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1.karlheinz_deschner- historia criminal del cristianismo

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Por cuanto la <strong>historia</strong> es pasado, nunca nos vemos inmediatamente confrontados conun acontecimiento histórico, con el hecho desnudo como tal, con “lo que propiamentefue”, según Ranke; lo que desde luego parece más modesto que el propósito originario.El <strong>historia</strong>dor conservador, que comparaba su oficio con el <strong>del</strong> sacerdote (¡vaya porDios!) y se extendía él mismo certificados de imparcialidad y máxima objetividad,aseguraba querer “borrar su subjetividad” y “hablar sólo de cosas tales, que dejen verlas fuerzas poderosas”, atribuyendo a la <strong>historia</strong> “verdadera” la misión, más allá de lospros y los contras partidistas, de “ver, de iluminar [...] para luego dar cuenta de lovisto”. 48Esta fe inconmovible <strong>del</strong> objetivismo, llamada “ocularismo” por el conde Paúl YorkWartenburg y satirizada como proposición de una “objetividad <strong>del</strong> eunuco” porDroysen (“sólo los inconscientes pueden ser objetivos”), es ilusoria. Porque no existeverdad objetiva en historiografía, ni la <strong>historia</strong> tal como ocurrió; “sólo puede haberinterpretaciones históricas, y de ésas ninguna es definitiva” (Popper). Pensemos que el<strong>historia</strong>dor sólo tiene en sus manos descripciones de los “sucesos” o de los “hechos”, yeso desde las “fuentes” mismas, es decir, los soportes primarios de la información, lasepigrafías, los documentos. 49Pero esas descripciones, a su vez, son obra de unos autores que utilizaban para sutrabajo recursos retóricos y narrativos, pues en todas las épocas se ha suscitado y sesigue suscitando la necesidad de explicar los hechos en un orden determinado, y eso esun acto no tanto científico como literario. Los autores de las descripciones, de buena o demala fe, omiten tal cosa, callan tal otra; a ellos, naturalmente, también les mueven unosintereses, una mayor o menor parcialidad, a partir de la cual los comprobantesoriginales, digamos que correctos (teniendo en cuenta que toda traducción es, en mayoro menor medida, interpretación) han sido coloreados de una manera determinada,situados en un cierto contexto; de manera más o menos consciente, la visión <strong>del</strong> mundoque tengan esos autores habrá servido de hilo conductor a su interpretación. Alproblema de los textos se suma con frecuencia el de la tradición, o el fenómeno, no tanraro como se cree, de las falsificaciones y las interpolaciones. Y tampoco los<strong>historia</strong>dores modernos se apartan un ápice de esa línea cuando manejan losdocumentos y seleccionan éste, omiten el otro, subrayan, explican, dilucidan, fieles a supropia Weltanschauung.La existencia de los corifeos no contribuye a reforzar nuestra fe en la objetividad de suDer Streit 33 ss, especialm. 36 ss. Bobinska 16 ss, 28 ss. Ludz/Rónsch 71 ss.48 Ranke, Werke vol. 33/34 p. VII; vol. 15 p. 101; vol. 43/44 p. XVI. El mismo, Das Briefwerk 518;cf. al respecto Vierhaus 63 ss.49 Schieder, Unterschiede 379s. Popper 332. Cf. al respecto H. Rutte, Karl Popper und dieGeschichte 111 ss.Historia Criminal <strong>del</strong> Cristianismo Vol I 32

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