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1.karlheinz_deschner- historia criminal del cristianismo

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sus penitencias y la severidad para consigo mismo, por su sincera piedad y su amorardiente a la Iglesia”. “Fue muy respetado entre los mejores de su época” (Schade). Sinembargo, un teólogo tan notable como Cari Schneider, reprocha “las peores necedades”al hombre que mereció la máxima mención de honor de la Catholica, el título de doctorde la Iglesia, y patrón de sus facultades de Teología, y le acusa de “difamaciones yfalsificaciones sin escrúpulos, afán de intriga y soberbia enfermiza, apasionamientoexcesivo y carácter traicionero”, “falsificación de documentos, plagio, exabruptos deodio, denuncias...”. 316 Algunas veces los doctores de finales <strong>del</strong> siglo IV lamentaronaquel estado de cosas, aquella “guerra interna”, en exclamaciones retóricas o en quejassinceras. “He oído a nuestros padres el comentario —escribe Juan Crisóstomo— de queantes, durante las persecuciones, sí había verdaderos cristianos.” Pero ¿cómo vamos aconvertir infieles ahora?, se pregunta: “¿Mediante milagros? Ya no existen. ¿Mediante elpropio ejemplo de nuestras acciones? Están totalmente pervertidas. ¿Con el amor? Deeso no se encuentra ni rastro”. Y manifiesta que todo está destruido y perdido.“Nosotros, que fuimos llamados por Dios para curar a otros, andamos necesitados dealguien que nos sane.” 317En el mismo sentido se manifestó el doctor de la Iglesia Gregorio Nacianceno, quiendimitió siempre de sus cargos eclesiásticos mediante el procedimiento de fugarse: “¡Quédesgracia! Nos abalanzamos los unos contra los otros y nos devoramos [...] y siemprebajo el pretexto de la fe, que sirve de tapadera con su nombre venerable a todas lasdisputas privadas. Nada tiene de extraño, pues, el odio que nos profesan los paganos. Ylo peor es que ni siquiera podemos afirmar que estén equivocados [...]. Eso es lo quehemos merecido con nuestras luchas fratricidas”. 318En 372, también Basilio, doctor de la Iglesia, desesperaba de poder expresar una queja“proporcionada a la desgracia”: “El temor a las gentes que no temen a Dios les franqueaa éstas el camino hacia las dignidades de la Iglesia; así es evidente que la máximaimpiedad va a premiarse con el máximo cargo, de manera que los más grandespecadores van a parecer idóneos para la dignidad episcopal [...] y los ambiciososdespilfarran el óbolo de los pobres en provecho propio y para regalos [...]. Bajo elpretexto de luchar por la religión se dedican a dirimir sus enemistades particulares. Yotros, para que no se les exijan las responsabilidades por sus <strong>del</strong>itos se dedican afomentar divisiones entre los pueblos, de manera que sus crímenes pasen másdesapercibidos en medio <strong>del</strong> desorden general”. 319316 Schade LThK 1 ed. V 13 ss. Altaner 347. Hümmeler 461 s. Schneider, Christiiche Antike295,304,371 y otras.317 Chrysost. Hom. in Act. apost. 24. In 1. ep ad Timoth. hom 10,3. Homilías sobre la epístola a losefesios 10,2 s. Cf. también para las notas siguientes: Hornos l79.318 Greg. Nacianc. or. 2,79 ss. Cf. P. Haeuser BKV vol. 59, p. IX ss. Deschner, Hahn473.319 Basil., carta a los obispos de Italia y de la Galia 2 s (BKV 1925,137 ss).Historia Criminal <strong>del</strong> Cristianismo Vol I 141

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