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1.karlheinz_deschner- historia criminal del cristianismo

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Maximino no era <strong>del</strong> todo ajeno a ciertos pensamientos religiosos, como cuandoescribe en respuesta a las instancias de las ciudades: “Prosperen las ciudades de la granllanura y que ellos [los paganos] vean ondear a impulsos de la brisa serena los camposde trigo y los pastizales que la lluvia benéfica habrá sembrado de hierba y floréenlas; yque todos se alegren, ya que por nuestras devociones y sacrificios hemos ganado labenevolencia <strong>del</strong> poderoso Marte, que nos favorece con la paz y la seguridad de quetranquilamente disfrutamos”. 421La paz, sin embargo, no iba a durar mucho. De ello se ocupaban I Constantino yLicinio, despabilados a este efecto por el “Rey de reyes, Señor <strong>del</strong> Universo y Salvador,dos hombres amados por la divinidad contra los dos tiranos más impíos”. Una vezeliminado el primero de éstos, Majencio, en febrero de 313 Constantino renovó en Milánel pacto con Licinio, a quien casó con su hermana Constancia para refrendar el acuerdo.En una constitución, el llamado Edicto de Milán, ambos emperadores concedieronentidad jurídica al <strong>cristianismo</strong>, y con especial referencia a éste proclamaron la libertadde cultos en todo el imperio. Una vez derribado Maximino, la tolerancia se extendería ala parte oriental, pero ya equiparadas todas las religiones desde el punto de vistajurídico. Maximino, que construía templos en todas las ciudades o mandaba reconstruirlos antiguos, y que puso protección a los sacerdotes paganos más notables, adivinó sindificultad lo que se le venía encima. Durante el crudo invierno de 312 a 313, aprovechóuna ausencia de Licinio para invadir Siria; después de conquistar Bizancio y Heraclea, el30 de abril de 313 se enfrentó en el lugar llamado “Campus Serenus”, próximo aTzirallum, con un enemigo que ostentaba ya divisas cristianas en sus banderas.Según el padre Lactancio, ésa fue ya una verdadera guerra de religión, juicio con elque coincide Johannes Geffcken cuando la llama “la primera guerra de religiónverdadera que hubo en el mundo”. Licinio, al que se le había aparecido la víspera “unángel <strong>del</strong> Señor”, el día de la batalla hizo que los soldados se quitaran los cascos pararezar; sus carniceros “alzaron las manos al cielo”, invocaron tres veces el nombre deDios y luego, “con los corazones llenos de valor, se pusieron otra vez los cascos yalzaron los escudos”. Fue entonces que se produjo un milagro, cuando “aquellas escasasfuerzas hicieron una gran matanza”. ¡La religión <strong>del</strong> amor puesta a pintar batallitas!Maximino pudo escapar disfrazado de esclavo en dirección a Nicomedia y luegocontinuó con sus fieles hacia Cilicia, pasando los montes <strong>del</strong> Tauro. El mismo año murióen Tarso, suicidado o enfermo, mientras las tropas de Licinio avanzaban ya sobre laciudad por tierra y por mar.Sobre el mismo suceso, Eusebio cita dos relatos contradictorios pero no olvida pintartambién con regocijo el final de Maximino, “devorado por un fuego invisible que leenvió Dios”. Lactancio afirma incluso que Maximino se volvió loco y “durante cuatrodías arañó la tierra con las manos para comérsela. Más tarde, cuando los terriblesdolores le obligaron a golpearse la cabeza contra las paredes, se le saltaron los ojos de lasórbitas. Sólo entonces, ciego, vio a Dios que se aprestaba a juzgarle en compañía de unacorte celestial de diáconos revestidos de casullas blancas [...] y creyó en Jesucristo, a421 Euseb. h.e. 9,7,10 sHistoria Criminal <strong>del</strong> Cristianismo Vol I 180

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