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1.karlheinz_deschner- historia criminal del cristianismo

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aunque con Simón murieron sus hijos Matatías y Judas, el tercero, Juan Hircano I (135-103), que consiguió escapar a la conjura, se convirtió en la nueva estrella <strong>del</strong> belicismomacabeo y fue de facto el soberano de un reino independiente. Aliándose primero con losfariseos y luego con la aristocracia clerical de los saduceos de Jerusalén, y favorecido porlas rivalidades sucesorias de los sirios, emprendió grandes campañas militares, como yano se conocían desde los tiempos de Salomón. Así, judaizó por la fuerza de las armas lasprovincias de Idumea y Galilea; pero no hay que creer que éstas fuesen vulgarescampañas de expansión o por ambición de poder; eran “guerras religioso-particularesdenominadas guerras santas” (R. Meyer), ya que estas “verdaderas expediciones derapiña” se presentaban como “mera recuperación de tierras que el Señor había dado enherencia a los antepasados” (Beek). Al mismo tiempo, el sumo sacerdote asumía en sucorte la pompa y el ceremonial de los magnates helenístico-orientales, y no titubeó enllevarse 3.000 talentos de la necrópolis real israelita, inmensamente rica, con objeto deallegar medios para sus campañas, según Josefo. 160 Juan Hircano asoló también Samaría,región que desaparece por completo de la <strong>historia</strong> política en la época cristiana.Samaría, que había sido la capital <strong>del</strong> reino de Israel, ampliada con gran esplendor porel rey Amri, siempre rivalizó con Jerusalén; los samaritanos, pueblo híbrido en medio dePalestina, entre judío e idólatra, fueron odiados por los judíos más que ningún otro. Enel año 722 a. de C. cuando el asirio Sargón II logró vencer la fuerte resistencia de Samaríadespués de tres años de asedio y la arruinó, esto importó bien poco a los judíos, que semostraron igual de indiferentes en 296, ante la nueva destrucción de la ciudad porDemetrio Poliorcetes, en el curso de las rivalidades entre los diadocos o sucesores deAlejandro. Los samaritanos, a quienes pocos años antes el mismo Alejandro Magnohabía autorizado la construcción de un templo sobre el monte Garizim, con el evidentepropósito de hacer la competencia al de Jerusalén, conservaban la fe judía, pero enversión atenuada. De las Sagradas Escrituras admitían únicamente el Pentateuco, esdecir, los cinco libros de Moisés; los judíos los consideraban “inmundos” y losexcluyeron de la reconstrucción <strong>del</strong> Templo. En 128, Juan Hircano redujo a escombros eltemplo <strong>del</strong> monte Garizim, pero subsistió allí un núcleo de “clero insumiso”. “Seinsolentaban hasta el punto de llamarse poseedores de la verdadera religión de Israel”(Daniel Rops). ¡Como si alguna religión en el mundo se hubiese presentado nunca con elatributo de falsa! Hacia el año 107 a. de C., el sumo sacerdote Hircano emprendió ladestrucción de Samaría (pero fue reconstruida medio siglo después por el gobernadorromano Aulo Gabinio, y poco después magníficamente ampliada por Heredes). 161El hijo de Hircano, Jonatás, o Alexandros Jannaios (103-76, tras sólo un año de reinadode su hermano Aristóbulo, que arrojó a las mazmorras a varios de sus hermanos y dejóque su propia madre muriese de hambre en la cárcel), continuó la misma política. Comorey y sumo sacerdote inició varias campañas santas, aunque desafortunadas (pero,160 1 Macab. 9ss; 13ss. Jos. ant. Jud. 13,6,6ss. Bell. Jud. 1,2,2 s. R. Meyer dtv Lex. Antike,Geschichte II 158 s. LThK 1 ed. V 237, 315, 2 ed. V 585, VI 1315 ss. Cornfeld/Botterweck III 598 ss,V 1275. Mommsen, Rómische Geschichte IV 138. Beek 137. Grundmann 148, 152 ss.161 1 Reyes 16,23 s; 2 Reyes 17,24; Ezra 4,4. Josefo ant. Jud. 13,88. Bell. Jud. 1,166. Juan 4,20. Sobrela tremenda animadversión entre judíos y samaritanos en tiempos de Jesucristo cf. Lúe. 9,52 s;Juan 4,9. LThK 1 ed. IX 148 ss. Daniel-Rops, Die Umwelt 45ss.Historia Criminal <strong>del</strong> Cristianismo Vol I 82

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