strong> poder a manos d<strong>el</strong> gener<strong>al</strong> Porfirio Díaz; y ha corrido rutilante <strong>al</strong>través de los presidenciados llamados revolucionarios, con <strong>el</strong> gravem<strong>al</strong> de que la praxis d<strong>el</strong> principio juarístico no se desenvolvió dentrode un mero gobierno, sino en <strong>el</strong> seno d<strong>el</strong> Estado. Y de un Estado queno fue edificado con lodo y paja, sino con estructura de acero iónico.De esta suerte, cuando Díaz llegó <strong>al</strong> poder advirtió que <strong>el</strong> codiciliopolítico de la juarística, mandaba una potestad absoluta en responsabilidady poderes, y una misión cuantitativa para estabilizar lavida d<strong>el</strong> Estado.Muy semejantes eran las ment<strong>al</strong>idades de J uárez y Díaz tanto porser coterráneos, como por haber bebido en las ITÚsmas fuentes formativas;pues ambos fueron inopes en su infancia; los dos se pulieron en<strong>el</strong> Instituto oaxaqueño; autoritarios <strong>el</strong> uno y <strong>el</strong> otro. Por todo esto, Díazrecibió <strong>el</strong> legado juarístico con <strong>el</strong> goce que <strong>el</strong> mando absoluto y supremoproporciona a los especímenes políticos; y aunque enemigo de <strong>Juárez</strong>,Díaz no dudó aprovechar <strong>el</strong> troqu<strong>el</strong> juarístico d<strong>el</strong> presidenci<strong>al</strong>ismo.Sin embargo, f<strong>al</strong>tó en Díaz la escu<strong>el</strong>a de la natur<strong>al</strong>eza en la cu<strong>al</strong>quedó educado J uárez; pero en cambio sobró en aquél <strong>el</strong> silencio reflexivo.Mientras J uárez dudó de la Reforma y luego la re<strong>al</strong>izó atrop<strong>el</strong>ladamente,Díaz la estabilizó con parsimonia. A su lado llamó a losobispos susceptibles, <strong>al</strong>zados e imperi<strong>al</strong>istas. Abrigó a conservadores ymonárquicos. Estableció la tolerancia y colocó <strong>el</strong> puente de la transitoriedad.No obstante que Díaz aparentó indisciplina a lo juarístico, admitió<strong>el</strong> gran compromiso que contraía aceptando la radic<strong>al</strong> d<strong>el</strong> pensamientode <strong>Juárez</strong>; esto es, <strong>el</strong> ceño d<strong>el</strong> principio de autoridad. ¿Por qué destruirlo hecho a fuerza de numerosos sacrificios de los líderes liber<strong>al</strong>es?¿Por qué y para qué negar lo considerado como bondad d<strong>el</strong> juarismo?Díaz no se pudo explicar, cómo <strong>Juárez</strong> sin acudir a un gener<strong>al</strong>que tuviese una hoja de servicios denotante de patriotismo y bizarría,había quedado invicto ante <strong>el</strong> <strong>al</strong>zamiento porfirista. ¿Qué razón existiópara t<strong>al</strong> acontecimiento? ¿Entereza de <strong>Juárez</strong>? ¿Aptitud d<strong>el</strong> ministrode la Guerra Mejía? ¿ Mayores dispositivos económicos? ¿Mejores soldados?No. Históricamente no se registran esas causas como las que dieron<strong>el</strong> triunfo <strong>al</strong> juarismo. En cambio se apunta <strong>el</strong> poder que éste dio <strong>al</strong>presidenci<strong>al</strong>ismo, sin necesidad de recurrir a la consulta; sin oposiciónde los miembros d<strong>el</strong> gabinete. Con la obediencia d


y disciplina de los soldados, <strong>Juárez</strong> demostró los beneficios de un pre·sidenciado centr<strong>al</strong>ista y autoritario; y <strong>el</strong> claro t<strong>al</strong>ento de Díaz abarcóde una sola ojeada <strong>el</strong> panorama político de México, sometido <strong>al</strong> régimenpresidenci<strong>al</strong>. ¿Por qué desaprovechar la estructura erigida por <strong>Juárez</strong>?y ¿no acaso <strong>el</strong> mismo régimen que la democracia denunció como contrario<strong>al</strong> populismo ha perdurado por más de un siglo, sin ser modificadono obstante sus imperfecciones?El gener<strong>al</strong> Díaz, <strong>al</strong> igu<strong>al</strong> que <strong>Juárez</strong>, era corto de imaginación,pero advirtió la necesidad de expandir la fuerza d<strong>el</strong> gobierno, ahorapresentado como la de un Estado, en ciernes. Pero, ¿de qué manerahacer sentir <strong>el</strong> peso d<strong>el</strong> Estado sin tirar la piedra?He aquí a lo que se llamó arte por/iriano, y que en suma consistióen someter <strong>al</strong> enemigo político blandiendo una devoción a J uárez y <strong>al</strong>a doctrina juarística. Y en efecto, nada atormentó tanto a las partescontrarias <strong>al</strong> liber<strong>al</strong>ismo como que Díaz pusiera de manifiesto un reverente<strong>el</strong>ogio a <strong>Juárez</strong> y a la ejemplaridad juarística. En cada ocasiónque los antiguos reaccionarios pretendían concurrir <strong>al</strong> teatro políticomexicano, <strong>el</strong> gener<strong>al</strong> Díaz hacía ostentación de un juarismo que sólosintió como autoridad irrestricta; y cuando abusaba de su autoridadperson<strong>al</strong>, Díaz hacía que sus amigos lo presentaran como un discípuloagradecido a un noble e ilustre maestro.Esto, como es natur<strong>al</strong>, ataba muy estrechamente a un presidenciadocon otro presidenciado, y con lo mismo las lecciones prácticas deuno, correspondían a las lecciones prácticas d<strong>el</strong> otro. La praxis, pues,de la juarística y de la porfirística quedó fundida en mismo molde.El Estado gobernado -no administrado como se dice vulgarmente,porque administración corresponde a una pequeña parte de la gobernación-por un partido u otro partido es siempre igu<strong>al</strong>. Hay unainmutabilidad en la autoridad d<strong>el</strong> Estado; ahora que sí existe diferenciaen la dirección que se quiera dar a los recursos de la entidad.Esto depende d<strong>el</strong> partidismo o de la fuerza que tenga en sí <strong>el</strong> caudillo.i Qué de preocupaciones suscitan estos temas para una historiade la autoridad en México, que está por hacerse y que sería utilísimacomo introducción a nuestra politicología!Pero dejando a su parte esa inamovilidad en las prácticas autoritariasd<strong>el</strong> Estado, Díaz se dispuso a levantar los siempre pesados murosestat<strong>al</strong>es. Los dispositivos para t<strong>al</strong> obra constituyeron verdaderas audacias.El fort<strong>al</strong>ecimiento d<strong>el</strong> Estado para colocarlo en <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> d<strong>el</strong> llamadoEstado moderno, contradecía a la ment<strong>al</strong>idad independiente ya la tradicion<strong>al</strong> ment<strong>al</strong>idad indígena.El desarrollo histórico de México, señ<strong>al</strong>a que a cada uno de losp<strong>el</strong>daños de ascenso <strong>al</strong> Estado, se advirtió <strong>el</strong> gran sacrificio de la mexicanía,para someterse <strong>al</strong> Estado.157


Mientras que <strong>Juárez</strong> [obern6 <strong>al</strong> país, los pásos dirigidos a eseobjeto no fueron sentidos por la nación, tanto por no creer ni haberexperimentado los efectos de la acción disciplinaria, cuanto por la lentitudseguida por <strong>el</strong> caudillo. En Díaz esos mismos pasos empezarona tener r<strong>el</strong>evancia, debido a la prisa que se dio a t<strong>al</strong> empresa; tambiéna que fue puesta en movimiento la imaginación, que no era unavirtud de Díaz como producto oaxaqueño que era, pero sí de <strong>al</strong>gunosde los miembros de su gabinete, quienes procedían de Europa o habíanbebido la autoridad en las lecturas de teóricos europeos, especiahnentefranceses.Tanta rapidez y prontitud otorgó Díaz a la acción ardua y dificultosade estabilizar <strong>el</strong> Estado, que formaba en su princip<strong>al</strong> designio,que tuvo necesidad de acudir a atrop<strong>el</strong>los imperdonables. Pero si <strong>Juárez</strong>los cometió en <strong>el</strong> orden espiritu<strong>al</strong>, ¿por qué no llevarlos a cabo en<strong>el</strong> teatro político?Olvidó Díaz que su proceder atacaba más a los derechos humanosque los re<strong>al</strong>izados por su ascendencia pública, puesto que J uárez nonecesitó recurrir a la violencia contra las personas de manera sistemáticani tampoco acudió represionar sobre la plástica d<strong>el</strong> pensamiento,que por lo gener<strong>al</strong> da la idea de un absolutismo absurdo y perjudici<strong>al</strong><strong>al</strong> buen nombre d<strong>el</strong> gobernante. Así es posible decir que los atrop<strong>el</strong>losde la autoridad juarística tuvieron otra estatura y condición.Debido a su ímpetu, Díaz h<strong>al</strong>ló muchos escollos, y como estabadecidido a dejar en pie las paredes d<strong>el</strong> Estado, que estaban en plenoe innegable desarrollo, se dispuso a atraer con merecidos cálculos <strong>al</strong>a masa popular de México, pero sólo se logró que se pacificara. Encontró,eso sí, <strong>el</strong> apoyo de la gente que hacía opinión.Así y todo, increyente, <strong>al</strong> igu<strong>al</strong> de J uárez, en las asambleas públicas,Díaz construyó Wl teatro específico para mostrar un supuestorespeto a los preceptos constitucion<strong>al</strong>es, con lo que determinó por tresdécadas, la función comedida y homogénea de los llamados tres pederes,nombre y acción <strong>al</strong> margen d<strong>el</strong> sentido común; porque dentrod<strong>el</strong> Estado no existe más que un poder.Ese error provino de la incierta ment<strong>al</strong>idad política que dominaba<strong>al</strong> país hacia la mitad d<strong>el</strong> siglo XIX; también como consecuenciad<strong>el</strong> corto vocabulario usado por los líderes políticos.Pues bien: no obstante que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, <strong>al</strong> igu<strong>al</strong> de los ministros,gobernadores y prefectos, sólo escuchaban la voz de Díaz, éste paraminorar su responsabilidad debido a su gobierno aconstitucion<strong>al</strong>, quisoque <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> continuara ocultando su condición de sometimiento <strong>al</strong>Ejecutivo, y <strong>al</strong> objeto mandó construir <strong>el</strong> mayor aparato de una supuestaconstitucion<strong>al</strong>idad: un p<strong>al</strong>acio legislativo.<strong>Juárez</strong> no llevó sus engaños a ese terreno. Permitió que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>tuviera una r<strong>el</strong>ativa independencia; pero cuando llegó la hora d<strong>el</strong> re-158


e1eccionismo, no pudo ocultar Su autoritarismo; y si no provoc6 laindignación interna, se debió a la guerra con <strong>el</strong> extranjero. Esto noobstante, un par<strong>al</strong><strong>el</strong>ismo <strong>entre</strong> J uárez y Díaz está lejos de ser indigesto.Una semejanza mayor denotan las ment<strong>al</strong>idades autoritarias de<strong>Juárez</strong> y Díaz: ambos fueron incrédulos hasta la exageración de lacapacidad mexicana para <strong>el</strong> ejercicio de la democracia. Considerabanque <strong>el</strong> peso de la gran masa amorfa de la rur<strong>al</strong>idad, aplastaría cu<strong>al</strong>quierintento de <strong>el</strong>evar <strong>al</strong> niv<strong>el</strong> de ciudadano <strong>al</strong> rudo labriego, que sintener voz ni voto en la vida pública, sólo por gravedad determinaba<strong>al</strong>gunas acciones d<strong>el</strong> gobierno. Así, más que a los partidos y ad<strong>al</strong>idespolíticos, <strong>Juárez</strong> y Díaz temieron a la fuerza de la gravitación querepresentaba la ap<strong>el</strong>lidada masa irredenta.Regístrase también un par<strong>al</strong><strong>el</strong>ismo de J uárez y Díaz en lo afectivoy sencillo de sus vidas domésticas. Esta es virtud oaxaqueña. Los oaxaqueñosson individuos agrestes e impetuosos en sus primeros contactoscon <strong>el</strong> mundo externo, generosos y comprensivos en la multiplicidadde sus ligas soci<strong>al</strong>es o políticas.Debido a t<strong>al</strong>es características es incuerdo aplicar a uno y a otro <strong>el</strong>nombre de déspotas. El cesarismo de ambos correspondió <strong>al</strong> aparatod<strong>el</strong> teatro político, pero ajeno era a los principios d<strong>el</strong> despotismo. Laobra histórica debe cuidar siempre <strong>el</strong> uso de vocablos, y por lo mismono puede pasar inadvertido <strong>el</strong> m<strong>al</strong> uso que se concede a la p<strong>al</strong>abradéspota que quiere decir Mi Señor, o Magistrado, o Príncipe.Llamóse también tiranía a la juarística y porfirística, por querersometer a las partes de una política b<strong>el</strong>igerante a un cuadro disciplinario;pero aparte de los ad<strong>al</strong>ides políticos obligados a sujetarse <strong>al</strong>Estado, puesto que hubiese sido incompatible la vida pública con lamanera de existir de la anterioridad, la masa popular no sufrió lospercances e inconsecuencias de los caudillos que la quieren tiranizar;ahora que sí padeció los abusos y violencias de los individuos dedicadosa hacer dinero. Esto se debió <strong>al</strong> temor de J uárez y Díaz de invadir unmundo conocido con <strong>el</strong> ap<strong>el</strong>lido de privado.Sin embargo, establezcamos que si hubo disparidad <strong>entre</strong> <strong>el</strong> pensamientojuarístico y porfirístico, se debió a la vocación extranjera d<strong>el</strong>segundo. <strong>Juárez</strong>, en cambio, no ocultaba <strong>el</strong> desdén de su autoridadhacia lo foráneo. Muy contraria a este respecto fue la autoridad deDíaz; porque hecha la cimentación d<strong>el</strong> Estado por <strong>Juárez</strong> y levantadoslos muros por Díaz, sólo quedaba por hacer <strong>el</strong> decorado de la obra;y siendo los mexicanos extraños <strong>al</strong> adorno de un Estado que no comprendían,pareció necesario <strong>entre</strong>gar a los extranjeros esos toques fin<strong>al</strong>es,que comenzaban a darlos cuando Díaz se derrumbó.Así, y todo, hermoso por lo ilustrativo, vigoroso por su epopeya,re<strong>al</strong>ístico por <strong>el</strong> correr de imágenes y figuras y mexicanísimo por <strong>el</strong>pensamiento autóctono asociado <strong>al</strong> pensamiento cósmico, es <strong>el</strong> estudio159


de las ideas y autoridad de Benito <strong>Juárez</strong>. ~ien merece decirse, quedejando a un lado las violentas ejecutorias aplicadas tanto a nacion<strong>al</strong>escomo a extranjeros, <strong>el</strong> brazo de <strong>Juárez</strong>, más que la cabeza de <strong>Juárez</strong>,merece estar en la nómina de quienes se preocuparon por instaurar <strong>el</strong>Estado haciendo omisión de las tradiciones humanas, puesto que laautoridad suprema no es <strong>el</strong> todo en la vida de un pueblo.160


IIINFORMESPRESIDENCIALES


DISCURSO PRONUNCIADO POR EL PRESIDENTEDE LA REPUBLICA EN LA APERTURA DELSEGUNDO CONGRESO CONSTITUCIONAL9 de mayo de 1861.Señores diputados:Encargado d<strong>el</strong> Ejecutivo en los momentos en que <strong>el</strong> primer guardiánde las instituciones las derrocaba y hundía a la República en loshorrores de la guerra civil, siempre anh<strong>el</strong>é, como única recompensa demis afanes durante la lucha, que la Providencia me concediera la satisfacciónde presenciar <strong>el</strong> triunfo d<strong>el</strong> pueblo mexicano y la restauracióncompleta d<strong>el</strong> orden constitucion<strong>al</strong>.Disfruto en este momento esa satisfacción <strong>al</strong> veros reunidos paraejercer libremente, confonne a la Constitución, <strong>el</strong> poder Legislativocomo representantes d<strong>el</strong> pueblo. La reunión d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> ha sido unode los votos más sinceros d<strong>el</strong> Ejecutivo; la convocatoria se expidió antesd<strong>el</strong> completo triunfo de las annas nacion<strong>al</strong>es; no se ha omitido esfuerzopara facilitar las <strong>el</strong>ecciones; los ciudadanos, <strong>al</strong> emitir sus sufragios, hangozado de la más amplia libertad y <strong>el</strong> gobierno ha anh<strong>el</strong>ado <strong>el</strong> grandeacontecimiento de este día, como <strong>el</strong> complemento de las victorias d<strong>el</strong>pueblo, como la consumación de la revolución progresista, como <strong>el</strong> principiode una era nueva, en que <strong>el</strong> patriotismo, la prudencia y la constanciaafirmen y consoliden para siempre en nuestra patria las institucionesdemocráticas.No encontráis, señores diputados, <strong>al</strong> país en la misma situaciónen que lo dejó <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> disu<strong>el</strong>to la funesta noche d<strong>el</strong> 17 de diciembrede 1857, ni venís, por lo mismo, a presenciar y terminar la restauraciónde aqu<strong>el</strong> estado de cosas, <strong>al</strong> desencadenarse la guerra con todassus c<strong>al</strong>amidades en tQda la extensión de la República, y que causó m<strong>al</strong>esprofundos, hondas heridas, que aún no pueden restañarse. Pero en<strong>el</strong> mismo ardor de la contienda <strong>el</strong> pueblo sintió la imperiosa necesidadde no limitarse a defender sus legítimas instituciones, sino de mejorarlas,de conquistar nuevos principios de libertad, para que <strong>el</strong> día d<strong>el</strong>vencimiento de sus enemigos no volviese <strong>al</strong> punto de partida de 1857,sino que hubiera dado grandes pasos en la senda d<strong>el</strong> progreso, y afianzadoradic<strong>al</strong>es refonnas, que hicieran imposible <strong>el</strong> derrumbamiento desus instituciones. El gobierno juzgó que era de su deber ponerse <strong>al</strong> frente163


de ese sentimiento nacion<strong>al</strong> y desplegar una bandera que fuese a untiempo la extirpación de los abusos de lo pasado y la esperanza d<strong>el</strong>porvenir.De aquí nacieron las Leyes de Reforma, la nacion<strong>al</strong>ización de losbienes de manos muertas, la libertad de cultos, la independencia absolutade las potestades civil y espiritu<strong>al</strong>, la secularización, por decirloasí, de la sociedad, cuya marcha estaba detenida por una bastarda<strong>al</strong>ianza en que se profanaba <strong>el</strong> nombre de Dios y se ultrajaba la dignidadhumana. La Reforma prestó <strong>al</strong>iento a los denodados defensores d<strong>el</strong>a Constitución; la Reforma ha sido sancionada por <strong>el</strong> voto Uliánimede los pueblos y las leyes que la decretaron son parte esenci<strong>al</strong> de nuestrasinstituciones.El gobierno, que desde que residió en Guanajuato procuró la reuniónd<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> sin poderla lograr por circ~tancias superiores <strong>al</strong>a voluntad de los represl'1ltantes, no pudo sacrificar la sustancia a laforma, y se determinó a ejercer la facultad legislativa en cuantas materiasera necesaria. Así lo reclamaron las legislaturas de varios Estadosy de éstos no ha habido uno solo que no haya ocurrido <strong>al</strong> Ejecutivopidiéndole medidas que importaban la facultad de legislar, facultadque autorizaban las circunstancias y que hacían indispensables las vicisitudesde la contienda y facultad de que <strong>el</strong> Ejecutivo anh<strong>el</strong>aba desprenderseante la representación nacion<strong>al</strong>.Acepto ante esta asamblea, ante mis conciudadanos todos, y ant<strong>el</strong>a posteridad, la responsabilidad de todas las medidas dictadas por miadministración y que no estaban en la estricta órbita constitucion<strong>al</strong>,cuando la Constitución derrocada y tenazmente combatida había dejadode existir y era, no <strong>el</strong> medio d<strong>el</strong> combate, sino <strong>el</strong> fin que en él seproponía <strong>al</strong>canzar la República.Notorios son <strong>al</strong> mundo los acontecimientos que han señ<strong>al</strong>ado laguerra civil, en que <strong>al</strong> fin fueron vencidos los enemigos de nuestra libertad.No es de este momento referir estos sucesos a una asamblea enla que descubro a muchos de los eminentes ciudadanos que en los consejosy en los campos de bat<strong>al</strong>la han servido con denuedo a la causade la Constitución y la Reforma, y cuya <strong>el</strong>ección es sin duda una pruebacompleta de que <strong>el</strong> pueblo acepta y aprueba los principios que hansido personificados por sus escogidos.El pueblo ha luchado con constancia contra sus opresores, y <strong>al</strong>canzadovictorias espléndidas en casi todo <strong>el</strong> territorio. Los Estados todoshicieron esfuerzos inauditos en favor de la libertad; mientras la invictaVeracruz rechazaba <strong>el</strong> recio empuje de la reacción, mil caudillos secubrían de laur<strong>el</strong>es en Michoacán y en Guerrero, en Zacatecas y enDurango, en Nuevo León y Tamaulipas, en Sonora y Sin<strong>al</strong>oa. Y, <strong>al</strong>fin, la espada victoriosa d<strong>el</strong> héroe de C<strong>al</strong>pul<strong>al</strong>pan, abrió las puertas164


de esta hermosa capit<strong>al</strong> <strong>al</strong> gobierno legítimo, dando <strong>el</strong> golpe de graciaa los usurpadores.Desde entonces comenzó para <strong>el</strong> país y para <strong>el</strong> gobierno una nuevaépoca llena de dificultades y conflictos. La lucha había concluido: eramenester comenzar una obra de reparación y de reorganización. Laguerra, la opresión, todo lo habían desorganizado. Quedaban complicacionesy dificultades en todos los ramos de la administración pública,desde las instituciones municip<strong>al</strong>es, hasta las <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> exteriores. R<strong>el</strong>ajado<strong>el</strong> hábito de obediencia, confundidas las atribuciones durante l<strong>al</strong>ucha, parecía difícil restaurar la unidad nacion<strong>al</strong>.Y, sin embargo, debo decirlo con satisfacción, gracias <strong>al</strong> buen sentidode los Estados y de la mayoría de nuestros conciudadanos, las dificultadesque se preveían o no se han presentado o han ido desapareciendoy la federación se encuentra compacta, firme, unida por <strong>el</strong> vínculoconstitucion<strong>al</strong>, y dispuesta a sostener las instituciones y acatar las leyesque expida esta augusta asamblea.Las <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> exteriores d<strong>el</strong> país ofrecían grandes complicacionescreadas por la reacción, que legó <strong>al</strong> país amargos m<strong>al</strong>es que serán lecciónprovechosa para <strong>el</strong> futuro.El gobierno se vio en la necesidad de hacer s<strong>al</strong>ir de la República<strong>al</strong> embajador de España, <strong>al</strong> d<strong>el</strong>egado apostólico y <strong>al</strong> ministro de Guatem<strong>al</strong>a,por la parte que habían tomado en nuestras contiendas civilesy <strong>el</strong> apoyo que habían prestado a la facción reb<strong>el</strong>de. Esta medida noha sido un rompimiento con España y Guatem<strong>al</strong>a, naciones ambas conlas que ligan a la República laros indisolubles de origen y de raza y esde esperar que <strong>el</strong> gobierno de S. M. C. y <strong>el</strong> de nuestros vecinos meridion<strong>al</strong>es,procediendo con equidad y justicia, restablezcan sus <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong>diplomáticas con México, bajo <strong>el</strong> pie de franqueza y cordi<strong>al</strong> amistadque nunca debieron perder, resolviendo las cuestiones pendientes porlos medios usu<strong>al</strong>es <strong>entre</strong> las naciones civilizadas. No f<strong>al</strong>tan motivos dequeja contra Guatem<strong>al</strong>a, que <strong>el</strong> gobierno hará v<strong>al</strong>er oportunamente.En cuanto a la expulsión d<strong>el</strong> d<strong>el</strong>egado apostólico, no hay en <strong>el</strong>lani cuestión diplomática, ni ataque a la libertad r<strong>el</strong>igiosa. Con <strong>el</strong> gobiernotempor<strong>al</strong> de Roma, la República conservará las mismas <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong>que con las de otras potencias y las leyes que aseguran la libertad decultos, no se oponen a que los católicos residentes en <strong>el</strong> país mantenganlibres <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> con <strong>el</strong> jefe de su r<strong>el</strong>igión, pero sólo en lo espiritu<strong>al</strong>.Con los Estados Unidos de América se mantienen las más cordi<strong>al</strong>esy amistosas <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong>, desde que <strong>el</strong> gobierno americano reconoció<strong>al</strong> constitucion<strong>al</strong> de la República.Se han restablecido las <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> diplomáticas con la Gran Bretaña,la Francia y la Prusia.Están en vía de arreglo las dificultades pendientes y todo pactoque <strong>el</strong> Ejecutivo c<strong>el</strong>ebre para <strong>al</strong>lanarlas, será revisado conforme a la165


Constituci6n, por. <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, que cuidará, sin duda, de la honra y d<strong>el</strong>decoro de la naci6n.Con todas las demás naciones de ambos continentes se conservanbuenas <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong>.Los extranjeros disfnltan en <strong>el</strong> país toda clase de garantías yen··cuentran fratern<strong>al</strong> acogida.El Ejecutivo ha ptocurado ayudar a los Estados a restablecer ensu régimen interior <strong>el</strong> orden constitucion<strong>al</strong>, sin mezclarse en sus cuestionesinteriores. Las legislaturas están ya reunidas y se ocupan, unasde formar las instituciones de los Estados y otras de consolidar la pazy mejorar la administraci6n.Algunas partes de la República demandan medidas de un carácterexcepcion<strong>al</strong>, que <strong>el</strong> Ejecutivo propondrá <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>.Yucatán es presa de la anarquía, su territorio se ha dividido endos Estados, y, por desgracia, <strong>al</strong>lí la raza indígena ha sido vendida porávidos especuladores y reducida a esclavitud en país extranjero. Elgobierno, para lavar esta mancha, ha dictado cuantas medidas cabíanen sus facultades.En Sonora la guerra de castas causa horribles estragos y <strong>el</strong> gobierno,contando con la cooperación de los Estados vecinos, le ha impartidotodos los auxilios de que podía disponer.A los demás Estados se les han hecho cuantas concesiones han pedidoen favor de la instnlcci6n pública y la beneficencia.La solicitud d<strong>el</strong> gobierno se ha extendido hasta la Baja C<strong>al</strong>ifornia,dictando las medidas que reclamaba como las más a prop6sito paradesarrollar sus <strong>el</strong>ementos de prosperidad.Se ha procurado mejorar la situaci6n d<strong>el</strong> Distrito Feder<strong>al</strong>, de modoque sus ciudadanos gocen de los beneficios de nuestras instituciones.Se ha asegurado a la imprenta la más amplia libertad de que jamásha gozado en la República, dándole la garantía d<strong>el</strong> jurado y tampocohan encontrado la menor traba los derechos de reuni6n y depetición.Se han dictado las medidas convenientes para la pronta reorganizaciónde la guardia nacion<strong>al</strong>, de modo que sea <strong>el</strong> apoyo de las institucionessin causar gravamen <strong>al</strong> erario.El gobierno, <strong>al</strong> llevar a cabo las Leyes de Reforma, no ha omitidoesfuerzo por conservar y mejorar las instituciones de beneficencia, poniéndolasbajo su inmediata vigilancia para hacerlas re<strong>al</strong>mente útilesy provechosas.Han sido restablecidos los tribun<strong>al</strong>es, cuidándose eficazmente d<strong>el</strong>a pronta y cumplida administraci6n de la justicia y a <strong>el</strong>los están sometidoslos culpables de grandes atentados contra la naci6n, para que 5lehaga efectiva su responsabilidad conforme a las leyes.166


El pueblo disfruta ya d<strong>el</strong> beneficio que le hizo la Constituciónde abolir las costas judici<strong>al</strong>es.Se ha acordado de dotar <strong>al</strong> Distrito de códigos completos, que seránla gran mejora de la administración de justicia.Los grandes establecimientos de instrucción pública, que son unade las más b<strong>el</strong>las glorias de nuestro país y de los que brotará la semillaque mejore y engrandezca a la República, estaban unos a punto de perecery otros completamente cerrados. El gobierno creyó que uno desus primeros deberes era restaurarlos y así lo ha hecho con todo afán,encontrándose ya abiertos y notablemente mejorados todos los colegiosde la capit<strong>al</strong>.La sociedad anh<strong>el</strong>a con la libertad grandes mejoras materi<strong>al</strong>es;<strong>el</strong>las han ocupado la atención preferente d<strong>el</strong> Ejecutivo, que ha podido,en un corto periodo, decretar las medidas necesarias para la construc..:ción d<strong>el</strong> ferrocarril <strong>entre</strong> México y Veracruz y la de otra vía férrea<strong>entre</strong> Ch<strong>al</strong>co y México.Despertando <strong>el</strong> espíritu de empresa y de asociación, quedan estudiadasy preparadas otras mejoras, para cuya re<strong>al</strong>ización <strong>el</strong> gobiernoestá seguro de que contará con <strong>el</strong> concurso d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>.La hacienda pública se encuentra en lamentable situación, que nopueden remediar las Leyes de Refonna ni la nacion<strong>al</strong>ización de losbienes de manos muertas, en medio de las circunstancias apremiantesd<strong>el</strong> momento y de urgencias que no admiten demora. Estrictas economías,buena fe y severidad en la distribución de los fondos públicos,son indispensables para crear <strong>el</strong> erario nacion<strong>al</strong>.El gobierno ha procurado en los presupuestos los ahorros compatiblescon <strong>el</strong> buen servicio público y reconoce la necesidad de dictarmedidas enérgicas y de un carácter demasiado grave para arreglar ladeuda pública, y contar con <strong>al</strong>guna parte de las rentas para cubrir losgastos precisos de la administración.Se ha cuidado de llevar a cabo la nacion<strong>al</strong>ización de los bienes demanos muertas, operación que por <strong>el</strong> gravamen que pesa sobre las otrasrentas y por <strong>el</strong> que es resultado de la guerra civil, no ha podido proporcionarlas ventajas que en una situación nonn<strong>al</strong> produciría.Grandes economías resultan de la reducción de la fuerza armad<strong>al</strong>levada a cabo por <strong>el</strong> gobierno. Los que fueron apoyo de la opresióny de la tiranía, fueron despedidos d<strong>el</strong> servicio como indignos de llevarlas armas de la República. Para proceder, sin embargo, con justa equidad,se instituyó una junta c<strong>al</strong>ificadora para rehabilitar a los militaresde <strong>al</strong>gún mérito que, por circunstancias ajenas a su voluntad, se encontraron<strong>al</strong>guna vez en las filas reaccionarias y siguieron después, en cuantoles fue posible, las banderas d<strong>el</strong> pueblo.Los defensores de la libertad, los que con más entusiasmo defendieronen los campos de bat<strong>al</strong>la los principios democráticos, han ido167


egresando a sus hogares, pero dispuestos siempre a volver a la defensade nuestras instituciones.El gobierno ha concedido <strong>al</strong>gunas recompensas a individuos d<strong>el</strong>ejército libertador, particulannente a los que quedaron mutilados einutilizados; pero estas recompensas, que dicp.ba un sentimiento degratitud y de justicia, no embarazan en nada la reforma y reducciónd<strong>el</strong> ejército permanente que tenga a bien acordar <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>.Aun durante la guerra no se expidieron más de 315 despachosmilitares, inclusive las rev<strong>al</strong>idaciones de los nombramientos que hacíanlos gener<strong>al</strong>es en jefe y los gobernadores de los Estados, así como losgrados, que, si bien son un premio, no importan gravamen pará <strong>el</strong> erario.Desde que se restableció <strong>el</strong> orden constitucion<strong>al</strong> en la ciudad deMéxico, no llegan a 20 las patentes expedidas a individuos d<strong>el</strong> ejércitoy que han sido reclamadas por <strong>el</strong> buen servicio público.No ha sido posible que toda la guardia nacion<strong>al</strong> que hizo la campañaregrese a sus Estados, porque ha habido necesidad imperiosa decombatir a las heces de la reacción que, sin proclamar ya ningún principiopolítico, se han convertido en gavillas de m<strong>al</strong>hechores en <strong>al</strong>gunaspoblaciones d<strong>el</strong> Estado de México, en <strong>el</strong> sur de J<strong>al</strong>isco y en la sierra deXichú, <strong>al</strong> mando de hombres tan cubiertos de crímenes, que era imposibleentrar con <strong>el</strong>los en transacción o avenimiento sin degradar la dignidadde la República, y sin herir de muerte los principios de justiciay de mor<strong>al</strong>idad.El gobierno tuvo que organizar expediciones competentes para asegurarla consolidación de la paz. En J<strong>al</strong>iseo, <strong>el</strong> gener<strong>al</strong> Ogazón, gobernadord<strong>el</strong> Estado, <strong>al</strong>canzó en breve la pacificación d<strong>el</strong> cantón de Tepicy la destrucción completa de los bandoleros de la sierra de Alica.En los Estados de México y Guerrero, las gavillas de Vicario hansido completamente destruidas, merced <strong>al</strong> v<strong>al</strong>or y aciertos de los jefesque han guiado en esas expediciones a los soldados de la República.Las dificultades d<strong>el</strong> terreno en la sierra han hecho que se retarde<strong>el</strong> buen éxito de las operaciones militares, comprometidas también porla insubordinación de un jefe que ha sido separado de todo mando yen quien se hará efectiva la grave responsabilidad que le resulta dehaber frustrado las más acertadas combinaciones.Las gavillas de facciones que sólo merodean y saquean poblacionesindefensas, esquivando todo combate, han hecho que <strong>el</strong> gobiernotenga que guarnecer poblaciones importantes para privar de recursosa los reb<strong>el</strong>des, mientras puede llevar a cabo proyectos que cree a propósitopara la completa consolidación de la paz.En medio de tan difíciles circunstancias, se ha dado una convenienteorganización <strong>al</strong> estado mayor gener<strong>al</strong> d<strong>el</strong> ejército y <strong>al</strong> cuerpomédico militar y está a punto de abrirse <strong>el</strong> colegio en que deben recibir168


educación científica y civil los ciudadanos que en lo de ad<strong>el</strong>ante tengancu<strong>al</strong>quier mando en <strong>el</strong> ejército.En las oficinas militares se han hecho grandes economías, fiandotodas las funciones importantes a jefes int<strong>el</strong>igentes y pundonorosos yameritados por sus servicios distinguidos.El gobierno ha hecho cesar la leva, que privaba de brazos a laagricultura, a la industria y a la minería. Ha dejado a la sabiduría d<strong>el</strong><strong>Congreso</strong> la formación de las bases que deben servir para <strong>el</strong> <strong>sistema</strong> dereemplazos y para arreglar <strong>el</strong> contingente de sangre.El gobierno, en vista de los datos que se ocupa en reunir, podráiniciar <strong>al</strong>gunas medidas, no sólo en lo r<strong>el</strong>ativo a la organización de lafuerza armada, sino <strong>al</strong> mejoramiento de todos los ramos de la administraciónpública.Someramente he dado cuenta <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>, cumpliendo con un preceptoconstitucion<strong>al</strong>, d<strong>el</strong> estado que guarda <strong>el</strong> país.Demos gracias a la Providencia, señores diputados, por haber ayudado<strong>al</strong> pueblo mexicano a reconquistar sus libertades y sus institucionesy por haber coronado sus esfuerzos permitiendo que hoy se restablezca<strong>el</strong> orden leg<strong>al</strong> que le ha de asegurar la paz, <strong>el</strong> bienestar y la prosperidad.i Oj<strong>al</strong>á y hoy comience una era nueva que no tenga término, enque reine sólo la leg<strong>al</strong>idad y en que, sujetándose las autoridades todasa los preceptos d<strong>el</strong> código fundament<strong>al</strong>, no sólo sea imposible sino innecesario<strong>el</strong> renacimiento de toda dictadura!Así lo espera <strong>el</strong> pueblo d<strong>el</strong> buen sentido, de la ilustración, d<strong>el</strong> patriotismode sus representantes y <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> puede estar seguro que<strong>el</strong> ciudadano que durante tres años ha sido, en medio de los mayoresp<strong>el</strong>igros y de los más terribles desastres, guardián constante de la Constitución,cumpliendo así con sus deberes, no f<strong>al</strong>tará a <strong>el</strong>los jamás, ymientras ejerza provision<strong>al</strong>mente <strong>el</strong> Ejecutivo por ministerio de la ley,no omitirá sacrificio por cumplir, acatar y hacer que sean respetadascuantas disposiciones emanen d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> de la Unión, conforme <strong>al</strong>os preceptos d<strong>el</strong> código fundament<strong>al</strong> de la República.CONTESTACION DEL EXCELENTISIMO SEÑOR DON JOSEMARIA AGUIRRE, PRESIDENTE DEL CONGRESO, ALPRESIDENTE JUAREZ, EL 9 DE MAYO DE 1861Exc<strong>el</strong>entísimo señor:Entre los grandes acontecimientos que recogerá la historia, en honory gloria de la nación mexicana, ha de recordar <strong>el</strong> suceso f<strong>el</strong>iz deeste día, en que la representación nacion<strong>al</strong> vu<strong>el</strong>ve a ocupar <strong>el</strong> lugar que169


le tenían designado las instituciones mismas de la República. Este hechoes <strong>el</strong> resultado preciso de las espléndidas victorias obtenidas contra lafacción más organizada y más audaz que ha querido imprimir su voluntad<strong>al</strong> pueblo mexicano durante la larga serie de comnociones y trastornosporque ha pasado. En Tacubaya se desconoció <strong>el</strong> dogma de lasoberanía popular y fueron conculcados los derechos todos que hacenapreciable la vida y la sociedad; no era posible que los mexicanos seresignasen a la nulidad y <strong>al</strong> sufrimiento. Sostuvo <strong>el</strong> pueblo su causa,no sólo con ardor inusitado, sino con constancia sublime; y en mediode tremendas convulsiones y cuando la guerra aparecía en todo su furor,envolviendo los hombres y las cosas y causando mayores desastresque los que sufrieron nuestros padres en la guerra de Independencia,proclamó principios que nulificando <strong>el</strong> poder de sus enemigos, dejaronmuy atrás a la Constitución misma de la República. Esos principiosque son los que comprenden las Leyes de Reforma, fueron desde entonces<strong>el</strong> estandarte a cuyo derredor se agruparon los defensores de la democracia,para conquistarlos con su sangre y sancionarlos con <strong>el</strong> poderde la victoria. No será, pues, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> nacion<strong>al</strong> <strong>el</strong> que deje de reconocerlos,poniendo luego en armonía con <strong>el</strong>los las leyes fundament<strong>al</strong>esd<strong>el</strong> país. Esta es la primera necesidad de la situación; ésta es la exigenciamás importante de la revolución y a <strong>el</strong>la debe atenderse, s<strong>al</strong>vándosetoda dificultad que pudiera retardarla, puesto que no es posible detenerlas ideas ni dejar de tener su complemento la Reforma. Mas, comotodo parece desquiciado a consecuencia d<strong>el</strong> furor insano con que se hacombatido la causa popular, es indispensable que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, replegándose<strong>al</strong> código constitucion<strong>al</strong>, ejerza <strong>el</strong> poder eminente que le competeen la situación, no sólo para dar estabilidad a los principios conquistadosy que forman re<strong>al</strong>mente <strong>el</strong> porvenir de la nacion<strong>al</strong>idadmexicana, sino para afirmar de una vez las leyes tut<strong>el</strong>ares de la sociedad,poner término a la crisis terrible que aún estamos atravesandoy tranquilizar los ánimos atendiendo a los intereses de todos los mexicanos.Con las Leyes de Reforma se ha abierto un nuevo orden soci<strong>al</strong>,y <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, que está destinado para señ<strong>al</strong>ar un nuevo camino queentraña otra costumbre y otra vida, no sólo necesita tacto y sabiduría,sino facultades y poder para <strong>el</strong>lo. Su sola presencia, por ahora, da <strong>al</strong>os mexicanos la garantía de un orden leg<strong>al</strong> y por <strong>el</strong>la debe cesar desd<strong>el</strong>uego <strong>el</strong> omnímodo poder que durante la guerra y después de <strong>el</strong>la hanejercido, con más o menos fundamento, todos los que han representado<strong>al</strong>guna autoridad superior. Los que han fijado en su bandera libertad,progreso, soberanía popular, no es posible quieran apoyar en la victoria;la arbitrariedad y despotismo que han combatido; preciso es ya quetodas las autoridades arreglen sus actos a la Constitución de la República.170


1 Para los informesde <strong>Juárez</strong> <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>,se utilizan las siguientesfuentes: F<strong>el</strong>ipeBuenrostro. Historiad<strong>el</strong> Segundo<strong>Congreso</strong> Constitucion<strong>al</strong>de la R,públicaMexicana que funcionóen. los años de1861, 62 Y 63. México,Imprenta poliglota,1874-1882, 8 vols.Informes y Manifiestosde los poderes Ejecutivoy Legislativode 1821 a 1904. México,Imprenta d<strong>el</strong>Gobierno Feder<strong>al</strong>,1905, 3 vols. Benito1u á rez. Docum6fltos,Discursos y Correspondencia.S<strong>el</strong>ección y notasde Jorge L. Tamayo.Prólogo de AdolfoLópez Mateas, México,Secretaría d<strong>el</strong> PatrimonioNacion<strong>al</strong>,1964-1970. La presentecita está tomadad<strong>el</strong> tomo I de éstaúltima obra, pp. 17-22.Por su parte, los representantes de la nación, que hoy se han congregadopor llamamiento de la ley, comprenden la importancia de lamisión que deben llenar; tienen fe de que no será éste <strong>el</strong> último <strong>Congreso</strong>republicano que presencien los mexicanos, por más que siga esaagitaci6n de ánimo que parece no ve su término. Ni <strong>el</strong> patriotismo, ni<strong>el</strong> buen sentido, ni la mayor fuerza de voluntad, pueden levantar ensosiego un orden nuevo sobre las ruinas de todo lo que nos habían consagradolos tiempos.El <strong>Congreso</strong> gener<strong>al</strong> ve con placentera satisfacci6n los raros ymeritorios esfuerzos que <strong>el</strong> Ejecutivo ha impendido en la larga luchaque ha sostenido por la libertad común, y <strong>al</strong> imponerse d<strong>el</strong> estado queguardan los ramos de la administraci6n pública, da testimonio de queen <strong>el</strong>los no f<strong>al</strong>tan ni conciencia ni patriotismo.Afortunadamente se h<strong>al</strong>la <strong>al</strong> frente de la nación, <strong>el</strong> ciudadanoque con incontrastable constancia ha sostenido los derechos populares,manteniendo con brillo la bandera de la democracia, aun en los díasde mayor conflicto y obrando hoy en apoyo de la representación nacion<strong>al</strong>,será fácil, no s610 <strong>al</strong>ejar los p<strong>el</strong>igros de la patria, sino borrar lashu<strong>el</strong>las sangrientas de la revolución, c<strong>al</strong>mando pasiones aún conmovidasy haciendo apreciar <strong>el</strong> pueblo mexicano los beneficios de la paz,bajo las instituciones más libres de la tierra. 1DISCURSO PRONUNCIADO POR EL LICENCIADOBENITO JUAREZ AL ASUMIR LA PRESIDENCIACONSTITUCIONAL DE LA REPUBLICASeñores diputados:15 de junio de 1861.La solemne promesa que acabo de hacer de servir bien y le<strong>al</strong>mente<strong>el</strong> <strong>al</strong>to cargo de presidente constitucion<strong>al</strong> de los Estados Unidos Mexicanos,es la expresi6n sincera de mis íntimas convicciones; es la manifestaci6nle<strong>al</strong> de los dictados de mi conciencia; es <strong>el</strong> reconocimientod<strong>el</strong> primero y más sagrado de mis deberes.Honrado con la magistratura judici<strong>al</strong> en 1857, una desgracia lamentablepara <strong>el</strong> país, <strong>el</strong> funesto golpe de Estado, vino a constituirmeen <strong>el</strong> estrecho deber de obsequiar los preceptos de la ley fundament<strong>al</strong>,y por ministerio de <strong>el</strong>la asumí <strong>el</strong> día 10 de enero de 1858 <strong>el</strong> mandosupremo de la República.El examen y c<strong>al</strong>ificaci6n de mi gobierno transitorio correspondena la naci6n y a sus dignos representantes ante quienes estoy pronto a171


dar cuenta de todos <strong>el</strong>los. Ahora sólo quiero consignar un hecho, y es:que <strong>al</strong> aceptar <strong>el</strong> poder, <strong>al</strong> ejercerlo, he obedecido un precepto y sujetádomea las exigencias de un deber. Lejos, muy lejos de ambicionarlo, heaprovechado y aun buscado la ocasión de que los ciudadanos expresenlibremente su voluntad; y si con actos estrictamente leg<strong>al</strong>es he procuradofacilitar una nueva <strong>el</strong>ección, nadie tiene derecho para decir queme haya guiado <strong>el</strong> pensamiento de conservarme en <strong>el</strong> poder.Así, pues, <strong>el</strong> voto que ahora me designa para la primera magistratura,tiene todos los caracteres de una <strong>el</strong>ección espontánea, y para mítoda la importancia de un irresistible precepto. T<strong>al</strong>es son las consideciones<strong>al</strong> admitir ese espinoso y <strong>el</strong>evado encargo.No se me oculta que la situación actu<strong>al</strong> es complicada, difícil y t<strong>al</strong>vez p<strong>el</strong>igrosa. Sé muy bien que hay necesidad de seguir luchando coninconvenientes de todo género; sé que los medios de acción con quecuenta <strong>el</strong> poder público, están embotados unos, degenerados otros, y casidesquiciada en todas sus partes la máquina soci<strong>al</strong>; sé que la fe y laconfianza, bases indispensables de todo gobierno, están r<strong>el</strong>ajadas, y quepara restablecerlas se necesita un esfuerzo vigoroso y supremo. Pero miconciencia me dice que debo luchar con todas las dificultades, porquet<strong>al</strong> es la obligación que <strong>el</strong> voto popular ha querido imponerme; porque<strong>el</strong> patriotismo no debe medir <strong>el</strong> tamaño de los sacrificios, sinoafrontarlos con resignación, y porque ante la s<strong>al</strong>ud de la República <strong>el</strong>hombre no debe pensar en sí mismo ni tener en cuenta sus conveniencias.Sin entrar por ahora en consideraciones det<strong>al</strong>ladas, fijaré comopunto princip<strong>al</strong> de mi política, la resolución invariable en que estoyde respetar y hacer que sean respetadas la ley y los fueros de la autoridad.No me permitiré ni un solo acto que conculque derechos legítimos;pero seré severo e inexorable con los transgresores de la ley y conlos perturbadores de la paz pública.Profundamente convencido de que la Constitución de 1857 es laexpresión de la voluntad nacion<strong>al</strong>, la he sostenido con le<strong>al</strong>tad, y la seguirésosteniendo con la misma constancia que hasta aquí. Las Leyesde Reforma que han rehabilitado a México ante las naciones civilizadas,colocándolo en la vanguardia de los pueblos libres, serán respetadaspor mi administración, y cuidaré de que tengan su completo desarrollohaciendo todos los esfuerzos que quepan en mi posibilidad para que larevolución democrática y regeneradora que la nación está ejecutando,siga su camino de conquistas soci<strong>al</strong>es y humanitarias.Las dificultades administrativas me son demasiado conocidas, ysé cuánto trabajo y cuántos afanes son necesarios, no ya para vencerla,;sino aun para afrontarlas. Mi gobierno se ocupará de <strong>el</strong>las con asiduidad,y ejecutando todo aqu<strong>el</strong>lo que quepa en sus facultades, pediráa la sabiduría d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> la resolución de las cuestiones que sean desu resorte.172


En las <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> con las potencias amigas, hay dificultades que<strong>al</strong>lanar; hay compromisos que obsequiar; hay derechos que fijar ygarantizar. Para <strong>el</strong> arreglo de los importantes negocios de este ramo, migobierno cree poder contar con los buenos deseos, con las amigablesdisposiciones, y hasta con la benevolencia de los gobiernos amigos. Haymotivo para esperar que la misma España cuyas actu<strong>al</strong>es <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong>con la República no se h<strong>al</strong>lan bajo un pie satisfactorio, se preste debuena voluntad a terminar de una manera amistosa las dificultades queMéxico se complacería en ser convenientemente resu<strong>el</strong>tas.Me lisonjeo con <strong>el</strong> convencimiento de que la sabiduría d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>,en uso de sus nobles atribuciones, dará a nuestras <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> internacion<strong>al</strong>estodo <strong>el</strong> vu<strong>el</strong>o, extensión y firmeza que reclaman las marcadassimpatías que <strong>el</strong> pueblo mexicano profesa a las naciones cultas qu<strong>el</strong>e dispensan su amistad. Espero fundadamente que la representaciónnacion<strong>al</strong> dispensará a la instrucción pública, <strong>al</strong> comercio, a la industriay a toda clase de ad<strong>el</strong>antos, así mor<strong>al</strong>es como materi<strong>al</strong>es, la exquisitaatención que reclaman; y me creeré muy f<strong>el</strong>iz si mi gobierno aciertaa secundar las patrióticas miras y a re<strong>al</strong>izar los sabios pensamientosd<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>.Las llagas p<strong>al</strong>pitantes de nuestra sociedad son <strong>el</strong> espíritu de reb<strong>el</strong>iónde que está poseída una clase no muy reducida, aunque sí bastantedesprestigiada, y la f<strong>al</strong>ta de recursos.Para sojuzgar <strong>el</strong> primero, mi gobierno empleará la fuerza armada;aplicará irremisiblemente la ley, y usará siempre con prudencia,pero con la debida energía, de las facultades que se derivan de la suspensiónde garantías, y de las que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> ha tenido a bien concederlepor medio de decretos especi<strong>al</strong>es. Espero que <strong>el</strong> mismo <strong>Congreso</strong> tendrátambién siempre fija la vista en este cáncer lamentable de nuestrasociedad.Respecto de la Hacienda, <strong>el</strong> gobierno vive rodeado de angustiaspor los gastos enormes que tiene necesidad de erogar para obtener lacompleta pacificación d<strong>el</strong> país, y porque la guerra civil de cerca desiete años ha agotado casi todas las fuentes d<strong>el</strong> erario. Este m<strong>al</strong> necesitaun remedio pronto y radic<strong>al</strong>: ese remedio difícil, pero posible, debesacarse de la reducción de los aranc<strong>el</strong>es, d<strong>el</strong> establecimiento de contribucionesdirectas y supresión de <strong>al</strong>cab<strong>al</strong>as, de la reorganización de lasotras rentas feder<strong>al</strong>es, de la consolidación de la deuda pública, de la mor<strong>al</strong>idady economía en <strong>el</strong> régimen hacendario, de la reducción de casitodas las oficinas y supresión de <strong>al</strong>gunas, y d<strong>el</strong> castigo eficaz d<strong>el</strong> peculadoy de cu<strong>al</strong>esquiera otros abusos en <strong>el</strong> manejo de caud<strong>al</strong>es. La parteprincip<strong>al</strong> de estas reformas pertenece a la asamblea nacion<strong>al</strong>: yo estarésiempre dispuesto a secundarla, y nada omitiré de lo que quepa en <strong>el</strong>círculo de mis facultades.173


Los Estados están llamados a prestar su cooperación para la grandeobra de regenerar así la administración, como a la sociedad. Yo nodudo que, penetrados de la importancia d<strong>el</strong> objeto, harán todos losesfuerzos posibles en este sentido, y entonces nada será imposible.Yo no reconozco otra fuente de poder más que la opinión pública.Mi afán será estudiarla; mi invariable empeño sujetarme a sus preceptos.A los hombres que están <strong>al</strong> frente de <strong>el</strong>la, toca ilustrarme y advertirme;y mi mayor satisfacción será obsequiar las indicaciones que mehagan, fundadas en la razón y en la justicia.T<strong>al</strong>es son mis deseos, señores diputados, pero <strong>el</strong>los no bastan paracorresponderme dignamente a la <strong>al</strong>ta confianza que se me ha dispensado.Necesito de la cooperación de mis conciudadanos y muy especi<strong>al</strong>mentede la vuestra. Yo la espero confiadamente de vuestro patriotismo,porque vosotros también estáis llamados por <strong>el</strong> voto público atrabajar por <strong>el</strong> bien de nuestra patria, por la f<strong>el</strong>icidad de nuestroshijos.CONTESTACION DE GABINO F. BUSTAMANTE,PRESIDENTE DEL CONGRESONo necesitaban los representantes de la nación obtener de V. E. lasolemne protesta que acaba de pronunciar de guardar y de hacer guardarla Constitución para estar satisfechos de que durante la administraciónde V. E., no se verificará uno de esos escánd<strong>al</strong>os, que como <strong>el</strong>de 57, han ocasionado a México perjuicios innumerables, de los que enmucho tiempo no podrá reponerse. La conducta de V. E. en estos últimostres años es una garantía más grande que la protesta que acabamosde escuchar, de que la Constitución y las leyes encontrarán en V. E., unguardián incorruptible que no cederá jamás ni a las amenazas ni a losh<strong>al</strong>agos para infringirlas, y de que no dejará nunca los títulos leg<strong>al</strong>C'scon que hoy sube <strong>al</strong> poder, para cambiarlos por los de un revolucionario.El <strong>Congreso</strong>, señor, ha comprendido muy bien que ésta es una necesidadapremiante, y por eso, conforme con las mismas atribucionesque la Constitución le da para t<strong>al</strong>es casos, ha suspendido o modificadoaqu<strong>el</strong>las garantías, cuyo libre ejercicio en tiempo de transición, aprovechamás bien a los enemigos de la sociedad, <strong>al</strong> paso que embaraza laacción d<strong>el</strong> Ejecutivo, y ha puesto a V. E. en las mejores condicionesque le ha sido posible para que pueda herir con una mano firme <strong>al</strong>enemigo de la ley que se quiere escudar con la ley misma.La nación espera que V. E. sabrá aprovechar en su beneficio esascondiciones en que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> acaba de colocarlo. La nación deseapaz y justicia; y así como para conquistar pronto la primera es necesariohacer con actividad la guerra, para obtener la segunda es preciso per-174


2 Buenrostro, t. 1,pp. 132-135.seguir sin descanso a los crimin<strong>al</strong>es, sea cu<strong>al</strong> fuere <strong>el</strong> lugar -donde seoculten y <strong>el</strong> ropaje con <strong>el</strong> cu<strong>al</strong> se disfracen. La justicia según la expresiónde Diderot, debe ser la primera virtud d<strong>el</strong> que manda, así comoes la única que contiene las quejas d<strong>el</strong> que obedece: es preciso, por 10mismo, que se procure administrar pronta y cumplida, pero muy particularmenteen momentos como éstos, en que es necesario reivindicarlade los ultrajes que ha recibido.El <strong>Congreso</strong>, yo me atrevo a expresarlo, continuará como hastaaquí prestando a V. E. los <strong>el</strong>ementos que de él dependan para restituira la sociedad esa paz porque tanto anh<strong>el</strong>a; para sostener la buena armoníaque debe existir siempre <strong>entre</strong> México y las naciones amigas, ypara restablecer bajo bases sólidas la hacienda pública que una largaprolongación de guerra ha dejado completamente exhausta. D<strong>el</strong> buenjuicio que guía a la augusta asamblea que me honro en presidir, debededucirse que continuará desechando las maquinaciones de los anarquistaspara dividir a los supremos poderes feder<strong>al</strong>es; por si aquélloscomprenden que en la división de éstos deben fundar sus más sólidasesperanzas, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> y <strong>el</strong> Ejecutivo tendrán siempre presente que launión constituye la fuerza, y que ésta es indispensable para combatircon buen éxito a los enemigos de la sociedad y de las instituciones. 2DISCURSO PRONUNCIADO POR EL PRESIDENTEDE LA REPUBLICA AL CERRAR ELCONGRESO LAS SESIONES ORDINARIASSeñores diputados:31 de julio de 1861.El gobierno viene a rendir homenaje a la soberanía d<strong>el</strong> pueblo,representado en esta asamblea, y a f<strong>el</strong>icitarla por <strong>el</strong> empleo de la sesiónextraordinaria que termina en este momento.Algunos espíritus impacientes extrañarán acaso que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>no haya dado cima en esta sesión, a todos los trabajos legislativos necesariospara la consolidación de las instituciones y <strong>el</strong> desarrollo de laReforma, pero la opinión justa e ilustrada comprende que estos últimosmeses han sido todavía de agitación política, de trastorno soci<strong>al</strong>, dewwbra, de emergencias y de p<strong>el</strong>igros imprevistos, y que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>ha hecho un trabajo no poco difícil y meritorio con poner la Constitucióna s<strong>al</strong>vo de los ataques revolucionarios; con ratificar indirectament<strong>el</strong>as mejoras soci<strong>al</strong>es de la única manera en que podía hacerlo, endías en que era imposible <strong>el</strong> trabajo repasado de imprimirles la san-175


ción constitucion<strong>al</strong>; con fijar <strong>el</strong> sentido de rectitud y de justicia de larevolución; con servir de intérprete a la indignación nacion<strong>al</strong> contr<strong>al</strong>as atrocidades d<strong>el</strong> bando reaccionario; con ocurrir a todas las emergenciasde actu<strong>al</strong>idad, y habilitar <strong>al</strong> gobierno de todos los medios deacción que ha estimado conducentes para restablecer la paz y la seguridad.La sabiduría d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> ha comprendido sin duda, que <strong>el</strong> desarrollolegislativo de todos los principios conquistados por la revolución,es un trabajo grave y trascendent<strong>al</strong>, propio de días más serenosque los que han coincidido con esta sesión extraordinaria, y después deaplicar su poder soberano a otros objetos de actu<strong>al</strong> conveniencia se retirapara <strong>el</strong>aborar los trabajos con que en la próxima sesión ordinariavendrá a satisfacer las esperanzas que la nación funda hoy en susrepresentantes.Al gobierno toca v<strong>el</strong>ar durante este recogimiento de los legisladoresde la República. La fe d<strong>el</strong> Ejecutivo y su voluntad finnísima de qu<strong>el</strong>a revolución produzca frutos de paz y de prosperidad dentro de poco,no han sufrido <strong>el</strong> menor menoscabo. Provisto <strong>el</strong> gobierno de los mediosde acción que la confianza de esta asamblea ha puesto en sus manos,se propone seguir desempeñando su doble tarea de combatiente y demagistrado, trabajando por extenninar a los enemigos de la sociedady por restablecer la paz, la seguridad y <strong>el</strong> orden, que son una aspiraciónunánime en <strong>el</strong> país.A la vez que impulsa <strong>el</strong> gobierno las operaciones militares, despuésde haber puesto los <strong>el</strong>ementos necesarios en manos d<strong>el</strong> digno jefeque se ocupa en purificar la administración pública d<strong>el</strong> virus de corrupciónque hace tanto tiempo la tiene inficionada; en organizar larevolución y la Reforma en provecho de todos los habitantes de México;en procurarles libertad y seguridad; en preparar trabajos a la multitudde individuos que <strong>el</strong> sacudimiento reaccionario ha arrancado desus posiciones habitu<strong>al</strong>es; en s<strong>al</strong>var <strong>al</strong> comercio y a la industria de lacrisis que está atravesando, y en restablecer la confianza para remediar<strong>el</strong> abatimiento d<strong>el</strong> crédito.Afortunadamente los enemigos de la paz y de la Refonna han llegadopor sus mismas atrocidades a ser un símbolo odioso de pillaje yasesinato, y están mor<strong>al</strong>mente más vencidos que si hubieran desaparecidod<strong>el</strong> todo <strong>al</strong> triunfo de la revolución. Los esfuerzos, pues, que hace<strong>el</strong> gobierno para extenninarlos, tienen en la simpatía univers<strong>al</strong> la mejorgarantía de buen resultado.El gobierno tiene fe en que tras este receso espontáneo de la <strong>Cámara</strong>,que por sí solo es un síntoma de regularidad en la vida políticade México, la representación nacion<strong>al</strong> vendrá a abrir bajo mejores auspiciossu sesión ordinaria, sin que ningún amago turbe ya la serenidadde sus d<strong>el</strong>iberaciones.176


Presiente <strong>el</strong> gobierno que para entonces se habrá logrado ya <strong>el</strong> restablecimientode la paz pública, y que la sabiduría d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> vendráya 0010 a secundarla.Ciudadano presidente:CONTESTACION DE JOSE LINARES,PRESIDENTE DEL CONGRESOAl terminar la revolución armada comienza la revolución política:ésta por 10 gener<strong>al</strong> tiene dos clases de enemigos en su mismo seno; lade aqu<strong>el</strong>los que por temor a las innovaciones la quieran contener ensu curso natur<strong>al</strong>, y de aqu<strong>el</strong>los que arrastrados por su patriotismo y suamor a los principios de libertad, pretenden lanzarse en pasos demasiadoimprudentes y atrevidos; ambas facciones son contrarias <strong>al</strong> bien público,desoyen las voces d<strong>el</strong> pueblo y no satisfacen la común ansiedad;ambas facciones chocándose <strong>entre</strong> sí, nulifican sus fuerzas, y aunqueaman a la libertad, la perjudican notablemente, sirviendo de auxiliares<strong>al</strong> enemigo vencido en <strong>el</strong> campo de bat<strong>al</strong>la; ambas facciones son en símismas reaccionarias, si es cierto que la reacción tiene su origen dond<strong>el</strong>a verdad y la justicia no imperan.La nación mexicana no ha podido ser una excepción en este particular:<strong>el</strong>la ha pasado por una serie de revoluciones, que por no haber sidoconsumadas, han muerto en su cuna, extenuadas unas por f<strong>al</strong>ta depábulo, ahogadas otras por un desarrollo prematuro. No han f<strong>al</strong>tadoocasiones en que nuestra patria haya tenido a su <strong>al</strong>cance la f<strong>el</strong>icidad;mas los intereses bastardos de las antiguas clases privilegiadas, así como<strong>el</strong> desorden con que se ha procurado dar <strong>el</strong> ser a las ideas progresistas ycivilizadas, la han desviado de la buena senda, haciéndola caer de nuevoen <strong>el</strong> abismo de errores y miserias de que pugnara s<strong>al</strong>ir.Verdad es que pronto la nación vu<strong>el</strong>ve por sus pasos, y conociendoque las facciones son su más cru<strong>el</strong> azote, ocurre otra vez a las armaspara reivindicar sus derechos ultrajados y para castigar los agraviosrecibidos. Triunfante <strong>el</strong> pueblo pone su porvenir en las manos de loshombres que han merecido su confianza, y éstos inciden, a veces debuena fe, en las f<strong>al</strong>tas mismas que deploraron sus antecesores; matanlas libertades públicas, y la patria es víctima de nuevos quebrantos.Este círculo fat<strong>al</strong> a cuyo derredor hemos girado inevitablementedesde que adquirimos la nacion<strong>al</strong>idad, era preciso que <strong>al</strong>guna vez lle­.gara a romperse; fuerza era que por fin llegásemos a ponernos en unavía de leg<strong>al</strong>idad de la cu<strong>al</strong> no pudieran arrojar a la nación los enemigosde la leg<strong>al</strong>idad, los hombres que medran siempre a la sombra de lasconmociones públicas y que se <strong>al</strong>imentan con la sangre d<strong>el</strong> pueblo. Este177


se h<strong>al</strong>laba <strong>al</strong>eccionado por una experiencia ciertamente dolorosa; masen cambio de los trastornos de que había sido víctima, tenía una ilustraciónmayor y estaba <strong>al</strong> <strong>al</strong>cance de las verdades que con prolijo afánhabía procurado v<strong>el</strong>arle <strong>el</strong> fan~tismo, re<strong>al</strong>izándose en él lo que expresaun célebre historiador moderno, que siempre las revoluciones traen ventajasa los pueblos, aunque <strong>el</strong>las no se lleven a cabo. Para que las nuestrastocaran a su ténnino, sólo se necesitaba que ascendiesen <strong>al</strong> soliod<strong>el</strong> poder ciudadanos de corazón honrado, con fe en las verdades d<strong>el</strong>derecho público y de la economía política, y con finneza para ejecutaraqu<strong>el</strong>los actos de energía que en tiempos anóm<strong>al</strong>os reclama <strong>el</strong> torrentede los sucesos.Creemos haber llegado a este objeto <strong>al</strong> concluir la guerra que inició<strong>el</strong> plan de Ayuda: entonces renacieron las esperanzas de que arrancado<strong>el</strong> poder de manos de los partidos, fueran nada más <strong>el</strong> patrimoniode la nación; aun entonces, sin embargo, la confianza pública fue burlada,y un error más funesto que los anteriores comprometió <strong>el</strong> país enun combate desastroso y cru<strong>el</strong> que cuesta la vida de sus más ilustreshijos, y la ruina y desolación.Viva y p<strong>al</strong>pitante la guerra, un grande hombre de Estado, cuyaimportuna muerte deploramos, preparaba por hábiles medidas <strong>el</strong> remedioa tantos m<strong>al</strong>es; <strong>el</strong> bálsamo precioso que vendría a cicatrizar lasheridas que habían hecho a la patria sus hijos desnatur<strong>al</strong>izados. La Reformaapareció ofreciendo un porvenir de abundancia, de riqueza yde paz para México. A la vista de tan risueña perspectiva, los másdébiles y los más indiferentes tomaron parte en la lucha de los imprescriptiblesderechos d<strong>el</strong> pueblo contra <strong>el</strong> inveterado despotismo teocrático,y no tardó la nación en triunfar de sus tenaces adversarios.Desde entonces fue un deber, <strong>el</strong> más sagrado a los pobres constituidos,<strong>el</strong> de afirmar para siempre la libertad, ahogar los enérgicosactos represivos, la audacia de los vencidos, y re<strong>al</strong>izar las esperanzasde la Reforma. El <strong>Congreso</strong> ha tomado sin vacilar la parte que le correspondíaen esos interesantes trabajos, no obstante lo que pueda decirsepor <strong>al</strong>gunos impacientes partidarios que hubieran deseado que eneste corto periodo se diera término a todos los trabajos que son necesariospara la consolidación de la Reforma, y que deben tener lugarcuando, disfrutándose de paz, las pasiones cedan <strong>el</strong> puesto <strong>al</strong> reposo ya la madura reflexión.Frecuentemente <strong>el</strong> eco de la guerra ha resonado en este recintointerrumpiendo las tareas legislativas; de aquí s<strong>al</strong>ió Degollado para entraren <strong>el</strong> templo de la inmort<strong>al</strong>idad, por las puertas que su v<strong>al</strong>or y suvirtud le abrieran: V<strong>al</strong>le también estrechó aquí las manos de sus amigoscuarenta y ocho horas antes de subir <strong>al</strong> cad<strong>al</strong>so. En medio d<strong>el</strong> estruendode las armas, con <strong>el</strong> enemigo a las puertas de la capit<strong>al</strong>, cuandohemos llorado a los amigos nuestros, cuando hemos temblado por <strong>el</strong>178


porvenir de la patria, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> ha d<strong>el</strong>iberado tranquilo sin retrocederen sus creencias políticas, firme en <strong>el</strong> desempeño de su deber, yreposando en las promesas de respeto y de seguridad que le ha hecho<strong>el</strong> Ejecutivo.La legislación de esta <strong>Cámara</strong> se resiente sin duda de la agitaciónpolítica, de la zozobra y las emergencias de estos últimos meses; mascon todo esto, las princip<strong>al</strong>es disposiciones forman la esperanza de lapaz tan anh<strong>el</strong>ada y quizá harán época en la historia de México: siendoejecutadas con la circunspección y energía que las circunstanciasdemandan, pueden ser fuentes de inmensos bienes, así como <strong>el</strong>las daránorigen a m<strong>al</strong>es de inc<strong>al</strong>culable trascendencia, si combinadas con medidasa medias, su ejecución se enerva o desnatur<strong>al</strong>iza.Al nacer <strong>el</strong> ministerio que presidió <strong>el</strong> señor don León Guzmán, seinició la suspensión de las garantías constitucion<strong>al</strong>es; la comisión creadapara proveer a la paz pública y a la consolidación de los principios,dio forma y ser a esta iniciativa, y <strong>el</strong> largo e ilustrado debate a que fuesometida, demuestra hasta dónde vaciló la representación nacion<strong>al</strong>antes de arrebatar <strong>al</strong> pueblo su más gloriosa conquista. Hízolo así, a finde que jamás pudiera decirse que la <strong>Cámara</strong> era un obstáculo queaumentaba los compromisos de la situación, y que éstos no eran combatiblespor f<strong>al</strong>ta de medios.Durante aqu<strong>el</strong> ministerio, y en momento en que un execrable atentadodespertó en todos los corazones <strong>el</strong> odio <strong>al</strong> crimen y <strong>el</strong> temor por laconservación de la sociedad, se expidió <strong>el</strong> decreto de proscripción contr<strong>al</strong>os plagiarios y los asesinos, de cuyos sucesos la historia se horrorizará.Al mismo tiempo se invistió <strong>al</strong> Ejecutivo de facultades amplísimasen materia de hacienda, considerando que la ley debe llevar los mediosde hacer su ejecución posible.Seguro de su triunfo, hizo en aqu<strong>el</strong>la vez <strong>el</strong> ministerio una promesasolemne y pública que <strong>el</strong> destino no ha querido que veamos re<strong>al</strong>izada.Una a una ha ido él dictando las disposiciones que <strong>el</strong> gobierno hacreído necesarias para proseguir su marcha sin tropiew, hasta venir adar en los últimos días la vigorosa ley de Hacienda, que deja esperarque este importante ramo s<strong>al</strong>ga de la decadencia en que desgraciadamentese encuentra. Quizá la fat<strong>al</strong>idad que pesa sobre México hagaque esta ley, expresión de las necesidades patrias, y en la cu<strong>al</strong> se hahecho uso de un derecho que todas las naciones han puesto en ejercicioen los momentos de conflicto, venga a producir dificultades internacion<strong>al</strong>esde trascendencia. México, que espera su progreso y engrandecimientode la estimación y confianza de las naciones amigas, d<strong>el</strong> lazode confraternidad que por sus instituciones democráticas lo unen conlos pueblos civilizados, no ha podido dar este paso, sino en virtud deuna necesidad extrema que está <strong>al</strong> <strong>al</strong>cance de los gobiernos europeos179


a quienes siempre se han manifestado las más <strong>al</strong>tas consideraciones entestimonio de los sentimientos de paz que animan a nuestro país. Nosotrostambién hemos recibido agravios, la nación ha resentido perjuiciosde muchos tamaños por la conducta <strong>al</strong>go equívoca de <strong>al</strong>gunosministros extranjeros, y siempre nuestras quejas han llevado <strong>el</strong> s<strong>el</strong>lo d<strong>el</strong>a más <strong>al</strong>ta moderación; sería, pues, inc<strong>al</strong>ificable que éstos procuraranhoy un rompimiento porque México adopta una medida que fundanla razón y la equidad. Mas para este caso la <strong>Cámara</strong> confía en que <strong>el</strong>gobierno sabrá emplear con prudencia los recursos que la diplomaciaaconseja, y sostener con dignidad <strong>el</strong> decoro y prerrogativas de la naciónpor todos los medios que presta <strong>el</strong> derecho de gentes: retroceder en estecamino sería arrojar sobre nuestra causa un b<strong>al</strong>dón eterno, y <strong>entre</strong>garla nacion<strong>al</strong>idad <strong>al</strong> ludibrio de los especuladores, que después de haberseenriquecido con <strong>el</strong> tesoro público, aún pretenden negarle <strong>el</strong> ténninonecesario para s<strong>al</strong>ir de la bancarrota en que circunstancias fortuitas,o t<strong>al</strong> vez lamentables errores, lo han conducido. «El derecho de la conservación,dice 'Vheaton, en sí mismo lleva necesariamente todos losderechos incidentes que son esenci<strong>al</strong>es para conseguir este fin».El poder Legislativo, seguro de su buen derecho, no teme las emergenciasque sobrevengan, ni vacilará en declarar que se h<strong>al</strong>la dispuestoa mantener ileso <strong>el</strong> honor d<strong>el</strong> pab<strong>el</strong>lón nacion<strong>al</strong>, la libertad y la independenciade la patria; cooperará, pues, con todo su apoyo y representación,haciendo uso de los poderes que ha recibido d<strong>el</strong> pueblo, parasacar a la nación d<strong>el</strong> abismo a que fuera lanzada por la guerra civil yla desmor<strong>al</strong>ización de los partidos. Para llegar a tan patriótico objeto,cuenta con la inflexibilidad d<strong>el</strong> Ejecutivo, con <strong>el</strong> noble orgullo quesiempre ha animado a los mexicanos en cuestiones de esta natur<strong>al</strong>eza,y espera no menos de la gratitud de los extranjeros residentes en <strong>el</strong>país, a quienes la nación ha abierto las puertas de la más franca hospit<strong>al</strong>idad,concediéndoles garantías y exenciones que nuestros conciudadanosaún están muy lejos de <strong>al</strong>canzar.La ley que suspende los pagos, dispone igu<strong>al</strong>mente <strong>el</strong> ingreso precisoen <strong>el</strong> tesoro feder<strong>al</strong> de todas las rentas que por la ley le estánconsignadas, y que por las necesidades de la revolución y la penuriaen que los Estados quedaron, han sido hasta hoy distraídas de su objeto.T<strong>al</strong> vez sea tan difícil <strong>al</strong> Ejecutivo recoger estos productos comoa las autoridades loc<strong>al</strong>es <strong>entre</strong>garlos a aquél por la carencia de unaequitativa distribución de contingente que no existe; a éstas, porque noteniendo con qué cubrir los compromisos que contrajeron con motivode la dilatada guerra en que nos vemos envu<strong>el</strong>tos, natur<strong>al</strong> es que resistanla devolución de estas rentas hasta tener saneadas las que le sonpropias. El <strong>Congreso</strong> no duda que <strong>el</strong> gobierno <strong>al</strong>lanará estas dificultadesde la manera más prudente, evitando la anarquía y procurando180


<strong>el</strong> restablecimiento d<strong>el</strong> orden interior, que tan íntimamente se h<strong>al</strong>laenlazado con nuestra autonollÚa política.A los riesgos que ligeramente van apuntados, se añaden otros deurgente importancia y que demasiado son conocidos; <strong>el</strong> Ejecutivo losabe mejor que los legisladores; él que tiene la ciencia exacta de los hechos,a cuya vista han nacido éstos y desarrolládose, sabrá cumplircon la obligación de conjurarlos, usando de la suma de facultadesque con este motivo le ha concedido la representación nacion<strong>al</strong>. Está recesahoy, porque la duración muy prolongada de los cuerpos legislativos,lejos de ser un bien para las instituciones, con frecuencia se convierteen un obstáculo poderoso para aqu<strong>el</strong> poder que está encargadode animar a las leyes con la acción y la ejecución precisa de lo que <strong>el</strong>lasdisponen.Al retirarse se congratula con <strong>el</strong> gobierno por <strong>el</strong> término f<strong>el</strong>iz deesta sesión extraordinaria, durante la cu<strong>al</strong> no ha suspendido ni un solodía sus trabajos. Lleva.n, pues, los diputados la conciencia de habercumplido con su deber, si bien <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, oprimido por los p<strong>el</strong>igrosimprevistos que han venido a sorprenderlo, no ha podido desarrollartodo <strong>el</strong> programa de libertad, de reforma y de mor<strong>al</strong>idad que la patriademanda para entrar en la vía de la leg<strong>al</strong>idad y de la justicia. Al disolverse,deja sobre <strong>el</strong> gobierno la inmensa responsabilidad de s<strong>al</strong>var lasituación, dejándole a la vez cuantos arbitrios y recursos son bastantespara conseguirlo: los derechos d<strong>el</strong> hombre están suspensos; la Haciendaa merced d<strong>el</strong> gobierno, y éste dispensado de cubrir sus créditos; queda,pues, a su frente abierto un amplio camino para consumar la conquistade los principios.Nada teme <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> d<strong>el</strong> Ejecutivo, y bien conoce que ni su feni su voluntad firnúsima de hacer fructuosa la revolución, han sufrido<strong>el</strong> menor menoscabo: la nación ha visto lo mismo, y por esto le haconcedido notorios votos de confianza; pero en estos momentos solemnesen que sería un sacrilegio engañar <strong>al</strong> pueblo, debe decirse la verdadc-on la más ingenua franqueza: <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> todo lo teme d<strong>el</strong> partidotraidor, que ya en otras ocasiones ha manchado con su contacto a loshombres más inmaculados, que en estos momentos trabaja por atar <strong>al</strong>a nación con las enmohecidas cadenas d<strong>el</strong> Viejo Mundo; todo lo temede aqu<strong>el</strong>la facción que, no logrando <strong>el</strong> poder por <strong>el</strong> medio leg<strong>al</strong> d<strong>el</strong> votopúblico, se infiltra en él de una manera insensible, procura la desunión,da origen a odios recíprocos, y, en fin, derriba con estrépito la administraciónmás sólidamente construida. Nacen estos temores de la vistade los hechos que se h<strong>al</strong>lan <strong>al</strong> <strong>al</strong>cance de todos; no son p<strong>el</strong>igros que laimaginación exagera, y por esto es muy satisfactorio oír hoy de bocad<strong>el</strong> primer magistrado que <strong>el</strong> gobierno a la vez que impulsa las operacionesmilitares, se ocupa en depurar a la administración pública de los<strong>el</strong>ementos que la tienen inficionada y son causa de su parálisis.181


La Providencia, que v<strong>el</strong>a sobre <strong>el</strong> destino de los pueblos, ha depennitir que se cumplan los f<strong>el</strong>ices presentimientos d<strong>el</strong> gobierno, y queesta <strong>Cámara</strong> vu<strong>el</strong>va a reunirse para secundar con sus disposiciones losbeneficios de la paz. La opini6n popular está por la causa de la Reforma;tengamos confianza en <strong>el</strong>la, fe en las instituciones y v<strong>al</strong>or paraoponernos a los enemigos de la sociedad, y habremos s<strong>al</strong>vado a ésta,dejando para nuestros hijos la paz y la ventura, conquistando paranosotros un nombre imperecedero y una b<strong>el</strong>la página en la historia. 33 Buenrostro, t. I,pp. 228·232.DISCURSO PRONUNCIADO POR EL PRESIDENTE DE LAREPUBLICA CON MOTIVO DE APERTURA DE SESIONESEXTRAORDINARIAS DEL CONGRESOCiudadanos representantes:30 de agosto de 1861.El gobierno da la bienvenida a la representaci6n nacion<strong>al</strong> que,abreviando <strong>el</strong> periodo de su receso, vu<strong>el</strong>ve hoy <strong>al</strong> ejercicio de su soberanía.La naci6n y <strong>el</strong> gobierno toman parte con profundo interés eneste acto solemne: comprenden que cada uno de estos sucesos peri6dicosde nuestra existencia constitucion<strong>al</strong>, trae una nueva esperanza y unanueva garantía de vida para nuestras instituciones democráticas. La presenciade la representaci6n nacion<strong>al</strong> inspira además <strong>al</strong> Ejecutivo unsentimiento de fuerza y de confianza. Reunidos en sesi6n los represen·tantes d<strong>el</strong> país, parece que la naci6n está más cerca y más pronta paraprestar apoyo a su gobierno. Este necesita hoy más que nunca de esafuerza poderosa para llevar a cabo la inmensa tarea de la reorganizaci6nadministrativa.El tiempo transcurrido desde que tennin6 la última sesi6n, lo haempleado <strong>el</strong> gobierno hasta donde las emergencias d<strong>el</strong> momento se lohan permitido, en poner las bases de ese trabajo; en formar <strong>el</strong> presupuestogener<strong>al</strong> de la República; en arreglar las oficinas; en dictar todaslas medidas conducentes a la reorganizaci6n econ6mica de la fuerzaannada.No debe extrañarse que aún no sean visibles los frutos de ese trabajo,porque su parte pr<strong>el</strong>iminar ha consistido en arreglos preparatoriosy en disposiciones que demandan <strong>al</strong>gún tiempo para producir resultado.No será sino pasados <strong>al</strong>gunos días cuando irán viéndose losefectos de las medidas que <strong>el</strong> gobierno ha dictado para la concentraci6nde sus rentas en la tesorería gener<strong>al</strong>, y cuando comiencen a producir<strong>al</strong>gún desahogo las economías que se están estableciendo en ia182


organización de las oficinas y d<strong>el</strong> ejército. Entretanto, <strong>el</strong> gobierno hatenido y tiene que luchar con dificultades de todo género; pero se sientesostenido contra esas dificultades por la fe que tiene en <strong>el</strong> programad<strong>el</strong> orden y de probidad que se proclamó hace días. Se siente <strong>al</strong>entadopor la conciencia de que sus esfuerzos se encaminan <strong>al</strong> bien público, yseguirá afrontando las exigencias y aun las c<strong>al</strong>umnias, con <strong>el</strong> v<strong>al</strong>or ydecisión que le inspiran sus deberes y la pureza de sus intenciones. El gobiernotiene además un estímulo en ver que aun a pesar de los inconvenientesque acompañan siempre a los pr<strong>el</strong>iminares de una gran reforma,los principios que constituyen su programa han dado ya <strong>al</strong>gunosfrutos, y que los recursos que de pronto puso en sus manos la ley de 17de julio último, si no han bastado para la pacificación completa de laRepública, han servido para <strong>al</strong>canzar <strong>el</strong> triunfo que hace dos semanascubrió de gloria a los defensores de la Constitución y de la Reforma, ypara ir expeditando las princip<strong>al</strong>es vías de comunicación que los facciosostenían sistemáticamente obstruidas.Para que <strong>el</strong> programa d<strong>el</strong> gobierno y la fe que en él tiene, fructifiquenen mayor esc<strong>al</strong>a, influirá poderosamente en que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>le preste su apoyo; que <strong>el</strong> pensamiento y la voluntad de la <strong>Cámara</strong>sigan correspondiendo como hasta ahora, a las necesidades públicas, yque aplicándose a dar consistencia a la situación, haga volver la confianzaa los espíritus.En los trabajos dirigidos a este fin, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> puede contar conla más plena seguridad de independencia, y estar cierto de que le sirvende custodios todos los Estados de la federación, decididos a conservara todo trance <strong>el</strong> orden constitucion<strong>al</strong>, y <strong>el</strong> gobierno mismo que con <strong>el</strong>apoyo de la opinión persiste en su propósito de reprimir enérgicamentetodo conato subversivo de la leg<strong>al</strong>idad.Concluyo, ciudadanos representantes, haciendo votos, que no sóloson míos, sino de todo <strong>el</strong> país, porque vuestras importantes tareas legislativasconsoliden la Constitución y la Reforma, y establezcan la paz yla confianza en la nación.CONTESTACION DE SEBASTIAN LERDO DE TEJADA,PRESIDENTE DEL CONGRESOSeñor presidente:Después de la lucha de tres años, la nación s<strong>al</strong>udó con inmensojúbilo <strong>el</strong> triunfo de la causa de la Constitución y de la Reforma. Era lavictoria sobre todos los errores profundamente arraigados; sobre toda.slas antiguas preocupaciones; sobre todos los intereses de las clases, quesiempre habían conspirado por sobreponerse a los derechos de la nación.183


La nueva generación que nació y ha crecido bajo <strong>el</strong> influjo de lasideas de la civilización moderna, vio en <strong>el</strong> triunfo de la Constitución<strong>el</strong> de los principios de la autoridad civil y de la libertad individu<strong>al</strong>, yen las conquistas de la Refonna <strong>el</strong> triunfo definitivo de los principios d<strong>el</strong>progreso y de la libertad soci<strong>al</strong>.Fuera de los interesados en medrar en las revu<strong>el</strong>tas y con los abusos,todos los ciudadanos, aun los <strong>al</strong>ucinados con los antiguos errores,pudieron ver con grande satisfacción <strong>el</strong> término de la lucha, porqueél traía consigo <strong>el</strong> imperio de la justicia y de la ley, con todos los beneficiosde la paz.Obtenida la victoria sin transacciones que estorbasen <strong>el</strong> desarrollocompleto de los principios, todas las aspiraciones d<strong>el</strong> partido liber<strong>al</strong> sehan encaminado después d<strong>el</strong> triunfo a procurar que desde luego pudiera<strong>el</strong> pueblo comenzar a disfrutar los beneficios de la revolución, hechaen su nombre y exclusivamente para su bien.Por desgracia, han puesto obstáculos todavía los últimos esfuerzosde los restos de la facción vencida. Manchándose con grandes crímenes,y agitándose sin levantar ninguna bandera, sin proclamar ningúnprincipio político, no han podido inspirar serios temores, pero sí handificultado la marcha regular de la administración. A esta dificultadse ha unido la de h<strong>al</strong>larse agotados los recursos d<strong>el</strong> erario por efecto deerrores pasados y de nuestras prolongadas revu<strong>el</strong>tas.Tropezando <strong>el</strong> gobierno con esos embarazos, ha ocurrido diversasveces a la representación nacion<strong>al</strong>, que animada tan sólo por <strong>el</strong> espíritud<strong>el</strong> bien público, ha otorgado <strong>al</strong> Ejecutivo cuantas autorizaciones lepidió como necesarias para afrontar la situación.Esperó <strong>el</strong> gobierno que las últimas bastarían para regularizar lamarcha de la administración, y con esa confianza acordó hace un mes<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> cerrar sus sesiones extraordinarias. Sin embargo, hoy lasabre de nuevo, porque <strong>al</strong>gunas dificultades experimentadas todavía después,han hecho que los representantes de la nación creyeran convenienteanticipar la reunión d<strong>el</strong> cuerpo legislativo.Inspirado <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> como hasta aquí por los sentimientos d<strong>el</strong> máspuro patriotismo, se ocupará de dictar las resoluciones que puedan conducira que acabe de reorganizarse la administración pública y a que<strong>el</strong> pueblo sienta los beneficios de vivir bajo la protección de la justiciay de la ley, como los mejores medios de que se consoliden todas lasconquistas de la revolución.""Buenrostr


DISCURSO PRONUNCIADO POR EL PRESIDENTE DE LAREPUBLICA EN LA APERTURA DE SESIONES ORDINARIASDEL CONGRESOCiudadanos diputados:16 de septiembre de 1861.El momento en que la representación nacion<strong>al</strong> abre sus sesionesordinarias, es oportuno para que <strong>el</strong> encargado d<strong>el</strong> Ejecutivo le dé cuentade la situación pública y de sus trabajos en estos últimos meses.Al cerrar <strong>el</strong> soberano <strong>Congreso</strong> <strong>el</strong> primer periodo de sus sesiones,<strong>el</strong> espíritu público se h<strong>al</strong>laba impresionado profundamente por <strong>el</strong> incrementoque parecía tomar los restos armados de la facción reaccionaria.Después de perpetrar execrables atrocidades, la subexcitaciónque su<strong>el</strong>en producir los grandes crlmenes había reanimado a los enemigosde la paz pública, hasta <strong>el</strong> punto, si no de poner en p<strong>el</strong>igro larevolución progresista, sí de venir a perturbarla hasta las puertas d<strong>el</strong>a capit<strong>al</strong> en sus trabajos reorganizadores. Por medio de violencias sinejemplo, los cabecillas reb<strong>el</strong>des habían aumentado sus hordas, hastaun número inverosímil. Algunas ventajas casu<strong>al</strong>es obtenidas sobre losdefensores d<strong>el</strong> orden constitucion<strong>al</strong>, obrando en la imaginación pública,fácil de impresionarse, hacían flaquear la confianza en la situación política,y nulificaban los princip<strong>al</strong>es medios de acción d<strong>el</strong> gobierno.Las vias de comunicación se encontraron <strong>al</strong>gunos días completamenteobstruidas; se interrumpió <strong>el</strong> servicio de la estafeta; f<strong>al</strong>tó la seguridadde las personas y de las propiedades, no sólo en los caminos, sino hastaen los grandes centros de población; y <strong>el</strong> gobierno, por efecto de esascircunstancias, vio sus recursos reducidos a las contribuciones ordinariasd<strong>el</strong> Distrito, porque los v<strong>al</strong>ores de la nacion<strong>al</strong>ización exigen todavía labase de la confianza pública y la requieren igu<strong>al</strong>mente los otros arbitriossupletorios a que los gobiernos ocurren, cuando no han llegado aplantear un <strong>sistema</strong> de rentas. Los medios de acción d<strong>el</strong> gobierno feder<strong>al</strong>parecían tanto más limitados en aqu<strong>el</strong>los días cuanto que <strong>al</strong>gunosde los Estados ocupados en proveer a su propia seguridad y en arreglarsu administración especi<strong>al</strong>, parecían desatenderse de los p<strong>el</strong>igros conque <strong>el</strong> c·entro feder<strong>al</strong> se h<strong>al</strong>laba amagado. He aquí los rasgos que caracterizabanla situación pública <strong>al</strong> cerrar esta asamblea <strong>el</strong> primer periodode sus sesiones.El patriotismo, empero, y <strong>el</strong> instinto político de los representantesd<strong>el</strong> pueblo, habían acudido oportunamente en ayuda d<strong>el</strong> Ejecutivo, yantes de entrar en receso la representación nacion<strong>al</strong>, había puesto enmanos de la administración los medios de obrar, de que las circunstanciasla tenían tempor<strong>al</strong>mente privada, votando autorizaciones genero-185


sas y a la <strong>al</strong>tura de la situación. A virtud de ese movimiento de patriotismoy de confianza, se ha logrado que desaparezcan los p<strong>el</strong>igros inmediatosque esta asamblea tenía ante los ojos, <strong>al</strong> suspender a finesde julio <strong>el</strong> ejercicio de su soberanía. Si bien <strong>al</strong>gunas dilaciones inevitablespor parte d<strong>el</strong> Ejecutivo y que tuvieron lugar en la compañía queprecedía <strong>al</strong> triunfo de J<strong>al</strong>atlaco, no han permitido <strong>al</strong> gobierno re<strong>al</strong>izarsu deseo de ammciar en este acto a la representación nacion<strong>al</strong> <strong>el</strong> restablecimientode la paz en toda la República, sí puede ya presentarle enuna perspectiva próxima ese objeto a que se dirigen las aspiracionesde toda la nación. La masa princip<strong>al</strong> de la reacción armada ha desaparecido.Las numerosas bar:das con que los facciosos Ordóñez y Gutiérrezdesolaban los Estados de Tlaxc<strong>al</strong>a y Puebla, y aun osaron atacarla capit<strong>al</strong> de este último, han recibido dos golpes consecutivos, y susr<strong>el</strong>iquias están a punto de recibir <strong>el</strong> postrero.Los reb<strong>el</strong>des d<strong>el</strong> Sur acaban también de sufrir una derrota,que puede tener una influencia decisiva en la pacificación de aqu<strong>el</strong>lascomarcas: la reacción, en suma, no cuenta en estos momentos sino conlas fuerzas mezquinas y desmor<strong>al</strong>izadas que <strong>al</strong> mando de Mejía y de losobstinados fugitivos de J<strong>al</strong>atlaco, pretenden mantener en la Sierra Gord<strong>al</strong>a chispa aspirante de la reacción. Este despreciable resto de la facciónreb<strong>el</strong>de tiene sobre sí fuerzas muy superiores por <strong>el</strong> número y porla pericia de su jefe, <strong>el</strong> digno gobernador de Guanajuato, y habría sidoya destruido si causas independientes de la voluntad d<strong>el</strong> gobiernono hubieran retardado hasta estos últimos días <strong>el</strong> movimiento de lastropas, que deben ir a obrar en combinación con las de Guanajuatoy Querétaro. Los perturbadores d<strong>el</strong> orden soci<strong>al</strong> que en <strong>el</strong> mes dejunio pudieron desgraciadamente jactarse de tener a sus órdenes diezo doce mil reb<strong>el</strong>des, y de poder esquilmar en sus correrías vandálicascuatro o cinco de los más ricos Estados, se han reducido en <strong>el</strong> cursode un mes a dos o tres mil hombres de gente <strong>al</strong>legadiza y desmor<strong>al</strong>izada,que ocupan una comarca estrecha y f<strong>al</strong>ta de recursos.Merced a esto quedan ya expeditas las princip<strong>al</strong>es vías de comunicación,la estafeta comienza de nuevo su servicio regular, y la polid.lpuede v<strong>el</strong>ar más eficazmente sobre la seguridad de las personas y d<strong>el</strong>as propiedades en los campos y en las poblaciones.La opinión sana, representada por todos los que quieren de buenafe <strong>el</strong> restablecimiento d<strong>el</strong> orden y de la paz, no puede menos que reconocerla mejora p<strong>al</strong>pable que en <strong>el</strong> curso de estos últimos meses se haobrado en la situación pública, ni podrá menos que secundar los afanesd<strong>el</strong> gobierno que se propone consumar esta mejora con la pacificacióncompleta d<strong>el</strong> país. El Ejecutivo se lisonjea con la esperanza de llegarpróximamente a ese resultado, y siente para <strong>el</strong>lo una fuerza que no leviene de sí mismo, sino de la opinión nacion<strong>al</strong> y d<strong>el</strong> espíritu dominante186


en los Estados, a quienes se jU2.ga m<strong>al</strong> cuando se les pinta en divorciocon <strong>el</strong> centro feder<strong>al</strong>, y no poseídos como lo están hoy, de un sentimientoque raya en entusiasmo por <strong>el</strong> orden leg<strong>al</strong>~ que han reconquistadoa costa de tantos sacrificios.El avance rápido que en este último periodo han hecho hacia suconsolidación definitiva la revolución y la Reforma, sólo puede dejardescontentos a los que buscan en las obras humanas frutos quiméricosy abortivos, y esperaban que <strong>al</strong> otro día de triunfar la profunda revoluci6nque se ha estado obrando en la República, surgirían como porencanto <strong>el</strong> orden, la paz y la prosperidad, sin considerar que <strong>el</strong> tiempodebía seguir un trabajo lento y difícil para reparar <strong>el</strong> desconciertosoci<strong>al</strong>, político y administrativo, consiguiente a tres años de recios sacudimientos.En este trabajo de orden y de reorganizaci6n, <strong>el</strong> gobierno creehaber dado <strong>al</strong>gunos pasos en estos últimos días. La formaci6n d<strong>el</strong> presupuestogener<strong>al</strong>, la iniciativa para cubrir <strong>el</strong> déficit, la reorganizaci6nde las oficinas, la reforma orgánica d<strong>el</strong> ejército y los trabajos muy avanzadospara lograr la concentraci6n en la tesorería gener<strong>al</strong> de todas lasrentas, son bases bastantes sólidas para levantar sobre <strong>el</strong>las una administraciónregular y ordenada, con s6lo que <strong>el</strong> curso patri6tico de larepresentaci6n nacion<strong>al</strong> secunde en esta materia los esfuerzos d<strong>el</strong>Ejecutivo.Para llegar <strong>al</strong> importante objeto de concentrar las rentas feder<strong>al</strong>esy arreglar su distribuci6n metódica, <strong>el</strong> gobierno tuvo que iniciar a mediadosde julio una medida, cuya tendencia de orden y mor<strong>al</strong>idad fuecomprendida por <strong>el</strong> soberano <strong>Congreso</strong> y dio origen a la ley de 17 d<strong>el</strong>mismo mes. Pero los representantes de las naciones cuyo interés materi<strong>al</strong>resultaba ligeramente afectado por aqu<strong>el</strong> decreto, no hicieron justiciani a las circunstancias que lo hacían necesario hacia las miras queentrañaba, y suspendieron a causa de esa disposición, sus <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> conla República. El soberano <strong>Congreso</strong> tuvo conocimiento de este incidente,desde antes de declararse en receso, y nada ha <strong>al</strong>terado posteriormente<strong>el</strong> estado de esta cuestión. Se está tratando de arreglarla conlos gobiernos respectivos, y <strong>el</strong> de México tiene razones para creer queterminará por una solución satisfactoria, no sólo porque ninguna de laspotencias de Europa quiera suscitar dificultades a una naci6n, que despuésde tantas convulsiones está haciendo esfuerzos supremos por consolidarsu organización política y su administración, sino también porque<strong>el</strong> gobierno de la República está apurando todos sus arbitrios, a fin deque se abrevie todo lo posible la suspensión a que sólo por la imperios<strong>al</strong>ey de la necesidad está sujeta la deuda públi


tus bien intencionados pero impacientes o de poca fe, que se <strong>al</strong>armanpor las ligeras fluctuaciones que su<strong>el</strong>e experimentar aún la nave de 13revolución. El actu<strong>al</strong> encargado d<strong>el</strong> Ejecutivo a quien cupo <strong>el</strong> honorde empuñar <strong>el</strong> timón en los días de verdadera borrasca, declara solemnementeque su fe en llevar a buen puerto la Reforma y la Constitución,no ha flaqueado ni un instante con las dificultades de la situación, yque seguirá afrontándolas con ayuda de la nación y de sus legítimosrepresentantes. Esta sucesión regular con que <strong>el</strong> soberano <strong>Congreso</strong> dejay reasume a su <strong>al</strong>bedrío o conforme a la Constitución <strong>el</strong> ejercicio de susoberanía, es un síntoma de que la revolución fructifica ya en <strong>el</strong> ordenpolítico, y de que comienzan a tener solidez y consistencia las instituciones.El Ejecutivo procurará siempre que a la sombra de <strong>el</strong>los conserv<strong>el</strong>a representación nacion<strong>al</strong> toda su majestad y todo su poder, y que ennada se menoscabe la inviolabilidad d<strong>el</strong> pueblo personificado en susrepresentantes.CONTESTACION DE JaSE MARIA BAUTISTA, PRESIDENTEDEL CONGRESOCiudadano presidente:La República mexicana que, desde su emancipación política vierarotas las cadenas de una dominación de tres siglos, aspira a su engrandecimientoy libertad; y cuarenta años transcurridos no han bastadopara establecer y fijar los principios conquistados con sangre por susprimeros libertadores. Camina sin embargo a su fin, venciendo obstáculosy despreciando inconvenientes, y ni <strong>el</strong> temor de las dificultades,ni las maquinaciones de sus enemigos, ni la esquivez de la fortuna, hanpodido detenerla en <strong>el</strong> curso natur<strong>al</strong> de la grandeza humana.Fija su atención <strong>al</strong>guna vez en la perversidad de sus hijos, cuandola quieren llevar por caminos extraviados, pero marcha con firmezasegún <strong>el</strong> impulso poderoso de la ley d<strong>el</strong> progreso, y no hay fuerza bastanteque la obligue a retroceder, vencedora una y mil veces en <strong>el</strong>terreno de las instituciones.Así, pues, se explican sus conquistas por la libertad hasta 1821, Ylas victorias obtenidas por <strong>el</strong> gobierno hasta 1861, y si es verdad que lacausa liber<strong>al</strong>, según dijera un orador contemporáneo, pierde más porlos ataques de los suyos que por los embates de sus contrarios, esto y mástodavía la dejan con vigor para sobreponerse a ese torrente de desgraciashasta lograr <strong>el</strong> propósito de sus primeros héroes.El <strong>Congreso</strong> reformista de la Unión de 1861 cree haber compren-188


dido esta necesidad patria; y si bien aún no pasa la tonnenta levantadade improviso en <strong>el</strong> seno mismo de la representación nacion<strong>al</strong>, e hija enverdad d<strong>el</strong> deseo de llegar pronto a la perfectibilidad de la Refonna,<strong>el</strong>la ni puede durar sino lo que dura una sustancia natur<strong>al</strong> desprendidad<strong>el</strong> punto céntrico de su gravedad, ni puede servir más que para coadyuvar<strong>al</strong> mismo pensamiento por un camino diverso d<strong>el</strong> recto natur<strong>al</strong>.Las pasiones, sin dejar de ser nobles en ciertas ocasiones, <strong>al</strong>ejan<strong>al</strong> individuo d<strong>el</strong> sendero de la verdad; mas ésta es tan poderosa, que <strong>al</strong>instante se procura un lugar en <strong>el</strong> combate y arroja con denuedo <strong>el</strong>error y la ilusión. Creedme, pues, ciudadano presidente, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>de la Unión está compuesto de verdaderos demócratas, y si por un momentose contrarían en él los medios de buscar la f<strong>el</strong>icidad patria, todosaspiran a su engrandecimiento, y pronto acaso se acordarán en conseguirlo,con sólo <strong>el</strong> instinto de acatar la voluntad nacion<strong>al</strong>, <strong>el</strong> poder soberanode los pueblos.Enorgullecido éste por la majestad de su fuerza inexpugnable ycien veces vencido <strong>el</strong> bando antiprogresista en una p<strong>el</strong>ea sangrienta detres años, no puede aún verse libre d<strong>el</strong> contagio en la mor<strong>al</strong> y en todaslas instituciones, porque es una verdad reconocida que es más fácildestruir una potencia annada en prolongada lucha, que establecer lapaz y la seguridad pública en una sociedad que ha sido presa de laguerra civil. ¿Y cuál ha sido esta guerra que aún convierte en ruinaslos mejores <strong>el</strong>ementos d<strong>el</strong> poder? La facción retrógrada que, ni pideni da cuart<strong>el</strong>, como se explica <strong>el</strong>la misma, ni se detiene en los mediosde herir sacrílegamente en <strong>el</strong> corazón de la patria.Enseñoreada por <strong>al</strong>gún tiempo de los destinos de México, barrid<strong>al</strong>a riqueza pública, destruida la mor<strong>al</strong> y fomentado <strong>el</strong> vicio en todassus defonnidades, era imposible que <strong>el</strong> gobierno vencedor pudiera deun golpe remediar tan graves m<strong>al</strong>es, por más que los deseos humanospidan la consolidación d<strong>el</strong> orden público y <strong>el</strong> bienestar de la sociedad,obra sólo d<strong>el</strong> tiempo y de la constancia y finneza en los principios.El <strong>Congreso</strong> de la Unión, en medio de t<strong>al</strong>es exigencias, abrió sussesiones extraordinarias <strong>el</strong> 30 d<strong>el</strong> pasado agosto, ocupándose de <strong>al</strong>gunasmedidas que reclamaba con presteza <strong>el</strong> orden público; y su división endos partidos, leg<strong>al</strong>ista <strong>el</strong> uno, de oposición <strong>el</strong> otro, deja <strong>entre</strong>ver unaépoca de esperanzas, si como se dice, los dos llevan por enseña políticaLibertad y Reforma.Estas divisiones acaso sean convenientes en <strong>el</strong> parlamento, con t<strong>al</strong>que no pugnen en la esencia de las cosas, porque despiertan en <strong>el</strong> espíritupúblico, interesan verdaderamente las cuestiones, se depuran loshechos con más precisión, y si no exceden los límites que demarcanlas instituciones, brindan un campo vasto en la discusión, y así triunfancon más brillo la razón y la verdad.189


T<strong>al</strong> vez la divisi6n a que <strong>al</strong>udo no <strong>entre</strong> en <strong>el</strong> número de mis apreciaciones;pero si <strong>el</strong> gobierno nos diese nuevas pruebas de portar aqu<strong>el</strong>laenseña y sus hechos corresponden a las exigencias, no ya de partido d<strong>el</strong>a oposici6n sino de la naci6n mexicana que quiere justicia en todo ypara todos, severidad y energía contra los trastornadores d<strong>el</strong> orden público;garantías para <strong>el</strong> pueblo, vida en la administraci6n y avance enla Refonna, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> de la Uni6n será uno solo; la divergencia queen él se advierte hoy, se convertirá en la expresi6n que c<strong>al</strong>ifica su mismonombre, ocupándose de los importantes trabajos que demanda latriste situaci6n d<strong>el</strong> país; volverá la vida a la administraci6n pública,y será <strong>el</strong> más finne apoyo de la Constituci6n y de las leyes.:;~ Buenrostro, t. J,pp. 277-280.DISCURSO PRONUNCIADO POR EL PRESIDENTE DE LAREPUBLICA AL CERRARSE LAS SESIONES ORDINARIASDEL CONGRESOCiudadanos diputados:15 de diciembre de 1861.Vais a suspender vuestras funciones legislativas en medio de las circunstanciasmás difíciles que han rodeado a México desde su independencia.Vuestras últimas resoluciones ocurren, sin embargo, a la grandenecesidad d<strong>el</strong> momento, puesto que <strong>al</strong> retiraros habéis concedido <strong>al</strong>Ejecutivo todas las facultades que necesita para hacer frente <strong>al</strong> p<strong>el</strong>igroque nos amenaza.El gobierno, que ve en esas facultades un aumento de inmensaresponsabilidad, y que las va a ejercer s6lo en nombre de la representaci6nnacion<strong>al</strong>, sin más título que la emergencia apremiante de lascircunstancias ni más objeto que la s<strong>al</strong>vaci6n de la República, sientetanto temor <strong>al</strong> aceptarlas, como deseo de devolverlas <strong>al</strong> poder soberanode quien derivan.El carácter supremo de estos momentos no hace flaquear, con todo,la esperanza que <strong>el</strong> gobierno ha manifestado en otra ocasi6n comoahora, de conjurar los p<strong>el</strong>igros que amenazan a nuestra nacion<strong>al</strong>idad,y de restablecer la paz a la sombra de la ley y de la libertad. En empresatan ardua <strong>el</strong> gobierno tiene como garantías de buen éxito <strong>el</strong> patriotismode los mexicanos y <strong>el</strong> espíritu de raz6n y de equidad de las otras naciones.El gobierno mexicano permanece fi<strong>el</strong> a sus sentimientos de paz yde simpatía para los otros pueblos,. y de le<strong>al</strong>tad y de moderaci6n parasus representantes, y espera conseguir que los gobiernos europeos, cuyojuicio han procurado extraviar los enemigos de nuestra libertad, con190


especto a la situación de la República, lleguen a ver en lo que <strong>al</strong>egancomo agravios una consecuencia inevitable de una revolución <strong>al</strong>tamentehumanitaria que <strong>el</strong> país inició hace ocho años, y que comienza are<strong>al</strong>izar sus promesas, no sólo para los mexicanos, sino aun para losmismos extranjeros.Fácil es que éstos comprendan que la revolución reformadora queha herido pasajera y ocasion<strong>al</strong>mente <strong>al</strong>gunos intereses, va a colocarsobre una base sólida cuanto hay de más precioso en <strong>el</strong> orden mor<strong>al</strong> ymateri<strong>al</strong> para todos los habitantes de una nación, y que está ya sustituyendola libertad r<strong>el</strong>igiosa, las franquicias d<strong>el</strong> comercio y la fraternidadpara con los emigrados de otros países, <strong>al</strong> <strong>sistema</strong> de suspicacia y de exclusivismoque dominó hasta hace poco en la política interior de la República.Los otros pueblos no pueden olvidar sino momentáneamente<strong>el</strong> interés que tienen en ayudarnos con su simpatía a consolidar unarevolución cuyos frutos recogerán como nosotros mismos.Por esto es que <strong>el</strong> gobierno espera que en la guerra con que estáamagada la República, se dejarán escuchar la razón, la justicia y laequidad, y que antes que con <strong>el</strong> poder de las armas, <strong>el</strong> p<strong>el</strong>igro se conjurecon un arreglo justo y equitativo, compatible con <strong>el</strong> honor y dignidadde la nación. Pero si así no fuere, si resultare frustrada nuestraesperanza, <strong>el</strong> gobierno empleará toda la energía que inspira <strong>el</strong> amora la patria y la conciencia d<strong>el</strong> deber, para impulsar <strong>al</strong> país a la defensade su revolución y su independencia, teniendo como seguridades de buensuceso, la justicia de nuestra causa y <strong>el</strong> patriotismo que en todos lospueblos de la República se ha avivado <strong>al</strong> solo anuncio de que puedep<strong>el</strong>igrar la independencia de la patria.El gobierno hará su deber, y si, como no lo duda, México, por unsupremo esfuerzo de sus hijos, se s<strong>al</strong>va de la guerra extranjera, si lograver restablecida la paz, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> en su próximo periodo vendrá autilizar esa conquista dictando leyes sabias que consoliden la independencia,la libertad y la Reforma.CONTESTACION DE VICENTE RIVA PALACIO,PRESIDENTE DEL CONGRESOCiudadano presidente:Es una ley de la humanidad <strong>el</strong> progreso; pero éste, para desarrollarseen todos los pueblos, ha necesitado de esas terribles crisis que s<strong>el</strong>laman revoluciones.La historia nos enseña que todas las naciones, para llegar a la reformay a la verdadera civilización, han tenido que pa~r por pruebasterribles y por dolorosos sacrificios, y se han visto muchas veces a los191


pueblos más poderosos tocar <strong>el</strong> borde d<strong>el</strong> abismo, pero s<strong>al</strong>varse sin embargopor la fe y por la unión <strong>entre</strong> sus hijos.México atraviesa en este momento por medio de una de esas comprometidassituaciones, porque <strong>el</strong> sacudimiento que ha sido necesariohacer sentir a esta sociedad para plantear la reforma y producir la regeneraciónd<strong>el</strong> país, ha suscitado inmensas dificultades tanto en <strong>el</strong> interiorcomo en <strong>el</strong> exterior de la República.El <strong>Congreso</strong> de la Unión comprendió <strong>el</strong> estado de las cosas, y sustrabajos han demostrado que su atención se ha dividido <strong>entre</strong> la contiendacivil que nos devora y la guerra extranjera que nos amenaza, yha expedido leyes que sofoquen en cuanto sea posible la primera, y queimpidan a preparar a la nación la segunda.Se ha dado la ley que ampara a los ciudadanos en <strong>el</strong> goce de lasgarantías que les concede <strong>el</strong> Código fundament<strong>al</strong>; esta ley, fruto de largasdiscusiones, es, por decirlo así, <strong>el</strong> complemento de la Constitución,que asegura los derechos d<strong>el</strong> hombre y d<strong>el</strong> ciudadano, y abre los tribun<strong>al</strong>esa las quejas de los que sientan heridos sus derechos por cu<strong>al</strong>quierade las autoridades de la federación o de los Estados.Sin esta ley re<strong>al</strong>mente las garantías no estaban sino prometidas,porque no existía ni <strong>el</strong> modo ni <strong>el</strong> tribun<strong>al</strong> que debía reprimir en loscasos particulares extr<strong>al</strong>imitación de poder con perjuicio de individuo,y éste veía remota la indemnización d<strong>el</strong> perjuicio que se le ocasionarapor un agente d<strong>el</strong> poder que no tenía juez sobre la tierra.Se han aprobado los trabajos post<strong>al</strong> y de extradición c<strong>el</strong>ebradosen los Estados Unidos d<strong>el</strong> Norte, respetándose los principios que hamucho tiempo constituyen una fase de la civilización de México; seha convenido expresamente en que ni los responsables de d<strong>el</strong>itos políticosni los esclavos, puedan jamás ser objeto de extradición. Así, por unpacto internacion<strong>al</strong> con los Estados Unidos, quedará sancionada parasiempre la libertad d<strong>el</strong> esclavo por <strong>el</strong> hecho de pasar <strong>al</strong> territorio mexicano,y <strong>el</strong> olvido d<strong>el</strong> que por un error político haya huido a la naciónvecina, dominado por <strong>el</strong> remordimiento de haber cooperado a las desgraciasde su patria.En <strong>el</strong> anterior periodo de sesiones, y por iniciativa d<strong>el</strong> Ejecutivo,<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> decretó la ley de 17 de julio, que <strong>entre</strong> otras cosas suspendía<strong>el</strong> pago de las convenciones diplomáticas; los miembros d<strong>el</strong> gabineteesperaban, y así lo indicaron a la <strong>Cámara</strong>, que esta ley no produciríaun conflicto con las potencias cuyos pagos se iban a suspender; y tantopor esto cuanto por <strong>el</strong> derecho de la propia conservación, pues aqu<strong>el</strong>losmomentos eran terribles para <strong>el</strong> país, se decretó por dos años la suspensiónde todos los pagos, incluso los de las convenciones.Pero nuestras <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> diplomáticas tuvieron que resentirse conesta ley, y <strong>el</strong> Ejecutivo presentó a la <strong>Cámara</strong> como una solución a las192


dificultades con Inglaterra, <strong>el</strong> tratado c<strong>el</strong>ebrado <strong>entre</strong> <strong>el</strong> ministro deMéxico y <strong>el</strong> ministro plenipotenciario de S. M. B.Las estipulaciones de este tratado parecieron a la <strong>Cámara</strong> gravosaspara la nación: en él se reconocía y cubría con <strong>el</strong> pab<strong>el</strong>lón británico,además de la convención inglesa, la deuda contraída en Londresen 1823 y <strong>el</strong> pago de la cantidad tomada por <strong>el</strong> llamado gobiernode Miramón en la casa n° 11 de la c<strong>al</strong>le de Capuchinas. Para <strong>el</strong> pago detodos estos créditos, la nación sacrificaba una no muy pequeña parted<strong>el</strong> producto de sus aduanas, bajando <strong>al</strong> mismo tiempo los aranc<strong>el</strong>es y<strong>al</strong>zando las prohibiciones establecidas.Nada, sin embargo, hubiera sido la cuestión en cifras, a pesar desu grande importancia, si ese tratado no hubiera contenido tambiénestipulaciones humillantes para la dignidad de la República. Los bonosnacion<strong>al</strong>es que debían emitirse en virtud de este tratado, necesitabanpara su v<strong>al</strong>idez llevar <strong>al</strong> lado de la firma de nuestro ministro de Haciend<strong>al</strong>a firma d<strong>el</strong> agente de nuestros acreedores. Por semejante condición,<strong>el</strong> pap<strong>el</strong> que se emitía, como que se abonaba por cuenta dederechos, tenía una verdadera representación monetaria y sin v<strong>al</strong>or, f<strong>al</strong>tándol<strong>el</strong>a firma d<strong>el</strong> agente de los acreedores. Ningún país d<strong>el</strong> mundohubiera pasado por semejante humillación, y México, consintiendo en<strong>el</strong>lo, hubiera, por decirlo así, consentido en s<strong>el</strong>lar su moneda con lasarmas de Inglaterra.Los administradores y empleados de nuestras aduanas quedabansujetos a una verdadera tut<strong>el</strong>a ejercida por los agentes consulares o porlos apoderados o agentes de los acreedores ingleses que podían pedirpara su revisión todos los libros y documentos de las aduanas.El <strong>Congreso</strong> vio en todo esto la intervención; vio en todo <strong>el</strong> b<strong>al</strong>dóny la deshonra para la República.La soberanía de las naciones no puede conservarse desde <strong>el</strong> momentomismo que <strong>el</strong>la no tiene absoluta independencia en <strong>el</strong> más pequeñode sus actos, porque <strong>el</strong> individuo en sociedad puede 'ser libre ydepender de una autoridad y tener un juez; pero una nación no puededepender de nadie, no debe tener más juez de sus acciones que laProvidencia. El <strong>Congreso</strong> también quiere la paz, la quiere en nombrede la República, la quiere a toda costa y con cu<strong>al</strong>quier sacrificio; peronunca con mengua de la honra nacion<strong>al</strong> ni de la soberanía e independenciade México.El honor de México estaba comprometido de una manera vergonzosaen ese tratado, y <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> lo reprobó sin vacilar.Mas como una prueba de mor<strong>al</strong>idad de la nación, dispuesta siemprea cubrir sus compromisos, y de que no era <strong>el</strong> interés <strong>el</strong> resorte quemovió a la representación nacion<strong>al</strong> a desechar <strong>el</strong> tratado, la ley de 17de julio que suspendió <strong>el</strong> pago de las convenciones diplomáticas fuederogada en esta parte <strong>al</strong> día siguiente de cuando <strong>el</strong> tratado se reprobó,193


mandándose pagar además los dividendos que no se hubieran satisfechoen <strong>el</strong> tiempo que duró la suspensión por causa de la ley.La guerra, sin embargo, aparece como segura; la España aprestauna escuadra, <strong>el</strong> ministro d<strong>el</strong> emperador de los franceses pide su pasaportey se retira, y la amenaza de una liga <strong>entre</strong> Francia, España eInglaterra contra México, se presenta en <strong>el</strong> Oriente como una tempestad:en estos momentos solemnes la <strong>Cámara</strong> creyó necesario que laRepública se aprestase para <strong>el</strong> combate; México no es una nación débilY enferma como la han querido pintar las naciones europeas, y 8ibien las sangrientas guerras civiles le han quitado una parte de su fuerza,la unión de sus hijos todos la pueden presentar poderosa. Hija deeste convencimiento, la ley rle amnistía viene a preocupar la uniónde todos los mexicanos con <strong>el</strong> olvido de los d<strong>el</strong>itos políticos.La defensa de la patria es la hermosa oportunidad que la Providenciaofrece a los que aún combaten con las armas en la mano <strong>al</strong>gobierno legítimamente constituido, para dejar esa actitud amenazadora,viniéndose a agrupar para comenzar la defensa nacion<strong>al</strong> en derredorde esa bandera que nos legaron nuestros padres <strong>al</strong> darnos la independencia.México habrá tenido partidos políticos cuyas profundas divisioneshan empapado en sangre a la República; pero México no ha tenido nitendrá traidores que vayan a engrosar las filas de los enemigos d<strong>el</strong> país.Por un decreto d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> antes de cerrar sus sesiones, ha autorizadoomnímodamente <strong>al</strong> Ejecutivo para que dicte todas las medidasque juzgue necesarias en las presentes circunstancias para afrontar lasituaci6n, s<strong>al</strong>vando sólo la independencia e integridad d<strong>el</strong> territorio ylos principios de la Constituci6n y de la. Reforma. Por esto la mayorprueba de confianza que jamás una asamblea legislativa haya dado en<strong>el</strong> país <strong>al</strong> depositario d<strong>el</strong> Ejecutivo, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> fía a este poder la s<strong>al</strong>vaciónde la República, porque está convencido de que en los momentossolemnes, la energía y <strong>el</strong> acierto dependen casi siempre de la unidaden la acci6n, y este pensamiento está consignado también en nuestrocódigo fundament<strong>al</strong> en la parte que autoriza <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> para conceder<strong>al</strong> Ejecutivo facultades extraordinarias.Inc<strong>al</strong>culable es <strong>el</strong> peso que lleva sobre sus hombros <strong>el</strong> Ejecutivo;terrible es la responsabilidad que de hoy en ad<strong>el</strong>ante va a reasumir élsolo; pero también inmensos son los recursos que se ponen a su disposici6n,y omnímodas las facultades que se le <strong>entre</strong>gan.La consideraci6n sola de la necesidad de s<strong>al</strong>var <strong>al</strong> país, decidieron<strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> a dar este paso; d<strong>el</strong> Ejecutivo depende, y nada más de él,s<strong>al</strong>var a la República o precipitarla en un abismo.La asamblea nacion<strong>al</strong> suspende hoy sus trabajos legislativos, peroestará siempre en expectativa como <strong>el</strong> centin<strong>el</strong>a de las libertades públicas,y pronta para reunirse en <strong>el</strong> momento en que su presencia sea194


6 Buenrostro, t. ll,pp. 79-82.necesaria para <strong>el</strong> bien de su patria; entonces recibirá d<strong>el</strong> Ejecutivocuenta de ese poder que hoy <strong>entre</strong>ga en sus manos con tan ciegaconfianza.Si la cuestión extranjera no se arregla pacíficamente; si <strong>el</strong> cuadrode la guerra se desarrolla en nuestro país, combatiremos, y la justicia denuestra causa y <strong>el</strong> amor de nuestra patria, presen~arán más o menoscercano, pero siempre risueño y verdadero, un porvenir para México,y Dios v<strong>el</strong>ará por la República. 6DISCURSO PRONUNCIADO POR EL PRESIDENTE DE LAREPUBLICA AL ABRIRSE EL SEGUNDO PERIODO DESESIONES ORDINARIASCiudadanos representantes:15 de abril de 1862.El precepto constitucion<strong>al</strong> que me impone <strong>el</strong> deber de aSIstir aeste acto solemne para imponer a los d<strong>el</strong>egados d<strong>el</strong> pueblo <strong>el</strong> estado queguarda <strong>el</strong> país, me proporciona la oportunidad de tributar un homenajepúblico <strong>al</strong> patriotismo de esta asamblea, cuyos dignos miembros hanarrostrado todos los obstáculos propios de las circunstancias para venira tomar su puesto y dividir con <strong>el</strong> Ejecutivo las dificultades y los p<strong>el</strong>igrosde la situación. La gravedad de ésta no ha podido ocultárs<strong>el</strong>es.Los acontecimientos que se han sucedido durante <strong>el</strong> receso de la <strong>Cámara</strong>,han sido de t<strong>al</strong> magnitud y han fijado de t<strong>al</strong> manera la atenciónde la República, que casi es inútil referirlos para dar idea de la situaciónque han venido a determinar.En cuanto a la que guarda interiormente <strong>el</strong> país, nadie puede conocerlacomo los miembros de esta asamblea, que llegan en estos momentosde los dichos Estados de la federación. La República toda continúafi<strong>el</strong>mente adicta <strong>al</strong> orden de cosas por cuya conquista ha hechotantos sacrificios. El régimen constitucion<strong>al</strong> sigue funcionando con ungrado de regularidad que no era de esperarse en circunstancias tananorm<strong>al</strong>es como las presentes, y la presencia aquí mismo de los representantesde todos los Estados es de <strong>el</strong>lo una prueba p<strong>al</strong>pable. Ciertasdificultades loc<strong>al</strong>es que se habían hecho sentir en varios círculos de lafederación y que han venido de inconvenientes que hay para volver aentrar en la vida norm<strong>al</strong> después de una revolución profunda y prolongada,han desaparecido incluyendo aun la que había tomado mayoresproporciones: la d<strong>el</strong> Estado de Tamaulipas. Bajo este aspecto <strong>el</strong> p<strong>el</strong>igroque amaga <strong>al</strong>gún tiempo ha la nacion<strong>al</strong>idad mexicana ha tenido una195


influencia s<strong>al</strong>udable, no menos que las medidas dictadas por <strong>el</strong> gobiernodeclarando <strong>el</strong> estado de sitio en <strong>al</strong>gunas demarcaciones para aplazarlas cuestiones loc<strong>al</strong>es y concentrar toda la vit<strong>al</strong>idad de la República enla defensa nacion<strong>al</strong>. Bien que esas medidas hubieran sido ineficaces sin<strong>el</strong> patriotismo ejemplar de los Estados que se han resignado sin dificultad<strong>al</strong> receso pasajero de sus poderes nonn<strong>al</strong>es y han sabido posponersus intereses peculiares <strong>al</strong> gran interés de la s<strong>al</strong>vación nacion<strong>al</strong>. Esteespíritu patriótico y esta tendencia de unidad se han expresado especi<strong>al</strong>mentedesde que la ruptura de los pr<strong>el</strong>iminares de la Soledad por partede los plenipotenciarios de Francia, ha puesto en perspectiva para lanación la necesidad de defender con las annas su independencia.El gobierno siente mayor <strong>al</strong>iento para afrontar esta deplorablenecesidad, <strong>al</strong> verse en medio de los representantes de los Estados quesimbolizan la unidad de la República. Cada uno de <strong>el</strong>los es una prendaviva de que <strong>el</strong> pueblo mexicano está resu<strong>el</strong>to a agruparse <strong>al</strong>rededor desu pab<strong>el</strong>lón y de sus instituciones, y aún no repuesto todavía de las dosgrandes guerras que le han dado patria y libertad, a s<strong>el</strong>lar de nuevocon su sangre la independencia, la Constitución y la Refonna.La sobreexcitación actu<strong>al</strong> d<strong>el</strong> espíritu pl¡blico dará además exc<strong>el</strong>entesfrutos, no sólo en la defensa contra la agresión extranjera, sino en lapacificación interna de la República, y es una probabilidad más debuen suceso en las combinaciones que <strong>el</strong> gobierno está desarrollandopara exterminar las gavillas, que sin un plan político y sin una solaconsonancia en la opinión pública, extorsionan las poblaciones indefensascon <strong>el</strong> robo, <strong>el</strong> incendio y <strong>el</strong> asesinato.La cuestión diplomática que tanta gravedad había adquirido <strong>al</strong>cerrar esta asamblea sus últimas sesiones, ha ido tomando fases progresivamenteinteresantes hasta llegar a la última, bajo la cu<strong>al</strong> <strong>el</strong> gobiernola ha presentado en su reciente manifiesto a la nación. Esta sabeya que apenas los plenipotenciarios de las naciones <strong>al</strong>iadas desembarcaronen la República y pudieron ver por sus propios ojos los hechos qu<strong>el</strong>a intriga y la c<strong>al</strong>umnia han logrado adulterar en Europa, se disiparonlas preocupaciones en que venían imbuidos r<strong>el</strong>ativamente <strong>al</strong> estado d<strong>el</strong>país y tributaron en los pr<strong>el</strong>iminares de la Soledad un homenaje a l<strong>al</strong>egitimidad de los poderes constitucion<strong>al</strong>es, renunciando a toda intervenciónen los asuntos domésticos de la República, y fijando desde luego<strong>el</strong> día en que debieran abrirse las conferencias para <strong>el</strong> arreglo de lascuestiones de nación a nación.Empero los representantes d<strong>el</strong> gobierno francés, después de habertomado parte en este acto de buena fe y de justicia, prestaron la sombrade su bandera a un hombre manchado con <strong>el</strong> crimen de la traición,que ha puesto en subasta pública en Europa la independencia de supatria, y prestándose gradu<strong>al</strong>mente a esa influencia espuria han venido196


<strong>al</strong> extremo de romper <strong>el</strong> pacto solemne con que se habían ligado a lafaz de la nación y d<strong>el</strong> mundo entero.Al dar este paso injustificable, revocan también en duda la legitimidadd<strong>el</strong> poder que pocos días antes habían reconocido como leg<strong>al</strong>y sólido, retractan virtu<strong>al</strong>mente la protesta de no intervenir en nuestrapolítica interior, y arrogándose un derecho que la razón humana condenay de que todas las potencias contemporáneas se han convenidoen abstenerse, en obsequio de la justicia, de la civilización y de la pazunivers<strong>al</strong>, anuncian que harán uso de la fuerza en favor de un bandovencido en la República por las armas y por la opinión nacion<strong>al</strong>. Enla situación a que ha dado origen esta violación inesperada de un pactosolemne, <strong>el</strong> gobierno no ha hecho más que aplicar su norma constantede conducta en las <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> internacion<strong>al</strong>es; encerrarse en los límitesde una prudente moderación, abstenerse de todo acto agresivo, y prepararsea rep<strong>el</strong>er la fuerza con la fuerza. Por azarosa que sea la luchaa que <strong>el</strong> país es provocado, <strong>el</strong> gobierno sabe que las naciones tienenque luchar hasta s<strong>al</strong>varse o sucumbir cuando se intenta ponerlas fuerade la ley común y arrancarles <strong>el</strong> derecho de existir por sí mismas y deregirse por voluntad propia. En este sentido, <strong>el</strong> Ejecutivo se ha vistoadmirablemente secundado por <strong>el</strong> espíritu nacion<strong>al</strong>, y tiene la certidumbrede que lo será también por <strong>el</strong> patriotismo de esta asamblea.El gobierno abriga la esperanza de que las diferencias pendientescon las otras dos potencias, que a más de la Francia tomaron parte enla Convención de Londres, se arreglarán por medio de negociacionespacíficas. Hay una garantía de <strong>el</strong>la en la conducta reciente de los dignosrepresentantes de esas dos naciones, y en <strong>el</strong> propósito d<strong>el</strong> gobiernode llevar con <strong>el</strong>las <strong>el</strong> espíritu de conciliación y de diferencia hastadonde la razón y la dignidad nacion<strong>al</strong> lo permita.Las <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> con las demás potencias amigas no han tenido más<strong>al</strong>teración durante <strong>el</strong> receso de la <strong>Cámara</strong>, que los indicios que advierte<strong>el</strong> gobierno de que en la prueba que se prepara a la República, no lef<strong>al</strong>tarán las simpatías y acaso <strong>el</strong> concurso de otros pueblos. Las repúblicasamericanas dan muestras de comprender que los sucesos de queMéxico está siendo teatro, afectan <strong>al</strong>go más que la nacion<strong>al</strong>idad mexicana,y que <strong>el</strong> golpe que contra <strong>el</strong>la se asesta, heriría no sólo una nación,sino a todo un continente. La República de Perú se ha servido de unamisión especi<strong>al</strong> para expresar su simpatía eficaz por México con moti­VO de la crisis que atravesamos. El gobierno se propone seguir cultivandoempeñosamente las <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> cordi<strong>al</strong>es con todas las naciones amigas,y utilizar las simpatías especi<strong>al</strong>es de que <strong>al</strong>gunas de <strong>el</strong>las le estándando pruebas.La representación nacion<strong>al</strong> cerró su último periodo de sesiones conun acto de confianza inspirado por las dificultades de la situación.Estas han aumentado notablemente, y <strong>el</strong> gobierno, que tiene la con-197


ciencia de haber hecho un uso patriótico d<strong>el</strong> poder extraordinario conque le invistió <strong>el</strong> cuerpo Legislativo, aguarda de él hoy <strong>el</strong> mismo gradode confianza con que la representación nacion<strong>al</strong> le honr6 en días menosdifíciles. El Ejecutivo ve la inst<strong>al</strong>ación de esta asamblea como un ejércitopróximo a combatir; ve la llegada de un refuerzo, porque sabe quede ning{ill poder propiamente nacion<strong>al</strong> debe esperar más que ayudae incremento en la energía de acción, que hacen tan necesaria las emergenciasactu<strong>al</strong>es. El gobierno está seguro de que este cuerpo soberano,durante las sesiones que hoy inaugura, servirá de foco <strong>al</strong> espíritu públicoque se expresa en todos los ámbitos d<strong>el</strong> país, inspirando hasta a los ciudadanosmás oscuros, sacrificios que tienen por objeto <strong>al</strong>lanar las dificultadesque puedan embarazar la marcha d<strong>el</strong> gobierno, y poner ensus manos <strong>el</strong>ementos con que poder dominar la situación.CONTESTACION DE SEBASTIAN LERDO DE TEJADA,PRESIDENTE DEL CONGRESOSeñor presidente:En cumplimiento d<strong>el</strong> precepto constitucion<strong>al</strong>, los representantesd<strong>el</strong> pueblo abren hoy <strong>el</strong> segundo periodo anu<strong>al</strong> de sus sesiones.Durante él debe <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> en tiempos norm<strong>al</strong>es consagrar unaatención especi<strong>al</strong> a examinar las cuentas y votar <strong>el</strong> presupuesto, fijandolps gastos de la administración y decretando los impuestos necesarios.Ha querido <strong>el</strong> código fundament<strong>al</strong>, con prudente sabiduría, que <strong>el</strong><strong>Congreso</strong>, en <strong>el</strong> segundo periodo de sus sesiones, cumpla preferentementeuno de los objetos más importantes d<strong>el</strong> <strong>sistema</strong> representativo entodo lo que se refiere <strong>al</strong> progreso y mejoras de la condición soci<strong>al</strong>, <strong>al</strong>os intereses de la hacienda y a las exigencias d<strong>el</strong> crédito público.Para consolidar <strong>el</strong> régimen constitucion<strong>al</strong> y disfrutar los bienesd<strong>el</strong> <strong>sistema</strong> representativo, <strong>el</strong> pueblo mexicano, sin detenerse por lamagnitud de los sacrificios, ha luchado con constancia y con fe hastavencer las resistencias interiores de los que tenían interés en oponersea los principios de la libertad, de la reforma y de la civilización. Sinembargo, lejos de acabar para la República los días de prueba, hoy seve sujeta a otra mayor por la injusta agresión de enemigos exteriores.Los gobiernos de tres naciones europeas c<strong>el</strong>ebraron la Convenciónde Londres, de 31 de octubre de 1861 para traer la guerra a México,engañados por la r<strong>el</strong>ación de supuestos agravios y por f<strong>al</strong>sos informesque <strong>al</strong>gunos daban con <strong>el</strong> fín de lograr mezquinos intereses. Se suponíaque la República estaba en completa anarquía; que no había verdaderogobierno, y que no existía ningún orden reconocido, cuando por <strong>el</strong>contrario, había sido completQ <strong>el</strong> triunfo de la causa constitucion<strong>al</strong>;198


cuando sólo quedaban pequeños restos de la facción vencida, y cuando<strong>el</strong> poder feder<strong>al</strong> y los de todos los Estados de la República estaban funcionandoregulannente confonne a lo dispuesto en la Constitución.Es digno de notarse que apoyada la innovación en t<strong>al</strong>es pretextos,hoy mismo, si no fuera por <strong>el</strong>la, no habría habido necesidad de suspenderen <strong>al</strong>gunos Estados la marcha regular de las autoridades constitucion<strong>al</strong>es,y además, hace tiempo que habrían acabado de desaparecerlos miserables restos de la facción vencida, si los poderes gener<strong>al</strong>es nohubieran visto embarazada su acción por las cuestiones extranjeras.Dos de las naciones <strong>al</strong>iadas, la Inglaterra y la España, han dadode esto la prueba más solemne. Obrando sus comisarios noble y le<strong>al</strong>mente,luego que p<strong>al</strong>paron la f<strong>al</strong>sa pintura que de la condición de laRepública se había hecho a sus gobiernos, han prescindido de toda ideade intervención política, limitándose a pedir que en <strong>el</strong> terreno de lostratados se arreglen las cuestiones pendientes. La República no olvidaráesa noble conducta para confinnar más <strong>el</strong> propósito que siempre hatenido de atender todas las reclamaciones que se hagan, hasta dondesea justo y posible para satisfacerlas.Por desgracia los representantes d<strong>el</strong> gobierno francés no han procedidode la misma manera. Han roto la Convención de Londres, hanf<strong>al</strong>tado a los pr<strong>el</strong>iminares de la Soledad, y se han separado de sus <strong>al</strong>iadospara proteger a un traidor, o más bien para tratar de imponernos<strong>el</strong> gobierno de una facción rechazada por la gran mayoría de los mexicanos.El escánd<strong>al</strong>o de esta conducta resonará en todas las nacionescivilizadas, así en América como en Europa y aun en la misma Francia.La <strong>el</strong>evada ilustración de los franceses y las simpatías que los residentes<strong>entre</strong> nosotros han mostrado siempre por nuestra revolución liber<strong>al</strong>,son una prueba segura de que aun en Francia será favorable aMéxico la opinión pública. T<strong>al</strong> vez puede esperarse que <strong>el</strong> mismo gobiernofrancés no apruebe la conducta de sus comisarios, ni consientaque la bandera francesa quede manchada con una desle<strong>al</strong>tad, ni quieraque las gloriosas annas de Francia, que a todas partes han llevado losprincipios de la libertad y de la civilización, combatan en México con<strong>el</strong> intento de destruir un gobierno que proclama y defiende esos principiospara pretender sustituirlo con otro que proclamará los de retrocesoy de reacción.Sin embargo, <strong>entre</strong>tanto la República va a verse en guerra con unade las más poderosas naciones; en circunstancias tan graves la representaciónnacion<strong>al</strong> viene a compartir con <strong>el</strong> gobierno las dificultadesy los p<strong>el</strong>igros de la situación.Si confonne a la natur<strong>al</strong>eza d<strong>el</strong> <strong>sistema</strong> representativo, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>se reservara acaso tomar parte en la soluci6n definitiva de las cuestionespendientes, sin duda que no se negará nada <strong>al</strong> gobierno de todo<strong>el</strong> poder que le sea necesario para defender dignamente a la nación.199


El gobierno debe confiar en <strong>el</strong> patriotismo que nunca ha desmentido<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> en todos los momentos supremos, y <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> confiarásiempre en <strong>el</strong> patriotismo d<strong>el</strong> gobierno. Nunca vacilará <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> enconferir <strong>al</strong> gobierno cuantas facultades necesite para la s<strong>al</strong>vación de lapatria, y lo hará con tanta más confianza, cuando que <strong>el</strong> supremo magistradode la República ha demostrado antes en circunstancias bien difíciles,y ha vu<strong>el</strong>to a demostrar ahora, toda la ilustración y energía, tod<strong>al</strong>a prudencia y la incontrastable firmeza con que defiende los derechosy los intereses de la nación.Por parte de <strong>el</strong>la todos debemos confiar en <strong>el</strong> acrisolado patriotismode la mayoría inmensa de los mexicanos. Aún está fresca la memoriade los héroes de la Independencia para imitarlos, y viven aúnmuchos de los ilustres caudillos de la revolución liber<strong>al</strong> que sabránguiar a los mexicanos. La República podrá contar con que todos sushijos le ofrecerán sus personas y sus bienes para defender hasta <strong>el</strong> últimoextremo la independencia y la soberanía de la nación. 11 Buenrostro, t. 1I,pp. 98·101.DISCURSO PRONUNCIADO POR EL PRESIDENTEDE LA REPUBLICA AL CLAUSURARSE LASSESIONES DEL CONGRESOCiudadanos diputados:31 de mayo de 1862.Al terminar hoy <strong>el</strong> segundo periodo constitucion<strong>al</strong> de las sesionesd<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, podéis tener la grata satisfacción de haber desempeñadole<strong>al</strong>mente <strong>el</strong> encargo con que os honraron vuestros comitentes, pues enmedio de todo género de dificultades, y atravesando la crisis más graveporque ha pasado nuestra patria, habéis dado pruebas de abnegacióny de cordura, sin más miras que la s<strong>al</strong>vación de la independencia, d<strong>el</strong>as instituciones y de la honra de la República.Para atender a estos importantes fines, habéis concedido <strong>al</strong> Ejecutivolas facultades necesarias y toda la libertad de acción que imperiosamentereclamaban las circunstancias. Esta inequívoca prueba de lahonrosa confianza de la representación nacion<strong>al</strong>, obliga más y más <strong>al</strong>gobierno a no omitir esfuerzos ni sacrificios hasta lograr <strong>el</strong> triunfo d<strong>el</strong>a justicia y d<strong>el</strong> buen derecho, y que una vez asegurada la independencia,<strong>el</strong> país vu<strong>el</strong>va <strong>al</strong> orden regular de las instituciones que con tantoheroísmo ha defendido.El gobierno ha cumplido con este deber, se siente fuerte con vuestraconfianza y con la eficaz y espontánea cooperación que encuentra200


en todos los Estados y en los ciudadanos todos, siendo en extremo satisfactorioque <strong>el</strong> p<strong>el</strong>igro haya servido para estrechar <strong>el</strong> lazo feder<strong>al</strong> queforma la nacion<strong>al</strong>idad mexicana.Los Estados todos, aun los más distantes d<strong>el</strong> teatro de los últimosacontecimientos, se apresuran a enviar sus contingentes <strong>al</strong> campo debat<strong>al</strong>la, donde <strong>el</strong> ejército nacion<strong>al</strong> se ha cubierto ya de gloriosos laur<strong>el</strong>es.Los caudillos que guiaron <strong>al</strong> pueblo para conquistar la libertad yla Reforma, lo guían ahora para defender la independencia y la soberaníade México, y en todo <strong>el</strong> país se levanta una voz tan unánime comoespontánea protestando adhesión sincera a la Constitución de 1857y <strong>al</strong> orden leg<strong>al</strong> que de <strong>el</strong>la se deriva, y rechazando con indignación losproyectos insensatos de intervenir en nuestros negocios interiores, y decambiar bajo la sombra de bayonetas extranjeras la forma de gobiernoque libremente se ha dado la República.Habéis admirado y recompensado con honoríficas distinciones lasglorias <strong>al</strong>canzadas por nuestro ejército en las Cumbres de Acu1tzingo yen los <strong>al</strong>rededores de la invicta Puebla. Habéis hecho oír vuestra vozaugusta en favor de la justicia que nos asiste, y excitando a nuestrosconciudadanos a que se agrupen en torno de la bandera nacion<strong>al</strong>.El país entero corresponde a vuestro llamamiento, y con tan poderosoconcurso, <strong>el</strong> gobierno protesta ante vosotros y ante <strong>el</strong> mundo, perseveraren la contienda, defender p<strong>al</strong>mo a p<strong>al</strong>mo <strong>el</strong> territorio de la República,y sucumbir primero que pasar por la mengua o <strong>el</strong> vilipendiod<strong>el</strong> generoso y esforzado pueblo mexicano.El gobierno no cree que haya aumentado la fuerza d<strong>el</strong> enemigoextranjero <strong>al</strong> admitir bajo sus banderas a las turbas de m<strong>al</strong>hechores yasesinos que han marcado sus hu<strong>el</strong>las con la desolación y <strong>el</strong> exterminio,y que armados por <strong>el</strong> fanatismo han formado la minoría turbulentaque sin h<strong>al</strong>lar <strong>el</strong> menor eco en la opinión se ha opuesto <strong>al</strong> progreso ya la Reforma, proclamando principios que por dicha d<strong>el</strong> género humano,están desacreditados en <strong>el</strong> mundo entero. Por <strong>el</strong> contrario, <strong>al</strong> completaresas turbas su obra de iniquidad, manchándose con la traicióna la patria, han impreso una mancha ind<strong>el</strong>eble <strong>al</strong> pab<strong>el</strong>lón d<strong>el</strong> paísque los acoge como auxiliares, y han hecho que para los espíritus más<strong>al</strong>ucinados sea clara como la luz la cuestión extranjera.Ante este hecho escand<strong>al</strong>oso y extraño en <strong>el</strong> siglo en que vivimos,para nadie puede ser ya un misterio lo que de México pretende <strong>el</strong> invasor,y todos comprenden <strong>el</strong> cúmulo de m<strong>al</strong>es, de desastres, de horroresy de actos de barbarie de que sería víctima la República si de grado opor fuerza se sometiera a la intervención oprobiosa de una potenciacuyo gobierno torpemente engañado ha venido a emprender la restauraciónde una facción aborrecida por <strong>el</strong> pueblo, vencida por la opinión,en pugna abierta con <strong>el</strong> progreso y la civilización, y manchada con todogénero de crímenes.201


El país, pues, ha comprendido, ciudadanos diputados, con ese instintoque jamás engaña a los pueblos, que perseverando en los heroicosesfuerzos puede de una vez consolidar sus instituciones y su independenciaque S011 la expresión de todos los principios democráticos triunfantesen América, desde que las antiguas colonias se filiaron <strong>entre</strong> lasnaciones soberanas.El gobierno, siguiendo <strong>el</strong> espíritu de la opinión pública, lleva pormira en su política y en todos sus actos este doble objeto de s<strong>al</strong>var suindependencia y las instituciones democráticas en todo <strong>el</strong> desarrollo queadquirieron en la última revolución.El gobierno se complace en reconocer que reina en <strong>el</strong> pueblo <strong>el</strong>amor a la independencia, a la par que la adhesión a la libertad y a laReforma; que en los Estados funciona regularmente <strong>el</strong> régimen constitucion<strong>al</strong>,y que son excepcion<strong>al</strong>es y contados los casos en que hay necesidadde poner en uso las facultades discrecion<strong>al</strong>es, sobre todo en loque se refiere <strong>al</strong> mantenimiento de la lucha con tanta gloria comenzada.Las circunstancias gener<strong>al</strong>es d<strong>el</strong> páís, <strong>el</strong> p<strong>el</strong>igro eminente en quese ha encontrado, la preocupación de los ánimos fijos en <strong>el</strong> éxito de lacontienda, os han impedido consagrar <strong>al</strong> examen de los puntos que entiempos norm<strong>al</strong>es os señ<strong>al</strong>a la carta fundament<strong>al</strong> en este periodo desesiones. Habéis hecho, sin embargo, cuanto vosotros y con vosotros lospueblos han creído conveniente para la defensa de la independencianacion<strong>al</strong>, y hasta donde ha sido posible habéis atendido a otros puntosno de tan grave importancia.En la misma situación se ha h<strong>al</strong>lado y se h<strong>al</strong>la <strong>el</strong> Ejecutivo, yhasta donde se lo permitan atenciones más preferentes, procurará conafán y energía la mejora de la administración pública en todos sus ramos,para evitar que la guerra produzca, como ha sucedido en los pueblosmás sólidamente construidos, una completa desorganización soci<strong>al</strong>.Rota la Convención de Londres, la guerra es sólo con una de laspotencias que suscribieron aqu<strong>el</strong> pacto, y existen fundadas esperanzasde que con las otras dos pronto se restablezcan nuestras <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> bajo<strong>el</strong> pie de mutuo interés y franca y cordi<strong>al</strong> amistad.México mantiene buenas <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> con las otras potencias europeas,y <strong>el</strong> gobierno acaba de ratificar un tratado liber<strong>al</strong> y recíprocamenteventajoso con <strong>el</strong> reino de Bélgica, en <strong>el</strong> que queda <strong>el</strong>evado <strong>al</strong>rango de pacto internacion<strong>al</strong> <strong>el</strong> principio de la libertad de concienciaproclamado por nuestra revolución progresista, y d<strong>el</strong> que pueden aprovecharseen nuestro inmenso territorio los hijos de todas las naciones.De los países de América con los que nos unen vrnculos de fraternidad,México recibe continuas pruebas de simpatía y puede decirse que todo<strong>el</strong> continente se siente amenazado por la injusta agresión que nosotrostenemos que rechazar. i Plegue a Dios que <strong>el</strong> triunfo de México sirvapara asegurar la independencia y libertad de las repúblicas hermanas!202


El hecho solo de haber determinado <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> de la Unión susperiodos de sesiones, y de estar en él representados todos nuestros Estados,habla muy <strong>al</strong>to en favor de la estabilidad de nuestras institucionesy d<strong>el</strong> apoyo que encuentran en la libérrima voluntad de nuestros conciudadanos.No se interrumpirá esta marcha regular de la República en la sendad<strong>el</strong> orden y de la libertad; <strong>el</strong> pueblo está ya convocado a nuevas<strong>el</strong>ecciones; procederá <strong>el</strong> gobierno, lo asegura, con la más amplia e ilimitad<strong>al</strong>ibertad, y sabrá inspirar sus deseos y sus aspiraciones a los distinguidosciudadanos a quienes honre con <strong>el</strong> cargo de representantes.La liza <strong>el</strong>ector<strong>al</strong> es campo abierto a todas las opiniones políticas;es <strong>el</strong> terreno en <strong>el</strong> que sin trastornos ni perturbaciones pueden combatirtodas las ideas, y a él deben descender todos los partidos que tengan feen sus teorías y en <strong>el</strong> buen sentido d<strong>el</strong> pueblo, única fuente pura d<strong>el</strong>poder y de la autoridad. Los que no acepten esta lucha pacífica y recurrana medios reprobados, serán conspiradores y traidores, y se estr<strong>el</strong>laránante ese mismo pueblo que con adhesión y cordura desea la pazinterior y ha hecho triunfar <strong>el</strong> principio de la estricta leg<strong>al</strong>idad.Ciudadanos diputados: vuestra conducta ha sido patriótica y dignad<strong>el</strong> pueblo de que sois representantes. El patriotismo y <strong>el</strong> amor a laindependencia han sido <strong>el</strong> guía de vuestros actos. El gobierno os agradecevivamente <strong>el</strong> poderoso concurso que le habéis prestado en favord<strong>el</strong> país, y os cree dignos de la gratitud nacion<strong>al</strong>.Ciudadano presidente:CONTESTACION DE JaSE LINARES,PRESIDENTE DEL CONGRESOLa serie de acontecimientos que con inaudita rapidez se han sucedidoen los cinco meses que van corridos desde <strong>el</strong> año de 1862, demuestranque la nación mexicana aún está vigorosa y dispone de los <strong>el</strong>ementosnecesarios para hacer respetar y continuar su marcha por la senda d<strong>el</strong>progreso, sin temor a los obstáculos que sus hijos ingratos y <strong>al</strong>gunosextranjeros han querido suscitarle. En medio de estos sucesos ha trascurrido<strong>el</strong> último periodo de sesiones ordinarias d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> de la Unión,y éste ha debido, en vista de lo pasado, proveer a las necesidades quese anunciaban, robusteciendo a la autoridad d<strong>el</strong> centro y auxiliándolaen su obra de patriotismo y de unión perpetua.Los pr<strong>el</strong>iminares de la Soledad que dieron origen a la paz con laGran Bretaña, y que abren de nuevo nuestras <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> con S. M. B.,pesaron sobre los que viven de nuestras revu<strong>el</strong>tas intestinas, y que noteniendo <strong>el</strong>ementos para fomentarlas, vieron su última ancla de s<strong>al</strong>va-203


ción en la Convención de Londres que pensaban explotar a su provecho.Aqu<strong>el</strong>los pr<strong>el</strong>iminares que han sido sancionados por la aceptaciónunivers<strong>al</strong>, son un timbre de gloria para <strong>el</strong> supremo gobierno y una esperanzapara nuestra patria; así lo proclamó la opinión y la <strong>Cámara</strong>, fi<strong>el</strong>órgano de sus comitentes, prorrogó por su decreto de 3 de mayo la duraciónde las amplísimas facultades con que <strong>el</strong> Ejecutivo se h<strong>al</strong>la investido.Este voto de confianza, otorgado por una gran mayoría, estrecha máslos vínculos d<strong>el</strong> gobierno para con <strong>el</strong> pueblo y es la más tenninante demostraciónde la legitimidad d<strong>el</strong> poder público que ahora rige los destinosde México.Rota la Convención de Londres por anom<strong>al</strong>ías que no registra <strong>el</strong>derecho de las naciones, la <strong>Cámara</strong> creyó como un deber dirigir <strong>al</strong> pueblola p<strong>al</strong>abra, y lo hizo por medio de un manifiesto en que expresacómo estima los motivos que impulsan <strong>al</strong> gobierno imperi<strong>al</strong> de Franciapara traemos la más injustificable guerra, y protesta contra cu<strong>al</strong>quieraintervención que pretendan tener los pueblos extranjeros en nuestrosasuntos domésticos.En este documento·se h<strong>al</strong>lan consignados con verdad y franquez<strong>al</strong>os sentimientos que animan <strong>al</strong> actu<strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>, y se interpreta fi<strong>el</strong>ment<strong>el</strong>a voluntad nacion<strong>al</strong> sin encono contra <strong>el</strong> soberano engañado quenos manda arrebatar nuestros derechos, ni contra los hijos de la naciónfrancesa que por todas partes han extendido las ideas de la igu<strong>al</strong>dady de la fraternidad.Los triunfos de nuestras armas han inspirado <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> <strong>el</strong> premiara los buenos mexicanos que las han llevado con honor, procurandodías de gloria para la patria. Con este fin se dictó la ley en que serecompensa con honores y merecidas distinciones a los que combatierony viven y se atiende con predilecciones a las familias de los que perecieronen defensa de la nacion<strong>al</strong>idad mexicana. La <strong>Cámara</strong>, <strong>al</strong> conducirsede esta manera, ha llenado uno de los más satisfactorios deberes qu<strong>el</strong>e impone la Constitución, honrando a los le<strong>al</strong>es servidores de la patriaque se han distinguido en <strong>el</strong> principio de esta guerra con sus accionesgloriosas, las que servirán de estímulo para sus hermanos y de mod<strong>el</strong>opara sus hijos.La fonnidable presencia de los invasores no ha impedido que <strong>el</strong><strong>Congreso</strong> piense en las necesidades que pueden afligir a la patria, yasea que se consiga la completa pacificación d<strong>el</strong> país o que la guerratome mayor incremento. Durante este corto periodo se ha ocupado sucesivamentede la creación de los tribun<strong>al</strong>es feder<strong>al</strong>es, de la organizaciónd<strong>el</strong> Distrito y de la integridad d<strong>el</strong> supremo poder Judici<strong>al</strong>; aúnno se ve <strong>el</strong> término de estos trabajos que completará la nueva <strong>Cámara</strong>que deba suceder a la actu<strong>al</strong>, y la única disposición de importancia quese expidió, es la que declara quiénes son los ciudadanos que han merecido<strong>el</strong> voto popular para ocupar las vacantes de la Suprema Corte204


s Buenrostro, t. 11,pp. 147-149.de Justicia. La <strong>el</strong>ección que se ha hecho deja conocer la tranquilidad deque se disfruta, así como la adhesión d<strong>el</strong> pueblo <strong>al</strong> gobierno nacion<strong>al</strong>,y asegura para lo sucesivo la subsistencia d<strong>el</strong> poder público, que cu<strong>al</strong>e\)­quiera que sean las desgraciadas emergencias que puedan sobrevenir, nopodrá quedar acéf<strong>al</strong>o, y la nación tendrá siempre un centro leg<strong>al</strong> aquien conocer y respetar.Al retirarse <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> que cierra hoy sus sesiones, se congratulacon <strong>el</strong> gobierno por <strong>el</strong> v<strong>al</strong>or y patriotismo de que los mexicanos handado tan brillantes pruebas y abriga la esperanza de que bien dirigidasestas virtudes, serán bastantes para hacer a esta nación respetable e impondrántemor a los invasores y traidores que pretenden someterla <strong>al</strong>vergonzoso yugo de la esclavitud. El <strong>Congreso</strong> deja en manos d<strong>el</strong> Ejecutivoun inmenso poder para afrontar la situación crítica que <strong>el</strong> paísatraviesa y no teme que <strong>el</strong> gobierno abuse de esta suma de facultades;sus actos anteriores son una garantía de los futuros, y la política que haadoptado hace esperar que todas sus miras se dirigirán a la f<strong>el</strong>icidadgener<strong>al</strong>. Concluye, pues, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> sus tareas <strong>el</strong>evando a la Providenciasus más fervientes votos por que conceda a los actu<strong>al</strong>es gobernantesla satisfacción de haber s<strong>al</strong>vado a la patria y con <strong>el</strong>la los principiosde la libertad y la Refonna. 8DISCURSO PRONUNCIADO POR EL PRESIDENTE DE LAREPUBLICA EN LA APERTURA DEL PRIMER PERIODO DESESIONES DEL TERCER CONGRESO CONSTITUCIONALCiudadanos diputados:20 de octubre de 1862.Experimento la más viva satisfacción <strong>al</strong> venne <strong>entre</strong> vosotros: verdaderamentehabía deseado que llegara <strong>el</strong> día fausto de vuestra inst<strong>al</strong>ación,y os f<strong>el</strong>icito cordi<strong>al</strong>mente por <strong>el</strong>lo.El orgulloso enemigo que se había lisonjeado de arruinar nuestrashennosas instituciones, <strong>al</strong> ruido solo de sus annas, ha venido a presenciar<strong>el</strong> espectáculo imponente de un pueblo c<strong>el</strong>oso de su autonomíay de sus libertades, que agitándose todo entero lleno de animación yde vida, manda sus v<strong>al</strong>ientes legiones <strong>al</strong> teatro de la guerra, y hace conuna regularidad perfecta las numerosas <strong>el</strong>ecciones de sus representantes.El gobierno, robustecido por <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> de la Unión con la sumade facultades que necesita para s<strong>al</strong>var lo que tenemos de más preciosoy de más santo, ha trabajado noche y día por llenar la expectación d<strong>el</strong>a República. Recientemente se ha dado a luz un programa que es la205


expresi6n genuina de los principios en que descansa la política gubernament<strong>al</strong>,y que todo me persuade haber merecido la más gener<strong>al</strong> ycompleta aceptaci6n. Vosotros conocéis igu<strong>al</strong>mente la serie de actosofici<strong>al</strong>es que han venido luego a re<strong>al</strong>izar aqu<strong>el</strong> prospecto solemne, asíen lo r<strong>el</strong>ativo a nuestra administración como en lo r<strong>el</strong>ativo a nuestrosnegocios d<strong>el</strong> orden internacion<strong>al</strong>. Cuando <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> anterior dio puntoa sus tareas legislativas, acababan de ser violados los pr<strong>el</strong>iminares d<strong>el</strong>a Soledad; sabéis que <strong>el</strong> ejército invasor marchó en seguida sobre Puebla,y que <strong>al</strong>lí <strong>al</strong>canzaron nuestras armas una espléndida victoria. S6lotendríamos motivo de congratularnos <strong>al</strong> recordar la gloria d<strong>el</strong> 5 demayo, sin la muerte d<strong>el</strong> esforzado y victorioso caudillo que tan <strong>al</strong>tolevantó <strong>el</strong> nombre de la patria. Mas <strong>el</strong> dolor que ocupó todos los ánimosa la noticia de esta pérdida funesta, no abatió la esperanza ni debilitó<strong>el</strong> esforzado impulso de la nación, como lo prueban las numerosaslegiones que desde nuestras más apartadas tierras vienen para unirsu empuje con <strong>el</strong> de las tropas d<strong>el</strong> centro, y prodigar con <strong>el</strong>las su sangreen defensa de su patria generosa.Dentro de breves días con las fuerzas que deben llegar d<strong>el</strong> interior,y con las que se organizarán en esta capit<strong>al</strong> y sus cercanías, aumentaremosnuestro ejército y nos pondremos en actitud de hacer <strong>al</strong> enemigouna resistencia vigorosa.El espíritu que reina en todas nuestras tropas es inmejorable; larevolución de cuatro años y los encuentros con <strong>el</strong> enemigo extranjero,han hecho <strong>el</strong> v<strong>al</strong>or tan gener<strong>al</strong> en nuestro ejército, que apenas se dispensan<strong>el</strong>ogios a sus rasgos más prominentes: la disciplina ha mejoradoen proporción; la abnegación y sufrimiento de nuestros soldados soncomo siempre incomparables y liga una confianza recíproca y profundaa la tropa y a sus jefes.Uniendo a estas consideraciones la distancia que nos separa d<strong>el</strong>imperio francés y los p<strong>el</strong>igros que amagan turbar la paz en Europa,comprenderemos que nuestra situación tan grave como es, ofrece muybuenas probabilidades en un término ventajoso para la República.y no formo este juicio porque deje de tomar en cuenta las enormesdificultades que todos los días oponen a la marcha d<strong>el</strong> gobierno,así la pobreza d<strong>el</strong> país como la m<strong>al</strong>a situación de nuestras finanzasy todos los <strong>el</strong>ementos de desorden y por consiguiente de debilidad que<strong>el</strong> estado de guerra introduce en los ramos de la administración. Estoes grave sin duda; mas por una parte la decisión d<strong>el</strong> pueblo mexicanopara rep<strong>el</strong>er a sus supuestos invasores, no puede detenerse anteningún sacrificio; y por otra lo que hemos podido hacer debe inspirarnosconstancia y brío, puesto que nadie hubiera creído que en estadilatadísima campaña hubiésemos impedido los gastos inmensos d<strong>el</strong>person<strong>al</strong> y materi<strong>al</strong> de guerra.206


En vista de datos públicos muy apreciables y de informes que <strong>el</strong>gobierno considera fidedignos y seguros, se persuade de que solament<strong>el</strong>a actitud tomada por la Francia respecto de nosotros, impiden que laInglaterra y la España reanuden con la República las negociacionesabiertas en la Soledad, y esto no será difícil estando <strong>el</strong> gobierno dispuestoa reconocer todas las reclamaciones que con buen derecho sehagan a la República. Si bastara esta disposición para traer <strong>al</strong> emperadorde los franceses a un arreglo pacífico, la guerra actu<strong>al</strong> por cierto nohubiera est<strong>al</strong>lado. Pero hoy día para nadie es un misterio <strong>el</strong> designiod<strong>el</strong> emperador. Las declaraciones d<strong>el</strong> gener<strong>al</strong> Forey acaban de romper<strong>el</strong> v<strong>el</strong>o de respeto a la soberanía de México, y de noble desinterés conque se cobijaba la ambición y la codicia de nuestros enemigos. El hombreque holló sus deberes para con su patria hasta <strong>el</strong> grado de admitirun gobierno fantástico bajo la protección d<strong>el</strong> enemigo extranjero, harecibido con su miserable caída <strong>el</strong> solo y terrible castigo mor<strong>al</strong> quepueden recibir los hombres sin conciencia.Proclamar como lo hacen nuestros agresores, que no hacen la guerra<strong>al</strong> país, sino a su actu<strong>al</strong> gobierno, es repetir la v<strong>al</strong>'la declaración decuantos emprenden una guerra ofensiva y atentatoria, y por otra partebien claro está que se ultraja a un pueblo cuando se ataca <strong>al</strong> poder queél mismo ha <strong>el</strong>evado y quiere sostener. La ap<strong>el</strong>ación d<strong>el</strong> voto d<strong>el</strong> paísconsultado por nuestros enemigos, no es más que un sarcasmo indignode tomarse ni un momento en consideración. En último análisi!!, laresolución de no tratar con <strong>el</strong> gobierno legítimo de hecho y de derecho,es la declaración de guerra contra <strong>el</strong> derecho de gentes, porque cierratodas las puertas a satisfacciones convencion<strong>al</strong>es.Si yo fuera simplemente un particular, o si <strong>el</strong> poder que ejerzofuera la obra de un vergonzoso motín, como sucedía tantas veces antesque la nación toda sostuviera a su legítimo gobierno, entonces no vacilaríaen sacrificar mi posición si de este modo <strong>al</strong>ejaba de mi patria <strong>el</strong>azote de la guerra. Como la autoridad no es un patrimonio sino un depósitoque la nación me ha confiado, muy especi<strong>al</strong>mente para sostenersu independencia y su honor, he recibido y conservaré este depósitopor <strong>el</strong> tiempo que prescribe nuestra ley fundament<strong>al</strong>, y no lo pondréjamás a discreción d<strong>el</strong> enemigo extranjero; antes bien sostendré contraél la guerra que la nación toda ha aceptado, hasta hacerle reconocerla justicia de nuestra causa. Pero evidentemente no podría <strong>el</strong> gobiernocumplir los arduos deberes que esta situación extraordinaria le impone,sin <strong>el</strong> poder discrecion<strong>al</strong> que hoy ejerce por autorización d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>.Yo haré que en breve se os dirija la iniciativa concerniente a este negocio.Muy poco puedo decir acerca de los ramos de la administraciónextraños a la Hacienda y Guerra. Esos ramos se atienden en cuanto esposible en la situación que atravesamos, pero bien comprenderéis quepor la natur<strong>al</strong>eza de las cosas la guerra es para la República y para su207


gobierno la más preferente de nuestras exigencias, y la que debe absorbercasi d<strong>el</strong> todo la atención y los recursos d<strong>el</strong> poder feder<strong>al</strong>.En fin, yo estoy profundamente convencido que aumentándose launión d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> y d<strong>el</strong> poder Ejecutivo, y buscando ambos la reglade su conducta en la dignidad y energía que está desplegando la República,s<strong>al</strong>varemos su independencia y todas sus prerrogativas, y atraeremossobre <strong>el</strong>la <strong>el</strong> respeto de todos los gobiernos y la simpatía de todoslos hombres amigos de la libertad.CONTESTACION DEL C. GONZALEZ ECHEVERRIA,PRESIDENTE DEL CONGRESOCiudadano presidente:Motivo de congratulación recíproca debe ser, en efecto, <strong>entre</strong> losrepresentantes y <strong>el</strong> gobierno de la nación, <strong>el</strong> advenimiento de esta asambleaen las presentes circunstancias. La reunión d<strong>el</strong> actu<strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> yla regularidad in<strong>al</strong>terable con que se sucedieron los periodos d<strong>el</strong> que leprecedió, prueban que no han sido en b<strong>al</strong>de los esfuerzos d<strong>el</strong> país porfundar instituciones sólidas y pennanentes.Los sucesos que han llenado nuestros cinco años últimos, tienen unsentido que a nadie puede escaparse, y ponen de manifiesto que <strong>el</strong> país,superando grandes resistencias, se ha encarrilado por fin en una políticanonn<strong>al</strong> y definitiva. Para desviarla de <strong>el</strong>la se le han suscitado todo génerode obstáculos, y todos los ha vencido. Tropieza hoy con uno nuevoen la guerra extranjera, y lo vencerá como los demás.Este sentimiento de confianza que abrigan conmigo todos los miembrosde la asamblea nacion<strong>al</strong>, se justifica no sólo por la idea satisfactoriaque <strong>el</strong> Ejecutivo acaba de dar a la <strong>Cámara</strong> sobre <strong>el</strong> estado nonn<strong>al</strong>y materi<strong>al</strong> de nuestro ejército. Tras ese ejército, ciudadano presidente,está la nación de que somos representantes, y nosotros <strong>al</strong> venir a est<strong>el</strong>ugar, hemos dejado a los pueblos llenos de resolución para disputarla patria <strong>al</strong> invasor extranjero, y de fe en <strong>el</strong> resultado de la contienda.La nación está decidida a s<strong>al</strong>var su independencia, y sus representantesvienen <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> llenos de esa voluntad.En un periodo reciente <strong>el</strong> país ha conquistado beneficios soci<strong>al</strong>esy políticos que le inspiran doble apego a su nacion<strong>al</strong>idad; ya no ve en<strong>el</strong>la una p<strong>al</strong>abra vaga ni una idea abstracta, sino un conjunto de gocesy de derechos positivos. Es exacto que la nación ha cobrado en pocosaños una fuerza que sólo ha venido a medir ahora que se ve obligadaa emplearla; su carácter se ha templado en las luchas por la libertad,hasta <strong>el</strong> punto de sentir la fuerza y energía con que conquist6 su independencia.Sus bríos se han redoblado <strong>al</strong> advertir que la suerte de las208


at<strong>al</strong>las se pone d<strong>el</strong> lado de la justicia, y que la gloria ha venido anuestro encuentro en los primeros combates. Esta asamblea deplora con<strong>el</strong> gobierno que <strong>al</strong> regocijo d<strong>el</strong> triunfo haya venido a mezclarse <strong>el</strong>du<strong>el</strong>o nacion<strong>al</strong>, y que se hayan convertido tan pronto en trofeos funer<strong>al</strong>eslos laur<strong>el</strong>es d<strong>el</strong> caudillo que en Puebla supo levantar tan <strong>al</strong>tola bandera de México ante los invasores; pero <strong>al</strong> asociarse de todocorazón en nombre de la República <strong>al</strong> sentimiento de dolor que acabade expresar <strong>el</strong> gobierno, le consu<strong>el</strong>a la idea de que <strong>el</strong> héroe d<strong>el</strong> 5 demayo ha dejado una hu<strong>el</strong>la que seguirán sin duda los otros dignosjefes a quienes la nación ha confiado <strong>el</strong> mando de sus armas.La representación nacion<strong>al</strong> comprende, en efecto, que <strong>el</strong> estadofinanciero de la República ocasionará dificultades <strong>al</strong> gobierno para organizarla defensa a que <strong>el</strong> país está resu<strong>el</strong>to, pero esta misma resoluciónneutr<strong>al</strong>iza en gran parte los obstáculos, porque predispone a lanación a todo género de sacrificios. Los que las emergencias de laguerra puedan exigir, no arredran a los pueblos. Lo único que piden <strong>al</strong>gobierno es que s<strong>al</strong>ve su independencia y libertad. Nosotros protestamosen nombre suyo, como la nación 10 está haciendo ya por mediode los hechos, que las personas y las propiedades de todos los mexicanosno son en estos momentos más que de la patria. Los rasgos dedesprendimiento patriótico que están teniendo lugar en toda la República,autorizan <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> para hablar en estos términos, sin que susp<strong>al</strong>abras se tomen por un vano <strong>al</strong>arde de resoluciones heroicas.El patriotismo por otra parte, la abnegación y la sobriedad de nuestrossoldados, convierten la guerra en una necesidad poco dispendiosar<strong>el</strong>ativamente para México. Los recursos interiores d<strong>el</strong> país bastaríanpara sostener la lucha aun cuando se prolongase muchos años, y tenemos<strong>el</strong> ejemplo de que sólo dos o tres Estados de la federación han mantenidodurante un largo periodo nuestro ejército de Oriente.La esperanza que acaba de insinuar <strong>el</strong> gobierno de reanudar sus<strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> con Inglaterra y España tan pronto como desaparezcan ciertosinconvenientes accident<strong>al</strong>es y momentáneos, es también una esperanzay un deseo d<strong>el</strong> cuerpo Legislativo, que ve una garantía de re<strong>al</strong>izaciónen la conducta le<strong>al</strong> y cab<strong>al</strong>lerosa que esas dos naciones y susdignos representantes han tenido para con la República desde que sefirmaron los pr<strong>el</strong>iminares de la Soledad.No hay diferencia <strong>al</strong>guna <strong>entre</strong> la apreciación que <strong>el</strong> criterio nacion<strong>al</strong>ha hecho de la política francesa con respecto a México, y la que <strong>el</strong>gobierno acaba de hacer ante esta asamblea. El pueblo mexicano nopodía <strong>al</strong>ucinarse con protestas de interés y simpatía en boca de un invasorque entra en <strong>el</strong> territorio de la República atrop<strong>el</strong>lando todos losfueros de las naciones. La conciencia indignada d<strong>el</strong> país ha habladomás <strong>al</strong>to que todos esos artificios usados por los conquistadores, y a travésde las protestas de respeto a la opinión pública y de interés por <strong>el</strong>209


país, no ha visto más que un propósito de doblegar la voluntad de lanación bajo <strong>el</strong> peso d<strong>el</strong> poder militar, y un atentado contra la dignidady soberanía de un pueblo inofensivo. El invasor, pues, verá burlados susplanes, si se propone servirse d<strong>el</strong> sufragio nacion<strong>al</strong> como instrumento deconquista y como p<strong>al</strong>io de la usurpación.Los Estados todos de la República que hoy responden <strong>al</strong> llamamientoverdadero de la patria enviando sus representantes a este <strong>Congreso</strong>,responderían a la bastarda convocatoria, no con sus sufragios,sino con nuevos bat<strong>al</strong>lones para rep<strong>el</strong>er <strong>al</strong> invasor intruso. Se ha estr<strong>el</strong>ladoasimismo en <strong>el</strong> buen sentido nacion<strong>al</strong> la distinción nada nueva que<strong>el</strong> enemigo extranjero ha pretendido hacer <strong>entre</strong> <strong>el</strong> gobierno y <strong>el</strong> pueblomexicano. La nación, ciudadano presidente, siempre se reputará atacadacuando lo sean los magistrados que, como <strong>el</strong> que hoy la rige,emanen de su voto libérrimo.El actu<strong>al</strong> presidente de la República contará con todos los Estados<strong>al</strong> rep<strong>el</strong>er la guerra de que se aparenta hacerle blanco, y cu<strong>al</strong>esquieraque sean las vicisitudes de la contienda, tendrá siempre un b<strong>al</strong>uarteen cada ciudad de la República, y una mur<strong>al</strong>la de mexicanosen tomo suyo. La nación conjura por mi boca a su primer magistradoa que defienda en su persona la dignidad de México, y a que se afianceirrevocablemente en las resoluciones enérgicas que acaba de expresar.Los pueblos nos han enviado a fort<strong>al</strong>ecerlos y a decir <strong>al</strong> gobierno quequedan armados y en pie, que ya no tienen enemigos interiores a quiencombatir, y que todas las armas que conquistaron a México la independenciay la libertad, están preparadas para sostener las autoridadeslegítimas y defender la soberanía de la nación.En estos sentimientos verá <strong>el</strong> gobierno una prenda de la unión yarmonía que justamente desea <strong>entre</strong> la representación nacion<strong>al</strong> y <strong>el</strong>Ejecutivo. La situación presente no deja lugar a antagonismos ni desavenencias.Los poderes constitucion<strong>al</strong>es deben estar unidos como lo estála nación toda en un mismo sentimiento, <strong>el</strong> entusiasmo patriótico ex<strong>al</strong>tadopor <strong>el</strong> p<strong>el</strong>igro de la República. Es también otra prenda de acuerdoy consonancia <strong>entre</strong> los poderes, <strong>el</strong> programa que ha publicado recientemente<strong>el</strong> Ejecutivo, y que han recibido con asentimiento y aplausolos pueblos de que somos representantes, y son por fin una garantíade la unidad de miras y de acción <strong>entre</strong> esta asamblea y <strong>el</strong> Ejecutivo,esos sentimientos de dignidad y energía de que <strong>el</strong> gobierno acaba dehacer profesión <strong>el</strong>evándolos a regla de su conducta, y que no son másque <strong>el</strong> sentimiento nacion<strong>al</strong> en que abundan esta asamblea y cada unode sus miembros.. :~11 Buenrostro, t. 11,pp. 171·174.210


DISCURSO PRONUNCIADO POR EL PRESIDENTEDE LA REPUBLICA EN LA CLAUSURADE SESIONES DEL CONGRESOCiudadanos diputados:15 de diciembre de 1862.Así como para congregaros en este augusto recinto, vinisteis detodos los Estados de nuestra confederación, sin que <strong>el</strong> p<strong>el</strong>igro de la cosapública inspirase otra consideración a vuestros ánimos, que la d<strong>el</strong> engrandecimientode los deberes anexos a la señ<strong>al</strong>ada confianza que d<strong>el</strong>pueblo mexicano merecisteis; así también, a medida que la crisis políticase ha hecho más violenta y amenazadora, os habéis consagrado asiduamente<strong>al</strong> desempeño de vuestras <strong>al</strong>tas funciones. La sola interrupciónque ha podido notarse en las tareas legislativas de este <strong>Congreso</strong>,fue causada por <strong>el</strong> noble y patriótico deseo de dar la mayor solemnidady prestigio a la recompensa de los intrépidos soldados que con sus hazañasinmort<strong>al</strong>es conquistaron en todo <strong>el</strong> país una admiración duradera,como él mismo.El voto de confianza con que honrasteis <strong>al</strong> gobierno de la República,satisfizo la más imperiosa exigencia d<strong>el</strong> servicio nacion<strong>al</strong>, en <strong>el</strong> rudoconflicto que nos ha suscitado la p<strong>al</strong>maria injusticia d<strong>el</strong> emperador d<strong>el</strong>os franceses. Y <strong>el</strong> manifiesto que dirigisteis .luego a la nación, es nosólo un monumento precioso de lógica y de saber, que pulveriza los sofismasd<strong>el</strong> invasor extranjero, sino también mod<strong>el</strong>o de dignidad republicana,que debió hacerle comprender la viril resolución de Méxicopara sostener su autonomía y su honor, o perecer en la demanda.Los bravos guerreros que cooperaron poderosamente a la victoriad<strong>el</strong> 5 de mayo, bien p<strong>el</strong>eando contra las huestes traidoras, auxiliares d<strong>el</strong>os franceses, bien manteniéndose firmes y prestos <strong>al</strong> combate en la plazade Puebla, obtuvieron de vosotros <strong>el</strong> premio de que se hicieronacreedores.Pasasteis también leyes, aconsejadas por la sana política, en ordena los traidores y a los actos de sus bastardas autoridades. Sobre los prisioneroshechos <strong>al</strong> enemigo fijasteis la conducta de este último, comoregla de la que estábamos determinados a seguir; expediente irreprochablepara nuestros invasores, y que, sobre no atraer m<strong>al</strong> ninguno sobrepersonas extrañas a la guerra, es él solo capaz de forzar a los jefes de laexpedición a respetar las leyes de las naciones, que <strong>el</strong>los han tenido <strong>el</strong>arrojo de quebrantar.Pienso que no me equivoco <strong>al</strong> considerarme un órgano fi<strong>el</strong> de laopinión gener<strong>al</strong>, cuando <strong>el</strong>ogio estos actos legislativos.Cerráis <strong>el</strong> primer periodo de vuestras sesiones, precisamente <strong>el</strong> díadesignado por nuestra Carta fundament<strong>al</strong>. Esta regularidad, tranquila211


y perfecta; esta marcha imperturbable y digna de la primera potestadmexicana, es una nueva y terrible lección para <strong>el</strong> enemigo, que tan amenudo y tan miserablemente se ha engañado, augurando nuestra prontay afrentosa disolución.Alentad, ciudadanos diputados, en <strong>el</strong> seno de vuestras familias, lamás profunda seguridad de que <strong>el</strong> gobierno se esforzará, con diligentesolicitud, en corresponder a la expectación d<strong>el</strong> país y de sus dignos representantes,defendiendo, a todo trance, la independencia de la Repúblicay sus hermosas instituciones.CONTESTACION DE PONCIANO ARRIAGA,VICEPRESIDENTE DEL CONGRESOCiudadano presidente de la República:México existe como nación independiente, soberana y libre, a pesarde las exquisitas combinaciones de una ambición espuria que, asociándosea la traición y a la perfidia, y acechando los momentos en que nose restañaban todavía las dolorosas heridas de una cruenta dilatadaguerra civil, contaba ya con que <strong>el</strong> país, débil y quebrantado por hondasc<strong>al</strong>amidades, aceptaría gustoso la intervención extranjera, es decir, lahumillación y la deshonra.México existe, y con sus propios y exclusivos <strong>el</strong>ementos hace frentea una guerra inicua, que no tiene razón de ser, y que causaría la irritacióny <strong>el</strong> escánd<strong>al</strong>o de todo <strong>el</strong> mundo civilizado, si la ley d<strong>el</strong> poder y d<strong>el</strong>as armas tuviera por fortuna menos influencia en los destinos humanos.México existe, y con los soldados inexpertos y gener<strong>al</strong>es ciudadanos,lucha contra ejércitos aguerridos y famosos, y trasmite a la historiapáginas tan gloriosas y brillantes como la d<strong>el</strong> 5 de mayo de 1862.México existe, en fin, y prodigando la sangre y la riqueza de sushijos por defender su honor y su autonomía y tolerando a sus enemigosinermes y respetando la vida y aun la gloria de los prisioneros de susarmas, da todos los días ejemplos de mor<strong>al</strong>idad y de cultura a los quehan invadido su territorio pretendiendo civilizarlo.y cuando tenemos estos datos, y cuando de nuestros Estados y Territoriosmás lejanos vienen los pueblos armados a defender los sacrosantosderechos de la patria, ¿cómo los <strong>el</strong>egidos d<strong>el</strong> pueblo, los legisladoresde la República habrían descuidado <strong>el</strong> cumplimiento de los<strong>al</strong>tos deberes que les ha señ<strong>al</strong>ado la Carta fundament<strong>al</strong>? ¿Cómo no erade esperarse que se consagrasen a su desempeño con la asiduidad y c<strong>el</strong>oque <strong>el</strong> gobierno reconoce?Si la solemnidad eminentemente nacion<strong>al</strong> verificada en Puebla deZaragoza <strong>el</strong> 4 d<strong>el</strong> presente, interrumpió por breves días las tareas d<strong>el</strong>212


10 Informes y ma.nifiestos, t. 1, pp. 483­485.<strong>Congreso</strong> mexicano, también es cierto que sus diputados sintieron <strong>al</strong>límás de cerca las inspiraciones d<strong>el</strong> patriotismo, en<strong>al</strong>tecieron la gloria denuestros v<strong>al</strong>ientes, consolidaron <strong>el</strong> espíritu de unión y de concordiaen que se agita <strong>el</strong> benemérito ejército de Oriente, y volvieron <strong>al</strong> seno d<strong>el</strong>a representación nacion<strong>al</strong> más y más animados d<strong>el</strong> deseo de promovermedidas conducentes a la defensa de la nación.El voto de plena confianza que mereció <strong>el</strong> gobierno, quedando investidode facultades omnímodas, no ha impedido que los representantesd<strong>el</strong> pueblo inicien todas aqu<strong>el</strong>las providencias legislativas que, asu juicio, pueden contribuir a tan grandioso objeto y <strong>el</strong> manifiesto dirigidoa la República por sus representantes, no ha sido más que la genuinaexpresión de la evidente justicia con que <strong>el</strong> país rep<strong>el</strong>e la intervenciónextraña; de la legítima dignidad con que se defiende de unaagresión que no por injusta y verdadera deja de ser aun inverosímil;de la resolución incontrastable, firmísima, de sostener a todo trance laincolumidad de sus derechos.Las leyes dictadas por <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> nacion<strong>al</strong> en este periodo de sussesiones, son pocas en verdad, si su número se compara con <strong>el</strong> ardienteafán que han tenido los diputados de servir a su patria en la crisis presenteque es, a no dudarlo, de vida o de muerte para la nacion<strong>al</strong>idadmexicana; pero si un escrupuloso respeto a los preceptos constitucion<strong>al</strong>eslos pone ahora en <strong>el</strong> caso de suspender sus tareas, la nación tieneya la seguridad perfecta de que en <strong>el</strong> instante mismo que para la s<strong>al</strong>udpública sea indispensable la presencia d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, volverá <strong>al</strong> ejerciciode sus augustas funciones, sean cu<strong>al</strong>es fueren los obstáculos, sean cu<strong>al</strong>esfueren las vicisitudes y contratiempos que para entonces hayan creadolas circunstancias.Al terminar <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> <strong>el</strong> primer tiempo de sus sesiones con laregularidad constitucion<strong>al</strong>, ofreciendo así un nuevo desengaño a los enemigosd<strong>el</strong> país, que han estado anunciando nuestra disolución cercanay vergonzosa, deja en manos d<strong>el</strong> primer magistrado de la Repúblicauna situación <strong>al</strong>tamente difícil, tremenda, porque en <strong>el</strong>la están comprometidoslos más caros, los más preciosos intereses de la patria; pero unasituación que ofrece <strong>al</strong> mismo tiempo un hermoso porvenir de gloria yde ilustre merecimiento para <strong>el</strong> ciudadano que ha mantenido inviolableslos principios de la ley, que conoce <strong>el</strong> espíritu y <strong>el</strong> poder de la nación,que tiene fe profunda en los destinos d<strong>el</strong> país, que sigue siempr<strong>el</strong>as grandes inspiraciones en <strong>el</strong> sentido d<strong>el</strong> pueblo, y que sabe, en fin,que para no bajar d<strong>el</strong> poder a confundirse en <strong>el</strong> polvo y la nada de lahistoria, es necesario que a todo trance, con vivo y enérgico espíritu, ycon indomable constancia, haga entrar en razón a todos los enemigosde la patria, y pueda decir en <strong>el</strong> tiempo venidero:«México existe, y con honra, como nación independiente, soberanay libre».lO213


DISCURSO PRONUNCIADO POR EL PRESIDENTEDE LA REPUBLICA AL ABRIRSE LAS SESIONESDEL CONGRESO DEL SEGUNDO PERIODOCiudadanos diputados:29 de abril de 1863.Venís a desempeñar vuestras augustas funciones en un tiempo dedura prueba, retardando tan sólo unos días vuestra reunión en esterecinto, porque muchos de vosotros están sirviendo <strong>al</strong> pueblo en comisionesmilitares. La nueva inst<strong>al</strong>ación de la asamblea nacion<strong>al</strong> es unacontecimiento fausto para la República y su gobierno. El inicuo invasorde la patria reconocerá más y más, a despecho suyo, que nada puedecontra nuestras instituciones, como nada puede contra <strong>el</strong> indomablebrío de nuestros soldados.Después que cerrasteis <strong>el</strong> último periodo de vuestras sesiones, laguerra contra tropas de Napoleón III ha encendídose con más furorque nunca, y <strong>el</strong> orgullo de nuestros enemigos ha sido mil veces quebrantado en Puebla de Zaragoza, donde nuestros soldados han hechoverdaderos prodigios de v<strong>al</strong>or y disciplina. También fuera de la plazaque asedian los franceses, han pasado encuentros muy honrosos paranuestras aunas. Lleno de noble y gratísima satisfacción, publico en estaocasión solemne la gloria de que están colmándose nuestros conciudadanosaunados, combatiendo como buenos por lo que hay de más sagrado<strong>entre</strong> los hombres.Para llenar <strong>el</strong> primero de mis deberes, para satisfacer la más vivade mis aspiraciones, para cumplir la más sagrada de mis promesas, heprocurado le<strong>al</strong> y asiduamente la creación y desarrollo de nuestros <strong>el</strong>ementosde defensa; y gracias a esta nación magnánima, que tan grandementeha secundado la política d<strong>el</strong> gobierno, nuestra actitud es másimportante cada día; y en las peores circunstancias hacendarias quehayamos tenido nunca, podemos afrontar una guerra terrible, sin ama­Ho extraño.Algunas pequeñas diferencias, suscitadas por lamentables errores,han convertídose a la voz d<strong>el</strong> gobierno y d<strong>el</strong> patriotismo, en la másfranca resolución para cooperar activamente a la guerra que la naciónsostiene con justicia y con vigoroso empeño. Fuera de los traidores declaradostiempo hace, no se desea ni se imagina en toda la Repúblicaun prospecto de f<strong>el</strong>icidad mayor que <strong>el</strong> triunfo sobre los invasores denuestra tierra.Vuestras autorizadas d<strong>el</strong>iberaciones fortificaron estos nobles sentimientos,y <strong>el</strong> voto de confianza que <strong>el</strong> poder Ejecutivo necesita y esperade vosotros, demostrará una vez más a nuestros enemigos, que en lu-214


gar de las discordias con que tanto contaban para <strong>el</strong> éxito fácil de suodiosísima empresa, se muestra con claridad en las grandes autoridadesd<strong>el</strong> país, como en los hijos de éste, la más sólida uni6n, y que todo loposponemos a la defensa de la autonomía y dignidad de la República.El mundo entero aclamará nuestra honra, porque de verdad noes pequeño un pueblo que, dividido y trabajado por largas y desastro·sas guerras civiles, h<strong>al</strong>la en sí mismo bastante virilidad para combatirdignamente contra <strong>el</strong> monarca más poderoso de la tierra; un puebloque en esta situación de inmensa gravedad mantiene incólume su derechopúblico, hace brillar la sabiduría en sus consejos, da pruebas insignesde magnanimidad y no consiente más ventaja a sus enemigos que lade sus iniquidades, en que no quiere parecérs<strong>el</strong>e, porque sabe muy bienque en <strong>el</strong> siglo en que vivimos, ese camino es de deshonra y perdici6n,y que sólo hay gloria para aqu<strong>el</strong>las naciones que, como México, defienden<strong>el</strong> derecho y la justicia.CONTESTACION DE PONCIANO ARRIAGA,PRESIDENTE DEL CONGRESOCiudadano presidente:Para dar un nuevo testimonio de nuestra existencia nacion<strong>al</strong>, paradesmentir otra vez las torpes y groseras c<strong>al</strong>umnias con que se ha queridodeshonrar a la República de México, está aquí reunida la misma augustaasamblea constitucion<strong>al</strong> que tuve la honra de presidir <strong>el</strong> 15 de diciembreúltimo. y para hacer fuerte y poderosa la íntima concienciade nuestros derechos, incontrastable la superioridad que no en vanopromete <strong>el</strong> acendrado patriotismo, invencible la fuerza mor<strong>al</strong> cifradasen un <strong>el</strong>evado y anchuroso sentimiento, <strong>el</strong> amor a la patria están ahí, enPuebla de Zaragoza, en una actitud sublime y heroica, los que sufren yno se quejan, los que necesitan y no piden, los que p<strong>el</strong>ean sin cóleray sin miedo, los que poseídos de un espíritu inmort<strong>al</strong> obligan a huir yadesertarse <strong>al</strong> soldado francés, resu<strong>el</strong>tos a morir todos antes que ceder unp<strong>al</strong>mo de tierra a la bárbara ley de la conquista.¿Qué puedo deciros en estas circunstancias, ciudadano presidente,que no sea una pálida expresión d<strong>el</strong> sentimiento gener<strong>al</strong>? ¿Cómo puedohablaros, pueblo mexicano, para no hacer una ofensa a la santa r<strong>el</strong>igiosidadd<strong>el</strong> patriotismo? ¿Acaso no tiene cada ciudadano la profundaseguridad de que todos los mexicanos pensamos y sentimos hoy unamisma cosa, la patria, con excepción d<strong>el</strong> odioso grupo de traidores quese destacan en las sombras para dar más r<strong>el</strong>ieve a la luz en que viven,215


<strong>al</strong> aire que respiran nuestros soldados de Oriente? ¿No es verdad queasí como no hay un Estado de nuestra libre confederación, que a pesarde las distancias y de dificultades insuperables, no haya mandado sushijos armados a la defensa d<strong>el</strong> país, tampoco ha habido hasta hoy enZaragoza sino v<strong>al</strong>ientes y denodados que, venciendo imposibles, resistena los empujes d<strong>el</strong> poder militar más temible, desconciertan todas lascombinaciones d<strong>el</strong> arte más profundo y se aprestan ya a consumar atodo trance la obra grandiosa de la completa emancipación de la República?Es digna de su autonomía y de su gloria esta nación magnánimay generosa que, después de una lucha secular para destruir añejos abusos,inveterados fanatismos, aristocracias poderosas, y tantas otras omnipotenciascomo habían amontonado los monarcas para esclavizar <strong>al</strong>pueblo, se levanta hoy tan grande y tan lozana como <strong>el</strong> primer día desu existencia, y da una lección terrible, inolvidable, <strong>al</strong> autócrata másbrillante y más afamado d<strong>el</strong> mundo.No es pequeña la parte que ha tocado en estos hechos memorables,<strong>al</strong> patriota ciudadano que por <strong>el</strong> imperio de la ley y <strong>el</strong> voto d<strong>el</strong>a opinión pública preside nuestros destinos. La nación, para <strong>el</strong>evarsea la <strong>al</strong>tura que le corresponde, sólo necesitaba tener confianza en suprimer magistrado y <strong>el</strong>la sabe que sin ambiciones tortuosas, sin pérfidasintrigas ni pasiones d<strong>el</strong>etéreas, estáis, ciudadano presidente, animadopor <strong>el</strong> sentimiento de la patria, asociado a los intereses d<strong>el</strong> pueblo, decididoa no transigir jamás, ni en la prosperidad ni en la desgracia, conlos enemigos de la República.Siguiendo esta senda de honor y de le<strong>al</strong>tad, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, no 10 dudéis,prorrogará <strong>el</strong> voto de confianza con que repetidas veces os ha distinguido,y hará más y más irresistible la evidencia de que no es la discordia<strong>entre</strong> los buenos mexicanos <strong>el</strong>emento en que puede apoyarse <strong>el</strong>invasor para destruimos.No, no es pequeño, no es miserable, no merece la esclavitud un puebloque, superando los desastres de la guerra civil, crujiendo bajo <strong>el</strong>peso de c<strong>al</strong>amidades inauditas, olvidando todo lo caduco y transitorio,y fijando su vista en la contemplación de santos y <strong>el</strong>evados deberes, tienemás y más <strong>al</strong>iento cuando parece decaído, multiplica sus fuerzas hasta<strong>el</strong> prodigio, rompe sin auxilio extraño todos los nudos de una situación<strong>al</strong>tamente comprometida, y estando ya en posesión de una gloria imperecedera,cumplirá las promesas que a su nombre hicieron <strong>al</strong> mundo liber<strong>al</strong>,<strong>al</strong> mundo demócrata y civilizado, Hid<strong>al</strong>go <strong>el</strong> 15 de septiembrede 1810, Zaragoza <strong>el</strong> 5 de mayo de 1862 y González Ortega y Auza <strong>el</strong>25 de abril d<strong>el</strong> año presente. 1111 Informes y ma.nifiestos, t. 11, pp. 486·488.216


DISCURSO PRONUNCIADO POR EL PRESIDENTEDE LA REPUBLICA AL CLAUSURARSE LASSESIONES DEL CONGRESOCiudadanos diputados:31 de mayo de 1863.No obstante la violencia y lo p<strong>el</strong>igroso de la situación presente, oshabéis <strong>entre</strong>gado a vuestras importantes ocupaciones hasta <strong>el</strong> día dehoy en que la Constitución os manda terminarlas.y bien que esto no importa una novedad ni un grande esfuerzopara los dignos representantes d<strong>el</strong> pueblo mexicano, en que todas lasvirtudes cívicas resplandecen, será, sí, una prueba más d<strong>el</strong> imperiosereno y seguro que conservan nuestras instituciones a la vista d<strong>el</strong> enemigoextranjero, cuando no sólo éste, sino muchos políticos de Europa,vaticinaban la ruina miserable de nuestro gobierno <strong>al</strong> ruido solo de lasarmas de Napoleón IIl.Pero la influencia d<strong>el</strong> ejército que este príncipe nos ha enviadopara subyugamos, no <strong>al</strong>canza más <strong>al</strong>lá d<strong>el</strong> terreno que ocupa, y nuestrosenemigos no pueden siquiera enorgullecerse de esta ocupación, queha dejado <strong>el</strong> honor todo y la gloria de nuestra parte.Los acontecimientos que acaban de pasar en Puebla de Zaragoza,han llenado de noble orgullo a los mexicanos y han ex<strong>al</strong>tado su decisiónpara rep<strong>el</strong>er a los invasores de la patria, que arrojaron ya la máscarad<strong>el</strong> dolo, para mostrar a la faz d<strong>el</strong> mundo su imprudencia. La defensade Zaragoza y <strong>el</strong> glorioso desastre que terminó aqu<strong>el</strong> drama verdaderamentesublime; una lucha en que los franceses fueron tantas veces humillados;desenlace imposible para su decantada bravura y sólo impuestopor la más dura extremidad y por la más noble resolución de norendir nuestras armas y nuestras banderas, son prodigios que publicanla grandeza de este pueblo; son ejemplo que por cierto no serán estériles<strong>entre</strong> los mexicanos.Vuestra solicitud se ha empleado dignamente en mejorar la suertede nuestros heridos y prisioneros y <strong>el</strong> porvenir de sus familias. El gobiernose ha empeñado siempre en llenar esta exigencia d<strong>el</strong> patriotismoy de la más clara justicia y la República entera secunda sus esfuerzos.La adversidad, ciudadanos diputados, no des<strong>al</strong>ienta más que a lospueblos despreciables; la nuestra está ennoblecida por grandes hechosy dista mucho de habemos arrebatado los inmensos obstáculos materi<strong>al</strong>esy mor<strong>al</strong>es que opondrá <strong>el</strong> país contra sus injustos invasores.El voto de confianza con que me habéis honrado, de nuevo empeñaen sumo grado mi reconocimiento hacia la asamblea de la nación, aunqueno es ya posible que empeñe más mi honor y mi deber en la defensade la patria.217


Vosotros vais ahora a servirla fuera de este recinto, y vuestro amora <strong>el</strong>la deberá en todas ocasiones animarse por la seguridad de que <strong>el</strong>gobierno sostendrá la voluntad d<strong>el</strong> pueblo mexicano, manteniendo atodo trance incólumes a su autonomía y sus instituciones democráticas.CONTESTACION DE SEBASTIAN LERDO DE TEJADA,PRESIDENTE DEL CONGRESOCiudadano presidente:El <strong>Congreso</strong> de la Unión termina hoy <strong>el</strong> segundo periodo anu<strong>al</strong> desus sesiones en <strong>el</strong> día señ<strong>al</strong>ado por <strong>el</strong> código fundament<strong>al</strong>.Mientras que <strong>al</strong>gunos de los representantes d<strong>el</strong> pueblo han estadodefendiendo con las armas <strong>el</strong> honor y la independencia nacion<strong>al</strong>, otrosvinieron de los Estados más remotos para que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> no dejarade reunirse en la época que designa la Constitución. Así se ha desmentidouna vez más <strong>el</strong> pretexto de la guerra inicua que se hace a México,queriendo m<strong>al</strong> encubrir la ambición de usurpar su soberanía, con lafingida voluntad de prestar auxilio <strong>al</strong> pueblo mexicano para que seconstituya, e impartirle una protección que no ha solicitado.En estos momentos solemnes ha vu<strong>el</strong>to a patentizar la firme adhesiónde todos los Estados y la voluntad gener<strong>al</strong> de la inmensa mayoríade los mexicanos para sostener las instituciones y <strong>el</strong> gobierno de la República.Frente <strong>al</strong> ejército invasor, en medio de los p<strong>el</strong>igros de la guerra,y a pesar de los trastornos gener<strong>al</strong>es que ocasiona, los representantesd<strong>el</strong> pueblo han venido de todas partes, para que no se interrump<strong>al</strong>a marcha regular de los poderes públicos.En estas sesiones <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> ha ocupado debida y preferentementesu atención en todo lo que se refiere a la guerra.Durante <strong>el</strong>la ha podido admirar <strong>el</strong> heroico v<strong>al</strong>or y constancia d<strong>el</strong>os defensores de Puebla de Zaragoza. Justamente reconoció y declaróque han merecido bien de la patria, y que <strong>el</strong>los y las familias de los quesucumbieron, deben atenderse con una especi<strong>al</strong> solicitud.Allí han conquistado para la República una nueva gloria que nuncase podrá olvidar, y han dado a sus conciudadanos un noble ejemploque imitar. Siempre servirán de mod<strong>el</strong>o a todos los buenos mexicanos,para que, cu<strong>al</strong>esquiera que sean las vicisitudes de la guerra, continúeésta sin desmayar por ninguna desgracia ni arredrarse por ningún sacrificio,hasta obtener que la justicia de la causa de México sea respetadapor <strong>el</strong> invasor.Para que prosiga la lucha sin descanso, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> ha prorrogadode nuevo <strong>al</strong> Ejecutivo la concesión de las más amplias facultades quepueda necesitar.218


l2 Informes y manifiestos,t. n, pp. 488·490.El magistrado supremo, que ha defendido los derechos de Méxicoen las más difíciles circunstancias, queda con toda la suma de poderque le dan la libre <strong>el</strong>ección de los pueblos y los repetidos votos de confianzade la representación nacion<strong>al</strong>. Ella no duda que con esos títulos,con la enérgica y unánime cooperación de los Estados y con <strong>el</strong> patriotismode todos los buenos mexicanos, nada omitirá de cuanto sea necesariopara seguir luchando dignamente hasta hacer triunfar los derechos,la soberanía y la independencia de la República.~2DISCURSO PRONUNCIADO POR EL PRESIDENTEDE LA REPUBLICA AL ABRIRSE EL PRIMER PERIODODE SESIO~~ES DEL CUARTO CONGRESO CONSTITUCIONALCiudadanos diputados:8 de diciembre de 1867.El 31 de mayo de 1863, f<strong>el</strong>icité en este lugar a los <strong>el</strong>egidos d<strong>el</strong>pueblo, por la decisión y la fe con que combatían los buenos hijos d<strong>el</strong>a República, inspirando la segura confianza d<strong>el</strong> triunfo contra unapoderosa invasión extranjera. Reunida ahora de nuevo la representaciónnacion<strong>al</strong>, puedo f<strong>el</strong>icitaros, con mayor motivo, por <strong>el</strong> triunfo completode la República.El pueblo mexicano, con su patriotismo, su v<strong>al</strong>or y su constanciaen la lucha, ha s<strong>al</strong>vado su independencia y sus instituciones. En vanopretendió la intervención monárquica destruir a la República y a sugobierno. La Intervención desapareció, combatida por <strong>el</strong> pueblo, quedandoen pie la República, más fuerte en <strong>el</strong> interior y más consideradaen <strong>el</strong> exterior.Los hijos d<strong>el</strong> pueblo, que por su v<strong>al</strong>or y sus sacrificios fueron grandesen la lucha, han sido, después d<strong>el</strong> triunfo, todavía más grandes porsu generosidad. Ocuparon sucesivamente todas las ciudades, dando proteccióny garantías a sus mismos enemigos, sin distinción de nacion<strong>al</strong>idad.El gobierno ha creído ser un fi<strong>el</strong> intérprete de los generosos sentimientosrepublicanos, limitando la estricta aplicación de la ley <strong>al</strong> jefede la Intervención, y a un número muy corto de los que contrajeronmayor responsabilidad en todas las desgracias nacion<strong>al</strong>es. Fue necesari<strong>al</strong>a ejecución de Querétaro, por los más graves motivos de justicia,unidos a la exigencia imperiosa de afianzar la paz en <strong>el</strong> porvenir, paraponer un término a las convulsiones intestinas y a todas las c<strong>al</strong>amidadescon que la guerra ha afligido a nuestra sociedad.El ejemplo necesario de la aplicación de la ley, a los que ocuparon<strong>el</strong> primer lugar <strong>entre</strong> los más culpables, ha permitido usar de grande219


clemencia con todos los demás. La República ha perdonado, en cuantoera posible, a sus m<strong>al</strong>os hijos, y ha sido magnánima con los que de fueravinieron a cubrirla de sangre y desolación.Han podido ver los c<strong>al</strong>umniadores de la República, que a medidaque los efectos de la Intervención cesaban en cada lugar, se restablecía<strong>al</strong>lí, desde luego, <strong>el</strong> orden público y la obediencia a las leyes. Al mismotiempo que <strong>el</strong> pueblo ha vu<strong>el</strong>to a disfrutar de la libertad de sus instituciones,ha comenzado a gozar también de los beneficios de la paz.Establecida en todo <strong>el</strong> territorio la acción d<strong>el</strong> gobierno nacion<strong>al</strong>,ha empleado los medios que estaban en su mano, y <strong>el</strong> tiempo de queha podido disponer, para organizar todos los ramos de la administración.Aunque revestido de facultades discrecion<strong>al</strong>es, ha obrado siempreconforme <strong>al</strong> espíritu de nuestras instituciones. Se ha ocupado preferentementede los asuntos feder<strong>al</strong>es, dejando expedita la acción de los funcionariosde los Estados, para que atendiesen a los asuntos particularesde los mismos.Cumpliendo <strong>el</strong> gobierno con su más sagrado deber, convocó <strong>al</strong>pueblo a fin de que <strong>el</strong>igiese a sus mandatarios para los poderes feder<strong>al</strong>esy de los Estados. Señ<strong>al</strong>ó <strong>el</strong> más breve término posible para que <strong>el</strong> pueblodesignase, sin dilación, a quienes quisiera confiar sus destinos. Nose ha puesto por <strong>el</strong> gobierno ningún embarazo para que en las <strong>el</strong>ecciones,en la prensa, y en todos los actos de carácter político, se haya disfrutadode la más amplia libertad.Se han dictado las disposiciones necesarias para la organizaciónde los tribun<strong>al</strong>es y la buena administración de justicia. Deseando ampararen lo justo muchos intereses privados, se rev<strong>al</strong>idaron con reglasequitativas los actos ejercidos ante funcionarios de la Intervención, queno tuvieron ninguna autoridad legítima.Los establecimientos de instrucción y beneficencia pública han sidoatendidos con la solicitud que merecen tan importantes objetos.El gobierno ha otorgado la protección y las concesiones posibles,a empresas que pueden ser de grande utilidad para <strong>el</strong> comercio, la industriay los demás ramos de la riqueza pública.Además de dictar las disposiciones oportunas para regularizar laadministración de la hacienda pública y para liquidar y reconocer loscréditos legítimos, se han procurado todas las economías compatiblescon <strong>el</strong> buen servicio; y se ha observado como regla invariable no darlugar <strong>al</strong> antiguo <strong>sistema</strong> de negocios, que han sido la causa más eficazd<strong>el</strong> descrédito y de la ruina d<strong>el</strong> erario. Así han podido atenderse conregularidad, desde la ocupación de la capit<strong>al</strong>, todos los ramos d<strong>el</strong> serviciopúblico, y aun las clases pasivas.Se ha organizado <strong>el</strong> ejército en <strong>el</strong> número necesario para las atencionesd<strong>el</strong> servicio militar. Formado de <strong>entre</strong> los que han combatido220


digna y patrióticamente contra la Intervención, será <strong>el</strong> firme y le<strong>al</strong>defensor de la libertad y de las leyes.El gobierno ha atendido, en cuanto lo permitían los recursos, a losque se han retirado d<strong>el</strong> setvicio, para volver a sus hogares y a sus ocupacionesprivadas. Ellos, lo mismo que los que permanecen en <strong>el</strong> ejército,han merecido muy justamente los premios y condecoraciones decretadas,como un testimonio de la gratitud nacion<strong>al</strong>.El intento de la intervención monárquica europea, hizo que sóloconsetvase México buenas <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> de amistad con las repúblicas americanas,por la identidad de los mismos principios e instituciones democráticas.Durante nuestra lucha, aqu<strong>el</strong>las repúblicas demostraron sussimpatías por la causa de la independencia y de la libertad de México.Los pueblos y los gobiernos de <strong>al</strong>gunas repúblicas sudamericanashicieron demostraciones especi<strong>al</strong>es por los defensores de la causa deMéxico, y por su gobierno. Recientemente ha venido un enviado de Bolivia,en misión especi<strong>al</strong>, para presentar a la República cordi<strong>al</strong>es f<strong>el</strong>icitacionespor su triunfo.Con los Estados Unidos de América conservamos las mismas <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong>de buena amistad, que existieron durante nuestra lucha. Lasconstantes simpatías d<strong>el</strong> pueblo de los Estados Unidos, y<strong>el</strong> apoyo mor<strong>al</strong>que su gobierno prestó a nuestra causa, han merecido y merecen justamente,las simpatías y la consideración d<strong>el</strong> pueblo y d<strong>el</strong> gobierno deMéxico.A causa de la Intervención, quedaron cortadas nuestras <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong>con las potencias europeas. Tres de <strong>el</strong>las, por virtud de la Convenciónde Londres, se pusieron en estado de guerra con la República. Luego,la Francia sola continuó la empresa de la Intetvención; pero despuésreconocieron <strong>al</strong> llamado gobierno sostenido por <strong>el</strong>la, los otros gobiernoseuropeos que habían tenido <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> con la República, a la que desconocieron,separándose de la condición de neutr<strong>al</strong>idad. De este modoesos gobiernos rompieron sus tratados con la República, y han mantenidoy mantienen cortadas con nosotros sus <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong>.La conducta d<strong>el</strong> gobierno de la República, ha debido normarseen vista de la de aqu<strong>el</strong>los gobiernos. Sin haber pretendido nada de <strong>el</strong>los,ha cuidado de que no se haga nada que pudiera justamente considerarsecomo motivo de ofensa; y no opondrá dificultad para que, en circunstanciasoportunas, puedan c<strong>el</strong>ebrarse nuevos tratados, bajo condicionesjustas y convenientes, con especi<strong>al</strong>idad en lo que se refiere a los interesesd<strong>el</strong> comercio.El gobierno ha cuidado también de que estén bajo la protecciónde las leyes y las autoridades los súbditos de aqu<strong>el</strong>las naciones, residentesen la República. La eficacia de esa protección ha sido bastante paraque no haya lugar a quejas. Prácticamente se ha demostrado que porla ilustración de nuestro pueblo y por los principios de nuestras institu-221


ciones liber<strong>al</strong>es, los extranjeros residentes en México, sin necesidad d<strong>el</strong>a especi<strong>al</strong> protección de los tratados, son considerados con igu<strong>al</strong>dad <strong>al</strong>os mexicanos, y disfrutan de los derechos y las garantías otorgadas porlas leyes.Se ha preocupado la opinión pública por la importancia de la ap<strong>el</strong>aciónhecha <strong>al</strong> pueblo, acerca de <strong>al</strong>gunas reformas a la Constitución,propuestas en la convocatoria de 14 de agosto. La discusión se ha referido<strong>al</strong> modo de proponerlas, más bien que a las mismas reformas.Gran número de ciudadanos ha votado en favor de <strong>el</strong>las, otros encontra y otros se han abstenido de votar, siguiendo acaso <strong>el</strong> parecer d<strong>el</strong>os que opinan las reformas sin aceptar <strong>el</strong> medio de la ap<strong>el</strong>ación <strong>al</strong> pueblopara resolverlas.El gobierno expuso su juicio con franqueza en la convocatoria. Manifestósu convicción de que no deberían proponerse reformas en tiemposordinarios, sino por los medios establecidos en la Constitución; yque la ap<strong>el</strong>ación hecha <strong>al</strong> pueblo ahora, no podría servir de ejemplo pararepetirla en circunstancias comunes. El gobierno la consideró justificadaen esta vez, por 10 extraordinario y excepcion<strong>al</strong> de la situación,en la grave crisis que la República acaba de pasar.No se conoce todavía con exactitud <strong>el</strong> resultado de los votos; peroaun cuando se presume que no lleguen a la mayoría los emitidos enfavor de las reformas, son de un gran número de ciudadanos cuya opiniónmerece ser considerada. Si se suma este número con <strong>el</strong> de los quehan votado en contra, componen fuera de duda una gran mayoría d<strong>el</strong>pueblo, que ha aceptado y usado <strong>el</strong> medio de la ap<strong>el</strong>ación.Esto fundaría la necesidad de hacer <strong>el</strong> escrutinio de los votos; perosobre él pudieran suscitarse cuestiones o dudas que difiriesen la resolución,mientras <strong>el</strong> motivo princip<strong>al</strong> porque se había adoptado <strong>el</strong> mediode la ap<strong>el</strong>ación, era por ser <strong>el</strong> más breve para resolver acerca de lasreformas.La convicción que ha tenido y tiene <strong>el</strong> gobierno, de que son necesariasy urgentes, le hace preferir que se prescinda de la cuestión de forma,esperando que de otro modo se pueda llegar más pronto a resolverlas.Por esto, en lugar de pedir que se haga <strong>el</strong> escrutinio, ha acordado <strong>el</strong>gobierno someter los puntos propuestos de reforma a la sabiduría d<strong>el</strong><strong>Congreso</strong>, para que pueda determinar acerca de <strong>el</strong>los, conforme a lasreglas establecidas en la Constitución. Con este fin se presentará desd<strong>el</strong>uego la iniciativa correspondiente.Por la ley de 27 de mayo de 1863, se prorrogó la concesión de facultades<strong>al</strong> Ejecutivo, hasta 30 días después de la reunión d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>,o antes, si terminaba la guerra con Francia.No se podría declarar por México <strong>el</strong> término d<strong>el</strong> estado de guerra,aunque de hecho no existan hostilidades con aqu<strong>el</strong>la nación. Ella fue222


la que trajo la guerra, sin haber hecho hasta ahora declaración expresade no continuarla.Así, pues, debería durar, conforme a la ley, 30 días más, contadosdesde hoy, las facultades concedidas <strong>al</strong> Ejecutivo.Sin embargo, he creído que obraba mejor, declarando, como declaroen este acto solemne, que no haré ya uso de <strong>el</strong>las.Si ocurriese <strong>al</strong>go por lo que fuera necesario dar mayor acción <strong>al</strong>gobierno, no dudo d<strong>el</strong> patriotismo de los representantes d<strong>el</strong> pueblo, qu<strong>el</strong>e prestarán su auxilio y cooperación, dictando las medidas que suprudencia y <strong>al</strong>ta sabiduría estimaren convenientes.Me es grato, ciudadanos diputados, devolveros <strong>el</strong> depósito de lagran suma de facultades que me habéis confiado. Si en <strong>el</strong> uso de <strong>el</strong>lashe cometido errores, os pido vuestra indulgencia, en <strong>el</strong> concepto de queen todos mis actos, nunca he tenido más móvil que <strong>el</strong> interés nacion<strong>al</strong>y la s<strong>al</strong>vación de nuestra querida patria.En <strong>el</strong> artÍCulo 2° de la ley citada, se puso una restricción acercade la facultad de c<strong>el</strong>ebrar tratados. Con este motivo conviene tambiénmanifestar que <strong>el</strong> gobierno ha tenido <strong>el</strong> constante propósito de no comprometeren nada a la República, y que no ha c<strong>el</strong>ebrado ningún tratado,convenio o compromiso <strong>al</strong>guno con ninguna nación.Tened a bien aceptar, ciudadanos diputados, los votos que hagocon confianza, por <strong>el</strong> mejor acierto de vuestras d<strong>el</strong>iberaciones, y porquecon vuestra ilustración y patriotismo, procuréis en todo <strong>el</strong> mayorbien a la República.CONTESTACION DEL DIPUTADO EZEQUIEL MONTES,PRESIDENTE DEL CONGRESOCiudadano presidente:La nación vu<strong>el</strong>ve hoy <strong>al</strong> ejercicio constitucion<strong>al</strong> de uno de los atributosmás preciosos de su soberanía: la facultad de legislar por mediode sus representantes, gracias a la heroica constancia de sus hijos en lagloriosa lucha que ha sostenido por <strong>el</strong> espacio de cinco años contr<strong>al</strong>a invasión extranjera, y gracias también a la justicia d<strong>el</strong> más grandede los pueblos modernos y d<strong>el</strong> mejor amigo de México. Sí, gracias <strong>al</strong>os Estados Unidos de América que continúan la obra digna d<strong>el</strong> granpadre de la independencia americana, d<strong>el</strong> fundador de la Repúblicaen <strong>el</strong> continente de Colón, d<strong>el</strong> venerable e inmort<strong>al</strong> Washington, la Repúblicade México contará siempre <strong>entre</strong> sus mejores amigos a loshombres de Estado que dirigieron la política americana durante <strong>el</strong>periodo de nuestra crisis. El principio de no intervención, fi<strong>el</strong>menteobservado por la primogénita de las repúblicas de este continente, hasido <strong>el</strong> único <strong>al</strong>iado de México.223


Un príncipe colocado a la cabeza de uno de los pueblos más civi:"lizados, más poderosos y más aguerridos de la Europa, resolvió destruirla República Mexicana y levantar sobre sus ruinas un trono: para re<strong>al</strong>izarsu pensamiento, empleó todos los medios por reprobados quefuesen, desde la violación de la fe pública hasta <strong>el</strong> asesinato en masade los prisioneros de guerra: los pr<strong>el</strong>iminares de la Soledad, de 19 defebrero; la nota de los comisarios franceses, d<strong>el</strong> 9 de abril de 1862;la vu<strong>el</strong>ta a Orizaba d<strong>el</strong> ejército francés <strong>el</strong> día 20 d<strong>el</strong> mismo mes, sinhaber retrocedido a Paso d<strong>el</strong> Macho; y la circular d<strong>el</strong> marisc<strong>al</strong> Bazainede 9 de octubre de 1865, serán monumentos perdurables de nuestrajusticia y de la f<strong>al</strong>ta de razón de nuestro enemigo. Sin embargo, laRepública está en pie; y hoy, como en 13 de abril de 1862, dice a la fazd<strong>el</strong> mundo:Los franceses pacíficos residentes en <strong>el</strong> país quedan bajo la s<strong>al</strong>vaguardiade las leyes y de las autoridades mexicanas.Injusto sería atribuir <strong>al</strong> pueblo francés lo que s6lo es obra de sujefe: la prensa independiente y la tribuna libre nos han hecho plenajusticia. Los discursos imparci<strong>al</strong>es de los oradores Berryer, Picard,Thiers y Julio Favre son los precursores de una política juiciosa y racion<strong>al</strong>que reconocerá nuestra justicia y reparará nuestros agravios.Es satisfactorio que <strong>el</strong> gobierno haya cultivado con solicitud las<strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> de amistad y comercio que f<strong>el</strong>izmente no han dejado deexistir <strong>entre</strong> la Unión Americana y México. Lo es también que nuestrashermanas las repúblicas de la América d<strong>el</strong> Sur nos hayan dadoconstantes pruebas de simpatía en los días de nuestra desgracia, y quepiensen hoy estrechar sus <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> de amistad con nuestra República.México no rehusa su amistad y su comercio a ningún pueblo d<strong>el</strong>a tierra; pero México no solicitará las <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> diplomáticas de ningunanación: ha probado <strong>al</strong> mundo que es capaz de defender sus derechossoberanos, contra un enemigo poderosísimo; y está convencidode que no necesita de que ningún gobierno extranjero reconozca suexistencia como nación independiente.El estado de la República en <strong>el</strong> interior no es todavía perfecto;pero preciso es convenir en que se ha ad<strong>el</strong>antado en <strong>el</strong> camino d<strong>el</strong> bienmás de lo que pudiera esperarse. Las ciudades de Puebla, Querétaro,Mérida, México y Veracruz, se han rendido <strong>al</strong> gobierno legítimo, y hansido ocupadas por <strong>el</strong> ejército republicano con un orden superior a todo<strong>el</strong>ogio, después de haber sufrido largos y penosos sitios; y la Repúblicaha sostenido sus derechos en la primera mitad d<strong>el</strong> presente año, conuna fuerza armada de más de setenta mil hombres. No es extraño quetodavía se registren <strong>al</strong>gunos hechos reprobados que <strong>el</strong> gobierno no hapodido evitar; pero reconocida su autoridad en toda la extensión d<strong>el</strong>territorio nacion<strong>al</strong>, pronto reinará la seguridad en las personas yen las propiedades en todas partes. El Ejecutivo puede contar con toda224


la cooperación d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> para hacer efectivas las garantías individu<strong>al</strong>es.Es doloroso que la necesidad de afianzar la paz no haya permitido<strong>al</strong> gobierno ser tan clemente en <strong>el</strong> uso de la victoria en <strong>el</strong> mes de junio,como lo ha sido después; pero no debió ni debe olvidarse que la s<strong>al</strong>udd<strong>el</strong> pueblo es la suprema ley; que <strong>el</strong> usurpador dio repetidas pruebas deque en nada estimaba los verdaderos votos de los mexicanos sobre su re·forma de gobierno: demasiado sabía que ni un solo pueblo abrazó lacausa de la Intervención, sino subyugado por las bayonetas extranjeras,y que todos volvieron <strong>al</strong> orden leg<strong>al</strong> luego que los franceses se retiraron;y, sin embargo, él se obstinó en seguir llamándose soberano deMéxico: su vida, pues, era incompatible con la tranquilidad de laRepública. Los asesinatos de Tacubaya reclamaban desde abril de1859, <strong>el</strong> castigo de los que murieron con <strong>el</strong> jefe de la Intervención.No han transcurrido cinco meses desde que <strong>el</strong> gobierno regresó <strong>al</strong>a capit<strong>al</strong>, y ya en varios Estados funcionan sus autoridades constitucion<strong>al</strong>es;<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> de la Unión abre hoy <strong>el</strong> primer periodo de sussesioneS' ordinarias, y muy pronto se inst<strong>al</strong>arán los otros dos poderesfeder<strong>al</strong>es: la diligente solicitud d<strong>el</strong> gobierno por <strong>el</strong> restablecimientod<strong>el</strong> orden constitucion<strong>al</strong>, es evidente.Desembarazado <strong>el</strong> gobierno de las atenciones de la guerra, ha podidoconsagrar su acción a todos los ramos d<strong>el</strong> servicio público: la administraciónde justicia, las mejoras materi<strong>al</strong>es, <strong>el</strong> ejército y la haciendahan sido materia de varias leyes y resoluciones administrativas. Es muylaudable que los pesos d<strong>el</strong> tesoro público v<strong>al</strong>gan ya lo mismo que losde cu<strong>al</strong>quier particular, y que se haya destruido una de las causas d<strong>el</strong>as desgracias públicas.El pueblo mexicano ejerce su soberanía por medio de los poderesde la Unión, en los casos de su competencia, en los términos establecidospor la Constitución feder<strong>al</strong>: <strong>el</strong> presidente de la República tienederecho de iniciar leyes; por consiguiente, <strong>el</strong> proyecto de reformas constitucion<strong>al</strong>esserá enteramente leg<strong>al</strong> en su principio y en su progreso;su término será <strong>el</strong> que crea justo <strong>el</strong> legislador.El <strong>Congreso</strong> ha oído con placer, que <strong>el</strong> jefe d<strong>el</strong> poder Ejecutivodevu<strong>el</strong>ve a su origen las autorizaciones que le fueron concedidas en lasleyes de 11 de diciembre de 1861, de 3 de mayo, de 27 de octubrede 1862 y de 27 de mayo de 1863; porque este acto significa que la pazpuede mantenerse con las facultades constitucion<strong>al</strong>es d<strong>el</strong> gobierno, yque éste está muy lejos de merecer las c<strong>al</strong>ificaciones de la prensa monárquicade Europa. ¿En dónde se ha visto que los verdaderos tiranosresignen ante <strong>el</strong> representante d<strong>el</strong> soberano las facultades que le usurparon?El poder Ejecutivo cumplirá, sin duda <strong>al</strong>guna, con <strong>el</strong> deber que leimpusieron las leyes de 27 de octubre de 1862 y de 27 de mayo de 1863;225


dará cuenta <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> d<strong>el</strong> uso que hizo de las autorizaciones de quehablan esas leyes; entonces resolverá <strong>el</strong> poder Legislativo, si las recompensasdecretadas en favor d<strong>el</strong> ejército nacion~l, son las únicas a quese haya hecho acreedor en la segunda guerra por la Independencia:<strong>entre</strong>tanto, yo no temo decir que soy intérprete fi<strong>el</strong> de los sentimientosd<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> de la Unión, afirmando que está satisfecho de la conductaque han observado los beneméritos gener<strong>al</strong>es García, Riva P<strong>al</strong>acio,Régules, Corona, Escobedo y Díaz (don Porfirio): jamás desesperaronde la s<strong>al</strong>vación de la República; lucharon constantementecontra <strong>el</strong> invasor y contra sus <strong>al</strong>iados; y hoy son un mod<strong>el</strong>o de fid<strong>el</strong>idada las instituciones, y de obediencia <strong>al</strong> presidente de la República.Han comprendido perfectamente, como comprende <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, que laconservación de la paz y la observancia de las leyes deben ser objetosde constante y esmerada solicitud de todos los funcionarios públicos.Los legisladores constituyentes de 1857, invocaron <strong>el</strong> santo nombrede Dios <strong>al</strong> decretar <strong>el</strong> código fundament<strong>al</strong> que hoy nos rige; nosotrostambién lo invocamos hoy para dar principio a nuestros trabajosconstitucion<strong>al</strong>es. i Que <strong>el</strong> Soberano autor y conservador de las sociedadeshumanas, que Aqu<strong>el</strong> por quien los legisladores decretan lo justo,se digne escuchar vuestros votos, que son los nuestros, por <strong>el</strong> acierto ennuestras d<strong>el</strong>iberaciones, y porque procuremos en todo <strong>el</strong> mayor biende la República! Todos los representantes d<strong>el</strong> pueblo venimos animadosde los más sinceros y ardientes deseos en favor de la paz pública,de la fi<strong>el</strong> observancia de las leyes, d<strong>el</strong> respeto inviolable a las garantíasindividu<strong>al</strong>es, y, sobre todo, de la conservación de la soberanía y de laindependencia de México. u13 Infonnes y ma.nifiestos, t. 11, pp. 3-9.DISCURSO PRONUNCIADO POR EL LICENCIADO BENITOJUAREZ AL ASUMIR EL CARGO DE PRESIDENTECONSTITUCIONALCiudadanos diputados:25 de diciembre de 1867.La confianza d<strong>el</strong> pueblo, que se ha dignado honrarme otra vezcon sus votos, me impone nuevos y sagrados deberes. Con <strong>el</strong> propósitole<strong>al</strong> y patriótico de cumplirlos, he venido a hacer, ante vosotros, laprotesta solemne que prescribe nuestro código fundament<strong>al</strong>.Apenas acaba de pasar <strong>el</strong> conflicto en que la guerra comprometióa la República, cuando presenta ante <strong>el</strong> mundo <strong>el</strong> ejemplo de volvera entrar en la práctica regular de sus instituciones. Para que funcionen226


conforme a <strong>el</strong>las, así en la Uni6n como en los Estados, <strong>el</strong> pueblo hahecho libremente la <strong>el</strong>ección de todos los poderes públicos.La representación nacion<strong>al</strong> decretó, en <strong>el</strong> p<strong>el</strong>igro de la patria, que<strong>el</strong> poder Ejecutivo fuese depositario de las más amplias facultades.Entonces, por un efecto necesario de las circunstancias, se interrumpióla observancia de varios preceptos de la Constitución. Sin embargo,procuré siempre obrar conforme a su espíritu, en cuanto lo permitíanlas exigencias inevitables de la guerra.Ahóra que <strong>el</strong> triunfo f<strong>el</strong>iz de la República ha hecho que se puedarestablecer plenamente <strong>el</strong> régimen de la Constitución, cuidaré fieimentede guardarla y hacerla guardar, por los deberes que me impone laconfianza d<strong>el</strong> pueblo, de acuerdo con mis propias convicciones.La le<strong>al</strong> observancia d<strong>el</strong> pacto fundament<strong>al</strong>, por los funcionariosfeder<strong>al</strong>es y de los Esados, será <strong>el</strong> medio más eficaz para consumar lareorganización de la República. Se <strong>al</strong>canzará tan importante objetosiempre que, conforme a la Constitución, <strong>el</strong> poder feder<strong>al</strong> respete losderechos de los Estados y <strong>el</strong>los respeten los derechos de la Unión.Sin esto, f<strong>al</strong>taría la primera hase para consolidar la paz, que debeser <strong>el</strong> fin princip<strong>al</strong> de nuestras aspiraciones. Dependiendo de la conservaciónde la paz todos los derechos privados y todos los intereses de lasociedad, nada debe omitir <strong>el</strong> gobierno para la c<strong>el</strong>osa protección d<strong>el</strong>a libertad y las garantías de los ciudadanos fi<strong>el</strong>es a la obediencia de lasleyes y para la enérgica represión de los que se reb<strong>el</strong>en contra <strong>el</strong>la,perturbando <strong>el</strong> orden público.Durante los años que he desempeñado <strong>el</strong> gobierno, en las situacionesprósperas, lo mismo que en las adversas, ha sido <strong>el</strong> único objetode todos mis actos, cuidar de los intereses d<strong>el</strong> pueblo y procurar <strong>el</strong>bien de mi patria. Siento obligada toda mi gratitud, reconociendo que,para ser <strong>el</strong>egido de nuevo, no he podido tener más mérito que la le<strong>al</strong>tadde mis intenciones.Es uno de los principios fundament<strong>al</strong>es consignados en la Constitución,que todo poder público dimana d<strong>el</strong> pueblo y se instituye para subeneficio. Como hijo d<strong>el</strong> pueblo, nunca podría yo olvidar que mi únicotítulo es su voluntad y que mi único fin debe ser siempre su mayor bieny prosperidad.En mi administración, ciudadanos diputados, me servirán de guíavuestras luces, cumpliendo <strong>el</strong> deber de ejecutar vuestras decisiones, desostener la independencia y dignidad de la nación y de hacer efectivoslos principios de libertad y de progreso, que ha conquistado con susangre <strong>el</strong> pueblo mexicano.227


CONTESTACION DE MANUEL SAAVEDRA,VICEPRESIDENTE DEL CONGRESOCiudadano presidente:A muchas naciones de la tierra les ha bastado una sola independenciapara nacer a una vida propia libre y para marchar por <strong>el</strong> senderod<strong>el</strong> progreso hacia su bienestar y prosperidad. México ha necesitadode tres independencias para colocarse en <strong>el</strong> camino que conseguridad la conduzca a semejante fin: la independencia de la España,la independencia d<strong>el</strong> clero y d<strong>el</strong> antiguo ejército y la independenciade la Europa. México, con <strong>el</strong> esfuerzo y con la sangre de sus buenoshijos, ha consumado estas tres independencias y con <strong>el</strong>lo ha dado pruebasincontrastables de que <strong>al</strong>ienta una gran vida y de que se encuentraya colocado en la senda de un rápido engrandecimiento. Para llegara este punto, ha tenido que recorrer un camino de sangre y de lágrimas,ha pasado por cincuenta y tantos años de sacrificios, de desengañosy de experiencias dolorosas; pero sabrá aprovechar estas amargas leccionesd<strong>el</strong> pasado y con <strong>el</strong> apoyo de sus buenos hijos, asegurará unporvenir f<strong>el</strong>iz.Vos, ciudadano presidente, <strong>el</strong>egido por <strong>el</strong> pueblo, habéis estado asu cabeza y representando un pap<strong>el</strong> importante en dos de estas épocas,muy señ<strong>al</strong>adas para la vida de la patria. Os confió sus libertades en1857 y las s<strong>al</strong>vasteis, afianzando su emancipación d<strong>el</strong> clero, d<strong>el</strong> ejércitoy d<strong>el</strong> oscurantismo. Os confió su bandera en 1862 y la mantuvisteislimpia y muy <strong>al</strong>ta presentándola hoy triunfante y orgullosa. La representaciónnacion<strong>al</strong> cumple ahora con <strong>el</strong> justo y grato deber de s<strong>al</strong>udaroscomo <strong>al</strong> digno abanderado de México.El pueblo mexicano, en ejercicio ya de su soberanía, os ha <strong>el</strong>egidode nuevo su presidente y os encomienda <strong>el</strong> último trabajo parasu f<strong>el</strong>icidad: la consolidación de la paz pública. Grave y difícil es porcierto la tarea; pero vuestra constancia y patriotismo y <strong>el</strong> buen sentidode la nación, de que ha dado recientes pruebas, responden de que nodesmayaréis en la empresa y de que <strong>el</strong>la se re<strong>al</strong>izará. En su buen éxitotiene un participio muy princip<strong>al</strong> <strong>el</strong> soberano <strong>Congreso</strong> de la Unión.El conoce la magnitud de la obra; y aunque desconfía de su capacidadpara llenar su misión, se siente también <strong>al</strong>entado por <strong>el</strong> patriotismo, esenoble sentimiento que produce <strong>el</strong> bien público y las acciones grandes yno descansará en sus trabajos, ni vacilará en la consecución d<strong>el</strong> fin queserá su constante propósito.La inst<strong>al</strong>ación de los poderes feder<strong>al</strong>es manifiesta que Méxicoentra <strong>al</strong> régimen constitucion<strong>al</strong> y la situación en que se encuentra <strong>el</strong>país rev<strong>el</strong>a que <strong>el</strong> único problema por resolver para afianzar la pazpública, es una buena administración. El princip<strong>al</strong> medio de obtenerla,228


H Benito <strong>Juárez</strong>.Documentos. "J t. 12,p. 837-840.es <strong>el</strong> respeto a la ley y su más fi<strong>el</strong> y exacto cumplimiento. Dirijamostodos nuestros desv<strong>el</strong>os a este fin, y si logramos su buen resultado, corresponderemosa la grande confianza que se ha depositado en nosotros,cumpliremos la <strong>el</strong>evada misión que se nos ha encomendado y re<strong>al</strong>izaremoslas esperanzas que en nosotros ha cifrado nuestra queridapatria. uDISCURSO PRONUNCIADO POR EL PRESIDENTE DE LAREPUBLICA EN LA CLAUSURA DE SESIONESDEL CONGRESOCiudadanos diputados:29 de marzo de 1868.Termináis ahora <strong>el</strong> primer periodo de vuestras sesiones, para volvera consagraros dentro de muy pocos días a vuestras importantestareas.Vengo con gran satisfacción a f<strong>el</strong>icitaros en estos actos, que presentanun testimonio solemne de la marcha regular de los poderespúblicos.Es grato observar que, apenas pasados los conflictos de la guerra,se ha planteado de nuevo, sin muchos embarazos, <strong>el</strong> régimen norm<strong>al</strong> denuestras instituciones. Está disfrutando de <strong>el</strong>las <strong>el</strong> pueblo, que combatiósin tregua para defenderlas, porque le aseguran todos sus derechosy le procurarán grandes bienes, siendo fi<strong>el</strong>mente respetadas.De los disturbios ocurridos en <strong>al</strong>gunos lugares, han concluido rápidamenteunos, y debemos confiar en que.los otros serán pronto sofocados.La República quiere gozar de paz bajo <strong>el</strong> amparo de la Constitucióny las leyes. Para reprimir a los que pretendan sobreponersea <strong>el</strong>las, no debe ni puede dudar <strong>el</strong> gobierno, de que cuenta con la opinióny <strong>el</strong> apoyo de la inmensa mayoría de los ciudadanos.Una guerra dilatada deja un legado inevitable de <strong>el</strong>ementos quepor <strong>al</strong>gún tiempo, se agitan por perturbar la sociedad. Podemos congratulamosde que no sean muchos, ni causen hasta ahora grave p<strong>el</strong>igro.Sin embargo, deben servimos las lecciones d<strong>el</strong> pasado para precaverque ocasionen progresivamente mayores m<strong>al</strong>es en <strong>el</strong> porvenir.El gobierno se esforzará en cumplir <strong>el</strong> primero de sus deberes, quees mantener la paz con toda la energía de los medios de acción que tengaen su mano y con toda la confianza que deben inspirarle la voluntady <strong>el</strong> derecho d<strong>el</strong> pueblo, para que sus mandatarios le den perfecta seguridaden todos los intereses soci<strong>al</strong>es.229


La primera prenda de paz es la armonía de los poderes públicos.El gobierno está lleno de gratitud por la confianza que le ha dispensado<strong>el</strong> Poder Legislativo y procurará siempre merecerla, acatando lasdecisiones que con su patriotismo y sabiduría dicten los representantesd<strong>el</strong> pueblo.CONTESTACION DE JOSE MARIA IGLESIAS,PRESIDENTE DEL CONGRESOAl cerrar hoy <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> sus sesiones, para volver a abrirlas dentrode tres días, comprueba con esta sola coincidencia cuán sincero ycuán vivo es <strong>el</strong> deseo de que se siente animado, de llenar cumplidament<strong>el</strong>os arduos deberes que le ha impuesto la confianza d<strong>el</strong> pueblo.Cuando <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> votó la prórroga d<strong>el</strong> primer periodo de sussesiones, a pesar de los inconvenientes que ofrecía enlazarlo con <strong>el</strong> segundopara fonnar un tot<strong>al</strong> de más de medio año, manifestó con estaprueba inequívoca que no quería esquivar trabajo ni fatiga, por t<strong>al</strong> deexpeditar <strong>el</strong> despacho de los negocios de su resorte.No obstante esa buena voluntad, <strong>el</strong> resultado de las tareas legislativasno ha sido tan satisfactorio como hubiera sido de desearse.Pero ni esto se puede estimar como un m<strong>al</strong> de graves consecuencias,ni menos se puede atribuir a desidia o abandono de la representaciónnacion<strong>al</strong>.En lo que a <strong>el</strong>la concierne, tenemos fundados motivos de congratulación.La reunión d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> ha sido por sí sola un acontecimientode la mayor importancia. Interrumpido <strong>el</strong> <strong>sistema</strong> representativo porla inicua guerra de Intervención de la Francia, y después d<strong>el</strong> gravep<strong>el</strong>igro que corrieron la independencia de México y sus queridas institucionesrepublicanas, <strong>el</strong> restablecimiento d<strong>el</strong> orden constitucion<strong>al</strong> demuestraque nuestra sociedad ha vu<strong>el</strong>to a sus quicios.Puesta ya en aptitud de consolidarse, bastará que no pierda denuevo <strong>el</strong> bien inestimable de la paz, para que se desarrollen los gérmenesde prosperidad, que vírgenes e infecundos lleva en su seno,abriendo así las puertas d<strong>el</strong> porvenir grandioso que le está reservado.Para lo que f<strong>al</strong>ta que hacer <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>, están ya preparados abundantesmateri<strong>al</strong>es. Sobre varios negocios de grande interés público, hanabierto ya dictamen las comisiones respectivas. Otros se encuentran enestudio, y no tardarán en ser también presentados, para que en uniónde los primeros, los discuta esta asamblea, acordando lo que estimaremás conveniente <strong>al</strong> bien de la nación.Entre esos negocios ocupará un lugar preferente <strong>el</strong> r<strong>el</strong>ativo a laconservación de la paz, en virtud de la necesidad que hay de reprimir230


15 Informes y ma·nifiestos, t. 1I, pp. 9-.10.con toda energía los trastornos que afectan la seguridad de los interesessoci<strong>al</strong>es.La annonía de los poderes públicos, tan indispensable para <strong>el</strong> bienestarde la sociedad, se conservará seguramente, puesto que <strong>el</strong>los estánanimados de los más fervientes deseos de cumplir las obligaciones qu<strong>el</strong>es incumben. Así se logrará que la República Mexicana viva bajo <strong>el</strong>amparo de la Constitución y de las leyes.Los disturbios que han ocurrido en <strong>al</strong>gunos lugares deben terminarpronto, porque no reconocen por origen vicios de nuestra organizaciónpolítica o soci<strong>al</strong>, que pudieran darles <strong>el</strong> carácter de pennanentes.Removidas las causas accident<strong>al</strong>es de esa perturbación pasajera,la República recogerá los opimos frutos d<strong>el</strong> triunfo definitivo <strong>al</strong>canzadoen la lucha que México, como todos los pueblos d<strong>el</strong> mundo, hatenido necesidad de emprender para abrirse paso por <strong>el</strong> sendero d<strong>el</strong>progreso y de la civilización. uDISCURSO DEL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA EN LAAPERTURA DEL SEGUNDO PERIODO DE SESIONES DELCUARTO CONGRESO CONSTITUCIONALCiudadanos diputados:10. de abril de 1868.Muy justo es <strong>el</strong> precepto de la Constitución, por <strong>el</strong> cu<strong>al</strong> se destinade preferencia <strong>el</strong> segundo periodo de sesiones d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, que comienzahoy, <strong>al</strong> examen y votación de los presupuestos.Toca <strong>al</strong> Ejecutivo formarlos y proponerlos por <strong>el</strong> mayor conocimientoque debe tener de los hechos y por sus datos sobre las necesidadesde la administración; pero corresponde <strong>al</strong> pueblo, por medio de susrepresentantes, examinarlos y aprobarlos. Está en la esencia de los interesesy de los derechos más in<strong>al</strong>ienables d<strong>el</strong> pueblo, resolver con loque deba contribuir, y cómo deba invertirse en los gastos públicos.La guerra impidió antes hacerlo, porque en mucho tiempo dificultóla reunión d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> y porque, cuando estuvo reunido, <strong>el</strong> trastornode la sociedad no pennitía regularizar la percepción de los impuestos,ni <strong>sistema</strong>r los gastos. Desde que se promulgó la Constitución,es ésta la primera vez en que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> va a desempeñar así una desus más importantes prerrogativas.Sin embargo, en <strong>el</strong> periodo anterior de sesiones votó ya un presu..puesto provision<strong>al</strong>, sobre <strong>el</strong> proyecto presentado por <strong>el</strong> gobierno, quiense apresuró luego a emitir su opinión para que <strong>el</strong> decreto fuese expedido.231


Están, además, preparados los trabajos de la comisión d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, sobre<strong>el</strong> proyecto que presentó <strong>el</strong> gobierno para <strong>el</strong> presupuesto definitivo.Es satisfactorio para <strong>el</strong> gobierno haber podido demostrar en losnegocios de Hacienda, su c<strong>el</strong>o por <strong>el</strong> cumplimiento de sus deberes.En los nueve meses transcurridos, desde que volvió a esta ciudad, sehan hecho con exactitud los pagos debidos en todos los ramos de laadministración, atendiendo, a la vez en lo posible, <strong>al</strong> pago de la deudapública.Hemos comenzado de esta manera a disfrutar los beneficios queproduce la paz. Confiemos en que, uniendo nuestros esfuerzos, lograremosconsolidarla. Ella depende de la unión de los mexicanos que conbuena voluntad quieran <strong>el</strong> bien de la patria.Dignaos recibir, ciudadanos diputados, mis f<strong>el</strong>icitaciones por verosde nuevo reunidos para desempeñar vuestras augustas funciones.CONTESTACION DE JUAN C. DORIA, PRESIDENTEDEL CONGRESOCiudadano presidente:El <strong>Congreso</strong> abre hoy <strong>el</strong> segundo periodo de sus sesiones ordinarias,en <strong>el</strong> que preferentemente se ocupará d<strong>el</strong> importante asunto de lospresupuestos. A él dedicará toda su atención, por <strong>el</strong> convencimientoíntimo que tiene de que <strong>el</strong> arreglo de la hacienda pública es indispensablepara la buena marcha de la administración.El <strong>Congreso</strong> de 1867 se complace con que le haya tocado ser <strong>el</strong>primero en dar cumplimiento a uno de los preceptos d<strong>el</strong> código fundament<strong>al</strong>;y con este solo hecho se comprende que en la República, despuésde la guerra que tuvo que sostener contra sus invasores, se ha restablecidosin contradicción <strong>al</strong>guna <strong>el</strong> régimen constitucion<strong>al</strong>.Votado ya un presupuesto provision<strong>al</strong>, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> no festinará sustrabajos en la discusión d<strong>el</strong> presupuesto de los gastos de la federación;tratará este asunto con toda la c<strong>al</strong>ma y circunspección que por su gravedadrequiere y sus. resoluciones, si no son tan perfectas como deseara,no habrán sido dictadas teniendo presente otra cosa más que <strong>el</strong> bieny ia f<strong>el</strong>icidad de la patria.Muy satisfactorio ha sido para <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> observar que, no obstant<strong>el</strong>os crecidos gastos que <strong>el</strong> gobierno tuvo que erogar <strong>al</strong> concedersu baja a una gran parte de las fuerzas patriotas, han sido pagados conregularidad los empleados en todos los ramos de la administraci6n, y <strong>al</strong>a vez ha dedicado <strong>al</strong>gunas ~antidades para <strong>el</strong> pago de la deuda nacion<strong>al</strong>;y esto es tanto más satisfactorio a la <strong>Cámara</strong>, cuanto que para232


16 Informes y manifiestos,t. 1I, pp. 11·12.<strong>el</strong>lo no ha sido necesario c<strong>el</strong>ebrar ningún contrato ruinoso para los interesesde la República.El mayor bien que puede gozar un pueblo es la paz, y la primeray princip<strong>al</strong> obligación de los gobernantes es consolidarla afianzando lasinstituciones, y, sobre todo, haciendo respetar las garantías individu<strong>al</strong>es.El <strong>Congreso</strong> sabe bien que <strong>el</strong> gobierno está animado de las mejoresideas en este sentido; que hará cuantos esfuerzos sean necesarios paraque <strong>el</strong> orden y la paz pública no se <strong>al</strong>teren, y cuidará de la fi<strong>el</strong> y estrictaobservancia de la Constitución. El gobierno, por su parte, puede estarseguro de la eficaz cooperación de los representantes d<strong>el</strong> pueblo. 1


podrá <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, en lo de ad<strong>el</strong>ante, pesar en su ilustrada consideraciónlas mejoras que convengan, si la experiencia demuestra que seanexigidas por las necesidades de la administración.Las conmociones públicas que tuvieron <strong>al</strong>gún carácter de gravedad,han terminado f<strong>el</strong>izmente, debiendo esperarse que se consiga afianzar<strong>el</strong> bien inestimable de la paz. Restablecida primero en los Estadosde Yucatán y Guerrero, han sido sofocados después los trastornos ocurridosen <strong>el</strong> de Sin<strong>al</strong>oa.Quedan pequeñas bandas en <strong>al</strong>gunos distritos de los Estados deMéxico y Querétaro. La natur<strong>al</strong>eza d<strong>el</strong> terreno en que merodean, lesha permitido huir de las fuerzas que <strong>el</strong> gobierno ha enviado en su persecución;pero ésta se hace cada día más activa para librar de esaplaga los caminos y las cortas poblaciones que pueden amenazar.E! gobierno, que ha dado tantas pruebas de clemencia y benignidad,tiene también un estrecho deber de emplear en los casos necesarioslos medios de represión para que lo autoriza <strong>el</strong> último decreto d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>,contra los que todavía pretenden especular en revoluciones, atacandolos más caros intereses de la sociedad.Sin embargo, debe inspiramos confianza en <strong>el</strong> porvenir, la opinióngener<strong>al</strong> de la República, que reprueba enérgicamente <strong>el</strong> uso de la fuerzacon cu<strong>al</strong>quier pretexto, para sobreponerse a las leyes. La libertady la paz se consolidarán por la fi<strong>el</strong> observancia de nuestras instituciones.Recibid, ciudadanos diputados, los votos que hago porque podamoscongratulamos de la condición de la República, cuando volváis areuniros en <strong>el</strong> siguiente periodo de vuestras sesiones.CONTESTACION DE FRANCISCO ZARCO, PRESIDENTEDEL CONGRESOCiudadano presidente de la República:En cumplimiento de un precepto constitucion<strong>al</strong>, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> d<strong>el</strong>a Unión interrumpe hoy las tareas a que ha estado consagrado duranteseis meses. Sus d<strong>el</strong>iberaciones, en este periodo, han tenido porobjeto asegurar <strong>al</strong> pueblo mexicano los beneficios d<strong>el</strong> orden leg<strong>al</strong> y de l<strong>al</strong>ibertad política, que con tanto denuedo supo recobrar <strong>al</strong> s<strong>al</strong>var su independencia.El primer resultado d<strong>el</strong> triunfo de la República sobre los insensatosque quisieron extinguir su autonomía y subvertir sus instituciones,fue la reunión d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, libremente <strong>el</strong>egido por <strong>el</strong> pueblo.La representación nacion<strong>al</strong> se reunió cuando acababan de pasarlas c<strong>al</strong>amidades de la guerra extranjera, y cuando la Intervención y <strong>el</strong>llamado Imperio dejaban por todas partes, como odiosas hu<strong>el</strong>las, la234


sangre, la ruina y la desorganización. Los trabajos d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> en semejanteestado de cosas, debían tender a reconstruir, a reorganizar, atranquilizar a una sociedad que había sido hondamente conmovida,y que no se había detenido ante ningún sacrificio, con t<strong>al</strong> de s<strong>al</strong>var suautonomía. En t<strong>al</strong> difícil tarea, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> se complace en reconocerlo,ha contado con <strong>el</strong> apoyo d<strong>el</strong> buen sentido d<strong>el</strong> pueblo, que de lamanera más inequívoca viene demostrando, hace años, su adhesiónsincera a las instituciones democráticas; y que en medio de sus infortuniosy de las duras pruebas porque ha pasado, no pone su esperanzasino en <strong>el</strong> orden leg<strong>al</strong>.El <strong>Congreso</strong>, luego que se inst<strong>al</strong>ó, cuidó de computar los votos emitidosen las últimas <strong>el</strong>ecciones, y declaró quiénes eran los ciudadanosllamados por <strong>el</strong> pueblo a ejercer <strong>el</strong> poder Ejecutivo y las magistraturasde la Suprema Corte de Justicia, y así apresuró la organización regularde los poderes públicos; después, habiendo ocurrido vacantes en laSuprema Corte, y careciendo de representación <strong>al</strong>gunos distritos en <strong>el</strong><strong>Congreso</strong>, convocó <strong>al</strong> pueblo a nuevas <strong>el</strong>ecciones, a fin de que los supremospoderes existan y funcionen siempre de una manera regular.Restaurado en toda su plenitud <strong>el</strong> orden constitucion<strong>al</strong>, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>ha cuidado de consolidarlo, haciéndolo efectivo y dándole respetabilidady prestigio.Aun ha encontrado obstáculos la completa pacificación d<strong>el</strong> país.Cuando ha ocurrido <strong>al</strong>gún grave trastorno, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, fi<strong>el</strong> <strong>al</strong> espíritude las instituciones, y sin sacrificar la libertad a las circunstancias transitorias,ha robustecido la acción y <strong>el</strong> poder d<strong>el</strong> Ejecutivo hasta dond<strong>el</strong>o ha exigido la necesidad. Así se pudo reprimir prontamente la asonadaen Yucatán, y se logró que aqu<strong>el</strong> pueblo s<strong>al</strong>iera de la anarquía yentrara en <strong>el</strong> orden constitucion<strong>al</strong>.Posteriormente <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, con la mira de restablecer la paz y laseguridad amenazadas por turbas desorganizadoras y sin tendencias políticas,ha dado <strong>al</strong> gobierno las facultades indispensables para devolver<strong>al</strong> país <strong>el</strong> reposo que tanto anh<strong>el</strong>a, y que ha de ser la base de su prosperidad.El <strong>Congreso</strong> deja <strong>al</strong> Ejecutivo armado de la ley para s<strong>al</strong>vara la sociedad de nuevos trastornos y está seguro que la ley bastará par<strong>al</strong>ograr tan importante objeto.Se siente la necesidad de las leyes orgánicas que han de ser <strong>el</strong> complementode la Constitución, y han de asegurar las libertades públicas.El <strong>Congreso</strong> no ha descuidado este trabajo que deja ya muy ad<strong>el</strong>antado;y ha expedido la ley orgánica de la libertad de la prensa, quitandotoda traba a la expresión d<strong>el</strong> pensamiento y haciendo de modoque la prensa pueda ser <strong>el</strong> guardián de todos los derechos y <strong>el</strong> custodiode todas las libertades.El <strong>Congreso</strong>, que no se ha dejado llevar de los resentimientos engendradospor largas luchas civiles, ni por <strong>el</strong> odio que inspira la trai-235


ci6n a la patria, ha cuidado de honrar la memoria de eminentes patricios,ofreciendo así un estímulo a la virtud republicana.El <strong>Congreso</strong>, siguiendo <strong>el</strong> espíritu de la época, y comprendiendolas necesidades y las aspiraciones de los pueblos, en cuanto lo han permitidolas circunstancias, ha dado preferencia a las mejoras materi<strong>al</strong>es,y ha decretado la apertura de nuevas vías de comunicaci6n; pero rltiempo no le ha bastado para concluir todos los negocios r<strong>el</strong>ativos a materiatan importante.El establecimiento de colonias militares en los Estados fronterizosd<strong>el</strong> Norte y en los de Yucatán y Campeche, es una prueba de la solicitudde la Uni6n en favor de las comarcas lejanas d<strong>el</strong> centro, y de queahora es posible atender a la necesidad de todos los Estados. Se procur<strong>al</strong>a defensa de las poblaciones de la frontera contra las incursiones d<strong>el</strong>s<strong>al</strong>vaje, y se procura también la fundaci6n de nuevas poblaciones, paraque con <strong>el</strong> tiempo, lo que es ahora desierto, se convierta en país deprosperidad y de civilizaci6n.En varias medidas.legislativas se ha llevado por mira favorecer <strong>el</strong>desarrollo de la industria y d<strong>el</strong> comercio, y en gener<strong>al</strong> los intereses d<strong>el</strong>as clases trabajadoras; intereses que, para prosperar, necesitan caminaren armonía y no incurrir en <strong>el</strong> error de oponerse recíproca hostilidad.La más importante de estas medidas, es la que quita trabas <strong>al</strong>tránsito de los productos nacion<strong>al</strong>es y protege la libertad d<strong>el</strong> tráfico<strong>entre</strong> los Estados de la Unión.En <strong>el</strong> segundo periodo de sesiones que hoy llega a su ténnino, <strong>el</strong><strong>Congreso</strong>, cumpliendo con la Constituci6n, ha dado preferencia a losnegocios de Hacienda; y después de arduas d<strong>el</strong>iberaciones, ha revisado<strong>el</strong> presupuesto de gastos, y ha expedido la ley de clasificaci6n de rentasy <strong>el</strong> presupuesto de ingresos.Por vez primera, después de promulgar la Constituci6n, ha podido<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> ocuparse de estos trabajos, que son uno de los objetos princip<strong>al</strong>esd<strong>el</strong> <strong>sistema</strong> representativo. Lejos está de creer que en <strong>el</strong>los hay<strong>al</strong>legado a la perfecci6n; pero sí se complace de haber dado <strong>el</strong> primerpaso en la senda que debe conducimos <strong>al</strong> orden, a la economía y a laregularidad de la administraci6n d<strong>el</strong> erario. Ha llevado por mira dotar<strong>al</strong> país de una buena administraci6n, atender a sus necesidades, particularmenteen <strong>el</strong> ramo de mejoras materi<strong>al</strong>es, introducir economías y<strong>al</strong>iviara los contribuyentes. El tiempo y la experiencia perfeccionaránestos trabajos que serán fáciles y sencillos en lo venidero, y entonces sepodrá todavía simplificar más la administraci6n y disminuir considerablement<strong>el</strong>os impuestos, para que <strong>el</strong> pueblo goce de un gobierno barato,y sepa que todo aqu<strong>el</strong>lo con que contribuye para <strong>el</strong> erario se empleaen <strong>el</strong> bien d<strong>el</strong> país.El <strong>Congreso</strong> ha tenido que ejercer las <strong>al</strong>tas funciones judici<strong>al</strong>esque le encomienda la Constituci6n, y los f<strong>al</strong>los que ha pronunciado han236


17 Informes y ma.nifiestos, t. n, pp. 12­15.venido a corroborar grandes principios políticos. Ellos han demostradoque no es vana promesa la responsabilidad de los <strong>al</strong>tos funcionarios; quehay recursos leg<strong>al</strong>es contra las medidas arbitrarias y contra las usurpacionesde poder; y han hecho patente, <strong>al</strong> mismo tiempo, que deberespetarse en todo <strong>el</strong> país la supremacía de la Unión; que no puedenhollarse impunemente las garantías individu<strong>al</strong>es; y que los poderes gener<strong>al</strong>esno coartan la soberanía de los Estados en su régimen interior.El <strong>Congreso</strong> cree haber cumplido con su deber, y que todos sustrabajos se han encaminado a la reorganización de la República y aaumentar en <strong>el</strong> pueblo la adhesión que profesa a las instituciones.Al entrar en receso la representación nacion<strong>al</strong>, tiene confianza enque vos, ciudadano presidente, seréis, como siempre, guardián c<strong>el</strong>osode la Constitución, de las leyes y de la honra de la República. Esperaque con las autorizaciones que os ha concedido, ad<strong>el</strong>antaréis en la obrade la pacificación d<strong>el</strong> país, aplicando la ley con s<strong>al</strong>udable energía.La representación nacion<strong>al</strong> tiene, sobre todo, confianza en <strong>el</strong> buensentido d<strong>el</strong> pueblo; y espera que, afanándose todos los ciudadanos, particularment<strong>el</strong>os investidos de autoridad, en <strong>el</strong> estricto cumplimientode la ley, llegarán a consolidarse las instituciones, y la República marcharáserena y majestuosa en la senda de su prosperidad y engrandecimiento.Los representantes d<strong>el</strong> pueblo no abrigan otra ambición, y esperan,cuando vu<strong>el</strong>van a reunirse, encontrar mejorada la condición de la República.Si circunstancias imprevistas o las necesidades públicas reclamanla acción legislativa antes d<strong>el</strong> periodo constitucion<strong>al</strong>, los representantesd<strong>el</strong> pueblo acudirán solícitos <strong>al</strong> cumplimiento de su deber,sin más mira que <strong>el</strong> bien d<strong>el</strong> pueblo y <strong>el</strong> aseguramiento d<strong>el</strong> orden leg<strong>al</strong>y de la libertad. 17DISCURSO DEL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA EN LAAPERTURA DE SESIONES ORDINARIASCiudadanos diputados:16 de septiembre de 1868.Os f<strong>el</strong>icito con grande satisfacción por veros otra vez reunidos paradesempeñar vuestras augustas funciones. Sin ninguno de los tropiezosde tiempos pasados, que oponían dificultad para que viniesen de puntoslejanos los representantes d<strong>el</strong> pueblo, comenzáis este nuevo periodo devuestras tareas, en <strong>el</strong> mismo día que designa <strong>el</strong> código fundament<strong>al</strong>.237


Después de sancionada la Constitución, por primera vez se unenen este día dos grandes motivos de regocijo público y de h<strong>al</strong>agüeñasesperanzas para <strong>el</strong> porvenir. Justamente c<strong>el</strong>ebramos hoy <strong>el</strong> aniversariode la proclamación de la Independencia, afirmada por <strong>el</strong> triunfo enuna reciente guerra extranjera, y la nueva reunión d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, quedemuestra la consolidación de la República, en la marcha tranquilay regular de nuestras instituciones.Al concluir <strong>el</strong> periodo anterior de las sesiones d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, estabapendiente la campaña de la Sierra de Puebla para reprimir a los que<strong>al</strong>lí se reb<strong>el</strong>aron contra los funcionarios d<strong>el</strong> Estado. Por <strong>al</strong>gún tiempo,<strong>el</strong> Ejecutivo empleó inútilmente medios de prudencia, teniendo <strong>al</strong> finque auxiliar eficazmente a las autoridades d<strong>el</strong> Estado en cumplimientode sus deberes constitucion<strong>al</strong>es. Esta sublevación quedó prontamentereprimida, con <strong>el</strong> mismo buen éxito que fueron combatidas antes lasque hubo en otros Estados contra las autoridades loc<strong>al</strong>es.Pocos han sido los disturbios, y menos de lo que podían temerse,después de una guerra civil y extranjera, que tan profundamente y portan largo tiempo conmovió a la nación. Ahora sólo existe una bandamuy poco numerosa, que en estos días se ha sublevado en Tamaulipascontra <strong>el</strong> gobierno loc<strong>al</strong>, y que no podrá ocasionar p<strong>el</strong>igro grave enaqu<strong>el</strong> Estado, donde aseguran la paz fuerzas suficientes de la federación.Todos los Estados disfrutan d<strong>el</strong> régimen constitucion<strong>al</strong>. Allanadaslas dificultades que hubo en Guerrero, ha sido convocado <strong>el</strong> pueblopara que haga con plena libertad las .<strong>el</strong>ecciones particulares d<strong>el</strong> Estado.Aún se conserva Tepic como distrito militar, por sus circunstancias especi<strong>al</strong>es;pero debe esperarse que <strong>el</strong>las permitirán muy pronto, que <strong>el</strong><strong>Congreso</strong> se ocupe de este asunto para resolver lo que juzgue más conveniente.Si merecen justos <strong>el</strong>ogios <strong>el</strong> v<strong>al</strong>or y la le<strong>al</strong>tad de las fuerzas militaresde la Unión, que han reprimido las últimas sublevaciones, combatiendocomo dignos soldados republicanos, es también justo observar,que han sido eficazmente apoyadas por <strong>el</strong> buen espíritu de los pueblos.En gran manera debemos f<strong>el</strong>icitarnos, mirando la enérgica y unánimeaspiración de todos los pueblos de la República, por mantener la paz ydisfrutar de sus beneficios a la sombra de la Constitución y las leyes.Bajo estos auspicios, debemos confiar en que ninguna dificultaddistraerá <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> de sus importantes tareas, para que pueda expedirlas leyes que exigen varios ramos de la administración pública.El gobierno cooperará a este fin por medio de <strong>al</strong>gunas iniciativas.Presentará una sobre la Ley de amparo de garantías individu<strong>al</strong>es,y otras sobre <strong>el</strong> establecimiento de jurados en <strong>el</strong> Distrito Feder<strong>al</strong>, paratodos los juicios crimin<strong>al</strong>es. Se está preparando una sobre instrucciónpública, y otra respecto de las segundas instancias en los juicios militares.238


Con <strong>el</strong> vivo deseo de que en breve pueda mejorarse nuestra legislación,se han reorganizado y trabajan con empeño las comisiones encargadasde formar los proyectos de Código civil y de comercio. Ha continuadoy tiene muy ad<strong>el</strong>antados sus trabajos, la comisión encargadad<strong>el</strong> proyecto de Código crimin<strong>al</strong>.Se presentará una iniciativa sobre reformas en la ordenanza deCasas de Moneda, y se está preparando otra sobre la ordenanza de tierrasyaguas. El gobierno ha recibido ya dos de las Casas de Monedaque estaban arrendadas, teniendo hace tiempo la resolución de no c<strong>el</strong>ebrarningún nuevo arrendamiento, y de poner término a los existentes,en cuanto lo permitan sus estipulaciones.Respecto de las nuevas vías de comunicación decretadas por <strong>el</strong><strong>Congreso</strong>, se han hecho ya los reconocimientos necesarios, y dentro demuy poco se comenzará a trabajar en <strong>el</strong>las. Siendo tan reconocida lanecesidad de promover e impulsar por todos los medios posibles las mejorasmateri<strong>al</strong>es, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> encontrará en esta importante materia,la más c<strong>el</strong>osa y eficaz cooperación d<strong>el</strong> gobierno.Atendiendo a la condición de <strong>al</strong>gunos contribuyentes, que no hanpodido satisfacer los impuestos extraordinarios que decretó <strong>el</strong> gener<strong>al</strong>en jefe d<strong>el</strong> ejército de Oriente, por las circunstancias en que se h<strong>al</strong>labaantes de terminar las operaciones de la guerra, <strong>el</strong> gobierno presentaráuna iniciativa, sobre que pueda verificarse <strong>el</strong> pago de aqu<strong>el</strong>los adeudoscon créditos reconocidos de la deuda pública.Ha seguido haciéndose <strong>el</strong> pago de todos los ramos de la administración,con entera regularidad, y con arreglo a la Ley de presupuestos.Luego que <strong>el</strong>la comenzó a regir, cesaron los fondos especi<strong>al</strong>es, segúnlo determinado por <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>.En la nueva organización de los cuerpos de las divisiones militares,ocurrió <strong>al</strong>guna dificultad para ejecutarla inmediatamente, por estarocupados <strong>al</strong>gunos en la campaña de la Sierra de Puebla, y otros diseminadosa grandes distancias. Sin embargo, se dispuso que fuera ejecutándosecon la brevedad posible, a reserva de iniciar <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> lasmodificaciones que pudieran juzgarse necesarias, sin que por esto sehaya hecho ningún gasto sobre la suma de los aprobados en la leyde presupuestos que <strong>el</strong> gobierno ha cuidado y cuidará de que sea exactamentecumplida.El pueblo que ha defendido con su sangre nuestras libres instituciones,ha impuesto a los poderes públicos <strong>el</strong> constante y sagrado deber deobservar fi<strong>el</strong>mente la Constitución y las leyes, que afianzan los derechosy las garantías de los ciudadanos, siendo una prenda segura de la paz y<strong>el</strong> progreso de la sociedad.Recibid, ciudadanos diputados, los votos que hago por <strong>el</strong> aciertode vuestras d<strong>el</strong>iberaciones, en las que no dudo seguiréis procurando <strong>el</strong>mayor bien y prosperidad de la República.239


CONTESTACION DE JUSTINO FERNANDEZ,PRESIDENTE DEL CONGRESOCiudadano presidente:El <strong>Congreso</strong> de la Unión, después de un periodo de receso leg<strong>al</strong>,ha vu<strong>el</strong>to a reunirse hoy, como día designado por la Constitución paracontinuar sus tareas legislativas y ejercer las importantes atribucionesde su <strong>el</strong>evado encargo, viniendo esta augusta ceremonia de la inauguraciónsolemne de sus sesiones, a coronar la festividad d<strong>el</strong> día consagrado<strong>al</strong> recuerdo de las glorias de la patria, y <strong>al</strong> de sus mejores y másilustres hijos, que han sabido sacrificarse por <strong>el</strong>la.La solícita diligencia y estricta puntu<strong>al</strong>idad con que han acudidoen número considerable y de todos los Estados de la federación sus respectivosrepresentantes a tomar parte en las d<strong>el</strong>iberaciones d<strong>el</strong> periodoque comienza, suministran una nueva prueba de que las institucionesrepublicanas están firmemente establecidas <strong>entre</strong> nosotros, que sólo <strong>el</strong>lasson queridas por <strong>el</strong> pueblo, y que en <strong>el</strong>las únicamente funda la naciónsus esperanzas de reorganización soci<strong>al</strong> y de bienestar y prosperidad;y también suministran un presagio seguro, de que animados los ciudadanosdiputados d<strong>el</strong> mismo patriótico c<strong>el</strong>o y afanosa actividad, que enlos anteriores periodos de sesiones, se consagrarán en éste a llenar cumplidament<strong>el</strong>os deberes de su honrosa comisión con absoluta dedicacióna <strong>el</strong>la, y guiados siempre de las más nobles aspiraciones por <strong>el</strong> bienpúblico.Grande, inmensa y difícil hasta <strong>el</strong> extremo, es la tarea que en <strong>el</strong>actu<strong>al</strong> periodo de sesiones tiene que desempeñar <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>. Innumerablesson los asuntos de que debe ocuparse, y muy variada y complicad<strong>al</strong>a materia que en <strong>el</strong>los se versa. Sin poderse lisonjear de que darácima a la obra que tiene a su cargo, sí debe asegurar que serán objetode su preferente atención, los importantes y graves negocios que quedaronpor discutirse en <strong>el</strong> anterior periodo, y que sólo por f<strong>al</strong>ta de tiempono pudieron someterse a su d<strong>el</strong>iberación.T<strong>al</strong>es son los proyectos sobre leyes orgánicas, sin las que no es posibleque funcione regular y perfectamente <strong>el</strong> <strong>sistema</strong> constitucion<strong>al</strong>que nos rige, ni que las libertades públicas queden aseguradas, ni afianzadaslas garantías individu<strong>al</strong>es. T<strong>al</strong>es son los que se refieren a mantenery consolidar la paz y procurar la seguridad individu<strong>al</strong>, como es,para lo primero, <strong>el</strong> que fija la condición y suerte de los desgraciadosmexicanos que d<strong>el</strong>inquieron contra su patria, prestando ayuda o susservicios a la Intervención o <strong>al</strong> Imperio; y para lo segundo, <strong>el</strong> que determin<strong>al</strong>os procedimientos de los juicios y las penas con que deben serjuzgados y sentenciados los s<strong>al</strong>teadores y plagiarios, esa lepra horrible240


de la m<strong>al</strong>dad implantada <strong>entre</strong> los más atroces crimin<strong>al</strong>es por avenotureros extranjeros, que se mezclaron en nuestras contiendas civiles.T<strong>al</strong>es son vatios proyectos sobre vías férreas, especi<strong>al</strong>mente <strong>el</strong> queconsulta la que debe unir esta capit<strong>al</strong> con Veracruz, y <strong>el</strong> que establec<strong>el</strong>as bases gener<strong>al</strong>es y condiciones bajo las que deberán hacerse en losucesivo las concesiones a los empresarios que pretendan re<strong>al</strong>izarlas:porque estas mejoras abrirán un ancho campo <strong>al</strong> trabajo, y de <strong>el</strong>lasdependerá muy directamente <strong>el</strong> bienestar de multitud de personas, ycontribuirán a la grandeza y prosperidad de la República. T<strong>al</strong>es son,igu<strong>al</strong>mente, varios proyectos, que proponen se ampare y proteja <strong>al</strong> comercioy a la industria, a la minería y a la agricultura, los que seríade desearse que se trataran a la vez, para procurar que todos estos ramosde riqueza prosperen y se desarrollen a la par, y se pongan en la másperfecta armonía unos con otros. T<strong>al</strong>es son, en fin, otros varios demayor o menor importancia, cuya especificación sería fatigosa, y queserán tomados en consideración en <strong>el</strong> turno que les corresponda, o conla preferencia que se les acuerde.También se ocupará <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> de las muy importantes iniciativasque acaba de indicar <strong>el</strong> ciudadano presidente, y de todas las quepuedan ocurrirle en <strong>el</strong> curso de sus sesiones. A este respecto debe <strong>el</strong><strong>Congreso</strong> expresar lo satisfactorio que le es, que <strong>el</strong> gobierno haga usode la facultad constitucion<strong>al</strong> de iniciar nuevas leyes, o pedir la derogacióno reforma de las vigentes. Esta facultad, ejercida con <strong>el</strong> profundoconocimiento de los hechos que pueden favorecer o perjudicar <strong>al</strong> bienpúblico, es una de las más firmes y seguras garantías de un buen ordenadministrativo.F<strong>el</strong>izmente <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> podrá <strong>entre</strong>garse <strong>al</strong> desempeño de sus arduasy difíciles tareas, con la c<strong>al</strong>ma y tranquilidad que tan necesariasy convenientes son a los cuerpos d<strong>el</strong>iberantes, para que sus trabajos seanfructuosos y sus resoluciones lleven siempre <strong>el</strong> s<strong>el</strong>lo de la más clara ysevera justicia. Así, <strong>al</strong> menos, se lo hace esperar a esta asamblea, la exposiciónque acabáis de hacer, ciudadano presidente, d<strong>el</strong> estado regularcon que marchan los asuntos de la República.Habéis asegurado que la paz se encuentra restablecida en todo suterritorio; que en él rige <strong>el</strong> <strong>sistema</strong> constitucion<strong>al</strong>; que se ha observadoestrictamente <strong>el</strong> presupuesto en todos los ramos de la administración;que los pagos d<strong>el</strong> Tesoro se han hecho con la mayor puntu<strong>al</strong>idad; quese ha amortizado una cantidad considerable de la deuda pública; que setrabaja con empeño en abrir las nuevas vías de comunicación decretadasen <strong>el</strong> anterior periodo de sesiones, y en reparar las antiguas; y que,en fin, se tienen ya preparadas muchas iniciativas, cuya sola enunciaciónsobre lo que versan, demuestra <strong>el</strong> grande y decidido empeño quetiene <strong>el</strong> gobierno por mejorar la administración, y ponerla <strong>al</strong> niv<strong>el</strong> de lacivilización y exigencias de nuestra sociedad.241


Todo esto es <strong>al</strong>tamente satisfactorio; y todo esto contiene garantíasde buen suceso para lo futuro; y todo esto, en fin, demuestra inequívocamenteque hay mor<strong>al</strong>idad en la administración y un verdadero eilustrado patriotismo en los que dirigen los negocios públicos. Por <strong>el</strong>lose congratula sinceramente <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, y hace los más fervientes votosporque se conserve la armonía más cumplida <strong>entre</strong> los poderes de laUnión, para poderse así dedicar a la consolidación de la paz en tod<strong>al</strong>a República.Esta asamblea espera fundadamente que <strong>el</strong> gobierno consagrarátodos sus esfuerzos, y pondrá en acción todos los medios preventivos yrepresivos de que puede disponer, para conservar y consolidar esa paz'a tant.a costa conquistada, y que es <strong>el</strong> bien más inestimable de que pretendenahora disfrutar todos los habitantes de la federación mexicana,puesto que sin él no puede haber seguridad ni tranquilidad, y <strong>el</strong> progresoy bienestar son d<strong>el</strong> todo imposibles. La representaci6n nacion<strong>al</strong>,fi<strong>el</strong> intérprete de los deseos y aspiraciones d<strong>el</strong> pueblo, cree satisfacerloshaciendo esta enérgica recomendación <strong>al</strong> gobierno, y ofreciéndole <strong>al</strong>mismo tiempo su más firme y eficaz cooperaci6n.Con positiva satisfacción es aceptada, ciudadano presidente, laoferta que habéis hecho de guardar fi<strong>el</strong>mente la Constitución y cumplirlos preceptos de la ley. Este programa, observado estrictamente, será, ano dudarlo, <strong>el</strong> lazo de la unión liber<strong>al</strong>, y la bandera bajo la que seagruparán <strong>al</strong>rededor d<strong>el</strong> gobierno todos los que profesan principios progresistas,y desean <strong>el</strong> ad<strong>el</strong>anto de nuestra sociedad, y la gloria y grandezade la República. 1818 Infonnes y manifiestos,t. n, pp. 16-.19.DISCURSO DEL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA EN LACLAUSURA DEL PRIMER PERIODO DEL SEGUNDO AAODE SESIONES ORDINARIAS (PRORROGADO)Ciudadanos diputados:21 de enero de 1869.Con patriótico c<strong>el</strong>o en <strong>el</strong> desempeño de vuestros <strong>al</strong>tos deberes resolvisteisprorrogar hasta ahora vuestras sesiones, por <strong>el</strong> tiempo quepennite la Constitución.También <strong>el</strong> gobierno reconoció que cumpüa un deber, expresandoentonces su deseo de que continuase reunido <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, para resolverasuntos de grave interés que requerían la acción d<strong>el</strong> poder Legislativo.Este acuerdo ha demostrado la regularidad de nuestra marcha en <strong>el</strong>régimen parlamentario, y la armonía de los poderes públicos.242


Uno de los importantes asuntos resu<strong>el</strong>tos por <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, ha sidola aprobación de las convenciones c<strong>el</strong>ebradas <strong>entre</strong> México y los EstadosUnidos de América, sobre reclamaciones de ciudadanos de cada unade las dos naciones, y sobre la ciudadanía de las personas que emigrand<strong>el</strong> uno <strong>al</strong> otro país. Los ténninos de estas convenciones fueron arregladoscon <strong>el</strong> mejor espíritu de buena amistad, que f<strong>el</strong>izmente existe<strong>entre</strong> las dos repúblicas.El gobierno ha usado ampliamente d<strong>el</strong> derecho de iniciativa, sometiendo<strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> varios proyectos de interés público, ya para <strong>el</strong> mayorad<strong>el</strong>anto en la obra de reorganizar la administración, o ya parapromover en otros sentidos <strong>el</strong> bien y las mejoras soci<strong>al</strong>es. Algunos deestos proyectos han merecido d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> que les consagrase preferenteatención, expidiendo las leyes que ha estimado más conveniente.Sin enumerar todas las que ha dictado, res<strong>al</strong>ta la utilidad de lastareas legislativas en este periodo, con sólo mencionar la ley orgánicapara <strong>el</strong> amparo de las garantías individu<strong>al</strong>es; las leyes sobre concesionesd<strong>el</strong> ferrocarril <strong>entre</strong> México y Veracruz y otras vías de comunicación;la ley que declara libre la exportación de piedras miner<strong>al</strong>es; l<strong>al</strong>ey que ha fijado bases para reformar en <strong>el</strong> Distrito Feder<strong>al</strong> <strong>el</strong> plan deinstrucción pública y la ley que establece los jurados militares.De los asuntos iniciados por <strong>el</strong> gobierno, quedan pendientes, <strong>entre</strong>otros, <strong>el</strong> establecimiento de jurados en <strong>el</strong> Distrito Feder<strong>al</strong>; la nuevaorganización de los tribun<strong>al</strong>es de circuito; la reforma d<strong>el</strong> aranc<strong>el</strong> deaduanas marítimas, bien sea que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> quiera ocuparse de lospormenores de <strong>el</strong>la, o que prefiera establecer bases para que lo haga<strong>el</strong> Ejecutivo; <strong>el</strong> proyecto sobre exportación de platas pastas y la ley deTimbre, que, sustituyendo <strong>al</strong> pap<strong>el</strong> s<strong>el</strong>lado, puede conciliar <strong>el</strong> aumentode los productos con la econQmía en la administración. El número y laimportancia de éstos y otros asuntos, requerirán, en la próxima reuniónd<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, la constancia de que ha dado ya tantas pruebas, en suconsagración a ocuparse de los intereses públicos.Para que tengan todo su desarrollo los grandes principios consignadosen nuestras instituciones; para que éstas fructifiquen con sabias leyesdictadas por los representantes d<strong>el</strong> pueblo, y para que puedan acabarde corregirse con perseverante trabajo los defectos que una guerra tanprolongada introdujo en todos los ramos de la administración, debemosesperar que la paz siga favoreciendo nuestras justas aspiraciones.Se conserva gener<strong>al</strong>mente la paz en la República; teniendo, sinembargo, que lamentar <strong>el</strong> trastorno ocurrido en <strong>el</strong> Estado de TamaulipasoAllí se sublevaron los que no han quedado satisfechos con las <strong>el</strong>eccionesde los funcionarios d<strong>el</strong> Estado, reuniendo bandas que no son muynumerosas, ni ocupan ninguna población importante; pero que hanpodido sostenerse <strong>al</strong>gún tiempo, por la natur<strong>al</strong>eza d<strong>el</strong> terreno. Para quepueda perseguírs<strong>el</strong>es más eficazmente, han sido aumentadas ya las fuer-243


zas de la federación que operan en aqu<strong>el</strong> Estado, y de su v<strong>al</strong>or y disciplinadebe esperarse que sometan pronto a los sublevados.Recibid, ciudadanos diputados, mis f<strong>el</strong>icitaciones por vuestros importantestrabajos en <strong>el</strong> periodo que ahora tennina, <strong>entre</strong>tanto vu<strong>el</strong>voa s<strong>al</strong>udaros cuando os reunáis de nuevo, para seguir procurando convuestra ilustración y patriotismo la f<strong>el</strong>icidad y engrandecimiento denuestra patria.CONTESTACION DE MANUEL MARIA DE ZAMACONA,PRESIDENTE DEL CONGRESOCiudadano presidente:El pueblo mexicano y sus representantes no pueden menos queescuchar complacidos, en boca d<strong>el</strong> primer magistrado de la República,la observación que acabamos de oír sobre la regularidad con que de<strong>al</strong>gún tiempo acá se desarrollan en México las prácticas constitucion<strong>al</strong>es.Señ<strong>al</strong>ar este hecho a la atención d<strong>el</strong> país, es en <strong>el</strong> encargado d<strong>el</strong>poder Ejecutivo un acto de homenaje a la ley fundament<strong>al</strong>, propio paracrear lazos <strong>entre</strong> la autoridad y la opinión, y para servir de vínculoa la annonía de los poderes supremos. La República progresa diariamenteen la experiencia de las instituciones representativas: <strong>el</strong> pueblose liga más y más a <strong>el</strong>las por medio de la práctica, y <strong>el</strong> amor y <strong>el</strong> apegoa la Constitución, convertidos en sentimiento nacion<strong>al</strong>, la hacen sagradae inviolable, y son una prenda de que nadie intentará impunementesubvertida.El <strong>Congreso</strong> ha creído que, en <strong>el</strong> círculo de sus trabajos, ningunospueden influir tanto en consolidar la paz y la libertad, como los quetienden a desarrollar la Constitución por medio de leyes secundarias.Varios proyectos que a <strong>el</strong>las se rejieren, después de concienzudos y prolongadosdebates, se han sometido a un nuevo examen en que se ocupanactu<strong>al</strong>mente las comisiones respectivas.En este detenimiento, la nación no verá sino una muestra de lamadurez con que quieren desempeñar sus legisladores <strong>el</strong> interesantetrabajo que ha de hacer fecunda y práctica la Carta constitucion<strong>al</strong>. La<strong>Cámara</strong> ha tenido, por lo menos, la satisfacción de expedir, reformada,bajo las inspiraciones de la experiencia, la más importante <strong>entre</strong>todas las leyes orgánicas, y es la que sirve de garantía a todas las garantíasde la Constitución. Las funciones d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> en esta materia sonarduas en extremo. Tiene que evitar, con <strong>el</strong> esmero más empeñoso, <strong>el</strong>desvío de la tradición constitucion<strong>al</strong> y <strong>el</strong> menoscabo muy fácil en la legislaciónsecundaria, de la soberanía de los Estados. Los que componennuestra República abrigan por su independencia un c<strong>el</strong>o que debe com-244


placer a los poderes feder<strong>al</strong>es, porque en un <strong>sistema</strong> político en que <strong>el</strong>movimiento y la acción vienen d<strong>el</strong> pueblo <strong>al</strong> poder, y de la circunferencia<strong>al</strong> centro, ese c<strong>el</strong>o es un síntoma de desarrollo y de fuerzanacion<strong>al</strong>.La enumeración no completa que acaba de oírse, de las leyes queha votado <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> en <strong>el</strong> último periodo de sus trabajos, basta aexplicar por qué deja por discutir, <strong>al</strong> cerrar sus sesiones, <strong>al</strong>gunas iniciativasd<strong>el</strong> Ejecutivo. Sin la interposición de negocios más urgentes, ysin las dificultades que ha acarreado <strong>el</strong> límite de tiempo que tienen lastareas de la <strong>Cámara</strong> y la natur<strong>al</strong>eza misma de <strong>el</strong>las, los representantesd<strong>el</strong> país habrían consagrado sus d<strong>el</strong>iberaciones a las iniciativas que quedanpendientes en los ramos de Justicia y de Hacienda. Ellas, sin embargo,hacen honor a la laboriosidad de ambos departamentos, y son untestimonio d<strong>el</strong> gran participio que, sin s<strong>al</strong>ir de los términos de la Constitución,puede tener <strong>el</strong> Ejecutivo en la formación de las leyes. Lasque ha expedido <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> y todos sus trabajos en este último periodo,se encaminan <strong>al</strong> triple objeto de desarrollar los gérmenes d<strong>el</strong>ibertad y de orden que contiene la Constitución, de impulsar las mejorasmateri<strong>al</strong>es, y de introducir en la administración pública sanas doctrinaseconómicas y principios de método y de economía. El <strong>Congreso</strong>tiene la conciencia de haber hecho en estos tres sentidos, cuanto cabeen <strong>el</strong> plazo de sus tareas y en <strong>el</strong> <strong>al</strong>cance de una buena voluntad.La representación nacion<strong>al</strong> madurará en su receso, por medio desus comisiones de presupuestos y de Hacienda, las graves consideracionesque surgen d<strong>el</strong> informe que <strong>el</strong> secretario de este último ramo hadado en estos días <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, sobre <strong>el</strong> estado d<strong>el</strong> Tesoro. Entretanto,sería necesario cerrar los ojos a la re<strong>al</strong>idad de la situación en que seencuentran las clases contribuyentes, y a las manifestaciones d<strong>el</strong> sentimientopúblico, para creer posible un recargo en los impuestos queestán <strong>al</strong>imentando <strong>el</strong> erario feder<strong>al</strong>. Los deseos d<strong>el</strong> país se inclinan visiblementea que <strong>el</strong> equilibrio d<strong>el</strong> presupuesto se busque en la adopciónde prudentes economías, en la inflexibilidad con los abusos que menoscabanla integridad de las rentas feder<strong>al</strong>es, y en las prácticas deorden estricto que contribuyen a fecundar los recursos de una nación.Una de las cuestiones que la <strong>Cámara</strong> tuvo vivo deseo de resolver,es la que se refiere a la adopción de las graves medidas que inició <strong>el</strong>Ejecutivo para reprimir a los s<strong>al</strong>teadores y plagiarios. La importanciaque <strong>el</strong> cuerpo legislativo da a este interesante objeto, le indujo a ocuparsede él hasta hace pocos instantes.Prev<strong>al</strong>eciendo, por fin, la cuerda sobriedad que debe haber enmateria de suspensión de garantías y leyes excepcion<strong>al</strong>es, se limitó <strong>el</strong><strong>Congreso</strong> a votar los gastos que exigirá <strong>el</strong> aumento de las fuerzas de seguridad.La <strong>Cámara</strong> ha creído que la perspicacia vigilante d<strong>el</strong> gobierno.su acción preventiva, y <strong>el</strong> empleo de la fuerza armada, por cuyo245


sostenimiento hace <strong>el</strong> país sacrificios tan costosos, bastarán para producirresultados f<strong>el</strong>ices en <strong>el</strong> restablecimiento de la seguridad pública.Ha sido, en verdad, uno de los más importantes asuntos, <strong>entre</strong> losque han ocupado a la <strong>Cámara</strong> durante <strong>el</strong> periodo que hoy termina, laaprobación de las convenciones c<strong>el</strong>ebradas <strong>entre</strong> México y los EstadosUnidos de América, sobre reclamaciones de ciudadanos de ambos paísesy sobre la ciudadanía de las personas que emigren d<strong>el</strong> uno <strong>al</strong> otro.Estas negociaciones son <strong>el</strong> primer acto solemne que la nación ejecutafuera de su vida interior, desde que afianzó su independencia por mediod<strong>el</strong> rasgo heroico de justicia que puso término a. la intervenciónmonárquica. Las recientes convenciones con los Estados Unidos, sobreser un vínculo más en la amistad que nos liga con aqu<strong>el</strong>la República,y que la nuestra cultivará le<strong>al</strong>mente, anuncian <strong>al</strong> mundo que <strong>el</strong> pueblomexicano establecerá en lo futuro sus <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> con los otros pueblos,sobre bases de justicia, de igu<strong>al</strong>dad y reciprocidad. El país esperaque la vigilancia y <strong>el</strong> sentimiento de dignidad de su gobierno,seguirán siendo una garantía contra los p<strong>el</strong>igros que puedan correr aún,la integridad d<strong>el</strong> territorio mexicano y la independencia de la República.El <strong>Congreso</strong> deplora profundamente la situación que guarda <strong>el</strong>Estado de Tamaulipas, y une sus votos a los d<strong>el</strong> primer magistrado d<strong>el</strong>a nación, por <strong>el</strong> pleno restablecimiento de la paz. El concurso de todoslos poderes públicos, debe ser perfecto y acorde para <strong>al</strong>canzar tan importanteobjeto. La <strong>Cámara</strong> cree haber puesto medios eficaces de acciónen manos d<strong>el</strong> Ejecutivo, que tiene, además, un firme punto deapoyo en la disposición mor<strong>al</strong> y en la progresista sensatez de los pueblos.La sumisión de todos los derechos a las formas leg<strong>al</strong>es; la serenidady reposo con que se ventilan <strong>entre</strong> los supremos poderes y en <strong>el</strong>seno de cada uno de <strong>el</strong>los, las cuestiones más d<strong>el</strong>icadas de la política;las convicciones sin ceguedad; la discusión sin cólera; la templanza sinvacilación; todos los rasgos, en fin, que de <strong>al</strong>gún tiempo acá marcanen México <strong>el</strong> movimiento de las opiniones y de los espíritus; <strong>el</strong> afánunánime de todos los hombres honrados por dar fuerza a la ley y a laautoridad que de <strong>el</strong>la emana, son otras tantas prendas de que, si hastahoy no ha <strong>al</strong>canzado la nación toda la paz que ansía, toda la regularidadque anh<strong>el</strong>a en <strong>el</strong> juego de la política y de la administración, lograráindefectiblemente en <strong>el</strong> porvenir <strong>el</strong> objeto de sus aspiraciones. Son buenasy justas, y la Providencia que preside <strong>el</strong> destino de los pueblos nopuede menos que bendecirlas. 1919 Informes y ma·nifiestos, t. 11, pp. 20­23.246


DISCURSO DEL PRESIDENTE DE LA REPUBLICAEN LA APERTURA DEL SEGUNDO PERIODO DELSEGUNDO AÑO DE SESIONES ORDINARIASCiudadanos diputados:10. de abril de 1869.Al comenzar <strong>el</strong> nuevo periodo de vuestras sesiones, puedo con justomotivo f<strong>el</strong>icitaros, porque las dos graves perturbaciones de la pazpública que durante vuestro receso ocurrieron en Puebla y Yucatán,han desaparecido ahora en un rápido término, mientras que en otrasépocas hubieran podido acarrear dilatadas y funestas consecuencias.Bastaron pocos días para dispersar enteramente los restos de lossublevados en Yucatán, que habían huido de la Ciudad<strong>el</strong>a de Méridasin poder <strong>al</strong>canzar <strong>el</strong> objeto de su empresa.La reb<strong>el</strong>ión levantada en una ciudad tan importante como Puebla,donde en breve pudo reunir numerosos <strong>el</strong>ementos, tuvo que retirars<strong>el</strong>uego; y desapareció en 19 días, no quedando de <strong>el</strong>la ni la máspequeña partida que sostuviese su bandera.En Tamaulipas se ha continuado persiguiendo empeñosa y eficazmentea los sublevados <strong>al</strong>lí contra las autoridades d<strong>el</strong> Estado. Distribuidasconvenientemente las fuerzas de la federación que operan en<strong>el</strong> mismo, protegen a todas las poblaciones de <strong>al</strong>guna importancia quepudieran amagar los reb<strong>el</strong>des, sin cesar, además, de perseguirlos. Reducidosa un corto número, sosteniéndose sólo por los accidentes de unterreno extenso y despoblado y batidos ya varias veces, debe esperarseque dentro de poco queden completamente sometidos.Hay que señ<strong>al</strong>ar todavía, por desgracia, un nuevo motín que acabade ocurrir en Culiacán, pretendiendo cambiar las autoridades d<strong>el</strong>Estado de Sin<strong>al</strong>oa. Inmediatamente han marchado fuerzas le<strong>al</strong>es paracombatirlo, cumpliendo <strong>el</strong> deber de conservar la paz y sostener <strong>al</strong>as autoridades legítimas de los Estados. Las noticias recibidas danpoca importancia a este motín, pudiendo asegurarse que si no lo hasido ya, será prontamente sofocado.En la represión de los trastornos ocurridos después d<strong>el</strong> término d<strong>el</strong>a guerra extranjera, son un título de honra para <strong>el</strong> ejército, sus constantespruebas de que lo forman soldados verdaderamente republicanos.Es digno de los buenos hijos de México, que con v<strong>al</strong>or y abnegacióndefendieron la independencia de su patria, no empañar nunca lagloria que adquirieron, siendo siempre le<strong>al</strong>es a su deber y fi<strong>el</strong>es defensoresde la ley.Infunde grande esperanza e inspira viva satisfacción, mirar qu<strong>el</strong>a opinión gener<strong>al</strong> de los pueblos es <strong>el</strong> sólido apoyo de la paz, conde-247


nando a cuantos pretenden trastornarla y quieren ap<strong>el</strong>ar a la fuerza parasobreponerse a la Constitución y a las leyes.La sensible repetición de <strong>al</strong>gunos trastornos públicos ha servido,sin embargo, para demostrar que no se debe temer su triunfo, estandoreprobados por <strong>el</strong> buen sentido gener<strong>al</strong> de los mexicanos. Esto ha servidopara afirmar más la fe en nuestras instituciones, y para aumentarla grande confianza en <strong>el</strong> porvenir, con que s<strong>al</strong>udamos hace dos añosla victoria de la República sobre la pretendida monarquía y <strong>el</strong> triunfode la patria sobre la intervención extranjera.Con <strong>el</strong> mantenimiento de la paz, podremos consagrar nuestros esfuerzosa mejorar la condición de la sociedad, extirpando las causasde su m<strong>al</strong>estar. La princip<strong>al</strong> <strong>entre</strong> <strong>el</strong>las es la f<strong>al</strong>ta de seguridad, queproviene d<strong>el</strong> temor <strong>al</strong> robo, y sobre todo <strong>al</strong> plagio, que aterra y par<strong>al</strong>iza<strong>el</strong> movimiento y la vida de la sociedad. Profundamente penetrado <strong>el</strong>gobierno de que éste constituye la peor plaga soci<strong>al</strong>, dirigió una iniciativa<strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> en <strong>el</strong> periodo anterior de sesiones. Para formarla, meditóen los medios que consideró insuficientes, y en los que creyó eficacespara curar un m<strong>al</strong> que no permite dilación. Sin tener <strong>el</strong> gobiernola presunción de acierto, y guiado sólo por la conciencia de su rectaintención, no duda de que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> se dignará ocuparse de este graveasunto, para resolver lo que en su sabiduría crea mejor.Es otro punto de grande interés para la sociedad, mejorar nuestr<strong>al</strong>enta y embarazosa administración de justicia. Con ese fin, <strong>el</strong> gobiernodirigió una iniciativa sobre <strong>el</strong> establecimiento de jurados en <strong>el</strong> DistritoFeder<strong>al</strong>, esperando que, en cuanto lo permitan los multiplicadosasuntos de que tiene que ocuparse <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, concederá a éste unaespeci<strong>al</strong> atención.Dentro d<strong>el</strong> plazo señ<strong>al</strong>ado por <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, dictó <strong>el</strong> gobierno <strong>el</strong>reglamento de la ley sobre jurados militares. Igu<strong>al</strong>mente ha hecho ya,conforme a las bases fijadas por la ley d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, la reforma d<strong>el</strong>plan de instrucción pública en <strong>el</strong> Distrito Feder<strong>al</strong>.Se está preparando una iniciativa sobre <strong>el</strong> deslinde de los terrenosb<strong>al</strong>díos y <strong>el</strong> fomento de la colonización. Nadie puede desconocer que de~ben favorecerse por todos los medios posibles, la inmigración y colonización,como indispensables para desarrollar la agricultura y poner en accióntodos nuestros <strong>el</strong>ementos de riqueza que aún están por explotar.Siendo tan justo y regular que <strong>el</strong> pueblo determine por medio desus representantes, los ingresos y los gastos públicos, dispone con razónnuestro código fundament<strong>al</strong>, que en este periodo se ocupe preferentemente<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, de decretar los presupuestos. Así desempeña una desus más importantes prerrogativas la representación nacion<strong>al</strong>.Recibid, ciudadanos diputados, los votos que hago por <strong>el</strong> mayoracierto en vuestras d<strong>el</strong>iberaciones que, con vuestra ilustración y patriotismo,serán siempre provechosas para <strong>el</strong> bien público.248


Ciudadano presidente:CONTESTACION DE NICOLAS LEMUS,VICEPRESIDENTE DEL CONGRESOEl IV <strong>Congreso</strong> constitucion<strong>al</strong> de los Estados Unidos Mexicanos,después de haber oído <strong>el</strong> mensaje que contiene la narración de la marchade los negocios públicos, dando cumplimiento a las expresas prevencionesd<strong>el</strong> pacto federativo, vu<strong>el</strong>ve hoy <strong>al</strong> ejercicio de sus tareas,inaugurando en esta ceremonia solenme <strong>el</strong> último periodo de su sesionesordinarias, y se f<strong>el</strong>icita a nombre de la patria, por la regularidad conque hasta aquí han caminado los <strong>al</strong>tos poderes de la federación en <strong>el</strong>desempeño de sus respectivas funciones, no obstante las diferentes asonadascon que los m<strong>al</strong>os ciudadanos han pretendido perturbar <strong>el</strong> reposopúblico.Los representantes de la nación en <strong>el</strong> actu<strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> comprendieronque después de nuestra segunda independencia, conquistada tangloriosamente como la primera, para formar un pueblo f<strong>el</strong>iz d<strong>el</strong> pueblomexicano, disperso en <strong>el</strong> territorio d<strong>el</strong> Anáhuac como un haz quebrantado,es indispensable ahogar con mano severa, de una vez parasiempre, la hidra de las sediciones. Por lo mismo, consultando no laprensa periódica, que es aún <strong>entre</strong> nosotros muy poco numerosa paraque pueda ser considerada como órgano leg<strong>al</strong> y perfecto de la opiniónpública, no las arengas de f<strong>al</strong>sos tribunos, sino la voz de su concienciay <strong>el</strong> patriotismo de su corazón, han recomendado constantemente <strong>al</strong>gobierno la mayor energía en la represión de los motines, y lo han revestidode toda la fuerza que pueda dar, <strong>al</strong> desarrollo de su polític<strong>al</strong>a confianza que le ha manifestado hasta ahora la representación nacion<strong>al</strong>;y se congratulan por haber visto que <strong>el</strong> Ejecutivo ha hecho buenuso de esta confianza.El <strong>Congreso</strong>, que ha observado que los enemigos de la administración,ciegos por su sed de mandar, sin contenerse en los límites de unajusta crítica, han ido hasta llevar <strong>al</strong> extranjero en sus escritos la vergüenzade la patria; <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, que comprende que si las faccionessiguen turbando la paz de México, éste, más tarde, destruido y débil,será fácilmente presa de una nueva invasión, ha rechazado siempre conla imparci<strong>al</strong>idad fría de su <strong>el</strong>evado encargo las apreciaciones violentasy apasionadas, y continúa, por conducto d<strong>el</strong> que hoy tiene la honra derepresentarlo, recomendando <strong>al</strong> Ejecutivo que consagre <strong>al</strong> sostenimientode la paz y de las instituciones, todos los medios de que puede disponer.El periodo de sesiones que comienza en esta fecha, está destinadoa la discusión d<strong>el</strong> presupuesto; trae <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> para tan grave asunto,la experiencia d<strong>el</strong> año económico que va terminando; ha observado en-249


tretanto cuáles son los gastos de la administración, cómo podrán sermejor distribuidos y cuáles economías será prudente establecer. Conoceque la fuerza pública que hoy compone nuestro ejército, es indispensable<strong>al</strong> sostenimiento de las instituciones; y dedicará, por lo mismo, suatención a procurarle un presupuesto que, sin ser dispendioso, la conserveen estado de prestar, como hasta aquí, oportunamente sus serviciosa la nación.Atenderá con la mism:. solicitud <strong>al</strong> mejoramiento de los caminosactu<strong>al</strong>es y a los gastos de los caminos en vía de apertura, para facilitarasí las distancias y dar movimiento <strong>al</strong> tráfico interior. En suma, cuidaráde satisfacer las demás exigencias de la administración, si no conesplendidez, sí con <strong>el</strong> decoro que demanda la honra nacion<strong>al</strong>, estableciendoun término justo <strong>entre</strong> las necesidades públicas y los recursosfinancieros de la federación.El <strong>Congreso</strong> comprende la necesidad que tiene <strong>el</strong> gobierno de mantenery aun aumentar <strong>el</strong> crédito público, base de todo buen <strong>sistema</strong> dehacienda, y procurará dar una solución patriótica y equitativa a ladeuda nacion<strong>al</strong>, manteniéndose en los más estrechos límites de la prudencia,para no conceder de ninguna manera derechos que perjudicaríanmás tarde los intereses de la República.El proyecto de ley sobre seguridad gener<strong>al</strong> y otros varios asuntosde <strong>al</strong>ta importancia, quedaron pendientes en <strong>el</strong> último periOdo de sesionespor f<strong>al</strong>ta de tiempo, y como la necesidad de terminarlos es cadadía más apremiante, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> se propone discutirlos y resolverlosen este periodo, respetando, sin embargo, <strong>el</strong> precepto constitucion<strong>al</strong> quepreviene que se trate de preferencia la cuestión de los presupuestos; puesla asamblea no puede ser indiferente <strong>al</strong> m<strong>al</strong>estar que sufre la nación,por f<strong>al</strong>ta de seguridad pública. Se propone, por tanto, someter este negocio<strong>al</strong> examen concienzudo de una política fuerte y regeneradora, ydictar medidas eficaces que extirpen para siempre <strong>el</strong> plagio y <strong>el</strong> robo,llegando hasta <strong>el</strong> doloroso sacrificio de suspender <strong>al</strong>gunas garantíasconstitucion<strong>al</strong>es, si fuere necesario, pues comprende con <strong>el</strong> Ejecutivo,que la Repúblicá no podrá nunca desarrollar sus <strong>el</strong>ementos de prosperidady progreso, si no destruye en todo <strong>el</strong> país la plaga d<strong>el</strong> vand<strong>al</strong>ismo.Con igu<strong>al</strong> empeño hará lo posible por dedicar <strong>al</strong>gún tiempo a lasiniciativas d<strong>el</strong> gobierno, pues conoce de cuán grande importancia es lacolonización, que consultará una de <strong>el</strong>las, para poblar las inmensas soledadesde nuestro su<strong>el</strong>o con ciudadanos laboriosos; y ve también consatisfacción la solicitud d<strong>el</strong> Ejecutivo, en procurar <strong>al</strong> país la sabia mejorad<strong>el</strong> juicio por jurados, institución muy liber<strong>al</strong>, que una vez establecida,será <strong>el</strong> complemento de las franquicias consignadas en la Cartade 57.La representación nacion<strong>al</strong> se congratula por haber visto <strong>al</strong> pueblorechazar con indignación las asonadas que tuvieron lugar en estos250


20 Informes y manifiestos,t. 1I, pp. 23·26.últimos tres meses; se f<strong>el</strong>icita por su pronta represión, dando un votode gracias a los buenos soldados que supieron llevar la campaña a tanf<strong>el</strong>iz término; espera que de la misma manera serán vencidas las dificultadesque han ocurrido nuevamente en Sin<strong>al</strong>oa, y observa con verdaderoregocijo que <strong>el</strong> gobierno, limitándose a los recursos ordinariosde la Constitución, no há tenido que recurrir a medidas excepcion<strong>al</strong>esque sólo la extrema necesidad puede justificar <strong>al</strong>gunas veces.El <strong>Congreso</strong> tiene fe en <strong>el</strong> porvenir de la nación y hace por mimedio los más ardientes votos para que la civilización, la paz, la libertady la unión, queden establecidas y consolidadas definitivamente en<strong>el</strong> su<strong>el</strong>o mexicano. 2oDISCURSO DEL PRESIDENTE DE LA REPUBLICAEN LA CLAUSURA DEL PERIODO DEL SEGUNDOA~O DE SESIONES ORDINARIASCiudadanos diputados:31 de mayo de 1869.Después de haberos consagrado a vuestras <strong>el</strong>evadas funciones conlaudable asiduidad y beneficio público, prorrogando antes en cuantoha sido posible la duración de los trabajos legislativos, llegáis <strong>al</strong> finde vuestro último periodo ordinario de sesiones.Pienso que, según vuestra propia opinión, <strong>el</strong> IV <strong>Congreso</strong> constitucion<strong>al</strong>pone hoy término definitivo a sus tareas, no previéndose enla actu<strong>al</strong>idad ningún motivo grave que pueda requerir sesiones extraordinariasdurante <strong>el</strong> receso leg<strong>al</strong>. Es satisfactoria esta nueva pruebad<strong>el</strong> curso regular de nuestras instituciones.Al mismo tiempo no hay causa <strong>al</strong>guna para mirar con inquietud,sino más bien para esperar con confianza, <strong>el</strong> porvenir de las <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong>de la República en <strong>el</strong> exterior.Con los Estados Unidos de América conservamos las mejores <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong>de amistad y buena vecindad que deben ser siempre tan benéficaspara <strong>el</strong> mayor desarrollo d<strong>el</strong> comercio <strong>entre</strong> los dos .países.Interrumpidas nuestras <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> con las potencias europeas, porconsecuencia de la última guerra, declaramos, tan luego como cesaronlas operaciones militares, que si bien por la misma guerra traída a laRepública, debíamos considerar insubsistentes los antiguos tratados,estaríamos dispuestos a c<strong>el</strong>ebrar otros nuevos en términos justos y convenientes,cuando aqu<strong>el</strong>las naciones quisieran proponerlos. No ha ocurrido<strong>entre</strong>tanto ninguna otra causa de disgusto con <strong>el</strong>las, que pudiera251


suscitar más dificultades. Sus nacion<strong>al</strong>es han seguido viviendo <strong>entre</strong>nosotros sin tener ningún motivo de queja, bajo la justa protección denuestras leyes.Una nueva y grande potencia europea ha comenzado ya sus <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong>con la República, proponiendo la c<strong>el</strong>ebración de un tratadode comercio. La confederación de la Alemania d<strong>el</strong> Norte ha enviadoun representante a México, que ha sido recibido con la debida benevolenciay consideración.Se ha observado con justicia, que <strong>al</strong> terminar las operaciones d<strong>el</strong>a guerra, se reorganizó prontamente la administración de la República,sin sufrir todos los m<strong>al</strong>es que han resentido otros países en igu<strong>al</strong>es circunstancias.Por desgracia se presentaron luego varios ejemplos de d<strong>el</strong>itoscontra la seguridad individu<strong>al</strong>, que han hecho necesaria la leyreciente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, para su pronta y justa represión. El gobiernoha usado de la facultad que le concedió la ley, dictando las reglas queha creído más oportunas con objeto de procurar la eficacia de sus disposiciones,a la vez que evitar <strong>el</strong> abuso de <strong>el</strong>las. Ha procurado tambiénque se pongan en acción todos los medios posibles, a fin de que se hagamenos necesaria la represión severa de los d<strong>el</strong>itos, con <strong>el</strong> c<strong>el</strong>o másempeñoso para prevenirlos.Sobre una iniciativa d<strong>el</strong> gobierno, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> ha discutido y decretado<strong>el</strong> establecimiento de jurados en <strong>el</strong> Distrito Feder<strong>al</strong>. Esta importantemejora debe servir mucho para la buena y pronta administraciónde justicia.Conforme a lo prescrito en la Constitución, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> se ha ocupadopreferentemente en este periodo, de decretar <strong>el</strong> presupuesto d<strong>el</strong>próximo año económico. El gobierno cuidará de que se arreglen a éllos gastos de la administración, empeñándose como hasta aquí, paraque todos sean atendidos con regularidad.Sofocada la reb<strong>el</strong>ión que ocurrió en Sin<strong>al</strong>oa contra las autoridadesd<strong>el</strong> Estado, disfruta gener<strong>al</strong>mente de paz la República.Sólo se exceptúan los lugares poco poblados de Tamaulipas, dondequedan <strong>al</strong>gunas partidas de sublevados, que por su corto número eincesante movilidad han podido librarse de las fuerzas destinadas a supersecución.La ley de reclutamiento que acaba de expedir <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, permitiráconservar <strong>el</strong> número fijado de fuerza d<strong>el</strong> ejército, que con suv<strong>al</strong>or y disciplina ha combatido todas las reb<strong>el</strong>iones, mostrándose dignodefensor de la Constitución y las leyes.Me es grato, ciudadanos diputados, repetiros en <strong>el</strong> término devuestro encargo, las f<strong>el</strong>icitaciones que os he dirigido otras veces por <strong>el</strong>ilustrado patriotismo con que habéis cumplido vuestros <strong>al</strong>tos deberes.Podéis llevar la satisfacción de haber merecido la gratitud nacion<strong>al</strong>,porque con vuestra prudencia y sabiduría habéis contribuido eficaz-252


mente a que después d<strong>el</strong> profundo trastorno causado por la guerraextranjera, marche la República por un camino de paz y de verdader<strong>al</strong>ibertad, que son las primeras bases para su engrandecimiento y prosperidad.CONTESTACION DE FRANCISCO GOMEZ DEL PALACIO,PRESIDENTE DEL CONGRESOCiudadano presidente:Altamente satisfactorio es para <strong>el</strong> IV <strong>Congreso</strong> constitucion<strong>al</strong>, habertocado <strong>el</strong> término regular de sus funciones, y retirarse con <strong>el</strong> convencimiento de que sus tareas no han sido estériles para <strong>el</strong> pueblo qu<strong>el</strong>e confiara no pequeña parte de sus destinos.Elegido en circunstancias verdaderamente excepcion<strong>al</strong>es; llamadoa presidir a la reorganización de un país en que no sólo se habían destruidolas instituciones políticas, sino que también había sido cru<strong>el</strong>menteatacada la vida nacion<strong>al</strong>, tenía <strong>el</strong> deber de restablecer las basesd<strong>el</strong> gobierno y de la administración pública, de convertir en más fecunday vivificante la inerte quietud producida por <strong>el</strong> cansancio deprolongadas y gigantescas luchas; de hacer que renazca la confianzay <strong>el</strong> <strong>al</strong>iento que <strong>el</strong>la inspira en la mayoría honrada de la nación, y dedar a todos los trabajos y empresas útiles <strong>el</strong> impulso que deriva de laseguridad concedida a todo derecho, de la garantía efectiva a todointerés legítimo.Esa noble y ardua tarea impuesta <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> por la época en qu<strong>el</strong>e tocó existir, fue desde luego admirablemente comprendida por él;y a desempeñarla se consagró con la más entera buena fe, y con <strong>el</strong>más sincero deseo d<strong>el</strong> acierto. No ha sido la pretensión de esta asambleadotar a la nación de luminosos y sabios documentos legislativos, ni introducirgrandes novedades en los códigos nacion<strong>al</strong>es. Aceptando lamisión mucho más útil, si menos ostentosa, de ayudar a la Repúblicaa levantarse de la ruina materi<strong>al</strong>, precio de su glorioso triunfo mor<strong>al</strong> ya reparar las inmensas pérdidas sufridas en tantas y tan porfiadas guerras,ha sido su ocupación preferente resolver las cuestiones de actu<strong>al</strong>idadque un día y otro día nacían d<strong>el</strong> estado anorm<strong>al</strong> en que la sociedadse encontraba, y dictar reglas para la int<strong>el</strong>igencia, aplicación y desarrollode las instituciones eminentemente sabias y benéficas, cuyo conjuntoforma nuéstra ley fundament<strong>al</strong>.Aunque cuenta ésta ya doce años de promulgada, puede asegurarseque sólo ha podido tener aplicación regular desde que la Repúblicatriunfó en una guerra extranjera que no fue más que continuaciónde la que <strong>el</strong> servilismo y <strong>el</strong> retroceso suscitaron contra nuestra253


Constitución. Ella, por lo mismo, ha necesitado y necesita aún grandestrabajos legislativos, para que sean verdades prácticas los lumionososprincipios que atesora.Si en todo <strong>sistema</strong> representativo carece de acción eficaz y hasta deposibilidad de existir <strong>el</strong> poder Ejecutivo, que no marcha en cordi<strong>al</strong> int<strong>el</strong>igenciacon la representación nacion<strong>al</strong>, en un país que se reorganizay que atraviesa la excepcion<strong>al</strong> situación en que se h<strong>al</strong>ló <strong>el</strong> nuestro dosaños ha, tiene que ser todavía mayor y más constante <strong>el</strong> acuerdo <strong>entre</strong>los poderes públicos. En t<strong>al</strong>es circunstancias, la primera o, mejor dicho,la única aceptable regla de conducta política, es la de mantener<strong>el</strong> orden de cosas derivado de los acontecimientos anteriores, apoyar <strong>al</strong>gobierno que se diera <strong>el</strong> pueblo, ayudarle en su marcha sembrada deterribles obstáculos, y expeditar su acción, si <strong>el</strong>la tenía por último objetoy por fin<strong>al</strong> tendencia <strong>el</strong> establecimiento de la paz y la seguridadpública. T<strong>al</strong> ha sido la norma adoptada por <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, erigida enprincip<strong>al</strong> regla de sus decisiones y aplicada con admirable buen sentidoy con rigurosa consecuencia. Acaso hoy no se conoce bastante <strong>el</strong>bien inmenso que tan cuerda y bien inspirada conducta ha traído <strong>al</strong>país; pero cuando la imparci<strong>al</strong> mirada de la historia escudriñe diligent<strong>el</strong>a época en que ha funcionado la legislatura que hoy termina, sehará indudablemente justicia a su prudencia y a su patriotismo. Nose le negará tampoco a su empeño por organizar y llevar <strong>al</strong> terrenopráctico los principios constitucion<strong>al</strong>es de que dan testimonio las diversasleyes orgánicas <strong>el</strong>aboradas en la <strong>Cámara</strong> misma o <strong>el</strong>egidas de<strong>entre</strong> las que ya antes se habían ensayado.Si <strong>el</strong> derecho <strong>el</strong>ector<strong>al</strong> y <strong>el</strong> de libre manifestación de las ideas pormedio de la prensa, habían recibido reglas bastante acertadas para quepudieran ser aceptadas y puestas en observación, f<strong>al</strong>taba aún fijar losprincipios importantísimos a que los Estados de la federación han deceñirse <strong>al</strong> determinar sus impuestos; no existía la prohibición justísimay nacida d<strong>el</strong> pacto feder<strong>al</strong>, de que no estableciesen las loc<strong>al</strong>idades derechosdiferenci<strong>al</strong>es; aún no se habían extinguido multitud de contribucionestan materi<strong>al</strong>mente gravosas como repugnantes a nuestro <strong>sistema</strong>político; la grande y provechosa innovación d<strong>el</strong> amparo judici<strong>al</strong> contr<strong>al</strong>as violaciones de las garantías era estéril sin una ley que lo reglamentase;<strong>el</strong> juicio por jurados tan ardientemente deseado, no podía ensayarseen la porción más importante de la República; f<strong>al</strong>taban basespara <strong>el</strong> arreglo de la instrucción pública; se echaban de menos <strong>al</strong>gunasreformas en <strong>el</strong> <strong>sistema</strong> de los juicios militares; habían clamado en vanomuchos pueblos por su erección en nuevos Estados, y por último, eradesconocida la práctica indispensable en un pueblo, señor de sí mismo,de marcar a los administradores de los impuestos que paga con susudor y su sangre, cuánto y de qué manera debe invertirse en cubrir lasnecesidades públicas. A todas estas exigencias, cuya importancia es no-254


21 Informes y ma.nifiestos, t. 11, pp. 27·30.toria, ha procurado proveer <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>; y si la experiencia llegase ademostrar que no lo ha hecho con pleno acierto, será muy bastantetítulo de gloria <strong>el</strong> haberlo intentado.No es despreciable la que ha conquistado con su c<strong>el</strong>o por promovery plantear importantes mejoras materi<strong>al</strong>es. Los permisos y subvencionespara caminos, ferrocarriles y t<strong>el</strong>égrafos, no han tenido más límitesque <strong>el</strong> de los recursos que ha sido posible dedicar a esas obras, y <strong>el</strong>día en que las vías de Veracruz, Tehuantepec y Paso d<strong>el</strong> Norte denprosperidad y vida a nuestro país, se reconocerá cuánto se debe en esterespecto a la asamblea que hoy cierra sus sesiones.El estado a que han venido nuestras <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> exteriores por consecuenciade la inicua guerra de Intervención, ha hecho que en ese ramono haya tenido <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> mucho en que entender; mas acaso en materia<strong>al</strong>guna ha sido tan unánime y tan conocida la opinión de sus miembros.Ella se ha asociado declaradamente y sin reserva a la manifestadapor <strong>el</strong> Ejecutivo, cuya actitud, llena de conveniencia y de dignidad, noha encontrado en la <strong>Cámara</strong> más que simpatías y decidido apoyo. Acogercon amistad y benevolencia a todo extranjero honrado; darle proteccióny garantías en cambio de su obediencia a las leyes nacion<strong>al</strong>es;mantener <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> comerci<strong>al</strong>es, científicas y literarias con todas lasnaciones d<strong>el</strong> globo, son deberes internacion<strong>al</strong>es que México cumple conplacer y a que jamás f<strong>al</strong>tará; pero entablar de nuevo <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> con losgobiernos de los países que le trajeron la ruina y la desolación, e intentaronarrebatarle su independencia, no es cosa que convenga a susintereses ni -cumpla a su decoro tomar la iniciativa; jamás ha derivadobeneficio <strong>al</strong>guno de sus tratados con las potencias europeas, y es natur<strong>al</strong>que no desee con <strong>el</strong>las más <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> que las que exige la másestricta y rigurosa justicia, cuando <strong>el</strong> actu<strong>al</strong> estado de guerra se hayacambiado en <strong>el</strong> que existe <strong>entre</strong> pueblos que han cesado de ser enemIgos.En este importante punto, como en los más culminantes de la políticainterior, ha visto <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, con singular complacencia, que <strong>el</strong>Ejecutivo ha marchado inspirado por <strong>el</strong> <strong>el</strong>evado sentimiento de sudeber, y guiado por un sincero deseo de procurar <strong>el</strong> bien de la República.Por eso ha encontrado apoyo eficaz y constante en la representaciónnacion<strong>al</strong>. El person<strong>al</strong> que hasta hoy la ha formado habrá cambiadomuy pronto; pero su espíritu, que es <strong>el</strong> de todos los mexicanos ilustradosy patriotas, continuará siendo <strong>el</strong> mismo, y podrá, en la futura asamble<strong>al</strong>ibre ya de muchos obstáculos, manifestarse de la manera quemás convenga <strong>al</strong> bien y prosperidad de nuestra patria. 21 255


DISCURSO DEL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA EN LAAPERTURA DEL PERIODO DEL PRIMER ARO DESESIONES ORDINARIAS DEL QUINTOCONGRESO CONSTITUCIONALCiudadanos diputados:16 de septiembre de 1869.Cumpliendo <strong>el</strong> precepto de nuestro código fundament<strong>al</strong>, me esmuy satisfactorio venir a f<strong>el</strong>icitar a los representantes d<strong>el</strong> pueblo en <strong>el</strong>V <strong>Congreso</strong> constitucion<strong>al</strong>, que comienza hoy <strong>el</strong> primer periodo desus augustas fllilciones.Lo mismo en la Unión que en los Estados, la renovación periódicay regular de los poderes públicos, desde que terminaron hace ya dosaños las operaciones de la guerra, está demostrando cada día más laconsolidación de nuestras instituciones.Podemos también esperar con fllildados motivos, que las <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong>de la República con <strong>al</strong>gWIas potencias europeas, interrumpidas porla última guerra, irán restableciéndose de un modo justo y conveniente,en una época próxima. Las que mantiene la República con los EstadosUnidos de América, se conservan en los mejores términos de llila buenaamistad.Desde luego será sometido <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> llil Tratado de Amistad~Comercio y Navegación, concluido recientemente con la confederaciónde la Alemania d<strong>el</strong> Norte. Por la buena disposición que han manifestadoya la España y la It<strong>al</strong>ia, y que igu<strong>al</strong>mente se ha expresado porparte d<strong>el</strong> gobierno de la República, debe creerse que nuestras <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong>con esas dos potencias queden en breve establecidas.Entretanto, los nacion<strong>al</strong>es de aqu<strong>el</strong>los países, o de cu<strong>al</strong>quiera otroorigen extranjero, residentes en México, no tienen ningún motivo dequeja y están disfrutando de la más amplia y segura protección en suspersonas e intereses. Debemos confiar en que sea debidamente reconocidaen <strong>el</strong> exterior esta conducta justa y benévola de la República. Habiéndosesometido ya las fuerzas que se sublevaron en Tamaulipas contr<strong>al</strong>as autoridades d<strong>el</strong> Estado, se disfruta en toda la nación d<strong>el</strong> bieninestimable de la paz.Los intentos de un corto número de espíritus inquietos que hanpretendido turbarla, se han visto rechazados por la opinión gener<strong>al</strong>.Para mantener la paz, cuenta <strong>el</strong> gobierno con toda la fuerza que le da<strong>el</strong> derecho fllildado en la ley, y con <strong>el</strong> sólido apoyo de la opinión pública,que condena cu<strong>al</strong>quier pensamiento de ap<strong>el</strong>ar a las armas contr<strong>al</strong>as autoridades emanadas d<strong>el</strong> voto popular. Cuenta también con <strong>el</strong> respetoy la obediencia a las leyes que distinguen a nuestro ejército re-256


publicano, compuesto de los buenos ciudadanos que defendieron contanto patriotismo la independencia y las instituciones nacion<strong>al</strong>es.Nada omitirá <strong>el</strong> Ejecutivo para cuidar de la conservación de lapaz, que es <strong>el</strong> primero de sus deberes, y no duda que para cumplirlole prestará <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, si fuere necesario, su más eficaz cooperación.La aplicación de la ley contra ladrones y plagiarios, en un reducidonúmero de casos, ha producido ya un efecto conveniente paraahuyentar a los crimin<strong>al</strong>es, y para contribuir <strong>al</strong> restablecimiento de laseguridad pública.Trastornada profundamente nuestra sociedad, por efectos de unaguerra tan prolongada, requieren todavía urgentemente la atención d<strong>el</strong>os legisladores muchos objetos de interés público y varios ramos de laadministración. Con <strong>el</strong> deseo de cooperar a estas importantes tareasd<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, presentará <strong>el</strong> Ejecutivo próximamente <strong>al</strong>gunas iniciativas.Una se referirá a las reformas aconsejadas por la experiencia enla ordenanza de las aduanas marítimas y fronterizas.Se propondrá en otra facilitar la enajenación, aún pendiente, de<strong>al</strong>gunos bienes nacion<strong>al</strong>izados, admitiendo en parte d<strong>el</strong> precio créditosde la deuda pública.Otra iniciativa consultará modificaciones indispensables en las leyesde hipotecas que rigen en <strong>el</strong> Distrito Feder<strong>al</strong>, para que se facilite<strong>el</strong> movimiento de la riqueza y no permanezca estancada la propiedad.El Ejecutivo recomienda también la iniciativa que presentó en <strong>el</strong>último periodo de sesiones, sobre colonización y deslinde de terrenosb<strong>al</strong>díos.No duda, igu<strong>al</strong>mente, que merecerá una especi<strong>al</strong> atención d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong><strong>el</strong> crédito público, tan importante para que un gran número dev<strong>al</strong>ores tenga vida y circulación.En <strong>el</strong> justo anh<strong>el</strong>o que tenemos por los ad<strong>el</strong>antos de nuestra patria,debemos congratularnos, ciudadanos diputados, porque en seguida deesta solemnidad de vuestra reunión vamos a c<strong>el</strong>ebrar hoy en la ciudadde Puebla la conclusión d<strong>el</strong> ferrocarril que la une con esta ciudad. Esun acto muy satisfactorio para solemnizar también hoy <strong>el</strong> aniversariode nuestra Independencia, y para afirmar nuestros propósitos de promoverque se re<strong>al</strong>icen otras mejoras como ésta, tan interesantes par<strong>al</strong>a prosperidad nacion<strong>al</strong>.Bajo estos f<strong>el</strong>ices auspicios, recibid, ciudadanos diputados, los sincerosvotos que hago por <strong>el</strong> mayor acierto en vuestras d<strong>el</strong>iberaciones,con la confianza que tengo en que <strong>al</strong> terminar vuestras tareas dentrode dos años, vendrá <strong>el</strong> Ejecutivo a f<strong>el</strong>icitaros por los bienes que habréisprocurado a la República.257


CONTESTACION DE MARIANO RIVA PALACIO,PRESIDENTE DEL CONGRESOCiudadano presidente de la República:El <strong>Congreso</strong> siempre escuchará con grande interés todo 10 que <strong>el</strong>Ejecutivo le comunique con r<strong>el</strong>ación a la paz pública, a la prosperidady <strong>al</strong> buen nombre de la nación mexicana.El magistrado que en tiempos bien difíciles regía los destinos d<strong>el</strong>a administración hace doce años, después de luchar con los terriblesobstáculos que originaron las leyes ya sancionadas y consentidas por<strong>el</strong> país, y de oponer, sin vacilar ni un momento, la resistencia de l<strong>al</strong>ey y d<strong>el</strong> buen derecho, a las fuerzas numerosas y aguerridas que invadieron<strong>el</strong> territorio, es <strong>el</strong> mismo que, investido d<strong>el</strong> poder por <strong>el</strong> votod<strong>el</strong> pueblo, viene hoy pacíficamente a inaugurar <strong>el</strong> primer periodo desesiones d<strong>el</strong> quinto <strong>Congreso</strong> constitucion<strong>al</strong>; y t<strong>al</strong> es también <strong>el</strong> ad<strong>el</strong>antomor<strong>al</strong> y tanta la triste experiencia que en los tiempos pasados hanadquirido los mexicanos, que es seguro que, a la conclusión d<strong>el</strong> periodoconstitucion<strong>al</strong>, vendrá tranquilamente a depositar <strong>el</strong> cargo d<strong>el</strong>icadode su gobierno, en manos d<strong>el</strong> sucesor que <strong>el</strong>ija la nación.M<strong>al</strong>éficas y dañadas sugestiones, u otras causas que no es oportunorecordar, produjeron una invasión de fuerzas europeas en nuestroterritorio. México se vio obligado a acogerse a la regla gener<strong>al</strong> y recibidad<strong>el</strong> derecho público que autoriza la propia defensa, y se defendió,y sostuvo 10 que todas las naciones civilizadas tendrán que sostener siempre:su independencia completa y absoluta, para darse sin intervenciónextraña la forma de gobierno que consideren más adecuada. Encontróen este camino la aprobación de los hombres filósofos y distinguidosde Europa, y contó con las simpatías de las repúblicas hermanasd<strong>el</strong> Sur, y con <strong>el</strong> auxilio mor<strong>al</strong> de la poderosa confederación de losEstados Unidos, que no podia ver con indiferencia <strong>el</strong> trastorno completoen <strong>el</strong> continente, de los principios republicanos. México cumplió consu deber; pero la pasada y necesaria lucha no ha dejado ni en <strong>el</strong> puebloni en <strong>el</strong> gobierno rastro <strong>al</strong>guno de odio o m<strong>al</strong>evolencia; y así <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>escucha con placer la grata noticia de que no está distante <strong>el</strong> díade la reconciliación, y <strong>el</strong> momento en que sin menoscabo de la homay de los intereses nacion<strong>al</strong>es, vu<strong>el</strong>van a reanudarse las <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> conlas potencias extranjeras.El <strong>Congreso</strong> se ocupará de preferencia en examinar <strong>el</strong> tratadocóncluido con la confederación de la Alemania d<strong>el</strong> Norte, y mucho secomplace en que <strong>el</strong> gobierno haya sabido también conservar la armoníay buena int<strong>el</strong>igencia, que para <strong>el</strong> bien de los dos países y para <strong>el</strong>incremento de la libertad y de la civilización, deben reinar <strong>entre</strong> Méxicoy los Estados Unidos.258


No era fácil esperar que después de dura y larga época de guerra,tomase todo a un estado imperturbable de orden y regularidad; perodebemos f<strong>el</strong>icitarnos ciertamente de que la autoridad se haya sobrepuestoa las dificultades y a los trastornos públicos; de que la seguridadnecesaria para <strong>el</strong> progreso d<strong>el</strong> comercio y de la agricultura, sevaya cada día restableciendo; pero todavía es más satisfactorio quetodo esto, observar que en <strong>el</strong> espíritu d<strong>el</strong> pueblo es ya gener<strong>al</strong> la oonvicciónde que las revoluciones y las guerras civiles no han de mejorarni física ni mor<strong>al</strong>mente las condiciones de las cosas públicas. La lucha<strong>el</strong>ector<strong>al</strong>, la plena libertad de imprenta y <strong>el</strong> respeto profundo a laConstitución y a las leyes, t<strong>al</strong>es son los medios que para la mejora soci<strong>al</strong>tienen las instituciones democráticas, y t<strong>al</strong>es los hábitos y las costumbresque deben fomentarse <strong>entre</strong> nuestros oonciudadanos.El <strong>Congreso</strong>, que no es más que la grande y augusta representaciónd<strong>el</strong> pueblo, se pondrá a la <strong>al</strong>tura de su misión sagrada, que es lade la benevolencia, la de la reconciliación, la de la concordia, y representaríamuy m<strong>al</strong> <strong>el</strong> b<strong>el</strong>lo y suave carácter nacion<strong>al</strong>, si no ayudasecon sus esfuerzos <strong>al</strong> Ejecutivo en todo aqu<strong>el</strong>lo que pueda producir <strong>el</strong>bienestar sólido de la sociedad y la paz, fundada no en la fuerza d<strong>el</strong>as armas ni en los patíbulos, donde es siempre sensible cortar repentinamente<strong>el</strong> hilo misterioso de la vida humana, sino en <strong>el</strong> amor de lasinstituciones, en las comodidades de la vida, en <strong>el</strong> trabajo, en la protecciónd<strong>el</strong> comercio, de la agricultura, de las ciencias y de las artes;en la re<strong>al</strong>ización de las mejoras materi<strong>al</strong>es, en las economías compatiblescon la buena administración, fundada, en fin, en un gobiernodulce y patern<strong>al</strong>, que considere a todos los mexicanos como hijos deuna misma familia, y como dignos de ser todos participantes de losbeneficios de la civilización y de las garantías de las instituciones liber<strong>al</strong>es.Yo no temo asegurar que en este camino de justicia y de verdad,encontrará siempre <strong>el</strong> Ejecutivo la eficaz cooperación d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>;y la misma opinión natur<strong>al</strong> y necesaria en los <strong>sistema</strong>s democráticos,no hará sino oontribuir en la confección de las leyes, a su mayor y másacabado perfeccionamiento. La imprenta libre y la oposición son, enlos países donde se practica la libertad civil, los dos auxiliares máspoderosos d<strong>el</strong> gobierno.Las iniciativas sobre aranc<strong>el</strong>es marítimos, sobre hipotecas, sobrecolonización y sobre los demás puntos de vit<strong>al</strong> y grande interés, seránprontamente despachados, y, me atrevo a asegurarlo, en <strong>el</strong> sentido másfavorable <strong>al</strong> comercio y <strong>al</strong> movimiento de la riqueza, de que tantonecesita la nación para llegar a la prosperidad a que la llama su destino.La República ha debido, por todas las probabilidades humanas,sucumbir; mil pruebas terribles hicieron flaquear los ánimos más fuer-259


J!jtes; mil dificultades y mil abismos han venido a ofrecerse ya por unmotivo, ya por otro, a la marcha regular d<strong>el</strong> gobierno; sin embargode todo esto, la terrible tempestad que amenazó anegarnos, va pasando;hemos rebosado sobre las ondas y estamos ya en un puerto en dondeno tenemos más que hacer sino reponemos con c<strong>al</strong>ma de los pasadoscontratiempos. Es menester repetir que <strong>el</strong> solo hecho de inst<strong>al</strong>arsepacíficamente <strong>el</strong> quinto <strong>Congreso</strong> constitucion<strong>al</strong>, es un favor señ<strong>al</strong>adode la Providencia Divina, la que prodigará sin duda sus bendiciones ysus beneficios a este pueblo, cuyos sufrimientos datan quizá de cuatro siglos,y que terminarán si unidos sincera y fratern<strong>al</strong>mente los mexicanosolvidamos lo pasado, para no ocupamos más que de formar una nacióngenerosa, fuerte, grande por su civilización y por sus virtudes."22 Informes y manifiestos,t. II, pp. 30­34.DISCURSO DEL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA EN LACLAUSURA DEL PRIMER PERIODO (PRORROGADO)DEL PRIMER AÑO DE SESIONES ORDINARIAS,DEL QUINTO CONGRESOCiudadanos diputados:21 de enero de 1870.Después de haber cumplido ahora vuestros <strong>al</strong>tos deberes, vais aetltrar en <strong>el</strong> primer receso leg<strong>al</strong> de vuestras sesiones. El patriótico deseode ampliar vuestras ilustradas tareas para consagrarlas <strong>al</strong> bien público,os movió a prorrogarlas hasta hoy, por todo <strong>el</strong> tiempo que permite laConstitución.El <strong>Congreso</strong> ha considerado con la preferente atención que merecen,varios asuntos sobre comercio, industria y vías de comunicación,que tanto interesan a la mejora y progreso de la sociedad. Ha sidoobjeto especi<strong>al</strong> de sus d<strong>el</strong>iberaciones, como uno de los asuntos másimportantes, la reforma d<strong>el</strong> aranc<strong>el</strong> de aduanas marítimas. Se facilitaráya en otro periodo <strong>el</strong> término de <strong>el</strong>la, por <strong>el</strong> estudio que se hahecho de los diversos puntos que debe comprender.Ha merecido también la aprobación d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, <strong>el</strong> tratado deamistad y comercio c<strong>el</strong>ebrado con la Confederación de Alemania d<strong>el</strong>Norte. Este tratado consolidará las buenas <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> que existen <strong>entre</strong>la República y la Confederación.Recientemente ha venido acreditado cerca d<strong>el</strong> gobierno de la República,un representante d<strong>el</strong> reino de It<strong>al</strong>ia. El Ejecutivo lo recibiócon <strong>el</strong> debido aprecio y consideración, quedando así f<strong>el</strong>izmente restablecidaslas buenas <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> de amistad <strong>entre</strong> los dos países.260


Desde <strong>el</strong> triunfo definitivo de la República sobre la intervenciónextranjera, 10 que con más c<strong>el</strong>o ha procurado <strong>el</strong> gobierno, de acuerdocon <strong>el</strong> sentimiento público gener<strong>al</strong>, ha sido la conservación de la paz.No se puede desconocer que las perturbaciones de la paz pública hansido la causa primera y más eficaz de los m<strong>al</strong>es que aquejan <strong>al</strong> comercio,a la industria y a todos los intereses legítimos de la sociedad.Por desgracia, ha ocurrido una nueva sublevación en San Luis yZacatecas. Algunos que sobreponen <strong>al</strong> interés público sus pasiones eintereses particulares, no se han detenido por la consideración de todoslos m<strong>al</strong>es que pudieran causar, en perjuicio de nuestras instituciones yaun d<strong>el</strong> porvenir de nuestra patria. Se ve que han querido <strong>al</strong> mismotiempo combinar sus aspiraciones person<strong>al</strong>es con <strong>al</strong>gunos <strong>el</strong>ementos dereacción, como se combinaron otra vez en <strong>el</strong> plan de Tacubaya.Sin embargo, a pesar de la influencia y los recursos de que entoncespudieron todaVÍa disponer, y no obstante haber llegado hasta acarrearsobre México las c<strong>al</strong>amidades y funestas consecuencias que aún resentimosde la intervención extranjera, triunfaron enteramente <strong>al</strong> fin lajusticia y <strong>el</strong> patriotismo que sostenían la causa nacion<strong>al</strong>. Menos poderososhan sido los trastornos posteriores, y así como éstos fueron prontamentesofocados, debemos esperar que en breve será reprimida lasublevación actu<strong>al</strong>. Para lograrlo, confía <strong>el</strong> Ejecutivo en la eficaz cooperaciónde los Estados, en <strong>el</strong> apoyo de la opinión pública y en los buenosservicios d<strong>el</strong> ejército, que fuera de pequeñas aunque sensibles defeccciones,conserva la le<strong>al</strong>tad propia de los ciudadanos que han sabidodefender la causa de la independencia y d<strong>el</strong> respeto a la Constitucióny las leyes.El gobierno se esforzará en corresponder a la confianza d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>,que 10 ha investido de amplias facultades. Considerará como undeber sagrado usar tan sólo de <strong>el</strong>las en 10 que estricta e imperiosamentepuedan exigir las circunstancias. No omitirá cuanto esté en su manopara conseguir <strong>el</strong> pronto término de la sublevación, evitando de estemodo, si fuere posible, la necesidad de imponer nuevos gravámenes <strong>al</strong>pueblo.Hago fervientes votos, ciudadanos diputados, porque cuando sereúna <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> en <strong>el</strong> tiempo regular de su próximo periodo de sesiones,y le devu<strong>el</strong>va entonces <strong>el</strong> Ejecutivo <strong>el</strong> depósito de las facultadesque le ha confiado, pueda manifestarle que sólo necesitó hacer <strong>el</strong> menoruso posible de <strong>el</strong>las y pueda también f<strong>el</strong>icitarlo porque se hayan restablecidola paz y la gener<strong>al</strong> observancia de las leyes.261


CONTESTACION DE JOSE MARIA LOZANO,PRESIDENTE DEL CONGRESOCiudadano presidente:El quinto <strong>Congreso</strong> constitucion<strong>al</strong> que concluye hoy <strong>el</strong> primerperiodo de sus sesiones, ha escuchado con <strong>el</strong> más grande interés la r<strong>el</strong>aciónbreve, pero exacta, que hace <strong>el</strong> gobierno d<strong>el</strong> estado en que seencuentran los negocios públicos. Comprende que la nación pasa enestos momentos por circunstancias difíciles, pero tiene fe en las instituciones,en <strong>el</strong> porvenir de la República y en <strong>el</strong> patriotismo d<strong>el</strong> gobierno.Es <strong>el</strong> mismo que en los días de verdadera prueba, y cuando parecíaque la República tocaba <strong>al</strong> término de sus destinos, arrastrada porla mano de la fat<strong>al</strong>idad, se mantuvo firme, empuñando con mano vigoros<strong>al</strong>a sagrada enseña de la independencia de la patria.La nación no puede haber olvidado una época demasiado recientede nuestra historia. Ella, que desea la paz porque es unánime laconvicción de que sólo bajo su sombra pueden desarrollarse los <strong>el</strong>ementosde su riqueza y de su bienestar, ayudará eficaz y poderosamente<strong>al</strong> gobierno en la empresa de restablecer <strong>el</strong> orden y <strong>el</strong> imperio de l<strong>al</strong>ey.Una reb<strong>el</strong>ión que levanta como bandera la Constitución de laRepública, y que se inicia hollando la ley, la libertad, la seguridad, lapropiedad, los intereses más caros y las más preciosas garantías queesa misma Constitución consagra y protege, no puede encontrar apoyoen la conciencia pública, está condenada por todos, y llevando en símisma los gérmenes de destrucción, debe morir en medio de la reprobaciónunivers<strong>al</strong>. ¡Quiera la Providencia que <strong>el</strong> llamamiento crimin<strong>al</strong>que se ha hecho en San Luis y en Zacatecas a las tradiciones deun pasado funesto, sea <strong>el</strong> último en la historia de nuestras convulsionespolíticas!El <strong>Congreso</strong> no ha desconocido las dificultades de la situación,y <strong>al</strong> mismo tiempo que consagraba su atención a la discusión de lasleyes orgánicas, que deben completar nuestro código fundament<strong>al</strong>, <strong>al</strong>a reforma d<strong>el</strong> aranc<strong>el</strong> de aduanas marítimas de que tantos bienes esperan<strong>el</strong> comercio y la administración pública, a las mejoras materi<strong>al</strong>esd<strong>el</strong> país, a la aprobación d<strong>el</strong> tratado de amistad, comercio y navegaciónajustado con la Confederación Alemana d<strong>el</strong> Norte, y a losmuchos asuntos que diariamente lo han ocupado, ha respondido le<strong>al</strong>y patrióticamente a los llamamientos que <strong>el</strong> gobierno le ha hecho cuandoha surgido <strong>al</strong>guna grave dificultad.El quinto <strong>Congreso</strong> constitucion<strong>al</strong> entra en su receso leg<strong>al</strong> con laconciencia de haber llenado sus funciones hasta donde las circunstanciasse lo han permitido. Deja <strong>al</strong> Ejecutivo investido de amplias fa-262


23 Informes y roanífiestos,t. n, pp. 34.36.cultades; deja en sus manos un poder terrible, <strong>el</strong> que corresponde <strong>al</strong>a suspensión de <strong>al</strong>gunas garantías. El <strong>Congreso</strong> no ha hecho tan grandesacrificio, sino con la convicción íntima de que lo hacía necesario las<strong>al</strong>vación pública.Ha creído que los grandes m<strong>al</strong>es necesitan la aplicación de remediosextraordinarios; ha creído que debía combatirse con toda energíauna reb<strong>el</strong>ión que si bien lleva en sí misma los <strong>el</strong>ementos natur<strong>al</strong>esde su muerte, importa mucho ahogar pronto en su cuna. Cree <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>que la primera revolución armada que triunfe en la República,cu<strong>al</strong>esquiera que sean los principios que proclame y las miras que seproponga, abrirá de nuevo la puerta a esa serie de motines militaresque condujeron a la nación <strong>al</strong> borde d<strong>el</strong> abismo, y que resucitados denuevo la llevarán indefectiblemente a la disolución.T<strong>al</strong>es han sido las convicciones dominantes en <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>; <strong>el</strong>las,repito, la obligaron a hacer un grande sacrificio; pero abriga la muyfundada esperanza de que <strong>el</strong> Ejecutivo no hará uso d<strong>el</strong> poder de queestá armado, sino en tanto que la necesidad más justificada lo hag<strong>al</strong>egítimo. Es, ciudadano presidente, la primera condición que. por lanatur<strong>al</strong>eza misma de las cosas exige <strong>el</strong> uso de un poder semejante. El<strong>Congreso</strong> confía en que <strong>al</strong> abrir <strong>el</strong> segundo periodo de sus sesiones enabril próximo, la paz pública estará restablecida, y <strong>el</strong> primer magistradode la nación vendrá a devolver incólume a la representacián nacion<strong>al</strong>,<strong>el</strong> sagrado depósito que de <strong>el</strong>la ha recibido. 23DISCURSO DEL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA ALABRIR EL QUINTO CONGRESO EL SEGUNDOPERIODO DEL PRIMER AAO DE SESIONESORDINARIASCiudadanos diputados:1 9 de abril de 1870.Me es grato venir hoya f<strong>el</strong>icitar <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>, que abre de nuevosus sesiones en <strong>el</strong> día fijado por la Constitución.Durante vuestro corto receso de dos meses, ha sido pronta y eficazmentereprimida la revolución que se formó en San Luis y ZacatecasoPudimos esperarlo así con razón, depositando plena confianza en<strong>el</strong> buen sentido nacion<strong>al</strong>, y en <strong>el</strong> firme apoyo con que la opinión públicaha sostenido y sostiene a las autoridades legítimas.Movidos <strong>al</strong>gunos por sus pasiones, fomentaron largo tiempo laexcitación a la guerra civil, preparando y combinando los <strong>el</strong>ementos263


de esta reb<strong>el</strong>ión, que ha parecido la más grave después d<strong>el</strong> término d<strong>el</strong>a guerra extranjera. Quedó aislada, sin embargo, en medio de la reprobacióngener<strong>al</strong>, y fue condenada por todos los buenos ciudadanosque cifran las esperanzas d<strong>el</strong> porvenir de México en la paz y en <strong>el</strong>orden leg<strong>al</strong>.El ejército ha combatido con le<strong>al</strong>tad y v<strong>al</strong>or, mereciendo la estimaciónnacion<strong>al</strong>. Después de haber destruido la fuerza princip<strong>al</strong> d<strong>el</strong>os sublevados, persigue activamente sus restos y <strong>al</strong>gunas pequeñasbandas que se levantaron a la sombra de la reb<strong>el</strong>ión.El <strong>Congreso</strong> confirió <strong>al</strong> Ejecutivo varias importantes facultades,y decretó la suspensión de <strong>al</strong>gunas garantías, por un término convenientepara afianzar <strong>el</strong> restablecimiento de la paz. Al devolver ahora<strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> <strong>el</strong> depósito de aqu<strong>el</strong>las facultades, es satisfactorio para <strong>el</strong>Ejecutivo manifestar que ha hecho <strong>el</strong> menor uso posible de <strong>el</strong>las, procurandocumplir en todo fi<strong>el</strong>mente sus deberes.Puede decir <strong>el</strong> Ejecutivo que sólo ha usado de esas facultades enpuntos r<strong>el</strong>ativos a la organización d<strong>el</strong> ejército y a declarar la responsabilidadde los reb<strong>el</strong>des. Ha cuidado <strong>al</strong> mismo tiempo de que se respetenlas garantías individu<strong>al</strong>es, y ha mantenido de hecho la plen<strong>al</strong>ibertad de la prensa, no determinando en <strong>al</strong>gunos abusos de <strong>el</strong>la losprocedimientos autorizados por la ley.Fue necesario declarar <strong>el</strong> estado de sitio, estableciendo la autoridadmilitar, en los Estados de J<strong>al</strong>isco, Querétaro y Zacatecas; pero yase determinó que se levante en los tres <strong>el</strong> sitio, y que se proceda a la<strong>el</strong>ección popular de las autoridades que deben nombrarse en Querétaroy Zacatecas.Con r<strong>el</strong>ación a la hacienda pública, no ha usado <strong>el</strong> Ejecutivo d<strong>el</strong>as facultades que le confirió <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>. En este tiempo, sin embargo,han sido atendidos todos los ramos de la administración, sin hacerseningunas exacciones irregulares, ni pedirse anticipos de impuestos oderechos, ni c<strong>el</strong>ebrarse ningún contrato o compromiso que deje gravamenpara <strong>el</strong> erario.También se han atendido, en lo posible, las mejoras materi<strong>al</strong>escomprendidas en <strong>el</strong> presupuesto, y no se ha interrumpido <strong>el</strong> pago d<strong>el</strong>as subvenciones decretadas, como la d<strong>el</strong> ferrocarril de México a Veracruz.A la vez, se han destinado las cantidades convenientes paraestablecer <strong>al</strong>gunas nuevas líneas t<strong>el</strong>egráficas, como las de Guerrero,Mor<strong>el</strong>ia y Durango.Para poder cubrir estas atenciones, <strong>entre</strong> los mayores gastos exigidospor las operaciones militares, ha habido la circunstancia favorablede estar en los meses d<strong>el</strong> año en que producen más <strong>al</strong>gunos impuestos.El desniv<strong>el</strong> <strong>entre</strong> los ingresos y los egresos, merecerá sin dud<strong>al</strong>a princip<strong>al</strong> atención d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> en este periodo de sesiones, destinadopreferentemente a la discusión d<strong>el</strong> presupuesto. Aumenta la grave264


importancia de este asunto, la necesidad de no desatender los ramosde la administración con p<strong>el</strong>igro de ocasionar nuevos trastornos, queacarrean luego más penosos sacrificios para <strong>el</strong> pueblo y todo génerode m<strong>al</strong>es para la sociedad.La ley que dictó hace un año <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> para perseguir a loss<strong>al</strong>teadores y plagiarios, ha servido eficazmente para disminuir mucho<strong>el</strong> número de esos graves crímenes. Por desgracia, han ocurrido todavía<strong>al</strong>gunos casos de plagio, y piensa <strong>el</strong> Ejecutivo que obrará de acuerdocon la opinión pública, iniciando desde luego que se prorrogue por otroaño la vigencia de la ley.Entre los proyectos de obras de utilidad gener<strong>al</strong>, tiene la más grandeimportancia <strong>el</strong> de la apertura de un can<strong>al</strong> en <strong>el</strong> Istmo de Tehuantepec,para comunicar los dos oceanos. Presentado ya un dictamensobre este asunto, <strong>el</strong> Ejecutivo recomienda especi<strong>al</strong>mente <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>que se digne tomarlo en consideración en este periodo de sesiones.Si en <strong>el</strong>las pudiese también ocuparse d<strong>el</strong> dictamen que está presentadosobre reformas constitucion<strong>al</strong>es, cree <strong>el</strong> Ejecutivo que haría<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> la obra más benéfica para consolidar nuestras institucionesy afianzar la paz de la República en <strong>el</strong> porvenir.Recibid, ciudadanos diputados, mis sinceros votos por <strong>el</strong> aciertode vuestra d<strong>el</strong>iberación, para procurar <strong>el</strong> mayor bien y prosperidadnacion<strong>al</strong>.CONTESTACION DE MANUEL ROMERO RUBIO,PRESIDENTE DEL CONGRESOCiudadano presidente:El V <strong>Congreso</strong> constitucion<strong>al</strong>, <strong>al</strong> inaugurar en este día solemne <strong>el</strong>segundo periodo de sus sesiones ordinarias, se ha impuesto con <strong>el</strong> mayorinterés y satisfacción d<strong>el</strong> mensaje con que <strong>el</strong> presidente de la República,en cumplimiento de su deber, ha dado cuenta a la nación de losprincip<strong>al</strong>es acontecimientos que han tenido lugar durante <strong>el</strong> receso d<strong>el</strong>a <strong>Cámara</strong>, y d<strong>el</strong> estado que guardan los negocios en todos los ramosde la administración.Pocos días hace que la guerra civil, sembrando <strong>el</strong> temor y la desconfianzapor todas partes, había llenado de tribulación a la República;pero la acción eficaz y oportuna d<strong>el</strong> gobierno, favorecida por laopinión nacion<strong>al</strong>, y secundada por los patrióticos esfuerzos de todoslos Estados, ha restablecido la paz volviendo las cosas a su estadonorm<strong>al</strong> y a funcionar todos los poderes de la federación dentro de laórbita regular y legítima de sus atribuciones constitucion<strong>al</strong>es.265


El motín escand<strong>al</strong>oso de San Luis y Zacatecas, aunque grave y<strong>al</strong>armante por los recursos materi<strong>al</strong>es con que contó desde su origen,no podía causar inquietudes serias de trastornos radic<strong>al</strong>es y duraderos,tanto porque la Constitución que se enarboló como bandera, quedódesde luego despedazada <strong>entre</strong> sus manos, por la violación de las garantíasy de los derechos más sagrados, cuanto porque los princip<strong>al</strong>esautores d<strong>el</strong> drama habían f<strong>al</strong>tado a sus deberes abusando de la confianzaque <strong>el</strong> gobierno y <strong>el</strong> pueblo depositaran en <strong>el</strong>los. Con estos títulosno era posible <strong>el</strong> triunfo, y <strong>al</strong> fin la justicia y <strong>el</strong> patriotismo sofocaronla sublevación. El sentimiento nacion<strong>al</strong> tuvo una fe ciega en la victoria,y sus esperanzas se re<strong>al</strong>izaron, muriendo la revolución bajo <strong>el</strong> peso d<strong>el</strong>a opinión pública y de la reprobación univers<strong>al</strong>. Un puñado de hombresde corazón y de patriotismo y unas cuantas bat<strong>al</strong>las rápidas y decisivasbastaron para restablecer <strong>el</strong> orden. i Honor y gloria a los v<strong>al</strong>ientesciudadanos que supieron cumplir con su deber!La revolución ha concluido, es verdad, pero esto no basta: es precisoacabar de una vez para siempre con <strong>el</strong> vand<strong>al</strong>ismo y <strong>el</strong> plagio: <strong>el</strong>gobierno ha llenado sobre este punto sus deberes, desplegando la másempeñosa actividad para perseguirlo y extirparlo con mano de hierro,sin tregua y sin descanso. El <strong>Congreso</strong>, por su parte, dentro d<strong>el</strong>círculo de sus atribuciones, y con toda la fuerza de voluntad de quees capaz, cumplirá con <strong>el</strong> deber sagrado que tiene de secundar tanpatrióticos esfuerzos; y cada uno de los diputados nos consideraremossatisfechos y generosamente recompensados de nuestras- tareas, si logramosgarantizar la más completa seguridad en todas partes a las personasy a los intereses, aunque no hiciéramos por ahora otra cosa.Afortunadamente no está lejos <strong>el</strong> día para la patria, de <strong>al</strong>canzareste gran bien, a pesar de las contrariedades que presenta la natur<strong>al</strong>ezad<strong>el</strong> terreno y la f<strong>al</strong>ta de población, porque las c<strong>al</strong>amidades que hanpesado sobre la República han venido <strong>al</strong> fin a uniformar <strong>el</strong> sentimientonacion<strong>al</strong> en favor de la paz; y la soCiedad que comienza a sentir losbeneficios que <strong>el</strong>la prodiga, identificada <strong>al</strong> gobierno por sus intereses,se levantará como un solo hombre para ahogar en sus brazos a la hidrasangrienta d<strong>el</strong> vand<strong>al</strong>ismo y d<strong>el</strong> plagio. Jamás, en ningún caso, ha dudado<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> d<strong>el</strong> glorioso triunfo que la ley y la justicia han merecido,y no duda tampoco que <strong>el</strong> porvenir de México, después de lacostosísima victoria d<strong>el</strong> pueblo, quedará asegurado para siempre sincontinuar expuesto a nuevas turbulencias y <strong>al</strong>borotos.La actitud patriótica que han tomado todos los Estados en losmomentos de conflicto, haciendo más o menos sacrificios para secundarlos esfuerzos d<strong>el</strong> gobierno, es d<strong>el</strong> mayor agrado para la representaciónnacion<strong>al</strong>, no sólo por las esperanzas que hace concebir esta conductaen lo futuro, sino por la garantía que ofrece, de que <strong>el</strong> pacto266


feder<strong>al</strong> es ya una verdad práctica en la República, y de que <strong>el</strong> puebloama y respeta nuestras instituciones fundament<strong>al</strong>es.Las facultades extraordinarias y amplísimas de que ha estado investido<strong>el</strong> gobierno por un voto de confianza de la representaci6n nacion<strong>al</strong>,han venido a justificar la mor<strong>al</strong>idad d<strong>el</strong> Ejecutivo y las fundadasesperanzas que concibi6 <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> de que no abusaría <strong>al</strong> depositaren sus manos ese poder terrible que importa la suspensi6n de lasmás preciosas garantías; pues la paz está asegurada sin grandes sacrificios,respetándose todos los derechos y todos los intereses legítimos; yse ha hecho más: las necesidades de la administraci6n en todos susramos han sido cubiertas con regularidad, sin ninguna exa


constitucion<strong>al</strong>es, sobre <strong>el</strong> can<strong>al</strong> de Tehuantepec y sobre todos los demásasuntos cuya preferencia notoria ha recomendado <strong>el</strong> gobierno.La representación nacion<strong>al</strong>, <strong>al</strong> f<strong>el</strong>icitar <strong>al</strong> Ejecutivo de la Unióna nombre de la patria, en estos momentos solemnes, por los resultadosdichosos y completos de la campaña, le es grato manifestar que tieneuna fe profunda en <strong>el</strong> destino glorioso de la República por las virtudesy patriotismo de sus hijos; y hace los más fervientes votos porque terminende una vez para siempre las discordias civiles y políticas, y bajola sombra benéfica de la libertad y unión de todos los mexicanos, seconsolide la paz pública, sin la cu<strong>al</strong> no es posible <strong>el</strong> ad<strong>el</strong>anto y progresode las naciones. 24:Ho Informes y manifiestos,t. n, pp. 36­40.DISCURSO DEL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA ALCLAUSURAR EL QUINTO CONGRESO EL SEGUNDOPERIODO DEL PRIMER ANO DE SESIONESORDINARIASCiudadanos diputados:31 de mayo de 1870.Os f<strong>el</strong>icito porque <strong>al</strong> terminar <strong>el</strong> segundo periodo de vuestras sesionesordinarias, vemos con satisfacción que se ad<strong>el</strong>anta cada díamás en la importante obra de consolidar la paz y arraigar la prácticaregular de nuestras libres instituciones.Perseguidos sin cesar los restos de los sublevados en San Luis y Zacatecas,quedan sólo pequeñas partidas que no pueden tardar en desaparecer.No ocupan ninguna ciudad, ni impiden que en todos losEstados funcionen sus autoridades, disfrutándose gener<strong>al</strong>mente de paz.Para esto, <strong>el</strong> Ejecutivo ha seguido teniendo <strong>el</strong> apoyo más eficaz en <strong>el</strong>buen sentido de la opinión pública, en la activa cooperación de las autoridadesde los Estados, y en los le<strong>al</strong>es servicios d<strong>el</strong> ejército nacion<strong>al</strong>.Pronta y enérgicamente fueron disu<strong>el</strong>tas <strong>al</strong>gunas bandas de m<strong>al</strong>hechoresque se levantaron a la sombra de aqu<strong>el</strong>la reb<strong>el</strong>ión. Una sensible,pero indeclinable necesidad, motivó antes la ley contra ladronesy plagiarios, cuya vigencia ha tenido a bien <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> prorrogar porun año, mirando los s<strong>al</strong>udables efectos que ha producido, y <strong>el</strong> justoespíritu con que ha sido aplicada, para dar seguridad a las personasy a los intereses, que es <strong>el</strong> primero de los deberes en toda sociedad.Los varios asuntos de que se ha ocupado <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> en estas sesiones,son de grave interés, y deben tener una benéfica trascendenciapara <strong>el</strong> porvenir.268


Además de discutir preferentemente y votar los presupuestos, cumpliendoasí <strong>el</strong> precepto constitucion<strong>al</strong>, ha considerado <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> <strong>al</strong>gunosproyectos de mejoras, que podrán ser muy provechosas paradesarrollar los <strong>el</strong>ementos de riqueza, y ha continuado también <strong>el</strong> examend<strong>el</strong> aranc<strong>el</strong> de aduanas, deseando hacer en él las modificacionesmás convenientes para fomentar <strong>el</strong> movimiento mercantil.La discusión de <strong>al</strong>gunas de las reformas constitucion<strong>al</strong>es, iniciadaspor <strong>el</strong> Ejecutivo, ha sido digna d<strong>el</strong> carácter y de la ilustración d<strong>el</strong>os representantes d<strong>el</strong> pueblo, por sus <strong>el</strong>evadas miras políticas, por suprofundo estudio de esas graves cuestiones, y por su espíritu imparci<strong>al</strong>y desapasionado. Las opiniones y votos que se han emitido ya en <strong>el</strong><strong>Congreso</strong>, fundan una plena confianza de que los representates d<strong>el</strong>pueblo, aun con <strong>el</strong> sacrificio de consagrar especi<strong>al</strong>mente sus tareas aeste importante asunto, se dignarán llevarlo a un pronto y acertadotérmino, para perfeccionar y consolidar nuestras instituciones.Me es muy grato s<strong>al</strong>udaros, ciudadanos diputados, <strong>entre</strong>tanto volvéisaoCüparos con vuestra sabiduría y patriotismo, en procurar <strong>el</strong>mayor bien y prosperidad de la República.CONTESTACION DE GUILLERMO VALLE,PRESIDENTE DEL CONGRESOCiudadano presidente de la República:Es grato a la representación nacion<strong>al</strong>, que, <strong>al</strong> cerrar en este añosu segundo periodo de sesiones ordinarias, mire restablecida la paz encasi toda la República, después de que han sido destruidos los gérmenesde la reb<strong>el</strong>ión, que habían producido graves temores, amenazandocon <strong>el</strong> estruendo de las armas un fuerte p<strong>el</strong>igro para nuestras institucionesy una crisis violenta en la que se perdiese todo respeto a lasocidad. La benéfica influencia que comienza a gozarse con la estabilidadd<strong>el</strong> orden después de los costosos sacrificios que los inf<strong>el</strong>ices puebloshan tenido que hacer para conservarlo, nos hace confiar en quequedan afianzados sobre bases firmes, <strong>el</strong> reposo público y <strong>el</strong> bienestar;principio vit<strong>al</strong> que no tiene precio y por <strong>el</strong> que tanto hemos anh<strong>el</strong>ado.La experiencia de las desgracias pasadas hará reunir todos losesfuerzos, estableciendo un fundamento sólido y arraigado por la convicción,para lograr con la tranquilidad <strong>el</strong> pleno goce de nuestros máspreciosos derechos. De esto depende que queden vencidas las dificultadesque han existido para levantar <strong>el</strong> país d<strong>el</strong> estado en que se encuentra.Muy justo es que así sea, porque <strong>el</strong> acendrado patriotismo yla grande fuerza de voluntad d<strong>el</strong> pueblo, unidos a la empeñosa coo-269


peración de las autoridades de los Estados y a los fi<strong>el</strong>es servicios d<strong>el</strong>ejército nacion<strong>al</strong>, con lo que ha podido <strong>el</strong> gobierno a la vez sostener uncombate a muerte con los enemigos exteriores, y deshacer tantos tropiezosque intereses bastardos han sembrado, son dignos de <strong>al</strong>canzar lamerecida recompensa.El <strong>Congreso</strong>, que después de esos conflictos ha tenido que venir adictar medidas enérgicas y vigorosas para hacer desaparecer <strong>el</strong> ingentep<strong>el</strong>igro que continuó asomando en <strong>el</strong> interior de la República, comprendióque <strong>el</strong> instinto nacion<strong>al</strong> ha formado la resolución de s<strong>al</strong>varlad<strong>el</strong> abismo d<strong>el</strong> descrédito inmerecido en que había caído. Esta tareaardua se ha hecho más difícil en los trabajos legislativos, <strong>al</strong> resolverlas cuestiones de actu<strong>al</strong>idad, porque consideraciones de la más <strong>al</strong>ta importanciase atraviesan constantemente, en fuerza de que nuestra Constitución,para tener su desarrollo, necesita de leyes orgánicas, que denla aplicación práctica a los sabios principios en <strong>el</strong>la establecidos. El<strong>Congreso</strong> no ha desconocido esa necesidad, y para llenarla se ha ocupado,por medio de sus comisiones, de-preparar todo lo conveniente;pero <strong>al</strong> mismo tiempo se ha visto obligado a dedicar gran parte de suatención <strong>al</strong> examen de las reformas que le fueron indicadas por <strong>el</strong> Ejecutivo.Cuestiones muy debatidas e interesantísimas, de un carácterdemasiado serio y profundo, en los dos lados han demostrado con cuántaconciencia, con cuánto estudio y con cuánta adhesión a la ley ftUldament<strong>al</strong>,los oradores como órganos respectivos, sin procurar másbase que la razón y la verdad, que son siempre amigas de la luz, se hanconsagrado con preferencia y c<strong>el</strong>o a dar la solución sobre tan recomendableobjeto, estando ya muy ad<strong>el</strong>antada esa obra, hija de la discusiónrazonada, sostenida por la conveniencia pública. Las modificacionesindispensables que se establezcan, debemos esperar que sean muy conformescon <strong>el</strong> sentimiento nacion<strong>al</strong>, que es y no puede ser otro, que<strong>el</strong> que tienda a la libertad, a la democracia y a la federación en suesencia, observada en una serie de años, dando <strong>el</strong> fruto de la madurareflexión, resolviendo así <strong>el</strong> problema de reformas, por combinacionessencillas y adecuadas, que sean la mejor garantía para <strong>el</strong> acierto.El <strong>Congreso</strong> no ha descuidado la materia importante r<strong>el</strong>ativa <strong>al</strong>as mejoras materi<strong>al</strong>es, porque sabe que los pueblos tienen tUl deseovehementísimo de verlas re<strong>al</strong>izadas en todos sus ramos, muy especi<strong>al</strong>menteen <strong>el</strong> de apertura de nuevas vías de comunicación, como fuentede prosperidad y vida para <strong>el</strong> país. T<strong>al</strong> es la cuestión de Tehuantepec,sobre la que <strong>el</strong> mtUldo entero tiene fija la vista: para resolverla ha sidopreciso reunir noticias ciertas y varios documentos concernientes parano preocupar la decisión que haya de darse; sino que, por <strong>el</strong> contrario,ésta sea la que reclama la justicia, la que demanda la convenienciapública, como es de esperarse, esclarecidos que sean los puntos que270


se están discutiendo. El objeto a que se refiere es tan noble y tan digno,cuanto lo es la gran ventaja que de él espera la nación.Si no ha concluido <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> otros varios puntos pendientes eneste particular, no ha sido por f<strong>al</strong>ta de voluntad, sino porque otrosasuntos de los que no ha podido prescindir, lo han obligado a ocupargran parte d<strong>el</strong> tiempo que había ya comenzado a consagrar a aqu<strong>el</strong>fin.Las trabas que <strong>el</strong> comercio ha padecido hasta aquí y que soncontrarias a la libertad que debe disfrutar conforme a nuestro <strong>sistema</strong>y <strong>al</strong> progreso natur<strong>al</strong> que en todas partes va teniendo, serán disminuidasconsiderablemente en lo venidero; porque <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> con demasiadasolicitud está poniendo los medios para conseguirlo, de ningúnmodo sobre consideraciones te6ricas, sino más bien sobre hechos y sobre<strong>el</strong> inmenso desarrollo que se ha dado a las aplicaciones de ese ramoen otras naciones muy ad<strong>el</strong>antadas, porque han vivido en condicionesmás favorables. Partiendo de estas verdades, que tienen la sanción d<strong>el</strong>tiempo y de la experiencia, trata de quitar todo lo odioso y molesto,estableciendo sus disposiciones sobre bases francas.Así como cuando ha ocurrido <strong>al</strong>gún grave trastorno, la asambleanacion<strong>al</strong> ha atendido las iniciativas d<strong>el</strong> Ejecutivo, ampliando sus mediosde acción, en lo indispensable, sin comprometer la libertad ninuestras instituciones, y sólo en virtud de la suma necesidad, así tambiénlo ha vu<strong>el</strong>to a revestir de <strong>al</strong>gunas facultades para procurar la máscompleta seguridad contra las bandas de s<strong>al</strong>teadores y plagiarios, quehan sido y son <strong>el</strong> amago constante en los caminos y en <strong>al</strong>gunas poblaciones.Los artículos 68 y 69 de la Constitución determinan expresamenteque en <strong>el</strong> segundo periodo de sesiones <strong>el</strong> cuerpo legislativo trate detoda preferencia de los presupuestos de egresos e ingresos, así comode la revisión de la cuenta gener<strong>al</strong> d<strong>el</strong> año fisc<strong>al</strong> que termina. Estostrabajos han sido, por lo mismo, <strong>el</strong> punto princip<strong>al</strong> de atención sobre<strong>el</strong> que se han formado difíciles d<strong>el</strong>iberaciones, para procurar, sin desatendera la buena administraci6n, las economías que conduzcan <strong>al</strong>orden y a la seguridad, para que ya que no es posible por ahora disminuirlos impuestos, no se aumenten, por razones que son conocidas.Para que esta ocupación corresponda <strong>al</strong> afán y empeño con que esemprendida, se hace indispensable que <strong>al</strong> repetir <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> esas dos<strong>al</strong>tas funciones, partiendo de datos sencillos, notorios, inequívocos, lavaya simplificando hasta <strong>el</strong> grado de hacerla compatible con la atencióna todas las necesidades d<strong>el</strong> presupuesto, conociendo <strong>el</strong> pueblo que<strong>al</strong> contribuir para <strong>el</strong> erario, es por sólo su bien, lo que es esenci<strong>al</strong> atodo gobierno libre, sin f<strong>al</strong>tar por esto <strong>al</strong> decoro de la nación y a laf<strong>el</strong>icidad pública. El patriotismo y la prudencia así lo aconsejan.271


Por estas repetidas indicaciones, se verá lo que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> hahecho y lo que ha procurado hacer en <strong>el</strong> periodo que concluye. Si <strong>al</strong>recorrer este trabajo, no domina un sentimiento poco generoso y hostil,se juzgará, formando un juicio favorable, y se confesará: que en un paíscomo <strong>el</strong> nuestro, que se está regenerando, es enorme <strong>el</strong> peso que llevasobre sus hombros la asamblea nacion<strong>al</strong>, y que todos los ciudadanosestán obligados a dedicar como ofrenda a la patria su cooperación, porqueasí podrán los representantes d<strong>el</strong> pueblo consultar con la ilustracióny las costumbres nacion<strong>al</strong>es, y de esta manera cumplir con la d<strong>el</strong>icadamisión a que están llamados.La asamblea nacion<strong>al</strong>, <strong>al</strong> entrar en receso, va con la confianza deque vos, ciudadano presidente, continuaréis siendo, como en mediode sucesos desgraciados y de dificultades insuperables lo habéis sido,<strong>el</strong> fi<strong>el</strong> observante de nuestro código fundament<strong>al</strong> y de las leyes, ha·ciéndoos merecedor de la gratitud nacion<strong>al</strong>, y que cuando venga <strong>el</strong>otro periodo de sesiones ordinarias, con vuestro esfuerzo se habrán restablecidocompletamente la paz y la seguridad.El quinto Cangreso nacion<strong>al</strong> no pretende haber satisfecho en <strong>el</strong>tiempo que va transcurrido, los deseos de los pueblos; pero sí protestahaberlo intentado sinceramente, y tiene fundadas esperanzas de que suacción e influjo no se enervarán, para que pueda organizar los ramosde que pende la prosperidad común, resolviendo las importantes cuestionespromovidas a la vista de las nuevas necesidades que siente lasociedad. Cuenta, para lograrlo, can la f<strong>el</strong>iz disposición, con <strong>el</strong> sentimientoinnato de ardiente patriotismo y con las singulares virtudes d<strong>el</strong>pueblo mexicano. 2526 Infonnes y manifiestos,t. 1I, pp. 40·43.DISCURSO PRONUNCIADO POR EL PRESIDENTE DE LAREPUBLICA EN LA APERTURA DE SESIONES DEL PRIMERPERIODO DEL SEGUNDO AAO DEL QUINTO CONGRESOCiudadanos diputados:16 de septiembre de 1870.Os f<strong>el</strong>icito con grande satisfacción <strong>al</strong> veros de nuevo reunidos eneste día que consagramos a solemnizar <strong>el</strong> aniversario de la Independenciade nuestra patria, y que es también <strong>el</strong> designado por la Canstituciónpara que volváis a desempeñar vuestras <strong>al</strong>tas funciones.Durante vuestro receso, ha sido sancionada como ley de la República,previo <strong>el</strong> canje de las ratificaciones, <strong>el</strong> Tratado de Amistady Comercio <strong>entre</strong> México y la canfederación de la Alemania d<strong>el</strong> Norte.272


Estando entabladas ya las negociaciones para c<strong>el</strong>ebrar un tratado con<strong>el</strong> reino de It<strong>al</strong>ia, deberá próximamente someterse a la aprobación d<strong>el</strong><strong>Congreso</strong>.Aunque por consecuencia de la última guerra están todavía interrumpidasnuestras <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> con <strong>al</strong>gunas potencias europeas, no haocurrido nuevamente ningún motivo de disgusto con <strong>el</strong>las. Tampocose ha suscitado ninguna cuestión con las otras potencias extranjerascon quienes mantenemos f<strong>el</strong>izmente las más amistosas y cordi<strong>al</strong>es <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong>.Todos los extranjeros residentes en México, lejos de habertenido ninguna ocasión de queja de las autoridades, continúan disfrutandoen sus personas y sus intereses la debida protección de las leyes.Podemos congratulamos por ver establecida la paz en toda la nación.AlgWlas partidas armadas que quedaron como restos de la sublevaciónde San Luis y Zacatecas, fueron perseguidas activamente hastaque se consiguió disolverlas. Han merecido igu<strong>al</strong> y justa <strong>al</strong>abanza,tanto los buenos ciudadanos que pertenecen <strong>al</strong> ejército, como los dignosfuncionarios y las fuerzas de los Estados, que con v<strong>al</strong>or y patriotismocombatieron la reb<strong>el</strong>ión.Uno de los primeros y más benéficos frutos de la paz, es la seguridadgener<strong>al</strong> que ahora se disfruta en las personas y en los intereses,no sólo en las poblaciones, sino en las vías de comunicación. La leyd<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> contra <strong>el</strong> robo y <strong>el</strong> plagio, ha servido eficazmente paracontener los m<strong>al</strong>es que causaban esos d<strong>el</strong>itos.El Ejecutivo someterá desde luego a la consideración d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>,las dificultades que se han suscitado por cuestiones interiores en<strong>al</strong>gWlos Estados. Ha creído que su deber era limitarse a respetar lasoberanía de los mismos, y esperar que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> le dé reglas porlas que deba nonnar su conducta en estos graves asuntos, que afectantan directamente las bases esenci<strong>al</strong>es d<strong>el</strong> <strong>sistema</strong> feder<strong>al</strong>. El Ejecutivopresentará su iniciativa, no con la pretensión de tener <strong>el</strong> acierto necesarioen cuestiones tan difíciles y trascendent<strong>al</strong>es, sino por <strong>el</strong> deseo deque sean consideradas con la preferencia que merecen, a fin de que lasabiduría d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> dicte las leyes más convenientes para que lospoderes de la Unión procedan en estos casos de un modo compatiblecon la soberanía interior de los Estados.Debe también <strong>el</strong> Ejecutivo recomendar a la consideración d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>,<strong>al</strong>gunos asuntos que quedaron pendientes en las sesiones anteriores.Uno de <strong>el</strong>los es <strong>el</strong> dictamen sobre refonnas constitucion<strong>al</strong>es, quefueron ya objeto de una detenida y muy ilustrada discusión.Otro se refiere a la iniciativa sobre hipotecas que presentó <strong>el</strong>Ejecutivo por creerla de mucho interés para movilizar la propiedad.Quedaron pendientes, además, la iniciativa sobre ordenanzas decasas de moneda, y <strong>el</strong> proyecto de concesión para la apertura d<strong>el</strong> can<strong>al</strong>273


de Tehuantepec, que si fuere re<strong>al</strong>izable, será tan importante para laRepública y para <strong>el</strong> comercio univers<strong>al</strong>.Próximamente se presentarán varios proyectos de ley sobre <strong>al</strong>gunospuntos r<strong>el</strong>ativos a la administración de justicia y a la instrucciónpública.Asimismo se presentará una iniciativa para <strong>el</strong> establecimiento debuques guardacostas, cuya nece~idad se ha demostrado de nuevo por<strong>el</strong> reciente y sensible suceso de Guaymas. Con objeto de procurar oportunament<strong>el</strong>a adquisición de dichos buques, <strong>el</strong> Ejecutivo envió ya uncomisionado <strong>al</strong> exterior, luego que aqu<strong>el</strong> suceso tuvo lugar.El desniv<strong>el</strong> <strong>entre</strong> los ingresos y los egresos requiere una especi<strong>al</strong>consideración de todo lo que conduzca a mejorar la condición d<strong>el</strong>erario. Sin duda <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> se dignará ver esta importante materiacon la preferencia que merece, a fin de conciliar las economías quesean posibles, y satisfacer la necesidad de recursos con que puedanatenderse todos los ramos indispensables para <strong>el</strong> buen servicio de laadministración.El patriotismo y la ilustración que os guían en vuestras d<strong>el</strong>iberaciones,ciudadanos diputados, inspiran la segura confianza de queprocuraréis en todo <strong>el</strong> mayor bien y prosperidad de la República.CONTESTACION DE IGNACIO L. VALLARTA,PRESIDENTE DEL CONGRESOCiudadano presidente:El V <strong>Congreso</strong> constitucion<strong>al</strong> abre su nuevo periodo de sesionesordinarias en <strong>el</strong> día, aniversario de la proclamación de la Independencianacion<strong>al</strong>, en <strong>el</strong> día señ<strong>al</strong>ado por la Constitución de la Repúblicacomo <strong>el</strong> principio de los trabajos legislativos. El país se regocijahoy doblemente, venerando la memoria de los héroes de la guerrasanta de la insurrección, y acariciando las h<strong>al</strong>agüeñas esperanzas deun porvenir de paz y de prosperidad que le prometen la fi<strong>el</strong> observanciad<strong>el</strong> código fundament<strong>al</strong>, <strong>el</strong> ejercicio regular de las funcionesde los supremos poderes de la Unión, y la práctica no interrumpida d<strong>el</strong>as instituciones nacion<strong>al</strong>es.Ha oído <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> con interés cuál es <strong>el</strong> estado de las <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong>exteriores de la República, y c<strong>el</strong>ebra que las potencias amigas no tenganmotivo de queja de nosotros, que esté ya <strong>el</strong>evado a la categoríade ley <strong>el</strong> Tratado de Amistad y Comercio c<strong>el</strong>ebrado con la confederaciónde la Alemania d<strong>el</strong> Norte, y que existan pendientes negociacionespara otro tratado con <strong>el</strong> reino de It<strong>al</strong>ia. Y si bien las reglas dejusticia, las exigencias de honra nacion<strong>al</strong> que han últimamente nor-274


mado nuestra política exterior, no permiten que México tome la iniciativapara reanudar sus <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> con las potencias que nos trajeronla más injustificable de las guerras, sabe con gusto <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> que lossúbditos de esas mismas potencias que residen en <strong>el</strong> país, viven bajo lasegura protección de las leyes y sin ocasión de queja de las autoridades.Este hecho patentiza la civilización de México, y da testimoniode su c<strong>el</strong>o por su propia dignidad.Después de un largo periodo de trastornos intestinos, después deuna dolorosa serie de desgracias, México comienza a afianzar la pazen la ley. El país, que no quiere la guerra, que afanoso se empeña enasegurar su prosperidad a la sombra de la paz, ha cooperado eficaz ypoderosamente a la acción de las autoridades que han reprimido lasrecientes sediciones. Y la voluntad d<strong>el</strong> pueblo mexicano se ha sobrepuestoa la intención de los que, engañados, han buscado en <strong>el</strong> triunfode las armas la satifacción de sus exigencias.La bandera de los soldados de la República, cubierta por la égidade la ley, ha entrado <strong>al</strong> combate sostenida por la opinión pública, yla victoria se ha apresurado a venir a depositar sobre <strong>el</strong>la sus laur<strong>el</strong>es.El pueblo exige imperiosamente que sus leyes se respeten, que nadiecontra <strong>el</strong>las se <strong>al</strong>ce, sustituyendo a los preceptos de éstas su propio capricho:la época de la sedición y d<strong>el</strong> pronunciamiento ha concluido:sólo la ley ha de imperar ya <strong>entre</strong> nosotros. La historia de los pronunciamientosde Zacatecas y San Luis, da testimonio de que <strong>el</strong> puebloabandona, más aún, de que combate a sus mismas autoridades quecontra la ley se reb<strong>el</strong>an. Lección provechosísima que promete <strong>al</strong> país<strong>el</strong> advenimiento de la deseada era de la paz en la ley.El <strong>Congreso</strong> por esto oye con inmenso júbilo las p<strong>al</strong>abras d<strong>el</strong> primermagistrado de la República que le anuncian que la paz se ha restablecidoen toda la nación, que la seguridad en las personas y en losintereses es gener<strong>al</strong> en todo <strong>el</strong> territorio nacion<strong>al</strong>. El <strong>Congreso</strong> no sóloestima como un bien inmenso este plausible suceso, sino que lo consideracomo la mejor promesa de un porvenir dichoso.La satisfacción de la representación nacion<strong>al</strong> por este motivo seríacompleta hoy, si no la turbase la pena que le causa ver que lascuestiones interiores que en <strong>al</strong>gunos Estados han surgido no sólo sonun p<strong>el</strong>igro contra la tranquilidad pública, sino un amago serio paranuestras instituciones. La perturbación profunda d<strong>el</strong> orden constitucion<strong>al</strong>en esos Estados, tiene <strong>al</strong>armada a toda la República, que se preocupamucho, temiendo que de <strong>al</strong>lí s<strong>al</strong>ga la guerra civil; temiendoque esas cuestiones sienten precedentes que minen por su base nuestrasleyes fundament<strong>al</strong>es. El <strong>Congreso</strong>, que comprende toda la trascendent<strong>al</strong>importancia de este negocio, se dedicará de toda preferencia adarle la solución que con urgencia demanda: respetando escrupulosament<strong>el</strong>a soberanía de los Estados que la ley fundament<strong>al</strong> consignCl J275


que no puede tocarse sin herir esa ley, cumplirá <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> <strong>el</strong> deber queésta le impone de proteger a los Estados siempre que sean excitadospor sus legislaturas.Asegurada la paz en esos Estados, satisfechos los intereses legítimosque en <strong>el</strong>los están en conflicto, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, en su sabiduría ycon toda la c<strong>al</strong>ma y meditación que tan d<strong>el</strong>icada cuestión merece, seocupará de expedir la ley orgánica d<strong>el</strong> artículo 116 de la Constitución;ley que dicte las reglas convenientes para que los poderes de la Unión,en los casos que ocurran, procedan de un modo compatible con la soberaníade los Estados. El <strong>Congreso</strong> estudiará con detenimiento lainiciativa que sobre <strong>el</strong> particular <strong>el</strong> Ejecutivo presente, y aprovecharálas luces que <strong>el</strong>la le dé para legislar con acierto sobre lUla materia queafecta tan directamente las bases esenci<strong>al</strong>es d<strong>el</strong> <strong>sistema</strong> feder<strong>al</strong>.El <strong>Congreso</strong> se f<strong>el</strong>icitará de que, interpretando genuinamente <strong>el</strong>


28 Infonnes y manifiestos,t. 11, pp. 43·47.contribuciones: <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> buscará aqu<strong>el</strong>la urgente niv<strong>el</strong>ación en <strong>el</strong>establecimiento de toda clase de economías, y en la expedición de lasleyes que mejoren la administración fisc<strong>al</strong>.El <strong>Congreso</strong> prestará <strong>al</strong> Ejecutivo toda su cooperación para equilibrarlos gastos d<strong>el</strong> Tesoro con <strong>el</strong> producto de las rentas nacion<strong>al</strong>es.La República Mexicana, que ha abierto de par en par sus puertasa los extranjeros. de todas las nacion<strong>al</strong>idades, no las cerrará hoy queuna guerra colos<strong>al</strong> en Europa deja en la desgracia a millares de familias.El <strong>Congreso</strong> expedirá nuevas leyes de inmigración que ofrezcan unasilo <strong>al</strong> extranjero, llámese prusiano, francés o cubano, que quiera venira vivir <strong>entre</strong> nosotros, que ofrezca trabajo a los brazos, colocación a loscapit<strong>al</strong>es, terrenos a la agricultura, oro y plata a la industria. Se f<strong>el</strong>icitará<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> de poder en esta oportunidad establecer las basesde una provechosa colonización, tan urgentemente demandada pornuestros feraces desiertos.La prensa nacion<strong>al</strong>, interpretando los sentimientos generosos d<strong>el</strong>pueblo mexicano, ha estado por largo tiempo debatiendo la gravecuestión de la amnistía: los representantes d<strong>el</strong> pueblo se han ocupadouna y otra vez de <strong>el</strong>la, y si a una solución satisfactoria no se ha llegado,debido es en gran parte a que las opiniones sobre tan grave asuntoemitidas, no han podido acordarse sobre <strong>el</strong> justo y conveniente límiteque a la amnistía debe ponerse.Toca a la sabiduría d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, satisfaciendo una exigencia pública,resolver definitivamente una cuestión que tiene un interés p<strong>al</strong>pitantede actu<strong>al</strong>idad.El V <strong>Congreso</strong> constitucion<strong>al</strong>, que comienza de nuevo sus trabajos,viene animado d<strong>el</strong> más sincero deseo de procurar <strong>el</strong> bien y la prosperidadde la República y la unión de los mexicanos: y hoy, en <strong>el</strong> díade las glorias de la patria, protesta ante la venerada memoria de Hid<strong>al</strong>go,de Mor<strong>el</strong>os y de Guerrero, agotar todos sus patrióticos esfuerzospara responder a la <strong>al</strong>ta confianza que en él ha depositado <strong>el</strong> pueblosoberano, que lo ha mandado a este recinto. 28DISCURSO PRONUNCIADO POR EL PRESIDENTE DE LAREPUBLICA EN LA CLAUSURA DE SESIONES DEL PRIMERPERIODO EN EL SEGUNDO AAO DEL QUINTO CONGRESOCiudadanos diputados:15 de diciembre de 1870.Desde <strong>el</strong> tñunfo glorioso de la República en la última guerra,ha sido muy satisfactorio ver patentizado <strong>el</strong> curso norm<strong>al</strong> de nues-277


tras instituciones, en la perfecta regularidad con que ha venido funcionandola representación nacion<strong>al</strong>.En <strong>el</strong> día prescrito por la Constitución, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> pone hoy términoa este periodo de sus sesiones. El carácter distintivo de <strong>el</strong>las hasido la tranquila pero empeñosa e ilUstrada <strong>el</strong>evación de los debates,sobre muchos asuntos de grave interés público.El Ejecutivo acaba de c<strong>el</strong>ebrar y someter <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>, para quepueda considerarlo en las siguientes sesiones, un tratado de Amistad,Comercio y Navegación, <strong>entre</strong> México e It<strong>al</strong>ia. El servirá para estrecharmás las buenas <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> que hay <strong>entre</strong> los dos países y favorecer<strong>el</strong> desarrollo de sus mutuos intereses.El es también una nueva demostración de los buenos sentimientosque México proclamó desde <strong>el</strong> término de la guerra, dispuesto a reanudarsus <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> con las potencias que quisieran c<strong>el</strong>ebrar tratadosbajo bases justas y convenientes. En las <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> que f<strong>el</strong>izmentecultivamos con otros países, nada ha turbado los sentimientos de unacordi<strong>al</strong> amistad.De las dificultades que ocurrieron en <strong>al</strong>gunos Estados, por cuestionesleg<strong>al</strong>es interiores, unas han terminado y las otras no tienen carácterde p<strong>el</strong>igrosa gravedad. A esto ha conducido la ilustrada prudenciad<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>; limitándose también <strong>el</strong> Ejecutivo a normar suconducta por <strong>el</strong> respeto a los principios d<strong>el</strong> <strong>sistema</strong> feder<strong>al</strong>. Sin duda<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> dictará sobre esto las reglas más convenientes, con la madurad<strong>el</strong>iberación que requieren tan importantes asuntos.Los pocos <strong>el</strong>ementos de disturbio que quedan por efecto de lacuestión d<strong>el</strong> Estado de Guerrero, no pueden comprometer de un modograve la tranquilidad. Allí, lo mismo que en las otras cuestiones de<strong>al</strong>gunos Estados, la opinión gener<strong>al</strong> ha servido eficazmente para condenary refrenar cu<strong>al</strong>quiera intento de trastornar la paz.Lo que ha ad<strong>el</strong>antado <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> en este periodo, discutiendo lasreformas constitucion<strong>al</strong>es, hace esperar que en <strong>el</strong> siguiente pueda llegara su término la discusión. Está ya bien reconocida por <strong>el</strong> mismo <strong>Congreso</strong>la importante conveniencia de <strong>el</strong>las, para mejorar <strong>al</strong>gunos puntosd<strong>el</strong> pacto fundament<strong>al</strong>.Además de ocuparse ahora <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> de varios negocios polí~ticos, ha considerado, con la atención y preferencia que merecen, muchosasuntos de interés soci<strong>al</strong> y administrativo.Entre <strong>el</strong>los, es muy digna de señ<strong>al</strong>arse la aprobación d<strong>el</strong> códigocivil. Esta es una reforma de la más <strong>al</strong>ta importancia para expeditarla administración de justicia, y desembarazarla de una voluminosa,confusa y anticuada legislación.Con espíritu más laudable ha consagrado <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> una partede sus tareas a importantes asuntos de obras públicas. La concesión278


para un can<strong>al</strong> interoceánico en Tehuantepec, ofrece <strong>al</strong> comercio deMéxico y d<strong>el</strong> mundo la esperanza de inc<strong>al</strong>culables bienes en <strong>el</strong> porvenir.También son dignas de mencionarse las concesiones decretadaspor <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> para la navegación d<strong>el</strong> río de Quiotepec; para losferrocarriles de México a Toluca y Cuautitlán, de México a Tacubayay Popotla, de Veracruz a Tehuantepec y de Tuxpan <strong>al</strong> Pacífico; asícomo la colocación de un cable submarino <strong>entre</strong> Veracruz y <strong>al</strong>gúnpuerto de la costa de los Estados Unidos de América, y para líneast<strong>el</strong>egráficas de Veracruz a Matamoros y de Durango a Mazatlán.Atendiendo a los grandes beneficios públicos que deben producirestas disposiciones d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, no omitirá <strong>el</strong> Ejecutivo cooperar <strong>al</strong>desarrollo de <strong>el</strong>las, por todos los medios que estén en la esfera de suacción.Debemos congratularnos, viendo que en toda la República seconserva la paz: <strong>el</strong>la descansa en <strong>el</strong> sólido apoyo de la opinión gener<strong>al</strong>,cuya más vehemente aspiración es mantener la paz como la mejorgarantía de nuestras libres instituciones y como la base indispensablepara todo progreso soci<strong>al</strong>.Recibid, ciudadanos diputados, mis f<strong>el</strong>icitaciones por <strong>el</strong> fruto provechosode vuestras tareas, que pronto volveréis a proseguir, para procurarcon vuestra sabiduría y patriotismo <strong>el</strong> mayor bien y prosperidadnacion<strong>al</strong>.CONTESTACION DE JOSE MARIA LOZANO, PRESIDENTEDEL CONGRESOCiudadano presidente:Al terminar <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> de la Unión <strong>el</strong> actu<strong>al</strong> periodo de sus sesionesordinarias, tiene la conciencia de haber contribuido, en cuantole ha sido posible en la esfera de sus atribuciones constitucion<strong>al</strong>es, a laconservación de la paz, y de la conveniente armonía <strong>entre</strong> los poderespúblicos.El <strong>Congreso</strong> cree, como <strong>el</strong> Ejecutivo, que es conveniente a losintereses nacion<strong>al</strong>es que la República reanude con las naciones extranjerassus <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong>, rotas por la guerra que trajo a nuestro su<strong>el</strong>ola Intervención francesa. La experiencia de muchos años de desastresha ilustrado sobre este punto nuestras opiniones, y si bien creemos que<strong>el</strong> espíritu civilizador de la época repugna que nos mantengamos aisladosde la gran familia de los pueblos cultos, conocemos que nuestrascondiciones de ser en cierto modo excepcion<strong>al</strong>es, exigen que, <strong>al</strong> formarde nuevo nuestras <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong>, lo hagamos bajo bases prudentes y previsoras.Nuestros tratados y convenciones deben reducirse a lo más pre-279


ciso y contener en sí mismos <strong>el</strong> principio de su reforma o modificación.Con estas condiciones puede asegurarse que nuestras <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> exterioresno llegarán a convertirse en serios p<strong>el</strong>igros para la independencianacion<strong>al</strong>, ni en germen fecundo de dificultades para nuestra administracióny gobierno interior.El <strong>Congreso</strong> conoce de qué natur<strong>al</strong>eza son las dificultades que sehan suscitado en la administración interior de <strong>al</strong>gunos Estados de lafederaci6n. Ve con gusto que esas dificultades han ido desapareciendosin <strong>el</strong> empleo de medios violentos; que las pocas que aún quedan nocomprometerán la paz pública, y que serán menos en número y deun carácter menos grave a proporción que nuestras instituciones vayansiendo mejor conocidas y practicadas. No hay que olvidar que nuestrasactu<strong>al</strong>es instituciones han tenido que luchar contra <strong>el</strong>ementos yenemigos terribles; que frecuentemente la dictadura las ha desnatur<strong>al</strong>izado,y que <strong>el</strong> empeño que mostremos en hacerlas prácticas, y enque un espíritu de justicia y de sabiduría las haga respetables, es <strong>el</strong>servicio más patriótico y digno que podemos hacer a las generacionesque han de sucedemos.El <strong>Congreso</strong> se ha ocupado en <strong>el</strong> periodo que concluye hoy, nosólo de las dificultades que han presentado en SU gobierno interior <strong>al</strong>gunosEstados de la federación: sin dejar de estar atento a estos negociosde actu<strong>al</strong>idad, ha consagrado una parte considerable de sus sesionesa la discusión razonada y tranquila de asuntos de otro género. Unnuevo proyecto de aranc<strong>el</strong> para nuestras aduanas marítimas y fronterizas,ya muy ad<strong>el</strong>antado, y las reformas constitucion<strong>al</strong>es iniciadashace tiempo por <strong>el</strong> Ejecutivo, han tenido un lugar preferente en suconsideración, y debemos esperar que ambos asuntos, de grande importanciacada uno en su línea, quedarán terminados en las sesionesd<strong>el</strong> próximo periodo.Las mejoras materi<strong>al</strong>es han sido también uno de los trabajos quede preferencia han ocupado la atención de la representaci6n nacion<strong>al</strong>.Acaso <strong>al</strong>gunas de las decretadas no llegarán a re<strong>al</strong>izarse; pero aún así,<strong>el</strong> trabajo de la <strong>Cámara</strong> no será completamente estéril, y en todo casoacreditará <strong>el</strong> empeño que se ha tenido para re<strong>al</strong>izar esas mejoras, quetanto han de contribuir a la grandeza y prosperidad de la nación.Pero estos pensamientos de ad<strong>el</strong>anto para <strong>el</strong> porvenir y cuanto sehaga o emprenda para mejorar nuestra condición soci<strong>al</strong> en todos losórdenes posibles, serán semilla arrojada sobre un terreno infecundo yestéril, si la paz pública no se afianza de una manera sólida. Sólo a susombra podrán robustecerse y desarrollarse nuestras instituciones; s610bajo esta condición indispensable podrán explotarse con provecho los<strong>el</strong>ementos preciosos con que la natur<strong>al</strong>eza enriqueció nuestro su<strong>el</strong>o; s610280


27 Informes y manifiestos,t. 11, pp. 47·50.la paz pública, dando sólidas garantías, nos traerá la población exce~dente de la Europa, y con <strong>el</strong>las las maravillas que la civilización y laindustria producen; sólo la paz pública hará que vu<strong>el</strong>van <strong>al</strong> país loscapit<strong>al</strong>es que han huido de él, y que de seguro no volverán a dar movimientoa nuestro comercio, a nuestra industria y a nuestra agricultura,sino cuando la confianza sólidamente establecida, les abra laspuertas de la patria.Hay un <strong>el</strong>emento precioso d<strong>el</strong> que se debe sacar en favor de lapaz pública todo <strong>el</strong> partido posible, comiste en <strong>el</strong> sentimiento gener<strong>al</strong>que a todo trance quiere la paz; sin este <strong>el</strong>emento, los trastornadoresd<strong>el</strong> orden no habrían tan fácilmente sucumbido, pues la experienciapropia y ajena nos tiene bien acreditado, que cuando un gobierno nocuenta con <strong>el</strong> apoyo de la opinión pública, no puede sostenerse, porgrandes que sean sus <strong>el</strong>ementos materi<strong>al</strong>es.Explotemos, pues, ese precioso <strong>el</strong>emento. El país quiere la paz,porque tiene la convicción más profunda de que sin <strong>el</strong>la nada puedehacerse en pro de su f<strong>el</strong>icidad.El <strong>Congreso</strong>, correspondiendo a ese deseo, y vencida que fue lareb<strong>el</strong>ión por todas partes por donde asomó la cabeza, abrió ampliapuerta a la concordia por medio de la amnistía. Esta fue franca; <strong>el</strong>olvido para los errores pasados fue completo, y todo hace presumir qu<strong>el</strong>a conducta d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, mereciendo la aprobación de la opinión pública,será fecunda en resultados benéficos.Gentes que no conocen bien la regeneración lenta, pero completa,que va operándose en nuestra condición soci<strong>al</strong>, ven una situación p<strong>el</strong>igrosade crisis en la que tendrá la República con motivo de la próximarenovación de los poderes públicos. No puedo constituirme en repre~sentante de la <strong>Cámara</strong> sobre este particular; pero creo no equivocarme<strong>al</strong> asegurar que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> no participa de esos temores. La representaciónnacion<strong>al</strong> debe esperar que la acción d<strong>el</strong> poder público, limitadaa garantizar la libertad de todos, hará que <strong>el</strong> sufragio popular sea unaverdad en <strong>el</strong> terreno de los hechos, y no un principio en <strong>el</strong> terrenode las teorías. Bajo esta condición, la paz pública, lejos de estar amenazada,estará más próxima a ser sólidamente establecida.La Providencia, que v<strong>el</strong>a por <strong>el</strong> destino de los pueblos, hará qu<strong>el</strong>a República siga imperturbable y tranquila por <strong>el</strong> sendero que le marcansus instituciones democráticas. u 281


DISCURSO PRONUNCIADO POR EL PRESIDENTE DE LAREPUBLICA EN LA APERTURA DE SESIONESEXTRAODINARIASCiudadanos diputados:10 de marzo de 1871.Convocados a sesiones extraordinarias por la diputación pennanente,habéis acudido solícitos a este llamamiento, llenando así cumplidamentevuestros deberes sagrados de representantes d<strong>el</strong> pueblo. Yoos f<strong>el</strong>icito y f<strong>el</strong>icito a la República, porque ningún suceso adverso d<strong>el</strong>os que han sido frecuentes en épocas de trastornos, ha impedido vuestrareunión, ni vendrá a ~nterrumpir ahora vuestras importantes d<strong>el</strong>iberaciones.Debido princip<strong>al</strong>mente <strong>al</strong> buen sentido de los pueblos, apoyadopor las providencias oportunas de la autoridad, la paz se conserva entoda la República, con excepción de un solo distrito d<strong>el</strong> Estado deGuerrero, en donde quedan aún <strong>al</strong>gunas partidas de sublevados, queextorsionan a pueblos indefensos; pero es de esperarse que prontosean reducidas a la obediencia de la ley, pues las fuerzas de aqu<strong>el</strong>Estado y <strong>al</strong>gunas de la federación las persiguen con actividad.La Legislatura de J<strong>al</strong>isco ha participado <strong>al</strong> Ejecutivo de la Unión,que por haber concluido su periodo constitucion<strong>al</strong> de gobernador <strong>el</strong>ciudadano Antonio Cuervo, se ha encargado últimamente d<strong>el</strong> gobiernode aqu<strong>el</strong> Estado <strong>el</strong> presidente d<strong>el</strong> tribun<strong>al</strong> de Justicia. Este suceso havenido a poner término <strong>al</strong> desacuerdo que existía <strong>entre</strong> los poderesEjecutivo y Legislativo de J<strong>al</strong>isco. Debemos prometemos d<strong>el</strong> patriotismoy cordura de los j<strong>al</strong>iscienses y de la prudencia y circunspecciónde sus autoridades, <strong>el</strong> pronto renacimiento de la confianza públicay la consolidación de la paz en aqu<strong>el</strong> importante Estado de la República.En cuanto <strong>al</strong> exterior, nuestras <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> con las potencias amigassiguen en <strong>el</strong> mejor estado; y aunque <strong>al</strong>gunas naciones no han reanudadoaún sus <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> ofici<strong>al</strong>es con la nuestra, esta circunstanciano ha podido impedir que <strong>el</strong> Ejecutivo haya cuidado y cuide empeñosamente,cu<strong>al</strong> corresponde <strong>al</strong> buen nombre de la República, de quetodo extranjero, sea cu<strong>al</strong> fuere su nacion<strong>al</strong>idad, disfrute de las garantíasy de la protección que nuestras leyes conceden a cuantos pisan <strong>el</strong>territorio nacion<strong>al</strong>.Regularizar la marcha de nuestras instituciones; afianzar los principiosde libertad que la nación ha conquistado, y consolidar la pazde una manera permanente, son asuntos, ciudadanos diputados, quedemandan vuestra solícita atención. Con vuestro ilustrado patriotismo282


designaréis los negocios que para este fin merezcan vuestra predilección;pero <strong>el</strong> Ejecutivo se permite recomendaros, <strong>entre</strong> las graves cuestionesque están pendientes, la de las reformas constitucion<strong>al</strong>es y conespeci<strong>al</strong>idad la de que las Leyes de Reforma se <strong>el</strong>even <strong>al</strong> rango d<strong>el</strong>eyes fundament<strong>al</strong>es de la nación, para dar de este modo estabilidada los grandes principios que <strong>el</strong> pueblo ha conquistado y <strong>al</strong>ejar asíhasta la posibilidad de que una ley secundaria venga a f<strong>al</strong>sear en parte,o a nulificar por completo, los efectos s<strong>al</strong>udables de la Refonna.Comenzad, pues, ciudadanos diputados, vuestras interesantes d<strong>el</strong>iberaciones,con la seguridad de que <strong>el</strong> Ejecutivo, que todo lo esperade vuestro patriotismo, os dará su cooperación, haciendo cumplir vuestrassabias resoluciones.CONTESTACION DE MANUEL MARIA DE ZAMACONA,PRESIDENTE DEL CONGRESOCiudadano presidente de la República:No sin razón llamáis interesantes los trabajos que inaugura hoyla representación nacion<strong>al</strong> de México, porque se enderezan cab<strong>al</strong>mentea regularizar la marcha de nuestras instituciones, a afianzar losprincipios de libertad que ha conquistado la I;lación, a consolidar lapaz de que goza, a los mismos objetos, en suma, que con tanta oportunidadhabéis recomendado a la atención de esta asamblea.Ella escucha complacida los informes d<strong>el</strong> poder Ejecutivo sobr<strong>el</strong>a tranquilidad que disfrutan casi todas las demarcaciones de la federación,porque en este gran bien que aprovechará igu<strong>al</strong>mente a loshijos d<strong>el</strong> país y a los extranjeros, que estimulará la producción indígena,que abrirá mercados seguros a los frutos d<strong>el</strong> país y a los de losotros pueblos, que aun contribuirá a facilitar <strong>el</strong> restablecimiento denuestras antiguas <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> diplomáticas, en esta ventaja inapreciablede la paz, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> ve una obra que puede llamar en cierto modosuya, porque su re<strong>al</strong>ización se debe en gran parte a la liber<strong>al</strong>idad conque hemos puesto a disposición d<strong>el</strong> Ejecutivo, no sólo los recursos pecuniarios,sino la sangre de la nación, y a la benéfica ley de amnistíaque ha permitido a los mexicanos que conspiraban o combatían contra<strong>el</strong> orden establecido, volver a sus posiciones norm<strong>al</strong>es.Estas medidas, combinadas con la acción oportuna d<strong>el</strong> poderEjecutivo y con la disciplina y fid<strong>el</strong>idad d<strong>el</strong> ejército, han preparadoesta paz casi completa, para cuya conservación <strong>el</strong> desv<strong>el</strong>o de los poderespúblicos no sería nunca demasiado.Pero la paz, ciudadano presidente, tiene condiciones de estabilidadque no pueden <strong>al</strong>terarse sin p<strong>el</strong>igro. Entre la paz y la libertad283


no cabe divorcio duradero. El pleno goce de la una es la mejor garantíade la otra, y, sobre todo, en pueblos que, como <strong>el</strong> nuestro, sonc<strong>el</strong>osos de sus libertades políticas, porque les ha costado mucho conquistarlas,no puede herirse tan d<strong>el</strong>icada fibra sin conmover las garantíasde la paz pública.En <strong>el</strong> sentimiento de la nación, que los miembros de esta asambleahemos podido consultar durante <strong>el</strong> receso de nuestros trabajos,hay actu<strong>al</strong>mente sobres<strong>al</strong>to e inquietud respecto d<strong>el</strong> grado de libertadque gozarán los pueblos en las próximas <strong>el</strong>ecciones. Basta esta disposiciónd<strong>el</strong> espíritu público para que sea un deber de los representantesd<strong>el</strong> país acudir a tranquilizarlo, haciéndole entender que si somos centin<strong>el</strong>asde la paz y d<strong>el</strong> orden, lo somos también de la libertad. He aquípor qué nuestras primeras p<strong>al</strong>abras en la sesión extraordinaria queabrimos hoy, tienen que ser un homenaje <strong>al</strong> sufragio libre, a ese derechoante <strong>el</strong> cu<strong>al</strong> deben inclinarse todos los poderes políticos, un homenaje<strong>al</strong> único soberano que reconocen nuestras instituciones, a la nación,<strong>al</strong> pueblo, de que no somos más que sub<strong>al</strong>ternos y d<strong>el</strong>egados.En <strong>el</strong> estado mor<strong>al</strong> que la República guarda, tendrá un efectotranquilizador y benéfico oímos protestar desde esta <strong>al</strong>tura, que lospoderes a que están actu<strong>al</strong>mente confiados los destinos d<strong>el</strong> país, noserán de esos poderes parricidas que atentan contra <strong>el</strong> sufragio libreque les dio <strong>el</strong> ser. Para que se levante y tome vu<strong>el</strong>o esta nación sedientade progreso y de porvenir, es necesario que la reanimen la con·fianza y la libertad. Los pueblos s<strong>al</strong>en de las crisis en que se comprime<strong>el</strong> voto público, extenuados y débiles, como s<strong>al</strong>ían las víctimás d<strong>el</strong>potro en que las sujetaban a tortura los antiguos verdugos de la concienciahumana. Si la nación ha de levantarse d<strong>el</strong> abatimiento en quese encuentra, conviene que aproveche este acto supremo de la soberaníapopular que se aproxima, y que durante él, nuestro pueblo puedaextender sus miembros entumecidos, erguirse en toda su t<strong>al</strong>la y respirara plenos pulmones <strong>el</strong> aire vivificador de la libertad.Este <strong>Congreso</strong>, ciudadano presidente, empapado en <strong>el</strong> espíritu d<strong>el</strong>a nación, que es de paz y reposo, ha hecho reiterados esfuerzos porconsolidar la tranquilidad pública. Siempre que la perturbaron <strong>al</strong>gunasexplosiones revolucionarias, armó <strong>el</strong> brazo d<strong>el</strong> Ejecutivo con medioseficaces de represión, y condenó los movimientos a mano armada,como arranques impacientes que los partidos debían refrenar, esperandola lucha pacífica y leg<strong>al</strong> d<strong>el</strong> sufragio. Pero esto mismo empeñade un modo peculiar <strong>el</strong> honor de esta asamblea, en garantizar, par<strong>al</strong>os partidos todos, la libertad <strong>el</strong>ector<strong>al</strong> que les puso en perspectiva.Los representantes d<strong>el</strong> país lo han comprendido aSÍ, y por eso se lesha visto acudir en pocos días desde las últimas extremidades de la República<strong>al</strong> llamamiento de la diputación permanente.La <strong>Cámara</strong> se goza en saber que ninguna crisis grave en <strong>el</strong> orden284


28 Infonnes y manifiestos,t. 1I, pp. 51­53.político reclama de <strong>el</strong>la resoluciones extraordinarias; pero deseosa d<strong>el</strong>a paz, no sólo para <strong>el</strong> presente sino para <strong>el</strong> porvenir, oiría hablar conigu<strong>al</strong> complacencia de medidas para moderar la adhesión y <strong>el</strong> c<strong>el</strong>ode <strong>al</strong>gunos empleados de la administración que han adoptado una actitudimpropia en las cuestiones <strong>el</strong>ector<strong>al</strong>es, para impedir que la prensaofici<strong>al</strong> tome parte en <strong>el</strong>las, para poner los actos todos de la administracióna la luz de una publicidad que evite <strong>al</strong>armas y rec<strong>el</strong>os.La <strong>Cámara</strong> tiene por desgracia indicios a que dan apoyo documentosofici<strong>al</strong>es puestos hoy mismo sobre su mesa, de que los disturbiosloc<strong>al</strong>es que agitan a <strong>al</strong>gunos Estados de la federación, no puedenconsiderarse como leves, ni mucho menos como terminados. Cree, sinembargo, con <strong>el</strong> Ejecutivo, que contribuiría a cortarlos la prudencia ycircunspección de las autoridades, incluyendo las d<strong>el</strong> orden feder<strong>al</strong>,y espera que, en <strong>el</strong> evento probable de que sea necesaria la acciónlegislativa d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> para garantizar la independencia y soberaníade las demarcaciones perturbadas, <strong>el</strong> Ejecutivo le trasmitirá íntegrasesas cuestiones, sin la complicación que les darían actos de un apoyoprematuro a cu<strong>al</strong>quiera de las entidades contendientes.Graves son, en efecto, las d<strong>el</strong>iberaciones iniciadas ya sobre reformasconstitucion<strong>al</strong>es, y honra <strong>al</strong> Ejecutivo <strong>el</strong> deseo de que así <strong>el</strong>lascomo la admisión de los principios de reforma en nuestra ley fundament<strong>al</strong>,sirvan de asunto a los trabajos inmediatos d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>; pero nosería posible, ni aun quizá prudente, en <strong>el</strong> corto plazo de las sesionesextraordinarias, ocupar de tan d<strong>el</strong>icadas materias <strong>al</strong> poder Legislativo,cuya atención está llamada preferentemente por cuestiones de actu<strong>al</strong>idady de urgencia.Al discutirlas y resolverlas en las próximas sesiones, cuyo caráctercorresponderá a las miras patrióticas y circunspectas de la <strong>Cámara</strong>,tomará ésta todas sus inspiraciones en dos principios <strong>al</strong>tamente s<strong>al</strong>udablesy fecundos: <strong>el</strong> sentimiento de los pueblos que hemos podidoconsultar de cerca en <strong>el</strong> interv<strong>al</strong>o de los trabajos legislativos, y la concienciade que está en nuestras manos <strong>el</strong> porvenir de la nación. lIsDISCURSO PRONUNCIADO POR EL PRESIDENTE DE LAREPUBLICA EN LA CLAUSURA DEL PERIODO DESESIONES EXTRAORDINARIASCiudadanos diputados:31 de marzo de 1871.Vais a clausurar vuestras sesiones extraordinarias, en cumplimientod<strong>el</strong> decreto de convocatoria expedido por la diputación permanente.285


En los pocos días que habéis tenido para d<strong>el</strong>iberar os habéis ocupadomuy especi<strong>al</strong>mente en la discusión de la ley sobre la libertad<strong>el</strong>ector<strong>al</strong>. Lo limitado d<strong>el</strong> periodo de vuestras sesiones y <strong>el</strong> examendetenido que hábéis hecho de este importante asunto, no permitieronque la ley fuese votada definitivamente: declarada con lugar a votar,la habéis pasado <strong>al</strong> Ejecutivo para los efectos prevenidos en la Constitución.El gobierno la examinará con <strong>el</strong> detenimiento que exige suimportancia, y si en su juicio creyere conveniente llamar vuestra atenciónsobre <strong>al</strong>guno o <strong>al</strong>gunos de sus artículos, lo hará así; pero susobservaciones tendrán por único objeto garantizar la libertad <strong>el</strong>ector<strong>al</strong>,<strong>el</strong>iminando toda idea que pueda coartar tan precioso derecho: <strong>el</strong> Ejecutivodesea que los ciudadanos disfruten de la amplia libertad quetienen asegurada por la Constitución y las leyes, para <strong>el</strong>egir a sus gobernantes.Quedan pendientes otros proyectos cuya discusión no habéis podidoterminar, a pesar de vuestros loables esfuerzos; pero dentro depocas horas volveréis a continuar vuestras sesiones ordinarias y tendréisla oportunidad de perfeccionar y concluir los trabajos que dejáis iniciados.Retiraos, pues, ciudadanos diputados, con la tranquilidad que osda la conciencia de haber hecho cuanto ha dependido de vuestro arbitriopara cumplir vuestro deber.CONTESTACION DE MANUEL M. DE ZAMACONA,PRESIDENTE DEL CONGRESOCiudadano pre~dente:Hacéis justicia <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> declarando que ha tocado <strong>el</strong> límitede su posibilidad para llenar los deberes que le impone la actu<strong>al</strong> situaciónde la República. Va a cerrar, no obstante, las sesiones extraordinariasa que le convocó la diputación permanente, sin poder lisonjearsecon la idea de dejar re<strong>al</strong>izadas las esperanzas que la nacióncifra hoy en <strong>el</strong> patriotismo de sus representantes.Grandes esfuerzos se han hecho en <strong>el</strong> seno de esta asamblea paravotar en las últimas sesiones varias medidas liber<strong>al</strong>es que reclama <strong>el</strong>espíritu público; pero <strong>el</strong>los se han embotado, menos en la estrechezd<strong>el</strong> tiempo que en resistencias cuyo origen y cuyo carácter sería impropioseñ<strong>al</strong>ar en esta ocasión, y que conviene reservar <strong>al</strong> juicio inf<strong>al</strong>ibled<strong>el</strong> pueblo que juzga sin ap<strong>el</strong>ación a sus mandatarios.La concentración exclusiva d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> en las precauciones tut<strong>el</strong>aresd<strong>el</strong> voto libre, ha desmentido ya <strong>el</strong> siniestro vaticinio de los que286


29 Informes y roanifíestos,t. II, pp. 54­55.señ<strong>al</strong>aron la convocatoria a sesiones extraordinarias, como pr<strong>el</strong>udio detrastornos en la administración y de apasionados ataques a sus funcionarios.Una nación que se levanta pidiendo a sus representantes pasolibre para su voluntad fonnulada en votos, es una figura tan grandeque no deja percibir ni aun a los hombres colocados en las eminenciasd<strong>el</strong> orden público.D<strong>el</strong>egado este <strong>Congreso</strong> de la soberanía popular, en nada debióocuparse antes que en darle garantías para la más augusta de sus manifestaciones.La <strong>Cámara</strong> ha pospuesto toda otra mira a la de substi·tuir con la efigie de la sinceridad la d<strong>el</strong> fraude en <strong>el</strong> frontispicio de l<strong>al</strong>ey que reglamenta <strong>el</strong> sufragio; a la de purificar <strong>el</strong> crisol que enla mano d<strong>el</strong> pueblo <strong>el</strong>abora los poderes públicos; a la de destruir <strong>el</strong>doble fondo de la uma <strong>el</strong>ector<strong>al</strong>, venero inagotable de bienes cuandodeposita la opinión d<strong>el</strong> país transformada en cédulas, o caja de Pandoracuando meten en <strong>el</strong>la la mano <strong>el</strong> poder o las facciones.Cada día se expresa más, ciudadano presidente, <strong>el</strong> desasosiegocon que la opinión pide que se redoblen las s<strong>al</strong>vaguardias de la leypara que <strong>el</strong> pueblo <strong>el</strong>ija sus mandatarios bajo la sola inspiración desu criterio. La persistencia de la administración en una política que<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, <strong>al</strong> reunirse en sesiones extraordinarias, le señ<strong>al</strong>ó comoorigen de <strong>al</strong>aFmas y rec<strong>el</strong>os, aun la actitud que han tomado los órganosd<strong>el</strong> Ejecutivo en nuestras d<strong>el</strong>iberaciones sobre la libertad d<strong>el</strong> sufragio,no han sido por desgracia lo más a propósito para crear un sentimientode confianza que pudiera derramarse de la representaciónnacion<strong>al</strong> sobre sus comitentes. Lejos de eso, en la armonía habitu<strong>al</strong> d<strong>el</strong>a <strong>Cámara</strong> con <strong>el</strong> poder Ejecutivo, se marca hoy una deplorable interrupción,cuyo ténnino está en <strong>el</strong> interés de la República y en manosde su primer magistrado.Esta asamblea considera la buena int<strong>el</strong>igencia <strong>entre</strong> los poderessupremos, y en consonancia con la opinión, como una de las primerascondiciones para <strong>el</strong> progreso gener<strong>al</strong> d<strong>el</strong> país. Recoge, por tanto, complacida,la declaradón que acaba de escuchar, sobre que <strong>el</strong> interés enfavor d<strong>el</strong> sufragio público preside <strong>al</strong> examen que hace <strong>el</strong> Ejecutivod<strong>el</strong> último proyecto pasado a su revisión, y sobre que este sentimientodictará sus observaciones. La comprobación de t<strong>al</strong> anuncio será máseficaz que él mismo, para serenar <strong>el</strong> espíritu público perturbado.Importantes son, en verdad, los expedientes que deposita la carterad<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, y que darán asunto a sus d<strong>el</strong>iberaciones en <strong>el</strong> inmediatoperiodo. Durante él seguirá v<strong>el</strong>ando esta <strong>Cámara</strong> por <strong>el</strong> patrimoniocomún de los mexicanos, que consiste en sus instituciones y ensus libertades. 29 287


DISCURSO PRONUNCIADO POR EL PRESIDENfE DE LAREPUBLICA EN LA APERTURA DEL SEGUNDO PERIODOEN EL SEGUNDO ANO DE SESIONES ORDINARIAS DELQUINTO CONGRESOCiudadanos diputados:10. de abril de 1871.Volvéis <strong>al</strong> ejercicio de vuestras funciones legislativas <strong>el</strong> día mismodesignado por la Constitución, como lo habéis hecho en los periodosanteriores. Esta regularidad en vuestros trabajos demuestra que nuestrasinstituciones políticas se consolidan cada día más, y que no es yafácil interrumpir su marcha ni destruirla impunemente.Nuestras <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> con las potencias amigas guardan <strong>el</strong> mismoestado amistoso de que os di cuenta <strong>al</strong> abrir vuestras sesiones extraordinarias,sin que haya motivo fundado para tener cambio <strong>al</strong>guno decarácter desagradable. La paz se conserva en la República de la mismamanera que os manifesté hace pocos días.Debemos f<strong>el</strong>icitar a la naci6n porque después de un largo periodode encarnizada lucha para establecer nuestras libres instituciones yafirmar nuestra independencia, podemos ya consagrarnos tranquilamentea la reorganización y mejoramiento de nuestra sociedad. Sinembargo, no debemos confiar ciegamente en que esas institucionesy la paz están d<strong>el</strong> todo aseguradas: existen aún latentes los <strong>el</strong>ementosque las puedan destruir; los partidarios d<strong>el</strong> retroceso y de losabusos acechan la oportunidad para restablecer su antiguo predominio,y es preciso redoblar nuestros trabajos y nuestra vigilancia, paracontrariar y destruir sus tendencias antipatri6ticas.Para lograr este fin, es indispensable que la naci6n esté preparadacon los <strong>el</strong>ementos a prop6sito no s6lo para reprimir los trastornos,sino para prevenirlos con la debida oportunidad.En <strong>el</strong> periodo de sesiones que hoy inauguráis, y que está destinadopreferentemente por la Constituci6n a decretar los gastos que debenhacerse, ya crear los recursos con que hayan de cubrirse, tendréis queocuparos en cuestiones que, bajo <strong>el</strong> sencillo título de presupuestos, envu<strong>el</strong>venla consolidaci6n de la paz y la conservaci6n de nuestras institucionesrepublicanas.El Ejecutivo considera que <strong>al</strong> paso que deben hacerse todas laseconomías posibles para reducir los gastos públicos a 10 absolutamentenecesario, no sería prudente privar <strong>al</strong> erario de los recursos indispensablespara satisfacer las necesidades de la naci6n y cubrir conregularidad sus compromisos pecuniarios.288


Por ser de grande interés para facilitar las transacciones y para<strong>el</strong> desarrollo de los <strong>el</strong>ementos de la riqueza nacion<strong>al</strong>, me permito recomendaroslas iniciativas pendientes sobre cambios de la legislaciónhipotecaria, y sobre remoción de los obstáculos que se oponen <strong>al</strong> libreejercicio de la industria minera.Graves y de suma importancia son las materias que van a ocuparvuestra atención en <strong>el</strong> presente periodo de sesiones; pero es grandetambién la confianza que la nación tiene en vuestro patriotismo y <strong>al</strong>tasabiduría, para esperar de vosotros las resoluciones más acertadas yconvenientes a los intereses de la sociedad.Comenzad, ciudadanos diputados, vuestras interesantes d<strong>el</strong>iberaciones,y contad con la cooperación d<strong>el</strong> Ejecutivo, que en desempeñode su deber, cumplirá y hará cumplir estrictamente vuestras importantesresoluciones.CONTESTACION DE JUSTINO FERNANDEZ,PRESIDENTE DEL CONGRESOCiudadano presidente:En cumplimiento de un precepto constitucion<strong>al</strong>, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> d<strong>el</strong>a Unión abre hoy <strong>el</strong> segundo periodo anu<strong>al</strong> de sus sesiones. Duranteél, debe esta asamblea consagrar una especi<strong>al</strong> y preferente atención aexaminar las cuentas d<strong>el</strong> año anterior y votar <strong>el</strong> presupuesto d<strong>el</strong> venidero,fijando los gastos de la administración con prudente economía,y decretando los gastos necesarios para cubrirlos. El código fundament<strong>al</strong>de la República quiere que en este periodo de sesiones cumpla<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> con uno de los objetos más importante d<strong>el</strong> <strong>sistema</strong> representativo,en todo lo que se refiere <strong>al</strong> mejoramiento y progreso de lacondición soci<strong>al</strong> de sus habitantes, a los intereses de la Hacienda feder<strong>al</strong>,y a las exigencias d<strong>el</strong> crédito público.Con la experiencia adquirida en los años pasados, procurará <strong>el</strong><strong>Congreso</strong> en esta vez desempeñar debidamente tan <strong>al</strong>ta e importantecomisión, pudiéndose desde luego asegurar que un espíritu de orden,de economía y de estricta mor<strong>al</strong>idad, guiará sus trabajos en las cuestionesde hacienda que tenga que resolver, <strong>al</strong> revisar los presupuestosy cuentas presentados por <strong>el</strong> Ejecutivo; y que <strong>al</strong> decretar los impuestos,tratará de cohonestar los intereses de una sociedad empobrecida conlas exigencias de una buena administración, a quien debe darse lafuerza y estabilidad necesarias para afianzar la conservación y <strong>el</strong> prestigiode nuestras actu<strong>al</strong>es instituciones y asegurar definitiva y eficazment<strong>el</strong>a consolidación de la paz y d<strong>el</strong> orden públicos.289


Verdadera satisfacción siente <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> <strong>al</strong> escuchar que las <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong>con las naciones enemigas se conserven en buen estado, sinque haya motivo fundado que pudiera hacer temer un cambio desagradable,y que en <strong>el</strong> interior de la República se disfruta gener<strong>al</strong>mented<strong>el</strong> bien inestimable de la paz.El deseo manifestado por <strong>el</strong> ciudadano presidente, de que en <strong>el</strong>presente periodo se traten las iniciativas r<strong>el</strong>ativas <strong>al</strong> cambio d<strong>el</strong> régimenhipotecario vigente y a la remoción de los obstáculos que actu<strong>al</strong>mentese oponen <strong>al</strong> libre ejercicio de la industria minera, será debidamenteobsequiado por esta asamblea, que siempre se ha mostradobien dispuesta a procurar <strong>el</strong> desarrollo de la riqueza pública y a promover<strong>el</strong> progreso soci<strong>al</strong> y d bienestar de los particulares.Si en una época norm<strong>al</strong> éstos debieran ser los puntos de queespeci<strong>al</strong>mente se habría de ocupar <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, en <strong>el</strong> periodo que hoycomienza, en la actu<strong>al</strong>, por circunstancias excepcion<strong>al</strong>es, existen otrasgravísimas cuestiones que agitan <strong>al</strong> ánimo de todos los mexicanos ypreocupan profundamente a sus representantes en este <strong>Congreso</strong>.Muy pronto debe ser convocado <strong>el</strong> pueblo a <strong>el</strong>egir a sus diputadosy <strong>al</strong> magistrado que ha de ocupar <strong>el</strong> primer puesto de la República.Todos los ciudadanos se preparan a ejercer <strong>el</strong> más precioso de losderechos políticos, todos desean y quieren disfrutar de la más ampli<strong>al</strong>ibertad en la <strong>el</strong>ección; pero muchos temen la intervención directade <strong>al</strong>gunos oficiosos agentes d<strong>el</strong> poder, y otros juzgan que nuestro<strong>sistema</strong> <strong>el</strong>ector<strong>al</strong> adolece de gravísimos defectos que se prestan <strong>al</strong> abusoy que pueden conducir hasta f<strong>al</strong>sear <strong>el</strong> voto público; de aquí, <strong>el</strong> seriodisgusto y la sorda amenaza contra los resultados de la <strong>el</strong>ección, quese hacen sentir y oír por todas partes, presagiando m<strong>al</strong>es para <strong>el</strong> país,si con tiempo no se procura hacer efectiva, si no se garantiza convenientement<strong>el</strong>a más amplia libertad <strong>el</strong>ector<strong>al</strong>.A obtener este resultado en toda su extensión se dirigieron infructuosament<strong>el</strong>os trabajos de la representación nacion<strong>al</strong> en las sesionesextraordinarias a que fue convocada por la diputación permanente.Bien conocidas son las causas que hicieron estériles sus esfuerzos paraque sea preciso expresarlas.Sin embargo, es de tan vit<strong>al</strong> importancia para <strong>el</strong> porvenir de laRepública, para su tranquilidad y para <strong>el</strong> prestigio de sus instituciones,que sea una verdad práctica la libertad d<strong>el</strong> sufragio, y es tanconveniente que esta libertad sea eficazmente garantizada contra todaclase de abusos, que es de absoluta necesidad que se ocupe <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>de discutir con la mayor preferencia los proyectos r<strong>el</strong>ativos, antesde que venga a preocuparlo la cuestión d<strong>el</strong> presupuesto.Si <strong>el</strong> gobierno, con su ilustrada discreción y por un acto de patrióticaabnegación, coopera eficazmente a que sean conocidas lasgarantías que necesita <strong>el</strong> sufragio para que sea libre y pueda expresar290


so Informes y ma.nifiestos, t. II, PJl. 55·58.la verdadera libertad d<strong>el</strong> pueblo, contribuirá poderosamente <strong>al</strong> mantenimientode la paz y <strong>el</strong> sostén de las instituciones democráticas, queson los bienes inestimables a que ardientemente aspira <strong>el</strong> pueblo mexicano.soDISCURSO PRONUNCIADO POR EL PRESIDENTE DE LAREPUBLICA EN LA CLAUSURA DEL ULTIMO PERIODODEL SEGUNDO AAO DE SESIONES ORDINARIASCiudadanos diputados:31 de mayo de 1871.Vais a cerrar <strong>el</strong> último periodo de vuestras sesiones ordinarias, dejandodictadas las leyes que habéis estimado a propósito para asegurarlos intereses de la sociedad y arreglar la marcha de la administraciónpública: <strong>el</strong> Ejecutivo cuidará de que esas leyes sean obedecidas y cumplidascon la debida exactitud, porque está cO'l1vencido de que la sumisióna los preceptos constitucion<strong>al</strong>es y a las resoluciones que emanarende cada poder en <strong>el</strong> círculo de sus facultades, es la princip<strong>al</strong>garantía d<strong>el</strong> orden público, y la única que puede encontrarse para laconservación de nuestras instituciones.Si <strong>al</strong> llevar ad<strong>el</strong>ante las disposiciones que habéis dictado, <strong>el</strong> Ejecutivotropezare con graves inconvenientes, dará de <strong>el</strong>lo conocimientoen tiempo oportuno <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> de la Unión, para que provea <strong>el</strong> convenienteremedio. El Ejecutivo, <strong>entre</strong>tanto, procurará conservar y mejorarla administración de los negocios públicos, de absoluta conformidadcon las leyes vigentes, y cuidará preferentemente de la conservaciónde la paz de la República, porque juzga que en esto consiste <strong>el</strong> primeroy más sagrado de sus deberes. Para cumplirlo, está resu<strong>el</strong>to areprimir con mano fuerte toda ap<strong>el</strong>ación a las armas, todo motín,cu<strong>al</strong>quiera que sea <strong>el</strong> pretexto con que se quiera disculparlo. La rupturade la paz y <strong>el</strong> orden constitucion<strong>al</strong> vendría a ser la muerte detoda esperanza para <strong>el</strong> país, confirmaría las c<strong>al</strong>umnias de nuestrosenemigos en <strong>el</strong> exterior, y hasta daría un mentís a nuestras recientesglorias nacion<strong>al</strong>es; pues sin la capacidad de gobernarse a sí mismo,poco significaría en un pueblo aun su heroica defensa de la independencia.En sus esfuerzos por conservar la paz, cuenta <strong>el</strong> Ejecutivo con<strong>el</strong> buen sentido d<strong>el</strong> pueblo en su inmensa mayoría, con la cooperaciónde las autoridades y con la ayuda eficaz que, a su vez, le preste <strong>el</strong><strong>Congreso</strong> de la Unión.291


CONTESTACION DE EZEQUIEL MONTES, PRESIDENTEDEL CONGRESOCiudadano presidente de la República:El quinto <strong>Congreso</strong> constitucion<strong>al</strong>, en cumplimiento de lo mandadopor nuestro código político, cierra hoy <strong>el</strong> segundo periodo desesiones ordinarias d<strong>el</strong> segundo año legislativo. Es grato a esta asambleaoír de vuestros labios la resoluci6n de hacer cumplir y obedecercon la debida exactitud las leyes que <strong>el</strong>la ha dictado para asegurarlos intereses soci<strong>al</strong>es y arreglar la marcha de la administración pública;<strong>el</strong> fundamento de vuestro propósito es una de esas verdades queno pueden discutirse, porque su simple enunciación trae consigo <strong>el</strong>asentimiento de los hombres que las perciben.La voluntad d<strong>el</strong> poder Ejecutivo, asociada de la razón y d<strong>el</strong> buenderecho, ha vencido todos los inconvenientes con que ha tropezado,en otros tiempos, en su camino hacia la f<strong>el</strong>icidad pública; no teme <strong>el</strong><strong>Congreso</strong> que <strong>el</strong> cumplimiento de las leyes que ha votado en <strong>el</strong> presenteperiodo de sesiones, con los fines que habéis indicado, sea unaexcepción de la enseñanza acreditada por la experiencia y conservadapor la historia contemporánea; en la eventu<strong>al</strong>idad remota de que <strong>el</strong>poder Ejecutivo necesitara de la cooperación d<strong>el</strong> Legislativo paraarrollar esos inconvenientes, contaría, sin duda <strong>al</strong>guna, con <strong>el</strong>la, sobretodo, formando su consejo ofici<strong>al</strong> de acuerdo con las indicaciones d<strong>el</strong>a opinión pública, de que es órgano legítimo esta asamblea.Conservar y mejorar la administración de los negocios públicos,conforme a las leyes, y cuidar de toda preferencia de la conservaciónde la paz pública, son dos pensamientos que merecen la aprobaciónunánime d<strong>el</strong> quinto <strong>Congreso</strong> constitucion<strong>al</strong>; sin la paz de la Repúblicano es posible la renovación de sus poderes Ejecutivo y Legislativo;no es posible la marcha constitucion<strong>al</strong> d<strong>el</strong> gobierno; no es posibl<strong>el</strong>a confianza pública, y es inevitable la par<strong>al</strong>ización d<strong>el</strong> comercio, de laminería, de la agricultura y de nuestra naciente industria, que formanlos <strong>el</strong>ementos vit<strong>al</strong>es de nuestro país. Los antecedentes d<strong>el</strong> poderLegislativo deben inspirar plena confianza <strong>al</strong> Ejecutivo, de que siemprecontará con <strong>el</strong> concurso eficaz que debe ministrarle, en los límitesde la Constitución, para reprimir a los que osaren privar a la Repúblicad<strong>el</strong> más esenci<strong>al</strong>, d<strong>el</strong> más necesario, d<strong>el</strong> primero de todos losbienes: de la paz.La nación lo quiere, las autoridades legítimamente constituidashan dado repetidas pruebas de que anh<strong>el</strong>an su conservación; y <strong>el</strong> quinto<strong>Congreso</strong> constitucion<strong>al</strong>, intérprete fi<strong>el</strong> de las aspiraciones de suscomitentes, se asocia sin reserva a la voluntad d<strong>el</strong> pueblo mexicano y <strong>al</strong>os votos de sus autoridades legítimas.292


81 Informes y manifiestos,t. n, pp. 58­59.El supremo poder Legislativo de la federación mexicana esperaver re<strong>al</strong>izados sus deseos: espera que <strong>el</strong> jefe d<strong>el</strong> poder Ejecutivo, rodeadod<strong>el</strong> respeto que le ha de conquistar su voluntad inflexible decumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes, vendrá dentrode ciento siete días a abrir <strong>el</strong> primer periodo de sesiones ordinarias d<strong>el</strong>sexto <strong>Congreso</strong> constitucion<strong>al</strong>; en suma, espera <strong>el</strong> triunfo completode la libertad d<strong>el</strong> pueblo <strong>el</strong>ector, libertad sin la cu<strong>al</strong> <strong>el</strong> orden públicoy la paz serán imposibles en la sociedad mexicana. 81DISCURSO PRONUNCIADO POR EL PRESIDENTE DE LAREPUBLICA EN LA APERTURA DEL PRIMER PERIODO DESESIONES DEL PRINIER AÑO DEL SEXTO CONGRESOCONSTITUCIONALCiudadanos diputados:16 de septiembre de 1871.Toda renovación leg<strong>al</strong> de los poderes públicos tiene una significaciónfavorable <strong>al</strong> crédito de las instituciones; pero pocas veces lahabrá tenido tan clara y oportuna como hoy, en que se inst<strong>al</strong>a <strong>el</strong> VI<strong>Congreso</strong> constitucion<strong>al</strong>. Grande es, por lo mismo, la satisfacción queexperimento <strong>al</strong> veros reunidos, y mayor todavía <strong>el</strong> poder manifestarosen este día solemne, que la paz, ese <strong>el</strong>emento indispensable de f<strong>el</strong>icidady progreso, reina de un extremo a otro de la República. Al cerrar sus últimassesiones <strong>el</strong> V <strong>Congreso</strong> constitucion<strong>al</strong>, aún estaban en pie y amagandoa la sociedad los escand<strong>al</strong>osos motines de Guerrero y de Tampico,mas no tardaron en ser destruidos, merced <strong>al</strong> aislamiento en que losdejó <strong>el</strong> buen sentido nacion<strong>al</strong>, y a la bizarra conducta de las tropas destinadasa sofocarlos. Quedan, sin embargo, diseminados en las poblaciones<strong>al</strong>gunos mexicanos pervertidos, que acostumbrados a vivir d<strong>el</strong>desorden y de la fortuna de los pueblos, promueven trastornos y revu<strong>el</strong>taspara satisfacer sus crimin<strong>al</strong>es intentos. Sus tentativas no puedenperturbar seriamente la paz de la nación, porque las rechaza <strong>el</strong>buen juicio de una inmensa mayoría; y <strong>el</strong> Ejecutivo, en cumplimientode un deber sagrado, redobla su vigilancia y sus esfuerzos a fin dereprimir a todo <strong>el</strong> que atentare contra <strong>el</strong> orden público.Nuestras <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> exteriores ofrecen <strong>el</strong> mismo aspecto gener<strong>al</strong>,si bien comienzan a tomar un giro aún más favorable que antes. Lasque cultivamos con los Estados Unidos de América, siguen llevando <strong>el</strong>s<strong>el</strong>lo de armonía y buena int<strong>el</strong>igencia que les corresponde, sin quehaya motivo <strong>al</strong>guno para temer su <strong>al</strong>teración. La comisión mixta esta-293


lecida en Washington continúa desempeñando su encargo, reducidoa dirimir reclamaciones presentadas por ciudadanos de cada uno d<strong>el</strong>os dos países contra <strong>el</strong> gobierno d<strong>el</strong> otro. Aún no se tiene noticia deque <strong>el</strong> Senado americano haya revisado la convención que aprobó <strong>el</strong>V <strong>Congreso</strong> constitucion<strong>al</strong>, para prolongar <strong>el</strong> término de la comisiónexpresada.Dos repúblicas de América han tenido una transformación en <strong>el</strong>sentido liber<strong>al</strong>: Guatem<strong>al</strong>a y <strong>el</strong> Paraguay, cuyos gobiernos han participado<strong>al</strong> nuestro su inst<strong>al</strong>ación. Con la primera tenemos aún pendienteuna cuestión de límites; y hoy que entablamos con <strong>el</strong>la <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong>de amistad, sería conveniente procurar un advenimiento justoy equitativo para las dos naciones. Con este fin se someterá a vuestrad<strong>el</strong>iberación una iniciativa para <strong>el</strong> envío de una legación a Guatem<strong>al</strong>a.Con Alemania e It<strong>al</strong>ia subsisten bajo <strong>el</strong> mismo pie nuestras amigables<strong>r<strong>el</strong>aciones</strong>. En <strong>el</strong> último <strong>Congreso</strong> quedó pendiente de revisión un tratadode amistad y comercio, negociado con It<strong>al</strong>ia, a semejanza d<strong>el</strong>que antes se concluyó con la Alemania d<strong>el</strong> Norte. Creo de mi deberrecomendaros <strong>el</strong> examen de ese tratado, con la preferente atenciónque reclama todo asunto de esa especie.Las <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> diplomáticas que en otro tiempo tuvimos con lasdemás potencias de Europa, continúan gener<strong>al</strong>mente en la suspensiónocasionada por la guerra que <strong>el</strong>las nos hicieron, o la violación de neutr<strong>al</strong>idadde que se hicieron responsables. El Ejecutivo, por su parte,sigue animado de la misma disposición que otras veces ha manifestado<strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>, de reanudar esas <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> siempre que <strong>al</strong>guna d<strong>el</strong>as indicadas naciones los promoviere y precisamente bajo la basede no subsistir los tratados que con <strong>el</strong>las nos ligaban. Entretanto losextranjeros, sin distinción <strong>al</strong>guna, disfrutan de las garantías soci<strong>al</strong>esque la Constitución y las leyes de la República conceden a todos sushabitantes.La España, constituida bajo una nueva dinastía, tiene ya acreditadoen México a un representante de su gobierno. Los términos enque con él se han entablado <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> de amistad, auguran favorablementeacerca de su conservación, tan conveniente para los dos países,por <strong>el</strong> número de españoles que <strong>entre</strong> nosotros contribuyen con su industriaa robustecer los intereses de la paz y <strong>el</strong> orden público.En <strong>el</strong> ramo de Gobernación os recomiendo las iniciativas pendientesde discutirse, sobre reformas a la Constitución de la Repúblicaque comprenden, <strong>entre</strong> otras importantes enmiendas, la r<strong>el</strong>ativa <strong>al</strong>establecimiento de un senado. Hay otra iniciativa de grave interés endicho ramo, y es la que consulta se reglamente la atribución consignadaen <strong>el</strong> artículo 116 de la Constitución, sobre dar auxilio a losEstados en caso de sublevación o trastorno interior. Conocidas son lasdificultades que se han pulsado <strong>al</strong> ejercer dicha atribución, colocado294


siempre <strong>el</strong> gobierno <strong>entre</strong> dos p<strong>el</strong>igros: por un lado <strong>el</strong> de tolerar desórdenescuando se le pide su remedio; y por otro <strong>el</strong> de violar la independenciade los Estados.En cuanto a los ramos de Justicia e Instrucción Pública, existenpendientes ante <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> varias iniciativas de importancia, sobretodo la que consulta <strong>el</strong> arreglo de nuestro <strong>sistema</strong> de hipotecas, con lamira de facilitar <strong>el</strong> establecimiento de bancos hipotecarios que tantopodrían contribuir a movilizar, y de consiguiente a acrecentar, la riquezapública. Es también digna de recomendarse la r<strong>el</strong>ativa a quepronto quede sancionado un código pen<strong>al</strong> propuesto por <strong>el</strong> Ejecutivopara <strong>el</strong> Distrito y la Baja C<strong>al</strong>ifornia.El secretario de Fomento tiene presentadas iniciativas sobre asuntosde una trascendencia inc<strong>al</strong>culable, como son los proyectos de nuevasleyes sobre terrenos b<strong>al</strong>díos y colonización, y os presentará una,proponiendo reglas para que <strong>el</strong> Ejecutivo pueda hacer concesiones respectoa la construcción de ferrocarriles, con lo cu<strong>al</strong> se evite en loscasos ordinarios la necesidad de legislar para cada concesión, facilitándos<strong>el</strong>a expedición de éstas, bajo reglas constantes y seguras. Sesometerán también a vuestra consideración varios proyectos para extenderla comunicación t<strong>el</strong>egráfica en diversas direcciones y hasta losmás remotos puntos de nuestras fronteras a donde conviene hacer llegarcon prontitud la acción d<strong>el</strong> gobierno, fomentando <strong>al</strong> mismo tiempolas <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> fratern<strong>al</strong>es de sus habitantes con <strong>el</strong> resto de los mexicanos.En extender cada vez más la comunicación d<strong>el</strong> pensamiento,en la construcción de vías férreas y can<strong>al</strong>es, en las mejoras materi<strong>al</strong>esde toda especie, sin olvidar una conveniente colonización, es en lo queestriba <strong>el</strong> porvenir de nuestra patria. Para impulsar estos objetos encuanto fuere posible, y contando con la subsistencia indispensable d<strong>el</strong>a paz, espera <strong>el</strong> Ejecutivo la patriótica e ilustrada cooperación d<strong>el</strong><strong>Congreso</strong>.Hay también <strong>al</strong>gunas iniciativas pendientes de examen, que hansido presentadas por <strong>el</strong> secretario de Guerra y Marina, <strong>entre</strong> otras,la que propone <strong>el</strong> establecimiento de buques guardacostas, tanto en <strong>el</strong>Atlántico como en <strong>el</strong> Pacífico. El mismo secretario os presentará otrosproyectos con <strong>el</strong> fin de reglamentar definitivamente varios puntos r<strong>el</strong>ativos<strong>al</strong> ejército nacion<strong>al</strong>, cuya buena organización es una garantíapara la independencia, <strong>el</strong> orden y las instituciones.En <strong>el</strong> importante ramo de Hacienda, os llamaré la atención haci<strong>al</strong>a iniciativa ya presentada para que se permita la exportación de platay oro sin amonedar, siempre que este justo y conveniente permiso secombine con la percepción de los impuestos que la situación d<strong>el</strong> erariohaga indispensables. El secretario de ese ramo ha presentado <strong>al</strong>gunasotras iniciativas (que os recomiendo) encaminadas a niv<strong>el</strong>ar los gastosy las rentas de la federación, sin fuerte gravamen para los pueblos.295


T<strong>al</strong> es en gener<strong>al</strong> <strong>el</strong> estado que guardan los negocios públicos; lossecretarios d<strong>el</strong> despacho os darán circunstanciados informes de cadauno de sus departamentos. A vosotros toca, ciudadanos diputados, corregiry completar la obra d<strong>el</strong> Ejecutivo en la difícil materia de laadministraci6n. Pero aún es más arduo y de mayor importancia <strong>el</strong>fin inmediato de vuestras tareas. La nación espera que en <strong>el</strong> ejerciciode vuestras <strong>al</strong>tas funciones le proporcionéis 10 que tanto ansía: paz yconfianza en la estabilidad de su gobierno, para dedicarse, bajo <strong>el</strong>amparo de sus instituciones, <strong>al</strong> tranquilo desarrollo de los <strong>el</strong>ementos.La paz es hoy <strong>el</strong> medio de <strong>al</strong>canzar la apetecida y necesaria reconciliaciónde los mexicanos: mientras sufriere perturbaciones o amenazas,se enconarán cada vez más las pasiones, los odios que han dejadotras de sí tantas guerras, tantas agitaciones y desgracias públicas. Por<strong>el</strong> contrario, cuando <strong>el</strong>la esté consolidada, se olvidarán todos los errores,todas las diferencias de partidos; habrá siempre controversias, perosin <strong>el</strong> veneno d<strong>el</strong> rencor; y bajo los pliegues de la bandera nacion<strong>al</strong>cabrán todos los hijos de México, sean cu<strong>al</strong>es fueren sus creencias ysus pasados yerros en política.Por mi parte, anh<strong>el</strong>o con ardor este f<strong>el</strong>iz desenlace, y no dudoun momento que vosotros, ciudadanos diputados, secundaréis mi aspiracióna ese fin con vuestros actos, en que resplandezca la previsióny <strong>el</strong> más puro patriotismo.CONTESTACION DE GABRIEL MANCERA, PRESIDENTEDEL CONGRESOCiudadano presidente de la República:Grande es la importancia de la solemnidad a que asistimos. La inst<strong>al</strong>aciónd<strong>el</strong> poder Legislativo en <strong>el</strong> día fijado por la primera de nuestrasleyes, con un person<strong>al</strong> en que predomina <strong>el</strong> <strong>el</strong>emento nuevo, demuestraclaramente que los llamamientos <strong>al</strong> desorden y a la sublevaciónno encuentran eco en <strong>el</strong> país; que las instituciones se arraigan, yque en <strong>el</strong>las mismas se ha de buscar de hoy en ad<strong>el</strong>ante <strong>el</strong> remedioa los m<strong>al</strong>es de que aún adolecen a causa de las circunstancias bajo lascu<strong>al</strong>es <strong>el</strong> nombre de México fue inscrito en <strong>el</strong> catálogo de los puebloslibres.Es grato a representantes d<strong>el</strong> pueblo oír de vuestros labios la manifestaciónde que en estos momentos la paz impera en la vasta extensiónde la República. Ellos esperan que sabréis mantenerla por <strong>el</strong>empleo de todos los medios conciliatorios y prudentes, y restablecerlasi llegare a turbarse seriamente, con prontitud y energía; pues para<strong>el</strong>lo contaréis con <strong>el</strong> buen sentir de los mexicanos y con la abnegaci6n,296


<strong>el</strong> patriotismo y la disciplina d<strong>el</strong> ejército y la milicia de la República,que tantas y tan recientes pruebas han dado de su int<strong>el</strong>igencia y sudenuedo.La cordura con que durante <strong>el</strong> primer semestre de este año haprocedido <strong>el</strong> Ejecutivo, desvaneció las esperanzas de <strong>al</strong>gunos espíritusinquietos, frustrando los deseos de los trastornadores.La historia consignará los hechos, y <strong>el</strong> pueblo mexicano sabráconservar en su memoria <strong>el</strong> nombre de los ciudadanos que para <strong>al</strong>ejardisturbios han sabido prescindir d<strong>el</strong> uso de los derechos que les otorg<strong>al</strong>a ley fundament<strong>al</strong>.Satisfactorio es para <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> <strong>el</strong> saber que nuestras <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong>diplomáticas son cordi<strong>al</strong>es, aunque reducidas a un corto número depotencias. El secundará <strong>al</strong> Ejecutivo en la formación de los tratadosque para extenderlas y afianzarlas fueren necesarios j pero teniendopresente que hasta hoy, en su mayor parte, semejantes tratados hansido para nosotros más perjudici<strong>al</strong>es que benéficos, y que en estos momentoslos hombres de todos los países viven en nuestro su<strong>el</strong>o <strong>al</strong> amparode nuestras leyes sin necesidad de una protección especi<strong>al</strong>.Procurará <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> consagrarse con atención preferente <strong>al</strong> estudiode todas aqu<strong>el</strong>las reformas que la experiencia aconseja comoútiles a nuestra Constitución; y de la propia manera tratará de llenarlos vacíos que en <strong>el</strong>la se notan, y de desarrollar en leyes secundariaslos preceptos que encierra.La reforma de la legislación hipotecaria es ya precisa para darmovimiento a los capit<strong>al</strong>es y para obtener los inmensos beneficios queproporciona <strong>el</strong> crédito. Penetrado de esta verdad obrará <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>siguiendo <strong>el</strong> dictado de su patriotismo.Los s<strong>al</strong>udables efectos que ya está produciendo la expedición d<strong>el</strong>código civil dictado para las demarcaciones dependientes d<strong>el</strong> poder feder<strong>al</strong>y adoptado por <strong>al</strong>gunos Estados, harán sin duda que la asamblease ocupe de los restantes, a fin de facilitar la administración de justiciay de procurar la uniformidad de la legislación en todo <strong>el</strong> país.Las estipulaciones indispensables para reunir y consagrar cuantiososcapit<strong>al</strong>es <strong>al</strong> establecimiento de vías férreas, son materia propiamás bien de un contrato que de una disposición legislativa. El <strong>Congreso</strong>,por lo mismo, con <strong>el</strong> estudio conveniente, dictará las reglas aque hayan de sujetarse t<strong>al</strong>es contratos, a efecto de facilitar <strong>el</strong> rápidoestablecimiento de las vías de comunicación, sin las cu<strong>al</strong>es todo progresomateri<strong>al</strong> será imposible, y muy difíciles los ad<strong>el</strong>antamientos decu<strong>al</strong>quier género.D<strong>el</strong> establecimiento de extensas líneas de ferrocarriles combinadoscon la movilización de la deuda pública y con la colonización de losterrenos adyacentes e inmediatos, que se facilitaría por la expediciónde una ley para los casos de expropiación por causa de utilidad pú-297


lica, resultarían para <strong>el</strong> país inmensos bienes. Espera, pues, esta asambleaque, pesándose la importancia d<strong>el</strong> asunto, sea él considerado enla iniciativa d<strong>el</strong> depositario d<strong>el</strong> poder Ejecutivo.Las iniciativas presentadas por las secretarías de Hacienda y Guerraserán estudiadas atentamente, para que las resoluciones que a <strong>el</strong>lasrecaigan puedan ser eficaces, tratándose de la seguridad de las costas,de la administración militar, de la niv<strong>el</strong>ación de la rentas y cargos d<strong>el</strong>tesoro público y de la exportación d<strong>el</strong> oro y la plata sin amonedar, queaños ha viene reclamando <strong>el</strong> muy importante ramo de minería, cuyaindustria es por ahora la única propia d<strong>el</strong> país.La <strong>Cámara</strong> espera que <strong>al</strong> cumplir los secretarios d<strong>el</strong> despacho con<strong>el</strong> precepto contenido en <strong>el</strong> artículo 89 de la Constitución, le suministrarándatos bastantes para <strong>el</strong> estudio de los negocios, y para promovercon mayores probabilidades de acierto todo aqu<strong>el</strong>lo que puedaredundar en bien d<strong>el</strong> país.Pronto los representantes d<strong>el</strong> pueblo se ocuparán de investigarquién sea <strong>el</strong> ciudadano <strong>al</strong> cu<strong>al</strong> <strong>el</strong> voto público haya querido confiardurante <strong>el</strong> próximo cuatrienio <strong>el</strong> encargo de hacer ejecutar las leyes.La mayoría de estos representantes creyó que para <strong>al</strong>ejar todo motivode trastorno en la paz pública, convenía mantener en este encargo <strong>al</strong>magistrado que hoy lo ejerce, y la mayoría de la nación parece haberseexpresado en <strong>el</strong> propio sentido cuando recientemente los ciudadanosse han acercado a las urnas d<strong>el</strong> sufragio popular.A la manifestación de este voto de confianza han contribuido poderosament<strong>el</strong>os <strong>al</strong>tos méritos d<strong>el</strong> primer funcionario d<strong>el</strong> Estado; pero<strong>el</strong>la no habría sido tan significativa si en parte no debiera su existencia<strong>al</strong> deseo gener<strong>al</strong> de que la paz pública eche ondas raíces y fructifiquea la sombra de nuestras instituciones.Cuando este cuerpo haya declarado solemnemente quien sea <strong>el</strong><strong>el</strong>egido d<strong>el</strong> pueblo, la ansiedad pública será c<strong>al</strong>mada, y la mayoría d<strong>el</strong>os representantes pedirá <strong>al</strong> <strong>el</strong>ecto que, echando un v<strong>el</strong>o sobre momentáneasy transitorias disensiones, haga un llamamiento a los hombresde todos los partidos, y marque una era de actividad en los negociospúblicos.Los representantes que por <strong>el</strong> orden de mi voz os dirigen la p<strong>al</strong>abra,marcharán resu<strong>el</strong>tos hacia las reformas administrativas, políticasy soci<strong>al</strong>es que la nación demanda, hacia la extinción de los abusosy a la adquisición d<strong>el</strong> bienestar materi<strong>al</strong> de los pueblos. La nueva administraciónva a organizarse en circunstancias propicias para dar <strong>al</strong>país la población que le hace f<strong>al</strong>ta, a fin de fecundizar su su<strong>el</strong>o y loscapit<strong>al</strong>es para proporcionar trabajo y <strong>al</strong>imento a las clases menesterosas.Si esta administración marcha resu<strong>el</strong>ta por la senda d<strong>el</strong> progresoy de las libertades públicas, inaugurando una política franca y298


32 Informes y ma.nifiestos, t. lJ, pp. 59­64.activa, contará, no lo dudéis, ciudadano presidente, con <strong>el</strong> apoyo y lacooperación d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, cuyo princip<strong>al</strong> deseo está cifrado en lapráctica sincera de la Constitución.·2DISCURSO PRONUNCIADO POR EL LICENCIADOBENITO JUAREZ AL RENDIR SU PROTESTACOMO PRESIDENTE ELECTOCiudadanos diputados:10. de diciembre de 1871.Al protestar ante <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> de la Unión <strong>el</strong> desempeño le<strong>al</strong> y patrióticod<strong>el</strong> difícil encargo que me confiriera por un nuevo periodo constitucion<strong>al</strong>,la <strong>el</strong>ección d<strong>el</strong> pueblo y de sus legítimos representantes, comprendola inmensa responsabilidad que pesa sobre mi conciencia.Aun en circunstancias menos azarosas ese encargo es de suma gravedad,a causa de la lucha que ha de durar por <strong>al</strong>gún tiempo en nuestropaís, contra los <strong>el</strong>ementos hostiles <strong>al</strong> orden, a la paz y a las institucionesdemocráticas. Mas cuando a esas dificultades ordinarias se agreganlas que ocasiona una sublevación tan amenazadora como la queúltimamente ha est<strong>al</strong>lado, la responsabilidad que hoy acepto abrumaríapor completo mi espíritu si no creyera, como creo firmemente, quemi auxiliar más poderoso ha de ser <strong>el</strong> buen sentido de la nación, ansiosapor la paz y <strong>el</strong> imperio de las leyes que <strong>el</strong>la misma ha sancionado.Desde que conquistó gloriosamente su independencia, nuestra patriaparecía consumirse en luchas estériles que, a veces, sin embargo,rev<strong>el</strong>aban <strong>el</strong> instinto d<strong>el</strong> pueblo pugnando por sacudir añejas preocupaciones,en las que estaban vinculados intereses de clases privilegiadas.Al fin se pudo ganar una victoria completa sobre esos intereses planteandolos principios proclamados en la revolución de Ayuda y en lasLeyes de Reforma. Al mismo tiempo quedó afirmada la Constituciónque hoy nos rige, y con <strong>el</strong>la <strong>el</strong> principio cardin<strong>al</strong> de toda sociedad política:<strong>el</strong> de la leg<strong>al</strong>idad, <strong>el</strong> de la sujeción a la voluntad d<strong>el</strong> pueblo, expresadad<strong>el</strong> único modo que ese pueblo ha establecido. En vano luegose <strong>al</strong>iaron todos los intereses vencidos, y en una contienda de tres años,trataron de echar por tierra <strong>el</strong> principio de la leg<strong>al</strong>idad conquistado enunión de la Reforma; en vano prolongaron una guerra fratricida; niese esfuerzo desesperado, ni <strong>el</strong> recurso a que ap<strong>el</strong>aron en <strong>el</strong> extranjero,fueron bastantes a derribar tan preciosa conquista. Al través de la mismaguerra exterior y de la administración ursupadora a que dio origen,se ha conservado fi<strong>el</strong>mente la tradición leg<strong>al</strong> establecida desde 1857.299


Esta circunstancia, más que otra <strong>al</strong>guna, ha constituido la fuerzamor<strong>al</strong> d<strong>el</strong> gobierno, ante la cu<strong>al</strong> se estr<strong>el</strong>laron todas las aspiraciones,todas las pasiones políticas en su mayor efervescencia: <strong>el</strong>la ha sido laenseña d<strong>el</strong> orden y de la paz en cuantos disturbios han sobrevenido;<strong>el</strong> áncora de s<strong>al</strong>vación en <strong>el</strong> naufragio que iba a echar a pique nuestraindependencia. A <strong>el</strong>la se debe hoy mismo que, en <strong>el</strong> campo d<strong>el</strong> derechoy de la discusión internacion<strong>al</strong>, podamos sostener sin temor de réplica,de amigos o enemigos, que son nulos para obligar a la nación los actosde la administración fundada por los invasores, pues que la existenciad<strong>el</strong> gobierno leg<strong>al</strong> no llegó a interrumpirse ni un momento.y esta conquista, la más importante de todas, sin la cu<strong>al</strong> las demásserían efímeras, es la que pretenden sacrificar los autores de la reb<strong>el</strong>iónque hoy nos amaga. De nuevo, haciendo <strong>el</strong> mayor empuje que le eraposible, acopiando todos los <strong>el</strong>ementos de m<strong>al</strong>estar o descontento privados,reuniendo todas las fuerzas d<strong>el</strong> desorden y <strong>el</strong> crimen que fermentanen nuestra sociedad, <strong>al</strong>za <strong>el</strong> militarismo de otros tiempos suodioso pendón frente a la bandera de la leg<strong>al</strong>idad, a la bandera sagradacon que se ha s<strong>al</strong>vado la República en sus mayores conflictos. Su fines demoler la obra consolidada en 14 años de sacrificios inmensos, yvolvemos a la época en que una revolución significaba sólo <strong>el</strong> cambiode personas en <strong>el</strong> poder, dejando siempre <strong>el</strong> campo abierto a otros aspirantesigu<strong>al</strong>mente afortunados: sus promesas son tan h<strong>al</strong>agüeñas comolas de todos los jefes de una sedición; y para escarnio invoca laConstituci6n vigente, confesando que trata de reconstruirla por mediosarbitrarios.T<strong>al</strong> es, ciudadanos diputados, <strong>el</strong> movimiento sedicioso que ha rotola paz pública, y t<strong>al</strong> será en sus princip<strong>al</strong>es tendencias todo <strong>el</strong> que, concu<strong>al</strong>quier pretexto, se apoye en la fuerza de las armas, pretendiendocon <strong>el</strong>las interpretar audazmente la libertad d<strong>el</strong> pueblo, contra lo quedefinieren sus 6rganos leg<strong>al</strong>es. Ningunos antecedentes, ningunos serviciospatrióticos bastarán nunca a justificar una aberración tan funesta:la naci6n siempre la condenará como un crimen; pues si en <strong>al</strong>go haprogresado <strong>el</strong> buen sentido de los mexicanos, con su ya larga y dolorosaexperiencia, es en comprender la preferencia de las instituciones y losintereses nacion<strong>al</strong>es sobre <strong>el</strong> mérito de los hombres que <strong>al</strong>guna vezlos sirvieron.Sacrificar <strong>el</strong> orden y las leyes libremente adoptados, a los planesmás o menos ilusorios de un hombre, por muy ameritado que se le suponga,sería hundimos en una anarquía sin término, arruinar por completolos <strong>el</strong>ementos de prosperidad en <strong>el</strong> país, destruir quizá para siemprenuestra reputaci6n en <strong>el</strong> mundo, y comprometer en lo futuro nuestramisma independencia.Hoy que nos amenazan esos m<strong>al</strong>es, consecuencia inevitable de nuevostrastornos, si no son prontamente reprimidos; hoy que se ve en p<strong>el</strong>i-300


gro lo más sagrado que hay para la sociedad, <strong>el</strong> deber primero y preferented<strong>el</strong> Ejecutivo es, a no dudarlo, restablecer, con la prontitudposible, la paz y <strong>el</strong> orden leg<strong>al</strong> dondequiera que se h<strong>al</strong>len <strong>al</strong>terados,evitando por cuantos medios estuvieren a su <strong>al</strong>cance, que esa <strong>al</strong>teracióncunda a otras porciones de la República. La solemne protesta con queacabo de ligarme ante vosotros, ciudadanos diputados, me impone esedeber sobre todos los demás; y yo he de procurar cumplirlo sin perdonaresfuerzo <strong>al</strong>guno, llegando aun a subordinarle por ahora <strong>al</strong>gunasotras atenciones d<strong>el</strong> Ejecutivo.Sin embargo, en cuanto lo consienta la necesidad primaria de lapacificación, cuidaré de que no se desatienda ninguna de las exigenciasd<strong>el</strong> servicio público. Conocidas son mis princip<strong>al</strong>es ideas sobre sus diferentesramos, y aun tuve la honra de expresarlas <strong>al</strong> actu<strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>en la solemne apertura de sus sesiones, <strong>al</strong>udiendo a varias iniciativaspendientes de discusión o por presentarse a la asamblea. Inútil seríaentrar en nuevos det<strong>al</strong>les sobre esos asuntos de grave importancia sinduda <strong>al</strong>guna, pero cuyo interés se subordina <strong>al</strong> de restablecer la paz ys<strong>al</strong>var las instituciones d<strong>el</strong> p<strong>el</strong>igro que las amenaza. Primero es atendera la remoción de un p<strong>el</strong>igro tan inmediato, y en seguida, sin pérdidade tiempo, ocuparse en afirmar <strong>al</strong>gunas conquistas trabajosamente <strong>al</strong>canzadasen materia de administración, re<strong>al</strong>izando otras muchas reformasindispensables para lo futuro.En la ardua tarea que voy a emprender, comenzando por reprimiruna sedición que, prolongada sería de inc<strong>al</strong>culables trascendenciaspara la República, cuento, ciudadanos diputados, con vuestra patrióticae ilustrada cooperación. Cuando <strong>el</strong> pueblo ve en riesgo inminente susintereses más preciosos, me parece imposible que sus representantes dejende cooperar eficazmente a s<strong>al</strong>varlos; imposible que dejen de ayudaren ese empeño <strong>al</strong> Ejecutivo encargado de defender <strong>el</strong> orden y las leyes,siempre que se h<strong>al</strong>len bruscamente amagados por la fuerza.Todos y cada uno de vosotros, con <strong>el</strong> <strong>al</strong>to carácter de <strong>el</strong>egidos d<strong>el</strong>pueblo; todos y cada uno de los mexicanos, sean cu<strong>al</strong>es fueren sus opinionesy antecedentes, tendrán la puerta franca para auxiliar a la administraciónen tan difícil empresa, y los servicios que le ofrecieren enprovecho d<strong>el</strong> país serán acogidos con sincera gratitud, con <strong>el</strong> espíritude fraternidad que debe reinar <strong>entre</strong> los buenos ciudadanos. T<strong>al</strong> serála conducta d<strong>el</strong> Ejecutivo, porque t<strong>al</strong> es su deber incuestionable; y sólode esa manera podré dar cumplimiento a las obligaciones que acabo decontraer, empeñando <strong>el</strong> honor y la conciencia ante los representantesde mi patria.301


CONTESTACION DE ALFREDO CRAVERO,PRESIDENTE DEL CONGRESOCiudadano presidente:El acto solemne de vuestra protesta en los momentos en que la reb<strong>el</strong>iónhace armas contra nuestra Carta fundament<strong>al</strong>, pretendiendodesgarrarla con <strong>el</strong> sable, es la manifestación más enérgica que pudierahacer <strong>el</strong> país de que ha pasado ya <strong>el</strong> tiempo en que se resolvían los destinosde la República en <strong>el</strong> campo de bat<strong>al</strong>la. Hoy <strong>el</strong> pueblo, amantede las instituciones que tanta sangre le han costado, resu<strong>el</strong>ve de su porveniren <strong>el</strong> campo de la ley.Fortuna ha sido que, después de tantos años de revu<strong>el</strong>tas y de motinesa que debían siempre su origen espurio nuestros gobiernos, hayans<strong>al</strong>ido de tan m<strong>al</strong> camino con la Constitución de 57 por guía. Vos, qu<strong>el</strong>a habéis empuñado como bandera, para proclamar la Refonna d<strong>el</strong>anted<strong>el</strong> retroceso o de la reacción, y la justicia de nuestra independenciad<strong>el</strong>ante de los traidores y la intervención annada, sabéis mejor quenadie que ya no hay otro camino para llegar <strong>al</strong> poder que <strong>el</strong> senderoleg<strong>al</strong>.Por eso hoy la República se regocija, pues ve que recibís <strong>el</strong> poder,no por la ley de la fuerza, sino por la fuerza de la ley.Cuando ha venido a ocupar la presidencia uno de esos caudillosque se abren paso hasta <strong>el</strong>la con <strong>el</strong> filo de su espada, se ha presentadomanchado de sangre y acompañado de los ayes de sus víctimas; perocuando se llega por <strong>el</strong> voto solemne y pacífico d<strong>el</strong> pueblo, acompañan<strong>al</strong> <strong>el</strong>ecto las bendiciones de sus conciudadanos. El primero se presentaen p<strong>al</strong>acio como en un campamento; <strong>el</strong> segundo como en un templo.Ante este espectáculo, ante esta manifestación solemne d<strong>el</strong> votode la República, ¿qué pueden v<strong>al</strong>er las reb<strong>el</strong>iones? ¿qué pueden durar,si <strong>el</strong> soplo de la voluntad nacion<strong>al</strong> las desvanecerá como si fueran fantásticascreaciones de la bruma?El m<strong>al</strong>, que ha de luchar siempre hasta <strong>el</strong> último momento contra<strong>el</strong> bien, se levanta hoy en la fonna de reb<strong>el</strong>ión, reb<strong>el</strong>ión que nopuede llamarse revolucionaria, porque no proclama ninguna idea deredención, ninguna emancipación, ningún sacrificio; reb<strong>el</strong>ión que tansólo pide <strong>el</strong> sillón presidenci<strong>al</strong>, quitando todo lo que estorba en <strong>el</strong> camino:<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, la Suprema Corte, la Constitución misma; reb<strong>el</strong>iónque encabeza un antiguo caudillo, tanto más culpable, cuanto más <strong>al</strong>tolo había levantado la República en su estimación y en su gloria.En situación tan grave, ciudadano presidente, vais a comenzarvuestra nueva administración y con razón decís que nuestro primeroy más urgente cuidado debe ser <strong>el</strong> restablecimiento de la paz. El <strong>Congreso</strong>espera que este bien se consiga pronto. El <strong>Congreso</strong> ha visto <strong>el</strong>302


33 1nformes y manifiestos,t. n, pp. 64·68.buen sentido de toda la nación, pues concluida la lucha <strong>el</strong>ector<strong>al</strong>, todoslos Estados aceptan <strong>el</strong> resultado, con excepci6n de los reb<strong>el</strong>des de NuevoLeón y Oaxaca, quienes no encuentran eco sino <strong>entre</strong> los ocupadoresde conductas y los as<strong>al</strong>tantes de caminos de fierro.El <strong>Congreso</strong>, que no ha podido menos de ver con inquietud esarevu<strong>el</strong>ta, está autorizando <strong>al</strong> Ejecutivo para que, armado suficientementede facultades, pueda terminar en corto tiempo ese motín, llamadoya con razón la última de nuestras revoluciones.El fin de la guerra llegará, estableceréis la paz, y entonces tendréistodavía que llenar un deber más importante: dotar a la República deuna sólida y sencilla administración. El <strong>Congreso</strong> sin duda tomará partemuy activa en tan grandiosa tarea, pues la paz no será posible, ymenos la f<strong>el</strong>icidad de nuestra patria, sino cuando los presupuestos deegresos y de ingresos se hayan equilibrado, nuestro crédito se haya restablecido,nuestro territorio esté cruzado por ferrocarriles, y todos losramos administrativos puedan funcionar sin trabas dentro de la órbitade la ley. Cumplir esto es <strong>el</strong> sagrado compromiso que habéis contraído,y <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> ha oído con gran satisfacción que demandáis la cooperaciónde todos los mexicanos, comprendiendo que sois no <strong>el</strong> jefe deun partido, sino <strong>el</strong> presidente de la República.Habéis consumado la Reforma, y en <strong>el</strong>la habéis regenerado la partemor<strong>al</strong> de la nación; habéis sostenido la segunda guerra de Independencia,haciendo triunfar nuestras ideas republicanas y s<strong>al</strong>vando <strong>el</strong> honormexicano: ahora coronad vuestra obra; robusteced <strong>el</strong> cuerpo de laRepública con las medidas administrativas que sean necesarias paradarle fuerza, y entonces, poniendo por base instituciones sabias, podrála nación levantar sobre cimientos seguros <strong>el</strong> templo de la paz.Ciudadano presidente: <strong>el</strong> pueblo mexicano, c<strong>el</strong>oso d<strong>el</strong> afianzamientode su tranquilidad, fuente de las prosperidades públicas, os hadesignado nuevamente como <strong>el</strong> primero de sus mandatarios, creyendoasí <strong>al</strong>ejar las eventu<strong>al</strong>idades de trastorno, y dando un merecido premioa las <strong>al</strong>tas virtudes que en los días de conflicto para la patria habéismanifestado, luchando v<strong>al</strong>erosa y f<strong>el</strong>izmente contra todos sus enemigos.La protesta que ante <strong>el</strong> primer cuerpo d<strong>el</strong> Estado acabáis de prestar,apoyada en vuestros muy honrosos antecedentes, es para la Repúblicauna garantía segura de que, poniendo en juego <strong>el</strong> caud<strong>al</strong> de vuestraexperiencia y de vuestro prestigio, sabréis en poco tiempo colocarlaen <strong>el</strong> camino de la prosperidad y d<strong>el</strong> bienestar. Hacedlo así, ciudadanopresidente, y h<strong>al</strong>laréis por recompensa la gratitud d<strong>el</strong> pueblo mexicano,y un recuerdo imperecedero en nuestra historia. 83 303


DISCURSO PRONUNCIADO POR EL PRESIDENTEDE LA REPUBLICA EN LA CLAUSURA DEL PRIMERPERIODO DE SESIONES DEL SEXTO CONGRESOCiudadanos diputados:15 de diciembre de 1871.Al cerrar su primer periodo de sesiones <strong>el</strong> sexto <strong>Congreso</strong> constitucion<strong>al</strong>'puede lisonjearse con la idea de que, supuestas las dificultadesde la presente crisis, ha hecho cuanto podía esperarse de sus patrióticosesfuerzos. En primer lugar, con la <strong>el</strong>ección de presidente de la República,dio término leg<strong>al</strong> a la contienda política que se agitaba en <strong>el</strong> país,y que ya nadie ha podido renovar sin reb<strong>el</strong>arse contra las instituciones.En seguida, habéis discutido y confirmado la suspensión de garantíasacordada por <strong>el</strong> Ejecutivo en vista de lo extraordinario y difícil d<strong>el</strong>as circunstancias, autorizándolo, además, con amplitud, en los ramosde Guerra y de Hacienda. Agradecido a esa confianza y en cumplimientode mis deberes como gobernante constitucion<strong>al</strong>, os protesto queusaré de las facultades con que me habéis investido, sólo en lo rigurosamenteindispensable y por <strong>el</strong> tiempo preciso para restablecer <strong>el</strong> imperiode la ley, desprendiéndome de <strong>el</strong>las, o no ejerciendo <strong>al</strong>gunas, como lohe hecho en otras ocasiones, aun cuando la autorización de usarlas seencontrare vigente.Por último, habéis decretado <strong>el</strong> código pen<strong>al</strong> y autorizado <strong>al</strong> Ejecutivopara poner en vigor provision<strong>al</strong>mente los de procedimientos enmateria civil y crimin<strong>al</strong>, para este Distrito y la Baja C<strong>al</strong>ifornia. Consemejantes medidas se ha facilitado una gran mejora en <strong>el</strong> orden mor<strong>al</strong>:la sustitución inmediata de una legislación clara y metódica, acomodadaen todo a las necesidades de la época, en vez de otra más omenos vaga y complicada o en pugna con los principios de la civilizaciónmoderna. De esperar es que esos nuevos cuerpos de legislación para<strong>el</strong> Distrito sean imitados o adoptados íntegramente por diversos Estadosde la federación, como ha sucedido ya con <strong>el</strong> código civil, yentonces la mejora a que tan cuerdamente habéis dado vuestra sanción,vendrá a ser de un interés gener<strong>al</strong> para la República. Aunque no fueramás que por ese acto legislativo, <strong>el</strong> buen nombre d<strong>el</strong> sexto <strong>Congreso</strong>constitucion<strong>al</strong> estaría ya asegurado en nuestros an<strong>al</strong>es parlamentarios.Mientras que descanséis tempor<strong>al</strong>mente de vuestras tareas, <strong>el</strong> Ejecutivoagotará sus esfuerzos por apagar <strong>el</strong> fuego de la reb<strong>el</strong>ión que amenazadestruir <strong>el</strong> orden leg<strong>al</strong> y con él todas las esperanzas de nuestropueblo. Para <strong>el</strong> pronto restablecimiento de la paz no me bastarían las304


facultades que habéis tenido a bien conferirme, si no contara, comocuento por fortuna, con la cooperación d<strong>el</strong> pueblo en gener<strong>al</strong>, que cadadía comprende mejor sus intereses, vinculados en las instituciones yamenazados de muerte por la guerra civil. Poner a ésta un fin prontoy radic<strong>al</strong>, es cuanto puede desearse por ahora; y para conseguirlo, esperome ayuden vuestros consejos, lo mismo que los de todo mexicanoamante de la independencia, <strong>el</strong> honor y la f<strong>el</strong>icidad de su patria.RESPUESTA DEL PRESIDENTE DEL CONGRESO,LICENCIADO DON ALFREDO CHAVEROCiudadano presidente:Al clausurar su primer periodo de sesiones <strong>el</strong> sexto <strong>Congreso</strong> constitucion<strong>al</strong>,puede estar satisfecho de que ha cumplido con deberes importantes,resolviendo las graves cuestiones políticas que recibió <strong>al</strong> abrirsus trabajos, como una herencia d<strong>el</strong> último periodo <strong>el</strong>ector<strong>al</strong> que tantohabía conmovido a la nación. La revisión de sus poderes debía ocuparlarga y concienzudamente a los ciudadanos diputados, y debía tambiénocuparlos con no menos empeño la <strong>el</strong>ección presidenci<strong>al</strong>, de cuyo resultadoestaban pendientes todos los mexicanos, pues él debía ser la continuaciónd<strong>el</strong> régimen leg<strong>al</strong> o <strong>el</strong> principio de la anarquía. La soluciónde cuestión tan importante, si bien afirmó la tradición constitucion<strong>al</strong>,fue motivo para que los descontentos empuñaran la bandera de la reb<strong>el</strong>ión.El <strong>Congreso</strong>, cuidadoso siempre de dictar cuantas medidas seannecesarias para restablecer la paz, que es uno de los más grandes bienesde los pueblos, se ocupó en una discusión extensa y razonada de conceder<strong>al</strong> Ejecutivo facultades amplias en los ramos de Guerra y Hacienda,y de aprobar la suspensión de garantías para robustecer de estamanera la fuerza encargada por nuestra Carta fundament<strong>al</strong> de conservarla tranquilidad y cuidar directamente d<strong>el</strong> bienestar de la República.Negocios tan graves han debido discutirse con toda amplitud, yhan debido, por 10 mismo, llenar casi completamente <strong>el</strong> periodo quehoy concluye. El <strong>Congreso</strong>, sin embargo, ha encontrado tiempo paraocuparse no sólo de <strong>al</strong>gunas mejoras para los Estados y de <strong>al</strong>gunos asuntosde particulares, sino que ha podido decretar <strong>el</strong> código pen<strong>al</strong>, queuna comisión de distinguidos abogados, nombrados por <strong>el</strong> Ejecutivo,redactó para que rigiera en <strong>el</strong> Distrito y Territorio de la Baja C<strong>al</strong>iforniapor 10 que respecta a los d<strong>el</strong>itos comunes, y en toda la Repúblicapor lo que respecta a los d<strong>el</strong>itos contra la federación.305


Nadie puede desconocer <strong>el</strong> gran bien que se ha hecho <strong>al</strong> país coneste decreto, así como nadie ha desconocido <strong>el</strong> servicio importante quese le hizo con la promulgación d<strong>el</strong> código civil, que ha venido a ser l<strong>al</strong>ey gener<strong>al</strong>, porque ya gran número de Estados lo han adoptado. Puestodavía es de más interés <strong>el</strong> código pen<strong>al</strong>, porque si bien las leyes civilesque antes nos regían eran anticuadas, también es cierto que despuésd<strong>el</strong> derecho romano, poco ha habido que ad<strong>el</strong>antar en jurisprudenciacivil, pero no ha sucedido así en <strong>el</strong> derecho pen<strong>al</strong>, que ha sufrido siempr<strong>el</strong>a influencia bienhechora de los ad<strong>el</strong>antamientos soci<strong>al</strong>es; así esque era un absurdo incomprensible que en <strong>el</strong> siglo XIX todavía nos rigiesenen materia crimin<strong>al</strong> leyes dadas en la Edad Media y redactadasbajo las ideas d<strong>el</strong> fanatismo y diferencia de clases que dominaban enaqu<strong>el</strong>la época, que fue en todo una especie de caos en que se preparab<strong>al</strong>a gestación de la moderna civilización; leyes, por lo mismo, en su mayorparte inaplicables, y que daban lugar <strong>al</strong> arbitrio d<strong>el</strong> juez, siemprep<strong>el</strong>igroso; leyes que se han estado hennanando con la progresista instituciónde los jurados, cuya resolución siempre inspirada en las ideas d<strong>el</strong>a época, ha tenido que interpretarse confonne a disposiciones dadaspor <strong>el</strong> Rey don Alfonso <strong>el</strong> Sabio, a principios d<strong>el</strong> siglo xm.Bastan estas ligeras consideraciones para que se comprenda que<strong>el</strong> sexto <strong>Congreso</strong> constitucion<strong>al</strong> ha inaugurado de una manera dignay bienhechora sus trabajos, siempre en <strong>el</strong> camino d<strong>el</strong> progreso.Pero, además, como la experiencia ha demostrado las serias dificultadesque produce la f<strong>al</strong>ta de procedimientos análogos a las ideasde los códigos, este <strong>Congreso</strong>, queriendo completar su obra, ha auto~rizado <strong>al</strong> Ejecutivo para que ponga en vigor las leyes respectivas queya se están redactando. Con esto, ciudadano presidente, habremos conseguidomejorar en mucho nuestra administración de justicia, que esuno de los ramos más importantes, puesto que es <strong>el</strong> que más de cercainteresa a las personas y bienes de los habitantes de la República.La nación debe esperar que sus representantes, animados siemprede rectas intenciones, continúen procurando su bien en los próximosperiodos de sesiones. El <strong>Congreso</strong> espera dedicarse en <strong>el</strong> próximo abrila tareas tan benéficas, sin que le preocupen ya disturbios políticos, puesse promete que <strong>el</strong> Ejecutivo, annado ya de facultades suficientes,haya conquistado para entonces la paz, y se presente a <strong>entre</strong>gar a la<strong>Cámara</strong> las facultades que le ha concedido, y <strong>al</strong> pueblo las garantíasque ha sido preciso suspender. 84I~ Informes y manifiestos,t. n, pp. 68­70.306


DISCURSO PRONUNCIADO POR EL PRESIDENTEDE LA REPUBLICA AL ABRIR EL SEXTO CONGRESOEL SEGUNDO PERIODO DEL PRIMERA~O DE SESIONES ORDINARIASCiudadanos diputados:10. de abril de 1872.Al cerrar sus sesiones <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> en 15 de diciembre último, lareb<strong>el</strong>ión se mostraba imponente, amenazadora en varios Estados d<strong>el</strong>a República, contando con fuerzas y <strong>el</strong>ementos que la nación habíaconfiado a la le<strong>al</strong>tad de sus caudillos y defensores. Ninguna otra sublevacióncontra las instituciones, después d<strong>el</strong> triunfo de éstas sobre susenemigoS' interiores y exteriores, se había <strong>al</strong>zado con proporciones tanterribles enfrente d<strong>el</strong> gobierno leg<strong>al</strong>. Así lo comprendisteis sin duda<strong>al</strong>guna; y para afrontar una situación tan p<strong>el</strong>igrosa, convinisteis en ap<strong>el</strong>ar<strong>al</strong> remedio que previene la Constitución, invistiendo <strong>al</strong> Ejecutivo defacultades amplias en los ramos de Hacienda y Guerra. Merced <strong>al</strong> usoprudente de esas facultades, a la le<strong>al</strong>tad y bravura de las tropas d<strong>el</strong>gobierno, y sobre todo, con <strong>el</strong> auxilio d<strong>el</strong> buen sentido nacion<strong>al</strong>, la reb<strong>el</strong>iónha sido vencida enteramente, sin que pueda ya temerse un cambioque dé por resultado su funesto predominio. Primero en Oaxacay últimamente en Zacatecas, se han <strong>al</strong>canzado victorias que, en uniónde otras ventajas adquiridas en <strong>el</strong> terreno militar, echaron por tierr<strong>al</strong>os proyectos de los revoltosos. De antemano estaban condenados porla opinión d<strong>el</strong> país, cuyos deseos se rev<strong>el</strong>an cada día más claramenteen favor de la paz y <strong>el</strong> orden, bajo las sombras de las instituciones queél mismo ha adoptado.Mas si es indudable <strong>el</strong> triunfo obtenido sobre la sedición, aún estápor lograrse la pacificación completa de nuestro extenso territorio, retardándoseeste bien inapreciable, a causa de haberse dividido y <strong>al</strong>ejado,después de su derrota en Oaxaca y Zacatecas, los restos de lasfuerzas con que contaban los sublevados, lo cu<strong>al</strong> hace necesario perseguirloshasta enormes distancias. Lo es también destruir los <strong>el</strong>ementos,hoy ya dispersos, que la reb<strong>el</strong>ión había creado en Sin<strong>al</strong>oa, los que aúnsubsisten en la frontera d<strong>el</strong> Norte y en la Sierra de Puebla, y reducir<strong>al</strong> orden a los descontentos que últimamente se han sublevado en Yucatán.Agrégase a todo esto una dificultad, quizá la más ardua y espinosa:la de exterminar las numerosas gavillas de forajidos que, conpretexto de reb<strong>el</strong>ión política, merodean en varios Estados, obstruyendolas comunicaciones y poniendo f'pill'ita <strong>al</strong>arma <strong>al</strong> comercio, a la industriay a todo ciudadano, que ve ameJJ.17adas su propiedad y su vidapor tan funestos crimin<strong>al</strong>es. Para <strong>al</strong>canzar <strong>el</strong> restablecimiento de la307


paz y la seguridad deseadas, <strong>el</strong> Ejecutivo cree necesario continuar en<strong>el</strong> ejercicio de las facultades con que lo habéis investido y que se prorrogu<strong>el</strong>a suspensión de garantías decretada en lo. de diciembre d<strong>el</strong> añopróximo pasado. Sólo estrechado por la convicción de que esto es indispensablepara <strong>el</strong> logro de tan importantes fines, deja de obrar comolo ha hecho en otras ocasiones, desprendiéndose de las facultades quese le han confiado, en <strong>el</strong> momento mismo de empezar las <strong>al</strong>tas funcionesd<strong>el</strong> cuerpo legislativo; y bien a pesar suyo solicitará, por <strong>el</strong> ministeriorespectivo, la prórroga de que antes hice [mención]Sobre <strong>el</strong> uso que hasta ahora se ha hecho de las referidas facultades,baste decir que en <strong>el</strong> ramo de Guerra ha sido <strong>el</strong> indispensablepara lograr la destrucción de los planes enemigos, contándose <strong>entre</strong> lasmedidas princip<strong>al</strong>es a que ha sido preciso ap<strong>el</strong>ar, las de declarar enestado de sitio <strong>al</strong>gunos Estados de la República. Así se ha procedidoc1,lando las circunstancias lo han demandado imperiosamente, y en varioscasos, a solicitud de los mismos ciudadanos, o de <strong>el</strong>los y las autoridadesd<strong>el</strong> Estado objeto de semejante declaración. Ni por unmomento pretenderá <strong>el</strong> Ejecutivo prolongar esa situación anóm<strong>al</strong>a de<strong>al</strong>gunas partes integrantes de la federación, y antes bien la hará cesarluego que las necesidades de la guerra ya no las reclamaren como <strong>al</strong>principio, siendo precisamente ésta la conducta que acaba de observaren <strong>el</strong> Estado de Aguasc<strong>al</strong>ientes. La misma regla ha de seguirse con <strong>el</strong>penoso <strong>sistema</strong> de reclutamiento a que ha sido inevitable recurrir porla f<strong>al</strong>ta absoluta de otro más equitativo y eficaz, cuyo establecimientoha procurado <strong>el</strong> Ejecutivo en épocas anteriores. Tan presto como termin<strong>el</strong>a dolorosa necesidad de emplear la leva, dejará de usarse y quedarárigurosamente prohibida a la manera que ya se ha ordenado para<strong>el</strong> Distrito Feder<strong>al</strong>.En <strong>el</strong> departamento de Hacienda se ha evitado, <strong>al</strong> ejercer las facultadesde que me ocupo, toda contribución extraordinaria, préstamoforzoso o cu<strong>al</strong>quiera otra exacción que pudiera lastimar a nuestro pueblo,tan empobrecido por la guerra, o a nuestra industria y comercio,abatidos por la misma causa, y sin embargo, se han proporcionado losrecursos necesarios para la activa campaña sostenida contra los revoltosos,c<strong>el</strong>ebrando <strong>al</strong> efecto <strong>al</strong>gunos contratos que, sin ser gravosos para <strong>el</strong>erario, han dado solución equitativa a varias cuestiones pendientes. Aunqueno ha llegado <strong>el</strong> tiempo de dar cuenta d<strong>el</strong> uso hecho de las facultadesextraordinarias, <strong>el</strong> secretario de Hacienda os enterará desde ahorade los contratos a que me refiero. El mismo secretario ha autorizadootras disposiciones de interés gener<strong>al</strong> para <strong>el</strong> comercio d<strong>el</strong> país, comotambién varias refonnas d<strong>el</strong> <strong>sistema</strong> tributario en este Distrito, cuyasprovidencias se han dictado en uso de las autorizaciones que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>concedió <strong>al</strong> Ejecutivo.La pacificación y <strong>el</strong> restablecimiento de la seguridad en toda la308


República, será <strong>el</strong> fin a que <strong>el</strong> Ejecutivo continúe dedicando sus princip<strong>al</strong>esesfuerzos, porque abriga la convicción más profunda de quesin completa paz y una absoluta confianza en la estabilidad d<strong>el</strong> gobiernoy las instituciones, es un d<strong>el</strong>irio pensar en <strong>el</strong> progreso d<strong>el</strong> país, y r<strong>el</strong>ativamentede poca utilidad promover sus mejoras materi<strong>al</strong>es; puesque sólo podrán <strong>al</strong>canzarse en reducida esc<strong>al</strong>a y siempre sujetas a unaduración efímera. Mas no por eso ha descuidado ni descuidará <strong>el</strong> Ejecutivo,en lo que de él dependa, la promoción de t<strong>al</strong>es mejoras, si bienlibrando su esperanza de buen éxito en la base indispensable de la paz,que es la que únicamente puede asegurarlas; así como para hacerlas <strong>el</strong>fundamento de la prosperidad pública, será siempre necesario unir con<strong>el</strong>las la gran mejora mor<strong>al</strong> de nuestro pueblo por medio de la educación,que le haga saber aprovechar sus <strong>al</strong>tos derechos y cumplir los deberesque le incumben.Además de esos remedios tan conocidos para curar radic<strong>al</strong>mentetoda tendencia a la anarquía, cree <strong>el</strong> Ejecutivo que debe sin tardanzaprocederse a perfeccionar nuestras instituciones, aprovechando las leccionesde la experiencia ajena y de la propia. Esto se conseguirá con<strong>al</strong>gunas reformas a la Constitución, hoy ya deseadas por sus más sincerosy entendidos partidarios. Con <strong>el</strong>las se evitarán muchas de lasfrecuentes colisiones que ocurren <strong>entre</strong> los poderes feder<strong>al</strong>es o <strong>entre</strong> losque rigen a los Estados, precaviéndose otros p<strong>el</strong>igros que ya hemosvisto amenazar la paz de la República. Entre las reformas a que <strong>al</strong>udo,figura en primer término la creación de un senado, que modere y perfeccion<strong>el</strong>a acción legislativa, constituyendo, además, <strong>el</strong> gran tribun<strong>al</strong>para los d<strong>el</strong>itos ofici<strong>al</strong>es de los <strong>al</strong>tos funcionarios. Sería también de desearque se le encomendara resolver las diferencias que se suscitan <strong>entre</strong>los poderes de los Estados, y que por f<strong>al</strong>ta de autoridad competenteque las decida, ponen en p<strong>el</strong>igro la paz gener<strong>al</strong> de la nación.No es de menor importancia la <strong>al</strong>teración d<strong>el</strong> modo con que hayade sustituirse <strong>al</strong> presidente de la República, adoptándose <strong>el</strong> que, a l<strong>al</strong>uz de la experiencia, se juzgue más a propósito para evitar en cu<strong>al</strong>quieraeventu<strong>al</strong>idad la acef<strong>al</strong>ía de la nación y para asegurar sólidamentesu tranquilidad futura.Convencido de lo interesante de estas reformas para <strong>el</strong> porvenirde México, <strong>el</strong> Ejecutivo no puede menos que recomendaros que os ocupéisde discutirlas en este periodo de sesiones, sin dejar por eso deatender a los objetos que de preferencia designa para él la Constitución,y a <strong>al</strong>gún asunto de otro género que, por su importancia nadacomún, merezca vuestra atención inmediata. La nación espera confiadamentede vuestro patriotismo, que sabréis aprovechar <strong>el</strong> breve términode sesiones que hoy se inaugura, en atender a sus necesidades másurgentes.Antes de concluir, debo manifestaros que otro negocio de grave309


interés ha tenido ya una solución de lo más satisfactoria. Me refiero <strong>al</strong>a negociación entablada por la compañía de la Baja C<strong>al</strong>ifornia, conmotivo de haberse declarado caduca la concesión en que apoya sus títulos.Este incidente, que se creyó por <strong>al</strong>gunos iba a envolvemos en unadiscusión internacion<strong>al</strong>, queda terminado, renunciando la compañía atodo derecho de reclamar por dicha declaración, y aun a la propiedadde cierta porción de terrenos que la concesión le aseguraba para <strong>el</strong>evento mismo de que aquélla caducase; todo en virtud de compensacionesque no perjudican ni pueden comprometer los intereses nacion<strong>al</strong>es.Este arreglo, de que os dará cuenta <strong>el</strong> secretario d<strong>el</strong> ramo, sirvede garantía de que por ese lado, lo mismo que por cu<strong>al</strong>quiera otro, nohay temor de que se <strong>al</strong>teren nuestras <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> amistosas con la Repúblicavecina. F<strong>el</strong>izmente tampoco existe ese p<strong>el</strong>igro respecto a las otraspotencias con quienes ya sabéis hemos vu<strong>el</strong>to a cultivar <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> diplomáticas.Para conservar la situación favorable que en éste y los demás puntosya <strong>al</strong>udidos comienza a disfrutar <strong>el</strong> país, remediando los m<strong>al</strong>es queaún lo aquejan, <strong>el</strong> Ejecutivo descansa en que no f<strong>al</strong>tará vuestra cooperacióneficaz e indispensable. Todo le hace esperar que se la concederéistan franca y tan completa como lo exige <strong>el</strong> bien de la nación, yespeci<strong>al</strong>mente <strong>el</strong> crédito de nuestras libres instituciones.CONTESTACION DE GUILLERMO VALLE,PRESIDENTE DEL CONGRESOCiudadano presidente de la República:Los representantes que en <strong>el</strong> sexto <strong>Congreso</strong> constitucion<strong>al</strong> comienzanhoy <strong>el</strong> segundo periodo de sus sesiones ordinarias, han oídocon interés la manifestación que ha hecho <strong>el</strong> Ejecutivo de sus importantestrabajos en la muy difícil época que acaba de pasar.Cuando creíamos que ya habían desaparecido para siempre esosdías terribles que tanto han pesado sobre los destinos de la patria, haciendomuy sensible su historia, y que <strong>el</strong> pueblo y <strong>el</strong> gobierno ya nose ocuparían sino en sostener y conservar la majestad de la nación, sobreponiéndosea las pasiones de los partidos para no lastimar una heridano bien cicatrizada, volvió a encenderse la desastrosa guerra civil, amenazandohacerse interminable; pero por fortuna la acción muy eficazd<strong>el</strong> Ejecutivo, apoyada con toda oportunidad por <strong>el</strong> buen sentido nacion<strong>al</strong>,ha logrado que, no obstante los grandes <strong>el</strong>ementos con que contab<strong>al</strong>a reb<strong>el</strong>ión, ésta concluya casi en su tot<strong>al</strong>idad por los triunfos adquiridos,primero en Oaxaca y después en Za\ltecas.A esto han contribuido notablemente los esfuerzos de los Estados,310


que han dado pruebas clarísimas de su firme resolución en sostener <strong>al</strong>os POderes feder<strong>al</strong>es.No podría, pues, desearse más en la parte que llamaremos militar,en la que los jefes y soldados le<strong>al</strong>es han prestado un servicio de sumaentidad para <strong>el</strong> orden constitucion<strong>al</strong> de la República.El <strong>Congreso</strong>, <strong>al</strong> dar un voto de confianza <strong>al</strong> Ejecutivo, invistiéndolode amplísimas facultades en los ramos de Guerra y Hacienda, hizoese grande sacrificio porque lo consideró absolutamente indispensablecuando la paz pública fue turbada en varios Estados; y cuando,aprovechándose de las dificultades que por este motivo se le presentaban<strong>al</strong> gobierno, para poder obrar con toda energía y cuidado en favorde la seguridad de las vidas y de las propiedades de los ciudadanos, <strong>el</strong>vand<strong>al</strong>ismo y <strong>el</strong> plagio crecieron a t<strong>al</strong> grado, que los s<strong>al</strong>teadores formarontambién por su parte bandas establecidas en los caminos, lasque por desgracia existen todavía en gran número.Si <strong>al</strong>gunas de las garantías consignadas y reconocidas por nuestraConstitución han sido suspensas, a causa d<strong>el</strong> estado excepcion<strong>al</strong> creadosolamente bajo <strong>el</strong> peso de las circunstancias gravísiroas producidas porlos trastornadores d<strong>el</strong> orden público, se ha procurado, hasta donde hasido posible, conciliar <strong>el</strong> respeto debido a estos derechos, con la limitaciónque de <strong>el</strong>los permite la ley en casos como <strong>el</strong> presente. Si se hacoartado, hasta cierto punto, la libertad d<strong>el</strong> trabajo person<strong>al</strong>, permitiendo<strong>el</strong> reclutamiento forzado, debe comprenderse que esto es debidoa la f<strong>al</strong>ta de otro arbitrio que en la actu<strong>al</strong>idad sea más a propósitopara cubrir las bajas d<strong>el</strong> ejército. El <strong>Congreso</strong> confía en que este <strong>sistema</strong>,penoso por los m<strong>al</strong>es inc<strong>al</strong>culables que causa a la clase menesterosad<strong>el</strong> pueblo, la que por ser más desv<strong>al</strong>ida, es digna de toda consideración,quedará abolido para siempre, estableciendo a la vez <strong>el</strong> quesea adecuado a nuestras sabias y liber<strong>al</strong>es instituciones; por lo que seocupará cuidadosamente de fijar las bases sobre las cu<strong>al</strong>es se haga enlo sucesivo la recluta de los cuerpos.El uso que se ha hecho de esas facultades está a la vista de todos,y ciertamente la opinión lo juzgará, declarando que ese poder temibleno se ha convertido en un instrumento para atacar los derechos y losintereses legítimos. La representación nacion<strong>al</strong> reconoce esta conductad<strong>el</strong> Ejecutivo.El <strong>Congreso</strong> espera que la paz y la seguridad sean restablecidascompletamente hasta en los últimos confines de la República, consiguiéndoseque las asonadas, como la reciente de Yucatán, se reprimanen breve tiempo.Los ciudadanos diputados cooperarán con la mejor voluntad par<strong>al</strong>lenar ese deber sagrado dentro de la órbita regular de sus atribucionesconstitucion<strong>al</strong>es, poniendo por su parte los medios más conformes <strong>al</strong>as conveniencias y necesidades públicas.311


Cuando <strong>el</strong> Ejecutivo dé cuenta en <strong>el</strong> tiempo determinado por l<strong>al</strong>ey, con los contratos que ha c<strong>el</strong>ebrado para atender a las exigenciasde la guerra, con las disposiciones gener<strong>al</strong>es que ha dictado, y con todossus actos, emanados de las facultades extraordinarias, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>prestará su apoyo a todo lo que esté conforme con los deseos de la naci6ny quede demostrado en las discusiones como de una re<strong>al</strong> y positivaconveniencia.Como nuestro c6digo fundament<strong>al</strong> manda que en las sesiones deeste periodo se ocupe la representación nacion<strong>al</strong> de la revisi6n de lacuenta d<strong>el</strong> año fisc<strong>al</strong> pasado, y de la discusi6n y aprobación de lospresupuestos de ingresos y egresos para <strong>el</strong> venidero, así lo harán los ciudadanosdiputados, dedicando preferentemente a este grave objeto susluces y saber, habiendo desaparecido de la República la desconsoladoraguerra que robaba <strong>el</strong> precioso tiempo de los trabajos legislativos. Examinaráncon empeño lo que sobre este punto haya preparado en <strong>el</strong>receso la comisión respectiva constitucion<strong>al</strong>, para que la administraci6ncubra sus gastos con cuanta regularidad sea posible. La empresaes ardua y difícil; pero no por eso debe abandonarse con des<strong>al</strong>iento,sino tener presentes las ideas de aumento o disminuci6n indispensables,oyendo lo que se proponga en los diversos ramos, sin desatender lo quesea más necesario y urgente, pero haciendo introducir a la vez las economíasmás convenientes.Con la consolidaci6n de la paz y d<strong>el</strong> orden público, se puede nos6lo conseguir este resultado, como uno de los más importantes d<strong>el</strong> sis~tema representativo, sino también <strong>el</strong> de que <strong>el</strong> pueblo y <strong>el</strong> gobiernose ocupen de re<strong>al</strong>izar en toda su extensi6n nuestros principios democráticos.El <strong>Congreso</strong> por su parte pondrá en ejercicio toda su acción, paraprocurar que sean una verdad práctica las instituciones que nos rigen.Se encargará, por lo mismo, de discutir y resolver razonadamente lasreformas a la Constituci6n, indicadas en <strong>el</strong> mensaje d<strong>el</strong> Ejecutivo, sobre<strong>al</strong>gunas de las cu<strong>al</strong>es los representantes en <strong>el</strong> anterior <strong>Congreso</strong> condilatados y concienzudos debates, ad<strong>el</strong>antaron demasiado en materiatan difícil y de tanta influencia para <strong>el</strong> porvenir y tranquilidad de laRepública.La solución favorable que manifiesta <strong>el</strong> Ejecutivo se ha dado <strong>al</strong>incidente de la negociación entablada por la compañía de la Baja C<strong>al</strong>ifornia,será examinada por <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> cuando se le comunique enlos términos form<strong>al</strong>es, y hará las apreciaciones correspondientes despuésde estudiar todos los antecedentes, y de conocer la manera conque se ha dado fin a esa cuesti6n, c<strong>el</strong>ebrando que se haya desvanecidotodo temor de grave complicaci6n con una potencia amiga.Igu<strong>al</strong>mente mira la representación nacion<strong>al</strong> con positiva satisfacción,que no existe motivo ni p<strong>el</strong>igro <strong>al</strong>guno de que se <strong>al</strong>tere nuestra312


85 Informes y manifiestos,t. n, pp. 70­75.buena amistad con las otras potencias con quienes se han establecidonuevas <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> diplomáticas.Es también muy grato <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> haber oído d<strong>el</strong> ciudadano presidentede la República, que no obstante que las atenciones de la guerrademandan prolijamente su dedicación, no por eso olvida que tiene <strong>el</strong>deber imprescindible de v<strong>el</strong>ar por la educación y ad<strong>el</strong>antos d<strong>el</strong> pueblo,proporcionándole los <strong>el</strong>ementos precisos para su ilustración, y desarrollandolas mejoras materi<strong>al</strong>es, que forman en gran parte <strong>el</strong> progresoy prosperidad de las naciones.Nada ya de ideas abstractas y de puras teorías, en cuyo terrenoafortunadamente hemos ad<strong>el</strong>antado hasta donde puede llegar cu<strong>al</strong>quieranación d<strong>el</strong> globo.Ahora lo que necesitamos son hechos prácticos: niv<strong>el</strong>aci6n d<strong>el</strong> presupuesto;mejoras materi<strong>al</strong>es; represi6n d<strong>el</strong> bandidaje; seguridad en loscaminos; protección especi<strong>al</strong> a las vías férreas, y esto nos traerá, comopor encanto, la inmigración.Establecidos como lo están en nuestro país los t<strong>el</strong>égrafos, unidouno de <strong>el</strong>los a otro de los Estados Unidos, para comunicamos con todo<strong>el</strong> mundo; y concluido, como lo estará próximamente, <strong>el</strong> camino dehierro de esta capit<strong>al</strong> <strong>al</strong> puerto de Veracruz, ya pueden los inmigrantesbuscar en nuestro su<strong>el</strong>o, junto a la dulzura de su clima, los tesorosvírgenes que encierra.Se crearán entonces muchos intereses; la propiedad aumentará;nuestra exportación será no s610 de met<strong>al</strong>es, sino de toda clase de productos;la agricultura y <strong>el</strong> comercio se levantarán con <strong>el</strong> aumento deconsumo, y la paz, la deseada paz, será permanente, habiendo encontradoocupación honesta todos los ciudadanos de la República.Esto, ciudadano presidente, es re<strong>al</strong>mente lo que ansiamos los mexicanos,y lo lograremos si la experiencia de las desgracias pasadas noshace unir a todos con un mismo vínculo, <strong>el</strong> d<strong>el</strong> patriotismo, terminandopara siempre las discordias civiles. 8sDISCURSO DEL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA ALCLAUSURARSE EL SEGUNDO PERIODO DEL PRIMERAÑO DE SESIONES ORDINARIAS, DEL SEXTO CONGRESOCiudadanos diputados:31 de mayo de 1872.En <strong>el</strong> periodo de sesiones que hoy termina, habéis expedido leyesde la más <strong>al</strong>ta importancia para la República. En primer lugar disteis313


sanción a la suspensión de garantías individu<strong>al</strong>es que <strong>el</strong> Ejecutivo acordópara un nuevo término por creerlo indispensable a la pacificaciónd<strong>el</strong> país; y acordasteis la continuación de las facultades extraordinariascon que lo habíais investido en los ramos de Guerra y Hacienda.En seguida prolongasteis la vigencia de una ley cuyo rigor por desgraciaes todavía necesario, a fin de reprimir los abominables crímenesde plagio y de robo en despoblado o en cuadrilla.En medio de las arduas discusiones a que estos asuntos dieron margen,h<strong>al</strong>lasteis la manera de promover mejoras materi<strong>al</strong>es, de que lanación tanto necesita, reviviendo la discusión para abrir una ruta interoceánicapor <strong>el</strong> Istmo de Tehuantepec.Por último, cumpliendo con la Constitución, habéis determinadocuáles deben ser los presupuestos de ingresos y de gastos en <strong>el</strong> próximoaño fisc<strong>al</strong>, modificando <strong>al</strong> mismo tiempo <strong>al</strong>gunas de las leyes que <strong>el</strong>Ejecutivo, extraordinariamente facultado, expidió sobre importantesmaterias en <strong>el</strong> ramo de Hacienda.Ciertamente es de sentirse que os f<strong>al</strong>tara <strong>el</strong> tiempo para ocuparosen las reformas constitucion<strong>al</strong>es, cuyo grave asunto ya habíais acordadodiscutir; mas conociendo vuestro ilustrado patriotismo, no puede menosde esperarse que en las próximas sesiones dediquéis a esas reformasuna atención preferente. Acaso para entonces podáis hacerlo con mástranquilidad y c<strong>al</strong>ma, si la paz y <strong>el</strong> orden leg<strong>al</strong> reinan en toda la extensiónde la República. El Ejecutivo no perdonará esfuerzo <strong>al</strong>guno par<strong>al</strong>ograrlo, pues a más de ser <strong>el</strong> restablecimiento de la paz su princip<strong>al</strong>anh<strong>el</strong>o, desea corresponder a las reiteradas muestras de confianza qu<strong>el</strong>e habéis dado invistiéndolo de facultades que le permitan sobreponerse<strong>al</strong> espíritu de reb<strong>el</strong>ión y de anarquía.CONTESTACION DE JOSE HIGINIO NU~EZ,PRESIDENTE DEL CONGRESOCiudadano presidente:El <strong>Congreso</strong> ha escuchado con satisfacción los prop6sitos d<strong>el</strong> Ejecutivode afianzar la paz y <strong>el</strong> régimen leg<strong>al</strong> en la República. Esta estambién una de las más ardientes aspiraciones de los representantes d<strong>el</strong>pueblo, que haciéndose los intérpretes de una exigencia nacion<strong>al</strong>, hanotorgado <strong>al</strong> gobierno las facultades extraordinarias que éste ha consideradoconvenientes a la pacificaci6n d<strong>el</strong> país, y <strong>al</strong> afianzamiento d<strong>el</strong>as instituciones.Es de sentirse que <strong>el</strong> espíritu revolucionario y turbulento que todolo amenaza, haga indispensables estos sacrificios a los representantesde la nación; pero les tranquiliza la esperanza de que <strong>el</strong> gobierno se-314


se Informes y manifiestos,t. II, pp. 75­77.guirá como hasta aquí, usando de las facultades que se le han concedidocon la prudencia y moderación que conviene.La <strong>Cámara</strong> lamenta que todavía los crímenes d<strong>el</strong> robo y d<strong>el</strong> plagio,en cuadrilla o despoblado, hagan necesarias serias y excepcion<strong>al</strong>es medidasde represión; pero inspirándose en <strong>al</strong>tas consideraciones de mor<strong>al</strong>idady conveniencia públicas, ha prorrogado también la vigencia de l<strong>al</strong>ey de plagiarios poniéndole cuantas restricciones son compatibles conla oportunidad de su aplicación, a fin de no dar lugar a lamentablesabusos.En medio de las graves cuestiones que estos vit<strong>al</strong>es asuntos hanpromovido, <strong>el</strong> sexto <strong>Congreso</strong> no ha olvidado las mejoras materi<strong>al</strong>es d<strong>el</strong>país: hubiera querido consagrar a tan importante ramo una dedicaciónespeci<strong>al</strong>, conciliando <strong>el</strong> tiempo de que ha podido disponer, con la multitudde negocios que reclamaban su atención. Esto no le fue posible, y apenaspudo ocuparse de revivir la concesión para abrir la ruta interoceánicapor <strong>el</strong> Istmo de Tehuantepec. Sin embargo, <strong>el</strong> interés que estaobra inspira ya en <strong>el</strong> mundo comerci<strong>al</strong>, no ha encontrado estorbo <strong>al</strong>gunoen los representantes de México, y <strong>el</strong> espíritu de empresa tieneya la base para re<strong>al</strong>izar tan grandioso proyecto.La misión preferente de este periodo queda también concluidaacordándose los presupuestos que deben regir en <strong>el</strong> próximo año fisc<strong>al</strong>,combinados con las modificaciones que la <strong>Cámara</strong> creyó convenienteintroducir en las últimas leyes hacendarias expedidas por <strong>el</strong> Ejecutivoen virtud de las facultades de que se encontraba investido. A llenar esteprecepto constitucion<strong>al</strong> ha dedicado <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> una afanosa tarea, yaporque así lo exigía su deber, ya porque no era posible dejarle <strong>al</strong> gobiernoun obstáculo para su desembarazada administración.El <strong>Congreso</strong> no ha dejado un solo momento de comprender la importanciade las reformas constitucion<strong>al</strong>es sancionadas ya por la experienciay anunciadas por la opinión pública; llegó a acordar su discusión;pero no tuvo <strong>el</strong> tiempo necesario para ocuparse de esta exigencianacion<strong>al</strong>.Sin embargo, <strong>el</strong> espíritu que anima ahora a los representantes d<strong>el</strong>pueblo, en este punto, será <strong>el</strong> mismo que los <strong>al</strong>iente en <strong>el</strong> próximoperiodo, y menos agitados entonces los ánimos, podrán estudiar esasreformas consideradas como <strong>el</strong> apoyo de la futura tranquilidad d<strong>el</strong> país.El sexto <strong>Congreso</strong>, <strong>al</strong> cerrar sus sesiones <strong>el</strong> día de hoy, hace ardientesvotos porque <strong>al</strong> llegar la nueva evolución periódica, en este mismolugar, s<strong>al</strong>udemos a la paz y <strong>al</strong> restablecimiento d<strong>el</strong> régimen constitucion<strong>al</strong>de toda la República. no 315


llrDEBATES EN EL CONGRESO


EL DIPUTADO JOSE MARIA AGUIRRE ACUSA A JUAREZANTE EL CONGRESO, POR EL TRATADOMAC LANE-OCAMPOSesión d<strong>el</strong> día 29 de mayo de 1861.Presidencia d<strong>el</strong> señor Aguirre, don José María.Aprobada, etc.Continúa la discusión interrumpida sobre la suspensión de <strong>al</strong>gunasgarantías constitucion<strong>al</strong>es.El señor Suárez Navarro c<strong>al</strong>ifica de extraño que tan a poco derestaurada la Constitución, se declare imposible su observancia...El señor B<strong>al</strong>andrano hace una pintura de las dificultades de lasituación...El señor Linares llama a las facultades extraordinarias la extremaunciónde las Constituciones y de los gobiernos, etc.El señor Bautista responde que la medida propuesta por la comisiónde s<strong>al</strong>ud pública no es anti-constitucion<strong>al</strong>, sino que deriva cab<strong>al</strong>mented<strong>el</strong> artículo 290. de la Constitución; que por otra parte lasuspensión de garantías ya está votada, en lo gener<strong>al</strong>, desde que la proposiciónd<strong>el</strong> señor V<strong>al</strong>le pasó a la comisión de s<strong>al</strong>ud pública...El señor José María Aguirre sostiene que conforme a la Constituciónsólo <strong>el</strong> presidente puede pedir la suspensión de garantías; queéstas han estado inútilmente suspendidas por tres años; que <strong>el</strong> artículoconstitucion<strong>al</strong> que se cita, supone una grave perturbación en <strong>el</strong> ordenpúblico, que no hay en re<strong>al</strong>idad; que en vez de un remedio que sehiciere sentir sólo sobre los reaccionarios, se trata de uno que afectaráa toda la nación; que no hay razón para hacerlo extensivo a todos losEstados; que la comisión ha traspasado.<strong>el</strong> objeto d<strong>el</strong> dictamen consultandoque se mantenga en vigor una ley d<strong>el</strong> todo inconexa con lacuestión de garantías. Concluye declarando que <strong>el</strong> presidente no merece<strong>el</strong> voto de confianza que quiere dárs<strong>el</strong>e; que <strong>el</strong> mismo jefe de sugabinete le ha tachado de f<strong>al</strong>ta de iniciativa y que aun sin esto bastaríarecordar que <strong>el</strong> actu<strong>al</strong> encargado d<strong>el</strong> Ejecutivo olvidó <strong>el</strong> decoronacion<strong>al</strong> hasta <strong>el</strong> punto de ponerlo a los pies de los norteamericanospor medio d<strong>el</strong> Tratado Mac Lane, en que se permitía la introducciónde tropas extranjeras <strong>al</strong> territorio nacion<strong>al</strong> y se autoriza <strong>al</strong> gobierno deWashington para <strong>el</strong> arreglo de los aranc<strong>el</strong>es mexicanos.319


El señor Ruiz -don Manu<strong>el</strong>- dice que va a usar de la p<strong>al</strong>abrapara rechazar con toda la energía de su conciencia indignada, la imputaciónc<strong>al</strong>umniosa que acaba de hacerse <strong>al</strong> presidente y <strong>al</strong> gabineteconstitucion<strong>al</strong>. Declara que <strong>el</strong> preopinante ha f<strong>al</strong>tado a la verdad ypide que se anote en <strong>el</strong> acta sus p<strong>al</strong>abras, conforme lo previene <strong>el</strong> reglamentopara reclamar la c<strong>al</strong>umnia.El señor Aguirre dejó de nuevo <strong>el</strong> sillón de la presidencia y subea su asiento habitu<strong>al</strong> para tomar la p<strong>al</strong>abra -rumores de indignación-.Algunos diputados le interrumpen luego que comienza a hablar,llamándole <strong>al</strong> orden y advirtiéndole que está fuera de la cuestión.El orador c<strong>al</strong>la y vu<strong>el</strong>ve a ocupar <strong>el</strong> sillón de la presidencia.El señor Baz vindica <strong>al</strong> gobierno d<strong>el</strong> cargo de inacción diciendoque es injusto, cuando se dirige <strong>al</strong> poder que derrocó a la reacción enla capit<strong>al</strong>; añade que hay precipitación en esas inculpaciones que sehacen <strong>al</strong> gobierno, cuando aún no puede juzgarse d<strong>el</strong> nuevo gabinete;dice que la situación es re<strong>al</strong>mente grave; que no es a la nación sino <strong>al</strong>os perturbadores d<strong>el</strong> orden a quienes afectará la suspensión de garantíasy concluye insistiendo en su c<strong>al</strong>ificación sobre la hostilidad que <strong>al</strong>gúnorador ha manifestado <strong>al</strong> Ejecutivo y conjurando a los enemigosde éste y a los que desean colocar en la suprema magistratura a otrapersona de su devoción, a que sean francos y acusen ante la <strong>Cámara</strong><strong>al</strong> presidente sin emplear contra él armas prohibidas.Se pone a votación <strong>el</strong> dictamen en lo gener<strong>al</strong> y resulta admitidopor 91 votos contra 19. 1DEFENSA DE MANUEL RUIZ EN FAVOR DE JUAREZAbierta la sesión pública y aprobada <strong>el</strong> acta de la anterior, seprocedió a la renovación de presidente y vicepresidente de la <strong>Cámara</strong>,resultando <strong>el</strong>ecto para <strong>el</strong> primer cargo <strong>el</strong> señor don Gabino Bustamante,y para <strong>el</strong> segundo <strong>el</strong> señor Cendejas. Por ser este último unode los secretarios d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, fue necesario nombrar persona que lereemplazase interinamente y recayó <strong>el</strong> nombramiento en <strong>el</strong> señor Mata.Se presentaron los señores diputados Hernández, Marín, Hernández-don Alfonso--, Aznar Barbachano y Carbó y aprobadas suscredenci<strong>al</strong>es, se incorporaron a la asamblea.El señor Aguirre hizo proposición para que <strong>el</strong> ministerio de R<strong>el</strong>acionesremita copia íntegra d<strong>el</strong> tratado conocido con <strong>el</strong> nombre deMac Lane y de todos los documentos r<strong>el</strong>ativos, fundándose en la necesidaden que se encuentra de acreditar la exactitud de los hechos aque hizo referencia en la sesión d<strong>el</strong> miércoles, y en que <strong>el</strong> desacuerdode opinión que hay sobre la materia <strong>entre</strong> los miembros de la <strong>Cámara</strong>,exige que los documentos d<strong>el</strong> negocio vengan a poner en claro la verdad.1 Benito J u á rezoDocumentos, discursosy correspond'lncia. S<strong>el</strong>eccióny notas de JorgeL. Tamayo. México,Secretaría d<strong>el</strong> PatrimonioNacion<strong>al</strong>.1955, t. IV, pp. 449­450.320


El señor Ruiz, don Manu<strong>el</strong>. -No ataco, dice, <strong>el</strong> objeto de laproposición; antes, por <strong>el</strong> contrario, creo necesario que se instruya la<strong>Cámara</strong> de los documentos que se piden y, en prueba de <strong>el</strong>lo, traigopara leerlo en la parte r<strong>el</strong>ativa, <strong>el</strong> texto auténtico d<strong>el</strong> tratado en cuestión,que he podido proporcionarme merced <strong>al</strong> favor d<strong>el</strong> señor ministrode R<strong>el</strong>aciones. Nunca creí, señor, que los enemigos d<strong>el</strong> gobierno constitucion<strong>al</strong>y de la Reforma, fuesen más sobrios en difamaciones contr<strong>al</strong>a causa liber<strong>al</strong> que <strong>al</strong>gunos de sus mismos secretarios; pero estaba enun error, y un miembro de esta asamblea se ha encargado antier deprobárm<strong>el</strong>o. No sólo he querido dar lectura <strong>al</strong> texto d<strong>el</strong> Tratado MacLane, sino que he obtenido permiso d<strong>el</strong> presidente para hacer <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>y a la nación <strong>al</strong>gunas rev<strong>el</strong>aciones sobre hechos r<strong>el</strong>acionados coneste asunto, y de que redunda grande honor <strong>al</strong> gobierno constitucion<strong>al</strong>.A pesar de las difíciles circunstancias en que éste se encontró distintasocasiones durante su residencia en Veracruz, nunca, señor, nunca humillóante nación <strong>al</strong>guna <strong>el</strong> decoro de la República Mexicana. El TratadoMac Lane se inició en días de adversidad extrema para la caus<strong>al</strong>iber<strong>al</strong> y, con todo, <strong>el</strong> gobierno no accedió a las exigencias de los EstadosUnidos, sino dentro de los límites de lo justo y de lo equitativo.El gobierno constitucion<strong>al</strong> llegó a Veracruz en estado de verdaderaderrota y, en t<strong>al</strong>es circunstancias, se le hicieron por conducto d<strong>el</strong> gobernadorde aqu<strong>el</strong> Estado y por <strong>al</strong>gunos patriotas que creíaJIl que todoera lícito para s<strong>al</strong>var los principios liber<strong>al</strong>es, se le hicieron, digo, grandesofrecimientos de dinero y tropas, a condición de pagar <strong>el</strong> uno conterrenos b<strong>al</strong>díos, y de que las otras vendrían a combatir bajo nuestrabandera. El gobierno, que creyó que a los mexicanos y sólo a los mexicanostocaba reconquistar su usurpada libertad, desechó esas seductorasofertas contra <strong>el</strong> voto de muchos miembros culminantes d<strong>el</strong> partidoliber<strong>al</strong>. El gobierno, señor, y los ministros que t<strong>al</strong> hicieron, tienenderecho hoy, que se les hace <strong>el</strong> cargo de haber prostituido <strong>el</strong> honornacion<strong>al</strong>, de rechazarlo con toda la indignación que debe inspirarl<strong>el</strong>a memoria d<strong>el</strong> propósito en que estuvieron siempre de sucumbir bajolas ruinas de Veracruz, antes que llegar a t<strong>al</strong> extremo. Insistiendo ensus pretensiones <strong>el</strong> gobierno de los Estados Unidos, <strong>el</strong> de México accedióa la c<strong>el</strong>ebración de un tratado que no puede ser motivo de ruborpara la República. El Senado norteamericano se rehusó (a) aprobar<strong>el</strong> convenio, cab<strong>al</strong>mente porque no llenaba las exigencias de aqu<strong>el</strong>lanación; posteriormente se renovaron las pretensiones queriendo resucitar<strong>el</strong> tratado y <strong>el</strong> presidemte constitucion<strong>al</strong>, desoyendo a su gabinete,se opuso a secundar las pláticas. Este hecho se olvidó completamentepor sus detractores, cuando para <strong>al</strong>gunos miembros d<strong>el</strong> partido liber<strong>al</strong>ha servido como título de gloria la idea de traer tropas auxiliares d<strong>el</strong>os Estados Unidos.321


En comprobación de lo que llevo dicho, voy a leer <strong>el</strong> artículo 50.d<strong>el</strong> tratado, en que consta que la custodia de la ruta a través d<strong>el</strong> Istmode Tehuantepec, se encomendaría a tropas mexicanas y sólo en <strong>el</strong>caso de no ser posible proporcionarlas, nuestro gobierno, podrían venira petición, y con permiso de éste, <strong>al</strong>gunas de los Estados Unidos-lee <strong>el</strong> artículo--. Con estas explicaciones <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> comprenderála re<strong>al</strong>idad de este negocio y que, no obstante haberse iniciado en circunstanciasaciagas, se ajustó con todo vigor <strong>al</strong> derecho de gentes.Muchas otras sugestiones de la misma natur<strong>al</strong>eza se hicieron <strong>al</strong> gobiernoconstitucion<strong>al</strong> y <strong>el</strong> presidente casi sólo se negó a toda concesión.Este gobierno, desconocido y c<strong>al</strong>umniado, ha tenido la energía de nodoblegarse ante los amagos de la escuadra francesa que pretendió estableceruna oprobiosa intervención en nuestras aduanas. El gobiernoconstitucion<strong>al</strong>, sin más arma que su patriotismo y resu<strong>el</strong>to a sucumbir,se mantuvo en una actitud digna ante las baterías francesas. La mismaactitud guardó ante la escuadra española que pretendió interrumpir<strong>el</strong> juicio r<strong>el</strong>ativo a la barca María Concepción. No obstante que lamarina española pretendió atacar a la plaza de Veracruz, de acuerdocon la reacción, <strong>el</strong> gobierno contestó a sus amagos que rep<strong>el</strong>ería lafuerza con la fuerza; se hizo una intimación para <strong>entre</strong>gar dentro de24 horas la barca en disputa y, por toda respuesta, los jefes de la guarnición,<strong>al</strong>gunos de los cu<strong>al</strong>es se sientan en esta asamblea, fueron atomar sus puestos, en las mur<strong>al</strong>las, y los magistrados continuaron <strong>el</strong>juicio comenzado. Para quien ha sido testigo de esta entereza heroica,es profundamente sensible una imputación como la que ha oído <strong>el</strong><strong>Congreso</strong>. En <strong>el</strong> presidente constitucion<strong>al</strong> y en sus ministros, durante<strong>el</strong> periodo de la guerra civil habrá habido errores, pero no f<strong>al</strong>ta dedignidad ni de patriotismo.El señor Aguirre comienza a hablar en voz baja, apenas perceptible.Dice luego que se ha leído un artículo d<strong>el</strong> tratado, pero que conformea los términos en que lo publicó La Crónica de Nueva York,contiene <strong>al</strong>gunas p<strong>al</strong>abras de que resulta <strong>el</strong> derecho de los EstadosUnidos para introducir tropas <strong>al</strong> territorio mexicano sin. previo permiso:que <strong>el</strong> artículo 80. que consigna la reciprocidad en materia dearanc<strong>el</strong>es, da facultad <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> norteamericano de fijar los derechosque las mercancías de aqu<strong>el</strong> país deberían pagar en las aduanasde México; que un artículo adicion<strong>al</strong> establece que en caso de trastornoen la frontera, las autoridades más inmediatas obrarían de comúnacuerdo para restablecer la seguridad, de donde resultó la protestade los Estados fronterizos -la voz d<strong>el</strong> orador vu<strong>el</strong>ve a hacerse inint<strong>el</strong>igiblepor <strong>al</strong>gunos momentos-o Habla en seguida de la autorizaciónconcedida por <strong>el</strong> gobierno para que entrasen <strong>al</strong> territorio de la República2000 extranjeros armados <strong>al</strong> mando d<strong>el</strong> señor Carbaj<strong>al</strong>. No digo,322


2 Ob. cit., t. IV, pp.454-456.añade, que deje de haber mérito en los hechos que ha referido <strong>el</strong>señor Ruiz, pero los documentos auténticos decidirán sobre la exactitudd<strong>el</strong> r<strong>el</strong>ato y a esto tiende mi moción.La proposición r<strong>el</strong>ativa queda sin más discusión aprobada. 2ZARCO EXPLICA LA CONDUCTA DE JUAREZEl país entero recuerda, sin duda, las aflictivas circunstancias querodearon <strong>al</strong> gobierno constitucion<strong>al</strong> en los primeros días de su permanenciaen Veracruz, cuando <strong>el</strong> des<strong>al</strong>iento reinaba en los puntos sometidosa la reacción, donde en verdad, los liber<strong>al</strong>es no abundaban tantocomo hoy. Era congojosa la situación interior de la República, eradesesperada su situación exterior después de haber sido reconocido <strong>el</strong>simulacro de poder que creó la facción tacubayista, como gobiernolegítimo d<strong>el</strong> país, gracias a las intrigas y a los intereses de un diplomáticoeuropeo de inolvidable memoria. Entonces se vio, como unaesperanza, como una ventaja, que <strong>el</strong> gobierno constitucion<strong>al</strong> lograra <strong>el</strong>ser reconocido por los Estados Unidos de América, prometiéndose <strong>el</strong> partidoliber<strong>al</strong> que <strong>el</strong> ascendiente mor<strong>al</strong> de la vecina República, su interésmercantil y aun su apoyo físico fueran auxiliares de la causa nacion<strong>al</strong>y apresuraran <strong>el</strong> triunfo de los buenos principios.De esta aspiración que llegó a ser gener<strong>al</strong> en los liber<strong>al</strong>es más patriotase ilustrados, hubo uno que no participó de <strong>el</strong>la, que se negóabiertamente a llamar en su auxilio tropas extranjeras, ya fuesen d<strong>el</strong>ejército regular de los Estados Unidos, ya voluntarios que <strong>al</strong> pisar <strong>el</strong>territorio mexicano, renunciasen a su nacion<strong>al</strong>idad y recibieran, terminad<strong>al</strong>a campaña, terrenos b<strong>al</strong>díos en qué establecerse en recompensade los servicios que prestaran a su patria adoptiva. El hombreque creía que este arbitrio era contrario <strong>al</strong> decoro nacion<strong>al</strong>; <strong>el</strong> hombreque previó p<strong>el</strong>igros para la independencia en este recurso extremo,<strong>el</strong> que no desesperó d<strong>el</strong> pueblo mexicano, creyendo que solo y sin extrañoauxilio, había de reconquistar su libertad y sus instituciones, fue<strong>el</strong> presidente de la República y, gracias a su resistencia tenaz y obstinadaentonces, fracasó la idea de todo tratado de gobierno a gobierno yde todo contrato con particulares que tuviera por objeto la venida a laRepública de fuerzas extranjeras que siguieran las banderas constitucion<strong>al</strong>es.D<strong>el</strong> mismo modo combatió toda idea de empréstitos si, paracontratarlos, había cu<strong>al</strong>quiera estipulación que acarrease grandes compromisosinternacion<strong>al</strong>es.Lo que acabamos de asentar está probado por hechos notorios yes de una verdad auténtica e incontrovertible. El señor <strong>Juárez</strong> merecióentonces de muchos de sus amigos la c<strong>al</strong>ificación de obstinado y per-323


tinaz, que se repitió más tarde cuando, con <strong>el</strong> mismo tesón, se negóa aceptar la conciliación de los reaccionarios y la mediación con laspotencias extranjeras en <strong>el</strong> arreglo de nuestras cuestiones interiores.Dos ideas capit<strong>al</strong>es inspiraban <strong>el</strong> ánimo d<strong>el</strong> señor presidente, un c<strong>el</strong>oescrupuloso por la independencia, por la nacion<strong>al</strong>idad de su país ypor la integridad de su territorio y una confianza ilimitada en <strong>el</strong> triunfode la opinión pública y en que <strong>el</strong> pueblo por sí solo, había de recobrarsus derechos, sin la mengua d<strong>el</strong> auxilio extranjero.Decimos que casi solo <strong>el</strong> presidente rechazaba las ideas que entoncesabrigaban muchos liber<strong>al</strong>es y <strong>al</strong> hablar así, damos lo suyo acada uno. Muchos jefes militares declaraban que era indispensable <strong>el</strong>enganche de voluntarios extranjeros; otros querían que no sólo vinierantropas sino ofici<strong>al</strong>es; <strong>el</strong> señor Lerdo de Tejada y <strong>el</strong> gobernadorZamora participaban de estas ideas, que lo decimos, sin embozo, puesno tememos la responsabilidad de nuestras opiniones, eran las nuestrasen aqu<strong>el</strong>las aciagas circunstancias. En vano se hacían insistencias <strong>al</strong>presidente, en vano se proponían las más estudiadas precauciones parano comprometer ni la independencia ni la dignidad de la República,en vano se combinaba la idea con otros proyectos, enlazándola con lanecesidad de la colonización, de hacer efectiva la libertad de cultos, demantener después d<strong>el</strong> triunfo un <strong>el</strong>emento de fuerza materi<strong>al</strong> que completar<strong>al</strong>a pacificación d<strong>el</strong> país. El señor J uárez rechazó todas estasideas, tuvo desavenencias hasta con muchos de sus amigos íntimos; ensu correspondencia contrarió siempre <strong>el</strong> proyecto y, perseverando en l<strong>al</strong>ucha, los acontecimientos le han dado la razón, y, gracias a él, la Repúblicavenció a sus opresores, sin más auxilio que sus propios recursosy <strong>el</strong> denodado esfuerzo de sus hijos. Existen multitud de cartas d<strong>el</strong>señor <strong>Juárez</strong> que comprueban nuestros asertos.Estamos tan lejos de querer ahora formular un cargo contra losciudadanos que pensaron en reclutar fuerza extranjera, que acabamosde decir que <strong>entre</strong> <strong>el</strong>los nos contábamos nosotros mismos. Creíamosque éste era <strong>el</strong> último arbitrio para <strong>el</strong> pronto restablecimiento de lapaz, pero no se nos ocultaban sus inconvenientes y hoy c<strong>el</strong>ebramos qu<strong>el</strong>a revolución progresista en su triunfo se haya encontrado libre de t<strong>al</strong>esinconvenientes.Era preciso referir lo que antecede para expresar nuestro asombro<strong>al</strong> ver que en una de las últimas sesiones <strong>el</strong> señor diputado Aguirrehaya acusado de traición <strong>al</strong> señor presidente de la República, recordandocomo un reproche la c<strong>el</strong>ebración d<strong>el</strong> Tratado Ocampo-MacLane, en <strong>el</strong> que si bien se hacían grandes concesiones a los EstadosUnidos, no se les ofrecían todas las ventajas que <strong>el</strong>los solicitaban, comolo prueba que t<strong>al</strong> convención no fue aprobada por <strong>el</strong> Senado americano.El texto d<strong>el</strong> tratado, sea cu<strong>al</strong> fuere su tenor, no es fundamentopara hacer cargos <strong>al</strong> presidente de México, pues es sabido que <strong>el</strong>324


derecho de introducir enmiendas y modificaciones, existe hasta <strong>el</strong> momentode conceder la ratificación. Por lo demás, las franquicias comerci<strong>al</strong>es,<strong>el</strong> derecho de tránsito a tropas americanas en casos determinados,no envu<strong>el</strong>ven ataque a la independencia nacion<strong>al</strong>, ni puedenjustificar <strong>el</strong> cargo de traición lanzado con ligereza por <strong>el</strong> diputado deNuevo León y Coahuila.No tenemos derecho para investigar cuáles sean las intencionesd<strong>el</strong> señor diputado Aguirre. La conciencia es un sagrario que no podemospenetrar y sólo nos es dado juzgar de los hechos en lo quetienen de patente y de ostensible.En momentos críticos y solemnes para <strong>el</strong> país, no creemos prudentesuscitar <strong>al</strong>armas ni desconfianzas, ni pretender <strong>el</strong> desprestigiod<strong>el</strong> insigne ciudadano cuyas virtudes republicanas, cuyo amor a laindependencia, cuya adhesión sincera a las instituciones, son indudables<strong>al</strong> país entero y cuya constancia y entereza han contribuido másque nada <strong>al</strong> restablecimiento d<strong>el</strong> régimen constitucion<strong>al</strong>.Si en la pretendida cuestión presidenci<strong>al</strong> y decimos pretendida,porque en re<strong>al</strong>idad de verdad no hay cuestión, cuando las leyes sonclaras y terminantes, como demostraremos en breve, se pretende ens<strong>al</strong>zara un candidato, para esto no es necesario deprimir <strong>al</strong> otro, nidesconocer los mil títulos que tiene <strong>al</strong> reconocimiento de sus conciudadanos.Pero sea de esto lo que fuere, la acusación d<strong>el</strong> señor Aguirre esun poco tardía y está en contradicción con los <strong>el</strong>ogios que hiw <strong>al</strong> señor<strong>Juárez</strong> en su discurso d<strong>el</strong> día de apertura de las sesiones como presidented<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>. No se diga que la cortesía usu<strong>al</strong>, que la urbanidadofici<strong>al</strong>, exigían aqu<strong>el</strong>las <strong>al</strong>abanzas; <strong>el</strong> presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> sólo estabaobligado a contestar en términos gener<strong>al</strong>es, y no tenía necesidadde aplaudir los actos d<strong>el</strong> funcionario a quien ahora ap<strong>el</strong>lida traidor.El señor Aguirre, <strong>al</strong> comenzar las sesiones, fue de los que ofrecieronsu apoyo <strong>al</strong> Ejecutivo para cOlIlsolidar las instituciones, para sacaravante <strong>el</strong> régimen constitucion<strong>al</strong> y pacificar <strong>el</strong> país. ¿Cómo creía quetan nobles miras cabrían en <strong>el</strong> magistrado a quien ahora ap<strong>el</strong>lidatraidor?La <strong>el</strong>ección d<strong>el</strong> señor Aguirre para la presidencia de la <strong>Cámara</strong>se tuvo por los conocedores en política y por <strong>el</strong> público en gener<strong>al</strong> comoun síntoma favorable <strong>al</strong> Ejecutivo, tanto que <strong>el</strong> nombre de su señoríasonó <strong>al</strong>go en las varias combinaciones que hubo para formar un gabineteparlamentario y no creemos que <strong>el</strong> señor Aguirre hubiera entoncesrehusado una cartera. ¿Habría consentido en servir <strong>al</strong> presidentecontra quien lanza <strong>el</strong> epíteto de traidor?C<strong>el</strong>ebramos que <strong>el</strong> Tratado Mac Lane-Ocampo y todo <strong>el</strong> expedienter<strong>el</strong>ativo sean examinados por la representación nacion<strong>al</strong>, puesde t<strong>al</strong> examen ha de resultar <strong>el</strong> triunfo de la verdad y la honra d<strong>el</strong>325


funcionario, que en tres años de conflictos y p<strong>el</strong>igros ha sido <strong>el</strong> firmerepresentante d<strong>el</strong> principio de la leg<strong>al</strong>idad.Pero este examen sólo puede servir para rectificar la opinión, sies que en <strong>el</strong>la han influido <strong>al</strong>go las p<strong>al</strong>abras d<strong>el</strong> señor Aguirre. La responsabilidadd<strong>el</strong> señor J uárez es puramente de opinión, puesto que laConstitución hace responsables a los funcionarios públicos por actosconsumados y no por actos que quedan en vía de ejecución, ni porsimples opiniones.¿Cómo sabe <strong>el</strong> señor Aguirre, cómo puede saber <strong>el</strong> jurado, cuáleseran las intenciones d<strong>el</strong> señor J uárez acerca d<strong>el</strong> Tratado Mac Lane­Ocampo, cuáles las modificaciones que hubiera propuesto si se hubierareanudado la negociaciém, cuáles los artículos a que habría negado suratificación? Esta simple pregunta destruye todos los cargos y la esperanzaardorosamente expresada por <strong>al</strong>gunos órganos de la prensa, deque este incidente basta para imposibilitar <strong>al</strong> actu<strong>al</strong> depositario d<strong>el</strong>Ejecutivo, de ascender a la presidencia constitucion<strong>al</strong> de la República.C<strong>el</strong>ebramos que <strong>el</strong> señor Ruiz, que era ministro de Justicia cuandose negoció <strong>el</strong> Tratado Mac Lane, se haya apresurado a recoger lasp<strong>al</strong>abras d<strong>el</strong> señor Aguirre y se haya propuesto desmentirlas solemnemente.En esto se interesa, no sólo la reputación de los señores <strong>Juárez</strong>,Ruiz y demás miembros d<strong>el</strong> gobierno de aqu<strong>el</strong>la época, sino <strong>el</strong>decoro d<strong>el</strong> partido liber<strong>al</strong> y dignidad de la República que no quedaríasin mancha, si resultara que habían reconocido como centro de launidad nacion<strong>al</strong>, a una camarilla de traidores. Estamos seguros de que<strong>el</strong> señor don M<strong>el</strong>chor Ocampo no dejará pasar desapercibida estaocurrencia y que, con la franqueza que lo caracteriza, pondrá en clarolos hechos todos.Hasta ahora <strong>el</strong> efecto de la acusación ha sido contrario a las mirasde su autor a quien, en verdad, nos sorprende encontrar hoy <strong>entre</strong> losc<strong>el</strong>osos defensores de las garantías individu<strong>al</strong>es, pues recordamos queno le merecían mucho respeto cuando fue ministro d<strong>el</strong> gener<strong>al</strong> Arista.El <strong>Congreso</strong>, en vez de <strong>al</strong>armarse, en vez de desconfiar súbitamented<strong>el</strong> jefe d<strong>el</strong> Ejecutivo, ac<strong>al</strong>ló la acusación dándole un voto deconfianza y aprobando en lo gener<strong>al</strong> la suspensión de las garantías conlo que robustece <strong>el</strong> poder y la autoridad d<strong>el</strong> presidente de la República.Penoso sería en esta ocasión tener que hacer un par<strong>al</strong><strong>el</strong>o <strong>entre</strong> lavida pública d<strong>el</strong> acusado y la d<strong>el</strong> acusador. Veríamos entonces de quélado se encuentra más firmeza de principios, más consecuencia políticay más adhesiém a las instituciones democráticas. Pero tan ingrata tareaes de todo punto inútil, cuando la acusación de traición proferida contra<strong>el</strong> señor <strong>Juárez</strong>, no puede h<strong>al</strong>lar eco en la opinión pública queverá en este ciudadano a uno de los más esclarecidos e insignes patriciosque han regido sus destinos.326


La opmIOIl pública no puede vacilar <strong>entre</strong> <strong>el</strong> señor <strong>Juárez</strong> y <strong>el</strong>autor d<strong>el</strong> célebre decreto de 21 de octubre de 1852 que suprimió l<strong>al</strong>ibertad de la prensa.3 Ibid., t. IV, pp.458·462.(5 de junio de 1861).3DEBATE SOBRE FACULTADES EXTRAORDINARIASSesión d<strong>el</strong> día 7 de septiembre de 1861.Presidencia d<strong>el</strong> señor Lerdo.Leída y aprobada <strong>el</strong> acta de la sesión anterior, se dio cuenta conuna comunicación d<strong>el</strong> señor ministro de Hacienda, en que dice quequeda mterado de que la derogación sobre facultades <strong>al</strong> Ejecutivopara recursos, será hoy.A sus antecedentes.Se da cuenta con unas proposiciones suscritas por <strong>el</strong> señor Esc<strong>al</strong>ante,en que pide que <strong>el</strong> ministro tesorero informe sobre varios puntos,remitiendo copia de <strong>al</strong>gunos documentos. La suscriben la diputaciónde Zacatecas y pasan a la segunda de hacienda.Se da segunda lectura a otras proposiciones d<strong>el</strong> mismo señor Esc<strong>al</strong>ante,en que insiste se le den varios informes por los ministerios sobrenombramientos de empleados de hacienda, etc., de que ya hemosdado cuenta.Admitidas, pasaron a las comisiones de hacienda y crédito públicounidas.Se dio segunda lectura <strong>al</strong> proyecto de ley d<strong>el</strong> señor Bautista, sobrepeculado.Admitido, pasó a las comisiones de justicia y hacienda unidas.Otro d<strong>el</strong> mismo señor sobre uniforme y distintivos militares.No se admitió.Otra d<strong>el</strong> mismo señor, sobre responsabilidad de varios funcionariospor ataques a la Constitución y <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>.Se admitió y pasó a la comisión de justicia.Se puso a discusión <strong>el</strong> primer proyecto de ley de las comISIOnesde hacienda y gobernación, que dice: «Se deroga <strong>el</strong> decreto de 7 dejunio último que suspendió las garantías constitucion<strong>al</strong>es y los reglamentosr<strong>el</strong>ativos».El señor Quevedo.-Confieso que fui de los que votaron la suspensiónde las garantías que hoy se tratan de restablecer. Desde entoncescomprendí que era una espada de dos filos, que tanto había de327


herir a los reaccionarios como a los nuestros. Pero vi que había unagran mayoría de mis compañeros que estaban por dicha suspensión,y esto, y <strong>el</strong> creer que produciría <strong>al</strong>gunos efectos s<strong>al</strong>udables para mejorarla situación, me decidieron a votarlo.Por desgracia no ha sido así: <strong>el</strong> primer efecto de la suspensiónlo han sufrido los nuestros, imponiéndos<strong>el</strong>e una multa <strong>al</strong> Her<strong>al</strong>do, mientraslos enemigos no han sufrido nada.Efectivamente, no llevamos a cabo nuestras promesas, y tantocomo Miramón, hemos cogido y cogemos a los hombres en leva, enese horrible <strong>sistema</strong> de levas en que se hace derramar <strong>al</strong> pueblo susangre en los campos de bat<strong>al</strong>la. Y si por lo menos fuera igu<strong>al</strong> la cosa,podría perdonarse; pero jamás se cogen en leva a los que visten pañode primera, y sí <strong>al</strong> pueblo, a los pobres. Es preciso volver sobre nuestrospasos; es preciso no seguir como hasta aquí las hu<strong>el</strong>las de Miramón,y establecer la verdadera libertad. Es preciso un gobierno que tengaactividad, que tenga vida, si no todo sería inútil. Para esto no se necesitamás que las facultades comunes; no necesita más <strong>el</strong> gobierno.Pero no por <strong>el</strong> person<strong>al</strong> d<strong>el</strong> Ejecutivo actu<strong>al</strong>, a quien le f<strong>al</strong>tan hombrescapaces de hacer esto porque no tiene programa. Yo hablo con franqueza,no con hipocresía; <strong>Juárez</strong> está adornado de virtudes eminentes,de un patriotismo sin tacha; se identifica con los primeros liber<strong>al</strong>es;es <strong>el</strong> hombre propio para los tiempos de paz, pero no para las exigenciasde actu<strong>al</strong>idad. El <strong>Congreso</strong> se ha reunido precisamente para tratarla cuestión presidenci<strong>al</strong>, y es preciso que <strong>el</strong> presidente tenga toda la abnegaciónpatriótica indispensable para evitar un motín o cu<strong>al</strong>quier otracosa que cause mayores m<strong>al</strong>es <strong>al</strong> país. La mayor y más hermosa partede la Constitución, es la que casi no hemos tenido en vigor un solomomento; aqu<strong>el</strong>la que garantiza los derechos d<strong>el</strong> hombre, la libertady las garantías han sido para <strong>el</strong> pueblo sólo una teoría. De esta maner<strong>al</strong>os pueblos no pueden apreciar los beneficios de la libertad, y no puedensentir diferencia <strong>al</strong>guna <strong>entre</strong> Miramón y <strong>el</strong> gobierno liber<strong>al</strong>: los otrosdos proyectos de ley, aunque no están todavía a discusión, diré <strong>al</strong>gosobre <strong>el</strong>los, reservándome <strong>el</strong> extenderme más cuando lo estén. La leyque declaró <strong>el</strong> Distrito en estado de sitio, fue arrancada en momentosde <strong>al</strong>arma y por sorpresa. Desde entonces voté contra <strong>el</strong>la (se oyenrumores y conversaciones en los bancos de los señores diputados y enlas g<strong>al</strong>erías) .En cuanto a las facultades en materia de hacienda, está por lamodificación que ha hecho la comisión a la primera proposición, (ledaba efecto retroactivo a la derogación) sólo por consideraciones meramentepolíticas. Quiero, dice, que cesen las facultades extraordinarias,para evitar <strong>el</strong> despilfarro, porque ¿qué ha hecho <strong>el</strong> Ejecutivosino esto? y si aún le hacen f<strong>al</strong>ta esas facultades, si aún las necesita,es culpa suya, porque nada ha organizado, y porque, en fin, si se inter-328


preta como un acto oe noswwao, y SI qUIere eVItar esta Clase oe manifestaciones,debe retirarse, pues sólo tendrían lugar por culpa suya.El señor Altamirano.-Señor: Yo voto por <strong>el</strong> restablecimiento d<strong>el</strong>as garantías; pero no precisamente en virtud de las razones que <strong>al</strong>eg<strong>al</strong>a comisión, sino por la incapacidad que ha manifestado <strong>el</strong> gobiernoen <strong>el</strong> uso de las facultades con que se le había investido por vuestra soberanía.La comisión dice que la situación d<strong>el</strong> país ha mejorado; queapenas quedan <strong>al</strong>gunas dificultades que vencer, y por esto se hace innecesari<strong>al</strong>a suspensión de las garantías.Yana participo d<strong>el</strong> optimismo de la comisión, porque tengo ladesgracia de no creer sino lo que veo en lQ que me consta de una maneraindudable. Ahora bien: yo no puedo convencerme de que la revoluciónhaya cesado; de que <strong>el</strong> país esté ya próximo a la pacificación,así como no puedo convencerme de que don Isidro Díaz no seaun ladrón por más que lo diga <strong>el</strong> juez Herrera, ni de que éste sea unvarón justo, por más que lo digan los reaccionarios y las viejas, ni deque en este país se castiguen a los grandes crimin<strong>al</strong>es, cuando veo adon Manu<strong>el</strong> Payno despachando en <strong>el</strong> ministerio de Hacienda y divirtiéndoseen los paseos públicos y en los teatros.No señor, <strong>el</strong> país va m<strong>al</strong>, y para que se me crea, ap<strong>el</strong>o <strong>al</strong> pueblo,y este pueblo inf<strong>el</strong>iz aunque lea <strong>el</strong> Siglo XIX, me concederá la razón.Seamos francos: <strong>el</strong> empirismo político no debe abrigarse en <strong>el</strong>seno de la asamblea nacion<strong>al</strong> que tiene la santa misión de v<strong>el</strong>ar porla República, procurando su mayor bien y aplicando pronto remedioa sus infortunios.Ec.hemos una breve ojeada <strong>al</strong> panorama que presenta <strong>el</strong> país, yveremos: en <strong>el</strong> exterior, <strong>el</strong> desprestigio y la dificultad para expeditarnuestras <strong>r<strong>el</strong>aciones</strong> con las potencias que eran nuestras amigas. En <strong>el</strong>interior. .. ¡Oh! en <strong>el</strong> interior. .. <strong>el</strong> espectáculo causa profunda tristeza;hay gobernadores para quien <strong>el</strong> pacto feder<strong>al</strong> es un fantasma, yque por desconfianza en <strong>el</strong> person<strong>al</strong> d<strong>el</strong> gobierno o puramente por ladebilidad que éste ha mostrado, no coadyuvan con la eficacia que debierana la pacificación de la República: hay un Vidaurri, que inconsecuenteconsigo mismo y traidor a la voluntad nacion<strong>al</strong> y a l<strong>al</strong>ey, introduce a cara descubierta <strong>al</strong> desvergonzado don Ignacio Comonfort,cuyo partido aparece en <strong>el</strong> horizonte como una nube d<strong>el</strong> tamañode un pie pequeño; pero que me temo mucho que dentro de poco seauna nube formidable, como la evocada por <strong>el</strong> profeta, y lo temo, porquecuando recuerdo que se ha llamado a Santa Anna tantas veces,nada me parece ya imposible. Hay la reacción armada que acaudillanMárquez, Mejía, Zuloaga y Robles, que después de J<strong>al</strong>atlaco han tenidotiempo más que necesario para reorganizar sus fuerzas y continuaresa guerra de asesinatos y depredaciones que ya cansa; hay en los <strong>al</strong>rede-329


dores de México y en todos los caminos re<strong>al</strong>es a muchas leguas de circunferenciade la capit<strong>al</strong>, mil hordas de bandidos que no dejan a unsolo pasajero sin desv<strong>al</strong>ijar; que asesinan a los extranjeros y a las libertades,que interceptan todos los correos y que hacen creer a los viajerosque este país está abandonado de Dios a las fieras y a los bandidos.Sí, señor, todos los horrores que los condottieri cometían en<strong>el</strong> bosque d<strong>el</strong> Viterbo en las lagunas Pontinas y la C<strong>al</strong>abria, y que nosr<strong>el</strong>atan los que han viajado a It<strong>al</strong>ia, son pigmeos comparados con lashazañas de nuestros bandidos. El contrabandista español encontraríaaquí su Sierra Morena en todas las sierras que circuyen a la capit<strong>al</strong>.Hay <strong>al</strong>gunos que me tendrán a m<strong>al</strong> <strong>el</strong> que yo diga esto, porque es desconceptuara mi país a los ojos de los extranjeros, pero no: ningunaconsideración me obligará jamás a decir una mentira, y no había yode venir aquí a engañar <strong>al</strong> pueblo cuando él es <strong>el</strong> primero que ve loque pasa. Y ¿qué pensar d<strong>el</strong> vand<strong>al</strong>ismo de los plateados? ¿No es verdadque en los distrito" de Cuautla y Cuernavaca, son esos plateadosmás de dos mil hombres, una verdadera entidad temible? ¿No esverdad que las ricas haciendas de azúcar que tanto y tanto producenen esos distritos, están todas arruinadas, causando con esta ruina unperjuicio inc<strong>al</strong>culable en la agricultura mexicana, en la industria, ylanzando a la miseria a millares de familias jorn<strong>al</strong>eras?Continúo:¿y cómo están nuestras tropas? Sin haber, y por consecuenciaprecisa la disciplina militar debe r<strong>el</strong>ajarse. ¿Y <strong>el</strong> comercio? Arruinadopor la f<strong>al</strong>ta de comunicaciones con los puertos, con <strong>el</strong> interior, y porlas exacciones a que ha tenido que ap<strong>el</strong>ar <strong>el</strong> gobierno.¿y la prensa? Encadenada sin poder rev<strong>el</strong>ar todo esto, sin poderiluminar <strong>al</strong> gobierno, sin poder censurar sus actos, que es la gran garantíade los países libres.¿y <strong>el</strong> clero? Insolente favoreciendo cada día más a la reacción,tramando conspiraciones en sus clubes tenebrosos; y lo que escand<strong>al</strong>izamás, obteniendo d<strong>el</strong> gobierno concesiones tímidas como la devoluciónd<strong>el</strong> convento de Santa Brígida a las monjas.y ¿en la hacienda? .. <strong>el</strong> déficit. He aquí la situación pública.¿Estaba así cuando se decretó la suspensión de las garantías? .. No:estaba ya m<strong>al</strong>a, pero hoy está peor. Pues bien: para que pusiese remedioa todos estos m<strong>al</strong>es, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> concedió <strong>al</strong> Ejecutivo la sumade las facultades que hoy piensa retirarle, y con justicia.¿Qué ha hecho <strong>el</strong> gobierno para s<strong>al</strong>var la situación? El pueblo10 sabe: ni modo de mentir.Veamos qué ha hecho <strong>el</strong> gobierno en cada uno de sus ministerios.El de R<strong>el</strong>aciones Exteriores: verdad es que la reacción ha metidomucho la mano para promovemos dificultades en <strong>el</strong> extranjero; ver-330


dad es que había intereses creados en tiempo de Miramón, merceda la m<strong>al</strong>a fe diplomática de M. Gabriac, de repugnante memoria;pero también lo es que <strong>el</strong> gobierno pudo con habilidad dar solucióna estas dificultades, manteniendo intacta la dignidad nacion<strong>al</strong>; perono: <strong>el</strong> gobierno dio armas a los ministros extranjeros, y he ahí a loque nos han orillado los desacuerdos d<strong>el</strong> señor Zarco, a los que sucedieronlos d<strong>el</strong> señor Zamacona. Yo no puedo violar <strong>el</strong> secreto de nuestrassesiones privadas; pero <strong>el</strong> soberano <strong>Congreso</strong> sabe ya lo que pasa,y recordará lo que dijo <strong>el</strong> señor Suárez Navarro.En <strong>el</strong> ministerio de Gobernación: ¿qué es lo que se ha logrado?¿Se hace respetar <strong>el</strong> gobierno en <strong>el</strong> interior de la República? ¿Vidaurriha obedecido la orden que se le envió? No. Pues entonces ¿por qué<strong>el</strong> gobierno c<strong>al</strong>la y recibe esta afrenta inclinando la cabeza? ¿Quiénes <strong>el</strong> que trae a Comonfort a la República? ¿La fracción oposicionistade la asamblea, o <strong>el</strong> gobierno con su irrecusable debilidad?En <strong>el</strong> ministerio de la Guerra los esfuerzos d<strong>el</strong> señor Zaragozase estr<strong>el</strong>lan contra la f<strong>al</strong>ta de recursos; pero también los planes decampaña se han resentido de ineficacia y de imprevisión, pues han sidoprecisos tres largos meses para dar una bat<strong>al</strong>la, y ya nos fatigamos deesa correría circular que más bien parecía una de esas antiguas carrerasolímpicas que se daban en los circos de los griegos. Hoy, ¿qué sucedecon Mejía y con los demás cabecillas que hacen la guerra?En <strong>el</strong> ministerio de Hacienda, repito, está <strong>el</strong> déficit. En vez derestablecer la mor<strong>al</strong>idad en <strong>el</strong> manejo de caud<strong>al</strong>es públicos, en vezde estimular <strong>al</strong> comercio para hacerlo más productivo <strong>al</strong> erario, singravado mucho, cosa que en economía política no es incompatible, seha ap<strong>el</strong>ado <strong>al</strong> viejo y desprestigiado <strong>sistema</strong> de impuestos. Así es qu<strong>el</strong>a exacción ha sucedido <strong>al</strong> derroche, y <strong>el</strong> comercio no puede reportarmás. Tenemos <strong>el</strong> cincuenta por ciento de recargo de <strong>al</strong>cab<strong>al</strong>as, <strong>el</strong> cincuentapor ciento de derechos de contrarregistro, <strong>el</strong> uno por cientosobre capit<strong>al</strong>es, además de los antiguos; pero no tenemos dinero. Aúnhay más: a pesar de la suspensión de pagos se hacen <strong>al</strong>gunos y cuantiosos,cohonestables con <strong>el</strong> f<strong>al</strong>az y ruinoso pretexto de refacción.y esto mientras que se desatienden las urgencias d<strong>el</strong> momento.Aún hay más: los agiotistas que después de <strong>al</strong>imentarse a costa nuestranos promueven dificultades con las potencias extranjeras, revoloteanaún <strong>al</strong> derredor d<strong>el</strong> gobierno.y para colmo de escánd<strong>al</strong>o, <strong>el</strong> señor Núñez no se ha avergonzadode tomar por mentor a don Manu<strong>el</strong> Payno precisamente en los momentosde ser condenado por la <strong>Cámara</strong>. Señor, <strong>el</strong> señor Núñez erainepto, ¿por qué aceptó la cartera?En <strong>el</strong> ministerio de Justicia sólo debemos decir que no hay justiciaen <strong>el</strong> Distrito, a juzgar por la absolución de Díaz, Moret y cómplices.331


En <strong>el</strong> de Fomento ¿qué puede hacer aunque quiera <strong>el</strong> honrado eint<strong>el</strong>igente señor Ba1cárc<strong>el</strong>, que bien merece pertenecer a una épocamejor? Aquí no se fomentan más que vicios.Esto ha hecho <strong>el</strong> gabinete y yo me admiro de que <strong>el</strong> pueblo lo hayasoportado y esto me da idea de que nuestro respeto va ya siendo tanciego, como lo quieren ciertos periodistas ministeri<strong>al</strong>es.No habiendo, pues, s<strong>al</strong>vado la situación <strong>el</strong> gobierno, desmerecenuestra confianza y le desarmamos. Este es un voto de censura, y nosólo <strong>al</strong> gabinete sino tambien <strong>al</strong> presidente de la República, porque enmedio de tanto desconcierto ha permanecido firme, pero con esa firmezasorda, muda, inmóvil que tenía <strong>el</strong> dios Término de los antiguos.La nación no quiere esto, no quiere un guardacantón, sino un<strong>al</strong>ocomotiva. El señor <strong>Juárez</strong>, cuyas virtudes privadas soy <strong>el</strong> primero enacatar, siente y ama las ideas democráticas; pero creo que no las comprende,y lo creo porque no manifiesta esa acción vigorosa, continua,enérgica que demandan unas circunstancias t<strong>al</strong>es como las que atravesamos.y estamos convencidos de que ni con un nuevo gabinete reanimarásu administración, porque <strong>al</strong> estado a que ha llegado <strong>el</strong> desprestigiod<strong>el</strong> person<strong>al</strong> de la administración toda trasfusión política es p<strong>el</strong>igrosa.Se necesita otro hombre en <strong>el</strong> poder. El presidente haría <strong>el</strong> más grandede los servicios a su patria retirándose, puesto que es un obstáculopara la marcha de la democracia. No queremos hechos revolucionarios,no abrigamos tendencias subversivas ni aspiraciones person<strong>al</strong>es,no: trabajamos aquí por un programa y [la por una persona. Por esoap<strong>el</strong>amos <strong>al</strong> patriotismo d<strong>el</strong> señor <strong>Juárez</strong>, y por eso deseamos como un<strong>al</strong>ección severa para cu<strong>al</strong>quiera que llegue <strong>al</strong> poder, este voto de censura.Pronto hablará la prensa libremente, y esa gran indicadora de la opiniónpública, dirá lo mismo que yo. Querer permanecer en un puestopara ser una decepción continua, es obstinarse, es perder <strong>al</strong> país llevando<strong>el</strong> principio leg<strong>al</strong> hasta <strong>el</strong> sofisma; retirarse para que sea f<strong>el</strong>iz...eso es ser patriota.El señor ministro don Joaquín Ruiz.-He venido <strong>al</strong> seno de la<strong>Cámara</strong> a asistir a esta discusión en cumplimiento d<strong>el</strong> acuerdo d<strong>el</strong> soberano<strong>Congreso</strong> que nos llamó a los señores ministros de Hacienda, deGuerra y a mí; pero de ninguna manera creí que vendríamos a sufririnsultos y no razones. Por desgracia me engañé, y parece que hemossido llamados para ser humillados y escarnecidos por <strong>el</strong> señor Altamirano.Desprecio esas c<strong>al</strong>umnias,. desprecio esas pomposas y vanas p<strong>al</strong>abras,desprecio los insultos indignos de este lugar y de unos representantesd<strong>el</strong> pueblo; no me degrado hasta contestarlos, y trataré lacuestión con razones y no con gracejadas ni con diatribas.Se está tratando de cu<strong>al</strong>idades person<strong>al</strong>es, se trae a colación lasvirtudes o los defectos d<strong>el</strong> presidente de la República y no sé que venga332


<strong>al</strong> caso. Eso sería bueno para un cuerpo <strong>el</strong>ector<strong>al</strong>, y que yo sepa, nose está <strong>el</strong>igiendo a nadie, mucho menos <strong>al</strong> presidente que ya pasó porese requisito democrático: esa cuestión pudo ser de otro tiempo, hoyes enteramente inoportuna. Se trata de saber tan sólo si es oportunoestablecer las garantías que la ley mandó suspender en circunstanciasdemasiado críticas para la nación que, si bien han disminuido, no sedesvanecen d<strong>el</strong> todo. No he podido llegar a tiempo de poder oír lasrazones en que se funda la comisión para extender su dictamen; peropor luminosas, por buenas que sean, no pueden, no deben reducirsemás que a una de estas dos: han cesado las dificultades que dieron lugara la suspensión de garantías, o <strong>el</strong> Ejecutivo ha hecho m<strong>al</strong> uso de <strong>el</strong>las.Innecesario me parece manifestar que si bien esas dificultades, esindubitable que no han desaparecido, como lo ha dicho <strong>el</strong> señor Altamirano,aunque con colores demasiado exagerados, han disminuido considerablemente.En cuanto <strong>al</strong> uso que se ha hecho de <strong>el</strong>las contestaré empezandopor las acusaciones que ha hecho a cada uno de los ministerios. Empezandopor <strong>el</strong> de Gobernación que es a mi cargo, lo acusa de no haberhecho nada en <strong>el</strong> negocio de Vidaurri con Comonfort. Apenas supo<strong>el</strong> gobierno por conducto particular, y no ofici<strong>al</strong>mente, que Comonforthabía tocado <strong>el</strong> territorio de la República, y anticipándose a la excitativade la <strong>Cámara</strong>, mandó una orden <strong>al</strong> gobernador de Nuevo Leónpara que lo aprehendiera y lo remitiese para someterlo a juicio. ¿Quéhubiera hecho <strong>el</strong> señor Altamirano? No habiéndose recibido respuestase repitió la orden, y contestó <strong>el</strong> ciudadano gobernador, encargado d<strong>el</strong>mando por ausencia de Vidaurri, que cumpliría con la orden en cuantoComonfort tocara <strong>el</strong> territorio de la República. ¿Qué habría hecho<strong>el</strong> señor Altamirano? Posteriormente se le ha extrañado su conductaa aqu<strong>el</strong> gobierno, se le previene que cumpla con las órdenes que s<strong>el</strong>e tienen dadas, y se espera su respuesta para que si no cumple, venga<strong>el</strong> gobierno a acusarlo ante nuestra soberanía, que es lo que está dentrode la órbita de sus facultades y de su deber. ¿Qué más quería <strong>el</strong>señor Altamirano que se hiciera?En cuanto <strong>al</strong> señor Payno, ya tiene dado su informe <strong>el</strong> ministrode Justicia. Dice <strong>el</strong> señor Altamirano que ese señor anda libre, quet<strong>al</strong> vez nos escucha en las g<strong>al</strong>erías. Y bien, ¿qué le toca hacer <strong>al</strong> Ejecutivoen este caso? ¿Quiere <strong>el</strong> señor Altamirano que vaya a atrop<strong>el</strong>lar<strong>al</strong> poder Judici<strong>al</strong>, que vaya a revocar su sentencia? El juez Herreratiene un tribun<strong>al</strong> que le revisó sus sentencias, y <strong>el</strong> señor Altamirano puedeir a acusarlo en uso d<strong>el</strong> derecho que tiene todo ciudadano parahacerlo. ¿Quiere también <strong>el</strong> señor Altamirano que <strong>el</strong> ministro de Justiciavaya a anular esas sentencias d<strong>el</strong> juez Herrera, que invada lasatribuciones de los jueces que obran en la órbita de sus facultades?333


En cuanto <strong>al</strong> ministro de la Guerra, autorizó, y debió hacerlo así,<strong>al</strong> gener<strong>al</strong> en jefe, para que sobre <strong>el</strong> terreno formara su plan de campaña.Y si <strong>el</strong> resultado con razón o sin <strong>el</strong>la pudo compararse con loscab<strong>al</strong>litos de la Alameda, pudo ser culpa de las circunstancias o d<strong>el</strong>gener<strong>al</strong> González Ortega, pero nunca d<strong>el</strong> ministro, que no dirigió lacampaña desde su gabinete.El señor ministro de Hacienda, si tuvo que imponer-la contribuciónd<strong>el</strong> uno por ciento en momentos en que fracasaban otras combinaciones,no por su causa, como lo tiene ya manifestado, fue porqueno se quiso reincidir en préstamos forzosos y en las exacciones de quese le acusa, y porque una contribución por injusta que sea, es milveces menos onerosa que los t<strong>al</strong>es préstamos. Y a nadie se le ocultaque <strong>el</strong> dinero es <strong>el</strong> único medio de conservar la tranquilidad y restablecer<strong>el</strong> orden, por lo que dio tan buenos frutos esa ley. Sólo en <strong>el</strong>mes pasado hizo entrar <strong>el</strong> ministro en las arcas de la nación 540000pesos, y esto prueba su honradez y que se mueve.Lo que dice <strong>el</strong> señor Altamirano d<strong>el</strong> señor B<strong>al</strong>cárc<strong>el</strong> y d<strong>el</strong> ministrode Fomento, no pueden pasar de gracejadas de m<strong>al</strong> gusto. Al menosno puedo comprender qué quiso decir con lo de que en la Repúblicasólo se fomentaban vicios; pero puedo decir que nadie ha puestoen duda la honradez d<strong>el</strong> señor B<strong>al</strong>cárc<strong>el</strong>, y que si se ocupa de vicios,será para desarraigados, y jamás para fomentarlos.Se humilla <strong>al</strong> gobierno con manifestaciones, y se le dice que <strong>el</strong>juicio público lo condena; pero antes nos deben decir qué juicio esése. No puede <strong>al</strong> menos aceptarse como <strong>el</strong> juicio de la nación, puestoque Guanajuato y otros Estados que han protestado seguir la leg<strong>al</strong>idad,lo contradicen. Pero lo que se quiere es atar las manos d<strong>el</strong> gobiernopara acusarlo después de su impotencia; se le quiere sujetar <strong>al</strong>os insultos de la prensa que se trata de desatar para multiplicar ladiatriba que se escucha en este mismo recinto, bajo la s<strong>al</strong>vaguardia d<strong>el</strong>a inmunidad de representantes d<strong>el</strong> pueblo.Si <strong>el</strong> gobierno hubiera extendido <strong>el</strong> uso de las facultades que ledaba la suspensión de las garantías, se le habría acusado de tirano; <strong>al</strong>contrario por no haber hecho gran uso de <strong>el</strong>las, se le acusa de débil.Porque haga y porque no haga se le acusará, y todo dará por resultado,con o sin intención, <strong>el</strong> venir a caer maniatados y ciegamente en manosde la reacción.j Los representantes d<strong>el</strong> pueblo, señores, están llamados no a destruir,sino a unir los poderes públicos! (Prolongados aplausos) .El señor Altamirano.-Señor: tengo que responder a las <strong>al</strong>usionesque ha hecho de mí <strong>el</strong> señor ministro de Justicia y Gobernación. Elha clicho que yo blasono de int<strong>el</strong>igencia y de patriotismo: es f<strong>al</strong>so encuanto a lo primero; es cierto en cuanto a lo segundo. Yo nunca he334


disputado mi t<strong>al</strong>ento, así como no me ha ocurrido tampoco disputarmi hennosura; pero tonto, como Dios me ha hecho, no dejo de conocerlas torpezas de la administración actu<strong>al</strong>, pues lo que es para esto nose necesita gran capacidad. En cuanto a patriotismo, ese sí lo disputo,porque a patriota no me gana su señoría. Lo he probado cuanto hepodido, y aunque soy joven, he servido a mi patria siempre filiado en<strong>el</strong> partido liber<strong>al</strong>, ya batiéndome contra los enemigos de la democracia,ya de otras maneras, pero siempre con deseo de sacrificar mi vidaen defensa de mis ideas.El señor ministro dice que yo no he <strong>al</strong>egado más que sarcasmos ysátiras, y no razones, y yo le respondo: que he <strong>al</strong>egado más que razones...hechos, y hechos que hablan muy <strong>al</strong>to. Que <strong>el</strong> señor ministrome conteste también con hechos y no caiga en <strong>el</strong> vicio que se sirveimputarme; pero no contesta sino con teorías que no cuadran hoy, queno hemos colocado en <strong>el</strong> terreno de la experiencia. Protesto contra laimputación gratuita que me atribuye, diciendo: que he <strong>el</strong>evado aquíuna voz que puede c<strong>al</strong>ificarse de sediciosa, porque si bien deseo y conmigola oposición entera, que <strong>el</strong> señor <strong>Juárez</strong> se retire d<strong>el</strong> poder, jamáshe enunciado la idea de que esto fuese de una manera revolucionaria,sino por la vía leg<strong>al</strong>. Por esto es que decía yo hace poco queap<strong>el</strong>aba a su patriotismo, excitándolo a que renunciase, ya que no puedehacer f<strong>el</strong>iz a la nación ni afrontar las dificultades con que lucha.Pero si no basta aqu<strong>el</strong>la aseveración, protesto de nuevo, que no nosseparamos ni un ápice d<strong>el</strong> camino leg<strong>al</strong>, y que jamás trabajaremos porninguna persona ni en favor de una tendencia subversiva. Mucho menoslo haremos en favor d<strong>el</strong> infame don Ignacio Comonfort, contraquien nosotros los oposicionistas seremos los primeros en combatir.Respecto de que nuestra intención haya sido traer aquí <strong>al</strong> gabinetepara humillarlo y escarnecerlo, debo responder: que nuestro pensamientofue <strong>el</strong> de que asistieran los ministros para combatir, como lohace ahora contra mí <strong>el</strong> señor ministro de Justicia, pues cu<strong>al</strong>quiera quesea <strong>el</strong> estilo que uso para hablar, es más noble que me escuchen laspersonas contra quienes lucho, que <strong>el</strong> hablar de <strong>el</strong>las a su esp<strong>al</strong>da.Dice <strong>el</strong> señor ministro que debiéramos procurar mejor la uniónde los dos poderes que separarlos. Es verdad, pero ¿quién ha sido <strong>el</strong>primero en provocar esa desunión; <strong>el</strong> cuerpo legislativo que ha votadocon entusiasmo cuanto ha querido <strong>el</strong> gobierno, cuando se ha tratadode s<strong>al</strong>var a la nación, o <strong>el</strong> Ejecutivo que en todos sus actos ha mostradosu ojeriza y su m<strong>al</strong>querencia <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>? Yo ap<strong>el</strong>o a la diputaciónpermanente para que me diga si no es cierto que <strong>el</strong> señor ministro deHacienda ha manifestado claramente en sus comunicaciones dirigidasa aquélla, su intención tenninante de desobedecer los acuerdos de vuestrasoberanía; yo pregunto ¿por qué <strong>el</strong> gobierno no ha separado de335


sus empleos a las personas que desmerecen la confianza de la nación?¿Quién es entonces <strong>el</strong> que provoca la desunión?Quiere <strong>el</strong> señor ministro que yo le diga qué hubiera debido haceren t<strong>al</strong>es o cu<strong>al</strong>es casos en que censuro su conducta, y yo le respondo:que ni soy <strong>el</strong> mentor d<strong>el</strong> ministerio, ni quiero serlo, ni tengo para <strong>el</strong>lola suficiente pericia. Conozco que he obrado torpemente; pero no séqué hubiera debido hacer ni estoy obligado a decírs<strong>el</strong>o, aunque lo piense.Si yo fuera como su señoría, ya experimentado en la administración,quizá me metería yo a darle consejos; pero repito que soy inexperto,y me limito a censurar lo mismo que cu<strong>al</strong>quier individuo queconoce que <strong>al</strong>gún otro es m<strong>al</strong> médico porque empeora a su enfermo,aunque no sepa hacer recetas.Dice <strong>el</strong> señor ministro que <strong>el</strong> señor González Ortega es <strong>el</strong> únicoresponsable de la dilatada campaña que se emprendió contra la reacción,y que <strong>el</strong> señor ministro de la Guerra nada tiene que ver en esto.¡Ah!... yo creía, según lo que se usa en otros países, que <strong>el</strong> ministerio d<strong>el</strong>a Guerra tenía a su cargo dirigir la guerra, y que debía natur<strong>al</strong>mentev<strong>el</strong>ar sobre las operaciones de la campaña; pero su señoría declara que<strong>el</strong> gobierno actu<strong>al</strong> sigue otra táctica, y me conformo.Por último, por más que su señoría se esfuerce en demostrarmeque la situación ha mejorado, no lo creo, y para mi no hay silogismosde bronce sino hechos. Con esos hechos, pues, que se conteste a esasque su señoría llama sátiras estudiadas, pero que son verdades incontestables.He aquí lo que tengo que contestar a esas especies de <strong>al</strong>usiones;pero las que se hagan de mi persona y sean ofensivas <strong>al</strong> hombre y no<strong>al</strong> diputado, las contestaré de otra manera.El señor M ateos.-Me permitirá vuestra soberanía que antes deentrar en <strong>el</strong> debate, haga una explicación sobre las expresiones vertidaspor mí en la última sesión. Dije «que desafiaba para <strong>el</strong> terreno d<strong>el</strong>a discusión a los que afilaban sus espadas en los s<strong>al</strong>ones presidenci<strong>al</strong>es».Estas expresiones han sido comentadas de tres maneras: primera,que yo había anunciado en <strong>el</strong> seno de la representación nacion<strong>al</strong> ungolpe de Estado; segunda, que mi desafío a los ministeri<strong>al</strong>es se entendíaen otro terreno que no fuera <strong>el</strong> de la discusión; y tercera, que mehabía dirigido exclusivamente a uno de los representantes.Señores, yo rechazo la idea que envu<strong>el</strong>ve la enunciación de ungolpe de Estado, porque tengo la convicción íntima de que <strong>el</strong> hombreque ha sido <strong>el</strong>evado a la presidencia en sustitución d<strong>el</strong> personaje queabortó esa combinación funesta <strong>el</strong> 17 de diciembre de 58, no podíatraicionar sus convicciones ni borrar su nombre d<strong>el</strong> <strong>al</strong>bum de la revolución.La segunda de las versiones me es injuriosa, porque un retolanzado en <strong>el</strong> seno d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> echaría un ridículo espantoso sobre336


mí, dando <strong>al</strong> mismo tiempo un ejemplo de inmor<strong>al</strong>idad que no estácon mis principios políticos. Señores, no sería yo <strong>el</strong> que hiciese <strong>al</strong>ardeen <strong>el</strong> santuario de las leyes d<strong>el</strong> quebrantamiento de nuestros preceptossoci<strong>al</strong>es, aunque como particular me es satisfactorio descender en miscuestiones person<strong>al</strong>es <strong>al</strong> terreno marcado por <strong>el</strong> honor y la cab<strong>al</strong>lerosidad.La última interp<strong>el</strong>ación es originada por la casu<strong>al</strong>idad. El representanteque se cree <strong>al</strong>udido, había estado con <strong>el</strong> presidente momentosantes de la discusión a que me refiero, y en su tránsito por los s<strong>al</strong>onesse había encontrado con uno de los diputados de la oposición. Al oírque mi desafío se concretaba a los que afilaban sus espadas en <strong>el</strong> recintopresidenci<strong>al</strong>, se creyó satirizado cru<strong>el</strong>mente. Yo protesto, señores,que ignoraba estos antecedentes. El señor representante ha evocado micab<strong>al</strong>lerosidad, y a la voz d<strong>el</strong> honor nunca he pennanecido en silencio;siempre que he llevado la mano <strong>al</strong> corazón, ha respondido con tmaarmonía.Yo me he dirigido a los defensores de la ley, sin <strong>al</strong>udir a persona<strong>al</strong>guna, y estoy satisfecho de que hayan levantado <strong>el</strong> guante, porquese han disparado los primeros tiros y <strong>el</strong> ministerio defiende p<strong>al</strong>mo ap<strong>al</strong>mo <strong>el</strong> terreno. Entro, pues, en <strong>el</strong> debate. Se trata de una ley de vidapara nuestra sociedad; esta leyes la de garantías consignadas en <strong>el</strong>código fundament<strong>al</strong> de la República, y que se h<strong>al</strong>lan suspensas en laactu<strong>al</strong>idad. ¿Es ya tiempo que esas garantías vu<strong>el</strong>van <strong>al</strong> seno d<strong>el</strong> pueblo?He aquí la cuestión propuesta a vuestra soberanía.Tres años hace que este pueblo desgraciado está oyendo las promesasde la revolución; tres años que camina tras ese fantasma de libertady de emancipación, regando su tránsito con sangre, porque <strong>el</strong>pueblo, señores, es <strong>el</strong> que ha formado las filas revolucionarias; él quienha combatido, y después de una marcha sucesiva de derrotas y victorias,ha plantado en <strong>el</strong> corazón de la República <strong>el</strong> estandarte d<strong>el</strong> progresoy de la Reforma.Concluida la lucha y puesta en vigor la Carta fundament<strong>al</strong>, comenzaba<strong>el</strong> pueblo a gozar de los beneficios de su obra, cuando lareacción en su agoIÚa hizo <strong>el</strong> supremo esfuerzo para reconquistar unterreno que ha perdido para siempre. El cañón enemigo se dejó oír enlas c<strong>al</strong>les de la capit<strong>al</strong>, y vuestra soberanía juzgó oportuno quitar todatraba <strong>al</strong> Ejecutivo para que obrase en esos momentos apremiantes yde ansiedad pública, y votó la supresión de las garantías.Yo fui, señores, uno de los que levantaron la voz en esos momentosde p<strong>el</strong>igro, diciendo a los representantes de la Unión que debíamosmorir en nuestros puestos, aunque tuviéramos que envolvemos la cabezacomo César para recibir la muerte, que nos sería gloriosa en esterecinto, solio de la soberanía nacion<strong>al</strong>.337


La supresión de garantías era indispensable, porque <strong>el</strong> foco de lareacción estaba en la capit<strong>al</strong>; todos sus prohombres que estaban ocultoss<strong>al</strong>drían en un momento dado; y aunque están humillados, vencidos,derrotados en los campos de bat<strong>al</strong>la y en los de la discusión, podríanderramar más sangre y causar un nuevo m<strong>al</strong> a la República sin lograréxito ninguno en su causa condenada por la opinión nacion<strong>al</strong>.La situación ha variado; la espada vencedora que ha cosechadotantos laur<strong>el</strong>es en los campos de la revolución, le ha dado <strong>el</strong> últimogolpe a la agonizante bandera teocrática militar. Algunas gavillas recorrennuestros caminos y aSáltan pueblos indefensos; nuestras tropaslas persiguen tenazmente, y pronto la paz se habrá enseñoreado en tod<strong>al</strong>a extensión de la República. La mor<strong>al</strong>idad d<strong>el</strong> gobierno requiereque las garantías sean devu<strong>el</strong>tas <strong>al</strong> pueblo; <strong>el</strong> p<strong>el</strong>igro ha cesado; lasbandas de forajidos no pueden tener a la nación privada de sus derechosmás importantes, ni vuestra soberanía puede manifestarse <strong>al</strong>armadaante una situación que está dominada enteramente.Los lazos que nos ataban a la sociedad vieja, están cortados, handesaparecido, no toquemos la trompeta d<strong>el</strong> juicio para evocar las ideasd<strong>el</strong> pasado. El pueblo ha sufrido bajo diferentes formas siempre <strong>el</strong> absolutismo;Santa Anna y Comonfort declararon que no podían marcharcon una Constitución. ¿Incurriremos nosotros en <strong>el</strong> mismo error?¿Nos declararemos impotentes a la faz d<strong>el</strong> mundo entero? ¿Pondremosen evidencia <strong>el</strong> <strong>sistema</strong> representativo con esta supresión de garantías?Fijemos las antiguas prácticas de esos gobiernos que se hayan hundidoen <strong>el</strong> olvido y que la historia apenas los consigna en sus páginas. Esnecesario convencerse que nuestra sociedad ha sido de clérigos y nuestrosgobiernos sus acólitos, porque todos se han inaugurado en la suntuosaMetropolitana <strong>entre</strong> incienso y los cantos d<strong>el</strong> Te Deum.Todo esto ha desaparecido <strong>entre</strong> las ruinas de la antigua sociedad;<strong>entre</strong> los errores d<strong>el</strong> régimen pasado. La regeneración política es unhecho consumado en nuestra República: ni una mirada <strong>al</strong> pasado,todo para <strong>el</strong> porvenir.Entre las garantías que la oposición tiene más empeño en que sevigoricen, es la de imprenta. El señor ministro de Justicia teme que<strong>el</strong> periodismo se desencadene: yo supongo que así será a pesar de l<strong>al</strong>ey que hay sobre la materia. i Señores, ni aun en ese caso sentenciaréyo a muerte a la prensa, porque la prensa es la luz sobre las sociedades;proscribida sería poner la mano sobre nuestro programa reformista;herir en nuestro corazón la fe política; matar <strong>el</strong> <strong>el</strong>emento poderosoque ha hecho nuestra revolución; encarc<strong>el</strong>ar <strong>el</strong> pensamiento!Dejad la supresión de la prensa para <strong>el</strong> sur de Norte América,porque <strong>al</strong>li hay esclavos que pueden <strong>al</strong>gún día forjar <strong>el</strong> eslabón de laya rota Unión Americana. El ciudadano no puede estar privado de derechossino en un momento, porque su existencia política está herida de338


muerte, y prolongar esta situación es muy p<strong>el</strong>igroso.-Yo recuerdo,señores, que durante la revolución, cuando nuestras tropas ocupabanlas poblaciones, lo primero que se ponía en vigor era la Constituciónde 57 en toda su plenitud. Hoy que la República es nuestra, que losrestos desprestigiados de la reacción apenas pueden conseIVarse en lasierra, ¿por qué dejar <strong>al</strong> pueblo en esta expectativa? yo creo que esuna inconsecuencia en la que no debemos incurrir: yo votaré por <strong>el</strong> restablecimientode las garantías. Es necesario surgir <strong>entre</strong> esta sociedadcon la verdad en la mano. Lo demás sería gobernar desde las tinieblas;sería traicionar nuestros principios y suicidamos en política ya que nuestrosinfortunados enemigos son impotentes para derrocamos.Yo sostengo <strong>el</strong> restablecimiento de la ley, no por estar en las filasde la oposición, porque yo he aceptado esa oposición filosófica que esla base d<strong>el</strong> gobierno, porque la ilustra. El desencadenamiento de laspasiones en ningún país civilizado se ha recibido como oposición; enese terreno d<strong>el</strong> vértigo de ideas reaccionarias y liber<strong>al</strong>es, se tocan, seconfunden.La cuestión de facultades extraordinarias en hacienda, será defendidapor mí en <strong>el</strong> debate de mañana, porque la voz de mi concienciapública me dice, que mientras no le demos <strong>al</strong> Ejecutivo una ley dehacienda, es necesario prorrogarle las facultades, porque sin <strong>el</strong>las noingresaría en las arcas nacion<strong>al</strong>es ni un centavo.Yo me f<strong>el</strong>icito de que la junta superior de hacienda no se hayainst<strong>al</strong>ado, porque las personas cuyos nombramientos se nos sometierona aprobación, con excepciones honrosísimas, no hubieran llevado ad<strong>el</strong>ant<strong>el</strong>a importante ley de reforma porque no está en sus principios,y hubiera sido en sus manos la ley Lerdo lo que la tolerancia r<strong>el</strong>igiosaen las de Torquemada.Creo, señores, que en esta defensa no se me imputará que llevola librea d<strong>el</strong> gobierno porque mi carácter independiente me <strong>al</strong>eja detoda sospecha infamante; repito que mi oposición es filosófica, queacato la justicia donde la encuentro, y hablo muy <strong>al</strong>to en contra de losabusos que perjudican y son <strong>el</strong> desprestigio de nuestras instituciones.La cuestión hacendaria no es de principios en este momento decrisis porque pasa la República; es necesario aceptar la situación comose presenta; los abusos de tantos años y <strong>el</strong> caos en que se h<strong>al</strong>la este ramode la administración, requieren tiempo; no se corrigen de unaplumada. Rehuso entrar en esta cuestión por no ser objeto de estedebate.En cuanto a las garantías, que es <strong>el</strong> punto céntrico de la discusión,diré por última vez que vuestra soberanía no debe vacilar un instanteen devolvérs<strong>el</strong>as <strong>al</strong> pueblo; que las raíces de la sociedad nueva estánechadas, y que a pesar de los esfuerzos lánguidos y moribundos de la339


eacción, las ideas d<strong>el</strong> pasado no volverán a entronizarse. La representaciónnacion<strong>al</strong> no emplazará más la s<strong>al</strong>vación de la República.El señor ministro de Hacienda.-Que despreciaba <strong>al</strong> señor Altamiranopor las c<strong>al</strong>umnias que había dicho refiriéndose <strong>al</strong> ministeriode Hacienda, y que no podría probar los derroches de que hablaba;que <strong>al</strong>lí están en <strong>el</strong> ministerio los expedientes de todos los negocios y enla tesorería los libros para que viera la exactitud con que hablaba <strong>el</strong>C. Altamirano. Que respecto a los agiotistas que revoloteaban <strong>al</strong> derredord<strong>el</strong> ministerio, le decía: que no había de ir a buscar dinero<strong>entre</strong> los cargadores; que lo reprobado sería que hubiese hecho con<strong>el</strong>los negocios escand<strong>al</strong>osos; que no necesitaba vivir de la hacienda pública;que si había entrado <strong>al</strong> ministerio, fue por obsequiar los deseosd<strong>el</strong> primer magistrado de la República y creyendo que podría serIeútil <strong>al</strong> país.El señor Altamirano.-¡ Cómo...! i Un hombre que ha serviclo <strong>al</strong>a reacción se atreve a decir que desprecia mis c<strong>al</strong>umnias! ¿Qué c<strong>al</strong>umniashe vertido yo aquí? He llamado <strong>al</strong> señor ministro de Haciendaderrochador, porque lo es; por más que él proteste y que trate de insultarme.Yo he sido <strong>el</strong>evado a este puesto, no por <strong>el</strong> favoritismo, comosu señoría, y contra la voluntad d<strong>el</strong> pueblo; sino por la <strong>el</strong>ección francay espontánea de mis conciudadanos, y con mi credenci<strong>al</strong> me creo máshonrado que su señoría. Cu<strong>al</strong>esquiera que sean las p<strong>al</strong>abras que yovierta aquí, son dignas de que se combatan, no de que se desprecien.Yo soy quien desprecio <strong>al</strong>tamente <strong>al</strong> señor ministro de Hacienda.El señor ministro de Hacienda.-Dejo <strong>al</strong> buen juicio d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>que juzgue en la cuestión. No hay derroches en <strong>el</strong> ministerio deHacienda, y tengo pruebas; están los libros, están los expedientes, y yodispuesto a probarlo y a sostenerme en cu<strong>al</strong>quier acusación que se mehaga.El señor Suárez Navarro.-No creo que la cuestión esté fijada ensu terreno. Desde que se discutió la ley de suspensión de garantías, meopuse a <strong>el</strong>la, porque cuando los derechos más sagrados d<strong>el</strong> hombre sesuspenden, todo <strong>el</strong> mundo teme, todos desconfían, y en lugar de s<strong>al</strong>vardificultades, se crían tropiezos que concluyen por arruinar <strong>al</strong> mismo gobiernoque se ha querido sostener.En comprobación, cita todos los gobiernos de México que han sidoderrocados en la República desde Iturbide a nuestros tiempos, ycree ver su caída porque han obtenido ampliación de facultades y suspensiónde garantías. Cree que es mejor <strong>el</strong> despotismo franco y sincero,que esa especie de hipocresía que dice existe, cuando parapetadoso enmascarados con un código, con una Constitución, ejercen toda latiranía de los déspotas. No puede estar por esos caprichos de llamara un código inmutable, y estarlo barrenando momento a momento.Que no quiere que las constituciones sean hojas de pap<strong>el</strong> para <strong>el</strong> po-340


deroso y planchas pesadas de fierro para <strong>el</strong> pueblo. Todos los gobiernos,para ampliar la órbita de sus facultades, dicen que hay conspiraciones,que hay p<strong>el</strong>igros, y luego por la natur<strong>al</strong>eza de las cosas, esasdificultades se vu<strong>el</strong>ven arma de partido que desprestigia y derroca <strong>al</strong>as administraciones. Que cree que sólo manteniendo las constitucionesincólumes, se sostendrán los gobiernos. (Algunos aplausos.)El señor Buenrostro.-Triste, señor, es que los representantes d<strong>el</strong>pueblo mexicano en <strong>el</strong> año de 1861, tengan todavía que ocuparse dediscutir sobre si los habitantes de este infortunado país deben o no disfrutarde las sacrosantas garantías que les otorga <strong>el</strong> Código fundament<strong>al</strong>de la República; pero por desgracia ésta es la cuestión que debe ocupar<strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> en la sesión de hoy.Vaya ocuparme de rebatir los discursos de los oradores que mehan antecedido en <strong>el</strong> uso de la p<strong>al</strong>abra, y a poner en su verdadero puntode vista <strong>el</strong> objeto con que se proponen llevar ad<strong>el</strong>ante <strong>el</strong> proyecto d<strong>el</strong>ey que levanta la suspensión de las garantías individu<strong>al</strong>es.Parece, señor, que es verdaderamente democrático pararse a hablarsobre uno de los más preciosos dones que las sociedades puedenotorgar a los individuos que las componen; pero si se atiende a las circunstanciasexcepcion<strong>al</strong>es en que se encuentra México, evidentementees un patriotismo m<strong>al</strong> entendido <strong>el</strong> abogar por semejante medida, puestoque no han concluido los restos de las gavillas que capitanean Márquez,Zuloaga y Mejía, y que constantemente asu<strong>el</strong>an las poblacionespor donde pasan. Suspender tempor<strong>al</strong>mente las garantías individu<strong>al</strong>espara concluir con los enemigos de la sociedad y devolvérs<strong>el</strong>as después<strong>al</strong> pueblo con la seguridad de una paz duradera, esto es lo quedebe hacer todo <strong>el</strong> que se precie de liber<strong>al</strong>, pues de otra manera no seharía más que coadyuvar, aunque no con m<strong>al</strong>a intención, a aumentary robustecer indirectamente a las gavillas reaccionarias, que son <strong>el</strong>constante amago de las libertades públicas y d<strong>el</strong> reposo de las familias.Los individuos que forman la oposición, suponen que deben retirarse<strong>al</strong> Ejecutivo todas las facultades que con este motivo le otorgó<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, porque no ha sabido hacer uso de <strong>el</strong>las sino con tibiezay f<strong>al</strong>ta de resolución: estos mismos representantes que confiesan que<strong>el</strong> Ejecutivo necesita de actividad y energía, quieren derogar la suspensiónde garantías para que <strong>el</strong> gobierno haga menos y se encu<strong>entre</strong>maniatado d<strong>el</strong>ante de sus enemigos, que como he dicho antes, lo sontambién de la sociedad; o más bien dicho, para que <strong>el</strong> gobierno aquien <strong>el</strong>los suponían como inactivo, caiga en una completa inacción.No creo, señor, que han cesado las caus<strong>al</strong>es que existieron en <strong>el</strong> mesde julio y junio, y por las que <strong>el</strong> poder Legislativo, sin iniciativa deningún género de parte d<strong>el</strong> Ejecutivo, se apresuró a investir <strong>al</strong> presidentede la República de <strong>al</strong>gunas facultades, suprimiendo <strong>al</strong>gunasgarantías. Muchas poblaciones son saqueadas e invadidas por las ga-341


villas reaccionarias, ¿y en estas circunstancias se pretende la portaci6nlibre de annas y otras garantías que notoriamente favorecen <strong>al</strong>os enemigos de la leg<strong>al</strong>idad y d<strong>el</strong> progreso? Sólo comprendo estoestando, como estoy persuadido, de que se quiere hacer d<strong>el</strong> proyectode ley que se nos ha presentado para su discusión, una anna de partido,puesto que llama fuertemente la atención que todos los que mehan precedido en <strong>el</strong> uso de la p<strong>al</strong>abra, más bien han procurado hacercaer <strong>el</strong> ridículo y <strong>el</strong> sarcasmo sobre <strong>el</strong> person<strong>al</strong> d<strong>el</strong> gobierno, aquien no defiendo person<strong>al</strong>mente, porque hasta ahora no soy satélitede nadie, que vertir las razones que apoyen lo que c<strong>al</strong>ifican comode una imperiosa necesidad. Hay un incidente en este asunto queno quiero pasar desapercibido, porque como demócrata, respeto yvenero la representaci6n nacion<strong>al</strong> y acato y obedezco ciegamente lavoluntad d<strong>el</strong> pueblo. El incidente de que hablo, es la simultaneidadcon que han aparecido las proposiciones que nos ocupan, y la excitativaque <strong>al</strong>gunos ciudadanos diputados han <strong>el</strong>evado <strong>al</strong> jefe supremode la República para que se retire d<strong>el</strong> puesto en que lo colocó <strong>el</strong> sufragiopopular. ¿Es democrático, digo, y conseCl,lente con los principiosde libertad que profesamos, <strong>el</strong> que se quiera hacer prev<strong>al</strong>ecer la opini6nde unos cincuenta ciudadanos sobre <strong>el</strong> voto expreso de la nación?No, señores, no es así, sino que la oposición, inconsecuente hasta conlos principios de que blasona, quiere a todo trance s<strong>al</strong>irse con la ideade derrocar de una manera antiliber<strong>al</strong> <strong>al</strong> primer magistrado, a quien<strong>el</strong> pueblo confiriera sus destinos. Se ha citado por uno de los señoresque han hablado en pro de la derogación de la ley que suspendió lasgarantías, las p<strong>al</strong>abras de un célebre escritor francés, que se expresafuertemente contra semejante medida; pero a mi vez haré <strong>al</strong>gunasobservaciones sobre <strong>el</strong> particular. ¿El escritor francés habla de las nacionesque como la nuestra ha estado en lucha constante y en revolucionescontinuas? ¿Se contraía <strong>el</strong> escritor' francés a las naciones, que,como la nuestra no han podido por desgracia concluir con los <strong>el</strong>ementosde desorden que abriga en su mismo seno, y que amenazan la propiedad,la familia y hasta la existencia?Téngase presente que se quiere la suspensión de <strong>al</strong>gunas garantíasotorgadas por <strong>el</strong> c6digo de 1857, para volvérs<strong>el</strong>as <strong>al</strong> pueblo para siempre,unidas a la paz y a la prosperidad de la República, y que es preferiblemil veces este sacrificio a concedérs<strong>el</strong>as tempor<strong>al</strong>mente, paraque después, triunfando por este medio los reaccionarios, se las quitenpara siempre, hundiendo <strong>al</strong> país en un abismo.Como liber<strong>al</strong>, como progresista, de cuya opinión y sinceridad nadiepuede dudar, pues soy conocido de los buenos liber<strong>al</strong>es, me esforzaréhasta lo último por librar a mi país d<strong>el</strong> abismo a que se le quiereprecipitar.342


El señor Peña y Ramírez.-Aunque no he entendido bien la argumentaciónd<strong>el</strong> señor Buenrostro, me ha parecido percibir que nosacusa de defender la reacción, y protesto que no es así, sino que tratamosde dar una medida política e indispensable, porque a <strong>el</strong>lo nos obliga<strong>el</strong> mismo gobierno. ¿Qué ha hecho <strong>el</strong> gobierno con las facultadesque se le han concedido? Nada. Después d<strong>el</strong> triunfo de J<strong>al</strong>atlaco, queno fue cosa por cierto, v<strong>al</strong>ió menos, porque en lo absoluto se aprovechóde él <strong>el</strong> gobierno. Se me contestará que la culpa fue de González Ortega;pero <strong>el</strong> gobierno tiene facultad suficiente para hacerse obedecer.Debía hacerse obedecer; debía castigar; debía someter a un consejo deguerra a González Ortega. El gobierno que no se hace obedecer, esporque es débil, porque es incapaz.La oposición no defiende personas, defiende principios. Si queremosquitar <strong>al</strong> gobierno, es por su incapacidad; los ministros siemprese equivocan. Pidieron una autorización para un millón de pesos, diciendoque eran suficientes para las urgencias d<strong>el</strong> gobierno, y se equivacaron;pidieron la suspensión de las convenciones, asegurando queen un mes quedarían exterminadas las gavillas reaccionarias, y vames y medio, y las hordas reaccionarias andan asolando los Estados de.México y Querétaro. Por último, señor, no tenemos confianza en <strong>el</strong>gobierno; lo creemos inepto; la nación quiere que haciendo uso de susgrandes <strong>el</strong>ementos, se desarrolle su riqueza para consolidar la paz.Repito, no tenemos confianza en <strong>el</strong> actu<strong>al</strong> Ejecutivo; queremos unnuevo orden de cosas, y sin defender personas sostendremos un nuevoprograma que se nos presente. (Aplausos.)El señor Rojo con mucha timidez toma la p<strong>al</strong>abra y dice:Mi f<strong>al</strong>ta de capacidad y mi f<strong>al</strong>ta de costumbre de hablar en <strong>el</strong><strong>Congreso</strong>, me impiden entrar de lleno en la cuestión que se debate;tanto más, cuanto que va estando bien debatida ya; pero no puedodejar de hacer una moción de orden, necesaria en mi concepto. Cuandose suspendieron las garantías, se fueron examinando para conocercuáles se debían sostener y cuáles no.Roy se quieren restablecer todas, sin tomar en consideración quepuede haber <strong>al</strong>gunas que no sea conveniente restablecer tan pronto.Así es que me veré comprometido a votar en contra d<strong>el</strong> artículo, siqueda así completo. No puedo estar, por ejemplo, conforme, con queen la actu<strong>al</strong>idad todos puedan portar armas. Cuando con razón sedice que estamos plagados de m<strong>al</strong>hechores; cuando los mismos reaccionariosdispersos andan armados por todas partes aún, no me parececonveniente que se deje a todo <strong>el</strong> mundo portar armas en perjuicio d<strong>el</strong>a sociedad.Suplico, pues, a la comisión, o si es necesario, <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>, que<strong>al</strong> votarse <strong>el</strong> artículo, se haga en <strong>el</strong> mismo orden en que se hizo cuandose suspendieron esas garantías.343


El señor Linares.-Mi pensamiento <strong>al</strong> sostener <strong>el</strong> artículo que estáa discusión, es darle todo su vigor a la Constitución, porque es indudableque todo gobierno tiende a quitarse trabas para marchar más librementea su arbitrio; y todo es dar <strong>el</strong> primer paso, y caminará hasta<strong>el</strong> fondo d<strong>el</strong> precipicio. La historia nos demuestra que las facultadesextraordinarias o no se toman, o siempre llevan hasta atacar la representaciónnacion<strong>al</strong>. Y aunque estoy seguro de que <strong>el</strong> actu<strong>al</strong> Ejecutivojamás llegaría a t<strong>al</strong> extremo, siempre la suspensión de garantías ocasiona<strong>el</strong> desprestigio. El gobierno que no respeta los derechos soci<strong>al</strong>es,es un déspota, princip<strong>al</strong>mente sobre punto tan interesante como <strong>el</strong> quetratamos, porque esa f<strong>al</strong>ta de respeto es contra <strong>el</strong> derecho natur<strong>al</strong>.Han sido siempre inmor<strong>al</strong>es los efectos que ha producido esa clasede autorizaciones, y aunque, repito, <strong>el</strong> actu<strong>al</strong> person<strong>al</strong> d<strong>el</strong> Ejecutivono los aumente, si cambia, ¿qué será entonces? Por otra parte, aúnno sé si la suspensión ha dado buenos o m<strong>al</strong>os frutos. No sé qué garantíasse habrán dado a los reaccionarios que se hayan presentado,ni qué pena se les ha impuesto a los que no lo han hecho. No sé hastaqué grado se les ha concedido a los gobernadores, ni qué reglamentoha tenido esa suspensión. En cuanto <strong>al</strong> gobierno, ha marchado, si nomejor, lo mismo que antes. No hay, pues, necesidad de que dure esasuspensión seis meses. El gobierno no ha necesitado mucho de <strong>el</strong>la,pues ha hecho un uso muy económico, lo que me complazco en confesar.No es absoluta, pues, la necesidad que tiene de la suspensiónde garantías, y podrá marchar bien con <strong>el</strong>las. No hay r<strong>el</strong>ación <strong>al</strong>gunacomo se da a entender, <strong>entre</strong> las actu<strong>al</strong>es proposiciones que yo mismohe finnado y presentado en la primera sesión de este periodo, y lamanifestación que ha visto ayer la luz pública, no son coetáneas, ybasta para convencerse <strong>el</strong> comparar las fechas. No son armas de partidoestas proposiciones; no tienen por objeto poner dificultades; nohay m<strong>al</strong>a fe, y sólo tienen por objeto evitar <strong>el</strong> desprestigio d<strong>el</strong> gobierno.(Un principio de aplausos.)El señor Cendejas.-Con justicia dicen que <strong>el</strong> t<strong>al</strong>ento de los pormenoreses propiedad de los tontos, y aunque así me juzgo <strong>al</strong> hablar,hago uso de mi derecho. Voy a manifestar un pensamiento antes deentrar en materia. La ley que restringió <strong>el</strong> uso de <strong>al</strong>gunas garantíasconstitucion<strong>al</strong>es, puso en vigor y declaró vigente la ley de conspiradoresde 6 de diciembre de 1856. Ya se ve, pues, que si aprobamos la proposiciónt<strong>al</strong> cu<strong>al</strong> está, será de mucha trascendencia. Los jueces han dicho<strong>al</strong> ponerse vigente esa ley, que ya les habíamos dado luz, que ya podíanver, que ya podían juzgar. Y ¿hoy los queremos poner a oscuras? ¿queremosque no se castiguen los crímenes que tanto se quieren castigar?Haremos una aclaración person<strong>al</strong>. Aunque se trata <strong>al</strong>gunas vecesde hacerme aparecer en caricatura; aunque se diga que hoy soy máspapista que <strong>el</strong> papa; es decir, más gobiemista que <strong>el</strong> mismo gobierno,344


no dejaré de decir que yo me guío por la razón; que estoy y he estadosiempre filiado en <strong>el</strong> partido progresista, y siguiendo la filosofía int<strong>el</strong>ectu<strong>al</strong>,no mendigando aplausos, es como me decido y doy mi opiniónen las cuestiones. Las necesidades de la situación, y a mí <strong>el</strong> primero,nos hicieron defender la suspensión de garantías. No puedo, pues, seracusado de ministeri<strong>al</strong> ni exponerme a la befa, cuando emito, comoentonces, razones.Terminantemente se ha dicho que se trata de dar un voto decensura; ésta es una especie de cota de m<strong>al</strong>la para resistir los ataquesde la justa razón, que es un medio político, un anatema para echarpor tierra lo existente, para levantar una cosa nueva, de vigorosa vida.Es fácil seguir la hipérbole para que aplaudan las g<strong>al</strong>erías.Veamos, primero: Censura, eso es muy puerco. Incapacidad, ésees un medio ineficaz, pero trastornador, porque de una manera inaudita,escand<strong>al</strong>osa, se pintan cuadros con b<strong>el</strong>los colores, se echan ojeadas<strong>al</strong> presidente, se le llama incapaz, no locomotiva; se habla deguardacantón, p<strong>al</strong>abras que no entiendo, pero sí creo firmemente quese tiene <strong>el</strong> deseo de llevarnos a un abismo. Un demonio perniciosoparece dirigir su voluntad para declararse órganos leg<strong>al</strong>es y erguirseen la tribuna, y dar la muerte. i Leg<strong>al</strong>idad mata! i Leg<strong>al</strong>idad hollada!(Aplausos.) El orador dice: «suplico a los señores que me aplaudentengan la bondad de no distraerme», y continúa: i Leg<strong>al</strong>idad mata!Dicho viejo: ni defendido ni consecuente: no mata, no envenena,en<strong>al</strong>tece, sí, evita la anarquía. Demostremos principios, no usemos frases,no digamos p<strong>al</strong>abras vacías. Se trae a cuenta la historia de unamanera escand<strong>al</strong>osa. Se dice que la suspensión de garantías fue la caídade los gobiernos desde Iturbide hasta la fecha. Se cita muy oportunamente<strong>el</strong> dicho de un escritor francés. i Leg<strong>al</strong>idad mata! La historia,si la historia nos enseña que la revolución que no nace de p<strong>al</strong>acio notriunfa, que si no está auxiliada por <strong>el</strong> poder, desaparece.La traición en esos puestos es la causa de las revoluciones; de maneraque se puede asentar como tesis que la traición de los gobernantesauxiliada por la traición de los sub<strong>al</strong>ternos, son las que han dado origena nuestras revoluciones.No pues son amantes de la leg<strong>al</strong>idad los que sostienen <strong>el</strong> proyecto,ni su amor lo que los hace restablecer las garantías; es una cuestión deconveniencia: se quiere re<strong>al</strong>izar un programa, declarar la guerra en<strong>el</strong> mismo lugar donde debe dominar <strong>el</strong> patriotismo. Se quiere un votode censura, se busca <strong>el</strong> lugar más vulnerable. Se hace una representación,es decir, se form<strong>al</strong>iza una sedición, porque lo es todo acto queestá fuera de las prescripciones de la ley. Y sobre este particular yollamo la atención de los señores cronistas d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> hacia lo quevaya decir. La decisión de una mayoría debe tener restricciones. Sí,debe atenderse a que se conforme <strong>al</strong> sentido de la mayoría de sus re-345


presentantes, no precisamente mayoría por fórmulas leg<strong>al</strong>es. No considerarépreceptivo lo que la mayoría resu<strong>el</strong>va, si no está conforme <strong>al</strong>a razón y a los principios". Si una mayoría acordara la destitución de<strong>Juárez</strong>, aunque se revistiera de fórmulas leg<strong>al</strong>es, nada v<strong>al</strong>dría, porqueno se puede contrariar la voluntad de que proviene su <strong>el</strong>ección, nimenos su leg<strong>al</strong>idad. Por otra parte, no es obra de tres meses la pacificaciónde la República, como se exige d<strong>el</strong> Ejecutivo; la paz está lejos,a muchos millones de leguas. ¿Brota la paz por la eficacia de la p<strong>al</strong>abray por la misma acaba la guerra civil? Pasarán muchos años para<strong>al</strong>canzar <strong>al</strong>guna perfectibilidad, y lo menos cincuenta para consolidarnos;j siempre <strong>el</strong> estilo profético que me atribuyen! Para concluir, repitoque <strong>el</strong> establecimiento de las garantías t<strong>al</strong> cu<strong>al</strong> se piden, deroga la leyde conspiradores. Que cuando esa suspensión debía durar seis meses,sin iniciativa d<strong>el</strong> gobierno que debía decirnos si era o no oportuno <strong>el</strong>pensamiento, se levanta la voz para anarquizamos porque no hay paz,porque se acusa <strong>al</strong> gobierno de conspirabilidad si no gana, y de marasmocuando triunfa.j La situación será ventajosísima para <strong>el</strong> gobierno: si antes teníaque reprimir conspiraciones, hoy tendrá sobre sí a éstas y a sus auxiliares!El señor B<strong>al</strong>andrano.-Ya veo que tenían razón los periódicos <strong>al</strong>anunciar para esta discusión un campo de bat<strong>al</strong>la <strong>entre</strong> la oposicióny <strong>el</strong> ministeri<strong>al</strong>ismo. Antes de entrar en materia, diré que en buenderecho, una ley derogatoria no comprende a las que la derogada interpreta.En cuanto a la cuestión, sólo en dos casos no debería aprobarse<strong>el</strong> proyecto a discusión; porque permanecieren las emergenciasde la situación, o por la confianza que se tuviera en <strong>el</strong> person<strong>al</strong> d<strong>el</strong> Ejecutivo.El presidente de la República nos ha dicho en su discurso <strong>el</strong>día de la apertura de sesiones, que no eran las mismas que habíanmejorado, aunque pronto se restablecería la paz. Confianza no la tenemos,no porque sea inepto, no porque sea incapaz; sino porque noes de acción, porque no es entidad que haga sentir su influencia en losEstados. La exposición que ha visto la luz ayer, hace abstracción completamented<strong>el</strong> carácter de diputados. Manifestamos en <strong>el</strong>la nuestrasopiniones, nuestros deseos; pero no imponemos, porque tanto derechotenemos nosotros para esto, como los que defienden <strong>al</strong> gobierno, hastaque la nación decida quién de nosotros tenía razón; pero no excitadapor medio de circulares como en tiempo de Santa Auna. El señor Cendejashabla de traición. Soy joven, pertenezco a una juventud que nitraiciona ni se vende. (Aplausos.) Rechazo la p<strong>al</strong>abra inepto para <strong>el</strong>person<strong>al</strong> d<strong>el</strong> Ejecutivo; pero no me conformo con <strong>el</strong> cambio de ministerio,porque aunque respeto <strong>el</strong> person<strong>al</strong> d<strong>el</strong> ministerio, veo que todoslos que entran en él mueren, y no quiero que ese person<strong>al</strong> sea la tumbade la Reforma. Si quisiéramos revolución, no haríamos oposición ni346


consultaríamos, pues no nos f<strong>al</strong>tan gobernadores amigos. Nada hahecho la oposición en <strong>el</strong> terreno vedado; que la prensa juzgue. Peroparece que sólo J uárez es constitucion<strong>al</strong>; todos los buenos deseos ensu favor. Nada tenemos que ver con <strong>Juárez</strong> y su gabinete; nosotrosluchamos por los principios. (Aplausos.)El señor ministro don Joaquín Ruiz.-Hasta ahora no se contestanlas razones, ni se citan hechos, ni se desmienten los que se hancitado. Se dice que hay acusaciones ante <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> en apoyo d<strong>el</strong>pensamiento. A pesar de lo que ha dicho <strong>el</strong> señor B<strong>al</strong>andrano, la leyde conspiradores quedará derogada si se aprueba la proposición. Repitoque nada nuevo se <strong>al</strong>ega, ni se prueba que haya habido abuso, ni quehaya cambiado tanto la situación. Se hacen comparaciones: ¡hubieranquerido estar los habitantes de la República como hoy, y no sujetos <strong>al</strong>as siete leyes, que hacían a un tirano dueño de vidas y haciendas!El señor Linares repite <strong>al</strong>gunas de sus argumentaciones. Da <strong>al</strong>gunasexplicaciones sobre despotismo, y convencido de lo dicho sobr<strong>el</strong>ey de conspiradores, ofrece presentar una segunda proposición paras<strong>al</strong>var la dificultad.Suficientemente discutida se declaró con lugar a votar en lo gener<strong>al</strong>por 71 votos contra 27.Puesta a dis'cusi6n en lo particular, <strong>el</strong> señor Ruiz (don Manu<strong>el</strong>)dice: La cuestión, aunque está ya bastante dilucidada, quiero dar razónde mi voto. Siento mucho que en este augusto recinto se hayahecho oír <strong>el</strong> idioma d<strong>el</strong> insulto y d<strong>el</strong> sarcasmo, y aunque ya por locomún no se hace caso de este epíteto de ministeri<strong>al</strong>, yo lo rechazocomo <strong>al</strong>tamente ofensivo, cuando sólo me dirige la razón <strong>al</strong> hacer usode la p<strong>al</strong>abra. Hecha esta s<strong>al</strong>vedad, paso a la cuestión.Se profana este augusto lugar, pero no se contesta, no se hiere ladificultad, y se contentan con llamar ineptos a los ministros. Ha habidotiempo suficiente para discutir sobre las personas y sobre la capacidade incapacidad, leg<strong>al</strong>idad o ileg<strong>al</strong>id.ad d<strong>el</strong> señor J uárez; ha sido ya resu<strong>el</strong>taa su favor en Guad<strong>al</strong>ajara <strong>al</strong> conquistarse aqu<strong>el</strong>la plaza, en lasconferencias que <strong>al</strong>lí hubo, en <strong>el</strong> campo <strong>el</strong>ector<strong>al</strong>, y aun en <strong>el</strong> seno d<strong>el</strong><strong>Congreso</strong> <strong>al</strong> computarse los votos, ha sido tratada y siempre ha s<strong>al</strong>idovencedor. La cuestión se puede resolver próximamente en <strong>el</strong> campo<strong>el</strong>ector<strong>al</strong> <strong>al</strong> <strong>el</strong>egirse presidente de la Corte, y si <strong>el</strong> candidato es capazde s<strong>al</strong>var <strong>el</strong> país, todo podrá <strong>al</strong>lanarse. Insiste en las razones dadas yasobre oportunidad, y concluye creyendo que la proposición se opone<strong>al</strong> texto constitucion<strong>al</strong> d<strong>el</strong> artículo 20.El señor Carrión dijo: Señor, poco me queda ya que decir despuésde las luminosas razones que se han vertido en <strong>el</strong> curso d<strong>el</strong> debate;sin embargo, añadiré cuatro p<strong>al</strong>abras para manifestar a la representaciónnacion<strong>al</strong> y <strong>al</strong> pueblo que me escucha, <strong>al</strong>gunas de las poderosas347


azones en que me fundo para votar en pro d<strong>el</strong> dictamen de la comisión.En mi concepto, no solamente es necesario, sino justo, justísimo,volver <strong>al</strong> pueblo sus garantías, porque nada es más indigno de la democraciatriunfante, que romper hoy un pacto s<strong>el</strong>lado ayer con la preciosasangre de los hijos d<strong>el</strong> pueblo, más aún cuando no obliga la es·trecha necesidad de sacrificar una parte para s<strong>al</strong>var <strong>el</strong> todo.La revolución prometió <strong>al</strong> pueblo la restauración de las garantíasperdidas por la villana traición de diciembre de 57, y la revoluciónhizo esta sagrada promesa, que le v<strong>al</strong>ió conquistar <strong>el</strong> afecto popular,no bajo la influencia de la paz ni cuando se dejaba oír <strong>el</strong> ruido d<strong>el</strong>as máquinas de la industria floreciente, sino bajo <strong>el</strong> vértigo contagiosod<strong>el</strong> combate, y cuando acompañaban a su voz <strong>el</strong> estampido de la artilleríay los gritos de la lucha; es decir, cuando <strong>el</strong> pueblo pudo compraresta promesa con heroicos sacrificios, con derramar a torrentes su nuncabien apreciada sangre de combate en combate, de hecatombe en hecatombe,desde las barricadas de las c<strong>al</strong>les de la ciudad de México ylos campos de S<strong>al</strong>amanca en 58, hasta las lomas de C<strong>al</strong>pul<strong>al</strong>pan en1860.¿Y por qué esas promesas formuladas <strong>al</strong> estruendo d<strong>el</strong> combatey ratificadas después de la lucha militar, han de olvidarse <strong>al</strong> estruendode la tribuna y han de nulificarse en la lucha parlamentaria? ¿Porqué sobre las tumbas de nuestros hermanos que murieron combatiendopor la restauración de nuestras garantías, hemos de pisotear <strong>el</strong> programapor <strong>el</strong> que dieron con regocijo sus existencias?Se me podrá decir: porque la suspensión de garantías fue necesaria;no es cierto: cuando un gobierno tiene energía, cuando pose<strong>el</strong>a aptitud necesaria para regir a un pueblo; cuando está posesionadode un verdadero espíritu de justicia, no necesita castigar a toda unanación para hacerlo con unos cuantos individuos; se me podrá decirtambién que con la suspensión de garantías se s<strong>al</strong>vó la situación; estotendrá <strong>al</strong>go de cierto, pero también yo diré que esta suspensión sirviópara recordamos a cada paso, a cada instante, la odiosa dominaciónde la crapulosa soldadesca reaccionaria, porque sin existir aquí Miramónni Lagarde, he visto arrancar a los artesanos de sus t<strong>al</strong>leres, as<strong>al</strong>tarlosen <strong>el</strong> hogar doméstico, arrebatarlos d<strong>el</strong> seno de sus familias porlas comisiones reclutadoras en leva, y sembrar <strong>el</strong> luto y desolación<strong>entre</strong> éstas, dejando a los hijos sin padre, a la esposa sin esposo y <strong>al</strong>a madre sin hijos.Todos estos horribles abusos no han tenido otro origen que laimprudente suspensión de una de las garantías que concede nuestrocódigo fundament<strong>al</strong>, y que fue sustituida con un principio que <strong>el</strong> señorSuárez Navarro ha c<strong>al</strong>ificado de bárbaro, y que yo me atrevo a c<strong>al</strong>ificarde s<strong>al</strong>vaje; principio que decía que todo ciudadano podía ser348


obligado a prestar trabajos person<strong>al</strong>es; es decir, que santificaba, queautorizaba <strong>el</strong> odioso, <strong>el</strong> crimin<strong>al</strong>, <strong>el</strong> repugnante reclutamiento en leva.Diré también de paso y a mi tumo dos p<strong>al</strong>abras acerca de la fracciónoposicionista, a la que tengo <strong>el</strong> orgullo de pertenecer y a la que sehan dirigido ridículos sarcasmos; que la oposición mirando de parted<strong>el</strong> poder Ejecutivo la inmovilidad, la apatía, la lenidad, la impotencia,y de parte de la nación la actividad y <strong>el</strong> deseo de movimiento,ha creído, pues, que ha llegado <strong>el</strong> momento de arrancar a la naciónd<strong>el</strong> abismo adonde la ha orillado esa política de lenidad y de apatía,y ha dicho: no más inmovilidad, no más resistencia <strong>al</strong> desarrollo progresista,no más temores, no más <strong>al</strong>armas <strong>al</strong> oír exclamar que <strong>el</strong> progreso,demasiado oportuno, demasiado desarrollado, pugna por romperen su marcha esos diques de pap<strong>el</strong> con que han querido detenerl<strong>al</strong>os ciegos partidarios de la inmovilidad legislativa!! la revolución exclamój ad<strong>el</strong>ante! <strong>el</strong> pueblo exclamó también con la revolución j ad<strong>el</strong>ante!nosotros, fi<strong>el</strong>es intérpretes de la voluntad revolucionaria, fi<strong>el</strong>esintérpretes de la opinión popular, debemos exclamar con <strong>el</strong> pueblo yla revolución: j ad<strong>el</strong>ante, caiga quien cayere! y cuando hayamos caminadodemasiado lejos; es decir, cuando hayamos conquistado la pazy la prosperidad de nuestra degraciada República; cuando hayamosdemostrado <strong>al</strong> pueblo <strong>el</strong> sendero d<strong>el</strong> porvenir, lo veamos lanzarse porél arrollando cuanto obstáculo se le presente en su marcha, entoncesserá cuando exclamemos con justicia: ¡ i pueblo, la revolución ha triunfado,nuestra misión ha concluido!!El señor Altamirano.-Ya me fastidio de oír <strong>al</strong>udirme. Desde <strong>el</strong>señor ministro de Justicia y Gobernación hasta <strong>el</strong> señor Ruiz, todos losoradores que han hablado contra <strong>el</strong> dictamen, han llamado a misp<strong>al</strong>abras sarcasmos,insultos, gritos sediciosos y cuanto han encontradoen <strong>el</strong> vocabulario ministeri<strong>al</strong>, de odioso. Y todo esto ¿por qué? Porqueyo soy quien abordo aquí las cuestiones en que se trata d<strong>el</strong> bien públicocon más franqueza y con más audacia. Porque yo no tiemblo paradecir una verdad, aunque ésta deba herir a personas muy <strong>el</strong>evadas ointereses muy preciosos. Pues bien: nada me importan esos adjetivoscon t<strong>al</strong> de triunfar en esta cuestión, como probablemente sucederá.Si soy brusco y le llamo <strong>al</strong> pan pan, y <strong>al</strong> vino vino, no es mía laculpa, t<strong>al</strong> es mi carácter, no me gusta cantar himnos <strong>al</strong> poder ni tributarleincienso; pero me están ya cansando las t<strong>al</strong>es <strong>al</strong>usiones, tentadoestoy por pedirle a la fracci6n ministeri<strong>al</strong> un mod<strong>el</strong>o de estilooratorio, porque hasta ahora no tengo más que <strong>el</strong> mío.El señor Gamboa dice: -No pensaba yo tomar parte en la presentediscusión, pero <strong>al</strong>gunas p<strong>al</strong>abras d<strong>el</strong> señor Carrión me hacenhacer dos preguntas a la oposición.Antes tengo que decir, que si como ministeri<strong>al</strong> se entiende seguirlos principios de leg<strong>al</strong>idad que sostiene <strong>el</strong> gobierno, acepto y me honro349


con la c<strong>al</strong>ificación de ministeri<strong>al</strong>; pero si envu<strong>el</strong>ve la c<strong>al</strong>ificación deservidor d<strong>el</strong> ministerio por <strong>al</strong>gún interés, puedo decir que ni para míni para mis amigos pido ni he pedido nada, y que estoy más pobre d<strong>el</strong>o que era cuando empecé a tomar parte en la política de mi patria.También he sido yo de oposición, también he atacado aquí a donIgnacio Comonfort, pero entonces la oposición presentaba un programa.Ese programa era la Constitución de 1857; un poco más, laReforma que los progresistas conquistamos después. Pero ahora la oposiciónno nos presenta ese programa de más progreso, porque no supongoque su programa sea <strong>el</strong> de <strong>al</strong>gún periódico que quiere quitar <strong>el</strong>convento a las Brígidas y repartir más templos. Puesto que ataca a unhombre en <strong>el</strong> puesto que ocupa, que nos presente su candidato, ypuesto que quiere avanzar más, que nos diga su programa.El señor Peña y Ramírez dijo: -En la discusión se han <strong>al</strong>egadotres cosas en contra de la proposición: soldados, dinero y conspiradores.Los primeros no los necesitan, pues ponen guardia nacion<strong>al</strong> enasamblea; dinero, lo tendrán con la ley de 17 de jullo; y conspiradores,no los hay, pues que a ninguno castigan.En cuanto <strong>al</strong> señor Gamboa, le diré que <strong>el</strong> programa de oposiciónes Constitución de 57 y Leyes de Reforma, y su hombre <strong>el</strong> quesostenga este programa.Suficientemente discutida en votación económica, se declaró conlugar a votar. Pasó <strong>al</strong> Ejecutivo para oír sus observaciones. Se levantóla sesión a las seis de la tarde.«Hubo una peripecia notable en esta discusión. Al votarse en logener<strong>al</strong> <strong>el</strong> artículo d<strong>el</strong> proyecto, la secretaría dio cuenta con otro queagregaba la comisión, declarando vigente la ley de conspiradores de56, a pesar de la derogación de la ley de suspensión de garantías. Estanueva proposición no se discutió ni en lo gener<strong>al</strong> ni en lo particular,y no se declaró con lugar a votan>."4 Buenrostro, Ob.cit., t. J, pp. 246-260.CINCUENTA Y UN DIPUTADOS PIDEN A JUAREZ QUERENUNCIE A LA PRESIDENCIA DE LA REPUBLICALos que suscribimos, ciudadanos mexicanos en ejercicio de nuestrosderechos, <strong>al</strong> ciudadano presidente de la República, exponemos:Que, <strong>el</strong>egidos por <strong>el</strong> libre voto de nuestros conciudadanos paravenir a representarlos en <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> de la Unión, en nuestra c<strong>al</strong>idadde diputados, hemos llenado hasta hoy nuestro deber, estudiando lasituación d<strong>el</strong> país, <strong>el</strong> origen de los m<strong>al</strong>es que lo aquejan y los mediosque, aunque escasos, sean eficaces para s<strong>al</strong>varlo y, después de un maduroexamen que ha producido en nosotros la convicción más pro-350


funda respecto de las medidas indispensables para organizar la marchade la causa pública y para <strong>al</strong>canzar la s<strong>al</strong>vación no sólo de los principiospolíticos conquistados sino aun de la autonomía nacion<strong>al</strong>, con<strong>el</strong>la y, cumpliendo un deber indeclinable que nos impone nuestra concienciade ciudadanos y haciendo abstracción de nuestro carácter dediputados, venimos a <strong>el</strong>evar una petición respetuosa <strong>al</strong> ciudadano presidente,usando d<strong>el</strong> derecho que nos concede <strong>el</strong> artículo 80. d<strong>el</strong> códigofundament<strong>al</strong>.Vemos en la situación actu<strong>al</strong> un <strong>el</strong>emento mayor que otro <strong>al</strong>gunode desorganización en la rotura casi absoluta de los lazos federativos,que deberían ligar, haciendo una de las diversas partes que constituyennuestra nacion<strong>al</strong>idad y la escisión de los Estados que tanto espanta ycon razón en la esfera de los hechos consumados, existe ya, así en <strong>el</strong>orden administrativo como en <strong>el</strong> legislativo y judici<strong>al</strong>. F<strong>al</strong>ta, pues, launidad federativa y con <strong>el</strong>la f<strong>al</strong>tará dentro de poco la unidad nacion<strong>al</strong>,siendo imposible, por lo mismo, todo gobierno en <strong>el</strong> centro y quedando,como está reducido a luchar estérilmente con su propia impotencia.La verdad de este hecho tiene <strong>el</strong> carácter de la evidencia; adónde pueda conducirnos esta situación es demasiado fácil adivinarlo;cuál sea la causa de <strong>el</strong>la y cuál <strong>el</strong> remedio es, pues, <strong>el</strong> asunto de quevemmos a ocuparnos.La gigantesca revolución que ha hecho triunfar en los campos debat<strong>al</strong>la la bandera de la Reforma, no ha sido, ciudadano presidente,una de tantas revu<strong>el</strong>tas que han agitado durante 40 años nuestro desgraciadopaís; ha sido, sí, una verdadera revolución soci<strong>al</strong>, en que <strong>el</strong>pueblo ha adquirido la conciencia de su fuerza y se ha puesto a la<strong>al</strong>tura de las conquistas que ha pretendido <strong>al</strong>canzar; pero de esa revolución,los combates y las victorias no han sido, ni podido ser más que<strong>el</strong> prólogo, estando encomendado su desarrollo y su consumación a laint<strong>el</strong>igencia política y administrativa e importante es recordar queen esa lucha los que <strong>al</strong>canzaron la victoria, los que para <strong>el</strong>la sacrificaronsu reposo y su hacienda, prodigando su sangre fueron, sin duda,los pueblos d<strong>el</strong> interior de la República y de la frontera, que en <strong>el</strong>día d<strong>el</strong> triunfo depusieron en <strong>el</strong> <strong>al</strong>tar de la leg<strong>al</strong>idad todas sus conquistas.Esperaron, con razón, <strong>el</strong> desarrollo y consumación de la Reforma;con <strong>el</strong>la esperaron también ver curadas esas llagas que deantiguo minan nuestra existencia soci<strong>al</strong> y que nos ponen bajo la dependenciade las potencias extranjeras, que nos dominan con <strong>el</strong> títulooprobioso de acreedores; esperaron ver organizar la administración públicasobre los <strong>el</strong>ementos de mor<strong>al</strong>idad y de justicia, desterrados de<strong>el</strong>la tanto tiempo hace y, bajo <strong>el</strong> h<strong>al</strong>ago de esa esperanza, quedaronahogadas las ambiciones bastardas y por la primera vez en la historiade nuestro país, <strong>el</strong> soldado victorioso acató la ley y cedió <strong>el</strong> puesto <strong>al</strong>depositario d<strong>el</strong> supremo poder de la nación.351


Mas, por desgracia, todas esas esperanzas han s<strong>al</strong>ido f<strong>al</strong>lidas; larevolución se ha detenido en su marcha, puesto que no ha ad<strong>el</strong>antadoun solo paso en la esfera administrativa; la desmor<strong>al</strong>ización se ha entronizadoen todas direcciones y luchando <strong>el</strong> Ejecutivo con la f<strong>al</strong>taabsoluta de recursos, se ve <strong>el</strong> país amenazado por la guerra extranjera,devastado por bandidos que, sin invocar un principio o un pretextopolítico <strong>al</strong> menos, todo lo destrozan a su paso. Esto es porque ha f<strong>al</strong>tadovida y acción en <strong>el</strong>·centro, que ha visto desaparecer en menosde 100 días inmensas riquezas acumuladas por <strong>el</strong> clero en tres siglos dedominación absoluta; que no ha podido cumplir una sola de las promesasmil que ha hecho <strong>al</strong> país; que ha tenido la desgracia de ver levantaren la puerta de la capit<strong>al</strong>, por pequeñas hordas de bandidos, cad<strong>al</strong>sosen que han perecido los hombres más prominentes de la revolución;que con <strong>el</strong> poder omnímodo no ha podido destruir unas cuantas bandasde forajidos, ni <strong>al</strong>canzar siquiera asegurar la vida y las haciendas d<strong>el</strong>os ciudadanos en <strong>el</strong> centro mismo de la capit<strong>al</strong>; que, por último, seha visto obligado a los cuatro meses de existencia, a buscar los mediosde sostenerla en las fuentes mismas a que ocurrió la reacción caducay moribunda, en los últimos instantes de su agonía.El Ejecutivo, ciudadano presidente, no procuró extender su acciónleg<strong>al</strong>, benéfica y conciliadora, en los Estados y éstos, temiendopor <strong>el</strong> porvenir de la causa en favor de la que habían luchado, se hanencerrado en sus propias individu<strong>al</strong>idades, dando por resultado, todo<strong>el</strong>lo, la rotura de los vínculos feder<strong>al</strong>es.Creemos que para consumar una gran revolución no son bastanteslos títulos leg<strong>al</strong>es, es necesario <strong>el</strong> tacto político; creemos quepara mandar a un pueblo que tiene la conciencia de su fuerza no <strong>al</strong>canz<strong>al</strong>a coacción de la ley y que, en los países que han aspirado y<strong>al</strong>as auras de la libertad, <strong>el</strong> único gobierno posible es <strong>el</strong> basado sobre <strong>el</strong>prestigio y <strong>el</strong> amor de los pueblos, prestigio y amor que desgraciadamenteha perdido de todo punto <strong>el</strong> actu<strong>al</strong> person<strong>al</strong> de la administración.Lejos de nosotros la idea de imputar como un d<strong>el</strong>ito, como uncrimen o como un error, los hechos que hemos referido; no venimoshoy con <strong>el</strong> carácter de acusadores, ni en nuestra c<strong>al</strong>idad de ciudadanosqueremos abrogamos los derechos de jueces. Desgracia o más bien resultadopreciso de las grandes revoluciones que devoran no sólo lavida y las haciendas de los hombres prominentes, sino también su prestigioy su reputación, <strong>el</strong> hecho es que, <strong>el</strong> actu<strong>al</strong> presidente de la República,a quien nos dirigimos, no es posible que s<strong>al</strong>ve la situación y suseparación d<strong>el</strong> <strong>al</strong>to puesto que ocupa es una necesidad tan imperiosapara la s<strong>al</strong>vación d<strong>el</strong> país, como fue importante su presencia en él, enlos primeros días de la revolución. Durante <strong>el</strong>la y en los de prueba,usando de ese poder siempre ominoso que se llama dictadura, se gastó352


lo más noble que poseía, su prestigio y su poder mor<strong>al</strong>, que en vanose ha pretendido reconquistar por medio de diversas combinacionesministeri<strong>al</strong>es que no han hecho más que sacrificar otras tantas reputaciones,esterilizando nobles y fecundas int<strong>el</strong>igencias.La revolución, ciudadano presidente, necesita de éstas; necesitaque <strong>el</strong> nombre de <strong>Juárez</strong> no pase a la posteridad con las notas quesobre él arrojaría la historia, si apareciera como <strong>el</strong> d<strong>el</strong> hombre que sofocólos gérmenes de una gran revolución; la Reforma exige la vida,la acción que presta sólo <strong>el</strong> prestigio perdido hoy y que es <strong>el</strong> únicocentro de unión que puede reanudar los vínculos federativos ya rotos;que puede revivir los <strong>el</strong>ementos de la organización soci<strong>al</strong> ya apagados;que puede, por último, damos la fuerza para s<strong>al</strong>ir airosos en losconflictos interiores y exteriores que nos amenazan. Y, en nombre de esassupremas necesidades, en nombre de la s<strong>al</strong>vación de los principios políticosque profesamos, en nombre d<strong>el</strong> honor y de la s<strong>al</strong>vación de nuestropaís, ocurrimos <strong>al</strong> ciudadano que es capaz de todas las virtudes republicanas,<strong>al</strong> ciudadano que ocupa <strong>el</strong> poder, según él mismo lo ha dicho,por un acto de noble abnegación; <strong>al</strong> ciudadano que jamás hará person<strong>al</strong>la cuestión de los intereses soci<strong>al</strong>es y respetuosamente le pedimos se separetempor<strong>al</strong> o absolutamente de la presidencia de la República, en laque sus virtudes son estériles y en la que sacrifica, con su propia reputación,<strong>el</strong> porvenir de la República.Protestamos de la manera más solemne ante <strong>el</strong> ciudadano presidentey ante <strong>el</strong> mundo entero que <strong>al</strong> <strong>el</strong>evar esta súplica no nos mueveinterés <strong>al</strong>guno bastardo, sino única y exclusivamente <strong>el</strong> sagrado de las<strong>al</strong>vación d<strong>el</strong> país y esperamos que, en los términos prescritos por <strong>el</strong>artículo 80. d<strong>el</strong> código fundament<strong>al</strong>, se sirva mandarnos sea mani·fiesta su resolución.México, 7 de septiembre de 1861.Manu<strong>el</strong> María Ortiz de M ont<strong>el</strong>lanoN. MedinaEnrique AmpudiaAntonio RebollarBraulio Carb<strong>al</strong>lar]oaquín Esc<strong>al</strong>antePant<strong>al</strong>eón TovarManu<strong>el</strong> LópezJ. R. NicolínAntonio Carrión]. M. CastroFrancisco FerrerJuan Ortiz CareagaJosé LinaresJosé M. SavorioIgnacio Ec<strong>al</strong>aDomingo RomeroVicente Chico SeínJuan Conzález UrueñaManu<strong>el</strong> Castilla y Portug<strong>al</strong>Antonio Herrera CamposRamón IglesiasTrinidad Careía de la CadenaR. Vázquez353


D. B<strong>al</strong>andranol. C<strong>al</strong>villo lbarraVíctor PérezSusano QuevedoPedro AmpudiaAntonio C. AvilaM. de la Peña y RamírezManu<strong>el</strong> Romero RubioJesús GómezJuan BustamanteAntonio TagleIgnacio M. AltamiranoPablo TéllezFrancisco M. de ArredondoAgustín M enchacaLuis CossíoJ. }y/. CarbóG. AguirreMigu<strong>el</strong> DondéJustino FernándezVicente Riva P<strong>al</strong>acioFrancisco VidañaM. SaavedraJuan Z<strong>al</strong>ceJ. Rivera y RíoEufemio Rojas5 5Juan CarbóBenito ]uárez.Documentos..., Ob.cit., t. v, pp. 13-15.CINCUENTA Y DOS DIPUTADOS ABOGAN POR LAPERMANENCIA DE JUAREZ EN LA PRESIDENCIAConciudadanos diputados:México, septiembre 7 de 1861.Usando d<strong>el</strong> mismo derecho que ustedes han tenido para pedir <strong>al</strong>ciudadano Benito J uárez que renuncie la presidencia de la República,tenemos <strong>el</strong> honor de manifestar a ustedes que, en esta vez, en nuestroconcepto, no han sido órganos de la opinión pública, ni han contribuidoa sostener <strong>el</strong> orden leg<strong>al</strong>. Si ustedes han creído deber obrar así en sucarácter de diputados, han f<strong>al</strong>tado a su mandato pues su deber esproponer medidas legislativas que s<strong>al</strong>ven la situación, discutirlas conc<strong>al</strong>ma y <strong>el</strong>evarlas <strong>al</strong> rango de decretos que den fuerza y prestigio a lasinstituciones.Lejos de eso, ustedes guardan silencio en la tribuna, nada proponen,nada inician y, prescindiendo de sus derechos como representantesy de sus obligaciones para con <strong>el</strong> pueblo, se reúnen como simplesparticulares a promover un cambio violento, sin tener en cuentaque <strong>el</strong> ciudadano J uárez es <strong>el</strong> escogido d<strong>el</strong> pueblo; olvidando que nisiquiera hay un presidente constitucion<strong>al</strong> de la Suprema Corte, ni esjusto que 51 ciudadanos contraríen <strong>el</strong> voto libre de la mayoría de lanación.Rogamos, pues, a ustedes, ciudadanos diputados, que retiren lapetición que han presentado y que se limiten a ejercer <strong>el</strong> cargo que<strong>el</strong> pueblo les ha conferido, para consolidar la paz y la Reforma y no354


para suscitar dificultades <strong>al</strong> Ejecutivo, ni para provocar divisiones en<strong>el</strong> gran partido liber<strong>al</strong>. Si <strong>el</strong> ciudadano <strong>Juárez</strong>, como simple particular,pidiera a ustedes que renunciaran sus cargos de diputados, porque nadaprovechoso ha hecho <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> y pusiera sus esperanzas en los suplentesde ustedes o en nuevas <strong>el</strong>ecciones, nosotros <strong>al</strong> ciudadano <strong>Juárez</strong>le diríamos lo mismo que ahora decimos a ustedes; que se ocuparade desempeñar <strong>el</strong> puesto que le ha confiado la nación, sin descenderde él a hacer c<strong>al</strong>ificaciones que sólo corresponden a la opiniónpública.Son de ustedes conciudadanos y servidores.6 ¡bid., t. v, pp. 16.18.F<strong>el</strong>ipe BuenrostroVictoriano OrdoricaJuan Manu<strong>el</strong> S<strong>al</strong>azarAns<strong>el</strong>mo CanoA. AnguloM an,u<strong>el</strong> OvandoM. R. AlatorreManu<strong>el</strong> DublánJ. N. GuzmánG. Larrazáb<strong>al</strong>P. VázquezAntonio Herrera y CairoAur<strong>el</strong>io HermozoManu<strong>el</strong> PosadaManu<strong>el</strong> RuizIgnacio Marisc<strong>al</strong>Manu<strong>el</strong> C. GoytiaCristób<strong>al</strong> S<strong>al</strong>inasFélix BarrónM. GuerreroVicente LópezRemigio IbáñezJ. Hernández y MarínJuan José CastañosFrancisco Berduzco~abás GarcíaMatías Cast<strong>el</strong>lanoJ. Mariano GarcíaJosé M. BautistaManu<strong>el</strong> ManiauJ. Juan SánchezL. GaonaManu<strong>el</strong> García y GoytiaJ. A. GamboaPlatón GarcíaPorfirio DíazFrancisco de P. CendejasE. Robles GilSimón de la Garza y M <strong>el</strong>oGabino BustamanteV. de la Garza y Mir<strong>el</strong>esP. MirandaLuis CoutoF<strong>el</strong>ipe Sánchez SolísJosé Gabri<strong>el</strong> EsquincaFlorencio M. d<strong>el</strong> CastilloJosé María B<strong>el</strong>lo y GarcíaAlfonso HernándezTomás Aznar BarbachanoTomás OrozcoRicardo V illaseñorM. Rojo6355


ALGUNAS OBSERVACIONES SOBRE LA EXPOSICIONDIRIGIDA AL C. BENITO JUAREZ, PRESIONANDOLOPARA QUE DEJE LA PRESIDENCIA DE LA REPUBLICA1Sensación profunda ha causado en <strong>el</strong> ánimo de todos un fenómeno,hasta ahora desconocido en <strong>el</strong> gran catálogo de nuestras aberraciones;la petición de los 51 diputados dirigida <strong>al</strong> supremo magistradode la República, para que se suicide.Fundándose en <strong>el</strong> artículo 80. de la Constitución, y después dehacer descripción de los m<strong>al</strong>es que aquejan a esta desgraciada República,atribuyéndolos en gran parte <strong>al</strong> ciudadano presidente, piden losdichos diputados que renuncie tempor<strong>al</strong> o absolutamente la presidencia,porque creen un obstáculo invencible la persona d<strong>el</strong> C. <strong>Juárez</strong>para remediarlos.Antes de entrar en <strong>el</strong> examen de la exposición misma, nos hacemosestas dos preguntas:la. ¿Puede renunciar <strong>el</strong> C. <strong>Juárez</strong> la presidencia?2a. ¿Cuál será <strong>el</strong> resultado en caso que se le admitiera?A la primera, contesta <strong>el</strong> artículo 81 de la Constitución, d<strong>el</strong> modosiguiente:


obrando pues en <strong>el</strong> ánimo d<strong>el</strong> ciudadano presidente las causas comograves, que exponen los peticionarios, podría sin embargo tener otras,que él juzgue como t<strong>al</strong>es y que en re<strong>al</strong>idad no 10 sean, y <strong>al</strong> presentarlas<strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> con motivo de su renuncia ¿qué término aceptarían los51 diputados en este caso? ¿Admitirían como graves, causas que no10 son, y que su recto juicio rechazaría, formando de <strong>el</strong>las <strong>el</strong> pretextopara admitir la renuncia que desean? Esto no es compatible con suhonor ni dignidad como hombres, ni mucho menos con su deber comorepresentantes d<strong>el</strong> pueblo; tendrían en este caso que retirarse de ladiscusión y votación por haber prejuzgado, no había entonces <strong>Congreso</strong>por f<strong>al</strong>ta de número, y la renuncia no sería juzgada en sus causasni admitida por f<strong>al</strong>ta de autoridad.La petición hace, pues, imposible la renuncia d<strong>el</strong> C. <strong>Juárez</strong>, aunquetuviese <strong>el</strong> ánimo de presentarla y causas suficientemente gravespara <strong>el</strong>la, por f<strong>al</strong>ta de autoridad que la juzgue y admita. Cuando porataques injustos y aspiraciones bastardas, <strong>el</strong> C. <strong>Juárez</strong> deseaba abandonar<strong>el</strong> año pasado la presidencia, no 10 hizo ni 10 pudo hacer; por<strong>el</strong> mismo motivo, porque no había <strong>Congreso</strong> ante quien renunciar;en <strong>el</strong> mismo caso se encuentra hoy: porque los peticionarios 10 handestruido y por 10 mismo obtenido aqu<strong>el</strong> resultado enteramente contrario<strong>al</strong> que deseaban y se habían propuesto.En cuanto a la segunda pregunta, <strong>el</strong> resultado inmediato es, quesegún <strong>el</strong> artÍCulo 79 de la ley fundament<strong>al</strong>, entra a ejercer <strong>el</strong> poder<strong>el</strong> presidente de la Suprema Corte de Justicia, <strong>entre</strong>tanto se <strong>el</strong>ija presidenteconstitucion<strong>al</strong>.Entre los 51 diputados peticionarios están representados todos loscolores políticos y por 10 mismo no puede haber armonía y unión encuanto a la persona que debe <strong>el</strong>egirse; de esto resulta que se unierontodas esas facciones para quitar <strong>el</strong> obstáculo, poner un interregno, ydurante él, trabajar en favor d<strong>el</strong> candidato que cada fracción tendráin petto.Ahora, si queremos ser justos, debemos confesar que <strong>el</strong> tiempoque pasó <strong>entre</strong> la restitución d<strong>el</strong> gobierno leg<strong>al</strong> en la capit<strong>al</strong> y la <strong>el</strong>ecciónde presidente constitucion<strong>al</strong> fue un verdadero interregno, y lahistoria de todos los países, que 10 han tenido, enseña que siempre fuedesastroso; ¿cómo podía ser México la excepción de esta regla probadapor la experiencia? ¿Pasó tanto tiempo desde entonces acá, queya se olvidase esto a t<strong>al</strong> grado que nos quieran exponer de nuevo <strong>al</strong>os m<strong>al</strong>es que irremediablemente deben resultar de t<strong>al</strong> estado? ¿noson bastantes los que gravitan sobre nosotros? Tenemos <strong>el</strong> derecho depreguntar a los 51 diputados peticionarios, ¿habéis reflexionado enesto <strong>al</strong> formular vuestra petición? y si no 10 habéis hecho, ¿qué cuentapodéis dar <strong>al</strong> pueblo que os <strong>el</strong>igió, de vuestra circunspección y cordura?Habéis sido nombrados para dar leyes y no para hacer peticio-357


nes, revistiéndoos de vuestro carácter de diputados, porque con estecarácter solamente tenéis <strong>el</strong> derecho de obrar en <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> y de ningúnmodo fuera de él. Habéis con este paso dejado a la nación sinrepresentación en <strong>el</strong> caso de que <strong>el</strong> presidente tuviese causas suficientespara renunciar, pues ya lo hemos dicho, que habéis prejuzgado y yano podéis ser jueces. ¿Qué destino tan desgraciado pesa con manoférrea sobre este inf<strong>el</strong>iz pueblo? Los que están llamados para <strong>al</strong>iviarlos m<strong>al</strong>es sin cuento que lo afligen, los multiplican por sus errores ydesaciertos.Pero volvamos a nuestro objeto; suponiendo que la renuncia hubiesesido hecha y admitida, y que <strong>el</strong> C. González Ortega como presidentede la Suprema Corte, se encargase d<strong>el</strong> supremo gobierno; supongamostambién que este ciudadano superase <strong>al</strong> C. <strong>Juárez</strong> en virtudescívicas y mor<strong>al</strong>es; que tuviese más abnegación, más energía, más conocimientoen política, mayor prestigio en <strong>el</strong> cuerpo diplomático, máscircunspección, ¿podrían ser útiles todas estas prendas recomendablespara <strong>el</strong> país durante <strong>el</strong> interregno? Sin duda <strong>al</strong>guna, ¡no! Porque s<strong>el</strong>e encerraría en un círculo de las mismas personas y dificultades, conque se han inutilizado las grandes cu<strong>al</strong>idades d<strong>el</strong> C. <strong>Juárez</strong>, tendría quegastar su tiempo en fruslerías por las exigencias de la gratitud que deberíaa aqu<strong>el</strong>los que le han franqueado <strong>el</strong> camino a la presidencia, enlugar de dedicarlo a los negocios graves d<strong>el</strong> gobierno; tendría ademásde esto que luchar contra los envidiosos que precisamente se presentaríanen mayor número de los que tiene <strong>el</strong> C. <strong>Juárez</strong>; los tiros deéstos serían más vehementes, más venenosos, porque <strong>el</strong> corto tiempode su gobierno los <strong>al</strong>entarla; las luchas <strong>el</strong>ector<strong>al</strong>es serían más encarnizadas,sin dar t<strong>al</strong> vez otro resultado que la preponderancia <strong>al</strong> partidocleric<strong>al</strong>, que no dejaría de aprovecharse de estas circunstancias,porque desunido <strong>el</strong> partido liber<strong>al</strong>, y fraccionado, no podría obteneruna mayoría absoluta <strong>el</strong> candidato de cu<strong>al</strong>quiera de esas fracciones.El presidente interino, cuyo gobierno sería de muy corto tiempo, notendrla <strong>el</strong> lugar de formar un plan político amplio, ni mucho menosponerlo en ejecución; tendría que ir con <strong>el</strong> día como vulgarmente sedice, y prontamente se levantaría contra él una grita más <strong>al</strong>ta y acasotan injusta como la que <strong>al</strong>gunos m<strong>al</strong> intencionados levantan hoy contra<strong>el</strong> C. <strong>Juárez</strong>.Demostrado, pues, que la presidencia interina no puede mejorarnada en la situación de la República, sino <strong>al</strong> contrario, que la debeempeorar, es claro que nadie que re<strong>al</strong>mente quiera <strong>el</strong> bien d<strong>el</strong> paíspueda desear, ni admitir la renuncia d<strong>el</strong> presidente constitucion<strong>al</strong>: yde <strong>el</strong>lo resulta que los 51 diputados peticionarios han incurrido en unerror grave, figurándose que la persona d<strong>el</strong> actu<strong>al</strong> presidente sea lacausa d<strong>el</strong> m<strong>al</strong>estar que experimentamos, y que en su renuncia se encu<strong>entre</strong><strong>el</strong> remedio.358


En la vía de la presidencia constitucion<strong>al</strong> siempre <strong>al</strong>gún terrenose va conquistando; solamente <strong>el</strong> respeto a la leg<strong>al</strong>idad que se aumentade día en día, es una ventaja inmensa, y la prueba de <strong>el</strong>lo es que los51 diputados han querido ensayar <strong>el</strong> camino leg<strong>al</strong> para efectuar unarevolución que en tres o cuatro años atrás se hubiese sustituido con unpronunciamiento a mano armada. El actu<strong>al</strong> presidente, por más quedigan sus detractores, es la leg<strong>al</strong>idad personificada, y los cargos que s<strong>el</strong>e hacen de haberla atrop<strong>el</strong>lado, son injustos: no es él <strong>el</strong> responsablesino los ministros que la hayan contrariado; <strong>el</strong> presidente es inviolablee intachable en este punto. Más ad<strong>el</strong>ante nos ocuparemos directamentede estos cargos, que también inevitablemente se harían <strong>al</strong> presidenteinterino, probablemente con más acritud y t<strong>al</strong> vez con la misma injusticia.Si, pues, en <strong>el</strong> interregno, todos los m<strong>al</strong>es subsistentes aumentarían,si ninguno mejoraba, si la reacción inevitablemente volvía a tomarmayor vu<strong>el</strong>o, si <strong>el</strong> partido liber<strong>al</strong> llegaba a dividirse más, <strong>el</strong> nuevopresidente constitucion<strong>al</strong> encontraría la República en un estado deanarquía, de que no hay ejemplo.El C. <strong>Juárez</strong>, previendo esto, como todo hombre sensato, que setoma la pena de reflexionar con sangre fría, no podrá menos que vercon dolor esas aberraciones; y <strong>el</strong> único medio para s<strong>al</strong>var la Repúblicade un completo naufragio es <strong>el</strong> que ha observado hasta ahora,oponer silencio a la grita insensata de los descontentos, refugiarse detrásde su conciencia y seguir luchando contra esos <strong>el</strong>ementos embravecidosde destrucción que amenazan engullir <strong>el</strong> pequeño resto deorden que queda. Los que con imparci<strong>al</strong>idad juzgamos a este beneméritociudadano, <strong>el</strong> digno amigo y compañero de los ilustres mártiresde la libertad Degollado y Ocampo, los que vemos los <strong>el</strong>ementos hostilesde que está rodeado y que canocemos que lejos de ayudarle, todoconspira contra él, nosotros le damos un voto de gracias por la abnegaciónheroica, con que se sacrifica en ese lecho de espinas, llamadopresidencia, y esperamos que consume ese sacrificio, quedando en <strong>el</strong>puesto hasta que leg<strong>al</strong>mente sea r<strong>el</strong>evado, o hasta que <strong>el</strong> crimen lolance de él.IIEntre los m<strong>al</strong>es que aquejan a la República, <strong>el</strong> primero que pintanlos peticionarios es rotura casi absoluta de los lazos federativos, ydicen <strong>al</strong> fin: cuál sea la causa de <strong>el</strong>lo y cuál sea <strong>el</strong> remedio, es, pues, <strong>el</strong>asunto de que venimos a ocupamos, o en otras p<strong>al</strong>abras claras, dicen:«la persona d<strong>el</strong> señor <strong>Juárez</strong> es la causa, y su renuncia <strong>el</strong> remedio».359


En nuestro artículo primero hemos probado que los 51 diputadosse han equivocado en cuanto <strong>el</strong> remedio que proponen que indudablementees peor que la enfermedad: réstanos que dilucidar la causa de<strong>el</strong>la.Tenemos, primero, que examinar en qué consiste esa rotura, ysegundo, de dónde proviene.La rotura de los lazos federativos no puede consistir en otra cosaque en la abrogación de derechos que los Estados tienen, es decir, quese sustraen de los deberes, obligaciones y obediencia para con <strong>el</strong> gobiernode la Unión, o en otras p<strong>al</strong>abras, que la Constitución feder<strong>al</strong>es para <strong>el</strong>los un pap<strong>el</strong> escrito, como por desgracia lo son casi todaslas leyes en esta época tan rica en desastres, desaciertos y desmor<strong>al</strong>ización.Si hablamos de Estados, deberíamos decir más bien los gobiernoso gobernadores de <strong>el</strong>los, que tratan de hacerse independientes d<strong>el</strong> gobiernogener<strong>al</strong> y absolutos en <strong>el</strong> mando. i El Estado H. declara quereasume sus derechos de soberanía! ¿Cuáles son esos derechos quequiere reasumir? ¿Han sido los Estados jamás soberanos en la verdaderasignificación de la p<strong>al</strong>abra, o lo han sido únicamente por su administracióninterior? Los Estados existen en fuerza de la Constitución,a <strong>el</strong>la deben su ser leg<strong>al</strong>, y a <strong>el</strong>la tienen que obedecer, y los queno lo hacen, son reos de lesa nación. Ahora bien, si en esto consiste larotura de los lazos federativos, <strong>el</strong> d<strong>el</strong>ito no es d<strong>el</strong> señor <strong>Juárez</strong>, sinode los que infringen la ley fundament<strong>al</strong>, los que no obedecen, aprovechándosede la situación angustiada d<strong>el</strong> gobierno gener<strong>al</strong>, que tieneque luchar contra las hordas reaccionarias a la vez que contra los interesesy ambiciones person<strong>al</strong>es que por todos lados le contrarían y ledebilitan. Los peticionarios dirán que <strong>el</strong> señor <strong>Juárez</strong> tiene la culpade la debilidad que impide <strong>al</strong> gobierno de hacer obedecer, porque notiene ejército, no tiene dinero, no hace cumplir las leyes, etc., etc.No tiene ejército, porque no es <strong>el</strong> señor <strong>Juárez</strong> quien disolvió<strong>el</strong> ejército feder<strong>al</strong> después de haber hecho su entrada triunf<strong>al</strong> en México;no tiene dinero, porque no es él que se coge los contingentes d<strong>el</strong>os Estados; no se cumplen las leyes, porque todo <strong>el</strong> mundo tiene interésen infringirlas, y porque... recuérdese lo que ha pasado con losreos Isidro Díaz, Casanova, etc., etc., lo que ha pasado con los prisionerosde J <strong>al</strong>atlaco, que se llevaron en triunfo a México en burlad<strong>el</strong> gobierno que había dado la orden de fusilarlos. ¿Y pudo <strong>el</strong> señor<strong>Juárez</strong> fusilar a Díaz y Casanova, pudo destituir y encausar <strong>al</strong> señorGonzález Ortega por su desobediencia, que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> acababa denombrar presidente de la Suprema Corte? Esos 51 diputados peticionarios,¿por qué no acusan en donde corresponde las personas queinfringen las leyes, sean presidentes, ministros o gener<strong>al</strong>es, en lugar dehacer peticiones?360


Eso sí sería un remedio contra <strong>al</strong>guno de los innumerables m<strong>al</strong>esque nos consumen. No, señores, <strong>el</strong> señor <strong>Juárez</strong> ha de ser <strong>el</strong> chivoexpiatorio sobre quien se cargan los pecados sin número de todos, yde los que él es enteramente inocente y <strong>el</strong> único inocente.Antes que <strong>el</strong> supremo gobierno se trasladase a la capit<strong>al</strong>, estabaobedecido, fuerte y prestigiado, porque estaban unidos los tres hombresgrandes de la revolución, <strong>Juárez</strong>, Ocampo y Degollado. Sus enemigosconsiguieron <strong>el</strong> c<strong>al</strong>umniar a Degollado, separar a Ocampo y dejarsolo a <strong>Juárez</strong>, rodeado de <strong>el</strong>ementos disolventes, pútridos, y despuésde haberle enervado de esta manera para la consecución de sus finesparticulares, le echan la culpa de lo que <strong>el</strong>los mismos han hecho.F<strong>al</strong>ta, pues, la unidad federativa, yeso es una verdad; pero comohemos demostrado, no es <strong>el</strong> señor <strong>Juárez</strong> quien tiene la culpa, sinoaqu<strong>el</strong>los m<strong>al</strong>os gobernadores que hacen <strong>el</strong> reyezu<strong>el</strong>o, aprovechándosede todos los <strong>el</strong>ementos disolventes que trae consigo la desmor<strong>al</strong>ización,la f<strong>al</strong>ta de patriotismo gener<strong>al</strong> y la debilidad artifici<strong>al</strong> d<strong>el</strong> supremo gobierno,¿obedecen los gobernadores de Nuevo León, Michoacán yGuanajuato? Los peticionarios contestarán esta pregunta y esta otra:¿Quién trabaja más en favor d<strong>el</strong> traidor Comonfort que aqu<strong>el</strong>los quequieren <strong>al</strong>ejar <strong>al</strong> señor <strong>Juárez</strong>, único sostén de la leg<strong>al</strong>idad?La gigantesca revolución que ha hecho triunfar en los camposde bat<strong>al</strong>la a la bandera de la Reforma, no ha sido, ciudadano presidente,una de tantas revu<strong>el</strong>tas, etc., etc.Efectivamente, <strong>el</strong> ciudadano presidente, que inició esta revolucióngigantesca, con la ley J uárez, <strong>el</strong> que dio todas las Leyes de Reformaen Veracruz, <strong>el</strong> que estaba <strong>al</strong> punto de ser fusilado por sostener l<strong>al</strong>eg<strong>al</strong>idad, <strong>el</strong> que fue <strong>el</strong> punto de unión d<strong>el</strong> partido liber<strong>al</strong> durante es<strong>al</strong>ucha encarnizada de tres años, <strong>el</strong> que en unión de sus dos inolvidablesamigos, Degollado y Ocampo, dirigió toda esa verdadera revoluciónsoci<strong>al</strong>, es tan ignorante de todo eso, que se lo tuvieron que decir lospeticionarios.Indigna verdaderamente ver estampado en letras de molde semejanteinsulto, estampado por nada menos que 51 diputados, no solamentecontra <strong>el</strong> primer magistrado de la República, sino contra <strong>el</strong>único hombre que ha quedado de los tres eminentes de la revolución.Es tan común que <strong>el</strong> presidente de la República sea <strong>el</strong> blanco de losinsultos, que ya ni impresión hace; es uno de tantos medios de que sev<strong>al</strong>en los escritorzu<strong>el</strong>os para adquirir popularidad <strong>entre</strong> los mentecatosy aspirantes; pero que lo hagan los representantes d<strong>el</strong> pueblo dándoleun ejemplo autorizado para f<strong>al</strong>tar <strong>al</strong> respeto a la autoridad, v<strong>al</strong>iéndosede sus inmunidades de diputados para insultar a quien piden unagracia, es caso que ha quedado reservado a los 51 peticionarios, y aquienes juzgará <strong>el</strong> público sensato contemporáneo y la historia futura.Degollado necesitaba para hacer más resplandeciente su gloria la ca-361


lumnia; <strong>Juárez</strong> necesitaba la injuria y <strong>el</strong> insulto de los 51 diputadospeticionarios para recordar a la nación los grandes méritos que hacontraído para con su patria, y las virtudes eminentes que le adornan.Un astro luce más sobre un ci<strong>el</strong>o oscuro; así <strong>Juárez</strong>, sobre ese fondode m<strong>al</strong>dades, iniquidades, ingratitudes, insultos e injurias que tiendena oprimirle.Parece que México es muy rico en patriotas puros y hombres eminentes,para poder tirar <strong>al</strong> fango los J uárez, los Degollado y acampo,hombres que todos los países le envidian. No hay duda que ciertasreputaciones usurpadas, ciertos demócratas de boca, ambiciosos de corazóny débiles de cabeza, convienen más a cierta clase de gentes paraque ocupen la silla presidenci<strong>al</strong>; y para poderlos en<strong>al</strong>tecer, es precisoenlodar <strong>el</strong> brillo de la verdadera grandeza y bajarla a la profundidaden que aquéllos se arrastran porque les es imposible subir a la <strong>al</strong>turade <strong>el</strong>la. «Que nos dominan con <strong>el</strong> título oprobioso de acreedores».Esta es una idea enteramente nueva para nosotros; hasta ahora habíamoscreído que <strong>al</strong>guna vez podría ser oprobioso <strong>el</strong> título de deudor;pero nunca <strong>el</strong> de acreedor. Ya se ve, <strong>el</strong> mundo parece voltearse <strong>al</strong>revés, los que piden una gracia, injurian <strong>al</strong> que la puede conceder, losacreedores se llenan de oprobio porque han prestado lo suyo <strong>al</strong> necesitadoy <strong>el</strong> deudor sólo con serlo tiene un título de gloria, aunque hayam<strong>al</strong>versado lo suyo y lo ajeno. Es grandioso ver asentados t<strong>al</strong>es principiospor nada menos que 51 diputados <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> gener<strong>al</strong>, ¿quéidea no formarán las potencias extranjeras por haber obtenido esetítulo oprobioso de acreedores?Sin duda se esmerarán en volverse deudores con título de gloria.El soldado victorioso acató la ley y cedió <strong>el</strong> puesto <strong>al</strong> ,depositario d<strong>el</strong>supremo poder de la nación. i Qué heroísmo, qué grandeza de <strong>al</strong>ma,<strong>el</strong> no haber sido un traidor! Nos pasmamos de tanta virtud, de tantaabnegación, de tanta fid<strong>el</strong>idad. ¿Pero saben los 51 diputados peticionarios,por qué <strong>el</strong> soldado victorioso <strong>entre</strong>gó <strong>el</strong> puesto <strong>al</strong> depositariod<strong>el</strong> supremo poder de la nación? ¿Saben si esto fue un acto espontáneode su voluntad, o si fue una necesidad inevitable?Díganos entonces, ¿por qué subió de Veracruz con tanta violencia,<strong>el</strong> inmort<strong>al</strong> acampo en compañía d<strong>el</strong> señor la Llave? Díganos¿por qué <strong>el</strong> glorioso Degollado se vino a Toluca, en donde poco f<strong>al</strong>tópara que hubiese encontrado la muerte? Díganlo también los comerciantesextranjeros y nacion<strong>al</strong>es de Veracruz, que libre y espontáneamentedieron una suma de entidad <strong>al</strong> C. acampo para que pudiesesubir a unirse <strong>al</strong> ejército feder<strong>al</strong>, y que por ese gran servicio que prestarona la leg<strong>al</strong>idad ganaron <strong>el</strong> título oprobioso de acreedores. La historiaimparci<strong>al</strong> hablará <strong>al</strong>gún día muy <strong>al</strong>to de todos esos hechos ydará a cada uno lo que es suyo. «La desmor<strong>al</strong>ización se ha entronizadoen todas direcciones».362


Hemos visto hasta ahora que la desmor<strong>al</strong>ización es la causa d<strong>el</strong>estado desgraciado de la República, y que desde <strong>el</strong> tiempo d<strong>el</strong> gobiernocoloni<strong>al</strong>, inclusive todos los gobiernos, han dado ejemplo decorrupción a los pueblos. La honradez a toda prueba, que los enemigosmás acérrimos d<strong>el</strong> señor <strong>Juárez</strong>, ni <strong>el</strong> difunto Diario de Avisosde ignominiosa memoria, han puesto en duda, las virtudes eminentesde este adorno de la sociedad, cuyo estoicismo, son incapaces de <strong>al</strong>terar,ni las injurias, ni las adulaciones, nos daban la esperanza fundadaque su ejemplo influiría en la mor<strong>al</strong>izaeián gener<strong>al</strong>; y dicen los 51diputados que durante su administración, la desmor<strong>al</strong>izacwn se haentronizado en todas direcciones. Sabemos a lo menos, que la sillapresidenci<strong>al</strong> jamás fue ocupada por hombre más íntegro que <strong>el</strong> C.<strong>Juárez</strong>, y si en todas direcciones se ha entronizado la desmor<strong>al</strong>ización,seguramente no ha dado él <strong>el</strong> ejemplo, sino <strong>al</strong> contrario, que estomismo hace que esa misma silla sea un verdadero potro para él, y porlo mismo deseamos que se quede en <strong>el</strong>la para que no se entronice ahítambién la desmor<strong>al</strong>ización. «y luchando <strong>el</strong> Ejecutivo con la f<strong>al</strong>ta absolutade recursos». i Ahí está <strong>el</strong> quid! ¿Ha habido hacienda en laRepública desde la Independencia acá? ¿Hay posibilidad de haberlaarreglado en tres meses, en tres años, cuando los ministros de Haciendase han sucedido con una rapidez que causa vértigo? ¿Es d<strong>el</strong> president<strong>el</strong>a responsabilidad, o de los ministros? ¿Y puede hacérs<strong>el</strong>e uncargo <strong>al</strong> señor J uárez por haber hecho m<strong>al</strong>as <strong>el</strong>ecciones cuando se lehace violencia para nombrar t<strong>al</strong>o cu<strong>al</strong> persona?y si no, díganos ¿por qué reemplazó don Guillermo Prieto <strong>al</strong>señor Ocampo? Los mismos que fueron causa de su <strong>el</strong>ección, los qu<strong>el</strong>o <strong>el</strong>evaron <strong>al</strong> ci<strong>el</strong>o, fueron los primeros que gritaron contra él cuandose desengañaron de lo que era. En esta parte sucede <strong>al</strong> señor <strong>Juárez</strong>lo que <strong>al</strong> asnero de la fábula; si hace caso de la grita de la prensa,hace m<strong>al</strong>, y si no lo hace es peor. Pero supongamos que hubiese encontradoun Colbert, un Sully, un Necker, en <strong>el</strong> estado en que encontróla hacienda, era imposible de arreglarla en <strong>el</strong> tiempo que ha transcurrido,ni en tantos años como lleva meses de gobierno constitucion<strong>al</strong>;yeso por dos razones muy sencillas: primero, porque la base de todahacienda, cu<strong>al</strong> es un catastro exacto, y segunda, porque la guerrainterrumpe todas las comunicaciones; además, hay otras causas querequieren tiempo para destruirse, la desmor<strong>al</strong>ización gener<strong>al</strong> y la ningunaadministración de justicia, que hace que a nadie se castiguepor <strong>el</strong> crimen d<strong>el</strong> peculado y de fraude.Esto es porque ha f<strong>al</strong>tado vida y acción en <strong>el</strong> centro J que ha vistodesaparecer en menos de cien días inmensas riquezas Jacumuladas por<strong>el</strong> clero en tres siglos Jetc' Jetc.No diremos que en estos cien días de ministerio d<strong>el</strong> C. Prieto nose hayan hecho negocios ruinosos, que no se hayan despilfarrado sumas363


que podrían haberse empleado en bien d<strong>el</strong> país, que <strong>el</strong> ministro nohaya cometido grandes f<strong>al</strong>tas, todo esto puede ser. Pero formulada lapostulación de la manera que la hacen los peticionarios, indica qu<strong>el</strong>os 360 millones c<strong>al</strong>culados de bienes cleric<strong>al</strong>es se han vu<strong>el</strong>to humo.Esto es evidentemente una acusación f<strong>al</strong>sa y exagerada, y por lo mis·mo nula. Si <strong>el</strong> ministro es culpable ¿por qué no se le acusa y se l<strong>el</strong>lama a cuentas, en lugar de imputar <strong>al</strong> señor <strong>Juárez</strong> cosas que nole tocan? Todo esto no manifiesta más que <strong>el</strong> prurito de desprestigiar<strong>al</strong> presidente constitucion<strong>al</strong> con <strong>el</strong> fin de aburrirle para que deje <strong>el</strong>puesto para que otros suban, sin c<strong>al</strong>cular si <strong>el</strong> sucesor presta mayoresgarantías y sea más capaz de hacer <strong>el</strong> bien de la República.Creemos que para consumar una gran revolución, no son bastanteslos títulos leg<strong>al</strong>es... creemos que para mandar no <strong>al</strong>canza lacoacción de la ley.En la primera parte de esta postulación, los peticionarios dicenla verdad, porque las grandes revoluciones no son actos de gobierno,sino <strong>el</strong> entronizamiento de ideas nuevas en un pueblo, que en oposiciónde las reinantes, condena a éstas. El gobierno que está creadopor la revolución, no puede hacer más que obrar en su espíritu y dejarque las ideas se propaguen y arraiguen en toda la nación. Todo tactopolítico que exigen los peticionarios d<strong>el</strong> señor <strong>Juárez</strong> y que le nieganindirectamente con su postulación, consiste pues en no poner trabas<strong>al</strong> desarrollo de esas ideas, a guiarlas como las aguas por un can<strong>al</strong>para que no se desborden, porque los pueblos no se transforman enveinticuatro horas y de lo mejor se puede abusar. Los deberes de ungobierno son otros que los de un escritor público, de un partidario yaun de un diputado; <strong>el</strong> gobierno, a la vez que tiene necesariamenteque marchar en <strong>el</strong> camino de la Refonna, no puede declararse enemigode sus subordinados, de todos aqu<strong>el</strong>los ciudadanos que no sehan ilustrado lo suficiente para aceptar las nuevas ideas; éstos sonacreedores a la protección lo mismo que sus contrarios, y mientras noinfrinjan la ley y conspiren contra las autoridades legítimas, <strong>el</strong> gobiernotiene que ampararlos contra las demasías d<strong>el</strong> espíritu de partido.El gobernante adicto a la revolución imbuido de sus ideas, necesitamucha fuerza de ánimo y prudencia para que sus actos no seandictados por <strong>el</strong> espíritu de partido; y si se <strong>el</strong>eva a esta <strong>al</strong>tura de susdeberes, está expuesto a que los partidarios ciegos de la revolución leacusen de estacionario, de retrógrado, de que por él la revoluciónno avance, que pone trabas a la Refonna. Esta ligera exposición essuficiente para dar su verdadero v<strong>al</strong>or a la segunda parte de la postulaciónde que nos ocupamos, y demuestra que un gobierno prudentedebe siempre desprestigiarse a los ojos de los revolucionarios ciegospor una parte, y de los reaccionarios por otra. Entre los primeros, porquesus actos no están dictados por un espíritu ciego exagerado de par-364


tido, y <strong>entre</strong> los segundos porque no pone un dique <strong>al</strong> desarrollo d<strong>el</strong>as ideas que les son hostiles. Si éstas son las causas porque <strong>el</strong> person<strong>al</strong>de la administración ha perdido de todo punto <strong>el</strong> prestigio y amor d<strong>el</strong>os pueblos, no podemos menos que afirmar que son justas, inevitables,pero que de ningún modo se les puede hacer un cargo por <strong>el</strong>lo, <strong>al</strong>contrario, que es de <strong>al</strong>abarse <strong>el</strong> person<strong>al</strong> de la administración actu<strong>al</strong>,o más bien <strong>el</strong> presidente, porque demuestra que ha sabido mantenersea la <strong>al</strong>tura de su misión. J uárez, <strong>el</strong> ciudadano particular, puede obrary expresar muy diferentemente que J uárez <strong>el</strong> presidente, cuyo deberes respetar todos los intereses leg<strong>al</strong>es. Chocaría con <strong>el</strong> sentido comúnquerer suponer que <strong>el</strong> señor J uárez no esté <strong>al</strong> tanto de todos los m<strong>al</strong>esque aflijan a la nación, y sería la mayor injusticia creer que no tuviese<strong>el</strong> deseo de remediarlos. Si no los remedia, es porque ni él ni ningúnmort<strong>al</strong> en sus circunstancias es capaz de hacerlo. Sería en extremointeresante tener un diario de todo lo que pasa a su <strong>al</strong>rededor, de todolo que él dice y lo que le dicen y piden, entonces sabría <strong>el</strong> mundo loque hay de verdad, y le haría justicia. Así es que llegará <strong>el</strong> tiempoen que su mayor gloria consistirá en lo que ha dejado de hacer, enhaber hecho lo que ahora no se quiere que haga. Se necesita, sin disputa,mayor energía de carácter y más v<strong>al</strong>or civil para mantenerse en lavía leg<strong>al</strong>, que para usar de las facultades extraordinarias y para atrop<strong>el</strong>lary barrenar las leyes, que será lo que se entiende por tacto político.Ese tacto político lo ha tenido Santa Anna, Comonfort y todoslos gobiernos de la República, y por él nos vemos en <strong>el</strong> estado en queestamos. La grandeza de <strong>Juárez</strong> consiste cab<strong>al</strong>mente en la f<strong>al</strong>ta deese tacto político; en ese ejemplo sublime de leg<strong>al</strong>idad que nos da;y si todos lo siguiéramos, México presentaría <strong>al</strong> mundo entero <strong>el</strong> mod<strong>el</strong>ode un estado libre, justo y bien administrado. Pero lejos de imitarle,le queremos arrastrar a la vía de los hechos arbitrarios, queremosbajarle a nuestra esfera ruin, ya que no nos podemos levantara aqu<strong>el</strong>la en la que él gira.Arístides tuvo que ir <strong>al</strong> exilio, condenado por <strong>el</strong> ostracismo, porqueera <strong>el</strong> justo único que había en Atenas, y por igu<strong>al</strong>es motivos sequiere preparar a J uárez la misma suerte.Después de tantas acriminaciones e inculpaciones que hemos tratadode poner en su verdadera luz, dicen los peticionarios: Lejos denosotros la idea etc., hasta también su prestigio y reputación.Esta contradicción con la anterior es lo que se llama dorar lapíldora y querer poner en juego la adulación por si acaso la acriminaciónpudiese f<strong>al</strong>tar de producir <strong>el</strong> efecto deseado.Decimos adulación, porque aunque no son más que verdades sencillas,en <strong>el</strong> lugar que aparecen tienen todo ese carácter, tanto máscuando dicen con tono de protector o de lástima: no venimos hoycon <strong>el</strong> carácter de acusadores.365


De todo concluyen que <strong>el</strong> presidente actu<strong>al</strong> no puede s<strong>al</strong>var lasituación, y que su separación d<strong>el</strong> poder es una necesidad imperiosa.Ya hemos examinado esa necesidad imperiosa de la separaciónd<strong>el</strong> <strong>al</strong>to puesto que ocupa <strong>el</strong> señor J uárez, y hemos sacado consecuenciasenteramente opuestas, cab<strong>al</strong>mente por todas esas virtudes republicanasde que no solamente es capaz, sino que son identificadas conél, porque t<strong>al</strong>es virtudes nunca son estériles y que debe de sacrificarsu reputación en bien de la República, si fuese necesaria, reputaciónque tiene bien asentada, a duros sacrificios obtenida, y por todos loshombres justos sostenida.Terminaremos esta refutación con una protesta semejante a lade los peticionarios, y es la siguiente:Protestamos de la manera más solemne ante <strong>el</strong> mundo entero,que <strong>al</strong> refutar la exposición de los 51 diputados peticionarios no nosmueve interés ninguno bastardo, sino única y exclusivamente <strong>el</strong> sentimientoinnato de justicia, y <strong>el</strong> sagrado deber de la s<strong>al</strong>vación d<strong>el</strong> país,y esperamos que mejor informados nuestros conciudadanos juzguen<strong>entre</strong> los peticionarios y <strong>el</strong> eminente patriota Benito <strong>Juárez</strong>. Germánde Uslar.Ministerio de Hacienda. Sección 3a. Secretaría d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> d<strong>el</strong>a Unión. Tomados en consideración por <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> los fundamentosen que <strong>el</strong> C. Joaquín Vill<strong>al</strong>ón apoya su solicitud, pidiendo la rehabilitaciónque exige la ley de 30 de julio último, ha tenido a bien acordarlo siguiente:«Se rehabilita <strong>al</strong> C. Joaquín Vill<strong>al</strong>ón, para poder ser empleadopúblico».Lo que comunicamos a usted para conocimiento d<strong>el</strong> Ejecutivo,protestándole nuestra consideración.Libertad y Reforma. México, octubre 2 de 1861. R. Ibáñez, diputadosecretario. Juan N. Guzmán, diputado secretario. C. ministro deHacienda».Es copia, México, octubre 3 de 1861. Manu<strong>el</strong> F. Soto, ofici<strong>al</strong>mayor. 17 Buenrostro, Ob.cit., t. III, pp. 493-499.DEBATE SOBRE FACULTADES EXTRAORDINARIAS1871...EL CIUDADANO PRESIDENTE.-Continúa la discusión en lo gener<strong>al</strong>sobre facultades extraordinarias. Tiene la p<strong>al</strong>abra en contra <strong>el</strong>ciudadano Esteva.El ciudadano Esteva (Roberto), no ha mucho tiempo que enesta misma tribuna, uno de nuestros más ilustres oradores recordaba366


que en un pueblo antiguo se <strong>el</strong>evó una vez un gran clamor: Los diosesse van.y yo traigo a la memoria este recuerdo porque se representaahora a mi mente, <strong>al</strong> escuchar <strong>el</strong> gran clamor que se <strong>el</strong>eva por todaspartes d<strong>el</strong> seno d<strong>el</strong> pueblo mexicano, como un grito de angustia y desesperación:La libertad se va, la democracia muere.La libertad se va: esta misma tribuna en que mi voz ha sidoahogada repetidas veces, me está diciendo con <strong>el</strong>ocuente mutismo qu<strong>el</strong>a libertad se encuentra ya perseguida hasta su último refugio; que l<strong>al</strong>ibertad de la p<strong>al</strong>abra está a punto de expirar CO'Il las otras libertadespúblicas, y que si no se intenta arrebatarnos hasta la libertad d<strong>el</strong>pensamiento, es indomable, y nada puede bastar a sujetarle.La libertad se va en presencia de los hechos que aquí se estánconsumando; la libertad, que giraba sobre nuestras cabezas para inspirarnoscon su generoso espíritu; la libertad plega sus <strong>al</strong>as, y arrojándolesuna última mirada de desesperación y de desconsu<strong>el</strong>o, se v<strong>el</strong>a<strong>el</strong> rostro, y se <strong>al</strong>eja de estos sitios para nunca volver ya.La democracia muere; una nación que no puede ser gobernadasin facultades extraordinarias, ciudadanos que no saben gozar de lasgarantías que les concede la Constitución, no son, no pueden ser jamás,ni una nación democrática, ni ciudadanos que merezcan <strong>el</strong> nombrede ciudadanos libres de una nación independiente.La democracia muere: <strong>al</strong> desplomarse <strong>el</strong> edificio de nuestras libertadesque van cayendo una a una bajo <strong>el</strong> hacha destructora de latiranía, la democracia tiene que morir.y <strong>al</strong> ver la opresión a la orden d<strong>el</strong> día; <strong>al</strong> mirar las vidas y haciendasde los mexicanos a punto de ser <strong>entre</strong>gadas <strong>al</strong> capricho de untirano; <strong>al</strong> presenciar <strong>el</strong> acto inc<strong>al</strong>ificable, por cuyo medio se pretendeconvertir a ciudadanos libres en súbditos sumisos; <strong>al</strong> contemplar enfin, moribundas nuestras instituciones, lleno de luto y amargura <strong>al</strong> corazón,dejo escapar de mis labios esas lúgubres p<strong>al</strong>abras, en que vaenvu<strong>el</strong>ta como en un sudario, la última esperanza de la patria: L<strong>al</strong>ibertad se va, la democracia muere. (Agitación. El ciudadano president<strong>el</strong>lama <strong>al</strong> orden a las g<strong>al</strong>erías.)¿Mas qué digo, señores? Cobardía fuera dejar penetrar tan pronto<strong>el</strong> des<strong>al</strong>iento en nuestros corazones. T<strong>al</strong> cuadro es imposible. ¿Porventura en <strong>el</strong> noble país mexicano podrá ser jamás la libertad desterradapara siempre? ¿Acaso podrá permitir nunca <strong>el</strong> pueblo soberano,que venga <strong>al</strong> su<strong>el</strong>o <strong>el</strong> edificio que ha levantado a costa de tantossacrificios, <strong>al</strong> caprichoso soplo de un despreciable tirano? No, la libertadno se <strong>al</strong>eja para siempre de nosotros: no, la democracia nopuede morir. Y si <strong>al</strong> levantar en las ruinas de nuestras institucionessu deforme cabeza <strong>el</strong> monstruo de la re<strong>el</strong>ección, se ocultó en <strong>el</strong> ocaso<strong>el</strong> sol de la libertad, sólo fue para ir a aparecer <strong>al</strong>lá en Oriente, donde367


vemos brillar con fúlgido esplendor los primeros rayos de la nuevaaurora, que anuncia <strong>al</strong> pueblo mexicano que van a volver muy prontopara nosotros los b<strong>el</strong>los días de la patria. (Aplausos.)Porque es un contraste extraño y sorprendente. Mientras que loshombres de la re<strong>el</strong>ección que se llaman los hombres de la leg<strong>al</strong>idad,inauguran la nueva era de su gobierno pidiéndonos que violemos <strong>el</strong>sagrado depósito que nos ha confiado <strong>el</strong> pueblo, un ilustre ciudadano,a quien se acusa de revolucionario, levanta <strong>al</strong>lá en Oriente la santabandera d<strong>el</strong> orden y la paz, proclamando la reconstrucción constitucion<strong>al</strong>bajo la protectora égida de la ley. (Aplausos y murmullos.)VARIOS DIPUTADOS.-No, no, mentira. (Murmullos y gritos en lasg<strong>al</strong>erías. )El C. PRESIDENTE.-Estoy resu<strong>el</strong>to a mantener la dignidad de la<strong>Cámara</strong>, y haré evacuar las g<strong>al</strong>erías si no cesan esas manifestaciones.El C. ESTEvA.-Para combatir esa bandera, que a pesar de esasdenegaciones es la bandera de la Constitución, se nos pide a nosotros,los <strong>el</strong>egidos d<strong>el</strong> pueblo, que le arranquemos sus libertades más preciosas,para ponerle <strong>al</strong> cu<strong>el</strong>lo la vergonzosa cadena d<strong>el</strong> esclavo. Si s<strong>el</strong>levase a cabo tan inc<strong>al</strong>ificable atentado; si t<strong>al</strong> hiciera <strong>el</strong> sexto <strong>Congreso</strong>constitucion<strong>al</strong>, la posteridad indignada, con lodo y sangre escribiríasu historia. (Agitación. Murmullos en la <strong>Cámara</strong>.)Con sangre, sí; porque lo que significa en último resultado lacuestión de facultades extraordinarias es, si la guerra que se inicia seráuna guerra en que se respetarán las leyes de las naciones civilizadas ylos principios de humanidad, o será una guerra de exterminio, llilaguerra de repres<strong>al</strong>ias, cuya sola idea me hace estremecer de espantoy me llena de profunda consternación.Desde que escuché las primeras p<strong>al</strong>abras de la exposición de esedictamen <strong>al</strong> leerle la secretaría, comprendí que nada podía esperarsede sus autores, que desde la parte expositiva daban pruebas de la mássupina ignorancia en derecho constitucion<strong>al</strong>. (Risas y murmullos.)Señores, nadie que haya recibido aunque sea una ligera tinturade las ideas modernas, puede ignorar que en las democracias <strong>el</strong> únicosoberano es <strong>el</strong> pueblo; nadie que siquiera conozca los primeros rudimentosde nuestro derecho constitucion<strong>al</strong>, puede ignorar que t<strong>al</strong> esla base de nuestras instituciones; nadie, en fin, que haya siquiera hojeadola Constitución, puede ignorar que llilO de sus artículos declaraque la soberanía reside esenci<strong>al</strong> y exclusivamente en <strong>el</strong> pueblo; y apesar de eso, señores, las comisiones unidas dan <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> <strong>el</strong> títulode soberano, y reconocen y acatan esa soberanía que arrancan <strong>al</strong> pueblopara darla <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> tan complacientemente.¿ Qué podía esperarse,pues, de las comisiones unidas? Que siendo tan ignorantes enderecho constitucion<strong>al</strong>, diesen a luz trabajosamente <strong>el</strong> aborto de dictamenque se encuentra a discusión. (Risas y murmullos.)368


Nosotros, señores, somos los guardianes de la ley, y no podemospermitir que se haga pedazos la Constitución. Una inmensa responsabilidadpesa sobre nuestros hombros, y no por complacer las aspiracionesde un partido, debemos aceptar la complicidad de los futuroscrímenes que se cometerán de seguro a la funesta sombra de esas temiblesfacultades, que han osado consultamos los autores d<strong>el</strong> dictamen.Cuando Caín se presentó a los ojos de Dios, después de haberasesinado a Ab<strong>el</strong>, preguntóle <strong>el</strong> Señor: Caín, Caín, ¿qué has hechode tu hermano Ab<strong>el</strong>? Así también se nos podrá decir bien pronto, siaprobamos <strong>el</strong> dictamen: Representantes d<strong>el</strong> pueblo, ¿qué habéis hechode la patria?Cuando nos <strong>al</strong>ejemos de estos sitios para volver a nuestros hogares,después de haber convertido en esclavos a ciudadanos libres, despuésde haber tenido la debilidad de ceder a las sugestiones d<strong>el</strong> Ejecutivo;cuando <strong>al</strong> llegar a <strong>el</strong>los, nos pidan cuenta de nuestros actosnuestros comitentes, ¿qué podremos responderles?«Desle<strong>al</strong>es guardianes de la ley, la habéis violado; infi<strong>el</strong>es depositariosde la confianza pública, la habéis engañado; mentidos representantesd<strong>el</strong> pueblo, le habéis hecho traición».He aquí lo que se nos dirá, y tendremos, señores, que bajar lacabeza confundidos, y que ir a ocultar nuestra vergüenza a <strong>al</strong>gún oscuroy apartado sitio; porque así como Caín se veía perseguido por laensangrentada sombra de Ab<strong>el</strong>, así nosotros nos veremos perseguidospor las ensangrentadas manos de las víctimas inmoladas; porque asícomo Caín creía escuchar por doquiera las temibles p<strong>al</strong>abras d<strong>el</strong> Señor,así también nosotros escucharemos <strong>el</strong> incesante grito de nuestras conciencias:hombres de m<strong>al</strong>a fe, ¿qué hicisteis de la patria?Examinemos ahora la cuestión bajo <strong>el</strong> punto de vista d<strong>el</strong> Ejecutivo.¿Para qué las necesita? ¿Por ventura no le bastan los <strong>el</strong>ementosque tiene en sus manos? Si la opinión pública es su princip<strong>al</strong> apoyo,evidentemente que debe ser así.Los partidarios de la re<strong>el</strong>ección nos han repetido hasta <strong>el</strong> fastidio,que su partido es <strong>el</strong> partido nacion<strong>al</strong>, y que don Benito <strong>Juárez</strong> es <strong>el</strong><strong>el</strong>egido d<strong>el</strong> pueblo. Y bien, señores, si los re<strong>el</strong>eccionistas son la nación,si don Benito <strong>Juárez</strong> cuenta con <strong>el</strong> apoyo d<strong>el</strong> pueblo, si a más de esto,él y sus partidarios tienen los grandes <strong>el</strong>ementos d<strong>el</strong> poder, ¿para quépueden necesitar la suspensión de garantías? (Rumores y murmullos).Uno de dos, señores: o no contáis con <strong>el</strong> favor d<strong>el</strong> pueblo, o nonecesitáis de facultades extraordinarias. Este es un dilema <strong>al</strong> que noencontraréis s<strong>al</strong>ida. Elegid, pues. ¿No contáis con <strong>el</strong> favor d<strong>el</strong> pueblo?pues entonces, ¿cómo osáis pretender manteneros en <strong>el</strong> poder contrasu voluntad soberana? ¿Contáis con él? pues entonces, ¿para qué podéisquerer que os demos facultades extraordinarias, si no es para cometermil abusos y demasías?369


y tan es así, que esta mañana se ha sabido con profundo sentimiento,que sin causa justificada ha sido reducido a prisión en Veracruzmi amigo <strong>el</strong> gener<strong>al</strong> Mi<strong>el</strong>' y T erán. Además, circulan rumores deque un cuerpo de guardia nacion<strong>al</strong> ha sido veteranizado en Puebla. Siesto hace ahora, ¿qué hará <strong>el</strong> Ejecutivo cuando se encu<strong>entre</strong> investidode las amplias facultades que consulta ese dictamen?Aún es tiempo de s<strong>al</strong>var a la nación, señores. En la convenciónfrancesa se dijo una vez:«Piérdanse las colonias, pero sálvese <strong>el</strong> principio».Así también yo os digo ahora:«Que se pierda <strong>Juárez</strong>, pero que se s<strong>al</strong>ve la Constitución».Reclamemos <strong>el</strong> imperio de la ley, y esa Constitución que adoptaremospor bandera, será un dique para la revolución y para <strong>el</strong> Ejecutivo.El Ejecutivo se verá obligado a adoptar una política que estémás de acuerdo con las aspiraciones d<strong>el</strong> pueblo mexicano, y los revolucionariosdepondrán t<strong>al</strong> vez las armas porque tendrán que respetarnuestra actitud <strong>al</strong> <strong>el</strong>evamos sobre las consideraciones de partido paras<strong>al</strong>var a la nación, y porque tendrán otros medios de triunfo que lafuerza y la violencia. Busquemos, señores, la manera de s<strong>al</strong>var la situacióndentro de la Constitución; busquémosla, y una vez h<strong>al</strong>lada,habremos resu<strong>el</strong>to satisfactoriamente la terrible crisis que nos amenaza.Si no se intenta esto, si se hace pedazos la Constitución por complacer<strong>al</strong> Ejecutivo y sostener a un hombre en <strong>el</strong> poder, entonces sí, ya perdidahasta la última esperanza, podré repetir lleno de tristeza y des<strong>al</strong>ientolas p<strong>al</strong>abras con que di principio a mi discurso: La libertad seva, la democracia ha muerto.El C. PRIETO comenzó manifestando que tenía que hacer un esfuerzo<strong>al</strong> hacer uso de la p<strong>al</strong>abra, no porque los fundamentos que teníaque manifestar a la <strong>Cámara</strong> fueran contrarios a sus opiniones, sinopor tener que desvanecer los expresados por sus respetables compañerosque habían hablado en contra d<strong>el</strong> dictamen, desconfiando, comoera natur<strong>al</strong>, de su pobre int<strong>el</strong>igencia para empresa tan ardua: que<strong>al</strong> contestar los fundamentos expuestos por <strong>el</strong> joven orador que acababade dejar la tribuna, sobre que «la libertad se va, la democraciamuere», no podía menos de recordar con júbilo que <strong>al</strong>lá en su juventudhabía bebido en una misma copa con <strong>el</strong> padre d<strong>el</strong> joven orador a quese refería.En seguida dijo, que iba a plantear la cuestión de una maneraclara y terminante: que si se probaba que la patria estaba en p<strong>el</strong>igro,y que los medios con que actu<strong>al</strong>mente contaba <strong>el</strong> Ejecutivo para conjuraresa tonnenta, eran insuficientes, no cabía duda en que <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>se encontraba en la imprescindible necesidad de otorgarle lasfacultades extraordinarias que solicitaba, y decretar la suspensión degarantías que había pedido, lo cu<strong>al</strong> era conforme con lo prevenido en370


<strong>el</strong> artículo 29 de la Constituci6n de la República, que dice terminantemente:


Ejecutivo con las facultades extraordinarias, hizo una comparaci6n,diciendo que nos encontrábamos en medio de un grande incendio, yque debíamos ,emplear todos los medios posibles para sofocarlo,. porquede no ser así, daría un funesto resultado, cu<strong>al</strong> era <strong>el</strong> de que indudablementese vendría a sepultar en <strong>el</strong> abismo la Constituci6n de 57Y las Leyes de Reforma, que tanta sangre y tantas lágrimas habíancostado a los ciudadanos mexicanos.Después dio otras varias razones en este sentido, y concluy6 diciendoque éstas eran las razones porque pedía a la <strong>Cámara</strong> que se sirvieradeclarar con lugar a votar en lo gener<strong>al</strong> <strong>el</strong> dictamen a discusión, proporcionandoasí <strong>al</strong> Ejecutivo los medios suficientes para conjurar esarevoluci6n que amenaza la disoluci6n de la sociedad; que <strong>el</strong> no hacerklasí daría por resultado <strong>el</strong> lema d<strong>el</strong> joven orador que le había precedidoen <strong>el</strong> uso de la p<strong>al</strong>abra: «La libertad se va, la democracia muere».El C. PREsIDENTE.-Tiene la p<strong>al</strong>abra <strong>el</strong> C. Zamacona.El C. ZAMAcoNA.-Si las b6vedas de este sa16n hablasen; si pudiesendecir cuántas veces, desde que se promulgó la Constituci6n de 1857,se ha defendido aquí la necesidad de ponerla en <strong>entre</strong>dicho; cuántasveces ha tenido que sonar con acento de dolor y de tristeza, la voz d<strong>el</strong>os que amamos la libertad constitucion<strong>al</strong> y sus garantías, clamandoporque no se las suspendiera innecesariamente; si nos dijesen <strong>el</strong> númerode ocasiones y la perio


han sido durante catorce años temas legislativos, variados en todoslos metros y en todas las modulaciones posibles, reglas aplicadas conmás frecuencia que las prescripciones de la ley fundament<strong>al</strong>. Los partidariosde ésta, mientras tanto, nos hemos visto obligados a clamarincesantemente, que cuando una Constitución se redacta, se promulgay se defiende en diez años de lucha sangrienta, es para que rija, no paraque esté en perpetua suspensión; que cuando un pueblo conquista garantíaspara sus libertades natur<strong>al</strong>es y políticas, es para gozar de <strong>el</strong>lasy no para renunciarlas cada seis meses. Sin embargo, la declamacióngastada y trivi<strong>al</strong> sobre <strong>el</strong> tema de la s<strong>al</strong>ud pública, se ha sobrepuesto<strong>al</strong> amor d<strong>el</strong> país por su Carta de derechos, la dictadura se ha convertidoen nuestro modo mor<strong>al</strong> de ser, y los poderes públicos y los partidospolíticos se han habituado <strong>al</strong> despotismo hipócrita que se emboza en lanomenclatura y en las formas externas de la Constitución.La fábula nos habla de un monstruo voraz que existió en la islade Creta, y para cuyo pasto tenían los atenienses que sacrificar, a ciertosperiodos, lo más florido de su juventud. El juarismo es un monstruode esta especie; para saciar su hambre de poder y de absorción, laRepública ha tenido que estar sacrificándole año por año, lo más precioso,lo mas florido de sus libertades; y este tributo lleva trazas dedurar eternamente, si no es que viene a emanciparnos de él un Teseolibertador. La abultada colección de nuestras leyes sobre facultadesextraordinarias, prueba que no exagero. Siempre que <strong>el</strong> pueblo hadado indicios de sublevarse contra la tiranía embozada y ejercida ennombre de la Constitución, se ha venido a pedirnos la suspensión degarantías como se pide un látigo para castigar <strong>al</strong> cab<strong>al</strong>lo que se encabritahostigado por la mano que lo sofrena. Y aun sin este pretexto,por la frecuencia d<strong>el</strong> robo y d<strong>el</strong> plagio, por d<strong>el</strong>itos que no deben escapar<strong>al</strong> <strong>al</strong>cance de una buena policía, <strong>el</strong> orden constitucion<strong>al</strong> y las garantíasque de él emanan, han sido interrumpidas y siempre con <strong>el</strong> baboseadoargumento de la s<strong>al</strong>ud pública, de la solicitud por la sociedad, yd<strong>el</strong> sacrificio que a <strong>el</strong>la debe hacerse de los derechos individu<strong>al</strong>es.Es notable que hoy mismo y después de tantos esfuerzos comohace <strong>el</strong> partido d<strong>el</strong> presidente para consolidar y perpetuar la dictadurade hecho, con que tan bien avenido se h<strong>al</strong>la, no procure siquiera dar<strong>al</strong>gún interés y novedad a esa eterna cuestión, y que los más ilustradosde <strong>entre</strong> sus oradores, como <strong>el</strong> que acaba de ocupar la tribuna, nos<strong>al</strong>gan d<strong>el</strong> perdurable tema sobre <strong>el</strong> conflicto público y los derechossupremos de la sociedad en p<strong>el</strong>igro. La viva imaginación d<strong>el</strong> diputadoa quien contesto, no ha servido más que para presentarnos la cuestiónbajo una imagen. En un incendio, nos ha dicho, no se examina si losque acuden a apagarlo son hombres de conducta·intachable, ni se pierde<strong>el</strong> tiempo en disertaciones sobre <strong>el</strong> respeto que se debe <strong>al</strong> hogar domésticoy sobre los fueros sagrados de la propiedad. La casa incendia-373


da se abre para todo <strong>el</strong> mundo, y <strong>el</strong> mejor discurso no v<strong>al</strong>e lo queuna gota de agua. Este mismo símil me permitirá explicar a mi predecesoren la tribuna, <strong>el</strong> sentimiento de que se han hecho órgano losimpugnadores d<strong>el</strong> dictamen. Una gran población de los Estados Unidosdesapareció hace pocos días devorada por las llamas; hubo en mediod<strong>el</strong> siniestro m<strong>al</strong>vados que pretendieron aprovecharlo para saciarsus instintos feroces y rapaces; presentábanse a las puertas de las casaspidiendo en nombre d<strong>el</strong> p<strong>el</strong>igro común, que les fueran abiertas, y apoco pudo verse que aqu<strong>el</strong>los monstruos encarnaban un p<strong>el</strong>igro tangrave como <strong>el</strong> incendio; que eran la personificación d<strong>el</strong> robo y <strong>el</strong> asesinato.¿Qué hizo entonces <strong>el</strong> vecindario de la ciudad incendiada? Todo,menos poner en práctica los consejos d<strong>el</strong> último orador. Resistió <strong>al</strong>os que con <strong>el</strong> pretexto de la s<strong>al</strong>vación pública, a pretexto de arrojaren un mar de llamas <strong>el</strong> mezquino cubo de agua de que nos hablaba <strong>el</strong>preopinante, iban sólo a atentar contra las personas y las propiedadesde una población afligida. Lo mismo que nosotros lo hacemos en estadiscusión, <strong>el</strong> vecindario de aqu<strong>el</strong>la desgraciada ciudad examinó antetodo si merecían confianza sus mentidos s<strong>al</strong>vadores, y descubriendoque propagaban <strong>el</strong> incendio para explotarlo, que eran ladrones, queeran asesinos, no vaciló en lanzarlos de la población a b<strong>al</strong>azos. Acabe,pues, <strong>el</strong> orador a quien contesto, de aplicar su símil, que es <strong>al</strong> mismotiempo una exc<strong>el</strong>ente lección práctica.Tampoco los autores d<strong>el</strong> dictamen han sabido refrescar, rejuvenecersiquiera esta inveterada cuestión de las facultades extraordinarias:lejos de eso, la han llevado ahora <strong>al</strong> último extremo de la vulgaridady de la rutina.Si la <strong>Cámara</strong> empleara en este negocio <strong>el</strong> método que otras vecesme he tomado la libertad de recomendarle; si comenzase examinandolos rasgos más obvios, las fracciones más prominentes d<strong>el</strong> dictamen quediscutimos, comprendería cuán poca fe merecen en este caso los trabajosde las comisiones unidas. Haré <strong>al</strong>gunas observaciones desde <strong>el</strong>punto de vista que acabo de indicar, y si <strong>el</strong>las se refieren, en parte, a laforma d<strong>el</strong> dictamen y aun a su estilo, no se vea en <strong>el</strong>lo un rasgo depuerilidad, porque <strong>el</strong> descuido y la incorrección de la forma, cuandollegan <strong>al</strong> extremo que en este documento, rev<strong>el</strong>an una ligereza y unaf<strong>al</strong>ta de estudio imperdonables. Echar una ojeada sobre la superficiede ese dictamen, nos hará entender lo que puede encontrarse en sufondo.Un rumor de negativa y reproche, que partió de aqu<strong>el</strong> lado d<strong>el</strong>a <strong>Cámara</strong>, cuando hace poco censuraba uno de mis amigos <strong>el</strong> dictadode soberano que las comisiones dan <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>, me obliga a tocarnuevamente este punto, para convencer a los espíritus superfici<strong>al</strong>es deque no hemos criticado una cosa insignificante y sin consecuencia. Nopuede haber olvidado la <strong>Cámara</strong> la sorpresa mezclada de hilaridad374


que le causó <strong>el</strong> oírse nombrar usía cuando por primera vez se nos leyó<strong>el</strong> documento que ahora discutimos. Quizá este pronombre estraf<strong>al</strong>ariono estuvo en la intención de las comisiones; acaso no pensaron másque en dar <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> <strong>el</strong> anticuado título de soberano; pero si estoes menos inusitado y ridículo, todavía es más extraño y grave en lacuestión que nos ocupa, porque rev<strong>el</strong>a que los autores d<strong>el</strong> dictamen nohan s<strong>al</strong>udado siquiera <strong>el</strong> frontispicio de nuestro derecho constitucion<strong>al</strong>,y que sus ideas están en la materia, a la <strong>al</strong>tura de los que creen<strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> soberano, cuando hasta los niños de nuestras escu<strong>el</strong>as primariassaben ya que <strong>entre</strong> nosotros, ninguno de los poderes públicos essoberano, y que en México no hay más soberanía que la de la nación.Esto nos descubre, no sólo que la comisión consulta la más grave detodas las medidas, sin haber tenido presentes las nociones rudiment<strong>al</strong>esde nuestro derecho público, sino que <strong>el</strong> dictamen labora sobre un errorvulgar y retrógrado, capaz de dar origen a una infinidad de consecuenciasabsurdas. Porque, efectivamente, si los miembros de las comisionesunidas creen <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> soberano, si <strong>el</strong>los mismos se reputan unapartícula de soberanía, no es extraño que consideren <strong>al</strong> poder Legislativocomo <strong>el</strong> dispensador de las garantías, como <strong>el</strong> árbitro paramantenerlas o retirarlas, ni que dispongan con tanto desenfado de laslibertades públicas, ni que inviten a la <strong>Cámara</strong> a una especie de matrimoniomonárquico o de <strong>al</strong>ianza de soberanos con <strong>el</strong> poder Ejecutivo,llevándole en dote todas las garantías de la nación.«Sensible es, hasta <strong>el</strong> extremo, dicen las comísiones, que V. S. tenganecesidad de ocuparse en la cuestión más enojosa que puede pre·sentarse en <strong>el</strong> parlamento de una república democrática, que es <strong>el</strong> abdicarpor tiempo determinado una parte de las facultades legislativas,favoreciendo <strong>al</strong> Ejecutivo y robusteciéndolo de un modo que desdigaen <strong>al</strong>go d<strong>el</strong> programa liber<strong>al</strong> por cuya conquista se ha vertido tantasangre en las luchas terribles, pero justas, que ha provocado siempre<strong>el</strong> despotismo. Las comisiones unidas 1~ de gobernación y 2~ de puntosconstitucion<strong>al</strong>es, que vienen hoy a proponer la suspensión de las garantíasde nuestro código feder<strong>al</strong>, desean como <strong>el</strong> que más la extensiónd<strong>el</strong> individu<strong>al</strong>ismo, que es <strong>el</strong> pensamiento cardin<strong>al</strong> que dietó <strong>al</strong><strong>Congreso</strong> Constituyente la célebre acta de derechos d<strong>el</strong> hombre».Nada quiero decir sobre la cadena de ques, que sirve de trabazóna este periodo: parece que, en política como en gramática, losautores d<strong>el</strong> dictamen son aficionados a las cadenas. Tampoco diré nadasobre esa república «que es <strong>el</strong> abdicar por tiempo determinado lasfacultades legislativas», ni importunaré a las comisiones preguntándolessi <strong>el</strong> pensamiento d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> Constituyente dictó la acta de derechos,o si por <strong>el</strong> contrario, ésta dictó aqu<strong>el</strong> pensamiento; pero sí tomarénota de la propensión que descubren a ensanchar <strong>el</strong> individu<strong>al</strong>ismo; esdecir, a dar <strong>al</strong> individuo, sin duda a ese individuo que habita <strong>el</strong> de-375


partamento de la presidencia, importancia y ascendiente progresivos;a darle mayor peso que a la representación nacion<strong>al</strong>; a acumular enél sobre <strong>el</strong> poder Ejecutivo que tiene conforme a la Constitución, <strong>el</strong>poder Legislativo que no puede tener según <strong>el</strong>la; porque los constituyentesno propendían <strong>al</strong> individu<strong>al</strong>ismo tanto como nuestras comisiones,y en <strong>el</strong> artículo 50 de la ley fundament<strong>al</strong>, prescribieron que nuncase mezclen dos especies de poderes en una misma persona, y que jamás,recuérd<strong>el</strong>o bien la <strong>Cámara</strong>, que jamás la facultad legislativa residaen un solo individuo.«Las comisiones creen, continúa <strong>el</strong> dictamen, que cuando <strong>el</strong> interéssoci<strong>al</strong> no puede s<strong>al</strong>varse sin <strong>el</strong> sacrificio d<strong>el</strong> interés d<strong>el</strong> individuo,es preciso aceptarlo, toda vez que la misma Constitución en su artículo29 previó <strong>el</strong> caso de que debía preferirse <strong>al</strong>gún día <strong>el</strong> interés de la sociedad,a los derechos d<strong>el</strong> hombre».Aquí res<strong>al</strong>ta <strong>el</strong> pensamiento cardin<strong>al</strong>, <strong>el</strong> carácter de la escu<strong>el</strong>a aque pertenecen los autores d<strong>el</strong> dictamen. Nosotros creemos que <strong>el</strong> interéssoci<strong>al</strong> y <strong>el</strong> interés d<strong>el</strong> individuo son uno mismo; que <strong>el</strong> sabio Autorde las sociedades ha establecido <strong>entre</strong> ambos una admirable armonía;que si <strong>el</strong> individuo padece, sufre toda la sociedad, como sufre todo <strong>el</strong>cuerpo cuando uno de sus miembros se lastima. La aspiración de nuestropartido, la tendencia de nuestra política, son plantear la fórmulaarmónica que ponga término <strong>al</strong> antagonismo <strong>entre</strong> <strong>el</strong> interés soci<strong>al</strong> y dinterés individu<strong>al</strong>. Pero esto no cuadra a los fautores de la arbitrariedad,que se han servido siempre de un sofisma gastado y denunciadoun siglo hace en un libro, sobre los sofismas políticos, que anda enmanos de todos; <strong>el</strong> sofisma a cuya sombra los déspotas procuran tiranizara sus súbditos, p<strong>al</strong>iando su propio interés con <strong>el</strong> interés de la sociedad.Este pensamiento rancio, desvirtuado, y que ha sido <strong>el</strong> másgrosero y vulgar <strong>entre</strong> los pretextos de la tiranía, saca la cabeza envarios pasajes d<strong>el</strong> dictamen. Poco más ad<strong>el</strong>ante se dice:«Al gobierno se le han confiado los intereses de la sociedad y lasgarantías d<strong>el</strong> individuo; pero a él solo, que tiene mejor que otro de lospoderes feder<strong>al</strong>es todos los <strong>el</strong>ementos de la administración, se le concede,como era natur<strong>al</strong>, <strong>el</strong> derecho de iniciativa para pedir la preferenciad<strong>el</strong> bien público, o las libertades d<strong>el</strong> hombre».¡Siempre esta contraposición! i Siempre la supuesta incompatibilidad<strong>entre</strong> <strong>el</strong> bien de la República y <strong>el</strong> de los ciudadanos que la forman!y como los sectarios de este <strong>sistema</strong>, cuando llegan <strong>al</strong> poder, propendena sustituirse en lugar de la nación, diciendo: la República soy yo,la sociedad soy yo, su<strong>el</strong>e venir de ahí ese antagonismo <strong>entre</strong> <strong>el</strong> puebloy sus gobernantes, que caracteriza la situación actu<strong>al</strong> de México. Sígansepresentando como extremos incompatibles <strong>el</strong> interés de los ciudadanosy <strong>el</strong> de la sociedad, y no se habrá conseguido más que exacerbar<strong>el</strong> m<strong>al</strong> en cuyo nombre se nos pide hoy la suspensión de las376


garantías. Advertirá la <strong>Cámara</strong> que paso por <strong>al</strong>to los desatinos gramatic<strong>al</strong>ese ideológicos de la cláusula a que he dado lectura; esecomparativo donde no cabe comparación, esa tot<strong>al</strong>idad graduada,ese poder que tiene mejor que todos los <strong>el</strong>ementos de la administraciónpública. Se advertirá también que olvido otra especie vulgar y que yano se oye ni en boca de los publicistas más superfici<strong>al</strong>es: la sinonimiaque se establece <strong>entre</strong> los dos términos gobierno y poder Ejecutivo.Sólo las gentes d<strong>el</strong> vulgo incurren en esta confusión; sólo <strong>el</strong>las ignoranque en nuestro <strong>sistema</strong>, ninguno de los poderes puede llamarse por sísolo gobierno. Contrista en verdad ver s<strong>al</strong>ir un dictamen de tanta trascendenciacomo <strong>el</strong> que discutimos, de una comisión para quien no sonextrañas las nociones que forman <strong>el</strong> A B C de nuestro derecho constitucion<strong>al</strong>.Veamos otra muestra d<strong>el</strong> trabajo que la comisión ha presentado<strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>.«La tranquilidad de la República, dice, está hoy constantementeamenazada, desde los oradores de esta asamblea hasta los tribunos d<strong>el</strong>as <strong>al</strong>deas más miserables que no han obtenido <strong>el</strong> triunfo que se prometíanen las <strong>el</strong>ecciones, y ya hemos visto por desgracia más de doscentenares de víctimas, cuya sangre nos pide <strong>el</strong> restablecimiento d<strong>el</strong>orden y la prevención de otros sacrificios de mexicanos estimables queson nuestros hermanos y que esperan de nosotros con <strong>el</strong> afianzamientode la paz, <strong>el</strong> triunfo d<strong>el</strong> programa de libertad y de progreso que traena este santuario los hombres que merecieron la confianza d<strong>el</strong> pueblo:».Aquí, como en todo <strong>el</strong> dictamen, se encuentran <strong>entre</strong>tejidos solecismosinint<strong>el</strong>igibles, con tendencias y errores políticos muy trascendent<strong>al</strong>es.¿Conque la tranquilidad pública está amenazada, comenzandopor los oradores de esta asamblea? .. La comisión, sin quererlo,ha dicho una verdad evidente: los autores d<strong>el</strong> dictamen han hecho eco,sin sentirlo, <strong>al</strong> encono de la administración contra los que patrocinamosen la tribuna la libertad constitucion<strong>al</strong>. Efectivamente, nosotrossomos los primeros amenazados en la actu<strong>al</strong> situación; los diputadosque hablan en este <strong>Congreso</strong> con independencia varonil, serán acasolas primeras víctimas de la suspensión de garantías. Ese párrafo, cuyaintención, más que sus términos absurdos, es ya un atentado contra l<strong>al</strong>ibertad parlamentaria, un ataque a la irresponsabilidad que la leynos garantiza en la expresión de nuestras opiniones, una mina puestabajo la tribuna de los debates, una d<strong>el</strong>ación injustificable y odiosa; esepárrafo, digo, es tambi.én un anuncio digno de tomarse en cuenta, sobreque las medidas que la comisión consulta tienden a ahogar, antesque todo, la voz de los d<strong>el</strong>egados populares en esta asamblea.Para justificar tan despótica mira, la comisión nos dice que vio<strong>el</strong> día 1Q de octubre dos centenares de víctimas sacrificadas. Si t<strong>al</strong> testimoniotiene un sentido liter<strong>al</strong>; si los autores d<strong>el</strong> dictamen vieron ma-377


teri<strong>al</strong>mente la horrible carnicería de la Ciudad<strong>el</strong>a, habrán notado quemuchas de esas víctimas llevaban la cabeza hecha pedaros por tirosdisparados a quemarropa sobre las sienes; habrán notado las hu<strong>el</strong>lasde una feroz matanza a sangre fría, y habrán comprendido que <strong>al</strong> poderque la ordenó y la saboreó con d<strong>el</strong>icia, haciéndola de propósitoparci<strong>al</strong> y lenta, no merece que se le <strong>entre</strong>guen las garantías que escudanla vida humana en la República.Si la comisión no habla en sentido liter<strong>al</strong>; si ha querido decir sóloque tiene noticia sobre la sangrienta hecatombe de la Ciudad<strong>el</strong>a, entoncessabe bien poco a fe, y nosotros hubiéramos podido darle datospara aumentar considerablemente su cifra de doscientas víctimas. Nosotrossabemos y podemos contar la historia de Mérida, donde fueronasesinados muchos capit<strong>al</strong>istas y comerciantes pacíficos e inocentes;la de Atexc<strong>al</strong>, donde la sed de sangre se sobrepuso a las exhortacionesd<strong>el</strong> asesor militar; la historia de Ibar en que la cuchilla d<strong>el</strong> verdugo secruzó con <strong>el</strong> bastón de la justicia; la de Barranca d<strong>el</strong> Diablo, en queha habido horrores capaces de desacreditar toda una época. Nosotrospodríamos r<strong>el</strong>atar esas historias y <strong>al</strong>gunas otras que acaso no han queridoincluir en su compilación los editores d<strong>el</strong> «Libro Rojo», porquedeben formar un libro aparte que se llamará: «El Libro Negro» de lapolítica juarista. Pero nosotros que sabemos estas atrocidades, decimoscon la comisión, aunque en otro sentido: es necesario prevenir para lofuturo tantos sacrificios humanos, y por eso no daremos a este podercubierto de sangre y rodeado de cadáveres y sepulcros, <strong>el</strong> derecho devida o muerte sobre todos los habitantes de la República.«An<strong>al</strong>izando, continúa <strong>el</strong> dictamen, las circunstancias que sirvende fundamento <strong>al</strong> Ejecutivo para pedir la suspensión de garantías, hancreído que son urgentes, p<strong>al</strong>pitantes, por <strong>el</strong> pronunciamiento de Treviñoen Nuevo León; por <strong>el</strong> motín de esta capit<strong>al</strong> la tarde d<strong>el</strong> 1'/ d<strong>el</strong>corriente, y por las constantes amenazas que se oyen día a día por losque desean la revolución antes que <strong>el</strong> orden y la paz, sin los que nopuede haber libertad posible».La comisión parece tan fuerte en análisis como en ideología, engramática y en derecho público. An<strong>al</strong>izando bien lo que nos ha informadoaquí <strong>el</strong> secretario de la Guerra sobre los <strong>el</strong>ementos de la revolución,resulta que hay cierto número de hombres <strong>al</strong>zados contra <strong>el</strong> Ejecutivofeder<strong>al</strong>, que apenas llegan a una tercera parte de la fuerza conque cuenta la federación. Quien puede combatir a sus adversarios con laventaja de tres para uno, no está en <strong>el</strong> conflicto supremo de que habla<strong>el</strong> artículo 29 de la Constitución. Ni se nos diga que <strong>el</strong> ejército permanentetiene que estar diseminado en todos los Estados de la República:¿para qué son entonces las fuerzas de los gobiernos loc<strong>al</strong>es? ¿Por quéla iniciativa d<strong>el</strong> Ejecutivo no se limita a solicitar permiso para disponer378


de la guardia nacion<strong>al</strong>? Y si se nos replica que la administración tropiezacon la resistencia de los gobernadores; que éstos toman una actitudinerte y próxima a la hostilidad; que no quieren hacerse solidariosde la política juarista; que se retraen de defenderla y de s<strong>al</strong>varla, entonceses preciso reconocer que estas dificultades son únicamente lasresistencias de la opinión, y que contra <strong>el</strong>las será impotente la dictaduratorpe y arbitraria cuya erección se nos consulta. Lo que acabo de decir,se r<strong>el</strong>aciona con <strong>el</strong> negro cuadro de la situación actu<strong>al</strong> que acaba detrazamos mi predecesor en <strong>el</strong> debate, y por cierto que <strong>al</strong> oírle me hevisto tentado de ceder mi puesto <strong>al</strong> redactor d<strong>el</strong> periódico ofici<strong>al</strong>, quiendiariamente proclama en las producciones que aquí se nos distribuyen,que la revolución no tiene importancia, y que por su propia virtud ~eestá extinguiendo como una llama sin pabilo.Estas graves consideraciones me han hecho desentenderme, an<strong>al</strong>izando<strong>el</strong> último párrafo a que he dado lectura, «de las constantes amenazasque se oyen día a día por los que desean la revolución». La comisiónquiso decir sin duda: «las amenazas, no que oyen, sino queprofieren los revolucionarios». También me he abstenido de señ<strong>al</strong>ar <strong>el</strong>curioso pleonasmo de que «sin la paz no puede haber libertad posible».Fastidiaría <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> si continuara en este análisis, y lo interrumpocerrándolo con la lectura d<strong>el</strong> periodo con que cierra también <strong>el</strong>dictamen.«He aquí por qué las comisiones no opinan porque las facultadesse prorroguen por seis meses, no obstante que <strong>el</strong> gobierno las pidepor un año; porque si bien es cierto que <strong>el</strong> Ejecutivo, que representahoy la fuerza d<strong>el</strong> pueblo y que merece un voto de confianza para llevara la patria por <strong>el</strong> sendero de la Constitución y de la justicia (?), tambiénes inconcuso que <strong>el</strong> parlamento debe ser prudente en votar leyesrestrictivas de la libertad civil, porque <strong>el</strong>la es uno de los más preciosostesoros que le han confiado sus comitentes».No he podido resistir a la tentación de procurar que la <strong>Cámara</strong>saboree estas preseas gramatic<strong>al</strong>es y retóricas; esa cadena de conjuncionescaus<strong>al</strong>es, y sobre todo, ese Ejecutivo, sujeto de la oración, queen mano de los gramáticos re<strong>el</strong>eccionistas se quedó sin verbo, comola nación va a quedarse, en las propias manos, sin libertades ni garantías.Yo, señores, no exijo en los trabajos parlamentarios g<strong>al</strong>lardía deestilo ni flores retóricas; pero esta incuria, esta incorrección, estos solecismos,<strong>entre</strong>tejidos con errores vulgares en materia de derecho públicoy constitucion<strong>al</strong>, no son, lo repito, una cosa insignificante y pueril;yo los veo como un indicio d<strong>el</strong> desdén con que <strong>el</strong> partido d<strong>el</strong> presidenteha llegado a considerar las instituciones más respetables de nuestro<strong>sistema</strong>, como pruebas d<strong>el</strong> poco respeto con que se mira a la repre-3i9


sentación d<strong>el</strong> país; yo los veo como un ultraje a la majestad d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>mexicano. Cuando por encargo d<strong>el</strong> primer cuerpo político deuna nación, se estudia y se expone una de las cuestiones más gravesque pueden presentarse en <strong>el</strong> orden público, la comisión, con t<strong>al</strong> encargohonrada, tiene <strong>el</strong> deber de emplear un estudio y un esmero incompatiblescon tantas incorrecciones como han hacinado los autoresde ese documento, <strong>al</strong> desarrollar los lugares comunes que sirven depreámbulo a su dictamen. La decadencia, <strong>el</strong> agotamiento de este partidoque sostiene la re<strong>el</strong>ección y que se ha contagiado con la decrepitudde su jefe, se están marcando hasta en la fonna de sus documentosparlamentarios. Sin entrar <strong>al</strong> fondo d<strong>el</strong> proyecto de ley, la <strong>Cámara</strong>,por propio decoro, ha debido devolver ese dictamen a sus signatarios,para que lo trabajasen con <strong>al</strong>go más de madurez y de estudio. El juarismosirve esa especie de pasto <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> de la República, porqueconsidera a éste como un centenar de votos indefectibles, emitidos porpersonas que no entrarán siquiera en <strong>el</strong> análisis de lo que se les llamaa votar. La mayoría tiene en este caso una coyuntura para reivindicarsu dignidad, m<strong>al</strong> juzgada por la administración.Las discusiones que otras veces hemos tenido aquí sobre este asunto,y aun la que hace tres días nos ocupa, lo dejan completamenteagotado bajo <strong>el</strong> aspecto leg<strong>al</strong> y constitucion<strong>al</strong>. Se ha demostrado victoriosamente,que la suspensión de garantías es un medio extremo yheroico, a que no debe ap<strong>el</strong>arse sino cuando los recursos nonn<strong>al</strong>es d<strong>el</strong>a administración no bastan para s<strong>al</strong>var <strong>el</strong> orden, la libertad, la independencia,los intereses vit<strong>al</strong>es de la República. Se ha hecho patenteque la suspensión debe circunscribirse a las garantías individu<strong>al</strong>es, yno extenderse jamás a las que aseguran la vida humana, ni muchomenos a las garantías políticas y nacion<strong>al</strong>es, por decirlo así, que consistenen la fonna de gobierno, en la división de poderes, en las otrasbases constitucion<strong>al</strong>es de nuestro <strong>sistema</strong>. De aquí se ha inferido contoda rectitud, que en ningún caso puede hacer <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> d<strong>el</strong>egacionesque trasladen en todo o en parte <strong>el</strong> poder Legislativo <strong>al</strong> magistradoque deposita <strong>el</strong> poder Ejecutivo de la República. Todo esto haquedado más claro que la luz en los debates que ha venido sufriendoesta cuestión desde 857, y nunca, ni mucho menos de esta vez, se hadicho en contra nada sólido ni racion<strong>al</strong>.No me ocupará por tanto este aspecto d<strong>el</strong> negocio, y preferiré,como <strong>al</strong>guno de los oradores que me han precedido, examinar si <strong>el</strong> poderque hoy inicia la suspensión de garantías, y a quien la comisióntrata de investir con facultades legislativas, merece esta prueba insignede confianza; si la situación exige <strong>el</strong> trastorno radic<strong>al</strong> que <strong>el</strong> dictamenconsulta en nuestro modo de ser político. Porque aun suponiendo que<strong>el</strong> proyecto que discutimos fuese completamente constitucion<strong>al</strong>, no de-380


eríamos votarlo si la suspensión de garantías se considera innecesaria,o si <strong>el</strong> Ejecutivo feder<strong>al</strong> no mereciese la confianza que la comisión leprodiga. Esta es la cuestión propia de las circunstancias en que nosh<strong>al</strong>lamos, y <strong>el</strong>la permite <strong>al</strong> orador hacerse órgano d<strong>el</strong> sentimiento nacion<strong>al</strong>,que visiblemente p<strong>al</strong>pita en todas las demarcaciones d<strong>el</strong> país,y aun en <strong>el</strong> público que asiste habitu<strong>al</strong>mente a nuestros debates.El asunto sobre que <strong>el</strong>los versan, no es tilla cuestión especulativay absoluta, sino por <strong>el</strong> contrario, r<strong>el</strong>ativa y práctica. Las graves medidaspara que autoriza <strong>el</strong> artículo 29 de la Constitución, estarán bien om<strong>al</strong> dictadas, según que las circunstancias lo exijan o no, según quemerezca o no <strong>el</strong> Ejecutivo la confianza de la <strong>Cámara</strong>. Yo he votadola suspensión de garantías cuando un Ruiz, un Zaragoza, un De laFuente, se sentaban en los consejos de la presidencia, y no sólo heapoyado esa medida con mi voto, sino que, en una ocasión solemne,cuando <strong>el</strong> ejército francés avanzaba de Puebla sobre la capit<strong>al</strong>, cuandonuestro orden público se desquiciaba, la representación nacion<strong>al</strong> se disolvíay <strong>el</strong> presidente iba a emigrar a la frontera con un corto númerode funcionarios, yo, en unión d<strong>el</strong> m<strong>al</strong>ogrado Zarco, he arrancado a la<strong>Cámara</strong> de 63 la ley de 28 de mayo, sosteniendo la necesidad de lasfacultades extraordinarias contra los mismos que entonces no queríanotorgarlas para s<strong>al</strong>var la independencia, y que hoy las consultan paras<strong>al</strong>var <strong>al</strong> despotismo.Llamé entonces la atención d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> sobre que <strong>el</strong> depositariod<strong>el</strong> Ejecutivo iba a ser <strong>el</strong> único poder nacion<strong>al</strong> durante un largo periodo;traje a la tribuna documentos diplomáticos desconocidos, deque podía deducirse que con las autorizaciones extraordinarias, ib<strong>al</strong>igada la probabilidad de un arreglo honroso en la cuestión extranjera.Si mil veces se repitieran las mismas circunstancias, mi concienciapatriótica me dictaría mil veces la misma conducta.Pero pasó la Intervención, y <strong>el</strong> hombre que había emigrado a lafrontera seguido de la confianza pública, volvió a México convertidoen un cadáver político. El país no lo percibió de pronto, porque esecadáver venía envu<strong>el</strong>to en la bandera nacion<strong>al</strong> llena de gloria. Yofui quizá uno de los primeros que levantaron aqu<strong>el</strong> ropaje. Pocos díasdespués de reinst<strong>al</strong>arse los poderes legítimos en su residencia constitucion<strong>al</strong>,se me invitó a hacerme cómplice de un atentado; se me propusoque suplantara en la Corte de Justicia mediante simple nombramientod<strong>el</strong> Ejecutivo, a un magistrado de <strong>el</strong>ección popular, a unfuncionario inviolable e inmune por la Constitución, y a quien no obstantese trataba de destituir. Al mismo tiempo se me inducía indirectamentea apoyar la política de la Convocatoria, próxima a expedirse,presentándome <strong>el</strong> incentivo de tres o cuatro comisiones simultáneas ylucrativas: la dirección d<strong>el</strong> museo, la redacción d<strong>el</strong> Diario Ofici<strong>al</strong>, la381


incorporación a una de las comisiones de códigos Yo lo rehusé todo,no volví a poner un pie en la presidencia, enarbolé en la prensa y enla tribuna la bandera de la oposición contra <strong>el</strong> hombre transfiguradoen Paso d<strong>el</strong> Norte, y desde entonces no he vu<strong>el</strong>to a votar una sola leysobre suspensión de garantías o facultades extraordinarias.Sí, señores, ese poder que está esperando de nuestras manos ladictadura, no tiene ni merece ya la confianza de la nación. No la tiene,porque ha perdido todas las nociones de política, de economía yde mor<strong>al</strong>; porque ha traído a la República a un extremo de postracióny abatimiento, junto <strong>al</strong> que la obra de otras administraciones memorablespor odiosas y estériles, pudiera ser un timbre de orgullo nacion<strong>al</strong>.El departamento de la Guerra, que concentra tiempo ha la pocavit<strong>al</strong>idad de nuestro poder Ejecutivo; esa secretaría en que se <strong>el</strong>aboray organiza <strong>el</strong> princip<strong>al</strong> <strong>el</strong>emento en que <strong>el</strong> presidente se apoya, <strong>el</strong> d<strong>el</strong>a fuerza materi<strong>al</strong>, no ha servido más que para reconstruir <strong>el</strong> militarismode otras épocas; para convertir a la fuerza annada en la razónsuprema y pennanente de nuestra política; para patrocinar todos losabusos implantados en la institución militar, con menoscabo de la mor<strong>al</strong>y de la economía; para resucitar aqu<strong>el</strong> monstruo de treinta milcabezas, aborto de la dictadura santanista, monstruo que devora lasustancia d<strong>el</strong> país, sin producir en cambio más que opresión y desorden.La nación apenas puede marchar, agobiada por <strong>el</strong> enonne presupuestode guerra. Se ha hecho subir éste a nueve millones, cab<strong>al</strong>mentecon <strong>el</strong> pretexto de que <strong>el</strong> Ejecutivo tenía que estar prevenidopara <strong>el</strong> evento de un trastorno público; y llegado este caso, se dice quees necesario crearlo todo; que <strong>el</strong> ministerio es impotente si no le concedenla facultad de legislar; que <strong>el</strong> país no puede defenderse si nocomienza por despojarse de todas sus defensas que le da la Constitucióncontra <strong>el</strong> despotismo.Como entidad gubernativa, ese poder ha perturbado la f<strong>el</strong>iz armoníaen que consiste nuestro régimen feder<strong>al</strong>; ha convertido en enemigossuyos a todos los Estados, con excepción sólo de aqu<strong>el</strong>los sobrecuya cerviz ha puesto <strong>el</strong> pie, hollando su soberanía e independencia.El extravío, la anarquía en <strong>el</strong> ramo de Gobernación, han llegado <strong>al</strong>extremo de que <strong>el</strong> despotismo, ataviado hasta hace poco con las ínfulasd<strong>el</strong> orden, pasó ya <strong>al</strong> estado revolucionario, mientras que <strong>el</strong> principiosubversivo de la tiranía y restaurador de la libertad, que asomó comorevolucionario, entra ya a su periodo orgánico y rev<strong>el</strong>a la vocación degobierno. Nadie podrá negar que éste es hoy <strong>el</strong> aspecto de nuestrapolítica.¿Qué ha hecho este poder de la justicia feder<strong>al</strong>? Convertirla enun harapo sucio y pisoteado; envilecerla rebajándola <strong>al</strong> niv<strong>el</strong> de losagentes ven<strong>al</strong>es, s<strong>al</strong>teadores d<strong>el</strong> voto público; corromperla hasta <strong>el</strong> pun-382


to de que hoy se recuerde en México como un siglo de oro fabuloso,la época en que la magistratura judici<strong>al</strong> tenía por guías la rectitud y laindependencia.La educación popular, liber<strong>al</strong> y democrática, era un complementoobligado de la Constitución y de la Reforma, sin <strong>el</strong> cu<strong>al</strong> la reacciónen los hechos, y por consiguiente en las ideas, tenía que hacerse sentirtarde o temprano. Este poder sin perspicacia ni principios, no ha vistoque su misión era imprimir a la generación nueva <strong>el</strong> s<strong>el</strong>lo de la Reformay de la libertad. En su ceguedad presuntuosa, se jacta de haberdestruido la influencia d<strong>el</strong> clero, y le abandona la generación próximapara que la eduque. Sin limitar la libertad de enseñanza, <strong>el</strong> poder públicohabría ocurrido a la princip<strong>al</strong> necesidad de nuestra época, convirtiéndoseen <strong>el</strong> pedagogo más ilustrado: lejos de <strong>el</strong>lo, ha dejado <strong>al</strong>clero este pap<strong>el</strong>; la juventud corre a las escu<strong>el</strong>as cleric<strong>al</strong>es, y aun losmismos campeones de la Reforma ponen en <strong>el</strong>las a sus hijos. ¿Y porqué, señores? Porque los colegios civiles, sentinas en muchos casos decorrupción, sólo sirven de canonjías para los juaristas acrisolados, de jardinesen que se forman ramilletes de tres a cuatro empleos lucrativos,para los que sobres<strong>al</strong>en, no en la ciencia de las aulas, sino en lade adular <strong>al</strong> presidente de la República.¿Qué fruto han producido los sacrificios no pequeños que hace <strong>el</strong>país por impulsar sus mejoras materi<strong>al</strong>es? El lento progreso d<strong>el</strong> ferrocarrilde Veracruz, objeto en un tiempo de prodig<strong>al</strong>idades locas, y hoyblanco de rencores mezquinos; de esa vía bajo cuyos carriles quedaronsepultados como durmientes <strong>el</strong> espíritu de asociación fraccionado, despíritu de empresa comprimido. Cuando debatimos en 68 esta grancuestión, hemos tenido, señores, una tristeza mayor todavía que la dever <strong>al</strong> poder público combatir con encarnizamiento los intereses nacion<strong>al</strong>es;hemos tenido la tristeza de ver que no se nos comprendía; que<strong>el</strong> ministerio se quedaba estupefacto ante las teorías de asociación yde crédito que procuramos desarrollarle, para excitar su aspiración <strong>al</strong>a prosperidad futura de nuestra patria; para entusiasmarle con laperspectiva, no de un ferrocarril aislado y monopolizador, sino conla de una red de vías férreas que derramasen sobre toda la República<strong>el</strong> bienestar y la abundancia. Todo fue en vano: <strong>el</strong> sentimiento patrióticod<strong>el</strong> ministerio se mostró en aqu<strong>el</strong>la cuestión tan embotado comosu int<strong>el</strong>igencia. ¿Qué frutos ha dado hasta hoy la enorme contribuciónd<strong>el</strong> desagüe, sino dilapidaciones escand<strong>al</strong>osas y obras de Penélope, quese efectúan en la primavera para derrumbarse en <strong>el</strong> otoño? ¿Y qué diremosde la conservación de las carreteras, reducida a numerosos cuadrosdirectivos, ensanchados de propósito para que en <strong>el</strong>los quepan los favoritosde la administración, y a un número irrisorio de obreros que nobastan para contener siquiera <strong>el</strong> deterioro anu<strong>al</strong> de nuestros caminos?383


¿Qué indicio han dado <strong>el</strong> presidente ni sus ministros, de fijarseen la crisis agrícola y comerci<strong>al</strong> que está esterilizando todas las fuerzasproductoras y progresivas de la República? El país levanta por todaspartes clamores de hambre, de miseria y de terror por <strong>el</strong> porvenir;clamores que conmueven a todos, menos <strong>al</strong> presidente y a sus conseJeros.y <strong>entre</strong>tanto, ¿qué es d<strong>el</strong> tesoro público? Las rentas feder<strong>al</strong>es,que por una maravilla providenci<strong>al</strong> buscaron su centro espontáneamentedespués de la caída d<strong>el</strong> Imperio, y produjeron en los primerosmeses de la restauración republicana una abundancia de buen augurio,han vu<strong>el</strong>to a convertirse en ret<strong>al</strong>es que se arrebatan ciertos personajescon quienes una administración débil y sin fe en los principios deorden, se cree en la necesidad de contemporizar. Sólo se paga con exactitud<strong>el</strong> presupuesto de la política juarista; los jueces, los empleadosen ciertas esferas, las viudas y los huédanos de nuestros héroes, los acreedoresque tienen nuestro honor empeñado en sus manos, no preocupana nuestro poder Ejecutivo. Año por año le hemos hecho presente lanecesidad de regularizar por fin <strong>el</strong> servicio de la deuda, de fundarleuna caja de amortización, de levantar nuestro crédito que pisotea todo<strong>el</strong> mundo en los mercados nacion<strong>al</strong>es y extranjeros; año por año hemosestado advirtiéndole que vivimos de un robo hecho a nuestrospósteros; que estamos acumulando sobre <strong>el</strong>los responsabilidades enormes,que tendrán que cubrir nuestros hijos m<strong>al</strong>diciendo la imprevisióny la locura de sus padres; año por año hemos procurado sacar <strong>al</strong> Ejecutivode su sueño en este negocio, hablándole en nombre de la probidady d<strong>el</strong> patriotismo; describiéndole los milagros que obra <strong>el</strong> crédito;mostrándole que la honradez levanta a las naciones en los trancessupremos de postración, como ha sucedido recientemente con la Francia;y tampoco se nos ha comprendido, y <strong>el</strong> ministerio no ha hechomás que empujar a sus amigos en la <strong>Cámara</strong> para que le conquistasen,como ahora mismo procura por medio de esta ley, la vergonzosa facultaddiscrecion<strong>al</strong> de pagar a sus favoritos, de organizar ese tráfico infameque todo <strong>el</strong> mundo conoce, y que consiste en comprar por unoscuantos centavos los recibos de los acreedores desv<strong>al</strong>idos, para convertirlosen dinero a pocas horas, lucrando en un ciento por uno; obligando<strong>al</strong> acreedor esquilmado hasta a finnar <strong>el</strong> recibo de lo que nopercibe; borrando así hasta las hu<strong>el</strong>las de la inicua especulación, yexplotando a la vez, no sólo las sagradas acciones de los huédanos y d<strong>el</strong>as viudas, sino hasta la gloria y los méritos de los héroes que nos dieronlibertad e independencia, para que <strong>el</strong> ministerio pueda cubrir con nombresrespetables los actos más irritantes de nepotismo, y presentar comoun rasgo de justicia distributiva lo que ha sido sólo una odiosa especulación.384


i Y con t<strong>al</strong>es precedentes se nos piden ahora facultades omnímodasen materia de hacienda! Los agiotistas d<strong>el</strong> último orden, los parásitos,los vampiros de las clases pasivas, serán los primeros en aplaudir esaautorización insensata. El ministerio comenzaría por cubrir con <strong>el</strong>laslas enonnes erogaciones de la re<strong>el</strong>ección, que no podrían caber de otromodo en las cuentas d<strong>el</strong> año fisc<strong>al</strong>.Todos lo conocen, señores, aunque <strong>al</strong>gunos no lo confiesen. Laadministración actu<strong>al</strong> de la República es una cosa que se desmorona,un cuerpo desorganizado que cae en polvo y en podredumbre. Todaslas instituciones han perdido su virtud y su eficacia bajo esta políticadisolvente y corruptora: la mesa <strong>el</strong>ector<strong>al</strong> no es ya más que un tabladode escamoteador; la institución parlamentaria está enervada; <strong>el</strong> tribun<strong>al</strong>de cuentas es una irrisión, un abismo en donde encuentran sepulcroe impunidad todas las responsabilidades administrativas; la Constituciónes una toga viril cuyos pliegues encubren un cuerpo raquíticoy lleno de lepra. Tiempo es ya, señores, de arrancar <strong>el</strong> p<strong>al</strong>io que cubreesta política de depravación y egoísmo. La corrupción ha llegado hastahacer g<strong>al</strong>a de sí misma, hasta referirse con jactancia las operacionesde soborno intentadas sobre <strong>al</strong>gunos miembros d<strong>el</strong> anterior <strong>Congreso</strong>.Esta person<strong>al</strong>idad que se ha querido g<strong>al</strong>vanizar por medio d<strong>el</strong>a re<strong>el</strong>ección, que apareció en 57 como regeneradora d<strong>el</strong> orden público,que se ha asociado a nuestras grandes crisis, que la nación haeng<strong>al</strong>anado con sus propias glorias, hizo ya su evolución completa ennuestra política, ha vu<strong>el</strong>to <strong>al</strong> punto de donde partió, y hoy se la h<strong>al</strong>lapresidiendo un régimen despótico e inmor<strong>al</strong>, como <strong>el</strong> que tuvimos quederribar en 55.El pueblo de México ha sido víctima de la más dolorosa decepción.Si en 57 se hizo superior <strong>al</strong> fanatismo r<strong>el</strong>igioso, enardecido por <strong>el</strong>clero, fue porque en la Constitución le presentamos, los que entoncesnos hicimos sus apóstoles, la panacea de todos los m<strong>al</strong>es públicos. Alver lo que es <strong>el</strong> país después de 14 años, yo he temido mil veces que<strong>el</strong> pueblo de mi ciudad nat<strong>al</strong> me llame embaucador. Al promulgarse<strong>al</strong>lí la Constitución de 57, <strong>el</strong> clero había ex<strong>al</strong>tado <strong>el</strong> fanatismo popularhasta <strong>el</strong> grado de tenerse como indefectible que un tumulto interrumpirí<strong>al</strong>a fiesta cívica. Se me había encomendado <strong>el</strong> honor de hablar<strong>al</strong> pueblo en aqu<strong>el</strong>la ocasión solemne. Yo procuré inculcarle loque es la Constitución de un país; le señ<strong>al</strong>é la nuestra como la garantíade una mejora próxima en la condición materi<strong>al</strong> y mor<strong>al</strong> de lasclases desheredadas; describí <strong>al</strong> vivo los sufrimientos de nuestro pueblobajo la dictadura de J<strong>al</strong>isco, y anuncié <strong>el</strong> pacto feder<strong>al</strong> de 57 comola nueva de s<strong>al</strong>ud y de redención que iba a arrancar a la muchedumbrede la opresión y de la miseria. Mis p<strong>al</strong>abras conmovieron <strong>el</strong> corazónd<strong>el</strong> auditorio: las manos que debían derribar la tribuna y lapidar <strong>al</strong>385


orador hereje, arrojaron las piedras para est<strong>al</strong>lar en aplausos, y la saturn<strong>al</strong>proyectada por <strong>el</strong> fanatismo, se tomó en una fiesta popular deregocijo y reconciliación.Reclamo la indulgencia de la <strong>Cámara</strong> para leerle <strong>al</strong>gunos pequeñosrasgos de mi discurso. Ellos no vienen m<strong>al</strong> a cuento, porqueindican hasta dónde la situación que se creía pasada para siempre conla dictadura de Santa Anna, ha vu<strong>el</strong>to a renacer; hasta dónde han sidof<strong>al</strong>aces e ilusQrias las esperanzas que nosotros ex<strong>al</strong>tamos en <strong>el</strong> puebloy que le indujeron a derramar su sangre a torrentes, para reconquistar,después d<strong>el</strong> golpe de Estado, la Constitución traicionada.«Todos venimos <strong>al</strong> mundo, decía yo entonces, con ciertos derechosin<strong>al</strong>ienables. Dios no ha querido que <strong>el</strong> hombre pueda ser la propiedadd<strong>el</strong> hombre, ni que ejerza sobre sus semejantes otro dominioque <strong>el</strong> d<strong>el</strong> amor: le ha dado la int<strong>el</strong>igencia para pensar sin previacensura; la p<strong>al</strong>abra para hablar sin mordaza; los miembros d<strong>el</strong> cuerpopara moverse sin grillos; y ha querido que <strong>el</strong> libre uso de estos donesno tenga otro límite que la ley de la natur<strong>al</strong>eza, que los concedeigu<strong>al</strong>mente a todos los individuos de la especie humana. Pero <strong>al</strong> echars<strong>el</strong>os cimientos de las sociedades, en vez de tomar como primera piedraesta ley divina de igu<strong>al</strong>dad y libertad, se ha adoptado <strong>el</strong> principioopuesto: que uno o unos cuantos deben dominar, y todos los otros obedecery sufrir».«Pero <strong>el</strong> pensamiento de Dios, autor de esos derechos violados, yla voz de la conciencia univers<strong>al</strong> en que se h<strong>al</strong>lan impresos, se abren <strong>al</strong>fin camino <strong>entre</strong> la tiranía y la esclavitud, y en <strong>el</strong> seno mismo de lospueblos avas<strong>al</strong>lados su<strong>el</strong>e hacer una explosión repentina <strong>el</strong> principiode la igu<strong>al</strong>dad univers<strong>al</strong>. Entonces es cuando los pueblos sacuden <strong>el</strong>yugo para erguir la cabeza, y proclaman, como los mexicanos acabande hacerlo, que <strong>el</strong> pueblo nunca ha pertenecido de derecho a un hombreni a una clase; que es un réprobo reb<strong>el</strong>de a la voluntad de Diosquien esclaviza a sus hermanos y los vende, como vendió <strong>el</strong> dictadora los indígenas de Yucatán; que <strong>el</strong> trabajo es una propiedad inviolable,y que se constituyen en usurpadores, <strong>el</strong> soldado que embarga <strong>al</strong> pobretraficante para servirse de sus bagajes y de su persona; <strong>el</strong> párroco queobliga a sus f<strong>el</strong>igreses a prestarle servicios sin remuneración; <strong>el</strong> agricultorque defrauda o paga en una forma arbitraria <strong>el</strong> s<strong>al</strong>ario d<strong>el</strong> jorn<strong>al</strong>era;que la razón y la conciencia no deben estar en tortura dentro d<strong>el</strong>círculo de hierro de la ley civil; que los hombres pueden asociarse libremente,porque todos son hermanos, y la asociación es la forma natur<strong>al</strong>de la fraternidad; que los títulos, las cruces, las condecoraciones,hacen ridículo y no noble a quien las lleva; que pues todos somos igu<strong>al</strong>es,y muchos somos pobres, la justicia se nos debe dar de b<strong>al</strong>de, y atodos por una misma mano; que la estafeta es una mejora de la civili-386


zación, y no una red de la polida; que <strong>el</strong> domicilio en que un ciudadanoesconde sus amores o sus miserias, debe ser un misterio sagradopara la autoridad; que los depositarios de ésta deben tener <strong>el</strong> voto deconfianza de los pueblos. Pero no basta proclamar estos derechos cuandohan sido una vez hollados; es menester darles una forma solemney escrita que los asegure contra una nueva usurpación; y esas tablasen que se esculpe <strong>el</strong> decálogo d<strong>el</strong> hombre libre, esa página en que seconsignan los derechos d<strong>el</strong> hombre y d<strong>el</strong> ciudadano, copiándolos d<strong>el</strong>libro de la natur<strong>al</strong>eza, es lo que se llama la Constitución de un pueblo».«Vosotros tenéis ya la vuestra, ciudadanos; ¿cómo, pues, no os<strong>entre</strong>gáis a ese d<strong>el</strong>irio con que los pueblos emancipados de la tiraníahan acogido siempre <strong>el</strong> código que les devu<strong>el</strong>ve sus derechos suspendidos?¡Ah! no me respondáis; yo sé que adrede se ha querido amargarosese placer inefable que una nación experimenta cuando despuésde mil torturas y martirios h<strong>al</strong>la d<strong>el</strong>ante de sí una perspectiva de pazy prosperidad. Yo sé que, con profanación escand<strong>al</strong>osa, se ha urdidodentro d<strong>el</strong> templo un complot mundano para atribular vuestras conciencias;yo sé que <strong>el</strong> código votado en <strong>el</strong> santuario de las leyes, ha sidocondenado en <strong>el</strong> santuario de la r<strong>el</strong>igión; yo sé que <strong>el</strong> púlpito y la tribunanacion<strong>al</strong> están en desacuerdo. ¿A quién daremos fe, Dios mío, anuestros sacerdotes, o a nuestros representantes? ¿Qué haremos en estaperplejidad, nosotros que queremos morir fi<strong>el</strong>es a la fe heredada denuestros mayores? ¿Qué haremos, ciudadanos? Ocurrir <strong>al</strong> Arbitro Supremo;interrogar a Dios, que habla en la conciencia de las gentes sencillas;aplicar <strong>el</strong> oído a nuestro propio corazón, y preguntarle confe si es verdad que hemos dejado las vías d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o <strong>al</strong> querer mejoraren <strong>al</strong>go la condición materi<strong>al</strong> y mor<strong>al</strong> de esta desdichada multitud, aexpensas de unos pocos privilegiados. Voy a ayudaros en ese examen».«Decidme, ¿no es verdad que la mayor parte de vosotros no haprobado jamás los beneficios de la vida civil? ¿Que si os atrevéis a pedirjusticia contra <strong>el</strong> poderoso, tenéis que esperar días enteros, en ademánhumilde, a la puerta de los tribun<strong>al</strong>es, para ver que <strong>al</strong> deteners<strong>el</strong>a carroza d<strong>el</strong> magnate que os oprime, todas las puertas se abren y <strong>el</strong>juez se pone en pie y cede su asiento, y la justicia severa se torna en susmanos complaciente y oficiosa? ¿Que lleváis <strong>al</strong> gobierno vuestra queja,y los centin<strong>el</strong>as os rechazan a culatazos, y si acierta a llegar <strong>el</strong> prócer acuyo influjo se os hizo sorda la justicia, la misma arma que os rep<strong>el</strong><strong>el</strong>e es presentada en muestra de honor, y atraviesa sin tropiezo las antes<strong>al</strong>as<strong>entre</strong> sonrisas y ademanes de respeto? ¿No es verdad que a másd<strong>el</strong> pasto mor<strong>al</strong>, a más de la verdad y la justicia, se os niega hasta lavida materi<strong>al</strong>? ¿Que no debéis a esta sociedad madrastra más que harapospor vestido, la tierra por lecho, la ración de <strong>al</strong>imento que se da387


a una bestia de trabajo para que no muera, y <strong>el</strong> hospit<strong>al</strong> y la cárc<strong>el</strong>por toda perspectiva? ¿No es verdad que muchos días comenzáis vuestrostrabajos sin haber llevado un bocado a la boca y <strong>entre</strong> los lamentosde vuestros hijos que os piden pan? ¿No es cierto que otras ocasiones,para saciar <strong>el</strong> hambre de vuestra familia, tenéis que enviar <strong>al</strong>Montepío las únicas ropas que os abrigan en <strong>el</strong> invierno? ¿No es verdadque a veces llega la noche sin que tengáis una luz con que disiparlas tinieblas de vuestro hogar, y que aguardáis <strong>el</strong> día en <strong>el</strong> insomniode la tribulación, oyendo llorar a vuestros hijos que no pueden dormirde hambre y de miedo? ¿Que a cada paso un propietario sin corazónos lanza de la casa cuya renta no podéis pagar? ¿Que os enfermáisa fuerza de trabajo y de congojas, y os llevan <strong>al</strong> hospit<strong>al</strong>, para servirde objeto de estudio y de experiencia a un practicante inexperto? ¿Quemorís, y vuestro cadáver se corrompe, antes de que vuestra viuda consigade un sacerdote inexorable que eche por caridad un puñado detierra bendita sobre vuestros despojos? ¿Y cuando sentís la desnudezy <strong>el</strong> frío, y cuando oís llorar a vuestros hijos hambrientos, y cuandolos veis morir de extenuación y desabrigo, y cuando volvéis desconsoladosa vuestra casa después de haber mendigado en vano la caridadde los afortunados d<strong>el</strong> mundo, respondedme, ¿no os dice vuestro corazónacongojado que este orden de cosas no es conforme a la voluntadde Dios? ¿Que sois sus hijos como lo somos todos, y que un padre nopuede haber hecho <strong>entre</strong> sus hijos esta partición tan desigu<strong>al</strong> de losbienes de la tierra...? Recordad que ya una vez se han puesto en práctic<strong>al</strong>os mismos principios que hoyos recomiendan. ¿Qué fue entoncesde vosotros, pobres hermanos míos? Las lágrimas vienen a los ojos <strong>al</strong>pensar en lo que habéis sufrido durante aqu<strong>el</strong>los veintisiete meses enque nos visitó <strong>el</strong> genio d<strong>el</strong> m<strong>al</strong>, de la opresión y de las tinieblas. Quizás<strong>al</strong>gunos de <strong>entre</strong> vosotros conservan aún en las esp<strong>al</strong>das las cicatricesde los bancos de p<strong>al</strong>os; quizá me están oyendo <strong>al</strong>gunas víctimas deaqu<strong>el</strong> tráfico infame, organizado con <strong>el</strong> nombre de leva; <strong>al</strong>gunosde aqu<strong>el</strong>los pobres artesanos a quienes los esbirros arrancaban de sus t<strong>al</strong>leres,de sus hogares, y hasta d<strong>el</strong> lecho conyug<strong>al</strong>, para arrastrarlos a uncuart<strong>el</strong>, y ponerlos a rescate en seguida, a precio de oro, de jueces, decab<strong>al</strong>los, y lo que es más aún, de la donc<strong>el</strong>lez de sus hijas y de sushermanas. Si esas infamias se han borrado de vuestra memoria, aúnno se borran las hu<strong>el</strong>las sangrientas que dejaron: venid, si queréis, conmigoa San José y a Loreto, y yo os mostraré la sangre de unos inf<strong>el</strong>ices,que por haberse reb<strong>el</strong>ado contra esa indigna granjería, fueronfusilados una noche como perros sin dueño. Aún llora por esas c<strong>al</strong>lesla madre de una de aqu<strong>el</strong>las inocentes víctimas; aún puede referiroscómo <strong>al</strong> ir <strong>al</strong> cuart<strong>el</strong> por la mañana, para llevar a su hijo <strong>el</strong> <strong>al</strong>imentodiario, preguntó por él, y por toda respuesta le mostraron con <strong>el</strong> dedosu cadáver.388


«Yen nombre de la r<strong>el</strong>igión que profesamos, en nombre de suautor adorable, se os quiere traer de nuevo a ese orden de cosas, quemás que <strong>el</strong> espíritu público, <strong>el</strong> espíritu de Dios hizo desaparecer conun soplo. Por más justicia que tengáis para apetecer la prosperidadde otros países donde <strong>el</strong> clero es pobre y virtuoso y <strong>el</strong> pueblo rico eilustrado; por más derecho que tengáis para sentaros en ese banquetea que la Providencia convida, y a que van llegando todas las nacionessucesivamente; por más sencillo que sea, con sólo la abolición de ciertasdefonnidades soci<strong>al</strong>es, que nuestro su<strong>el</strong>o, desierto y eri<strong>al</strong>, se cubrade población, de mieses y de ganados; por más fácil que sea emanciparla industria nacion<strong>al</strong>, para que hile los <strong>al</strong>godones que <strong>el</strong>la mismahaya cultivado y los matice con <strong>el</strong> añil indígena y la púrpura de Oaxaca;por más necesario que sea, que en nuestras cordilleras inaccesiblesse abran multiplicadas venas de circulación, que desparramen sobre<strong>el</strong> país la prosperidad y la riqueza; por más dulce que sea que en vezde los clamores d<strong>el</strong> mendigo, y d<strong>el</strong> ruido de las baquetas sobre las esp<strong>al</strong>dasd<strong>el</strong> recluta, no se oigan en México más que <strong>el</strong> golpe d<strong>el</strong> martillosobre <strong>el</strong> yunque, <strong>el</strong> ruido de las máquinas de vapor, y las canciones<strong>al</strong>egres d<strong>el</strong> obrero en <strong>el</strong> t<strong>al</strong>ler, o d<strong>el</strong> campesino tras de la yunta; pormás apetecible y fácil que todo esto sea, pobres mexicapo)s, tenéis querenunciar a <strong>el</strong>lo, porque <strong>el</strong> clero ha anatematizado la Constituciónque os asegura estos bienes!»i La Constitución que os asegura todos estos bienes!. .. ¿No es verdadque estas p<strong>al</strong>abras tienen un eco lúgubre de decepción y de amargura,pronunciadas después de catorce años ante <strong>el</strong> pueblo de México,víctima de la misma opresión, de las mismas iniquidades que en 57?Cada día que <strong>al</strong> venir a la sesión paso por d<strong>el</strong>ante de los cuart<strong>el</strong>esque rodean este p<strong>al</strong>acio y dan a la mansión de nuestro presidente<strong>el</strong> mismo aspecto pretoriano que tenía en la época que acabo de recordar;cada vez que contemplo, como hace un rato, <strong>el</strong> grupo de mujeresatribuladas y de niños hambrientos que se agolpan en semicírculo, rep<strong>el</strong>idosa cada paso por los centin<strong>el</strong>as, que <strong>al</strong>argan <strong>el</strong> cu<strong>el</strong>lo para distinguira un padre, a un esposo, a un hijo, en <strong>el</strong> grupo de reclutas quehacen los primeros ejercicios en <strong>el</strong> patio d<strong>el</strong> cuart<strong>el</strong>, mi conciencia experimentacierto remordimiento por haber presentado a mis conciudadanosla Carta de 57, como una carta de manumisión. Cuando veoentrar con toda publicidad <strong>al</strong> patio de honor de este p<strong>al</strong>acio las cuerdasde ciudadanos tomados de leva; cuando oigo los sollozos de susmadres y esposas a la puerta de los cuart<strong>el</strong>es; cuando pasando por<strong>al</strong>guno de <strong>el</strong>los he solido percibir lamentos de un recluta, despedazadoen un banco de p<strong>al</strong>os, me parece que las víctimas me dicen en esos lamentos,en esos sollozos: ¡Impostor! i He ahí los frutos de la Constituciónque debía redimirnos! Y tras <strong>el</strong> remordimiento, señores, se apo-389


dera de mi <strong>al</strong>ma un sentimiento irreprimible de indignación contra losque han desvirtuado este precioso amuleto de libertad, contra los queperpetúan <strong>el</strong> régimen de opresión y explotación sobre la muchedumbre,y a periodos regulares procuran rehabilitado, dándole un baño d<strong>el</strong>eg<strong>al</strong>idad por medio de autorizaciones como las que ahora se nos piden.Se han suspendido las garantías para precaver <strong>el</strong> plagio de los ricos,y ahora van a suspenderse para leg<strong>al</strong>izar <strong>el</strong> plagio de los pobres.La leva, señores, es <strong>el</strong> terror d<strong>el</strong> pueblo laborioso. La Constituciónproscribió este abuso, y por eso las cIases trabajadoras se lanzaron adefenderla. La leva es la vejación más odiosa, porque es la más desigu<strong>al</strong>e irritante. No nos <strong>al</strong>arma a nosotros, porque en este trastorno gener<strong>al</strong>de las ideas y de las cosas, un pedazo de paño negro es una defensamás eficaz que todas las garantías de la Constitución; porque nuestr<strong>al</strong>evita nos hace inviolables para las comisiones de recluta. i Como sibajo la chaqueta o bajo la blusa d<strong>el</strong> artesano no latiera un corazón depadre, de hijo o de esposo! Un día la familia d<strong>el</strong> obrero espera enb<strong>al</strong>de toda la noche <strong>al</strong> que le trae <strong>el</strong> cotidiano sustento. Al otro día,la madre, la esposa, van <strong>al</strong> t<strong>al</strong>ler preguntando inquietas por <strong>el</strong> deudoperdido. Este dejó la víspera <strong>el</strong> trabajo a la hora de costumbre, y recibió<strong>el</strong> jorn<strong>al</strong> diario para llevar pan a sus hijos. La familia desoladava,ga por la ciudad tomando informes, y <strong>al</strong> fin, rendida ya de fatigay de congoja, h<strong>al</strong>la a su jefe en <strong>el</strong> cuart<strong>el</strong> transfigurado con los arreosd<strong>el</strong> recluta. Desde entonces aqu<strong>el</strong>las mujeres desamparadas hacen gestionesinútiles que no les acarrean más que repulsas y befa en las oficinasmilitares. Privadas de todo recurso pasan la mitad d<strong>el</strong> día, mendigando<strong>el</strong> sustento de la caridad, y la otra mitad estacionadas a la puertad<strong>el</strong> cuart<strong>el</strong>, para hacer llegar a manos d<strong>el</strong> deudo cautivo un pedazo depan, fruto de la limosna, esperando horas enteras para poder cambiarcon él una p<strong>al</strong>abra o una seña furtiva, para hacerle ver <strong>al</strong> hijo reciénnacido que la madre levanta en brazos, anegada en lágrimas. En esto,señores, nada hay de romancesco ni de imaginario: a pocos pasos deaquí pueden ahora mismo, si lo quieren, ir a ver esa escena los representantesd<strong>el</strong> pueblo, d<strong>el</strong> pueblo que así se explota y se esquilma, d<strong>el</strong>pueblo a quien olvidan así sus mandatarios. Lo que acabo de decir está¡copiado d<strong>el</strong> natur<strong>al</strong>, y aun f<strong>al</strong>tan <strong>al</strong>gunas sombras d<strong>el</strong> cuadro. No heihablado de las veces en que la madre o la esposa d<strong>el</strong> recluta tienen\que oír desde la puerta d<strong>el</strong> cuart<strong>el</strong> los ayes d<strong>el</strong> hijo o d<strong>el</strong> esposo, mez­¡cIados <strong>al</strong> ruido de las baquetas sobre sus carnes, y esto porque intentólac.a~o burlar. la vigilancia de sus verdugos, y volver <strong>al</strong> seno de su famIlIahambnenta y desolada.\ ¿No prueba esto, señores, que <strong>el</strong> pueblo de México padece hoylas mismas torturas, <strong>el</strong> mismo martirio que le hizo levantarse contra laIdictadura de Santa Anna, y buscar asilo bajo la bandera de la Cons-IB9Ü


titución? ¿No prueba esto, que la iniquidad y la barbarie siguen implantadasen <strong>el</strong> poder público, y toman <strong>al</strong>imento periódico en las autorizacionesdictatori<strong>al</strong>es?Fuerza es repetirlo: <strong>el</strong> plagio de un hombre opulento llena de espantoa la sociedad, y los centenares de plagios que se cometen diariamentea nuestros ojos <strong>entre</strong> las clases pobres, nos h<strong>al</strong>lan impasibles eindiferentes. ¿Creéis que la esposa, que la madre de un recluta, notiene entrañas como las nuestras? ¿Creéis que los hijos de esas familiasno tienen derecho <strong>al</strong> pan, <strong>al</strong> c<strong>al</strong>or, <strong>al</strong> arrimo de sus padres? ¿Creéisque esos desgraciados no sufren porque no tienen un periodista amigoque haga eco a sus quejas, porque las paredes de una accesoria debarrio ahogan sus sollozos y sus m<strong>al</strong>diciones? Pensad en esto, señoresde la mayoría, y si hay <strong>entre</strong> vosotros hombres de corazón, votad l<strong>al</strong>eva para <strong>el</strong> pueblo, pero siquiera id a tomar las armas en defensa deese poder a quien lo sacrificáis todo; dejad vuestras esposas y vuestroshijos, que <strong>al</strong> menos no morirán de hambre, e id a formar en la mismafila de los artesanos a quienes vuestra ley arrancará d<strong>el</strong> t<strong>al</strong>ler y de lafamilia.Como en <strong>el</strong> hombre hay síntomas que anuncian muy de antemano<strong>el</strong> fin de la existencia, los hay también en los poderes políticos. Su<strong>el</strong>enser de esos síntomas la afición a la sangre, los atentados escand<strong>al</strong>ososcontra la vida humana. Por la misma razón que la sabia Providenciaha acortado la vida de ciertos insectos venenosos, no ha queridoque puedan conservarse largo tiempo en <strong>el</strong> poder los hombres que ejerciéndolo,llegan a contraer <strong>el</strong> vicio de la sangre y d<strong>el</strong> asesinato. Lasangre es resb<strong>al</strong>adiza, y no pueden hacer pie firme en <strong>el</strong>la los que laderraman: sus vapores embriagan, y pierden <strong>el</strong> tino los que a <strong>el</strong>la seaficionan. La infamia de Cuilapan pr<strong>el</strong>udió la caída de la administracióndespótica de 831. La carnicería de Tacubaya hizo entrar a lareacción, en 57, en su periodo de declinación. La ley de 3 de octubrepermitió ver en una vaga perspectiva <strong>el</strong> Cerro de las Campanas. Tertulianolo ha dicho: la sangre de los mártires es semilla. La hoz quehiere las mieses por <strong>el</strong> pie, hace caer <strong>el</strong> grano de la espiga, y la tierraque lo sepulta de pronto, lo devu<strong>el</strong>ve a poco centuplicado. Pero paranuestros actu<strong>al</strong>es gobernantes nada v<strong>al</strong>en las lecciones de la filosofíay de la historia, y llevan tiempo de haber tomado <strong>el</strong> homicidio y laefusión de sangre como medios norm<strong>al</strong>es de gobierno. A cada paso nosestán presentando escenas que nos hacen echar menos la pluma conque Zarco describió la memorable carnicería d<strong>el</strong> 11 de abril. Sólo lasatrocidades feroces de Barranca d<strong>el</strong> Diablo, con cuya sangre se escribieronlas cédulas de la <strong>el</strong>ección presidenci<strong>al</strong> en Guerrero; sólo la matanzade la Ciudad<strong>el</strong>a, cuya sangre sirvió también para escribir la leyque declaró la re<strong>el</strong>ección, bastarían a dejar eclipsada la odiosa me-391


moria de Facio, de Alamán y de Márquez. Yesos infern<strong>al</strong>es episodiosno son sino dos páginas destacadas d<strong>el</strong> voluminoso proceso que la justiciay la civilización están formando <strong>al</strong> poder sanguinario que nos rige.Si me propusiera enumerar todos sus atentados contra la vida, tendríaque hacer desfilar ante esos señores ministros una procesión más largaque la de Macbeth; tendría que figurar en <strong>el</strong>la montones de carnehumana hecha pedazos en los fusilamientos colectivos a la metr<strong>al</strong>la;tendría que figurar acémilas por <strong>el</strong> estilo de las que abastecen nuestrascarnicerías, porque en <strong>al</strong>gunos casos, como en los recientes asesinatosde Guerrero, las víctimas han sido descarnizadas; tendría que presentarescenas de tortura inquisitori<strong>al</strong>, como la que <strong>el</strong> desgraciado Uruetasufrió hace poco en Sin<strong>al</strong>oa, colgado d<strong>el</strong> techo en cepo de campaña yoscilando dentro de un círculo de bayonetas que le punzaban a cada movimiento,<strong>entre</strong> la befa y la <strong>al</strong>gazara de sus verdugos. j Oh! y yo estoycierto de que esa caravana patibularia haría temblar de espanto y deremordimiento a los mismos asesinos que nos hacen diariamente, concierta jactancia, en <strong>el</strong> periódico ofici<strong>al</strong>, la crónica de la ley fuga; a losmismos que <strong>al</strong> darnos en esa tribuna la noticia de una derrota, acostumbrandecimos con énfasis infern<strong>al</strong>: «i Nada de prisioneros!»...Pero tampoco nosotros, señores, podríamos escapar de remordimientos:hay una responsabilidad que compartimos todos los miembrosde esta asamblea, porque hemos contraído la complicidad d<strong>el</strong> silencioante los excesos sanguinarios de la administración.Casi se puede decir que han pasado a nuestros ojos las atrocidadeshorribles d<strong>el</strong> 1Q de octubre. La intentona aislada e insensata de laCiudad<strong>el</strong>a, pudo terminar con sólo <strong>el</strong> cerco de aqu<strong>el</strong> punto por fuerzasdiez veces superiores a la de los sublevados; pero se quiso producir unaemoción de espanto en la ciudad; quiso <strong>el</strong> presidente darse un bañoconfortativo de sangre, y las primeras víctimas inútilmente sacrificadas,fueron los soldados fi<strong>el</strong>es <strong>al</strong> gobierno. En cuanto a los vencidos despuésde la ocupación de la Ciudad<strong>el</strong>a, han pasado <strong>al</strong>lí escenas comolas que se ven en <strong>el</strong> rastro diariamente, con sólo la diferencia de serla matanza, no de reses, sino de seres humanos. Allí hubo, según lafama pública, fusilamientos en grupo, que no son nuevos por ciertoen las prácticas de esta administración; escenas odiosas de esas en quese acorr<strong>al</strong>a a cierto número de hombres vencidos y desarmados en unlugar sin s<strong>al</strong>ida; en que se les hace blanco de descargas a quemarropa;en que son envidiables los que sucumben primero, porque se evitande la agonía congojosa de los que esquivan por un rato las b<strong>al</strong>as, ycaen <strong>al</strong> fin <strong>entre</strong> angustias horribles, tropezando en los cadáveresy resb<strong>al</strong>ando en la sangre de sus compañeros. Allí ha habido tambiénejecuciones aisladas y person<strong>al</strong>es que se prolongaron casi por veinticuatrohoras; <strong>al</strong>lí se erigió una especie de tribun<strong>al</strong> de la Abadía, que392


con una simple seña hacía pasar a los prisioneros d<strong>el</strong> c<strong>al</strong>abozo a laeternidad; <strong>al</strong>lí se despachó a los hombres con un procedimiento expeditivo,disparándoles cu<strong>al</strong>quiera arma de fuego sobre la oreja, porquehemos llegado a un tiempo en que la vida d<strong>el</strong> ciudadano no v<strong>al</strong>e ya loscinco cartuchos que se gastaban en nuestras antiguas ejecuciones, y enque es necesario ahorrar <strong>el</strong> plomo y la pólvora, por lo que menudeanlos asesinatos ofici<strong>al</strong>es; <strong>al</strong>lí se ha fusilado a prisioneros heridos que nopodían siquiera llegar por su propio pie <strong>al</strong> matadero. De este númerofue <strong>el</strong> desgraciado joven Echeagaray, cuya catástrofe ha llenado de horrora la sociedad de México. Refugiado en una fábrica, herido de unbrazo, de un hombro y de la cabeza, oculto en un depósito de lana,m<strong>al</strong> restañadas sus heridas por unas mujeres piadosas, fue denunciadopor <strong>el</strong> administrador d<strong>el</strong> establecimiento y arrastrado desc<strong>al</strong>zo y mediodesnudo desde su hospit<strong>al</strong>ario asilo hasta la Ciudad<strong>el</strong>a. La ejecuciónen estas circunstancias pareció una atrocidad s<strong>al</strong>vaje. El jefe encargadode hacerla exigió la repetición de la orden, y no satisfecho con laque se le llevó de p<strong>al</strong>abra, pidió que se le diese por escrito. Entretanto,<strong>el</strong> prisionero, herido, desangrado y medio desnudo, esperó dos horasla muerte, tiritando con <strong>el</strong> frío de la mañana.La orden terminante llegó por fin, y la víctima, después de tanprolongada agonía siguió <strong>al</strong> sepulcro a sus compañeros. La familiaEcheagaray no supo la catástrofe sino muy entrado <strong>el</strong> día. No encontrandolos restos de su deudo en los varios depósitos de cadáveres quese habían formado desde temprano, solicitó un permiso que no obtuvosino en la noche, para explorar las inmediaciones de la Ciudad<strong>el</strong>a. Alas nueve, en medio de la oscuridad, un pequeño grupo de personasdesoladas, recorría con una v<strong>el</strong>a <strong>el</strong> teatro de la carnicería, tropezandoa trechos con <strong>al</strong>gún cadáver olvidado o con miembros humanos insepultos.Por fin, en un recodo donde se habían repechado las mulas d<strong>el</strong>a artillería, encontraron un montón de carne y huesos magullados porlas herraduras de las bestias, y medio ocultos en un fango sangriento.Aqu<strong>el</strong> era <strong>el</strong> joven, lleno pocas horas antes de vida y robustez. La familiase <strong>al</strong>ejó cargando aqu<strong>el</strong>los restos informes y lanzando <strong>al</strong>aridosde rabia y de dolor, con que se estremecían hasta los soldados que lavíspera habían recibido sin conmoverse las descargas de metr<strong>al</strong>la. Loque acabo de decir no es una descripción romancesca, se me ha dichoen los mismos términos, por testigos que se dicen presenci<strong>al</strong>es. Y estecaso, señores, no es <strong>el</strong> único de su especie: cuatro por lo menos se confiesanen documentos ofici<strong>al</strong>es, que <strong>el</strong> ministerio ha tenido la osadíade enviar <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>. i Y nosotros hemos c<strong>al</strong>lado, y nos hemos dadopor satisfechos con que se nos diga que un jefe de fuerzas reputó aqu<strong>el</strong>losasesinatos una exigencia de las circunstancias! He aquí, señores,a qué <strong>sistema</strong> hemos venido de hecho, aun antes de que se declare le-393


g<strong>al</strong> la violación de los derechos natur<strong>al</strong>es. Los artículos de la Constitución,las garantías que escudan la vida humana, están reemplazadasde tiempo atrás <strong>entre</strong> nosotros por la c<strong>al</strong>ificación discrecion<strong>al</strong> de unjefe de fuerzas. Con que éste declare que las circunstancias lo exigen,queda canonizado lo que la Constitución llama un crimen odioso.Este <strong>sistema</strong> o se practica sin disfraz, como en la Ciudad<strong>el</strong>a, o sep<strong>al</strong>ía con <strong>el</strong> embuste que ha recibido <strong>el</strong> nombre proverbi<strong>al</strong> de ley fuga.No puede hablarse de este nuevo procedimiento, que acaso es la másnegra mancha de la actu<strong>al</strong> administración, sin recordar otw atentadocometido hace poco en Guerrero; otra carnicería atroz de que no seríancapaces ni las fieras de aqu<strong>el</strong>las montañas. Algunos patriotas notables,llenos de antecedentes honrosos, pew enemigos de la re<strong>el</strong>ección,eran conducidos en c<strong>al</strong>idad de prisioneros. Varios de sus deudos lesacompañaban. De improviso se lanzan sobre <strong>el</strong>los sus propios custodios,les disparan por la esp<strong>al</strong>da, les acaban a sablazos y les descuartizan.Una de las víctimas cae en brazos de su propia madre que pierde larazón. Sólo un niño de tierna edad escapa en aqu<strong>el</strong>la carnicería. Laconciencia nacion<strong>al</strong> se conmueve; la misma prensa oficiosa hace ascosa la complicidad en tan odioso crimen; lo afea indignada, y exhorta<strong>al</strong> ministerio para castigarlo. Se dan órdenes hipócritas para una averiguaciónjudici<strong>al</strong>, y pocos días después, este escand<strong>al</strong>oso episodio terminacon la declaración que va a oír la <strong>Cámara</strong>. Es una orden gener<strong>al</strong>de la plaza en que, para mayor pasmo, van juntos los preparativospara festejar la re<strong>el</strong>ección y las declaraciones de impunidad respectode los asesinos que le han servido de obreros. j Aproximación <strong>el</strong>ocuentísima;digna manera de solemnizar <strong>el</strong> triunfo sobre la mor<strong>al</strong> y sobr<strong>el</strong>a libertad d<strong>el</strong> sufragio! Oigan y estremézcanse los que crean que lassociedades se desmoronan cuando <strong>el</strong> crimen desafía insolente a la concienciapública desde la cumbre d<strong>el</strong> poder supremo.En la orden gener<strong>al</strong> de la plaza, d<strong>el</strong> 13 <strong>al</strong> 14 de octubre de 1871,se hace saber a la guarnición lo siguiente:«Debiéndose publicar con toda solemnidad por bando nacion<strong>al</strong>,<strong>el</strong> decreto expedido por <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> de la Unión, fechado ayer, en quese declara presidente constitucion<strong>al</strong> de los Estados Unidos Mexicanospara <strong>el</strong> próximo cuatrenio, <strong>al</strong> benemérito C. Benito <strong>Juárez</strong>, <strong>el</strong> ciudadanogener<strong>al</strong> comandante militar ha tenido a bien disponer que paradicha solemnidad forme una columna compuesta de los bat<strong>al</strong>lones Ingenieros;una batería mínima; primer bat<strong>al</strong>lón; 23 de infantería y unescuadrón maniobrero, cuya columna será mandada por <strong>el</strong> ciudadanocown<strong>el</strong> Pedro Yépez. En orden de bat<strong>al</strong>la apoyará la cabeza en la esquinade los port<strong>al</strong>es de Mercaderes y Agustinos, pwlongándose por <strong>el</strong>Empedradillo y Santo Domingo.«La batería de P<strong>al</strong>acio se situará en <strong>el</strong> lugar de costumbre, para394


hacer tres s<strong>al</strong>vas en <strong>el</strong> orden siguiente: la primera <strong>al</strong> emprender sumarcha la ilustre corporación d<strong>el</strong> ayuntamiento; la segunda a la mitadde su marcha, y la tercera <strong>al</strong> terminar ésta.«El mismo ciudadano gener<strong>al</strong> se ha servido disponer, que mañanaa las nueve de <strong>el</strong>la y en <strong>el</strong> ex convento de Santa Teresa la Antigua,se reúna <strong>el</strong> jurado que debe ver la causa instruida en averiguación <strong>al</strong>os motivos que impulsaron <strong>al</strong> C. coron<strong>el</strong> Gregario Mena, <strong>al</strong> mandarfusilar a cinco prisioneros que conducía en la "Barranca d<strong>el</strong> Diablo";por mi decreto de esta fecha y de confonnidad con lo consultado por<strong>el</strong> C. asesor licenciado Ignacio G. Manzanares, he dispuesto se sobreseaen dicha causa en atención a las circunstancias excepcion<strong>al</strong>es )' apremiantesque lo obligaron a hacerlo, por tener que batir a una fuerzanumerosa que intentaba libertarlos, cumpliendo con su deber)' dejarbien puesto <strong>el</strong> nombre de las armas, lo que hace que su conducta nadatenga de reprensible».j y a los autores de esta declaración y a este poder sin escrúpulosque entiende, como acaba de verse, la mor<strong>al</strong> y <strong>el</strong> honor de las annasnacion<strong>al</strong>es; a este poder lleno de pasiones y rodeado de d<strong>el</strong>atores ysicarios, vamos a encomendarle que c<strong>al</strong>ifique a su antojo quiénes sonen esta sociedad los que tienen derecho de vivir, y quiénes deben sermatados sin fórmula ni garantía <strong>al</strong>guna!¿No es verdad que atrocidades como las que acabo de referir, ytodo <strong>el</strong> mundo conoce, claman <strong>al</strong> ci<strong>el</strong>o que son crímenes, que son infamiasque s<strong>al</strong>en de la esfera política y d<strong>el</strong> interés de los partidos; queconmueven <strong>el</strong> orden mor<strong>al</strong>, y que deben <strong>al</strong>armar a todos los que se interesenen <strong>el</strong> desarrollo de la civilización cristiana? Yo sé bien que <strong>al</strong>condenarlas con toda la vehemencia de mi indignación, atraigo sobremí <strong>el</strong> encono de los que han tomado a su cargo cubrir la esp<strong>al</strong>da <strong>al</strong>despotismo, mientras se <strong>entre</strong>gan a todo linaje de excesos; yo sé bienque quizá se me va a llamar por toda réplica, simpatizador con losrevoltosos, agitador cobarde de los pronunciamientos; que se removerála cloaca de la prensa oficiosa, a cuya hostilidad ven<strong>al</strong> he servidode blanco durante cuatro años; que se agotará <strong>el</strong> vocabulario de que<strong>el</strong> despotismo inmor<strong>al</strong> se sirve contra los patriotas que no logra corromper,llamándome por la milésima vez aspirante y ambicioso: ningunade estas imposturas s<strong>el</strong>lará mis labios; para eximirnos de <strong>el</strong>las, se nosimpone la prueba que los septembristas de Francia emplearon con lahija de Sombreuil, haciéndola beber en silencio la sangre de las víctimasasesinadas. Se exige de nosotros la prudencia d<strong>el</strong> aire que ensordecióen la Ciudad<strong>el</strong>a los tiros de las ejecuciones y los clamores d<strong>el</strong>as víctimas; se nos propone la complicidad d<strong>el</strong> agua de aqu<strong>el</strong>los fososque cubrió los cadáveres y nada dice hoy sobre <strong>el</strong> siniestro depósitoque se les ha confiado. Pero nada de esto obtendrán los asesinos.395


El espíritu de Hemández y <strong>el</strong> de Echeagaray, vagan por aquí en estosmomentos; hablan a nuestro oído y hablarán por nuestra boca paraconfundir a sus sacrificadores. No, y mil veces no; somos hombres, somoslibres, somos cristianos, y aunque se nos acribille con c<strong>al</strong>umniase insultos, denunciaremos la atrocidad sanguinaria de ciertos monstruos,ante la ley, ante la civilizaci6n, ante la cristiandad.Hemos regado con sangre las encrucijadas, las plazas, los patíbulos,con sangre de los plagiarios, de los s<strong>al</strong>teadores, de los asesinos comunes.Los que plagian, los que asesinan por un puñado de oro, caenbajo la cuchilla inexorable de la ley; y los que plagian, los que asesinan,los que roban los fondos públicos por perpetuarse en <strong>el</strong> poder supremo,se pavonean llenos de comodidades, de lisonjas y de honores.He aquí <strong>el</strong> mundo <strong>al</strong> revés que ha creado la política juarista. En estemundo sucumben s610 los d<strong>el</strong>incuentes que no tienen la ley en la manopara ejecutarla; los que no pueden influir en nombrarse jueces amigose indulgentes. La justicia necesita <strong>al</strong>gún pasto, y se procura que secebe in anima viii. Caiga la can<strong>al</strong>la, la plebe de los reos, mientras qu<strong>el</strong>os grandes culpables, los grandes infames, no sólo están tranquilos eimpunes en la cima de la jerarquía política, sino que aun tienen la osadíade venir a pedimos que les <strong>entre</strong>guemos las últimas garantías queconservan en México la libertad y la vida de los ciudadanos. Esta inversiónd<strong>el</strong> orden soci<strong>al</strong>, señores, no puede ser duradera; y si <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>quisiese prolongarla reagravándola con muestras de confianza yd<strong>el</strong>egaciones revolucionarias <strong>al</strong> Ejecutivo, caería tan inicuo régimen <strong>al</strong>empuje de la nación, que ya está acostumbrada a ser <strong>el</strong> instrumentosupremo de la justicia.No sin raz6n <strong>el</strong> orador poeta a quien contesto, ha pasado en silencioeste punto a pesar de haberlo tocado todos los impugnadores d<strong>el</strong>dictamen. Ha comprendido sin duda que se envilecería, si para cubrirlas hu<strong>el</strong>las d<strong>el</strong> asesinato, si para tapar los charcos de sangre, cada díamás negros a pesar de los partes subrepticios y de los pretextos hipócritas,extendiese y arrastrase por <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o las blancas <strong>al</strong>as de su inspiración.Con razón no ha querido mancharlas. Recuerda sin duda <strong>el</strong> consejoque ha dado a sus hermanos <strong>el</strong> primer poeta d<strong>el</strong> siglo: «encu<strong>al</strong>quier bando en que <strong>el</strong> poeta se filie, su musa debe servir a su gloriay no a su envilecimiento». El último defensor d<strong>el</strong> dictamen ha conocidoque se envilecería si tratase de ahogar con los sonidos de sulira pindárica <strong>el</strong> clamor que <strong>al</strong>zan desde <strong>el</strong> fondo d<strong>el</strong> sepulcro las víctimassacrificadas en las aras de la re<strong>el</strong>ección.Pero en cambio ha creído confundimos comentando y anatematizando<strong>el</strong> manifiesto de Oaxaca. Nada podría imaginarse más fuera d<strong>el</strong>ugar en estas discusiones. ¿Pues qué, nosotros hemos atacado la dictadurajuarista para establecer la dictadura porfirista? ¿Es indeclina-396


le acaso dar a <strong>al</strong>guno las facultades dictatori<strong>al</strong>es, quedando sólo lapreferencia <strong>entre</strong> <strong>el</strong> depositario d<strong>el</strong> Ejecutivo y <strong>el</strong> jefe de la revolución?El tema que venimos desarrollando se encierra en estas p<strong>al</strong>abras: «ladictadura para nadie» y mucho menos para aqu<strong>el</strong>los cuyas tendenciasdespóticas y arbitrarias, son una amenaza a la libertad.En materia de dictadura, señores, yo he quemado mis naves, yquiero que la lengua se me pegue <strong>al</strong> p<strong>al</strong>adar, o que mi mano se par<strong>al</strong>ice,<strong>el</strong> día en que profiera o escriba una p<strong>al</strong>abra a favor de la políticadictatori<strong>al</strong>. Llevo cuatro años de tener mi conciencia a la expectaciónpública; mis ideas han h<strong>al</strong>lado un reflejo constante en la prensa periódica.El primer acto de mi vida cotidiana ha sido comunicar <strong>al</strong> públicotodas las mañanas, mis sentimientos, mis impresiones de la víspera; mehe acostumbrado a considerar <strong>al</strong> país como mi amigo más íntimo, comomi mejor confidente; le he dado como en prendas de mi constitucion<strong>al</strong>ismo,mi <strong>al</strong>ma derramada en todos mis escritos, mi honor y mi conciencia.Pues bien, i que la nación me escupa <strong>el</strong> rostro, que infame mi memoria,<strong>el</strong> día en que la dictadura tenga <strong>el</strong> más mínimo apoyo en mip<strong>al</strong>abra o en mi pluma!Estos sentimientos no son míos solamente; son los de todo <strong>el</strong> partidoconstitucion<strong>al</strong>ista; son los de su ilustre caudillo. La nación tiene'fe en nuestra le<strong>al</strong>tad acrisolada; ante <strong>el</strong> país no necesitamos vindicarnos,y ante nuestros pérfidos detractores nos rebajaría la vindicación.Nos limitamos, pues, a declararles: que si se proponen hacemos vacilaren nuestros esfuerzos patrióticos con la tergiversación, con la impostura,con la amenaza, desconocen <strong>el</strong> temple de nuestros corazones. Noimitaremos <strong>al</strong> apóstol débil, renegando por intimidación de nuestroshombres y de nuestros principios. Lejos de eso, aprovecharemos todaoportunidad, como ésta, para pregonar los votos que hemos hecho yhacemos aún, porque nuestro candidato para la primera magistraturaconstitucion<strong>al</strong> <strong>entre</strong> tarde o temprano <strong>al</strong> p<strong>al</strong>acio de México, no empuñandola espada d<strong>el</strong> dictador militar, sino con la Constitución en unamano y con la disciplina en la otra, para expulsar, como <strong>el</strong> S<strong>al</strong>vador,a los mercaderes que se han apoderado d<strong>el</strong> templo.Esto indica, señores, cuál es <strong>el</strong> carácter d<strong>el</strong> conflicto en que seh<strong>al</strong>la la nación; cuáles los únicos medios eficaces para cortarlo, y cómolo reagravarían las medidas que en ese dictamen se nos consultan. Larevolución no está en Oaxaca, ni en Nuevo León, ni en Durango, nien Díaz, ni en Guerra, ni en Treviño, ni en los mil secuaces que tendránestos caudillos populares; está en los mil principios, en los milintereses nacion<strong>al</strong>es heridos por la re<strong>el</strong>ección. La revolución no estáfrente <strong>al</strong> poder sino en <strong>el</strong> poder mismo. El es quien ha roto con lanación. Una política de fulleros y asesinos no puede ser la política d<strong>el</strong>pueblo mexicano. Fort<strong>al</strong>ecer esa política es una quimera; darle patente397


de desencadenamiento por medio de la dictadura, es una temeridadinsensata. El único medio de s<strong>al</strong>var a la vez la paz, la libertad y la sociedad,sería que esta <strong>Cámara</strong>, de complaciente se tomase en justiciera;que fuesen le<strong>al</strong>es y no irrisorias las excitativas que se nos han hechopara traer <strong>al</strong> presidente ante <strong>el</strong> gran jurado nacion<strong>al</strong>; que se hiciesenefectivas todas las responsabilidades ofici<strong>al</strong>es por d<strong>el</strong>itos contra la libertadd<strong>el</strong> sufragio y contra las garantías; que se desinfectase la políticamexicana; que se la purgase de tanto principio como encierra dedisolución y fermento. Un voto de adhesión a esa política, un recursoa la dictadura, serán una nueva dosis de veneno administrada a la nación,un nuevo haz de leña en la hoguera de la guerra civil. ¿Queréisechar en <strong>el</strong>la más combustible? j Que la responsabilidad caiga sobr<strong>el</strong>os que se dedican a hacerlo! En cuanto a nosotros, votaremos contraese dictamen, y nuestro voto querrá decir: no nos inspiran fe los escamoteadoresd<strong>el</strong> sufragio público; no nos inspiran fe los plagiarios, losasesinos ofici<strong>al</strong>es.A moción de varios ciudadanos diputados se preguntó si se prorrogab<strong>al</strong>a sesión por una hora más, y la <strong>Cámara</strong> resolvió afirmativamente,en votación nomin<strong>al</strong>, por 92 votos contra 51.... . . El C. SECRETARIo.-Se prorroga la sesión.El C. PRESIDENTE.--El C. Chavero tiene la p<strong>al</strong>abra en pro.El C. CHAvERo.-Cuando <strong>el</strong> ciudadano diputado que acaba dehacer uso de la p<strong>al</strong>abra acusaba a las comisiones de ignorancia d<strong>el</strong>derecho constitucion<strong>al</strong>, yo esperaba que nos diera una lección; perocon pena he visto que de todo se ha ocupado, menos de los puntos dederecho que entraña la cuestión que se discute.En medio de las brillantísimas imágenes de su discurso, nos ha pintadoun cuadro horrible de fusilamientos que tuvieron lugar en la ciudadde Puebla; no sé si se refiere a los que mandó ejecutar <strong>el</strong> gener<strong>al</strong>Díaz cuando as<strong>al</strong>tó esa plaza en 1867. Se ha desviado constantementede la cuestión y nos ha presentado <strong>al</strong> ministerio dejando perder <strong>el</strong> honory la reputación de nuestra patria ante las naciones extranjeras,por no haber arreglado todavía nuestras cuentas pendientes con estasnaciones.Aun cuando esto es ajeno de la cuestión que nos ocupa, voy, sinembargo, a manifestar por qué esta honra y reputación se han perdidoy desde cuándo, y se verá entonces que las pasiones y no la justicia hanservido de guía <strong>al</strong> discurso d<strong>el</strong> ciudadano preopinante.En <strong>el</strong> año de 1861, ocupaba <strong>el</strong> ministerio de R<strong>el</strong>aciones <strong>el</strong> C. LeónGuzmán, <strong>el</strong> ilustre liber<strong>al</strong> que merece todo nuestro respeto: las escasecesd<strong>el</strong> erario llegaron a t<strong>al</strong> grado, que se discutió en <strong>el</strong> gabinete siera conveniente suspender <strong>el</strong> pago de las convenciones extranjeras: <strong>el</strong>C. Guzmán creyó que se ponía en p<strong>el</strong>igro ,nuestro decoro, y que <strong>al</strong>suspender estos pagos, apareceríamos como unos deudores poco cui·398


dadosos de cubrir nuestros compromisos; y entonces renunció la carterade R<strong>el</strong>aciones. El C. Zamacona le sucedió en <strong>el</strong> ministerio, y enuna sesión secreta no tuvo inconveniente en venir a informar <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong>que se podía suspender <strong>el</strong> pago de las convenciones, porque eranegocio ya arreglado con los ministros extranjeros. Esto no era cierto;pero <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, creyendo <strong>al</strong> C. Zamacona, decretó la suspensión depagos, y desde entonces quedó empeñada nuestra honra, y t<strong>al</strong> hechonos trajo la guerra de tres potencias poderosas. No le toca <strong>al</strong> señorZamacona echar en cara <strong>al</strong> actu<strong>al</strong> ministerio, <strong>el</strong> que no desempeñe lahonra que él mor<strong>al</strong>mente empeñó desde hace diez años.Se ha ocupado también en su discurso <strong>el</strong> ciudadano preopinante,de la parte gramatic<strong>al</strong> d<strong>el</strong> dictamen a discusión: pudiera contestarseque <strong>el</strong> artículo 56 de la Constitución no exige que los diputados seangrandes gramáticos; creo que es preferible que un diputado tenga uncorazón puro, y no que tenga un lenguaje puro y un corazón dañado.Por esta misma circunstancia de ocuparse de la parte gramatic<strong>al</strong> d<strong>el</strong>dictamen, demuestra claramente que no pudiendo atacarlo en <strong>el</strong> fondo,se ha visto precisado <strong>el</strong> orador a atacarlo en la forma.Siguiendo en todo su des<strong>al</strong>iño las acusaciones que hace <strong>el</strong> C. Zamacona,manifestaré que me admira que se espante su señoría de queen la guerra se vierta sangre; pues a no ser en la bat<strong>al</strong>la que <strong>el</strong> gener<strong>al</strong>Fritz da en la zarzu<strong>el</strong>a de la Gran Duquesa, yo no he oído decir quese haya dejado de verter en ninguna otra.Nos habla de asesinatos políticos, pero no nos cita los de los jóvenesBaranda y Norma; nos habla de los horrores de la leva, refiriéndosesin duda a lo que está teniendo lugar en Oaxaca en estos momentos.Por lo demás no he encontrado nada interesante en su peroración;ni siquiera <strong>el</strong> que nos leyera un discurso que pronunció hace catorceaños; ni la r<strong>el</strong>ación que nos ha hecho d<strong>el</strong> pueblo fanático, dejandocaer ante su <strong>el</strong>ocuente voz las piedras que llevaba para lapidarlo: seha reducido en re<strong>al</strong>idad a lamentar que en nuestro país se recurra <strong>al</strong>a suspensión de las garantías para sofocar la revolución; triste remedioes en verdad, pero de todo tiene la culpa, no <strong>el</strong> gobierno, responsablede la paz y de la observancia exacta de la Constitución, sino los revolucionariosque quieren romper nuestro pacto fundament<strong>al</strong>.Ha dicho también <strong>el</strong> ciudadano Zamacona, que las facultades extraordinariasse deben conceder únicamente en los casos de grave perturbaciónde la paz pública; que fueron justificables para destruir lareacción; que fueron justificables para rechazar la invasión francesa;pero que ahora se pidieron cuando solamente estaba pronunciado <strong>el</strong>Estado de Nuevo León. Pero yo podré contestar <strong>al</strong> ciudadano preopi.nante, que él sabe muy bien que la revolución está ramificada por todaspartes; que se prepara una conflagración verdaderamente grave, y queen este caso los gobiernos, por un deber de previsión, tienen que pre-399


sentarse armados para poder combatir la tempestad, como <strong>el</strong> marinoque ve aparecer en <strong>el</strong> horizonte una pequeña mancha negra, y con sóloesto preve la tormenta, hace sus preparativos para combatirla, <strong>el</strong> pilotose coloca en <strong>el</strong> timón, toda la tripulación se prepara, y cuando latempestad ruge, ya todo está listo y en disposición de combatirla; así<strong>el</strong> gobierno, <strong>al</strong> est<strong>al</strong>lar <strong>el</strong> motín de la Ciudad<strong>el</strong>a, previó la deshechatormenta que sobre la nación se desata, y quiso presentarse fuerte paracuando est<strong>al</strong>lara la revolución que hace un año se está preparandopor los amigos d<strong>el</strong> C. Porfirio Díaz. Es triste, señor, que tengamos quetraer a colación un nombre que tan <strong>al</strong>to se ha <strong>el</strong>evado en nuestra historiacontemporánea, y que ahora desciende hasta ser <strong>el</strong> de un revolucionario.La patria acaba por castigar esta ambición, y tenemos de<strong>el</strong>lo un ejemplo en la vida de Santa Anna: <strong>el</strong> fue uno de los campeonesde nuestra primera independencia, como <strong>el</strong> gener<strong>al</strong> Díaz lo fue d<strong>el</strong>a segunda: él proclamó la República, acción que no ha superado <strong>el</strong>gener<strong>al</strong> Díaz, y sin embargo, él está desterrado no solamente de lapatria, sino aun d<strong>el</strong> corazón de los mexicanos. Admira la vida de ciertoshombres que nos recuerda la historia geológica de los Alpes; cómoéstos se levantaron de la superficie de la tierra hasta tocar con sus copas<strong>el</strong> azul de los ci<strong>el</strong>os, cubrieron su frente con la corona de gloriade las montañas, con la nieve; pero después esta misma nieve los minó,y arrastrando en su caída sus cimas, los dejó reducidos a la mitad de su<strong>al</strong>tura prehistórica. ¿Qué sucede a los hombres que parecen descontentosde su gloria y deseosos de perderla? Son semejantes <strong>al</strong> centauroChíron, que lloraba <strong>al</strong> verse inmort<strong>al</strong> y deseaba la muerte.Pues bien, señor, estos extravíos han hecho est<strong>al</strong>lar la revoluciónen <strong>el</strong> Norte en <strong>el</strong> Estado de Nuevo León; en <strong>el</strong> Sur en <strong>el</strong> Estado deOaxaca. Supuesto este hecho, <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> toca solamente cumplir conlo que la Constitución nos prev:ene en su artículo 29. Este artículo dice:«En los casos de invasión, perturbación grave de la paz pública ocu<strong>al</strong>esquiera otros que pongan a la sociedad en grave p<strong>el</strong>igro o conflicto,solamente <strong>el</strong> presidente de la República, de acuerdo con <strong>el</strong> consejode ministros y con aprobación d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> de la Unión, y en losrecesos de éste, de la diputación permanente, puede suspender las garantíasotorgadas en esta Constitución, con excepción de las que aseguranla vida d<strong>el</strong> hombre; pero deberá hacerlo por un tiempo limitado,por medio de prevenciones gener<strong>al</strong>es y sin que la suspensión puedacontraerse a determinado individuo».«Si la suspensión tuviere lugar h<strong>al</strong>lándose <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> reunido,éste concederá las autorizaciones que estimare necesarias para que <strong>el</strong>Ejecutivo haga frente a la situación; si la suspensión se verificare entiempo de receso, la diputación permanente convocará sin demora <strong>al</strong><strong>Congreso</strong> para que las acuerde».Llamo la atención d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> sobre su redacción, porque toda400


la discusión ha rolado sobre la facultad que tiene <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> de suspenderlas garantías, y <strong>el</strong> artículo constitucion<strong>al</strong> da esta facultad deuna manera propia <strong>al</strong> Ejecutivo; <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> sólo aprueba o repruebaesta suspensión; pero ni <strong>el</strong> asentimiento d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> es necesario, puesen sus recesos la diputación permanente es quien aprueba. La razónfilosófica de esta disposición es muy clara: <strong>el</strong> Ejecutivo es quien puedeconocer la verdadera situación d<strong>el</strong> país; <strong>el</strong> Ejecutivo es <strong>el</strong> responsablede la tranquilidad y paz públicas; <strong>al</strong> Ejecutivo, pues, corresponde decidircuándo deben suspenderse las garantías. El <strong>Congreso</strong>, <strong>al</strong> votarhoy esta cuestión, va a resolver si la paz pública debe restaurarse, o sibajo su responsabilidad le nieg,a <strong>al</strong> gobierno la fuerza que le es necesariapara reprimir la revolución.Que la suspensión de las garantías es una limitación de las facultadesconstitucion<strong>al</strong>es, y esta limitación es dolorosa, no lo negamos;pero muchas veces es necesario recurrir <strong>al</strong> dolor para s<strong>al</strong>var la existencia.Se ha dicho siempre que las naciones siguen las mismas leyesque los individuos; esto es cierto: <strong>el</strong> hombre individuo tiene muchasemejanza con <strong>el</strong> hombre colectivo, y se puede decir que se rigen bajolas mismas leyes. Pues bien, cuando un individuo es atacado de unagrave enfermedad, si <strong>el</strong> médico le dice: no os mováis de la cama, leprohibe hacer uso de las facultades d<strong>el</strong> cuerpo; si le dice: no trabajéiscan vuestra int<strong>el</strong>igencia porque os acarreará la muerte, le prohibe haceruso de sus facultades int<strong>el</strong>ectu<strong>al</strong>es; si le dice: procurad no molestaros,procurad no tener sensaciones fuertes, porque os perjudicarán, le prohibehacer uso de sus facultades mor<strong>al</strong>es; pues bien, este médico qu<strong>el</strong>e arranca momentáneamente <strong>al</strong> hombre sus facultades físicas, int<strong>el</strong>ectu<strong>al</strong>esy mor<strong>al</strong>es, no es un tirano, es un s<strong>al</strong>vador; de la misma maneracuando <strong>el</strong> cuerpo soci<strong>al</strong> sufre una grave enfermedad, no es tiraníasuspender las garantías para curarlo; es un remedio eficaz y necesariopara <strong>el</strong> bien de este cuerpo soci<strong>al</strong>.El señor Prieto ha hecho una comparación perfecta: ha dichoque nos encontramos en medio de un incendio, y que debemos emplearlos medios necesarios para sofocarlo. A esto ha contestado <strong>el</strong> señorZamacona, que en los Estados Unidos, en <strong>el</strong> incendio de Chicago, con<strong>el</strong> pretexto de apagarlo, los bandidos se introducían a las casas y lasrobaban, lo cu<strong>al</strong> sucedería aquí; pero también es cierto que <strong>al</strong>lá acudíanlas tropas d<strong>el</strong> gobierno y los aprehendían castigándolos después.La revolución que se levanta en Oaxaca, que quiere sustituir este<strong>Congreso</strong> con una junta de notables semejante a la que trajo a Maximiliano;una revolución que destroza la Constitución, que va a destruir<strong>el</strong> trabajo de tantos años y que tanta sangre y lágrimas ha costado,nunca puede ser buena. Señor, hay un partido en la <strong>Cámara</strong> que noquiere la suspensión de las garantías, <strong>al</strong>egando tan sólo su amor a laslibertades públicas; no podré convencerlo, pero por lo menos le haré401


conocer las p<strong>al</strong>abras que <strong>el</strong> presidente Lincoln, este grande hombre, dirigióen caso igu<strong>al</strong>. (Lee.) «Con vuestros hechos <strong>al</strong>entáis la revolución,pues hacéis creer a los reb<strong>el</strong>des que encontrarán siempre en vosotrosdefensa y apoyo».He querido citar la última guerra civil de los Estados Unidos,porque aun cuando <strong>el</strong> señor Zárate ha dicho en la tribuna que no nossan aplicables estos hechos históricos, porque no hemos llegado a la<strong>al</strong>tura de la República vecina, sin embargo, encuentro una extraordinariasemejanza <strong>entre</strong> <strong>el</strong> principio de aqu<strong>el</strong>la guerra y <strong>entre</strong> nuestraactu<strong>al</strong> contienda civil: en los Estados Unidos lucharon en <strong>el</strong> terrenode las <strong>el</strong>ecciones dos partidos; triunfó <strong>el</strong> d<strong>el</strong> ilustre Lincoln, y entonces<strong>el</strong> partido derrotado, aun ante~ que llegara <strong>el</strong> día señ<strong>al</strong>ado por la Constituciónpara que comenzara <strong>el</strong> nuevo periodo presidenci<strong>al</strong>, levantóla bandera de la revolución, enteramente a semejanza de lo que hoypasa <strong>entre</strong> nosotros: entonces se decretó la ley marci<strong>al</strong>, y ya en 15de abril de 1861 <strong>el</strong> presidente Lincoln declaraba la suspensión de lasgarantías, no obstante que la paz se había perturbado únicamente enlos Estados de Carolina, Georgia, la Florida, <strong>el</strong> Mississipí, la Luisianay<strong>el</strong> de Texas, Estados de mucha menor importancia r<strong>el</strong>ativamente qu<strong>el</strong>os que hoy están. revolucionando en nuestro país. Pues bien, <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>de los Estados Unidos d<strong>el</strong> Norte no respondió a estos hechos d<strong>el</strong>presidente con <strong>el</strong> silencio y con recriminaciones como las que por desgraciaestamos oyendo en este <strong>Congreso</strong>, sino que por <strong>el</strong> contrario, en29 de julio d<strong>el</strong> mismo año resolvió por unanimidad lo siguiente: «Seresu<strong>el</strong>ve: Que <strong>el</strong> mantenimiento de la Constitución, preservación d<strong>el</strong>a Unión y <strong>el</strong> cumplimiento de las leyes, son deberes sagrados quedebemos ejecutar; que ningún desastre debe des<strong>al</strong>entamos para cumplirtan <strong>al</strong>to deber, y que conjuramos <strong>al</strong> país y <strong>al</strong> mundo para <strong>el</strong> empleode cu<strong>al</strong>esquiera recurso nacion<strong>al</strong> e individu<strong>al</strong>, a fin de reprimir,destruir y castigar a los reb<strong>el</strong>des que han tomado las <strong>al</strong>mas». Hizo más<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, pues en su último día de sesiones resolvió: «Que todoslos actos, proclamas y órdenes d<strong>el</strong> presidente de los Estados Unidosdesde <strong>el</strong> 4 de febrero de 1861 respecto d<strong>el</strong> ejército y aTInada de dichosEstados, disponiendo de la milicia o voluntarios de los Estados, se aprobaban,leg<strong>al</strong>izaban y declaraban válidos, de la Inisma manera y con <strong>el</strong>mismo efecto que si hubieran sido decretados con la previa y expresaautoridad y dirección d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> de los Estados Unidos». No podremosdecir nosotros que somos más amantes de la libertad que los diputadosd<strong>el</strong> Norte, y más bien deberemos tomarlos por ejemplo y seguirla conducta que siguieron para s<strong>al</strong>var sus instituciones.Ahora, tratando <strong>el</strong> punto constitucion<strong>al</strong>mente, diré: que es unacuestión ya resu<strong>el</strong>ta en los Estados Unidos d<strong>el</strong> Norte, que <strong>el</strong> Ejecutivotiene enteramente en tiempo de guerra todas las facultades necesariaspara conservar <strong>el</strong> orden. Distinguen los publicistas americanos <strong>el</strong> tiem-402


po de paz en <strong>el</strong> cu<strong>al</strong> rige la Constitución de una manera absoluta; demodo que éste es <strong>el</strong> derecho de la paz: pero en <strong>el</strong> momento en queest<strong>al</strong>la la guerra, sustituye a la Constitución d<strong>el</strong> derecho de guerra.Uno de los publicistas más notables de la República vecina, WilliamWhiting, en la obra intitulada: Warpowers under the Constitution,dice, y con razón, que solamente pueden opinar que no se empleen losmedios más enérgicos para restablecer la paz, aqu<strong>el</strong>los que deseen verrota la Constitución y destruida la independencia americana.En diversos lugares resu<strong>el</strong>ve que desde <strong>el</strong> momento en que est<strong>al</strong>l<strong>al</strong>a guerra, todo ciudadano puede ser obligado a tomar las armas, todapropiedad puede ser ocupada por <strong>el</strong> gobierno, y que ningún recurso,por terrible que sea, es ileg<strong>al</strong> si se emplea para destruir o contener lamisma guerra. La Corte de los Estados Unidos ha resu<strong>el</strong>to repetidasveces lo mismo, y en la obra que acabo de citar, están reproducidassus resoluciones. Se ve, pues, que la democracia y <strong>el</strong> derecho constitucion<strong>al</strong>están conformes con la conducta de la República vecina <strong>al</strong>autorizar la suspensión de las garantías y las facultades extraordinariasque ahora discutimos. No puede, pues, quedarnos escrúpulo sivotamos <strong>el</strong> dictamen que está a discusión; no nos puede quedar siquiera<strong>el</strong> temor de que <strong>el</strong> Ejecutivo abuse de <strong>el</strong>las; hemos visto prácticament<strong>el</strong>o que son en manos d<strong>el</strong> C. <strong>Juárez</strong>: las recibió por primera vez ylas devolvió a la nación con las Leyes de Reforma: la segunda vezque le fueron conferidas, las usó para s<strong>al</strong>var nuestro honor y la autonomíade la patria atacada por la invasión francesa; y las devolviócon la cabeza de Maximiliano: <strong>entre</strong>guémosle nuevamente las facultadesy las devolverá con la paz y <strong>el</strong> orden administrativo.La fábula cuenta que Hércules emprendió grandes trabajos. Hérculesrepresentaba <strong>al</strong> pueblo. Hércules destruyó la Hidra d<strong>el</strong> Erna, conque la fábula representaba la destrucción de los pantanos infectos. Hérculesdestruyó los Centauros, con lo que la fábula representaba la destrucciónde los bandidos que poblaban las montañas de Grecia. Hércules,en fin, no concluyó sus trabajos, hasta que la Grecia consiguióla tranquilidad. Entonces descansó y fue a fundar en Olimpia, d<strong>el</strong>anted<strong>el</strong> <strong>al</strong>tar de Júpiter, las fiestas de la paz. Pues bien, que nuestro pueblo,como Hércules, haga <strong>el</strong> último de sus sacrificios, y cuando la revoluciónesté aniquilada, vendremos a establecer las fiestas de la paz ante <strong>el</strong><strong>al</strong>tar de la Constitución.El C. PREsIDENTE.-Tiene la p<strong>al</strong>abra en contra <strong>el</strong> C. Buenrostro.El C. BUENROSTRO.-VOY a tomar parte por segunda vez en estedebate, porque cuando se trata de la defensa de los derechos legítimosde un pueblo, me parece que en <strong>el</strong> deber de los representantes de la naciónestá <strong>el</strong> esforzarse hasta donde sea posible, para procurar que éstosno se conculquen.Hasta ahora no he visto contestados los poderosísimos argumentos403


que se han hecho contra <strong>el</strong> dictamen que han presentado las comisionesunidas de gobernación y puntos constitucion<strong>al</strong>es, pues los oradoresque han pretendido defenderlo, han huido <strong>el</strong> cuerpo a las sólidase incontestables razones que se han manifestado por los que lo hemosimpugnado. El señor Prieto, con su clara int<strong>el</strong>igencia y con su poéticaimaginación, sólo nos ha rev<strong>el</strong>ado las figuras metafísicas y fantásticasque comúnmente se agolpan a su cerebro, haciendo nacer ideas floridas,pero que, como en <strong>el</strong> presente caso, brotan frescas y perfumadas,pero escasas de fundamento.Tenemos derecho para decir que <strong>el</strong> discurso pronunciado porsu señoría, es un conjunto de rosas aromáticas que pretenden colocarseen <strong>el</strong> sepulcro de nuestro código fundament<strong>al</strong>, para que sirvan comouna demostración d<strong>el</strong> profundo cariño y respeto que le profesan losmismos que van a darle la muerte. Este orador estimable se ha concretadoexclusivamente a hacer <strong>el</strong> análisis d<strong>el</strong> manifiesto suscrito por<strong>el</strong> C. gener<strong>al</strong> Díaz, que últimamente ha visto la luz pública, intentandocon esto combatir a los ilustrados oradores que han hablado en contrad<strong>el</strong> dictamen. Evidentemente no ha podido darle resultado ningunofavorable, porque aquí estamos debatiendo si deben o no suspenders<strong>el</strong>as garantías individu<strong>al</strong>es y conceder <strong>al</strong> Ejecutivo facultades extraordinarias;por lo mismo, creo que si no es con una mira preconcebida, nopuede traerse a colación <strong>el</strong> análisis que ha hecho <strong>el</strong> orador a quienme contraigo, pues nada tiene que hacer en esta discusión <strong>el</strong> manifiestoreferido.Entrando ahora a examinar las consideraciones que se desprendend<strong>el</strong> dictamen de las comisiones, no me cansaré de hacer patent<strong>el</strong>o absurdo y atentatorio de lo que él consulta, y examinaré si la suspensiónde garantías y las facultades extraordinarias que quieren otorgarse<strong>al</strong> primer jefe d<strong>el</strong> Estado, son re<strong>al</strong>mente <strong>el</strong> remedio eficaz contra <strong>el</strong>conflicto grave en que, según se dice, se h<strong>al</strong>la la República; y además,expondré cuál es en mi concepto <strong>el</strong> origen de los m<strong>al</strong>es que atormentan<strong>al</strong> país, para buscar en seguida los medios adecuados que puedan corregirlos.Para conseguir mi objeto, necesito echar una ojeada retrospectivasobre los actos que han tenido lugar en la administración d<strong>el</strong> señor<strong>Juárez</strong> desde Paso d<strong>el</strong> Norte hasta la fecha, pues solamente así podremosapreciar con exactitud todas las circunstancias, colocándonos a la<strong>al</strong>tura debida, para saber qué es lo que exige la situación que hoy setrata de contrariar.Los que han hablado en pro d<strong>el</strong> dictamen, hacen <strong>al</strong>arde de unconstitucion<strong>al</strong>ismo de que carecen; se fingen azorados de las innovacionesanticonstitucion<strong>al</strong>es, y aprueban, consienten y contribuyen a todaesa serie de violaciones que se han cometido por la actu<strong>al</strong> administración,e intentan además arrojamos impugnaciones inmerecidas a los404


que, bajo ningún motivo, hemos dado pretexto para que no se nos creapartidarios decididos de la fi<strong>el</strong> observancia de los preceptos constitucion<strong>al</strong>es.El decreto de 8 de noviembre expedido en Monterrey, por<strong>el</strong> cu<strong>al</strong> <strong>el</strong> señor J uárez se prorrogó <strong>el</strong> periodo de su presidencia, enmanera <strong>al</strong>guna es constitucion<strong>al</strong>, y a todas luces debe reputarse comoun acto revolucionario, en <strong>el</strong> que se cometió uno de los d<strong>el</strong>itos másgraves, <strong>el</strong> de la usurpación d<strong>el</strong> poder público. Entonces, los que quierenhacer ostentación de apego <strong>al</strong> constitucion<strong>al</strong>ismo, no tuvieron embarazo<strong>al</strong>guno en admitir este golpe de Estado, ni levantaron <strong>el</strong> grito<strong>al</strong> ci<strong>el</strong>o contra semejante violación; todavía más: cuando la causa nacion<strong>al</strong>había triunfado y <strong>el</strong> Ejecutivo llegó a esta capit<strong>al</strong> por los triunfos<strong>al</strong>canzados por nuestras armas contra la Intervención francesa, nose desconoció la autoridad de este poder de hecho, y se prestó apoyo <strong>al</strong>os actos administrativos y anticonstitucion<strong>al</strong>es, sin hacer caso de losescrúpulos que en la actu<strong>al</strong>idad parece as<strong>al</strong>tan a los miembros d<strong>el</strong> partidojuarista.La convocatoria expedida <strong>el</strong> año de 67, y que fue uno de los primerosactos de la administración que nos rige, es notoriamente revolucionariay anticonstitucion<strong>al</strong>, pues pretendía establecer refolTIlas, sinobsequiar los requisitos leg<strong>al</strong>es que se exigen en <strong>el</strong> caso; no se me digaque <strong>el</strong> actu<strong>al</strong> jefe d<strong>el</strong> Ejecutivo no es responsable de este hecho, sinola persona que entonces figuraba como jefe d<strong>el</strong> gabinete, porque loque hay de verdad en esto, y tengo datos para creerlo por haberloescuchado de la boca d<strong>el</strong> señor <strong>Juárez</strong>, es, que está en su convicciónque han debido llevarse a cabo esas refolTIlas d<strong>el</strong> modo que se intentóplantearlas, pues solamente así pueden tener su verificativo. Se ve,pues, claramente, que la responsabilidad, aunque en lo gener<strong>al</strong> se atribuía<strong>al</strong> señor Lerdo, no es más que d<strong>el</strong> señor <strong>Juárez</strong>, d<strong>el</strong> partido qu<strong>el</strong>o ha aclamado, aunque ahora con una desle<strong>al</strong>tad vergonzosa se tratade zafar <strong>el</strong> hombro por los partidarios de la re<strong>el</strong>ección a esta responsabilidad,haciéndola caer única y exclusivamente sobre <strong>el</strong> círculolerdista.Los que desde aqu<strong>el</strong>la época nos pusimos frente a frente de lapolítica d<strong>el</strong> gobierno, tenemos mil títulos para que se nos crea hombresde convicción y de ideas estrictas de leg<strong>al</strong>idad, puesto que nuestrosantecedentes prueban plenamente <strong>el</strong> apego que profesamos <strong>al</strong> códigoconstitucion<strong>al</strong>, a la libertad y a la soberanía popular.Desde <strong>el</strong> año de 67 veíamos la inclinación d<strong>el</strong> Ejecutivo para norm<strong>al</strong>'sus actos en oposición con las leyes, y fOlTIlamos <strong>el</strong> partido constitucion<strong>al</strong>ista,para trabajar en consonancia con las aspiraciones marcadísimasd<strong>el</strong> país, que ha querido y quiere que los <strong>al</strong>tos funcionariossean los primeros en obedecer y acatar las leyes; desde entonces nosdecidimos a combatirlo para advertirle <strong>el</strong> m<strong>al</strong> camino que llevaba, y<strong>el</strong> cu<strong>al</strong> indefectiblemente no conduciría a la República a la paz y a la405


prosperidad. Desde esta época ya preveíamos lo que ahora está sucediendo,pues era seguro que cuando <strong>el</strong> primer jefe d<strong>el</strong> Estado atrop<strong>el</strong>labanuestro código fundament<strong>al</strong>, daría, como en efecto ha dado, unmotivo justo a la insurrección, que tendría por bandera <strong>el</strong> orden y l<strong>al</strong>eg<strong>al</strong>idad. Es necesario que no se confunda la insurrección con los motinesmilitares, pues <strong>el</strong>la es <strong>el</strong> legítimo derecho que tienen los pueblospara recurrir hasta a las armas, con <strong>el</strong> objeto de evitar los abusos d<strong>el</strong>os <strong>al</strong>tos funcionarios que sin título legítimo violan los compromisoS'solemnes que contrajeron abrogándose facultades que la nación noles ha otorgado.Al manifestar esto a la <strong>Cámara</strong>, mi objeto ha sido evidenciar que<strong>el</strong> conflicto o las sublevaciones que han aparecido en distintos puntosde la República, han emanado de la burla sangrienta que se ha hechode sus instituciones, por los que tenían <strong>el</strong> deber de ser los c<strong>el</strong>osos defensoresde los derechos d<strong>el</strong> pueblo, respetando y haciendo respetar lospreceptos constitucion<strong>al</strong>es. Por lo mismo, los que combatimos <strong>el</strong> dictamende las comisiones, creemos que <strong>el</strong> remedio de la situación queguarda hoy la República, es exigir d<strong>el</strong> poder Ejecutivo <strong>el</strong> encarrilamientoperfecto <strong>al</strong> terreno constitucion<strong>al</strong>; la abjuración de sus errores,y no otorgar facultades extraordinarias y suspender las garantías, porqueno sería cuerdo poner en sus manos, medios de los que, a juzgarpor los antecedentes, se abusará de un modo extraordinario y sin ejemplo.El orador que acaba de hacer uso de la p<strong>al</strong>abra, nos ha leído textosde varios autores, para probar que en los Estados Unidos d<strong>el</strong> Nortese suspenden las garantías y se establecen las cortes marci<strong>al</strong>es, de lamisma manera que lo consultan ahora las comisiones. Yo, señores, dirélo que oí decir en una ocasión a un célebre jurisconsulto en un informeen estrados, combatiendo <strong>al</strong> abogado contrario, y es, que cuando secarece de justicia y de razón, se leen los textos a medias: de modo quesi <strong>el</strong> preopinante leyera <strong>al</strong> <strong>Congreso</strong> las doctrinas todas que contienenesos mismos autores que ha citado, estoy seguro que h<strong>al</strong>laríamos argumentossólidos en contra de lo que se pretende por las comisiones.La guerra colos<strong>al</strong> que acaba de sostener la gran República vecina,y que se nos ha querido aducir como fundamento para que <strong>el</strong> cuerpoLegislativo conceda facultades extraordinarias y suspenda a la vez lasgarantías d<strong>el</strong> ciudadano, viene precisamente a comprobar lo contrario,pues <strong>al</strong>lí es t<strong>al</strong> <strong>el</strong> profundo respeto que se tiene a la ley, y los derechosd<strong>el</strong> hombre se creen tan sagrados y dignos de atención, que no se vacilóni un momento en conmover toda la sociedad, y aceptar la guerraen sus más grandes proporciones, para obtener la libertad de los esclavos;es decir, la reivindicación de una multitud de seres, a quienes para}Dengua de la civilización se les consideraba como bestias de carga.Ya veis, pues, hasta dónde lleva la República de los Estados Unidos,406


la idea de que antes que todo debe guardarse una profunda veneracióna los derechos d<strong>el</strong> hombre.En cuanto a lo que se nos ha dicho de la ley marci<strong>al</strong>, hay' queatender que en los Estados Unidos se publica y surte sus efectos solamenteen aqu<strong>el</strong>las loc<strong>al</strong>idades en las que por todos títulos no puederegir otro código que <strong>el</strong> militar, o más bien dicho, la ley marci<strong>al</strong> surtesus efectos de una manera muy transitoria, donde la guerra hace imposible,por sus mismas consecuencias, la observancia de otra ley qu<strong>el</strong>a que impone <strong>el</strong> vencedor <strong>al</strong> vencido; pero siempre sujetándose <strong>al</strong>derecho de gentes y a los sentimientos humanitarios que aconseja <strong>el</strong>ad<strong>el</strong>anto d<strong>el</strong> siglo en que vivimos.Nada he oído decir por los defensores d<strong>el</strong> dictamen, que contradig<strong>al</strong>as serias objeciones que se han emitido para demostrar la monstruosaconfusión que establece <strong>el</strong> dictamen <strong>entre</strong> <strong>el</strong> d<strong>el</strong>ito común y <strong>el</strong>d<strong>el</strong>ito político, así como la <strong>Cámara</strong> no habrá escuchado razón <strong>al</strong>gunaque apoye <strong>el</strong> establecimiento de los tribun<strong>al</strong>es especi<strong>al</strong>es, pues bajotodos aspectos es insostenible esta práctica por parte de las comisionesdictaminadoras. No comprendo cómo <strong>el</strong> actu<strong>al</strong> jefe d<strong>el</strong> Ejecutivo consientaen <strong>el</strong> establecimiento de <strong>el</strong>los, porque <strong>el</strong> que habla pudo conoceren <strong>el</strong> año de 61 la repugnancia que profesaba a este respecto, y recuerdoque una vez que se h<strong>al</strong>laban presos en la ex Acordada de estacapit<strong>al</strong> <strong>al</strong>gunos jefes reaccionarios, vinieron en comisión varios individuosa nombre de los clubes que existían entonces, con <strong>el</strong> fin de solicitar<strong>el</strong> violento castigo e indicando la <strong>el</strong>ección de tribun<strong>al</strong>es ad hoc,para que los juzgasen; mas aqu<strong>el</strong>la vez <strong>el</strong> ciudadano presidente de laRepública contestó de una manera negativa, y en <strong>al</strong>guna conferenciaque con otro motivo tuve con él, con sólidas razones me expuso loatentatorio que sería adoptar ese <strong>sistema</strong>, y aun me dijo para demostrarlo p<strong>el</strong>igroso de semejante medida que habían querido obtener los clubes,que dichos tribun<strong>al</strong>es, si se establecieran, no sería remoto que juzgarana los mismos que los habían autorizado, pues de esto nos daba lahistoria multitud de ejemplos.Por lo mismo, no puedo creer sino que hay dos fases bajo lascu<strong>al</strong>es puede considerarse <strong>al</strong> actu<strong>al</strong> jefe d<strong>el</strong> Ejecutivo; una en <strong>el</strong> añode 61, en la que se distinguía por su apego a los preceptos constitucion<strong>al</strong>es,por su amor a la libertad y por su profundo respeto a las leyes,princip<strong>al</strong>mente a aqu<strong>el</strong>las que garantizan la vida d<strong>el</strong> hombre. Entonces<strong>el</strong> señor <strong>Juárez</strong> se vanagloriaba, y con justicia, de contar con laopinión pública; y cuando un gener<strong>al</strong> reaccionario vino con sus fuerzaspor <strong>el</strong> rumbo de San Cosme, decía que sería ahorcado si <strong>el</strong> pueblodejaba que se ejecutase este atentado, porque tenía la convicción deque la mur<strong>al</strong>la más inexpugnable que podía presentar a sus adversarios,era <strong>el</strong> amor que le profesaba <strong>el</strong> pueblo.La otra faz es la que tomó su administración desde <strong>el</strong> año de 67407


hasta hoy, y en <strong>el</strong>la, sin preocupación, podemos descubrir que sus actoshan sido contrarios enteramente <strong>al</strong> código de 57, por su inclinación<strong>al</strong> escarnio de nuestras leyes tut<strong>el</strong>ares; <strong>al</strong> desprecio absoluto a la voluntadpopular; a la suplantación d<strong>el</strong> voto público; <strong>al</strong> menosprecio de lavida humana, y <strong>al</strong> apego e insistencia de continuar en <strong>el</strong> poder. Sepretende, señores, que abdiquemos de todo derecho, que confiramosfacultades judici<strong>al</strong>es y legislativas <strong>al</strong> jefe d<strong>el</strong> Ejecutivo, contrariandoabiertamente uno de los preceptos que consignaron los constituyentescon sobrada sensatez y justicia, en <strong>el</strong> que se ordena que por ningúnmotivo puedan reunirse dos poderes en una persona o corporación.Se quiere ahogar con sangre los movimientos revolucionarios quehan aparecido en <strong>al</strong>gunos puntos de la República, porque se cree quees <strong>el</strong> único remedio que puede contenerlos, olvidando de un modo lamentable,que la efusión de sangre no produce sino un resultado opuesto,porque de la misma manera que <strong>al</strong>gunos veget<strong>al</strong>es cuando se lescorta sus t<strong>al</strong>los por la hoz d<strong>el</strong> labrador, macollan y crecen después llenosde más vida y corpulencia, y ocultan <strong>al</strong> labrador que los ha cortadoque se cree poderoso y fuerte con <strong>el</strong> instrumento cortante qu<strong>el</strong>leva en la mano, sin reflexionar que un pequeño incidente puede ocasionarque <strong>entre</strong> las ramas de estos mismos veget<strong>al</strong>es s<strong>al</strong>te un pequeñoratonzu<strong>el</strong>o que asusta <strong>al</strong> labrador, lo hace correr y hasta soltar <strong>el</strong> instrumentocon que iba armado; de la misma manera fructifican, creceny se desarrollan los movimientos revolucionarios que quieren reprimirsepor la matanza, haciendo que la ley inexorable se ejecute porlos mismos que la promulgaron. La pena de muerte no hará otra cosaque despechar a los hombres que se lancen a la sublevación, y autorizarlosa cometer las repres<strong>al</strong>ias. Las leyes ad terrorem, gener<strong>al</strong>menteproducen un efecto contraproducente, y dejan hu<strong>el</strong>las marcadísimasde desolación y llanto en las familias, estableciendo profundas y enconosasdivisiones en la sociedad, que por estos medios se ve dividida deun modo lastimoso e inevitable, conservando cada uno de los partidossus odios, que de este modo se hacen inextinguibles.Muy a menudo veo que por nuestros opositores se nos prodiganepítetos incisivos, a la vez que se aparenta procurar la conciliación yconcordia, y se nos llama cobardes, porque no nos h<strong>al</strong>lamos en <strong>el</strong> terrenode las armas. Agradecemos, pues, los consejos que nos dan laspersonas que están decididas a matar las libertades públicas y hasta lasligas d<strong>el</strong> afecto de todo un pueblo; pero debemos contestar que la cobardíanunca se ha apoderado de nosotros, pues hemos demostradoque cuando se trata de los intereses de la patria, jamás nos ha arredradop<strong>el</strong>igro de ningún género, y hemos sabido con' dignidad afrontarlo, porterrible y amenazador que haya existido; y en cuanto a la conductaperson<strong>al</strong> que cada uno de nosotros deba observar en <strong>el</strong> terreno de los408


8 Diario de los Debates.Sexto <strong>Congreso</strong>Constitucion<strong>al</strong>. México,Editori<strong>al</strong> Diaz deLeón, 1971, pp. 418­452.hechos, cada cu<strong>al</strong> sabrá cómo debe comportarse, según lo eXIJa laconciencia y <strong>el</strong> deber.Por mi parte debo manifestar que he hecho los esfuerzos posiblespara evitar que <strong>el</strong> país tuviera que ap<strong>el</strong>ar a la sublevación, y a estefin, en una conferencia que tuve con <strong>el</strong> presidente de la República,le insté porque no diera motivo a <strong>el</strong>la y dejara en absoluta libertad <strong>al</strong>os ciudadanos para que emitieran su voto en las <strong>el</strong>ecciones que hapoco se verificaron, pues además de exigirlo así <strong>el</strong> patriotismo y <strong>el</strong>respeto que debe guardarse <strong>al</strong> sufragio, daría una prueba de desprendimiento,y desvanecería los justos clamores de la opinión pública, queanunciaban, juzgando por los preparativos, que <strong>el</strong> voto de la naciónsería suplantado.Si en vez de la solicitud d<strong>el</strong> poder Ejecutivo para obtener facultadesextraordinarias, hubiera una poca de abnegación, la crisis porqueatravesamos, o no hubiera acontecido o habría esperanzas de dominarla,pues es una verdad innegable que la permanencia en <strong>el</strong> poderde una misma persona durante diez y ocho años, es un contrasentidoen nuestras instituciones. Yo tengo <strong>el</strong> convencimiento de que los representantesque forman esta asamblea, <strong>al</strong> retirarse a sus respectivoshogares no querran hacerse merecedores de las inculpaciones que puedanhacerles sus comitentes, porque en lugar de defender sus legítimosderechos, han venido a conculcarlos. Por lo mismo, pido no se apruebe<strong>el</strong> dictamen que nos ocupa.El C. CHAvERo.-El ciudadano preopinante dice que yo he leídolos trozos que me convenían y he omitido otros; aquí está <strong>el</strong> libro paraque diga cuáles he omitido; estoy seguro de que no me lo dirá, y desd<strong>el</strong>uego será conocido de los ciudadanos diputados como muy ligero.El C. BUENROSTRO.-Los ciudadanos diputados pueden consultarlo,y se cerciorarán de <strong>el</strong>lo.El C. CHAvERo.-Suplico <strong>al</strong> C. Buenrostro me diga qué libro es,porque creo que ni eso sabe.El C. PRESIDENTE.-Se levanta la sesión. R. Lazada. Confrontada.F. ]. Ibáñez. 8 4-09


INDICE ALFABETICOAguirre, Gabri<strong>el</strong>, diputado 354Aguirre, José María LIX LXI LXVI 8083 319 320 322 324 325 326Alamán, Lucas XXIII XXIV XXXVILXXXII CVI 392Alameda, la 96 334Alatorre, Ignacio, gener<strong>al</strong> y ministro de guerraCXXV 138Alatorre, M. R. 355Alemania d<strong>el</strong> Norte 252 256 258 260 262272 274 294Alfonso <strong>el</strong> Sabio 306Alica, Sierra de, Nayarit 168Almonte, Juan N. LIII CXI CXXAlpes, los 400Altamirano, Ignacio Manu<strong>el</strong> LXXI LXXIXLXXX LXXXI LXXXV LXXXVI CICIV CXXI CXXXV 7 60 88 105 106107 109 111 112 329 332 333 334 340349 354Alvarez, Juan N., gener<strong>al</strong> y presidente de laRepública XX XXI XXII LXXII CXV95 101Alvarez, José Justo XLIIAmérica V L CV CVIII CIX CX CXIIICXIV CXXXVII 39 53 69 104 199 202294América d<strong>el</strong> Norte CVIIIAmérica Latina CXIVAmpudia, Enrique, diputado 353Ampudia, Pedro, diputado y militar 354Anáhuac 249Angulo, Apolonio, militar y diputado 355Antón, Lizardo CXVIIIAnton<strong>el</strong>li, Giacomo, carden<strong>al</strong> XXVIIApan, llanos de 101 102Arambeni, José Silvestre, ingeniero y gener<strong>al</strong>XXXIIIArce, Francisco, gener<strong>al</strong> y gobernador 140Argentina 54Arista, Mariano, gen e r a 1 y presidenteXXXVI 95 326Arístides 365Arizcorreta, Mariano 94­Arizona, Estados Unidos 88Armenia LIArteaga, José Simón, gener<strong>al</strong> 105 127Arrangoiz, Francisco de Paula de CXI CXIIArredondo, Francisco M. de, diputado 354Arriaga, Ponciano XXVII XLV 19 24 48 9394 212 215Atenas, Grecia 365Atexc<strong>al</strong>378Atlántico, Océano LXIV 295Atlixco CXVIIIAustria CXXIIAuza, Migu<strong>el</strong> 105 106 216Avila, Antonio C. 354Ayutla XXIX 19 25 31 99 103Ayutla, plan de XX XXX 27 98 99 178Ayuda, revolución de XIX XXX XXXII26 54 106 119 141 299Aznar Barbachano, Tomás, licenciado, diputadoy gobernador 320. 355Baja C<strong>al</strong>ifornia XLVIII XLIX LXIV 88166 295 304 305Baja C<strong>al</strong>ifornia, compañía de la 310 312B<strong>al</strong>andrano, Darío 346 347 354B<strong>al</strong>cárc<strong>el</strong>, BIas, ingeniero y ministro de Fomento88 94 128 332 334Banegas G<strong>al</strong>ván, Francisco, obispo e historiadorXVIIIBarajas, Pedro XXXV XL XLVIBaranda, Pedro 97Barragán, Juan B., diputado 94Barranca d<strong>el</strong> Diablo 391 395Barranca d<strong>el</strong> Diablo, matanza de 378Barreda, Gabino LVII CXXV 6Barrere, Camilo CBarrón, Félix, diputado 355Barrot XCVIIBasch, Samu<strong>el</strong> VIIBautista, José María, diputado XC XCI 319327 355Baz, Juan José, diputado XXVIII 83 320Bazaine, Franc;ois Achille CXX CXXIICXXIII 224B<strong>el</strong>enki, A. B. XCV XCVIBélgica, reino de 202411


B<strong>el</strong>lo y García, José María 355Benítez, Justo 107Bentham, Jeremy 94Berduzco, Francisco 355Berlín XCIIBerryer, Pierre, diputado oposicionista en <strong>el</strong>Cuerpo Legislativo de Francia 224Bismarck, atto van XCV 5Blanco, Migu<strong>el</strong> XXXII 101Blasco Ibáñez, Vicente CVBolet.ín Republicano, El 131Bolívar, Simón CXXXVII 69Bolivia 221Brasil 54:Rravo, río XLVIII 121Bravo Ugarte, José XXXVIBrígidas, convento de las 350Bringas LXBruto 77Bryce, James 46Buch LXBuchanan, James XLVIII LXV LXVICXIIIBuenavista, plazu<strong>el</strong>a de LXXVIBuenrostro, F<strong>el</strong>ipe LXXXV 341 343 355403409Bufa, La, acción militar de 144Bulnes, Francisco XIX LIII LIV LXVILXXXVIII 89Bustamante, Anastasia CXII 3Bustamante, Gabino F., diputado LXX 354Bustamante, Juan, diputado 354Cadena, canónigo 101Caín, personaje bíblico 369Cajiga, Lindara XLIIIC<strong>al</strong>aJ:¡ria, laguna 330C<strong>al</strong>derón, militar XXXIIC<strong>al</strong>ero, Manu<strong>el</strong> 92C<strong>al</strong>pul<strong>al</strong>pan XLII XLIII XLVII 164C<strong>al</strong>pul<strong>al</strong>pan, héroe de, ver González Ortega,Jesús 164 348C<strong>al</strong>pul<strong>al</strong>pan, lomas de 348C<strong>al</strong>villa Ibarra, l., diputado 354Campanas, cerro de las 391Campeche 236Cano, Ans<strong>el</strong>mo, diputado 355Capuchinas, c<strong>al</strong>le de 193Carbaj<strong>al</strong>, militar XXXIX 322Carb<strong>al</strong>lar, Braulio 353Carbó, Juan, diputado 320 354Cárdenas, Lázaro LXVCardoso, Joaquín 105Carlos 111, XLVICarolina, Estados Unidos 402Carrillo, militar 145Carrión, Antonio, diputado 347 349 353Casanova, gener<strong>al</strong> 360Caso, Antonio 112Castagny, Armand Alexandre CXIVCastañeda, Marc<strong>el</strong>ino, diputado 94 99Castañeda y Nájera, Manu<strong>el</strong> 105Castaño, José María 84Castaños, Juan José, diputado LX LXXXV355CasteIlanos, Matías, diputado 355Castillo, Florencia M. d<strong>el</strong>, diputado 355Castillo V<strong>el</strong>asco, José María, diputado 9497 105 106 107Castillo y Portug<strong>al</strong>, Manu<strong>el</strong> 353Castro, José María, diputado 353Ceb<strong>al</strong>los, militar 145 146Cendejas, Francisco de P., diputado 320 344346 355Centroamérica CXIVCepeda, militar 145César, Julio CX 74 77 337Ciudad<strong>el</strong>a, La 72 392 394 395 400Ciudad<strong>el</strong>a, matanza de la 378Clemente, Luis XLVICoahuila LXIV 88 325 371Cobas, José María, guerrillero CXVIII 101Colín, Mario, diputado XColbert, Jean-Baptiste, 363Colombia 44Colón, Cristób<strong>al</strong> 223Comonfort, Ignacio XII XX XXI XXIIXXVII XXVIII XXIX XXX XXXIXXXII X X X VII LV LXX LXXILXXV LXXIX LXXX LXXXI CXIII19 20 21 22 23 24 25 26 29 32 37 38 5463 81 84 88 94 95 98 99 100 101 102 122123 124 127 128 130 131 153 154 329331 333 335 338 350 365Compañía de Jesús XXII XXIII XLVICondottieri 330Constant, Benjamín 92Consulado, río d<strong>el</strong> LXXVIIICante Corti, Egon César CVIII CXCor<strong>el</strong>la, militar 145Corona, Ramón, gener<strong>al</strong> 139 226Correo de México, El, periódico 109Corwin, Thomas XLIX XCIX CI 87 88Cosía Villegas, Dani<strong>el</strong> XIV CXXIX 141 142Cossío, Luis, diputado 354Costa Rica CXIII 54Cauto, Luis, diputado 355Cravioto, Rafa<strong>el</strong> 146Cre<strong>el</strong>man, James 92Creta, isla de CXXIlI 373Cristo CXXVIIICroix, Carlos Francisco, marqués de XLVICrónica, La, periódico 83 322Cruces, monte de las LXIX412


Cuautitlán, J<strong>al</strong>isco 279Cuautla, Mor<strong>el</strong>os 330Cuba LXXIII CXIII CXIV 102Cue Cánovas, Agustín LXVICuernavaca, Mor<strong>el</strong>os 330Cuervo, Antonio 282Cuevas, Mariano XVIII XXXVICuilapan, Oaxaca 391Culiacán, Sin<strong>al</strong>oa 139 247Curia Romana XXXVII XLVICh<strong>al</strong>co, Estado de México 167Chavero, Alfredo, d i p u t a d o CXXXICXXXII 302 305 390 409Chev<strong>al</strong>ier, Mich<strong>el</strong> CVIIChiapas 33 91Chicago, .incendio de 401Chico Seín, Vicente, diputado 353Chihuahua VI LXIV 144 145Chile 54Chilpancingo, congreso de LXXXVIChurubuSéo LXXXII CXIIDaily T<strong>el</strong>egraph, The, periódico CIXDanton LXXXVIDegollado, Santos XXXIII XXXIV XLIVLXVIII LXIX 94 127 178 359 361 362De la Fuente, Antonio 381D<strong>el</strong>avigne, Casimir, dramaturgo y poetafrancés LIVDe la Peña y Ramírez, M. 354De Tocqueville, Alexis 94Diario Ofici<strong>al</strong>, El CXXXIV 129 131 133134 146 381Díaz, Félix, gener<strong>al</strong> y gobernador de Oaxaca331Díaz Covarrubias, Francisco CXXVDíaz González, Prisciliano 94Díaz, Isidro, reo 329 330Díaz, Lilia XCV XCVI XCVIIIDíaz, Porfirio IX XIV XLVII LXXVIL X X X V CXXX CXXXI CXXXIICXXXV CXXXVI 3 8 9 10 11 22 3035 36 37 39 54 70 71 72 73 91 92 106107 108 109 118 119 120 122 123 124125 128 131 135 141 142 145 156 157158 159 226 355 397 398 400 404Diderot, Denis 175Díez de Bonilla, Manu<strong>el</strong> LXIVDios XXVI XXXVI I I XL XLI LVILXXX 136 164 202 330 369 386 387 388389Dios Término LXXX 60Distrito Feder<strong>al</strong> LX 72 166 167 238 243 248257 295 308Doblado, M a n u e 1 VI CI CXV CXVIICXVIII CXIX CXX 21 22 86 87Domenech, Emmanu<strong>el</strong> VIIDondé, Migu<strong>el</strong>, diputado 354Doria, Juan C. 232Dublán, Manu<strong>el</strong> XLVII LXXXII 355Ducoing, Luis H. XDuchesne Albert, historiador b<strong>el</strong>ga VIIIDupin CXIVDurangú 145 164 264 279 371 397Echávarri, José Antonio 3Echegaray 393Echegaray, reo 396Echeverría LXEl Colegio de México LVII XCVI CVIEditori<strong>al</strong> Libros de México XIEmerson, R<strong>al</strong>ph W<strong>al</strong>do 39Enrique IV 71Esc<strong>al</strong>a, Ignacio, diputado 353Esc<strong>al</strong>ante, Joaquín, diputado 327 353Escandón, familia LXEscobedo, Mariano 139 148 226Escu<strong>el</strong>a Nacion<strong>al</strong> Preparatoria CXXVIIIEspaña XVII XLII LXV XCII XCIVXCV XCVII CIII CX CXI CXIV CXV64 130 165 173 194 199 207 209 228 256294Espinosa XL XLVIEsquinca, José Gabri<strong>el</strong> 355Estados Unidos de América VII XLIVXLVIII XLIX L LVII LXII LXIIILXIV LXV LXVI LXXV LXXVIIIXCIII XCIV XCV XCVI X C VII IXCIX C CVII CIX CX CXII CXIlICXIV CXXIlI C X X I V CXXVIIICXXXVII 9 14 39 47 49 50 66 86 87102 130 132 145 152 165 192 221 223243 246 249 251 256 258 293 313 321322 323 324 374 401 402 403 406 407Estados Unidos Mexicanos 171 394Esteva, Roberto, diputado 366 368 371Eugenia de Montijo CX CXII CXIIIEuropa V XXXIV XLV XLIX XCIVXCV XCVI CV CVI CVII CIX CXICXII CXIII 39 53 55 104 119 152 158187 199 206 217 224 225 228 258 277281 294Facio 392Faguet, Emile XVFavre, Jules CXIX 224F<strong>el</strong>ipe 11 CXIIFernández, J ustino LXXXV 240 354Fernández de Lizardi, José Joaquín XLVIFerrer, Francisco, licenciado y diputado 353413


Ferrocarril Mexicano 121Flahaut, de la Billarderie, Auguste CharlesJoseph, conde de XCVI CVIIIForeign Offiee XLIX LI LlII LXXIIIXCIIIForey, Ellie Frédéric CXXI CXXII 207Fossey, Mathieu de CVIFrancia VI VII XXIV XXVI XXXVIIIXLIV XLVIII LlII LVIII LXXIIIXCIII XCIV XCV XCVI C CIII CIXCXI CXIV CXVI CXXIlI 1 49 50 133138 165 194 197 204 207 221 223 230384 395Francisco José CXFritz, gener<strong>al</strong> 399Fuente, Juan Antonio de la XXXV XLVIIIXCII XCIII XCIV CXXXIVFuentes Mares, José V X XIV CXXVICXXXGabriac, Jean Alexis 331Gadsen, James LXIVG<strong>al</strong>indo 145Gamboa, J. A, diputado 349 350 355Gaona, L., diputado 355Garay, Antonio LXXXIIIGarcía, gener<strong>al</strong> 226García Conde XXIGarcía de la Cadena, Trinidad 144 353García Granados, Ricardo CXXXV 92García Gutiérrez, Jesús XVIII XXXVIGarcía Moisés, Enrique XIGarcía, Platón, diputado 355García Sabás, diputado 355García y Goytia, Manu<strong>el</strong>, diputado 355Garza, Juan José de la, gener<strong>al</strong> y gobernador105Garza y B<strong>al</strong>lesteros, Lázaro de la XXVIIXXXV XXXIX XL XLVI 100Garza y M<strong>el</strong>a, Simón de la 94 355Garza y Mir<strong>el</strong>es, V. de la, diputado 355Gibbons CXXVIIIGladstone, William Ewart LIGlobo, El, periódico 131Gochicoa; Francisco P. 81Golfo de México 10Gómez Farías, Benito XCII 97Gómez Farías, V<strong>al</strong>entín XVIII LXXXIII94Gómez, Jesús, diputado 354González Echeverría CXVIIIGonzález Navarro, Moisés LVIIGonzález Ortega, Jesús XXXII XLIIXLIII XLVI LXXVI LXXIX LXXXVICXV CXXIGonzález Ureña, Juan, diputado 353Goríbar LXGoytia, Manu<strong>el</strong> C., diputado 355Graj<strong>al</strong>es, Gloria LI XCVIGran Bretaña XLIX L LlII LVII LXXIVXCVI 82 165 203Gran Duquesa, zarzu<strong>el</strong>a de la 399Graviere, E. Jurien de la XCVIGrecia 403G u a da 1a j a r a, J<strong>al</strong>isco XXVIII XXXIXXXII XXXV XLII 6 62 347Guanajuato 87 104 109 143 164 165 186294 334 361Guatem<strong>al</strong>a CXIII 104 165 294Guayrnas, Sonora LXV 88 274 276Gu<strong>el</strong>atao, Oaxaca 69 135 142Guerra, Donato 144 145 397Guerrero, Estado de LVIII 140 164 168 234238 264 278 282 293 391 392 394Guerrero, Sierra de 10Guerrero, M., diputado 355Guerrero, Vicente 277Gutiérrez de Estrada, José María LX CXICXII CXIII CXIV CXX CXXIlGutiérrez, Ignacio 101Gutiérrez, faccioso 186Guzmán, Juan N., diputado 355 366Guzmán, León LXXII LXXV 24 81 83 8794 105 106 107 109 179 398Guzmán, Martín Luis CXXXVHabana, La 138Ham, prisión de Francia CIXHamilton, Alexander 45Her<strong>al</strong>do, El, periódico 328Hércules 403Hermozo, Aur<strong>el</strong>io, diputado 355Hemández, Alfonso, diputado 320 355Hernández Esquinca, Pasiente XIHemández y Marín, J., diputado 355Herrera, juez 329 333Herrera, José Joaquín, gener<strong>al</strong> y presidente.de la República XXXVIHerrera Campos, Antonio, diputado 353Herrera y Cairo, Antonio, diputado 355Hemández, reo 396Hid<strong>al</strong>go, Estado de 31 82 144-H ida 1g o, José María CXI CXII CXXCXXIIHid<strong>al</strong>go y Costilla, Migu<strong>el</strong> CXIII 216 277Hidra d<strong>el</strong> Erna 403Higuera, Agustín 81Honduras CXIII 104Huitzilopocht1i 77Humboldt, Alejandro de CV CVIIbáñez Blasco, Vicente CVIbáñez, F. J. 409414


Ibáñez Remigio, diputado 355 366Iglesias, José María VIII LXXII CXXCXXI CXXIII CXXV CXXXVCXXXVII 5 91 105 107 108 110 128 230Iglesias C<strong>al</strong>derón, Fernando CXXXVIglesias, Ramón, diputado 353Igu<strong>al</strong>a, plan de XXXVInglaterra XLIV XLIX L LI LlII LXIVXCIV XCVI XCVII CIII CX CXV 4950 138 193 194 199 207 209Interoceánico de Texas, ferrocarril 121Irlanda LI CXXVIIIsab<strong>el</strong> 11 de España XCVIt<strong>al</strong>ia XXXIV CX 256 260 273 274 278 294Iturbe LXIturbide, Agustín de V XVII LXXVIII 345Ixtlán, Sierra de 69Jackson, Thomas 46J<strong>al</strong>atlaco, acción militar de LXXVI 186 329J<strong>al</strong>atlaco, prisioneros de 360J<strong>al</strong>isco XXVIII XXXII LVIII LX 29 33106 168 264 282J<strong>al</strong>isco, asonada en 8Jefferson, Thomas 45 46 94Jecker LIIIJesucristo XXVI XXXVIII XLJiménez, Vicente 140Johnson, Andrew, presidente 67<strong>Juárez</strong>, Benito V VI VIII IX X XI XIIXIII XIV XV XVII XX XXI XXVIIIXXIX XXX XXXI XXXII XXXIIIX X X I V XXXV XXXVI XXXVIIXXXIX XL XLI XLII XLIII XLIVXLVI XLVII XLVIII XLIX L LI LIILIV LV LVI LVIII LlX LX LXILXI I I LXIV LXV LXVI LXVIILXVIII LXIX LXXI LXXII LXXIIILXXIV LXXV LXXVI L X X VIIL X X VII I LXXIX LXXX LXXXILXXXIII LXXXIV LXXXV LXXXVILXXXVIII LXXXIX XC XCI XCIIIXCV C CI CII CIV CV CIX CXICXIII CXIV CXV CXVI CXVIICXVIII CXX CXXI CXXIII CXXIVCXXV CXXVI CXXVII CXXVIIICXXIX CXXX CXXXI C X X XIICXXXIII CXXXIV CXXXV CXXXVICXXXVII 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 1220 21 22 25 26 27 28 29 30 31 32 3336 37 38 39 54 59 60 61 62 63 64 65 6667 68 69 71 72 73 74 75 76 77 78 79 8081 82 83 84 85 86 87 88 89 91 106108 109 110 111 112 115 116 117 118120 121 122 123 124 127 128 129 130131 132 133 134 135 136 137 138 139140 141 142 143 144 145 146 147 149150 151 152 153 154 155 156 157 158159 160 169 171 226 299 319 320 323324 325 326 327 328 332 335 346 347350 353 354 355 356 357 358 359 360361 362 363 364 365 366 369 370 394 403404405407Júpiter 403Kératry VIILabastida y Dáv<strong>al</strong>os, P<strong>el</strong>agio Antonio deXXVII XLVII CXI CXII CXXLacordaire, Juan Bautista XXXVILafragua, José María 94 96 105 107 145Lagarde, jefe de la policía 348Laguna Seca 82La Llave, Ignacio 362Lamartine, Alphonse de 94Larrazáb<strong>al</strong>, G., diputado 355Le Bon, Gustave XXX 26Lee, Robert E., gener<strong>al</strong> 402Lefevre, Eugenio VI VII VIIILemus, Nicolás 249Lenin, Vladimir Ilich Ulianov XCVLeón, Guanajuato 121Lerdo de Tejada, Migu<strong>el</strong> XXII XXIIIXXXIII XXXIV LXVI L X X XIILXXXVILerdo de Tejada, Sebastián LXXVI CXVICXXV CXXVI CXXVII CXXXI 27 3032 34 35 36 37 38 54 70 91 106 107 108109 110 111 112 113 114 117 120 122123 124 128 131 132 133 134 198 218327Lerma, río LXIXLey de 17 de julio LXXII LXXV LXXVILXXXIX XC XCII 187 192 193Ley de 3 de octubre CXIVLey de 2 de diciembre CXXVIIILey Iglesias XXIILey <strong>Juárez</strong> XII XXXII 361Ley Lerdo 339Leyes de Reforma XXXV XXXVIII XLIIXLVII LVI LVII LlX LXIX 1 6 10 3779 80 82 87 122 132 134 164 166 167170 172 283 299 339 350 361 403Leyva, Francisco, gener<strong>al</strong> 110Libro Rojo, El 378Linares, José, diputado XXXV LXXV 8396 203 319 344 347 353Lincoln; Abraham XLVIII XLIX LVIILXXVII LXXVIII XCVIII 66 87 88402Lobato, José G. 143Locke, John


Londres VI XCII 193 221Londres, Convención de XCV X C V IXCVIII CXV 197 199 202 204Loera, Fernando XILoera, Porfirio XILoma Alta XLIILópez de Santa Anna, Antonio XVIII XXIXXXV LXIV LXV 3 17 27 39 54 63 6895 98 131 141 152 154 329 338 346 365386 390 400López, Manu<strong>el</strong> 353López Uraga, José, gener<strong>al</strong> XLII XCIICXVIII 86López, Vicente, diputado 355Loreto 338Loreto, cerro de LLozada, R. 409Lozano, José María XLVIILuis F<strong>el</strong>ipe CIXLuisiana, Estados Unidos LMacbeth 392Mac Lane, Robert XLVII LXVI 320Mac Lane, Tratado 83 319 321Mac Lane-Ocampo, Tratado LXI LXIVLXV 324 325 326Madero, Francisco I. 92Madrid LX"XXII XCVIIMadrid, obispo XLVIMagd<strong>al</strong>eno, Mauricio CXXXVIIMagd<strong>al</strong>eno, Vicente XXXI LXXVIIIManiau, Manu<strong>el</strong>, diputado 355Manifestación de los obispos '" XXXVXXXIX~\tIanzanaI·es, Ignacio G., licenciado 395Manzanillo XXXIIMaría Concepción, buque LXII 322Mariano García, J. 355l\.farín, diputado 320Marisc<strong>al</strong>, Ignacio, diputado LXXXII 94 105106 107 355Márquez, Leonardo XXXIX XLIII L LXLXVII LXXIX 59 62 86 329 341 392Márquez, Manu<strong>el</strong> 131Martí, José V CXXXVIIMartínez, Ang<strong>el</strong> 139Martínez de Andrade, Martha XlMartínez de Castro, Antonio CXXIVMartínez Chávez, Carlos XlMartínez Le<strong>al</strong> de H<strong>el</strong>guera, Margarita CVICVIIIMarx, Carlos XCVMasseras, Emmanu<strong>el</strong> CXXMata, José María XCII 1987 9394 99 320Matamoros 121 279Mateos, Juan Antonio 336Mathew, George B. XLIX 82Maxcanú 138Maximiliano VI VII VIII XIII XLVIIXCV XCVII CX CXIII CXX CXXICXXIl CXXllI CXXIV CXXV 68 71145 155 401 403Maza de <strong>Juárez</strong>, Margarita 67 146Mazatlán 131 279Med<strong>el</strong>1ín 121Mediterráneo CXIIIMedina, N., diputado 353Mejía, Ignacio, gener<strong>al</strong> y ministro de GuerraXLIV LXXVI LXXIX CXXV 3 5128 155 156Mejía, Tomás 101 127 145 186329 331 341Mena, Gregorio, coron<strong>el</strong> 395Menchaca, Agustín, diputado 354Mérida, Yucatán 6 121 138 224 378Mérida, Ciudad<strong>el</strong>a de 247Mesilla, La LXV CXIIMesilla, Tratado de la LXIV LXV LXVIMexc<strong>al</strong>a LXXIIMEXICO V VI VII VIII IX XII XVIIXVIII XIX XX XXII XXIII XXIVXXXI XXXIV XXXV XXXVIIXXXVIII XL XLI XLIII XLIV XLVXLVI XLVII XLVIII XLIX L LI LIILIII LIV LV LVI LVII Lxn LXVLXVI LXVIII LXIX LXX LXXILXXII LXXIII LXXIV LXXVILXXVIII LXXIX LXXXII LXXXIIILXXXV LXXXVI LXXXVIII XC XCIXCII XCIII XCIV XCV XCVIXCVIII XCIX CI CII CIII CV CVICVII CVIII CIX CX CXI CXIII CXIVCXV CXVI CXVIII CXIX CXXICXXII CXXIlI CXXIV CXXV CXXXCXXXIII CXXXIV CXXXV CXXXVICXXXVII 1 6 10 15 22 35 36 39 42 4445 54 64 65 71 82 86 87 88 91 92 99100 101 106 107 110 114 116 117 119120 121 135 136 141 150 151 152 154155 157 158 165 167 168 172 173 174175 176 178 179 180 187 189 190 191192 193 194 196 197 199 201 202 204207 209 210 211 212 213 215 218 219221 222 223 224 225 226 228 231 234243 244 246 247 249 252 255 256 258261 264 266 273 275 276 278 279 283294 296 309 315 321 322 324 330 343348 357 360 362 365 366 375 376 381383 385 389 390 393 396 397Michoacán XXVIII XXXII XXXV XLI101 164 361Mi<strong>el</strong>' y Terán, Migu<strong>el</strong> LX 370416


Miramar, Tratado de VIII CXXII CXXIIICXXIVMiramón, Migu<strong>el</strong> XXXII XXXIX XLVIIIXLIX LI 62 68 71 101 127 145 193328 331Miranda, Francisco Javier CXI CXII 101102Miranda, P., diputado 355Mississippi, Estados Unidos LXXVIII 402Moheno, Querido 92Moncada LXMonroe, doctrina de C CXXIIIMont<strong>al</strong>embert~ Carlos de XXXVI CXIMontepío 388Monterrey, Nuevo León LXXVI CXX 145146 405Monte Vernon, Estados Unidos CXXXMontes, Ezequi<strong>el</strong> XXXVII C 94 96 100105 106 107 138 223Montesquieu, Charles Louis de Secondat,Barón de 94Monti<strong>el</strong> y Duarte, Isidro 105Mora, José María Luis XVIII XXIIIXXIV CVIMore1ia 264Mor<strong>el</strong>os, Estado de 110 111Mor<strong>el</strong>os y Pavón, José María LXXXVI 277Moret 331Morning Advertiser, The, periódico CVIIIMorning Chronicle, The, periódico CVIIIMorny, duque de LIII LIVMunguía, Clemente de Jesús XXVI XXVIIXXXV XL XLVINapoleón 111 VI LIII LIV LXXXIX XCIIXCV CVI CVII CVIII CIX CX CXIICXIII CXIV CXV CXIX C X XIICXXIV 1 68 214 217Naranjo, reb<strong>el</strong>de 144 145Naranjo, Francisco 118Nayarit, Tepic 10Necker, Jacques, economista francés 363Negocios Eclesiásticos, Comisión de 98Negrete, Migu<strong>el</strong>, gener<strong>al</strong> VI 67 139 140N<strong>el</strong>son, Horacio 145Nicolín, J. R., diputado 353Nog<strong>al</strong>es LXVNoria, plan de la 371Norma, prisionero 399Norte América LVII 338Nueva España XLVI CV CVINueva Orleans, Estados Unidos CXXXVII102Nueva York, Estados Unidos 83 86 87 322Nuevo León LXXIX LXXX 88 118 164303 325 333 361 378 397 399 400Núñez, José Higinio LXXXI LXXXII 88314 331Oaxaca XXXI 10 11 30 33 72 115 118146 153 155 303 307 310 389 396 397399 400 401Ocampo, Me1chor XI XXI XXII XXXIIXXXIII XXXIV XXXVI XLI XLVIILXIV LXVI LXVII CXXXVII 81 8293 94 114 127 153 154 326 359 361 362363Ochoa, Manu<strong>el</strong> XIOgazón, Pedro, abogado, militar y gobernadorXLII 105 106 168O'Gorman, Edmundo LXXIO'Horan LXVIII LXIX 145Olimpia 403Ollivier, Émile XOlvera, Isidro 94Ordaz, Pedro 105Ordorica, Victoriano, diputado 355Ordóñez, faccioso 186Orihue1a, Joaquín 101Orizaba 224Orozco, Tomás, diputado 355Orozco y Berra, Manu<strong>el</strong>, político y geógrafo81Ortiz Careaga, Juan, diputado 86 353Ortiz de Montcllano, Manu<strong>el</strong> María, diputado353Osollo, Luis G., gener<strong>al</strong> conservador XXXII102Otterbourg, Mr. 130Ovando, Manu<strong>el</strong>, diputado 355Ozanam, Federico, historiador francés,XXVIPacífico, Océano LXIV LXXIII 121 279295Pacheco, Francisco, gener<strong>al</strong> 101Pacheco, Joaquín Francisco XLII XLVIIILX XCIIPachuca 101 121P<strong>al</strong>merston, Henry John Temple L CVIIIPanamá XXXIIPanamá, can<strong>al</strong> de LXIV CXIVParaguay 294Paredes y Arrillaga, Mariano 3París XCIIParr<strong>al</strong> 144Parrodi, Anastasio XXXII 96Paso d<strong>el</strong> Macho 224Paso d<strong>el</strong> Norte CXX CXXXIV CXXXV129 142 255 382 404Payno, Manu<strong>el</strong> LXXX LXXXII 88 97 329331 333417


Peña y Ramírez, M. de la, diputado 48 343350Peña y Reyes, Antonio de la XCVIPeñu<strong>el</strong>as XLIIPereyra, Carlos X XIX LIV LXXVIILXXXVIII CV CIX CXXIV 1Pérez Gálvez LXPérez, Víctor 354Perote 101Perrault, Charles LIVPerú 54 197Pesqueira 135Picard, Ernest, diputado francés 224Pío IX XXXVIIPizarro, Francisco 55Pomoca, Michoacán, hacienda 81 154Pontinas, laguna 330Popotla 279Portilla, Ans<strong>el</strong>mo de la LX 96 100 101Portug<strong>al</strong>, Juan Cayetano XVIII XXXVI355Post, The, periódico CVIIIPrieto, Alejandro 92Prieto, Guillermo V VI XXI LXXXIICXXXV 7 94 96 97 154 363 370 401404Prim, Juan CXV CXXPritchard, Guillermo 115Profesa, conjuración de la 101Progreso 121Pruneda, Pedro VIPrusia XLVIII LVII LXXII 165Puebla, mitra de XXXVPuebla, sagrario de 101Puebla, sierra de 10 238 239 307Puebla XXVIII CXIX CXXI CXXXIV6 8 20 28 86 96 98 101 102 121 140143 186 201 206 211 212 214 215 217218 224 247 257 307 381 398Querétaro XLII CXXIV 29 101 139 186219 224 234 264 343Querétaro, sierra de 10Quevedo, Susano LXXVIII 327 354Quirarte, Javier XIQuirarte, Martín XVII XXXIQuirarte, Vicente XIRabasa, Emilio XIII XX XXIX 90 91 9293 94 95 96 103 104 105 106 107 108111 112 113 114 115 117 118 119 120121 122 123 124 125Racine LIVRamírez, Ignacio XLV CXXVII 7 13 7394 105 106 107 109 110 112Rebo!l<strong>al</strong>', Antonio, diputado 353Regis Planchet, Franliiois XVIII XXXVIReino Unido 50Renan, Ernesto XXVIIRepública Mexicana XXVI CXVRevu<strong>el</strong>tas, C. 146Reyero y Lugo, Antonio 101Rincón G<strong>al</strong>lardo LXRío Grande 145Riva P<strong>al</strong>acio, Mariano CXXXIRiva P<strong>al</strong>acio, Vicente, diputado y gener<strong>al</strong>CII CIII CIV CXXI 85 105 106 107110 112 226 354Rivera, Agustín XRivera, Aur<strong>el</strong>iano 67 72Rivera y Río, ]., diputado 354Rivera Vázquez, Francisco XIRoa Bárcena, José María XXXIIRobespierre, Maximilien de LXXXVIRobles LXXIX 329Robles Gil, E., diputado 355Robles Pezu<strong>el</strong>a, Manu<strong>el</strong>, gener<strong>al</strong> y presidentede la República 127Rocha, Sóstenes CXXV 144 145 146Rodó, José Enrique CXXXRoeder, R<strong>al</strong>ph X XIV XXXIX LXRojas, Antonio XXXIX LXRojo, M., diputado 354Roma XXXV 165Romero, Domingo, diputado 353Romero, Matías VIII IX XLVIII LXXXIICXXV CXXXV 4 5 86 87 88 111Romero Rubio, Manu<strong>el</strong>, diputado y ministrode Gobernación LXXXV CXXXV 354Roosev<strong>el</strong>t, Franklin D<strong>el</strong>ano LXVRosa, Luis de la 94 96Ros<strong>al</strong>es, Antonio 154Roscio 134Rousseau, Jean Jacques 94Rubí, Domingo 139Rubio, familia LXRuiz, Joaquín, abogado y ministro de Gobernación81 84 88 94 332 347Ruiz, Manu<strong>el</strong> XLVII LXI LXII LXVIILXXIX LXXXI LXXXV CXXXIV 83153 154 320 321 323 326 347 355Rul, familia LXRusia XLVRuss<strong>el</strong>l, lord John XLIX L LI LII UIIXCIII XCIV XCVIII CVIlIRub<strong>al</strong>caba, Adam XISaavedra, Manu<strong>el</strong>, diputado 228S<strong>al</strong>amanca XXXIIS<strong>al</strong>amanca, campos de 348S<strong>al</strong>azar, g-ener<strong>al</strong> 127S<strong>al</strong>azar, Juan Manu<strong>el</strong>, diputado 355418


S<strong>al</strong>azar, llanos de LXIXS<strong>al</strong>igny, Alfonso Dubois de XLVIII LIIILIV LXVIII LXXII LXXIII LXXIVXCIII XCVIII XCIX CIS<strong>al</strong>inas, Cristób<strong>al</strong>, diputado 355S<strong>al</strong>m S<strong>al</strong>m, Félix, príncipe de VIIS<strong>al</strong>tillo 145S<strong>al</strong>vador, El CXIIISamotracia, victoria de LXIX 82San Andrés, volcán de 82San Cosme LXXVI 407Sánchez, J. Juan, diputado 355Sancho Panza LXXXIISan Francisco, convento de 960San José 388San Juan, cerro de CXIXSan Juan de Ulúa LXXXIIISan Luis Potosí XXVIII XXXV CXXI 68 102 144 201 202 263 266 268 273 275San Quintín 71Santa Brígida, convento de 330Santa Ros<strong>al</strong>ía 144Santa Sede, ver VaticanoSanta Teresa la antigua, exconvento de 395Santo Domingo 394Sardou Victorien, literato francés LIVSarmiento CXXXVIISatanás XLSavorio, José M., diputado 353Semanario Judici<strong>al</strong> de la Federación 110Sentíes, Francisco de P. 92Serrano, Francisco XXXV LXXIII XCIISeward, William H., secretario de Estadonorteamericano XLIX XCVIII 57Sierra Gorda (Guanajuato-Querétaro) 186Sierra Méndez, Justo IX X XIII XIX XXXXII XXVII XXVIII XXXIX XLIIIL LX LXVI XCII CI CXXVIICXXVIII CXXXVII 1 80 90 91 112134 137 139Sierra Morena 330Siglo XIX, El, periódico 68 74 128 129 131329Silao XLIISin<strong>al</strong>oa 8 138 139 140 164234 247 251 252307 392Sis<strong>al</strong>, puerto, Yucatán 138Soci<strong>al</strong>ista, El, periódico 74Soledad, pr<strong>el</strong>iminares de la CXVI 196 199203 206 207 209 224Sombreuil 395Sonora LVIII LXIV 7 8 164 166Soto, Manu<strong>el</strong> F. 366Story 94Suárez Navarro, diputado 83 319 331 340348Sully, Maximilien, estadista f.rancés 363Tacubaya, matanza de 391Tacubaya, plan de 21 81 261Tacubaya, revolución de 54Tacubaya XXXIX 170 279Tacubaya, asesinatos de 225Tagle, Antonio, diputado 354Tajimaroa 82T<strong>al</strong>mud LXXXIITamaulipas LXIV 140 164 195238243246247 252 256Tamaulipas, sierra de 10Tamayo, Jorge L. IX X XI XIV LXVITampico, Tamaulipas XLIV LXXIII 71101 102 145 146 293Tehuantepec, Istmo de LXIV LXV 255265 268 270 276 279 314 315 322Téllez Girón, gener<strong>al</strong> 71TélIez, Pablo, diputado 354Tennessee, Estados Unidos 46Tepic, Nayarit 168 238Terrazas, Luis 135Terrazas, Luis, gobernador CXV 144Teseo CXXXIIITestory VIITetuán, duque de XCVIITexas, Estados Unidos XIX 402Thiers, Adolphe 224Thouven<strong>el</strong>, Edouard XCII XCIII XCIVTimes, The, periódico XCV CVIIITlaxc<strong>al</strong>a XXVIII 31 186Toluca LXVIII LXIX 279 362Torquemada 339Tovar, Pant<strong>al</strong>eón, diputado y periodistaLXXXV 129 131 353Treviño, Jerónimo, reb<strong>el</strong>de 118 144 145378 379Tribune du Mexique, La, periódico VI VIIITuxpan, Veracruz 279Tuxtepec, revolución de 54Unamuno, Migu<strong>el</strong> de LVUnión Americana CXI 338Unión, La LIX XCV 402Ureta 392Uslar, Germán de 366V<strong>al</strong>adés, José C. X XI XIV LXVIV<strong>al</strong>donar, Eulogio 101V<strong>al</strong>larta, Ignacio Luis 94 108 139V<strong>al</strong>le, Guillermo 310V<strong>al</strong>le, Leandro XXXII XLII XLIVXLVIII 127 178 319Vaticano VIII XXXVII XLVIVázquez, P., diputado 353 355419


'lega, gener<strong>al</strong> 101'1enezu<strong>el</strong>a, <strong>Congreso</strong> de 69'1eracruz XX'1I11 XXXII XXXIIIXXXI'1 XXX'1 XXXIX XLI'1 XL'111LXI LXII LXXIII XC'11I CX'1CX'1II1 27 83 86 87 102 116 117 121138 164 167 224 241 243 255 264 267279 321 323 361 362 370 383'1eracruz, plaza de 322'1eracruz, puerto de 313'1erea, Francisco de P. XXX'1'1icario, gavillas de 168'1íctor Rugo LI'1'1ictoria, reina de Inglaterra LI 82'1ictoria 'licencio, José G. XI'1idaña, Francisco, diputado 354'1idaurri, Santiago LXX'1 LXXIX LXXXILXXX'1II1 CX'1 82 87 88 101 135 145329 331'1igil, José María, diputado 85'1il1<strong>al</strong>ón, Joaquín 366'1illarre<strong>al</strong> 145'1illaseñor, Ricardo, diputado 355'1i11aseñor y '1il1aseñor, Alejandro, abogadoe historiador LX'1I'1iterbo, bosque de 330'1oltaire 94Wagner, Enrique XL'1III LXXIIWashington, Estados Unidos IX XL'1IIILXI LXXXII XCII CXXX'1I1 83 294Washington, Jorge XCIX CXXX 4569 223W<strong>el</strong>1er, John B. XLVIIIWheaton 180Whiting, William 403Wyke, sir Charles Lennox LIII LIV LXXIILXXIII XCIV XC'1I XC'1I1I XCIX CCX'182Wyke-Zamacona, Tratado C CIIIXichú, sierra de 168y épez, Pedro, coron<strong>el</strong> 394Yucatán LVII LVIII 7 8 29 138 166 234236 247 307 311 386Zacatecas, asonada en 8Zacatecas XX'1I1I 29 31 106 144 164 261262 263 264 266 268 273 275 307 310327 371Z<strong>al</strong>ce, Juan 354Zamacona, Manu<strong>el</strong> María de XV LXXIILXXIX XCI'1 XCIX C CI CXXXIIICXXXIV CXXX'1 7 88 105 244 331372 399 401Zambrano 145Zamora, gobernador LXIII 324Zaragoza, asociación 129Zaragoza, Ignacio XXXII XLII XLIVLXXIX CXVI CX'1II CXIX CXXXIV80 81 212 214 215 216 217 218 331 381Zárate 402Zarco, Francisco X'1 XXVII XLV L LXIILXI'1 LXXIX LXXXVIII CXXXIV19 24 65 68 84 94 97 140 323 331 381391Zav<strong>al</strong>a, Lorenzo de XIII XXI'1 LXXXIICVIZuazua, Juan XXXIIZub<strong>el</strong>día, padre 101Zuloaga, Félix XXIX XLIII LXVIILXXIX 4 21 62 86 329420


Cortterticfogertera(~'I~


Textos introductoriosPresentaciónNota previaFacsímilIntroducciónTrasfondo histórico<strong>Juárez</strong> fundador de una sociedad civilEl despuntar d<strong>el</strong> año 61El momento álgido de la crisisLa dictadura leg<strong>al</strong> y la consolidación de la Repúblicavíi,.ixVXVIIXXXIXLIIILXXICV1. Antología CríticaJusto Sierra. La era actu<strong>al</strong> 1Emilio Rabasa. La Constitución y su mod<strong>el</strong>o 13Comonfort 19La dictadura democrática 26La <strong>el</strong>ección , 40R<strong>al</strong>ph Roeder. La petición de los 51 59<strong>Juárez</strong> y la oposición , 66Jorge L. Tamayo. Inst<strong>al</strong>ación d<strong>el</strong>Segundo <strong>Congreso</strong> Constitucion<strong>al</strong>; <strong>Juárez</strong> enjuiciado 79<strong>Juárez</strong> declarado Presidente Constitucion<strong>al</strong> 84Dani<strong>el</strong> Cosío Villegas. Vida re<strong>al</strong> y vida historiadade la Constitución de 57 89José Fuentes Mares. Explicación previa 127El texto y su pretexto 134La ola revolucionaria 138Hacia una democracia dirigida 140El destino maravilloso 144José V<strong>al</strong>adés 149


11. Informes Presidenci<strong>al</strong>esDiscurso pronunciado por <strong>el</strong> Presidente de la Repúblicaen la apertura d<strong>el</strong> Segundo <strong>Congreso</strong> Constitucion<strong>al</strong> 163Contestación d<strong>el</strong> exc<strong>el</strong>entísimo señor don José María Aguirre,Presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, <strong>al</strong> Presidente <strong>Juárez</strong>, <strong>el</strong> 9 de mayo de 1861 169Discurso pronunciado por <strong>el</strong> licenciado Benito<strong>Juárez</strong><strong>al</strong> asumir la Presidencia Comtitucion<strong>al</strong> de la República 171Contestación de Gabino F. Bustamante, Presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 174Discurso pronunciado por <strong>el</strong> Presidente de la República<strong>al</strong> cerrar <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> las sesiones ordinarias 175Contestación de José Linares, Presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 177Discurso pronunciado por <strong>el</strong> Presidente de la Repúblicacon motivo de apertura de sesiones extraordinarias d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 182Contestación de Sebastián Lerdo de Tejada, Presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 183Discurso pronunciado por <strong>el</strong> Presidente de la Repúblicaen la apertura de sesiones ordinarias d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 185Contestación deJosé María Bautista, Presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 188Discurso pronunciado por <strong>el</strong> Presidente de la República<strong>al</strong> cerrarse las sesiones ordinarias d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 190Contestación de Vicente Riva P<strong>al</strong>acio, Presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 191Discurso pronunciado por <strong>el</strong> Presidente de la República<strong>al</strong> abrirse <strong>el</strong> segundo periodo de sesiones ordinarias 195Contestación de Sebastián Lerdo de Tejada, Presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 198Discurso pronunciado por <strong>el</strong> Presidente de la República<strong>al</strong> c1ausurarse las sesiones d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 200Contestación deJosé Linares, Presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 203Discurso pronunciado por <strong>el</strong> Presidente de la República en la aperturad<strong>el</strong> primer periodo de sesiones d<strong>el</strong> Tercer <strong>Congreso</strong> Constitucion<strong>al</strong>... 205Contestación d<strong>el</strong> C. González Echeverría, Presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 208Discurso pronunciado por <strong>el</strong> Presidente de la Repúblicaen la clausura de sesiones d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 211Contestación de Ponciano Arriaga, vicepresidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 212Discurso pronunciado por <strong>el</strong> Presidente de la República<strong>al</strong> abrirse las sesiones d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> d<strong>el</strong> segundo periodo 214Contestación de Ponciano Arriaga, Presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 215Discurso pronunciado por <strong>el</strong> Presidente de la República<strong>al</strong> c1ausurarse las sesiones d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 217Contestación de Sebastián Lerdo de Tejada, Presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 218Discurso pronunciado por <strong>el</strong> Presidente de la República <strong>al</strong> abrirse<strong>el</strong> primer periodo de sesiones d<strong>el</strong> Cuarto <strong>Congreso</strong> Constitucion<strong>al</strong>. 219Contestación d<strong>el</strong> diputado Ezequi<strong>el</strong> Montes, Presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 223Discurso pronunciado por <strong>el</strong> licenciado Benito <strong>Juárez</strong><strong>al</strong> asumir <strong>el</strong> cargo de Presidente Constitucion<strong>al</strong> 226


Contestación de Manu<strong>el</strong> Saavedra, vicepresidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 228Discurso pronunciado por <strong>el</strong> Presidente de la Repúblicaen la clausura de sesiones d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 229Contestación de José María Iglesias, Presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 230Discurso d<strong>el</strong> Presidente de la República en la apertura d<strong>el</strong> segundoperiodo de sesiones d<strong>el</strong> Cuarto <strong>Congreso</strong> Constitucion<strong>al</strong> 231Contestación de Juan c. Doria, Presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 232Discurso d<strong>el</strong> Presidente de la República en la clausurad<strong>el</strong> segundo periodo de sesiones d<strong>el</strong> Cuarto <strong>Congreso</strong> 233Contestación de Francisco Zarco, Presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 234Discurso d<strong>el</strong> Presidente de la Repúblicaen la apertura de sesiones ordinarias 237Contestación de Justino Fernández, Presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 240Discurso d<strong>el</strong> Presidente de la República en la clausura d<strong>el</strong> primer periodod<strong>el</strong> segundo año de sesiones ordinarias (prorrogado) 242Contestación de Manu<strong>el</strong> María de Zamacona, Presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 244Discurso d<strong>el</strong> Presidente de la República en la aperturad<strong>el</strong> segundo periodo d<strong>el</strong> segundo año de sesiones ordinarias 247Contestación de Nicolás Lemus, vicepresidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 249Discurso d<strong>el</strong> Presidente de la República en la clausurad<strong>el</strong> periodo d<strong>el</strong> segundo año de sesiones ordinarias 251Contestación de Francisco Gómez d<strong>el</strong> P<strong>al</strong>acio, Presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 253Discurso d<strong>el</strong> Presidente de la República en la apertura d<strong>el</strong> periodod<strong>el</strong> primer año de sesiones ordinarias d<strong>el</strong> Quinto <strong>Congreso</strong> Constitucion<strong>al</strong> 256Contestación de Mariano Riva P<strong>al</strong>acio, Presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 258Discurso d<strong>el</strong> Presidente de la República en la clausurad<strong>el</strong> primer periodo (prorrogado) d<strong>el</strong> primer año de sesionesordinarias, d<strong>el</strong> Quinto <strong>Congreso</strong> 260Contestación deJosé María Lozano, Presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 262Discurso d<strong>el</strong> Presidente de la República <strong>al</strong> abrir <strong>el</strong> Quinto <strong>Congreso</strong><strong>el</strong> segundo periodo d<strong>el</strong> primer año de sesiones ordinarias 263Contestación de Manu<strong>el</strong> Romero Rubio, Presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 265Discurso d<strong>el</strong> Presidente de la República <strong>al</strong> clausurar<strong>el</strong> Quinto <strong>Congreso</strong> <strong>el</strong> segundo periodo d<strong>el</strong> primer añode sesiones ordinarias 268Contestación de Guillermo V<strong>al</strong>le, Presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 269Discurso pronunciado por <strong>el</strong> Presidente de la Repúblicaen la apertura de sesiones d<strong>el</strong> primer periodo d<strong>el</strong> segundo añod<strong>el</strong> Quinto <strong>Congreso</strong> 272Contestación de Ignacio 1. V<strong>al</strong>larta, Presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 274Discurso pronunciado por <strong>el</strong> Presidente de la Repúblicaen la clausura de sesiones d<strong>el</strong> primer periodo en <strong>el</strong> segundo añod<strong>el</strong> Quinto <strong>Congreso</strong> 277Contestación de José María Lozano, Presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 279


Discurso pronunciado por <strong>el</strong> Presidente de la Repúblicaen la apertura de sesiones extraordinarias 282Contestación de Manu<strong>el</strong> María de Zamacona, Presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 283Discurso pronunciado por <strong>el</strong> Presidente de la Repúblicaen la clausura d<strong>el</strong> periodo de sesiones extraordinarias 285Contestación de Manu<strong>el</strong> M. de Zamacona, Presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 286Discurso pronunciado por <strong>el</strong> Presidente de la Repúblicaen la apertura d<strong>el</strong> segundo periodo en <strong>el</strong> segundo añode sesiones ordinarias d<strong>el</strong> Quinto <strong>Congreso</strong> 288Contestación de Justino Fernández, Presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 289Discurso pronunciado por <strong>el</strong> Presidt>nte de la Repúblicaen la clausura d<strong>el</strong> último periodo d<strong>el</strong> segundo año de sesiones ordinarias 291Contestación de Ezequi<strong>el</strong> Montes, Presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 292Discurso pronunciado por <strong>el</strong> Presidente de la Repúblicaen la apertura de! primer periodo de sesionesd<strong>el</strong> primer año d<strong>el</strong> Sexto <strong>Congreso</strong> Constitucion<strong>al</strong> 293Contestación de Gabri<strong>el</strong> Mancera, Presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 296Discurso pronunciado por <strong>el</strong> licenciado Benito <strong>Juárez</strong><strong>al</strong> rendir su protesta como Presidente <strong>el</strong>ecto 299Contestación de Alfredo Chavero, Presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 302Discurso pronunciado por <strong>el</strong> Presidente de la Repúblicaen la clausura d<strong>el</strong> primer periodo de sesiones d<strong>el</strong> Sexto <strong>Congreso</strong> : 304Respuesta d<strong>el</strong> Presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>,licenciado Don Alfredo Chavero 305Discurso pronunciado por <strong>el</strong> Presidente de la República<strong>al</strong> abrir e! Sexto <strong>Congreso</strong> <strong>el</strong> segundo periodod<strong>el</strong> primer año de sesiones ordinarias 307Contestación de Guillermo V<strong>al</strong>le,Presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 310Discurso de! Presidente de la República <strong>al</strong> clausurarse<strong>el</strong> segundo periodo d<strong>el</strong> primer año de sesiones ordinariasd<strong>el</strong> Sexto <strong>Congreso</strong> 313Contestación deJosé Higinio Núñez,Presidente d<strong>el</strong> <strong>Congreso</strong> 3141Il. Debates en <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>El diputado José María Aguirre acusa a <strong>Juárez</strong> ante <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>,por e! Tratado Mac Lane-Ocampo 319Defensa de Manu<strong>el</strong> Ruiz en favor de <strong>Juárez</strong> 320Zarco explica la conducta de <strong>Juárez</strong> 323Debate sobre facultades extraordinarias 327Cincuenta y un diputados piden a<strong>Juárez</strong> que renunciea la Presidencia de la República 350


Cincuenta y dos diputados abogan por la permanenciade ]uárez en la Presidencia 354Algunas observaciones sobre la exposición dirigida <strong>al</strong>C. Benito]uárez, presionándolo para que dej<strong>el</strong>a Presidencia de la República 356Debate sobre facultades extraordinarias 1871 366Índice <strong>al</strong>fabético 411


R<strong>el</strong>aciones <strong>entre</strong>juárezy <strong>el</strong> <strong>Congreso</strong>, en edición facsimilar,se terminó de imprimir en la ciudad de Méxicodurante <strong>el</strong> mes de agosto d<strong>el</strong> año 2006.El tiro, en pap<strong>el</strong> de 90 gramos,consta de 1,500 ejemplaresmás sobrantes para reposicióny estuvo <strong>al</strong> cuidado de laoficina litotipográficade la casa editora.ISBN 970-701-813-5MAP: 132835-01

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!