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1.karlheinz_deschner- historia criminal del cristianismo

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como el mismo Yahvé el hedor de los sacrificios paganos, “ese error vergonzoso que haarruinado a tantas naciones”; “Huyo de la sangre inmunda, de todos los hedoresrepugnantes y malignos”; 474 en cambio, el hedor de la sangre en los campos de batallaera tan agradable para el soberano como para el mismísimo Señor de los Ejércitos... Elmonarca que una vez dijo que “como hombre de Dios, en el fondo nada me es extraño ytodo lo sé”, manifestación de soberbia que nunca se le ocurrió a ninguno de los césarespaganos, desde luego sabía lo que quería: consolidar el imperio por medio de la unidadreligiosa. Lo mismo había pretendido su predecesor Diocleciano, sólo que éste favorecióal partido idólatra. Constantino buscó la ayuda de los cristianos para llevar a cabo su“revolución”. Por un lado, en sus cartas a los obispos, los sínodos y las comunidadesreclama, incansable, la unidad, la concordia, “la paz y la armonía de los espíritus” yasegura que su principal objetivo es “la felicidad de los pueblos de la Iglesia católica bajouna misma fe, el amor puro y la religiosidad auténtica”, y “que la Iglesia detodos sea una”. Por el otro lado, el déspota mimaba las relaciones con el ejército y fuesiempre, y antes que nada, caudillo militar. Emprendió una reorganización decisiva <strong>del</strong>ejército, desglosando los efectivos de la infantería y la caballería; formó milicias para ladefensa de las fronteras, reclutadas sobre todo entre los veteranos; creó divisionesmóviles, entre las que figuraron también los palatini o guardia de palacio, y fue uno <strong>del</strong>os principales promotores <strong>del</strong> reclutamiento de mercenarios germanos. 475En verdad aquel hombre supo lo que quería: una fe potente y un ejército potente. Lamejor manera de servir al Estado, sentenció, es cumplir con Dios en todos los aspectos.Él fue quien introdujo los servicios religiosos en el ejército. “En primer lugar, fue mipropósito la unidad en el sentir de todas las naciones en lo tocante a la divinidad; losegundo, sanar el mundo, que padecía entonces de una grave enfermedad, y restituirlela salud. Mis esfuerzos en tal sentido, por un lado, se desarrollaron en el secreto de micorazón; por el otro, he tratado de alcanzar estos objetivos por medio de mi poderíomilitar.” La vieja política de fuerza, pues, con la novedad de no invocar ya a los diosespaganos, sino al que murió en la cruz. “Portando siempre Tu sello —dice en un edictoimperial—, he acaudillado un ejército victorioso; y dondequiera que lo reclame lanecesidad <strong>del</strong> Estado, atenderé a los signos visibles de Tu voluntad y tomaré las armascontra los enemigos.” 476Y también los obispos sabían lo que querían, sólo que ello tenía poco que ver con losmandamientos de Jesucristo su Señor y mucho con las órdenes de su señor Constantino,sin descuidar por eso las intenciones propias. ¡El trono y el altar! El clero, o por lo menosel alto clero, figuraba entre los dignatarios <strong>del</strong> imperio, acumulaba dineros, propiedades,honores, y todo ello gracias a un príncipe cristiano, a sus batallas y sus victorias. ¿No erapreciso mostrarse obedientes y complacientes en tal situación? Lo mismo que éldistinguía al episcopado, éste favoreció a los funcionarios imperiales en el seno de laIglesia. En virtud <strong>del</strong> canon 7 <strong>del</strong> Sínodo de Arles se les concedió que, caso de haber474 Euseb. V.C. 4,10. Kühner, Gezeiten 87ss.475 Euseb. V.C. 2,67; 3,17 ss. Doerries, Konstantin 79 s, 101. Hemegger 153ss, 164 ss, 68. Tinnefeid257 s. Szilágyi 376. Schneemelcher, Aufsatze 316 s. Straub, Regeneratio 70ss, 87 s.476 Euseb. V.C. 2,55; 2,65; Euweb. h.e. 10,7,2. Cf. al respecto Hemegger 159ss. Doerries, Konstantin80. Tinnefeid 257 s.Historia Criminal <strong>del</strong> Cristianismo Vol I 203

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