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1.karlheinz_deschner- historia criminal del cristianismo

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famosos trípodes de la pitonisa <strong>del</strong> santuario de Apolo en Delfos. El <strong>historia</strong>dorKornemann constata “un latrocinio de obras de arte como jamás se había visto en todaGrecia”. Incluso san Jerónimo criticó que la ciudad de Constantinopla se hubieseconstruido con el botín de casi todas las demás ciudades. “En un abrir y cerrar de ojosdesaparecerían templos enteros”, se regocija Eusebio. El Olimpo entero quedó reunidoen la “nueva Roma”, en donde el emperador, aun sin atreverse a derruir los templos,hizo quitar de ellos todas las estatuas. Los dioses más venerados quedaron instalados encasas de baño, basílicas y plazas públicas; así ocurrió con la Hera de Samos, la AtenaLindia, la Afrodita de Cnido. Como era lógico, la nueva capital a orillas <strong>del</strong> Bósforo(caracterizada también por siete colinas y asimilada en todo por su fundador a la ciudad<strong>del</strong> Tíber, con sus catorce regiones, su senado, etcétera.) no tuvo ritos paganos, ni culto aVesta, ni templo capitolino; lo que hizo Constantino fue conferirle “un rostroinequívocamente cristiano” y “el carácter de una contra-Roma cristiana” (Vogt), quedebía servir como pública demostración de la victoria sobre el paganismo. A una estatuade Rea con dos leones, por ejemplo, le modificaron la postura de los brazos para quepareciese una orante. A una Tyché le marcaron la frente con una cruz. El Apolo deifico,que había sido el monumento más venerable <strong>del</strong> mundo helénico, fue reconvertido enun Constantino el Grande (como escribió Nietzsche; “Constantino ha sido el veneradodestructor <strong>del</strong> oráculo”) mediante la adición de un orbe de oro coronado por una cruz enla mano, y una placa cuya epigrafía confirmaba la nueva advocación. En cambio, elcenturión Balmasa, un ladronzuelo (los crímenes pequeños son los únicos que se pagansiempre) que había echado mano de una figura de Atenea Pallas, fue ajusticiado,mientras los metales nobles robados por el emperador pasaban a engrosar las finanzasde la Iglesia y <strong>del</strong> Estado, ya que en el año 333 se hizo perentoria la necesidad de ponerde nuevo en funcionamiento las cecas. “Riquezas inmensas desaparecieron amonedadaso fueron a rellenar las arcas vacías de la Iglesia”, nos recuerda Voelkl. 526La consabida profanación de los dioses también fue iniciada por Constantino, sihemos de prestar crédito al testimonio <strong>del</strong> obispo Eusebio. Ante todo, el emperador hizo“exponer públicamente en todas las plazas de la capital las imágenes durante tan largaseras veneradas por el engaño, de tal modo que ofreciesen un espectáculo aborrecible atodos cuantos las viesen [...] y que todos comprendieran que el emperador hacía detodos aquellos ídolos juguetes de la plebe y objeto de mofa”. Lo mismo que se hizo enRoma por orden <strong>del</strong> soberano, aunque no pocos eruditos lo valoran como una medidade protección y embellecimiento. En las provincias, los emisarios <strong>del</strong> emperador“sacaron a la luz incluso las imágenes que habían permanecido escondidas y recubiertasde polvo, quitándoles a los dioses todos sus adornos, para que todos pudieran ver lafealdad que ocultaban las figuras pintadas. [...] Los dioses de los antiguos mitos sevieron así arrastrados con sogas de cáñamo”. 527526 Euseb. V.C. 3,48; 2,53 ss. Socrat. h.e. 1,16. Soz. h.e. Zos. hist. 23,31,1. Joh. Malal. Chron. 13.Hieron. Chronikon (PL27, 677). W. Deichmann, Christíanisierung II RAC II 1230. Vogt,Constantinus RAC III 349 ss. Schuitze, Geschichte I, 50, 65, II 283 s, 288. Ehrhard, Urkirche 320.Voelkl, Der Kaiser 191, 207. Kornemann, Rómische Geschichte 384. Nietzsche cit. s/Honn 154.Doerries, Selbstzeugnis 86 s. Antón, Selbstverstándnis 41. Tinnefeid 225. Handbuch derKirchengeschichte II/l, 10. Grant, Das Rómische Reich 292.527 Euseb. V.C. 3,54. Funke, Gótterbiid 816.Historia Criminal <strong>del</strong> Cristianismo Vol I 223

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