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1.karlheinz_deschner- historia criminal del cristianismo

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que es lo mismo, la fuerza como fuente de la legitimidad. En ello ha coincidido lainmensa mayoría de los <strong>historia</strong>dores profesionales, a los que realmente deberíamosllamar <strong>historia</strong>dores <strong>del</strong> Estado y que, en gran parte, no son sino funcionarios estatalesque adoran a esos “grandes” hombres igualmente dotados para el mal como para elbien, a tal punto que el <strong>historia</strong>dor Treitschke, hijo de un general de Sajonia, llegó acensurar la lucidez moralizante que “sólo concibe la grandeza como lo opuesto aldesafuero”. 83Ni siquiera una cabeza tan clara como la de Hegel consiguió ver la cuestión de otromodo; pero esto no debe sorprendernos, tratándose de un intelecto que por su parte secreía en posesión de la verdad absoluta (en contradicción con el sistema desarrolladopor él mismo), que se tenía por un fiel “cristiano luterano” y que en su Filosofía de la<strong>historia</strong> identificó a ésta con la revelación divina; que, por otra parte y como máximopanegirista de la autoridad estatal en su versión más intolerante, rechazó todo lomarginal, todo lo diferente, como en el caso de “la demencia de la nación judía”, enalgunos pasajes llamada “incompatible [...] con las demás naciones”, y que reserva todosu odio para los débiles y contestatarios, a los que llama “miembros gangrenados”,“seres próximos a la descomposición”, al tiempo que desaprueba las políticas “de pañoscalientes” y las “medidas suaves”, como apologista que fue de la violencia, de “procedercon la máxima intransigencia”, que recomendaba que el Estado debía justificarse a símismo “por medio de la violencia” a fin de obtener “la sumisión <strong>del</strong> hombre a laautoridad”. En cuanto a “esa chusma <strong>del</strong> pueblo alemán”, sería preciso reuniría en unamasa “mediante la violencia de un conquistador”, para obligarla a “comportarse comocorresponde a Alemania”. “Así, todos los grandes Estados se crearon por la violenciasuperior de los grandes hombres”; en coherencia con ello, para Hegel la paz, y nohablemos de la idea kantiana de la paz permanente, es una pesadilla, ya que, a largoplazo, significaría “el apoltronamiento de la humanidad” e incluso “la muerte”. Encambio, la guerra tiene la “significación superior” de servir para “preservar la saludmoral de los pueblos, lo mismo que el movimiento de los vientos impide que seestanquen las aguas <strong>del</strong> mar”. En cuanto al “estamento militar”, Hegel dice sin rodeosque “le incumbe el deber [...] de sacrificarse”. Ahora bien, el sacrificio (a veceseufemísticamente llamado “abnegación”) “en pro de la individualidad <strong>del</strong> Estado” estambién deber general. La obediencia es el principio de toda sabiduría, como dijo ya sanAgustín..., y en efecto, ese principio conduce muchas veces a la muerte “heroica”. “Elverdadero valor de los pueblos cultos [!] es la disposición para sacrificarse al servicio <strong>del</strong>Estado”, y ya que los Estados se reconocen los unos a los otros incluso durante lasguerras, y que “incluso en la guerra misma la guerra se determina como una situaciónpasajera”, Hegel concluye que “la guerra moderna es más humana, ya que no seenfrentan personas alzadas en odio contra personas”, típica idea cristiana por cierto, casicomo de cura de regimiento; si Hegel hubiese conocido la posibilidad de una guerraatómica-bacteriológica-química, sin duda habría visto bellamente confirmadas sus83 V. Treitschke, Aufsátze 57. Cf. también Kindermann/Dietrich 123.Historia Criminal <strong>del</strong> Cristianismo Vol I 47

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