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1.karlheinz_deschner- historia criminal del cristianismo

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En las últimas ediciones de su Historia de la Iglesia, Eusebio tachó párrafos enteros.Licinio, antes “parangón de la virtud y de la piedad”, pasó a ser, en la trascripción deBarney, “un monstruo depravado”, un “infame”, un “impío”, “hombre que ofende aDios”, “que ignora las leyes”, que “odia a toda la humanidad”, que “mereció la cegueray la locura por su maldad congénita”. Sobre sus seguidores recayó la amenaza deexcomunión promulgada por el Concilio de Nícea. 427La brutalidad de Licinio quedó bien patente con el exterminio de las familiasimperiales; en ese momento todavía era la niña de los ojos de los <strong>historia</strong>doreseclesiásticos. Entre sus víctimas hubo también filósofos inocentes, o mejor dicho, fue ungran enemigo de la gente de letras en general y de los jurisconsultos en particular, “esapeste venenosa <strong>del</strong> Estado”, como solía decir. Por otra parte, y pese a hallarse el<strong>cristianismo</strong> mucho más difundido en la parte oriental, Licinio nunca fue tanbenevolente con los cristianos como Constantino; por ejemplo, nunca pensó en <strong>del</strong>egarcompetencias estatales a la Iglesia, ni permitió intromisiones en asuntos deadministración pública o política económica. Redujo gastos cortesanos y gravófuertemente las grandes propiedades. Además, intentó ayudar al campesinado, clasesocial muy perjudicada por aquel entonces y de la que él mismo procedía. 428En cambio, el emperador cristianísimo y su Iglesia, cada vez más enriquecida, no sóloadoptaron políticas muy diferentes, sino que además clasificaron a la humanidad enteraen buenos y malos, patrón que nos resulta familiar desde el Antiguo y el NuevoTestamento, así como en otras culturas no cristianas, y perfectamente adaptado a laideología religiosa de Constantino. Este sistema tan útil, sobre todo para combatir a loscolectivos insumisos, no ha sido abandonado jamás por la Iglesia, y vemos que parecidaestrategia demagógica ha seguido funcionando en boca de nuestros caudillos durantenuestro mismo siglo, a raíz de la división entre Oriente y Occidente. A la Iglesia y a lacristiandad nunca les han faltado demonios que combatir, y así les pasó a muchosemperadores de la era anterior a Constantino, lo mismo que a Majencio, MaximinoDaia y finalmente a Licinio. El protector <strong>del</strong> propio bando, en cambio, es “el príncipeprudente amado de Dios”, el “emperador bondadosísimo” que da muestras declemencia incluso para con los mismos diablos, a imagen y semejanza <strong>del</strong> que accedió atener por cuñado a uno de ellos, “admitiéndole en la nobleza de cuna imperial”. 429Así resalta más la ingratitud de los pérfidos, la maldad de los “tiranos impíos”. Todoen vano, naturalmente, estando Constantino como estaba “en amistad con el Señor, su427 Euseb. h.e. 9,9,1; 9,9,12; 10,2,2; 10,4,60; 10,8,5; 10,8,8 ss. Lact. div. inst. 7,27,5. Vogt,Constantinus RAC III 308 s, 337. Moreau, Eusebius von Caesarea RAC VI 1061ss, especialm. 1073s. Harnack, Militia Christi 91. Cadoux 260. Pero cf. también Grégoire, La “conversión” deConstantin en Revue de rUniversité de Bruxelles 1930/1931 231ss donde todavía figura Liciniocomo “champion du christianisme”. Cf. al respecto Aland, Entwürfe 32, 204. Hornus 42,68.Bames, Lactantius and Constantine 29. Grant, Das Rómische Reich 86.428 Vict. Caes. 41,3. Vict. epit. 41,9 s. Anón. Vals. 22. Stein, Vom rómischen 146.Hónn ll9.429 Euseb. h.e. 10,4,61; 10,8,1ss. Hernegger 163. Ziegler, Gegenkaiser 9 ss, 26 ss.Historia Criminal <strong>del</strong> Cristianismo Vol I 184

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