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1.karlheinz_deschner- historia criminal del cristianismo

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Si para los cristianos el ejemplo <strong>del</strong> emperador era ya casi una orden, lo mismo lessucedió a muchos paganos deseosos de evitar conflictos. De ahí que Eusebio nos cuenteque los habitantes de la provincia fenicia “entregaron a las llamas numerosas imágenesde ídolos acogiéndose así a la ley salvadora. Y lo mismo en otras muchas provincias,prefiriendo el camino de la salvación, renunciaron a todas aquellas naderías. [...] Lostemplos y los santuarios, antes tan orgullosos, fueron destruidos sin que nadie loordenase, construyéndose en su lugar iglesias y cayendo en el olvido el viejodesvarío”. 528Un desvarío a cambio de otro.Considerados en conjunto, los primeros siglos de la Ecclesia triumphans bajo el primeremperador cristiano justifican la opinión <strong>del</strong> filósofo francés Helvecio (1715-1771),cuando dice que “el catolicismo propugnó siempre el latrocinio, el expolio, la violenciay el homicidio”, y aún más es este otro juicio <strong>del</strong> mismo pensador sobre aquella épocatan adornada por los cronistas de la posteridad: “¡Qué le importan a la Iglesia lasacciones tiránicas de los reyes ensoberbecidos, con tal de participar en el poder deellos!”. Como había subrayado ya otro santo, Policarpo, “el anciano príncipe de Asia”(Eusebio), a quien es costumbre invocar contra dolores de oídos, a los cristianos se lesenseña que “deben acatar a los príncipes y jefes que han recibido su autoridad de Dios,siempre y cuando ello no nos perjudique”. 529En el año 337, Constantino se propuso lanzar una cruzada contra el rey de los persas y“bárbaro de Oriente” Sapur II; como de costumbre, según escribe el <strong>historia</strong>dor OttoSeeck, no lo hizo por su propia voluntad, “sino obedeciendo una vez más al designiodivino que le había elegido como instrumento para restaurar el imperio de Alejandro yllevar el mensaje <strong>del</strong> <strong>cristianismo</strong> hasta el último rincón <strong>del</strong> orbe”. Aunque el persaenvió embajadores en 337 para ofrecer la paz, no fueron escuchados por el emperador(como el mismo Seeck admite en la página siguiente). Así pues, el “héroe jamásderrotado” quería la guerra, la cruzada, asistida como era de rigor por “el necesarioservicio religioso”, según cuenta Eusebio, que relata asimismo cómo los obispos leaseguraron al emperador “que tomarían parte de muy buen grado en la expedición, sinretroceder jamás ante el enemigo y colaborando a la victoria con sus más fervorosasoraciones”. 530Sin embargo, en la Pascua <strong>del</strong> mismo año, el soberano cayó enfermo. Primero buscóremedio en los baños calientes de Constantinopla, y luego en las reliquias de Luciano,patrono protector <strong>del</strong> arrianismo y discípulo que fue <strong>del</strong> propio Arrio. Por último recibió528 Euseb. V.C. 4,37 ss.529 Policarpo cit. s/Grant, Das Rómische Reich 276. C.A. Helvétius, De l’homme, 1774, II 147, 338,cit. s/V. Mack, Claude Adrien Helvétius 1119 s. LThK led. VIII 360.530 Euseb. V.C. 4,55. Seeck, Untergang IV 25 s. Klein, Constantius II 187 ss, 195 ss.Historia Criminal <strong>del</strong> Cristianismo Vol I 224

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