Nº 16, Julio-Septiembre 2005 - Centro de Estudios Garrigues

que mostrarnos una forma arrolladora de dar vía a una integración que superabalos estrictos y ventajosos criterios financiero-fiscales. Clásicas seránsiempre las preocupaciones por notas, resultados, porcentajes de ausenciasy “el que dirán” de aquellos llamados a presenciar nuestros castings. No tantípicas serán las pequeñas broncas, enojos y apatías de quiénes éramos víctimade la presión infaltable, y hasta necesaria, del momento. Sería injustocallar todas las llamadas, mensajes y correos intercambiados con nuestrasfamilias, amigos y tantos otros seres queridos que supieron sufrir nuestrasausencias por un lapso importante de tiempo. Llegó, como no podía ser deotra manera, la búsqueda del trabajo perfecto, mientras íbamos fortaleciendoy definiendo la bisagra entre la vida de recién, o cuasi-recién, licenciado yla vida profesional consolidada.Sólo quedan cosas que recordar en esta abreviadísima antología de unaño único, cosas que quedarán en mi memoria por muy mucho tiempo, como las palabras de D. Antonio Garrigues Walker con las que sentenciabaque solo aquello que puede medirse puede ser mejorado.... y las sanas y medidas palabras de un amigo que literalmente nos aconsejó“que seáis equilibrados, que seáis buenos y que seáis vosotros”.Luego de todas estas vivencias, solo busco respuestas para quien diga que el hombre nace y muere a veces sin vivir. Humildemente puedodecir tres cosas: digo gracias por dejarme vivir esta experiencia, digo gracias a todos por vivir esta experiencia junto a mí, y presiento que luegodel Master, allá en el largo horizonte de la vida, algo bueno me espera.mos ingresando, de la velocidad de adaptación que se requiere para sobreviviry destacar en él, jamás se antepusieron los valores económicos a loshumanos. Básico para nosotros en nuestra función de Recursos Humanos,pero necesario para cualquier profesional. Este tipo de preparación integral yhumana, es nuestra ventaja competitiva y debemos de aprovecharla. Nopuedo dejar de agradecer a la Dirección del Centro, en especial a Don Luis ya Vanesa; así como a cada una de las personas que trabajan día a día paraque hoy tantos antiguos alumnos estemos a la altura de lo que la sociedadrequiere, aportando conocimientos, aprendiendo y alcanzando logros importantes.Sin su ayuda y apoyo incondicional, así como el de nuestras familias,difícilmente lo conseguiríamos. En mi caso, nada hubiera sido posible sin elsoporte de la Fundación Carolina y la Fundación Euro América, que sepan loimportante que ha sido esta beca en mi vida; tengo el compromiso de corresponder a la confianza que depositaron en mí.Al hablar de mis compañeros seguramente me pasaría lo que en una evaluación del desempeño: sería difícil minimizar la subjetividad yen este caso, sería más fuerte el sentimiento. De ellos solo he recibido cariño, apoyo, calidez… diez meses de convivencia con gente realmentevaliosa de la que no se puede más que aprender y querer.El final los resultados hablarán por nosotros. Es nuestro deber corresponder a tantas expectativas que se tienen de nosotros, con nuestroesfuerzo diario y nuestra credibilidad; basada en la constancia, la congruencia de nuestras acciones y el compromiso que adquiramoscon todo lo que hacemos. Tenemos las herramientas y no hay pretexto para no llegar a donde queremos.Y ahora a vivir cada momento como si fuera el último, con la esperanza de encontrarnos nuevamente igual o más felices de lo que estamoshoy de haber concluido un año excepcional.hacer este Máster. Pero lo que más me llamó la atención fue que siempre están a tu lado y no por encima de ti. La cercanía que existe entre profesoresy alumnos, lo colaboradores que son y lo dispuestos a ayudar en todo momento, son una constante que anima cuando las dificultades aparecen. Escierto que muchos nos llevan al límite, pero también es verdad que te dan las facilidades para afrontar los retos de la mejor forma posible. Quizá puedohablar sobre eso, sobre nuestros profesores.O podría hablar sobre el personal que colabora en el Centro. Se nos hacía más llevadero pasar toda una jornada encerrados entre esas cuatroparedes grises cuando quienes forman parte del equipo recibían con una sonrisa las cientos de preguntas, peticiones de folios, fotocopias, libros y carpetasque les hacíamos todos los días. Sientes que ellos forman parte de nuestras angustias y triunfos como otro más de la clase, tranquilizando a quienesdesesperan y presionando a quienes se relajan. Tienen aciertos y equivocaciones, como todos nosotros, pero hacen su trabajo sin olvidar quequien está delante de ellos es una persona. Algunos no hace mucho estaban en nuestro lugar, haciendo las mismas preguntas rebuscadas con lasque bombardeamos a nuestros profesores, siendo ex socios de “Telecroqueta” o estirando un minuto más el café de la mañana. Por eso nos comprendían.Definitivamente es más fácil una prueba integrada cuando se escucha un “buena suerte” detrás de la recepción, sobre todo si se dice de corazón.Quizá podría referirme a mis compañeros, porque sería muy difícil sacar adelante un Máster sin ellos. Esos que en octubre eran unos desconocidosy que con el tiempo echas de menos si dejas de verlos tres días seguidos, cuando han sido poco menos que tu sombra la semana anterior. Aquellosque sustituyen a nuestras familias y a nuestros amigos de toda la vida y que, al final del año, se convierten en eso, amigos de verdad. No hubiésemospodido completar esta aventura sin haber contado los unos con los otros. Yo aprendí mucho de mis compañeros, de ese grupo heterogéneo deideas persiguiendo un mismo fin, de esos amigos que vi por primera vez hace menos de un año.Sería bueno hablar de cualquiera de esos temas, de nuestras particulares historias, de nuestros éxitos, de los lazos de amistad que hemos creado,de todo. Creo que algo de eso escribiré y seguramente va ser difícil resumirlo, pero lo intentaré y quizá alguna persona opine igual que yo y sientanostalgia de lo que allí mencione o deseo de vivirlo por primera vez.29