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1.karlheinz_deschner- historia criminal del cristianismo

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maestros. 258Sin embargo, lo que más importaba a los líderes de la Iglesia era la ingratitud, ladesobediencia, la falta de contemplaciones; o como dice Clemente de Alejandría: “El quetenga un padre, o un hermano, o un hijo impío [...] no conviva ni ande de acuerdo con él,sino que se disolverá el vínculo carnal a causa de la discordia espiritual [...]. Que Cristosea en ti el vencedor”. O como Ambrosio, doctor de la Iglesia: “Los padres se oponen,pero es menester desoírlos [...]. Tú, doncella, debes superar la obediencia infantil. El quevence a la familia ha vencido al mundo”. Según Crisóstomo, doctor de la Iglesia, es lícitodesconocer a los padres si ellos quieren oponerse a que llevemos una vida ascética.Cirilo de Alejandría, doctor de la Iglesia, prohíbe el respeto a los padres, “cuando esinoportuno y peligroso”, es decir, “cuando por él peligra la fe”. También es preciso que“la ley <strong>del</strong> amor a los hijos y a los hermanos se incline y retroceda, [...] a fin de cuentas,para el creyente la muerte es preferible a la vida”.Jerónimo, doctor de la Iglesia, se dirigía a Heliodoro (el futuro obispo de Altinum,cerca de Aquilea), que regresaba de Oriente movido por el cariño a su familia y, sobretodo, a su sobrino Nepote, convenciéndoles de la necesidad de romper con los suyos:“Por más encariñado que estés con tu sobrino, y aunque tu propia madre con el cabellorevuelto y las vestiduras desgarradas te mostrase los pechos con los que te crió, yaunque tu padre cruzándose en el umbral de la puerta te implorase, tú pasarás porencima de tu progenitor sin derramar ni una lágrima, y correrás a enrolarte bajo lasbanderas de Cristo”. (Y confiesa Jerónimo que, cuando él mismo abandonó a sus padresy hermanos, el sacrificio más grande había sido el de tener que renunciar a los placeresde la mesa bien puesta y de la vida agradable.) Otro doctor de la Iglesia, el papaGregorio I, dice que “el que tiene ansia de los bienes eternos no hace caso [...] <strong>del</strong> padre,ni de la madre, ni de los hijos que tuviere”. San Columbano, el apóstol de los alamanos,pasó por encima de su madre que se había arrojado al suelo llorando y exclamó que novolvería a verla jamás mientras viviera. Y siglos después, inspirándose evidentementeen Jerónimo (que, por su parte, tampoco hizo ascos nunca a ese género de préstamosliterarios), Bernardo, doctor de la Iglesia, escribía: “Y aunque tu padre se hubiesetendido de través en el quicio de la puerta y tu madre descubriéndose el seno teenseñase los pechos con los que te crió [...], tú pisotearás a tu padre y pisotearás a tumadre [...] y correrás, sin que se te escape ni una lágrima, a enrolarte bajo las banderasde Cristo”. 259258 Mat. 10,36. Friedlander 934.259 Mat. 10,34 ss. Clem. Al. Quis. div. salv. 22s; Ambr. virg. Kyr. Alex. ep. 17 (Migne 77,105 s). 3epístola a Nestorio 1,9; 3,11. Hieron. ep. 14,2 ad Heliod. Greg. 1 homilía sobre la festividad de unsanto mártir (Heilmann III 429). Keller, Lexikon 317 s. Lecky II 105 s. J.A. y A. Theiner 1113.Grützmacher 1147s. Harnack, Mission I 329ss. (2 ed. 19060. Hauck, Kirchengeschichte I 241s. VonCampenhausen, Lateinische Kirchenváter 84.Historia Criminal <strong>del</strong> Cristianismo Vol I 119

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