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1.karlheinz_deschner- historia criminal del cristianismo

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En 394 y siendo todavía un simple sacerdote, Agustín escribió por primera vez aJerónimo, que por entonces ya era loado universalmente como una de las luminarias <strong>del</strong>a Iglesia. Esta carta no la recibió nunca Jerónimo; la segunda, enviada en 387, no lellegaría hasta 402 y aun entonces bajo la forma de copia no firmada. Anomalías que sólopodían suscitar la desconfianza de Jerónimo. “¡Envíame firmada con tu nombre estaepístola, o deja de molestar a un anciano que no desea sino vivir tranquilo en su solitariacelda!” Más debieron molestarle las críticas introducidas por Agustín en sus epístolas,aunque corteses como cumplía a tan ilustre exégeta bíblico, pero penetrantes y nodesprovistas de una punta de malicia en ocasiones, y a veces “una flecha <strong>del</strong> peso deuna falárica” (que era una jabalina bastante pesada de aquellos tiempos). “Si censurascon acritud mis palabras, pero si me exiges que me corrija, que me retracte, y me arrojasmiradas torcidas [...]”, le escribe Jerónimo a Agustín, de santo a santo, de doctor a doctorde la Iglesia, afirmando que los suyos no pasan de “alfilerazos, o menos aún”. Pese a lasalabanzas con que se acompañaba la ingenua petición, no debió de fastidiarle menos queAgustín le pidiera la continuación de sus traducciones al latín de los comentaristasgriegos de la Biblia..., en especial de aquél a quien tanto solía citar en sus escritos (!), esdecir, Orígenes, que ya por aquel entonces figuraba como “hereje” en la lista negra <strong>del</strong>destinatario de la carta. 308El hombre de Belén comprendió que aquel africano que le remitía nuevas y másagudas críticas acerca de su traducción de la Biblia no era un simple Rufino, frente aquien pudiese presumir de (vir trilinguis hebraeus, graecus, latinus): “Yo, filósofo, retor,gramático, dialéctico, hebreo, griego, latino, yo trilingüe, tú bilingüe y tal, que cuando teoyen hablar los griegos te tienen por latino, y cuando te oyen los latinos te toman porgriego”. Contra el nuevo oponente no valían esas tretas, así que Jerónimo tuvo quedisimular más o menos su iracundia durante el intercambio de golpes bajos. Escribióque él había corrido lo suyo, que había tenido su hora y se había ganado el descanso;que ahora corriese Agustín a pasos tan largos como su ambición se lo permitiese. Y lerogaba al entonces obispo que no le molestase más, que no desafiase al anciano que notenía ganas de hablar, ni de presumir de sus conocimientos, ni le llamase “abogado de lamentira” o “heraldo de la mentira”. Ya se sabía, la “vanidad infantil” inspiraba a losjóvenes la costumbre de atacar a los famosos para hacerse famosos a su vez. “En elterreno de las Sagradas Escrituras, tú, el joven, no irrites al anciano, porque podríaverificarse en tí lo que dice el proverbio de que el buey cansado tiene la pisada másfuerte.” 309Además de negarse a criticar los escritos de Agustín que le enviaban, diciendo quetenía bastante quehacer con los suyos propios, Jerónimo siempre trató de calmar losardores combativos de su corresponsal. Le aconsejaba que si quería brillar con suciencia, “poner su luz en el can<strong>del</strong>ero”, en Roma no dejaría de encontrar jóveneseruditos de sobra, y que no rehuirían la disputa bíblica con un obispo. En cuanto alpropio Jerónimo, que no tenía rango alguno en la jerarquía, lo que quizá le ofendía más308 Hieron. ep. 105,3 s; 112,13. Grützmacher ibíd. 114 ss.309 Hieron. ep. 105,5; 112,4; 112,18. Grützmacher ibíd. 82,123 s.Historia Criminal <strong>del</strong> Cristianismo Vol I 137

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