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1.karlheinz_deschner- historia criminal del cristianismo

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de censurar estas “reprobables discordias entre hermanos”, estas “interminables yenconadas luchas de partidos”, advierte al obispo siciliano que “precisamente los quemás deber tienen de entenderse fraternalmente viven en un estado abominable dediscordia...”. 510¿Qué había sucedido?En el año 311, habiendo fallecido el obispo Mensurio, fue nombrado sucesor, a lo queparece incorrectamente, el archidiácono Ceciliano, de quien desconfiaban desde hacíamucho tiempo los partidarios más fanáticos <strong>del</strong> culto a los mártires, por cuanto seafirmaba que uno de los que oficiaron en su consagración, el obispo Félix de Abthungi,había sido traidor durante la persecución y había revelado escritos sagrados. Enconsecuencia, la consagración carecía de validez no sólo en Cartago, sino también entodas las comunidades africanas. También se decía que Ceciliano había saboteado elaprovisionamiento de víveres para los mártires sitiados de Abitina. Setenta dignatarioseclesiásticos tunecinos protestaron, promulgaron la deposición de Ceciliano ynombraron en su lugar al lector Mayorino. Todo ello se hizo mediante ciertos sobornos,dicho sea de paso, ya que la rica cartaginesa Lucila, de quien era doméstico Mayorino,pagó de su bolsillo 400 folies, es decir, unos 40,000 marcos oro. La adinerada devotahabía sido objeto de las censuras de Ceciliano porque antes de comulgar besabaostentosamente un hueso que, según ella, era una sagrada reliquia, pero no había sidoreconocido como tal.Mayorino murió en el año 315, pero el cisma prosiguió bajo Donato el Grande,dignatario enérgico y bien dotado para el mando, que contaba con el apoyo de la granmayoría de los cristianos de África, pero muchos de cuyos seguidores, según seafirmaba, habían apostatado también. Fueron los llamados pars Donati o donatistas, queapenas veinte años después convocaron en Cartago el primer concilio donatista <strong>del</strong> quetenemos noticia, y que reunió a 200 obispos. No era cuestión de diferencias doctrinales,puesto que “llevan la misma vida eclesiástica que nosotros, las mismas lecturas, lamisma fe, iguales sacramentos e idénticos [ ]—como escribió Optato de Mileve, elprimero que los combatió – y no solo la guadaña de la envidia los ha separado de lasraíces de nuestra madrela Iglesia”. Sin embargo, los donatistas rechazaban la asociacióncon el Estado, la alianza constantiniana entre el trono y el altar. Juzgaban que ellos eranla verdadera Ecclesia sanctorum y que la Iglesia Romana era la civitas diaboli; apelaban alas creencias <strong>del</strong> cristianitivo al exigir mayor austeridad para el clero. Pretendían quemantenerse moralmente cualificado, es decir, libre de pecado [ ] la validez de lossacramentos dependía de la pureza <strong>del</strong> ofi [ ] de acuerdo, en esto, con una tradición de laIglesia africana, pro [ ] itre otros por san Cipriano). Por último, pero no menosimportante, los donatistas no querían reconocer como cristianos a los que habíanabjurado durante la persecución y habían entregado a los perseguidores las Biblias uotros escritos “sagrados”, entre otras abominaciones peores, como por ejemplo rendirculto a los ídolos paganos de lo que se acusó al diácono Ceciliano y con toda seguridadal obispo romano Marcelino (296-304). Por todo ello, los oportunistas eran considerados510 Euseb. h.e. 10,5,21 ss. Vogt, Constantinus RAC III 332.Historia Criminal <strong>del</strong> Cristianismo Vol I 216

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