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1.karlheinz_deschner- historia criminal del cristianismo

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ien significativo que el cardenal Faulhaber, de Munich, recomendase expresamente eseartículo 5 <strong>del</strong> Concordato italiano a la atención de Adolf Hitler, como hizo el 24 de abrilde 1933, es decir, sin pérdida de tiempo. Pero los lacayos de la Iglesia no dimiten; alcontrario, cuanto mayor sea su inteligencia y más profundo su conocimiento de la<strong>historia</strong>, más prefieren seguir fingiendo; no tanto para engañarse a sí mismos, sino paraseguir cultivando el engaño de los demás. Por ejemplo, acusando de parcialidad a losadversarios de su confesión y fingiendo creer que, en cambio, los católicos se encuentrana salvo de tal defecto; como si existiese, de dos mil años acá, otra parcialidad máspérfida que la católica. Precisamente por eso, ellos se certifican siempre a sí mismos elmás invariable respeto a la verdad científica y a la objetividad. 42Mientras tanto, la consideración de la <strong>historia</strong> como ciencia, como saber objetivante, yla posibilidad de la objetividad en el terreno científico (que es un problema de “teoría <strong>del</strong>a <strong>historia</strong>”) está siendo puesta en duda o negada tajantemente por los mismos<strong>historia</strong>dores, y digo más, por los “especialistas”. En nuestra sociedad, el que no figuraen la nómina de la industria científico-histórica establecida, en el muy ilustre gremio <strong>del</strong>a interpretación universitariamente homologada, siempre en cabeza de lasinvestigaciones, lo que equivale a decir siempre atento a la próxima vuelta de la tortilla<strong>del</strong> poder, simplemente no existe. Al menos de momento..., porque a veces se cambianlas tornas. He leído a demasiados <strong>historia</strong>dores como para respetarlos mucho; por elmismo motivo, a algunos, pocos, los respeto tanto más. En la mayoría de los casos, sinembargo, la lectura de libros de <strong>historia</strong> puede ser tan útil como la lectura <strong>del</strong> vuelo <strong>del</strong>os pájaros que hacían los antiguos augures. No en vano un hombre tan notable en suespecialidad como el francés Fernand Brau<strong>del</strong> nos previene contra “l’art pour l’art” enlos dominios de la <strong>historia</strong>. Y según William O. Ay<strong>del</strong>otte, un experto inglés, el criterio<strong>del</strong> consenso en el seno <strong>del</strong> grupo erudito “con frecuencia conduce a un dominioinsuficiente <strong>del</strong> oficio”, ya que el <strong>historia</strong>dor podría caer bajo el dominio de “influenciasexternas” y tal vez acabaría por decir “no lo que refleja sus verdaderas convicciones uopiniones, sino lo que cree que puede agradar a su público”. 43Cuan revelador el hecho de que cada generación de <strong>historia</strong>dores se dedique areescribir la misma <strong>historia</strong>, a revisar esa antigua periodificación y esos personajestradicionales, exactamente como hizo la generación anterior de sabios con las obras desus predecesores, ¿y sin duda para verse a su vez puesta en tela de juicio por lasiguiente? Porque, ¿se sigue discutiendo de un asunto cuando éste ha quedado bienresuelto? Parafrasear un relato, ¿aporta algo nuevo al mismo? ¿Es eso investigación,progreso y profundización <strong>del</strong> saber? En <strong>historia</strong>dores <strong>del</strong> pasado encuentro a menudocosas mejores, y a veces mucho mejores, que en los modernos.42 Tondi, 216.; H.Maier 281s.43a Brau<strong>del</strong>, p. 182, Ay<strong>del</strong>otte, Das Problem 224. Beard 74 ss. Schaff, Geschichte und Wahrheit 87ss.Historia Criminal <strong>del</strong> Cristianismo Vol I 29

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