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1.karlheinz_deschner- historia criminal del cristianismo

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como en Babel, entonces ha sonado la hora de la Iglesia católica”. Pero ya en el siglo V(cuando san Agustín se había declarado abierto partidario de la guerra, aunque fuese laguerra ofensiva), el patriarca Teodoreto decía que “los hechos de la <strong>historia</strong> nosdemuestran que la guerra nos favorece más que la paz”. 89Incluso un <strong>historia</strong>dor tan importante y tan crítico para con la Iglesia como JohannesHaller se entusiasma (en 1935, dicho sea de paso) con “las hazañas <strong>del</strong> gran rey Carlos”y afirma sin rodeos que “la sumisión de los sajones era para el imperio franco unanecesidad, a los efectos de la seguridad nacional, y que sólo podía llevarse a cabo pormedio de la violencia sin contemplaciones, es decir que la razón no estaba <strong>del</strong> todo conlos sajones. Además no hay que olvidar que se trataba de incorporar un puebloprimitivo a un Estado ordenado, es decir, de extender el imperio de la civilizaciónhumana [.. .]”. 90Debemos entender, pues, que allí donde la <strong>historia</strong> se produce “por medio de laviolencia sin contemplaciones”, se está extendiendo “el imperio de la civilizaciónhumana”. Evidente, y así hemos continuado desde entonces en todas partes, en Europa,en América, sobre todo bajo la enseña <strong>del</strong> <strong>cristianismo</strong>: explotación interminable ydescarada, y una guerra tras otra, pero..., no exageremos, hasta que por fin llegamos a laposibilidad de que desaparezca Europa o la humanidad entera, cuando el jesuítaHirschmann reclama “el valor necesario para arrostrar el sacrificio <strong>del</strong> rearme nuclear,dada la situación actual, incluso ante la perspectiva de la destrucción de millones devidas humanas”, y Gundiach, también jesuíta, se plantea incluso la destrucción <strong>del</strong>mundo, “ya que, por una parte, poseemos la seguridad de que el mundo no será eterno,y por otra parte nosotros no somos responsables de su fin”, contando desde luego con laaprobación <strong>del</strong> papa Pío XII, que consideraba lícita incluso la guerra atómicabacteriológica-química contra “los <strong>del</strong>incuentes sin conciencia”. Todo esto bajo el signode la “extensión <strong>del</strong> imperio de la civilización humana”. Confesemos, pues, que no setrataba de pacificar naciones primitivas en defensa de un Estado ordenado, sino de lalucha despiadada <strong>del</strong> más fuerte contra el más débil, <strong>del</strong> más corrompido contra el (talvez) menos corrupto. La ley de la selva, en una palabra, que es la que viene dominandoen la <strong>historia</strong> de la humanidad hasta la fecha, siempre que un Estado se lo propuso (uotro se negó a someterse), y no sólo en el mundo cristiano, naturalmente. 91Porque, como es lógico, no vamos a decir aquí que el <strong>cristianismo</strong> sea el único culpablede todas esas miserias. Es posible que algún día, desaparecido el <strong>cristianismo</strong>, el mundosiga siendo igualmente miserable. Eso no lo sabemos; lo que sí sabemos es que, con él,89 Theodor, h.e. 5,41. Lewy 218 s. Cf. archivo diocesano de Aquisgrán 30076. Winter, DieSowjetunion 222. Volk, Die Kirche 540. Faulhaber en su sermón de Cuaresma <strong>del</strong> 16 de febrero de1930, cit. en Lóhde 51. Más comentarios sobre Faulhaber en Deschner, Mit Gott 164ss y passim.90 Haller, Entstehung320.91 Cit. en Miller, Informationsdienst zur Zeitgeschichte 1/62 haciendo referencia a StDZ 7/58.Gundiach 13. Purdy 157 s. Con más extensión en Deschner, Heilsgeschichte II 417 ss.Historia Criminal <strong>del</strong> Cristianismo Vol I 51

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