Nº 16, Julio-Septiembre 2005 - Centro de Estudios Garrigues

EDITORIALUn sueño pospuestoNO PUDO SER. Después de muchos meses deilusión acumulada, y pendientes tan sólo de unavotación, no pudimos conseguir la ansiada elecciónpara organizar los Juegos Olímpicos del2012.La primera sensación es, inevitablemente, dedecepción, que siempre es mayor cuando se hahecho un gran trabajo, cuando se han puestotodos los medios, cuando se ha estudiado hasta elmás mínimo detalle.Es cierto que ha faltado la culminación a todoel buen trabajo realizado por mucha gente,muchas personas que han llevado a cabo colaboracionesmás grandes o más pequeñas perotodas igual de importantes. Pero precisamente ahíradica el secreto del éxito, cuando nadie, ni siquierauno mismo, puede recriminarse haber descuidadoalgún aspecto o no haber dedicado el máximoesfuerzo a la tarea que se debía realizar. Se hizotodo lo posible, con la mayor de las ilusiones y elmáximo nivel de exigencia.Resulta curioso observar el desarrollo de estetipo de acontecimientos. Son desafíos que consigueninvolucrar a muchas personas, a todos losniveles. Se trata de esos objetivos que consiguenque las diferencias que puedan existir entre unos yotros pasen a ser irrelevantes; de repente, soloexiste esa meta y cada uno debe dar lo mejor de símismo para poder alcanzarla.Cuando se consigue el objetivo final en unacuestión de tanta importancia, llaman mucho laatención las distintas fases por las que atraviesa lacelebración. Una primera, inmediata, cuando seanuncia el ganador: en ese momento desaparecetoda la tensión acumulada y es cuando se piensaque todo el esfuerzo realizado ha merecido lapena.El disfrute continúa, de forma más serena,como una alegría mantenida en el tiempo porsaber que el gran objetivo se ha conseguido, perola alegría se mezcla, a la vez, con una gran sensaciónde responsabilidad. Ahora que se ha conseguido,no podemos fallar.Finalmente, llega el momento culminante, elmomento de enseñar los resultados. Es unmomento que nace en el presente pero con unaplazamiento de varios años. Será la ocasión dedemostrar que la decisión no fue equivocada.Durante el tiempo que ha durado el trabajopara poner todo a punto, y junto con la expectaciónpor la decisión final, ha sido habitual pensar¿dónde estaré en el 2012? La primera reacción eshacer un rápido cálculo de la edad que cada unotendrá en ese año. Inevitablemente, surge algo devértigo, es un salto muy grande.A continuación, es frecuente preguntarse ¿quéestaré haciendo?, ¿seguiré trabajando en elmismo sitio?, ¿habremos ganado alguna liga defútbol para entonces? Si pensamos lo que hancambiado las cosas, y seguramente nuestra vida,en los últimos siete años, produce una gran impresiónimaginar lo que puede ocurrir dentro de otrossiete.No es posible tener la respuesta de lo que ocurrirá,pero esa incertidumbre está llena de emocióny expectación. Albert Einstein solía decir quenunca pensaba en el futuro porque llegaba enseguida.En cualquier caso, ese futuro siempre tieneel atractivo de que cualquier cosa es posible,mientras está por venir. Todas las opciones estánabiertas, cualquier cosa puede pasar.No sabemos cómo será lo que viene pero, encualquier caso, y por lo que se refiere al desafíoque acaba de terminar, tenemos claro que ha vueltoa empezar: volveremos a intentarlo, volveremosa sentir la satisfacción del trabajo bien hecho, laemoción por la decisión final y esta vez sí, la intensasensación de haber conseguido el objetivo y laenorme responsabilidad que asumiremos.Habrá que empezar a preguntarse ¿dóndeestaremos y qué estaremos haciendo en el 2016 oen el 2020?5