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1.karlheinz_deschner- historia criminal del cristianismo

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“no tardó en dilatarse más allá de la frontera oriental de Alemania”, terminología quetiende a evocar un fenómeno de la naturaleza o de la biología, el crecimiento de unaplanta o el desarrollo de un niño... Algunos especialistas usan expresiones incluso másinocuas, pacíficas, hipócritas y como Camill Wampach, catedrático de nuestraUniversidad de Bonn; “El país invitaba a la inmigración, y la región limítrofe deFranconia daba habitantes a las tierras recién liberadas.” 87Sin embargo podríamos describir con más lucidez lo que ocurrió en realidad, y nisiquiera sería necesario que padeciese por ello la “grandeza”: “El emperador Carlos fuegrande como conquistador. Ahora se le planteaba la misión aún más grande de crear unnuevo orden allí donde, hasta entonces, sólo se había presentado como destructor”. Asíes: primero se destruye, después se edifica un “nuevo orden”. Y partiendo de ese“nuevo orden”, salimos otra vez de nuestras fronteras, o bien para seguir “renovando elorden”, lo que desde luego nos obliga a seguir presentándonos como destructores, o sieso no fuese posible, para continuar con las escaramuzas fronterizas; lo que importa entodo caso, es seguir creciendo. 88Acabo de citar una antigua Historia <strong>del</strong> obispado de Hildesheim (1899), cuyo autor es unclérigo no <strong>del</strong> todo desconocido, el canónigo Adolf Bertram, caracterizado por “elrealismo de los oriundos de la Baja Sajonia” (Volk, S.J.). Tan grande fue su realismo que,no conforme con celebrar la grandeza de Carlomagno, y en su dignidad ulterior decardenal y presidente de la Conferencia Episcopal de Alemania, no desdeñó laoportunidad de saludar a un nuevo conquistador y creador de un nuevo orden en el sur,en el oeste y en el este que, si no ha sido elevado a los altares tampoco nos consta quefuese excomulgado: Adolf Hitler, cuya anexión de Austria fue aprovechada por elprimado Bertram “para expresar con el debido respeto mi felicitación y mi gratitud [...] acuyo fin he dispuesto un solemne redoble de campanas para el próximo domingo”. Yque todavía el 10 de abril de 1942 aseguraba “al excelentísimo Caudillo [Führer] yCanciller <strong>del</strong> Reich” que los obispos alemanes elevaban sus oraciones “por lacontinuación de vuestros éxitos victoriosos en la guerra [...]”.Y es que los príncipes de la Iglesia, realistas o no, estuvieron siempre que pudieron allado de los grandes aventureros de la <strong>historia</strong>, como más a<strong>del</strong>ante iremos viendo, en lamedida en que a éstos (al principio) suele sonreírles el éxito. Nada impresiona tanto a lospríncipes de la Iglesia como el éxito (aunque luego, a toro pasado, suelen apuntarse a laresistencia). Así, un partidario tan frenético de la primera y segunda guerras mundialescomo el cardenal arzobispo de Munich Freising, el “resistente” Faulhaber, pudo afirmarque “cuando el mundo sangra por mil heridas y las lenguas de los pueblos se confunden87 Kämpf, Das Reich im Mittelalter 29. Fleckenstein, Das grossfránkische Reich 270. El mismo,Grundiagen 156. Wampach 247. Wampach fue también director <strong>del</strong> archivo oficial deLuxemburgo; su texto hace referencia a las luchas entre Radbod y Pepino.88 Bertram, l9s.Historia Criminal <strong>del</strong> Cristianismo Vol I 50

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