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DOCTRINA DE SALVACION I - Cumorah.org

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CAPÍTULO 18Enseñad el evangelioLEVANTAD LA VOZ <strong>DE</strong> AMONESTACIÓNNUESTRAS DOS GRAN<strong>DE</strong>S RESPONSABILIDA<strong>DE</strong>S. La Iglesia tiene dos grandesresponsabilidades, es decir, los miembros de la Iglesia tenemos dos grandes responsabilidades... Esnuestro deber personal predicar el evangelio mediante el precepto y el ejemplo entre nuestrossemejantes. En la sección 88 de Doctrinas y Convenios se nos informa que aquellos que han sidoamonestados están bajo la obligación de recibir el mensaje y también de amonestar a sus semejantes. 1Todos los seres humanos tienen derecho de escuchar el mensaje, de manera que esta responsabilidadde enseñar al mundo es de suma importancia. No podemos eludir esta obligación. El Señor declaró que suvenida está a la mano y que El apresuraría su obra en justicia. Es nuestro deber, entonces, hacer todo loque podamos y el Señor aportará para nuestra ayuda otros medios, además de los misioneros, para que suobra adelante y sus palabras se cumplan. 2Hablo de esta responsabilidad en esta ocasión, por temor de que haya algunos que piensen que la obraque están haciendo es la gran obra de esta dispensación. Las personas que trabajan en la obra de laSociedad de Socorro, en la Escuela Dominical y en el programa de la AMM, sienten que tienen grandesresponsabilidades —y verdaderamente las tienen— pero nada más importante que predicar el evangelio almundo.La otra responsabilidad que recae sobre cada uno de nosotros es la de ocuparnos de nuestrosdifuntos. 3PREDICAR A UN MUNDO INICUO. Bien, tenemos muchas deudas con el Señor. Existe elcompromiso de predicar este evangelio a una generación inicua y perversa. Esas son palabras del Señor,de manera que no me acuséis de llamar inicuo al mundo. 4 Lo es. Yo puedo testificar de eso por lo que hevisto, y eso que de la maldad he visto solamente una pequeña porción, os lo aseguro.Pero el mundo de hoy es inmundo, borracho y está saturado de tabaco. El mundo está lleno deinmoralidad; es un mundo caído. Ha sido un mundo caído desde que Adán fue expulsado del Jardín deEdén, y sin embargo, estamos en él y el Señor nos ha dado la misión de cooperar con El y ser sus agentesen este mundo, para regenerarlo tanto como sea posible. Nunca se logrará plenamente; por lo menos en loque a nosotros concierne. Mediante nuestra prédica solamente, no vamos a salvar a muchas almas. 5El Señor le dio el libre albedrío a los hombres. Ellos pueden decidir por sí mismos; pueden elegirhacer el bien o hacer el mal. 6 El Señor dijo que los hombres aman las tinieblas en lugar de la luz porquesus obras son malas. 7 Sin embargo, nuestra misión, repito, consiste —hasta donde nos sea posible— en regenerar,en llevar al arrepentimiento a cuantos hijos de nuestro Padre Celestial sea posible. Ese es uno denuestros compromisos; es una obligación que el Señor ha puesto sobre la Iglesia, y más particularmente,sobre los quórumes del sacerdocio de la Iglesia, a la vez que es una obligación que corresponde a cadaalma por separado.Es deber de cada miembro de esta Iglesia predicar el evangelio por el precepto y por el ejemplo. 8NUESTRO MENSAJE AL MUNDO. Nosotros somos testigos de la verdad. La misión de cadahombre que posee el sacerdocio en esta Iglesia es predicar a Cristo y a El crucificado. Ese es nuestromensaje al mundo; y este mensaje es sumamente necesario ante las falsas doctrinas enseñadas por elpoder de los hombres. En el momento en que los hombres se están apartando del Señor y tratan a la vezde encontrar la verdad eterna sin su ayuda, nuestra misión se torna tanto más urgente para llamar a loshombres al arrepentimiento y llevarlos a creer en la redención traída por la expiación del Hijo de Dios,cuya sangre fue vertida por los pecados del mundo.Nuestro mensaje y nuestra misión ante el mundo es predicar esta verdad, establecer la fe en elcorazón de la gente y esforzarnos para hacerla creer en Jesucristo como su Redentor y como el Hijo deDios. 9152

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