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1.karlheinz_deschner- historia criminal del cristianismo

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fortificadas más importantes de Canaán, entre los lagos de Hule y de Genezaret, al igualque Laquis, hoy Tell Ed-Duwer, punto de importancia estratégica y entonces una de lasciudades amuralladas más fuertes de Palestina, y Debir (Tell Bet Mirsim), Eglon (Tell ElHesi) y otras muchas. Cierto que no es posible demostrar sin lugar a dudas que todasestas destrucciones fuesen obra de los israelitas, pero “it is true that there is ethnicintolerance all through Israel’s history” (Parkes). 113A veces el exterminio se extendía a tribus enteras, y es que era común el lanzar contrael enemigo la forma más severa de la guerra decretada por el Señor, el anatema (enhebreo herám, que era la negación propiamente dicha de la vida, y cuya palabra derivade una raíz que significa “sagrado” para los semitas occidentales), ofrecido a Yahvécomo una especie de inmensa hecatombe o “sacrificio ritual”. No por casualidad se hancomparado las descripciones bíblicas <strong>del</strong> “asentamiento” con las posteriores campañas<strong>del</strong> Islam (ni con mucho tan sangrientas como aquéllas), cuando se dice que losconquistadores debían sentirse verdaderamente “depositarios de la palabra de Dios” yprotagonistas de una guerra santa. “Sólo éstas, no las profanas, terminan con el anatemaque supone el exterminio de todos los vivientes en nombre de Yahvé” (Gamm).Precisamente, “la destrucción de raíz [...] sólo encuentra explicación en el fanatismoreligioso de los israelitas”. La “insurrección” obedecía a una “determinaciónprimariamente sociorreligiosa” (Cornfeld/Botterweck). Son los casos en que el Señormanda expresamente: “Porque en las ciudades que se te darán no dejarás un almaviviente, sino que a todos sin distinción los pasarás a cuchillo; es a saber, al heteo y alamorreo, y al cananeo y al fereceo, y al heveo y al jebuseo, como el Señor tu Dios te tienemandado, para que no os enseñen a cometer todas las abominaciones que han usadoellos con sus dioses, y ofendáis a Dios vuestro Señor”. 114Semejantes excesos de la fe tenían su origen, en primer lugar, en el nacionalismo deaquel pueblo antiguo, sin duda uno de los más extremistas que se hayan conocido,unido a la rigurosidad de un monoteísmo desconocido en aquellas regiones. Amboselementos se potenciaban mutuamente en la pretensión de ser el pueblo elegido, jamásabandonada por “el pueblo de Dios” ni siquiera durante las tribulaciones de la diáspora,juzgada por su intolerancia, desde los tiempos más antiguos, como odium generis humani,aborrecimiento al género humano o, como escribió Tácito, “adversus omnes alios hostileodium”; éste, sin embargo, alaba la “pertinaz superstición” de los judíos (pervicaciasuperstitionis) y en sus Historias comenta que son un género de personas odioso a ojos <strong>del</strong>os dioses (genus hominum... invisum deis), un pueblo abominable (taeterrima gens), decostumbres “perniciosas y sucias”, “absurdas y ruines”. La segunda condición <strong>del</strong>fanatismo religioso judío fue la convicción de que todos los “infieles” eran gente decostumbres corrompidas, consecuencia ésta de su propia “idolatría”: los supuestosvicios sexuales largamente detallados en el texto bíblico, las “abominaciones” tremendas113 Cornfeld/Botterweck 1130 s; 192 ss; III 603, 815 ss; 913 ss. 924. Parkes, Judaism 86. Gamm,Sachkunde 68.114 Cf. al respecto además de la nota 21 Deut. 13,16 ss; 20,10 ss; 20,16 ss. LThK 2 ed. 11224ss.Cornfeld/Botterweck III 815; IV 893 ss; 920, 924. Hempel 20 ss. Junker 74 ss. Gamm, Sachkunde67,74.Historia Criminal <strong>del</strong> Cristianismo Vol I 61

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