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1.karlheinz_deschner- historia criminal del cristianismo

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A finales <strong>del</strong> siglo II, cuando se constituyó la Iglesia católica, es decir, cuando loscristianos se hubieron constituido en muchedumbre, como ironizaba el filósofo paganoCelso, empezaron a surgir entre ellos las divisiones y los partidos, cada uno de los cualesreclamaba una legitimidad propia, “que era lo que pretendían desde el primermomento”. “Y como consecuencia de haber llegado a ser multitud, se distancian losunos de los otros y se condenan mutuamente; hasta el punto que no vemos que tenganotra cosa en común sino el nombre [...], ya que por lo demás cada partido cree en lo suyoy no tiene en nada las creencias de los otros.” A comienzos <strong>del</strong> siglo III, el obispoHipólito de Roma cita 32 sectas cristianas en competencia que, hacia finales <strong>del</strong> siglo IV,según el obispo Filastro de Brescia, alcanzaban el número de 128 (más 28 “herejías”precristianas). A falta de poder político, sin embargo, la Iglesia preconstantiniana sólopodía desahogarse verbalmente contra los “herejes”, al igual que contra los judíos; a laenemistad cada vez más profunda con la sinagoga, se sumaban así los enfrentamientoscada vez más odiosos entre los mismos cristianos, debido a sus diferencias doctrinales.Es más, para los doctores de la Iglesia tales desviaciones constituían el pecado másgrave, porque las divisiones, a fin de cuentas, implicaban la pérdida de afiliados, lamerma <strong>del</strong> poder. De tal manera que en estas polémicas no se trataba de entender elpunto de vista <strong>del</strong> oponente, ni de explicar el propio, lo que tal vez hubiera sidoinconveniente o peligroso. Sería más exacto decir que obedecían al propósito “deaplastar al contrario por todos los medios” (Gigon). “La sociedad antigua no habíaconocido nunca este género de disputas, porque tenía de las cuestiones religiosas otroconcepto distinto y nada dogmático” (Brox). 244Primeros “herejes” en el Nuevo TestamentoOtra vez encontramos a Pablo, “el primer cristiano, el inventor <strong>del</strong> <strong>cristianismo</strong>”(Nietzsche). Como judío, había sido un espectador “complacido” de la lapidación deEsteban; más aún, solicitó al sumo sacerdote un permiso especial para perseguir a losseguidores de Jesús más allá de Jerusalén. “Iba asolando la Iglesia”, “sacaba conviolencia a hombres y mujeres, y los hacía meter en la cárcel”; él mismo confiesa: “Yoperseguí a muerte a los de esta nueva doctrina”. Exagera, quizá, para hacer quepareciese más grandiosa su conversión ulterior, aunque la descripción cuadra con lo quesabemos de su carácter fanático. 245“El más noble entre los luchadores” (Gregorio Nacianceno), el “atleta de Cristo”(Crisóstomo, Agustín), se describe a sí mismo como espadachín “que no lanza tajos alaire”; sabemos también que para él las situaciones se convierten pronto en “misionesestratégicas”. Sus escritos abundan en giros <strong>del</strong> lenguaje militar, y concibe toda suexistencia como militia Christi; sorprende hallar en germen la mayoría de los mecanismosde que iban a servirse los futuros papas en su afán de llegar a dominar el mundo, entre244 Orig. c. Cels. 3,10 ss. Brox, Kirchengeschichte 128. Altendorf loe. cit. 68. Gigon 104.245 Hechos 8,1 ss; 26,9 ss. LThK 1 ed. VIII 218 s. Altaner 322. Nietzsche, Mor genróte 1,68.Haenchen 257. Sobre la conversión de Pablo y las muchas contradicciones al respecto cf.Deschner, Hahn 156 ss.Historia Criminal <strong>del</strong> Cristianismo Vol I 114

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