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unlibrorojo

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68Una crónica cualquiera«La dolce vita de Petrogrado no se interrumpió. Los oficiales hacían sonar sus espuelas y seentregaban a alegres aventuras. Los sones de las fiestas salían por las ventanas de los salones de losrestaurantes elegantes. La corrientes eléctrica se cortaba a medianoche, pero el juego continuaba ala luz de las velas. Al amanecer, los jugadores, los que salían de los restaurantes y los oficiales seencontraban en un mundo diferente. Casi sin derramamiento de sangre las fuerzas del ComitéMilitar Revolucionario habían ocupado todos los puntos estratégicos de la ciudad: estaciones deferrocarril, centrales de teléfono, el Banco Nacional. Sólo quedaba por tomar el palacio de Invierno.Aquella mañana, Buchanan anduvo por los muelles del Neva hasta enfrente del palacio y vio queuno de los edificios del gobierno estaba siendo sitiado. El muelle tenía un aspecto bastante normal,salvo algunos grupos de soldados armados apostados cerca de los puentes (sir George Buchanan,My Misión To Russia, Londres, 1923). ‘La situación de Pretrogrado es amenazadora’, informabaPolkovnikov a Stavka la mañana del 25. No se habían producido desórdenes callejeros, pero lastropas bolcheviques tomaban sistemáticamente los edificios oficiales y las estaciones. ‘No seobedece ninguna de mis órdenes’, continuaba el coronel. Los cadetes se rendían casi sin resistencia.Los cosacos desobedecían las repetidas órdenes de acudir en defensa del gobierno. ‘El gobiernoprovisional está en peligro’ (Bunyan y Fisher, The Bolshevik Revolution, Standford, 1934). No sóloestaba en peligro. Ya había sido depuesto: ‘En nombre del Comité Mlitar Revolucionario anuncioque el gobierno provisional ya no existe’, proclamaba con orgullo Trotsky aquella tarde al soviet dePetrogrado. Esto no era totalmente verdad, ya que el palacio de Invierno aun iba a resistir hasta lamañana siguiente, pero era lo bastante cierto: mate en dos jugadas, en la afortunada frase deTrotsky. Mientras los no bolcheviques intentaban formar un Comité de Seguridad Pública yKarenski trataba en vano de encontrar tropas leales al gobierno, los bolcheviques se hacían dueñosde la capital. Cuando el tan esperado Segundo Congreso de los Soviets se reunió por fin, en lanoche del 24 al 25 de octubre, su voluntad, como dice Trotksy, ‘estaba ya predeterminada por elcolosal hecho de la insurrección de los trabajadores y soldados de Petrogrado’. Pero no fue asícomo vio el Congreso. El Segundo CONGRESO DE LOS Soviets Era menos represenativo que elanterior. Había unos 650 delegados, de los que los bolcheviques no tenían la mayoría absoluta. Lossocialistas revolucionarios de la izquierda eran el segundo partido en fuerza después delbolchevique. Los socialistas revolucionarios de derecha y los mencheviques, que en otro tiempohabían sido los grupos dominantes, contaban con menos de cien votos. Cuando estos delegadosestaban aun reuniéndose, en la ciudad continuaban las escaramuzas aisladas. Mártov, dirigente delas mencheviques internacionalistas, propuso que se formara una comisión para discutir laposibilidad de un gobierno socialista común. Los bolcheviques, por razones tácticas, se mostraronde acuerdo. A continuación los mencheviques y los socialistas revolucionarios de derecha leyeronuna resolución protestando contra el levantamiento y abandonaron la sala. En colaboración conalgunas organizaciones campesinas, algunos sindicatos y algunos miembros del Consejo de laRepública formaron un comité para salvar al país y la revolución, el cual ocupó el lugar delgobierno provisional y denunció la toma del poder por los bolcheviques como un coup d’estat. Esteacto sirvió de pretexto a Trotsky para denunciar la anterior propuesta de compromiso de Mártov ypara enviar a sus enemigos al ‘basurero de la historia’. Esta retirada ‘dejo totalmente libre las manosde los bolcheviques... dejándolos solos en el ruedo de la revolución’, hacia notar, con dolor,Sujánov. La sesión acabo alrededor de la seis de la mañana. ‘Sobre la ciudad se alzaba una mañanade otoño gris y fría –recuerda Trotsky-, las manchas de la hogueras aparecían en las calles, quegradualmente se iban iluminando. Las caras grises de los soldados y los trabajadores con fusilesaparecian extrañas y reconcentradas. Si hubiera habido astrólogos en Petrodrado, habrían observadoseñales portentosas en los cielos’. ¿Cuáles eran estos signos? El Congreso abrió su sesión aquellanoche a las 9 en punto. El recién elegido comité Central Ejecutivo, dominado por los bolcheviques,

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