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DOCTRINA DE SALVACION I - Cumorah.org

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LA ENSEÑANZA EN LA IGLESIAREQUISITOS PARA LOS MAESTROS <strong>DE</strong> LA IGLESIA. El aspecto educativo es uno de los demayor importancia. No podemos calcular adecuadamente su valor cuando la enseñanza es emprendida enforma apropiada; ni tampoco conocemos el alcance del mal que puede resultar si se hace en formaequívoca. Ya sea en las escuelas de la Iglesia, en los seminarios, en las <strong>org</strong>anizaciones auxiliares, o en losquórumes del sacerdocio, el mayor requisito demandado a un maestro es que tenga fe en los principiosdel evangelio; que crea en los principios de la verdad revelada tal como nos han llegado mediante profetasinspirados de nuestro tiempo y de tiempos antiguos; y que ejerza su privilegio como maestro en el espíritude oración y de fe.Estoy en completo acuerdo con el mandamiento tal como está escrito en esta revelación. 18 A menosque el hombre tenga conocimiento de la verdad, a menos que tenga fe en la palabra del Señor y en supoder, y a menos que sea guiado por el Espíritu del Señor, no debe enseñar. Se nos ordena “atenderdiligentemente las palabras de vida eterna”. Pues, “viviréis de toda palabra que sale de la boca de Dios.Porque la palabra del Señor es verdad; y lo que es verdad, es luz; y lo que es luz, es Espíritu a saber elespíritu de Jesucristo”. 19PARA LOS MAESTROS, LA FE ES <strong>DE</strong> MAYOR VALOR QUE LA INSTRUCCIÓN. En estaépoca de privilegios educacionales maravillosos y de las extensas oportunidades para obtenerconocimiento, tal como el mundo lo entiende, posiblemente sintamos que lo máximo que se puederequerir de un maestro es que posea una vasta educación. Es esencial que los hombres que tienen laresponsabilidad de enseñar, sean instruidos; que tengan un conocimiento general; pero no importa cuálsea la instrucción o entrenamiento del hombre, los títulos que posea, si no tiene fe en el evangelio deJesucristo, y si no ha recibido un testimonio de parte del Espíritu del Señor en cuanto a la verdad divinaque ha sido revelada, no está calificado para enseñar en ninguna <strong>org</strong>anización de la Iglesia.Temo que a veces los que sirven como obispos y presidentes de estaca, o en otros puestos directivos,no le den importancia a este hecho y en la elección de maestros para clases, instructores, o para cualquieraotro cargo, piensen en la educación de los individuos en la forma en que sería considerada por el mundo yolviden la educación espiritual y doctrinal que es la más importante.No se debe llamar a alguien principalmente por su preparación en los estudios, ni por sus logroseducacionales, sin tener en consideración su humildad, su fe y su integridad hacia la causa de la verdadque se supone que representará. Este entrenamiento no se recibe mediante el estudio de la ciencia, arte oliteratura, sino mediante la oración y la fe, mediante los susurros del Espíritu del Señor. No se puederecalcar más la declaración de que el hombre o la mujer sin fe en el evangelio, tal como ha sido reveladoen la época en la cual vivimos, no debe enseñar. El Señor ya lo ha expresado enfáticamente.VALOR <strong>DE</strong> LAS ALMAS QUE YA ESTÁN EN LA IGLESIA. La época en que vivimos es muyimportante, y nuestro mensaje y autoridad en el mundo son lo más importante que hay. Las almas de losmiembros de la Iglesia son tan preciosas a la vista del Señor como lo son las de los que viven en el mundoy a quienes nuestros misioneros van con el plan de salvación. De hecho, si es que hay que hacer unaelección, el alma que ya está en la Iglesia, un alma que sea del convenio, es un poquito más cara para elPadre, si ello es posible, que la que está afuera. Naturalmente, el Señor no hace acepción de personas ytodas las almas son preciosas a su vista, pero, sin duda, El ama a aquellos que obedecen su voz y queestán anhelosos de andar en su verdad, más que a los que no lo hacen.Deberíamos dedicar nuestro tiempo, y darle diligente atención, a la instrucción de los miembros de laIglesia. Los maestros llenos del espíritu del Señor y que han probado ser leales, deben ser llamados aestos cargos, y aquellos que no han sido probados en ese sentido, no deben ser llamados para enseñar alos miembros.¿Qué habremos ganado si usamos nuestro tiempo y medios para predicar en el mundo, y ganarconversos para el evangelio, si ante la juventud de las estacas y barrios colocamos maestros que destruyenen el corazón de los jóvenes la fe en el mensaje divino que se nos ha confiado? 20154

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